Vicisitudes en la aplicación de la nueva ley procesal del trabajo

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VICISITUDES EN LA APLICACIÓN DE LA NUEVA LEY PROCESAL DEL TRABAJO:
A DOS AÑOS DE SU VIGENCIA EN AREQUIPA
Mauricio Matos Zegarra1
INTRODUCCIÓN
Cuando el legislador elabora una norma jurídica en general o una norma
procesal en particular, tanto éste, como los destinatarios de la misma, esperan
siempre que sea un vehículo eficaz para una solución pronta y justa del
conflicto.
Sin duda alguna, ésta fue en su momento, la sana intención de quienes
elaboraron la Ley 26636 – Antigua Ley Procesal del Trabajo (ALPT) y es
también la intención de quienes elaboraron la norma procesal laboral vigente,
la Ley 29497 – Nueva Ley Procesal del Trabajo (NLPT), aun cuando casi
siempre resaltemos las bondades de una nueva legislación, destacando los
errores de concepto, y lo lenta e ineficiente que resultaba la administración de
justicia con la predecesora.
Sin embargo, hemos de recordar que las normas procesales son sólo una
herramienta al servicio de la solución efectiva de un conflicto intereses o una
incertidumbre con relevancia jurídica, y como toda herramienta su éxito
depende del buen uso que le dé el operador u operadores de la misma; es
decir, del buen uso que le den los jueces y abogados principalmente.
La NLPT viene de cumplir dos (2) años de vigencia en nuestra ciudad y en
varios distritos judiciales a nivel nacional. En la ciudad de Lima la norma entró
en vigencia el pasado 05 de noviembre de 2012 y hoy ya podemos atrevernos
a realizar un balance preliminar de cómo viene funcionando la misma en la
práctica.
En esta línea de ideas, el presente artículo no pretende en primer lugar, criticar
la redacción de la norma y de cómo podría funcionar, sino por el contrario,
busca detallar de manera muy breve por cierto, cómo viene funcionando la
norma a dos años de su vigencia. Por otro lado, tampoco pretendemos centrar
nuestra crítica en la falta de presupuesto para el correcto funcionamiento e
implementación de la norma, sin que éste deje de ser un tema central para una
eficaz administración de justicia en nuestro país, lo que pretendemos es
compartir algunas vicisitudes y experiencias prácticas de la aplicación de esta
ya no tan nueva ley procesal de trabajo.
1
Abogado del Estudio Muñiz. Ramírez. Pérez – Taiman & Olaya Abogados. Docente del curso
de Derecho Laboral en la UCSP.
1
1. EL
CÓMPUTO DEL PLAZO PARA LA INTERPOSICIÓN DE DEMANDAS POR DESPIDO
INCAUSADO O FRAUDULENTO EN LA NLPT:
El I Pleno Jurisdiccional Supremo en materia Laboral del año 2012, ha resuelto
parcialmente una larga discusión procesal suscitada con la entrada en vigencia
de la NLPT: la de la competencia de los jueces especializados de trabajo para
conocer las pretensiones sobre despidos incausados y fraudulentos.
En efecto, la discusión respecto a quién debía ser el juez competente para
conocer de las pretensiones referidas a estos despidos lesivos de derechos
fundamentales se presentó desde el primer día de vigencia de la NLPT y se
decantó a través de dos posiciones.
La primera posición defendía la tesis de mantener este tipo de despidos bajo la
competencia del juez civil (constitucional) pues advertían que al tratarse de
despidos no regulados en el ordenamiento laboral sustantivo – vale decir en el
Decreto Supremo 003-97-TR – Ley de Productividad y Competitividad Laboral,
y siendo mas bien creación del Tribunal Constitucional peruano a través de las
sentencias recaídas en los expedientes 1124-2001-AA/TC (Caso FETRATEL) y
0976-2001-AA/TC (Caso LLANOS HUASCO) no era posible que un juez de trabajo
se abocase a su conocimiento. En algún momento incluso, se esbozó una
variante de esta posición, afirmando que podría resultar aconsejable que el
juez especializado de trabajo fungiese como juez constitucional para conocer
procesos constitucionales de amparo en materia laboral.
Por otro lado, quienes sostuvieron la tesis contraria, lo hicieron con la idea de
darle una interpretación más extensiva a la competencia del juez de trabajo,
permitiendo que éste conozca de este tipo de pretensiones. Como ya sabemos,
fue finalmente esta posición la que se impuso, pero sin desechar
completamente la posibilidad de promover pretensiones de esa naturaleza a
través de la vía constitucional del amparo para aquellos casos en que el
demandante pudiese enmarcar su pretensión en alguno de los supuestos
previstos en la sentencia recaída en el expediente 0206-2005-PA.TC (Caso
BAYLÓN FLORES)
Sin embargo, una nueva controversia ha surgido respecto al conocimiento de
las demandas que por despido incausado o fraudulento se plantean ante los
jueces de trabajo: La del plazo legal para interponer estas pretensiones. En
efecto, cabe preguntarse en primer lugar si existe un plazo de caducidad o de
prescripción para plantear estas demandas, y por otro lado y si así fuese,
¿Cómo debería computarse este plazo?
Sin llegar a establecer una posición clara respecto al tema, la Sala de Derecho
Constitucional y Social de la Corte Suprema en la CAS. LAB. No 857-2012AREQUIPA de fecha 06 de agosto de 2012 y publicada en el Diario Oficial el
01 de octubre de 2012, ha señalado que el plazo de caducidad al que hace
referencia el artículo 36 del Decreto Supremo 003-97-TR de 30 días naturales
de producido el hecho2sólo es aplicable para los casos de nulidad de despido,
2
Recordemos que por disposición del Pleno Jurisdiccional Nacional Laboral de 1999, el plazo
de caducidad al que hace referencia el artículo 36 se computa por días hábiles.
2
despido arbitrario y hostilidad, mas no para los casos de despidos incausados y
fraudulentos. Así, en el considerando OCTAVO de la referida sentencia la
Corte Suprema de la República señala que “(…) en este sentido, el
razonamiento del Tribunal Ad quem debió – como exigencia mínima – esbozar
un desarrollo argumentativo suficiente y atendiendo a los principios que
informan el Derecho del Trabajo, así como aquellos cuya vocación de
favorecimiento a la dispensa de tutela jurisdiccional efectiva, prefieren la
continuación del proceso por sobre su conclusión; máxime si, en el presente
caso, y especialmente al alegarse la existencia de un despido incausado, se
pone de conocimiento al órgano jurisdiccional laboral la evidencia potencial de
vulneración al derecho al trabajo (…)”
La posición de la Corte Suprema de la República, nos conduce a una primera
conclusión muy clara: El plazo de caducidad previsto en el ordenamiento
laboral sustantivo sólo es aplicable para los despidos que la norma prevé
expresamente, mas no los creados por el Tribunal Constitucional; sin embargo,
la Sala de Derecho Constitucional y Social tampoco se aventura a establecer
un plazo concreto, por lo que la pregunta que surgiría es precisamente qué
plazo resultaría aplicable para esta clase de despidos.
La primera aproximación al tema nos conduce a afirmar que tratándose de
despidos que el propio Tribunal Constitucional considera como atentatorios
contra el derecho fundamental al trabajo, debería aplicarse el plazo de
prescripción previsto en el artículo 44 del Código Procesal Constitucional, que
establece que el plazo para interponer la demanda de amparo prescribe a los
60 días hábiles de producida la afectación.
Ahora bien, debemos tomar en cuenta también que el numeral 3) del mismo
artículo señala que si los actos que constituyen la afectación son continuados,
el plazo se computa desde la fecha en que haya cesado totalmente su
ejecución. Entonces, si asumimos que desde el momento en que se produce
un despido lesivo de derechos fundamentales se vulnera el derecho
fundamental al trabajo, esta violación tendría la calidad de continuada, en tanto
que cada vez que al trabajador no se le abone la remuneración en la
oportunidad convenida con su empleador se renovaría la violación
constitucional. En la práctica la decisión de la Corte Suprema de la República
podría llevarnos a concluir válidamente que en los casos de despidos
incausados o fraudulentos no sólo no se aplica el plazo de caducidad previsto
en el ordenamiento laboral sustantivo, sino que además ni siquiera existiría un
plazo de prescripción, pudiendo el trabajador afectado plantear su demanda en
el momento que estime conveniente.
2. LAS PRETENSIONES SOBRE PAGO DE INDEMNIZACIÓN POR DESPIDO ARBITRARIO Y
LA COMPETENCIA DEL JUEZ ESPECIALIZADO DE TRABAJO:
Otro aspecto interesante respecto al comportamiento judicial en la aplicación
de la Ley Procesal del Trabajo en Arequipa es el referido a la competencia del
juez especializado de trabajo para conocer las pretensiones sobre
indemnización por despido arbitrario.
3
En efecto, la práctica judicial en la ciudad se ha inclinado por la posición
respecto a la cual un juez especializado de trabajo debe conocer siempre las
pretensiones por despido arbitrario, independientemente de la cuantía de la
pretensión. Sin embargo tenemos algunas objeciones respecto a dicha
posición. Veamos.
Como sabemos, la competencia es la forma en la que un juez ejerce
jurisdicción; competencia que además es fijada por ley en razón de materia,
cuantía, grado y función. En este sentido, el artículo 01 de la Ley Procesal del
Trabajo establece en su numeral 1 expresamente que: “ Los juzgados de paz
letrado laborales conocen de los siguientes procesos: 1. En proceso abreviado
laboral, las pretensiones referidas al cumplimiento de obligaciones de dar no
superiores a cincuenta (50) Unidades de Referencia Procesal (URP) originadas
con ocasión de la prestación personal de servicios de naturaleza laboral,
formativa o cooperativista, referidas a aspectos sustanciales o conexos, incluso
previos o posteriores a la prestación efectiva de los servicios “
En el entendido que el pago de una indemnización por despido arbitrario se
traduce en una obligación de dar suma de dinero, la competencia de un juez de
trabajo para conocer este tipo de pretensiones debería depender directamente
de este criterio. Esta posición es compartida por VINATEA y TOYAMA3 quienes al
comentar la competencia de los juzgados especializados de trabajo de acuerdo
a la NLPT afirman que “(…) En la extinción, el ejemplo típico es el
planteamiento de una demanda de pago por despido arbitrario, o beneficios
laborales adeudados al trabajador en la medida en que superen las 50 URP
pues se trata de obligaciones de dar (…) Siguiendo esta idea, si la pretensión
no superase las 50 Unidades de Referencia Procesal (URP), la competencia
para conocer este tipo de pretensiones debería corresponder al juez de paz
letrado laboral y no al juez especialiado de trabajo.
Opinar lo contrario afirmando que la declaración de un despido arbitrario es un
tema “complejo” y por cuanto debe ser competencia del juez especializado de
trabajo implicaría reducir a la justicia de paz letrado a una de segunda
categoría, pues así el monto indemnizatorio demandado como consecuencia de
un despido arbitrario fuese de S/. 1.00 Nuevos Soles – por exagerar en el
ejemplo – la competencia siempre recaería en los jueces especializados de
trabajo. En este sentido, suscribimos la opinión de Paúl PAREDES en el Oficio Nº
431/2009-2010-CT/CR “Comentarios al predictamen que propone una nueva
ley procesal del trabajo”, (…) la justicia de paz letrada no puede ser
considerada como una justicia de segunda clase, pues desde la perspectiva de
acceso a los tribunales es la más importante, encarnando la justicia más
urgente, la del día a día (…).
Así como la comprobación judicial del no pago de un beneficio social como es
la compensación por tiempo de servicios va a conllevar a que el juez ordene el
pago del mismo, la comprobación judicial que el despido resultó arbitrario va a
conllevar a que el juez ordene el pago de la indemnización por despido
3
VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Comentarios a la Nueva Ley Procesal del
Trabajo. 1era. ED. Gaceta Jurídica. Lima.2010
4
arbitrario en la forma prevista en el artículo 38 del D.S. 003-97-TR – Ley de
Productividad y Competitividad Laboral (en adelante LPCL).
Recordemos que la redacción del numeral 1) del artículo 1) de la Ley Procesal
del Trabajo es muy similar al del numeral 1) del artículo 2) de la misma norma,
la única diferencia y que resulta por supuesto determinante para saber si es un
juez de paz letrado laboral o un juez especializado de trabajo quien debe
conocer de las obligaciones de dar, es la cuantía.
No está demás recordar, que por la naturaleza de la prestación, las
obligaciones pueden ser: de dar, de hacer o de no hacer. Las obligaciones de
dar, consisten en la entrega de una cosa mueble o inmueble, con el fin de
constituir sobre ella derechos reales, o de transferir solamente el uso o la
tenencia, o de restituirla a su dueño4. En este orden de ideas, al declararse
arbitrario el despido de un trabajador, el juez ordena dar (pagar) una
indemnización por el despido, pero que duda cabe, dicho pago no constituye
más que la satisfacción y cumplimiento de una obligación de dar.
3. LA REBELDÍA
MINUTOS:
EN LA
NUEVA LEY PROCESAL
DEL
TRABAJO: SÓLO
CUESTIÓN DE
Sin duda, uno de las aspectos más interesantes que ofrece la NLPT es la
institución de la rebeldía, pues ha ampliado el supuesto clásico de omisión en
la contestación de la demanda extendiéndolo a los casos de inasistencia a la
audiencia de conciliación y a los casos de falta de poder suficiente para poder
conciliar la pretensión demandada.
Recordemos que tal como afirma LEDESMA NARVÁEZ, la rebeldía es
clásicamente una modalidad de inacción del demandado que se configura no
con la ausencia de este en el proceso sino con la omisión para contestar la
demanda dentro del plazo señalado.5 Es decir, que en la noción clásica de la
institución de la rebeldía, ésta es la sanción que se aplica a quien no ejerce su
derecho de contradicción omitiendo contestar la demanda.
En efecto, y de acuerdo a lo establecido en el artículo 43 de la referida norma,
un demandado puede incurrir en rebeldía en los siguientes supuestos:
a) Por no asistir a la audiencia de conciliación;
b) Por no contestar la demanda; y
c) Si el representante o apoderado no tiene poderes suficientes para
conciliar.
La norma establece además, que el rebelde se incorpora al proceso en el
estado en que se encuentre, sin posibilidad de renovar los actos previos.
4
5
Artículo 574 del Código Civil argentino de 1871.
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. T II. Gaceta. Lima.
2009. p. 61.
5
Los dos primeros supuestos, no ofrecen mayor dificultad, por cuanto si el
demandado no asiste a la audiencia de conciliación - que es donde además
deberá contestar la demanda - , es evidente que incurrirá en rebeldía, y sólo
podrá incorporarse al proceso luego de concluida dicha audiencia, habiendo
perdido la oportunidad de contestar la demanda. La misma situación se
presenta si el demandado no contesta la demanda.
Resulta claro que en ambos casos se aplicarán las sanciones que el Código
Procesal Civil – aplicable supletoriamente al proceso laboral - establece en su
artículo 461, es decir la presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos
expuestos en la demanda, pero veamos que puede suceder en la práctica
respecto al tercer supuesto de rebeldía contemplado por la norma.
Si el representante o apoderado no tiene poderes suficientes para conciliar
incurre automáticamente en rebeldía; sin embargo nada impediría que
inmediatamente después a haber sido declarado rebelde, el demandado se
apersone al proceso, se incorpore a él y conteste la demanda, pues finalmente
el artículo 43 de la NLPT, establece que el rebelde se incorpora al proceso en
el estado en que se encuentre, siendo que el único acto previo que no va a
poder renovar será el de conciliación. Además, la actual norma procesal no
prevé un supuesto de sanción como el establecido en el último párrafo del
artículo 24 de la Ley 26636 que establecía que el rebelde podía incorporarse al
proceso pagando una multa equivalente a dos (2) Unidades de Referencia
Procesal (URP), por lo que siendo que nadie puede distinguir donde la ley no
distingue, la figura de la “purga” de la rebeldía habría desaparecido con la
vigencia de la NLPT.
Así, en la práctica el representante o apoderado que concurre a la audiencia
sin poder o poder insuficiente para conciliar no tendría más sanción que el
verse privado de poder participar en la conciliación, pero su derecho de
contradicción permanecería inalterado.
Ahora bien, otra forma de interpretar el artículo y que nos parece sería la
opción más coherente con la institución de la rebeldía, implicaría que el
representante o apoderado que haya incurrido en rebeldía esté imposibilitado
de participar en el resto de la audiencia, quedando en consecuencia
inhabilitado para contestar la demanda. De esta manera, cobra sentido la
principal sanción de la rebeldía, que es la presunción legal relativa sobre los
hechos expuestos en la demanda, de lo contrario caemos en la situación de
tener apoderados o representantes rebeldes por algunos breves minutos en el
decurso de la audiencia de conciliación.
4. EL ROL CONCILIADOR DEL ESTADO:
Hace algunos años y aún cuando la NLPT no se encontraba aún vigente, nos
preguntamos cuál iba a ser el grado de eficacia de la norma respecto al
principal demandado en nuestro país: El Estado 6 . Precisamente, en dicha
6
MATOS ZEGARRA, Mauricio. La eficacia del proceso laboral y el Estado como parte. En
Libro de Ponencias del IV Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
6
oportunidad resaltábamos entre otros aspectos el rol del Estado en tanto que
empleador privado respecto a las formas especiales de conclusión del proceso
a las que hace referencia el artículo 30 de la NLPT y en especial, la situación
de cara a la conciliación.
En efecto, el artículo 43, numeral 1) de la referida norma es muy claro en
establecer que incurre en rebeldía automática, el demandado, si, asistiendo a
la audiencia, no contesta la demanda, o el representante o apoderado no tiene
poderes suficientes para conciliar.
Ésta especial situación motiva, que quienes ejercen la defensa judicial del
Estado, sea en calidad de procuradores o apoderados, cuenten con facultades
específicas para poder conciliar la pretensión, y la práctica judicial de los años
de vigencia de la norma, ha demostrado que el Estado trata de cumplir
escrupulosamente este requisito legal.
Sin embargo, la pregunta que surge inmediatamente es: ¿En cuántos procesos
laborales el Estado ha utilizado esta facultad de conciliación para generar un
acuerdo entre las partes y poner fin al proceso?, es más ¿En cuántos procesos
laborales el Estado ha promovido siquiera una fórmula conciliatoria? Nos
atrevemos a afirmar, que en ningún o casi ningún caso.
Lamentablemente, el contar con poderes suficientes para poder conciliar, sólo
se ha convertido en un requisito legal para salvar una situación de rebeldía en
el proceso, pero que no tiene efectos prácticos.
Consideramos particularmente sobre este punto, que si el procurador público o
el representante legal de la entidad demandada tienen un poder expreso para
poder conciliar la pretensión, deberían ser obligados por el órgano
jurisdiccional a proponer al menos una fórmula conciliatoria, pues de lo
contrario la redacción del artículo 43 de la NLPT, se convierte en letra muerta y
ante la pregunta del juez al demandado respecto a la posibilidad de conciliar el
conflicto de intereses, viene una escueta y fría réplica de “Señor Juez,
lamentablemente la entidad considera que en esta etapa no es posible
proponer fórmula conciliatoria alguna”, con lo que el juez ni siquiera puede
cumplir con el numeral 2 del artículo 43 de la referida ley participando
activamente a fin de solucionar la controversia total o parcialmente.
5. LA CALIFICACIÓN DEL ESCRITO DE CONTESTACIÓN DE DEMANDA:
El numeral 3) del artículo 43 de la NLPT establece que en caso de haberse
solucionado parcialmente el conflicto, o no haberse solucionado, el juez precisa
las pretensiones que son materia de juicio; requiere al demandado para que
presente, en el acto, el escrito de contestación de demanda y sus anexos;
entregando una copia al demandante.
organizado por la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Cusco.
2010. P. 233 y ss.
7
Lo que no precisa la norma, es en qué acto o momento procesal deberá
procederse a la calificación del escrito de contestación demanda, ¿debe
realizarse inmediatamente y antes de entregar la copia del escrito al
demandante?, o, ¿debe realizarse en un momento posterior a la audiencia y
notificarse a las partes por escrito?
En la práctica judicial, hemos podido advertir que por regla general los jueces
han optado por la segunda opción, vale decir, recibir el escrito de contestación
de demanda reservando su calificación para un momento posterior. Lo que
resulta curioso, es que al hacerlo de esta manera, tenemos un escrito de
contestación de demanda sin calificación, pero al mismo tiempo el juez ya ha
fijado los puntos que serán materia de juicio y además ya se ha señalado la
fecha para la audiencia de juzgamiento.
Ahora bien, tal como lo recuerda LEDESMA NARVÁEZ, “genéricamente podemos
calificar de puntos controvertidos aquellos hechos que han sido afirmados por
un parte y negados o desconocidos por la otra”7, recordando además que una
vieja práctica judicial, que viene desnaturalizando la razón de ser de los puntos
controvertidos, es la de reproducir como tal el petitorio de la demanda, a pesar
de que la contestación cuestiona y contradice varios hechos de ésta.”8
Entonces, de acuerdo a la forma en que se aplica la NLPT, tenemos puntos
controvertidos, o puntos materia de juzgamiento, sin siquiera conocer la
posición del demandado plasmada en un escrito de contestación de demanda
que no será calificado, sino hasta un momento intermedio en la fijación de
estos puntos y la audiencia de juzgamiento. En todo caso, consideramos que la
forma adecuada de resolver esta situación es fijando los puntos materia de
juicio en función del escrito de contestación de demanda, lo que implica entre
otras cosas una calificación inmediata del mismo.
6. EL SANEAMIENTO PROCESAL
EXCEPCIONES?
EN LA
NLPT: ¿DÓNDE
RESOLVEMOS LAS
La institución jurídica del saneamiento fue en su momento una de las grandes
novedades del Código Procesal Civil de 1993, que además se replicó en la
ALPT de 1996.
El viejo Código de Procedimientos Civiles no introdujo una institución similar, y
si bien era posible cuestionar la ausencia o presencia defectuosa de los
presupuestos procesales (competencia, capacidad y requisitos de la demanda),
así como de las condiciones de la acción (interés y legitimidad para obrar) a
través del planteamiento de excepciones, tal como lo reguló el Capítulo III del
Título I del referido Código referido a las “excepciones dilatorias”, el propio
texto del artículo 312 del referido Código señalaba también que las
excepciones se resolverían en la sentencia.
7
8
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Op. Cit. p. 79.
Ibídem. p. 79
8
Sin embargo, esta solución en su momento fue criticada por ineficiente, pues
permitía que las partes de un conflicto de intereses con relevancia jurídica
discutiesen el fondo del asunto, sin haberse establecido de manera clara la
existencia de una relación jurídica procesal válida.9 Sobre este punto TICONA
POSTIGO, nos recuerda que con la anterior normatividad procesal civil vigente
en nuestro sistema jurídico (se refiere precisamente al Código de
Procedimientos Civiles de 1912) un buen porcentaje de sentencias tenían el
carácter de inhibitorias o de forma.10
Para evitar esta situación, el Código Procesal Civil de 1993 introdujo la figura
del saneamiento procesal, como un elemento central de la etapa postulatoria
del proceso, destinado fundamentalmente a establecer con claridad la
existencia de una relación jurídica procesal válida y evitar como menciona
TICONA POSTIGO, la existencia de sentencias que no resuelvan el conflicto de
intereses, debido a un error de forma. Es por esta razón que tal como advierte
PEYRANO el saneamiento procesal responde al principio de inmaculación,
subsanación o expurgación del proceso.11
En el mismo sentido, RIOJA BERMÚDEZ señala que “el saneamiento procesal
llamado también principio de expurgación, es aquel mediante el cual se otorga
al Juez determinadas facultades y deberes a fin de que puedan ser resueltas in
límine todas las cuestiones que pudieran entorpecer emitir una sentencia válida
o que se determine la conclusión antes de su conclusión natural”12
En conclusión, en la actual regulación procesal civil peruana, tal como advierte
LEDESMA NARVÁEZ la validez de la relación procesal es controlada a través de
tres momentos: al calificar la demanda, al resolver las excepciones y al sanear
el proceso.13
En lo que al proceso laboral se refiere, la ALPT (Ley 26636) que no era otra
cosa que una adaptación de las normas del proceso civil reguladas en el
Código Procesal Civil de 1993 reguló expresamente esta institución. Así, en la
Sección Sexta referida al Proceso Ordinario Laboral, Capítulo II, se introdujo en
el artículo 65 las disposiciones referidas al saneamiento procesal,
estableciéndose que iniciada la audiencia el Juez actúa las pruebas referidas a
las excepciones que hubieran sido propuestas, para luego emitir en el mismo
acto resolución declarando: 1) La validez de la relación jurídica procesal (…).
Para el Proceso Sumarísimo Laboral la situación era similar.
9
Recordemos sobre este punto que para Monroy Gálvez “el ambiente en donde la relación
jurídica sustancial es discutida, hecho que ocurre ante la presencia y dirección de un tercero en
9
condiciones civilizadas, se denomina comúnmente proceso o relación jurídica procesal ” En
MONROY GALVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. 3era Ed. Communitas. Lima.2009. p.
245.
10
TICONA POSTIGO, Víctor. El Debido Proceso y la Demanda Civil. 2da. Ed. Editorial Rhodas.
Arequipa. 1999. p. 532.
11
PEYRANO Jorge. El Proceso Civil, Principios y Fundamentos. Ed. Astrea. Buenos Aires.
1978. P. 281 y ss.
12
RIOJA BERMÚDEZ, Alexander. El Saneamiento Procesal: Necesaria Eliminación de la
Audiencia.
En
http://blog.pucp.edu.pe/item/75159/el-saneamiento-procesal-necesariaeliminacion-de-la-audiencia. Consultado por última vez el 11 de diciembre de 2012.
13
LEDESMA NARVÁEZ, Op. Cit. T. II p. 6.
9
Sin embargo, la NLPT no contempla, al menos de manera expresa, la
institución expurgatoria. En efecto, ni el proceso ordinario laboral, ni el proceso
abreviado laboral contemplan la existencia de una audiencia, y mucho menos
de una etapa para el saneamiento procesal, pues ni la audiencia de
conciliación, ni la audiencia de juzgamiento prevén un momento específico
para analizar la relación jurídica procesal en el proceso laboral.
Ahora bien, en la práctica judicial laboral de los dos últimos años, la
inexistencia de una etapa específica para el saneamiento procesal, no ha
impedido que los demandados cuestionen la relación jurídica procesal,
haciendo uso de las excepciones, que como sabemos son defensas de forma,
destinadas precisamente a cuestionar la ausencia o presencia defectuosa de
los presupuestos procesales y de las condiciones de la acción.
En este orden de ideas, en los casos en que los demandados han planteado
estas defensas de forma en el marco de un proceso ordinario laboral, el juez
laboral no toma conocimiento de las mismas hasta el momento de la audiencia
de conciliación, en que fracasada la misma, el demandado hace entrega del
escrito de contestación de demanda al despacho y a la parte demandante. En
el marco de los procesos abreviados laborales, la situación difiere ligeramente,
en tanto y en cuanto, las excepciones serán propuestas en el momento de la
contestación de demanda, dentro del plazo de 10 días de notificada la
demanda.
Pero la pregunta que subyace entonces es la siguiente: ¿Si no existe un
momento específico en la audiencia de conciliación o en la audiencia de
juzgamiento para resolver las excepciones y sanear el proceso, en qué
momento el juez debe realizar este acto?
En la práctica judicial, los jueces han decidido resolver las excepciones no en
la audiencia de conciliación, sino en la audiencia de juzgamiento. Es decir,
tanto en la etapa de confrontación de posiciones, como en la etapa de
alegatos, hay un momento reservado a la fundamentación oral de la excepción,
así como para el ofrecimiento y actuación de pruebas referidas a la excepción,
de tal manera que las excepciones son resueltas junto con la sentencia, es
decir, de manera similar a la forma en la que lo disponía el Código de
Procedimientos Civiles de 1912.
Entonces, cabría preguntarse que tan eficiente resulta que una excepción sea
resuelta en la audiencia de juzgamiento. Analicemos la situación con un
ejemplo: Imaginemos que un ex – empleador es demandado por un ex –
trabajador de su empresa para el pago de beneficios sociales impagos entre
los años 2002 a 2005, siendo que la relación laboral culminó en el año 2005, y
la demanda se interpone en el año 2012. En este sentido, el demandado
deduce una excepción de prescripción en aplicación de la Ley 27321 que
establece que las acciones por derechos derivados de la relación laboral
prescriben a los cuatro (4) años, contados desde el día siguiente en que se
extingue el vínculo laboral. De acuerdo a la práctica judicial actual, las partes
tendrían que esperar hasta la audiencia de juzgamiento, y discutir aspectos
10
relacionados al fondo de la controversia, cuando resulta evidente que ésta
excepción tendría que ser amparada, por lo que haber llevado el proceso hasta
la etapa de juzgamiento carece de sentido.
Es cierto que no en todos los casos las excepciones resultan tan evidentes
como para ser resueltas de inmediato, sin embargo, consideramos que esperar
para su resolución hasta la etapa de juzgamiento, contraviene expresamente la
finalidad de esta figura, que es evitar precisamente la existencia de sentencias
inhibitorias, y buscar tener en la mayoría de los casos sentencias que
resuelvan el conflicto de intereses laboral con relevancia jurídica.
Consideramos que el órgano jurisdiccional debería esforzarse en todo caso,
por resolver las excepciones bien en la misma audiencia de conciliación, bien
en una audiencia especial – si la complejidad de la excepción así lo exigiese –
pero de ninguna manera esperar hasta la propia audiencia de juzgamiento para
resolver las mismas.
Finalizamos nuestra reflexión sobre este punto, afirmando nuestra posición de
modificar la redacción de la NLPT, estableciendo la obligación del juzgador de
resolver las excepciones, sanear el proceso y establecer la existencia de una
relación jurídica procesal válida antes de culminar con la audiencia de
conciliación y de esta manera no regresar a la redacción de un Código de
Procedimientos Civiles redactado a la fecha, hace más de 100 años.
7. ACTIVIDAD PROBATORIA: ARTÍCULO 27 Y REQUERIMIENTO
PAGO A LA AUTORIDAD ADMINISTRATIVA DE TRABAJO:
DE PLANILLAS DE
Dentro del marco de la actuación probatoria desarrollada por la NLPT, uno de
los aspectos más importantes es la aplicación del segundo párrafo del articulo
27 que establece que la exhibición de planillas electrónicas es ordenada por el
juez al funcionario del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo
responsable de brindar tal información.
Comentando este artículo, VINATEA y TOYAMA 14 advierten que la NLPT
introduce aquí una innovación y deja de lado la presentación de las boletas de
pago y la exhibición física de las planillas para preferir las planillas electrónicas
y agregan que a diferencia de la Ley 26636 la obligación de exhibir planillas ya
no recae únicamente en el empleador, dado que la información está en poder
del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo.
Coincidimos parcialmente con la opinión de estos autores. En efecto, a partir
de la implementación progresiva de la planilla electrónica con el Decreto
Supremo 018-2007-TR, el Registro de Información Laboral (T- Registro) y la
Planilla Mensual de Pagos (PLAME), cada vez más empleadores que resulten
demandados en proceso judicial afirmarán sin faltar a la verdad que tienen
planillas electrónicas, como ya ha venido sucediendo en nuestra ciudad.
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VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Op. Cit. p. 142
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Sin embargo la aplicación de este artículo motiva también que el Juez tenga
que suspender la audiencia de juzgamiento, en la etapa de actuación
probatoria, para cursar un oficio al Ministerio de Trabajo y Promoción del
Empleo para la remisión de dichas planillas; y pese a lo que indica el referido
artículo 27, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo en todos los casos
responde que dichas planillas no se encuentran en su poder, sino en poder de
la Superintendencia Nacional de Aduanas y De Administración Tributaria
(SUNAT), lo que al final produce un efecto contradictorio: no sólo se aplaza la
audiencia de juzgamiento, sino que este aplazamiento resulta infructuoso pues
en la práctica el artículo 27 no resulta aplicable. En este punto, la realidad de
los hechos supera largamente al supuesto de hecho regulado por la norma.
8. LA RUPTURA DE LA INMEDIACIÓN PROCESAL. UN PROBLEMA DE PRESUPUESTO:
Una de las grandes ventajas que ofrece la NLPT en comparación a su
predecesora de 1996 es sin lugar a dudas la oralidad. Por primera vez en la
historia del proceso laboral en el Perú, una reforma en esta materia precede a
una reforma procesal civil, dado que hasta la entrada en vigencia de la NLPT,
las normas procesal laborales habían buscado su adaptación a los
ordenamientos procesales civiles que las precedían.
La oralidad, ha permitido pues abandonar el clásico esquema formulario del
proceso civil y replicado en la ALPT para pasar a un esquema mucho más
dinámico en el que de a pocos se va desterrando entre otras cosas el clásico
aforismo jurídico local “Señor Juez, me reservo el derecho para hacerlo por
escrito”. La oralidad permite a su vez que la inmediación entre las partes y el
Juez se haga mucho más efectiva.
Sin embargo, qué sucede cuando en el curso de un proceso laboral llegamos a
tener no sólo dos, sino hasta tres jueces que conocen el proceso en una misma
instancia. Grafiquemos la situación con un ejemplo. Imaginemos que el juez 1
es el que admite a trámite la demanda y convoca a las partes a la audiencia de
conciliación; en el marco de la audiencia de conciliación el juez se genera una
impresión sobre la naturaleza de la pretensión controvertida y de acuerdo a
esta posición invita a las partes a llegar a un acuerdo; sin embargo las partes
deciden que el proceso debe continuar por falta de acuerdo en detalles, pero
con el firme compromiso de seguir conversando para llegar a un acuerdo y
hacerlo llegar al juez.
Sucede que el día de la audiencia de juzgamiento, ya no está el juez 1, sino un
nuevo juez, el juez 2, quién tiene una posición diametralmente distinta respecto
a la situación controvertida, este juez conduce la audiencia hasta que llega el
momento en que tiene que suspenderla, pues dentro de las pruebas admitidas
se ha ordenado la remisión de un expediente judicial, y además la exhibición
de planillas electrónicas; cumplido este requisito y presentada la
documentación pertinente, en la fecha de continuación de la audiencia de
juzgamiento ya no encontramos al juez 2, sino a un juez 3, que acaba de
asumir funciones en dicho despacho y es quién finalmente va a conducir la
etapa de alegatos finales y la emisión de la sentencia.
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Consideramos que bajo ninguna circunstancia tener 3 jueces que conozcan un
mismo proceso en la misma instancia pueda resultar adecuado para las partes
y la resolución del proceso. Lamentablemente el contacto directo del juez con
las partes se pierde, la impresión que el juez 1 tuvo en la audiencia de
conciliación, no será la misma que la del juez 2 que fue quién actuó la mayoría
de medios probatorias y por supuesto no será la misma que la del juez 3 que
asumió competencia sólo para sentenciar.
La situación descrita es la única en el presente artículo en que la
responsabilidad se la debemos atribuir directamente al Gobierno Central y a su
incapacidad de asignar los recursos de manera eficiente, haciendo de la NLPT
una excelente norma en el papel, pero igual que cualquier otra ley procesal
anterior en la práctica.
9. CONCLUSIONES:
a) A dos años de la vigencia de la NLPT en Arequipa ha quedado
demostrado que la realidad de los hechos termina siempre superando
largamente a los supuestos de hecho previstos por el legislador.
b) La aplicación de la NLPT ha permitido demostrar que no se trata de
calificar a las normas jurídicas de buenas y malas, sino de advertir como
los operadores jurídicos manejamos estas normas.
c) La aplicación práctica de la NLPT nos ha permitido descubrir la
orientación del órgano jurisdiccional respecto a temas como la
competencia para conocer despidos incausados o fraudulentos, la
calificación del escrito de contestación de demanda, la rebeldía, el rol
conciliador del Estado, el saneamiento procesal y la actuación
probatoria, temas en su momento no acogidos o no bien desarrollados
por la norma.
d) La plena vigencia de los principios de oralidad, inmediación y
concentración que la NLPT propugna dependen mucho también de una
asignación eficiente de recursos del erario nacional para asegurar que
las normas no sólo tengan una excelente redacción, sino que también
tengan un excelente funcionamiento.
10. BIBLIOGRAFÍA:
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T II. Gaceta. Lima. 2009.

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como parte. En Libro de Ponencias del IV Congreso Nacional de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social organizado por la
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Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Cusco. 2010.
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MONROY GALVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. 3era Ed.
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
PEYRANO Jorge. El Proceso Civil, Principios y Fundamentos. Ed.
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
RIOJA BERMÚDEZ, Alexander. El Saneamiento Procesal: Necesaria
Eliminación de la Audiencia. En http://blog.pucp.edu.pe/item/75159/elsaneamiento-procesal-necesaria-eliminacion-de-la-audiencia.
Consultado por última vez el 11 de diciembre de 2012.

TICONA POSTIGO, Víctor. El Debido Proceso y la Demanda Civil. 2da.
Ed. Editorial Rhodas. Arequipa. 1999.

VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge.
Comentarios a la Nueva Ley Procesal del Trabajo. 1era. ED. Gaceta
Jurídica. Lima.2010
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