MARIEL: LOS POETAS DE LA PESADILLA1 Eduardo Lolo Denominaciones tales como Generación del 98, Generación del 27 o Generación de la Postguerra, son conocidas de todos los lectores de literatura hispana. A las mismas habrá que adicionar, con no menos permanencia, una nueva denominación ‒ya acuñada‒ que une a un numeroso grupo de escritores cubanos: Generación del Mariel. Sin embargo, a diferencia de sus homólogas más conocidas, la Generación del Mariel no debe su nombre (y razón de ser aglutinante) a la salida de una revista literaria, a un estrecho entorno cronológico de nacimientos o una efemérides conmemorativa. La Generación del Mariel no nace del inicio de un sueño; antes bien del fin de una pesadilla. Esa pesadilla tiene forma de vida desvivida durante aproximadamente dos décadas de espanto bajo el castro-comunismo, variante tropical (aunque no por ello menos oscura) del viejo totalitarismo stalinista. En efecto, todos los integrantes de la Generación del Mariel, independientemente de sus edades cronológicas, tienen en común el haber con(des)vivido sus respectivas épocas de formación y/o madurez intelectual en medio de la paranoia política devenida en razón de estado de la Cuba de los años sesentas y setentas. Sus edades pueden variar 10 ó 15 años, no importa, pues lo que los hace una generación no es la estricta llegada a la vida, sino la simultánea llegada a la muerte diaria; sus vidas son isócronas en el terror, en la incertidumbre de un mañana siempre huidizo, en el miedo a sus propias razones de ser como intelectuales, distanciándolos cada vez más de una sociedad "perfecta" donde todo distanciamiento se paga con la cárcel o la vida misma. Completa la isocronía que los hace generación, el espanto compartido en el final de tal pesadilla, geográficamente ubicado en el puerto del Mariel, pequeña ciudad costera al oeste de La Habana desde donde partieron al exilio y de la cual toman el nombre. Los maltratos, torturas y vejaciones de que fueron víctimas los "marielitos" a manera de despedida de Cuba en la primavera de 1980, resultaron suma y condensación de todos los horrores de las previas dos décadas. En efecto, no se sabe quiénes mordían con más rabia y fervor: si los perros amaestrados del improvisado campo de concentración de la Playa del Mosquito o las turbas de esbirros vestidos de paisano que hicieron de todas las calles de la Isla una macabra extensión de sus siempre eficientes salones de tortura. A todo ello súmesele la simultaneidad del lento y doloroso período de adaptación al nuevo medio, el rechazo de una parte de los mismos compatriotas que les antecedieran en el camino del exilio y, por último, la desesperanza en que dejaran a sus seres más queridos, atrapados en la pesadilla que recién habían sobrevivido. Por todo lo anterior no es de extrañar que, como toda generación literaria, los poetas del Mariel compartan motivos temáticos y aproximaciones estéticas. Tan diversos en voces como en edades, a los integrantes de la Generación del Mariel los agrupa el común denominador del canto a la pesadilla y la irreverencia estética. Y aunque a 30 años de su nacimiento resulta imposible hacer un balance lo suficientemente distanciado de esta generación poética como para ser del todo objetivo, creo que ya pueden sacarse algunas conclusiones parciales de su paso por el tiempo, pues versos y vidas sobran, aun cuando vayan desprovistos de esperanzas. Sirvan de muestra siete poetas de comprobada vigencia: Reinaldo Arenas, René Ariza, Pedro F. Báez, Rafael Bordao, Reinaldo García Ramos, Manuel G. Valdés y Roberto Valero. Algunos de ellos, como Arenas y Ariza, se habían destacado como intelectuales en la Isla – con la anuencia del régimen, por supuesto, que es la única forma de destacarse como intelectual en la Cuba castrista. Pero un paso de esos entonces jóvenes creadores en la dirección histórica “impropia” y una intensificación en la represión gubernamental, los condujo a la cárcel y la consiguiente condición de no-personas. De esa época data un poema de Ariza que recorrió, clandestinamente, todos los medios intelectuales cubanos. 1 Publicado originalmente en Círculo: Revista de Cultura. Vol 40. Págs. 143-149. Eduardo Lolo – MARIEL: LOS POETAS DE LA PESADILLA ¡Qué trampa tan bien hecha nos han hecho, que somos el ratón y la carnada; la pared y la punta de la espada, el embudo y su cono más estrecho! ¡Qué modo de torcernos tan derecho que resultamos crimen y coartada! ¡Qué trampa tan bien hecha y adornada Con nuestro propio estilo contrahecho! No en balde Ariza fue conducido directamente de la cárcel al destierro forzado, modalidad que el Gobierno castrista continúa practicando 30 años después con la misma impunidad de entonces. Lo primero que llama la atención en estos autores es que, para ellos, incluso ya en tierras de libertad, la noche no quedó atrás. Llegados a los EEUU sin otro equipaje que "un bolso de espanto"(1) (según Rafael Bordao) los poetas del Mariel han hecho de tal impedimenta el principal motivo de su canto. A veces con sarcasmo, y no pocas con hondo patetismo, la pesadilla dejada tras las olas continúa presente en sus versos, pues, como dice Pedro F. Báez, la Patria es sin proponérmelo el más monumental de mis poemas.(2) Claro que la imagen de ese monumental poema dista mucho de la escena cuasi paradisíaca de la propaganda turística del Gobierno Cubano. El mismo poeta destaca las cárceles de ignominia donde se pudren huesos amados.(3) Y otro de ellos, Manuel G. Valdés, incluso en un poema de amor, recuenta Con cuanta angustia nuestras manos querían tocar la esperanza que era sólo un nombre un discurso en las plazas, siempre éramos los vendidos cuyo pan se deshacía en espuma.(4) Tal venta se hizo, como es de todos conocidos, al mejor postor político de la década del sesenta: el totalitarismo soviético de justificación marxista. Y de ese Marx nos recuerda sarcásticamente Reinaldo Arenas, la figura más importante de la Generación del Mariel que, a diferencia de los escritores bajo el marxismo, el pensador alemán no tuvo nunca sin saberlo una grabadora estratégicamente situada en su sitio más íntimo. .... no conoció la retractación obligatoria, 2 Eduardo Lolo – MARIEL: LOS POETAS DE LA PESADILLA no tuvo por qué sospechar que su mejor amigo podría ser un policía, ni, mucho menos, tuvo que convertirse en policía.(5) Pero los poetas del Mariel sí, pues para ellos, desde niños la mayoría y como sentenció el propio Arenas, ... toda posibilidad de belleza o expansión o ilusión será un concepto irrisorio, mariconil, o más bien reaccionario.(6) En medio de semejante atmósfera, sólo era posible (des)vivir una vida de perros, descrita en versos como éstos de Roberto Valero, donde el cubanismo "perrear" alcanza significado literal: Ustedes, nosotros, ellas, todos perreando un pantalón un queso crema pugilatiando un libro o un par de aretes una provinciana habitación de motel ‒hasta la culpa se adocena y mediocriza‒ perreando el pan del desayuno y unos cupones de funda .... Hay que perrear hasta una caricia impolicíaca.(7) Y para salir, finalmente, de tal vida de perros, se hizo evidente (la siempre trágica evidencia de la historia) que había una sola posibilidad, como señala el propio Valero: Partir, alejar nuestras manos de las aldabas familiares, nunca arribar, jamás la tierra prometida.(8) Pero los poetas del Mariel sí arribaron. Al menos los sobrevivientes de los actos de repudio y las jaurías de la Playa del Mosquito, llegaron a un nuevo medio, un nuevo país, un nuevo tiempo que, aunque bien lejos de la tierra prometida, les permitió llevar a su poesía un nuevo motivo temático, aun cuando fuese una nueva pesadilla. En efecto, aunque a 30 años del éxodo aún andan los poetas del Mariel "esputando marxismo contra la/acera más dura" en palabras de Bordao y siguen sintiendo, según el mismo poeta, que ...la patria fluye como un desbordamiento misterioso en vetusto y tolerante parque de New York. (9) su incorporación al nuevo medio puede decirse que ha resultado ser ‒dentro de los márgenes de inadaptación inherentes al oficio de poeta‒, del todo conseguida. Y se destaca de esa incorporación la aproximación poética resultante, cuyo común denominador viene siendo el espíritu crítico que les fuera prohibido en Cuba. Porque es el caso que los poetas de la Generación del Mariel salieron de su país no sólo para sobrevivir física, espiritual e intelectualmente, sino para hacer uso de su derecho a la inconformidad, a la crítica; a cumplir con sus deberes con la naturaleza humana, señalando sus defectos y mediocridades. Un poeta no es tal si su obra no apunta al mejoramiento humano, aun cuando corra el peligro siempre latente de la incomprensión. Y los poetas del Mariel no son (ni podían ser) una excepción. Así, se destacan sus retratos del burocratismo del nuevo mundo. Un burocratismo que casi siempre tiene el rostro de un funcionario de inmigración ‒impávido y altanero como casi todos los 3 Eduardo Lolo – MARIEL: LOS POETAS DE LA PESADILLA funcionarios de inmigración del resto del mundo‒ ante quien los "marielitos" han tenido que presentar sus planillas, incapaces de reflejar sus tiempos truncados. Y mientras esperan turno en el gentío, sienten los poetas del Mariel lo que describe Reinaldo García Ramos en estos versos: no vayan a pensar que ella conoce la elemental razón de lo que pasa; desde el sitial brillante en que se muestra no se captan el golpetazo de los hierros, el remolino repetido de las hambres, no se escuchan las obedientes uñas del viejo carcelero escarbando en la sombra; cuando responde queda claro que a ella nunca le han puesto a maldecir la tarde de sus sueños. (10) Otras veces la crítica se viste hasta de humor (aunque ese humor que nos deja un sabor amargo en la historia), como cuando uno de los más destacados poetas de la Generación del Mariel (Roberto Valero) nos presenta un poema en forma de ensayo académico con incisos tales como 0.1.2a.3a Se recomienda, aunque no se descarta la posibilidad deconstruccionista ni semiótica, no tejer sobrecamas mientras se camina, ni cubrecarros para la nieve, sí guardaparaguas, no cubresueños. (11) Del más somero análisis de las obras de los poetas de la Generación del Mariel analizadas para el presente apunte se desprende que éstos tienen una óptica especial: la de la mirada de Lázaro. Vienen de la muerte diaria, resucitados por las olas. De ahí que todo lo que ven tiene ese tufo a camposanto ‒con toda la profundidad que ello implica. Y como vienen de la muerte (cotidiana, pero muerte al fin), sienten ‒en medio del resto de las personas "normales"‒ más allá de la vida. Como las ardillas de Bordao ‒que "dejan (íntegro) su amor/en el césped"‒ estos poetas dejan (íntegra) su pesadilla en el tiempo. Y a eso llamamos, desde siempre, poesía. Quedan aún muchas cosas por decir de los poetas de la Generación del Mariel, más poetas que nombrar, más versos que citar; pero razones de espacio obligan a dejarlas para otro estudio de mayor envergadura y muestreo. Sin embargo, incluso en un análisis tan breve como éste, es de señalar otra característica agrupante de estos creadores hasta ahora no apuntada: que a pesar del inicio de una nueva vida en un país nuevo determinado por valores añorados por estos poetas, no se encontrarán en sus versos "loas" al capitalismo o "elegías" a la democracia. Provenientes de un país donde las loas y elegías políticas resultan un postulado constitucional de obligatoriedad inapelable, los poetas del Mariel rechazan, en sentido general, todo compromiso político en su poesía más allá del amor unánime a la patria y los valores humanos universales. Tampoco se encontrarán en sus obras descripciones de sueños dulces, vida fácil o felicidad absoluta. Los poetas de la Generación del Mariel siguen cantando a la pesadilla. A la que dejaron detrás, cabalgando olas luego del espanto, y a las nuevas pesadillas diarias del exilio, cuyas playas ‒ya lo especificó Martí‒ son bellas únicamente cuando se les abandona. Pero en ello reside, precisamente, la principal conquista de la Generación del Mariel. Porque el poder cantar todas las pesadillas, sin persecuciones o censuras, es, para todo poeta, el más dulce de los sueños. Y sólo a partir de ese sueño cumplido es que podrá ubicarse históricamente la Generación del Mariel; o lo que es lo mismo: los poetas cubanos de la pesadilla. 4 Eduardo Lolo – MARIEL: LOS POETAS DE LA PESADILLA OBRAS CITADAS 5 1- Bordao, Rafael. "I" Proyectura. Madrid: Editorial Catoble pas, 1986 2- Báez, Pedro F. "Vuelta al recuerdo" Insomnia. Miami: Ediciones Universal, 1989 3- Báez, Pedro F. "Al otro lado del alba" Insomnia. Miami: Ediciones Universal, 1989 4- Valdés, Manuel G. "Oda a Gisolda" (Libro en preparación) 5- Arenas, Reinaldo. "Aportes" Voluntad de vivir manifestán dose. Madrid: Ed. Betania, 1989 6- Arenas, Reinaldo. "Epigramas" Voluntad de vivir manifes tándose. Madrid: Ed. Betania, 1989 7- Valero, Roberto. "...reclinado en tu sombra" Venías. Madrid: Ed. Betania, 1990. 8- Valero, Roberto. "...partir nos hemos en vida..." Venías. Madrid: Ed. Betania, 1990. 9- Bordao, Rafael. "Días como éstos" El lenguaje del ausente. Bogotá: Ediciones Tiempo Largo para la Poesia, 1998. 10- García Ramos, Reinaldo. "Funcionaria a la entrada del mundo" (Libro en preparación) 11- Valero, Roberto. "De títulos y olvidos" Venías. Madrid: Ed. Betania, 1990.