Universidad de Alcalá

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LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ: HISTORIA Y PRESENTE
La Universidad de Alcalá es una institución singular: única en su esplendor renacentista y del
Siglo de Oro, en su desaparición en el XIX y en su recuperación actual. Renacida en 1977,
posee una tradición de cinco siglos y un patrimonio histórico que sólo puede compararse al de
algunas universidades clásicas de Europa, trayectoria histórica reconocida con el título de
Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO. Esta singularidad le viene dada por su
capacidad de integración del legado histórico y del espíritu de nuestro tiempo.
I. La Universidad histórica
Los orígenes
La antigua Universidad de Alcalá, conocida también como Universidad Complutense,
fue unos de los centros más importantes de la vida intelectual europea de la edad moderna y
base de la expansión cultural española en todo el orbe.
Los orígenes de la Universidad son antiguos y se remontan al Estudio General,
fundado por el rey castellano Sancho IV en 1293, intento frustrado de crear la universidad;
testigo luego recogido por el arzobispo Alonso Carrillo de Acuña, quien con las cátedras de
gramática fundadas a mediados del siglo XV, volvió tímidamente a desear una verdadera
universidad.
El cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, arzobispo de Toledo, fundó la Universidad
de Alcalá en 1499. Cisneros recogió los antecedentes, aportando una nueva forma de concebir
la enseñanza universitaria. La fundación de la universidad de Alcalá coincide con los albores
de una nueva época en la historia de la humanidad, el final de la edad media y el surgimiento
de la edad moderna con su primera gran manifestación cultural, el Renacimiento. Cisneros con
la bula Inter Caetera y las sucesivas bulas expedidas por los papas Alejandro VI, León X y
Julio II consiguieron dar forma legal a la universidad y dotarla de rentas suficientes para
perdurar; años después la reina Juana y el emperador Carlos V ratificaron con su protección la
nueva fundación. En principio se crearon sólo tres facultades, la de Artes, Cánones y la de
Teología, incluyéndose en 1514 la Facultad de Medicina. El armazón legal fueron las
Constituciones de 1510 en las que se describían y regulaban hasta los mínimos aspectos tanto
de la vida académica como de la vida diaria y cotidiana de los estudiantes y miembros de los
colegios.
El siglo XVI fue esplendoroso y en él se concretó todo lo que de novedoso se había
introducido en este nuevo concepto de universidad. Los pilares sobre los que se sustenta tan
magna obra son: la generosidad económica del fundador, el modelo de organización, la
acertada elección de los primeros profesores, la construcción de espléndidos edificios
universitarios para instalar colegios, la protección que dispensaron papas y reyes a la
universidad, los planes de estudios de las facultades y el continuo crecimiento de la matrícula,
llegándose a alcanzar a finales del siglo XVI, la cifra de casi 3.000 alumnos; estos aspectos son
las líneas maestras que marcan la época de esplendor.
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Un nuevo modelo de universidad
En el proyecto fundacional claramente hubo por parte de sus artíficies un deseo firme
de que la nueva universidad tuviese unos rasgos propios que la diferenciasen del resto de
universidades peninsulares, aunque todavía conservaba elementos de alguna universidad
medievales como Salamanca o París, pero Cisneros intentó que se adecuase a la nueva época,
participando activamente en la sociedad y en las estructuras de poder, sin ser sólo un centro
exclusivo para el cultivo erudito del saber, como había estado recluido dentro de los muros de
los conventos medievales.
La Universidad de Alcalá tenía tres grandes fines u objetivos. Primero, un fin
eminentemente religioso, así la universidad debía ser una institución de enseñanza para formar
a eclesiásticos que recuperasen los valores de la espiritualidad antigua que se habían ido
perdiendo en los siglos bajo medievales. Cisneros recogía uno de los retos más importantes de
la época, la reforma de la Iglesia en España en sus dos grandes divisiones, las órdenes
regulares y el clero secular; había que renovar no sólo la preparación intelectual del clero sino
también los textos bíblicos, las fuentes escriturarias con los que se exponía la doctrina católica
desde los púlpitos, que se habían tergiversado. De ahí surgió la Biblia Políglota y el
consiguiente desarrollo de las imprentas universitarias. Junto a este deseo de que la
Universidad fuese un organismo de formación eclesiástica hay que situar un fin que podría
llamarse político. La edad moderna española se caracterizó por una expansión militar en
Europa, América y África; rasgo básico en la definición del Estado moderno fue la aportación
de cualificados letrados y obispos a las estructuras de gobierno de la Monarquía Católica,
capaces de dirigir los complejos asuntos de gobierno, personajes revestidos de una formación
académica que únicamente se podía conseguir en las universidades. El tercer fin, un objetivo
cultural, es la búsqueda de adecuar la teología a los principios de la antigüedad clásica.
El nuevo modelo de universidad se basaba en lo que se conoce como ColegioUniversidad; modelo copiado por otras universidades españolas posteriormente fundadas. Para
plasmar los objetivos señalados se creó una verdadera ciudad universitaria, dotada de un
correcto sentido urbanístico y buenas infraestructuras. En ella se levantó la Universidad de
Alcalá, formada en un principio por un único colegio mayor, el de San Ildefonso (en recuerdo
del santo patrón de Toledo, sede de la diócesis eclesiástica) que era la cabeza que dirigía los
destinos de la universidad; entre sus colegiales, en número de treinta y tres que en la primera
época sólo podían estudiar teología, se elegiría anualmente al rector, personaje investido de un
amplio poder académico, judicial y económico. Alrededor del colegio mayor, y bajo su tutela,
se crearon diferentes colegios de artistas con becas para buenos estudiantes de origen humilde,
capaces en el futuro de acceder a las facultades mayores. Cisneros creó cinco colegios
menores: Santa Catalina para estudiantes que estudiasen la Física de Aristóteles, San Eugenio
para gramáticos y estudiantes de lenguas, Santa Balbina, para estudiantes de lógica y súmulas,
y San Isidoro para gramáticos y estudiantes de griego. También en estrecha unión con el
Colegio Mayor estaban dos colegios, uno para teólogos y médicos, el de la Madre de Dios, y
otro para frailes de la orden de San Francisco, el de San Pedro y San Pablo.
El desarrollo urbanístico
A partir de este embrión creado de 1500 a 1512, junto con un primitivo edificio de
pobre mampostería, la Iglesia de San Ildefonso y el precioso “Theatro Escolástico” (hoy
conocido como “Paraninfo”), se fue expandiendo la ciudad universitaria a lo largo del siglo
XVI y XVII cambiando el urbanismo de la todavía villa de Alcalá de Henares, y ciudad desde
1687. Se fundaron distintos colegios menores seculares y regulares, alrededor de treinta, por
personalidades individuales, encabezadas por el rey Felipe II con el colegio del Rey, y
miembros de la nobleza y del alto clero, con diferentes colegios menores, como de las
diferentes órdenes religiosas, creando toda una urdimbre de colegios que cubría los amplios
terrenos de la ciudad universitaria y le dieron una singularidad. También, para adecuar la
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ciudad a las nuevas necesidades se hicieron transformaciones urbanísticas que cambiaron la
faz de la ciudad de Alcalá. De entre las muchas obras de arte que la cubren la ciudad, ninguna
como la espléndida fachada plateresca del colegio de San Ildefonso, sede también de la
universidad, finalizada en 1543, construida sobre la base de la antigua y que es la mejor
representación de la grandeza de esta universidad en el siglo XVI y de la protección de los
reyes de la dinastía de los Austria.
La comunidad universitaria clásica
Fueron los profesores y estudiantes complutenses los que colaboraron a dar prestigio a
la joven universidad, que pronto se convirtió en una de las tres grandes universidades de
España, junto con Salamanca y Valladolid. Al menos hasta que murió el cardenal Cisneros el
nivel de exigencia hacia el profesorado fue alto, imponiéndosele muchas horas de clase.
Especialmente los primeros catedráticos de lenguas, medicina y teología se nos aparecen hoy
como eruditos personajes, cumplidores con su trabajo, aún después de las preceptivas horas de
clase. Para supervisar la calidad del profesorado, Cisneros ordenó que se realizaran visitas
anuales a las cátedras para averiguar, interrogando al alumnado, el nivel de cumplimiento de
las labores docentes. Personajes como Jorge Naveros, Jerónimo de Almonacid, Cipriano de
Huerga, Gaspar Cardillo de Villalpando, Miguel Carrasco o el doctor Medina impulsaron la
escuela teológica complutense en sus dos grandes corrientes, primero la nominalista, después
la escolástica. Igualmente en Alcalá dieron clase y se formaron profundos pensadores,
imbuidos de ideas renovadoras para la reforma de la Iglesia; son los erasmistas, un grupo
encabezado por los hermanos Vergara, Agustín de Cazalla, Juan Valdés, Constantino de la
Fuente o Mateo Pascual.
El verdadero protagonista en la Universidad y en la ciudad de Alcalá de Henares era el
estudiante, personaje de rasgos contrapuestos: por un lado, el modelo teórico de vida que
debían seguir, el definido en las Constituciones de los diferentes colegios y el ideal de
dedicación al estudio, vida contemplativa alejada del trabajo manual (resumida en la frase de
”amarrados al duro banco”); desde otra perspectiva, la de la literatura picaresca, autores como
Quevedo o Mateo Alemán nos presentan al estudiante como un joven desenfadado, vitalista y
siempre dispuesto a abandonar con cualquier excusa el estudio si se le planteaba alguna
posibilidad de diversión. Los juegos, las novatadas, la celebración de un grado académico o un
“vítor” eran buenos momentos para los excesos gastronómicos y son rasgos que marcan esa
segunda vida universitaria, que muchas veces roza el delito y que ha quedado plasmada en
cientos de procesos civiles y criminales seguidos por la Audiencia Escolástica, pues ante ella
se podía amparar el estudiante al estar protegido por el fuero académico, una jurisdicción
privativa propia. En esta ciudad convivieron muy diferentes tipos de estudiantes, los hijos de la
nobleza, con miembros de las órdenes religiosas, de las clases urbanas más favorecidas junto
con unos pocos estudiantes verdaderamente humildes. En estos siglos el acceso y el poder vivir
en las ciudades universitarias exigía, por lo general, recursos económicas que sólo las clases
privilegiadas o los becarios de los colegios seculares y regulares podían permitirse.
La proyección nacional e internacional
Concebida como una Universidad renacentista, fue un instrumento de formación de
elites dirigentes necesarias para la propagación de la Fe en el Nuevo Mundo, de funcionarios
competentes para administrar el Imperio español y una fuente de renovación de la Iglesia en
los tiempos de la contrarreforma.
La imprenta fue un instrumento fundamental de difusión del conocimiento científico por
lo que durante los siglos XVI y XVII se realizaron en las imprentas alcalaínas muchas y
diferentes ediciones de libros de grandes humanistas como Erasmo, Valdés, Nebrija o Vives, de
teólogos como Cipriano de Huerga o Juan de Medina, de profesores de la facultad de Medicina
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complutense como Fernando de Vega o Cristóbal de Vega, poetas como Luis de Camoens,
autores místicos como San Juan de la Cruz, navegantes y geógrafos como Lorenzo Ferrer
Maldonado, matemáticos como Juan Pérez de Moya, tratadistas de la agricultura como Gabriel
Alonso de Herrera, a la vez que se dio a conocer la obra de autores clásicos como Séneca o
Vitrubio.
Crisis y decadencia
Desde la segunda mitad del siglo XVII la Universidad conoció una época de crisis que
se agudizó a lo largo del XVIII y de la que no fue capaz de salir, pese a los intentos reformistas
de los políticos ilustrados que gobernaron en el reinado de Carlos III. Los trágicos
acontecimientos de la Guerra de la Independencia con la suspensión temporal durante seís años
de la vida académica, además agravaron los problemas económicos de la Universidad. Durante
los primeros decenios del siglo XIX la Universidad estuvo condicionada por los avatares
políticos y no pudo aguantar los empujes de los gobiernos liberales, deseosos de tener una
universidad en la capital del España. Tras siglos de esplendor se decidió el cierre y traslado de
la Universidad a Madrid, lo que supuso que, paulatinamente, los edificios universitarios fueron
reutilizados como cárceles y cuarteles. La decisión de trasladar la Universidad de Alcalá a
Madrid en 1836, también fue la causa de que parte del rico patrimonio arquitectónico,
bibliográfico y documental se perdiera; sólo quedaron en pie los majestuosos edificios, algunos
de ellos conservados y mantenidos por la Sociedad de Condueños, iniciativa única y peculiar
de un conjunto de vecinos de la ciudad de Alcalá, quienes compraron la gran manzana de la
universidad, sede y verdadero corazón de la antigua universidad, antes de que los destrozos en
la parte más noble de la universidad fueran irremediables
II. La Universidad actual
Renacimiento de la vida universitaria
Después de casi siglo y medio sin actividad académica, en 1975 la Universidad de
Alcalá abrió de nuevo sus puertas en una precaria situación. En 1977, renace oficialmente la
Universidad de Alcalá. En 1985 en un convenio entre diferentes organismos públicos se firma
el “Convenio de Alcalá”, con el gran objetivo de recuperar el viejo recinto universitario de los
siglos XVI y XVII, y con el fin de devolver a los edificios su uso universitario
La Universidad de Alcalá se ha estructurado en tres grandes unidades físicas. El
Campus de Alcalá, para albergar a las facultades de Ciencias Experimentales (Medicina,
Farmacia y Ciencias), el edificio Politécnico, el Hospital Universitario y el Jardín Botánico. El
casco urbano para las facultades de Ciencias Sociales, Humanidades y Filologías en las sedes
de la antigua Universidad Complutense. El proceso ha sido paulatino, están instaladas la
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, en el antiguo convento de Mínimos, la de
Filosofía y Letras en el Colegio de Málaga y en el de Caracciolos, los estudios de Filología, la
de Facultad de Documentación en el Edificio María de Guzmán, la de Derecho en el Antiguo
Colegio de los Jesuitas, y diversos Centros de Estudios Especializados en el Convento de los
Trinitarios. Dentro del proceso de expansión que la Universidad de Alcalá ha experimentando
en los últimos años, requiere una mención especial, el desarrollo del “Campus Universitario de
Guadalajara” que ya alberga a las Escuelas Universitarias de Magisterio, de Empresariales, de
Arquitectura Técnica y la Diplomatura de Turismo, además de a la Escuela Universitaria de
Enfermería y que en los próximos años contará con un moderno campus.
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La Universidad del presente y del futuro
La Universidad de Alcalá que quiere afrontar el siglo XXI a la vanguardia de las
universidades públicas españolas se presenta con propuestas de futuro propias y ha adquirido
una posición clave dentro de la organización educativa de la enseñanza superior en la
Comunidad Autónoma de Madrid, ofreciendo respuestas diversificadas a las crecientes y
cambiantes demandas que presenta nuestro entorno, no sólo próximo, sino también nacional e
internacional. En concreto, la Universidad de Alcalá está avanzando con pasos seguros para
integrarse plenamente en el Espacio Europeo de Educación Superior, con la progresiva
adaptación de sus titulaciones oficiales de grado, los programas oficiales de postgrado y una
amplia oferta de estudios propios y de formación continua; a la vez que se promueve la
internacionalización, con programas de intercambio para los miembros de la comunidad
universitaria.
Los ejes estratégicos definidos, además de los ya mencionados, son: la docencia
universitaria de calidad, con un profesorado bien formado y adaptación a las últimas técnicas y
medios pedagógicos, y la investigación, para lo que se han llegado a acuerdos para instalar
importantes centros de investigación vinculados al CSIC, junto con la prestación de buenos
servicios universitarios al alumnado y la integración plena de las nuevas tecnologías de la
información en la docencia y en la gestión, en un entorno medioambiental en el que destaca el
Jardín Botánico Juan Carlos I.
La Universidad de Alcalá mantiene, asimismo, proyectos de colaboración con la
empresas del Corredor del Henares y con las empresas instaladas en el Parque CientíficoTecnológico, ubicado en el Campus. También la Universidad ha comenzado a desarrollar un
innovador proyecto de creación de empresas de base tecnológicas, con la participación de
capital privado. Por último, ha iniciado todos los proyectos para que en los próximos años, los
antiguos cuarteles ubicados en el centro de la ciudad histórica, se integren en el corazón de la
Universidad con una moderna biblioteca universitaria, un salón de actos y centros para
exposiciones, y que servirán de nexo fundamental de unión de la vida universitaria con la
ciudadana.
El objetivo último de todos los recursos que se aportan -humanos, económicos y de
infraestructuras- es el desarrollo de proyecto innovadores capaces de conseguir la mejor
formación del alumnado que asiste a las aulas universitarias, con renovados programas
formativos completados con prácticas docentes en empresas, las autorías personalizadas, la
oferta del Programa de Sócrates Erasmus que desarrolle la movilidad estudiantil con países
europeos, el asesoramiento psicopedagógico y los servicios de búsqueda de empleo.
La Universidad de Alcalá, situada a 30 km. de la capital de España, de Madrid, cuenta
en el curso 2007-08 con 25.000 alumnos, 17.500 en titulaciones oficiales y 7.500 entre
estudios propios y postgrados; con 1.700 profesores; y un presupuesto anual de 160.000.000
euros. En ella se imparten 39 titulaciones oficiales, organizadas en 17 centros docentes y 43
departamentos universitarios, que abarcan la áreas del saber, desde las humanidades a la
informática pasando por el derecho, la medicina o las ciencias ambientales, junto a una amplia
variedad programas de doctorado y de estudios propios
La Universidad de Alcalá es la Universidad del idioma español, con cursos a medida
para estudiantes extranjeros, en los centros de estudios “Alcalingua” y en el Instituto de
Estudios Norteamericanos; la universidad de los libros –anualmente se entrega el “Premio
Cervantes”, conocido como el Nóbel de la Literatura española- junto con otros importantes
premios internacionales como el de los “Derechos Humanos Rey de España” o nacionales
como el “Premio Mingote” que se otorga una personalidad vinculada con el humor gráfico; la
universidad en la que se imprimió la célebre Biblia políglota Complutense, y también la
universidad de las Bellas Artes, de la música, la danza y el teatro, que apuesta por la formación
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de los alumnos mayores y a los inmigrantes, con programas específicos. Mención especial
merece que es la Universidad que ha abierto una puerta que comunica a América Latina con
Europa, a través de distintas iniciativas, tales como los cursos en colaboración con el Instituto
Nacional de la Administración Pública, el Centro de Internacional de Formación Financiera,
con el “Programa de Becas Miguel de Cervantes” para alumnos de postgrado o con el
recientemente creado Instituto de Estudios de América Latina.
Universidad Patrimonio de la Humanidad
El 2 de diciembre de 1998, en su reunión de Kyoto, la UNESCO reconoció a la
Universidad de Alcalá como Patrimonio de la Humanidad, sancionando así su trayectoria
histórica, el esfuerzo colectivo de recuperación de su patrimonio y su papel en la difusión de la
lengua y la cultura españolas. Era la primera vez que se concedía esta distinción a una
Universidad que, antes, había recibido el premio Europa Nostra y a la que el Consejo de
Europa había puesto como ejemplo a seguir ante sus países miembros. El primero de los
valores reconocidos es la condición de Alcalá como la primera ciudad universitaria planificada
para tal fin en la Edad Moderna y que fue un modelo de organización para la creación de
alguna de las primeras universidades americanas. El segundo valor se relaciona con el
concepto de Ciudad del Saber y su repercusión cultural con la Biblia Políglota o las obras de
Antonio de Nebrija, además de haber sido gran ciudad en el Siglo de Oro y cuna de Miguel de
Cervantes. A la consecución del título ha contribuido la idea de que la Universidad de Alcalá
ha sido una universidad difusora del conocimiento y de la lengua española.
Luis M. Gutiérrez Torrecilla
Universidad de Alcalá
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