Romanización

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1. INTRODUCCIÓN Romanización, proceso de aculturación que experimentaron las diversas regiones
conquistadas por Roma, por el que dichos territorios incorporaron los modos de organización
político−sociales, las costumbres y las formas culturales emanadas de Roma o adoptadas por ella. En el caso
correspondiente a la península Ibérica, fue de diferente intensidad según las zonas mayor en el sur y este
peninsulares y se produjo en distintos momentos (más tardío en el oeste y norte).
2. FASES DE LA ROMANIZACIÓN
El comienzo de este proceso data del año 218 a.C., cuando las legiones romanas de Cneo Cornelio Escipión
desembarcaron en Ampurias, en la costa catalana, para enfrentarse con sus enemigos cartagineses, ocupantes
de las zonas costeras y de parte del interior. En una primera fase se procedió a la conquista militar de la zona
cartaginesa hasta el 206 a.C., de la zona interior durante el siglo II a.C. y del resto en el siglo I a.C., no exenta
de dificultades debido al valor y ansia de independencia de los indígenas, con continuas rebeliones. En una
segunda, iniciada cuando aún gran parte de lo que será Hispania no había sido conquistada, se procedió a una
asimilación cultural del territorio. Esta no fue total en las últimas regiones sometidas (área cantábrica) ni
siquiera en el siglo V cuando se debilitó la presencia romana presa de las invasiones bárbaras, a pesar de
llevar 500 años de dominación muchas veces más nominal que efectiva, debido al escaso interés por controlar
y poblar zonas deprimidas y marginales. Allí pervivieron estructuras gentilicias (clanes) e idiomas (por
ejemplo el euskera), así como el sentimiento de identidad que permitiría su supervivencia frente a los
visigodos y el islam, posibilitando el nacimiento de los futuros reinos y condados cristianos. Una de las
consecuencias del prestigio de Roma y de lo romano será la aspiración a la ciudadanía, conseguida a duras
penas por los indígenas a base de dinero o en premio a su fidelidad. Ello, junto a la suavización de los
términos en que se acordaron las distintas rendiciones a manos de las legiones y el tiempo transcurrido desde
aquellas, fueron creando un clima propicio a la aceptación de lo romano. Punta de lanza de todo esto fue la
llegada de inmigrantes de origen romano e itálico, que se fueron estableciendo en ciudades (municipia civium
romanurum, coloniae civium romanorum), creando así focos tanto de difusión cultural como de control
político y administrativo: Itálica (Sevilla), Corduba (Córdoba), Emerita (Mérida), Barcino (Barcelona), entre
otros. La política colonizadora de Julio César y de Augusto en el siglo I a.C. fue el impulso definitivo a esta
labor, iniciada tímidamente dos siglos atrás con la llegada de soldados y comerciantes, suponiendo ahora no
sólo el asentamiento de veteranos de las legiones emparejados con las mujeres indígenas sino también nuevas
remesas desde la propia Italia, en busca de nuevas tierras y mejores condiciones de vida. El clima de paz y la
lejanía de los frentes bélicos contribuyó decisivamente a la mejora de la economía y, con ello, a la aceptación
definitiva de Roma.
Un hito en el proceso romanizador fue la concesión por el emperador Vespasiano (69−79) del ius latii o
derecho de ciudadanía latina, para todos los hispanos libres de origen indígena. Tal medida fue ampliada en el
212 por el emperador Caracalla al convertir a todos los habitantes libres del Imperio en ciudadanos romanos
mediante la Constitutio Antoniniana. En Hispania, para esas fechas, casi por unanimidad, la población se
`sentía' romana.
3. LA ACULTURACIÓN
Reflejo de esa uniformidad cultural creciente fue la adopción de la lengua latina en todos los ámbitos de la
vida, al principio en igualdad con las lenguas prerromanas y luego, salvo excepciones en el norte peninsular,
con exclusividad, si bien es verdad que se mantuvieron variantes dialectales al igual que costumbres y
tradiciones culturales, pero que no alteraron la unidad alcanzada. A este respecto es de destacar la capacidad
romana de adoptar creencias y costumbres de los pueblos conquistados, asumiéndolas como propias e
integrándolas en un todo común.
La romanización se mostró también en la penetración de la religión romana y, sobre todo, de las religiones
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orientales importadas por Roma culto de Cibeles, Mitra, cristianismo en el uso de vestimentas y ajuares; en
los tipos constructivos, ya en obras públicas, ya en vivienda privada; en el uso de los nombres romanos con su
praenomen, nomen y cognomen; en el uso de la moneda y métrica romanas; en la aceptación del Derecho
Romano frente a las costumbres tribales; en las prácticas comerciales y asociacionistas (collegia); en la
llegada de hispanos a Roma como emperadores, magistrados o literatos; o en la presencia de hispanos como
legionarios desde Britania a Mesopotamia. La inserción de la Península en el mundo romano supuso una
mayor apertura a los intercambios comerciales y culturales con el Mediterráneo y más allá, en una
identificación con los habitantes también romanizados de Asia, África y resto de Europa. Todavía en torno al
año 500 el sur peninsular se resistirá a la penetración germánica y mantendrá lazos de unión con el Imperio
romano de Oriente, que posibilitarán la reconquista bizantina de la zona y su mantenimiento hasta el siglo VII,
como una consecuencia de ocho siglos de historia y tradición en torno a la idea y al nombre de Roma.
La Romanización de la Península
Origen de la romanización:
Dentro de la pugna entre cartagineses y romanos por el control del Mediterráneo, la conquista de la Península
Ibérica va a convertirse en un objetivo de vital importancia.
En el año 218 a.n.E. los romanos desembarcan en Ampurias.
La conquista de la Península pasa de tener un interés puramente militar a tener un interés socio−económico ya
que su dominio responde a una serie de necesidades romanas:
• Roma, que está viviendo momentos de gran expansión, sueña con reconstruir el imperio económico
griego.
• La Península es rica en metales que escasean en Italia (oro, plata, cobre y hierro).
• Roma necesita no sólo bases navales sino también materiales para la construcción naval: madera,
esparto.
• La Península puede suministrar miles de mercenarios al ejército romano como ya lo había hecho antes
con el ejército cartaginés.
Para poder alimentar a una población y a un ejército creciente necesita dominar las zonas productoras de
cereales.
Romanización:
Si bien es cierto que los romanos mostraron una gran tolerancia, permitiendo la existencia de formas
religiosas, sociales e incluso políticas (siempre y cuando éstas no se opusieran al domino romano), la difusión
y adopción de la civilización, cultura, leyes y organización político−administrativa romanas va a transformar
fundamentalmente la Península Ibérica en todos sus aspectos:
Político Por 1a. vez en su historia, los distintos grupos que habitaban el territorio peninsular van a integrarse
en un orden común cuando, tras la conquista, los romanos consiguen la unificación política de la Península
que se convierte en una provincia del Imperio romano, llamada Hispania.
Jurídico El derecho romano es una de las mayores contribuciones de los romanos a la civilización
occidental. Frente al colectivismo que predominaba en las sociedades anteriores, el Derecho Romano
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reivindica los derechos del individuo (y personas jurídicas) y especialmente el derecho a la propiedad.
urbano La sociedad urbana que, hasta entonces se había limitado a las colonias, se extiende. La mayoría de
las ciudades actuales fueron fundadas por los romanos. Gracias a la paz romana se empiezan a construir
urbes en zonas llanas.
Cultural Estos núcleos urbanos (con su febril actividad económica, sus edificios lujosos, sus diversiones) se
convierten en difusores de la cultura romana y en polos de atracción para la población indígena.
Lingüístico Los romanos consiguen también la unificación lingüística. El latín, que en un principio era la
lengua de la administración y del gobierno, acaba por imponerse, primero en las urbes y después en las zonas
rurales. Del latín vulgar derivarán todas las lenguas románicas.
Cristianización:
El cristianismo, otra de las bases de la civilización occidental, se difundió rápidamente por todo el Imperio
romano, llegando también a la Península. Según la tradición popular al apóstol Santiago el Mayor sería el
primer predicador en esta tierra, aunque ninguna fuente fidedigna parece confirmar tal hipótesis.
Durante los 3 primeros siglos de nuestra era los cristianos fueron perseguidos, originando en la Península
muchos mártires y santos que, todavía hoy, forman parte de las tradiciones populares y religiosas del pueblo
español.
Medios para lograr la romanización:
Esta romanización se llevó a cabo mediante:
La conquista militar Fue un proceso:
1− Lento: tardó más de 200 años
• Difícil: los pueblos lusitanos y celtibéricos se sublevaron en repetidas ocasiones. En estos momentos nace
la táctica de la guerra de guerrillas. La ciudad de Numancia, cuyos habitantes resisitieron durante 8 meses
al asedio romano y acabaron suicidándose colectivamente antes de rendirse, se convirtió con el tiempo en el
símbolo de la resistencia hispana frente al invasor extranjero.
• Completo, aunque la romanización no alcanzó el mismo grado en el norte que en el centro, este y sur de la
Península.
Imposición de un mismo sistema administrativo
Apertura de medios de comunicación Los romanos construyeron numerosas calzadas
ð por razones militares, para conquistar la península,
ð y por razones económicas, ya que necesitaban unir las áreas productivas con las áreas consumidoras por un
lado, e Hispania con el resto del Imperio (la Galia, Italia) por otro.
Los romanos abrieron así rutas por todo el país, poniendo en contacto zonas que habían estado aisladas hasta
entonces.
Reclutamiento en el ejército romano Los soldados debían servir durante largos períodos en el ejército. A
cambio se les concedía:
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• la ciudadanía romana
• y tierras donde instalarse a su regreso, pero no forzosamente en su lugar de origen
Estos soldados, que viajaban por todos los dominios romanos y convivían con gentes de todas las partes del
imperio, absorbían la cultura romana y a su regreso se convertían, a su vez, en difusores de dicha cultura.
El uso del latín como lengua común.
Aportaciones hispanas al Imperio romano.
En el ámbito
Político Los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio el Grande nacieron en España
Cultural En la llamada Edad de Plata del Imperio Romano en época de Trajano y Adriano se destacan:
• Séneca, nacido en Córdoba y educado en Roma: autor trágico y filósofo.
• Lucano, sobrino de Séneca y también cordobés: poeta épico.
• Marcial, nacido en Calatayud y educado en su tierra natal: poeta satírico
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