utwwHiiwwtHAUMiWflMHWWHiimtMHnitHmmiüHiMiumiimÉnMiamimttHUtim» Año V . — No. 1 4 9 • iimLumiiuiiumuuiuiiiiifNimimuiiüuuHiiintiHuuHnuiuiiBUitujMMiiiHimiiimJiumHUUHiMMnuuiuiiiiiumimu^^^ A . p a r e c e l o s dists 5 . 15 y 2 5 d e c a d a m e s Oficinas: VILLALAR, 10 —MADRID—TELEFONO S - 1 5 U Apartado n tt ^ Correos, ^ H K tu H H I IJ UH M l H t l HU HHH HHHUH nUlUH ^iHmiitnuiiuuMmumiiwiiiuniwuiimitiiMittiíjNiiiiiiiiniiHiiMiwMiiiuuitmiiiuMitniíMimmmiHiitiiiirMUMiniuiiMiHinimiuiiuiuiuiiiiuiimiiiiii Hay un cronista parisino, Clement Vautel, á cuyo cargo está en Le Journal \a sección titulada «Mon Film», eco del día donde la amenidad y el i n g - e n i o vienen constantemente enlazados para ¡a crítica profunda y seria. Diariamente, Vautel comenta la actualidad más «actuaU, y tan acertadamente toca su pluma ese tema, que son infinitos los lectores del gran diario f r a n c é s que «empiezan» su l e c t u r a p o r e l » m o n film»^ d e Vautel. C o m o muestra d e ese género, traducimos hoy lo que acaba d e publicar hace unos días: *Los franceses han sido vencedores en el Mame, en Verdún y en otros lugares más. Pero esto no basta: si queremos conservar n u e s t r o prestigio en el mundo, e s preciso también que triunfemos en los « c i e n m e t r o s » , los «110 vallas», el salto con pértiga y algunas otras pruebas clásicas. Es preciso que alcancemos victorias deportivas. El deporte es la guerra del tiempo d e paz. Y no exagero a! decir que muchos ingleses no nos toman en serio, sino d e s d e Verdün; ¡nos habían dado tales 1919 H f H M H i n H m i U H I I W t i m tttWHHIHU ti W WNIU IMUWI MWtt UnHWUUHIWIUlUHWHNlUIHUUl CON PLUMA A J E N A Muri»umMMiHMMHiiiH(i)MiimiiMiiiMiniiiiHMiiiiiiiiiMiiMiiHii)MiiinMMMniMMUiilttllltllilll)llllilllHhllMlllll1llllljlllllllMlli'MiiiiiriniitiiiMiiiHiJiitiNininMnitiMwiiiMiiii^ HERALDO DEPORTIVO 5 julio 822 t t H n t U H H H i n H 11 H HH m de I H 3 S(M MÍ^ e>\S S>!e i I i iiiiiiitittiiHmmiimiiiiiruiiiiujH!jtHitiiu[itmiiiiiiiiiii[mH7itiwiinwil!iHliiitiiiiiwiiitiiimiHHimmtfiMmiiiwiw| HiiinitimmiiiMiiiiiiiiiiiiiiiinitniíiiMiiMiiHHiiiiiMiriiiiijiniNiiiitnMiiMmuiHNiiiimiiinimHiiiiiuiiuiiiwiniHiwiiuuMiwiwtwiuiuiiíiujiwmwiNiiiiHiii^^ palizas en nuestros encuentros con sus equipos de fútbol! Y o no soy de los que sólo ven en los juegos del estadio sino diversiones de gente joven. Es esencial para el prestigio de Francia, que nuestros campeones hagan buena figura en estas competiciones donde se opone á los pura sangre de cada raza. En nuestros días, las victorias del músculo tienen una resonancia prodigiosa. En unos segundos, un corredor alcanza para su patria una gloria más esplendorosa que la obtenida en cincuenta años por un filósofo d e genio. Y no se medigaque estas seancostumbresdesprovistas de intelectualidad; los griegos, que estaban muy civilizados, erigían estatuas de oro y de plata á los vencedores de los juegos olímpicos. Si nosotros fuéramos verdaderamente atenienses, consideraríamos la pérdida de Bouin, el célebre atleta francés, como una de las más crueles de la guerra. Pero deploramos, sobre todo, la muerte de escritores jóvenes, de jóveneá artistas, de jóvenes sabios; no sabemos suficientemente que el campeón internacional de un deporte popular, asegura á su país una incom* parable publicidad. Cierto que la República necesita sabios. Pero también necesita corredores á pié. Si debemos vivir cincuenta años sin guerra (ya ven ustedes que soy optimista), el deporte satisfará él solo» plenamente, esa necesidad de vencer que se encuentra en el fondo del c o razón de todos los pueblos. Las batallas del estadio adquirirá nuna importancia extremada; una carrera pedestre vendrá á ser lo que era una matanza de millones d e hombres, es decir, el «criterium» de la fuerza, d e la energía, d e la resistencia, del valor. Los orgullos nacionales s e hundirán en las pistas d e ceniza, y por el hecho d e haber sido batidas en el «cien metros lisos» ó en los «ciento diez vallas» naciones cubiertas d e una vieja gloria guerrera, se sentirán, y lo estarán en realidad, muy disminuidas... ¡Felices aquéllas cuyos colores serán llevados por los héroes c o ronados del laurel verde! Tal vez por haber triunfado en el lanzamiento del disco ó en el salto d e longitud sin impulso, venderán más fácilmente en el mundo sus manufacturas. Pongámonos, pues, á punto para esta guerra nueva, donde las cualidades de improvisación no sirven para nada. Esto es muy serio, y o o s lo aseguro... CLEMENT V A U T E L » 251