La “reevaluación” y los riesgos minimizados

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> ¡EL DEBATE DEL MES!
La “reevaluación” y
los riesgos minimizados
Consejo de Redacción de Gestión Práctica de Riesgos Laborales.
unque es suficientemente conocido, no
parece estar de más recordar el contenido de los artículos que, en el Reglamento de los Servicios de Prevención,
se refieren a la evaluación de riesgos, para argumentar cuál habría de ser, en la práctica, el resultado tangible de la repetición o revisión o actualización de la evaluación de riesgos (“reevaluación”,
en el lenguaje coloquial técnico) cuando, efectuada la inicial los riesgos detectados, aún permaneciendo, tienen otra valoración, otra magnitud estimada como consecuencia de la aplicación de las
medidas que aquélla puso de manifiesto.
A
Así, el apartado 1 del artículo 3 del Reglamento de los Servicios de Prevención expresa
que: «La evaluación de los riesgos laborales es
el proceso dirigido a estimar la magnitud de
aquellos riesgos que no hayan podido evitarse,
obteniendo la información necesaria para que el
empresario esté en condiciones de tomar una
decisión apropiada sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas y, en tal caso, sobre el
tipo de medidas que deben adoptarse.
de protección colectiva, de protección individual,
o de formación e información a los trabajadores.
b. Controlar periódicamente las condiciones,
la organización y los métodos de trabajo y el estado de salud de los trabajadores».
Hemos subrayado dos frases que son esenciales: “proceso dirigido a estimar la magnitud de
aquellos riegos que no pueden evitarse” y “reducir el riesgo”, porque son las que hacen a nuestro
debate.
Por otro lado, el apartado 2 del artículo 4
del mismo Reglamento prescribe que «a partir
de dicha evaluación inicial, deberán volver a
evaluarse los puestos de trabajo que puedan
verse afectados por:
a. La elección de equipos de trabajo, sustancias o preparados químicos, la introducción
de nuevas tecnologías o la modificación en el
acondicionamiento de los lugares de trabajo.
b. El cambio en las condiciones de trabajo.
Cuando de la evaluación realizada resulte
necesaria la adopción de medidas preventivas,
deberán ponerse claramente de manifiesto las
situaciones en que sea necesario:
a. Eliminar o reducir el riesgo, mediante medidas de prevención en el origen, organizativas,
NOTA: Esta sección tiene por objetivo fomentar
el intercambio de opiniones entre nuestros
suscriptores creando un foro de debate que
puede alimentarse mediante la remisión de sus
comentarios a la siguiente dirección de correo
electrónico ([email protected])
publicándose una selección y extracto de las
mismas en números sucesivos.
Gestión Práctica de
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Riesgos Laborales
c. La incorporación de un trabajador cuyas
características personales o estado biológico co1
nocido lo hagan especialmente sensible a las
condiciones del puesto.»
Así pues, estas circunstancias exigen una
nueva evaluación. Nótese que la dicción es “deberán volver a evaluarse”, lo que implica que, en
realidad, no se trate de una “reevaluación” de los
puestos de trabajo que hayan sido afectados por
1 Por cierto que la cuestión sobre los trabajadores especialmente sensibles será objeto
de un próximo tratamiento en esta Sección.
aquellos elementos laborales (materiales, organizativos y/o de salud), sino de una nueva evaluación (cierto que, consecutiva a la anterior) porque las citadas circunstancias han alterado las
pautas que establecieron una determinada valoración o magnitud del riesgo concreto.
Esto que antecede es, naturalmente, uno de
los elementos de la polémica que introducimos
en el debate, ya que el precepto está insertado en
el artículo intitulado «Contenido general de la evaluación», mientras que la intitulación y las disposiciones que están en el artículo 6 del Reglamento
de los Servicios de Prevención se refieren específicamente, a la «Revisión» de la evaluación.
Pero además, refuerza tal apreciación lo que
expresa el segundo inciso del párrafo a) del
apartado 2 del artículo 16 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en la redacción dada
al mismo por la Ley 54/2003, de 12 de diciembre (que es la misma redacción que la versión
originaria de la Ley tenía, entonces, en su apartado 1): «Igual evaluación deberá hacerse con
ocasión de la elección de los equipos de trabajo, de las sustancias o preparados químicos y
del acondicionamiento de los lugares de trabajo». Y este precepto legal, posterior al Reglamento de los Servicios de Prevención pero, en cualquier caso, de obvio rango normativo superior,
se refiere a la misma evaluación que la inicial u
otra evaluación diferente o, más propiamente,
una nueva evaluación inicial.
Y la revisión o “reevaluación” procede en los
supuestos que recoge dicho artículo, es decir,
«…cuando así lo establezca una disposición específica» y, «En todo caso, se deberá revisar la
evaluación correspondiente a aquellos puestos
de trabajo afectados cuando se hayan detectado
daños a la salud de los trabajadores o se haya
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apreciado a través de los controles periódicos,
incluidos los relativos a la vigilancia de la salud,
que las actividades de prevención pueden ser
inadecuadas o insuficientes. Para ello se tendrán
en cuenta los resultados de:
a. La investigación sobre las causas de los
daños para la salud que se hayan producido.
b. Las actividades para la reducción de los
riesgos a que se hace referencia en el apartado
1.a) del artículo 3.
c. Las actividades para el control de los riesgos a que se hace referencia en el apartado
1.b) del artículo 3.
d. El análisis de la situación epidemiológica
según los datos aportados por el sistema de información sanitaria u otras fuentes disponibles.
Igualmente, deberá revisarse la evaluación inicial «…con la periodicidad que se acuerde entre
la empresa y los representantes de los trabajadores, teniendo en cuenta, en particular, el deterioro por el transcurso del tiempo de los elementos que integran el proceso productivo».
Es decir, segundo elemento de la polémica,
la “reevaluación” está tasada o puede ser tasada,
o sea, ceñida a los supuestos reglamentarios o
al pacto.
Ahora bien la evaluación, que es, como queda reiterado, el proceso que conduce a determinar la magnitud de aquellos riesgos que no han
podido ser evitados y es, por consiguiente, un
medio y no un fin para que el empresario esté en
condiciones de tomar una decisión apropiada
sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas y, en tal caso, sobre el tipo de medidas que
deben adoptarse, es por lo más arriba expresado,
no obstante, un proceso dinámico, no estático
que requiere un seguimiento.
Y ello, a pesar de lo que establece tanto la Ley
de Prevención de Riesgos Laborales, en su nueva
redacción, como el Reglamento de los Servicios
de Prevención. Es decir, a nuestro juicio, tercer elemento de la polémica, incluso en los supuestos tasados, es deber empresarial y técnico, comprobar
periódicamente que la evaluación sigue siendo correcta y, por tanto, las medidas de prevención y de
protección, siguen siendo adecuadas.
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Si en la
evaluación inicial
se han valorado
los riesgos como
graves o muy
graves y, como
consecuencia de
las actividades
preventivas
adoptadas, han
devenido en
leves, esa
comprobación
ya implica una
valoración
Ahora bien, desde el punto de vista documental, cuando procede una revisión de la evaluación
por el cambio de circunstancias o por haberse producido daños para la salud, surge la duda de qué
reflejar con respecto a los riesgos que, no habiendo sido evitados y, por ello, habiendo sido evaluados, se han reducido precisamente por las medidas preventivas adoptadas.
Ejemplificando la cuestión: si en la evaluación (o evaluaciones) inicial/es se han valorado
los riesgos como muy graves o graves y, como
consecuencia de las actividades preventivas
adoptadas, la valoración de tales riesgos ha devenido en leve, esa misma constatación o, con
mayor propiedad, comprobación ya implica una
valoración o, lo que es lo mismo, una “verificación” (por no emplear el término reglamentario
«revisión») de que el riesgo se ha reducido y,
precisamente, no se ha producido una revisión
porque dicha verificación se haya fuera de los
supuestos tasados.
Por otra parte, esa reducción o disminución
(de la confluencia entre la severidad y la probabilidad) del riesgo sólo ha sido producida por la aplicación –continua– de las medidas preventivas y
de protección que la evaluación inicial determinó
como necesarias y que se demostraron correctas
(pues, de lo contrario, se podrían haber producido
daños para la salud).
Y tales medidas (en puridad actividades preventivas) deben seguir aplicándose y, a nuestro
juicio, constatándose documentalmente.
Las anteriores medidas, de no seguir aplicándose permanentemente (aunque se hayan ya materialmente implantado protecciones a equipos de
trabajo, información y formación a los trabajadores, etc.) los riesgos, que siguen existiendo y que
no se han podido evitar, volverían a presentar la
misma magnitud con la que fueron estimados en
la evaluación inicial.
De no seguir constatándose documentalmente, faltaría el medio de prueba necesario que
para el empresario y para él, en su caso, servicio
de prevención, demostrase que la reducción del
riesgo es no una hipótesis, no un precepto teórico, sino una realidad palpable.
Esperamos los comentarios a cuanto antecede
por parte de nuestros suscriptores.
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