ARGENTINA, BRASIL Y EL FUTURO DE LA INTEGRACIÓN

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ARGENTINA, BRASIL Y EL FUTURO DE LA
INTEGRACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA
SUDAMERICANA
AUTOR: VALTIR DE SOUSA, Coronel de Caballería.
INSTITUCIÓN DE PROCEDENCIA: Centro de Estudios Estratégicos del Ejército
(CEEEx), del Estado-Mayor del Ejército (EME), de la República Federativa de Brasil.
DIRECCIÓN ELECTRÓNICA: [email protected].
RESUMEN:
Los bloques económicos fortalecen sus miembros. Para Argentina y Brasil, la
integración sudamericana es vital. Pero, existen factores externos (oposición al bloque
que viene de los EE.UU. y los TLC firmados en desventaja) e internos (conflictos de
intereses políticos, económicos o militares, actor-actor, algunos aún latentes), que
dificultan su evolución. Pero, hay posibilidades de conformación efectiva de un bloque,
lo que depende de los Estados principales. Conviene que los discursos de los gobiernos
de las economías más importantes sea de armonización con sus potenciales socios y que
se propongan alternativas para los socios que se alejan, sea por ideologización sea por
seducción de los TLC o acuerdos bilaterales. Argentina se fortalecerá si acercarse más a
Brasil, su socio regional principal. Así, la UNASUR será más fuerte.
PALABRAS CLAVE: Argentina. Brasil. Integración. UNASUR. Evolución.
NOTA BIOGRÁFICA DEL AUTOR, CORONEL VALTIR DE SOUSA, JEFE
CENTRO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DEL EJÉRCITO:
Es natural de Itápolis-SP, Brasil. Se graduó por la Academia Militar das Agulhas
Negras, en 1987. Es Maestro en Ciencias Militares. Posee MBA en Inteligencia
Estratégica. Recibió el DELE, Nivel Superior (Maestría), del Instituto Cervantes.
Realizó, en la República Argentina, el Curso de Especialización en Análisis de
Inteligencia Estratégica, en el Instituto de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (IIFA).
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1. INTRODUCCIÓN
En el campo económico, desde mediados del Siglo XX hasta los albores del Siglo XXI,
el mundo de la globalización se ha caracterizado por el flujo transnacional de bienes,
por el desarrollo económico y por los procesos de integración regional, entre otros. La
búsqueda, por los Estados, de ampliación y de consolidación de espacios económicos
conlleva la creación de bloques regionales.
Bloques como el North America Free Trade Agreement (NAFTA), la Unión Europea
(UE), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la Cooperación Económica
de Asia-Pacífico (APEC), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad
Andina de Naciones (CAN), la Comunidad del Caribe (CARICOM), la Unión de las
Naciones Sudamericanas (UNASUR), el Brasil, Rusia, India y China1 (BRIC); Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) e India, Brasil y Sudáfrica (IBSA) 2 son
algunos de los actores internacionales modernos presentes en el tablero internacional.
La concreción de bloques económicos regionales tiene por finalidad fortalecer cada uno
de sus miembros, allende sus organizaciones, en las relaciones internacionales. En el
caso de “potencias emergentes”, como Brasil, y de “países recientemente
industrializados”, como Argentina, ese proceso de integración económica se torna,
inclusive, vital para su supervivencia como naciones, ya que los Países Centrales, más
desarrollados, se tornaron aún más poderosos cuando formaron bloques con sus socios y
vecinos, como ocurrió con la UE y con el NAFTA, formado por Estados Unidos
(EE.UU.), Canadá y México.
El mundo globalizado actual aún se caracteriza por el policentrismo, que implica en
distribución internacional más equitativa de riquezas y un cambio radical de relaciones
políticas.
1
El siglo XXI ya apunta para una rivalidad estratégica entre Estados Unidos (EE.UU.) y China. Brasil es
para China su principal socio latinoamericano. En tanto, China es para Brasil, desde 2009, su primer socio
comercial. Equiparables en recursos y capacidades como “potencias emergentes”, despliegan una activa
diplomacia global que impone coincidencias sobre divergencias. Brasil es para China fuente de alimentos
y recursos minerales (Cesarin 2012, 22).
2
El grupo IBSA fue creado en 2003, por iniciativa de Sudáfrica y recibió la adhesión inmediata de Brasil
e India. Hasta el presente, el grupo realizó seis reuniones ministeriales, seis reuniones de jefes de Estado y
de Gobierno y opera con un marco institucional que reúne dieciséis grupos de trabajo. El BRIC fue
formado en 2006, con la participación de Brasil, Rusia, India, China, a los cuales se incorporó Sudáfrica
en 2011, cuando pasó a ser llamado BRICS.
-3-
Las instituciones internacionales establecidas: Organización de las Naciones Unidas
(ONU), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), sin hablar del G7G8, convertido en G-203 evolucionan para reflejar nuevas realidades. “Dada la
multiplicidad y la amplitud de los desafíos mundiales, la mutación vuelve a plantear de
manera urgente la cuestión de la cooperación entre Estados” (Golub 2009, 12).
El presente trabajo pretende exponer, grosso modo, cómo se encuentra la evolución del
proceso de integración sudamericano en este momento en que la competencia global
estratégico-económica soslaya la competencia global estratégico-militar, que la
coyuntura presenta un incremento de la regionalización de los acuerdos de comercio, de
cooperación y de acercamiento político y pretende concluir cuáles son los rumbos que
seguirán los socios estratégicos4 de Sudamérica. El tema propuesto será analizado de
manera regional, enfatizando el rol de sus principales actores, Argentina y Brasil, a raíz
de que Sudamérica (así como México, Caribe, Centroamérica y África) no es parte del
Occidente (o civilización occidental), según el pensamiento manifiesto de Samuel
Huntington5 y de la mayoría de los autores que lo siguen.
La hipótesis que norteará el presente trabajo es que obstáculos externos y obstáculos
internos pueden llegar a dificultar la evolución de la integración económica y política
del subcontinente sudamericano, a raíz de que hay actores internacionales de peso que
por ello luchan y que la fragilidad de las relaciones políticas actor regional-actor
regional, además de limitar el proceso de integración, puede llegar a impedirlo.
3
El Grupo de los 20 (G-20) reúne regularmente, desde 1999, a jefes de Estado (o Gobierno) y otros
representantes de todo el mundo. Es formado por Unión Europea (UE), como bloque económico, más 19
países: los siete más industrializados (G-7) (Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón y Reino
Unido) más Rusia (que completa el G-8), las “potencias emergentes” (G-5) (Brasil, China, India, México
y Sudáfrica) y algunos de los “países recientemente industrializados” (Arabia Saudita, Argentina,
Australia, Corea del Sur, Indonesia y Turquía).
4
La Política de Defensa Nacional (PDN) brasileña considera que “el subcontinente de Sudamérica es el
ambiente regional en el cual Brasil se inserta. Buscando profundizar sus lazos de cooperación, el País
visualiza un entorno estratégico que sobrepasa la masa del subcontinente e incluye la proyección por la
frontera de Atlántico Sul y los países linderos de África” (Brasil 2005b, 8).
5
Latinoamérica, aunque es un vástago de la civilización europea, incorpora, en grados diversos,
elementos de las civilizaciones indígenas, que no existían en Europa y que fueron eficazmente aniquiladas
en Norteamérica, y cuya importancia oscila entre dos extremos: México, América Central, Perú y Bolivia
(con una gran cantidad de indígenas y mestizos en su población) por una parte, y Argentina y Chile
(países que poseen una gran cantidad de habitantes oriundos de países europeos), por otra. La evolución
política y el desarrollo latinoamericanos se han apartado claramente de los modelos predominantes en los
países del Atlántico Norte. Occidente, pues, sólo incluye Europa y Norteamérica, más otros países de
colonos europeos, como Australia y Nueva Zelanda (Huntington 2004, 51–52). Brasil, la Argentina y sus
socios estratégicos principales son considerados pertenecientes a una civilización occidental con fuerte
influencia negra e indígena, no se incluyendo en la dicha civilización típicamente occidental.
-4-
2. OBSTÁCULOS EXTERNOS E INTERNOS A LA GESTACIÓN DE LA
INTEGRACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA SUDAMERICANA
Se puede decir que el proceso reciente de integración sudamericano empezó en 1960,
con la gestación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que
fue sucedida, en 1980, por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Las
dos asociaciones sirvieron de palanca para la generación de dos vertientes recientes de
la integración de Sudamérica: el MERCOSUR y la CAN, cuya posibilidad de
concreción era prevista en los acuerdos de creación de ALADI.
2.1. Obstáculos externos a la integración regional
El MERCOSUR comenzó con los tratados firmados en 1986 y 1988, entre Brasil y
Argentina, que preveía la cooperación, integración y constitución de un área de libre
comercio entrambos países. En 1991, fue firmado el Tratado de Asunción, entre Brasil,
Argentina, Uruguay y Paraguay, que creaba un bloque regional entre los cuatro países,
iniciando como un área de libre comercio y transformándose, en 1995, en unión
aduanera. El objetivo, a lo largo del tiempo, siempre fue atingir algo más avanzado en
materia de integración, como un mercado común, en los moldes de la UE.
Por su vez, la CAN, llamada de Pacto Andino hasta 1996, fue creada por medio del
Acuerdo de Cartagena, en 1969. La constituyen Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú.
Venezuela participó de 1973 hasta 2006. Chile se alejó del bloque en 1977. Se formó,
inicialmente, una zona de libre comercio, que se transformó en unión aduanera en 1995.
En 2004, sus países miembros firmaron la Declaración de Cuzco, que lanzó las bases de
la UNASUR, uniendo CAN al MERCOSUR, en zona de libre comercio subcontinental.
La idea de unificación de los dos bloques regionales6, a los cuales se sumarían Chile,
Guayana y Surinam, denominada Área de Libre Comercio Sudamericano (ALCSA) fue
planteada en los años 1990, por el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE) de Brasil.
6
La Declaración de Cuzco sobre la CASA, firmada en 2004, afirma que el espacio sudamericano
integrado se desarrollará y perfeccionará impulsando la profundización de la convergencia entre
MERCOSUR, la Comunidad Andina y Chile, a través del perfeccionamiento de la zona de libre
comercio, apoyándose en lo pertinente en la Resolución 59 del XIII Consejo de Ministros de la ALADI,
del 18 de octubre de 2004, y su evolución a fases superiores de la integración económica, social e
institucional. Afirma todavía que los Gobiernos de Surinam y Guayana se asociarán a este proceso (Brasil
2005a, 98).
-5-
Su intento era contraponerse al proyecto estadounidense “Iniciativa para las Américas”,
que luego sería designado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El
proyecto ALCSA, retomado en 2003, se llamaría primero Comunidad Suramericana de
Naciones (CASA) y se rebautizaría en 2007, como UNASUR.
Desde aquel entonces, el principal objetivo estratégico de Brasil y socios, en el ámbito
sudamericano, pasó a ser la regionalización de la integración económica, o sea, la
conformación de un nuevo bloque económico, siguiendo tendencias mundiales. Esa
conformación no era novedad, ya que era un deseo manifiesto y un ideal por el cual se
empeñaron algunos de los principales líderes y libertadores subcontinentales.
El MERCOSUR es una de las prioridades de la Política Externa brasileña. En el
Consenso de Buenos Aires, firmado por los ex Presidentes de Brasil, LUIZ INÁCIO
LULA DA SILVA, y de Argentina, NÉSTOR KIRCHNER, en 2003, los gobernantes
ratificaron su convicción de que el bloque no puede ser solamente comercial, pero, al
contrario, constituye un espacio catalizador de valores, tradiciones y de futuro
compartido. Aún afirmaron que los dos gobiernos trabajaban para fortalecerlo a través
del perfeccionamiento de sus instituciones, en el ámbito comercial y político, y por
medio de la incorporación de nuevos países.
La idea era extender la invitación a participar a todos los países sudamericanos, ya que
la integración regional constituye una opción para fortalecer la inserción de los dos
países en el mundo, aumentando así su capacidad de negociación (Brasil 2007, 64–65).
Desde aquel tiempo, la política externa y de comercio exterior de Brasil no descuida de
sus tradicionales relaciones comerciales con China y EE.UU., sus principales socios
individuales, pero prioriza la intensificación de relaciones con socios de Sudamérica.
Siendo la función del bloque económico realizar la integración económica entre sus
miembros y aumentar la capacidad conjunta y de cada uno de ellos en las negociaciones
internacionales, tal hecho fue demostrado en las negociaciones del bloque con la UE, en
el contexto de la Organización Mundial del Comercio (OMC)7; y con los EE.UU.
7
Ya se observa que las denominadas “potencias emergentes”, agrupadas en distintos foros regionales e
internacionales, buscan potenciar su voz en la escena internacional, se atreven a reclamar el poder político
que corresponde al peso de su población y a su participación creciente en el producto mundial y defienden
un nuevo orden internacional multipolar. Hicieron sus primeras armas en la OMC, donde el principio “un
Estado, un voto” les permitió contrarrestar el avance de los Países Industrializados. Hoy, exigen la
reforma del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU, principal bastión del statu quo internacional, y mayor
poder de decisión en los organismos financieros (Stancanelli 2012, 2˗3).
-6-
En esas negociaciones con los EE.UU., en lo que se refiere a la creación del ALCA,
aquel país acusó a Brasil y Argentina de sabotear la iniciativa. Pero, al fin de las
negociaciones entre las dos partes, Brasil y sus socios admitieron transferir para la
OMC las cuestiones de su interés, agricultura y antidumping. En contrapartida, los
EE.UU. concordaban que los temas de su interés, como inversión, compras
gubernamentales, propiedad intelectual y servicios, serían tratados de forma limitada o
no obligatoria en el ALCA.
El punto central del acuerdo era que los países podrían asumir diferentes niveles de
compromiso en cuanto a los acuerdos del ALCA. Se aprobó, en lo fundamental, la
propuesta brasileña, que insistía en la reducción de los subsidios agrícolas de los
Estados Unidos, en contra al modelo propuesto por los EE.UU. Eses anunciaron que
negociarían acuerdos bilaterales dentro de su propio modelo de ALCA, cuyas
condiciones fueron aceptadas por Uruguay y Chile, entre otros.
Aprovechándose de eses mismos acuerdos, en 2004, en Puebla, México, bajo el
liderazgo norteamericano, un grupo de 14 países (G-14), quienes ya habían realizado o
estaban en proceso de realización de acuerdos comerciales bilaterales con el hegemón,
buscó recolocar la propuesta original del ALCA, rompiendo con acuerdos anteriores. Y
los EE.UU. aún se recusaban a incluir en la agenda del bloque temas que interesaban a
los suramericanos, que les eran desfavorables.
Tal hecho impidió el avance de las negociaciones. Así, en la Cumbre de las Américas,
realizada en 2005, en Argentina, el MERCOSUR no incluyó el tema ALCA en las
discusiones, y se discutió cuestiones como desempleo y pobreza. El entonces Presidente
HUGO CHAVES, de Venezuela, declaró que se habían sepultado a ALCA.
Por ocasión de la Cumbre de los Jefes de Estado del MERCOSUR, realizada en 2006,
en Argentina, el Presidente LULA afirmó que simplemente no se hablaba más de
ALCA. La postura de los EE.UU. tuvo reflejos. Y la situación empeoró, en la medida
que el Presidente HUGO CHAVES, de Venezuela (que procesa una refundación8 y que
ha entrado recientemente en el MERCOSUR) aumentaba su retórica de confronto y de
demonización de EE.UU.
8
Conforme está en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “con el fin supremo de
refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y
pluricultural…” (Venezuela 2000, 9).
-7-
El Presidente caribeño, que se juzgaba la reencarnación de Bolívar, luchaba por la
hegemonía regional pero, por su retórica, el líder del NAFTA lo ha considerado en el
mismo nivel de Iraq, Corea del Norte, Irán etc.
Sobre la experiencia bolivariana, tras los años de Gobierno CHÁVEZ, se puede
considerarla la primera ruptura de un gobierno sudamericano con las directivas del
Consenso de Washington. En 1998, ningún otro presidente tenía simpatías por las
políticas chavistas, pero, en 2006, ese cuadro cambió considerablemente, no por los
éxitos bolivarianos, sino por el fracaso de la aplicación de la agenda neoliberal en la
región (Barros 2007, 110).
Venezuela se lanzó activamente, con HUGO CHÁVEZ, especialmente en el campo
teórico, en búsqueda de los objetivos fundamentales de su política exterior: lucha por un
orden mundial multipolar y una integración regional, lo que la coloca, especialmente en
el campo mediático, en posición de confrontación con Washington y de acercamiento
con gobiernos como los de Cuba, Irán, Rusia y China.
Modernización de las Fuerzas Armadas, acuerdos para venta de petróleo para diferentes
mercados, principalmente para los socios de la Alianza Bolivariana para las Américas
(ALBA)9 y una política activa con los vecinos, principalmente Bolivia, Ecuador,
Nicaragua, Cuba y Argentina, ganan gran destaque en todo el mundo. El gobierno
venezolano del Presidente CHÁVEZ se tornó para los medios de comunicación,
especialmente de los EE.UU. y de Europa, sinónimo de oposición a los intereses de la
Casa Blanca (Monteiro 2007, 120).
Los ideales chavistas son seguidos por el actual Presidente NICOLÁS MADURO, que
asumió en 2013. El elegido continuó la agenda internacional adoptada por el difunto
Presidente CHÁVEZ, que defendía la integración regional y se declaraba enemigo del
capitalismo, al tiempo que articulaba alianzas estratégicas con Irán, Bielorrusia y China.
9
El ALBA se compone de la República Bolivariana de Venezuela (2004), República de Cuba (2004),
Estado Plurinacional de Bolivia (2006), República de Nicaragua (2007), Mancomunidad de Dominica
(2008), República de Ecuador (2009), San Vicente y Las Granadinas (2009) y de Antigua y Barbuda
(2009). Según el sitio (Venezuela 2012), las características del bloque regional son: superficie de más de
2,5 millones de km², población de más de 75 millones de habitantes, ubicación con perfil atlántico,
pacífico y caribeño, con países de la Alianza en Centroamérica, Caribe y Suramérica, en las regiones
andina y amazónica. Sus fortalezas son: poseer las mayores reservas de petróleo en el mundo, las mayores
reservas mundiales probadas de litio, primera en América y octava en el mundo en reservas de gas
natural; grandes reservas minerales de hierro, oro, coltán, níquel, aluminio, acero y cobre; y grandes
extensiones de tierra cultivable y biodiversidad, siendo que sus principales productos agrícolas son
quinua, banano, cacao, soja, caña de azúcar y café (Venezuela 2012).
-8-
NICOLÁS MADURO, que fue el candidato del oficialismo, ha sido siempre uno de los
aliados principales del Presidente CHÁVEZ, habiendo estado a su lado durante todo el
proceso de entrada de Venezuela en MERCOSUR, de la articulación de la UNASUR,
del ALBA y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El pensamiento de MADURO es alineado con FIDEL CASTRO. Para el Presidente
venezolano, Cuba tiene un lugar de honor en las articulaciones regionales y él sigue los
diversos programas económicos y acuerdos sociales desarrollados por su antecesor. Ya
la relación de Venezuela con los EE.UU. se mantiene conflictual, mismo
considerándose que es su principal socio comercial y cliente petrolero de Venezuela,
que suministra a los EE.UU. alrededor de 1,5 millones de barriles día (EFE, 2013).
Mientras se mantenga el alza de los precios de petróleo, Venezuela tendrá recursos para
sus proyectos y más condiciones de aumentar su influencia en Sudamérica,
Centroamérica y Caribe. Una Venezuela fuerte por cuenta de sus exportaciones de
petróleo y dispuesta a integrarse puede ser un instrumento de peso en la aceleración del
proyecto de integración, a pesar de que la diplomacia retórica de Caracas, fuera con
CHÁVEZ o sea con sus seguidores, muchas veces represente un problema para los
países miembros del MERCOSUR en los negocios con EE.UU., UE y otros actores.
A pesar del discurso de confrontación, la estrecha relación e interdependencia comercial
entre EE.UU y Venezuela deberá mantenerse. Existe (Monteiro 2007, 152–153) obvio
interés del hegemón en mantener a su alcance un suministrador estratégico, cercano de
su territorio y lejos de zonas más complejas, como Oriente Medio. Se observa que
Caracas tendría serios problemas logísticos y comerciales si quisiera transferir el
volumen de crudo exportado a los Estados Unidos para otros mercados.
A pesar de la contradicción de la retórica chavista, seguida por NICOLÁS MADURO,
es importante verificar que Venezuela, así como otros actores regionales, reaccionan a
la idea de los seguidores del “choque de civilizaciones” y de Fukuyama10, que
consideraron el Caribe, Centroamérica y hasta Sudamérica como áreas retrasadas, poco
democráticas, zonas de intervenciones unilaterales o área de influencia de los EE.UU.
10
Al mirar alrededor de los EE.UU., no se podía dejar de ver la fuerte correlación general entre la
modernización socioeconómica que avanza y el surgimiento de nuevas democracias. Se verificaba que,
tradicionalmente, las regiones económicamente más avanzadas (Europa Occidental y Norteamérica)
habían albergado también a las democracias liberales más antiguas y estables y que los Estados
principales de Latinoamérica, como Argentina, Brasil, Chile y México todavía no habían conseguido un
orden democrático plenamente estable (Fukuyama 1992, 169).
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El hecho de que hay otros países latinoamericanos que ya firmaron o que están en
proceso de firmar acuerdos bilaterales con los EE.UU., es otra dificultad para la
expresión del regionalismo. Si se agregaran otros países a los negocios, la fuerza del
bloque sería aumentada, con beneficios para todos los aliados.
Por ello, son importantes iniciativas como el proyecto de integración CASA-UNASUR.
En el Tratado Constitutivo de UNASUR, suscrito en Brasilia-DF, en 2008, firmado por
representantes de las 12 repúblicas del subcontinente sudamericano, consta: los países
miembros afirman su determinación de construir una identidad y una ciudadanía
sudamericanas y desarrollar un espacio regional integrado en lo político, económico,
social, cultural, ambiental, energético y de infraestructura, para contribuir al
fortalecimiento de la unidad de Latinoamérica y el Caribe (Chile 2009, 147–150).
Se puede concluir parcialmente que la principal resistencia a la concreción del
proyecto de integración sudamericano (donde está la principal economía de las
Américas después de EE.UU., si consideramos el bloque UNASUR, que es CAN +
MERCOSUR), proviene de fuera de la región, más particularmente de los EE.UU.
La oposición se materializó en el proyecto estratégico estadounidense para el
hemisferio, el ALCA, que presuponía la no formación de cualquier otro bloque subregional en Sudamérica y MERCOSUR representaría una amenaza a los intereses
comerciales y al liderazgo de los EE.UU.
Después de verificarse la existencia de por lo menos un actor internacional global
contrario a la concreción de la integración regional sudamericana, los EE.UU., lo
que se configura como un obstáculo externo a la iniciativa brasileña y de sus vecinos,
se pasa a verificar el statu quo del ámbito interno regional.
2.2. Situación y límites internos a la integración regional
La Utopía registra en “Los Tratados”:
¿Y qué sucede en aquel mundo tan separado del nuestro por la vida y las
costumbres como por el círculo del Ecuador? Allí no hay confianza alguna en
los pactos. Cuanto más pomposas y santas son las ceremonias con que se
cierran, más pronto se rompen. No es difícil esquivar la terminología
empleada en ellos. Están redactados con tal sagacidad que, por apretados que
estén los lazos de los compromisos, siempre hay manera de escapar de
alguno de ellos y eludir de un mismo golpe las obligaciones del tratado y de
la palabra dada (Moro 2010, 109).
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Acerca de los tratados, eses abren perspectivas de conformación efectiva de un bloque
político que integre Sudamérica. La unificación de los bloques económicos CANMERCOSUR en el bloque político UNASUR favorece el proceso integracionista.
La polarización entre los bloques liderados por otras potencias (UE y NAFTA) abre
espacio para la formación de bloques integrados por países menos desarrollados. Así,
eses pueden aprovechar las divergencias entre grandes bloques para negociar intereses
en el ámbito internacional con todos. MERCOSUR, ya negocia con la UE.
Cuando se trata del tema de la integración regional, se verifica, en el siglo XXI, en
Sudamérica, la llegada de gobiernos con discursos de comprometimiento con el
proyecto. Así ocurrió en Venezuela, cuando CHÁVEZ asumió, cargando la doctrina
integracionista bolivariana; en Brasil, desde 2003, cuando el Presidente LULA
estableció como prioridad para su política externa el proceso de integración; en
Argentina, desde 2003, cuando el Presidente KIRCHNER optó por el sendero de la
integración. Los procesos continuaron (a veces sólo en los discursos) con los sucesores.
Países como Uruguay, desde 2005, con TABARÉ VÁZQUEZ y después con JOSÉ
MUJICA, defienden la integración. Lo mismo ocurriría con Chile, el país sudamericano
más integrado comercialmente con los EE.UU. En 2006, la socialista MICHELLE
BACHELET, al asumir el gobierno, en visita a Brasil, defendió la integración como
prioritaria. En Perú, el Presidente OLLANTA HUMALA también lo hace y, desde
2006, los Presidentes EVO MORALES, de Bolivia, y RAFAEL CORREA, de Ecuador,
demostraron comprometimiento con la integración latinoamericana, en los moldes de la
concepción bolivariana propugnada por el Presidente CHÁVEZ en el acuerdo ALBA.
Acerca del ALBA, cabe resaltar que sus miembros siempre llegan alineados con el
pensamiento castrista o chavista (mientras CHÁVEZ era vivo) en todos los fórums que
participan, en los cuales las ideas bolivarianas parecen sobreponerse a otras.
Sería ideal que ese pensamiento de los integrantes de ALBA fuera alineado al de los
otros miembros de UNASUR que no pertenecen a la Alianza, para aumentar la
capacidad de negociación de todos sus miembros, con más fuerza.
Además de lo que se percibe en ALBA, ese acuerdo dentro de otro acuerdo, se han
manifestado conflictos de intereses entre gobernantes de la región, lo que sería síntoma
de que la integración no tendría viabilidad.
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Pero, los conflictos son expresión de las contradicciones que caracterizan los procesos
de integración y deben ser superados democráticamente, a través de la negociación. En
este sentido, se ha mostrado decisiva la diplomacia brasileña al utilizar los principios
fundamentales de su política exterior, estableciendo la cuestión de la integración
económica como prioridad.
Se observa que la negociación es el mejor instrumento para atingir objetivos, ya que
existen problemas políticos, económicos o militares (algunos aún latentes) que se han
mostrado como potenciales óbices internos a la evolución de la integración de los
Estados, tales como:
2.2.1. La posesión de las Islas San Andrés y Providencia (Colombia y Nicaragua)
Involucra a Colombia, aliada de los EE.UU. en su lucha contra el narcotráfico y a
Nicaragua, miembro del ALBA. La posesión de Colombia sobre el archipiélago fue
ratificada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), de La Haya. Pero, los límites
marítimos podrían modificarse y el país podría perder una zona de reserva natural, en la
que Nicaragua siempre ha querido explotar petróleo (Semana 2012).
2.2.2. El problema territorial de La Guayana Esequiba (Venezuela y Guayana)
Venezuela reclama, desde hace más de 150 años, 59.000 km² de la Guayana (donde hay
hierro, diamantes y oro, suelo fértil para la actividad agrícola y la cría de ganado vacuno
y un inmenso potencial hidroeléctrico). Hoy en día, se anuncia que la controversia está
próxima a resolverse, pero la Guyana Esequiba sigue siendo presentada en el mapa
venezolano como un "Territorio en Reclamación" (Hispanismo.Org. 2010).
2.2.3. El control de las islas Los Monjes (Venezuela y Colombia)
El archipiélago, de 0,2 km2, se sitúa en la entrada del golfo de Venezuela, a 35 km de la
península de Guajira (Colombia) y a 45 km al noreste del estado Zulia (Venezuela).
Sólo en 1952, Colombia reconoció la soberanía de Venezuela sobre los islotes, ocasión
en que se instaló un puesto militar venezolano. El problema no se ha solucionado en
totalidad. En 1987, la intrusión de una fragata venezolana dio lugar a un súbito arrebato
de tensiones y a una movilización militar. Venezuela edificó en Los Monjes, hace poco,
instalaciones de pesca para explotar los recursos haliéuticos (Atlas Caribe 2013).
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2.2.4. El problema del ataque colombiano en Angostura (Colombia y Ecuador)
Ocasión en la cual la Fuerza Pública colombiana penetró el territorio ecuatoriano para
atacar un campamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
matando al N° 2 del grupo, RAÚL REYES, el 1° de marzo de 2008, cuando se tendrían
incautado tres computadoras portátiles en las cuales se comprobarían nexos de las
FARC con individuos de Venezuela, Ecuador y de más 26 países.
2.2.5. Los problemas enfrentados por Odebrecht y Petrobras (Ecuador y Brasil)
En 2008, la empresa privada brasileña Odebrecht fue acusada de negligencia en la
construcción de la hidroeléctrica de San Francisco y fue expulsada de Ecuador. A raíz
de la pelea, Brasil retiró su embajador de Quito, tras el Presidente CORREA haber
amenazado con no pagar parte de la deuda de US$ 243 millones con el Banco Nacional
de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño (Frota 2012).
Por su vez, la empresa estatal Petrobras no aceptó la migración para nuevos contratos
gubernamentales de prestación de servicios en Ecuador y dejó actividades en dos
bloques de petróleo y gas, pues el gobierno del Presidente CORREA, una vez más, hizo
cambios en los contratos del sector del petróleo para elevar el control del país sobre sus
reservas (Geodireito 2013).
2.2.6. El diferendo marítimo y la carrera armamentista (Perú y Chile)
Chile se encontraba en un proceso jurídico ante La Corte Internacional de Justicia (CIJ),
de La Haya, en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a causa de
una demanda para delimitar el mar por parte de Perú (Ahumada y Rivas Pardo 2010).
Los argumentos de cada Estado son excluyentes para su contraparte. Mientras Chile ha
adoptado una posición basándose en la costumbre y en los tratados, Perú alegaba
inexistencia de un tratado de límite marítimo. El fallo (arbitrio de la CIJ) no agradó
totalmente a las partes.
Además de eso, peruanos acusan a los vecinos de fomentar una carrera armamenttista en
la región, a raíz de que las compras de productos de defensa por parte de los chilenos,
facilitadas por los royalties del cobre, causarían un desbalance regional favorable a
Chile y peligroso para la vecindad, según los peruanos.
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2.2.7. El acceso terrestre al mar (Bolivia y Chile)
Bolivia perdió 120.000 km² de su territorio, incluidos 400 km de costa, tras unirse a
Perú para luchar contra Chile en la Guerra del Pacífico, de 1879. Por su parte, Perú
intenta recobrar unos 35.000 km² del suyo litigando en La Haya. La CIJ resolvió el
pleito chileno-peruano a mediados de 2013 (Romero-Castillo 2013).
2.2.8. La nacionalización de los hidrocarburos (Bolivia y Brasil)
El presidente EVO MORALES firmó un decreto supremo que nacionalizó y dio al
Estado el "control absoluto" de los hidrocarburos (para acabar con el saqueo de los
recursos naturales), con las Fuerzas Armadas controlando los oleoductos, gaseoductos y
refinerías (Ibaibarriaga 2006).
Las empresas extranjeras que operaban en Bolivia tuvieron que entregar toda su
producción a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la petrolera estatal
y también tuvieron que firmar, en menos de 180 días, nuevos contratos.
La firma del decreto devolvió al Estado el control de los yacimientos hidrocarburíferos,
lo que afectó sobre todo a dos compañías: la española Repsol YPF y la brasileña
Petrobras, las principales que operaban en el país. Desde ese entonces, algunos
bolivianos llaman a los españoles y a los brasileños de “imperialistas”, lo que no es
expresado por los gobernantes del país.
2.2.9. La Crisis del Gas, en 2003-2004 (Argentina y Chile)
La Crisis del Gas fue el episodio de mayor gravedad en la relación política entre Chile y
Argentina desde 1990. A diferencia de otros tipos de productos, el abastecimiento
energético implicaba aspectos que iban más allá de una disputa comercial. La Crisis del
Gas puso en cuestionamiento un esquema de integración con Argentina, donde el
abastecimiento de gas natural era fundamental (Cuevas 2012, 84).
2.2.10. La revisión de los términos del Tratado de Itaipú (Paraguay y Brasil)
El Tratado firmado con Brasil para la construcción y operación de la Central
Hidroeléctrica Binacional Itaipú distribuye en partes iguales la producción de energía
eléctrica, pero condiciona a que cada uno de los socios tiene el derecho a adquirir, a
precio de costo, la energía que no pueda ser utilizada por la otra parte (Valdés 2009).
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Paraguayos disponen que esta disposición del Tratado ha perjudicado enormemente al
Paraguay, ya que el país consume apenas un 10% de su parte de la energía producida en
Itaipú, y está obligado a ceder, no vender, alrededor de un 90% de su parte de la
producción, a precio de costo, a Brasil. Por ello, algunos nacionales pasaron a llamar a
su vecino más grande de “imperialista”.
2.2.11. El reclamo de las Malvinas (Argentina y Reino Unido)
Argentina conmemoró el 31º aniversario de la guerra con el Reino Unido por las
Malvinas con un renovado reclamo de soberanía sobre las islas que fue llevado,
nuevamente, al seno de Naciones Unidas. La Argentina reclama hace años a Londres
por el inicio de un diálogo sobre la soberanía del archipiélago, bajo dominación
británica desde 1833. En 2013, la demanda fue llevada por el canciller argentino
HÉCTOR TIMERMAN a la ONU, adonde esta vez acudió con altos representantes de
la CELAC, de la UNASUR y del MERCOSUR, para demostrar el respaldo de la región
a la posición argentina (Los Tiempos 2013).
Concerniente a las alianzas sudamericanas, una de las manifestaciones de apoyo de la
región hacia la Argentina más importantes fue la expresada en la Cumbre de ALBA, en
2011, cuando se determinó impedir el ingreso a puertos sudamericanos de
embarcaciones con bandera de las islas Malvinas. El tema, todavía no resuelto, es otro
que puede dificultar la integración, ya que ni todos los Estados de UNASUR apoyan
integralmente el reclamo de los argentinos (Barrera 2013).
2.2.12. El episodio de las papeleras (Uruguay y Argentina)
Argentina y Uruguay mantuvieron un conflicto debido a la instalación de una planta de
producción de pasta de celulosa, perteneciente a la empresa finlandesa Botnia, ubicada
en territorio uruguayo y sobre las aguas binacionales del río Uruguay, cerca de las
poblaciones uruguaya de Fray Bentos y argentina de Gualeguaychú. Botnia finalizó la
construcción y puso en marcha la planta en 2007. Argentina demandó a Uruguay ante la
CIJ, argumentando que la instalación de las plantas de celulosa es contaminante y que
se había realizado en violación del Estatuto del Río Uruguay. El conflicto finalizó tras la
firma, en 2010, en Montevideo, de un acuerdo para conformar un Comité Científico en
el seno de la Comisión Administradora del Río Uruguay (Wikipedia, 2010).
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Los casos citados son algunos ejemplos de crisis que afectaron las relaciones actor-actor
en Sudamérica. Además de eses problemas, todavía existen, en el campo económico,
conflictos entre los intereses empresariales de los distintos países del bloque de
UNASUR, sobre todo entre Brasil y Argentina (MERCOSUR) y una acendrada
desigualdad en los niveles de desarrollo de los países.
Los conflictos en el campo económico inter-empresariales (Brasil y Argentina) se
manifiestan a veces en las políticas gubernamentales. Fue así por ocasión de la reacción
argentina a la fuerte expansión de importaciones, oriundas de Brasil, de productos de
línea blanca tras la retomada del crecimiento económico argentino, en 2003.
Ya que las empresas similares argentinas estaban sin poder competir con sus
congéneres, la reacción del gobierno KIRCHNER, a causa de que las empresas
argentinas se iban a falencia, fue poner una tasa suplementaria en los productos
brasileños allende el permitido en los acuerdos del MERCOSUR.
La prensa y parte del empresariado brasileño presionaron el Gobierno LULA a
represaliar a la Argentina. Pero, priorizando el esfuerzo por la integración regional, se
optó por el sendero de la negociación. Si no fuera así, el resultado sería funesto para un
sector importante de la economía argentina, que, además de perjudicar la economía del
principal socio brasileño, recaería sobre su propia economía.
Al empobrecer uno de los principales mercados para las mercancías brasileñas,
generaría una retracción de las exportaciones brasileñas. En lugar de integración,
ocurriría la desintegración.
Un otro límite interno a la integración en el ámbito de UNASUR sigue siendo el
desnivel económico entre los países. Hay dificultades para integrar economías, como la
brasileña y la argentina, con las economías subdesarrolladas, como las de Paraguay y
Bolivia, cuyas empresas tienen dificultades para competir con las brasileñas.
En la vía comercial, ello puede convertirse en desintegración, pues puede debilitar o
mismo destruir las empresas más frágiles de los socios menores, resultando en
desempleo, reducción del poder de compra y estrechamiento del mercado regional, si no
se adoptan otras medidas para corregir la situación de asimetría.
Acerca de los desniveles, se registra que son apreciables las desigualdades entre los
países en el ámbito de UNASUR, y se presentan los siguientes números agregados:
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Sobre una superficie de más de 17 millones de km², vive una población de
aproximadamente 380 millones de personas, que generan un producto bruto
interno (PBI) alrededor de 1,5 billones de dólares. Son, sin embargo,
economías bastante desiguales entre sí. Tres de ellas, Argentina, Brasil y
Venezuela, ocupan un 70% de la superficie total; detienen un 78% del PBI
regional y poseen un 67% de la población. Sólo Brasil ocupa más del 40%
del territorio, detiene un 45% del PBI regional y posee un 50% de la
población. Casi todos los países son agroexportadores, con bajos índices de
industrialización y diversificación económica (Mallmann 2008, 133–134).
De todos, Brasil es el único en que los manufacturados superan poco más de un 50% del
total de exportaciones. En los países andinos, en cuyas exportaciones pesan los bienes
energéticos y minerales, el porcentaje de bienes primarios atinge entre un 80% y un
90% de las exportaciones. Para disminuir el desnivel, las economías principales
buscaron implementar asociaciones productivas, sobre todo en el área energética
(petróleo y gas).
Si no fueran pocas las dificultades internas, surgió en el panorama hemisférico otra
novedad: la creación de un nuevo bloque, la Alianza del Pacífico (México, Colombia,
Perú y Chile, con Panamá y Costa Rica como “socios-observadores”). Los cuatro
primeros países componen un mercado de 215 millones de consumidores, suman un
35% del PBI de Latinoamérica y son responsables por un 55% de las exportaciones de
esta parte del planeta.
En lo que respeta a la geopolítica, México, Colombia, Panamá y Costa Rica son países
bioceánicos, pues poseen salidas para el Océano Pacífico y para el Océano Atlántico.
Además de eso, los miembros de la Alianza tienen economías abiertas, basadas en
acuerdos bilaterales de comercio con China, EE.UU., UE, Japón, Corea, Taiwán,
Singapur y los principales centros económicos del Medio Oriente.
Ello significa que nasce un bloque político y económico capaz de rivalizar con
MERCOSUR, rajado por disputas entre socios en torno de barreras crecientes sobre un
comercio regional de US$ 100 mil millones anuales. La firma del acuerdo de la Alianza
define un alejamiento definitivo de Chile, Perú y Colombia del MERCOSUR, anulando
todas las gestiones previas para sus participaciones en el bloque del Atlántico Sur.
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La alianza del Pacífico impone el contraste de una alternativa más eficaz al
MERCOSUR, en una etapa en la cual Uruguay debate la conveniencia de continuar
enlazado a un proyecto de integración con escaso repertorio de beneficios para su
economía, al tiempo que Paraguay es sacado del bloque por problemas internos,
mientras entra Venezuela que ha tenido, al mismo tiempo que Ecuador y Bolivia,
problemas de desagregación política, social y económica (Casado 2012).
Se puede verificar que, en el ámbito sudamericano, también existen dificultades para la
consolidación del proceso de unificación. En lo que concierne al campo político, donde
se observa la existencia de ideologización en acuerdos paralelos a los principales, de
bloques dentro del bloque y de la búsqueda de una alternativa fuera del subcontinente
por parte de prácticamente todos los países.
Es importante firmar tratados pero es menester mantenerlos. La solución para los
problemas regionales es ponerse en práctica lo que se firmó en los tratados,
contrariando a la “Utopía”, de Tomás Moro.
Como conclusión parcial, se observa que hay conflictos que aún se mantienen en
Sudamérica y urge que sean resueltos o que sean estudiados con más profundidad en
el ámbito de UNASUR, con visas a buscar soluciones o, por lo menos, negociaciones
que traigan una disminución de las tensiones.
4. CONCLUSIÓN
Brasil, Argentina y sus socios participan de ese proceso de integración regional, pero
encuentran dificultades internas y externas en el campo político y económico para la
gestación de su bloque político más importante, la UNASUR.
En el campo externo ya se había observado que la postura de los EE.UU. para criar el
ALCA, que tenía como una de sus etapas el desmonte del MERCOSUR, acabó por
fortalecer un sentimiento de que el bloque MERCOSUR debería consolidarse.
La manera que EE.UU. encontró fue la promoción de acuerdos bilaterales con países
latinoamericanos, inclusive con miembros del MERCOSUR, como Uruguay, o con los
integrantes de la actual Alianza del Pacífico. La tentativa de extinguir el MERCOSUR
generó reacción y favoreció el crecimiento de la consciencia integracionista.
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Además del crecimiento de esa consciencia, surgieron posturas extremadas, como la del
ex Presidente venezolano, HUGO CHÁVEZ, cuya retórica de confronto en contra los
EE.UU. no hicieron bien para MERCOSUR, ya que ese bloque no descarta la
posibilidad de cambios comerciales con el País del Norte.
Así, el obstáculo externo más notable es la oposición de potencia económica a la
creación de bloques en su área de influencia. Otro obstáculo son las negociaciones
económicas bilaterales y no en bloque, en nítida desventaja para los que lo hacen solos.
Además, existen problemas políticos, económicos o militares entre Estados, que se
muestran como potenciales óbices internos a la integración. Esas dificultades
necesitarán de una competente diplomacia para buscar convergencia sobre divergencias
y para lograr éxito en superarlas, ya que se percibe que algunos gobiernos difícilmente
ceden, pues priorizan a sus intereses antes de los intereses del bloque.
Los problemas conllevan que el desarrollo del todo de los países es afectado por el
grado de inestabilidad de la región. Es deseable, por lo tanto, que ocurran: consenso;
armonía política y convergencia de acciones entre los países vecinos, con vistas a lograr
la reducción de la competencia que viene de afuera, en la búsqueda por mejores
condiciones para el desarrollo económico y político.
Entre los procesos que contribuyen para lograr éxitos, se destaca el fortalecimiento de la
integración Sur-Sur, a partir del IBSA, del BRICS con el MERCOSUR, la CAN y la
UNASUR. Brasil puede ser el puente para estrechar el relacionamiento entre los países en
el ámbito de esas organizaciones regionales, principalmente si Argentina comulgue las
mismas ideas y presente opiniones convergentes con su socio en las negociaciones.
Un proceso de integración pleno puede demorar décadas. Para lograr éxito, es
interesante, en su ámbito interno, que haya convergencia entre los principales
liderazgos. En el caso de MERCOSUR, conviene que los discursos de los
representantes de las economías más importantes (Brasil, Argentina y Venezuela) sea de
armonización con sus potenciales socios y que no haya confronto mediático sin
finalidad, como lo hacía el ex presidente venezolano.
Ya existen positivas experiencias de la incorporación y de la ampliación de países
trabajando juntos. Se observa que existen documentos firmados entre socios en los
cuales consta la instauración de mecanismos de concertación política, cooperación y
confianza mutua, inclusive en el ámbito militar, que deben ser respetados.
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Como consecuencia de su situación geopolítica, es importante para Brasil y
Argentina que se profundice el proceso de desarrollo integrado y armónico de
Sudamérica. Para tanto, es menester la cooperación regional y, más aún, urge proponer
alternativas para los socios que se alejan, sea por ideologización, sea por la seducción de
ofertas de potencias económicas. Ello no significa que iniciativas como ALBA o
Alianza del Pacífico sean inaceptables. Hay espacio para todos los organismos que
busquen la cooperación, mas Sudamérica será más fuerte con la UNASUR fuerte.
En el caso de los miembros de UNASUR y ALBA simultáneamente, Bolivia y Ecuador,
eses tendrían más fuerza y competitividad para negociar sus commodities y minerales
estratégicos con China, EE.UU., la UE u otros bloques mundiales si lo hicieran por
intermedio de UNASUR, que tiene más respaldo internacional, pues agrega dos
economías importantes cuando juntas, que son las de Brasil y Argentina.
Para que sea exitosa en el futuro, frente a la competencia, es menester que la iniciativa
busque perfeccionar formas de integración y colaboración regional, tales como la
cooperación económica, comercial, científica, técnica, política y diplomática. Entre los
estados más importantes, Argentina y Brasil, conviene que sean superadas las
divergencias que por acaso aún existan.
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