LA NOVELA ESPAÑOLA ANTERIOR A LA GUERRA

Anuncio
LA NOVELA ESPAÑOLA ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL
(Unidad 13)
Los primeros años del siglo XX continúan las tendencias narrativas de finales del siglo XIX:
Realismo y Naturalismo. Pero en las primeras décadas del siglo XX surge una nueva novela
que se centra en las emociones personales e íntimas de los personajes. La novela se aleja de
la pretensión de representación mimética de la realidad y se acentúa la ficcionalidad.
Características de la nueva novela:
 Pérdida de relieve de la historia. La trama pierde relevancia frente al discurso, es
decir, al cómo se cuenta.
 Centralización en los conflictos del protagonista, en su mundo interior. El
protagonista suele ser un inadaptado, que busca valores auténticos en una sociedad
envilecida, lo que provoca su rebeldía y su amoralismo. La realidad externa se diluye
a favor del retrato interior del personaje, que se manifiesta como un “yo” lírico.
 La narración suele fragmentarse en estampas, producto de las percepciones del
protagonista. La fragmentación, la elipsis, la vaguedad, los saltos temporales, la
evocación y la alusión contribuyen a la indeterminación de los hechos narrados.
Es frecuente la novela dialogal o dramatizada, en la que el narrador se diluye cediendo la
voz a los personajes.
Los escritores del 98 (Unamuno, Baroja, Azorín, Valle-Inclán) manifiestan su protesta contra
las costumbres decadentes de la sociedad española y proponen una reforma total de las
conductas sociales y morales de los españoles. Defienden el subjetivismo y la visión personal
de las cosas frente a la reproducción de la realidad que pretendían los autores del XIX.
Los temas predominantes en estos autores son:
 El tema de España, enfocado desde una visión subjetiva e individualista (planteamiento
reformista –Unamuno-, visión escéptica y pesimista –Baroja-, percepción lírica –Azorín-).
En todos ellos el objetivo es descubrir el alma de España por medio de:
- El paisaje, en especial el de Castilla.
- La historia del hombre anónimo y de la vida cotidiana (lo que Unamuno llamó la
intrahistoria).
- La literatura, volviendo a los autores medievales (Berceo, Rojas, Manrique) y a los
autores clásicos (Góngora, Quevedo, Cervantes, Larra).
 El tema existencial, que abarca desde la preocupación por el sentido de la vida hasta los
problemas de carácter religioso, pasando por los conflictos psicológicos del ser humano.
En cuanto a la técnica estilística y literaria, destaca el rechazo a la expresión retórica y
grandilocuente; todos ellos reclaman la necesidad de un retorno a la sencillez y a la claridad,
pero sin perder la fuerza expresiva.
En 1902 aparecen cuatro títulos con una concepción novelística nueva:
 La voluntad de Azorín
 Camino de perfección de Baroja
 Sonata de otoño de Valle-Inclán
 Amor y pedagogía de Unamuno.
En ellos hay un interés por superar el Realismo del siglo XIX.
1
Las principales características de las novelas de la Generación del 98 son:
- El tema principal es la visión que de la realidad tiene el autor.
- El autor está omnipresente: a través del narrador manifiesta sus ideas y opiniones
acerca del tema tratado.
- La técnica descriptiva es subjetiva.
- El relato se centra en un personaje que focaliza toda la acción.
- Estilo sobrio, sin apenas recursos retóricos.
- Léxico valorativo y presencia de localismos y arcaísmos.
- Preferencia por los relatos cortos.
Los principales autores de esta generación literaria son:
Pío Baroja (1872 – 1956)
Nace en San Sebastián. Estudió Medicina, aunque ejerció poco tiempo (algo más de un año).
El desengaño y la incomprensión le llevaron de su anarquismo juvenil a una postura
individualista y escéptica, a la negación de cualquier posibilidad de cambio social.
La obra de Baroja es fundamentalmente novelística, aunque publicó algunos poemas y
algunos dramas. Entre relatos, memorias y novelas publicó más de 75 obras. Solía agrupar
sus novelas en ciclos de tres o cuatro obras con un título común indicativo del tema que
trataban.
En la producción novelística de Baroja es frecuente distinguir tres etapas:
1) De 1900 a 1912 escribe las novelas más apreciadas por el público y la crítica. Pertenecen
a este período, entre otras, Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox,
Camino de Perfección y Paradox rey (ciclo “La vida fantástica”); La busca, Mala hierba y
Aurora roja (“La lucha por la vida”); La ciudad de la niebla y El árbol de la ciencia (“La
raza”); Las inquietudes de Shanti Andía (“El mar”).
2) Entre 1913 y 1936 sus obras comienzan a poblarse de reflexiones y divagaciones de tipo
ensayístico. Destacan las Memorias de un hombre de acción, serie novelada de 22
volúmenes cuyo protagonista, Eugenio de Avinareta, fue un aventurero antepasado de
Baroja; Los pilotos de altura, La estrella del capitán Chimista (“El mar”), Las noches del
Buen Retiro, El cura Monleón, Locuras de carnaval (“La juventud perdida”).
3) Desde 1937 hasta 1956 la calidad de sus novelas decae notablemente. Susana, Laura o
la soledad sin remedio y Las veladas del chalet gris son tres de las más representativas.
Argumento de Camino de perfección (1902) y El árbol de la ciencia (1911) en la páginas 162 y 164 del
libro de texto. Fragmentos en las páginas 163 (Camino de perfección) y 165 (El árbol de la ciencia) y en
Antología de textos.
Miguel de Unamuno (1864-1936)
Nace en Bilbao. Representa el sentir más genuino de la Generación. El tema de España, las
crisis religiosas, la muerte y el intento de conciliar fe y razón son constantes en su vasta
producción literaria.
Vivió casi toda su vida en Salamanca, ligado a su universidad, de la que fue rector durante
más de quince años.
Unamuno orienta su pensamiento a buscar las raíces eternas de lo español. Y lo hace
penetrando en las costumbres, los paisajes y las manifestaciones artísticas populares. Acuña
el concepto de “intrahistoria” para referirse a la vida cotidiana de las gentes humildes, que
conforman el espíritu del pueblo.
2
En cuanto a su obra, Unamuno fue sobre todo pensador, filósofo; de ahí que sus ensayos
adquieran una especial relevancia: En torno al casticismo (1894-1911), Vida de Don Quijote y
Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1912), La agonía del cristianismo (1924)
son algunos de los más representativos.
En su producción novelística destacan Amor y pedagogía (1902), Niebla (1914; subtitulada
nivola), Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1933).
Unamuno concibe sus novelas como una realidad íntima: se aleja de la anécdota superficial
para representar el sentir escueto, desnudo, de sus personajes. Sus novelas se centran en el
conflicto íntimo de los personajes generado por una estricta trabazón familiar (relaciones
amorosas, paterno-filiales...). Para alejarse de la concepción de la novela realista, Unamuno
llama “nivolas” a sus novelas.
Fragmentos de Miguel de Unamuno en la página 167 (Niebla) y en Antología de textos.
José Martínez Ruiz, Azorín (1873-1967)
Nace en Monóvar (Alicante). Desde su juventud sintió una fuerte inclinación a participar en
política: en los primeros años adoptó una actitud decididamente anarquista, aunque el paso
de los años le fue llevando hacia posiciones mucho más conservadoras: apoyó la dictadura
de Primo de Rivera y finalmente se acomodó al franquismo.
Su talante conservador le lleva a una literatura cuya máxima aspiración es la fijación de los
momentos fugaces, de aquellos pequeños detalles irrelevantes.
El ensayo es el género en el que la obra de Azorín alcanza mayores logros. Sus descripciones
minuciosas, la precisión léxica y la concisión son las características más destacables de obras
como Los pueblos (1905), Castilla (1912), La ruta de don Quijote (1905) o Clásicos y
modernos (1913).
Desde el punto de vista temático, siente preferencia por el paisaje castellano y por la
literatura.
La trilogía compuesta por La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un
pequeño filósofo (1904) constituye lo mejor de su producción novelística. El argumento se
encuentra al servicio de las evocaciones y de la descripción de paisajes y tipos.
Fragmento de Azorín en la página 169 y 178 (La voluntad).
Ramón del Valle-Inclán (1866-1936)
Nace en Vilanova de Arousa (Pontevedra). Su ideología política se radicaliza con el paso del
tiempo y defiende la política de Lenin y la instauración de la II República.
Valle-Inclán cultivó todos los géneros. Sus inicios están marcados por un modernismo
refinado y nostálgico. A esta etapa pertenecen las Sonatas (Sonata de otoño, 1902; Sonata
de estío, 1903; Sonata de primavera, 1904 y Sonata de invierno, 1905). Cuentan las
aventuras y amoríos del Marqués de Bradomín, “un donjuán feo, católico y sentimental”,
con una prosa exquisita.
Con la trilogía de “La guerra carlista” (compuesta por Los cruzados de la causa, El resplandor
de la hoguera y Gerifaltes de antaño, 1908-1909) la narrativa de Valle-Inclán inicia un
proceso de alejamiento del modernismo para proponer un estilo áspero y desgarrado.
En 1920 publica Luces de bohemia. El subtítulo de la obra, esperpento, inaugura una nueva
tendencia literaria relacionada con las pinturas negras de Goya y con la deformación
expresionista de la realidad. A partir de aquí el resto de sus dramas va a tener esta misma
3
orientación: Divinas palabras (1920), Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera, La
hija del capitán.
Lo mismo ocurre con su producción novelística: Tirano Banderas (1926), La corte de los
milagros, Viva mi dueño y Baza de espaldas (1927-1932).
Fragmentos de Valle-Inclán en las páginas 171 (Sonatas) y 173 (Tirano Banderas).
Con el nombre de Novecentismo (o Generación del 14) se conoce a los autores que suceden
a la Generación del 98 y que alcanzan su plenitud literaria en la segunda década del siglo XX:
Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y
Ramón Gómez de la Serna. Todos ellos comparten con el 98 la inquietud por el problema de
España, aunque rechazan la visión dramática y subjetiva de sus predecesores, y adoptan una
postura más equilibrada e intelectual. El género que predomina en estos autores es el
ensayo.
Ver páginas 174 y 176 del libro de texto.
Fragmento de Pérez de Ayala en la página 175 del libro de texto.
Fragmento de Gabriel Miró en la página 175.
Fragmento de Gómez de la Serna en la página 177.
4
ANTOLOGÍA DE TEXTOS DE LA GENERACIÓN DEL 98
PÍO BAROJA: EL ÁRBOL DE LA CIENCIA
En esta época era todavía Madrid una de las pocas ciudades que conservaba su espíritu
romántico.
Todos los pueblos tienen, sin duda, una serie de fórmulas prácticas para la vida,
consecuencia de la raza, dela Historia, del ambiente físico y moral. Tales fórmulas, tal
especial manera de ver, constituye un pragmatismo útil, simplificador, sintetizador. El
pragmatismo nacional cumple su misión mientras deja paso libre a la realidad; pero si se
cierra este paso, entonces la normalidad de un pueblo se altera, la atmósfera se enrarece,
las ideas y los hechos toman perspectivas falsas. En un ambiente de ficciones, residuo del
pragmatismo viejo y sin renovación, vivía el Madrid de hace años.
Otras ciudades españolas se habían dado alguna cuenta de la necesidad de transformarse y
de cambiar; Madrid seguía inmóvil, sin curiosidad, sin deseo de cambio.
El estudiante madrileño, sobre todo el venido de provincias, llegaba a la corte con un espíritu
donjuanesco, con la idea de divertirse, jugar, perseguir a las mujeres; pensando, como decía
el profesor de Química con su solemnidad habitual, quemarse pronto en un ambiente
demasiado oxigenado.
Menos el sentido religioso, del que muchos carecían y no les preocupaba gran cosa la
religión, los estudiantes de las postrimerías del siglo XIX venía a la corte con el espíritu de un
estudiante del siglo XVII, con la ilusión de imitar, dentro de lo posible, a don Juan Tenorio y
de vivir
llevando a sangre y fuego
amores y desafíos
El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara adquirir
una idea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía. La acción de la
cultura europea en España era realmente restringida y localizada a cuestiones técnicas; los
periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo
grande de España podía ser pequeño fuera de ella, y al contrario, por una especie de mala fe
internacional.
Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de ellas en
broma, era porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían la envidia
de otros países: Castelar, Canovas, Echegaray... España entera, y Madrid sobre todo, vivía en
un ambiente de optimismo absurdo: todo lo español era lo mejor.
Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al
estancamiento, a la fosilización de las ideas.
1. ¿Qué aspectos de la situación española de finales de siglo critica Baroja?
2. ¿Cuáles son las inquietudes de los estudiantes?
3. ¿Con qué trabas se encuentra el estudiante culto ávido por contactar con Europa?
4. Desde el Madrid decimonónico, ¿cómo se justifica la poca importancia de lo
español en Europa?
5
5. ¿Cómo se estructura este texto?
6. La crítica que Baroja hace al ambiente estudiantil madrileño, ¿es extensible a todos
los ámbitos de la sociedad española de finales del siglo XIX?
7. ¿Qué características permiten encuadrar este texto dentro de la Generación del 98?
*****
MIGUEL DE UNAMUNO: SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR
Y entonces Lázaro, mi hermano, tan pálido y tan tembloroso como don Manuel cuando el
dio la comunión, me hizo sentarme, en el sillón mismo donde solía sentarse nuestra madre,
tomó huelgo1, y luego, como en íntima confesión doméstica y familiar, me dijo:
- Mira, Angelita, ha llegado la hora de decirte la verdad, toda la verdad, y te la voy a
decir, porque debo decírtela, porque a ti no puedo, no debo callártela y porque
además habrías de adivinarla, y a medias, que es lo peor, más tarde o más temprano.
Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que me sumergió
en un lago de tristeza. Cómo don Manuel le había venido trabajando, sobre todo en aquellos
paseos a las ruinas de la vieja abadía cisterciense, para que no se escandalizase, para que
diese buen ejemplo, para que se incorporase a la vida religiosa del pueblo, para que fingiese
creer si no creía, para que ocultase sus ideas al respecto, mas sin intentar siquiera
catequizarle, convertirle de otra manera.
- Pero ¿es eso posible? –exclamé, consternada.
- ¡Y tan posible, hermana, y tan posible! Y cuando yo le decía: “Pero ¿es usted, el
sacerdote, el que me aconseja que finja?”, él, balbuciente: “¿Fingir? ¡Fingir, no!, ¡eso
no es fingir! Toma agua bendita, que dijo alguien, y acabarás creyendo”. Y como yo,
mirándole a los ojos, le dijese: “¿Y usted celebrando misa ha acabado por creer?”, él
bajó la mirada y se le llenaron los ojos de lágrimas. Y así es como le arranqué su
secreto. [...]
- Entonces –prosiguió mi hermano– comprendí sus móviles y con esto comprendí su
santidad; porque es un santo, hermana, todo un santo. No trataba, al emprender
ganarme por su santa causa –porque es una causa santa, santísima–, arrogarse2 un
triunfo, sino que lo hacía por la paz, por la felicidad, por la ilusión si quieres, de los
que le están encomendados; comprendí que si los engaña así –si es que esto es
engaño– no es por medrar. Me rendí a sus razones, y he aquí mi conversión. Y no me
olvidaré jamás del día en que diciéndole yo: “Pero, don Manuel, la verdad , la verdad
ante todo”, él, temblando, me susurró al oído –y eso que estábamos solos en medio
del campo– “¿La verdad? La verdad, Lázaro, es acaso algo terrible, algo intolerable,
algo mortal; la gente sencilla no podría vivir con ella”. “Y ¿por qué me la deja
entrever ahora aquí, como en confesión?”, le dije. Y él: “Porque si no me
atormentaría tanto, tanto, que acabaría gritándola en medio de la plaza, y eso jamás,
jamás, jamás. Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerlos
felices, para hacerles que se sueñen inmortales y no para matarlos. Lo que aquí falta
es que vivan sanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con
mi verdad, no vivirían. Que vivan. Y eso hace la Iglesia, hacerlos vivir. ¿Religión
verdadera? Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente
1
2
Huelgo: aliento.
Arrogarse: atribuirse.
6
a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer
para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que ha hecho.
¿Y la mía? La mía es consolarme en consolar a los demás, aunque el consuelo que les
doy no sea el mío”. Jamás olvidaré sus palabras.
1. ¿Cuál es el secreto de don Manuel? ¿Por qué si ha perdido la fe continúa con su
labor religiosa?
2. ¿Por qué dice don Manuel: La verdad, Lázaro, es acaso algo terrible, algo
intolerable, algo mortal; la gente sencilla no podría vivir con ella? ¿Cuál crees que
podría ser esa verdad?
3. En el texto se trata el tema de la religión como engaño necesario para hacer
soportable la existencia. Da tu opinión sobre este tema.
4. Analiza el empleo que hace Unamuno de la interrogación como recurso dialéctico
que contribuye al desarrollo de las ideas.
*****
MIGUEL DE UNAMUNO: NIEBLA
-
No hay Dios que valga. ¡Te morirás!
Es que yo quiero vivir, don Miguel, quiero vivir, quiero vivir...
¿No pensabas matarte?
¡Oh, si es por eso, yo le juro, señor de Unamuno, que no me mataré, que no me
quitaré la vida que Dios o usted me han dado; se lo juro... Ahora que usted quiere
matarme, quiero yo vivir, vivir, vivir...
- ¡Vaya una vida! – exclamé.
- Sí, la que sea. Quiero vivir, aunque vuelva a ser burlado, aunque otra Eugenia y otro
Mauricio me desgarren el corazón. Quiero vivir, vivir, vivir...
- No puede ser ya..., no puede ser...
- Quiero vivir, vivir..., y ser yo, yo, yo.
- Pero si tú no eres sino lo que yo quiera...
- ¡Quiero ser yo, ser yo! ¡Quiero vivir! – y le lloraba la voz.
- No puede ser..., no puede ser...
- Miro usted, don Miguel, por sus hijos, por su mujer, por lo que más quiera... Mire
que usted no será usted..., que se morirá...
Cayó a mis pies de hinojos, suplicante y exclamando:
- ¡Don Miguel, por Dios, quiero vivir, quiero ser yo!
- ¡No puede ser, pobre Augusto –le dije, cogiéndole una mano y levantándole–, no
puede ser! Lo tengo ya escrito y es irrevocable; no puedes vivir más. No sé qué hacer
ya de ti. Dios, cuando no sabe qué hacer de nosotros, nos mata. Y no se me olvida
que pasó por tu mente la idea de matarme...
- Pero si yo, don Miguel...
- No importa; sé lo que me digo. Y me temo que, en efecto, si no te mato pronto
acabes por matarme tú.
- Pero, ¿no quedamos en que...?
7
-
No puede ser, Augusto, no puede ser. Ha llegado tu hora. Está ya escrito y no puedo
volverme atrás. Te morirás. Para lo que ha de valerte ya la vida...
- Pero, ¡por Dios!...
- No hay pero ni Dios que valga. ¡Vete!
- ¿Conque no, eh? –me dijo–. ¿Conque no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la
niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme. ¿Conque
no lo quiere? ¿Conque he de morir, ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don
Miguel, también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de la que
salió... ¡Dios dejará de soñarle! Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se
morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, sin quedar
uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os
lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco, lo mismo que
vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es más que otro ente
nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, Augusto Pérez, que su
víctima...
- ¿Víctima? –exclamé.
- ¡Víctima, sí! ¡Crearme para dejarme morir! ¡Usted también se morirá! El que crea se
crea y el que se crea se muere. ¡Morirá usted, don Miguel; morirá usted y morirán
todos los que me piensen! ¡A morir, pues!
Este supremo esfuerzo de pasión de vida, de ansia de inmortalidad, le dejó extenuado al
pobre Augusto.
Y le empujé a la puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se tanteó, como si dudase ya de su
propia existencia. Yo me enjugué una lágrima furtiva.
1. ¿Qué desea Augusto Pérez en este momento del relato?
2. ¿Cuál es la respuesta y qué argumentos emplea Unamuno?
3. ¿Qué le replica entonces Augusto?
4. Explica la analogía que emplean ambos personajes.
5. ¿Qué modalidad predomina en la narración?
6. ¿Qué innovación narrativa subyace en este fragmento de Niebla?
7. Justifica la situación en que queda Unamuno, encuadrándola en la problemática de
este autor.
8
Descargar