Saludo muy especialmente a quienes integran esta mesa y a todas

Anuncio
PRESENTACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA DE LA MUJER Y POBLACIONES
VULNERABLES DEL PERU EN EL PANEL SOBRE IGUALDAD DE GÉNERO
Saludo muy especialmente a quienes integran esta mesa y a todas las y los
asistentes a este panel.
Agradezco la invitación realizada por la Secretaria Ejecutiva de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe para participar en este Panel referente
al capítulo sobre “Igualdad de Género” de la Guía operacional para la
implementación y el seguimiento del Consenso de Montevideo sobre Población y
Desarrollo.
Estoy convencida de que esta guía marca un hito en la historia de los
compromisos internacionales de derechos humanos que se forjan en las
instancias políticas de decisión tanto regionales como universales. Y marca un hito
porque contiene orientaciones específicas para la implementación de medidas
concretas que permitan medir los avances en la implementación del Consenso
que logramos construir en 2012. Y esa medición será a nivel interno de los países,
pero también nos permitirá poder mejorar la comparación de avances entre los
diferentes países de la región.
Quiero comentar cuatro aspectos respecto de este capítulo de la Guía que
agrupa 19 medidas prioritarias. Aspectos que responden a las preguntas
orientadoras que nos alcanzaron previamente como base para las presentaciones.
Un primer aspecto que se me ha solicitado es destacar las acciones, metas e
indicadores que me resultan más significativos. El capítulo incluye diversas
medidas pero creo que son especialmente novedosos los indicadores respecto del
número de normas que garanticen la paridad y el acceso al poder de las mujeres
en la medida prioritaria 51, el indicador sobre legislación y reglamentación para
sancionar y penalizar el acoso político contra las mujeres en la medida prioritaria
52, al porcentaje de mujeres de puestos de alto nivel en las empresas en la
medida prioritaria 55 y la construcción de nuevas masculinidades en la medida
prioritaria 59.
Estos cuatro puntos, que están presentes en el Consenso de Santo Domingo, los
aprecio significativos por las siguientes razones: el primero sitúa la meta de la
paridad como horizonte legislativo a nivel regional, lo que resulta inspirador para
aquellos países como el Perú que estamos consolidando aún el sistema de
cuotas. Lo relacionado al acoso político y administrativo me resulta significativo en
la medida de que es una de las modalidades de violencia que muestra más
claramente cómo esta forma de discriminación afecta el ejercicio de los demás
derechos humanos, como el de la participación en igualdad en la vida pública,
pero que no se encuentra expresamente recogida aún en ningún instrumento de
carácter jurídicamente vinculante por lo que su consideración dentro de los
indicadores releva su importancia y pone en todos nuestros Estados el
compromiso expreso de regular la problemática. Lo referido al indicador de
mujeres en posiciones de poder en las empresas es significativo también porque
realza la necesidad de que el sector público tenga un seguimiento activo de la
concreción de la igualdad en el sector privado, en una parte emblemática del
mismo como lo es el campo empresarial. En cuanto a la construcción de nuevas
masculinidades lo considero un avance significativo, pues es el primer instrumento
internacional que utiliza y visibiliza explícitamente este término y se ocupa del
trabajo con varones, no sólo en la prevención, sanción y/o recuperación de
agresores sino para la reestructuración del modelo de las relaciones de poder, eje
fundamental para el logro de la igualdad de género.
Un segundo aspecto que se me ha pedido comentar es mi apreciación respecto
de las acciones, metas o indicadores que resultarían más complejos de abordar.
En este campo creo que un primer desafío es el asociado a los presupuestos con
enfoque de género. Las metas de incorporar el enfoque de igualdad de género en
los presupuestos gubernamentales de los distintos sectores, de asignar recursos
específicos para la igualdad de género en los presupuestos gubernamentales, y
de asegurar que los mecanismos para el empoderamiento de la mujer cuenten con
los recursos necesarios para su autonomía financiera, así como sus indicadores
asociados, plantean exigencias concretas para nuestros gobiernos y clarifican en
porcentajes los avances de un aspecto crucial para concretar cambios
estructurales en pro de la igualdad de género. Un segundo desafío que identifico
es la meta de servicios universales de cuidado que está asociado al indicador del
porcentaje de personas que requieren de servicios de cuidado y que
efectivamente los reciben. Este aspecto me parece particularmente complejo pues
países de renta media como el Perú han apostado por instalar servicios de
cuidado de la mano del mercado laboral formal y en torno a las variables de
pobreza y extrema pobreza; la universalización de los mismos es un horizonte que
demandará múltiples cambios de orden estructural. Por último, considero como
uno de los aspectos más complejos la valoración del trabajo doméstico no
remunerado pues el indicador de porcentaje del PBI correspondiente al mismo
implica que tengamos una metodología que sea comparable para el cálculo de las
cuentas satélites, de forma que los datos puedan ser analizados en perspectiva
regional.
Un tercer aspecto que se me ha solicitado es comentar los aspectos que
sugeriría desarrollar con mayor detalle para que la Guía cumpla el objetivo de
contribuir a la implementación y seguimiento del Consenso. Considero que sigue
siendo un desafío clarificar los indicadores en las medidas 57, 58 y 65 que están
relacionadas al campo de la violencia contra las mujeres tanto a nivel de las
medidas para la protección y atención integral a las víctimas y a las acciones de
sensibilización sobre la problemática sobre todo en el sistema de justicia en todas
las formas de violencia.
Es un reto establecer indicadores que dialoguen con el Sistema de indicadores de
progreso para la medición de la implementación de la Convención de Belém do
Pará, el mismo que fue elaborado por el Comité de Expertas del Mecanismo de
Seguimiento de la Convención de Belém do Pará para la Segunda Ronda de
Seguimiento de 2013. Por el matiz de la Guía del Consenso sería pertinente
revisar la concordancia con los indicadores de resultado del Sistema de la Belém
do Pará tanto a nivel de la recepción del derecho, del contexto financiero y
compromisos financieros y las capacidades estatales en los cinco módulos
identificados en este instrumento: legislación, planes nacionales, acceso a la
justicia, información y estadística y diversidad, haciendo una priorización que
responsa a los desafíos regionales comunes.
Un último aspecto que se me ha solicitado es el referido a la complementariedad
y reforzamiento mutuo del Consenso de Montevideo con otros instrumentos
internacionales y regionales. Las medidas priorizadas en este capítulo están
contempladas en instrumentos, instancias y mecanismos especializados como la
Plataforma de Acción de Beijing, el Consenso de Santo Domingo (2013), el
Consenso de Brasilia (2010) y el Consenso de Quito (2007) los cuales tienen un
carácter acumulativo para la región en la medida en que cada consenso reconoce
el valor político y programático de sus antecesores y la importancia de todos ellos
en su conjunto. Los indicadores clarifican la ruta para afrontar los desafíos de
hacerlos realidad en la práctica.
De la misma manera la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979) y la Convención Interamericana
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Belém Do Pará 1994) han permitido generar las condiciones para que los países asuman el firme
compromiso de eliminar efectivamente todas las formas de discriminación contra
la mujer así como la discriminación en el mundo. En ese sentido se debe tener
una lectura dialógica de la Guía con estos instrumentos. La Guía apunta a ofrecer
indicadores que ayudarán a hacer más objetiva la medición de avances de estos
cuerpos normativos, lo que es central en el caso de la CEDAW que es un tratado
que no cuenta con un mecanismo semejante, que sí existe en el caso de la Belém
do Pará.
El Consenso de Montevideo refleja un compromiso y preocupación con diferentes
situaciones de desigualdad y pobreza que afectan a miles de personas en nuestra
región. Por eso dialoga con la realidad que ha sido analizada para la formulación
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que tienen una fuerte dimensión social,
aunque también económica y ambiental. El Consenso de Montevideo centra su eje
de acción en el ser humano siendo uno de sus principales objetivos el
reconocimiento de la necesidad de empoderar a las mujeres como un elemento
clave para mejorar la calidad de vida de todas las personas, hace un llamado a
proteger los derechos de adolescentes y jóvenes, a tener control y decisión sobre
su salud sexual y reproductiva, a la educación sexual integral y a tomar medidas
para prevenir el embarazo adolescente, e incluye dentro de su ámbito de
protección a diversas identidades femeninas que están expuestas a diferentes
vulnerabilidades en razón del entorno de exclusión en el que aún vivimos.
Por eso el Consenso está íntimamente conectado con la propuesta de Objetivos
de Desarrollo Sostenible, en particular en el Objetivo 5 dedicado a lograr la
igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. Sin
embargo, la igualdad de género solo será posible en la medida de que esta
perspectiva se incorpore de manera transversal en la implementación de los
demás objetivos que conforman la agenda al 2030, especialmente el primero,
sobre erradicación de la pobreza en todas sus formas en todo el mundo; el
tercero, sobre una vida saludable para todos y todas; el cuarto, sobre garantía de
una educación de calidad inclusiva e igualitaria; el octavo, sobre crecimiento
económico y el trabajo decente y el décimo sexto, sobre promoción de sociedades
pacíficas e inclusivas en las que se facilite el acceso a la justicia para todas y
todos y se fortalezcan las instituciones. Como en su momento lo hicieron los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, los ODS ofrecen una pauta mundial común
para la acción con la que la Guía dialoga desde los acentos propios de nuestra
región. Esta presencia transversal de la igualdad está presente en la Guía pues
este enfoque es parte de las medidas de sus otros capítulos.
Quisiera terminar esta intervención destacando nuevamente la importancia de la
Guía, pues permitirá que los diferentes gobiernos podamos avanzar en la
implementación de los acuerdos políticos regionales sobre la igualdad, desde una
aproximación objetiva que nos permita ver nuestras fortalezas y desafíos
comunes. La igualdad de género es un pilar de nuestro camino común al
desarrollo.
Muchas gracias.
Descargar