s~no despues _d~ haber demostrado que otros mo

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PROGBBSO Y MISKBIA
ENJUQUS: GEORGE
s~no despues _d~ haber demostrado que otros motivr)s n? Ia ortgman: cosa que en el presente estado
?e go~1erno, leyes y costumbres es completamente
tmpo tble.
Esto se revela con claridad en el Ensayo sobre
la Pohlaci?n . Es te libro famoso, del cual se habla
mucho mas q~e .se le~, merece leerse, siquiera
com~ ~na cu~ws tdad hteraria. El contrasts entre
el mento del hbro y e.l efecto que ha produrido, 6
qu'3 al menos se le a tnbuye (pues si bien Sir James
Stc 'rart, ~Jr. 1_'mvnsend y otros, comparten con
~I Ith u Ia glona de haber de cubierto el c fundamen to de la po~)laci6n>, al publicarsEl el , Ensayo
sobre Ia Poblacr6n:. fue cuando se di6 principalmente a cono_cer), depende, segun creo, de uno de
los hechos mas no tables en la historifl de Ia literatara, .Y.es fac_il_ comprender por que Godwin, cuya
cJu .ttcta Pohtica pro voc6 el Ensayo ~ obre la Po
blact~n , desdeii6 repJicarle basta su vejez. Empieza a_flrmando que Ia pobl aci6n tiende :1 aumentar
se,~!l una. progre i6n geomet\ica, mientrus que la
s_tb,:,J t~nc~'l_Pnede_ a1 en~s sub1r segun nna progre·
st6n .a:Itmdtca; afmnact6n exac tamente tan poco
al'lmlstble, como, si se ded ujera del hecho de doblur un cachorro Ia lonaitud de su cola mientrns
au~enta tantas Iibras enbpeso, una prog~esi6n por
coctente e? cola y una progresi6n por diferencia
en _peso. 1 la con.secuencia rle semejante suposici6n
SerJa ta J, qu~ S\vtft, en Satira, podia haber imaCYina o los sr,bws de alguna isla donde no conocier~n
los perros previamente que comparando estas dos
proCYre
iones , pu d'teran
' haber
'
o
sacado esta muy
cso:prendente conclusi6n>: que cuando el perro
tuvtese
·
.
,
tt.
d el peso d e cmcuenta
hbras
su cola tendna
IDa' e una
·11
d
·
'
m1 a e longrtud y le seria tan dificil
menearla • que recomen d aran 'el prudente freno de
113
una atadura, como la unica alternativa entre esto
yEll freno positivo de constantes amputaciones.
Empezando con tal absurdo, el ensayo tiene u_n
extenso ar;umen to sobre la imposici6n de un derecho a la importaci6n y el pago de una prima
para la e.· J!otaci6n do grano, idea que habia sido
enviada !wee ya mucho tiempo allimbo de los sofisma, dElspreciables. Distinguese en muchos pa ·
rrafos la :1r~umenta ci6n de tan venerable caballe1'0, por }a mas ridicula incapPcidad para reflexiones
16.-;icas. Diro, por ejemplo, , que silos salarios aumflntaran desde siete 6 nuevo roales al dia a veintic•mtro reales, lacarne anmentaria necesariamente
de cuatro a cliez 6 quince realos la libra en su pre·
cio, y Ia condici6n do hs clases trabajadoras no
mejoraria por lo tanto>, a ~uyo razonamiento no
hallo otro que le ~ea tan comparable come el que
una vez oi flxpresar gra vemento a un impresor,
que, pues un aut.or que conoci6 teHia cuarenta
afws do eclad, cuando el tenia veinte, el autor debfa tener aho ra ochenta aflos, puesto que el (el impresor) tenia cuarenta. Esta confusi6n de ideas no
se observa s6lo una vez, sino que caracteriza toda
la obra (1). La mayor parte del libro se reduce, en
(1) L~~~ otras obras de ~Ialthus, si bien escritas despues que
se him famol'o, no l>icieron impresi6n, y son miradas con desprecio hae ta por lo !'l que. encuentran un gran descubrimientn en
el En!!ayo. La Bncidopedia Britanica, par ejemplo, aunqua
aceptando co mpletawente Ia teoria de ::Vfalthns, dice de Ia EcoDOinfa Pol!lica del mismo: cEsta muy desordenada y tlista mucbo rle ser nna expo~ici6n pdctica y cienlffica del asunto. e
o.cupa en ~ran parte del analisis de alguna de las doctrinas particulares de Ricardo con una inveatigaci6n de Ia naturaleza y
ca~sas del Yalor. Nadt~, ein embargo, pnede aer meno satiefaetono qne estas discusiones. La cierto es que Malthus no tuvo
nunca irlea clara 6 exacta compren~ion de las teorias de Ricard? 6 de los principios qne determinan el valor en cambia de
d1Eerentes artfculos.•
1'0HO I
8
114
RNBIQUB GRORGB
realidad a la refutaci6n de la teoria que el mismo
libra e.:pone, porqu~ al revisar lo ~ue 1Ialthus
llama los frenos positlvos de la poblam6n, !Uuestra
sencillamente que los resultados q?e atrtbuye al
exce o de poblaci6n, nacen, en reahdad,. de otras
cau as. En ninguno de. los caso~ que mta, y eso
qua pa a revista a c~s1 toda la tierra, en los ?U~­
le· el vicio y la miseria enfrena_n el aumento. hmitando los matrimonios 6 abr~vtanrlo el ter!ll~no de
la vida humana, en ninguno de ellos el VIClO y la
miseria pueden ser debidos a un real aumento en
el nl'1mero de bocas sabre el poder de las manos
re pectivas para alimentarlas; sino que ~n todos
lo. caso~ el vicio y la miseria nacen de la tgnoran·
cia y rapacidad antisocial, del _mal gobierno , de
leye inju tas 6 de guerras destructoras . .
Lo que ~lalthus dej6 de mostrar, nad1e lo ha
mo~trado despues. Se inspeccionara el mundo y ~e
revi.::ara la historia en vano, para encontrar algun
ejemplo de un pa_is importante (~). ~n el cua~ Ia
pol:>reza y la necestdad pueda_n atnb~trse con JUS·
ticia al exce·o de una poblam6n crec1ente. Ouales·
quiera que sean los peligros posiblet:, envueltos en
la fdcultad del hombre para multiplicarse, no han
a par cido. nunca toda via. Sean cuales fueren con
el tiempo, no ha ocurrido nunca hasta ahora que
sea este el azote de la humanidad. j La poblam6n
tendiendo siempre a traspasar ellimite de la subsistencia! ?,Entonces, por que nuestro globo , des(1 , Digo pai considerable, porr~ue puede haber pequefias
iola , tale~ como las de P1tcairu, sin corounicaci6o con el :e~ to
del mundo, y, por tRnto, in los ramhios que eon neceear!OB a
Jo mo :los perfeccionados de producci6n a que se recnrr~ cuando Ill ?Oblaci6n e hace dene-a, que podrlan parecer t-Jemvlos
ll!Jropia•lOM. win ~mbargo, Ul1 WOWCnlO C6 r e{1.,xi6ll lllOSlrllrfS
c;n · ~ to t' a cQ excepcionale~ no eon opo rtnnoe.
PROGRESO Y MISEBIA
115
pues de tantos miles, y, segun ahora se cree tantos
millones de anos de existencia del hom br~ sabre
la tierra, se halla tod~via tan poco poblado? ~06mo
es, pues, que tantas ciUdades en otro tiempo habitadas, qneda~ desiertas ahara, y campos antiguamen te en rult1 vo, se hallan cubiertos de maleza v
las fieras hmen sus cachorros en sitios antes m~y
frecuentados por hombres activos?
Existe Ul_la verdad que tent•mos propen. i6n a
perde_r de v1sta cuan_do contamos nuestros crecientes millones de _hab1tantes-y sin. embargo es un
hecho-que segun nos ensena la l'ustoria Ia decadencia de la poblabi6n es tan general co~o su in ..
cremento. (~ue la poblaci6n total de la tierra sea
ahora. mayor que en cualquier CJ ora pasada es
una Simple sospecha, una apreciaci6n s6lo co~je­
turable. Des?e que l\1ontesquieu, en la primera
par_te del ult~mo _siglo, afirm6 que ]a poblaci6n de
la .tt~rra hab1a d1sminuido mucho durante esta Era
c:tstlana (y p:oba~l~mente seria entonces Ia creencJa gener~l), Ja _op1~16n ha cambiado enteramento.
~ero las m vestlgacwnes y exploraciones recientes
t~enden ~ dar. mayor credito a los informes de antlguos h1stonadores y viajeros. que se consideraban exagerados, y a descuhrir sefiales de poblaciones ~as dens~s y civilizaciones mas avanzadas de
lo que se hab1a sospechado, asi como una antigii.edad _mayor de la raza humana. Y al calcular Ia oblacr6n fundandonos en el desarrollo del come~io
el adelanto. de _las artes y la magnitud de las ciudades, no~ mclmamos a creer menor la densidad
d_e -poblam6n qu~ los culti vos intensivos caracte~IstiCos de las prtmeras civilizaciones son capaces
~ manten_er, especialmente cuando se aplica el
~Iego. Segun. se puede ver en los distritos compleatnente cultivados de China y Europa, una pobla-
116
X:t-"BIQuE GEORGE
PRO GRESO Y MISEBIA
117
nuevo mundo que es el viejo • , unicamente podemos conjeturarlo. Pero fragmentos de rui nas rnacizas atestigttan, sin embargo, una civilizaci6n
anterior a Ia Inca. En medio de los bosques tropi ·
cales del Yucatan y de Ia America Central seen cuentran r sto de gran c' es ciudades ol vidadas an
tes de la cont']uista espanola. !llejico, tal com o lo
encontr6 Corte::;, muestra la opresi6n de Ia barba rie sohre un de arr·ollo social superior; mientras
en una gran parte de lo que forma ahora los Esta
dos Uni dos e.·i ten espareidos montwulos artificia les que prue an una poblaci6n relativamonte densa en otro tiempo, y de vez en cuando, en las minas de cohre del Lago Superior , se hallan vestigios
de artes mt'i adelantadas que las conocidas d e los
indios, con los cuales los hlancos estu vieron en
contacto.
En cuanto al Africa, no hay duda. El Norte de
Africa contiene s6lo una parte de la poblaci6n al canzada en tiempos antiguos. El valle dEll ... Tilo t u YO
antiguam ente una pob1aci6n muchisimo mayor
que Ia actual, mientras en el sur del Sahara, nada
revpla aumento en los tiempos hist6ricos, y una
gran despoblaci6n fue ciertamente producida por
el comercio de esclavos.
En cuanto al Asia, que aun hoy contiene m as
rle Ia mitad del genero humano, ~ pesar de no ser
la dens1dad de su poblaci6n sino la mitad de Ia de
Eur.opa, nos ofrec(\ indicaciones de que tan to la
I~d1a como China. contenian antes mayor pobla
c16n que ahora; m1entras aquel rrran rriadero de
hombres, de donde salieron la~ muc,hedumbres
que ocuparon enteramente ambos pafses y envia
r?n grand oleada de ge11te a Europa en otro
!Jemp.o debi6 ser mucho mas poblado. 'r ero el
amb10 m~ no table se ha realizado en Asia Menor ,
118
K.NRIQUE G&OBGE
ma, B bilonia, P ersia, esto es, en la vasta regi6n sometida por las conquistadoras armas de
.·\\eJandro. D nde exi tian antes grandes ciudades
y pobladones crecientes, s6lo hay ahora escualidas
aldeas y e8teriles desierto .
E algo raro que entre todas las teorfas inven·
tadas. nose haya formulado lade una cantidad fija
dd vida humana en la tierra. Esta al menos cone rdarfa mejor con los datos hist6ricos qu~ la de
tender ~onst~ntomentu la poblaci6n a sobrepujar
la. u?stst nc1a. Es claro que la poblaci6n ha dismmmdo en una parte y rebosado en otra; sus contrc han cambiado; regiones poco pobladas so han
hecho populo.sa , y regiones populosas han perdido su pob.ac16n; pero por mucho que nos aleje~o~,. m abanclonarnos enteramente a los simples
I~di~IOs, n~da no::. lJrueba un a umento continuo, ni
dquwra muestra con claridad que haya existido
un aumento total alguna vez. El avance de la vang?ardia de lo~ pueblos, basta don de podemos apreCiarlo, no ha Ido nunca bacia tierras inhabitadas.
u marcha siempre fue una lucha con alaun otro
pue?lo pr~viamente en posesi6n; detras d~ confuos I!flperws, mas vagas "Ombras de imperios se
perc1ban. Quo la ' oblaci6n del mundo ha debido
tener _sus parruei'los principios , confiadamente lo
de~ucimo s , porque abemos que bubo una era geo·
16gtCa en la cualla vida del hombre no era poeible
Y no concebimos que los homb res brotaran todo~
de una vez, como de los dientes del draa6n sembra·
dos por ~admo. din embargo, por en~re extensas
per~p_:ctivas en_ que la historia, ta tradici6n y las
ar:trgueda~es v1erten una luz que se pierde en deb_1 es reflyeJos, pueden distinguirse grandes poblac~ones. l'! durante estos largos periodos, la ley de
1 poblac16n no ha sido bastante poderosa para lle-
PROGRESO Y MISEBIA
119
nar el mundo completamente, ni siquiera, en cuanto lo podemos ver claramente, para aumentar materialmente su poblaci6n total. La tierra entera se
halla todavfa muy escasamente poblada, si se consideran sus capacidades para el sustento de la vida
del hombre.
K'iste otro hecho claro y general que no puede
dejar de impresionar a quienes, pensando en este
asunto, dirijan sus miradas mas alla de la sociedad
moderna. El malthusianismo predica como ley universal, que la tendencia natural de la poblaci6n
es adelantarse a la subsistencia. Si tal ley existe,
dondequiera que la poblaci6n haya alcanzado
cierta densidad , debe hacerse tan patente como
cualquiera de las grandes leyes que han sido reconocidas en todas partee. e,C6mo es, pues, que ni
en las creencias y c6digos clasicos, ni de los judi:os,
egipcios, indios, chinos, ni de ninguno de los pueblos que han vivido en estrecha asociaci6n y han
formado credos y c6digos, encontramos ningun
~re?ep~o adecuado a la practica de las prudentes
hmita?IOnes de Malthus; sino que, por el contrario,
la sa~nduria de los siglos, las religiones del mundo
han mculcado siempre deberes cfvicos y reliaiosos
en_ comp_l~ta opos~ci6n a los preceptos de la e~ono­
mia poht1ca cornente, y que Ana Besant intenta
popularizar en Inglaterra?
Y debe recordarse que hnbo sociedades en las
et~ales el estado garantizaba Ll cada uno de sus
~Iemb_ros ompleo y subsistencia. Juan Stuart Mill
dt ce (_hb. II, capitulo XII, secci6n 2. a) que hacer
est? sm regul:'lnzar lo~ matrimonios y nacimientos,
sena prodt~c1r una s1tuaci6n de general miseria
Y. degradac16n . cEstas consecuencias-dice-han
::.1do sei'i.aladas con tanta frecuencia y claridad por
autores de reputaci6n, que no se puede excusar su.
120
121
BNBJQUB GEORGE
PROGRE80 Y MIBBBIA
ignoranci entre personas educadas., En Esparta,
en el Peru, en el Paraguay, asi como en los paises
industriales que en casi todas partes probablemente han constituido la primitiva organizaci6n
agrfcot, al parecer, han estado en la uib eompleta
iJnoraucia de las consecuencias e pantosas de uu.1
tendencia natural.
.\..dem:1s de los notables hechos generales ya
cita o , hay otros generalmente conocidos, que
parecen del tod incompatibles con la dominante
propensi6n a mnltiplicarso. Si 6sta fuese tan intens CO hU ~ t•1 lthu:.i ui.:>!llv ~ .... _pone, ~C6tnO OS que
se extingnen tan frecuentemente familias que no
sufren necesidades? (,C6mo se explica tambUin,
cuand tanto beneficio se ofrece en po e iones y
tftulos hereditarios, no s6lo en cuanto al aumento,
si:1o ~ la conservaci6n de datO!:> gen~::a o~icos probaudo la descendencia, que en ar1stocracias, tales
como la de Inglaterra, haya tantos cambios de dominio entre los nobles'? /""'6:no es q 1e si la Camara
de los L res no decae de siglo en siglo, se debe
s6lo a los nombramientos de nuevas dignidades'?
Por hallar el unico ejemplo de una familia que
ha obrevi vi do un largo periodo de tiempo con Ja
snb i tencia y el honor asel')'urados nos vemos
obligados air hasta lainmutable Oh.n~. Los descendiente~ .de .Confucio existen todavia, y disfrutan
de P:J vilegtOs y consideraci6n singulares, pues
con tituyen, en realidad, la unica aristocracia hereditaria. En el supuesto de que la poblaci6n tiendo a duplicarse cada veinticinco aiios en los 2.150
transcurrido des de la m uerte de Oo~fucio debe- ascender a 8:50.539 .103J106. 700,670.198 1 710.528
'
nan
almas. En ':ez de un numero tan poco imaginable,
los descend1entes de Confucio, 2.130 aflos despues
de su muerte, en el reinado de Kang-hi, cuentan
11.000 varones, es decir, 22.000 almas. Esto constituye una discrepancia completa, y es tanto ml1s
admirable, si se recuerda que la estimaci6n, en la
cual es tenida esta familia 6 causa de su antecesor,
4El ma Santo de los Antiguos Maestros , ha evi ·
tado la operaci6n del freno positivo, mientras las
mhimas de Oonfucio lo inculcan todo, menos el
freno prudencial.
Se dir3., a pesar de esto, que hasta esta progenie es muy grande. Yeintid6s mil personas descendientes de llll par unico, en 2.150 aflo , dejan muy
atn1s la progl'l'si6n de Malthus. Sin embargo, l'Ueden sn !erir un des borde de multitudes.
Pero rcflexionemos. Multiplicaci6n de descendientes no significa aumento de poblaci6n Esto
s6lo sucederia cuando la procreaci6n se hiciera entre ellos. Smithy su mujer tuvieron un hijo y una
hija, que se casaron respectivamente con la hija y
el hijo de a!guien, y cada uno tuvo dos hijos.
Smithy su mujer tendrl1n asi cuatro nietos; pero
en una generaci6n no habra mayor numero qne en
la. otra, cada nino tendra cuatro abuelos. Y, supo.
mendo que este procedimiento se siguiera, la linea
de descendientes se extenderia constantemente a
c~ntenares, miles y millones; pero en cada generaci6n los ~escendientes no serian en mayor m1mero
que en ~mguna de las antecesoras. El tejido de las
generac10nes es como los enrejados de alambre 6
los hilos diagonales de una tela. Empezando en un
pun to. cualquiera de arriba, la vista sigue lineas
q.u~ d1 vergen grandemente hacia abajo; pero prinCipian~o en un pun to cualquiera de abajo, las li neas d1 vergen de la misma manera hacia arriba.
Cuantos h~jos tendrA un hombre es problematico;
pero que ti~ne dos padres es ciei to, y que estos, a
su vez, tu v1eron dos padres cada uno, es tam bien
1.!2
ENBJQl' li: GE:ur:G"
cierto. erruid esta progre i6n geometrica a traveg
de una p~cas ganeracione.,, y ved sino conduce a
ccon ecuenci3s tan aclmirables , como el proceclimiento de ~laltl1t1s, para poblar el sistema solar.
Pero de.-pues de estas considoraciones, hagamos un amilisis mas detenido. Yo sostengo que los
caso con11mrnente citados cemo ejemplos de exceso de pohlaci6n, no re isten a un examen. 1?-dia,
hina e Irlanda, presentan los casos mas termman·
tes . En cada uno de estos paises, mucha gente ha
perecido de hambre, y clases n u:nerosas estan r~­
ducidan a una miseria abyecta 6 forzadas a ernlgrar. ;,Poro es esto debido realmente a un exceso
de poblaci6n?
Comparando la poblaci6n total con el area total,
la India y hina estan lejos de ser los paises mas
den am nte poblados del mundo. Segun los datos
de .Dl D hm y Wagner, la poblaci6n de la In~ia
e s6lo de 1'32 por milla cuadrada, y la de Chma
1Hl ; mientras que Sajonia tiene una poblaci6n de
442 por rnil la cuadrada. Belgica 441, lnglaterra
422 Holanda 29 1, Italia 234 y el Jap6n 233 (1).
Existen, pues, en ambos paises, grandes comarcas
sin ocupar 6 no completamente ocupadas; pero
hasta en los distritos mas densamente poblados,
no hay duda que las dos pueden mantener u~a
poblaci6n mucho mayor en un grado de comodldad mncho mas elevado. Porque en ambos paises,
(I) Toruo e~las cifras 'de la • 'rnithsonian Repor> de 18_73,
dejando •locimale:>. ~1:\.1. Behrn y WA~~:ner snponen Ia poblaC16D
de 'bina de ~ ~6.600 000 habitanteEO, sunque alguno!'l a_ost1enen
que no d ·Le ex ceder de !50 000 000 Evaluan Ia poblac16o de Ia
Alta India ~n :106 22.i f 80, danJo 132, 2\l por milia cut\1\rada; ~a
<le Ceihin, en ~ . IUI).1b7 6 \17.36 por ruilla cuadrada; de Ia India
"Giterior, en 2l 18 061,6 2i.94 por milia cuarlra•la. Calcnlan que
Ia poblaci6n total del ruundo ea de 1.3i 7 000.000 arrojando un
termino wedio de 26,64 por milia cuaurada.
PROGRESO Y 11118hBlA
123
el trabajo se aplica a la producci6n del modo maff
rud e ineficaz, y grandes recursos naturales se
ha llan completamente abandonados. Esto no procede do innata deficiencia del pueblo, porque el
indio, como lo ha mostrado la filologia _com par~­
da es de nuestra misma sangre, y C!una pose1a
un' alto grado de civilizaci6n y los rudimentos de
los mas importantes in ventos modernos cuandonuestros antecesores eran salvajes errantes. Esto
nace de la forma adoptada por la organizaci6n
social en ambos paises, que ha encadenado el po·
der productivo y no recompensa ala acti vitlad.
En la India, desde tiempo inmemorial, las clases
trabajadoras han estado sometidas por medio de
exacciones y opresiones a una condici6n de impo·
tente y desesperada degradaci6n. Hace ya muchos
siglos quo el cultivador del suelo se considera feliz
si la violencia de una mano fuerte le deja lo suficiente de su producto para sostener la vida y le
proporciona la semilla; el capital no podia acumularse en ninguna parte, ni emplearse en cantid_ad de alguna importancia en auxiliar la producct6n; los principes semejantes a capitanes de salteadores &cuartelados en el pais, toman en su
poder toda la riqueza que se podia estrujar del
pueblo 6 en poder de sus arrendatarios 6 fa vorit?s, di~ipa11:dose en inutil 6 peor que inutil in contmenc1~; _m1en tras ~a religi6n, sumergida en una
~upe:stlci?n complwada y terrible, tiranizaba la
mtehgenc1a, como lo hacia la fuerza fisica sobre.
los cuerpos de los hombres. En estas condiciones
s6lo ??dian adelantar las artes que proveian la os:
tentac16n Y la.lujuria de los gran des. En los elefantes del raJa resplandecia el oro de exq uisita
~a~or, Y el p~rasol que simbolizaba el poder real
rtllaba con ]Oya~; pero el arado del labrador in-
126
ENRIQUE GEORGE
\'ROGB.I!.BO Y .MISERIA
<lio era unicamente un palo con punta. Las mujere del harem del raja, iban envueltas en muselina~ tan finas, que hasta tenian el nombre de
vie11to tejido; pero las herramientas del artesano
eran d la clase m1s pobre y g-rosera, y el comercio .olo podia ha.cerse clandestinamente.
?.· 'o e cosa clara que esta tiranfa 6 inseguridad han engendrado la escasez y el hambre de la
India, y no, segun dice Buckle, Ia presi6n de la
pol Jaci6n contra la subsistencia, la que ha produ·
cido Ia mi eria, y eolta la tirania? (1). La revista de
Guillermo Tenn'lnt, un capellan al servicio de la
C 11pani de la India Oriental, decfa escrihiendo
en 1I Hi, dos anos antes de publicarse el "Ensayo
soure la poblaci6n :
peas no tUVIefOll tll merito de derriba.r al gobieroo mahom.etane7
n pe 11 ar de er ta_n miserable .. C~y6 b~JO el pe~o de au _propta corrnpci6n, y ha RHio ya t!llBllLUido por l_a tlranta d1fer?~te de
jd~:z.ueloB cuyo dereC'ho a gobern11r COOSli:!Ua eu SU trRICI~D ~~
!~~tario y cny111:1 e.·acdon ~-<sabre los labrador~~~. eran tan lumtadaa como t!U avaricia. !.aR rentas del goh1eruo com? aul~a
<on ~xigidat! !I los naturales doe veces al Rfio por banchdos BID
pi tla•l hnjo Ia apariencia rle nn ejercHo que clP~truye al:~~re­
mente 6 ~e lleva cnalqtuer parte de los prorluctos que Bah.~<taga
,11 LRpriciO 6 aacie SU t•oJicia, dt:Bpllet! de llltber perl:legutJO B
l18 •le~diebauo8 labradorett de!'lde Ia ald~a hasta lot! buaques.
T., lo el'fnerzo de io~ pai11anoa para rlefender I'U per@ona 6 u
prnpio.>rtild dcntro IRA t11piaH de su~ ~l,Jea~, atrae \~nicamente Ia
venganza mas terrthle sohre tan uttles como d~sd1chaclos morlales. Entc-nres so lea rndea y ataca con mo!lqueteda y cafiones
de campafia, hauta que ce e Ia resistencia, y IU*'I!O ,-enden a :o
qne t'Ohrel·il'en, y queman y arra1:1an eus casa~. Pnr e~to encc>ntrarei~ freenent()mente
Joe aldeanos recogienJo Joq lOt'itOfl
~~parcidos rle lo que era ayer eu habitari6n· si el n•iedo lea
permite volver; pero la~ mas de las veces las rnin11s se ven hume· r, despnes de una segnnd11 villita rle esta cla e, sin Ia presen ·i11 c!e un >Pr hnmauu qne interrnmpa tan tremenJa y 1J1len
cinsa desolari6n. E•ta de-.cripci6n no ee refiere a l0s j&f~s maho'l1et:mos 1:10i-<mente, e~ ta111bien aplicable a )OS rajfiB OU Jo~
distritoe gobE'1nauos por indios (1).
124
nando reflexionamos sabre Ia gun fertilidad del Indostan, a u~ta tou~iderar Ia frecuencia dE'I harubre. Es evidente
que no t'le debE' a Ia esterilidad rlel !lnelo ni at rlima; el mal se
de he n~car r o alguaa cauqa polltica, y no se requiere much a
penetra i6o para de8cubrirla en Ia avaricia y e ·torsi6n de Joe
di~tiutos gobiE'rno . El gran e~tfmulo de Ia industria, Ia Bl!guridad, no exi~te .• ·are de et~t<l que nadia recc>ge mas grana que el
e!'trictamente preci"o paras! mismo, y Ia primers estaci6n de graciada produce E'l hambre.
>£1 gobieruo :\l",gol no ha ofrecido en niogun perfodo seguridaJ eompleta a! prfncipe y todavia meno::> 9. au vasallos; y a
Ia. labriE>go nu\~ e~easa protecci6n que n torloa ellos. Era un
tejido C'Ontinuo cle vioJencia e inl'un·eeci6n, traiciones y ca tigoP, bojo lo!' cuslel', ni el C)mercio ni las artes podfan proeperar, Ill Ia a~rkn 1 tura tamar Ia apariencia de uu flistema. Su
~a!da OrJI(iu6 1111 il!ltaclo mas aflictivo aun, puesto que Ia anarqn!a e J•eor que Ia mala administraci6n. Las naciones euro-
(1, •Hi~tory of Civilizalione•, vol. I, capitulo II. En elilte capitulo, Bukle ha reuoido rouchiRi,nas prnebas de Ia opresi6n y
degra laci6n d 1 pueblo indio deqde lo~ tiempos mas remotos,
circuu~taocia 4 ue, cegado por I.\ teoria de ~Ialthus, aceptada y
~OD'"ertida por el en Ia pie Ira ium!amental de I'U teoda del
de~arrollo de Ia ci ·ilizaci6n , atribuye a Ia facilidad con que se
produce el alimento all!.
a
.\. esta cruel rapifla, que hubiera producido la
escasez y ol hambre donde la poblaci6n furse s6lo
de uno por milla cuadrada y el pais el Parafso Te
rrenal, sigui6, en la primera era del gobierno ingles en la India, una rapacidad igualmente cruel,
sostenida por un poder mucho mas irresistible.
Dice ~lacaulay en su ensayo sobre Lord Clive:
<·Fortunas enorme~ ee acumulah11n rapidamente en Calruta,
mtentras que millones de seres humanos eran reducidos a Ia.
ruiseria mas elilpantosa. t.e habfan acostumbrado A vi vir bajo 13.
tihnfa, pero nunea bajo tiranfa tan grande. Un dE'do de Ia
Compafl!a era mas duro para ellos que los leonE' rle 'urajah
Dowlab ... :Mejor parecfa un gobierno del genio. del mal que el
(ll •Indian Recreations•, por \Ym. Tennani. Londres, 1804,
val. I, secci6n 39.
1~6
ENRIQUE GRORClR
•ohie>rno de tiranos bumanoe. Al~tma veces ee sometfan con
paciente it.Cortnnio. tra vece>il h1 {an dt>l hombre blanco como
u• p1 lrl'' ten!an por ccstuml re rle hnir d()l mahrata, y f'l palanqllln d 1 'iaje>ro ing!es erll frecueotemt"nte llevaJo !\ trave
Oe 1111h II• )' l'indade , que, 0 la DOticia de SU 8ptoxiroaci6u, ~8
hab1an dt>~pol>lado.•
obre lo horro:L'es que de este modo Macaulay
apenas indica, la viva elocuencia de Buckle arroja
mas luz. Di~tritos enteros entregados a los mas
de enfl' nados apetitos de la especie humana, labriego. afligidos por la pobreza eran torturados
dinu61icamente para obligarles a entregar sus misero ahnrros escondidos, y comarcas enteras fueron cou vertidas en desiertos.
P~ro la desordenada licencia de la autoridad
ingle a del principia, ha sido refrenada hace tiempo. A toda aquella vasta poblaci6n la mano fuerte
de Ing\<:lterrn ha dado una paz mas que romana,
los justos principios de la ley inglasa se han aplicado por meclio de un sistema estudiado de c6digo r oficiales de ju ticia, con el fin de extender
los clerecho de los anglosajones libres a los mas
humildes d~ estos pueblos abyectos; toda la penin
sula ha sido cruZlda de ferrocarriles, y se han
construfdo grandes obras de riego. A pesar de
todo, con creciente frecuencia una carestia sigue a
otra, cebandose con mayor intensidad sobre superfici~s cada vez mayores.
1
; •• 0 es esto una demostraci6n de la teo ria de
~Ialtl1U 9 ~· 'o prueba esto que a pesar de haber
aumen~ado las. facilidacles para la subsistencia, ]a
poblact6n contmua hacienda presion sobre ella?
i 4 ~o muestra, segun lo pretende Malthus, que al
cerrar las compuertas de salida al exceso de poblacion, la naturaleza abre otras nnevas, y que no
ref.'renando las fuentes del crecimiento humano
PROGRESO Y MISBRIA
127
por algun metodo prudente, no hay otra al!-ernativa .q ue la guerra 6 el hambre? Esta ha stdo la
explicaci6n ortodoxa. Pero la verdad, como J;>Uede
apreciarse por los hechos aleg.ad~s en las remen~es
discusiones sobre los asuntos mdws en los pert6dicos inD"leses es que tales hambres, que han estado y ~stan 'ahora arrebatando sus millones de
habitantPs, lo mismo pueden atribuir~e .al exceso
de poblaci6n comprim_ida contra los lmute~ naturales de la subsistencta, que a la desola016n del
Carnatico cuando la caballeria de Hyder Ali se
ech6 sobr~ el haciendo un vasto remolino de destrucci6n.
Millones de indios han doblado la cerviz bajo
el yugo de sus conquistadores; pero la firma y
opresora dominaci6n inglesa es Ia peor de todas;
jpeso enorme que aplasta materialmente la existencia de innumerable gente, y tiende inevitablemente a producir una terrible y extem;i~ima catastrofe, segun lo prueban los escritores ingleses!
Otros conquistadores vivieron en el pa!s; pero,
aunque malos y tiranicos en su mando, han comprendido al pueblo y han sido comprendidos por
el: la India so halla ahora como una hacienda en
posesi6n de un propietario ausente y oxtranjero.
Sostiene las mas costosas organizaciones militares
y civiles, dirigidas y mandadas por ingleses que
consideran la India como un destierro temporal;
y una suma enorme, estimada por lo menos en
20.000.000 de libras esterlinas anuales (sacada de
una poblaci6n donde los jornaleros estan en muchos puntos satisfechos trabajando en los buenos
tiempos par 15 a 40 centimos de peseta diarios), se
transporta a Inglaterra en remesas, pensiones y
gastos de residencia del gobierno, etc., tribut s
que no tienen restituri6n. Las sumas inmensas
P&OGRKSO Y )II &!H.\
12
12!\
ENRIQUE GJI:O.BGE
crastada con profusi6n en ferrocarriles, han sido
~ o 16rnica 1ente im prodncti ·as, como lo prueban
rendimient ; grand s obras do riego resultaron,
en .:u mavor p rte, costosLi nos y r uinosos negocios. En ·~r nd s E.\. ten io es de la Ir.dia, de eando
ct·ear un cl e de propietnriu3 territoriales, los
inale' tr n i ren el s telo en po .. esion absoluta
a lo rec ud d re hereditarius de contr"bncioM ,
que lo arrhndan a Io~ cultivadores b11 jo l, d 1 • ..Is
dm as condir"one-. En ot a p .rtes, don<le la ronta
'e c br oda ·ia por el E,tad l en la forma de una
c ntribucion territorial, los d rcci1os so1. t n eleY
o.:: y la contribuciones se cobran de un modo
tan infl xihle, arrastranrlo ft los labrac ores, que
en las buena"! estaciones ganan a penas lo pura ·_
mente necc .. rio para vivir, hacia l::ls gr1rra s de los
1 2rero , q u s n toda via, si es po::;ible, mas ra pace ·que los propietarios. Sohro la sal, articulo ~e
prime.ra n ce idad en todas par tes, y necesar10
sobre todo dl nde el al imento es casi exclusivamente \eg tal, se ha impuesto una contribnci6n
de cerca d 1 mil doscien tos p01 rien to; de mane! a
que su~ d'fer nte usos indu triales les estan prohibido~, y Ia rna ·oria de la gen te no gana lo snficiente para conservar su salud ni la de su ganado.
A las 6rdene de los oficiales ingleses se halJa una
borda de "11llhrulo8 naturales del pafs que opl'imen
y esquilman. El efecto rle la ley inglesa, con sus
reglas au tr.ras y procedimientos misteriosos para
los indfgenas, consigne s6lo poner un potente instrumento para el robo en manos de los prestamistas del paf , de quiones los aldeanos seven obligados a tomar rlinero prestado bajo las condiciones
mas exageradas para hacer frente l1las contribucio1es, halll1ndose facilmente illdncidos l1 dar obligaciones de credito cuyo significado ignoran. 'No
nos inquietamos del pueblo de Ia India>, esc~ibe
Fiorenc ia . _ 1 ightingale, como exhalando un susp1ro.
c: T~l mas tri te e~pectacnlo que se puede ve~ en
Oriente y hasta en el mundo, tal vez, es el. lahnego
oe nue. tro Jmpflrio Orientah. Y sigue a tnb~yefl_do
las causas de hambres terribles l1las contribUCI~­
nes que quitan al labrador los elementos de cultt
vo, y a Ia esclavitud efectiv~ a Ia cual ~e hall~n
reducidos como ccon ecuencta de nuestra proptas
leyes> q ue producen en c:l a naci6n . mas fertil d?l
mundo, una fa lta de alimento agobtadora y rr6mca en muchos sitios donde lo que se llama hambre
no debiera existir> (1). cLas carcstfas que han deVilSt'ldo la [ndia, dice H. :\1. Hyndman (2), so~, en
sn mayor parte, rentf~ticas. Los hom re~ y muJeres
no encuentran alimento porque no pueden economizar p:1ra comprarlo. Sm embargo, se nos impul
sa ala 1mento do contribuciones de aquella gente
Y expi'ca c6mo, rle los mismos distritos que pade
cen ha•nlrre, e exporta el alimento en pago de los
impuestos , y de que maoera la tvtalidad de la In(1) ..\li s _-ighti ngale '«The Pe_ople of India.' in l·{inetmilh
Cwl1oy for Augu t, 1 ; 1 pone eJemploe, q_ne d1ce r~pre~entan
millones de caso ~ sobre el esta•lo de ser•·1dumbre al cn11l ~>e
hallan rerlucido8 ios culti\·adores de Ia India l\Ieridioual a coneecuen~ia de Ia facilidades concedidas por los tribunale. ch·ile~ Q lOt! fraUd !"£. Y 0pT8Gi0D8!! de lOB logrerOB Y Ofi_ciaJeS inferiOf8B rlel pal~ , • · u!"stroe tribunale civiles son cons1~lerados ~oruo
in~titucione~ que tienen par objeto poner 8 los n_cos en sltuaciun de agobiar a los pobret', y muchos ae ven obhgados _a bu~­
car rPfngio contra su jurisdicci6n en eu pals natal>, d1ce :-lr
Dadd Wedderburn en un articulo de 110 numero antenor
(Julio) del mismo p~ri6dico, titulado <Los Pdncipes protegidos
de Ia India>, y tambien trata de un Estado de aquella com~rca,
don.le los impue~tos son relativamente ligeroe, como nn e]emplo de Ia mae pr6spera poblaci6n de Ia -India.
(2' Yeanee articuloe del Sineteenth Century de Octubre lSi
a ~larzo
1870.
TOMO I
9
131)
K.· BHH'It UlWBOJt
PR 0 II.KAfl Y MI'IERI.A.
dia e tii ·u j ta a una con tante y aniquiladora extracci~n. que, u nida a los enormes oastos de aobi rno, empobrecen continuamente Ja poblaci6n.
La .·portaciones de la India consisten casi en su
totalidad en producta agrfcolas. Sdgun lo prueba
~lr. Hyndman, nada se recibe en carnbio de una
tet·cera parte, al meuos, de estos prouuctos, pues
representan tributos-remt~sas hech s por inglese
de de la India, 6 gastas de la parte inglesa del Go
biern Indio (1),-y lo que en cambio del resto e
rocibe, s::on principnlmento pro visianes para el go
bierna 6 articulas de omadidad y lujo usadas por
la amo · ingle. e de Ia India . Prueba q ue los gastas del gobieriJO han aumentada enor memente
bajo el mando Imperial; que la abstinrda imposici6n de contribucianes wbre una pablaci 6n tan
miserablemente pabre, que las masas s6la £stan
median mente alimentadas, equivale a usurpatles
St~~ ya oscasas medios de culti var Pl euelo; q ue el
numera de no villas castrados (ei anima l de tiro indio) di minuye, y co 10 la~ e3casJ:l herramientas
arTrfcola van a parilr a manoa d€\ los prestamista.,
ala cuales cno~otro ' gento de negacios, forzamos
a lo _cultivadores a totlar prestado al 12, 24, 60
par c1ento (2), para canstruir y pagar el in'. u~s
del co te de va tas obras publicas q ue n unca ha n
(1) El vrofeeor Faucett, en un articulo reciente eobre cLae
propoeiciones cle empre titot! para Ia Inuia •, llama Ia a tenci6n
b~c_1a gastoe t~les como 1.200 Iibras esterlinae para pagar el
~1aJe de uu ~membro tiel Consejo del (,obernador general; 2 !iO
hbra eattrhnae para equipo y pa aje de los Obispos de Ct~lcuta
y Bombay.
(~) Floren cia. ·ightingale di$ que el 100 por ciento es freC';Iente, y aun ent?ncea t!S abusa ademas del cultivador por medlO que ella exphca ApenM es necellario decir que eatos tipos,
como Joe del prestamieta, no E>on interee en el sentido econ6mico del t~rmino .
131
producido mas del cinco por ciento,, Mr. Hyndman dice: cLo cierto es que la sociedad india, en
sJ totalidad ha ido empobrecida enormemento bajo
nuestro man da, y el procedimiento siguo ahora
rapidamonte,, c uya circun:-tancia no puode ponerse en duda e n viata de loa hechos manifestados
no solamente por los escritoros a quienes me he
referido, sino par los mismas oficiaiPs indios. L0s
':arias esfuerzos hechas por el g obierno para rnitigar el hamhre, por el a umento de la contribuci6n
impuestll, s6lo cons i~Uf'n acrecentar y extender
sus ver?aderas catt<UlS. S ca leula que e n e l ham
bra reCiente de la In(Ua Moridional murif.lron seis
mill0nes d ind i vi duos da verdader'a ham bro. y 11
gran masa de los q ue so brevi vieron quedaroa
comp!etat~lentf' de~nt1dos, u p ar de lo c ual, las
c?n_tr:Ihucwnes nose rodujeron, y lade la sa l, pro
lu~It.Iva ya para h gran mayoria de f'Stos pu"h'os
afllg1dos por la pohreza, rue aurnentada en un
cuarenta pot~ cienta, cte.l mi:-~mo mo Jo q uH en e.l
ham_b:e terr1ble de B~ngala on 1770, los ingr sos
se lne~eron _el.evar recargand o los im puestos de los
que sobre~1 vwron y real:zando s u cobra con rilJ'urosa energ1a.
o
. En _la Indi.1 ahara, come) en tiempos pasado.'l,
s6lo m1ra!1do do un modo m uy s uperficial se pu ~
de atnbmr la necesidad y t•l h~ mbre ~ un exceso
de la I?ob1a_ci6n sobre la fac ultad de la tierra eh
prod uc1r a hmenta. Si pudieran los cultivador~s
~~ns~.rbvar s u pequeno capital; si les fuese posie I rarse de la aniquiladora extracci6n que
:un en ~fi os sin hambre, r~duce a grandes masa~
un~ VIda, no s61o inferior ~ la que se considera
h~ectsa_ ~ ~n c~payo, sino ala que los sentimientos
. mamtari?S mgleses dan a los presos de la C~rcel·
Sl sa protegiese la industria y se adaptasen rna~
13:!
PROGRESO Y MISKBlA
prod ,Ictiva formas, no hay duda que bastarfa
para mantflner una poblaci6n mucho mayor. Hay
todavia en Ia India grandes areas sin cultivo, vasto recursos minerales intactos, y lo cierto es que
la pohlari6n de la India no ha nlcanzado ahot a,
como dentrL'~ los tiempos hist6ricos no ha aloanza
do nunca, ellfmite real del suelo en producir sub
sistencia, ni siquiera el punta en que esta racultad
empi 'Z•l a de lmar por· el aumento de los trabajos
hechos en el. La causa positiva del hambre en la
India ha l:'i lo y s toda ·ia la rapncidad del hom e
hre. no a pobreza de I· producci6n.
L q 113 su ·ede en la India sucede rn China.
Den~amente pob!n.das como est.ln muchas regiones
de Chinn. la extremn pobreza d e Ja clnse haja,
debe atrib irse a camas semPjantes a las de laIndia, no a una pohlaci6n domnsiado comp:>cta,
...,e~un lo descuhren muchos hecho8. La in~E'guri ­
da1 pro\·alrce, Ia producci6n mnrcha bajo las rna ·
y res de,ventajns, y el cambia e ttl. estrechamente
encadenado. Doncle el gobierno ES una sucesion de
opre<>iones, y la seguridad del cnpital de cualquier
e pecie ue e ser co prada a un mandarin; donde
e\ me 'io de transporte mas general en el intetior
es l1 hombro; donde Al j·mco dehe construirse de
t11l manera qne Fen impropio para bote de mar;
donde Ia pir·atPria es un comercio ndmitido, y los
s::llteadores marchan a menurlo en rE'gimientos, Ia
pobreza dominara y la perdida de una cosecha
P.roducira el ha~hre,,por pe quef1a que sea ladenSldad de poblaCI6n (1). Clue China es capaz de sos tPnAr una poblaci6n mucho mayor, no s6lo sere
vola porIa gran extensi6n de tierra sin cultivar,
T
(l) El hambre reciente en China no tuvo Ingar en los distriwas poblarlo~.
t..~s
J: !l
se r(m atestig uan todos los viajeros, sino por los
in~rnsoR dE:p6sitos min erale~ inexplotados quo Ee
sabe e. ·i ten. Se dice, por ejemplo, que 'hina contiene el mayor dep6sito dol mejor carb6n mineral
quL sc• hasa descubierto en parte alguna. CnAl1to
aumont 1ria los medias de sostrner una poblaci6n
mayor Ia explotaci6n de estos estrn.tos de uu·b6n,
se comprende facilmente. El carb6n no es a!imento, pero 1a producci6n de aq uel equi vale a la produccion rlo 6ste. Porqu"', no s6lo el carh6n puecle
cambiarse por alimento, como se hace on todos los
distritos min eros, sino quo la fuerza desplegada
por su eombnsti6n puedo u--: rse en producir alimen to, 6 dPjar trabajo libre p, ra ella.
Pero en la In dia ni en China, por consiguiente,
cabe atribuir la pobreza y el hambre al exceso de
la poblaci6n ~obre Ia subsbtencia. No es Ia pobl tci6n donsa, sino las cau~as quo impiden tamar su
natural dcsarro'lo a la organizaci6n social y a~e
gurar~ al t~ah~jo su recon1pensa completa, lo quo
manttene a rmllones de per. un3s en el pi eciso limit~ de morirse de hambre, limite quo con frecucn
c1a traspasan otros millones . Si el labrador indio
se con:s~dera dicboso obtf'niendo un pufiado de
arroz, s1 come ratns y c-achorros el chino, no fs a
causa del exceso de poblaci6n, como no lo es qne
los ~epultureros indios vivan de cigarrones 6 ks
habttantes aborfgenes de Australia so alime'1ten rle
carcoma.
!r~taye de hacerme comprender. Yo no intonto
deCir umcamente que Ia India 6 China podrfan
mantener una poblaci6n mayor en una civilizaci6n
mas. mejor desarro' lada, porque esto cualquier
partidano de Malthus lo admitiria. La teOiia de
1\lalthus! no niega que un adelanto en las artes
product! vas, permita obtener subsistencias a una
1
134
136
El\ RIQU B: UE OliG !£
P ROGRHSO Y lll!SERTA
p )hlaci6'1 mas numerosa. Pe ro la teorfa de ~blthus
esta es su sencia- que s~a cual fuere la
prorluctiva, ]a ten dencia na tnral de la
poh aci<Sn f'S akanzarla, y c:n el esfuerzo I·ara hacer '>-l superior a efta, tiende a produci r-sirviendo lH de la fraRe de ~1ultnus-el grado de vicio y
mi · :·ia IH·<'e.ario para impe :ir mayo r de arrollo;
d ' moclo q ne cuandtl el podt~r prod ncti vo au mente,
ltt P~>IJ!ar.i<'lll cr~~·~ r:1 on proporci6n, y pronto se
!Ia 1:1rfi en las misrn. ~ C'onoiidonts ante riores. Pues
h, n. lo que yo oigo €:"< Cllle ning;un caso confirma
u-ta t.•nrfa; qntl en ninguna parte puf'do a tribnirse
proni 'tnf> nt~> Ja e~ca::;;Pz u Ja rlemasi;.da poblaci6n,
adtl el pod~r de procurar. e Ja sub i ton cia en el
:-.r~c]\) :t<'lllal de J :,; conocimientos humano ; q ue
fll tof :.>s partes e viewy ia miseria atribufdos al
e.·c o d<· poolnd6n, c puede observar qne son
drbitlo~ al servicio militar, ala tiranfa y (j la opre·
si6n, qntj impiden nt.i izar los conocimientos U.tiles
y niP~~n la .egurid~ <l esencial a la prod ucci6n.
.I tarde veremos 1 <,r que raz6n el a umeuto na
tt.ral de Ia pohlaci6n no produce la miseria. Ahora
r:6lo importa lwcer constar, que esto en ninguna
parte ha ocurrido toriavia. El.o es evidente respec
to a Ia India y ala China. Sera tambien claro d onde
qniera que enlacemos las cuusas con los resulta dos,
Fi l>ion un examf-n superficial nos cond ucirfa con
frf'cuencia a considerarlos debidos a un excew de
poh aci6n.
Lntre todos los paises de Europa, Irlanda preLenta .el m:1s importante ejemp!o d"' una poblaci6n
flx;e~ I_va. La extrem~ pobreza de Jos-a ldeanos y el
baJo tlpo de los salarw& que prevalece a lli, el hamhre y Ia emigraci6n irlandesas son mencio nadas
.
'
,te:m_pre como la demostraci6n mas patente de la
teoua de ~lalthus a la vista del mundo d vilizado.
Dlldo q ue pueda citarse un ejemplo mas sorprendente del poder de una teoria previa mente aceptada, para cflgar a los hombres en cuanto a la verd ·ldera rehwi6n mutua de los hechos. La verdad,
flotando Pn a s uperficie, es que Irlanda no ha tenido nunca to davfa una poblaci6n que no hayan
podido ma ntener con a~plia comodidad ~as condiciones na turales del pa1s, en el estado ex1stente de
las artos producti vas. En el periodo do su mayor
poblr~ei6n (1840 18J5), Irlanda contenfa algo mas
de ocho millonos de habitantes. Pero la mayor
parte de ellos se preocupaban (micameute de vivir,
:doj::tdos En miserables chozas, vestidos con sucios
nndrajos y con t:6lo patat1s como principal alimento. cu~ncto se present6 la enfermedad de la patata,
morian a mi ¥are:.::. e, Pero, era la ineptitud del suelo, para :-~os t-lmer a tanta gente, la que les obligaba
a vivir de este modo miserable, y les exponia al
hambre por la pe rdida de una sola cosecha de tuuerculos? No , era la misma rapacidad feroz que
usurpaba a llahrador indio los frutos de s u trabajo, y le dejaba modr de hambre donde la natura·
leza le ofrecfa la a bundancia. No recorria el pais
una cnac!rilla cr uel de cobradores de contribuciones
saqueando y torturando, pero ellabrador era despojado de un modo igualmente efectivo, por una
horda de propiAtarios d espiadados, entre los cuales se hahia n repartido Al suelo, sin consideraci6n
a derech o a lguno de los que vivian en ~1.
Examinemos las condiciones de producci6n,
bajo las cua\es vivian ocho millones de habitantes
hasta qne se present6 la cit2da enfermcdacJ. Eran
unas condicionee a las cuales pueden aplicarse
exactamente las palabras de Mr. Tennant r eferentes a la India. eEl g ran aguij6n de la industria, el
de la seguridad, faltaba.l> El cultivo, en su mayor
ar,~·.u a -y
c ~H,,i dnd
E
RIQPE OEOROE
p· t , ·o ha ia por arrendatarios sin contrato on
fn·me, quiene , uunque lo· arrendamientos exorbit nte~ quo e taban obligado.:! a pagar se lo hubie n p rmili o, no e habrfan atravido a hacer
m j01a , que no hubieran sido sino las flal de un
aumento de renta. El tr·a bajo se aplicaba asi del
modo m 'infoc ndo y destructivo, y se dh.ipaba
en trivia lid de· in objeto, cuando con alauna seguridad on u fruto , hubiera estado bie~ a plica.
do constantemente, Pero, ann bajo ebtas coudicio.
ne , Irlanda h cia realmente mas que mantener
ocho millones de personas. Porque basta cuando
up blaci6n era ma~ densa, Irlanda era un pais
exp rtador de come tibles. Y durante el hambre
mi:smo, granos, carne , manteca y queso, eran acarreado para la exportaci6n a lo largo de caminos
pla~ado~ de mendigos hambrientos, y cruzaban
zanJa donde los muertos estaban apilados. Fero
e ta .·portaeione de viveres, al menos una gran
parte de elias, no eran restituidas. En cuanto ~e
re iere al pueblo de Idanda, el alimento asi expor ·
tado, podia igualmente haberse quemaJo, echado
al mar 6 no haberse producido nunca. No iba
como un cam.bio, ~ino como un tributo en pago de
renta _al prop1etano ausente; un impue&to arrancado a lo· productores par los que de ninO'una
manera contribuian a la producci6n.
o
·. i se huoi~se d~jado es~e ali men to a los que lo
hab1an o temdo; SI se hubiera permitido retener y
emplear a los cnlt~vad.ores del suelo el capital producto de su trabajo; s1 Ia seO'uridad hubiese esti
m~lado la indu t~ia y perntitido la adopci6n de
n:etodos econGmtcos, hubiera n obtenido lo suficten!e para so tener con liberal auxilio mayor po·
blaCJ6n que nunca ha ~enido Irlanda, y la enfer·
medad de la patata hubtera podido presentarse y
PllOORK&O Y M!SKlllA
1!"17
desaparecer, sin limitar el alimento de ningun s~r
humano. Porque no era Ia imprudoncia cde los la·
briegos irlandeses -como decian friamente los
econom istas ingleses-lo que les indujo hacer de
Ia patata su alimento principal. Los emigrantea
irlandeses, cuando pued<:ln obtener otras cosas, no
se alimentan do patatas, y ciertamente en los E 'tados Unidos, Ia prudencia del caracter irlandes es
notable par su esfuerzo en reservar algo para un
dia llu via o. Vivian de patatas, porque las rentas
exorbitan tes les dospojaban de todo lo demas. La
verdad ea que la pobreza y miseria de Irlanda no
han podido nunca atribuirse lealmente a un exceso
de poblaci6n.
~lc. Oulloch, escribiendo en 1838, dice en la
Nota IV de la cUiq ueza de las Naciones»:
La extraoruioaria densidau tie Ia poblae~on de Irlanda es Ia
cau-a inmelhata de Ia pobreza abye!'ta y condici6n Jepresh•a de
Ia gran rnatla d~l pueblo. Noes mur~hu t!ecir que ahara t>n ·Jrlauua bay mas del t!oule de Ia 5ente 4ne, con los presente modios de producci6o, es rapa:r. cle emplear 6 ruantener en un
estado de comodidad moJerlid>l.
·
Co mo en 18·!1 la poblaci6n de Irlanda se calculaba en 8.175 124, podemos SUt)oner que en 1838
era de ocho millones, po~o mas 6 menos. Por lo
tanto, para cambiar la negaci6n de .1\lc. Oulloeh en
una afirmaci6n, Irlanda, de acuerdo con la teoria
del exceso de poblaci6n 1 hauria sido capaz de dar
trabajo y mantener en un grado de bienestar roodorado a poco menos de cuatro millones de habitantes. Ahora bien, a pt'incipios del siglo anterior,
cuando el Dean Swift escribi6 la ( Proposici6n .Modesta', la poblaci6n de lrlanda era de unos millones. Como durante este intervalo ni los rnedios ni
las artes productivas habfan adelantado perceptiblemente en Irlanda, si la abyecta pobreza y Ia
13
ENIUQITE
OE<.~liGE
condici6n abatida del pueblo irlandes en 18:JR se
i~put::tban ~1 exce o de ~oblaci6n - segun la pro·
p1a nflrmactt'\n d~ Jlc. C u loch, - debfa haber en
IrlandH, en 1727, algo m.~ que una completa ocupaci6n y mucho m3s qnA un estado moderado de
bienestar para los dos millonPs de habitantes. Sin
mharg~1, en v z de ocurrir est0, la pobreza abyel'ta ~· la condici6n aLntida del p ueblo irlandes
en 17~7 eran talPs, que con vehemente ironia cual
can t:h ida, el D8P.n SwEt, propuso, para ali vfar el
exce ··o de poblaci6n, el desarrollo y culti vo del
gu to de nii'los asados, y enviar anualmente al
matadero, como hncado ex4.uisito para los ricos
10~l.OOO nii'lo ir andc~Ps.
'
Para qui n h 1ya lefdo lo que se ha escrito sobr Ia misPria irlandE:>E=a, como Jo he hecho mientr~ <'Scribia ef'te capitulo, es dificil hablar en ter
mmcs ~om~didos ~e !a imputaci6n complaciente
de Ia InJ.:'!.'ria y sufnm1ento en Irlanda al exceso de
pohlaci6n, .~gt'm lo aseguran en sus obras hornbras
d,e tan elo' ada inteligencia como l.lill y Buckle.
.l, ada conozco rnejo: ideado para hacer hervir la
sangre, qu~ los frios informes de la tiranfa pertinaz ~· agol~1adora a que ha estado sometido el pueblo Irlat~deil, y a la cual, y no a impotencia alguna
de
.tierra para .mantener su poblaci6n, se debe
a.tn u1r el pauponsmo y ei hambre de Irlanda; iY
Bl no fuera .i-orque Ia hi!'!toria del mundo prueba
que en ~odas partes Ia pobreza abyecta produce la
enervam6n, seda diffcil reaistir a un sl3n timiento
de d~sprec~o. por una raza que, atormentada por
tale lDJUSttctas, s6lo accidentalmente se ha vengado. de un propietario!
St el exc~~o de poblaci6n ha producido alguna
vez ~1 panpertsmo y el hambre, es cuesti6n problemat!Ca; pero el pauperismo y el hambre de Irlanda
.La
P.R~
O.KESO Y
.MI~l:tRIA
13!>
no pne ien atribuirse a esta causa, como no cabe
irnputar al ex0eso de pohlaci6n de Africa e\ comercia do E:'Srla vos, ni la destrucci6n de Jerusalen a Ia
irnposil>ilidad de que armonicen la sub~it,ton.cia
con Ia reprod ncri6n . Aunque Irlanda hubteEe s1do
por na turaleza un bosqne de platanos 6 arboles
del pm y wu-J r o ::~ t as huoiesen e?tado ct~biertas por
los d' l6siw,; do gu~no c4llas Islas Olunchas, y el
sol de m~'ts bajas latitudes hubiera vivificado su
sue o humedo, las <'ondiciones sociales que en eUa
han rrovalocido hnhieran engendrado todavfa la
pobrrza y ul hamb re. ?,06mo podia evitarse el pauperismo y el hambra en un pais dondo ' as rentas
exorbitantea arrohatnb:m at agricultor todo el pro ·
dttcto cle su trabajo, con excepci6n de lo estrictament•1 necesa!'io para mantenerle en las estacionos
huenas; donde ln falta de seguridad en los arriendos impodfa las mejoras y alf jaba todo estfmulo a
los rultivos menos onerosos y miserables; donde
no so atrevia el terrateniente a reunir capital,
aunquo pudiera ganarlo, temeroso de que el pro ·
pietario se lu exigim~e como renta; donde en reali•lad era un e~cla vo abyecto, y por el simple movimiento de cabeza dG ·m hombre como el podfa
ser arrojado en cur Jquier momento de su miserable choza cen.agosa, y quedar sin casa ni hogar,
hambriento, va gabu ndo, con prohibici6n basta de
c0ger los frutos espontaneos de Ia tierra 6 de pillar
con trampa una liebre para satisfacer su hambre?
No importa lo escaso de la poblaci6n, no importa
cm1les sean los recursos naturales; ?,no son resultados forzosos el pauperisrno y el hambre en una
tierra en la cuallos productores de la riqueza estan
obligados a trabajar bajo condiciones que les quit~n la esperanza, el respeto de sf mismos, la enrr gia y las economfas; donde propietarios ausentes
E
n bn t n
llllll'K ll E <lRG ~
P ROGBEt!O Y MISEBIA
11\
in compe n ·aci6n una cuarta parte al
m no· del producto limpio del uelo, y cuando por
tra parte, una acti virta d hambrienta debia sosten r a propietarios presente', con sus caballos y
jau!'it s, ugentes aO'iotista , arrendatarios intermedi , mayordomo , una e.·tranj era religi6n del
E tado para insultur u creencias religiosas, y un
f\jercito de agentes de policfa y soldados para eufr nar y perseguir cua uier oposiei6n al inicuo
i t ma~ ;,. 'o e3 una impiedad m ucho peor que el
atei~mo, imputar a leyes nat urales una mi eria
produr.ida de este modo?
L que hay do cierto en es tos tres casos seencontrarA, e.·aminandolo~ que lo es en todos. Ha ta
donde alcanza nuestro conocimiento de los hechos,
podemo con ..,ecruridad negar q ue el aumento de
poblacion haya nunca produci do basta ahora pre
i6n c ntra la ·ubsistencia sien do oriaen del vicio
Y. Ia _mi eria, y que el aumen to del n%.mero haya
dJ rn1nufdo nunca Ia prod ucci6n relativa de ali
mento. El hambre en la India, China e Irlanda, DO
se pucden achacar mejor al exceso de pol>laci6n
qne ~l h~~bre det Brasil , tan escasamente pobla d~. l'._l viclo y las calamida des procedentes de la
nu~erm nose pueden atribui r a la mezquindad de
la naturaleza, como no pudieran achacarse a esta
la mnerte de los seis milones de hombreet a quie n~ la _espada de Genghis Kha n quit6 Ia vida, 6las
pmim1des de craneo.:! de Ta merlan ni el exterminio de los antiguos bretones 6 de' los habitantes
aborfgenes de las Indias Occidentales.
CAPiTULO III
Deducciones por semejanza
Si del examen de los hechos presentados explicando la teoria de 1\la.lthus, pasamos a consi~erar
las analogias que la sostienen, encontraremos 1gual
debilidad en los arg urnentos.
Las fnerzas del poder reproducti vo en los reinos animal y vegetal - hech~s parecidos al de que
un par unico do salrnon es hb_:andolo ~e sus e~e
migos naturales , a los pocos anos ll ~n a na e~ Ocea
no; que un par de conejos en la s m1smas circunstancias pronto cubririan un continente entero; que
muchas plantas espar cen ~u semilla a centenares,
y algunos insectos depositan miles de huevos, y
que por todas par tes, en ambos reinos, cada ~-spe ­
cie tiende a excedar, y cuando no esta hmttad a
por el numero de sus enernigos, excede realm ente
a los limites de la subsistencia-se citan siempre
desde ~lalthus en los libros ·d e texto nuestros dias,
para probar que la poblaci6n ha de tender igualmcnte a excede r ala subsistencia, y que su natural
incremento debe necesariarn ente F"er ransa de los
salaries ba jos y la escas ez, cuando noes enrrenada
por otros medios, 6 un hambre efectiva tal, que la
mantendria dentro los Hmites de la subsistencia,
s1 esto no bastara y el aurnento continuase aun.
e,Pero es valida esta analogia? De los reinos
animal y vegetal se obtieno el alimento del hombre,
y por tanto el mayor vigor de Ia facultad repro
ductiva en ambos reinos respecto a la del hom
bre, prueba s6lo el poder de aumentar la subsistencia mas aprisa que la poblaci6n. El hccho de
142
E 'RIQUE GI!OBOB
multiplicar
muchas veces todas las cosas q11~
propor ionan alimento al homhre-algunas de ell s
mucho· miles y otras mucllos millones y hattta bllone de vece -mientras el duplica BU nurnel'O
unicamente, ~no prueba acaso que dejando aumental' los eres humano con toda la fuerza de 11
poder reproductivo, el aumento de la poblaci6n r o
e.·ceder:1 nunca li Ia ubsistt-ncia? E!'!to seve C•aro
cuando e recuerda que, si bi n en los reinos vo
.,.etal y animal cads e p d~, en virtud de AU ruerm
~eproductora, hace pre i6n Illtural y nocesarin
ment contra la condiciones que limitan su maynr
incremento, con todo, estn condiciones en part·~
alguna ~on fija y terminant s. Ningm1a especi~
alcant~a el ultimo limite de !lUelo, ague, aire y Sf 1;
ino que ellimite efectivo dt~ cada una est<i en Ia
e.·i tencia de otras esperies, BU!:! rivales. fUS enen11
go 6 ·u alimento. AEf, pues, las condiciones quo
limitan Ia exi tencia de a4uell::ls especies que I~
proporcionan alimento, el hombre Ins puede e.·tend r ( n algunos ra os s11 mf:lra pr(lsencia las e.·tiencle), y de e te modo, las fuerzas reproductiva~
de la e peci s que suplen a sus neccsidades, en
vez de destruirse contra su primer limite, se eleven
en favor uyo a un paso con que sus facultades de
crecimiento no pueden rivalizar. Con s6lo matar
halcones, las aves alimenticias aumentan; basta
hacer caer zorras en Ia trampa, y los conejos del
bo que se multiplican; la sumisa abeja sigue al
hombre en el desierto y de la materia orgAnica
con que la presencia del hombre llena los rios, se
sustentan los peces.
Ha ta exduyendo toda consideraci6n sobre IRs
cau,as finales, y prescindiendo de la alta y cons
tante fuerza reproducti va de los vegetales y ani
males que ha sido dispuesta para ponerlos en esta-
PROORE 0 Y MISEBIA
143
do de ser vir ;1lo::~ usos del hombre_. y q.ue, por consiauiento,
la pre. i6~ da lo~ 8 res mfenores contra
0
}a subStStt.IJlCi I 110 f.l nfle a prohar qUO d~be • OCU
· tam!
lo mi mo cull ol hombre , ccu~ptde
Y
rrtr
, 11"-<n
v
, ,
coronar.i6n do to a ias co uJ,, I..{Ue arta aun una
disLinci6n entre el hombro y la.8 dem1s forma!i de
la vida qne destruiria I\ sc n~(·J.mza. Dd todo~ los
seres vi ros, el homuro o~ cl. UJHCO que puede f~ ~o­
recer las fuerzas roproductl vas qua le proporctonan alimento, ma~ <fit•nz n nte,:tuo laH euyas pro
pias. L'l hdstia, el in!lecto, el p.,Jnro y lpe~ comen
unicamente lo que Pncuentr·a.n. Su c~ectm1ento se
realiz:l a expensas dn sn ahmentac16n y cuando
alcanzan e limited: este, no pu~de au_m~ntat• su
numero si nose extiende ante dwho llmtt . Pero
el hombre se dtf~nmci 1 de todoli los dem~s l:leres
vivientes e1. qne su inc~•emouto lleva cous1g~ mayor alimonto. 8i en v0z de ho 1L:·es b~ hubteran
embarcado osos t!e Europa pur·a c~ cvnlm nto nor
te amerienno no habrfa 11hora m~s csos qtie en·
tiemp0 de Col6r1; ta1 ''ez huhiera :non)·, porque
el alimento del OFO no habria aumonta~lo, m se ha
brian extendido lfls condiciones de la vida del ow
por su inmigraci6n, sino que probablemente sa
hnbiL•ran reducido. Mientras en s6lo los Rstados
Unidos, hay ahora cuareuta y cinco mi_llones de
hombre::~ donde habia entonces poeos 01entos de
mile . Silo homhl'es se han mu:tivlicado, no ts 6
causa de un aumento en los modios l!e suLsiston ·
cia, sino que Ia mayot· poblaci6n h~ producido l.a
abundancia de alimanto. Hay mas ahmento, senctllamente porque hay m:ls hombres.
.
En e"to con~i te la diforencia entre el amrnal
y el hombre. El halc6n y el hombre comen po llos, pero cuantos mAs halcones haya, habr~ menos pollos; mientras que, aumentando el numero
14 1
F., UIQ U H: UEORU R
de hombr es, t ambi6n aumentarA el de los pollos
La foca y el hom hr A comen salm6n; pero cuando
una foca come un sa lm6n h:1 y nn salm6n monos,
y ~nando las focas al a u tn~nt~r p_a an. de cierto li
mite el salm6n ha de d1smmmr; sm embargo,
colo~ando hue vas de snlm6n en condiciones fa vo rable el hombre p uede au montar el numero de
~ahno~es hasta teMr mas de los que necesite, y
de e~te modo, no importa cu anto aumente el
hombre su aumento no "·tingnira los salmones.
En Jna palabra, mientras ~n los _reino~ vegetal
y animal ellfmite de Ia subsistenCia es mdepen dionte de la cosa alimentadn, en el hombre, le
suhsistoncia, dentro de los fina les Hmites d~ tie
rra; aire, agua y sol, lepende del .hombre mismo.
'ea(m eato la anuloafe nne. e busca entre las for .
,...,
'
>:'
'1
.d
mas inferiores de la vidh y el hombre, cae evi e~
t mente por su base. :\lientras los v~gc~ales yam
males hacen prrsi6n contra los hrnit e~ de su
~limen to, el hombre no purde hacer pres16n con
tr::> los de la stna ha~ta tanto que ocupe todo el
globo. '6tese qt1e e:-;:.to es cierto, no s6lo en con
junto, sino en todas sus partes. Asi com? no puede
bajar el nivel de Ia mas peq•Jefia bahia 6 pu ~r to
sin que haje el del O~eano con el cual comumca,
y el de todos los mares y oceanos de l mundo, del
misrno modo el lfmite de la SLlhsistencia en un
s·tio determinado, no es el conffn ffsico de este
hwar, sino el del globo. Cincuen ta millas cuadra
das de tierra en el presen te esta do de las art~s
productivas, s6lo daran su ten_to para alg~nos mi
les de personas; pero en las cmcuenta millas cua ·
dradas ocupadas por la ciudad de Londres s_e mantienen unos tres y medio millon es de hab1tantes ,
y la subsistencia aumenta a medida que la poblaci6n crecfl. En cuanto se refiere al alimento, Lon -
PROGRESO Y MISRRIA
145
dres puede aumentar. su pobla~i6n. hasta cien
millones , quinientos rnillones 6 rn1l rni}lo_nes, parque a trae el de todo el gl<:~b~, y el limite qu~ la
subsistencia pone a su crecimiento en poblam6n
es ellimite del globo en proporcionar alimento a
sus h abitantes.
A 1ur se aparece otra idea que proporci_ona
grande a poyo ala teoria de Malthus: la decreCien te aptitud productiva de la ~jerra. Como pr~eba
terminan te de la ley decremente en la capa c rda~
producto r a se dice en los tratados usuales q u~ SI
no fuese v~rdad que en pasando cierto limite la
t ier ra produce cada v_ez men?s con las n ue vas
aplicaciones del trabaJO 6 capital, el aumento de
poblaci6n no cansaria ningun aumento en la ex
tensi6n del cultivo, sino que todos los abastos
necesarios se podrfan conseg uir , y se obten d rfan ,
sin poner ba jo cultivo nin g u~a tierra nue_v~ . Ad
mi tir esto parece llevar cons1go que la difiCultad
de obtener subsisten cia crece con el aumento de
poblaci6n .
Pero yo creo q ue esta necesidad es s61o en apa
riencia. Si la proposici6n se analiza, se encontrara
de una indole c11ya validez depende de una circunstancia deducida 6 sugerida: una verdad relativa, que tomada en absoluto no lo es. Pues el
hombre no p uede agotar 6 disminuir el poder de
la naturaleza, segun se deduce de la indestructibi lida d de la materia y de la persistencia de la fuerza. Producci6n y consumo son tan s6lo terminos
relatives. Hablando en absoluto, el hombre no
produce ni consume. Toda la especie humana,
aunque trabajase eternamente, no podria hacer
que esta esfera en rotaci6n fuera un atomo mas
pesada 6 mas ligera, no puede agregar nada a la
s uma de las fuerzas cuyo circulo perpetuo causa
70MO I
10
Utl
ENRIQUE GEORGE
el movimiento y ostiene la vida en todas sus manifestaciones. Asf como el agua que sacamos del
Oce :mo vuel ye al Oceano, tambien el a limen to que
tomamo:-- de lo dep6sito. de la naturaleza, en
cuanto lo tomamos, esta en camino de vol era
ell . Lo que sacamos de un espacio limitado de
terreno, puede reducir temporalmente la capacidad productiva de esa tierra, porque la restituci6n puetle hacerse en otra tierra 6 puede haber e
repartido entre esta y otra, 6 quiza en toda la tierra: pero e ta posibilidad disminuye con el a umento de Ia superficie, y cesa cuando se considera
toda la tierra. Que esta pueda mantener mil billo nes de per"onas tan facilrnente como mil millones,
es una deducci6n necesaria, al menos en cuanto
concierne nuestra intervenci6n, de la verdad evidente que la materia es eterna y la fuerza debe
se(Tuir
obrando. La vida no ga ta los fuerzas que
0
su tentan la vida. Yenimo al mundo material sin
traer nada: no nos llevamos nada cuando nos vamos. El ser humano, flsicamEmto considerado, es
tan s6lo una forma transitoria de la materia, una
especie mudable de movimiento. La materia queda,
v la [uerza continua . Xada ha disminufdo, nada
se ha debilitado. y de esto se sigue que ellfmite de
la poblaci6n del globo , puedo ser unicamente el
limite del espacio.
Ahora bien; esta limitaci6n del espacio para la
raza humana, basta el pun to de no hallar sitio
donde extender los brazos , ebta tan lejos, que no
tiene para nosotros mas interes po itivo que la reaparici6n del perfodo glacial, 6 la final extinci6n
del sol. in embargo, remota y obscura como es,
no deja de ser esta posibilidad lo que da ala teoria do ?\Ialthus su caracter de aparente verdad.
P ~ro si proseguimos, hasta esta sombra de duda
PROGRESO Y MISEBI.A
desaparecer~
147
porque tambien nace de otra falsa
analogfa. La tendencia de la vida vegetal y animal
l1 hacer presi6n contra los Hmites del espacio, no
prueba la misma tendencia en la vida humana.
Admitiendo que el hombre es solamente un ani
mal altamente desarrollado, que el mono es un pariente lejano, cuyas tendencias acrobAticas se han
desplegado gradualmente, y tiene un parentesco
apartadisimo con la ballena jorobada que en temprana vida se fue al mar; concediendo que tras de
estos tiene relaci6n con los vegetales y esta sujeto
a las mismas leyes que las plantas, peces, pajaros y
bestias, hay, sin embargo, una diferencia entre el
hombre y todos los demas animales: es el animal
unico cu)ros deseos se multiplican a medida que Ee
satisfacen; el (mico animal que no esta nnnca satisfecho. Las necesidades de cualq uier otro ser viviente son uniformes y fijas. El buey de hoy no
tiene mAs aspiraciones que el uncido al yugo por
primera vez en remotos tiempos. La gaviota del
Canal de la I\1ancha, regu!ando su vuelo a la velocidad delligero vapor, no necesita mejor alimento
6 habitaci6n que las gaviotas cuando trazaban circulos alrededor de las galeras de Cesar q!J.e primero surcaron las aguas britanicas. De todo lo que
la naturaleza les ofrece, por abundante que sea
todos los seres vi vientes, excepto el hombre, to~
man J: desean tan s6lo lo que les basta para llenar
necesrdades definidas y fijas. El s6lo uso que pueden hacer de mayor asistencia y mayores comodidades, es multiplicarse.
Con el hombre no sucede asi. En cuanto sus
necesidades ani males estan satisfechas nacen otras
nue!as. ~ecesita, primero, el alime~to colflo la
bestJa, ~srlo despues como la bestia; esto admiti<lo, sost1enen su imperio los instintos reproducti-
14.9
KNRIQ L' E O KOROE
PROGBl!SO Y MISERIA
vo como los de la bestia. P vro aqui el hombre y
la bestia se sepa ran . Esta nunca va m~s lejos; el
h ombre, apenas ha sont do u planta en el primer
termino de una progresi6n inde~inida, una progre·i6n en la cual la bestiu no ntra nunca; una progresi6n dtstinta y su perior a la de esta.
Lq demanda en cunti dad, una vez satisfecha,
bu ca Ia cualidad. Los mism s deseos que tiene
comunes con los demas-animaie , se extienden, re
iin an y exaltan ~o es s61 ') el hambre, sino el gust el <1 ue busc a sa satisfacci6n F n el alimento; en
la roprl no bu:--ca s6lo la como ell da d, sino el ador no; la ruda guarida se tornn en casa , la grosera
atracci6n sexual se transformn en sutiles influencia , y el caudal de vida animal , n a tural y rudo,
florere Y brilla en formas de belleza delicada. A.
medida-que el poder de satisf'r r e:stas n ecesidades
aumenta, crecen tambicn sus aspiraciones. Ooncret~ndonos a los ni veles inferiorf<s del deseo, Luculo
cenara con Ll'1 ~ulo; dore Yt'H' 'fl:''I)S dan vueltas en
asador~s. para que alguna vez Antonio tome un
bocado de carne; todos los rE•in 1::. de la Dbturaleza
sP e cur:lriiian para aum8 t'l" lv. encantos de Oleo
patra, y. e lavantan columna de murmo!, jardinc:s
co!gante y piramide!> que rivabz:m con las colinas.
Pa~ando a fo rmas m~s elevadas del doseo, lo
que no ~a petcibe en la planta y oe aaita drbilmen
teen 'a bestia, vive en el homh . Tiene abiertos
los ojo de Ia inteligenc·a, y de ·a aprender. Desa
fia el ardient calor· del def:!1 rto y los helados
viento. del mar polar, pero no f'll b 1sca d e alimento; vela por Ia noche, p ro e:; par traza r los cfrculos de las etornas estrella . 1 cumula tra bajo a tra·
bajo, para satisfacer un hambre que ni n gun animal
h a sentido, para m iti~ar una sed que ninguna
bestia puec!e experimen tar.
Sirvi6ndose de la naturaleza, replegandose en
sf mismo, rotrocediendo a tra ves de la niebla que
enrubre el pasado, a vanzando en la obscuridad
que ofrece el porvenir, el impaciente deseo se le ·
vanta cuando las necesidades del animal duermen
satisfechas. Despues d a l11 s cosas busca la ley: desearia saber c6mo se forj6 el globo y fueron sus
pendidas las estrellas, e investigar, hasta su origen, las fuentes de Ia vida. Y, a medida que el
hombre desarrolla su naturaleza mas noble, nace
un deseo mas elevado todavia: jla pasi6n de las
pasiones, la esperanza de las esperanzas! el deseo
de poder contribuir de algun modo para hacer la
vida mas c6moda y mas esplendida, destruyendo
la escasez y el pecado , la tristeza y la ignominia.
El domina y sujeta al animal; el vuel ve la espalda
al festin y renuncia a las dulzuras del poder; deja
a los dem~s que acumulen riquezas para satisfacer
gustos agradables, para calentarse en los brillantes
rayos del sol de un b reve dfa. El trabaja por los
que nun ca ha visto ni puede ver; por la gloria, 6
quiza por una estrecha justicia, que s6lo puede alcan~arse mucho tiempo despues que Ia tierra haya
cubterto la tapa de su ataud. Trabaja de antemano
cuando hace frio y hay poco consuelo para el hombre, don de las piedras son agudas y espesa la rna leza .. Expuest<? al escarnio del presente y al des .
pre~10 que h1ere como puflal, edifica para el por
vemr, ensancha la senda para que la humanidad
progresi va pueda daspues explayarse en un camino real. A mas elevadas y sublimes esferas, el
deseo .se remonta y llama, y una estrella que sale
en. Ortente le gufa. jMirad! el pulso del hombre se
agtta con el anhelo del dios; jel coadyu var~ al pro·
greso del mundo!
&Noes el abismo demasiado grande para que
160
ENRIQUE Gli:ORGH:
lo mida a palmos la analogia? Dad mas alimento
abrid condiciones de vida mas completas, y el vegetal y el animal no pueden hacer rna que multi·
plicar e. El hombre se eleva. En el uno Ia fuerza
expansiva s6lo puede ensanchar la existencia en
nuevo numero ; en el otro tendera inevitablemente a ensanchar la existencia en formas superiore y facultades mas extensas. El hombre es un
animal, pero un animal y algo mas. i Es el arbol
fabuloso de la tierra, cuyas raice3 estan en el
suelo, pero cuyas mas altas ramas florecen en los
cielo !
. De cualquier lado que se contemple, el razonamtento en que se funda Ia teoria relativa a Ia ten~en_cia constante de 1a poblaci6n a traspasar los
~~~Ites. de_ Ia subsistencia, se ve que es una propo·
SICI6n_ lll?I~rta aceptada sin prueba, una petici6n
de prmcipJO, ~omo se dir_fa en l6gica. 1\i la apoyan
los hecho , m Ia patrocma la analoo-ia. Es una
pura quimera de la imaginaci6n, com~las que por
mucho tiempo impidieron al hombre reconocer Ia
redondez y el movimiento de Ia tierra Es como
afirmar que, silo que esta bajo no otros nose sujeta a la tierra, ha de caer· que una bala despren ·
dida de .a punta del palo de un buque en marcha,
debe caer ~~tras iel palo, 6 que un pez vivo puesto
Es tan inen una >aSIJa !lena no d~saloja ao-ua.
0
fundado, si no tan ridiculo, como una afirmaci6n
que podemos imaginar hubiese hecho Adan a
te~er afici6n a Ia aritmetica, deducienuo el cr~ci­
mi~nto de su primer hijo en proporci6n al de sus
primeros meses. Dado que al nacer pesara diez libras Y ocho meses despu6.3 veinte libras con los
conocimientos aritmeticos que seaun ala~nos sabiOs po eia, hubiera podido alcanbzar urtresultado
tan notablemente admirable como el de .:\lalthus
PROGRESO Y MISERIA
lfil
es decir que, cuando llegase ii tener diez aii.?s, seria
tan pesado como un buey; a los doce pesana como
un elefante, y a los treinta no pesaria menos de
175. 71G.33U.548 toneladas.
.
.
.
Realmente no tenemos mas mottvopara mqmetarnos del exdeso de la poblaci6n sobre la sub~is­
tencia, que Adan para disgutarse por el_ rap1do
crecimieFJ.to de su bijo. Como toda deducm6n que
se apoya realmente en hechos y es sugerida por
analogfa, la ley de la pobla~i6n e~cie~ra tan bellas
armonfas como las que la mvestigam6n ha mostrade antes de ahora en otras !eyes naturales, y no
estamos mas autorizados para asegurar que el instinto de reproducci6n, en el desarrollo natural de
la sociedad, tiende a producir la miseria y el vicio,
que podriamos estarlo para asegurar que la f~erza
de la gra vitaci6n ha de arrojar Ia luna a Ia tierra
y la tierra al sol, 6 para afirmar, partiendo de la
contracci6n del agua con las reducciones de ternperaturas hasta -! grados, que los lagos y los rios
han de helarse hasta el fondo en cualquier helada,
y que las zonas templadas de la tierra no son, por
lo tanto, habitables basta en inviernos moderados.
Se deduce de hechos bien conocidos que ademas
de los frenos positi vos y prudenciales de Malthus,
hay un tercer freno que entra en juego con Ia elevaci6n de Ia comodidad general y el desenvolvimiento de la inteligencia. En las nuevas colonias,
donde la lucha con la naturaleza deja poco tiempo
para Ia vida intelectual, y entre las clases agobiadas por la pobreza en los pai'ses antiguos, donde
en medio de la rir1ueza estan privadas de todas sus
ventajas y reducidas enteramente ala sola existen·
cia ammal, la proporci6n de los nacimientos es
notoriamente mayor que en las clases ~ las cuales
el aumento de riqueza brinda independencia, ocio-
- •)
1.,_
ENRIQ UE GEORGE
s!dad, co modi dad y _una vida mlis completa y va rtada. E'te h echo, tlempo hace recono cido en el
adaL io fa mili<> r al rico suerte, al pobre hijos
f u ~ e tudiado por Adam Smith, quien dice no se;
r aro encontrar una lugarefla medio ruuerta de
h ambre iendo madre de veintid6s 6 veinticuatru
h ijo .' y e por todas partes tan claramente perceptible que nos basta aludir a ello.
"'i e~to indica la verdadera ley de la poblaci6n,
co no} o creo q ue debe su ceder, la tendencia al
aumento, en vez de ser siempre uniforme, es inten·
sa d uue uua poblacio11 mayor procurarfa mas
comodidades y donde la perpetuidad de Ia raza
e tli ~~enazad a por la mortalidad que causan las
condtcwnes adversas; pero se debilita cuando el
de env~lvi miento individual se hace po ible y la
P ·rpeturda d de la raza esta aseg uracta. En otra
fo rm ~, la ley de Ia poblaci6n conc uerda y esta su .
bordrnada a la ley del desenvolvimiento intelec tual; y el peligro de poder venir los seres humanos
a un mu ndo donde no hallen medios de ser aten ·
d idos, no nace de los mandatos de Ja naturaleza
~ino del d~sa rreglo social que condena al hombr~
a Ia neces1da d, en medio de la riqueza. Lo ciPrto
de esto, creo sera terminantemente demostrado
?uand?, despues de haber preparado el terreno:
In v~ t1guemos las verdaderas !eyes del adelanto
socral; pero perturbariamos el orden natural de la
a ~g u men ta ci6n anticipandola ahora. Si he salido
a1roso sosteniendo la negativa mostrando que Ia
te?rfa de :\lalthus no esta prob~da por el razonamrento co_n que ~ue~e apoyarsela, basta por ahora.
En e~ capitulo srgurente, me propongo examinar
la afrrma ti va y pro bar que es refutada por los
hecho .
PROGRESO Y MfSERIA
153
CAPfTULO IV
Refutaci6n ala teorfa de Malthus
Se encuentra tan profundamente arraigada y
entrelazada con los razonamientos de la economia
politica ac tual Ia doctrina que atribuye al crecimiento de poblaci6n la tendencia a reducir los sa larios y a producir la pobreza, se ajusta de tal
modo con m uchas nocion9s populares, y es tan
expuesto volver a ella en diferentes formas, que
he creido conveniente mostrar con algun detenimiento la insuficiencia de los argumentos que la
apoyan an tes de confrontarla con los hechos; porq ue el acep tar generalmente esta teoria es uno de
los mas sorprendentes ejemplos, entre los muchos
que Ia historia del pensamiento presenta, de la facilidad con que los hombres de jan pasar in ad ver
tidos los hec hos, cuando tienen los ojos vendados
por una teoria previamente admitida.
Podemos facilmente someter esta teoria a Ia suprema y terminante prueba de los hechos. Si el
aumento de poblaci6n tiende por necesidad a disminuir los salarios y a producir la miseria, esto
equivale de un modo evidente a preguntar si tien ·
de a reducir la cuantia de la riqueza que se puede
producir con una cantidad determinada de trabajo.
Esto es lo que sostiene 1~ doctrina corriente.
Esta teorfa es, que cuanto masse exige a la naturaleza, tanto menos generosamente corresponde;
de manera, que doblando la aplicaci6n del trabajo,
no se duplicaria el producto; y asi, el aumento de
poblaci6n ha de tender a reducir los salarios y ex-
lli4
ENRIQI'E GEORGE
te~ de~
la po ?reza, 6 debe con vertirse en vicio y
m1 er1a, egun la frase de J\1 lthus. Tran~cribire·
mos ellenguaje de Juan Stuart Mil!:
cl'n gran numero de per<!OnllS en un estado de rivilizaci6n
darlo, no puetle estar tan bien provi to colectivamente como
nn" wenor. La pobreza de Ia naturaleza, no Ia injn ti..:ta de Ia
t'ol'ie,l tl, es Ia <·ausa de Ia pens que va uniua al axceso de poblacwn. na dit<tribuci6n iojusla de Ia riqueza no agrava e
mal, ino que a lo sumo hace que e sienta antes. Ell 10 til decir
que touai' Ia boca que el auweuto de Ia humani·iad llama a Ia
exi tencia, traen m!\nos consigo. Las nuevas b01:as requieren
tanto alirnento como Ia~ anti ua~, y las mano!! no produceD
tanto. si Joq diver os instrumento de Ia producciou se conside·
r11sen como propieJad colecth•a de todo el pueblo, y el producto
t!e dtvtdte»e en perfects igualdad entre todos; si eu una sociedad
atli formatla, Ia induatria fuese tan energies y el producto tan
abuodante como ahora, sena bastante para hacer ex:tremadamente cornoda la e:xi tencia d" tod11 Ja poblaci6o; pero cuando
eqta dupln:af'e, como ucederia indudablente con las l'Ostumbres
actuales del pueblo, y con tal esumulo, en poco ruas de veinte
afio , (.cull! tlria su condici6n? A no ser que las arte productiYa~ hubie en progre ado al mismo tiempo de un modo casi sin
ejeropln, las tierras ioferiores a que se deberia recurrir y el
cult,ivo mas laborioeo y de rerouneraci6n mas e ca 11 que se debena emplear en lo~ suelos snperioree, para procnrar alimento
a_poblact_6u .ta.n grande, por una nel'eeiriad in uperaule, resultana cads tmltvtduo mas pobre que antes. i Ia poblaci6n siguie~ multipli ... and9 e en Ia ruisma proporci6u, llegaria pronto un
t1empo en que naditl tendria mas de lo estrictamente necesario;
de~rn~~ nadte tendria uastante, y el siguiente incremento de Ia
poulaci6n •eria atajado por Ia ruuerte (1).
.. 'iego todo esto. Sostengo que todo lo contrario
de estas proposiciones es cierto. Sostengo que en
un estad cualquiera de ci vilizaci6n, mayor m1me~
ro de personas puede estar mejor provisto colectiv~mente qu~ uno menor. ;:,ostengo que la injustiCia de la soc1edad, no la mez<Juindad de la natura'I) <Principle of Political Econorny., libro I, lApttnlo XIII.
erc1on II.
PROGRESO Y !lllB.&IliA
166
leza, es la cau a de la escasez y de la miseria 9u~
la teoria corriente achaca al exceso de poblam6n.
SostenO"O que las nuevas bocas que el au~ento d&
poblaci'6n llama a la existencia, no req meren m~s­
alimento que las antiguas, mientras las manos quetraen con elias en el orden natural de la' cosas,
producen m~s: Afirmo que, en igualdad de las
otras circunstancias, cuanto mayor sea la poblaci6n, mayores ser~n lascomodidades que u~a equitativa distribuci6n de la riqueza proporcwnara a
cada indi vid uo en particular. Sostengo que, en un
estado de iO"ualdad, el aumento natural de poblaci6n tende;'~ siempre a que cada uno sea mas rico
y no m~s pobre.
Asi lo expreso con claridad, y someto la cues•
ti6n a los hechos probados.
Pero ad viertase (pues aun cay en do en repeticiones, deseo prevenir allector contra una confusi6n de ideas que se observa hasta en autores de
gran reputaci6n) que la cuesti6n de hecho, en la
cual este enunciado se resuelve, no es: ~en que
grado de poblaci6n se produce mas alimento?, sino:
&en que grado de poblaci6n se encuentra mayor
poder de producir riqueza? Porque la facultad d&
producirla en cualquier forma, equivale ala facultad de producir alimento, y el con umo de riqueza
de cualquier forma 6 del poder de producirla, es
equivalente al consumo de alimento. Tengo, por
ejemplo, dinero en el bolsillo. Con el puedo adqui ·
rir alimento, cigarros, joyas 6 entradas de un teatro, y, seJU.n como gaste el dinero, inclinare el trabajo ala producci6n de alimento, cigarros, joyeria
6 representaciones teatrales. Un aderezo de diamantes, en cuanto a valor, es igual a tantas barricas de harina; es decir, se necesita, como termino
medio, tanto trabajo para comprar los diamantes
lli6
PBOGR.S:SO Y MISEBIA.
ENRIQUE OROBGK
i
sdorn o a mi mujer con diamantes, empleo igua l
facultad productiva que si hubiese dEstinado cierta
porci6n de alimento !\ prop6sitos de ostentaci6n. Si
ten go un criado, aparto un arador pcsible del
arado
En ei'lar y mantener un caballo de can·eras,
req uiere un cuidado y trabajo, que bastarfa para
ensenar Y criar muchos caballos de labor. La des trucci6n ·de riqueza, que lleva consigo una iluminaci6n general 6 una salva, equivale ala combust i6n del mis mo importe de e~.limento; mantener un
regimiento de soldados 6 un buque de guerra y su
tripul aci6n , es entretener en usos improductivos el
trabajo que podria producir riqueza para mucho
miles de personas. Por consiguiente, el poder de
una poblaci6n cualquiera, en producir lo necesario
par a la vida, no se debe medir por la producci6n
de lo necesario a la vida efecti va, sino por el poder ga stado en todas sus formas .
~o son necesarios raciocinios abstractos; la
cuesti6n es de simples hechos. tDecrece el poder
relativo de producir riqueza con el aumento de Ia
poblaci6n ·?
La realidad es tan evidente, que s6lo as necesario Ham ar la atenci6n sobre ella. Hemos visto en
los tiempos modernos aumentar Ia poblaci6n en
~uchos paises. &No ha crecido al mismo tiempo su
r1C!ueza h?. sta con mayor rapidez? Vemos muchos
pliises r1ue aumentan todavfa en poblaci6n. t.No
crece tambien su riqueza mas aprisa aun? &Hay al guna duda en que, mientras la poblaci6n de Inglaterra ha aumentado a raz6n de dos por ciento al
ai"lo, su riqueza ha crecido en mayor proporci6n
toda v~a ? ~ ~o es cierto que mientras la poblaci6n
de los E tados Unidos ha doblado cada veintinue ·
como para producir cierta cantidad de harina.
167
ve anos (1) su riqueza, ha ~oblado a i~terval~s
mucho mas cortos? &Noes. merto que ba]O c_ondlciones semejantes- es demr, en p~ises semepntes
en un arado de civilizaci6n paremdo-el pais mae
densa n~ente poblado es el mas rico? &Los Estados
del Este mas densamente poblados, no son mas
ricos q 'e los Estados no tan pobl.ados del Oeste Y
del Sur? ~Inglaterra, cuya poblam6n es m:is d~nsa
todavfa que en los Estados del Este .de la Um6n,
110 es tambien mas rica en propor~c16n? ~ D6nde
encontrareis la riqueza destinada a usos no producti vos con mas prodigalidad, edificios cost?SOBr
ajuares eleo-antes , lujosos trenes, estatuas, pmturas, vates hermosos jardines? &No. es donde la
poblaci6n es mayor, con preferenma ad?nde es
mas escasa? ~D6 n de hallareis en mayor numero a
los que basta la producci6n general para manta nerles sin traba jo productivo por su par te, hombres de renta y de elegante ociosidad, agentes de
policfa, ladrones, criados domesticos, a bogados,
hombres de letras y otros semejantes? ~~ o es donde la poblaci6n es densa antes que don de es es ·
casa? GDe d6nde rebosa el capital en busca de
colocaci6n remunerati va? &No es de los pafses mas
poblados hacia los que lo son menos? Esto prueba
de un modo terminante que la riqueza es mayor'"
donde la poblaci6n es mas densa; la pl'Oducci6n
de riqueza por una cantidad dada de traba jo crece
a medida que la poblaci6n aumenta. Estas cosaa
son patentes dondequiera que dir\jamos nuestra
vista. En el mismo nivel de civilizaci6n, el mismo
estado de las artes productivas, gobierno, etce ·
t~ ra, los p.afses mas poblados son siempre los mas
n cos.
y
(I ) La pr 1porci6 n en 1860 era de S'li por ciento al afio.
ENIUQ\JB GEORGE
Tomemo un caso p~rtic~lar, un caso tal, qua
de todo~ lo~ que se podnan mtar parece a primera
vi ta apoyar mejor la teoria que estamos estudiando.: Gl ca 0 d~ un pais ~O?de, a medida que Ia
poblam6n ha cremdo muclusimo, los salarios han
d1sminuido notablemente, y no es asunto de dificil
deducC'il'ln, sino un hecho evidente, que Ia gene
rosida.cl de. la naturaleza ha disminufdo. Este pais
es ahformn. Cuando con el descubrimiento del
oro, la primera ola de la inmigraci6n se extendi6
en California. eneontr6 un pais don de la naturalez estaba en la mas liberal disposici6IJ. En las
orillas yen lab rra del rio, los brillantes dep6si·
tos de miles de anos se podian recoger por los
me~ios mas primitivos en cantidades que hacian
sub1r a una onza (~ 16) por dfa los salarios ordina·
rios. La. llnnuras, cubiertas de hierba nutritiva,
estaban llena~ por manadas sin cuento de cabal 1os
y ganado, tan abundantes, que cualquier viajero
podia con liLe>rtad cambiar su silla a un caballo de
refresco, 6 matar un novillo si le precisaba una
taj~da de carne, dejando el cuero, unica parte
est1mada para el dueno. La tierra fertil que prirnero e puso en cultivo, s6lo arando y sembrando
producfa cosechas que en paises antiauos si se
b
'
.
de alg(m modo, es por el a bono
o b tienen
y cultivo
mas acabarlos. En los primeros tiempos de Cali·
fornia, en medio de la prodigalidad de la natura·
leza, los alarios y el interes eran mas elevados
que en ninguna otra parte del mundo.
Esta virgen prodigalidad fue desapareciendo
por grados ante las demandas cada vez mayores
hechas por una poblaci6n creciente. Las excavaciones practicadas resultaron cada dfa mas pobres,
h~sta que no han podido verificarse que fueran
d1gnas de este nombre, y las minas de oro re·
PBOGRE&O Y MISERIA.
159
uieren mucho capital, muchos conociO?-ientos y
~omplicada maquinaria, y son muy arnesga.das.
Los caballos cues tan dinero,, ~1 ganado cnado
en las llanuras cubiertas ~e, sal vias de Nevada se
trans porta por ferrocarl'll a tra ves de las menta1ias y se desuellan en l~s mataderos ~e San Fran·
cisco; mientrab los agrwultores emple~an a ~uar­
dar la paja y a buscar a bono, y se c~lt1 v~n tlerras
que aoenas producirian cos?cha, _sm r1ego, tres
veces cada cuatro anos. Al m1smo t1empo, los salaries y el interes han bajado continuamante. i\luchos hombre~ se contentan ahora trabajando una
semana por menos de lo que antes pedian por un
dia, y se presta dinero a un interes al aflo, que en
otro tiempo diEfcilmente se hubiera considerado
opresi vo al mes. ~Es la relaci6n entre la reducida
capacidad productiva de la naturaleza y el tipo
bajo de los salarios lo que causa este efecto? tEs
verdad que los salarios son inferiores porque el
trabajo produce menos riqueza~
jTodo lo contrario! En vez de ser inferior
en 1879 que en 1849 el poder de producir riqueza
en California, tengo la seguridad de que ef:l mayor.
Y nadia qne considere cuan extraordinariamente
ha crecido durante estos alios la eficacia del trabajo a causa de las carreteras, muelles, saltos de
agua, caminos de hierro, buques de vapor, telegrafos y maq uinas de toda especie, por una uni6n
mas intima con el resto del mundo, y el sinnumero de economias que resultan de una poblaci6n
mayor, p~e~e, creo yo, dudar de que la recompe~~a r~c1b1da de la naturaleza por el trabajo en
Cahforma sea en conjunto mucho mayor ahora
que cuando los placeres no estaban exhaustos todavia Y el sublo era virgen: el aumento en el poder
del f3ctor humano reJompensa sobradamento la
160
I'ROGRESO Y HISERIA
BNRIQU.II: GEORGE
dis minuci6n del fa ctor natural. Prueban lo correcto de e t conclusi6n muchos hechos por los cuales
se ve culin superior al de entonces es ahora el oonumo d~ riq ueza r elativamente alm1mero. de trabajadores. En vez de una poblaci6n compuesta
exclu ivamente de ho mbres en la flor de Ia edad
un gran numero de mujeres y niflos existe ahora:
y los que no son productores han aumentado en
un grado mucho mayor q ue la poblaci6n ; el lujo
ha crecido mucho m 1s que los salarios han decaido.
donde las mejores casas eran chozas de lona 6 pa .
pel embreado, se han levan tado ahora moradas
cuya magnificencia ri valiza con los palacios euro peo ; se Yen cocheros con librea en las callas de
San Francisco, buque de recreo en su bahfa; las
clases que pueden vi vir suntuosa mente de s us ren
tas, han a_umentado de un modo continuo; hay
hombres flCOS a CUJO lado los mas ricos de los pri meros alios, casi parecerian pobres; en fin, en
t~d.as partes resalta de nn modo sorprenclente y
v1 1ble q?e la producci6n y consumo de riqueza
han _creCido hab~a con mayor rapidez que Ia po .
blac16n, y que s1 alguna clase obtiene menos, se
en la di tribu debe s6lo ala mayor desi(]'ualda•i
0
ci6n.
Lo que ~s induda ble en este caso par ticular, lo
es _dond~qmera que se extienda el examen . Los
pa1ses ricos_ ?O s?n aquellos en que la naturaleza
es ~as_ prohflca, -~~no a9uellos en que el traba jo es
rna ef1eaz: no :\IeJICO, smo l\lassach usetts· ni tampoco el D;asil, ino Inglater ra. Los pais~s en que
la poblac16n es mas densa y se estrujan con mas
~uerza las facultades de la naturaleza
on en
lCJ'u_a~es condiciones, aquellos donde u~a m~yor
POI c16n_ d~l producto puede dechcarse allujo y al
mantemm1ento
de los no productores , en los cua.
161
les el capital rebosa, y que en contingencias tales
como la guerra, pu~den sost~ner los mayores gastos. Que la produc016n de nqueza, proporcionalmente al trabajo empleado, debe ser mayor en
pafses densamente poblados, como Inglaterra, que
en los nuevos, donde los salarios y el inter~s son
mas altos, es evidente; porque, si bien una parte
menor se destina al trabajo productive, hay un
sobrante mucho mayor que nose aplica al abastecimiento de las necesidades fisicas. En un pais
nuevo toda la fuerza util de la sociedad se destina
~ la producci6n; no hay hombre sano que no ha(]'a
t;abajo productive de alguna clase, ni mujer sa;a
hbre de los quehaceres domesticos. No hay pobres
mend_igos, ni ric?s holgazane~; _no hay clases cuy~
trabaJo este destmado al serv1c1o de las conveniencias 6 caprichos de los ricos, como tampoco clases
puramente literarias 6 cientificas; no hay clases
criminates que vivan haciendo presa en la sociedad, ni las que se sostienen para guardar Ia socie.
dad contra ellas. Sin embargo, con la energfa toda
de un pueblo entregado de este modo~ la producci6n, no tiene lugar, ni puede obtenerse, un consumo de riqueza proporcionado ~ la poblaci6n
total que alcanza el pais antigno; pues si bien Ia
condici6n de la clase baja es mejor y no hay uno
solo que no pueda ganarse la vida, nadia obtiene
mucho mas; pocos 6 ninguno pueden vivir con Io
que en el pais antiguo llamamos lujo, ni siquiera
con comodidad. Es decir, que en el pais mlis antiguo el consumo de la riqueza con relaci6n lila poblaci6n es mayor, aun cuando la medida del trabajo empleado en la producci6n sea menor; esto
es, menos trabajadores producen mlis riqueztl,
porque esta se ha de prodncir aates de poderla
consumir.
TOHO I
11
ENBIQU& GKORGK
PROGRESO Y MIBEBIA..
e puede decir, sin embargo, que la superior
ri ueza de los paises mas antiguos, no es debida :1
la superioridad del poder producti vo, sino a las
acurnu\aciones de riqueza que el pais nuevo no ha
tenido tiempo de hacer todavfa.
Es conveniente examinar por un momenta esta
idea de la riqueza acumulada. Es cierto que la ri·
queza puede acumularse, pero de un modo limita do; las naciones vi ven realmente, como vi ve la
gran mayoria de los individuos, de la manoa la
boca. La riq ueza no consiente much a acumulaci6n;
ex.::eptuandose algunas pocas formas de escasa importancia, nose conserva. La materia del universo,
que cuando es elevada por el trabajo a formas
apetecibles constituye la riqueza, tiende constantemente a su estado originario. Algunas formas de
riqueza duran breves horas, otras pocos dias, otras
escasos mesas, otras contados afios, y hay muy
pocas for mas de riq u~za que pasen de una generaci6n a otra. Tomemos la riqueza en algunas de las
forma ~ mas utiles y parmanentes-buques, casas,
ferro c1rriles, maquinas. A n o ser que se emplee el
trabajo continuamente en conservarlas y renovarlas, ca i inmediatamente se harian im1tiles. Suspended el trabajo de cualquier pais, y la riqueza
desar)arecera casi como se oculta el chorro de agua
al cerrar la lla ve. Dejad obrar de nuevo el trabajo
y Ia ri ueza reaparece casi inmediatamente. Esto
se ha notado hace tiempo donde la guerra u otras
calamidades han barrido la riqueza dejando la poblaci6n desamparada. No existe hoy menos riqueza en Londres a causa del gran incendio de 1666,
ni hay menos riqueza en Cnica o-o a causa del gran
incendio de 1870. En aquellos terrenos arrasados
por el fuego se han levantado, por la mano del
tr.:.bajo, edificios mas osp~endidos , llenos de mas
abunda ntes dep6sitos de generos, y el extranjero
-que ig nora la historia de la ciudad y recorre
aquellas magnificas avenidas, no &e imagina que
hace pocos afios todo yacia tan desnudo y negro.
El mismo principia-que la riqueza se renueva
-constantemente-es mamfiesto en toda ciudad nue v~. Dada~ do_s ci udades. con igual poblaci6n y la
m1sma efiCaCia del trabaJo, la que fue funda<ia ayer
poseera y disfrutara lo mismo que la fundada por
los romanos. Nadie que haya visto Melbourne 6
San Francisco puede dudar que, si Ia poblaci6n de
I nglaterra fuese transportada a Nueva Zalanda
abandonando toda la riqueza acumulada Nuev~
Zelanda seria pronto tan rica como Ingl~terra · 6
inversamente, que, si Ia poblaci6n de Inglate;ra
f uese reducida a la escasa poblaci6n de Nueva Zelanda _de ~ hora, a pesar de Ia riqueza actual, pronto ser1an 1gualmente pobres. La riqueza acumulad~ parece repre:sentar en el organismo social el
m1smo papal que la nutrici6n acumulada representa en el organismo fisico. Alguna riqueza acu .
mulad~ es precisa, y ~asta cierto punto se puede
recurr1r a ella en ocaswnes; pero la riqueza produ.cida por las generaciones pasadas, no puede aprovechar mas al consumo actual, que las comidas del
afio pasado pueden proporcionar al hombre fuerza
presente.
Sin estas consideraciones, a las cuales aludo mas
po~ su relaci6n general que porIa particular, es
ev1dente que el mayor consumo de riqueza nose
p_uede atribuir a las acumulaciones superiores de
r1queza sino en el caso de disminuir la riqueza
acumulada, pues cuando la cantidad de riqueza
acumulada se conserva, y de un modo mas claro
todavia, cuando aumenta, un mayor consumo de
riqueza implica necesariamente mayor producci6n
Jtl2
1C3
164
KNBlQt'B GKOBG:&
de la misma. Si comparamos ahora paises diferentes entre si 6 el mismo pais en epo as diversas, es
claro que el estado progresivo caracterizado por el
aumento de poblaci6n, se seiiala tambien por un
aumento de riqueza acumulada, no solamente en
totalidlld, sino por cabeza. Y asi, el aumento de
poblaci6n, hasta donde ha ll~gado .en parte alguna
no lleva consigo una reducm6n, smo un aumento
en la producci6n media de riqueza.
La raz6n de esto es clara. Pues aun cuando una
poblaci6n creciente reduce el po?er del factor ?atural de Ia riqueza, por la necestdad de recurrtr a
tierras mas pobres, etcetera, aumenta tanto el po ·
der del factor humano, que lo compensa con exceso. Yeinte hombres trabajando juntos donde lanaturaleza es inrrrata, producen mas de veinte veces
la riqueza qu~ un hombre puede producir donde
la naturaleza es mas liberal. Cuando m!is densa es
la p0blaci6n, m!is minuciosa se hace la subdivisi6n
del trabajo, son mayores las economias de producci6n y distribJci6n, por donde resulta probado
todo lo contrario :1 la rloctrina de Malthus: dentro
de los limites en los cuales tenemos algun motivo
para suponer que el aumento seguir!i, en cualquier
grado de civilizaci6n un mayor numero de perso·
nas puede producir una cantidad de riqueza relativa mayor, y satisfacer mejor sus necesidades EIUe
un numero menor.
Fijemonos sencillamente en los hechos. &No es
evidente que la debilidad de las fuerzas producti ·
vas no ocasiona la pobreza que roe los centros de
la civilizaci6n'? En los paises donde la pobreza es
m!is profunda, las fuerzas de la prodt1cci6n son a
todas luces bastante poderosas, si se emplean por
completo, para proporcionar :1 los pobres comodidadee, y basta lujo. La par~lisis industrial, la cri~
PROGRESO Y 1\HBEBIA
165
sis comercial que maldice el mundo civilizado en
la actualidad, no nacen de falta alguna en el poder
productivo. Cualquiera que sea el motivo de la
perturbaci6n, no es de seguro la poca aptitud para
producir riqueza.
Este mismo hecho, cque la necesidad aparece
donde el poder productivo es mayor y la produc·
ci6n de riqueza est!i mas desarrollada,, es el pro·
blema que tiene perplejo al mundo civilizado y
que tratamos de esclarecer. Evtdentemente, la
teoria dt:Jl\lalthus, que atribuye la escasez al menor
poder prod ucti vo, no lo ex plica. La teo ria esta en
completo desacuerdo con los hechos. Es en reali ·
dad una inculpaci6n gratuita hecha a las leyes de
Dios sobre resultados que, hasta con este solo examen, podemos deducir que nacen realmente de un
desconcierto entre los hombres. Esta consecuencia,
a medida que prosigamos, se convertir!i en demos
traci6n. Porque hemos de hallar todavfa lo que
pl'oducc la pobreza, en medio de la riqueza en aumanto.
PROGRESO Y MISBBIA
LIBRO Ill
LEYES DE LA DISTRIBUCION
CAPITULO I
lnvestigaci6n limitada a las leyes de la distribubuci6n.-Relaci6n necesaria de dichas leyes
El examen .anterior creo que ha mostrado de
un ~odo termmante que la explicaci6n dada ordinariamente, en nombre de la economfa politica
del problema que intentamos resolver, no explic~
nada en absoluto.
La te?rfa que considera el aumento del m1mer()
de traba]adores como si di vidiese en partes menore~ el capi.al destinado al pago de salarios no explica por que raz6n no aumentan los sala;ios con
el P:ogreso material, sino que tienden por el contrarw, ~ .disminuir, por cuanto, segun hemos visto,
los salarws n~ p10ceden del capital, sino que son
e~ prod~cto direct? del trabajo. Cada trabajador
P. oducttvo, a medtda que trabaja crea sus salariOs, Y cada nuevo trabajador pr~cura un nuevo
~umento al v~rdadero fondo de los salarios; auento del acopw de comun riqueza que hablando
~·~
es c?nsiderablemente ~ay~r ~ Ia can·
1 agdeneral,
que se obtlene en salarios.
Tampoco se explica suponiendo que la natura1eza concede cada vez menos a las crecientes exi-
167
gencias de una poblaci6n en aumento; pues la rna·
yor eficacia del trabajo pone al estado progresivo
en condiciones de obtener por cabeza un continuo
aumento en la producci6n, y los pafses de mds poblaci6n, siendo iguales las demas circunstancias,
son siempre los pafses de mayor riqueza.
Hasta aqui, hemos aumentado la confusi6n del
problema . Hemos derribado una teorfa que, en
cierta manera, explica hechos existentes; pero con
esto, s61o hemos conseguido que aparezcan mas
inexplicables. Es como si, mientras se creia aun en
la teorfa de Ptolomeo, se hubiese probado unica ·
mente que el sol y las estrellas no giran alrededor
de la tierra. Los fen6menos del dia y de la neche,
y los movimientos aparentes de los cuerpos celes ·
tes, hubieran permanecido inexplicados, dando
inevitablemente lugar a que se restableciera la teo·
ria antigua, si otra mejor no la hubiese sustituido.
Nuestro razonamiento nos ha conducido ~ deducir
que cada trabajador productivo crea sus propios
salarios, y que el aumento del numero de trabaja·
dares deberfa au men tar los salarios individuates; en
Iugar de esto, los hechos atestiguan realmente que
existen muchos trabajadores que no pueden obte ·
ner empleo remunerative, y que el aumento en el
numero de trabajadores, origina la reducci6n de
los salarios. En una palabra, hemos demostrado
que los salarios deben ser m~s altos cuando en rea·
lidad son mas bajos.
Sin embargo, basta al lograr esto hemos progresado algo, pues para hallar con prontitud lo
que buscamos, conviene saber d6nde es util mirar,
~imitando asi el campo de la investigaci6n. Cuando
menos, seve ahora con claridad, que la causa de
quedar reducida la gran masa de produc.tores 11 l.a
parte menor del producto con que cons1enten VI-
18
ENBIQUB GB:Ol:OH:
vir-a pesar del enorme crecimiento del poder
pro u.ctt.vo-:-no es la escasez del capital, ni tarnpo·
co .la hm.1t~01~n de las energias naturales que obran
baJo el mEluJo del trabajo. Por consiguiente, ya
que no se halla en las !eyes que determinan la pro.
duc?i6n de la riqueza, debe buscarse en las qu 13
gobternan su distribuci6n. Acudamos ~ elias.
er~ necesario examinar en sus partes principales to do lo referente a la distribuci6n de la riqueza. Para descubrir la causa que hace m~s intensa la pobreza de la chtse inferior cuando la
~oblaci1n aumenta y progresan las artes product! vas, debemos hallar la ley que determina Ia parte
de! producto que se reparte como salarios del trabaJo. Para hallar la ley de lo salario , 6 para ase.
gurarno , al menos, de haberla encontrado debemo sei'talar tam bien las leyes que fijan la p~rte del
pro~ucto corresp?ndi~nte al capital y la que se
d.e tina a lOS_PrOpiet~riOs, puesto que, junt~ndose
berra, trabaJo y capital en la producci6n de la riquen, entre estos tres elementos debe repartirse
el producto.
.Por producto 6 producci6n de un pueblo se
~ntiende la suma de riqueza obtenida por t'll el
o~do general que (mientras la producci6n p~e­
ext tente no disminuya) debe dar abasto a todo
con umo, y del cual proceden todas las ganancias.
1 omo ya lo expliqut'l, producir no significa s6lo
Iacer las cosas, sino que compnmde adem!1s el
aume~to de valor adquirido por el 'transport~ 6
car;tbto de elias. Hay producci6n de riqueza en un
pat puramente comercial la hay tambien en uno
puramente agrwo
- 1a y manufacturero·
'
yen ambos
catso • una parte del producto se destfna al capital
o ra parte al t ra b3JO,
· y otra, si la tierra tiene al-'
PROGRESO Y Ml81fBU.
169
(..,.lin valor, a los amos de la tierra. Es un hecho,
que una porci6n de la riqueza producida va reemplazando constantemente al capital, que paula tinamente se consume y se sustituye de un modo continuo. Pero no es necesario tener esto en cuenta,
porque se elimina considerando permanents el capital como lo hacemos habitualmente al hablar de
el 6' cuando en t'll pensamos. Por consiguiente,
cuando hablamos de producto, entendemos la parte de riqueza obtenida ademas de la necesaria para
reponer el capital consumido en la producci6n; y
y si hablamos de interes 6 ganancia del capital,
entendemos lo que se destina al capital, despues
de su reposici6n 6 conservaci6n.
Ademas, en todo pueblo que haya salido del
estado mas primitivo, una parte del producto Ia
toma el gobierno en impuestos yes consumida por
el. Pero no es necesario tener esto en cuen ta al
buscar las leyes de la distribuci6n. Podemos considerar la contribuci6n como no existente, 6 reducir el producto de otro tanto. De igual modo consideraremos la parte del producto que se destina a
ciertas formas de mono polio, de las cuales nos ocu ·
paremos en uno de los capitulos siguientes (capi·
tulo IV), y que ejercen influencias amUogas a las
de Ia contribuci6n. Desput'ls de haber descubierto
las leyes de la distribuci6n, podremos examinar
que relaci6n, si existiera, tienen con ella los impuestos.
Debemos en con trar- estas leyes de !a distribuci6n por nosotros mismos, 6 al menos dos, de los
tres elementos. Porque, independientemente de
nuestro examen anterior sobre uno de ellos, en
cualquiera de los principales tratados se puede
no tar que la economfa politica actual no las entiende correctamente, al menos en su totalidad.
liO
ENRIQt"E G!tORGI!:
Esto es evidente, en primer lugar, por Ia terminologia empleada.
En todas las obras de economia politica se nos
dice que los tres factores de la producci6n son tierra, trabajo y capital, y que todo el producto se
divide principalmente en tres partes correspondientes. Son, pues, necesarios tres terminos, cada
uno de los cuales expresarli con claridad una de
estas partes con exclusi6n de las otras. Ranta, sagun definici6n, expresa claramente la primera de
estas partes, la que corresponds a los propietarios
de Ia tierra. Salario, segun definici6n, expresa con
suficiente claridad la segunda, la que constituye la
recompensa del trabajo. Pero en cuanto al tercer
termino, el que deberia expresar la ganancia del
capital, existe en las obras principales la mas enredada ambigiiedad y confusi6n.
De todas las palabras generalmente usadas, la
que se acerca mas a expresar la idea de la utilidad
por el empleo del capital, es interes, que en su
acepci6n general comprende la utilidad correspon·
diente al capital, exclusiva de todo trabajo en su
empleo 6 administraci6n, y tam bien de toda contingencia, exceptuando Ia que puede estar comprendida en Ia seguridad. La palabra beneficios,
segun se usa generalmente, es casi sin6nima de
util.id.ades; significa una ganancia, una cantidad
reCibida en exceso sobre Ia cantidad gastada, y con
frecuencia, incluye entradas que son propiamente
rent.a; mientras casi siernpre las incluye que son en
reah~ad sa!arios, asi como compensaciones por las
contmg.enctas peculiares a las varias aplicaciones
d?l. ca~1tal. A no ser que se violente mucho la sigmfiCact6n de dicha palabra, no puede, por lo tanto, usar e en econornia politica como significando
aquolla parte del producto correspondiente al ca-
PROGRESO Y MII!EIUA
171
pital, en opo ici6n a las cantida~es pertenecientes
al trabajo 6 a los duenos de la tierra.
Ah0ra bien, todo esto se reconoce en las obras
principales de economia politica. Adam Smith explica claramente que los sa.larios y la cornpensaci6n
por riesgos son una parte tmportante de los beneficios observando que los considerables beneficios
.
de los' farmaceuticos y pequefios comerCiantes
por
menor son en realidad salarios por su trabajo, y
no interes de su capital, y que los grandes beneficios realizados a veces en negocios arriesgados,
tales ~orno el contrabando y el cornercio de objetos usados son realmente compensaciones por
riesgos, qu~ a la larga reducen l?s gananci.as ~el
capital al tipo ordinario 6 inferior al ordmar~o.
Semejantes ejemplos se dan en las obras posterwres en donde los beneficios se definen en su sentidb general, quiza con exclusi6n de renta. Efi: ~o­
tas estas obras se dice allector que los benefwws
se componen de tres eleme!ltos, sala!ios. de direcci6n, compensaci6n por r1esgos, e mtcres, 6 sea la
ganancia por el disfrute de! capital_.
.
.
Por tanto ni en su sent1do ordmar10 m en _el
que se le da 'expresamente en econornia politica,
pueden los beneficios gcupar ~itio alguno ent.re los
tres factores de Ia producci6n, cuando se d1sc~te
Ia distribuci6n de la riqueza. Tanto en el sentldo
ordinario, como en el que se le da expresam~nte,
tratar de distribuir Ia riqueza en rent~, .s~lanos Y
beneficios seria como hablar de la d1 vlS16n de Ia
humanidad en hombres, mujeres y seres huma.no~,
Esto, no obstante, es lo que se hace en las prmCIpales obras, desorientando por completo al lecto~:
despues de descomponer formalmente los. benehcios en salarios de direcci6n compensaCJ6n por
riesgos e in teres, la ganancia n 3ta por el uso del
P.BOGBBSO Y MIBKBU.
172
17:3
BNBJ QUE O EORt<B
c~p ital, pasan 11 ocuparse de la distribuci6n de Ia
n q u e~a entre la r enta de la tierra, los salarios del
t rabaJO y los BE~EFI CIO S del capital.
Cr~o _q_ue mu ch a gente se habrli calentado los
sesos mutilmente en esta confusi6n de terminos, y
habra abandonado desesperada su prop6sito pen .
sando que n~ pu die~~o culpar a esos grande~ pen
sadore debta co ns1stir la falta en su propia tor peza. i cabe algu n consuelo para estas personas
recurran ala cHistoria de la ci vilizaci6n .. de Buck~
le, Y_vean de q u ~ modo un hombre que adquiere
una ~dea ma ra ~· tllosamente clara ae lo que lee, y
h~ letdo con cmda do las principales obras econ6micas d~ de la de Smith, qued6 intrincadamente
confundtdo en este embrollo de beneficios e interes.
~o~que !3nckle ( ~·ol._ I, c~ p . II y notas) habla con
IDStiltencta de la dtstrtbum6n de la riqueza en renta
sal a~ios, intere y lwnfljicitJs.
'
~ esto no ~s extrano. Porque, despues de descomponer fo rmal mente los beneficios en salarios
de_ direcci6n, seguro e inter es, estos economistas,
senaland? ~a ca usas que fijan el tipo general de
los beneftctos, hablan de cosas que evidentemente
afectan s6lo a la parte de loa beneficios que han
~enommado interes; y luego, hablando del tipo del
mtere adopta n la f6 rmula sin sentido de oferta v
demanda, 6 habl_an de cosas que afectan a la re co mpensa por n esgos, usando evidentemente Ia
p~labra en su acepci6n comun y no en la econ6·
~mea que le h_a n dado, _d e la cual queda eliminada
a cof!Ipen act6n por r1esgos. Si el lector fija su
atenct6n en los Principios de Economfa Polftica ,
de J uan tua rt ~l ill , y compara el capitulo sobre
los ?eneficios (lib ro II, cap. XV) con el que trata
d_el mteres {libro III, cap. XXIII) vera la confu BI6n que se or igin a en el caso del ~as 16gico de los
1
1
economistas ingleses, de una manera mas sorpren ...
dante de lo que quisiera calificar.
Ahora bien, tales hombres no han sido llevados
a esta confusi6n de ideas sin una causa. Si uno
tras otro han seguido al doctor Adam Smith como
nii'los en el juego, saltando cuando el salta, y bajandose cuando else baja, ha sido que habfa un
obstaculo cuando el saltaba y una depresi6n cuando se bajaba.
La dificultad de la cual ha brotado esta confusi6n es la teorfa del salario previamente aceptada.
Por las ra zones antedichas, les pareci6 una verdad
evidente en si misma que los salarios de ciuta
clase de tra bajadores dependian de la relaci6n
entre el capital y el numero de trabajadores ; pero
hay ciertas clases de recompensa por el esfuerzo a
las que esta teoria notoriamente no se puede aplicar, y asi el termino csalario, se ha limitado en el
URO, incluyendo unicamente los salarios ensuestrecho sentido ordinaria. De este modo, si el termino cinteres > se hubiese empleado (como debiera
hacerse de conformidad con las definiciones) para
represen tar Ia parte tercera de la di visi6n del producto, entonces todas las recompensas por servicios
personates que no fHesen los de aquellos que ge neralmente se llaman trabajadores a jornal, no se
hnbieran tenido en cuenta; pero considerando Ia
divisi6n de la rirtueza entre renta, salarios y bene~i cios, en Iugar de hacerla entre renta, salarios e
mteres, esta dificultad-se disimula, habiendo vaga
mente agrupado bajo los beneficios, como salarios
de direcci6n, todos los salarios que no estaban
incluidos en la ley previamente aceptada del salario.
. Leyendo con cuidado lo que los economistas
dtcen acerca de Ia distribuci6n de la riqueza, seve
l!:NBIQUB G.EOBGII:
PROGRESO Y l>llill!:BIA
que, si bien definen correctamente el termino salario, tal como lo emplean en este caso es lo que
16gicamente se llamaria una definici6n incompleta
-no significa todos los salarios, sino algunos sa
larios- e decir, los salarios del trabajo manual
pagado por un amo. De este modo los otros sala
rios pasan allado de la ganancia del capital, y van
incluidos bajo el termino beneficios, evitandose asi
toda distinci6n clara entre la ganancia del capital
y la recompensa del trabajo del hombre. El hecho
es que la economia politi0a admitida no logra dar
cuenta clara y consistente de la distribuci6n de la
riqueza. La ley de la renta esta determinada con
claridad, pero sin ninguna relaci6n. El resto es un
enredo confuso e incoherente.
El orden expositi vo de estas obras revela dicha
confusi6n y debilidad del pensamiento. En ninguna economia politica, de las que yo conozco, se
presentan juntas estas leyes de la distribuci6n de
manera que el lector pueda abarcarlas con una
mirada y reconocer la relaci6n que tienen entre sf;
lo que se dice de cada una de ellas, se halla envuelto en una serie de reflexiones y disertaciones
polfticas y morales. La raz6n de esto no ha de
buscarse muy lejos; presentar reunidas las tres !eyes do Ia distribuci6n tal como ahara se ensenan,
serfa hacer patente a Ia primera mirada que nose
hallan debidamente relacionadas.
Las leyes del reparto de la riqueza son eviden ·
temente !eyes de proporci6n, y deben estar mutuamente relacionadas de tal manera que dadas
dos .cualesquiera de ellas, la tercera se pu'eda dedumr, porque al afirmar que una de las tres partes
de un todo aumenta 6 disminuye, se afirma que
una 6 l~s ~os _partes restanteR quedan inven~~­
'mente d1smmmdas 6 aumentadas. Si 'Pomas, R1-
cardo y Enrique son socios en un negocio, el convenia que fija Ia parte del uno en los beneficios,
determina al mismo tiempo las partes de los otros
dos separada 6 juntamente; dando A Tomas el 40
por ciento, se deja s6lo 60 por ciento para repartir
entre Ricardo y Enrique; concediendo A Ricardo
un 40 y A Enrique un 35 por ciento, se reduce la
parte de Tomas a un 25 par ciento.
Pero entre las leyes de la distribuci6n de Ia riqueza, segun se presentan en las principales obras,
nc hay tal relaci6n. Si las buscamos y reunimos,
hallaremos que son como sigue:
Los salarios se det.erminan por la relaci6n entre
la cuantia del capital destinado al pago y manteni ·
miento del trabajo y el numero de trabajadores
que busca empleo.
La renta es determinada por el limite del cultivo; cada tierra, dando como renta aquella parte de
su producto que excede A la que produciria Ia
misma aplicaci6n de trabajo y capital en la tierra
culti vada mas pobre.
El interesse determina por la relaci6n entre las
demandas de capital y la cuantfa ofrecida par los
prestamistas; 6 bieri (si admitimos lo que se tiene
como ley de los beiieficios) es determinado por los
salarios, bajando cuando e3tos suben y subien~o
cuando estos bajan, 6 por lo que cuesta el trabaJO
al capitalista, segun Mill.
Uniendo las Ieyes de la distribuci6n de la ri ·
queza, tal como se admiten hoy, sa observa A primera vista que carecen de la relaci6n mutua que
las verdaderas leyes de la distribuci6n deben tener.
Ne tienen relaci6n ni estan coordinadas. Por esto,
dos al menos de 'estas leyes estAn concebidas 6
presentadas err6neamente. Esto concuerda con lo
que ya hemos vista, es decir, que la inteligencia
176
Bl''BJQUE OEOBO&
PBOORESO Y MISEBU.
general sobre la ley de los salarios, y por deducci6n, la ley d l interes, no resistirlin d un examen.
B squemos, pues, las verdader~s leyes de la ?istribuci6n del producto del trabaJO entre salarws,
renta e intere:. La prueba de haberlas hallado astara en su corr laci6n: en que se unan, relacionen
..
y limiten mutuamente. ,
• 'ada tiene de comun con los beneficiOs esta
in vestigaci6n. Necesi tamos hallar lo q u~ determina la di visi6n del producto total entre tierra, trabajo y capital, y en cuanto a los benefici~s, _no es
un termino que se refiera exclusivamente a mnguna de e tas tre divisiones. De l~s tres partes en
que los beneficios se dividen por los economistas,
a saber, compensaciones por riesgos, salar.ios de
direcci6n y recompensa por el uso del capital, Ia
ultima cae bajo el termino in teres>, que compren ·
de toda recompensa por el empleo del capital, y
excluye todo lo demas; los salarios de direcci6n
caen bajo el termino salarios, que comprende toda
remuneraci6n por el esfuerzo humano, y excluye
todo lo demas; y la compensaci6n por riesgos. no
va comprendida en ninguna parte, porque el riesgo se elimina cuando se consideran reunidas todas
las transacciones de un pueblo. De manera que, de
acuerdo con las definiciones de la economia politica, yo emplear6 el termino interes, como significando aquella parta del producto que corresponde
al capital.
Recapitulemos.
Tierra, trabajo y capital son los tres factores
de la producci6n. El termino ctierra, incluye todas
las conveniencias 6 fuerzas naturales; el termino
trabajo todo esfuerzo humano; y el termino ccapital toda riqueza empleada para producir m~s
riqueza. Como recompensa li estos tres factores
se distribuye todo el producto. La parte destinada
en pago del uso de
las conveniencias naturales, se llama renta; aquella
parte que constituye la recompensa de los esfuer
zos humanos, se llama salario, y aquella otra que
corre ponde a la utilidad por el uso del capital, se
llama interes. Estos terminos se excluyen mutuamente. Los ingresos de una persona pueden provenir de una cualquiera de estas tres fuentes, de
dos 6 de las tres reunidas; per·o mientras tratemos
de dPscubrir las leyes de la distribuci6n, debemos
considerarlas separadas.
176
li7
a los propietarios de la tierra
Decidido a emprend~r esta investigaci6n, hare
observar previamente que el mal exito de la eco
nomfa polftica, sobrado evidente ahora, puede, en
mi sentir, atribuirse ala adopci6n de un falso punto de vista. Vi viendo y haciendo observaciones en
un estado d~ Ia sociedad en que un capitalista generalmente arrienda tierras y contrata trabajo, y
apareciendo ser de este modo el emprendedor 6 el
principal motor de la producei6n, los grandes cultivadores de la ciencia han sido conducidos a considerar el capital como el primer factor de la producci6n, la tierra como su medio y el trabajo como
su agente 6 maquina. Esto salta a lavista en todas
las paginas, en la forma y metodo de sus razonamientos, -en el caracter de sus ejemplos y hasta en
la elecci6n de los terminos. Por todas partes el ca ·
pital es el punto de partida, el capitalista la figura
principal. De tal modo ocurre esto, que tanto
Smith como Ricardo emplean el Mrmino salarios
naturales, para expresar el minimo con que el trabajador puede vivir; siendo asi que, a menos de
ser Ia injusticia natural, todo lo que el trabajador
produce deberia con maE raz6n estimarse como sus
l:OMO I
12
1~
KNBIQl'E GEORGE
salarios naturales. Por esta costumbre de mirar el
oopital como dueno del trabajo, los dos fueron llevado a que los salarios dependen de la abundancia relativa de capital, y el interes varia inversamente con los salarios; sepan1ndo e asi de verdade que de otro modo hubieran sido evidentes. En
resumen, el paso en falso que, en cuanto se refiere
a las grandes leyes de la distribuci6n, ha conducido la economia politica hacia la espesura y no a las
cumbres de Ia montai'ia, se di6 cuando Adam Smith
en su primer libro abandon6 el punto de vista indicado en la sentencia: eEl producto del trabajo
con tituye su recompensa natural 6 salario>, para
tomar oiro que considera el capital como duei'lo
del trabajo y que paga los salarios.
Empero cuando consideramos e1 origen y la
serie natural y sucesiva de las cosas, este ord~n se
invierte; y el capital, en lugar de ser el primer
fact r, es Gl "Ltl-timo; en vez de ser el que em plea el
trabajo, e empleado por este. Debe hab~r tierra
ante que el trabajo se realice, y el trabaJO s~ ha
de ejecutar antes que el capital pueda produCirse.
El capital es producido por el trabajo, yes empleado
por el para auxiliarle en la producci6n ulterior. El
trabajo es la fuerza activa e inicial, y por tanto es
el que emplea el capital. El trabajo se puede efec·
tuar sobre la tierra unicamente, y de la tierra se
obtienen los materiales que el cambiara en riqueza.
La tierra e , pues, la primera condici6n, el campo
y el material del trabajo. El orden naturales tierra, trabajo y capital, y en Iugar de partir del capital como fuente inicial, partiremos de la tierra.
Otra cosa hay que observar. El capital noes un
factor necesario en la producci6n. El trabajo efe?·
tuado obre la tierra puede producir riqueza sm
h ayuda del capital, y en el orden necesario de las
PBOGBE!:O Y MJ!'IEBJA
179
oosas, debe producir riqueza antes que el capital
pueda existir. P~r consiguiente, la ley de la renta
y la ley del salarw deben ser correlativas y formar
un todo perfecto sin referencia a Ia ley del capital
p_orque de otro modo, estas leyes no se acomoda'
rran a ca~os que pueden facilmente imaginarse, y
que e~ c1erto grado hay en la actualidad, en que
el capi.tal no toma parte en Ia producci6n. Y como
el capital es, ~omo frecuentemente se dice, s6lo
trabaJo acum~ .a~~· no es mas que una de sus formas, una subdi visl6n del termino general trabajo·
su ley d?be estar. subordinada a la del salario,
aunque md_ependientemente una de otra, deben
ser correlatlvas de modo que puedan ajustarse a
los caso~ en que todo el producto se reparta entre
el trabaJo y el c~pital, sin ninguna deducci6n para
Ia re~t~ .. Recurr1endo al ejemplo antes empleado:
L~ divisi6n del producto entre tierra, trabajo y capital ~ebe te~er Iugar como entre Tomas, Hicardo
Y ~n:19ue, s1 Tomas y Ricardo fueran los socios
primitivos y Enrique s61o entrase como auxiliary
.copartfcipe de Ricardo.
y
CAP1TULO II
La renta y la ley de la renta
~1 termino renta, en su sentido econ6mico-es
~eCir,. cuando se usa como yo lo hago, para distmgmr aq~ella.parte del producto que correspon.
de al propietarw de Ia tierra 6 de otros bienes nat~rales en virtud de su propiedad-varfa en signifiCado de ]a palabra crenta tal como se usa en ge-
1 0
It.'RJQt E OltORGit
PROGRESO Y MIFitBJA
neral. Bajo cierto aspecto esto significado econ6mico es m•1s limitado que el ordinaria; bajo otros
conceptos es mas lato.
E m<is limitado en que: en ellenguaje comun
aplicamos la palabra n~nta a los pagos por el uso
de edificio , maquinas, inmuebles, etc. etc., del
mismo modo que al pago por el uso de la tierra u
otros bienes naturales, y al hablar .:le la renta de
ma ca.sa 6 la renta cle una heredaJ., no oparamos
lo que se refiere al usa de las mejun.s, de lo que
corresoonde al uso de la tierra propiamente dicha.
Pero en el significado econ6mico de la renta, los
pagos par el usa de cualquiera J.e los productos
del esfuerzo hnmsno se exrlnyen, y del pago total
por el usa de casas, heredades, etc., s6lo es ren ta
aquella parte que constituye la remuneraci6n par
el uc:o de la tierra: Ia parte pagada par el usa de
construcciones u otras mejora.s siendo en realidad
in teres, por cuanto es una romuneraci6n del capital.
E~ mas lata en que: en ellenguaje vulgar hablamos de renta uo icamente cuando el duei1o de
una propiedad y el que la usa son pF-rsonas distintas. Pero en el sentido econ6mico hay tambien
renta cuando la misma persona posee y usa una propiedad. Cuando el propietario y el que se sirve de
la propiedad es la mi!':ma persona, aquella parte de
sus entradas que podria alcanzar arrendando Ia
tierra a otro es renta, mientras la remuneraci6n
de su trabajo y capital es la parte de las entradas
que le produciria si fuese arrendatario de la tierra
en vez de ser dueii.o de ella. Ranta expresa tam·
~ien un precio de venta. Cuando se compra la
tierra, el valor que se paga por su propiedad, 6
derecho al usa perpetuo, es renta capitalizada. Si
compro tierra b:.rata y la guardo hasta que la
181
pueda vender por un gran precio, me hare rico
no por el sa lario de mi trabajo ni par el inter~s d~
mi capital, sino par el aumento de la renta. Henta,
en resumen, es la parte de la riqueza producida
que corresponde al propietario par el exclusivo
derecho ?e usar· los biene:s naturales. Dondequiera
que Ia t1erra tenga un v ~lor en carnbio al'i hay
renta on el ~ignificado econ6mico de la' palabra.
Dondequiera que la tierra, teniendo un valor se
emplea por el propietano misrno 6 por el arrendatario, alll hay renta actual; donde a pesar de ten.er un valor nadia la emplea. alii hay renta poter:Cial. Este poder de producir renta es el que da
valor a ~a tierra. La tierra no tiene valor hasta que
su pr~p1edad abstenga alguna ventaja (1).
As1, pues, la ren ta 6 el valor de la tierra no depend~ de, s u capacidarl productiva 6 de su utilidad.
De n,mgun modo representa auxilio ni ventaja dados a Ia producci6n, sino simplemente el poder de
r~tener una p~rte de los resultados de 1::~ producc;6n. O ua~e qmera que sean sus condiciones, la
tierra es mcapaz de producir renta ni tiene va 1 or
hasta que alguien quiera dar trabajo 6 los resultados del tr~bajo por el privilegio de usarla; y lo
que cualqUiera dara por ella, no depende de la cahdad d~ la tierra, sino de su calidad comparada
con la tierra que se consiga de balde. Puedo tener
terra muy buena y no producirme renta 6 no tener
valor, mientras exista otra tierra tambien buena
que S!3 pueda obtener de balde; pero cuando esta
otra tierra esta apropiada, y la mejor tierra que se
pueda obtener libremente es inferior, en fertilidad,
(_l). Hablanrlo del valor de Ia tierra, uso y usare las palabras
ref.lru~adome al valor de Ia tierra propiawente dicba. Cuand->
4l,lllera hablar del valor de Ia tierra y mejoras, lo expresare.
1 2
183
ENRIQUE GEORGE
PBOClBESO Y JIUSEBIA
situaci6n u otra ci~cunstancia, mi tierra adquirira
un valo: y producmi ~enta. Y aunque la capacidad
prod~cttva de es~a tterra pueda disminuir, si Ia
cap ctda~ pr_oductt va d~ la tierra que se alcance sin
ga tos dt mmuye relatlvamente mas, la renta qu&
~,>dre obtt3ner, y por consecuencia el vain de mi
tl rr~, crecera en proporci6n. Renta en fin es el
prect_o del monopolio, nacido de Ja 'reducdi6n !i
proptedad individual de los elementos naturales
que el esfuerzo humano no puede producir ni
aumentar.
'i un hombre poseyese toda la tierra accesible
de ~na naci?n, po~rfa natu:~lmente exigir por
su U;:;O ~ualqmer p~ec10 6 cond1c16n que le pareciese
con vemente, .Y mtentras su derecho de propiedad
fuesa _reconoc1do, los otros miembros del estado no
t~n~nan mas alternativa q11e resignarse a sus condiCiones, la muerte 6la emigraci6n. Esto ha ocurrido en n:ruchos paises; pero en la forma moderna
de Ia soCiedad,_la tierra, aunque reducida generalment.e a prop~edad individual, esta en manos de
mult1tu~ de personas difdrentes para permitir que
el precw que .se puede obtener por su uso se fije
po~ mero capr1Cho 6 deseo. hlientras cada propieta~IO particular trata de obtener cuanto puede
e.xt te un Jfmit_e en lo que puede obtener que cons~
tltu~e el pr~c1o 6 Ia renta en el mercado, variable
seguu l~s tierra~ y los tiempos. La ley 6 relaci6n,
que, baJo estas Circun tancias de libra competencia
e~tre las partes (condici6n que al exponer los princtos de economia politica se debe tener siempre en
~renta)! det~rmina cual es la renta, 6 el prado que
prop1etarw puede alcanzar se denomina la ley
de la renta. Establecido esto c~n precisi6n tenemos
algo m!is que un punto de partida desd~ el cual
podremos a veriguar las leyes que 'regulan el sala-
rio y el interes. Porque, como el reparto de la riqueza es un reparto, al determinar lo que fija la
parte del producto correspondiente a la renta, determinamos tambien la parte que se deja para salarios, donde no existfa la cooperaci6n del capital,
y la parte correspondiente a salarios e intereses
reunidos, donde el capital coopera en la producci6n.
Por fortuna, en cuanto a Ia ley de Ia renta no
hay necesidad de discusi6n. Las autoridades coin·
ciden aquf con el sentido comun (1), y el dictamen
de la economfa politica corriente, tiene por sf solo
el caracter evidente de un axioma geometrico.
Esta admitida ley de la renta que Juan Stuart Mill
denomina el pons asinon~m de la economfa politica,
algunas veces se llama cLey de Ia renta de Ricardo ), porque, si bien no fue el primero en anunciarla, Eue el primero que la public6 de un modo
prominente (2). Hela aqui:
La 1·entct de la tien·a se determina por el e,rceso de
su producto sobre el que la misma aplicacion puerle alcan.zar de la tierra en u o menos produ,cth·a.
(1) No quiero decir que Ia ley aceptada de Ia rents no ha
eido controverticta nunca, Entre todoe Joe dieparates que en Ia
preeente condici6n desvencijada de Ia ciencia se han irupreeo
como economia politics, aerfa diffcil encontrar nalia que no se
baya discutido. Pero quiero decir que tiene Ia aanci6n de todoa
loa ecouomietas que en realidad ee Jeben mirar como autoridades, egun dice Juan tuart Mill (libro II, cap. XVI), chay pocas
per:~onas que le hay an negado su aaentimiento, a no aer por no
haLerla comprendido bien, La manera vaga e inexacta con que
es apreciada por loa que Ia rebaten, ee muy notable. • Obeervaci6n que ha recibirlo muchae comprobacionee posteriorea.
(2) SeJZ1\n Me. Culloch, Ia ley de Ia rents fue primero propuesta en un folleto por el doctor James Anderson, de Edimburgo, en 1bi7, y siwultane11mente a principioa de e~:~te &i&'IO
por 'ir ELiuardo West, Mr, l\falthue y )Ir, Hicardo.
l
I
ENR!Ql.TE GEORGE
E ta ley, que, por supuesto, se a plica tam bien
ala tlet'l'a u::ada en prop6sitos distintos de Ia aaricultura r <1 todas las fuentes naturales, como ~i­
nas, pesquerias, etc., ha sido explicada e ilu trada
hasta acrotar el asunto por los principal~s econo mi tas de::.de Hicardo; pero su solo enunciado tiet.u
toda la fuerza de una proposici6n evidente por si
misma, pues es evidente que el efecto de la com.
petencia hace que la menor remuneraci6n por la
cu1l el traLajo y el capital emprenden la producci6n sea la mayor que ellos pueden pretender, y
pone de e.:..d me, do lil _pt upi Lario de la tierra mas
productiva en situacion de apropiarse con la renta
toda Ia utilidad menos Ia indispensable para recon~p e nsar el_ trabajo y capital segun la tasa ordinarta, ei; decrr, lo que podrfan oht ner de la ti<:>rra
menos productiva en uso (6 t:~n el lJUlHO menos
productivo), donde, por wpuesto, no se paga
renta.
Quiza conduzca a una mas comp:eta inteligencia d~ la ley de la renta ponerla en esta forma. La
pro 11edad de un agente natural de producci6n
dar~ el poder de apropiarse toda aquella parte de
la rtqueza producida, al aplicarse el esfuerzo del
tr~bajo y ~apital, que exceda de la utilidad que la
mrsma aphcaci6n de trabajo y capital pueda obten?r en Ia ocupari6n menos productiva a que se dedrquen, en Ia cuallo haran con libertad.
Pero e'to significa precisamente lo mismo, por·
qu~ no hay ocupaci6n en que el capital y el trabaJ? puedan empenarse que no requiera el uso de
1~ tierra; y ademas, el culti vo u otros usos de la
berra seran llevados siempre basta un punto en
que la recompensa es tan baja, todo considerado,
como Ia r1u? se acepte libremente en cualquiera
otra ocupacr6n. Supongamos, por ejemplo, un pais
PROGRESO Y MISElUA
185
en que una parte del trabajo y capital se apli~ue a
la a(Yricultura y otra a las manufacturas. La twrra
cultfvada mas pobre vroduce, termino medio, una
cranancia que designaremos por 20, y 20, por con~ecuencia, sera la ganancia media para el trabajo
y el capital, tanto en las manufacturas como en la
agricultura. Supon~d que por alguna causa permnnente la ganan01a d"' las manufacturas quede
ahorl reducida a 15. Es claro que el trabajo y el
capital ocupados en las manufacturas se dirigir~n
hacia Ia agricultura, y el movimiento no se detendra basta qur, ya sea por extendarbe el cultivo a
tierras inferiores 6 a puntos inferiores de la misma
tierra, Ya por un aumento en el valor relativo de
los productos manufacturados, debido a una manor producci6n, 6 por las dos causae juntas, el
producto del traoajo y capital en am bas ocupaciones, tenido todo en consideraci6n, haya sido llevado de nuevo al mismo nivel; de manera que, sea
cual fuere el punto alcanzado por la capacidad producti va de las man ufacturas, sea 18, 17 6 H>, el
cultivo se extendera tambien hasta este pun to. Por
lo tanto, decir que la renta sera el exceso del poder
productivo sobre el del limite 6 punto inferior de
<:ulti vo, oqui vale a decir que sera el exceso del
producto respecto al que la misma cantidad de
trabajo y capital alcanzaria en Ia ocupaci6n menos
rem unera ti va.
La lAy de la renta, realmente, es s6lo una con·
secuencia de la ley de Ia competencia, e importa
sencillamente tanto como aseverar que, tendiendo
los salarios y el interes a un nivel com(m, toda
aquella parte de la producci6n general de riqueza
que excede de lo que el trabajo y capital emplea
dos pudieran obtener, aplic!indose a los mjs pobres agentes naturales en uso, iria a parar ~ los
1 6
BNBIQ t" & G F.OBGE
propietario en forma de renta. Esto reposa, en
1tlti mo anlili is, sobre el principia fundamental,
que es con relaci6n li Ia economfa politica lo que la
gra vitaci6n re pecto li Ia ffsica: que el hombre busca satisfacer sus deseos con el menor esfuerzo posible.
Esta es, pu1g , la ley de la renta . .Aunque mu ~
chos tratados importantes siguen demasiado las
huellas de Ricardo , que parece considerarla s6lo
en su relaci6n con la agricultura, yen varios sitios
nos dice que las manu facturas no pagan renta
(cuando, en realidad, las manufacturas y el cambio pagan las ren tas mlis elevadas, segun lo prueba el gran valor de la tierra en las ciudades manufactureras y comerciales), ocultando asi la grande
importancia de la ley; sin embargo, desde el tiempo de Ricardo, esta ley ha sido comprendida con
claridad y reconocida del todo ; pero no sus corolarios. , encillos como son, ha impedido hasta aho r a u reconocimiento la doctrina aceptada del salario ( ostenida y reforzada , no solamente como se
ha explicado hasta aqui, sino por consideraciones
cuyo peso enorme se apreciara cuando se llegue a
la conclusi6n 16gica a la cual tendemos) (1). Sin
embargo, ?,no es acaso tan claro como la m~s sencilia demostraci6n geometrica, que el corolario de
la ley de la renta es la ley del salario, cuando la
divisi6n del prod ucto se hace entre renta y salarios simplemente, 6 la ley del salario e interes en
conjunto, cuando la divisi6n ha de hacerse entre
renta, salario e interes? Presenta da al raves, la ley
de la renta es necesariamen te la ley del salario e
(1) Buckle (•Hi!ltory of Civilization• , cap. II), reronoce Ia
r_,lacion entre Ia recta, el iotere~ y el t!ala rio, per()
e 'H.Ientemente no coosigui6 eocont ra rla.
ne~:esana
P BO G RH&O Y MISKBIA
187
interes reunidos, pues es afirmar qu~, se.a cual fuere el producto resultants de una apltc~c.16n d,e ~ra­
bajo y capital, estos dos factores reClbm1n umcamente en sa\arios e interes, aquella yarte .del pr<;>duo to que hubieran obtenido en tterra hbre, sm
pago de renta; esto es, en la. tierra 6 punto menos
pro ductivo en uso. Porque s1 del pr?ducto, ~odo lo
que exceda de la suma que el traba)O y capitallogren de una tierra que no pague renta, ha de pasar al propietario como tal, todo cuan~o pu~den
reclamar el trabajo y capital como salarws e mteres, es la cantidad que sacarian de una tierra qu9
no pagase renta.
0 dandole una forma algebraica:
Puesto que, Prodv:.cto= Renta + Salario + Interes,
Res ulta , Producto-Renta= Salario + Interes.
Por lo tanto, el salario e interes no dependen
del producto del trabajo y capital, sino de lo qu9
res ta cuando la renta se ha pagado, 6 sea del producto que pueden obtener sin pagar ;en~a; es ~e ­
Clr, de la tierra m~s pobre en uso. Y as1, no .1mporta lo que pueda aumentar el poder prod~ctivo ~
si el incremento de la renta se pone li su mvel, m
los salarios ni el interes pueden aumentar.
Desde el instante que esta sencilla relaci6n B9
reconoce, una luz esplendorosa inunda lo que an·
tes era inexplicable, y hechos al parecer en de~ ­
acuerdo, se colocan por sf solos bajo una ley evldente. El aumento de la renta en paises que progresan, nos explica en seguida la causa por la cuallos
salarios y el in ter es dejan de crecer ~on el au mento del poder productivo. Porque la nqueza producida en cualquier pais, se divide en dos partes, pol"'
lo que podria llamarse la linea de la renta, que
sta fijada por el limite del cultivo, el producto
que el trabajo y capital pueden obtener de aquellas
P llOGRBSO Y IIIISERU.
}S'
189
E NRIQUE GBORGE
o portunidarles naturales, que estan libres del pago
de renta. De la parte del prodnrto situada debajo
dee tn linea, se deben pagar el salario y el inter~s.
Totlo lo que qneda encima, pertenece a los propie
tarios de la tierra. De este modo, donde el valor
de la tierra es ba jo, puede haber una pequei'\a
producci6n de riq ueza, y tener, sin embargo, tipos
altos los ~ala rio y el in teres, como lo vemos en los
pafses nueYos. Y don de el valor de la tierra es alto,
puede haber una producci6n g rande de riqueza y,
sin embargo, permanecer bajos los tipos de salario e inteu>s, co mo se ve en los paises antiguos.
Y donde el poder productivo aumenta, como en
todos los paises que progresan, el salario y el intare~ no e taran a fectados por este aumanto, sino
por la rnanera como la renta resulta afectada. Si el
valor de la tierra crece proporcionalmente, todo el
aumento de prod ucci6n sera absorbido porI a ren ·
ta, y Io~ salarios y el interes quedaran como antes.
i el incremento en el valor de la rEnta es mayor
en proporci6n q ue el del poder productivo, la renta se apropia hasta mas que el indicado aumento;
y aunque el producto del trabajo y capital sera
mucho mayor, el salario e int~res bajaran. S6lo
cuando el va lor de la tierra deja de crecer con tan
ta rapidez como el poder productivo, sucede que
el salario y el interes pueden aumentar con la mayor facu ltad pro ductora. Todo esto se observa en
hechos posi ti vos .
CAPITULO III
El
inter~s
y su causa
Seguros ya de la ley de la renta, he ~os obt~ni~
do la de los salarios como su corolano premso,
cuando Ia di visi6n tiene lugar entre renta y salario, y la ley de los salarios e in teres juntos, cuando Ia divisi6n se hace entre los tres factores. La
porci6n del producto que se tom~ como renta, ha
de determinar la parte que se deJa para los salarios, si s6lo la tierra y los salarios esUn interesados, 6 la que ha de dividirse entre "alari.os e in teres, si el capital sales una en la pro.ducm6n.
Pero sin referirnos a esta deducm6n busqnemos
cada una de dichas Ieyes con separaci6n e in dependencia. Si, una vez obtenidas por este proce ·
dimien to, encontramos que son correlativas, nuestras conclusiones tendran el mayor grado de certeza.
Y puesto que el descubrimiento de la ley de los
salarios es el objeto final de nuestra investigaci6n,
examinemos primero lo que atafie al interes.
Ya me he referido antes ala diferencia de sig ·
nificado entre los terminos beneficio e interes.
Vale la pena decir ademas, que el interes, como
termino abstracto en la distribuci6n de la riq ueza,
se diferencia del significado de la palabra en su
comun sentido, en que incluye todas las utilidades
obtenidas por el que usa el capital, y no sencillamente las que sa transfieren al prestamista por el
q.ue recibe el prestamo, y excluye toda compensaCI6n por riesgos que constituyo una parte tan importante de lo que se llama interes por lo comun.
P llOGRBSO Y IIIISERU.
}S'
189
E NRIQUE GBORGE
o portunidarles naturales, que estan libres del pago
de renta. De la parte del prodnrto situada debajo
dee tn linea, se deben pagar el salario y el inter~s.
Totlo lo que qneda encima, pertenece a los propie
tarios de la tierra. De este modo, donde el valor
de la tierra es ba jo, puede haber una pequei'\a
producci6n de riq ueza, y tener, sin embargo, tipos
altos los ~ala rio y el in teres, como lo vemos en los
pafses nueYos. Y don de el valor de la tierra es alto,
puede haber una producci6n g rande de riqueza y,
sin embargo, permanecer bajos los tipos de salario e inteu>s, co mo se ve en los paises antiguos.
Y donde el poder productivo aumenta, como en
todos los paises que progresan, el salario y el intare~ no e taran a fectados por este aumanto, sino
por la rnanera como la renta resulta afectada. Si el
valor de la tierra crece proporcionalmente, todo el
aumento de prod ucci6n sera absorbido porI a ren ·
ta, y Io~ salarios y el interes quedaran como antes.
i el incremento en el valor de la rEnta es mayor
en proporci6n q ue el del poder productivo, la renta se apropia hasta mas que el indicado aumento;
y aunque el producto del trabajo y capital sera
mucho mayor, el salario e int~res bajaran. S6lo
cuando el va lor de la tierra deja de crecer con tan
ta rapidez como el poder productivo, sucede que
el salario y el interes pueden aumentar con la mayor facu ltad pro ductora. Todo esto se observa en
hechos posi ti vos .
CAPITULO III
El
inter~s
y su causa
Seguros ya de la ley de la renta, he ~os obt~ni~
do la de los salarios como su corolano premso,
cuando Ia di visi6n tiene lugar entre renta y salario, y la ley de los salarios e in teres juntos, cuando Ia divisi6n se hace entre los tres factores. La
porci6n del producto que se tom~ como renta, ha
de determinar la parte que se deJa para los salarios, si s6lo la tierra y los salarios esUn interesados, 6 la que ha de dividirse entre "alari.os e in teres, si el capital sales una en la pro.ducm6n.
Pero sin referirnos a esta deducm6n busqnemos
cada una de dichas Ieyes con separaci6n e in dependencia. Si, una vez obtenidas por este proce ·
dimien to, encontramos que son correlativas, nuestras conclusiones tendran el mayor grado de certeza.
Y puesto que el descubrimiento de la ley de los
salarios es el objeto final de nuestra investigaci6n,
examinemos primero lo que atafie al interes.
Ya me he referido antes ala diferencia de sig ·
nificado entre los terminos beneficio e interes.
Vale la pena decir ademas, que el interes, como
termino abstracto en la distribuci6n de la riq ueza,
se diferencia del significado de la palabra en su
comun sentido, en que incluye todas las utilidades
obtenidas por el que usa el capital, y no sencillamente las que sa transfieren al prestamista por el
q.ue recibe el prestamo, y excluye toda compensaCI6n por riesgos que constituyo una parte tan importante de lo que se llama interes por lo comun.
HO
.BNBJQmt GBOBGB
La co mp~nsaci6n por riesgos s6lo es, evidentemen.
te, una igualaci6n de las utilidades entre las diferentes aplicaciones del capital. Lo que necesitamos
hallar es lo que fija la tasa general del in teres pro
piamente dicho. Agreg~ndole las diferentes tarifas
de Ia compensaci6n por riesgos, tendremos las tasas corrientes del interes comercial.
Ahora bien, es indudable que las mayores di
ferencia en lo que comunmente se llama interes,
se deben :1 las diferencias en los riesgos; pero es
a dem:1s eYi dente que entre loa diferentes paises y
tiempo , hay tambien variaciones considerables en
la tasa del interes propiamente dicho. Hubo una
epoca en Cali fornia en la cual el dos por ciento al
mes, no hubiera sido considerado un interes excesi vo en condiciones de seguridad, cuando ahora
se efect(1an prestamos al siete u ocho por ciento al
aflo, y au nque una parte de esta diferencia puede
obedecer a un mayor sentimiento de estabilidad,
Ia parte m:1s importante es debida evidentemente
:1 alguna otra ca usa. Generalmente, en los Estados
Unidos la tasa del interes ha sido mas alta que en
Inglaterra; en los Estados nuevos de la Uni6n, m~s
alta que en los Estados antiguos; y la tendencia del
interes :1 bajar l1 medida que la sociedad progresa,
es muy notable, habiendo sido hace tiempo observada. iC' u~l es la ley que relaciona entre si estas
variacione y da a conocer su causa?
No insistiremos mas de lo que incidentalmente
lo hemos hecho, sobre el mal exito obtenido por la
economfa polftica para determinar la verdadera
}Qy del interes. Sus consideraciones sobre este
asunto, no tienen la precisi6n y coherencia que
han permitido a Ia doctrina aceptada del salario
resistir ala evidencia de los hechos, y no requieren un examen tan prolijo. Es claro que no estlin
PBOOB&SO Y JIUBEBIA
191
de acuerdo con los hechos. Que. el in teres no. depen de de la capacidad product1 va del traba]O y
capital, lo prueba .de un modo general. que do~de
el trabajo y el capital son mlis producti_vos,_ el Interes es mas bajo. Que no esta en rela?I6n m.versa
de los salarios (6 del coste del trabaJo), baJando
cuando el salario sube, y subiendo cuando el salario baja se prueba por ser un hecho general que
el inter~s es alto cuando los salarios son altos, y
bajo cuando los salarios son bajos.
Empecemos P?r lo primero. La ~~turaleza y
funciones del cap1tal se han dado suftmentemente
a conocer; pero aun corriendo el ri~sgo de caer en
una digresi6n, procuraremos cercwrarnos de la
causa del in teres antes de estudiar su ley. Pues
ademas de auxiliar nuestra investigaci6n formandonas un concepto mas claro y seguro de lo que
examinamos, puede conducirnos a conclusiones
cuya importancia practica se vera despues.
i'En que se funda y justifica el interes? ?,Por
que ha de devol verse al prestamista mas de lo que
se recibe de el? Estas preguntas son dignas de ser
contestadas, no solamente por su importancia cientifica, sino tambien por su importancia practica.
Que el interes es un robo hecho a la industria, es
una creencia que esta muy extendida y crece, y se
manifiesta en ambos lados del Atlantico de un
modo cada vez mas marcado en la literatura y movimientos populares. Los tratadistas de economia
politica dicen que no hay conflicto entre el trabajo
Y, el capital, y se oponen a todos los proyectos que
tlenden a restringir la recompensa que el capital
alc.anza, porque serian perjudiciales tanto al tra ·
baJo como al capital; sin embargo, en las mismas
o?ras ~~ sienta en principio que el salario y el capital tienen entre si una relaci6n inversa y que el
102
PROGRESO Y MISRRIA
E.' RlQUE G.EOROR
in teres era hajo 6 alto segun los salarios :lt:an altos
6 b jos (1). Es claro, segun esto, que si esta doctrina es correcta, la unica objeci6n que desde el
punto de vi ta del trabajador se puede hacer 16gicamente a cualquier prop6sito de reducir el in teres
e que el capital no se dedicara a la producci6n'
lo que es ciertamente una raz6n muy debil cuan ~
do se hallan tan extendidas las ideas de omnipo
ten cia en loe cuerpos legislati vos; y si bien tal
obj ~ci6n uede arrastrar a! abandono de cualquier proyecto especial, no impedira que se estu·
dien otro .
~Por que existe el interes? Dicen las obras principales que el interes es la recompensa de la abstinencia. Pero eviden emente esto no lo justifica
bastanto. La abstinencia noes una cualidad activa,
ino pa iva; noes obrar, sino holgar simplemente.
La abstinencia en sf nada puede producir. GPor
que, pues, ha de reclamar una parte del producto?
Si tengo una cantidad de dinero y la encierro du
rante un aflo, ejerzo tanta abstinencia como si la
hubiese pre tado. Sin embargo, aunque en el ultimo caso puedo esperar que se me devuel va con
una cantidad adicional por via de interes, en el
primero no tendre sino la cantidad primitiva sin
ningun aumento. ~o obstante, la abstinencia es la
~isma. Si se dice que prestandolo hago un servicw al que me pide dinero, se puede replicar que
el tambien me sirve poniendolo a salvo, ventaja
que en ciertas condiciones puede ser de mucha impo:t~ncia, y por la cual pagaria gustoso, si no
qms1eran ha~erlo de otro modo. Para ciertas formas de capital, este servicio puede verse mas claro
( J) E to se dice en realidad de los 'Qeneficios, pero en el
er..ticlo de utilidades del c::pital.
que con el dinero; porqu~ las hay que no pueden
guardarse, siendo necesarw renovarlns constante _
mente; y otras que son onero~as de mantener, SI
no so tiene aplicaci6n inme~llata pa;~ ellas. Por
tanto, si el que acumula capital aux!lra al que lo
em plea prestandoselo, ~no paga su deuda por complato el que lo usa, cuando lo d~v~elve? ~No es la
seO'nra proservaci6n, el mantemm1ento, el entreteni~iento del capital, un equivalente complet_o del
uso? L:l acumulaci6n es el verdadero des1gmo de
la ab tinencia; pero no puede ir mas alla ni reali ·
zar nada mas, ni esto siquiera puede hacer por si
sola. Si nos abstuvieramos simplemente de usarla, jCuanta riqueza desaparecerfa en nn ano! jCua_n
poca quedaria al fin de dos aflos! A con ecuencm
dq est0, ~nose perjudica el trabajo, si Ia abstinen ·
cia pine algo mas que la devoluci6n segura del ca ·
pital? Hazonamientos como este refuerzan la extendida opini6n de poder s6lo resultar el interes a
expensas del trabajo, siendo en realidad un robo
que se le hace, y se aboliria en una condici6n social basada en la justicia.
Las tentativas para disipar estas dudas no han
sido siempre felices, me parece. Ya que aclara el
modo usual de razonar, tomemos de Bastiat el
ejemplo del cepillo de carpintero, tan frecuentemente citado. Un carpintero, Santiago, a oxpensas
de diez dias de trabajo, se ha hecho un cepillo, que
usandolo podra servir 290 de los 300 dias laborarables del aflo. Guillermo, otro carpintero, le propone tomar prestado el cepillo por un afio, y de·
':olverle cuando este estropeado, al fin de este
t1empo, un cepillo nuevo igual. Santiago se opone
a_ prestarselo bajo estas condiciones, alegando que,
SI le devuelve el cepillo simplemente, nada le recompensed la perdida de las ventajas que su uso
TO:IlO I
13
lOt
£1\
l!t\~U&
IWROE
le prorural'ia durante el ano. Guillermo, recono
ciendo e to, con vi no en devol verle adem s del
cepillo una tabla nueva. 1!.1 convenio se pone en
pnictica con mutua ati [acci6n. El cepillo se estropea durante el afio; pero al fin ael mismo, Santiago recibe uno nuevo y ademas una tabla. Le
pre ta de nuevo el cepillo una y otra vez, basta
que por ultimo pasa a manos d su hijo, cque sigue prestandolo toda via», recibiendo todos los
afios una tabla ademas. Esta tabla, que representa
el in teres, so mira como una remunersci6n natural
y equitativa, pues al darla en cambio del uso del
cepillo, Guillermo obtiene la facultad que existe
en Ia herramienta de aumentar 'a capacidad pro·
ductiva del trabajo,, y noquedapeorqueen elca·
so de haber tornado prestado el ccpillo; entretanto
Santiago obtiene (micamente lo que hubiera tenido
conservando y u ando el cepillc en lugar de prestarlo.
;.Es realmente asi? No se afirma, mirese bien,
que Santiago pu da hacer un cepillo y Guillermo
no, porque esto erfa considerar la tabla como Ia
recompensa de una habi idad superior. E tan s6lo
que Santiago se ab'tuvo de consumir el re ultado
de su trabajo hasta haberlo acumulado en la forma
de un cepillo, que es la idea esencial del capital.
A.hora bien, si Santiago no hubiese prestado u
cepillo, lo hubiera podido usar durante 290 dias, Y
entonces estaria estropeado, viendose en la obligaci6n de emplear los diez dias de labor restantes del
a:iio para hacer un cepillo nuevo. Si Guillermo no
tomara prestado el cepillo, ocuparia diez dias en
hacerse uno por si mismo, y lo podria usar durante los 290 dias restantes. Por lo tanto, si considero
que una tabla representa el fruto de un dia de
trabajo con el auxilio de un cepillo, al fin del aflo,
PROGRESO Y llllS.U:RIA
196
sino se realizara el prestamo, cada uno hubiera
quedado con respecto al cepillo como al principio:
Santtago con un cepillo, Guillermo sin ninguno, y
ambos hubieran tenido como requltado del trabajo
respectivo del afio, 200 tablas. Si la condici6n del
prestamo hubiese sido la que propuso primero
Guillermo, la de devol ver tan s6lo un cepit o nuevo, la misma situaci6n se habrfR conservado. Guillermo habia trabaJado 290 dfas, empleando los
diez ultimos p:1ra hacer el nuevo cepillo y dovolverlo a Santiago. E te hubiera gastado los diez
pnmeros elias para hacer otro cepillo que hubiera
durado 290. cuando recibiria un cepillo nuevo de
Guillermo. De ste modo, con la simple devolcci6n
del cepillo habrian qnedado ambos en la misma
posici6n al fin dl'l aiio que si no hubiese tenido
lugar el prestamo. Santiago nada habrfa pt'lrdido
en beneficio de Guillermo, y e te no habria ganado
nada que aquel hubie~e perdido. Cada uno hubie
ra tenido la utilidad que su trab3jo habria obtenido de otro modo, esto es, 290 tablas, y SantiaJO
hubiera conservado la ventaja con lo cual principi6: un cepillo nue7o.
Pero cuando ademas do la devoluci6n de un
ceptllo se entrega una tabla, Santiago al fin del
aflo estara en mejor posici6n que si no hubie e
existido el prestamo, y Guillermo en otra peor.
Sa~tiago tendra 291 tablas y un cepillo nuevo, y
Guillermo 289, sin cepillo. Si Guillermo toma ahora. prestada la tabla junto con el cepillo en las
m1smas condicionps de antes, al fin del a:iio tendra
qu~ devolver un cepillo, dos tablas y una fracci6n,
Y st e ta diferencia se tomase sucesivamente prestada d nuevo, e,no es evidente que la utilidad del
uno disminuirfa y la del otro aumentarfa de un
modo prvgresivo, basta que llegarfa un tiempo en
lUG
E, Rlllll E GEO!llll£
el cual, como resultado dol primitivo prestamo de
nn cepillo, S:mtiago obtendria toda la utilidad del
tr_abajo de Guillermo, esto es, que Guillermo sa fa
v1rtualmente su e.::cla vo·1
;,Es, pues, el interru natural y equit1tivo? _'o
hay nada en este ejemplo que lo muestre. Evidentemente, lo que. s~ila!a Bastiat (y muchos otro ),
como base del w~eres, eel poder que existe en Ia
herramienta de aumentar la capacidad productiva
del tra bajo>, n es en justicia ni en realidad la base
del interes_. El sofi ma que hace pasar como terminante ol eJemplo de Ba.stiat, sino so examina como
no otro~ lo lle~os herho, es que con el prestamo
del ?eptllo asoe1an la transferencia del poder productiv? aumentado ctne el cepillo da al trahajo.
Pel'o ,,ta no va realmento comprendida. La coila
e~encial que :-5antiago pre t6 a Guillermo noes ol
aumento d~l poder <JUe el tl'al:>ajo adquiere por el
us_o_ del cep1llo. Para suponer esto, deberiamos admitir que hacer y emplear cepillos es una cosa secret~ 6 una patente de in venci6n, y entonces serfa
u.n eJemplo d~ monopolio y no de capital. Lo es>nm_al que Santi.ago pre ·t6 a Guillermo no fue el priv.IlegJO de apllcar su trabajo de un modo mils eficaz,
smo el uso del resultado concreto de diez elias de
trabajo. Si eel p der que existe en las herramientas
de aumentar la facultad productiva del trabajo•
fuese la ~au a del intercs, entonces el tipo de este
aumentana con el progreso do las in venciones. ~o
~ay tal cosa; ni tampoco creeria deber pagar mas
mter.e::l tomando prestada una ml1quina para coser
?e cmcuenta p~sos, que el mismo importe en aguJas,. una m.aquma do vapor 6 una cantidad de la
d.nllos de 1gual valor. El capital, lo mismo que Ia
r1queza, es permutable. No es una cosa sino cualq uier cosa de igual valor den tro del' circulo del
cambio. El perfeccionamiento de las herramientas
no aumenta tam poco ol poder productivo rlel ca.
pita!; lo que au menta es el poder producti vo del
tr' blljO.
Y estoy inclinado a pensar que Bi toda la riqueza consistiera en cosas tales como cepillos, y
toda la producci6n fuera como la de los carpinter·os, es decir, si la riq U• za consistiera s6lo en la
materia inerte del universo, y Ia producci6n en
dar !1 esta materia inerte formas distintas, el interes no seria mas quo el robo de la industria, y no
poclria subsistir mucho tiempo. Esto no quiero decir que no hubiera acumulaci6n, porque si bien Ia
e3peranza de aumento es un alicicnte para transformar la riqueza en capital, noes la causa, 6 al
mt<nos la principal causa de Ia acumulaci6n. Los
muchachos guardarian sus c6ntimos para celebrar
el dfa de Navidad; los piratas aumentarian su te ·
soro enterrado; los prinCipes de Oriente acumula·
rfan rnontones de moneda; y hombres como Stewart 6 Vanderbilt, habiendose apoderado de ellos
Ia pasi6n de acumular, continuarian, tanto como
purl.ieran, aumentando sus millone\ aun cuando la
acumulaci6n no llevara consicro incremento. Esto
~o quiere decir que nose haria~ pre&tamos, porque
e~tos ~ tarian en gran parte moti vados por con ve!liencJ~ mutua. Sl Guillermo tuviese que empezar
mmed1atamente
una obra lucrativa y S~tntiacro
no
b
.
t u VIera que emprender otra h · stu diez dias despue.s, podria haber ventaja reciproca en prestar el
cep11lo aunque no debiera darse tabla alguna.
Pero toda la riqueza noes de la naturaleza de
los cepillos! tablas 6 dinero, ni tampoco se limita
la producm6n 11 Ia simple alteraci6n de las formas
d.e la materia inerte del universo. Es verdad que
SI pongo a un lado moneda no aumentarl1. Pero
l!lS
E
RIIHJE OEOllGE
su~?ngamos que en "' u Iugar pongo vino aparte:
al n_n del a_110 tendre _un aunento de valor, porque
l vmo meJora de cahdad. Si en un eitio adecuado
para t~ll o pongo abejas, a fines del ano tendre mas
Pnjc ml>rl·S de abejas y la miel que habran labrado.
<> :snpongamos que pongo ov jas, cordos 6 vacas
en un campo; al aflo tendr6 tambien un aumento
pC'r regla general.
Ahora bien, lo que da el aumonto en estos casos
es nlgo que, si bien exige trabajo para conseauirlo
e~, sin emba_rgo, distinto y separable del ty:"abajo:
el P?d?r 'Ct ivo de la naturaleza, el principio del
crecmnento 6 reproducci6n que iempre caracteriza
la for mas todas de esta cosa 6 condici6n misteriosa
que _llamamos vida. Y me parece que esta es la causa
del mter e 6 del aumento del capital, adem as de lo
q e ~e ? heal trab:1jo. Hay, por decirlo asi, en los
movmuentos que forman el flujo perpetuo de la
natura reza, ciertas corrientes vitales , que , silas
mamos, nos ayuda ran con una energfa independil~te de nuestros ropios e fuerzos, modificando
segun nuestro dtseo las formas de la materia es
de'cir, con virtiendola en riqueza.
'
Aun;tue pued~n citarse otras muchas cosas que,
como dmero, cepillos, maquinas 6 ropas, no tienen
la facultad innata del incremento existen otras
qne estan incluidas en los terminos ~iqueza y capi·
tal, que, como el vino, aumentarl1n de suyo en calidarl hasta cierto punto; 6 como las abejas y el
ga~ado, que aumentaran por sf solas en cantidad;
Y c1e:t~s otras, como las semillas, que, si bien las
condw10nes crue l~s habilitan pars. aumE'ntar, nose
pueden soste~e~ sm el trabajo, sin embargo, cuando estas condiCIOnes se obtienen, producen un aume~lto_ 6 dan una utilidad, adem~s de la que debe
atnbUirse al trabajo.
PROGRESO Y MISEBIA
Ahora bien; la circunstancia de p:>der permutar la riqueza, !leva consigo necesariamente 1111
promerlio entre todas las formas que toma, sea cual
fuere la ventaja especial que la posesi6n de alguna
especie de terminadu de ~lla pueda procurar, parque nadie quisie:a g uardar capital de_ una clase. si
se purliera camb1ar en otra mas vonta]osa. Nad1e,
pot· ejem plo, molera trigo con virtiendolo en harina y la guardara para tenerla a disposici6n de los
que dR vez en cnando quieran cambiar trigo 6 su
equiva lents en harina, a no ser que pueda portal
carnbio pro pordonarse el mismo incremento que,
todo considerado, podria procurarse sembrando el
trigo . Nadie, pndiendo mantenerlo, daria ahora un
rebailo de ovejas para recibir sn paso neto en carne el ano siguiente; porque guardando las ovejas,
no St>lamente tendra entonces la misma cantidad
do carne, sino los corderos y la lana ademas. Nadia construiria un canal de riego, si aquellos que
puBden con este auxilio utilizar las fuerzas reproductivas de la naturaleza, no Jo dieran una porci6n
tal del aumento que reciban, suficiente para que su
capital produzca tanto como el de ellos. Y de este
modo, dentro de los Hmites del cambio, se ha de
promediar entro todas las especies de capital el
poder de crecimiento que la fuerza reproductiva 6
vital de la naturaleza da a determinadas especies;
y aq uel que presta 6 usa en el cambia moneda,
cepillos, ladrillos 6 ropa, no esta privado del poder
de obtener un incremonto, ni mas ni menos que si
hubiese prestado 6 colocado un capital equivalen·
teen una forma cap::-z de aumento.
Pueden tambi~n ocurrir aprovechamientos de
Ia diversidad de los poderes de la naturaleza y del
hombre, que se verifican por medio del rambio, y
que, en cierto modo, se parecen al aumento produ-
:!00
cido po_r Ia
deternu~ado
E, ·nrQUE GEORGE
f_n~rzas vitales de la naturaleza. En
por ejemplo, una cantidad dada
de trabaJ , procura 200 en alimento ve·retal v 100
en ali~en~o animal. En otra parte, esta~ condicione se m v1orten, y la misma cantidad de trabajo
~rocura .10 en alimento vegetal y 200 en animal.
En el primer punto, el valor relativo entro el alimanto Te;etal y el animal sera de 2 : 1 y en el otro
de 1.: 2; y, suponiendo que se necesiten iguales
canhdade:s de ambos, la misma cantidad de trabajo prop~rcionara 130 de las dos. Pero empleando
en el primer punto tt·abajo en procurarse alimento
v~getal, y en el otro en procurarselo animal, cambiandose de3pues de un modo conveniente los productos, ~a gente de cada punto podra, por la mis·
ma can tid d de trabajo, prorurarse 200 de ambos,
menos las perdidas y gastos del cambio; de manera
que en ca.da punto el producto separado del con umo Y ?ediCado al cambio, proporciona un aumento. Ast, el gato de Whittington enviado a un pais
lejano, donde los gatos eran ~uy escasos y abundaban los ratones, se pagaba en balas de generos
y talegos de oro.
Desd.e luet::>o, el trabajo es indispensable para
el cambw, como lo es para el aprovechamiento de
Ia' fuerzas reproductivas de la naturaleza, y tanto
el prod?cto del cambio, como el de ia agricultura,
son evtdentemente el resultado del trabajo; sin
embargo, en uno como en otro caso se observa la
exietencia de o~ro elemento importa~te, cooperan·
do, con el~ tr_abaJo, que hace impo ible medir el re·
~u.tad? umcamente por Ia cantidad del trahajo
mverttdo, con virtiendo ol c<Ipital y el tiempo em·
pl~ados en partes esenciales de la totalidad de las
fuerzas E~ capital auxilia al trabajo on cada uno
de los var10s metodo'!! de producci6n; pero exi::ten
SltlO,
PROGRESO Y MISERia
20 l
diferencias esonciales en las relaciones de ambos,
seg(m que Ia producci6n consista sencilla~ente en
un cambio de forma y lugar do Ia materia, como
cepillar tablas 6 oxtraer carb6n, 6 teng11 por objeto aprovechar las fuerzas reproductivas de Ia
naturaleza, 6 las que nacen do las diferencias en la
dbtribuci6n de los poderes naturales y del hombrP tales como la producci6n de grano y el cambio'de hielo por az(lCar .. En Ia producci6n de Ia
primeru clase, s6lo el trabnjo es la causa eficaz;
cuando el trabajo se suspende, la producci6n se de·
tiene. Cuando el carpintero deja el cepillo al po·
nerse el sol, el aumento de valor que produce con
su cepillo cesa, hasta continuar su trabajo en I~
maf1ana siauiente. Cuando la campana de la fabn
ca seflala ~'t paro, cuando Ia mina se cierrat la producci6n acaba, basta que el trabajo vuel ve a em·
pezar. El tiempo intermedio, en cuanto se refiere
ala producci6n podrfa suprimirse. El transcurso
de los dfas, el ~"ambio ae las estaciones, no son elementos en Ia producci6n, pues esta s6lo depende
de la cantidad de trabajo empleado. Pero en los
otros metodos de producci6n aludidos, y en los
cuales Ia parte del tiabajo puede compararse al de
los hombres que echan maderos al rio, dejando.
que la c01·riente los lleve ala fabrica de aserrar,
situada muchas millas rio abajo, el tiempo es un
elemento. La semilla germina en la tierra y crece,
mientras el agricultor duerme 6 trabaja otros campos, y las corrientes continuas del aire y del oceano conducen el gato de ·whittington hacia el gobernador atormentado por los ratones en los do
minios de la fabula.
Recurramos de nuovo al ejernplo de Bastiat. Es
evidente que si existe alguna raz6n para que Glli·
llermo, al terminar el aiio, devuelva a Santiago
20:!
aln·o mas que un cepillo igual, no debe creerse
g(m H tiat lo afirma, quo es por mayor pode;
p rurinctivo que la herramienta procura al trabajo
}Jorque esto, t'gu n lo he demostrado, no es aquf
un elemento; sino que rlehe atribuir~e al clemento
ti mpo. el que ha media do entre ol p1 e,tamo y Ia
d volnci6n del cepillo. Ahor bien, si la conside·
r aci6n -e lim ita al r j9mplo, nuda nos induce a sos·
p ·rhat• de que modo Pste el manto puede operar,
p rqne un cerJillo, al terminar· el aflo, no tiene rna·
yor valor que at principiarlo. Pero si sustituimos
un cepillo p•)r una tern era, se puede ver con clari ad que para poner a Santiag en tan huena situ ci6n como si nada hubiese pre3tado, Guillermo,
a\ fin del aflo , deber:i. devolver una vaca, y no una
ternera. 0 si uponemos que los diez dfas de trabajo se hubiesen in vel'tid en sembrar tricro, es
evidente que Santiago no hubiera ido reco~pen­
sado pur completo, sial fin dol aflo hubiese recibido unicamente tanto trigo como sembr6, porque
duran~e el aflo, el trigo sembrado, germinando
y crec endo, se hubiera multiplicado; y de igual
modo, si el c pillo se huoiese destinado al cambio,
durante el aflo hubiera podido cambiarse muchas
veces, produciendo cada cambio una ganancia a
S~ntiag~. Ahora bien , puesto que este hubiera podtdo aphcar su traba jo de cualquiera de estas maneras-6,.lo que viene a ser lo mismo, una parte
d el trabaJo en hacer cepillos se hubiera podido
empl ar asi,-el no haria un cepillo para que lo
usase~ durante el aiio, a no ser que obtuviese en
cambw algo mas que un cepillo. Y Guillermo puede consentir en devolver algo mas que un cepillo, .
po~ cuanto el mismo promedio de ventajas del tra~aJo aplicado de distinta manera, le ha de permi·
t1r obtener de su trabajo una ventaja del elemento
St
PROOili!BO Y !111SKRTA
203
tiempo. E:>to promedio gener~l 6, com? poddamos
d.Jcir, esta puesta, de ventajas, que ttene necesariamenta lu.rar donde l1s exigencias de la so iedad
exigen ol s~steni miento simult{lneo de diferen.tee
medio' d,) producci6n, es ol que da a Ia po.es16n
de ri'}UO~ 1 , incupaz por sf misma de aumentat•! una
ventaja so nujan~e a Ia que es inherente a lu IH{Ueza o nph 1da de tal modo que gana con el elemento
tiampo Y, en (tltimo ana isis, la ventnja proporcionada pur 1:1l tran -curso del tiempo na_ca de la
fecundid 1 l do Ia naturaleza y de la variedad de
lo3 1.odert·~ d11la ·misma y del hom bro.
t>i la c;llidud y capacidad de lfl materia fu~se
igual en lodas parte:::, y to do el poder product1 vo
e~tu vif'se en el hombre, no habrfa in teres. La ventuja de las herramitll1tas suporiores podrfa ser
transfcldda alO'una
vez bajo condiciones semejano
•
tos al paJo de interes, pero e'tas transaccwnes :-;erian irt'"l•rn lare~ e intermitentes la excepci6n, no
la regla. C'Porque el poder de obtaner estus utiliclades no seria como ahora, inherente a la po esi6n
del capita l, y el beneficio del tiempo influiria s6lo
en circunstancias especiales. Si teniendo yo mil
pesos, puedo prestarlos con interes, no debe atribuirs a que, necesitando otras personas mil pe os
que no tie11en, me lo pag uen pot· usar de ellos, no
pudtendolos obtener de otro modo, sino a que el
capital representado por los mil pesos tiene el poder de producir un aumento a quien los tenga,
aunque sea un millonario. Pues el precio que cualquier co a alcanza, no depende tanto de lo que el
comprador daria gustoso antes de quedarse sin
ella, como de lo que el vendedor podria alcanzar
de otro modo. Por ejemplo, un fabricante que desea retirarse del neO'ocio tiene maquinas por valor
de 100.000 pesos. sial venderlas no pudiera em-
~01
JL RIQI E GEORGE
p:ear e tos 100.000 pesos de manera que le prod 1jernn inter8s, seriu indiferente para el, si prescindimo d l riesgo, recibir todo el precio de una
ola ·ez 6 a plazos, y si el comprador tuviese el
capital n Cesario, lo cual debemos suponer, a fin de
q e Ia trnn~acci6n quede reducida a sus propios
limit"!'!, le ,erfa lo mismo pagarlo de una vez 6
de pn!> de pnsado cierto tiempo. Si el comprador
n tiene el capital necesario, podra con venirle que
lo pago3 ,e aplacen; pero s6lo en circunstancias
e. ·cepcionales pretenderia el vendedor el cobro de
prima a\guna por este concepto, 6 se a vendrfa a
ello el comprador; ni en tales casos seria la prima
inter' propiamente dichn. Porque el interes noes
en rralidad un pago por el empleo del capital, sino
una devoluci6n que procede de las utilidades 6
autn(•JHo del capital. Si el capit~l no produce rle
este modo un aumento, los casos en que el dueno
obtendrfa un prernio serian pocos y excopcionales.
i el dar una tabla por el pri vilegio de diferir el
pacro del cepillo a Santiago no fuese provechoso a
Gmllermo, pronto lo advertiria este.
D manera que, cuando analizamos la producci6n, Ia encontramos de tres clases, a sater:
AcmiODA no, 6 cambiando los productos naturales, sea de forma 6 de sitio, para apropiarlos a
la salisfacci6n de los deseos del hombre.
'RECIENDO, 6 utilizando las fuerzas de la naturaleza, fomentando el desarrollo de vegetales 6
ani males.
CAMBLL'DO, 6 utilizando los altos poderes d_e
aquellas fuerzas naturales variables con la locahdad, 6 de aquellas fuerzas humanas que varian
con la ·ituaci6n, ocupaci6n 6 caracter, de manera
que aumente la suma general de riqueza.
Da cada una de estas tres maneras, el capital
P&OOBEBO Y MISKRIA
20·'>
uede auxiliar al trabajo, 6, hab~ando con m~s
~xactitud, en el primer caso el capital puede auxlliar al trnbajo, pero no es absolu amente I_l?cesa ·
rio; en los otros casos, el capital debe aux1har al
trabajo: lo necesita.
_
Ahora bien, dando al capital formas adecuada~,
podemos aumentar el_ poder efectivo ~el tr~baJO
p 1ra fijar en la materia el caracter de r1q ueza, por
ejemplo: si adaptamos hierro y madera a la forma
y empleo de un cepillo, 6 hierro, _carb6n, agua_ Y
aceite a la forma de una maqmna de vapor, 6
piedra, cal, arena, agua, hierro y madera a la. de
una casa, lo que caracteriza esta forma de capital
es que el benoficio esta en su uso. Pero cnan~o
empleamos capital de la segunda clase, es deetr,
cuando sembramos grano, colocamos ganado en
una dehesa 6 guardamos vino para mejorar~o con
el tiempo, el beneficia no dimana del uso, smo del
aumento. Del mismo modo, cuando empleamos
capital de la tercera clase de producci6n, yen .ll~­
gar de usar una cosa la cambiamos, el benefw1o
esta en el a umento 6 mayor valor de las cosas re ·
cibidas en cambio.
Al principio, los beneficios procedentos del u o
se destinan al trabajo, y los que proced?Il_ ~el aumanto al capital. Pero, puesto que la d1v1S16n del
trabajo y la facultad de cambiar la riq ueza re9-~ie­
ren e imp\ican un Uirmino medio en los beneflcwP,
por cuan to estas tres clases de prod ucci6n son
mutuamente correlativas, los beneficios que proceden de una clase se hacen proporcionales a lc s
de las otras, porque ni el trabajo ni el capi_tal s~
dedicarfan a clase determinarla de prodUCCl6D, Sl
cualquiera otra, estando libra, produjese mayor
ventaja. Es decir, el trabajo empleado en el primer
modo de proC:ucci6n no tendra toda la utilidad:
206
B. RIQUE GKORGK
-sino la uti!idad m~nos aquella parte necesaria para
dar al capital el Incremento que hubiera podido
obtener por los otros medios, y el capital dedicado
al :::egundo y tercer modos, no obtend ·a todo el
increme_nto, sino este menos lo suficiente para dar
al traba]~ la reco~peosa que hubiora podido acanz:u, SI se hubiese empleado de la prirnera m;.~­
neta.
Por lo tanto, el interes prococie del poder aumontativo que dan al capital las [ul:\rzas reproductoras de la naturaleza y la capacidad rG 1lmente
analoga del c~rnbio. El interes no es, pue~. arhi
trario, ino una cosa natural; noes el re!:iultado dt3
un organismo social particular, sino do 1<''1 mi'mas
leyes del universo a las cuale.s e<lta somotida la sociedad. Es por consiguiente justo.
Los que hablan de aholir el interes caen en un
error semejante al que antes hemos indica do dando ap riencias de verdad ala doctrina que comidera el capital como fuente de jos salarios. Cullndo
a f piensan sobre el intereB, f:e fiJan unicamente
en lo que se paga por el uso del capital alamo du
este. Pero es evidente que esto no es todo el in·
teres, sino una parte del interes. Todos los que
emplean capital y obtienen el incremento que es
capaz de dar, reciben interes. Si planto y cuido
un arb?l hasta que llegue a su completo dn;:-arro·
llo, r_eCibo en sus frutos el interes del capital asf
reumdo, esto es, del trabajo invertido. Si crfo una
vaca, la leche que me proporciona mafl~na y tar de, noes sola mente b recomp c:;a del trabajo <j~­
cutad~ en aq~el momento, &ino tamhien d 1capital
que m1 trabaJO empleado en criarla tienc a::!u.mnlad? en 1~ vaca. Del mismo modo, si empleo mi pro
pto capital aux_iliando directamente Ia producci6n,
como en m§.qumas, 6 ayudandola indirectamente
PROGRESO Y MISRBIA
21)7
en el cambio, yo recibo una ventaja ~special y no
table del caracter producti vo del capital, t~n v~r­
dadera, aunque quiza no tan clara_, como s1 hu~m~·
se prestado mi capital a otro y cste me hubief:e
pagado in~eres.
CAPITULO IV
Del falso capital y de los beneficios que generalmente se confunden con el interes
Si se cree que el interes es un robo hecho a Ia
industria, obedece en gran parte, a mi juicio, al
poco cuidado en distinguir el verdadero capital de
lo que no lo es, y los beneficios que propiamen te
son interes, de los que proceden de otras fuentf s
y no del uso del capital. En ei lenguaje y literatura
del dfa se considera capitalista a quien poseo lo
que, independientemente de su trabajo, le produce
una ganancia, mientras todo lo que recibe de este
modo se considera como ganancias 6 expoliaciones
del capital, y por todas partes ofmos hablar del
conflicto entre el capital y el trabajo. Si hay realmente conflicto entre el tJ aba jo y el capital, de;-eo
que el lector no lo resuol va toda via; pero s ·r·a
conveniente deshacer aqui algunos err01es que
perturban el entendimiento.
Ya hemos llamado la atenci6n sobra los valores
en tierras que constituyen una parte tan enorme
de 1~ que se llama vulgarmente capital y no lo son
de ~mg~n modo, y sobre la renta que, inclufda de
ordmar10 entre las entradas del capital formando
una parte siempre creciente de los productos de
un pueblo en progreso, no es ganancia del capital,
20
E."RIUUE OIWRO &
PRO GJlKSO Y MISKRIA
samente del intere . ~0
mas .. obre este punto.
Tamh1 'D se ha llamado la atenci6n r especto de los
fondos p(tblicos, obligaciones, etc. , que con tituyen otra parte importante d lo que se llama capital vulgarmente, y no lo son de uinguna manera;
pero en alguna de .,us form~s, los testimonies de
d_eudas se parecen tan tfsimo al capital, y a veces
eJecutan realmente 6 p recen ejecutar de tal modo
sus funciones, produciondo una utilidad a sus duenos, no s6lo denominada interes, sino teniendo
todas_las semejanzas con el, que vale Ia pena de
e.·ammarlas con mayor etenci6n antes de resolvernos a despejar la idea del interes de otras ambi~ii dades que la rodean.
Nada puede ser cu ital, recuerdese bien, que
no sea riqueza, es derir, nada puede ser capital
que no consista en cosas ef cti vas y tangib:es; pero
no los espontaneos dones de la natul'aleza que tienen por si mismos, y no por delegaci6n, 1~ facultad
de servir de una manera directa 6 indirecta al deseo del hombre.
. ~or_ ejemplo, el papel del Estado no es capital,
m s~c1mera su representaci6n. Lo que r ecibi6 el
gob1erno al emitirlo, ha sido consumido sin pro·
dncir: disparado por las bocas de los canones,
gastado en buques de guerra , en matener tropas,
en marchas ¥' ejercicios militares, matando y dos
t~uyendo. D1eho papel no representa tampoco capital. Es solamente una declaraci6n solemile del
gobie~no, . comprometiendose a to mar algun dfa ~n
contr1bucwnes, del capital existen te en el pais,
una cantidad de riqueza equivalente, para devol varia a\ t~n e<;Ior de la obligaci6n, y a tomar entre
tanto per16d1Camente y de la misma manera, lo
necesario para proporcionar al tenedor el aumento
~ebe separar cuirlad
nece.I_t~mos detenernos
y se
209
que obtendria el capital que ha de serle devuelto,
si estuviese actualmente en su poder. Las cantidades enormes q ue se sacan asi de los productos de
todo pais moderno para pagar el interes de la
deuda publica, no son ganancias 6 incrementos
del capital, no son realmente interes en elsignificado estricto de la palabra, sino tribntos exigidos
al producto del trabajo y capital, disminuyendo
realmente los salarios, asi como el interes verdadero.
. Pero supongamos que el papel haya sido emi tido para canalizar un rio, construir faros 6 establecer un mer cado publico; m;1s aun, supongamos,
p~ ra da r m;1s cuerpo ala misma idea aunque cambiando el ejemplo, que ha sido emitido por Ja
co mp~nia de un f~rrocarril. Aqui repr~senta capital exi~tente y aphcado a usos productivos, y siando accw nes de una campania que paga dividendos
p_ueden con~iderarse como justificantes de la pose~
s16n de capital. Pero s6lo deben considerarse asi
en c~a nto ~epresei?-t.an capital en la actualidad, y
no ~~ han s1do em1t1das en demasfa, respecto al
capital empleado en realidad. Casi todas nuestras
compafiias de ferrocarriles y otras sociedades estan
sobrecargadas de este modo. Cuando el valor de
un pes~ <;Ie capital se ha empleado de hecho, se
han emitido realmente· titulos por valor de dos
tres! cuatro, cin?o. y hasta diez pe~o~, .Y se paga~
los mtereses 6 d1v1dendos de este flctiCIO importe
con m;1s 6 menos regularidad. Ahora bien, lo que
ganan , Y por tanto, pagan las companias en exceso
8 ?bre el total correspondiente como interes del ca Pital, verdaderamente invertido asf como las
:~an.d~s cantidades absorbidas por los consejos
mm1strativos de que nose da nunca cuenta que
no sa toman evidentemente del total producto de
l'OilO I
210
RNEIQUB GltORGit
la sociedad ~ cargo de los servicios prestados por
el capital, no es interes. Si nos limitamos ~ la
terminologia de los economistas que descomponen
los beneficios entre interes, seg•1ro y salarios de
superintendencia, deben quedar enla categorfa de
salarios de superintendencia.
Pero mientras los salarios de superintendencia
comprenden con bastante claridad los beneficios
derivados de cualidades personates, como destreza, tacto, empresa, habilidad organizadora, podt'r
de invenci6n, caracter, etc., para las ganancias de
que ahora hablamos hay otro elemento auxiliar,
que s6lo de modo arbitrario puede ser clasificado
como tal: el elemento del monopolio.
C'uando Jacobo I concedi6 a su favorito el exclusivo privilegio de hacer hilo de oro y plata, y
prohibi6 fabricarlo a los demas, bajo severas penas, el beneficio que Buckingham disfrut6 en consecuencia, no era interes del capital invertido en
la manufactura, ni procedia del conocimiento prlic·
tico, etc., de los que realmente dirigian las opera·
ciones, sino del favor del Rey; es decir, del privilegio exclusivo, siendo en realidad el poder de cobrar un impuesto para su propio beneficia de todos
los que usaran tal hilo. Somejante origen tiene una
gran parte de los beneficios generalmante confundidos con las ganancias del capital. Los ingresos
alcanzados de patentes concedidas por un m1mero
de anos limitado, con el prop6sito de fa vorecer las
invencioneE", deben realmente atribuirse a esta procedencia, como tam bien las ganancias deri vadaj:l
de monopolios creados por tarifas protectoras, con
el pretexto de alentar la industria patria. Pero_ha_y
toda via una forma de monopolio mucho m~s mstdiosa y mas general. En la agrupaci6n de gran~es
masas dfl capital, bajo una administraci6n comun,
PROGRESO Y
MI~
ERIA
211
se desarrolla un poder nuevo y esencialmente diferente de aquel poder de incremento que caracteriza de ordinaria el capital, y que da Iugar al interes. Mientras este ultimo es reproductivo por naturaleza, a medida que Ia agregaci6n crece, el poder que do ella nace es destructivo. Es un poder
de igual claE"e que el concedido por Jacobo a Bu
ckingham, y frecuentemente se ejerce con tan negligente desden del derecho industrial como de los
derechos indi viduales. La compaftia de un ferro
carril se acerca a una ciudad pequefia como el salteador de caminos se aproxima a su vfctima. Esta
amenaza: fSi no accedeis a nuestras condicionEs
dejaremos Ja ciudad dos 6 tres millas a un lado;
es tan eficaz como cla vida 6 el dinero, sostenida
por una pistola amartillada. Porque la amenaza de
la companfa no se limita s6lo a privar a la ciudad
d_e los be_neficios que el ferrocarril puede propor.
cwnar, sm? que la coloca en una condici6n mucho
peor que SI no se hubiese construido la vfa ft?rrea.
Igua_I_suce~e donde existe comunicaci6n fluvial 6
man.trma s_1 se pone un bote en competencia: los
prec10s ?aJ~n hasta hacerle desaparecer, y entonces el pub_hco se ve obligado a pagar las costas de
1~ operact6n, exactamente como los Rohillas se
Vle~on forzados a pagar los cuatro millones de
ruptas ~on los cuales Sujah Dowlah asalari6 una
fuerza mglesa de Warren Hastings para ayudarle
a desolar su pais y diezmar su pueblo. Y asf como
los bandoleros se reunen para robar de comun
f.cuerdo ~ r~partirse el botin, se unen tambien las
meas prmmpales de Jos caminos de hierro para
rum_entar los pncios y repartirse las ganancias 6
ts6meas del Pacffico hacen una combinaci6n c~n
a ~mpaftia de la Mala a -vapor del Pacifico, por
medto de Ia cual se establecen virtualmente por-
212
J:NBIQUK GEORGE
tazgos por mar y tierra. Y de igual modo que los
agentes de Buckingham, bajo Ia autoridad del privilegio del hilo de oro, registraban los domicilios
y cogfan papeles y per!onas con miras de concu~
piscencia y extorsi6n, tambien la gran compailia
de telegrafos que, con el poder del capital asociado
quita al pueblo de los Estados Unidos una gran
parte de las ventajas de una invenci6n benefica,
abusa de Ia correspondencia y aplasta los peri6dicos que la ofenden.
Basta s6lo recordar estas cosas, sin detenerse
en ellas. Todo el mundo conoce Ia tiranfa y rapacidad con que el capital concentrado en grandee
cantidades es con frecuencia administrado para
carromper, robar y destruir. Deseo llamar la atenci6n de los lectores sobre los beneficios asi obtenidos, que no deben confundirse con las utilidades
legftimas del capital como agente de producci6n.
En su mayor parte deben atribuirse a una mala
disposici6n de las fuerzas en el poder legislativo
del gobierno, a una ciega parcialidad hacia antiguos barbarismos y a una supersticiosa reverencia
por una doctrina estrecha en la administraci6n de
justicia. Pero la causa general de Ia tendencia ala
concentraci6n del poder, con Ia concentraci6n de
la riqueza, en pafses pr6speros, es Ia soluci6n que
buscamos del gran poblema, que no hemos encon
tr&do aun.
Un sencillo examen mostrara que muchos de
los beneficios confundidos generalmente con el interes, no son en realidad debidos al poder del capital, sino al poder del capital concentrado, 6 de
este, obrando bajo malas disposiciones sociales. Y
tambien probara con cuanta frecuencia se confunden las ganancias del capital con los salarios de
superintendencia clara y p:-opiamente dichos.
PROGRESO Y MISBBIA.
213
De igual modo, los beneficios debidos en realidad a elementos de riesgo se confunden frecuentemente con el interes. Hay gente que adquiere riqueza arriesgandose de un modo que para Ia gene·
ralidad produciria necesariamente perdidas. Hay
muchas maneras de especular, y con especialidad
la conocida por jugar a la bolsa. Energia, discer nimiento, la posesi6n de capital, Ia habilidad conocida en mas bajas formas del juego por las mafias del petardista y del fullero, dan una ventaja
personal ; pero, como ocurre en una mesa de juego
pierde uno lo que gana otro.
'
Ahora bien, si consideramos las grandes fortunas con t<mta frecuencia citadas como ejPmplos del
poder de l capital acumulado-de los Duques de
W~stminster y l\larquelil de Bute, de los Rothschllds, Aslors, Stewards, Vanderbilts, Goulds, Stan
fords y Floods-despuea de un examen se observa
que han sido creadas en mayor 6 menor parte no
por el interes, sino por los elementos que he~os
pasado en revista.
En las discnsiones ordinarias, se ve cuan in dis.
pen able es tomar nota de las distinciones sobre
las cuales he llamado Ia atenci6n, pues en ellas el
bro9uel parece alternativameTlte blanco 6 negro
segun el punto de vista desde donde se mire. Por
una parte, en Ia existencia de Ia mayor pobreza al
lado de las grandes acumulaciones de riqueza se
no~ sei'lalan las agresiones del capital contra el trab~]o, Y en contraposici6n se nos indica que el capital ayuda al trabajo, y se quiere que de esto deduzcamo~ que nada hay inhumano 6 injusto en el
ancho ab~s~o que separa al rico del pobre; que la ri9uez~ es n_mcamente Ia recompensa de la industria,
mtehgen~Ja y economfa, y la pobreza s6lo el castigo de la mdolencia, ignorancia e imprudencia.
214
li:NB!QUE GH:OBGII:
CAP1TUL
La ley del
V
inter~s
Vol vamos a la ley del in teres, recordando dos
cosas sobre las cuales hemos llamado antes la atenci6n, a saber:
. P riiMro. Que el capital no emplea el trabajo
smo que el trabajo emplea al capital.
'
[JUndo . . Que el capital no es una cantidad fija,
pud1endo s1empre au_me~tar 6 disminuir: 1. 0 por
la m~yor 6 me~or aphcac16n del trabajo a la pro.
du ~CI6n de oaprtal; y 2. o por la con versi6n de rique_za en _capital 6 de. capital en riqueza, pues el
cap1tal,_ s1endo solo r1queza aplicada de cierta manera, nq_ueza es el termino mayor e inclusivo.
Es ev1dente, que, bajo condiciones de libertad,
lomas que puede darse por el uso del capital, as
el aume~t_? que producira, y el minimo 6 cero es
la r epos1c16n del capital; porque de otro modo el
hecho de _to mar ca~it~l a prestamo He varia consigo
una perd1da, 6 sena Imposible a quien lo prestase,
conservar el capital.
Observe~os de nuevo que noes, como descuidadamente d1cen a]O'unos es critores el crecimiento
efectivo da~o al trabajo por Ia aplic~ci6n del capit~l en u?a u otra forma 6 uso lo que fija este maximo, SI~o el termino medio del aumento que corresponae al capital generalmente. El poder de
dediC~rse a formas ventajo as es un poder del
trab~JO,. que el capital en f mismo no puede compartir DI recla~?r. Un arco y flechas pondran a un
In_dw en condiCIOnes de matar, por ejemplo, un
bu falo todos los dias, mientras con palos y piedras
PBOGBEBO Y
Ml~EBIA.
216
diffcilmente podria matar uno por semana; pero el
armero de la tribu no puede reclamar del cazador
seis de los siete bUfalos que rna te como recompensa por el uso del arco y flechas; tampoco el capital
invertido en una fabrica de pano producira al capitalista la diferenc!a entre el producto ~e la fabrica y lo que la misma cantidad de trabc]O obten·
drfa con el torno de hilar y el telar a mano. Cuando
Guillermo tom6 prestado un cepillo a Santiago,
no obtu vo con ello la ventaja 6 mayor eficacia del
trabajo que da el empleo del cepillo para alisar
tablas, sobre Ia obtenida cuando se alisaban con
una concha 6 pedernal. El progreso en los conocimientos ha hecho de la ventaja que proporciona el
empleo de cepillos una propiedad comun vinculada en el poder del trabajo. Lo que obtiene de San·
tiago es sencillamente la ventaja que el elemento
de un ano de tiempo darfa a la posesi6n del capital que represents el cepillo.
Ahora bien, si las fuerzas vitales de Ja naturaleza, que dan tal ventaja al elemento tiempo, fuesen Ia causa del in teres, se seguiria, al parecer,
que esta proporci6n maxima estaria determinada
por la eficacia de dichas fuerzas y la energia con
que estan empei'iadas en la producci6n. Pero mientras las fuerzas reproductoras de Ja naturaleza pa ·
recen cambiar enormemente, como, por ejemplo,
entre el salm6n, que pone miles de huevos, y la
ballena, que pare un solo ballenato a intervalos de
':arios anos, entre el conejo y el elefante, el cardo
s1l vestre y el gigantesco 1·ewood, parece, por la manera de conservarse el equilibrio natural, que
existe una relaci6n entre las fuerzas reproductivas
Y destructi vas de la naturaleza, que en realidad
co_nvierte el principio de aumento en una uniformidad. Dentro de estrechos limites, el hombre
216
ENBJQU.B GEOI:GS
tiene la fac.u~tad. de perturbar ?ste equilibrio, y
por la moclifiCam6n de las condiciones naturales
puede aprovecharse a voluntad de la eficacia va:
riable de la fuerza reproductiva de la naturaleza.
Pero cuando lo ejecuta, del ancho campo de sus
?eseos se eleva ot~o principia que transforma el
mcremento de la nqueza en una relaci6n y equidbrio semejantes al efectuado por la naturaleza entre las diferentes formas de la vida. Esta relaci6n
se manifiesta en los valores. Si en un pais adecuado
para ambos prop6sitos establezco una cria de conejos,
.
.y otro se dedica a 1a cria caballar ' mis cone]OS, m1entras ellimite natural nose consio-a, pueden aUJ~enta: mas rapidamente que los ~aballos;
pero m1 cap1tal no crecera mas aprisa, porque el
efecto de la diferente proporci6n en el crPcimiento,
sera el de hacer bajar el valor Je los couejos comparado con el de los caballos, y aumentar el va 1or
de lo_s c!lballos relati vamente al de los conejos.
81 b1en la variable intensidad de las fuerzas vitales .de la naturaleza, llega de este modo a la unifor~udad, en los di versos grados de desarrollo
social, puede haber una diferencia en cuanto a la
energia relativa con que estas fuerzas contribuyen
a Ia producci6n total de riqueza; pero sobre esto
hay que hacer dos observaciones. Primero, aunque en un pafs tal como Inglaterra las manufacturas han aumentado mucho relativam<?nte a la
agricultura, constituyendo una gran parte de la
producci6n ~otal de la riqueza, se debe observar
que, en reahdad, esto es cierto solamente en cuan·
to a la di ~isi6.n politi?a 6 geografica y no respecto a
la.poblaCI6n mdustnal. Porque loa pueblos indus tnales no estan limitados por las di visiones politicas ni .deslindados por las montaiias 6 los mares.
S6lo tlenen por limite el campo de sus cambios, Y
PBOGBESO Y MIBEBIA
217
ta relaci6n que guardan en la economia industrial
de lnalaterra Ia agricultura y la ganaderia con las
manufacturas, se equilibra con Yowa e Illinois,
con Tejas y California, con el Canaday la India con Tierra de la Reina ·y el Baltico, en fin,
cod todos los paises a los cuales se extienden los
cam bios universales de Inglaterra. Hay que observar tam bien que, si en progreso de la ci vilizaci6n
existe la tendencia a un mayor incremento de las
manufacturas con respecto a la agricultura, y por
consiguiente a una menor confianza relativa en las
fuerzas reproductivas de la naturaleza, sin embargo, esto va acompafiado de una extensi6n cor respondiente en los cambios, y por lo tanto se utiliza
mas el poder reproductive> que de ello procede.
Asi, en gran parte (y tal vez completamente hasta
ahora), tales tendencias se equilibran entre sf, fijando el incremento medio del capital y la tasa
normal del interes.
Ahora bien, este punto normal del interes, que
esta entre el ma:ximo y el mfnimo necesarios de
utilidad para el capital, sea el que fuere, debe ser
tal que todo considerado (el concepto de seguridad, el deseo de acumular, etc.), la remuneraci6n
del capital y la del trabajo sean lo mismo, es dedr, den un resultado igualmente atractivo al esfuerzo 6 sacrificio que implican. Es casi imposible
fijar este punto, siendo los salarios apreciados en
cantidad y el interes en una proporci6n; pero si
suponemos una cantidad dada de riqueza que sea
el producto de una determinada cantidad de tra?ajo, cooperando ·durante un tiempo con cierto
1mporte de capital, la proporci6n en la que el producto se dividira entre el trabajo y el capital, podra servir de comparaci6n. Debe haber un punto
tal, 6 major dicho, alrededor del cual, la tasa del
21
ENBIQt"B OEOBG:S:
inter~3 ha de tender ~ fijarse, pues, ~ no ser que
este equilibrio se efectue, el trabajo no aceptarA el
uso del capital 6 el capital no se pondd :1 disposici6n del trabajo. Porque trat-ajo y capital no son
sino formas distintas de una misma cosa: esfuerzo
humano. El capital es producido por el trabajo; es
unicamente trabajo fijado en la materia, trabajo
almacenado en ~sta, para cederlo cuando se nece ·
site, como el calor del sol, que existe en el carb6n,
se desprende en el hogar. El uso del capital en la
producci6n es, por comiguiente, s6lo una forma de
trabajo.
Como el capital no puede usarse mas que
consumi~ndo l o, su uso es un gasto del trabajo, y
a fin de conservar el capital, su producci6n por el
trabajo y su consumo al ayudar a este, deben ser
determinados por una medida comun. Por esto, el
principia que, bajo las circunstancias impuestas
por la libre competencia,~obra conduciendo los salarios a un patr6n comun y los beneficios :1 una
igualdad efecti va-que los hombres procuran satisfacer sus deseos con el menor esfuerzo-tiende
a establecer y mantener este equilibrio entre elsalario y el interes.
Esta relacion natural entre el inter~s y el sala·
rio, este equilibria en que ambos representan
iguales utilidades para iguales esfuerzos, puede
establecerse en una forma que recuerda una relaci6n de oposici6n; pero esta oposici6n es s6lo apa·
rente. En una sociedad comercial entre Ricardo Y
Enrique, el contrato que fija la proporci6n de l~s
beneficios correspondientes a Ricardo, lleva cons1go que la parte de Enrique sea menor 6 mayo: segun que la de Ricardo aumente 6 disminuya; pero
si, como sucede en este caso, cada uno obtiene tan
s6lo la parte que aporta a! fondo comun, el au·
PBOGBEBO Y MISBRIA
219
mento de la proporci6n del uno, de ningun modo
disminuye lo que correspo?de al ?tro.
y esta relaci6n establec1da, es mdudable que el
interes y el salario deben subir y ~ajar juntos, Y
que el interes no puede .eleyarse s~n .aum~ntar el
salario, ni bajar el salano sm depr1m1~ el mter.es.
Si el salario baja, el in teres ha de. ba]~r ta~nb1en
en proporci6n, porque de no ocurr1r as1 s~na mas
provechos~ con vertir el ~rab.ajo en c~p1tal que
aplicarlo d1rectamente; y s1 el mteres ba]a, los salarios deben bajar proporcionalmente, 6 de lo contrario, el incremento del capital se detendr~.
No hablamos, por supuesto, de salarios particulares ni de inter~s especial, sino de 1a tasa general de los salarios y de la tasa general del interes
(entendiendo siempre por inter~s, la utilidad que
el capital puede obtener, menos el seguro y los salarios de superintendencia). En algun caso particular 6 en algona aplicaci6n especial, la tendencia
del salario e interes a un equilibrio puede ser turbada; pero entre la tasa general de los salarios y
la tasa general del inter~s, esta tendencia debe
obrar siempre. Porque, si bien en un ramo determinado de la producci6n, se puede sefialar con
?laridad la linea divisoria entre los que dan trabaJO y los que proporcionan capital, sin embargo,
hasta en los paises donde hay la distinci6n mas
severa entre la clase general de trabajadores y la
de capitalistas, estas dos clases se funden una con
otra por gradaciones insensibles, y en los puntos
donde ambas se encuentran en las mismas personas. la d?ble acci6n que restaura el equilibrio, 6
~e}or d10ho, que impide se altere, puede obrar sin
difJcul~ad cua1esquiera que sean los obst~culos
q~e extstan don de la separaci6n es completa. Y,
auemas, debe recordarse, segun se ha dicho antes,
220
RNRJQUB GROBGB
que el capital no es sino una porci6n de riqueza
que e distingue de Ia riqueza general s6lo por ei
objeto l1 que se aplica, y por esto la masa general
de riqueza produce sobre las relaciones del capital
y del trabajo un efecto regulador semejante al del
volante obre el movimiento de una maquina, tomando capital cuando estl1 en exceso y devolviendolo si hay deficiencia, de igual modo que un plate·
ro puede permitir usar diamantes a su mujer cuando tiene abundancia en Ia tienda, y vol verlos a colocar en el escaparate si disminuyen las existencias.
De este modo, cualquier tendencia de parte del
intere' a elevarse hasta traspasar el equilibrio con
el salario, debe originar inmediatamente, no s6lo
la de conducir trabajo a Ia producci6n de capital,
sino tambien Ia de aplicar riqueza a los usos del
capita I; m wn tras que toda tendencia del salario l1
elevarse hasta traspasar el equilibrio con el in teres,
debe engendrar del mismo modo una propensi6n
a distraer el trabajo de la producci6n de capital, y
tambien a disminuir la totalidad de capital, des
viando del empleo producti vo a otro no producti vo
algunos de los artlculos de riqueza de que este se
com pone.
Resumiendo: hay cierta relaci6n 6 proporci6n
entre el salario y el interes fijada por causas que,
si no permanentes en absoluto, cambian lentamente, por as cuales bastante trabajo se con vertira en
capital para sustituir el que necesita Ia producci6n,
segun el grado de conocimientos, estado de las
artes, densidad de poblaci6n, clase de ocupaciones,
variedad, extensi6n y rapidez de los cambios, y
esta relaci6n 6 proporci6n la mantiene constante·
mente la acci6n mutua del trabajo y capital; por lo
tanto, el interes debe subir 6 bajar en raz6n directa del salario.
PBOGBRBO Y MIERBIA
221
Por ejemplo: El precio de Ia harina es~a fijado
por el precio del trigo y el coste de la mohenda. El
coste de la molienda varia poco y l~ntamente,
siendo Ia diferencia, basta en grande~ mterval?s,
apenas perceptible, mientras el prec10 del ~r1go
varia mucho y frecuentemente. Por esto demmos
correctamente que el precio de 1~ harina depen~e
del precio del trigo. 0, estab!emendo lB; proposici6n en Ia misma forma anterwr: hay merta relaci6n 6 proporci6n entre el valor del t~igo y el d&
la harina, fijada por el coste de. Ia mollenda, cuya
relaci6n 6 proporci6n se mantlene consta?te por
la acci6n mutua entre la demanda de harma y Ia
oferta de trigo; por lo cual el precio de la harina
debe subir y bajar al mh;mo tiempo que el del
trigo.
0 bien, abandonando Ia relaci6n que los une,
esto es, el precio del trigo, afirmamos que el precio de la harina depende de la bondad de las estaciones, de las guerras, etc., de manera que podemos poner Ia ley del interes en una forma que la
enlace directamente con la ley de Ia renta, dicieudo
que la tasa general del in teres sera fijada por la ganancia del capital en la tierra mas pobre donde el
capital se aplica libremente, es decir, en la major
tierra que le estl1 abierta sin el pago de renta. Asi
damos a Ia ley del interes Ia forma de un corolario
de la ley de la renta.
Podemos probar esta conclusi6n de otro modo~
la disminuci6n del interes a medida que la renta
aumenta, se puede ver facilmente si se elimina el
salario. Para hacerlo, debemos imaginar un mundo organizado sobre principios totalmente diferentes.
Sin embargo, podemos figurarnos lo que se
llama la Tierra de Jauja, donde la producci6n de
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