La literatura: otro estado del alma Cuando repaso los recuerdos de algunos momentos de mi vida, inevitablemente pienso en mi niñez y en la relación tan estrecha que desde niña tuve con los libros. Recuerdo que mis amigas iban a la casa a buscarme para salir a jugar y yo me negaba porque pensaba que abandonar la lectura del libro que en ese momento tenía en mis manos, sería un acto imperdonable. En la biblioteca de mi colegio había un cartel con una frase de un poeta persa, Omar Cayan, y decía: “El mundo es un tablero cuyos cuadros son noches y son días, y el azar a su antojo nos mueve, como piezas; luego las piezas a la caja van”, para mí era muy difícil comprender aquella frase, por mi edad y porque a los 10 años los sueños se remontan sobre la realidad. Mi profesora de Español de cuarto y quinto grado solía leernos El Principito, siempre al inicio de cada periodo escolar, como si nos diera a entender que la vida empezaba y se repensaba en diferentes momentos y con especial acento nos leía en voz alta esta frase “Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”…cómo interpretar el significado de aquellas palabras y los mensajes de vida de un escritoraviador como Antonie de Saint-Exupery, que escribió este corto pero contundente libro, un día mientras se hospedaba en un hotel de Nueva York, cómo comprender a tan corta edad las metáforas de la vida, cómo entender lo que nos quería mostrar en cada personaje de los 6 planetas que visitó El Principito: el rey, que simbolizaba la autoridad y lo peor la “ambición de poder”; El vanidoso, que mostraba el egoísmo y la vanidad del ser humano; el borracho, que representaba la falta de fuerza de voluntad y superación humana; el hombre de negocios, que se la pasaba contando las estrellas que pensaba poseer sin interesarse por el nombre de estas, sólo por su avaricia; el geógrafo, que no hacía otra cosa que elaborar mapas pero jamás dejaba su escritorio para experimentar, para conocer, para ver por sí mismo, y el farolero que siempre hacia sólo lo que debía hacer, sin tiempo para nada más. Con el tiempo comprendí que los libros se deben releer en diferentes momentos de la vida y que los personajes que en ellos aparecen, algunas veces, están hechos de algo de nosotros mismos y aquella frase donde se comparaba la existencia con un tablero de ajedrez me permitía entender que nuestra realidad está hecha de vigilia y de sueño, de razón y de imaginación, de alegría y de tristeza, de cosas posibles y de imposibles, de personas justas y de absolutas injusticias, y que nada se nos olvida, que los libros nos conducen a diferentes estados y que el alma se siente muy cómoda entre algunas líneas, entre algunos personajes, entre algunos textos. “Un puñado de personajes literarios ha marcado mi vida de manera más durable que buena parte de los seres de carne y hueso que he conocido” .Esto expresa Mario Vargas Llosa en uno de sus ensayos sobre Madame Bovary. Definitivamente la literatura no pretende adulterar la realidad, sino extraer de ella toda la complejidad de sus sentidos, de nuestros sentidos. Erika Mercedes Novoa P. Docente Español y Literatura