Querella. - Poder

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CAP 032-09
San José, 6 de julio de 2009
Licenciada
Patricia Cordero Vargas
Fiscal Adjunta
Fiscalía Delitos Económicos, Corrupción y Tributarios
Ministerio Público
S.
D.
Estimada licenciada Cordero:
De la manera más atenta me permito informarle del acuerdo tomado por la
Comisión de Asuntos Penales con relación a su oficio FADETEC 412-2009 del 11 de
abril del 2009.
Sobre los temas que usted somete a consideración de la Comisión de Asuntos
Penales se estimó que, como bien lo indica, ante la interposición de una denuncia y
querella por el delito de acción pública (prevaricato) ante el Ministerio Público, este
debe valorar la situación, para finalmente concluir si existe mérito para acusar o bien,
solicitar al Juez de la etapa preparatoria la desestimación de la denuncia, de la querella o
de las actuaciones policiales.
Según Usted nos informa, cuando el Juzgado recibe la solicitud devuelve el
legajo a la Fiscalía ordenando se reciba la declaración indagatoria al imputado,
apoyando tal resolución en los artículos 300 y 309 del Código procesal. En su criterio
tal situación es un contrasentido por cuanto con ese actuar se estaría obligando a una
persona a rendir declaración por hechos que no constituyen delito, situación que
considera ilegítima.
Esta Comisión considera que, en un primer acercamiento al tema, este
razonamiento podría considerarse acertado, pero no lo es, en el sentido que a
continuación se expone.
En primer término debe decirse que si bien corresponde al Ministerio Público
valorar la denuncia y la querella por delito de acción pública y a partir de ese análisis
solicitar lo correspondiente al Tribunal (artículo 282 Cpp), lo cierto del caso es que a
quien corresponde definir la situación es al Juez y no al fiscal.
En cuanto a la solicitud de desestimación de la denuncia, el juez está limitado a
aceptarla o a discrepar, caso este último en el que, de mantenerse la posición del
Ministerio Público, no le queda otra opción que aceptar la desestimación (art. 302 Cpp).
Pero en el caso de la querella presentada simultáneamente con la solicitud de
desestimación, el Juez debe convocar a las partes a la audiencia preliminar (artículo 316
del Cpp); en cuyo caso seguirá su trámite con los mismos efectos y consecuencias
jurídicas para las partes como si fuera la acusación del órgano fiscal, solo que ejercida
por el querellante.
De manera que será mediante la resolución que pone fin a la audiencia
preliminar donde el Juez deberá analizar la procedencia de la querella y si existe base
para el juicio o si lo que corresponde es desestimar la causa o sobreseer al imputado en
los términos que lo dispone el artículo 319 del Código Procesal Penal. El mismo Código
de rito indica claramente que bastará la acusación del querellante para que el Juez pueda
dicta el auto de apertura a juicio (art. 321).
Como se ha visto, según el diseño del proceso penal especial previsto por el
legislador, la interposición de la querella por delito de acción pública puede concluir, en
esta etapa procesal, con un auto de apertura a juicio a pesar de la solicitud de
desestimación que realizó la fiscalía. Esto en virtud de que el control de las solicitudes
que ponen fin a la etapa predatoria corresponde ejercerlo al Juez. De manera que tanto
las solicitudes de desestimación, sobreseimiento, o de apertura a juicio por acusación
fiscal o del querellante pasan por el tamiz del juez. Funcionario ubicado dentro del
proceso penal que habiéndose mantenido ajeno a la ejecución de actos de investigación
(ahora a cargo del Ministerio Público o del querellante) es un personaje objetivo e
imparcial que debe decidir si, atendiendo a la prueba y al derecho, existe mérito
suficiente para elevar a juicio o ponerle fin al proceso de otra forma. Esta facultad
deriva del principio constitucional democrático de división de funciones que ha
permeado, con acierto, hasta el diseño del proceso penal en Costa Rica.
Como se sabe, la presentación de la querella por parte de la víctima o por la
persona legitimada para ello, es equivalente a la elaboración de la acusación por parte
del Ministerio Público. En ambos casos se imputa la comisión de hechos a una persona,
que se consideran constitutivos de delito, para lo cual se aportan los elementos de
prueba que se consideran idóneos por los petentes. En este sentido, la interposición de
la querella por delito de acción pública aun cuando no esté precedida por actos de
investigación policiales o fiscales, constituye el inicio del procedimiento penal y como
tal surte efectos jurídicos importantes que afectan a todas las partes del proceso. Uno de
los efectos más relevantes es que hace surgir el derecho de defensa del imputado.
El derecho de defensa es, como bien se sabe, intangible e irrenunciable y por
tanto no existen lapsos procesales en que no sea exigible o no deba garantizarse y así lo
entiende el Código Procesal Penal en sus artículos 12 y 13. En el caso de la querella por
delito de acción privada este derecho debe garantizarse desde la presentación del escrito
ante el Tribunal de juicio según lo dispone el artículo 380 del Código procesal. Mientras
que para el caso de la querella por delito de acción pública, el derecho de defensa debe
garantizarse desde el momento en que se presenta la querella ante el Ministerio Público
(artículo 12 in fine y 13 del Cpp).
De manera que es a partir de este momento que corresponde a la autoridad el
asegurar su cumplimiento. En este caso el primer obligado a garantizarlo es,
obviamente, el Ministerio Público. Obligación que señala la ley sin hacer distinción
alguna, de manera que si en el caso concreto la Fiscalía considera que el hecho
contenido en la denuncia y en la querella es atípico, tal circunstancia es una razón de
más para garantizar el ejercicio pleno y oportuno de ese derecho.
La preocupación implícita en la consulta que aquí se atiende es el tener que
tratar como imputado de un delito a quien, en criterio de la Fiscalía, no ha cometido una
acción delictiva. Al respecto debe indicarse que la denominación de una persona como
imputado debe ser apreciada en su dimensión procesal y según el Código procesal
penal, se denomina imputado a quien mediante cualquier acto de la investigación o del
procedimiento, sea señalado como posible autor de un hecho punible o partícipe en él
(art. 81).
Por lo que aun en la hipótesis en que se presente ante el Ministerio Público una
querella absolutamente infundada, por la que se acusa a determinada persona de la
comisión de un delito, procesalmente y mientras el asunto no fenezca, se le debe
considerar imputado. Tal calificativo tiene una connotación indudablemente negativa,
pero también denota, dentro del proceso penal, a una persona que es sujeto de especiales
derechos fundamentales cuya garantía es especialmente protegida por el ordenamiento
jurídico y que pretende moderar o aquilatar el poder represivo frente a una acusación
que si bien puede resultar fundada, también puede ser absolutamente atípica. Especial
relevancia cobra en esta situación el principio de presunción de inocencia de que goza la
persona contra quien se ha presentado una acusación sin fundamento fáctico o de
derecho.
En este sentido, se entiende que el acto de tomar la declaración a una persona
imputada de la comisión de un delito, es la materialización del ejercicio de un derecho y
no de un deber. Es una manifestación del derecho de defensa que opera en dos vías.
La primera vía consiste en el derecho de conocer que existe una denuncia en su
contra, que se le imputa e investiga por la comisión de determinados delitos y de
conocer la prueba existente en su contra. Esta advertencia coloca al imputado en una
situación que le permite definir su estrategia de defensa con el fin de demostrar o
convencer al órgano fiscal y posteriormente al juez, de su tesis, cosa que no podría
lograrse de la misma forma si no conoce de qué y quien le acusa y porqué se le
investiga.
La segunda vía consiste en que le permite al imputado actuar conforme a la
estrategia de defensa que ha tenido oportunidad de definir, esto implica que al tomársele
declaración y hacer de su conocimiento la denuncia y /o querella existente en su contra,
también se le brinda la oportunidad de actuar dentro del procedimiento, ofreciendo
prueba y haciendo llegar su alegatos de defensa (por ejemplo que alegue que el hecho es
atípico).
Precisamente por ser una manifestación del derecho de defensa, considera esta
Comisión, que al recibirse una querella de acción pública y antes de que el Ministerio
Público se pronuncie sobre ella, debe ajustarse a lo preceptuado por los artículos 12, 13,
300 y 309 del Código Procesal Penal, debiendo brindarle la oportunidad al imputado de
rendir su declaración previa advertencia de los derechos que la Constitución y la Ley le
confieren y solo después de haber escuchado al imputado, sería factible para el
órgano acusador pronunciarse, ya sea mediante la elaboración de una acusación o
la solicitud de desestimiento o sobreseimiento según corresponda.
No puede el Ministerio Público prescindir de ofrecer al imputado la oportunidad
de rendir su declaración, ya que como se dijo antes, este acto procesal es una
manifestación del derecho de defensa ante cualquier tipo de acusación en su contra,
cuya importancia, o relevancia procesal en el caso concreto, solo podrá conocerse
después de que el Juez de la etapa intermedia haya resuelto sobre la procedencia
de la querella, desestimando la causa o sobreseyendo al imputado (art. 319).
En el escenario en que el Ministerio Público haya optado por no dar oportunidad
al imputado de declarar y el Juez dicte el auto de apertura a juicio, el imputado se
encontraría en la difícil e inconstitucional situación de enfrentarse a un proceso en que
desconoce tanto la acusación, como la prueba que la sustenta y en el que tampoco tuvo
oportunidad de ofrecer prueba en su favor. Desconocimiento originado en la omisión
del acto procesal de tomarle su declaración, o como aun se insiste en llamar en el medio
forense, de indagar al imputado.
Según lo dicho, el tomar la declaración del imputado ante la presentación de una
querella en su contra y antes de que el Ministerio Público se pronuncie sobre ella, no
constituye una contrasentido de la ley procesal. Mientras que sí lo sería que el órgano
acusador se pronuncie sobre la denuncia y la querella, antes de recibir la declaración al
imputado; pues tal forma de proceder sería tanto como darle la oportunidad de
defenderse después de que se ha tomado una decisión sobre la denuncia que hay en su
contra y de esta forma entiende la Comisión de Asuntos Penales lo dispuesto por el
artículo 309 del Código Procesal Penal cuando dice:
“ARTÍCULO 309.- Declaración del imputado. La acusación o la querella no se
trasladará al tribunal del procedimiento intermedio, si antes no se le ha dado
oportunidad al imputado de rendir declaración.”
La omisión de tomar la declaración del imputado antes de enviar la acusación o
la querella al juez se ha presentado a consideración de la Sala Tercera de la Corte
Suprema de Justicia en varias oportunidades y en todas ellas, el alto Tribunal ha
considerado que tal actuación es violatoria del derecho de defensa del imputado, con las
consecuencias legales y procesales que este tipo de actuaciones implican para las partes.
En el voto 2002-00632 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, de las
9:20 horas del 28 de junio de 2002, se indicó que la primera imputación formal de los
hechos al acusado no es la comunicación de la pieza acusatoria, sino que es el acto
mediante el cual se le concede al justiciable la posibilidad de declarar, que es previo
al momento en que se formula la acusación (uno de los actos conclusivos del
procedimiento preparatorio). Y reiteró que si no se ha conferido al imputado la
oportunidad para declarar, el asunto no puede ser remitido por el Ministerio Público al
juez y agregó que “durante la fase preparatoria necesariamente habrá de conferírsele al
endilgado la posibilidad de que declare, de modo que si no se apersona voluntariamente
para que se le tome la declaración, deberá citársele (o presentársele, si se encuentra
detenido) para que lo haga (sobre el punto, ver artículos 91 a 99 del Código Procesal
Penal). Lo que indica que para la Sala Tercera esa diligencia no sólo es formal, sino que
está concebida precisamente para que se imputen los cargos al encartado.1
1
Reiterado en 2006-01171 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a
las diez horas cuarenta y cinco minutos del diecisiete de noviembre de dos mil seis. “La imputación de
cargos, y la intimación al acusado, resultan de tanta importancia para el principio de defensa, que no
puede darse traslado de la acusación o la querella, al Tribunal del procedimiento intermedio, si antes no se
Para la Sala Tercera no es sostenible el argumento de que la omisión de tomarle
declaración al imputado no cause quebranto alguno al derecho de defensa si en la etapa
intermedia se subsanan todos los defectos o yerros que existan. Por el contrario
consideró que tal situación es “insostenible, pues el derecho de defensa, como ha sido
concebido, no está sujeto a condicionamientos ni a simples enmiendas de parte de las
autoridades responsables del proceso (juzgadores y fiscales), sino que es un derecho real
y efectivo que permanece durante el tiempo que la causa exista.
Salvo que la parte
interviniente, el imputado en este caso, concurra a generar el defecto o admita su
convalidación, cualquier inobservancia o quebranto al derecho que se cita, acarrea la
ineficacia, invalidez, inexistencia o nulidad del acto o actos que de él dependan”.
(Sentencia 2002-00337 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, de las 11:40
horas del 16 de abril de 2002)
La Sala también dijo que es indispensable cumplir con las formalidades previstas
por el ordenamiento jurídico, entre las que se encuentra que el imputado no sólo debe
ser informado de la existencia de una denuncia y declarar respecto a ella, sino también,
que el cumplimiento de tal requisito implica la posibilidad de participar activamente en
el proceso, si así lo estima pertinente, o bien incluso la de proponer las diligencias que
considerara necesarias o esenciales para su efectiva defensa, y hasta la de gestionar, en
tanto fuera posible, una de las salidas o medidas alternativas al proceso, garantías y
le ha dado oportunidad al imputado de rendir declaración (artículo 309 del Código Procesal Penal). En
que se cita el voto 2000- 6297de la Sala Constitucional.
derechos recogidos por la normativa interna y por la internacional (articulo 8.2.b de la
“Convención Americana Sobre Derechos Humanos”).2
Para la Sala no se trata de una nulidad por la nulidad misma, o un caso en donde
se pretenda salvaguardar la formalidad por la formalidad misma, sino que se está ante
un supuesto o hipótesis en donde lo que se pretende salvaguardar no es sólo un derecho
constitucional sino la misma institucionalidad y legitimidad del sistema de justicia penal
como pilar de un Estado Democrático de Derecho
Agregó el alto Tribunal de casación penal que la Sala no es posible prohijar este
tipo de actuaciones, pues el límite entre lo subsanable o convalidable frente a lo que no
lo es, prácticamente desaparece, lo que resulta peligroso e inaceptable, pues
eventualmente los juzgadores en procura de salvaguardar el proceso por el proceso
mismo , sin ponderar las consecuencias que ello puede acarrear, estarían
permitiendo un poder de disposición procesal inadmisible, en donde el ser humano se
convierte tan sólo en un medio o instrumento más en función de dicho poder, cuando en
realidad debe ser el fin u objetivo sobre el cual debe girar el proceso, pues el
cumplimiento de esta formalidad constituye un requisito indispensable a nivel procesal
para poder trasladar la acusación o querella al juez de la etapa intermedia. 3
En cuanto a las funciones del Juez de la etapa intermedia se indicó que antes de
resolver sobre la solicitud de apertura a juicio tiene el deber o la obligación de
cerciorarse que efectivamente se haya cumplido con todos los trámites o requisitos
exigidos por ley para solicitar que la causa se envíe a debate. Por lo que, de recibir la
solicitud de apertura a juicio sin que se haya cumplido con el requisito que se señala
2
Sentencia 2002-00337 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, citada. En igual sentido ver
Sentencia 2005- 0 1371 Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia San José, a las 9:06 del 5 de
diciembre del 2005.
3
Sentencia 2002-00337, ibidem.
(indagatoria correspondiente), de inmediato lo que debe de hacer es señalar el defecto y
remitir nuevamente el expediente ante el Ministerio Público para que éste corrija el
defecto formal que aprecia, en tanto así lo permiten los artículos 15 y 379 párrafo
segundo del Código de Rito.4
En cuanto a la omisión del acto procesal respecto de la declaración del
imputado en una querella por delito de acción pública, la Sala Tercera ha mantenido
la misma posición. Al respecto ha dicho que tratándose de una querella por delito de
acción pública es imperativo que la oportunidad de pronunciarse sobre los cargos al
imputado, precediera el traslado de la querella respectiva, y ello no como simple orden
preestablecido de fases del proceso, sino como una manifestación mínima de la garantía
del imputado de contar con la oportunidad y medios adecuados para formular y ejercer
su estrategia de defensa.
Seguir adelante con el proceso, e incluso condenar al
encartado por uno de esos eventos no mencionados sino hasta la querella que se
presentara al finalizar la etapa preparatoria, sin que se le hubiese dado al imputado la
oportunidad previa de rendir declaración sobre ellos, constituye una flagrante violación
al derecho de defensa (artículo 39 de la Constitución Política), que el Código procesal
penal expresamente fija como improcedente, y que por tal razón no puede validarse.
(Sentencia 2007-00143 de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, de las 10:00
horas del 27 de febrero de 2007).
Finalmente en cuanto a la hipótesis planteada en la consulta en el sentido de que
“el procedimiento impuesto por los jueces penales está viciado en forma total, pues a
nuestro entender, ante una Solicitud de desestimación formulada por el Ministerio
Público y no compartida por el Juzgador, éste deberá indagar al imputado señalándole
4
Ibid.
cuál es el hecho delictivo que él considera que existe, por analogía con las Querellas
por delitos de acción privada y brindando así el auxilio judicial necesario (toda vez que
no existe en estos casos el trámite de la Disconformidad ante el superior jerárquico del
petente).
Considera esta Comisión que el legislador definió un procedimiento distinto para
el trámite de la querella de acción pública y la de acción privada, a pesar de que
comparten un objetivo común, como lo es la indiscutible posibilidad de que la víctima
tenga un papel activo dentro del procedimiento penal a través del ejercicio de la acción
penal, derivado del principio democrático en cuanto al acceso a la justicia.
Pero además ambas manifestaciones de la querella se diferencian en cuanto a los
delitos en que puede ejercerse cada una de ellas. Esto es, que puede ejercerse ante
delitos de acción pública y de acción privada y a su vez esta diferenciación de los tipos
penales tiene su fundamento en los bienes jurídicos protegidos por cada uno de ellos.
Los delitos de acción pública fueron valorados por el legislador como de mayor
relevancia social que los perseguibles a instancia privada. Esta prelación de bienes
jurídicos constituye una definición de política criminal, que obedece al impacto que
cada uno de ellos tiene en la sociedad, privilegiando así el interés colectivo al
individual. De esta forma se ha considerado que, por ejemplo, un homicidio lesiona un
bien jurídico de mayor valor que un delito contra el honor y precisamente por ello el
delito de homicidio es perseguible de oficio por el órgano fiscal, mientras que los
delitos contra el honor son perseguibles por el titular del derecho que se considera
vulnerado.
En el mismo sentido indicado, puede afirmarse que el señalamiento de un
procedimiento distinto para la querella por delitos de acción pública y para la
querella por delitos de acción privada es también una decisión de política criminal
que, como tal, corresponde dictar al legislador común y, de ninguna manera, al
juez, al fiscal o al Poder Judicial en alguna de sus instancias.
En razón de lo expuesto la hipótesis que Usted nos presenta, en el sentido de que
cuando se presente una querella por prevaricato y resulte claramente atípica la conducta
acusada, se proceda conforme al trámite de la querella por delito de acción privada, en
el sentido de que sea el juez quien indague al imputado, es una propuesta que excede las
funciones del Poder Judicial y, por su puesto, de la Fiscalía, pues implica una
modificación a la ley, materia que está constitucionalmente reservada al legislador
común.
Atentamente,
Magistrado José Manuel Arroyo Gutiérrez
Presidente Comisión de Asuntos Penales
Corte Suprema de Justicia
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