historia de una chica rara

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HISTORIA DE UNA CHICA RARA
Úrsula Molina Ramón.
Mare de Déu de l’Esperança. Tutor: Paco Barquino. 2n de Batxillerat.
TESIS
“Historia de una chica rara” es el título de un artículo de Carmen Martín Gaite sobre la novela
Nada, de Carmen Laforet, primer premio Nadal de 1944. La tesis de Martín Gaite es que
Andrea, la protagonista, es una joven que, desobedeciendo las pautas convencionales del
momento, emprende camino hacia su propia realización personal. Para ello tendrá que forjarse
un estereotipo femenino contrario a los modelos imperantes en la España oficial de la posguerra.
CUERPO
Nada es el relato íntimo de una muchacha en el periodo coyuntural entre la adolescencia y la
juventud: momento climático para el desarrollo y la búsqueda de la realización personal. Nada
se integra, pues, en el género de las novelas de iniciación a la madurez. A través de ese proceso, Andrea se va definiendo como ser humano y como mujer adulta. Lo interesante es que
Andrea no parte de prejuicios preconcebidos hacia la búsqueda de su destino, no tiene en
mente unas expectativas de futuro predeterminadas, sino que experimenta lo que la vida le
ofrece y es a través de esas vivencias como va forjando a la vez su carácter y su destino. Ahí
está la clave de la novela: en Andrea lo que encontramos es un anhelo difuso, rebelde, tal vez
inconsciente, de liberación personal. Su rechazo a los modelos femeninos impuestos por las
convenciones sociales la convierte en una “chica rara”, en una antiheroína opuesta a las protagonizadas por las novelas rosa de la época. Su rareza consiste en querer alcanzar una vida
independiente, autónoma, exenta de ataduras hipócritas de tipo sentimental, y para ello
expondrá a la luz de las contradicciones los prejuicios de una sociedad caduca, aún sumergida
en los atabales de la contienda.
Los modelos convencionales que ella repudiará irán apareciendo sucesivamente a través de los
personajes que va conociendo dentro y fuera de la casa de la calle de Aribau, el espacio de
ámbito familiar.
Dentro de la casa, se le presentan diferentes vías o modelos de realización:
La vía de la mujer “tradicional”, representada por su tía Angustias, configura el modelo por
antonomasia de la mujer “franquista”: mentalidad conservadora, ideología fanático-religiosa y
conducta autorrepresora. Responde a los criterios divulgados por la Sección Femenina y promocionados por Pilar Primo de Rivera. Angustias es una mujer atormentada por las contradicciones entre su deseo sexual y su misticismo castrador. Incapaz de conciliar esos extremos, y
escindida entre el pecado y la santidad, termina sus días en un convento. Su modelo, pues,
supone para Andrea un ejemplo de autoritarismo, rigidez y frustración sentimental. Ella será la
principal represora de su sobrina, la que coaccionará su comportamiento libertino en pro de
hacer de ella una chica católica, romana y apostólica.
La vía de la mujer “serpiente” representada por Gloria, mujer de Juan (tío de Andrea). Es una
mujer joven, sensual e independiente, probablemente de pasado anarquista y libertario. Es
madre de un niño fruto de la relación con Juan, pero Andrea no acierta a decir claramente si
está casada con Juan o forma con él una unión libre. En sus escapadas al Barrio Chino, se
mezcla en ambientes turbios de vicio, juego y alcohol, pero parece que, aparte de para evadirse del ambiente sórdido y asfixiante de la casa de la calle Aribau, Gloria acude a las timbas
para proveerse de ingresos que le permitan mantener a su hijo. Es un personaje no sometido a
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los a los convencionalismos sociales, pues les niega el valor y actúa con un criterio individualista absoluto.
Fuera de la casa
La definición personal fuera de la casa la lleva hacia la calle y más concretamente a la universidad, donde conocerá a Ena, que representa la vía burguesa de clase alta. Ena es astuta, manipuladora y oportunista. Su futuro no corre riesgo alguno, ya que su familia es rica, tiene un prometido acaudalado y está bien situada socialmente. El matrimonio no le queda muy lejos, así
que puede permitirse el lujo de coquetear con el lado siniestro y excitante de la vida, encarnado
aquí en Román, tío de Andrea, personaje enigmático y de pasado torturado, quien parece fascinar, atraer y seducir a todos los que le rodean. Andrea se dará cuenta de que Ena es fría,
superficial, hipócrita e insensible.
La vía de la maternidad, representada por la madre de Ena, Margarita. Esta mujer le confiesa a
Andrea que no encontró verdaderamente sentido a su vida hasta que tuvo a Ena. Tras un
periodo de confusión y desasosiego –que le llevó, entre otras cosas, a caer en las garras de
Román–, Margarita le revela a Andrea que aunque al principio no estaba enamorada de su
marido, con el tiempo le llegó a querer como padre de Ena, pues ha sido la maternidad quien
ha dado realmente sentido a su vida. Aunque el final de la novela queda abierto, ésta parece
ser la vía por la que se decantará Andrea, al menos así lo parece sugerir el hecho de que ella
marche a Madrid con la familia de Ena.
Pero la realización personal pasa necesariamente por la experiencia amorosa y por la observación del mundo de los hombres. Así que debemos analizar de qué naturaleza son las relaciones que ella mantiene tanto dentro como fuera del ámbito familiar.
El mundo de los hombres dentro de la casa
Su primera aproximación irá dirigida hacia Román, su tío. Él es un ser enigmático, misterioso y
con peculiaridades que le valen para ponerlo a la misma altura que Andrea en la jerarquía de la
obra. Andrea, desde el principio, queda fascinada por él, aunque los sentimientos que le despierta son ambiguos, entre la admiración y el temor. Esta atracción no expresa se desvanece
cuando Andrea descubre que es un ser maligno, cruel, que disfruta humillando y haciendo sufrir
a las personas de su entorno. Su pasado es turbio, pues tras un principio republicano luego
parece haber sido delator y traidor. Ahora posee cierto poder en las esferas nacionales que le
permite hacer negocios de estraperlo.
Su otro tío, Juan, es un hombre frustrado, víctima de la guerra. Sufre ataques repentinos de
cólera y violencia que descarga sobre Gloria. Se dedica a la pintura pero sus obras no tienen
salida en el mercado: son la expresión de su mediocridad y su fracaso personal. Andrea ve en
él a un pobre desvariado, sin fe ni esperanza, cuyo orgullo de antiguo “rojo” represaliado le
impide aceptar que sea su mujer quien le mantenga.
El mundo de los hombres fuera de la casa
En la universidad conoce a Pons, un rico burgués que se acerca a ella con el fin de flirtear y
proponerse como candidato firme para ser su novio. A Andrea no le atrae aunque le interesa
parcialmente por su estatus privilegiado. La invitación a su fastuosa fiesta y a las vacaciones en
la Costa Brava la hacen dudar, pero el desengaño posterior en la fiesta de Pons constituye el
rechazo a la burguesía industrial como clase superior.
Gerardo es un personaje de carácter episódico que aborda a nuestra protagonista en las cercanías de la catedral. Su carácter muestra a un hombre machista, engreído y vano. No pierde
la ocasión de besar a Andrea, que sale asqueada de su primer contacto carnal.
En conclusión, las experiencias amorosas han sido malas o han dejado a nuestra heroína indiferente, y por tanto las decepciones en el mundo masculino la conducen hacia la desorientación
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personal y a la concepción antirromántica de la chica rara.
CONCLUSIONES
Andrea, la muchacha protagonista de Nada, se ahogaba entre las cuatro paredes de su casa y
buscaba en la calle su vía de escape. Ella encarnó a la heroína de entre las heroínas, no quiso
resignarse con el papel secundario de espectadora y demostró la firmeza necesaria para acceder a su legítima independencia. Fue el ejemplo más representativo de las ansias de liberación
femenina dentro del período franquista, y proporcionó un soplo de esperanza para iniciar el
“resurgir literario”.
El año transcurrido en Barcelona se ha configurado como el período de desengaño para
Andrea. Su particular forma de ver la vida, inconformista y liberal, ha desvirtuado los caminos
tradicionales y ha criticado indirectamente la trascendencia de la mujer dentro del rol conservador de la sociedad. El tiempo ha dejado fluir a la Andrea llegada del pueblo, el espacio ha
expandido su mente por las frías calles de Barcelona y las personas le han mostrado el destemple del sin vivir. Sus pensamientos, sus actos, su vida ha cambiado. La Andrea de las ingenuas ilusiones y de las grandes expectativas se ha desvanecido dejando a la Andrea consciente. Pese a todo también la chica rara que encontramos todavía sigue ahí.
La casa de la calle de Aribau era el retrato de un mundo en retroceso, de bombillas oscurecidas y polvorientas, donde la única libertad posible era la de tomarse una ducha, siempre fría.
Ese era el mundo donde Andrea peleó para hacerse sitio en la vida y esa su forma de rebelarse contra el mundo adulto, al que no acaba de entender y que le estaba pidiendo, por ser
mujer, que traicionase su destino, que ocultase sus sentimientos y que se asomara a la vida de
puntillas.
Nuestra protagonista figuró como testigo dentro y fuera de la casa de la calle de Aribau. Del primer espacio fue testigo directo del declive familiar: observó a sus parientes y nos reflejó a unos
seres trastornados, locos, parásitos de sí mismos, además de sádicos y vengativos. Del segundo, la calle, nos envolvió con una mirada perdida en la urbanidad, demostrando cómo la búsqueda de realización personal se encontraba más allá de una situación difícil o de una mala
experiencia.
Sintetizando lo dicho, Andrea es una chica “rara” de su generación: inconformista, buscó otros
modelos vitales y nuevas y más esclarecedoras perspectivas de libertad individual.
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