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Plataforma Ciudadana por el Hábitat y el Derecho a la Ciudad
Manifiesto de adhesión
Plataforma Ciudadana
por
el Hábitat y el Derecho
a la Ciudad
Manifiesto de
adhesión
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Nosotros, organizaciones sociales y personas individuales, reunidas en trabajo permanente desde julio de 2015 con la intensión de conformar una plataforma
para que la sociedad civil pueda abordar de manera participativa e inclusiva temas
de interés con respecto al hábitat y el derecho a la ciudad, ponemos a consideración el siguiente manifiesto de adhesión.
1. INTRODUCCIÓN.- El derecho a la ciudad como aglutinador de causas comunes El derecho a la ciudad es un concepto que se ha consolidado durante los
últimos 50 años. Tiene su origen en los postulados de Henry Lefebvre (1960).En
América Latina responde a procesos sociales, que, a través de luchas urbanas,
buscan lograr que las políticas públicas locales o nacionales asuman el derecho a
la ciudad como un derecho colectivo que garantice el ejercicio de los derechos y
el desarrollo pleno de las capacidades humanas de las personas que habitan en
las ciudades.
Es a partir de los años 90 que el derecho a la ciudad se internacionaliza y se
lo concibe como un derecho humano en el marco de reuniones y encuentros de
activistas de derechos humanos, ambientalistas, organizaciones no gubernamentales, organizaciones y movimientos sociales, así como de organismos internacionales, dando como resultado la generación de la Carta Mundial por el Derecho a la
Ciudad en el año 2005. 1
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El derecho a la ciudad, según la Carta Mundial de Derecho a la Ciudad, se
define como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de
sustentabilidad y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las
ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere
legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el
objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y
un nivel de vida adecuado.
En el caso de Ecuador, el derecho a la ciudad ha sido incluido en nuestro
marco constitucional, el mismo que establece que: “las personas tienen derecho al
disfrute pleno de la ciudad y de sus espacios públicos, bajo los principios de sustentabilidad, justicia social, respeto a las diferentes culturas urbanas y equilibrio entre
lo urbano y rural. El ejercicio del derecho a la ciudad se basa en la gestión democrática de ésta, en la función social y ambiental de la propiedad y de la ciudad, y
en el ejercicio pleno de la ciudadanía” (Artículo 31, Constitución Política del Ecuador).
A pesar de que la Constitución reconoce al derecho a la ciudad como uno de
los derechos del Buen Vivir, los retos para lograr su pleno ejercicio y disfrute siguen
vigentes frente a modelos de desarrollo urbano y territorial que han generado ciudades y asentamientos humanos con evidente segregación social y espacial, exclusión, débil participación ciudadana, deterioro ambiental, e inequidad en el acceso
a las oportunidades, servicios, equipamientos y espacios públicos.
En septiembre del 2015 se aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible,
con la agenda para el año 2030. Entre los objetivo, el número 11 establece que las
naciones del mundo deben conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Además, en octubre de 2016,
se llevará a cabo en Quito –Ecuador, la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, la misma que propone reafirmar el
compromiso de los Estados en la construcción de ciudades inclusivas, equitativas
y sostenibles y definir una Nueva Agenda Urbana para los próximos 20 años. La
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nueva agenda global y la realización de la conferencia, junto con otras iniciativas
urbanas, constituyen una oportunidad para la recuperación de experiencias en la
gestión de ciudades, para su debate, promoción y uso como insumo de política
pública urbana.
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Frente a la concreción de propuestas y discusiones globales, se exige desde
la sociedad civil y desde los actores y movimientos sociales, que se abran espacios
para la incidencia en el proceso de planificación e implementación de políticas públicas que permitan el ejercicio pleno de nuestros derechos, entre esos, el derecho
a la ciudad.
La Plataforma por el Hábitat y el Derecho a la Ciudad, Ecuador se origina, por
un lado, de la preocupación general de un grupo de organizaciones y personas del
ámbito de las políticas públicas y de los movimientos sociales ante las amenazas
de los modelos de desarrollo urbano y territorial que han generado segregación
y exclusión social, así como una débil participación ciudadana. Por otro lado, la
plataforma surge como un espacio que permite la participación activa y reflexión
de la sociedad civil para la discusión temática e incidencia en lo que constituirá la
Nueva Agenda Urbana en Hábitat III y los instrumentos de política pública nacional y
regional para su posterior implementación, seguimiento y evaluación.
En el marco del funcionamiento de la Plataforma, queremos generar espacios
y/o medios para posicionar y debatir temas de especial interés para la ciudad en el
mediano y largo plazo, como por ejemplo temas relacionados con las políticas públicas territoriales; difundir los avances y resultados alcanzados del proceso preparatorio de Hábitat III; aglutinar una masa crítica de pensadores y gestores territoriales
de diferente procedencia –pública, académica, social, empresarial – y finalmente,
incidir en la generación de insumos para nutrir el debate y la definición de posiciones nacionales y regionales sobre políticas públicas territoriales, tanto en función
de la Conferencia, como posteriormente en el mediano y largo plazo.
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Así, desde la Plataforma por el Hábitat y el Derecho a la Ciudad- Ecuador, se
anima a la sociedad civil, formada por organizaciones y movimientos sociales, colectivos y ciudadanos en general, a adherirse al trabajo, bajo un compromiso de
expresión e intercambio de intereses, propuestas, posturas y aportes a fin de alcanzar objetivos comunes en torno al trabajo permanentemente por que se garantice
el derecho a la ciudad en Ecuador.
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2. PRINCIPIOS QUE RIGEN LA PLATAFORMA
La Plataforma es un espacio:
·
Democrático, donde todas las voces son escuchadas y respetadas; donde
las experiencias y los aportes de las diversas voces se intercambian en un
marco de diálogo respetuoso y constructivo. ·
Incluyente, diverso, plural y amplio, donde se juntan diversos actores afines
con objetivos sociales y comprometidos con construir una ciudad más justa
y equitativa.
·
Creativo y colaborativo, que da cabida a la generación de propuestas innovadoras como aporte a la política pública, por medio del trabajo e intercambio en red entre una diversa gama de actores sociales. Busca generar un
espacio donde estas propuestas puedan ser discutidas sin jerarquías y en un
marco de horizontalidad para garantizar un diálogo participativo.
·
Crítico y constructivo, para reflexionar de manera independiente en torno
a los desafíos de la política pública urbana, así como analizar sus implica-
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ciones sociales, políticas y económicas de la realidad actual en contraste
con las aspiraciones sociales. Así, la plataforma aspira a elaborar propuestas
constructivas para enfrentar desafíos urbanos y presentar soluciones a las
preocupaciones ciudadanas.
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Propositivo, un espacio para el planteamiento de aportes y propuestas que
respondan a las demandas ciudadanas y solucionen las principales problemáticas urbanas, buscando entender y aportar a la política pública urbana.
3. OBJETIVOS DE LA PLATAFORMA
OBJETIVO GENERAL
Articular a actores de la sociedad civil a nivel local, nacional y regional para,
mediante la incidencia en política pública, velar por el ejercicio del derecho a la
ciudad, al hábitat seguro y saludable, así como a una vivienda adecuada y digna,
y al disfrute pleno de la ciudad y de sus espacios públicos bajo los principios de
sustentabilidad, justicia social, respeto a las diferentes culturas urbanas y equilibrio
entre lo urbano y lo rural, lo cual está reconocido en la Constitución del Ecuador.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
·
Espacio de incidencia política (red, intercambio de ideas, criterios, posturas)
Ser un espacio participativo y de generación de un conjunto de posiciones
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y pronunciamientos concretos y específicos para incidir en el diseño y ejecución de políticas públicas relacionadas con la ciudad.
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·
Espacio de seguimiento y monitoreo: Dar seguimiento a la construcción e
implementación de los compromisos y agendas globales asumidas en la
implementación de política nacional y local.
·
Fortalecimiento de capacidades: Promover un sistema de redes para el fortalecimiento de capacidades de los actores de la sociedad civil en temas
relativos a la producción social de las ciudades, ejercicios de derechos como
el derecho a la ciudad, la incidencia de políticas públicas y otras.
·
Espacio de construcción de conocimiento y difusión: Motivar, generar, y difundir trabajos, estudios, investigaciones que, relativos a la temática urbana,
permitan el intercambio y construcción de conocimiento.
4. EJES DE ACCIÓN
Los ejes de acción promovidos por la Plataforma se enmarcan en tres pilares,
los cuales cobijan diferentes ejes de acción política de la Plataforma. Esto refleja la
naturaleza del derecho a la ciudad como un derecho que reúne y acumula múltiples derechos. Los tres pilares son: (1) la ciudad con justicia espacial, (2) la ciudad
con justicia socioeconómica, y (3) la ciudad democrática y participativa.
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I. Una ciudad con justicia espacial
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Acceso a vivienda y suelo
El derecho a la vivienda digna debe ser trabajado desde su integralidad, incorporando su dimensión física, territorial, social, económica, cultural,
ambiental, de gestión del riesgo, y demás; tomando en cuenta el nivel de
participación de individuos, familias, barrios, comunidades, pueblos y ciudades. Una adecuada política de vivienda debe desarrollar mecanismos para el
mejoramiento habitacional que consolide el espacio construido, así como
diversificar las opciones de acceso a la vivienda frente al modelo predominante de vivienda unifamiliar en propiedad individual, desarrollar diferentes alternativas de acceso que además de propiedad incluyan otras como
arriendo, cooperativas, vivienda comunitaria, vivienda pública, y otras que
garanticen la tenencia segura de la vivienda. Se debe garantizar la protección
y acceso de los sectores más vulnerables, mediante acciones afirmativas
que respondan a sus demandas específicas y mediante sistemas de subsidios con una perspectiva de redistribución y equidad social-territorial; velando por no desplazar a la vivienda social a la periferia. La gestión del suelo es
una tarea pública y un factor determinante en las políticas redistributivas. En
el acceso a la vivienda y suelo es necesario el compromiso y la articulación
de todos los actores públicos, privados y comunitarios y de los distintos
niveles, locales y nacionales. Se requiere desarrollar la regulación, sobre la
base de una interpretación adecuada de la función social de la propiedad,
que permita controlar los procesos de especulación en el sector inmobiliario y captar plusvalías en beneficio de la colectividad desde la óptica de
la redistribución. Los desalojos no constituyen una solución al problema
habitacional y de tenencia de vivienda, al contrario, deben ofrecerse alterna-
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tivas justas a quienes históricamente se han visto en la necesidad de ocupar
suelos de manera informal.
·
Universalización en el acceso a servicios
El acceso a servicios básicos adecuados debe ser la meta inmediata de las políticas públicas para los asentamientos humanos. Para ello, la
coordinación entre niveles de gobierno es fundamental. Lograr los mayores
niveles de acceso a servicios básicos de acuerdo a las condiciones territoriales debe ser un compromiso ineludible para garantizar los derechos
humanos y sobre todo reducir la pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Los programas de vivienda, y de expansión urbana, tienen
que integrar el acceso a servicios básicos. La dotación de servicios se debe
coordinar integralmente con programas de vialidad, electrificación, espacio
público, servicios sociales de educación y salud; y, debe optimizar el uso
de recursos, para alcanzar la cobertura de toda la población, privilegiando
los sectores más vulnerables con sistemas de subsidio cruzado y acción
afirmativa que prioricen las que han sido sus demandas históricas.
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Espacio público inclusivo y democrático
La distribución de espacio público de calidad es esencial para controlar
la segregación espacial. Se debe democratizar el espacio público, garantizar
una extensión mínima y de calidad, que facilite la integración urbana y el
buen vivir. La gestión de ciudades debe promover espacios públicos inclusivos que faciliten la expresión y la participación ciudadana capaz de promover que se tome en cuenta la diversidad de identidades de los usuarios. Es
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importante crear espacios públicos agradables, accesibles, y saludables, que
no sean asimiladores ni refuercen relaciones de poder, sino que faciliten la
apropiación diversa y plural. Estos deben responder a las necesidades específicas de los habitantes, creados por y para ellos.
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Movilidad sostenible, accesible, segura e inclusiva
El actual modelo de ciudad basado en el automóvil es insostenible,
aumenta la contaminación, expande la mancha urbana, disminuye la productividad, empeora la calidad de vida, agrava la segregación espacial y
reduce la interacción entre sus habitantes. Por tanto, se debe propiciar una
transformación hacia enfoques en modos de transporte más amigables
con la sociedad y el medio ambiente, como caminar y andar en bicicleta.
Además, se debe impulsar la implementación de transportes públicos intermodales que ofrezcan soluciones integrales, efectivas y justas. Las políticas
de movilidad deben tender a ser más más equitativas y sustentables, y considerar la equidad de género y atención a grupos vulnerables como niñez,
juventud, tercera edad, y otros. Todos estos factores deben ser considerados al momento de pensar políticas públicas en los temas de movilidad para
garantizar una ciudad accesible, segura e inclusiva.
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·
Reconocimiento y fortalecimiento de los vínculos urbano-rurales
Para reducir la pobreza y promover la equidad entre zonas urbanas y
rurales, es necesario comprender cómo estos dos espacios se vinculan a
través de movilidad humana, recursos naturales, empleo, bienes, servicios
ecosistémicos, tecnología e información. El tratamiento de los vínculos ur-
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banos rurales debe reconocer que las razones que estimulan la migración
del campo a la ciudad son la búsqueda de una mejor educación, salud,
servicios básicos, empleo, y en ciertos casos, razones forzosas como violencia, pobreza, vulnerabilidad ante desastres naturales y otros. El fortalecimiento de los vínculos urbano-rurales se basa en el aprovechamiento de
sus sinergias y complementariedades a través de marcos legales que permitan una planificación territorial conjunta y colaborativa entre varios niveles
de gobernanza, de manera que la planificación urbana considere el impacto
sobre áreas rurales y las externalidades que la ciudad genera sobre ella. Se
debe promulgar sistemas de suministro de alimentos dentro de las ciudades,
promoviendo sistemas de agricultura urbana que cree cinturones verdes,
proporcione alimentos frescos, genere empleos, utilice de mejor manera los
recursos y facilite el manejo y reciclaje de residuos urbanos.
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·
Gestión de riesgos, resiliencia y sostenibilidad
Para asegurar el derecho a una ciudad es necesario ampliar la forma
en la que enmarcamos y comprendemos a la ciudad, reconociendo sus
conexiones, dependencia e impactos que genera en las zonas periurbanas,
rurales y de protección; reconociendo que las ciudades no deben responder
a un metabolismo lineal de demanda, consumo y desperdicio, sino un metabolismo circular que produzca, utilice, recicle y recircule flujos de recursos
naturales dentro de la ciudad. Una ciudad resiliente y sostenible es aquella
que tiende a lograr un equilibrio con el ecosistema y biodiversidad que la
rodea; es aquella que promueve y recupera espacios públicos y áreas verdes para cumplir funciones de adaptación y mitigación al cambio climático y
gestión de riesgos; es aquella que describe un desarrollo bajo en emisiones;
trabaja por la creación de normativa ambiental y sistemas de monitoreo y
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evaluación; brinda capacitación y educación a su gente para que sepa prevenir y reaccionar frente a choques y tensiones.
II.
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Una ciudad con justicia socioeconómica
Cohesión social, equidad, igualdad, y no discriminación
Las ciudades deben garantizar los derechos humanos de todos sus
habitantes sin importar su género, etnia, orientación sexual, clase, capacidad
física, o nacionalidad. Debe impulsar el respeto e igualdad de todos sus habitantes y responder a sus diferentes necesidades. Los procesos de planificación urbana deben cuestionar las relaciones de poder injustas mediante el
reconocimiento de la diversidad, la distribución económica y espacial diferenciada, y la participación de grupos vulnerables en toma de decisiones,
para la implementación de acciones y políticas públicas justas que sean sensibles a la existencia de diferencias pero conscientes de nuestra humanidad
común. Se debe garantizar el amparo a quienes migran hacia una ciudad
sin importar la causa que les mueva. Se debe proteger a estas personas
de la estigmatización y discriminación, especialmente si se encuentran en
condiciones de refugio.
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Género
La adecuada gestión de las ciudades implica reconocer las barreras y
desigualdades estructurales entre hombres y mujeres. Las sub- representación de las mujeres en los espacios de decisión desencadena en sesgos
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en las decisiones de inversión en equipamiento de infraestructuras, uso del
espacio público, acceso a trabajo, salario, acceso a vivienda, crédito, propiedad, suelo, salud, y educación tienden a invisibilizar necesidades específicas
y perpetuar la inequidad de género.
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Empleo
El deterioro de los mercados laborales implica que muchas personas
participan en el mercado laboral en condiciones de empleo inadecuadas, es
decir sin la remuneración o los derechos que les corresponden. En Ecuador,
casi el 60% de trabajadores se encuentran en estas condiciones. El desempleo afecta de manera desproporcionada a mujeres y a jóvenes, así como
a minorías étnicas y sexuales. Se debe reconocer a la economía de tipo
informal como una realidad innegable que determina el desempeño de la
economía urbana y fomentar su sensible y justa incorporación para garantizar los derechos laborales e incrementar la productividad. Se debe reconocer la importancia del sector popular y solidario para determinar la calidad
del empleo y los ingresos de los habitantes de las ciudades. La gestión de
las ciudades debe considerar la redistribución de los medios de producción,
y desincentivar la acumulación desigual del capital financiero y productivo,
para promover economías de escala que permitan generar más y mejores
plazas de empleo para las ciudades.
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Seguridad
El derecho a una ciudad segura se logra a través del fortalecimiento de
las relaciones e interacciones sociales, lo que implica la necesidad de traba-
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jar profundamente con las organizaciones de base. Se debe involucrar a los
diferentes actores urbanos en la gestión de la lucha contra la inseguridad;
las políticas que buscan brindar seguridad en las ciudades deben articularse
entre niveles de gobierno y apoyarse en la participación de la ciudadanía,
creando integración y cohesión social a nivel local. Se debe garantizar la
apropiación segura de la ciudad y sus espacios públicos para el disfrute e
interacción de sus habitantes.
III.
·
Una Ciudad Democrática y Participativa
Gobernanza, participación y corresponsabilidad
La gobernanza democrática es el motor del derecho a la ciudad y la
base de su sostenibilidad. Los procesos de participación incluyentes están
en la base de la gobernanza democrática. Puesto que la participación ciudadana es un eje transversal para garantizar el buen vivir en las ciudades,
es importante promover el empoderamiento de la sociedad en todos los
procesos de toma de decisiones. Es importante garantizar la permanencia
y fortalecimiento de espacios de participación y de fomento de la corresponsabilidad. Para una incidencia efectiva, es necesario generar procesos
de mejora de capacidades para una participación efectiva, enfocados en
la formación continua, la capacitación y la democratización del acceso a
la información. Es fundamental que las organizaciones sociales definan las
estrategias de fortalecimiento organizativo de manera autónoma, así como
que el gobierno central y local establezca espacios adecuados y sostenibles
para su participación. Para que la participación no reproduzca inequidades,
esta debe ser sensible a la diversidad para garantizar la participación de gru-
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pos vulnerables, incluyendo mujeres, jóvenes, minorías étnicas y sexuales,
y de otros. La participación debe ser un método para fomentar la creación
de acciones y políticas públicas justas, y redistributivas.
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Modelos de desarrollo de las ciudades
Las ciudades son fenómenos multidisciplinares y complejos, por tanto, el modelo de desarrollo por el cual opte cada ciudad deberá contener también sus especificidades económicas, sociales, culturales, políticas
e históricas. Es trascendental la organización y el trabajo a nivel barrial para
consolidar un modelo sostenible para la ciudad. Para un desarrollo justo y
sostenible, la ciudad debe seguir un modelo que garantice la participación
ciudadana, el reconocimiento a la diversidad, la redistribución material, y la
sustentabilidad ambiental. El modelo de desarrollo de las ciudades no debe
basarse en la confianza absoluta en el mercado, no debe ser privatizador
ni excluyente. El modelo debe garantizar los principios de justicia social y
equidad urbana.
5. ADHESIÓN
Basados en los principios, objetivos y ejes de acción expuestos; tomando en cuenta que este documento ha sido el resultado de varios procesos
participativos, nos adherimos de manera voluntaria como parte de la Plataforma y exponemos nuestro compromiso a ser parte de ella en aras de buscar
ciudades más justas y equitativas.
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