Foto: Marco Ansaloni La ruta MENORCA PREHISTóRICA El menorquín de la era talayótica era un buen cazador. se alimentaba de ciervos, jabalís e incluso focas. era también un buen guerrero, y llegó a saber trabajar el bronce y el hierro. de toda esa época han sobrevivido unos sepulcros megalíticos que nos hablan del esplendor de una periodo que terminó con la llegada de roma, el año 123 a. de c. Marco Ansaloni 48 CLÍO Periodista y fotógrafo. sala hipóstila, es decir, de techumbre aguantada por columnas, del poblado prehistórico de Torre d'en Gaumés. CLÍO 49 La ruta / Menorca L a seducción que ejerce la prehistoria sobre el hombre de hoy va mas allá de la ciencia y la arqueología. Es algo que, de una manera u otra, llevamos con nosotros de forma profunda. La imagen de una naturaleza que llenaba completamente nuestra vidas ancestrales sobresale de nuestro subconsciente: la lucha diaria por la comida, con la esperanza de llegar al día siguiente con vida; la incansable búsqueda de algo transcendental... son algunos de los dilemas que nos inquietan ahora como hace milenios. La cultura prehistórica talayótica de Menorca es un ejemplo de cómo nuestro antepasado del Neolítico, un hombre dominado por el medio natural y que intentaba abrir su hueco en el ambiente, supo crear su propia identidad. Las teorías sobre los primeros contactos con las Baleares, y específicamente con Menorca que aquí trataremos, han ido cambiando durante los años. La arqueología moderna está aportando muchí- En el siglo XVI se creía que los primeros menorquines eran gigantes o demonios. simo al conocimiento de lo que ocurrió en épocas remotas por estas islas. Así, la cuestión sobre quiénes fueron los primeros habitantes siempre ha sido muy entretenida. En un principio (y hasta bien entrado el siglo XVIII), las primeras hipótesis se buscaban más en libros sacros y en la mitología que en la ciencia. La arqueología, como disciplina científica, aún estaba en fase de desarrollo, así que humanistas e historiadores tenían que sentarse delante de esas ciclópicas estructuras prehistóricas dispersas por las Baleares y formular hipótesis. Aquí algunos ejemplos emblemáticos. El historiador Juan Bautista Binimelis (1538-1616) exponía en su obra Nueva historia de la isla de Mallorca publicada en 1593 que “los primeros habitantes de las islas eran gigantes” y que “los fabricantes de tales edificios, forzadamente tenían que ser o demonios o seres gigantescos”, refiriendose al pasaje bíblico del Génesis (6.4) que sostiene “que en aquel tiempo existían sobre la tierra los gigantes”. Joan Dameto (? – 1633), otro importante historiador y cronista del Reino de Mallorca, alrededor de 1630 atribuía a estos seres míticos la creación de la primera aldea de las Baleares. ¿De dónde procedían los pobladores de Menorca? Aunque las hipótesis mitológicas permanecieron en el candelero durante muchos siglos, con la llegada del Positivismo el El radiocarbono 14 y la información arqueológica no proporcionan pruebas concluyentes sobre el origen de los primeros pobladores. rigor científico tomó nuevas direcciones. El estudio meticuloso y minucioso de los indicios arqueológicos aportó datos cada vez más definidos, y se descubrió que antes del periodo Neolítico no había huellas humanas en Baleares, ya que la navegación empezó a desarrollarse en ese momento. El conocimiento de los vientos y las corrientes marinas, unido al mayor ingenio para construir barcos cada vez más sólidos, permitió al hombre del Neolítico alejarse de tierra mar adentro de manera más segura. Por otra parte, la posición geográfica de Menorca (la isla se encuentra casi a la misma distancia desde el sur de Francia, las costas españolas y la isla de Cerdeña) ha generado entre los arqueólogos diversas líneas de investigación: la cuestión sobre la primera ocupación humana de las costas de las Baleares aún plantea serios problemas. La comparación con algunos indicios arquitectónicos del área del sur de Francia muestra elementos comunes con las navetas de habitación que se hallan en las Baleares. También se asemejan a algunos recintos cerrados que se encuentran en la región de la Liguria italiana y en la isla de Cerdeña, incluso en Córcega. El acercamiento de grupos humanos tanto por la costa francesa como por el Mediterráneo noroccidental explicaría entonces el porqué se desarrolló la cultura talayótica antes en Menorca, estando geográficamente más al este, que en Mallorca, la isla mayor. Fuera como fuese la llegada de un grupo reducido de cazadores-recolectores en busca de nuevas áreas para ampliar su territorio, parece que se produjo de forma casual. En especial para los que llegaban del este o del norte. El "desierto de agua" que separa por ejemplo Cerdeña o el norte francés de Menorca suponía para los navegantes, a buen seguro, un salto hacia lo desconocido. En cambio, un contacto desde el Levante ibérico nos dejaría más espacio para pensar en una colonización más planificada. Es probable que desde la costa de la península Ibérica los navegantes alcanzaran las islas de Ibiza o Formentera, visibles en días despejados desde la costa alicantina, y más tarde llegaran a Mallorca y Menorca. Una teoría tal vez menos romántica que la que nos propone un hombre lanzado hacia el ignoto mar con el viento de popa, pero bastante más concreta. De hecho, según el análisis de los procesos de desplazamiento humano a lo largo de la historia y en concreto de la colonización de islas, una vez terminado el llamado ‘efecto descubrimiento’, se pasaba a un nivel de emigración y asentamiento. Fue desde allí, entonces, con embarcaciones resistentes, cargados de animales domésticos y objetos, desde donde se produjeron los asentamientos permanentes. Las teorías sobre la llegada de los primeros humanos se basan casi siempre en los resultados del radiocarbono 14 de forma determinante (aunque la verdad es que sobre Menorca aún se dispone de poca información) y los hallazgos encontrados. En ambos casos no hay pruebas suficientemente concluyentes. La biogeografía menorquina, además, hace que la isla, en principio, no fuera un territorio demasiado atractivo para las poblaciones continentales. Se presenta a la vista muy plana y con vientos fuertes. Dividida en dos áreas bien distintas, la del norte (de época primaria, secundaria y cuaternaria) y la del sur, de época terciaria. Entre ambas se halla la zona denominada la Mitjania, que sería la más apta para la práctica de la agricultura tanto por la calidad de su tierra como por la cercanía de acuíferos. Por otro lado, estas mismas características hacen que manteneer permanentemente a una comunidad de cazadores-recolectores fuera prácticamente imposible. Sigue en la página 54 Al hombre del neolítico le costó abrirse camino en una isla plana y ventosa, donde era difícil obtener cobijo y alimento. 50 CLÍO Foto: Marco Ansaloni La cabra-rata de las Baleares Otra evidencia indirecta que nos indica la llegada del hombre a Menorca fue la extinción del Myotragus balearicus (la cabra-rata de la Baleares), una especie animal única en las islas de Mallorca y Menorca que fue descubierto por la paleontóloga británica Dorothea Bate en 1909. Este animal parecido a una oveja, pero con patas traseras cortas como las hienas, se extinguió en el IV o en el III milenio a. de C. debido a una intensificación de la presión humana sobre el medio. Las fechas más antiguas obtenida por el C-14 sobre esta especie animal llegan alrededor de hace 5.000 años. Estos restos se analizaron a partir de niveles donde habían aparecido restos humanos. Durante la denominada cultura Pre-talayótica los humanos solían vivir en cuevas y enterrar a sus muertos en ellas con ofrendas. En esos lugares se hallaron esqueletos de Myotragus con marcas y recortes que nos indicarían intentos de domesticación por parte del hombre. La convivencia de ambas especies durante un determinado periodo permite acercarse más a unas fechas concretas sobre la presencia de los primeros pobladores. Esta misma se suele colocar entonces en el III milenio a. de C.. CLÍO 51 La ruta / Menorca Foto: Marco Ansaloni hace cuatro años unos espeleólogos encontraron una tumba no saqueada del 1000 a. de c. entre los restos de los 70 individuos allí sepultados se localizó numeroso material orgánico que podría proporcionar a los arqueólogos importantes detalles de cÓmo se vivía durante la edad del bronce en menorca. En la primavera de 2005 tuvo lugar en uno de los muchos barrancos de la isla de Menorca, concretamente en él termino municipal de Ferreries, uno de los últimos excepcionales descubrimientos que la isla sigue ofreciendo. Tres reconocidos espeleólogos, Pere Arnau, Mònica Zubillaga y Josep Riera, colaboradores habituales con la arqueología menorquina, a través de un acceso muy complicado, encontraron en una cueva a 50 metros de profundidad lo que parecían ser restos de huesos, cabellos, cuerdas y madera. Informadas las autoridades de ello, y debido a la presencia de esqueletos humanos, utensilios y restos orgánicos, enseguida se creó un equipo interdisciplinario en el que participaron diversos arqueólogos, antropólogos y médicos forenses. Todos ellos dirigidos por Josep Maria Fullola y Maria Àngels Petit de la Universidad de Barcelona (UB) y por Víctor Guerrero y Manuel Calvo de la Universidad de las Islas Baleares (UIB). La entrada a la cueva, conocida como Cova des Pas, y el entorno es muy impactante, pero ¿cómo llevaban los cuerpos a esa profundidad? Responde el profesor Víctor Guerrero que todavía no lo sabemos. "Considerando los 50 metros de la pared se barajan dos hipótesis. Descartada inicialmente la posibilidad de que se bajasen con cuerda desde arriba, es bastante probable que el cuerpo, atado a una camilla de madera, fuera izado desde el suelo para luego ser enterrado". Y añade: "De hecho hemos encontrado camillas de madera con cuerpos depositados encima de ellas, listos para su último viaje hacia el interior de la caverna". Terminadas las excavaciones se ha podido comprobar que en esta cueva, de 4 metros cuadrados de amplitud, había huesos de 70 individuos de ambos Una tumba de 3.000 años no saqueada "La cultura de los cuerpos encontrados corresponde al denominado periodo naviforme" explica el profesor Josep Maria Fullola. "Es una etapa equivalente al Bronce Final y transición a la Edad del Hierro, y sabemos que en esa época era práctica común enterrar a los muertos en cuevas. Durante siglos muchas de ellas han sido saqueadas, y encontrar una de hace 3.000 años intacta y con restos orgánicos es impresionante". Esto es lo mas increíble de este descubrimiento. De hecho, un equipo de médicos forenses del Hospital Clínic de Barcelona está analizando los restos momificados de órganos humanos. "El factor ambiental pudo contribuir a la buena conservación de cabellos, cuerdas, cuero, tendones, pero también hemos encontrado trozos de lo que podría ser masa cerebral y tejido pulmonar, así como también restos fecales, algo bastante fuera de lo común", explica la antropóloga Núria Armentano, del equipo dirigido por Assumpció Malgosa de la Universidad Autónoma de Barcelona. ¿Cuál es la importancia real del hallazgo? ¿Qué nos puede aportar? El profesor Fullola responde que "todo lo expuesto hasta el momento representa un corpus de información muy extenso y, en gran parte, inédito". Es más, "jamás habíamos tenido la ocasión de conocer restos conservados de pulmón o de cerebro, o coprolitos, o pelos trenzados, o parihuelas de madera o sudarios de la Edad del Bronce final. De su análisis de conjunto, aún incompleto, podremos llegar a conocer con gran detalle los rituales de enterramiento de la población en esa época en una isla del Mediterráneo occidental, por extrapolación estos procesos de envolver, atar y enterrar el cadáver; hasta ahora encontrábamos los muertos de muchas necrópolis de inhumación de la Edad del Bronce en posición fetal, pero ignorábamos todo este proceso, que ahora conocemos con detalle". La presencia de restos orgánicos permite una comparación con otros dos casos en Europa: el del hombre de Otzi en los Alpes y el del hombre de Galera en el sur de España. Además, a través del laboratorio se está investigando el grado de parentesco entre los individuos para así determinar más informaciones sobre los rituales de enterramiento. También se están realizando análisis paleopatológicos para detectar posibles enfermedades y para estudiar la morfología de los cuerpos. El estudio disciplinar sigue su curso para dar respuesta al último gran hallazgo menorquín. "Jamás habíamos tenido la ocasión de conocer sudarios de la Edad del Bronce". EL PROCESO DE EXCAVACIÓN ha sido muy complejo dadas las características de la cueva, de unos 4 metros cuadrados de amplitud. Foto: Marco Ansaloni la sorpresa de LA COVA DES PAS sexos, incluidos niños, algunos fragmentados pero muchos intactos. El yacimiento es un entierro colectivo que ha sido utilizado durante mucho tiempo, hasta llenar la entera totalidad de la cueva (el periodo de ocupación de la misma se halla en la transición de la fase pretalayótica a la talayótica). Para mayor rapidez se utilizaron las últimas tecnologías en campo arqueológico; cámaras digitales y ordenadores portátiles con software parecido a los dibujos estratigráficos. junto al osario se ha encontrado material orgánico como masa cerebral, tejido pulmonar y restos fecales. 52 CLÍO CLÍO 53 Los talayots de las Baleares tienen algunos parecidos con los torreones de la isla de Cerdeña llamados "nuraghe" y con las "torri" de Córcega. Viene de la página 51 Si añadimos a todo esto algunos factores que obstaculizan la buena conservación de los materiales, como el alto índice de humedad, la tarea se complica más. Aun así, hay también una serie de evidencias indirectas, en las que se tienen que basar los investigadores, que hacen pensar que el establecimiento en Menorca de grupos humanos lo suficientemente numerosos como para alterar el medio de manera perceptible, no pudo ser anterior al III milenio a. de C. Estas evidencias se basan en varios estudios, por ejemplo, en el análisis del polen. Entre el 5.000 y el 4.000 a. de C. algunos tipos de plantas (Buxus y Corylus, por ejemplo) decrecen a favor de otras, mientras otras (Juniperus) se mantienen estables, aunque no queda claro si esto es debido a la actividad humana. Fuera casual o fuera planeado por alguna comunidad costera, la sociedad isleña se desarrolló de forma continua, en autonomía pero en contacto con el mundo que la rodeaba, dejándonos vestigios de una de las más sorprendentes y únicas culturas del Mediterráneo. La era pre-talayótica Suele denominarse periodo Pre-talayótico la época en que el hombre ya estaba asentado en la isla, un periodo que coincide con el Bronce antiguo entre la primera mitad del II milenio a. de C. hasta el 1400 a. de C. En ese momento las comunidades que ocupaban taulas, navetas y talayots son algunos de los monumentos funerarios característicos de Menorca. 54 CLÍO la isla empezaron a dar vida a pequeños poblados. El hombre neolítico menorquín ya dominaba los campos, aunque seguía practicando la caza como medio de sustento principal. Además, la domesticación del ganado le permitía sacar provecho de productos básicos que los animales (cabras, vacas, perros, cerdos...) proporcionaban de manera continua. Los primeros poblados eran simples construcciones donde poder dormir y trabajar en comunidad. Estaban levantadas con troncos y ramaje, aunque el uso de piedras ya era habitual. De su hábitat casi no quedan restos, aunque sí de su ajuar y sus herramientas, pero sobre todo de sus enterramientos. Gracias a las excavaciones realizadas en numerosos puntos de la isla se pueden apreciar abundantes muestras de objetos. La forma de trabajar la cerámica era muy fina y revela una técnica artesanal muy perfeccionada. Sus características denotan influencias de los estilos artísticos de Italia, sureste de España, Sicilia, Cerdeña y sur de Francia. La vida de estos hombre era pacífica y se desarrollaba entre la vida diaria (caza, campos, trabajos artesanales…) y la muerte. Al igual que todos los pueblos tradicionales, la cultura de la muerte tenía una importancia primaria en la mente de nuestros ancestros, una mente profun- damente mágica y religiosa. Las islas siempre fueron lugares sagrados en la Antigüedad. Los enterramientos se realizaban en cuevas artificiales cuando la dureza del suelo lo permitía. Existen de plantas muy variadas: con cámara simple (con corredor o sin él, con rampa, con foso), con cámara evolucionada (alargada, oval, rectangular, nichos laterales, trinchera central). Generalmente los cadáveres se colocaban en posición alargada, con las cabezas hacia el ábside y las piernas hacia el centro. A su alrededor, en vasitos o cuencos, se dejaban las ofrendas a los difuntos. Se suele poner como periodo final de esta cultura hacia el 1400 antes de nuestra era (algunos estudiosos colocarían ese periodo en 1200 a. de C.). Es probablemente el momento en que irrumpe de forma impetuosa y repentina, un nuevo pueblo, muy jerarquizado socialmente y que impone su predominio cultural. construcciones de piedra maciza Por encima de los numerosos restos que se han hallado de esta civilización desarrollada, sobresalen dos que por su tamaño y perfección han asombrado a los hombres durante más de dos mil años: el talayot y los santuarios con taulas, unas ciclópeas construcciones de piedra maciza que destacan por su imponencia entre el medio natural de la tierra menorquina. Los talayots, cuya etimología se halla en la palabra catalana talaia, son algo parecido a los torreones de Cerdeña llamados nuraghe o a las torri en Córcega. Son como amplias torres cónicas pero troncadas, que a veces tienen una cámara interior y una galería. Sobre su función se ha discutido ampliamente durante años y resulta difícil determinarla. Según las hipótesis mas tradicionales nos encontraríamos ante estructuras con un definido carácter militar y de vigilancia. Hay diferentes tipos de talayots y podría ser que la idea original se desvirtuara con el paso de los siglos. Gracias a nuevos hallazgos de utensilios de vida cotidiana y por las nuevas formas arquitectónicas que van apareciendo no se descarta su uso posterior como viviendas, lugares religiosos o centros de una elite. En muchos de los templos rituales, por ejemplo, se encuentran unos pasillos que, según muchos investigadores, se creaban para emular la muerte y el renacimiento. Se trata de un corredor, generalmente recto, de reducidas dimensiones, por el que hay que entrar agachado, rodeado por imponentes bloques de piedra. Tenía una entrada y una salida, conformando así un viaje al más allá. Los iniciados, a través de ceremonias especiales, nacían a una nueva vida, habiendo superado las pruebas y habiendo pasado nuevamente por el útero-pasillo del talayot. Otro elemento megalítico de gran valor espiritual y arquitectónico son las taulas y los santuarios. Son construcciones exclusivas de Menorca. Se calcula su creación en la isla entre los años 800 y 450 a. de C. Se trata de recintos de bloques de piedra cuya parte interna está ocupada generalmente por grandes altares en forma de T. Los investigadores creen que tenían un uso ritual funerario. Una manera de conectar el mundo de la naturaleza del en- Foto: Marco Ansaloni La ruta / Menorca algunos autores sitúan una Mallorca y Menorca pre-romana con 30.000 habitantes. torno, y la bóveda celeste con sus miles y miles de estrellas e interrogantes. Aunque es difícil calcularlo con exactitud, se puede imaginar que habría no menos de treinta poblados amurallados en todas las Baleares, con una población de unos 20.000 habitantes. Hay testimonios de Diodoro Sículo, entre los siglos V al IV, que hablan de unos 30.000 habitantes entre Mallorca y Menorca. La presión de otras culturas del Mediterráneo influenciaron a los pueblos de las Pitusas (Ibiza y Formentera) y de las Gimnesias (Mallorca y Menorca) a lo largo del I milenio a. de C. Es un periodo, llamado post-talayótico, en que hay un intercambio comercial muy intenso. Fenicios, cartaginenses, griegos y romanos influyeron de forma contundente sobre la cultura talayótica. Las relaciones entre pueblos vecinos dejaron su huella, pero el pueblo autóctono supo mantener vivo un carácter propio hasta la definitiva ocupación por parte de Roma en el II siglo a. de C. La historia de la cultura talayótica terminó en el 123 a. de C., cuando Quinto Cecilio Metella conquistó definitivamente las islas, y las subyugó a la república de Roma Ahora la tarea de proporcionar nuevas respuestas a los interrogantes que todavía envuelven el periodo prehistórico menorquín está en las manos de historiadores y arqueólogos. Las campañas de excavación llevadas a cabo por el Gobierno de Baleares y las muchas universidades implicadas, aportan cada día nuevos datos. De momento nos quedan la investigación y al mismo tiempo la contemplación de estos monumentos, que, tras varios milenios, siguen allí, seduciéndonos con su magia y su unicidad, fruto de una de las mas intrigantes culturas que hayan pasado por el Mediterráneo. ¿Cómo era la vida de un hombre talayótico? El menorquín de hace tres mil años podía contar con todo lo necesario para vivir. La caza era abundante: ciervos, conejos, jabalís, cabras, lirones, cerdos, liebres e incluso focas, además de abundantes especies de aves, constituían, junto con tortugas y animales marinos, la fauna de la época y la fuente alimenticia de los pobladores. También se alimentaban de moluscos, conchas y crustáceos, los cuales partían con martillos de piedra. Estaban organizados militarmente. Sus armas preferidas eran los arcos, las espadas, las lanzas y sobre todo las hondas. Para su protección utilizaban el casco y el escudo. La caza se practicaba fundamentalmente con arco y flechas. En caso de defensa del territorio contra posibles enemigos o invasores formaban un cuerpo de lucha poderoso, como se pudo comprobar con los enfrentamientos a las grandes olas migratorias de otros pueblos alrededor del año 1000 antes de nuestra era. En el siglo III a. de C., el mismo general cartaginés Magón, hermano de Aníbal, reclutó durante las Guerras Púnicas miles de guerreros de las Baleares por su reconocido valor y sus temibles hondas. Está demostrado además que poseían una buena técnica para trabajar el bronce y más tarde el hierro. Hachas, cuchillos y puntas de flecha formaban la caja de herramientas del antiguo hombre talayótico. Para cubrirse y vestirse utilizaban pieles de animales y tejidos, y se adornaban con pectorales de bronce, brazaletes, collares, cinturones, anillos... Las mujeres solían emplear espejos de mano de bronce pulido para su cuidado y componían así sus cabellos con diademas y agujas decoradas. La vida doméstica dentro de los poblados y en el interior de las estancias era muy sencilla. En algunos hogares se han encontrado ajuares cerámicos de todo tipo, grandes ánforas para guardar trigo o agua y molinos de mano utilizados generalmente para moler diferentes cereales. CLÍO 55 La ruta / Menorca Una vuelta por la Menorca prehistórica LA NAVETA DES TUDONS, PROBABLEMENTE EL EDIFICIO MÁS ANTIGUO DE EUROPA; EL POBLADO DE TORRE D'EN GAUMÉS, EL YACIMIENTO DE TALATÍ DE DALT, LA CUEVA D'EN XOROI... SON ALGUNAS DE LAS MARAVILLAS QUE SE PUEDEN DESCUBRIR EN MENORCA. La mejor forma DE conocer el rico panorama paisajístico e histórico de la pequeña isla de Menorca es recorrerla alquilando un coche en el aeropuerto de Maó. La isla tiene una extension de 702 kilómetros cuadrados y 216 kilómetros de costa. La distancia máxima entre dos puntos es de 47 kilómetros, entre Ciutadella y Maó. La costa de Sant Lluís, en el extremo oriental de la isla, es el primer punto de España donde sale el sol. Geológicamente la isla se divide en dos mitades simétricas pero muy diferentes: el norte, con una costa agreste y desigual, de escasa vegetación y muy accidentada, con numerosos islotes y playas de arena rojiza u oscura; y el sur, formado por roca calcárea y que es plano, de suaves acantilados, barrancos esculpidos por el agua y calas de arena blanca rodeadas de pinos. La máxima elevación de la isla es el monte Toro, de 357 metros. Cerca de Maó Debido a la presencia de la cultura talayótica en su forma más pura, la isla tiene mucho patrimonio arqueológico. Hay diversas rutas y muchos monumentos que por su espléndida conservación, y por su importancia histórica, no pueden dejar de visitarse. En la zona de Maó, la más monumental, hay que destacar el yacimiento de Talatí de Dalt (de finales del II milenio a. de C.). Su mayor peculiaridad es la gran taula que preside el lugar y la presencia también de diversas cuevas megalíticas. Debido al paso del tiempo una pilastra terminó apoyándose directamente sobre la piedra capitel, creando un efecto aún más mágico en el santuario. El conjunto prehistórico está bien cuidado y es muy agradable pasear por él. Cerca de Maó se encuentra también el conjunto de Trepucó, donde se conserva un talayot de más de 40 metros de diámetro, probablemente el más grande de las Baleares. Al lado de éste, se encuentra un santuario con la taula mas grande de Menorca, de unos 4,20 metros de altura. El resto del poblado está parcialmente destruido pero los dos monumentos justifican sobradamente una excursión al enclave. En tercer lugar, siempre por la zona de Maó, vale la pena visitar también por su tamaño 56 CLÍO y estado de conservacion, el talayot de Torrellonet Vell. Para acceder allí, hay que abandonar la carretera principal de la isla e internarse en el corazón de la campiña menorquina. El talayot de Torrellonet Vell aparece al lado de unas masíaas. Es el mejor conservado de la isla y tiene una ventana muy peculiar en su parte superior. En la zona sur de Menorca El poblado prehistórico de Torre d’en Gaumés es, con mucho, el más grande de las Baleares. Tiene restos de construcciones esparcidos por un área de más de 60.000 metros cuadrados. Debido a su posición estratégica en una colina con vista al mar, es sin duda uno de los lugares donde mejor se aprecia cómo podía ser la vida en época talayótica. Conserva una casas adosadas a cuevas naturales, tres talayots en posición de altura sobre el poblado y un santuario con taula con unas murallas de piedras alineadas de forma sorprendente. Hay que destacar, además, una sala hipóstila de las mejores de la isla. No muy lejos de este yacimiento, en la zona sur de la isla, se halla una de las mejores necrópolis del Mediterráneo llamada Cales Coves. Para acceder a este fascinante lugar, podemos tomar la carretera que va de Sant Climent a Cala d’en Porter y girar a la izquierda en el punto kilómetrico 8,5; donde nos encontramos con la entrada de un camino rural que nos llevará a una fabulosa cala. Cerca de Cales Coves, precisamente en la Cova d’en Xoroi se puede disfrutar de una de las mejores puestas de sol de Menorca. Se trata de una gran gruta natural transformada en local con terrazas colgantes a la pared sobre el mar. El lugar cuenta con una leyenda romántica que tuvo un trágico final. Se dice que tras la conquista de la isla por el rey de Aragón, un sarraceno llamado Xoroi evitó ser capturado y vendido como esclavo escondiéndose en la citada cueva. Al parecer Xoroi logró seducir a una joven doncella que vivía en los alrededores y formar una familia, con tres vástagos. Los parientes de la chica no dejaron de buscarla, hasta que un día encontraron a Xoroi y su familia. Al verse el sarraceno acorrayacimiento talayótico de Talatí de Dalt, en el término municipal de Maó. lado, prefirió saltar al mar, antes que renunciar a su libertad. Su hijo, al ver el trágico desenlace de su padre, siguió su ejemplo. Su mujer y sus otros dos hijos fueron trasladados a un pueblo cerca de Alaoir, donde todavía sigue su descendencia. Desde luego, en la isla hay varios recorridos arqueológicos que se pueden seguir. La Oficina de Turismo de Menorca dispone de un detallado mapa arqueológico realizado por el cartógrafo y arqueólogo Joan Mascaró Pasarius (1923-1996) dedicado exclusivamente a los lugares prehistóricos. Una visita completa por los tesoros prehistóricos de Menorca pasan por programar algunas de estas visitas, pero también por dejarse llevar por las muchas indicaciones en la carretera, que nos guiarán a la hora de descubrir rincones inesperados del Patrimonio menorquín. El edificio más antiguo de Europa Desde aquí y acercándose a la muy acogedora ciudad de Ciutadella, hay que parar junto a un monumento único que simboliza la Prehistoria de las Baleares: la Naveta des Tudons. Se trata de un edificio con funciones funerarias con un estado de conservacion excepcional. Podría ser el edificio más antiguo de Europa. La naveta recibe dicho nombre debido a su forma de barco invertido. En su interior se han encontrado muchas piezas Para disfrutar y relajarse completamente en de carácter funerarios que ayudan a entender Menorca hay una amplia red de masías de mejor las culturas pre-talayótica y talayótica. turismo rural y hoteles con encanto por la A pocos kilómetros de aquí se puede visitar campaña. El Hotel masía Biniarroca (www. un lugar que por su entorno natural merece biniarroca.com), junto a Sant Lluís, ofrece la pena. Se trata del conjunto arqueológico todo tipo de relax y una oferta gastronóde Torretrencada. Perdido en el medio rural, mica deliciosa. Para comer algo de marisco bordeado de campos y de naturaleza salvaje típico de la isla y disfrutar de uno de los mese halla este complejo en el que destaca una jores rincones de la misma hay que bajar al gran taula con un soporte posterior adicional. puerto de Ciutadella, donde el Café Balear Otro yacimiento que merece la pena conocer y (www.cafe-balear.com) ofrece comidas tíque se encuentra rodeado de vegetación es el picas y pescado fresco que ellos mismos de Torrellafuda. Este lugar fue habitado entre pescan con el “Rosa Santa”, el barco del los siglos XIV y XIII a. de C. El talayot está serestaurante. Una de las mejores puestas del midestruido y a sus pies se encuentra el sansol con un paisaje impresionante se puede tuario con una serie de taulas aún en pie. La ver en la Cova d'en Xoroi (www.covadenxobelleza de este rincón la completan las granroi.com) en Cala d’en Porter. Un lugar mádes arboledas que se han mezclado con los gico para terminar la jornada. monumentos, creando un paisaje de postal. MESA Y MANTEL CLÍO 57