LA INTERCESION QUE PRODUCE RESULTADOS Por H. C. Van Wormer Romanos 13:11 dice: “... conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño”. George Whitefield clamó: “dame almas o llévate mi alma... Hay una pasión por las almas, un peso profundo por los hombres, un cuidado del rebaño de Dios que gime lastimosamente por palabras, suspiros y lágrimas”. Un santo de antaño, antes de que hubiera automóviles, dijo que dejó de trabajar a media tarde, enganchó sus caballos a su carromato y caminó 20 millas para orar con un hombre, que sentía que se estaba alejando de Dios. Oigan lo que dice: “yo casi no lo podía evitar, mi amor y apuración por él era tan grande, que no podía descansar hasta hacer lo más que pudiera para traerlo a Dios”. Amados, esto es lo que debemos de recobrar las f ilas de creyentes en las iglesias, y nosotros los predicadores. David Brainerd dijo: “no me importa donde vaya, o como viva, o que tenga que soportar para poder salvar almas. Cuando duermo sueño en ellas; cuando estoy despierto son lo primero en mis pensamientos... Ningún logro académico, ninguna exposición brillante y de prof unda elocuencia puede suplir la falta de un profundo, apasionado y compasivo amor a las almas humanas”. John Fletcher dijo: “el amor continuo, universal, ardiente- es el alma de todas las labores de un ministerio”. Durante el gran reavivamiento galés, el Dr. F. B. Meyer vio una noche a un joven ministro llegar a una junta muy nutrida. Este joven se paró y oró a Dios por dos de sus acompañantes que estaban atrás burlándose de él. Uno de estos hombres se levantó inmediatamente y dijo: “no, eso no es cierto, yo no me estaba burlando. Yo simplemente dije que yo no era infiel, sino un agnóstico, y si Dios me quiere salvar, yo le daré la oportunidad justa. A ver si El lo hace”. La fanfarroneada pareció golpear a Evan Roberts que cayó de rodillas en una perfecta agonía de alma. Parecía como si su mismo corazón se fuera a romper bajo el peso del pecado de ese hombre. Una amistad del Dr. Meyer que estaba cerca de él dijo: “esto es horrible, no soporto oír a este hombre gemir de tal manera. Comenzaré un canto para ahogar sus gemidos”. El Dr. Meyer dijo: “haz cualquier cosa menos eso, yo quiero que esto penetre profundamente en mi corazón. He predicado el evangelio durante 30 años con los ojos secos. Yo he predicado a las grandes masas sin mover un solo cabello, inconmovible, quiero que el palpitar de la agonía de este hombre toque mi propia alma”. Evan Roberts gemía y gemía y Meyer dijo: “mi Dios, permíteme aprender de ese sollozo, que mi alma se rompa cuando predico el Evangelio a los hombres”. Después de 10 minutos Roberts se levantó y se dirigió a los hombres en la galería: “¿cederán?” Ellos dijeron: “¿por qué lo hemos de hacer?” Entonces él le dijo a toda la gente: “oremos”. El aire se hizo muy pesado, con suspiros, lágrimas y gemidos. Todo mundo parecía estar cargando a esos dos hombres en sus corazones, como si sus corazones se rompieran bajo la carga. Meyer declaró que él nunca había sentido una cosa así antes. Saltó en sus pies, sintiéndose como si se estuviera ahogando y le dijo a su amigo: “estamos en una batalla entre el cielo y el infierno. ¿No puedes ver que el cielo jala para un lado, y el infierno para el otro? Pareciera como si uno pudiera escuchar la bestia en la arena”. Después de eso uno de los hombres cedió, mientras que el otro como el ladrón no arrepentido se fue por su camino; pero Meyer no lo podía creer cuando posteriormente también éste regresó a Dios. Si eso fue necesario en el gran reavivamiento galés, ¿no se necesitará lo mismo hoy en día? Si usted lee de los grandes reavivamientos y de los cientos de hombres y mujeres que fueron traídos a Dios bajo el ministerio del gran evangelista metodista John Weley Redfield, usted descubrirá que las personas de ese tiempo no habían perdido “la agonía”; que algunos de ellos aún la tenían. Aquí hay dos ejemplos: “él (Redfield) comenzó a tener algunas de sus experiencias peculiares nuevamente, que frecuentemente habían acompañado sus esfuerzos más exitosos. Empezó a sentir una carga por la obra. Muchas veces pensaba que no lo podría resistir, tenía estas luchas a veces con tal severidad que lo tumbaban en la cama como si fuera un ataque de enfermedad, y lo mantenían allí hasta que lograba la victoria. Una noche en la iglesia, estaba cargado de una agonía tal por las almas que si hubiera podido aullar como los viejos profetas, le hubiera dado descanso, pero no lo podía hacer. Trató de salir de la iglesia, pero lo detuvo el Espíritu Santo, entonces dijo: “Señor, trataré de detenerme”; comenzó a llorar a voces. “oh mi Dios, estas personas deben de ser salvas”. Con esto sintió un alivio instantáneo; toda la iglesia estaba conmovida, por todos lados se oían los gritos de misericordia que se mezclaban con los gritos de gozo”. El resultado de esto fue que cientos fueron ganados para el Señor en esa junta y la obra fue tan profunda y completa que las otra iglesias trataron de ganarse a los convertidos metodistas y no lo podían hacer. Años después se declaraba: “algunos de los frutos del reavivamiento todavía permanecen”. En otra ocasión: “él (Redfield) empezó a ver que era una carga del espíritu de oración. Su agonía por las almas se hizo muy grande. La sensación era como si una mano poderosa tomara su cerebro, lo subiera hacia sí, y luego lo regresara con un doloroso shock. Esto ocurrió varias veces, todas las veces él clamaba: “yo me sostendré hasta que venga la salvación”. Luego, repentinamente, fue aliviado y el poder de Dios cayó poderosamente sobre las personas de una manera maravillosa”. Hubo grandes resultados de esto. El secreto de los reavivamientos del Sr. Finney era que Sion sabía como dar a luz. Isaías 66:8: “... Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz a sus hijos”. Oigan al Sr. Finney: “me cargaba con una gran agonía. Conforme regresaba a mi cuarto, yo sentía que casi me tambaleaba por el peso que estaba en mi mente; y luchaba, gemía, agonizaba, pero no podía presentar el caso ante Dios con palabras, sino sólo con lágrimas y gemidos. El Espíritu luchaba dentro de mí con gemidos que no se podían emitir”. ¿Cuán cercano está eso a lo que se nos da en Romanos 8:26: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” ? La razón del reavivamiento que ha estado sucediendo por cuatro años en las Híbridas es que algunos han recuperado la agonía perdida. Personas se han juntado para hacer noches enteras de oración, pero no ha sido una junta ordinaria de oración. El líder dijo que en esas reuniones de oración, ellos se salían de la influencia normal y natural hacia una esfera sobrenatural. “Pero el asombro de esta gran reunión es que mientras esto estaba pasando en la iglesia, los pescadores que estaban pescando, los hombres detrás de sus telares, los hombres en el banco, y el comerciante en su vehículo repartidor, maestros examinando papeles, fueron tomados por Dios, y para las 10:00 pm las calles estaban llenas de personas buscando a Dios, personas que nunca se habían acercado a mí. Yo caminé por -2- los caminos vecinales y encontré en un lugar tres hombres boca abajo, tan mortificados por sus almas que no podían ni siquiera hablar; sin embargo nunca estuvieron cerca de la reunión. Esto es reavivamiento. Para entender todo el cuadro, usted debe de leer sobre la lucha agonizante de toda la noche durante cuatro noches a la semana por todo un año, antes de que la respuesta llegara. Lucha agonizante es algo más que decir una oración de dos minutos antes de meterse a la cama, o al salir del carro por la mañana. Lucha agonizante quiere decir humillarse ante Dios y quedarse ante El hasta que se tome de los cuernos del altar y prevalezca. Este tipo de lucha involucra rogar, pedir, discutir, agonía y sudor, perseverar, persistir, buscar, preguntar y tocar en la puerta hasta que algo cae en los cielos de plomo. ¿Están haciendo esto padres y madres por sus hijos que están perdidos?” Entre más pronto confesemos que hemos perdido nuestra agonía por las almas, más pronto veremos resultados en nuestra evangelización de hoy en día. Encarenos la triste, y asombrosa realidad de que nos estamos acostumbrando al golpeteo de almas perdidas cuando éstas caminan por el camino de la eternidad sin Cristo. Parece como si hubiéramos perdido el poder de llorar, de luchar, de pedir y de agonizar por las almas perdidas. Las multitudes que están fuera de Cristo no tienen convicción de su condición perdida, simplemente porque nosotros carecemos de profunda convicción de su condición pecaminosa y de su eterna perdición. Sí, es verdad que tenemos múltiples campañas evangelísticas, reuniones de reavivamiento, cruzadas y quién sabe cuanto, pero con todo esto, son pocos los que están siendo librados del fuego eterno. Campañas de reavivamiento van y vienen, pero las ciudades y pueblos parecen estar tan perdidos como siempre. Nos hemos hecho demasiado profesionales, mecánicos y fríos en nuestros esfuerzos por alcanzar almas. Esos a los que tratamos de ganar, reconocen nuestra falta de calidez, nuestra falta de pasión, falta de agonía, falta de alarma y falta de lágrimas por su condición de perdidos. Ellos no ven evidencia de conflicto, de nuestra parte, para advertirles de los errores de sus caminos. Todo lo que pueden ver en nuestro testimonio personal es una languidez, indiferencia, vacilación, así que continúan en sus caminos sin Dios. Dios tenga compasión de nosotros si nos conformamos con formar cruzadas, organizar conferencias, como nuestros esfuerzos para un reavivamiento; contratando hombres, consiguiendo dinero para los, supuestamente llamados, esfuerzos evangelísticos y maquinaria misionera. Tratamos de persuadir sin pasión, de ganar sin llorar, de convertir sin conquistar. Es imposible ganar almas con corazones fríos y ojos secos. En lugar de llorar, ayunar e interceder, lo que hacemos es comer, tomar, divertirnos, juguetear y entretenernos; hoy en día, y luego nos maravillamos de que las personas no sean s alvas. Profunda humildad de alma y oración en el aposento alto son l a p r e p a r a c i ó n p a r a acercarlos al camino de Dios. La razón por la que no hay intercesión, agonía, llanto “entre el pórtico y el altar”; es que las personas de Dios no están atentas a las condiciones del día. La mayoría siente que en cada dirección hay abundante prueba del crecimiento de la iglesia y un progreso espiritual real. Pero la verdad del asunto es que con el incremento de la membresía en las iglesias han decaído las condiciones morales a un nivel más bajo que nunca; la infidelidad moderna se incrementa en las iglesias a un ritmo asombroso; la generación que está madurando virtualmente no tiene conocimiento de Dios sino una inclinación hacia perversiones religiosas, que niegan la deidad de nuestro Señor; la Palabra de Dios está siendo ignorada; lo sobrenatural es despreciado y el materialismo reina en las mentes de los hombres; la falta de respeto a la ley se intensifica y los criminales se hacen cada vez más arrogantes y desafiantes; la adicción a las drogas está acabando con nuestra juventud; impurezas sexuales están corrompiendo a nuestros escolares; las muertes diabólicas, simplemente por el hecho de sentir emoción, están atrayendo a nuestros adolescentes con su embrujo lóbrego; la extinción atómica nos está amenazando a todos. ¿Nos alarman las condiciones actuales? No, el regocijo continúa; comiendo y bebiendo, en lugar de estar ayunando; hilaridad en lugar de solemnidad en las asambleas -3- para intercesión. ¿Dónde están las indicaciones de humildad y arrepentimiento?, ni siquiera las hay de parte de las multitudes que “se unen a la iglesia”. Oh, ¿dónde están los intercesores gimientes y agonizantes? ¿Quién está alarmado? Como dijo el Rev. Harold Freligh en su artículo sobre “Entre el pórtico y el altar”, en la revista mensual “Alliance”, hace algún tiempo: “si nuestras conferencias para jóvenes deben de competir con la vanidad del mundo, pronto será una carrera para ver quién puede organizar mayor la fiesta para atraer a los clientes. A los jóvenes se les entretiene en lugar de retarlos, su lema va a ser “cuéntanos un cuento” en lugar de “oh, gran maravilla”. Para responder al llamado del altar, parecen exigir que no vaya a haber ninguna interferencia en su vida social”. Hubo un tiempo cuando separarse quería decir renunciar a algunas cosas buenas como también a las dudosas. Nuestros “Isaacs” eran puestos en el altar, nuestros “Ismaeles” que buscaban su propio bien, eran dejados allí, nuestros “Lots” mundanos eran desterrados. Pero ahora, a “Lot” se le ha encargado el comité de banquetes; a “Ismael” se le viste de payaso y se le trae para divertir a los comensales; y a “Isaac” se le brinda el asiento de honor y se le dice que es un buen compañero. “Nuestros retiros de pastores se han convertido en simples cubiertas intelectuales, adornados con algún deporte, y para no ofender, sazonados con un poco de oración”. ¿Puede un ministro realmente llevar la carga de otros cuando está con urgencia de llegar a su casa, tan pronto termine el servicio de la noche, para llegar a ver sus programas favoritos de la televisión? ¿Hay alguna preparación especial para el día del Señor, cuando su plática principal del domingo en la mañana es respecto al entretenimiento de la noche anterior? El punto cumbre de nuestra convención de verano es la comida en lugar de la oración diaria nocturna al pie del altar. Refrigerios y refrescos aunados a pláticas ligeras bajo las luces amarillas, son impedimentos de toda la operación del servicio nocturno que le precedió, un grupo de barrigas llenas y almas hambrientas no es el mejor enemigo para nuestro enemigo espiritual. El compañerismo con la taza de té se está haciendo más común que compañerismo en oración. El arrepentimiento y la actuación de las primeras obras que acompañan el primer amor se olvidan pronto y se cambian por comilonas y festejos. Amado, este no es el tiempo para diversiones, juegos y fri voli dades , sino de lágrimas, agonía, intercesión y gemidos “entre el pórtico y el altar”. Es el tiempo de llamar a una asamblea solemne y humillarnos ante Dios con ayuno y oración. La emergencia de la hora es suficiente para enviarnos a nuestras rodillas c l a m a n d o : “perdona a la gente, oh Señor”. Para recobrar la agonía perdida tendremos que pagar un alto costo. ¿Qué le significó a Pablo el dedicarse a ganar almas? Pérdida de fama, amigos, riquezas, descanso, reputación y familiares; cuán dura fue la separación, los lamentos, las cicatrices y las carencias, ¡todo porque quería que otros encontraran a Cristo! La suya fue una pasión por las almas que se incendió con fuerza y continuó encendido a pesar de todo desánimo. ¿Tendremos nosotros la agonía apostólica por las almas de los hombres? La podemos encontrar donde Pablo y otra almas agonizantes la hallaron, al pie de la cruz. Es imposible trabajar y testificar para Cristo con el corazón frío y los ojos secos, si realmente entendemos lo que quiere d e c i r que El h a y a derramado Su sangre para que los pecadores fueran salvados del pecado y del infierno. Cuando William Booth fundó el Ejército de Salvación en la parte este de Londres, no tardó en reunir alrededor suyo a unos cuantos jóvenes que capturan su visión para los perdidos. Con el tiempo, tuvo una escuela de entrenamiento con el único propósito de enseñar a sus cadetes como ganar almas. Un día mientras les estaba enseñando sobre evangelismo, hizo una pausa, y en forma dramática les dijo: “me gustaría poder enviarlos a todos ustedes al infierno por dos semanas”. Usted entiende lo que él quiso decir. Si esos jóvenes hubieran vivido entre los lamentos y gemidos de los condenados durante unos días, ellos hubieran regresado a la tierra con una imperecedera pasión de advertir a los hombres para que huyeran de la ira venidera. -4- Deuteronomio 30:19: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia”.