Redalyc. Artes y perfecciones en El Político de Platón. La Lámpara

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La Lámpara de Diógenes
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
[email protected]
ISSN (Versión impresa): 1665-1448
ISSN (Versión en línea): 1870-4662
MÉXICO
2002
Ute Schmidt Osmanczik
ARTES Y PERFECCIONES EN EL POLÍTICO DE PLATÓN
La Lámpara de Diógenes, año/vol. 3, número 005
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Puebla, México
pp. 17-21
Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal
Universidad Autónoma del Estado de México
http://redalyc.uaemex.mx
Artes y perfecciones en
El Político de Platón
Ute Schmidt Osmanczik
Instituto de Investigaciones Filológicas,
UNAM
Platón escribió dos utopías grandes, la República y las Leyes. El Político, al igual que
las Leyes, una obra de vejez, quiere ser principalmente un ejercicio para procurar una
mayor habilidad en la dialéctica y definir al estadista; en esta hazaña ofrece "de
pasada" una utopía "pequeña", mucho menos desarrollada que los dos escritos anteriormente mencionados.
En esta utopía "pequeña" llaman en especial la atención dos factores que juegan
un papel muy importante: por un lado, el gran número de "artes" ( téchnai) que se
mencionan en la obra, y por otro, el hecho de que se manejan varios tipos de perfección. En este artículo quiero ocuparme principalmente de estos dos aspectos.
Toda utopía, por pequeño que sea su desarrollo, pretende diseñar una sociedad
perfecta, ideal. Del estado del Político se dice que es la única constitución correcta, y en este punto de la "corrección" se insiste varias veces (cf. 297d; 293 a, c, e,
297a, 302e).
Este único estado correcto se realiza después de la "época de Cronos": en esta
época, dios mismo (Cronos) cuidaba de los seres humanos y ellos vivían en una edad de
oro en la cual no tenían que trabajar para su mantenimiento, pues la tierra les daba el
alimento; un clima benigno permitió que vivieran desnudos; no tenían instituciones
políticas, ni artes, ni guerras, ni vida familiar. Dicho en una sola palabra, en aquel
entonces el hombre vivía en un estado de perfección paradisíaca.
Después sucedió un fenómeno cósmico: giraron las estrellas, y se produjo una
situación no-paradisíaca para los seres humanos: dios dejó de cuidar de ellos; tenían
que trabajar y ver por sí mismos a la vez que carecían de mecanismos y capacidades
para sobrevivir; eran, en un primer momento, améchanoi y átechnoi (274 c1). Para
sobrevivir se tenían que preocupar por su seguridad, esto es, por el alimento, el techo, la ropa; se necesitaban, además, recipientes, vehículos, monedas e instrumentos
de toda índole. Para todo ello se requieren justamente muchas artes que implican
manipular la naturaleza y dominarla hasta cierto punto.
El estado ideal también dispone de personas que ejercen las así llamadas artes
"servidoras": esclavos y sirvientes comprados con dinero, mercaderes, mercenarios,
heraldos, adivinos y sacerdotes.
Puesto que los hombres ya no viven en la época de Cronos, se requiere también
una constitución política. El estado presentado en el Político es una monarquía, con
un único gobernante a la cabeza, llamado "rey" o "estadista". Son allegados a él los
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siguientes grupos de personas, sin los cuales no podría gobernar: estrategas, jueces y
oradores que persuaden para que se haga el bien. Estas personas, con sus respectivas
actividades, tienen su lugar en el estado y cumplen con su función propia.
El gobernante debe tener el arte político, o arte real, caracterizado en 261 c9
como "especialmente noble" ( gennaióteron ). Este arte consiste en "el conocimiento
del gobierno de los hombres" (epistéme ... perì anthrôpon archês; 292d) y es normativo: es conocimiento de aquello que debe ser, y de este conocimiento de lo que debe
ser se deriva la autoridad del rey (aquí no es el lugar de discutir si tal conocimiento de
normas es posible).
El propietario del arte político debe gobernar de tal suerte que a todos les toque
lo útil (prósphoron, 260 a6); debe ser filósofo (igual que en la República) para saber lo
que es bueno y justo para todos los miembros del estado y debe adecuar la realidad
empírica a estos ideales morales. Tiene este conocimiento en virtud de un arte de
medir que le muestra los valores mencionados acorde a los cuales gobierna. Platón
señala en especial que el rey debe tener mucho cuidado de que no suceda nada malo
e injusto (cf. 296c).
Dos son las tareas principales del rey en el Político: por un lado , la conservación del
estado y, por otro, el perfeccionamiento moral del mismo ( sózein... kaì ameínous ek
cheirónon apoteleîn; 297 b2-3). Para la conservación material de la sociedad sirve la
gran cantidad de las téchnai (especialmente) manuales. Dichas téchnai son concebidas
como "terapias", en tanto que "cuidan" de los seres humanos.
El perfeccionamiento moral del estado (un tema —por no decir una obsesión — típicamente platónico), requiere de varios factores; en primer lugar mencionaré una tarea
específica del gobernante, parte del arte real, que es la de ser un tejedor real. Tejer es
un arte productivo, y lo que en este caso produce es el temperamento "mixto" de los
habitantes del estado perfecto y correcto.
En el Político, Platón considera que por naturaleza nacen básicamente dos temperamentos en ambos sexos: uno con una fuerte inclinación a la temeridad, otro con una
tendencia hacia la tranquilidad. La inclinación natural empuja al hombre y a la mujer
a casarse con una pareja que tiene el mismo temperamento, pero esta inclinación
natural es, según Platón, funesta, pues a la larga produce descendientes en los cuales
se acentúa el temperamento natural más y más: de las uniones de los temerarios con
temerarias provendrán descendientes tan exageradamente temerarios que harán verdaderas locuras; por otro lado, de las uniones opuestas se generarán personas tan
tranquilas que el pueblo entero pudiera caer en la esclavitud. Por ello el impulso
natural debe ser superado, para lo cual Platón instituye el matrimonio eugenético: se
trata de un mecanismo de perfeccionar al hombre y consiste en que se unen en matrimonio los temperamentos opuestos: así se producirá en la descendencia el temperamento perfecto que Platón llama "mixto": se trata de un carácter equilibrado, ecuánime, armonioso, equidistante tanto del exceso de la temeridad como del de la tranquilidad. Este es el temperamento deseado en el estado perfecto.
Ahora bien, quisiera llamar "perfección política" —a primera vista una expresión
tal vez poco clara e irritante— a la coincidencia de varios factores para que se produzca una utopía, un estado perfecto (perfecto dentro de lo humanamente posible, no en
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un sentido absoluto). Para tal perfección, se tiene que dar, junto a la perfección
técnica, la perfección humana.
La noción de perfección técnica nos es familiar. Se puede ser, por ejemplo, un
excelente contador, o un pianista virtuoso. La perfección técnica presupone un conocimiento específico de algo que no todo el mundo posee y consiste en ser capaz de
realizar perfectamente bien una determinada tarea o profesión. En el Político se aducen muchas artes que implican una perfección técnica: por ejemplo, la carpintería, la
arquitectura, el cuidado de animales.
Empero, ¿qué sucede con la "perfección humana"? ¿En qué consistiría? No hay una
respuesta inequívoca a esta pregunta, no solamente porque "ser hombre (o mujer)" no
es una profesión, ni tampoco un oficio, sino también porque los ideales de perfección
humana cambian. Son candidatos a la perfección humana, por ejemplo, la semejanza
con dios, la perfección de obediencia, la perfección moral, la perfección política (junto a la perfección paradisíaca antes mencionada) entre otras. Para que se dé la perfección política, se requieren, aparte de la perfección técnica, varios factores, todos
relacionados con artes y "perfecciones":
1) En primer lugar, se requiere del arte real de un gobernante competente cuyas
tareas ya se mencionaron antes. Preocupado por un lado por la manutención física de
los gobernados, el rey dirige, junto con sus colaboradores, la gran cantidad de artes
en su estado, decidiendo cuándo algún propietario de un arte hace qué cosa.
2) En segundo lugar, el estado no sólo debe funcionar, sino ser moralmente bueno.
Esto es, se tiene que dar una perfección moral generalizada del estado. Este punto no
está desarrollado en el Político tan ampliamente como en la República; sólo se da a
entender en términos generales que tal perfección se presenta, en tanto que la sociedad como tal se rige por los valores de lo bueno, bello y justo. Concretamente se
señala que la riqueza y el poder no deben ser demasiado importantes (cf. 310b); el
ateísmo, la insolencia y la injusticia son vicios (cf. 309a:
atheóteta, hybrin, adikían).
El temperamento mixto de los habitantes ayuda por cierto para que se produzca esta
perfección moral generalizada.
Dentro de este contexto, es pertinente indicar que se dice un poco acerca de la
perfección moral personal: del rey se afirma que tiene "comprensión y fuerza del alma"
(259 c8), que debe ser "sabio y bueno" (296 e3) y que debe gobernar con "virtud y
conocimiento" (301 d1-2). Su estándar moral es alto, razón por la cual tendrá una vida
feliz (cf. 301d). Es característico para Platón el suponer que la virtud trae la felicidad.
A los jueces se pide que no sean sobornables. No deben dejarse influir en su quehacer por regalos, miedo, compasión, amistad o enemistad (cf. 305 b-c).
3) En tercer lugar, existe una perfección de obediencia. El rey debe dominar,
“... y los demás deben hacer lo que se les pide” (305 d4). El gobernante ordena a los
ciudadanos lo que tienen que hacer “...hasta que hayan terminado lo que se les ordenó” (260 a6-7). Se ve claramente, si bien no está mayormente expuesto, que todos
obedecen al rey; esto es, los ciudadanos muestran la perfección de obediencia.
4) En cuarto lugar, existe una perfección técnica; las muchas
téchnai que en el
Político se manejan y engranan hacen posible la conservación del cuerpo, de la vida y
de las posesiones (especialmente las artes manuales y relacionadas con la agricultu-
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ra). Platón subraya que sin estas artes no puede existir ningún estado (cf. 287d) y
habla con mucho detalle de un gran número de téchnai, de lo cual se infiere que las
aprecia: sólo en el pasaje comprendido entre 287d-289a se mencionan 14 artes. Actualmente diríamos que dichas artes contribuyen a la "calidad de vida". Según Platón,
si no las hubiera, la vida, ya de suyo difícil, sería insoportable.
Existe también el mal moral entre los hombres, el cual, dicho muy someramente, se
debe a la naturaleza física del ser humano ( symphotos epithymía; 272 e6). Ello implica
que la convivencia armoniosa entre los hombres no se da automáticamente (como fue el
caso en la época de Cronos), y dado que esto es así, el rey, con sus conocimientos y su
virtud, pone en marcha una serie de procedimientos para que dicho mal se erradique
—al menos en buena medida— y se dé, en la medida posible, el estado perfecto.
Este estado deseable de la sociedad se produce, pues, por el engranaje de las
distintas artes y perfecciones. Vuelvo a mencionar el matrimonio eugenético y un punto aún no señalado: la educación. Ésta juega un papel importante, aunque casi nada se
dice de ella. Se encarga de que todos los ciudadanos tengan la misma opinión acerca de
los valores morales importantes; dichas opiniones deben ser aprendidas y enseñadas;
incluso deben ser forzadas por "honor y vergüenza" ( timaîs kaì atimíais; 310 d). En
casos de extrema no educabilidad se mata a las personas. Ambas instancias, tanto la
educación como el matrimonio eugenético son mecanismos de perfección humana, que
pretenden conducir al hombre a cierta altura moral, tarea en la cual ayuda el temperamento mixto, ya que implica de suyo un cierto control de las pasiones.
El estado del Político es ordenado, estable, moralmente bueno y como consecuencia de ello, feliz. Sus miembros, valientes a la vez que templados, cumplen con sus
tareas y de tal suerte realizan la armonía del conjunto. El ciudadano perfecto sería
aquel que lleva a cabo su función específica en el estado bien gobernado y orientado
en valores morales.
La búsqueda de la virtud, la cual se funda, en Platón, en conocimiento, es también
semejanza con dios (cf. República 613b, Teetetes 176b). Del rey del Político, al tener
virtud y conocimiento, se puede afirmar que como tal se asemeja a dios, así como
cada ser humano se asemeja a dios al buscar la virtud y el conocimiento en la medida
posible para un ser humano.
En virtud de los distintos tipos de perfección, en especial por la perfección de
obediencia, el estado se hace moralmente bueno al hacer lo que el gobernante ordena; en tanto que ello es el caso, llega a ser también feliz y parecido a dios. Por ello se
le llama a la educación una "atadura divina" (310 a4), justo porque tiene que ver con
la perfección moral; por ello, Platón dice también que la opinión correcta de lo justo,
bello y bueno (de la cual el rey, por cierto, no sólo tiene una opinión correcta, sino un
conocimiento) es algo divino en una especie humana; por ello la única constitución
correcta es como "un dios entre los hombres" (303 b4).
En resumen:
1) Las muchas téchnai, especialmente las manuales y las que tienen que ver con la
agricultura, se dan en el Político en virtud de una situación que obliga al hombre a
sostenerse él mismo y a trabajar. La perfección técnica se alcanza por aprendizaje,
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enseñanza y entrenamiento. Esto no se dice expresamente en el diálogo que aquí nos
ocupa, pero se infiere de otras obras platónicas.
2) El arte político ocupa por su normatividad un lugar especial; ella es, en el
Político, una invención del hombre; es difícil y se adquiere (cf. 292 d4); su dominio
requiere de talento y entrenamiento, lo cual es la razón de que muy pocas personas la
tienen (cf. 292e-293a).
3) La perfección política que observamos en el Político es, al fin y al cabo, semejanza con dios. Ella se obtiene a través de los distintos mecanismos de perfección que
se deben a planeación y esfuerzos humanos en distintos campos.
Dos notas todavía: Platón cree que el hombre se puede perfeccionar por su propio
esfuerzo; en el Político , el filósofo se parece más a un déspota ilustrado que a un
pensador totalitario.
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