Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales

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Buenos Aires, 1° de agosto de 2008.VISTOS: Estas actuaciones arbitrales caratuladas “PRODUCTOR S.R.L.
c/ COMERCIALIZADOR S.A.” (Demanda N° 6/08), de trámite por
ante esta Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales, de cuyos antecedentes
resulta.
I.- Productor S.R.L. [en adelante, Productor] se presenta ante esta Cámara
iniciando demanda arbitral contra la firma Comercializador S.A. [en
adelante, Comercializador] por incumplimiento de un contrato de
comercialización de frutos, celebrado entre las partes en fecha 3 de octubre
de 2006, que se agrega a fojas 16/22.
Mediante el mismo, Productor “da irrevocablemente para la venta” a
Comercializador, la cantidad de al menos 18.000 kilogramos de frutos
frescos para exportación (cláusula 1ª). Conforme el referido contrato la fruta
será entregada por Productor “en consignación para su venta”, siendo
Comercializador “el responsable de efectuar las ventas a los clientes
internacionales
que
el
Comercializador
haya
seleccionado”,
comprometiéndose asimismo a “comercializar y vender los frutos
entregados por el Productor a los precios de mercado de acuerdo a la calidad
y condición de la fruta suministrada” (cláusula 2ª). En las cláusulas
siguientes se estipulan las condiciones y requerimientos de calidad de la
fruta a entregar por Productor (cláusula 3ª), el programa de producción y
entregas (cláusula 4ª), las condiciones de entrega (cláusula 5ª), los
materiales y servicios de empaque (cláusula 6ª), lo relativo a los transportes
terrestres (cláusula 7ª) y a los servicios de fumigación, frío y consolidación
de los despachos (cláusula 8ª), despacho de aduanas (cláusula 9ª),
transportes internacionales (cláusula 10ª) y seguros (cláusula 11ª).
En la cláusula 12ª se regulan los informes y liquidaciones, estableciéndose
que Comercializador informará semanalmente a Productor las condiciones
de mercado y los precios de venta “no siendo [Comercializador] responsable
de dichas condiciones y de los eventuales ajustes de precios”; que
Comercializador efectuará cada dos semanas el cierre de la fruta recibida y
despachada, enviando las liquidaciones parciales y, luego, las liquidaciones
definitivas. En la misma cláusula 12ª se conviene que “los precios de venta
de las liquidaciones serán los precios promedios resultantes de las ventas de
todos los envíos realizados por [Comercializador] cada semana, separados
en envíos aéreos y marítimos, a los que se deducirán los gastos a cargo de
[Productor] y los servicios brindados por [Comercializador]”. Conforme la
cláusula 13ª, el precio final por bandeja de productos será el precio FOB
puerto de embarque al dólar de exportación que obtenga Comercializador
más los reintegros obtenidos menos las deducciones que allí se detallan.
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En la cláusula 14ª se regulan la forma y los plazos para el pago,
determinándose, en lo sustancial, que se pagarán anticipos de los
embarques a razón de U$S 4,00 por caja, los que se descontarán en las
liquidaciones finales, y que éstas últimas se pagarán “a los siete días de las
fechas de las correspondientes liquidaciones”. Asimismo se dispone que
“con el propósito de cubrir eventuales reclamos en los envíos así como
disputas de precios que pudiesen ocurrir con posterioridad a las
liquidaciones, [Comercializador] efectuará una retención transitoria de U$S
0,10 por caja”, cuyo valor resultante será pagado “al finalizar la campaña y a
más tardar el 31 de marzo de 2007”.
Luego de pactarse la forma de cálculo del tipo de cambio (cláusula 15ª), se
prevé lo relativo a los reintegros de exportación (cláusula 16ª). Asimismo, se
conviene que el recupero del IVA será gestionado por Comercializador y
pagado “contra los reembolsos efectuados por la AFIP menos un costo
aproximado del 5%” (cláusula 17ª).
Más adelante el contrato incluye una cláusula de indemnidad a favor de
Comercializador por la eventual violación de leyes provinciales o federales,
ordenanzas o reglamentaciones vigentes por parte de Productor (cláusula
18ª), y prevé la eventualidad de que hubiese cambios en las normas vigentes
relativas al régimen y condiciones de exportación o ingreso de divisas
(cláusula 19ª). Se determina asimismo el plazo de duración del contrato
(para la campaña 2006-2007 y hasta el 30 de junio de 2007), con facultad
de terminarlo en forma anticipada de común acuerdo (cláusula 20ª). En la
cláusula 21ª las partes convienen el modo de resolver las eventuales disputas
que surgiesen del contrato, previendo negociaciones previas y la jurisdicción
de esta Cámara como tribunal arbitral, con sujeción a su reglamento.
Asimismo, se prevé el supuesto de incumplimiento por fuerza mayor
(cláusula 22ª), la legislación aplicable (cláusula 23ª) y los domicilios que las
partes constituyen a todos los efectos (cláusula 24ª).
Productor señala en la demanda que entregó la fruta comprometida a la
demandada en la temporada 2006/2007, por la que facturó una suma total
de $ 254.185,58, de la cual Comercializador pagó $ 187.844,63, quedando
un saldo impago de $ 66.340,95, cuyo pago reclama con más intereses y
costas. Ese monto se compone, según la actora, del saldo impago de la
factura N° 1273 del 22/02/2007 con vencimiento el 7/03/2007 por $
51.108,41, y la factura N° 1274 del 1°/04/2007 con vencimiento el
7/05/2007 por $ 15.232,54.
Relata la actora que el “supuesto motivo de la suspensión de los pagos” por
parte de la demandada fue un problema de avería de mercadería que tuvo
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un contenedor, cuyo siniestro no fue reconocido por la aseguradora no
obstante las gestiones realizadas. Por este motivo, dice la actora,
Comercializador dedujo un monto de U$S 12.421,86 de los resúmenes de
noviembre y diciembre de 2007, que a juicio de Productor no correspondía
ser asumido por la actora. Asimismo, la demandada dejó de abonar los
reintegros de impuestos.
Relata luego el intercambio epistolar mantenido entre las partes y brinda los
argumentos que soportan su pretensión. Agrega prueba documental y ofrece
distintos medios de prueba tendientes a acreditar sus dichos, para
finalmente concretar su pretensión en los siguientes términos:
“oportunamente proceda a dictar laudo arbitral condenando a
Comercializador S.A. a pagar a Productor S.R.L. la suma de $ 66.340,95, con
más sus intereses, costos y costas”.
II.- De la demanda y de la documental adjunta se corrió traslado a la parte
demandada en los términos reglamentarios, haciendo constar lo dispuesto
en los artículos 21, 27, 29 y 30 del Reglamento de Procedimientos aprobado
por Decreto 931/98.
El traslado en cuestión fue notificado en el domicilio denunciado en fecha 31
de marzo de 2008 (fojas 143).
A fojas 144 se presenta el Dr. XYZ, invocando su calidad de gestor procesal
de Comercializador, pidiendo una prórroga para contestar el traslado de la
demanda. La misma fue concedida mediante auto de fojas 145, y
comunicada a las partes (fojas 146).
III.- Mediante escrito que se agrega a fojas 147/154 Comercializador
contesta la demanda.
Luego de ratificar la gestión del Dr. XYZ, manifiesta que la actora no dio
cumplimiento a lo pactado, en tanto no se cumplió la etapa previa de
negociaciones prevista en la cláusula 21ª del contrato. Señala la demandada
que no obstante haber existido un intercambio epistolar, las partes no se
reunieron ni tuvieron la oportunidad de explorar posibles soluciones,
generándose una escalada del conflicto que podría haberse evitado.
Señalando que “lo expuesto no importa desconocer la intervención de esta
Excma. Cámara Arbitral, a la que naturalmente nos sometemos”, la
demandada expone que el aludido incumplimiento de la actora a las
previsiones del contrato implica que “deberá responder al menos por las
costas del proceso, independientemente del resultado final al que arribe esta
prestigiosa Cámara”.
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Niega, en general, los hechos invocados en la demanda y particularmente
algunos de ellos, para luego dar su propia versión de los hechos. En lo que
interesa, reconoce expresamente la celebración del contrato agregado con la
demanda, aunque pone el acento en que la fruta se entrega “en consignación
para su venta”, por lo que una vez vendida y percibido su precio,
Comercializador está en condiciones de pagar a la demandada el precio
estipulado, con las deducciones también convenidas. De ello deriva que, a
contrario sensu, si Comercializador no percibe el precio, nada debe a su
contraparte.
Relata la mecánica de la operatoria y, puntualmente, señala que en el caso,
la fruta dada en consignación por Productor sufrió una merma, “toda vez
que la compañía naviera que ha prestado el servicio de transporte y frío fue
deficitaria, lo que ha generado un problema de calidad en el producto”. Ello,
dice la demandada, fue informado a la actora y se han formulado los
reclamos a la compañía aseguradora, reclamo que aún se encuentra
pendiente.
Reconoce que el importe reclamado no fue abonado. Pero insiste en que ello
obedeció a que la fruta no llegó a destino en condiciones, por lo que,
tratándose de una venta en consignación, Comercializador no puede abonar
el precio que no ha cobrado.
En relación con la parte de la suma reclamada que corresponde al reintegro
del IVA, hace notar que recién fueron recuperados por Comercializador el 4
de diciembre de 2007, y que a partir de entonces fueron puestos a
disposición de la actora, que no los ha cobrado. Insiste en que dicho
importe, que asciende a $ 24.154,11, sigue estando a disposición de
Productor.
También pone a disposición de la actora la suma de $ 3.246,34
correspondiente a la retención transitoria prevista en la cláusula 14ª, inciso
3) del contrato. Hace notar, sin embargo, que de conformidad con la
cláusula 17ª, la demandada tiene derecho a retener en concepto de costo por
recupero del IVA una suma del 5%, por lo que debe descontarse del total que
se le abone a la actora como consecuencia del recupero del IVA, la suma de $
1.461,32.
Acompaña documental y ofrece prueba, pidiendo, en concreto, que
“oportunamente se dicte laudo rechazando la pretensión de la parte actora,
con costas”.
IV.- Como surge del acta de audiencia de fojas 185, las partes fueron
convocadas a audiencia de conciliación, la que se llevó a cabo el 28 de abril
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de 2008. En la misma, las partes se manifestaron dispuestas a discutir las
posibilidades de llegar a un acuerdo. No pudiendo llegar a una solución
definitiva en ese mismo acto, por la necesidad de los letrados de consultar a
sus respectivos mandantes, se acordó pasar a un cuarto intermedio, durante
el cual quedaría suspendido el procedimiento arbitral, hasta tanto
cualquiera de las partes solicite su reanudación.
V.- En fecha 25 de junio de 2008 la actora presenta el escrito que se agrega
a fojas 186, mediante el cual hace saber que, a pesar del lapso transcurrido
desde la audiencia, no han podido llegar a un acuerdo satisfactorio, por lo
que solicita la reanudación del procedimiento arbitral.
En el mismo escrito, informa que Comercializador pagó la suma de $
25.939,13 en concepto de recupero de IVA, que fue recibido por Productor
como “pago a cuenta del reclamo formulado en los presentes actuados”.
VI.- Por resolución de fojas 187 se hizo saber a la demandada la
presentación de la actora y, atento el estado de las actuaciones, se corrió
traslado a la actora de la contestación de demanda, en los términos del
artículo 31 del Reglamento.
VII.- A fojas 190/198 la actora contesta el traslado.
En lo sustancial, manifiesta que si bien no existió, antes de la demanda
arbitral, una instancia formal de negociación, existieron comunicaciones
entre las partes y un profuso intercambio epistolar, de resultas de lo cual
“todos los pasos establecidos por la cláusula 21ª para la resolución de
disputas fueron cumplidos cabalmente por la actora, en casi 10 meses de
infructuosa negociación”.
Sobre el fondo de la cuestión, pone de manifiesto que a pesar de la negativa
expresada en el escrito de contestación de demanda, Comercializador ha
reconocido la suscripción del contrato y los hechos que la actora considera
relevantes para dilucidar el caso. Argumenta las razones por las cuales no
corresponde la retención efectuada por la demandada a raíz de los
problemas de calidad de la fruta, toda vez que los mismos, de haber existido,
no le son oponibles.
VIII.- En los términos reglamentarios, de dicha presentación se corrió
nuevo traslado a la demandada, quien lo contesta a fojas 200. Señala que,
siendo el aludido escrito una reiteración de lo expuesto por la actora en la
demandada, se remite a lo expuesto en la contestación. Asimismo, formula
una serie de consideraciones sobre la prueba documental objetada por la
demandada, consideraciones que se tienen presentes a los fines de resolver.
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IX.- A fojas 203, el Director del Procedimiento dicta la siguiente resolución:
VISTOS Y CONSIDERANDO:
Que conforme el estado de las presentes actuaciones, existe
una primera y fundamental cuestión controvertida, relativa a
la naturaleza del contrato: mientras la parte demandada
sostiene que al tratarse de una consignación es legítimo
descontar del precio a pagar lo que le hubiese sido
descontado por el comprador del exterior, la parte actora
sostiene que la demandada compró la fruta entregada por ella
y en consecuencia debe el precio con independencia de los
descuentos que luego reciba de su comprador del exterior,
que no le son oponibles.
Que, más allá de que las partes también discrepan sobre la
existencia o inexistencia del problema que habría dado lugar
a los descuentos presuntamente efectuados por el comprador
del exterior, lo que se resuelva en relación con la primera
cuestión controvertida tendrá incidencia directa sobre la
procedencia de las pretensiones principales planteadas en
este juicio. En efecto: si la actora tuviese razón en cuanto a la
naturaleza del contrato, la prueba acerca del rechazo de la
mercadería por parte del comprador del exterior debido a
problemas de calidad resultaría innecesaria; si, por el
contrario, tuviese razón la demandada, sólo entonces sería
necesario producir prueba tendiente a acreditar el rechazo y
los gastos en que la demandada incurrió como consecuencia
de la mala calidad de la fruta.
Que para resolver la primera y principal cuestión
controvertida no es menester producir prueba alguna, dado
que la existencia del contrato y la entrega de la mercadería
por parte de la actora están expresamente reconocidas. En
cambio, la segunda cuestión requiere de prueba tendiente a
acreditar la existencia y cuantía de los descuentos sufridos
por la demandada. Pero como esta última cuestión es
dependiente de lo que se resuelva en relación con la primera,
si tales descuentos no fuesen oponibles a la actora, carecería
de sentido producir prueba tendiente a acreditar su existencia
y monto y el Tribunal podría resolver la totalidad de las
pretensiones planteadas. En el caso contrario, habrá de
ordenarse la producción de la prueba necesaria para acreditar
los hechos que, luego de esa decisión inicial, queden
controvertidos y sean necesarios para resolver las
pretensiones que le han sido planteadas.
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Que, por lo expuesto, elementales razones de economía
procesal aconsejan desdoblar el tratamiento de las cuestiones
planteadas a este Tribunal, evitando de ese modo un
dispendio de actividad procesal que, eventualmente, podría
evitarse.
Que esta posibilidad está contemplada expresamente en el
párrafo segundo del artículo 24 del Reglamento de
Procedimientos, conforme el cual “cuando circunstancias
excepcionales lo hicieran conveniente o necesario, el tribunal
podrá desdoblar las cuestiones sometidas a su decisión y
pronunciarse sobre algunas de ellas con carácter previo”.
Por ello, en mi carácter de DIRECTOR DEL
PROCEDIMIENTO,
RESUELVO:
(1) Con las aclaraciones precedentes, remitir las presentes
actuaciones a estudio de los árbitros a fin de que el Tribunal
se pronuncie sobre la primera y principal cuestión
controvertida, esto es, si le son oponibles a la actora los
descuentos y gastos que la demandada hubiese sufrido por
deficiencias en la mercadería al recibo de la misma por el
comprador final en el exterior.
(2) Notifíquese.
Esta resolución, debidamente notificada a las partes (fojas 204/206), no
mereció comentarios ni objeciones de ninguna de las partes, por lo que ha
quedado consentida.
CONSIDERANDO
1. La competencia de esta Cámara Arbitral y la “temporaneidad” de la
demanda
1.1. Que en el contrato suscripto entre las partes –cuya existencia y
autenticidad está reconocida– se pactó lo siguiente: “En el caso que
surgieren disputas entre las partes que resulten de la interpretación de este
Acuerdo, o en el cumplimiento de las obligaciones establecidas en el mismo
por cualquiera de las partes, se seguirá el siguiente proceso: (1)
Comercializador y el Productor harán los mejores y más razonables
esfuerzos para mantener el espíritu de esta relación. (2) Una vez cumplido
el paso anterior, y no habiéndose resuelto la disputa, cada Parte notificará
a la otra Parte de su reclamo y cada una de las Partes referirá la disputa a
los respectivos Directores de sus Empresas quienes negociarán de buena fe
para resolver la disputa. (3) Una vez cumplido el paso anterior y no
habiéndose resuelto la disputa, la misma se someterá a arbitraje de
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acuerdo al Reglamento de Procedimientos para la Solución de
Controversias ante las Cámaras Arbitrales de Cereales y Afines. Las partes
designan como único árbitro a la Comisión Directiva de la Cámara
Arbitral de la Bolsa de Cereales, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
La decisión del árbitro será final y dispositiva a todos los efectos. Todos los
honorarios y gastos pagaderos con respecto al procedimiento de arbitraje
serán soportados por la parte perdedora” (cláusula 21ª).
1.2. Que, sin perjuicio de “no desconocer la intervención de esta Excma.
Cámara, a la que naturalmente nos sometemos”, Comercializador
argumenta que la interposición de la demanda arbitral por parte de
Productor sin haber cumplido con el procedimiento previsto en el contrato
implica que la actora deba responder “el menos por las costas del proceso,
independientemente del resultado final al que arribe esta prestigiosa
Cámara” (escrito de contestación de demanda, fojas 147 y 148,
respectivamente). La demandada, al presentar el escrito de réplica,
argumenta, en lo sustancial, que la etapa del inciso 1) de la cláusula 21ª se
cumplió, al haber formulado reclamos y reuniones tendientes a obtener el
pago de lo adeudado; que la etapa del inciso 2) se cumplió con la carta
documento que remitiera en fecha 16 de noviembre de 2007, en la que
intimó el pago, bajo apercibimiento de accionar ante esta Cámara, la que fue
respondida por Comercializador mediante carta documento del 27 de
noviembre de 2007, en la que negaba adeudarle suma alguna. Esta
respuesta, dice la actora, “cerraba toda posibilidad de continuar con las
negociaciones”.
1.3. Que, más allá de cualquier formalidad, la cláusula en cuestión
trasunta la intención de las partes de evitar que, frente a un conflicto,
cualquiera de ellas pudiera demandar a la contraria arbitral en forma
intempestiva o inesperada, sin haber agotado las posibilidades de resolver la
controversia mediante un acuerdo de voluntades. Ese espíritu, al que
expresamente alude el inciso 1) de la cláusula citada, no parece haberse
quebrantado con la promoción de esta demanda. En efecto: la demanda fue
precedida de un intercambio epistolar, en el que se puso de manifiesto la
existencia de un reclamo por parte de la actora, que fue inicialmente negado
de plano por la demandada en sus comunicaciones de fechas 27 de
noviembre y 5 de diciembre de 2007. Con independencia del derecho que
asistía a la actora para reclamar lo que reclamaba, y a la demandada para
rechazarlo como lo hizo, lo cierto es que existen dos circunstancias que
impiden considerar que la demanda fue intempestiva: (i) Desde el primer
reclamo de Productor hasta la promoción de la demanda transcurrieron más
de cuatro meses; (ii) Objetivamente, la categórica negativa de
Comercializador hacía imposible la continuación de las tratativas negociales,
desde que no parece razonable exigir que Productor se siente a negociar con
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Comercializador, que estaba negando de plano cualquier viabilidad al
reclamo.
1.4. Que, de cualquier manera, si alguna duda (que el Tribunal no tiene)
pudiera quedar acerca de la cuestión, en el curso de las actuaciones
arbitrales existió una instancia de conciliación promovida por esta Cámara,
que implicó no sólo una audiencia convocada al efecto, sino conversaciones
subsiguientes entre las partes, que derivaron en el reconocimiento parcial de
lo reclamado en la demanda.
1.5. Que, en suma, atento los términos en que la cuestión ha quedado
planteada, el Tribunal juzga que Productor no ha incumplido, con la
promoción de la demanda, el procedimiento pactado en el contrato para la
solución de las controversias nacidas de él.
2. Aclaraciones previas: las decisiones a adoptar en este laudo parcial y la
naturaleza de este Tribunal
2.1. Que el “desdoblamiento” de las cuestiones a resolver, decidido por el
Director del Procedimiento y consentido por las partes, implica que, en esta
instancia, el Tribunal debe resolver “si le son oponibles a la actora los
descuentos y gastos que la demandada hubiese sufrido por deficiencias en la
mercadería al recibo de la misma por el comprador final en el exterior”.
Como se aclaró en los considerandos de la resolución de fojas 203, la
primera cuestión controvertida se concreta en determinar si el contrato que
vinculó a las partes configura una consignación que autoriza a
Comercializador a descontar del precio a pagar lo que le hubiese sido
descontado por el comprador del exterior o si, por el contrario,
Comercializador compró la fruta entregada la actora y le debe el precio con
independencia de los descuentos que luego reciba de su comprador del
exterior.
2.2. Que las partes, en la cláusula 21ª del contrato, acordaron someter a
arbitraje todas las disputas que resulten de él, conforme el Reglamento de
Procedimientos para la Solución de Controversias entre las Cámaras
Arbitrales de Cereales y afines, y designaron a la Comisión Directiva de esta
Cámara como árbitro. Ello implica que las partes se sometieron a un
arbitraje de amigables componedores o de equidad, teniendo en cuenta que:
(i) Conforme el artículo 766 del CPCCN, si nada se hubiese estipulado acerca
de si el arbitraje ha de ser de derecho o de amigables componedores se
entenderá que es de amigables componedores; (ii) Conforme el artículo 49.2
del Reglamento –al que las partes se sometieron– el laudo se basará en
razones de equidad, debiendo el tribunal decidir según su leal saber y
entender y dando al caso la solución que, a su juicio, resuelva
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equitativamente las cuestiones sometidas a su consideración, sin sujetarse a
formas ni a disposiciones legales; y (iii) Las partes escogieron un Tribunal
integrado por comerciantes, legos en derecho.
2.3. Que entre otras fuentes históricas, esta clase de arbitraje se
encontraba expresamente prevista en las Leyes de Partidas, donde se
reconoce que los árbitros pueden ser de dos maneras: una es cuando las
partes les piden decidir “según derecho”; y la otra es la que llaman en latín
arbitratores, que quiere tanto decir como “jueces de albedrío” y comunales
amigos, que son escogidos por anuencia de ambas partes, para avenir y
decidir las contiendas que aquellas tuvieren entre sí, en cualquier manera
que ellos tuvieren a bien. Los primeros deben actuar “como si fuesen jueces
ordinarios”, reconociendo en cambio a los arbitradores la facultad de que su
juicio “sea fecho a buena fe, e sin engaño” (Partida 3, Título 4, Ley 23). Esta
categoría de arbitraje se encuentra asimismo prevista en casi todos los
Códigos Provinciales (Buenos Aires, artículo 804; Catamarca, artículo 793;
Córdoba, artículo 633; Corrientes, artículo 766; Chaco, artículo 769; Chubut,
artículo 766; Entre Ríos, artículo 795; Formosa, artículo 801; La Pampa,
artículo 743; Mendoza, artículo 295; Santa Cruz, artículo 750; Santa Fe,
artículo 431; Santiago del Estero, artículo 785 y Tierra del Fuego, artículo
741, entre otros) y –con diferentes denominaciones– en casi todas las
legislaciones comparadas.
2.4. Que la característica esencial de un tribunal de amigables
componedores –por oposición a los árbitros de derecho– es la autorización
que las partes le confieren para laudar con prescindencia de la estricta
aplicación del derecho vigente. Los amigables componedores pueden laudar
“según su equidad” y “a su saber y entender” (artículos 866 y 769, CPCCN);
“ex aequo et bono, moderando, según las circunstancias, el rigor de las leyes
y dando a los elementos de prueba mayor o menor eficacia de la que les
corresponde por Derecho” (artículo 431, CPCC Santa Fe y artículo 502,
CPCC Córdoba); “según la equidad y conforme a sus conocimientos y leal
saber y entender” (artículo 54.II, Ley de Arbitraje de Bolivia); “según el
sentimiento común y la equidad” (artículo 34.1.b, Ley de Arbitraje de
Honduras); “en equidad” (artículo 34.1, Ley de Arbitraje de España); “en
conciencia, ex aequo et bono, según los conocimientos sobre la materia
objeto del arbitraje y el sentido de la equidad y la justicia de sus integrantes”
(artículo 20, Ley de Promoción de la Resolución Alterna de Conflictos de
Costa Rica); “conforme a su leal saber y entender y atendiendo a los
principios de la sana crítica” (artículo 3, Ley de Arbitraje de Ecuador); “en
conciencia o según su leal saber y entender” (artículo 37.1, Ley de Arbitraje
de Guatemala; artículo 32, Ley de Arbitraje de Paraguay; artículo 3, Ley de
Arbitraje de Perú); “conforme a su leal saber y entender, sin sujeción a las
reglas de Derecho” (artículo 3, Ley de Arbitraje de Panamá); “ex aequo et
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bono” (artículos 28.3 de la Ley Modelo de Arbitraje de UNCITRAL, New
Zealand Arbitration Act y Commercial Arbitration Act of Canadá); “según
equidad” (artículo 822, CPCC de Italia). El juicio de equidad a que alude la
ley, confiere a los amigables componedores amplias facultades para guiar el
proceso y decidir conforme a su leal saber y entender (CFed.Cap., sala Civ. y
Com., 15/06/1949, Rev. La Ley 56-709).
2.5. Que, explicando la misión de esta clase de árbitros se ha dicho que
consiste principalmente en “[r]espeta[r] una presunción de equidad en las
cláusulas contractuales, [atenerse] a una presunción de entendida
equivalencia de riesgos, [aplicar] el principio de confianza y buena fe”
(Boggiano, Antonio: “El arbitraje y la amigable composición”, Rev. ED 135893). Es connatural al arbitraje de amigables componedores la posibilidad
de apartarse de las estrictas soluciones jurídicas, pues de lo contrario las
partes hubiesen optado por la jurisdicción pública o por el arbitraje de
derecho (Del fallo del Tribunal de la 44º Circunscripción Civil de Brasil,
citado por Ferreira Lemes, Selma M.: “A Jurisprudência Brasileira sobre o
uso da Arbitragem”, Jornal Valor Econômico, 26/08/03, Caderno
Legislação & Tributos, pág. E-8). Se trata de un procedimiento en el que “los
jueces no aplican el derecho vigente sino que deciden según su leal saber y
entender, sin sujetarse a formas legales, o según equidad” (CNCom., sala B,
17/12/2001, autos “Kirschbaum, Ricardo D. c. S.C. Johnson & Son de
Argentina S.A.”, Rev. JA 2002-II-71).
2.6. Que, sin embargo, esta “autorización” a prescindir de la aplicación de
las normas positivas no implica que los amigables componedores estén
impedidos de fundar su decisión en principios o normas de derecho. Aunque
no estén constreñidos a sujetarse a principios legales, pueden apoyarse en
preceptos legales que conceptúen equitativos con referencia al caso
(CNCom., sala A, 27/09/1962, Rev. JA 1963-IV-357), ya que pueden
fundamentar su pronunciamiento en principios y normas jurídicas que
estimen aplicables a la controversia que deben laudar (Jdo. 1° Inst. Com. N°
20, firme, 24/02/1988, Rev. ED 139-639). Como se ha dicho, “la equidad no
implica rechazar los criterios de derecho sino ampliarlos, de manera que el
árbitro disponga de más poder discrecional para llegar a una solución
adecuada incorporando elementos de juicio que no se deducen
estrictamente de las leyes positivas pero que tampoco se oponen a ellas. De
esta manera, el arbitraje de consciencia puede desprenderse del rigor
estricto de la ley para buscar ese Derecho generalmente aceptado y aceptable
dentro de una comunidad social determinada. Esto significa que el árbitro
de consciencia, a diferencia del árbitro de derecho, puede salirse cuando
quiera de la carretera de la ley y recorrer la comarca a campo traviesa. El
poder de laudar en consciencia que le ha sido otorgado, le da una mucho
mayor libertad” (De Trazegnies Granda, Fernando: “Arbitraje de derecho y
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arbitraje de consciencia”, Rev. Ius et Veritas, Facultad de Derecho de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Año VII, Nº 12, 1996, ps. 115 y
siguientes).
2.7. Que las aclaraciones antedichas tienen por objeto delimitar
claramente la naturaleza de la misión encomendada por las partes al
Tribunal, y evitar cualquier duda sobre la índole de la fundamentación de
este laudo. Las decisiones que aquí habrán de adoptarse están
intrínsecamente basadas en el leal saber y entender de los árbitros que
componen el Tribunal y traducen la convicción de los árbitros de estar, de
ese modo, dando al caso una solución que resuelva equitativamente las
cuestiones sometidas a su consideración. El recurso que pueda hacerse a
citas legales o argumentos jurídicos no tiene otro propósito –ni otro efecto–
que contribuir a explicar a las partes las razones que inspiran la decisión, y
no expresan sino la equidad que los árbitros reconocen en las normas o
principios legales en que se apoyan.
3. La naturaleza del contrato de autos
3.1. Que, de conformidad con lo dispuesto en el Código Civil, “los
contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de
acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron
entender, obrando con cuidado y previsión” (artículo 1198). No es ocioso
recordar que, en su texto anterior a la reforma introducida por la Ley 17.711,
esta norma disponía que “los contratos obligan no sólo a lo que esté
formalmente expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que puedan
considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellos”, y que,
atinadamente, se señaló que con esta reforma “se amplía la fórmula genérica
del antiguo artículo 1198, referente a las obligaciones virtuales
comprendidas en los contratos: el nuevo texto no sólo contempla esas
obligaciones impuestas por el principio de buena fe en la celebración y
ejecución de los contratos, sino también consigna la directiva de la
interpretación del convenio ‘de acuerdo con lo que verosímilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión’.
Estimamos que esta fórmula, que no parece tener antecedentes literales en
otros modelos, significa por un lado adoptar el criterio de la voluntad real
como pauta interpretativa de la regulación contractual –arg. ‘entendieron’–
y en defecto de de esclarecimiento a ese respecto, la adopción del standard
supletorio de la voluntad presunta de los contratantes –arg. ‘pudieron
entender’– a través de una conducta cuidadosa y previsora” (Llambías,
Jorge J.: Estudio de la Reforma del Código Civil, Ley 17.711, ed.
Jurisprudencia Argentina, 1969, ps. 308 y sigte.).
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3.2. Que, conforme autorizada doctrina, “interpretar un contrato es
observar las manifestaciones negociales, las cláusulas y estipulaciones, para
determinar su sentido y alcance” (Mosset Iturraspe, Jorge: Contratos, ed.
Ediar, 1978, p. 259). Y esa interpretación debe hacerse sobre la base de tres
principios fundamentales: “(1°) [Que] la convención es la obra de la
voluntad común de las partes y, por consiguiente, para determinar el sentido
exacto y el alcance de ella, es preciso atenerse, ante todo, a la intención de
las partes; (2°) [Que] los términos de la convención deben interpretarse en
la acepción que tienen en el uso corriente de los negocios jurídicos, salvo que
de las circunstancias y antecedentes del caso resulte evidente que las partes
los han utilizado con un significado diferente; (3°) [Que] las cláusulas
dudosas de la convención se interpretan más bien a favor del deudor, porque
respecto a aquél se trata de crear una restricción a sus derechos o libertades”
(Salvat, Raymundo M.: Tratado de Derecho Civil Argentino, vol. V, Fuentes
de las Obligaciones, tomo I, Contratos, ed. La Ley, Buenos Aires, 1946, p.
147).
3.3. Que, en forma más casuística, el Código de Comercio aporta pautas de
interpretación de los contratos. De entre esas pautas, la que sienta el
principio general es la contenida en el artículo 217, conforme el cual “las
palabras de los contratos y convenciones deben entenderse en el sentido que
les da el uso general, aunque el obligado pretenda que las ha entendido de
otro modo”. Principio éste que se complementa con las reglas previstas en el
artículo siguiente: “Siendo necesario interpretar la cláusula de un contrato,
servirán para la interpretación las bases siguientes: (1°) Habiendo
ambigüedad en las palabras, debe buscarse más bien la intención común de
las partes que el sentido literal de los términos; (2°) Las cláusulas equívocas
o ambiguas deben interpretarse por medio de los términos claros y precisos
empleados en otra parte del mismo escrito, cuidando de darles, no tanto el
significado que en general les pudiera convenir, cuanto el que corresponda
por el contexto general; (3°) Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, del
uno de los cuales resultaría la validez, y del otro la nulidad del acto, deben
entenderse en el primero; Si ambos dieran igualmente validez al acto, deben
tomarse en el sentido que más convenga a la naturaleza de los contratos, y a
las reglas de la equidad; (4°) Los hechos de los contrayentes, subsiguientes
al contrato, que tengan relación con lo que se discute, serán la mejor
explicación de la intención de las partes al tiempo de celebrar el contrato;
(5°) Los actos de los comerciantes nunca se presumen gratuitos; (6°) El uso
y práctica generalmente observados en el comercio, en casos de igual
naturaleza, y especialmente la costumbre del lugar donde debe ejecutarse el
contrato prevalecerán sobre cualquier inteligencia en contrario que se
pretenda dar a las palabras; (7°) En los casos dudosos, que no puedan
resolverse según las bases establecidas, las cláusulas ambiguas deben
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interpretarse siempre en favor del deudor, o sea en el sentido de liberación”
(Código de Comercio, artículo 218).
3.4. Que, en consecuencia, aunque no excluyente de otros criterios, el
punto de partida para la interpretación de lo que las partes entendieron o
pudieron entender al celebrar el contrato de autos, es lo que ellas mismas
han escrito.
3.5. Que, a los ojos de los árbitros que componen este Tribunal –
comerciantes, no letrados– las estipulaciones contenidas en el contrato
reflejan la intención común de las partes de vincularse a través de un
contrato de consignación. En efecto, así lo establecen expresamente al
pactar que: (i) el Productor entrega la fruta “para la venta” (cláusula 1ª); (ii)
“la fruta será entregada por el Productor en consignación para su venta”
(cláusula 2ª); (iii) los precios a abonar por Comercializador a Productor
serán “los precios promedios resultantes de las ventas de todos los envíos
realizados por el Comercializador cada semana” (cláusula 12ª, inciso 3); (iv)
el precio final a pagar al productor será el precio FOB puerto de embarque
“que obtenga el Comercializador, más los reintegros obtenidos menos las
deducciones” (cláusula 13ª); (v) Comercializador recibe una “comisión” por
su tarea (cláusula 13ª, inciso 12); (vi) los reintegros de exportación “serán
tramitados por el Comercializador y pagados al Productor contra
reembolsos de la Aduana” (cláusula 16ª); (vii) el recupero del IVA será
“gestionado” por el Comercializador y pagado “contra los reembolsos
efectuados por la AFIP” (cláusula 17ª).
3.6. Que las estipulaciones mencionadas dan cuenta, inequívocamente, de
la intención de las partes de organizar un sistema conforme el cual
Productor entregaba fruta a Comercializador para que éste la
comercializara, y no de celebrar un liso y llano contrato de compraventa de
fruta. En este contexto, cuando Comercializador vende la fruta entregada
por Productor, lo hace a nombre propio pero por cuenta ajena. Ello explica
que el precio que recibe Productor no sea convenido entre las partes sino “el
promedio de las ventas”; que la ganancia de Comercializador no esté
determinada por la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta
sino por una “comisión”; que Productor tenga derecho a percibir los
reintegros de exportación; y que Comercializador recién deba el IVA a
Productor cuando la AFIP liquide el reintegro. De otro modo,
Comercializador vendería la fruta a nombre y por cuenta propia, no debería
rendir cuentas a la actora del precio percibido por esa venta, pagaría el IVA
al momento de la compra de la fruta a Productor y obtendría para sí los
reintegros o reembolsos que la Aduana le hiciera.
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3.7. Que, en particular, ello se advierte en relación con la calidad de la
mercadería y con la logística posterior a la entrega de la fruta por parte del
Productor. En efecto: (i) Comercializador tiene el derecho de hacer revisar la
mercadería al recibo o “por el Distribuidor en destino” (cláusula 3ª, inciso
d); (ii) Comercializador debe informar a la actora “sobre cualquier reclamo
relativo a los envíos de su producción” y “gestionará” las acciones de
recupero (cláusula 3ª, inciso e); (iii) Comercializador provee el servicio de
empaque, y lo cobra al Productor (cláusula 6ª); (iv) Comercializador provee
el transporte terrestre, el acondicionamiento y consolidación de los
despachos, así como el transporte internacional y los seguros, cuyo costo, sin
embargo, es a cargo del Productor (cláusulas 7ª a 11ª y 13ª).
3.8. Que calificada doctrina ha dicho que “si las palabras del contrato no
son ambiguas, no existen contradicciones, y si se manifiesta con evidencia
cuál ha sido la intención de las partes coincidente con su declaración de
voluntad, no es admisible una interpretación que se dirija a torcer esa
evidencia”; y que “la buena fe impone atender al sentido general del idioma”
(Rivera, Julio C.: “La teoría general del contrato y la interpretación del
Contrato en el Proyecto de Código Civil Argentino”, en Soto Coáguila, Carlos
A. (dir.): Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina, ed.
Grijley, Univ. Externado de Colombia y Rubinzal-Culzoni, 2006, tomo I, ps.
176 y 178). El Tribunal encuentra que, en el caso, no existe ambigüedad en
las palabras utilizadas por las partes y que ellas traducen claramente la
intención de las partes de suscribir un contrato de comisión.
3.9. Que la regla de interpretación “contextual” lleva al mismo resultado.
No sólo esa intención surge claramente del tenor literal de la cláusula 1ª del
contrato (titulada “Objeto”), sino que es consistente con el resto de las
estipulaciones del contrato, que han sido detalladas en los considerados
precedentes. Si el contrato hubiese tenido el alcance y la naturaleza que
pretende la actora, carecerían de sentido las detalladas especificaciones
respecto de cómo proceder ante reclamos relativos a los envíos de su
producción (cláusula 3ª, inciso e); carecería igualmente de sentido que el
Productor deba hacerse cargo de los gastos de acondicionamiento, despacho
de aduanas, transportes y seguros (cláusulas 8ª a 11ª y 13ª); no habría
necesidad de establecer el precio a percibir por el productor sobre la base del
promedio de las ventas efectuadas por Comercializador (cláusula 12ª); ni
Productor tendría derecho a los reembolsos de Aduana o a los recuperos de
IVA (cláusulas 16ª y 17ª).
3.10. Que las estipulaciones contractuales mencionadas convencen al
Tribunal de que el contrato de autos constituye un contrato de aquellos
previstos en los artículos 222 y siguientes del Código de Comercio. Por un
lado, Productor no entregó su fruta a Comercializador a título de venta, sino
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“para su venta”, lo que implica que dio a la demandada un encargo
consistente en vender la fruta a terceros por su cuenta [de Productor],
aunque actuando en nombre propio [de Comercializador] (arg. artículo 222,
Código de Comercio). Por el otro, cobra la comisión pactada (arg. artículo
274, Código de Comercio). El hecho de que Productor ignore a quién le
vende finalmente Comercializador la fruta no quita al contrato su naturaleza
de comisión, toda vez que es característica de este contrato que la venta se
realiza “a nombre propio” por el comisionista, sin necesidad de
individualizar a su comitente. Ello es así por cuanto el comisionista “queda
directamente obligado hacia las personas con quienes contratare, sin que
éstas tengan acción contra el comitente, ni éste contra aquéllas” (arg.
artículo 233, Código de Comercio). En este contrato, pues, la persona del
“titular del interés comprometido en el negocio” no puede desplazar a la del
comisionista, y “sea o no conocida su identidad –que poco importa– el
vínculo obligacional concertado nace, se desarrolla y muere, en principio,
con la persona del comisionista” (Cám. 1ª C.C. Bahía Blanca, Rev. La Ley,
1981-C-387; Cám. Com., Rev. La Ley, 13-648).
3.11. Que, como explica la doctrina, la comisión o consignación es un
contrato “por el cual se encomienda la realización de un negocio de
comercio, que se cumple a nombre propio pero en interés del comitente”,
siendo de su esencia que el acto encomendado se celebre a nombre del
comisionista, porque de los contrario el contrato sería un puro y simple
mandato (Etcheverry, Raúl E.: Derecho Comercial y Económico, Contratos,
Parte Especial, tomo 1, ed. Astrea, 1995, ps. 281 y 286). Asimismo, se ha
dicho que “en la comisión de venta, las mercaderías pasan del comitente al
comisionista, sin que éste deba adquirir, previamente, su propiedad porque,
al recibirlas de él en consignación, el comisionista recibe un poder de
disposición expreso que legitima su transmisión directa al tercero
adquirente”, es decir que “existe en la compraventa bajo comisión una sola
transmisión del dominio” (Vítolo, Daniel R.: Contratos Comerciales, ed. Ad
Hoc,1993, p. 465). En este caso, pues, el negocio de venta se lleva a cabo
entre el comisionista y el tercero, “siendo ajeno a éste el comitente”, porque
el comisionista realiza el negocio “en nombre propio y asume la obligación
en forma directa con quien contrata” (Etcheverry, Raúl E.: Derecho
Comercial y Económico, Contratos, Parte Especial, tomo 2, ed. Astrea,
1994, p. 47).
3.12. Que la tesis que postula la actora, especialmente a fojas 195 vta./ 196,
no es compatible con lo pactado en el contrato. La consignación no finaliza
una vez que Comercializador consigue comprador en el exterior, ni
Comercializador vende por su cuenta la mercadería. Es cierto que vende a su
propio nombre. Pero, como se vio, esta es una de las características
esenciales del contrato de consignación o comisión, y es la principal
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diferencia entre éste y el “contrato estimatorio”, consistente en la entrega de
una cosa para su reventa o devolución. En este último caso, a diferencia del
comisionista, el denominado accipiens compra la mercadería, actúa por
cuenta propia, soporta el riesgo de la pérdida o deterioro de la cosa por caso
fortuito o fuerza mayor, no está sujeto a órdenes o instrucciones de su
contraparte y su lucro consiste en la diferencia que pueda obtener entre el
precio de compra y el de venta (Farina, Juan M.: Contratos Comerciales
Modernos, ed. Astrea, 1997, ps. 625 y 626). Aunque ambos contratos
(estimatorio y consignación) tienen como finalidad comercial lograr que un
producto llegue a manos del consumidor final utilizando una figura
intermedia, se distinguen claramente porque en el primero existe una suerte
de “compraventa condicional” entre las partes, mientras que en el segundo
el comisionista o consignatario, sin comprar los bienes, los enajena en
nombre propio pero por cuenta de quien los ha dejado en consignación
(Martorell, Ernesto E.: Tratado de los Contratos de Empresa, ed. Depalma,
1997, Cap. XIII, Abeledo-Perrot on line, N° 6203/006390).
3.13. Que, en suma, el Tribunal juzga que lo que las partes pactaron en el
contrato de autos, interpretado “de acuerdo con lo que verosímilmente las
partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión”
(Código Civil, artículo 1198) no fue una compraventa ni un contrato
estimatorio, sino una típica comisión o consignación, en virtud de la cual
Comercializador no “compra para revender”, sino que “vende por cuenta de
Productor”, sin haber comprado nunca la mercadería que vende. Esta figura,
por otro lado, es usual en el comercio, siendo la exportación “a nombre
propio pero por cuenta ajena” una modalidad aceptada y frecuente en el
tráfico mercantil.
4. Las consecuencias de lo expuesto en orden a las cuestiones
controvertidas
4.1. Que, resuelto que el contrato de autos es un contrato de comisión o
consignación, y que Comercializador no vende al exterior la fruta por cuenta
propia sino por cuenta de Productor, es lógica consecuencia de ello que las
eventuales retenciones que Comercializador hubiese sufrido de sus
compradores del exterior podrían ser oponibles a Productor, si se dieran las
condiciones previstas en el contrato y en función de los derechos y
obligaciones propios de comitente y comisionista.
4.2. Que ello surge, además, de la cláusula 3ª, inciso e) del contrato, en la
que se convino la forma de proceder ante una situación de esta índole. Allí se
previó que la demandada informará cuanto antes a la actora sobre
“cualquier reclamo relativo a los envíos de su producción”, y que con el
consentimiento de la actora, la demandada “gestionará las acciones de
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recupero y la venta de la producción rechazada u objetada”. Inclusive se
contempló en dicha cláusula que los gastos relacionados con reclamos tales
como “servicios de inspección, transporte [y] reacondicionamiento serán a
cargo del Productor y deducidos de las correspondientes liquidaciones”.
4.3. Que este Tribunal no prejuzga sobre la existencia de un problema en
la entrega final del producto, ni sobre el cumplimiento de las condiciones
establecidas en el contrato. Ni siquiera prejuzga sobre el derecho de
Comercializador a retener la parte de los importes facturados por Productor
que ha retenido en el caso. Estas cuestiones continúan siendo controvertidas
y deberán ser objeto de prueba en este proceso. Simplemente ha
interpretado la naturaleza y sentido del contrato de autos en función de lo
dispuesto por el Director del Procedimiento, en aras a despejar un
interrogante que consideró previo a la consideración de las restantes
materias debatidas en el proceso.
4.4. Que si el contrato de comisión genera entre las partes una relación de
derechos y obligaciones equivalente a la que se produce entre mandante y
mandatario, “con las ampliaciones o limitaciones” que la ley específicamente
prescribe para la comisión (arg. artículo 232, Código de Comercio), el
derecho de Productor a recibir la parte retenida de su facturación debe
juzgarse sobre la base de esas reglas. Lo que, en buen romance, implica que
habrá de examinarse si Comercializador cumplió con las obligaciones a su
cargo en función de su calidad de comisionista y si se han cumplido las
condiciones que permitan retener parcialmente lo facturado. Dicho de otro
modo: el Tribunal no prejuzga sobre la procedencia o improcedencia del
reclamo de Productor a que le sea pagado el saldo de la facturación. Sólo
resuelve que esa pretensión deberá ser juzgada a la luz de la interpretación
que se ha hecho de la naturaleza de la relación contractual.
4.5. Que, en efecto, en esta etapa del procedimiento y por la forma en que
el mismo se ha desarrollado, se ignora si hubo o no razones que justifiquen
la retención efectuada por Comercializador. A ello se enderezará la siguiente
fase de este arbitraje, a cuyo fin el Director del Procedimiento deberá, en uso
de sus facultades (artículo 16 del Reglamento), instruir a las partes a
argumentar el caso y sugerir las medidas de prueba pertinentes.
4.6. Que, en consecuencia, lo resuelto en este laudo parcial, más allá de
interpretar la índole de la relación jurídica habida entre las partes, nada
predica sobre el derecho de Productor a obtener de Comercializador el pago
de la suma retenida en el caso concreto. Ello habrá de ser materia de una
ulterior decisión, una vez que se haya producido la prueba necesaria para
conocer la realidad de los hechos controvertidos.
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4.7. Que, de momento, al no haberse resuelto sobre la procedencia o
improcedencia del reclamo, no es necesario que el Tribunal se pronuncie
sobre la imposición de las costas, lo que será objeto de pronunciamiento en
oportunidad de dictarse el laudo final.
Por todo ello, La Comisión Directiva de la Cámara Arbitral de la Bolsa de
Cereales, en su carácter de tribunal de amigables componedores resuelve
dictar el siguiente,
L A U D O P A R C I A L:
(1°)- Declarar que las partes estuvieron vinculadas por un contrato de
comisión o consignación y que, por tal razón, los eventuales descuentos y
gastos que la demandada hubiese sufrido por deficiencias en la mercadería
al recibo de la misma por el comprador final en el exterior, podrían ser
oponibles a la actora.
(2°)- Instruir al Director del Procedimiento para que, en uso de sus
facultades reglamentarias, determine la forma de continuar con el
procedimiento arbitral.
(3°)- Notifíquese a las partes.
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