el ilímite del potencial humano

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EL ILÍMITE DEL POTENCIAL HUMANO
Manuel Rivero
Iago Santalla
Presentación
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A lo largo del texto nosotros no utilizamos los preceptivos guiones del diálogo. Somos
conscientes de que en determinado momento puede dar la sensación de estar ante un
discurso monologado.
La razón de esta licencia obedece a tres motivos:
1. Nuestro interés por crear un texto cálido, dinámico y cercano. Quisimos
suprimir las barreras que en cierto modo establecen los guiones.
2. Nuestras identidades se van diluyendo. El lector se irá dando cuenta, de que,
al igual que acontece con el Quijote, a medida que avanzan las sesiones, Iago es
cada vez más Manuel y Manuel cada vez más Iago.
3. Somos conscientes de que nuestro lugar como sujetos, tiene que ser ocupado
por el texto para facilitar que el lector se convierta en protagonista. Esta
soberanía del lector da lugar a una intertextualidad múltiple. Ya no es lo que
dicen Iago y Manuel, sino lo que interpreta cada sujeto en su discurso
monologado. La realidad es que en este momento no hay un único texto del
“Ilímite del potencial humano”, sino tantos textos como lectores tenga la obra.
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Introducción
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“Un barco frágil de papel parece a veces la amistad pero jamás puede con él la más violenta tempestad”
Alberto Cortez
Estimado coach:
Quiero agradecerte el aprendizaje vivencial que, a lo largo de estos últimos diez
meses, tuve la fortuna de poder disfrutar contigo.
Gracias a él, descubrí qué quiero realmente y cómo conseguirlo. Encontré las
claves para pensar por mí mismo y para encontrar mis propias respuestas. Aprendí a
definir objetivos claros en un marco temporal, a desarrollar mi potencial de forma
metódica, estructurada y objetiva, así como a identificar sus interferencias, a innovar,
a diseñar estrategias, a ser creativo y a transformar mis miedos en retos.
Ahora que lo pienso, en realidad no me enseñaste nada. Como buen maestro, me
lo preguntaste todo.
Tus preguntas: claras, directas y sencillas, siguen vivas en mi memoria. Recuerda
cuándo, después de un breve silencio, con tu voz enérgica y al mismo tiempo cálida y
fraternal, me decías, Manuel, primero reflexiona y luego actúa:
¿Para qué eres útil y para que eres inútil?
¿Cuáles son tus palancas y cuáles son tus frenos?
¿Cuáles son tus metas?
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¿Qué puedes aportar a tu entorno?
¿Cuáles son tus miedos?
¿Cómo los puedes vencer?
¿Qué cambiarías de ti mismo?
¿Alguna vez, con tu actitud, negaste tus propias posibilidades?
En lo que quieres ser ¿cuánto hay de posible y de imposible?
Piensa cuántas veces dijiste “no puedo” y hubieras podido en realidad.
¿Hay algo en tu interior que te separa de lo que quieres ser?
¿Cómo puedes superarlo?
¿A qué distancia estás de lo que quieres ser?
¿Cuáles van a ser los costes del recorrido? ¿Qué obstáculos puedes encontrar?
¿Puedes perjudicar a alguien o, por el contrario, habrá gente que se verá
beneficiada?
¿Cuáles son tus límites?
¿Qué ilímites te sirven de contrapeso?
Cuando te ilusionas ¿a qué distancia están tus ilusiones de la realidad?
¿Cuánto de lo que consideras imprescindible para ti no lo es realmente?
¿Cómo quieres que te recuerden?
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¿Qué sentimientos o emociones te callas y en realidad deberías dejar aflorar?
Esas preguntas fueron como descargas eléctricas. Por medio de ellas, me
acercaste a la finalidad de mi misión: “sacar lo mejor de mí mismo”.
Me animaste a actuar, a extraer poderosas enseñanzas de lo vivido, a la activación
de la conciencia, al diálogo con mi propio yo, al compromiso, a la disciplina y a la
acción, con el fin de conseguir ser lo que realmente estoy llamado a ser.
Con tus preguntas me ayudaste a identificar el qué, y al repreguntarme de nuevo,
encontré el cómo. Descubrí que éstos están correlacionados y son personales e
intransferibles. Ahí está la magia de saber sabiéndose, de aprender a trabajar con
nuestras fortalezas y a dirigirnos sobre la base de nuestras competencias.
Tus preguntas me ayudaron a identificar mi mundo dentro de otros mundos, a
mandar obedeciendo y a descubrir que somos iguales porque somos diferentes.
Descubrí que no eras mi confesor, ni mi entrenador, ni mi mentor, ni mi consultor,
ni mi juez; tampoco, mi psicólogo. Solamente te dedicaste a sacarme el pañuelo que
tapaba mis ojos; me colocaste delante de un espejo, y te fuiste diciéndome:
“es tu momento”.
Tómate el tiempo necesario hasta que te encuentres contigo.
Ahora eres tú ante ti mismo.
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El espejo me devolvió mi propia imagen en tiempo real. Esa observación de mí
mismo desde fuera de mí mismo creó un momento, primero de confusión, y, luego,
de conciencia.
Sólo en ese instante pude romper los paradigmas que tenían atrapado mi talento
y dificultaban identificar mis sendas, con sus bordes, con sus nodos y con sus hitos.
Iago, maestro y amigo. Tengo una gran deuda contigo.
Quiero decirte que,
por ser como eres, siempre tendrás mi admiración, mi
gratitud y mi cariño.
Un fraternal abrazo.
Manuel Rivero.
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El descubrimiento
de los ilímites
9
“Haz lo que amas. El que trabaja en lo que no ama aunque lo haga todo el día es un desocupado”
Facundo Cabral
Aquel día, once de diciembre, fecha en que se conocieron Manuel y Iago, iba a
quedar para siempre grabado en su memoria. Los dos estaban muy lejos de imaginar
lo que iban a significar el uno para el otro: cuántas vivencias, cuánto aprendizaje y
cuántas enseñanzas.
Habían sido invitados ambos para impartir una conferencia en la fundación
Caixa Nova de Santiago, al tiempo que iban a presentar el libro de Iago, “O ilímite de
pensarte libre”
Compartían amigos comunes: Paula y Pío y su encantadora hija Clara, cuya
parálisis cerebral creaba especiales lazos con Iago; Daniel y Amelia, con sus hijos
Carlos e Iván, tan iguales y a la vez tan diferentes, como dos niños de juguete. Todos
querían que se conocieran Iago y Manuel antes de la ponencia, por lo que
consideraron que la decisión más acertada era buscar un lugar intermedio entre Lugo,
A Coruña y Santiago. Quedaron para comer ante una buena mesa, de esas que
afortunadamente abundan en nuestra tierra. Se la reservaron en A Painza, cerca de
Arzúa. ¡Qué trato tan agradable y qué menú degustación tan exquisito con el queso de
la tierra!
Manuel se sorprendió al comprobar que este producto de la tierra era el
elemento básico de entrantes, platos principales y postres.
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Iago comentó que la base de la riqueza de un país, hoy en día, está en la
innovación, la creatividad y el desarrollo de estrategias. Este era un gran ejemplo.
Descubrimos que el queso sirve para más cosas que para hacer bocadillos y tomarlo
con membrillo.
La sobremesa se prolongó. Manuel tenía enfrente a Iago y le impresionó su
modo de razonar, la forma de comunicar y la precisión de sus palabras. Sin duda era
un maestro del saber. Si tuviera que definirlo, la frase que utilizaría sería: “es un pozo
de sabiduría”.
Iago descubrió en Manuel un carisma especial. Se decía para sus adentros:
ésta es una de las personas que vale la pena acompañar en su desarrollo personal.
El terreno estaba preparado. Aún así, la frase de Manuel le cogió por sorpresa:
Iago quiero que seas mi coach.
Manuel deja que revise mi agenda, coordinamos fechas y empezamos. Ya te
tendré al tanto.
La llamada de Iago, para felicitarle las Navidades, llenó de gozo a Manuel. La
alegría se redobló cuando, después de una breve pausa, Iago preguntó: Manuel, ¿qué
tal andas de tiempo a primeros de abril?
Iago, lo tengo libre.
Y, ¿a primeros de mayo?
También.
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Perfecto, empezamos el día dos de abril con nuestras sesiones. Ya iremos
programando sobre la marcha las siguientes.
Maestro, este es mi mejor regalo de Navidad.
El día 2 de abril, Manuel estaba 30 minutos antes de la hora fijada en el Parador
de Portomarín. Iba por el segundo café cuando, al entreabrirse la puerta divisó la
silueta de Iago. Manuel salió a su encuentro y se fundieron en un fraternal abrazo.
Muy buenos días, profesor, ¡Qué grato es volver a verle!
Muy buenos días, Manuel. Comparto esa gratitud.
Estoy seguro, de que adivinas qué traigo en esta cajita.
Manuel, por la forma y la intuición, seguro que es un queso de Arzúa.
¡Y tan de Arzúa! A ver qué hacemos con él.
Ya se lo paso a la cocina, para que nos sorprendan en el desayuno.
Manuel, hoy vamos a hablar de nuestros ilímites. Quiero que estos dejen de ser
un concepto abstracto para visualizarlos en hechos e historias reales. En esos hechos e
historias reales que componen tu vida. Te pediría en primer lugar que me dieses tu
propia definición de ILÍMITE.
Iago, ahora que lo pienso, el ilímite para mí, es la máxima capacidad de una
persona, aquella que, cuando la desarrolla, nunca cede al cansancio, sino que al
contrario, da satisfacción,
aumenta la autoconfianza y
da fuerzas
para seguir
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adelante. En esa actividad la persona, empieza a ser ella misma y consigue autorealizarse en su entorno.
Conocer el ilímite propio abre las puertas del autoconocimiento; reconocer el
ilímite de los demás abre las puertas de la amistad. El ilímite nos hace más libres
porque nos ayuda a tomar conciencia de la interdependencia. En ésta, en la
interdependencia, todos nos sabemos capaces de construir el mundo.
Amigo, ¡es perfecto! Ahora piensa en ti, y nada más que en ti, y dime:
¿Qué ilímites percibes en ti mismo?
Iago, creo que tengo un ilímite emocional. Soy capaz de escuchar a los demás
y de empatizar con sus problemas. También creo que tengo un ilímite en la forma de
transmitir mis ideas. Consigo llegar a quien me escucha y hacerle comprender lo que
le quiero transmitir.
Suelo dar buenos consejos que intentan ayudar a los que más quiero. Hablo de
gente que me busca para saber qué hacer en determinadas ocasiones ¡Y yo,
generalmente, no los encamino hacia ninguna opción! Pero sí les hago ver lo que
quieren, aquello por lo que están luchando. Hago que se pregunten por el sentido de
lo que hacen. Y casi siempre consigo que no sólo lo encuentren, sino que también lo
amen y desarrollen en él todo su talento.
Humildemente, Iago, creo que soy un buscador de ilímites.
¡Eso me gusta amigo! Pero dime:
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¿Qué ilímites descubriste a través de los demás y en los demás?
Iago, yo considero que somos seres sociales por naturaleza; por lo tanto,
descubrí a través de los demás todos mis ilímites: mi capacidad de escucha, mi
capacidad de empatía, mi capacidad de amar. ¡Es que yo no me entiendo sin los
demás! Todos los ilímites los descubrí en un feedback constante con los que me
rodean.
Manuel, ¡qué interesante todo eso que acabas de decir! Demuestra que te
conoces a ti mismo y a tu entorno. Pero ahora piensa.
¿Cómo empezaste a ser consciente de tus propios ilímites?
Profesor, yo descubrí la palabra ilímite contigo, pero creo que ya entonces era
consciente de que tenía determinadas capacidades muy desarrolladas (ahora sé que
son ilímites). Entonces traté de utilizarlas como un medio para alcanzar mis
aspiraciones. Creo que lo que hice fue volcar mis ilímites en lo que realmente quería.
Para esto, en primer lugar, busqué los cauces para formarme; en segundo lugar, me
instalé inamoviblemente en los márgenes de la ética, y, finalmente, esperé y
aproveché las oportunidades que me fueron surgiendo.
Manuel, estoy de acuerdo con todo lo que dices. Ya sé que eres un hombre
íntegro, que nunca aceptarías un éxito que significase sentarte sobre los demás. Pero,
volviendo al tema que nos ocupa, piensa en la proyección de tus propias aspiraciones
¿Le das más importancia a tus límites o a tus ilímites?
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Creo que al 50%, porque para vivir también tienes que saber de tus límites. Y,
lo que es más importante, saber compaginar tus límites con tus ilímites, es decir,
vencer los primeros con los segundos. Esta es la clave de acceso a nuestra propia
identidad.
¡Genial! Simplemente genial.
Iago dio un salto en la silla, lo que en un principio preocupó a Manuel, pero
enseguida éste se dio cuenta de que ese gesto formaba parte de los actos
involuntarios de Iago y de su peculiar modo de reaccionar ante las emociones, una
consecuencia más de su lesión cerebral.
Iago prosiguió.
Ahora, voy a hacerte tres preguntas que quiero que incorpores a una misma
reflexión.
Dime maestro.
¿Cómo crees que puedes orientar a los demás hacia sus propios ilímites?
¿Cómo crees que se benefician los demás de tus ilímites?
¿Cómo crees que te puedes beneficiar tú de los ilímites de los demás?
Iago, después de todo lo que fuimos hablando, creo que los ilímites son nuestra
mejor carta de presentación, porque son los que nos definen y nos guían hacia nuestro
lugar en la vida. Por eso pienso que el conocimiento mutuo tiene que llevarnos a saber
lo que ama el otro y, en lo que ama, podremos ir desglosando sus objetivos vitales,
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que probablemente tengan mucho que ver con sus propios ilímites. Finalmente, una
vez descubiertos y visualizados, seguro que él mismo emprenderá un camino sin
retorno hacia ellos y, ahí, haciendo lo que realmente ama, conseguirá ser él mismo. En
cuanto a la segunda y a la tercera pregunta, creo que debemos tener en cuenta que la
condición social del hombre lo hace interdependiente; por lo tanto, el otro tiene que
ser parte forzosa de aquello que desea construir. Esto quiere decir que la vida es un
intercambio constante de ilímites. Nadie puede desarrollarse exclusivamente con su
ilímite, sino que el desarrollo social, tanto individual como colectivo, solamente se
llevará a cabo a través de una interrelación constante de ilímites. Individualmente,
avanzamos cuando somos capaces de coordinar nuestros ilímites con los de los demás
y, socialmente, progresamos cuando somos capaces de incorporar todos los ilímites
individuales a una construcción colectiva en la que nadie es prescindible.
Manuel, esto quiere decir que la coordinación deberá ser una constante en tu
vida.
Así es, Iago, la coordinación fue la base de toda mi vida profesional y lo sigue
siendo. Sinceramente creo que la cooperación es también la base del desarrollo de la
humanidad. Por ejemplo, las mejores obras arquitectónicas de la historia fueron fruto
de la coordinación. Nadie será capaz jamás de desarrollarse sin coordinarse con otros.
Y en esto, querido Iago, el ilímite no es una excepción; el ilímite es humano y forma
parte de la humanidad. En consecuencia, o desarrollamos el ilímite en colectivo o
carecerá de sentido y se acabará atrofiando definitivamente.
Por eso nadie es
prescindible en la construcción de la sociedad, porque todos tenemos el derecho y el
deber de aportar nuestro grano de arena al futuro de los que vendrán.
¡Brillante!
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Todo lo que acabas de decir es extraordinario. Tienes totalmente clara tu
interdependencia y lo que puedes aportar al intercambio que supone. Ahora quiero
que pienses, como descubridor de ilímites que eres, tanto en tus propios ilímites como
en los de los demás.
Dime.
¿El ilímite es material o inmaterial?
Iago, yo creo que el ilímite es la esencia de mi propia identidad, por lo tanto
inmaterial.
¡Muy bien, Manuel! Ahora, siguiendo con tu concepto, de esencia inmaterial, te
propongo la siguiente reflexión.
¿Cómo moldean tus ilímites a tu autoconcepto, a tu autoestima y a tu propia
identidad?
Iago, yo creo que no hay tres conceptos sino uno sólo dividido en tres partes:
la identidad que, basada en el conocimiento del ilímite, crea autoconocimiento y el
autoconocimiento que, buscando sus objetivos en la motivación, eleva la autoestima y
forja un autoconcepto positivo de la propia identidad.
Esto quiere decir que respecto al ilímite podemos describir el siguiente
proceso:
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Creo
Identidad
Accedo al
Autoconocimiento
Formo un auto-concepto
positivo
Incremento mi autoestima
Potencio mi ilímite
¡Asombroso!
Después de esta gran lección sólo me queda felicitarte porque verdaderamente
me has demostrado que crees en ti mismo, que haces lo que amas, que conoces tus
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límites y tus ilímites y sabes cómo quieres desarrollarte a través de ellos según tu
propia identidad. Mis más sinceras felicitaciones.
Querido Manuel, para finalizar y a modo de recapitulación, vamos a recordar
que:
“El ilímite es la máxima capacidad de una persona, aquella que, cuando se
desarrolla es imparable porque el desarrollo de esa capacidad le da satisfacción,
aumenta la autoconfianza y ésta le da fuerzas para seguir adelante. En esa actividad,
la persona empieza a ser ella misma y consigue auto-realizarse en su entorno. Se
trata de potenciar el talento, de decir que no existen inútiles, y de saber que la
interdependencia significa que la sociedad abre posibilidades de desarrollo para
todas y cada una de las personas que la componen”.
Iago, hay algo más de lo que quiero hablarte: de los procesos paralelos que
siguen el límite y el ilímite.
Para completar esta definición elaboré dos mapas
conceptuales que nos ayudan a precisar más. El primero describe el proceso del límite
que nos lleva a asumir y aceptar nuestras propias discapacidades. El segundo describe
el proceso del ilimite en el que tenemos que potenciar nuestras capacidades:
Límite
Discapacidad
Consciencia
Aceptación
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Ilímite
Capacidad
Consciencia
Potenciación
Como ves en este diagrama, Iago, el ilímite lleva a aceptarse y a no resignarse,
a componer identidades con los límites e ilímites personales, y a que todas las
identidades encuentren en nuestra sociedad el hueco preciso para desarrollarse en
plenitud.
Muchas gracias, querido Manuel, por esta reflexión final.
Y, ahora ¡a desayunar!
Sentados en la terraza, fueron servidos con un desayuno muy completo.
Aquel olor a queso era familiar.
El queso de Arzúa, de nuevo, protagonista con distintas variantes: en una
fuente, venía recién fundido sobre lonchas de pan de maíz y de centeno; en un
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cuenco, en finos tacos, en ensalada con kiwi y pera; y, en una segunda bandeja y en
maridaje perfecto, con tres mermeladas (de higo, de arándanos y de castaña con
manzana).
Manuel, ¡esto es un capricho de los dioses!
Iago, a esto le llamo innovación y creatividad.
Apuraron el último café, próximas ya las doce del mediodía, y se despidieron
con un fuerte abrazo.
Hasta el próximo mes, Iago.
Manuel, iremos llamándonos e intercambiando información en este
intermedio. Seguro que te haré algunas preguntas más.
Profesor, yo estaré encantado en reflexionar sobre ellas y en contestarlas.
De eso estoy seguro.
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Anexo
Documental
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Pirámide de Maslow: necesidades del déficit y necesidades del ser.
El directivo que dirige más que manda es el que ve a sus colaboradores en el
lugar al que pueden llegar. A tal efecto, les ayuda a dar el gran salto en la pirámide de
Maslow, que consiste en sedimentar el cuarto eslabón para que se den las condiciones
necesarias y poder pasar al quinto nivel con facilidad.
La ciencia de este proceso se basa en descubrir que, una vez que se consiguen
las metas materiales, no es el final del trayecto, sino que estamos en el inicio de un
recorrido personal muy gratificante. Una vez cubiertas las necesidades del tener,
debemos descubrir la satisfacción de las múltiples alternativas que nos aporta el ser.
Todos tenemos una serie de necesidades, a modo de escalera, y en la medida
que vamos teniéndolas cubiertas, aparecen las del escalón siguiente hacia arriba.
La jerarquía de necesidades de Maslow es una teoría psicológica sobre la
motivación y la prioridad de las necesidades. Este análisis defiende que conforme se
satisfacen las necesidades básicas, las personas se interesan por necesidades y deseos
más altos. La satisfacción de unas necesidades generan nuevos deseos que impulsan
un movimiento hacia arriba en el recorrido de la pirámide.
Esta pirámide consta de cinco niveles, de los cuales los tres primeros agrupan
las necesidades del déficit, el cuarto compagina necesidades del déficit con
necesidades del ser, y el nivel quinto o superior, recoge
en estado puro las
necesidades del ser.
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La diferencia entre las necesidades del déficit y las necesidades del ser se
fundamentan en un concepto de saciedad y de infinito.
Los cuatro primeros cuatro niveles constituyen una especie de recipientes
escalonados que vamos llenando con nuestros recursos. Esto significa que las
necesidades del déficit pueden ser satisfechas ya que es un recorrido que tiene un
inicio, unas etapas y una meta final.
En cambio, cuando entramos en el campo de las necesidades del ser,
descubrimos todas nuestras potencialidades. Es tal el abanico de alternativas, que se
genera en nosotros una fuerza interior de curiosidad, de interés y de búsqueda
continua, por la que descubrimos que, en la medida que avanzamos en ese camino,
mayor es el trayecto que nos falta por recorrer.
1º) En la base, estarían las necesidades fisiológicas básicas: necesidad de
respirar, de beber, de descanso, de comer, de liberar desechos corporales y las
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necesidades sexuales. Se trata de necesidades fisiológicas básicas que permiten
mantener la homeostasis o equilibrio corporal del ser humano.
2º) Un segundo eslabón está constituido por la necesidad de seguridad. Se basa
en la necesidad de la persona de sentirse segura y protegida. En este apartado se
encuentran la seguridad física, la seguridad en el empleo, la seguridad de ingresos y
recursos, la seguridad moral, la seguridad familiar, la seguridad de la propiedad y la
seguridad de la autoestima. Una vez cubiertas las necesidades fisiológicas básicas, las
personas buscan las condiciones que les aporten seguridad, paz, tranquilidad y
estabilidad en su entorno.
3º) El tercer eslabón de la pirámide está constituido por la necesidad de
aceptación social. Es la necesidad de amistad y afecto. Estas necesidades se agrupan
en el concepto amplio de afiliación. Son necesidades que están relacionadas con el
desarrollo afectivo de la persona y que se satisfacen mediante las funciones de dar y
recibir, aceptar y ser aceptado en el escenario social. Cuando las personas han
satisfecho sus necesidades fisiológicas básicas y de seguridad, comienzan a interesarse
por las necesidades de afecto, amistad y sentido de pertenencia.
4º) El cuarto eslabón de la pirámide está constituido por la necesidad de
reconocimiento,
de lo que somos como personas y de lo que hacemos como
profesionales. Es nuestro valor de cotización en el entorno social.
Este reconocimiento social, laboral y familiar está muy relacionado con el
sentimiento de confianza, autoestima y de valía que cada uno tenemos de nosotros
mismos. Después de satisfacer las tres necesidades anteriores, las personas buscamos
la estima, el respeto por uno mismo y el sentimiento de logro y de triunfo social. Hace
25
referencia a la satisfacción personal de completar un trabajo, de resolver los
problemas que éste plantea, de contemplar los resultados satisfactorios del esfuerzo
realizado, del reconocimiento y de la valoración positiva del trabajo bien hecho.
5º) El quinto eslabón está constituido por la necesidad, o más bien, por el deber
de autorrealización personal. Hace referencia a
las necesidades y deseos más
elevados, los que se encuentran en la cima de la jerarquía y cuya satisfacción plena
nunca se alcanza debido a que las potencialidades del ser humano son infinitas. Las
personas que recorren esta fase de autorrealización son aquellas que descubren el
valor del equilibrio entre el ser y tener, entre inteligencia y razón, entre cuerpo y
mente. En la búsqueda de ese equilibrio invierten sus recursos.
Las personas intentan satisfacer sus necesidades tanto dentro del trabajo como
fuera de él. En el puesto de trabajo pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, así que
el trabajo debemos considerarlo como algo más que ganar dinero. El error de muchos
directivos está en considerar que el salario es la principal fuente de motivación sin
darse cuenta de que aquel sólo satisface necesidades del déficit. Por tanto, descuidan
los escalones cuarto y quinto, donde residen los factores de motivación que más
perduran en el tiempo y que menor coste económico conllevan.
La pirámide de Maslow nos da las claves del auto-desarrollo, del desempeño
eficaz y del liderazgo. Ayuda a determinar el estado en el que se encuentra cada
persona, a darle los medios para suplir sus necesidades y a incentivar la subida hasta
la cúspide.
Este proceso nos permite descubrir los efectos beneficiosos del desempeño
cuando se convierte en retador, creativo, interesante y variado. En esa conversión
26
juega un papel muy importante el estilo de liderazgo, con su forma de dirigir y de
enseñar, y el clima laboral que se respira en la organización1.
1
1
Para reflexionar sobre los ilímites nos fue de gran utilidad la aportación científica de
Abraham Maslow (1908-1970), sobre motivación y comportamiento humano.
27
Estaban dos hermanas, Carmen y María, discutiendo por la posesión de una
naranja del Lindoso, olorosa, fresca, oronda y brillante.
Su madre, con ánimo de solucionar el conflicto, sin mediar palabra, toma la
naranja, la divide en dos partes y entrega una mitad a cada una.
Con esta división, la madre consideró que se había terminado el conflicto, pero
cuál sería su sorpresa al comprobar que María exprime su media naranja, se toma el
zumo y tira las mondas y la pulpa, mientras que Carmen pela cuidadosamente su
parte, tira el zumo y, con las mondas y la pulpa, decide elaborar mermelada amarga.
Manuel, tienes toda la mañana. Si necesitas alguna aclaración, yo estaré paseando
por el jardín del Parador. De no ser antes, nos veremos en el café a las once horas y
me comentarás tus avances.
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Asertividad, conflicto, comunicación, cooperación, identificación de intereses,
relaciones ganar-ganar, el yo como parte del problema o como parte de la solución
fueron términos que centraron el interés de Manuel.
Del archivo de su memoria rescató las frases y las vivencias de su viejo profesor:
- “una persona asertiva es aquella que defiende sus derechos con la misma
intensidad que respeta los derechos de los demás”
- “comunicar no es lo que tú dices, sino lo que la otra persona entiende”
- “el conflicto nos ayuda a crecer, a encontrar puntos de encuentro, a ser
innovadores y creativos, a diseñar estrategias que nos permiten establecer
relaciones en las que todas las partes salen ganando, es decir, nos ayuda a no
contemplar los escenarios como si fueran juegos de suma cero”
- “un triunfador es parte de la solución; un perdedor forma parte del problema”
- “enfréntate a los desafíos uno a uno”
- “la adversidad es una buena maestra. Esfuérzate por aprender de ella y nunca
te sientas su víctima”
En el desayuno de esa mañana radiante, a la sombra de un inmenso roble, Iago
escuchó con mucho interés la exposición de Manuel. Su lenguaje corporal
acompañado de los silencios y de las expresiones “perfecto”, “exactamente”, “así es”
demostraban que el alumno había captado el significado de las preguntas planteadas
al inicio de la sesión.
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Manuel, vamos por el buen camino. Admiro a las personas que tienen una visión
positiva del conflicto, dado que el conflicto es algo inevitable y forma parte de nuestra
vida diaria. Donde hay conflicto, hay vida humana. Es imposible desarrollar una vida
plena, si no hay conflicto, así que nuestra misión es convivir con él y aprender a
gestionarlo.
El diálogo es la herramienta imprescindible para esa convivencia. Todo se
construye a través de la palabra, ese vehículo mágico que transmite las ideas capaces
de cambiar el mundo.
Descubre que el conflicto con frecuencia es una fuente de producción de ideas. En
la medida en que sepas conjugar puntos de encuentro a través del diálogo, estás
identificando sendas que convergen en la meta del interés común.
También quiero que identifiques los falsos conflictos, es decir, esa tendencia que
con frecuencia nos lleva a poner trabas donde en realidad lo que predomina son los
puntos de acuerdo, y donde nuestra ceguera y egoísmo lleva a resaltar lo negativo.
Descubre que la negociación no es un juego de suma cero establecido para que
unos ganen y otros pierdan. La negociación hay que ubicarla en el escenario en el que
todos ganen. Desgraciadamente, con más frecuencia de la deseada, aflora el conflicto
y la competencia en lugar de la cooperación y el entendimiento.
Recuerda que una comunicación ineficiente puede ser causa de malentendidos,
desencuentros y conflictos. Es necesario preguntar qué, cómo, dónde, cuándo, por
qué y para qué. Además, no hay que dar nada por supuesto o conocido de antemano.
Cuando colaboras, encuentras soluciones creativas que permiten ganar a las dos
partes. Los diferentes enfoques con sus distintas perspectivas sobre el tema producen
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un mayor número de variables que nos ayudan a interpretar la realidad de forma
dinámica. Además, se expande el área de la conciencia, y ésta ayuda limitar los efectos
negativos de las frustraciones y de los desencuentros.
En este sentido, Iago, es muy importante poner en práctica los cuatro principios
del método de negociación de Harvard:
1. Personas:
Es fundamental separar el problema de la persona. Con el problema
debes ser
inflexible y, con la persona, flexible, cálido y cercano.
2. Intereses:
Debemos centrarnos en los intereses y no en las posiciones. Los intereses son los
que nos llevan a decidir; en cambio, las posiciones representan lo que ya hemos
decidido.
Detrás de posiciones opuestas hay intereses compatibles y enfrentados.
3. Opciones:
Debemos
generar el mayor número de opciones posibles en las
que se
identifiquen áreas de intereses comunes.
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4. Criterios:
Debemos destacar que los resultados se basan en criterios objetivos, legítimos y
prácticos que aportan beneficios a ambas partes.
Muy buena apreciación, Manuel.
Nos vemos el próximo mes.
Gracias, maestro. Seguimos en contacto.3
2
2
la base de este capítulo se fundamenta en el dilema del prisionero de la teoría de los juegos,
iniciada por John von Neuman y desarrollada por John Nash y las técnicas de negociación desarrolladas
en la Universidad de Harvard.
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