EL MUNDO. DIJOUS 24 DE DESEMBRE DE 2015 TENDèNCIES MIRADA TEATRAL | MARÍA JOSÉ RAGUÉ-ARIAS EL TEATRO BAJO LA ARENA DE LORCA Una puesta en escena de El Público de Federico García Lorca es un acontecimiento. La obra fue escrita hacia 1930, cuando Lorca había estado en Nueva York, pero hasta 1987 no se llevó a escena, dirigida por Lluís Pasqual y con espacio escénico de Fabià Puigserver. Recuerdo un gran espacio redondo y luminoso por el que en algún momento transitaban un par de caballos blancos, recuerdo una gran armonía de colores entre los que sobresalía el azul pero tras tantos años, no sé ni siquiera si mis recuerdos son fruto de la realidad o de mi imaginación. Insólito e insuperable espectáculo, creo yo. Diría que poco que ver con el que hoy –excelente– nos presenta Àlex Rigola. «Romeo puede ser un ave y Julieta una piedra». Ésa podría ser una síntesis del tema fundamental de El Público, la obra que Lorca escribió, alejada por completo de sus tragedias sobre temas andaluces, en un momento vital de ruptura sentimental. Uno de sus temas principales es el de hacer un teatro opuesto al teatro al aire libre: el teatro bajo la arena, el que no es visible ni comprensible para todos. Y si El Público es uno de los espectáculos más difíciles de llevar a escena, Rigola nos lo presenta ahora en el TNC con gran brillantez. «No vengo hoy a entretener a ustedes. Ni quiero, ni me importa», dice Lorca. En la Sala Gran del TNC, el patio de butacas ha sido reducido para engrandecer un escenario espectacular, unas paredes de brillantes retales de plata, casi un círculo, una especie de arenal con un montículo en uno de sus lados... y eso sí, un ridículo agujerito blanco para señalar el teatro EL GALLINERO | PALLARÉS bajo la arena. Espléndida escenografía de Max Glaenzel que nos muestra el teatro al aire libre. Una primera parte es en cierto modo una discusión sobre el teatro y su naturaleza, la segunda es la dramatización del tema que a menudo se ve ejemplarizado por alusiones a textos de Shakespeare como Romeo y Julieta. Hay una banda de músicos «en la cabeza de Federico», entre los que destaca Nao Albet. En total, por el escenario desfilan 30 personajes representados por 13 actores –no nos olvidamos de destacar el magnífico vestuario y las máscaras– y dos protagonistas (el director de escena y su criado) interpretados por Nacho Vera y Pep Tosar, sobrio y comedido álter ego de Lorca. Todo es visualmente muy bello. Para quien no conoce el texto, el espectáculo le sorprenderá pero también le cautivará. Rigola ha sabido encontrar el punto medio del misterio lorquiano. Veremos a Romeo y Julieta pero su identidad sexual ha sido eludida, cambiada. Los personajes tienden a querer ocultar su verdadera personalidad. Como dice Rigola, El público es «el conflicto de un hombre consigo mismo». Y tenemos a tres hombres: el que acepta su homosexualidad de modo agresivo, el que asume su parte femenina, el que se niega a salir del armario... La obra es, sobre todo, la defensa del teatro bajo la arena en oposición al teatro al aire libre. Se ha dicho –el propio Lorca lo dijo– que El público era una obra irrepresentable. Rigola nos demuestra que sí es representable y que puede seducirnos. No todos los espectadores entendemos todos los dobles o triples significados de las escenas y de las palabras pero todos nos sentimos cautivados por la belleza del 3 CRÍTICA És l’amor que mou el cel i les estrelles L’arqueta i el manuscrit Antònia Carré-Pons Editorial: Meteora Pàgines: 218 | Preu: 18 €. JORDI LLAVINA Una escena de ‘El Público’ en el TNC, hasta el próximo 3 de enero. texto y del espectáculo. No sé si ésta es la mejor puesta en escena posible de El Público pero sí es cierto que el espectáculo goza de un gran atractivo e interés. Y parece llevado a cabo con interés y me atrevería a decir que con honestidad. Y sobre todo, con inteligencia. Seria una llàstima que una novel·la esplèndida com aquesta passés inadvertida, com succeeix sovint amb tants bons llibres al nostre país, o que no comptés amb el contingent de lectors que, per la seva qualitat, l’obra es mereix. Antònia Carré-Pons és una escriptora que va consolidant la seva veu, llibre rere llibre. Prové del món acadèmic: llicenciada en Filologia és especialista en Jaume Roig i el seu L’Espill. I, d’aquest món de l’acadèmia, sense abandonar-lo, ha fet al salt a la creació. Del que acabo d’escriure es pot inferir, doncs, que la novel·la que comento és, ben segur, no sols el seu millor llibre fins ara, sinó aquell que havia d’escriure indefectiblement; el títol que només ella podia compondre. ¿Què m’ho fa pensar? Doncs que en aquesta bella història d’amor hi ha, com a pretext, una còpia manuscrita del clàssic de Roig, que viu un llarg periple des de València, on és composta, fins a arribar a la Biblioteca Vaticana (en l’origen de la recerca de l’autora, hi ha la tècnica del manuscrit trobat). Hi ha, encara, un paratext, que en diríem ara, ben suggeridor... Entremig, però, una estada a Nàpols –al segle XV, una ciutat germana de la nostra del sud–, que CarréPons recrea amb mà mestra, servint-se d’uns personatges vius, contrastats. Sí, hi ha aquest manuscrit i l’arqueta de nacre en què viatja... Un dels encerts del llibre és haver sabut muntar una història universal amb el recurs constant a la literatura. Un dels secundaris de luxe és Joan Roís de Corella, que el lector descobrirà que té una relació familiar amb la protagonista amorosa, l’Estefania (una noia que es dedica a historiar llibres: té molt bona mà per a les caplletres). En els episodis valencians, ens assabentarem de la mala relació entre Roís i Roig, que encarnen dues menes oposades de poeta. Hi apareixen igualment citats altres clàssics nostres de l’època: Jordi de Sant Jordi i Ausiàs March. Una gran història d’amor en el tombant del segle XV cap al XVI, que podria haver quedat en una quimera: tempestes del cor paral·leles a les tempestes de la mar, la pesta que fa estralls... Dante va deixar escrites les paraules que serveixen de títol a l’obra de CarréPons: una novel·la, vull insistir-hi, que neix de l’amor per la literatura.