LA GUERRA CIVIL

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UNIDAD 10. SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA
CIVIL. (1936-39)
INTRODUCCIÓN.
La guerra civil ha sido, sin duda, la tragedia de mayores proporciones que ha
vivido nuestro país. Hay quien ha hablado del inevitable enfrentamiento de las “dos
Españas” que venía larvándose desde el siglo XIX. Hay quien cita como antecedente las
guerras carlistas o, incluso, la Guerra de la Independencia, pero no se ha producido
ninguna circunstancia histórica que haya impactado tanto ni tenido tantas
consecuencias en las generaciones venideras. La España que vivimos hoy, es, de alguna
forma, resultado y recuerdo de lo que produjo la guerra civil.
Algunos historiadores han explicado la guerra como una “guerra de ideas”,
donde se enfrentan la democracia liberal contra el fascismo y contra la revolución
socialista, al mismo tiempo. Evidentemente, es un lado de un conflicto prismático. Otra
interpretación historiográfica es la que señala la guerra civil española como el primer
acto de la II Guerra Mundial, y en cierta manera así es ya que la intervención
extranjera juega un papel importante y se ensayan muchas de las armas que se usarán
en la guerra europea.
Como podemos ver, existen muchas visiones de un conflicto del que se ha
escrito más que de ningún otro, exceptuando quizás la Revolución Francesa, y que
siempre interesó mucho en todo el mundo.
Por otro lado, la guerra civil supone el estallido de una serie de conflictos que
se viene arrastrando a lo largo del tiempo. Podemos diferenciar entre problemas
estructurales y problemas coyunturales.
Problemas estructurales:




Desequilibrios sociales, como consecuencia de una inadecuada estructura
de la propiedad agraria (latifundismo) y de la pésima situación de los
obreros industriales.
Desequilibrios regionales, como consecuencia del problema, no resuelto de
la estructura del Estado.
Desequilibrios “espirituales”, consecuencia del peso específico de la Iglesia
Católica en la realidad cotidiana de España; frente a esta idea conservadora,
se alzaba la mítica revolucionaria.
Desequilibrio militar, consecuencia de un Ejército acostumbrado a
intervenir en la vida política y que se consideraba a sí mismo médula del
país.
Problemas coyunturales:



La pésima situación económica internacional tras el crack del 29.
La situación política internacional, dominada por la crisis de la democracia y
el auge de los totalitarismos.
La situación interna, con una polarización intensa entre los diversos grupos,
que se veía complementada por diversos acontecimientos: ocupaciones de
fincas, deterioro del Orden Público, aprobación del Estatuto de Autonomía
del País Vasco y de Galicia, etc.
La opinión internacional creyó desde el principio del conflicto que en España se
ventilaba, lo mismo que en toda Europa, una lucha a muerte entre fascismo y
democracia liberal. Incluso algunos creyeron que el conflicto era aún más decisivo:
entre fascismo, democracia y comunismo. Se creyó entonces que España era un
"microcosmos" donde ya se estaba produciendo ese enfrentamiento armado que
muchos temían a escala mundial.
Pero la imagen de la guerra de España como un enfrentamiento entre el fascismo
de un lado y democracia o comunismo del otro debe ser muy matizada. La Guerra Civil
fue más bien el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la
España de la Restauración, cuyo instrumento fue el ejército, y los grupos emergentes
obreros y burgueses que querían establecer un sistema político realmente
democrático y un orden social progresista. Aunque tenía el aspecto de un conflicto
internacional, y de alguna forma lo reflejaba, la Guerra Civil fue, en lo esencial, un
enfrentamiento propiamente español.
El alzamiento de las derechas con el ejército y con el apoyo de la Iglesia significaba
que las reformas que intentaron llevar a cabo la burguesía republicana y el movimiento
obrero socialista organizado encontraron una resistencia tan firme, que llevó a la
insurrección armada. Esas reformas eran absolutamente justas e imprescindibles para
la modernización de la sociedad española, pero se llevaron adelante con torpeza. Las
clases privilegiadas creyeron entonces que se avecinaba una revolución y optaron por
el abandono de la vía legal y parlamentaria decantándose por el golpe de Estado.
1. LA SUBLEVACIÓN MILITAR. DE GOLPE DE ESTADO A GUERRA CIVIL. EL FRACASO
DEL ALZAMIENTO.
El previsto golpe militar organizado por Mola (el “Director” de la conspiración),
Franco y otros generales fracasó en su intención de liquidar la República en unos días.
El golpe había sido preparado desde principios del año 1936 por algunos militares
pertenecientes a la UME (Unión Militar Española, antirrepublicana). Parece que en
julio, todo estaba preparado, y los asesinatos del teniente republicano Castillo y del
líder de derechas Calvo Sotelo sirvieron como desencadenantes.
La sublevación militar, debía ser, en un principio, un pronunciamiento más, que
redirigiría la situación política de España hacía un nuevo marco, alejado de los
radicalismos propugnados por el Frente Popular, lo que no implicaba el derrocamiento
de la República. La conspiración aglutinaba a militares monárquicos como Orgaz,
Saliquet, Fanjul o Goded; tradicionalistas como Varela; republicanos como Cabanellas
o Queipo de Llano; y otros carentes de filiación, como Mola, Sanjurjo o Franco.
El general Sanjurjo iba a ser el jefe del movimiento, pero murió en un accidente aéreo,
mientras que Mola fue el coordinador de la conspiración. La sublevación comienza el
17 de julio en Melilla, extendiéndose por las distintas guarniciones y obteniendo sus
primeros triunfos: Navarra, Sevilla, etc., mientras que en las grandes ciudades, como
Madrid y Barcelona, serán diferentes milicias de sindicatos y partidos las que detengan
el golpe gracias a la entrega de armas, con lo que suponía de cesión por parte del
gobierno.
La dinámica de los acontecimientos derivó a una nueva situación, la idea de
derrocar al gobierno del Frente Popular iba a ser sustituida por la eliminación de la
República.
El territorio quedó dividido en dos: Galicia, Castilla-León,, Navarra, Aragón, el valle del
Guadalquivir, Canarias y Baleares para los sublevados, el resto fiel a la República. Del
lado de la República habían quedado la mayor parte de las zonas mineras e
industriales, con mayor población que alimentar. En la España rebelde o nacional la
población y la industria eran menores, pero los recursos agrícolas, especialmente
cerealistas, mayores. Los recursos financieros quedaron en manos de la República: el
oro depositado en el Banco de España en Madrid era de unas 635 toneladas
(equivalente a unos 715 millones de dólares de entonces). Servirá para financiar la
compra de armamento, especialmente de la URSS. Sin él, indudablemente, la duración
de la guerra hubiese sido menor.
En el comienzo de la Guerra Civil, los militares profesionales y los soldados solo
constituían una pequeña parte de la enorme masa de ciudadanos que inmediatamente
empuñaron las armas en ambos bandos.
El Ejército quedó dividido en dos partes similares. Con la República
permanecieron la mayoría de los generales -22 sobre 40, 13 de los cuales con mando
sobre tropas-, el 47 por 100 del ejército de tierra, el 65 por 100 de 1a marina -60
buques sobre 88-, la mitad de la Guardia Civil y dos terceras partes de los carabineros y
guardia de asalto. En total, unos 7500 oficiales, de un total de 34000 efectivos;
mientras que los rebeldes contaron con algo más de 32000 militares, 7261 de 1os
cuales eran oficiales y suboficiales.
Fieles a la República quedarían unos 116.501 hombres y del lado rebelde
140.604, de los que 47.127 pertenecían al disciplinado y profesional ejército de
Marruecos (Legión y Regulares), mandados por Franco. Significativo es que de los
16.000 oficiales que había en activo con la República sólo quedarían unos 3.500, lo que
va a restar efectividad a su ejército al tener que improvisar y nombrar nuevos oficiales
en pocos meses. Surgirán espontáneos jefes de milicias que, sin demasiada experiencia
militar, serán nombrados generales (Líster, Modesto, V. González) y mandarán miles
de hombres (Durruti, Mera). El ejército de la República tuvo clara desventaja pues el
gobierno, para intentar cortar la sublevación, ordenó a los soldados que no
obedeciesen a sus jefes; orden no fue acatada en la zona rebelde y sí en la republicana
donde los soldados abandonaron los cuarteles y se marcharon a sus casas. La
República tuvo que improvisar un nuevo ejército haciendo volver a los desertores e
incluir en él a las milicias populares, encuadradas en batallones de partidos políticos
que carecían de disciplina experiencia militar. La efectividad de un ejército así era muy
dudosa si lo comparamos con la gran disciplina del ejército rebelde.
En aquel verano de 1936, con los cuarteles semivacíos, solamente los
contingentes provenientes de África agrupaban unidades militares de envergadura,
que llegarían a integrar a más de 40000 combatientes marroquíes a lo largo de la
guerra. En el resto de España, tanto los sublevados como quienes les hicieron frente
eran conglomerados de oficiales, soldados, guardias civiles y carabineros, guardias de
asalto y, sobre todo, paisanos movilizados por sus organizaciones políticas y sindicales.
Estos oficiales encuadraron a los grupos de civiles en columnas, que comenzaron sus
movimientos hacia los puntos y ciudades estratégicas. Durante esta primera fase de la
guerra, que se prolongó hasta finales de año, las "milicias" constituyeron el grueso de
la masa en armas.
En el bando rebelde encontramos tres grupos: las banderas falangistas, las más
numerosas, que a lo largo de la guerra llegarían a encuadrar a unos 70.000 hombres en
116 unidades; los tercios de requetés -unos 35-, combatientes carlistas que tuvieron
un papel determinante en las operaciones sobre el País Vasco y sobre Madrid desde el
norte, con 22000 hombres; finalmente, los militantes de las Juventudes de Acción
Popular o Renovación Española, que se sumaron al movimiento, supusieron un
contingente menor-unos 10000-. De todos modos, en los primeros meses de la guerra
los voluntarios no llegaron a 60000, de los cuales la mitad provenía de Castilla la Vieja
y Navarra.
En el bando republicano, las milicias de voluntarios también se agruparon
según su adscripción partidista o sindical y desempeñaron un papel determinante en la
derrota de la sublevación en Madrid, Barcelona, Valencia y otras grandes ciudades.
Una vez aplastada la rebelión, se formaron abigarradas columnas que tomaban
nombres diversos: "Mangada", "Ascaso", "Maciá-Companys", "Los aguiluchos", etc. En
total se crearon unas 150 unidades de milicianos al servicio de la República, llegando a
estar encuadrados cerca de 200000 combatientes.
A los pocos días estaba claro que no había triunfado el golpe pero tampoco la
República había sido capaz de vencer a los rebeldes. Se planteaba así un conflicto a
largo plazo donde se organizaban dos bandos bien organizados.
Los rebeldes eran un conjunto de militares conservadores apoyados por los
propietarios agrarios, partidos de derecha y la Iglesia, así como todos aquellos que
veían con malos ojos el acceso al poder de las clases populares y el desorden social.
Muchos de ellos se inspiraban en el fascismo europeo y en sus formas. De ahí que la
Falange acabara siendo el aglutinante político de todos ellos junto al tradicionalismo
de corte carlista. Pero lo que no estaba claro era lo que hacer si triunfaba el golpe.
Mola tenía claro que era una Dictadura militar transitoria. Pero otros preferían la
vuelta a la monarquía o, incluso, un régimen imitación del fascismo italiano.
Los partidarios de la República eran aún un conglomerado más diverso.
Socialmente su apoyo provenía de las clases más populares. Jornaleros, obreros, y
pequeña burguesía componían un bloque de intereses distintos. La clase media
republicana temía la posibilidad de una revolución social.
La guerra civil se convirtió así en un conflicto de clases, no sólo en una guerra
entre dos ejércitos, sino en una lucha fratricida entre españoles con intereses de clase
opuestos. Para muchos historiadores, la guerra civil fue la lucha entre los grupos
sociales dominantes de comienzo de siglo (la oligarquía caciquil, la Iglesia...) y los
grupos más desfavorecidos y que sufrían una injusticia social de siglos.
Fue también una guerra de ideas, donde se enfrentaban las ideologías que iban
a protagonizar la II Guerra Mundial, el fascismo, el comunismo y la democracia liberal.
Es por esta razón por lo que la guerra española fue observada por todo el mundo con
mucha atención. Para muchos, era el primer episodio de un conflicto mundial.
2. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.
Toda Europa, los Estados Unidos y América Latina siguieron con gran intensidad la
guerra española. La opinión pública de estos países era mayoritariamente partidaria
del gobierno legal de la República. Pero grupos conservadores europeos y la opinión
católica internacional veían el golpe de Franco como un freno al comunismo.
Pero las diplomacias de estos países acordaron no participar en la guerra, al
menos oficialmente. Existía miedo, sobre todo en los países occidentales, a la
extensión del conflicto. Se pensaba que podía dar paso a una guerra internacional. Era
la época del “apaciguamiento”, política británica destinada a contentar a Hitler en sus
ambiciones y evitar la guerra en Europa. Fueron los británicos los que promovieron el
“Comité de No Intervención” que reunió a Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y la
URSS. El Comité prohibió la intervención extranjera y estableció la vigilancia para
impedir la ayuda exterior. Naturalmente esta vigilancia nunca fue estricta.
Alemania e Italia ayudaron militarmente y desde el primer momento a las
tropas rebeldes. Su ayuda (aviones, carros de combate, artillería...) fue superior a la
recibida por los republicanos. Alemania envió además una unidad de aviación, la
Legión Cóndor (protagonista del bombardeo de Guernica), y probó sus armas más
modernas. Italia envió a la CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias), unidad de tierra muy
numerosa.
El bando republicano también recibió ayuda exterior, principalmente de la
Unión Soviética, que envió armas y productos energéticos. El gobierno republicano se
vio obligado a usar las reservas de oro del Banco de España para hacer frente a los
pagos. La ayuda de los consejeros militares soviéticos tuvo una repercusión interna: el
aumento de la influencia del Partido Comunista en el bando republicano. La República
recibió ayuda también de México y Francia, pero mucho menores de lo esperado,
sobre todo de Francia donde gobernaba también el Frente Popular.
Las Brigadas Internacionales también prestaron una ayuda importante a la
República. Eran voluntarios antifascistas de todo el mundo, y fueron organizadas
gracias al Komintern. En su mayoría eran simpatizantes de izquierdas y muchos de
ellos comunistas.
AYUDA INTERNACIONAL DURANTE LA GUERRA ESPAÑOLA
BANDO REPUBLICANO
BANDO NACIONAL
BRIGADAS
UNIÓN
OTROS TOTAL ALEMANIA ITALIA OTROS TOTAL
INTERNACIONALES SOVIÉTICA
HOMBRES
35.000
2.000 ó
15.000 53.000
17.000
75.000 75.000 167.000
3.000
AVIONES
1.000
320
1.320
600
664
1.264
ARTILLERÍA
1.550
1.555
1.000
1.000
2.000
TANQUES
900
900
200
150
350
3. LAS OPERACIONES MILITARES.
Tras los primeros días de incertidumbre, el golpe de estado se convirtió en una
auténtica guerra que duraría casi tres años. Prácticamente todos los historiadores se
ponen de acuerdo en señalar cuatro fases del conflicto:




La ofensiva sobre Madrid (julio - noviembre de 1936).
La lucha por Madrid y la ocupación del norte (diciembre de 1936- octubre de
1937).
La ofensiva hacia el Mediterráneo (noviembre de 1937- junio de 1938).
Batalla del Ebro y fin de la guerra (julio de 1938-abril de 1939).
3.1.
La ofensiva hacia Madrid (julio - noviembre de 1936).
Esta primera etapa estuvo centrada en el intento por parte de las tropas
sublevadas por conquistar Madrid, en manos del gobierno de la República.
Las tropas africanas, legionarios y regulares, al mando de Yagüe, habían
cruzado el Estrecho, gracias al puente aéreo organizado con aviones italianos y
alemanes entre Tetuán y Sevilla, y eliminan toda resistencia en Badajoz, donde se
produjo una de las mayores matanzas de la guerra, enlazando con la zona sublevada
del norte.
En septiembre, Franco ocupó Toledo, y terminó con el cerco del Alcázar, lo que
lo reforzó dentro de los generales del bando nacional. En octubre, Franco estaba
frente a Madrid.
En la capital se decretó la movilización general para salvar Madrid. El
gobierno huye a Valencia. Bajo la consigna del “no pasarán”, miles de hombres y
mujeres fortificaban la capital. Llegaron también las primeras Brigadas Internacionales
y la columna Libertad del anarquista Durruti.
La resistencia de Madrid se convirtió en un mito de la lucha contra el fascismo
en todo el mundo. Los republicanos consiguieron aguantar gracias a las “columnas” de
tropas de milicianos, partidos y sindicatos dirigidas por el general Rojo.
3.2.
La lucha por Madrid y la ocupación del norte (diciembre de 1936 a octubre de
1937).
Esta segunda fase se caracteriza por ser una guerra más convencional entre dos
ejércitos. Las columnas de milicianos, sobre todo las republicanas, dan paso a ejércitos
regulares, mejor adiestrados, como el Ejército Popular republicano, dirigido por el
general Miaja. Franco militariza y organiza a los falangistas y los requetés carlistas.
Las tropas de Franco se lanzaron a una ofensiva para asfixiar las
comunicaciones de Madrid. La primera gran batalla fue la Batalla del Jarama (febrero
de1937), un intento de cortar las comunicaciones de Madrid con el Este de la
península. No tuvo éxito. La segunda fue la Batalla de Guadalajara, donde las tropas
fascistas italianas fueron derrotadas por el ejército republicano.
Puesto que la conquista de Madrid no parecía cercana, Franco decidió cambiar
de objetivo. Entre abril de 1937 y octubre de ese año las batallas se sucedieron en la
franja cantábrica de este a oeste: fueron cayendo Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y
Asturias. El suceso más relevante fue el bombardeo de Guernica, primer bombardeo
aéreo sobre una población civil en el mundo, a cargo de la aviación alemana e italiana
y ordenado por Franco.
La República intentó desviar la presión en el norte atacando Brunete, cerca de
Madrid, y Belchite, en Zaragoza. Pero Asturias caía en octubre y todo el norte era ya
zona nacional.
3.3.
La ofensiva hacia el Mediterráneo (noviembre de 1937 – junio de 1938).
A finales de 1937, el ejército republicano se había reforzado (con la ayuda
soviética) y reorganizado, adiestrando y capacitando a las milicias de los partidos de
izquierda.
Los republicanos se lanzan a la ofensiva sobre Teruel que es ocupada en
enero de 1938. En febrero la contraofensiva de Franco les hace abandonar la ciudad.
Franco desencadenó la ofensiva hacia Aragón, llegando hasta el Mediterráneo,
dividiendo el territorio republicano en dos: Cataluña y el SE de la Península. Franco
siguió atacando hacia el Sur, cuando los republicanos lo detienen al comenzar la
principal ofensiva de la guerra: la Batalla del Ebro.
3.4.
La Batalla del Ebro y el final de la guerra civil (julio de 1938 – abril de 1939).
La Batalla del Ebro decidió la suerte de la guerra: la derrota definitiva de la
república. Fue, además, la batalla de mayor envergadura de toda la guerra.
En julio de 1938 los republicanos lanzan una fuerte ofensiva en el Ebro,
cerca del delta, entre Mequinenza y Amposta. Los republicanos ganaron territorio,
pero la contraofensiva de Franco, reforzado por los alemanes e italianos, detuvo a los
republicanos, que se repliegan de nuevo tras la línea del Ebro. Franco rebasa el Ebro
por su desembocadura y el ejército de la república queda bastante dañado.
Tras la victoria en el Ebro, Franco decide atacar Cataluña. En enero de 1939
ocupa Barcelona y Gerona. Miles de refugiados, incluyendo el gobierno de la
República, que estaba en Barcelona, huyen a Francia.
En febrero de 1939 a la república sólo le queda Madrid y el centro y SE de la
península. El nuevo gobierno de la república estaba al mando de Juan Negrín y
apoyado cada vez más en los comunistas. Los últimos meses estuvieron llenos de
problemas internos de los republicanos. En Madrid hay varios golpes que intentan
derrocar el gobierno de Negrín. Se intentó negociar el final de la guerra, pero Franco
no quiso ninguna condición.
El 28 de marzo, las tropas de Franco entraban en Madrid. El ejército
republicano se descompuso y Franco avanzó sobre Levante. El 1 de abril Franco firmó
el último parte de guerra. La guerra había terminado.
4. LA ZONA REPUBLICANA DURANTE LA GUERRA.
En los primeros días de guerra, obreros y campesinos armados establecieron
comités en cada localidad bajo las órdenes de los partidos y sindicatos de izquierda.
Esto evitó el colapso total de la República.
A finales de 1936 los partidos que apoyaban la República (republicanos,
socialistas, comunistas y nacionalistas) formaron un gobierno de concentración
presidido por Largo Caballero, líder de la UGT. Este gobierno intentó recuperar y
reconstruir el Estado y ante el avance de Franco hacia Madrid, se trasladó a Valencia.
El gran problema de los republicanos fue siempre su división y sus luchas
internas. Para los republicanos y socialistas moderados lo primero era crear un Estado
capaz de ganar la guerra. Para los socialistas radicales y los anarquistas había llegado el
momento de la revolución.
Desde mayo de 1937 el gobierno socialista de Juan Negrín, apoyado por los
comunistas trató de fortificar el Estado republicano y resistir con la esperanza de
enlazar con la guerra que más tarde o temprano iba a comenzar en Europa.
Los problemas económicos acuciaron siempre a la República, ya que a la falta
de materias primas se le sumó la falta de alimentos en las grandes ciudades. En el
campo se produjeron colectivizaciones frecuentes sobre todo en Aragón, y también en
la industria catalana, casi siempre a cargo de los anarquistas.
La República tuvo que acudir al oro y las divisas del Banco de España para
adquirir armamento y abastecerse.
En la zona republicana se vivió también la represión política con el fusilamiento
de José Antonio Primo de Rivera, y de miembros de la derecha. En Paracuellos del
Jarama, 2.000 prisioneros fueron fusilados. La persecución contra la Iglesia fue
especialmente intensa, así como contra grandes propietarios e industriales.
5. LA ZONA NACIONAL DURANTE LA GUERRA.
Al contrario que en la zona republicana, en la zona nacional hubo orden y
disciplina militar. Pronto se organizó la Junta de Defensa Nacional, presidida por
Cabanellas, el general más antiguo. En cuanto a los aspectos económicos, la zona
nacional no tuvo problemas de avituallamiento de los republicanos. Sin embargo tenía
grandes carencias industriales. Contaba, por lo demás, con el apoyo de compañías
extranjeras (Texaco,etc.) y de la alta burguesía española.
Muerto Sanjurjo, se declara a Franco “Generalísimo de todos los Ejércitos” y
Jefe del Estado, para unificar el mando (1 de octubre de 1936).
Entre 1937 y 1938 Franco unifica todos los partidos en unos solo, al modo del
totalitarismo europeo: la FET de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las
Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Era una mezcla de falangismo y carlismo y
Franco se nombró a sí mismo jefe, una vez José Antonio Primo de Rivera había sido
fusilado por los republicanos.
Franco consiguió también el apoyo de la Iglesia que calificó la guerra de
“cruzada” contra el comunismo y el ateísmo, a cambio del monopolio de la enseñanza
y otras ventajas.
Las primeras Leyes de Franco, como el Fuero del Trabajo, se inspiraba en el
fascismo y la doctrina de la Iglesia. Pero todo, en fin, estaba presidido por la figura del
Caudillo, equivalente español al Duce o Führer. Comenzaría así una dictadura de
cuarenta años.
Se desató también la represión política. No sólo había que conseguir la victoria,
sino la eliminación del adversario. El paso del ejército franquista suponía matanzas
(como en Badajoz o Dos Hermanas) y fusilamientos de políticos, maestros,
campesinos, obreros o intelectuales y escritores (caso de Federico García Lorca).
6. BALANCE Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL.
La guerra civil ha sido el hecho más trágico de la Historia a España. Supuso, para
empezar, la muerte de más de 300.000 españoles, según las estimaciones más
probables, otros tantos exiliados e igual número de prisioneros que en gran número
fueron fusilados en la posguerra.
Pero no sólo dejó huella en los muertos sino también en los vivos. La guerra
sembró odio entre dos sectores de españoles. Una España venció y aplastó,
sometiendo a la otra.
Económicamente supuso la destrucción de gran parte de la industria, sobre todo
en Cataluña y el País Vasco, el arrasamiento de campos de cultivos, etc. España vivió
una posguerra aún más dura que la guerra y tardaría años en recuperar los niveles
anteriores a 1936 en todos los indicadores económicos (PIB, balanza de pagos, etc).
La principal consecuencia de tipo político fue la instauración de una dictadura
acompañada de la represión, de la censura y de la falta de libertades. España se
convertías en un país gris y mediocre. La mayoría de los intelectuales, científicos y
profesionales liberales salieron de España al exilio a Francia, México y otros países, lo
que supuso lo que algunos historiadores llamaron la “destrucción intelectual” de
España.
España tardaría décadas en recuperar la normalidad. Quizás lo esté haciendo
ahora.
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