11 El reto de la monarquía británica

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Enrique Neira Fernández
11 El reto de la monarquía
británica
Con el divorcio de la Princesa Diana y su accidentada
muerte, todo el mundo ha vuelto sus ojos hacia la casa real
inglesa. Diana, con su figura legendaria, logró elevarse muy
por encima de la institución monárquica. Pero inevitablemente
su pugna trágica con los Windsor ha golpeado más duro a la
casa real britanica que muchos años de proclamas republicanas
escuchadas en el Parlamento y trasmitidas por los medios de
comunicacion. La gente cuestiona, hoy más que antes, la
monarquía británica. Y esta ha sido una hazaña involuntaria
de la Princesa Diana, estuviere resentida o no. La muerte de
Diana ha disparado un debate sobre el Palacio de Buckingham
y la abadía de Westminster: ¿Qué viene pasando allí ?, ¿Qué
va a pasar ?
MONARQUIA
Es el sistema político en el que un individuo es soberano, y
usualmente de por vida. El monarca suele provenir de una
familia noble por tradición y hereda el trono, aunque algunos
han logrado la corona a la fuerza y otros han sido electos. La
monarquía es probablemente la más antigua forma de gobierno.
Los antiguos griegos y romanos establecieron repúblicas, pero
estas dieron lugar eventualmente a monarquías, que en Europa
adquirieron tal importancia en los siglos XVI y XVII (cuando
se formaron las naciones-estados), que pudo hablarse de
monarquías <absolutas> o despóticas. En ellas, el monarca era
el Estado, estaba por sobre la Ley. Poco a poco, comenzando
por Inglaterra, este tipo de monarquía absoluta fue
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convirtiéndose en monarquía <constitucional>, en la que el rey
estaba sujeto a las provisiones de una Constitución y a los actos
de una Legislatura.
DIVERSAS CORONAS
A pesar de que en 1965 el ex rey Farouk de Egipto dijera
que <dentro de poco sólo quedarán en Europa cinco reyes, los
cuatro de la baraja y el de Inglaterra>, el hecho es que hoy
existen por Europa y el mundo varias monarquías de diferente
tipo. Hay monarquías parlamentarias, que garantizan la
democracia y el desarrollo de la sociedad. Hay monarquías de
corte feudal, en los países árabes, sin democracia pero muchos
petrodólares. Hay coronas discretas y queridas por sus pueblos,
como las actuales de Suecia, de Noruega, de Dinamarca, de
Bélgica, de Liechtenstein, de los Países Bajos, de Luxemburgo.
Hay coronas con aventuras y desventuras, como la casa Grimaldi
(Principado de Monaco) y otras horripilantes como la de
Marruecos, donde el Rey Hassan II es dueño de vidas y
haciendas y maneja un gigatesco negocio de hachís. Hay coronas
exóticas, unas más simbólicas que otras, como las del actual
Japón (Hito), Tailandia (Bhumibol), Camboya (Sihanouk),
Arabia Saudita (Fahd), Brunei (sultán Bolkiah, el hombre más
rico del mundo), Jordania (Hussein), Nepal (Birendra Shah),
Kuwait, Qatar, Oman y los Emiratos Unidos (con emires de
mucho poder), Malasia en una confederación de sultanes que
rotan a su rey cada cuatro años…
Entre todas, por más allegada a nosotros, destaca la Corona
española en su nueva etapa (desde hace 21 años) con el Rey
Juan Carlos y la Reina Sofía. Ambos han sabido granjearse el
aprecio y cariño de sus súbditos; han logrado evitar los
escándalos; han sabido reinar sin gobernar (el Rey no tiene
siquiera poder de veto contra las leyes del Parlamento),
constituyéndose en guías del pais y en símbolo efectivo de
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unidad e integración política y social del mismo. El Rey ha
sido factor decisivo en preservar la actual democracia española,
como cuando se intentó un golpe militar en febrero de 1981. El
Rey mostró que servía para mucho.
LA DINASTIA WINDSOR
A diferencia de la corona española, la británica ha dado pie
para que la prensa amarillista haga y deshaga a su gusto. Libros
como The Royals (Los personajes reales) de Kitty Kelly son
minuciosos en el recuento de la historia de los Windsor, con
sus capítulos de matrimonios sin amor, hipocresía, desmedida
ambición, infidelidades de rutina, escasa atención a la educación
de los príncipes, alcoholismo, abusos de droga, tendencias
depresivas…
En 1901, muere la famosa Reina Victoria y hereda el trono
su hijo Berti, como Eduardo VII, quien fue ampliamente
criticado por su incompetencia, vida disoluta y frecuentes
escapadas a París (huesped preferido de la suite real del Hotel
Ritz). Los sentimientos antigermanos de comienzo de siglo
obligaron a la familia real de Inglaterra a cambiar su apellido
(Saxe-Coburg Gotha) por el de Windsor. Tras la muerte de su
hermano mayor Alberto Víctor (adicto a las drogas), el príncipe
Jorge se convierte en heredero al trono de su padre Eduardo
VII y es el futuro Rey Jorge V, casado con una mujer inteligente
y educada, que lo hizo feliz, Victoria María de Teck (May).
Los dos hijos mayores de este matrimonio fueron David,
Príncipe de Gales, quien se convertiría en Eduardo VIII (quien
abdicó en 1936 para casarse por lo civil con Wallis Simpson) y
Alberto, Duque de York, bien casado con la aristocrática
Elizabeth Bowes-Lyon, quien llegó a ser el Rey Jorge VI, padre
de la actual Reina Isabel II y de su hermana la princesa
Margarita. Isabel se casó en 1947 con el príncipe Felipe de
Grecia y Dinamarca, cuyo apellido alemán Schleswig-Holstein50
Observatorio III
Sonderburg fue cambiado por uno más acorde con el inglés
como es el de Mountbatten. Su primer hijo, heredero actual, el
príncipe Carlos, nació el 12 de noviembre de 1948 en una
habitación del Buckingham Palace.
EL FUTURO DE LA DINASTIA INGLESA
En octubre de 1994, The Economist de Londres dedicó una
portada a la Corona británica, bajo el título <Una idea cuyo
tiempo ha pasado>. Las aventuras y desventuras de la familia
Windsor no cesaron desde entonces, hasta llegar al trágico
desenlace del 31 de agosto pasado. El duelo masivo y cariñoso
con que el pueblo inglés acompañó los despojos de la Princesa
Diana confirma el aprecio grande que todavía tiene a la
monarquía, a la que considera parte entrañable de su historia,
de su grandeza, de su misma idiosincracia. Pero, a la vez, el
pueblo inglés mostró frente a la monarquía que prefiere el estilo
directo, cercano, popular de los personajes reales (encarnado
por Lady Diana) y nó el estirado, encorsetado y distante de la
actual casa Windsor. Vargas Llosa ha comparado la dinastía
inglesa con una momia de las pirámides del Nilo o de las selvas
mayas o del desierto de Nazca; momia que para que sea
respetable y misteriosa, se la debe mantener alejada en la
penumbra, sin exponerla a la luz ni al manoseo de las incautas
muchedumbres.
La rebeldía y el cuestionamiento representado por la Princesa
Diana frente a la Corona británica reside en que no aceptó el
papel de momia que se le quiso asignar e intentó ser la mujer
emergente de final de siglo. Por eso también, la opinión pública
coquetea ahora con la imagen adolescente del Príncipe
Guillermo (que luce la misma fragilidad, mirada lánguida y
sonrisa de su madre), a quien preferiría ver como futuro Rey
de Inglaterra más que al elusivo, frio, apergaminado Príncipe
Carlos.
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Monarquía y anacronía no son sinónimos. Pero hoy una
monarquía en democracia no puede sobrevivir de espaldas a
su pueblo. No deja de ser paradógico que sean la leyenda de
Diana y la frescura laborista de Tony Blair las que acuden a
rescatar como salvavidas a una familia real que venía
distanciándose de la realidad actual y de sus súbditos de carne
y hueso. La dinastía Windsor o se airea o se marchita !
FRONTERA, 29 setiembre 1997
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