Diario LA LEY 26/01/2015

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La acumulación de penas y la Decisión marco 2008/675/JAI, del Consejo
José Luis MANZANARES SAMANIEGO
Ex-Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Consejero Permanente de Estado
Diario La Ley, Nº 8463, Sección Tribuna, 21 de Enero de 2015, Ref. D-22, Editorial LA LEY
LA LEY 209/2015
I. INTRODUCCIÓN
La acumulación jurídica de penas (en este caso la de prisión), para aplicar después el límite máximo
de cumplimiento conjunto, se ha ceñido siempre, desde su introducción en el art. 89 CP 1870, a las
condenas impuestas por los tribunales españoles. El Derecho penal es un reflejo de la soberanía de
unos Estados que sólo aceptaban la legislación nacional. El problema surge cuando la Unión Europea
va creando un espacio jurídico más homogéneo entre los diferentes países que la componen.
Primero fueron las condenas de los tribunales extranjeros para apreciar la reincidencia en los delitos
contra la salud pública. Así lo dispone actualmente, por ejemplo, el art. 375 CP 1995 siguiendo el
ejemplo del art. 344 bis f) CP 1973 tras la LO 1/1985. Ahora se trata de la acumulación jurídica de
las penas con independencia del país de la Unión Europea donde se hubieran impuesto.
Los textos de la Unión Europea no siempre son tan claros como sería deseable. Quizás porque ha
de conciliar posturas diversas, fruto a su vez de ordenamientos jurídicos distintos. De otro lado, y
con relativa frecuencia, sucede que las versiones en los diversos idiomas no coinciden exactamente.
De ahí que la primera dificultad que se presenta en la interpretación sea la ambigüedad, calculada o
no, de sus documentos. Así ocurre con la Decisión marco 2008/675/JAI, del Consejo, de 24 de julio
de 2008.
II. LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA SOBRE LA ACUMULACIÓN DE PENAS
Dejando de lado la limitación temporal absoluta, que era única para todos los delitos pero que hoy
varía conforme al art. 76 del vigente CP, lo que más interesa para el presente estudio es, como
presupuesto de la novedosa acumulación ampliada con las sentencias de los tribunales de otro país,
examinar las condiciones precisas para la acumulación de las penas que, impuestas todas ellas por
los jueces y tribunales españoles, lo han sido en procesos distintos. Se trata de una posibilidad
relativamente reciente en nuestro ordenamiento jurídico. Desconocida hasta entonces, la Ley
3/1967, de 8 de abril, la introdujo en el nuevo párrafo segundo de la regla 2.ª del art. 70 CP 1973:
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«La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en distintos procesos si los hechos,
por su conexión pudieran haberse enjuiciado en una solo».
El texto pasa literalmente al ap. 2 del art. 76 CP 1995.
Del procedimiento se ocupa el último párrafo del art. 988 LECrim., que, añadido por la repetida Ley
30/1997, es del siguiente tenor:
«Cuando el culpable de varias infracciones penales haya sido condenado en distintos procesos por
hechos que pudieron ser objeto de uno solo, conforme a lo previsto en el art. 17 de esta Ley, el juez
o Tribunal que hubiera dictado la última sentencia, de oficio, a instancia del Ministerio Fiscal o del
condenado, procederá a fijar el límite del cumplimiento de las penas impuestas conforme a la Regla
2.ª del art. 70 del Código Penal. Para ello, reclamará la hoja histórica penal del Registro Central de
Penados y Rebeldes y testimonio de las sentencias condenatorias y previo dictamen del Ministerio
Fiscal, cuando no se el solicitante, dictará auto en el que se relacionarán todas las penas impuestas
al reo, determinando el máximo de cumplimiento de las mismas».
El art. 17 LECrim. recoge actualmente cinco supuestos de conexidad, entre los que destaca el 5.º,
no sólo por su impreciso contenido al recurrir a la analogía en cada caso, sino también, y sobre
todo, porque es el que ha servido de apoyo al Tribunal Supremo para producir una jurisprudencia
cada vez más favorable al reo, si bien a costa de un progresivo alejamiento del texto legal.
Art. 17 LECrim:
«Consideranse delitos conexos:
5.º Los diversos delitos que se imputen a una persona al incoarse contra la misma causa por
cualquiera de ellos, si tuvieren analogía o relación entre sí, a juicio del Tribunal y no hubiesen sido
hasta entonces sentenciados.»
Este supuesto amplía, aunque sea discrecionalmente, el concepto de conexidad al referirse a «la
analogía o relación entre sí» de los delitos, pese a no concurrir las circunstancias específicas de los
cuatro números anteriores. Luego exige para la conexidad (y consecuentemente para la
acumulación de penas) que los delitos no hubieran sido todavía sentenciados. Existe, pues, una
conexidad conceptual, manifestada por la analogía o relación, y otra sólo normativa pero con
iguales efectos legales.
Se observa un cierto desajuste entre la conexidad del art. 17.5.º LECrim. y la acumulación
conforme al apartado segundo del art. 76 CP 1995 que, como ya se dijo, se circunscribe a las
penas impuestas en diversos procesos «si los hechos, por su conexión, pudieran haberse enjuiciado
en uno solo». No es lo mismo que los delitos no hayan sido aún objeto de una sentencia o que
pudieran haberse enjuiciado conjuntamente. Cabe señalar, de otra parte, que el art. 17.5.º LECrim.
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no especifica si el límite temporal se adelanta a las sentencias condenatorias que todavía no han
ganado firmeza.
El Código Penal parece ser más restrictivo, dado que su art. 76.2 excluye la acumulación no sólo
atendiendo a las fechas de las sentencias, como es el caso del art. 17.5.º LECrim., sino también en
aquellos supuestos en los que el enjuiciamiento conjunto no hubiera sido procesalmente posible.
Debe atenderse entonces a la clase de proceso. No cabrá el enjuiciamiento conjunto, por ejemplo,
una vez abierto el juicio propiamente dicho.
A partir de aquellos preceptos, la jurisprudencia opta, según se dijo, por una exégesis cada vez más
favorable al reo, si bien a costa de reconsiderar o flexibilizar el requisito de la conexidad. Con el
argumento de que el fin de la acumulación conforme al Código Penal debe primar sobre la regulación
procesal, la conexidad se volatiliza hasta convertirse en una noción exclusivamente cronológica. La
sentencia 342/2004, de 30 de 12 de marzo, es una buena muestra:
«La nota de la conexidad queda reducida exclusivamente a la idea de proximidad temporal o criterio
cronológico, es decir, que los diversos hechos delictivos objeto de la posible acumulación de penas,
hubiesen podido enjuiciarse en un único proceso atendido al momento de su comisión, aunque de
hecho lo hubieran sido en diversos procesos, eliminándose de la idea de conexidad toda analogía,
relación o semejanza entre los diversos delitos, estableciéndose como único obstáculo o valladar a
la acumulación de penas, tan ampliamente interpretado, que los hechos no hayan sido sentenciado
en el momento de la comisión del hecho que da lugar a la última resolución.»
La LO 7/2003, de 30 de junio, se hace eco de la nueva pero consolidada doctrina del Tribunal
Supremo. El ap. 2 del art. 76 CP reza desde entonces así:
«La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en distintos procesos si los
hechos,por su conexión o el momento de su comisión,pudieran haberse enjuiciado en uno solo.»
La doble referencia a la conexidad y al momento de la comisión del delito como requisitos para la
acumulación no es muy feliz. Se diría que el elemento cronológico desplaza siempre al de la
conexión puesto que ambos tienen como denominador común la exigencia de que los hechos
pudieran haberse enjuiciado en el mismo proceso. Se altera así la relación con el art. 17 LECrim.,
sobre todo en cuanto a su núm. 5.º. Todos los números anteriores, recogidos ya en el texto de
1881, están condicionados, aunque no se señale expresamente, a que el proceso por el delito de
referencia aún permita la inclusión del conexo. Hasta la Ley 3/1967, que abrió la puerta a la
acumulación jurídica de penas impuestas en diferentes sentencias, la conexión de los núms. 1.º, 2.º,
3.º y 4.º, los únicos existentes entonces, apenas tenía interés si no era para la persecución de los
delitos conexos en un solo proceso. Recuérdese la excepción establecida en el art. 300 LECrim. a la
regla general de un sumario por cada delito.
Nos encontramos con un problema suscitado por la reforma del Código Penal sin cambio alguno
paralelo en la LECrim. Se trata del alcance que deba darse al posible enjuiciamiento conjunto, al
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margen o no de los restantes elementos de la conexidad tradicional. Quizás se pretenda que el
momento de comisión del delito sea, en su caso, un supuesto más de conexión, pero tal
interpretación llevaría a un sumario único, lo que probablemente no esté ni en la voluntad de la ley ni
en la del legislador.
Hasta aquí se ha expuesto la no muy clara normativa española sobre acumulación de penas, que
arrastra una evidente imprecisión en cuanto al momento límite para aplicar el criterio cronológico en
cada caso. Pero hay otro defecto aún más grave en esta materia. Se procede de oficio o a instancia
del fiscal o del propio condenado, lo que, si bien cabría entender, en un primer momento, como una
disposición favorable al reo, significa en la práctica que con relativa frecuencia se cumplen meses y
hasta años de más como consecuencia de esa previsión aparentemente garantista. La culpa por el
retraso recaerá en última instancia sobre el propio condenado, de forma que ni siquiera habrá
responsabilidad patrimonial por mal funcionamiento de la Administración de Justicia al amparo de los
arts. 292 y ss. LOPJ.
La asistencia jurídica que reciben los internos en nuestros establecimientos penitenciarios no es
suficiente en cuanto a la posibilidad de una acumulación. Tampoco el asesoramiento de letrado suele
prolongarse durante todo el cumplimiento de la pena. Además, el procedimiento es inevitablemente
muy complicado en muchos casos, lo que propicia intolerables retrasos. Hay incluso ocasiones en
las que el reo se entera demasiado tarde, a veces incluso tras su licenciamiento definitivo, de que
pudo haber obtenido la acumulación años antes. Los informes del Consejo de Estado en las
reclamaciones patrimoniales por anormal funcionamiento de la Administración de Justicia dan
testimonio de la gravedad del problema.
Otra cosa es que la acumulación con penas impuestas en otros Estados de la Unión Europea
difícilmente sea factible si no es a petición del propio interesado.
La sentencia 2117/2002, de 18 de diciembre, anterior por lo tanto a la Decisión marco
675/2008/JAI, de 24 de julio, denegó, conforme a la legislación entonces vigente, la acumulación de
una pena impuesta en Francia:
«Esos distintos hechos, los realizados en España y los de Francia, en modo alguno pudieron ser
objeto del mismo proceso, por haber ocurrido en territorios nacionales distintos, es decir, sometidos
a la soberanía de diferentes estados y por tanto, enjuiciados por jurisdicciones nacionales
diferentes. No se trata de un simple obstáculo procesal, como ocurre cuando en tribunales de la
misma jurisdicción nacional no se celebra un solo juicio sino varios para conocer de los diferentes
delitos que podrían haber sido objeto de un solo procedimiento. Es que el hecho de haberse
cometido las diferentes infracciones penales en territorios sometidos a soberanías estatales
distintas cuando el enjuiciamiento se produjo en Francia y allí se ha cumplido la pena, hace que la
jurisdicción española tenga que considerarse ajena a lo enjuiciado en este otro país, incluso a los
efectos de acumulación de condenas…»
III. LA DECISIÓN MARCO 2008/675/JAI DEL CONSEJO Y SU INCIDENCIA SOBRE NUESTRO
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DERECHO POSITIVO
La extensión de la acumulación jurídica de penas a las impuestas por los tribunales de cualquier
Estado miembro de la Unión Europea constituye una novedad de la Decisión marco 675/2008/JAI,
de 24 de julio, del Consejo, y se concreta en su art. 3:
«Art. 3:
1. Cada Estado miembro garantizará que se tomen en consideración, con motivo de un proceso
penal contra una persona, las condenas anteriores pronunciadas en otros Estados miembros contra
la misma persona por hechos diferentes, sobre las cuales se haya obtenido información a través de
los instrumentos de asistencia judicial aplicables o mediante el intercambio de información extraída
de los registros de antecedentes penales, en la medida en que se tomen en consideración las
condenas nacionales anteriores y se atribuyan a aquellas condenas los mismos efectos jurídicos que
a las condenas nacionales anteriores, de conformidad con el Derecho nacional.
2. El apartado 1 se aplicará en la fase previa al proceso penal, durante el propio procesoy en la
fase de ejecución de la condena,en particular por lo que respecta a las normas de procedimiento
aplicables, incluidas las relativas a la detención provisional, la calificación de la infracción, el tipo y
el nivel de la pena impuesta, e incluso las normas que rigen la ejecución de la resolución.
3. La consideración de condenas anteriores impuestas en otros Estados miembros, conforme a lo
dispuesto en el apartado 1, no tendrá por efecto que haya una interferencia en el Estado miembro
en el que se desarrolle el nuevo proceso en condenas anteriores o en cualquier resolución relativa a
su ejecución, ni una revocación o revisión de las mismas por dicho Estado miembro.
4. De conformidad con el apartado 3, lo dispuesto en el apartado 1 no se aplicará en la medida en
que, de haber sido la condena anterior una condena nacional del Estado miembro en el que se
desarrolle el nuevo proceso, la consideración de la condena anterior hubiera tenido por efecto, de
conformidad con el Derecho nacional de dicho Estado miembro, una interferencia en la condena
anterior o en cualquier resolución relativa a su ejecución, o una revocación o revisión de estas.
5. Si la infracción penal por la que se desarrolla el nuevo proceso se cometió antes de que la
condena anterior se haya dictado o ejecutado por completo, los apartados 1 y 2 no tendrán por
efecto el de exigir a los Estados que apliquen su legislación nacional relativa a la imposición de
sanciones, si la aplicación de dichas normas a las condenas extranjeras limitara al órgano
jurisdiccional al imponer una sanción en el nuevo proceso.
No obstante, los Estados miembros garantizarán que, en tales casos, sus órganos jurisdiccionales
puedan tener en cuenta a otros efectos las condenas anteriores dictadas en otros Estados.»
El art. 5.1 establece después un plazo para el cumplimiento o desarrollo de lo previsto:
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«Art. 5:
1. Los Estados miembros tomarán las medidas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en
la presente Decisión marco a más tardar el 15 de agosto de 2010.
2. Los Estados miembros comunicarán a la Secretaría General del Consejo y a la Comisión el texto
de las disposiciones que incorporan a su Derecho nacional las obligaciones derivadas de la presente
Decisión marco.
3. Sobre la base de dicha información, la Comisión presentará al Parlamento Europeo y al Consejo,
a más tardar el 15 de agosto de 2011, un informe sobre la aplicación de la presente Decisión
marco, acompañado, en caso necesario, de propuestas legislativas.»
Pero, desgraciadamente, el legislador español nada hizo al respecto, ni siquiera una vez vencido el
plazo fijado. Y así se llega a la STS 186/2014, de 13 de marzo, que resonó como un aldabonazo en
la puerta de nuestras Cortes Generales.
El Tribunal Supremo accede a la acumulación de unas penas impuestas y cumplidas en Francia
porque, proponiéndose la Decisión marco la equiparación a estos efectos entre las sentencias de los
tribunales españoles y las del resto de la Unión Europea, y superada largamente la fecha de 15 de
agosto de 2010 sin que la Decisión marco tuviera eco alguno en nuestra legislación interna, aquélla
había de ser aplicada directamente como única forma de alcanzar dicho objetivo. Con otras
palabras, el penado no debía pechar con la inactividad de legislador:
«Con independencia de que el Estado español, como Estado miembro de la UE, haya sido más o
menos dirigente en dar cumplimiento a lo previsto art. 5.1. de la referida Decisión marco ("1. Los
Estados miembros tomarán las medidas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la
presente Decisión marco a más tardar el 15 de agosto de 2010"), lo cierto es que en ausencia de
normas que regulen expresamente la materia de una forma terminante, la interpretación de las
vigentes debería realizarse de la manera más conforme posible con el contenido de una norma
europea, cuya incorporación al ordenamiento interno es una obligación contraída por el Estado
español como miembro de la Unión Europea.»
Nuestro Tribunal Supremo se refiere también a su sentencia 1129/2000, de 27 de junio, que, a
propósito del cumplimiento en España de una pena impuesta en Tailandia, afirma que «las reglas
contenidas en los arts. 70 CP 1973 y 76 CP pueden en principio ser aplicadas tanto a sentencias
nacionales como extranjeras». Pero volvamos a la acumulación de penas.
Es tras la repetida STS 186/2014 cuando, ante la perspectiva de otras muchas excarcelaciones de
etarras que cumplieron penas en Francia, empieza a prepararse la trasposición de la Decisión marco,
y ello de manera que las acumulaciones se restrinjan todo lo posible. Hay que esperar, sin embargo,
hasta la tramitación en el Senado del Proyecto de Ley Orgánica sobre Intercambio de Información
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de Antecedentes Penales y consideración de Resoluciones Judiciales Penales en la Unión Europea
para, por vía de enmienda en el Senado, regular la materia.
La exposición de motivos, el art. 14.1 y 2 y la disp. adic. única de la correspondiente LO 7/2014, de
12 de noviembre, se ocupan de los efectos jurídicos de las condenas de otros países de la Unión
Europea para su acumulación en España.
A la exposición de motivos, modificada asimismo en el durante el trámite de enmiendas en el
Senado, pertenece el siguiente fragmento:
«Junto a este principio general, con el propósito de reforzar la seguridad jurídica, la Ley enumera,
en línea con las previsiones o facultades previstas en la Decisión marco, los supuestos en los que
tales condenas no pueden ser tomadas en consideración: a efectos de la revisión de las condenas
que ella hubieran sido impuestas con anterioridad en España o de las resoluciones dictadas para dar
inicio a su ejecución; a efecto de las condenas que eventualmente se impongan con posterioridad
en España por delitos que se hubieran cometido antes de que se hubiera impuesto la condena
anterior por el otro Estado miembro; así como en relación con las resoluciones sobre fijación de los
límites de cumplimiento de la pena que se dicten conforme alart. 988de laLey de Enjuiciamiento
Criminalcuando incluyan alguna de esas condenas.»
El art. 14.1 y 2 reza así:
«Art. 14.1 Las condenas anteriores firmes dictadas en otros Estados miembros contra la misma
persona por distintos hechos surtirán, con motivo de un nuevo proceso penal, los mismos efectos
jurídicos que hubieran correspondido a tal condena si hubiera sido dictada en España, siempre que
se cumplan las siguientes condiciones:
a) Que se hubieran impuesto por hechos que fueran punibles de conformidad con la ley española
vigente a la fecha de su comisión.
b) Que se haya obtenido información suficiente sobre dichas condenas a través de los instrumentos
de asistencia judicial aplicables o mediante el intercambio de información extraída de los registros
de antecedentes penales.
2. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, las condenas firmes dictadas en otros Estados
miembros no tendrán ningún efecto, ni tampoco podrán provocar su revocación o revisión:
a) Sobre las sentencias firmes dictadas con anterioridad a aquéllas por los Jueces o Tribunales
españoles, ni sobre las resoluciones adoptadas para la ejecución de las mismas.
b) Sobre las sentencias de condena que se impongan en procesos posteriores seguidos en España
por delitos cometidos antes de que se hubiera dictado sentencia de condena por los Tribunales del
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otro Estado miembro.
c) Sobre los autos dictados o que deban dictarse, conforme a lo dispuesto en el párrafo tercero del
art. 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que fijen los límites de cumplimiento de penas entre
las que se incluya alguna de las condenas a que se refiere la letra b).»
Y, finalmente, la disp. adic. única establece una discutible limitación:
«En ningún caso serán tenidas en cuenta para la aplicación de la presente Ley las condenas dictadas
por un Tribunal de un Estado miembro de la Unión Europea con anterioridad a 15 de agosto de
2010.»
Sin embargo, el legislador español llega tarde para la acumulación de penas pendiente ya en la
Audiencia Nacional. Su Sección 1.ª de lo Penal, se suma por unanimidad, en sus cuatro autos, a la
doctrina de la STS 186/2014, mientras que la Sección 2.ª se opone a la acumulación en un
supuesto similar, no sin un voto particular en contra, que sigue la línea trazada por la Sección 1.ª.
Los cinco autos son de 2 de diciembre de 2014.
Las resoluciones de la la Audiencia Nacional que acuerdan la acumulación añaden a los concisos
argumentos del Tribunal Supremo otro proveniente de la sentencia de la Gran Sala del Tribunal de
Justicia de la Unión Europea en el caso Pupino, de 16 de junio de 2005. En ella se afirmaría el
«carácter vinculante» de las Decisiones marco «en el sentido de que éstas obligarán a los Estados
miembros en cuanto al resultado que deba conseguirse». Por ello, el órgano jurisdiccional nacional
«está obligado a hacer todo lo posible, a la luz de la letra y de la finalidad de la Decisión marco para
(…) alcanzar el resultado a que se refiere».
Ninguno de los cuatro autos de la Audiencia Nacional favorables a la acumulación menciona siquiera
nuestra LO 7/2014, de 12 de noviembre, por la sencilla razón de que aún no había entrado en vigor,
de forma que su disp. adic. única no podía tomarse en cuenta, sea o no compatible con la Decisión
marco.
La última palabra sobre la cuestión debatida se dirá en un próximo Pleno de la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo. A salvo, naturalmente, los posibles recursos ante el Tribunal Constitucional y el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Procede, no obstante, adelantar unas conclusiones como
resumen de todo lo expuesto.
IV. CONCLUSIONES
1.ª.—Es lamentable, en primer término, que el legislador español haya tenido que regular la materia
in extremis por vía de enmiendas en el Senado, aprovechando una ley en tramitación que en nada
se refería a la acumulación en España de penas impuestas por otro país de la Unión Europea. La LO
7/2014, de 12 de noviembre, no estaba todavía en vigor cuando cuatro autos de la Audiencia
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Nacional acuerdan el 2 de diciembre de 2014 la acumulación conforme al criterio sustentado por el
Tribunal Supremo en su sentencia 186/2014, de 13 de marzo. La Decisión marco es de 24 de julio
de 2008 y en ella se fijaba la fecha límite del 15 de agosto de 2010 para que los países miembros
tomasen, en su caso, las medidas necesarias en la indicada dirección.
2.ª.—Si según la citada STS 186/2014, la pasividad del legislador español obligaba a la aplicación
directa de la Decisión marco, o a la posible interpretación de nuestro Derecho positivo conforme a la
misma, no es aventurado afirmar que al menos hasta la LO 7/2014 el derecho a la acumulación ya
existía y era procesalmente exigible en España.
3.ª.— La limitación temporal de la disp. adic. única LO 7/2014, podría conculcar por ello el principio
de la irretroactividad penal en perjuicio del reo. No se trataría solamente de la imposible aplicación
de una ley no vigente todavía, sino también de su efecto retroactivo frente a la anterior situación
jurídica.
4.ª.—No cabe descartar, de otra parte, que la repetida disposición adicicional se aleje de una
Decisión marco que no contempla limitación temporal alguna. La fecha de 15 de agosto de 2010 no
es necesariamente la de entrada en vigor de la decisión misma.
5.ª—A la espera del próximo pronunciamiento del Tribunal Supremo sobre esta cuestión, lo único
seguro es que el criterio favorable a la acumulación no es, ni mucho menos, tan disparatado como
algunos pretenden con una argumentación condicionada probablemente por el más que justificado
deseo de demorar las excarcelaciones de quienes en otros países estarían cumpliendo la pena de
prisión perpetua.
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