MARCABRÚ (1130-1149) [El otro día, cerca de un seto…]

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MARCABRÚ (1130-1149)
[El otro día, cerca de un seto…]
Pastorela
El otro día, cerca de un seto,
hallé a una humilde pastora,
llena de gozo y de discreción;
era hija de villana:
vestía capa y saya
pelliza y camisa terliz,
zapatos y medias de lana.
Fui hacia ella, por el llano:
-Moza -le dije-, hechicera,
me duele el frío que se os clava.
-Señor -así dijo la villana-,
gracias a Dios y a mi nodriza,
poco me importa si el vestido me desgreña,
pues estoy contentita y sana.
Moza – le dije-, cosa piadosa,
me he apartado del camino
para haceros compañía;
una moza tal, villana,
no debe, sin similar pareja,
apacentar tantos animales
en esta tierra solitaria.
Señor – respondió-, quienquiera que yo sea,
sé distinguir sensatez y locura.
Vuestro aparejamiento,
señor –así dijo la villana-,
que se quede donde debe,
pues hay quienes creen tener
dominios y sólo poseen jactancia.
-Moza de gentil condición,
caballero fue vuestro padre,
que os engendró en la madre,
que fue una cortés campesina.
Cuánto más os miro, más bella me sois,
Y por vuestro gozo me regocijo,
¡podríais ser un poco humanitaria!
Señor, todo mi linaje
y familia veo ir y venir
a la podadera y al arado,
señor –dijo la villana-,
pero hay quien se hace caballero
y debería labrar la tierra
los seis días de la semana.
Moza –le dije-, una gentil hada
os dotó, cuando nacisteis,
con una esmerada belleza,
sobre cualquier otra villana;
el doble de bella seríais
si me viera una vez
yo encima y vos debajo.
Señor, me habéis alabado tanto
que sería muy envidiada.
Ya que me habéis alzado en mérito,
señor – dijo la villana-,
tendréis como recompensa
el iros: ¡Pásmate, loco, pásmate!
Y un plantón a mediodía.
Moza, el corazón esquivo y arisco
se doma con el uso.
He aprendido, mientras,
que con una villana como vos
se puede hacer una buena compañía
con amistad de corazón,
si no engaña el uno al otro.
Señor, el hombre acuciado por locura
jura, ofrece y promete prendas;
así, me rendiríais homenaje,
señor –dijo la villana-,
pero por un peaje pobre
no quiero mi doncellez
cambiar por el nombre de puta.
Moza, toda criatura
vuelve a su naturaleza.
Aparejar una pareja
debemos vos y yo, villana,
ocultos, lejos de los pastos
donde estaréis más segura
para hacer la dulce cosa.
Señor, sí; pero como es justo,
el loco busca locura,
el cortés, aventura cortés
y el villano, la villana.
Es necesaria la sensatez allí
donde no se conserva la mesura,
según dicen los ancianos.
-Hermosa, con vuestra apariencia
no vi ninguna tan engañosa
ni de corazón tan traicionero.
-Señor, la lechuza os augura
que uno se emboba con las apariencias
y otro recibe el provecho.
BERNAT DE VENTADORN (1145-1180)
[Can vei la lauzeta mover]
Can vei la lauzeta mover
De joi sas alas contral rai,
Que s'oblid' e.s laissa chazer
Per la doussor c'al cor li vai,
Ai tan grans enveya m'en ve
De cui qu'eu veya jauzion,
Meravilhas ai, car desse
Lo cor de dezirer no.m fon.
Ai, las tan cuidava saber
D'amor, e tan petit en sai,
Car eu d'amar no.m posc tener
Celeis don ja pro non aurai.
Tout m'a mo cor, e tout m'a me,
E se mezeis e tot lo mon!
E can se.m tolc, no.m laisset re
Mas dezirer e cor volon .
Anc non agui de me poder
Ni no fui meus de l'or' en sai
Que.m laisset en sos olhs vezer
En un miralh que mout me plai.
Miralhs, pus me mirei en te,
M'an mort li sospir de preon,
C'aissi.m perdei com perdet se
Lo bels Narcisus en la fon.
De las domnas me dezesper!
Ja mais en lor no.m fiarai!
C'aissi com las solh chaptener,
Enaissi las deschaptenrai.
Pois vei c'una pro no m'en te
Vas leis que.m destrui e.m cofon,
Totas las dopt' e las mescre,
Car be sai c'atretals se son.
D'aisso's fa be femna parer
Ma domna, per qu'e.lh o retrai ,
Car no vol so c'om deu voler,
E so c'om li deveda, fai.
Chazutz sui en mala merce,
Et ai be faih co.l fols en pon!
E no sai per que m'esdeve,
Mas car trop puyei contra mon.
Merces es perduda, per ver,
Et eu non o saubi anc mai,
Car cilh qui plus en degr'aver,
No.n a ges, et on la querrai
A can mal sembla, qui la ve,
Qued aquest chaitiu deziron
Que ja ses leis non aura be,
Laisse morrir, que no l.aon
Pus ab midons no.m pot valer
Precs ni merces ni.l dreihz qu'eu ai,
Ni a leis no ven a plazer
Qu'eu l'am, ja mais no.lh o dirai.
Aissi.m part de leis e.m recre!
Mort m'a, e per mort li respon ,
E vau m'en, pus ilh no.m rete,
Chaitius, en issilh, no sai on.
Tristans, ges no.n auretz de me,
Qu'eu m'en vau, chaitius, no sai on.
De chantar me gic e.m recre,
E de joi e d'amor m'escon .
[Cuando veo que la alondra mueve sus alas…]
Cuando veo que la alondra mueve sus alas, alegremente jugando contra
un rayo de sol
y que, olvidándose de sí misma se desvanece y cae, poseída por tanta
dulzura que le llega al corazón, ¡qué envidia siento de cualquiera que esté
alegre! Me sorprende que mi pecho, anhelando esa pasión, no me estalle.
¡Ay de mí! Creía saber mucho de amor, mas nada sé. Pues no puedo dejar
de amar a aquella de quien nada alcanzaré. Me ha robado el corazón, de
todo me ha despojado, de sí misma y del mundo entero. Y cuando se fue,
nada me quedó salvo un corazón anhelante.
Nunca tuve ya dominio sobre mí, ni fui mi dueño, desde que me dejó
mirar en sus ojos, espejo tan grato. Espejo: desde que en ti me vi, muero
de hondos suspiros. Hundido y perdido caigo, como cayó Narciso en su
fuente, para nunca levantarse.
Desespero de las damas; jamás me fiaré de ellas. Y así como las defendí,
desde ahora las desampararé. Ninguna de ellas me ayuda a prevenirme de
quien me confunde y me destruye. Todas son temibles, no creo en ellas,
todas son iguales.
Así, mi dama es verdadera mujer, y yo se lo reprocho, porque no quiere lo
que debe, y lo que se le prohíbe, eso hace. He caído en desgracia, estoy
como el loco en el puente. ¿Por qué será? Quizá he aspirado a
demasiado.
La piedad ya no existe, y yo sin enterarme... Quien más debía tener,
ninguna tiene, ¿dónde he de buscarla? ¡Quién hubiera creído que iba a
dejar morir a este cautivo anhelante que ningún bien tendrá sin ella!
Con mi señora de nada me valen ni ruegos, ni piedad, ni derecho. No
quiere que la ame.. y nunca más se lo diré. Me voy, me marcho, ella me ha
matado y como muerto le hablo, preso me voy, ya que no me retiene, a un
exilio incierto.
Tristán, nada tendrás ya de mí, pues me voy, cautivo, no sé a dónde. No
canto más, nada más quiero saber de la alegría y el amor.
GUILLEM DE CABESTANY (Finales del siglo XII-1212)
[La dulce tristeza]
Cançó
I
La dulce tristeza
Que a menudo me da el amor,
mujer, me hace decir
de vos muchos versos agradables.
Pensando, contemplo
vuestro cuerpo amado y gentil,
que tanto deseo
mas sin que sea evidente.
Y aunque me aparto del camino
por vos, no reniego de vos,
y es que siempre os suplico
con amor fiel.
Señora cuya belleza reluce,
muchas veces me olvido de mí
cuando os alabo y os solicito.
II
Que siempre me deteste
el amor que os prohíbe a mí
si alguna vez el corazón desvío
hacia otro afecto.
Me habéis tomado la sonrisa
y dado pesar:
más grave martirio
ningún hombre siente;
porque yo más anhelo
que a ninguna otra cosa que en el mundo esté
rehúso e ignoro
y maltrato en apariencia;
todo lo que hago por temor
y de buena fe
de tener, incluso cuando no os veo.
III
En la memoria
tengo la cara y la dulce sonrisa,
vuestro valor
y el hermoso cuerpo blanco y liso;
si en mi creencia
fuera tan fiel a Dios,
vivo sin duda
entraría en el paraíso;
que así estoy
de todo corazón rendido
que otra no me da gozo;
que a ninguna otra de las más señoriales
yo no le pediría
yacer ni ser su amante
a cambio de un saludo vuestro.
IV
Todo el día siento
el deseo, tanto me gusta
el encantamiento
de vos al que estoy sometido.
Bien me parece que me vence
vuestro amor, que antes que os viera
era mi pensamiento
amaros y serviros;
así he estado
sol, sin ninguna ayuda
con vos, y he perdido
muchos favores: ¡Quién quiera que los tome!
Que a mí me place más esperaros,
sin ningún acuerdo conocido
ya que de vos me ha venido el gozo.
V
Antes de que se encienda
sobre el corazón el dolor,
gracias desciendan
en vos, señora, y Amor:
que el gozo a vos se libre
y me aleje de suspiros y llantos,
no os separen de mí
nobleza ni riqueza;
que se me olvida todo bien
si con vos no encuentro acogida.
Ah, bella y dulce criatura,
sería una gran bondad
si la primera vez que os solicité
me hubierais amado mucho o nada,
porque ahora no sé donde estoy.
VI
No encuentro armas
contra vuestros poderes;
piedad os pido
de tal forma que sea honorable.
Que no me escuche
Dios entre los que ruegan
si yo quiero la renta
de los cuatro reyes mayores
a cambio que con vos no me valgan
ni la piedad ni la buena fe;
ya que no me puedo alejar de ningún modo
de vos, en quien he puesto
mi amor, y si fuera aceptado
besando, y os gustara,
nunca me querría libre.
VII
Nunca nada que a vos os apetezca,
franca y cortés señora,
no me será prohibido
que no me apresure en hacerlo
sin pensar en otra cosa.
VIII
Raimón, la belleza
y el bien que hay en mi dama
me tiene gentilmente atado y preso.
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