El discreto encanto de la intrascendencia

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LUNES, 9 DE JULIO DE 2012 ●
Granada Hoy
Actual
61 FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA DE GRANADA
Crítica
BIRMINGHAM ROYAL BALLET
★★★★★
Programa: The grand tour, coreografía de
Joe Layton, música de Noël Coward, libremente adaptada y orquestada por Hershy Kay; Take five, coreografía de David Bintley, música
The Dave Brubeck, transcrita por Colin Towns;
The Dream, coreografía de Frederick Ashton,
música de Félix Mendelssohn-Bartholdy, arreglada musicalmente por John Lanchbery. Director: David Bintley. Conjuntos musicales:
Orquesta Ciudad de Granada, The Colin Towns
Band, Coro de la catedral de Birmingham. Director musical: Paul Murphy. Lugar y fecha:
Teatro del Generalife, sábado 7 de julio de
2012. Aforo: Lleno.
El discreto encanto
de la intrascendencia
Juan José Ruiz Molinero
El segundo programa del Birmingham Royal Ballet estuvo
dedicado a demostrar las cualidades técnicas de los integrantes de este excelente conjunto
británico, del que ya subrayé algunas de sus características en
la divertida versión de Coppélia.
En la noche de despedida ofrecieron un programa variado, en
formas y estructuras, pero unido
por el denominador común de la
intrascendencia donde, a pesar
de todo, el público puede encontrar el discreto encanto de los tonos menores, sobre todo cuando
tan acostumbrado está a los ridículos argumentos burgueses de
los grandes ballets románticos,
cuyo remedo no faltó tampoco
en la velada.
Comenzaba el programa con
una pantomima muy del gusto
de los musicales norteamericanos –no en balde su coreógrafo,
Joe Layton, fue un famoso director de escena en Broadway–, The
grand tour, que utiliza temas
musicales del británico Noël
Coward, libremente adaptados
y orquestados por Hershy Kay.
Un hipotético viaje en barco en
Un momento de la actuación del Birmingham Royal Ballet en el Teatro del Generalife.
los años 30 de una americana
que encuentra en su travesía a
personajes famosos, desde el
propio Noël Coward o Mary
Pickford a Bernard Shaw y Gertrude Stein, lo que ‘justifica’ una
insustancial coreografía, amable, divertida, pero reiterativa.
Sólo la salva de la modorra la
técnica desplegada de los bailarines en un hilván de debilidad
coreográfica.
Aunque igualmente basado en
resaltar las cualidades técnicas
de los bailarines, su versatilidad
y su profunda formación, Take
five tiene más fuerza expresiva y
juvenil, dentro de una idea de
danza más de acuerdo con los
cánones modernos de hoy, en
una coreografía dinámica de
David Bentley, director del Birmingham Royal Ballet. Sobre un
admirable cuarteto de jazz en el
PEPE VILLOSLADA
RECITAL. El Monasterio de San Jerónimo se abrió ayer de par en par para escuchar el recital
que ofreció la Coral Polifónica de la Basílica de San Juan de Dios de Granada junto al
Ensemble La Danserye dirigido por Juan Ignacio Rodrigo Herrera, en el que sonaron obras de
Tomás Luis de Victoria, Heinrich Schütz, Giovanni Gabrieli, Gregorio Allegri y William Byrd.
LUCÍA RIVAS
escenario, The Coli Towns Band,
las evoluciones danzantes se suceden con pulcritud, fuerza y un
sentido de comunicación muy
estimable, resaltando cuartetos,
pasos a dos, solos y danzas conjuntadas, dentro de un ritmo
constante y bien definido. ¡Menos mal que la música era en directo y el cuarteto y los bailarines surgían de un mismo fresco
espíritu creativo!
Cerraba el programa un remedo coreográfico neorromántico,
The dream, basado en la idea del
Sueño de una noche de verano, de
Shakespeare, con música, a veces
traidoramente adaptada para la
danza, por John Lanchbery, de la
obertura de Mendelssohn y una
coreografía insulsa de Frederick
Ashton que queriendo emular a
los grandes clásicos como Petipa,
se queda en mera imitación.
Obra antigua en la creación del,
por otro lado, excelente coreógrafo británico, no aportó en su
momento nada nuevo de especial
interés. Su Oberón, sus hadas, su
duendecillo, los mortales que se
cruzan en el espectáculo son tan
convencionales que llaman la
atención, incluso teniendo en
cuenta las atrabiliarias licencias
banales de los ballets burgueses.
Eso sí, tiene notable escenografía
de Peter Farmer, estimables pasos a dos, una idea de conjunto
con cierto sabor a rancio y demasiado edulcorado que, como tantas veces ocurre en los ballets mediocres, lo salva el trabajo de bailarines y bailarinas. Destacaré la
labor en este sentido de Joseph
Caley, Natasha Oughtred y
Mathias Dingman y, en general,
el elegante, medido y sólido cuerpo de baile que integra esta notable compañía británica, pese a algunos fallos o resbalones sin importancia.
Una vez más, muy bien la orquesta Ciudad de Granada, con
voces del Coro de la Catedral de
Birmingham y, naturalmente, el
vibrante The Colin Towns Band.
La música y la técnica de los danzantes nos salvaron de una noche
intrascendente que no pasará a la
historia de los capítulos de danza
del Festival, aunque dejó gotas
de frescura y juventud y, sobre todo, la ductilidad y capacidad del
elenco para abordar con rigor todos los secretos de la danza.
PEPE VILLOSLADA
SERENATAS Y NOCTURNOS. El ciclo de conciertos de los Cursos Manuel de Falla tuvo anoche
una parada en la Real Chancillería, donde profesores y alumnos del Curso de interpretación
musical histórica mostraron el resultado de su trabajo conjunto con un repertorio basado en el
Barroco, el Clasicismo y el Romanticismo interpretado con instrumentos originales de la época.
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