PAVIMENTOS MUSIVOS DEL YACIMIENTO ROMANO DE fUENTE

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ROMVLA 12-13, 2013-2014, págs. 349-378
ISSN: 1695-4076
Revista del Seminario de Arqueología de la
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Pavimentos musivos del yacimiento romano de
Fuente Álamo (Puente Genil, Córdoba):
los mosaicos del balneum*
TESSELLATED PAVEMENT AT THE ROMAN SITE OF
FUENTE ÁLAMO (PUENTE GENIL, CÓRDOBA): THE
MOSAICS BALNEUM
Sebastián Vargas Vázquez
Doctor en Arqueología
Resumen
Con este trabajo iniciamos el estudio del rico patrimonio musivo del yacimiento arqueológico
de Fuente Álamo, amplio catálogo que por su extensión requiere que en este primer
acercamiento ofrezcamos sólo algunas consideraciones generales sobre todo el conjunto y que
nos centremos, con mayor detenimiento, en los mosaicos de las estancias I y II del balneum.
Palabras claves: Mosaico, tesela, diseño geométrico, composición geométrica,
esvástica, perspectiva, balneum.
Riassunto
Con questo lavoro iniziamo lo studio del ricco patrimonio musivo del sito archeologico
di Fuente Álamo, un ampio catalogo che per la sua estensione richiede che in questo primo
* Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Investigación HUM2007-61878 y HAR201018594 y forma parte de la Tesis Doctoral: Vargas Vázquez, S. (2013): Diseños geométricos de
los mosaicos del Conventus Astigitanus, dirigida por la Dra. López Monteagudo y por la Profra.
León-Castro Alonso, continuación de un estudio previo que ha tenido por objeto el estudio de
los mosaicos de la Capital de dicho Conventus: Vargas Vázquez, S. (2008): Diseños geométricos
compositivos en los mosaicos de Écija (Sevilla), Memoria de Licenciatura realizada bajo la dirección
de la Dra. Guadalupe López Monteagudo, leída en la Universidad Complutense de Madrid en
2008, y que formará parte del Corpus de Mosaicos Romanos de España.
Recibido: 20 de abril de 2014. Aceptado: 25 de abril de 2014.
Pavimentos musivos del yacimiento romano de Fuente Álamo (Puente Genil, Córdoba):
los mosaicos del balneum
approccio offriamo solo alcune considerazioni generali sull`intero complesso, per poterci
concentrare, con maggior detenimento, sui mosaici delle sale I e II del balneum.
Parole chiavi: Mosaico, tessera, disegno geometrico, composizione geometrica,
svastica, prospettiva, balneum.
Los
mosaicos del yacimiento de Fuente Álamo forman parte de la
pavimentación de complejos arquitectónicos completamente diferentes y
distantes en el tiempo. Por una parte nos encontramos con el balneum, la que
podríamos considerar como la primera fase constructiva romana del yacimiento,
y por otra, con la posterior villa romana, complejo arquitectónico que cuenta con
un importante número de pavimentos. De esta última hay que extraer los restos
musivos de una fase previa a la que Luis Alberto López Palomo, Director de las
excavaciones hasta 2009, ha denominado como villa vetus.
Nuestro interés por este rico patrimonio musivo se remonta a algunos años atrás
gracias a la realización de la Tesis Doctoral Diseños geométricos en los mosaicos
del Conventus Astigitanus, cuyo principal interés recae en las composiciones y
diseños geométricos de los mosaicos del citado conventus, ámbito administrativo
y territorial en el que quedaba enmarcado el yacimiento romano de Fuente Álamo.
El contacto con dicho conjunto musivo ha sido por tanto extenso y dilatado, y no
sólo ha recaído en la catalogación de los mosaicos y en las composiciones geométricas,
sino que además ha tratado de profundizar en múltiples aspectos relacionados con
el estudio de la musivaria en general, y muy especialmente con aquellos centrados
en las formas y modos de producción y de trabajar en la antigüedad. Para ello, ha sido
necesario una continua y extensa revisión de los diferentes ejemplares, sabedores
en todo momento de que el análisis de este extenso conjunto musivo no se salva
ni se resuelve con una simple visita al yacimiento y/o a los diferentes ejemplares,
sino que el mismo debe estar sustentado en la revisión continuada y detallada de
todos y cada uno de los mosaicos, metodología que hemos aplicado con la misma
dedicación y sutileza en el resto de pavimentos del Conventus Astigitanus. Proceder
que no hubiera sido posible sin la ayuda, el apoyo y la cordialidad, en el caso que
nos ocupa, de los responsables del complejo arqueológico de Fuente Álamo, con
los que desde un principio se estableció un importante vínculo de colaboración1.
1. Agradezco enormemente la amabilidad y la delicadeza
con la que me han acogido los responsables de tan interesante yacimiento arqueológico, Luis Alberto López Palomo,
Director de las excavaciones desde 1982 hasta 2009, Manuel
Delgado, actual Director del Yacimiento, David Jaén Cubero
y al resto del equipo. Al mismo tiempo les quiero agradecer
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el permitirme acceder de manera directa a tan valioso patrimonio musivo, con la importancia que ello supone para
un estudio de las características de la Tesis Doctoral ya reseñada, facilitándome, además, todo el material y los datos
necesarios e imprescindibles para el buen funcionamiento y
evolución de dicho trabajo de investigación.
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Sólo así, con la posibilidad de poder acceder de manera continuada y sin
restricciones a tan magno complejo patrimonial, ha sido posible recopilar la
información necesaria para nuestro estudio, cuyo tratamiento ha sido analizado,
fuera del objetivo principal de nuestra Tesis (las composiciones geométricas),
con gran detenimiento para desvelar las particularidades y enigmas que ofrecen
los mosaicos de Fuente Álamo.
Como ya hemos señalado al principio, el trabajo que ahora presentamos
pretende constituir una importante introducción al estudio de los mosaicos del
yacimiento arqueológico de Fuente Álamo2. Espacio que cuenta con un singular
y destacable conjunto de mosaicos con decoración figurativa y con un elevado
número de pavimentos de traza geométrica. Mosaicos todos ellos del mayor
interés, capaces de dar pistas sobre los diferentes momentos históricos vividos
por el yacimiento y de mostrar indicios que permiten completar, algo más, el
complejo y nada fácil entendimiento de la historia del mismo.
En relación con el grado de estudio al que ha sido sometido este conjunto
musivo, debemos decir que son los pavimentos que muestran algún tipo de
escenas figurativas los que han acaparado la atención de la comunidad científica
y de estudiosos de ámbito nacional e internacional, dando como resultado un
importantísimo número de trabajos que de una u otra manera tratan de desvelar las
particularidades de dicho patrimonio iconográfico, y todo ello gracias al valor y a las
características que muestran unos pavimentos que denotan una gran singularidad3.
Por el contrario, y siguiendo la tónica dominante hasta no hace muchos años
en el estudio del mosaico, son los pavimentos geométricos y en general aquellos
desprovistos de escenas o representaciones figurativas los que se han visto
injustamente desplazados a un segundo lugar.
Intentando paliar dicho distanciamiento en la investigación de las diferentes
tipologías musivas se encuentra nuestro trabajo ya mencionado, que si en un
primer momento se ha centrado en las composiciones geométricas de los
mosaicos del Conventus Astigitanus, marca su próximo objetivo en la totalidad
de la Bética. Estudio en cuyo catálogo tiene cabida, no obstante, cualquier tipo de
2. Nos introducimos de lleno en los mosaicos sin entrar ni
tan siquiera en una presentación del yacimiento arqueológico, su ubicación, fisonomía, configuración arquitectónica,
etc., dado que en este mismo número de la revista Romula
se incluye un magnífico e íntegro artículo, realizado por el
que fuera director de las excavaciones desde 1982 hasta 2009,
Luis Alberto López Palomo, al que es de justicia reiterar mi
más sincero agradecimiento por su actitud generosa y desinteresada ayuda, y por su grata y valiosa amistad. Para una
mayor información sobre el yacimiento y las excavaciones
puede consultarse en Internet la Memoria desarrollada por
López Palomo: http://fuentealamoexcavacioneslopezpalomo.
blogspot.com.es/
3. LÓPEZ PALOMO, 1978, 363-372; Id. 1985, 105-115; Id. 1992,
17-20; DAVIAULT, LANCHA y LÓPEZ PALOMO, 1987; LÓPEZ
MONTEAGUDO et al. 1988, 785-816; LÓPEZ MONTEAGUDO,
1998, 191-222; GÓMEZ PALLARÉS, 1989, 105-116; BLÁZQUEZ,
LÓPEZ MONTEAGUDO, NEIRA y SAN NICOLÁS PEDRAZ,
1993, 221-296; SAN NICOLÁS PEDRAZ, 1994, 1.289-1.304;
id.1997, 403-418; ESPEJO MURIEL, 1995, 157-173; CABALLER,
2001, 111-127; LANCHA, 2001, 161-176; Ventura Villanueva, 2002, 227-228; LÓPEZ MONTEAGUDO y NEIRA, 2010.
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mosaico, muestre la decoración que muestre y presente el estado de conservación
que presente, siendo plenamente conscientes de que todos ellos forman parte
de un todo del que no se pueden desligar.
En consecuencia, nuestro estudio centra su interés en los pavimentos
musivos per se y sin distinción de ningún tipo, pretendiendo dar a conocer
el amplio repertorio de mosaicos de la Bética, al tiempo que intentamos dar
respuestas, entre otras, a cuestiones relacionadas con la técnica, conocimientos
de geometría, formas de trabajo y modos de ejecución, gustos, modas, tendencias
y estilos, talleres y cronología. Elemento éste último al que prestaremos especial
cuidado teniendo en cuenta la complejidad del tema, aclarando desde un primer
momento que para ello tendremos siempre presente los datos que nos ofrece la
propia secuencia arqueológica.
Los mosaicos de Fuente Álamo
Una de las primeras realidades con la que el investigador se encuentra cuando
se enfrenta a los mosaicos del yacimiento de Fuente Álamo es el desigual estado de
conservación de sus diversos ejemplares, que abarca desde la total y desafortunada
desaparición de algunos de ellos a la conservación casi intacta de otros.
Las causas de este desigual estado de conservación pueden deberse a múltiples
factores, aunque podemos adelantar sin reservas que muchos de los daños presentes
en los diferentes pavimentos tienen una conexión directa con el continuo y dilatado
uso de los espacios que pavimentaban y, desde el punto de vista técnico, con la
presencia, en gran parte de los mismos, de una base o cama pobre y débil. Debilidad
que se manifiesta en muchos casos en el simple apisonado del terreno a pavimentar,
al que se le suma una simple y fina capa de cal sobre la que finalmente se colocan
las teselas. Este tipo de camas se evidencia sobre todo en los mosaicos que se
encuadran en las etapas más avanzadas de la villa, presentando los pavimentos del
balneum, con seguridad, bases más firmes y sólidas.
Las diferencias, evidentes en la calidad de las camas, se acentúan aún más
si nos remitimos a aspectos como la técnica, los modos y formas de ejecución,
acabado final, etc., de los distintos ejemplares.
En este sentido, los pavimentos musivos pertenecientes a la etapa más
temprana del yacimiento (mosaicos de las salas I y II del balneum), aparte de
lucir una elegante y cuidada policromía, muestran una mayor destreza a la hora
de su materialización y acabado final, que podría estar relacionada con un mejor
conocimiento de la geometría y de las formas, y con un mayor cuidado y dominio
de las proporciones y del replanteo. En contraposición, aquellos mosaicos
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pertenecientes a la etapa o etapas más tardías de la villa manifiestan, en algunos
casos, claros y evidentes errores de cálculo y de replanteo y, en otros, una no muy
acertada pericia a la hora de la aplicación de la geometría.
Este hecho que acabamos de comentar, que se traduce principalmente en
diferencias de estilo, de técnica y de ejecución entre los mosaicos de un periodo
y otro, mostrando los de la primera etapa mayor corrección y mejor acabado,
no debe entenderse, como en algunas ocasiones se ha querido ver dentro de la
musivaria en general, como una perdida, en época tardía, de profesionalidad, de
rigor y criterios técnicos, de pericia, etc., ni con la ausencia de talleres y grandes
profesionales en esos momentos tardíos. Aunque es obvio que la profesión va
acusando cada vez más su propia decadencia.
Todo ese cúmulo de circunstancia debemos entenderlo, por tanto, como
un hecho particular y no como una circunstancia general, dado que existen
otros yacimientos, dentro y fuera de España, en los que sus mosaicos, al menos
los geométricos, fechados en momentos igualmente tardíos, muestran en su
ejecución una mayor destreza y pericia.
En consecuencia, esas diferencias técnicas deben entenderse desde un punto
de vista individualizado, a partir de la destreza y pericia del taller o talleres que
ejecutan los pavimentos en un momento determinado, sea el periodo histórico
que sea, aceptando, por tanto, que cada taller tiene sus propias habilidades y
peculiaridades, formas y modos de trabajar, independientemente del momento o
la época en la que se enmarquen.
La propia villa de Fuente Álamo es muestra de ello, ya que incluso los
mosaicos de la etapa más tardía presentan diferencias técnicas y de ejecución
que responden, con seguridad, a diferentes talleres y/o artesanos con habilidades
igualmente distintas.
Si como acabamos de decir, los talleres tienen mucho que ver en la ejecución
y en el acabado final de los mosaicos, en todo ello tampoco hay que descartar
la presencia del propietario que demanda la pavimentación de su domus o villa.
Y es que en ocasiones el dominus también va a influir de alguna u otra manera
en el resultado final que muestren sus mosaicos. Realidad entendible si se tiene
en cuenta factores como el grado de exigencia y conocimiento que éste pueda
tener y las presiones económicas y/o de tiempo a las que pueda someter al propio
devenir de los trabajos.
En este sentido, las irregularidades perceptibles en algunos de los mosaicos
pertenecientes a la que venimos denominando última etapa de pavimentación
de la villa, podrían responder a un intento de querer ahorrar y disminuir gastos
por parte del propietario, lo que le llevó a contratar un taller poco instruido y
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con una pericia hasta cierto punto limitada, a lo que lógicamente se le sumarían
otras circunstancias. Sin embargo, las propias características formales de la villa,
así como su amplitud y extensión, pondrían en tela de juicio dicha propuesta.
Las prisas y la participación de artesanos inexpertos en el desarrollo de los
mosaicos más tardíos de Fuente Álamo son una clara realidad que queda constatada
con la simple visión de algunos de sus ejemplares y con un hecho singular como es
la apreciación en varios de sus mosaicos de la intervención de diferentes manos, la
del maestro o persona de mayor conocimiento dentro de la officina musiva y la de
los aprendices o personajes menos instruidos. Realidad contrastable en mosaicos
como el que pavimenta el espacio central de la sala Mitreo (Fig. 1), y el localizado
en la habitación 7 (Fig. 2), pavimentos con el mismo diseño geométrico de figuras
lobuladas o nubes separadas entre sí por círculos.
En ambos pavimentos observamos que entre las figuras de lados cóncavos y
convexos se forman octógonos irregulares de lados curvos y que todas las figuras
de la composición llevan en su interior o se remarcan, siguiendo unas pautas más
o menos generalizadas en este tipo de decoración, con una figura de igual forma, a
excepción precisamente de estas últimas que en lugar de mostrar octógonos de lados
curvos presentan cuadrados de lados cóncavos, una tendencia a la esquematización
que rompe la armonía del conjunto. Esta circunstancia que podría interpretarse
como una simple tendencia a la simplificación o a la esquematización no es más
que una incorrección, una anomalía que se evidencia al observar con detenimiento
ambos mosaicos y comprobar que en el arranque de la composición aparece una
Fig. 1. Mosaico central de la sala Mitreo. Foto S. Vargas
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de estas figuras octogonales
realizada de manera correcta (Figs.
3 y 4). Particularidad que indica
claramente que el maestro del
taller, o una de las personas más
cualificada del mismo, realiza con
corrección o al menos con mayor
precisión, la primera figura para
que sirva de ejemplo al resto de
operarios que van a completar
la composición. Artesanos poco
instruidos, estos últimos, que
no son capaces de reproducir
correctamente dicha forma y
que aplican incorrecciones e
imperfecciones no solo a éstas
sino también al resto de figuras
y elemento decorativos, y que Fig. 2. Mosaico de la estancia 7. Foto S. Vargas
manifiestan, en consecuencia,
menor pericia y un modo de trabajo menos fino, teniendo en cuenta la tosquedad
que revela el acabado final del resto del mosaico. Circunstancia que como ya se
Fig. 3. Detalle del mosaico central de la sala Mitreo. Foto S. Vargas
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Fig. 4. Detalle del mosaico de la estancia 7. Foto S. Vargas
Fig. 5. Detalle de uno de los mosaicos de la sala
Mitreo. Foto S. Vargas
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ha señalado podría estar motivada por
las prisas o con la entrada en acción de
las personas menos cualificadas del taller,
por razones económicas o por la ausencia
de operarios cualificados aparte de aquel
que trazó las “figuras guías”.
Esta diferencia en el modo de
trabajar de los distintos miembros de un
mismo taller queda demostrada, de igual
modo, en algunas bandas perimetrales y
cenefas, siendo notoria la presencia de
un personaje que aplica a las ojivas un
cierto aspecto flamígero al alargarles la
punta superior (Fig. 5), cuya actividad se
puede apreciar en diferentes mosaicos.
Todas estas particularidades junto con el
estudio íntegro del resto de pavimentos
de Fuente Álamo serán presentadas en
trabajos futuros.
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En cualquier caso, lo que si queda claro por parte del propietario o
propietarios de la villa, es su marcado y acentuado interés por pavimentar y
decorar con mosaicos todos los espacios posibles del complejo arquitectónico,
independientemente de las dimensiones que éstos pudieran alcanzar, y su
evidente intención de demostrar y hacer ostentación de su estatus social y
de su importante riqueza, sobre todo si tenemos presente que la amplitud e
importancia que alcanza la villa se tuvo que ver reforzada con otros elementos
decorativos entre los que destacaría muy probablemente la escultura.
Al mismo tiempo, ese deseo de ver pavimentado todos los espacios del complejo
arquitectónico no está reñido, a tenor del resultado final de algunos pavimentos,
con unas exigencias poco estrictas y con un conocimiento limitado, al menos en lo
que a geometría se refiere, de un propietario poco exigente e instruido.
Y es que en el plano artesanal, los talleres y/o artesanos que construyen los
mosaicos más tardíos de la villa de Fuente Álamo demuestran con sus ejecuciones
poca pericia y en algunos casos poco cuidado en la resolución de sus producciones,
aunque como veremos más adelante existen claras diferencias entre los diferentes
ejemplares. En el campo de la geometría, los mosaicos más tardíos de Fuente Álamo
demuestran un genérico y acentuado descuido por el acabado y por el desarrollo
correcto de las formas o figuras geométricas, incluidos aquellos que muestran
representaciones figurativas como el de tema báquico del oecus y el de las Tres
Gracias que pavimenta la antesala de dicha habitación, donde tampoco se aprecian
grandes dotes artísticas en la configuración de las figuras; y en lo que a replanteo y
organización atañe nos encontramos, en algunos casos, con una actitud similar que
demuestran una planificación previa pobre y descuidada.
Otro de los aspectos más significativos a destacar en el estudio del conjunto
de mosaicos del yacimiento de Fuente Álamo, tiene que ver con la cronología,
aunque por el momento y en este primer acercamiento sólo destacaremos algunas
apreciaciones que creemos de interés.
La visión de conjunto de todo este patrimonio musivo nos permite diferenciar,
grosso modo, diversas etapas en la ejecución del mismo.
Así, a un momento más temprano del yacimiento se pueden adscribir los
mosaicos de las estancias I y II del balneum (Figs. 6 y 7), sobre los cuales recaerá
el interés de este primer trabajo.
A un período más avanzado se podría asociar un pequeño fragmento musivo
descubierto en un nivel inferior y al retirar el pavimento X de la habitación 8,
mosaico que muestra en lo conservado unas características estilísticas y de
ejecución que lo alejan de los del balneum y, al mismo tiempo, del resto de
ejemplares que decoran las diferentes estancias de la villa (Fig. 8).
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En una tercera etapa, a priori, quedarían inmersos el resto de mosaicos
conservados en la villa, cuyas característica principales así como las evidencias
arqueológicas los alejan de los anteriormente citados.
Como puede deducirse claramente, en este tercer grupo quedaría enmarcado
en un principio el conocido mosaico de tema nilótico. Sin embargo, las diferencias
que se perciben con respecto a los demás nos inducen a pensar que quizás
pudiera ajustarse a un momento más temprano, asunto que apuntamos y que
intentaremos resolver con el desarrollo del estudio exhaustivo de todos estos
Fig. 6. Mosaico de la estancia I del balneum. Foto S. Vargas
Fig. 7. Mosaico de la estancia II del balneum. Foto cortesía de Luis Alberto López Palomo
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pavimentos. Tal vez asociado con aquel que englobábamos en la segunda etapa
(Fig. 8), el cual no sólo muestra indicios de repavimentación dentro de la villa, sino
también de cambios sustanciales en las estructuras e incluso en la distribución de
sus salas, dado que los muros pertenecientes a la etapa final montan sobre dicho
pavimento, el cual aflora a un lado y a otro de los mismos. Con el mosaico nilótico
podría relacionarse igualmente el pavimento con escena marina dibujado por
Pérez de Siles y Aguilar y Cano en el siglo XIX. Su ubicación, en la confluencia que
se crearía entre el pasillo que parte desde la galería norte, en las inmediaciones
del oecus, en dirección al encuentro con el corredor sur, plantea la posibilidad
de que ya en la etapa final de la villa este espacio, y en consecuencia el propio
mosaico nilótico, hubiera quedado amortizado.
La etapa final, perteneciente a lo que el propio López Palomo ha denominado
villa nova englobaría, a priori, el resto de pavimentos, sobre los que adelantaremos
algunas apreciaciones relevantes relacionadas con el taller o talleres encargados
de su ejecución.
En este sentido, una mirada sobre dicho conjunto nos plantea, cuanto menos,
la duda de si es un solo taller o más de uno los que llevaron a cabo la pavimentación
de los distintos espacios de la villa, e igualmente, si fueron realizados en el mismo
momento.
La observación directa de todo el conjunto evidencia claramente la existencia de
alguna que otra diferencia que anima a pensar en la posible entrada en acción de más
de un taller en el desarrollo de este último conjunto musivo, y, como no puede ser de
otra manera, en una cierta distancia cronológica, aunque pueda ser mínima.
Fig. 8. Mosaico perteneciente a la primera fase de la villa. Foto S. Vargas
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Entre las diferencias más destacables, obviando la diferenciación entre
mosaicos geométricos y figurativos, resalta un aspecto tan importante y llamativo
como es el color. En este sentido, los mosaicos que pavimentan la sala Mitreo y
todas las estancias o espacios que se distribuyen en torno a la misma (habitaciones
4, 5, 6, 7, 8 y 10) y que quedan enmarcadas a la izquierda por el oecus o habitación
3, a la derecha por la habitación 12 y por parte de la gran galería que comunica
los edificios norte y sur, y al frente por el pasillo que discurre por delante del
mencionado oecus y de todas estas estancias4, se caracterizan por una marcada
homogeneidad, destacando su cromatismo en blanco y negro, tamaño y tipo
de teselas, así como una gran uniformidad en las formas, en su estilo y en la
técnica. Todos ellos son de tipo geométrico, compartiendo, algunos ejemplares,
composiciones y juegos decorativos.
En cambio, no ocurre lo mismo con el resto de mosaicos que muestran en
mayor o menor grado, según el caso, una cierta policromía. En este segundo
grupo entrarían los mosaicos del oecus, el que decora la galería que discurre por
el frente del edificio norte y que da acceso a la sala anteriormente mencionada, el
que pavimenta el tramo de pasillo conservado que se abre en las inmediaciones
del oecus en dirección al corredor situado al sur, el de este mismo corredor y
el de la gran galería que por el este discurre en paralelo al pasillo que parte del
oecus y une los edificios norte y sur5. A todos ellos se le suma el que decora la
estancia 12, el de opus signinum de la galería inmediata a la pars rustica, y con
seguridad los nuevos hallazgos que se están produciendo en la zona del edificio
sur. Con respecto al pavimento de grandes teselas localizado en el espacio
amortizado de la natatio del balneum, quedan reservas que desentrañaremos
en otro momento.
La mayoría de ellos muestran, como decíamos, mayor policromía y estilo y
técnica diferente a las presentes en el grupo anterior. Diferencia que también
se hace evidente en el uso, en algunos pavimentos del segundo grupo, de
teselas de cerámica para resolver las bandas perimetrales, aquellas que hacen de
transición entre los muros de las estancias y la decoración propiamente dicha
de los pavimentos. Un elemento éste que, aunque en ocasiones no se le preste
la atención que se merece, es bastante interesante y definitorio, hasta el punto
4. Se trata de los mosaicos que fueron descubiertos en las
excavaciones de 1985, exceptuando los del oecus, el de la
antesala de éste y el de la gran galería norte, y a los que
hay que añadir los de la sala Mitreo y las estancias ubicadas justo delante de ésta. Véase la planimetría presentada
por Luis Alberto López Palomo en este mismo número
de la Revista Romula. Un plano general del yacimien-
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to también se puede ver en el blog de López Palomo:
http://fuentealamoexcavacioneslopezpalomo.blogspot.com.es/
5. Estos cuatro corredores o galerías, conectadas entre sí,
definen un enorme espacio central, muy destruido por el
arroyo o canal que secciona el yacimiento, en el que aparte
de algunas estancias documentadas pudo estar ubicado el
peristilo de la villa.
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de convertirse en una seña de identidad de muchos pavimentos de la Bética y
que encontramos en otras villas del entorno y en lugares como Astigi, Italica e
Hispalis.
Diferencias cromáticas que se podría vincular en un primer momento a una
posible diferenciación de espacios dentro del propio conjunto arquitectónico,
donde los mosaicos de mayor policromia estarían decorando aquellos ambientes
más nobles y de mayor representación de la villa, incluidos los pasillos o galerías
que de algún modo conducen a los mismos. En contraposición, los mosaicos
en blanco y negro y de factura, en algunos casos, bastante irregular, podrían
estar decorando los espacios arquitectónicos menos ilustres y más privados;
idea, esta última, que pierde completamente su consistencia si tenemos en
cuenta la entidad de la habitación interpretada como Mitreo, sala que sólo por
su propia configuración y fisonomía se conforma como uno de los ámbitos más
importantes de la villa. Todo lo cual remarca la evidencia de que estamos con
total seguridad ante talleres diversos, quedando aún por resolver si existe alguna
distancia cronológica entre los dos grupos, aunque pueda ser mínima.
A las diferencias cromáticas entre los dos conjuntos se le suman otras de tipo
técnico, que se manifiesta al mostrar el primero de ellos, mosaicos del grupo de
la sala Mitreo, peor pericia y un grado de desarrollo menos cuidado y acertado,
aunque como ya hemos dicho, también el segundo grupo deja entrever alguna
que otra incorreción.
Todas éstas no son más que algunas de las muchas particularidades que se
pueden observar en el rico catálogo de mosaicos del yacimiento romano de
Fuente Álamo, las cuales hemos querido exponer a modo de introducción y con
la intención de destacar el inmenso valor de este magno conjunto musivo y el
gran interés que supone su estudio profundo y detenido. Características en las
que profundizaremos con mayor detenimiento en trabajos futuros que ya están
siendo abordados para su inmediata publicación, centrándonos por el momento
en los dos mosaicos del balneum.
Los Mosaicos del balneum
Mosaico de la estancia I del balneum (Fig. 6)
El mosaico I del balneum, que fue excavado durante los trabajos realizados en
la Campaña Arqueológica de 2005, muestra unas dimensiones de 3,26m x 4,7m.
El tamaño de sus teselas oscila entre los 8mm y 10mm, presentando en la banda
perimetral teselas de mayor tamaño que en algunos casos alcanzan los 12mm. La
gama cromática comprende los colores negro, blanco, rojo, burdeos y ocre.
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El estado de conservación de este pavimento es excelente, encontrándose
únicamente afectado en unos de sus laterales por una pequeña depresión del
terreno, hecho que en poco afecta a la visión general del mosaico.
Nos encontramos, por tanto, frente a un pavimento en perfecto estado de
conservación, policromo y de traza geométrica, compuesto por una banda
perimetral, varias cenefas decorativas y dos campos o tapices, uno principal y
otro secundario.
La banda perimetral se encuentra desarrollada con teselas blancas y sin
decoración aparente, mostrando la cenefa inmediata a ésta, y que marca todo el
perímetro del pavimento, decoración de línea de espinas o triángulos adyacentes
con dos lados curvos, alternos en color negro y rojo.
El resto del mosaico lo componen dos campos claramente diferenciados. El
primero de ellos y con un carácter secundario, se encuentra remarcado con un
filete dentado y muestra un diseño compositivo de escamas adyacentes divididas
por la mitad y alternando los colores blanco, ocre y burdeos (Fig. 9).
Por su parte, el segundo campo, que por sus características decorativas
actuaría como campo principal, se encuentra delimitado por una cenefa decorada
con una trenza de dos cabos. Inmediata a ésta, el campo nos ofrece una elegante
composición policroma de prismas, en la que destaca el cambio que se produce
al variar el ritmo y la dirección de las figuras justo a la altura de los centros o de
Fig. 9. Detalle del mosaico de la estancia I del balneum. Foto S. Vargas
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los ejes principales de la composición. Esta circunstancia, junto con el efecto
de tridimensionalidad y la alternancia de color, proporciona e imprime cierto
dinamismo al conjunto (Fig. 10).
Este último diseño de prismas, resuelto a modo de cenefa ancha, enmarca
un cuadrado central delimitado por un filete dentado y decorado con un diseño
de meandro de esvásticas circundando cuadrados en las cuatro esquinas y en
el centro de la composición. El Diseño se desarrolla en perspectiva, incluidos
los cuadrados, de los cuales, el central, se decora con un nudo de salomón,
mientras que los otros cuatro muestran en el centro un pequeño cuadrado
(Fig. 11).
Se trata, por tanto, de un pavimento bien resuelto y encuadrado, con un
acabado fino, cuidado y delicado, en el cual resalta sobre manera los elementos
resueltos en perspectiva, efecto que se refuerza con la ayuda inexorable del color.
Con respecto a la configuración general del mosaico, debemos destacar su
esquema dual, en el que predomina el campo con composiciones con apariencia
tridimensional o en perspectiva y al que nosotros hemos asociado un cierto carácter
principal por reunir los elementos decorativos más destacables, por su tamaño y
por su ubicación. En contraposición, el campo secundario, con una decoración
bien resuelta e igualmente elegante, muestra un diseño compositivo más simple.
Fig. 10. Detalle del mosaico de la estancia I del balneum. Foto S. Vargas
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los mosaicos del balneum
Fig. 11. Detalle del mosaico de la estancia I del balneum. Foto S. Vargas
Mosaico de la estancia II del balneum (Fig. 7)
El mosaico II del balneum presenta unas dimensiones de 3,8m x 4,3m y teselas
de características similares a las del anterior, comprendiendo la gama cromática
los colores blanco, negro, gris, rojo, burdeos y ocre. Su estado de conservación
es, igualmente, excelente.
El pavimento es policromo y de traza geométrica y se encuentra compuesto
por una banda perimetral de teselas blancas, varias cenefas y dos campos o
tapices, uno principal y otro secundario.
El enmarque del mosaico lo define un filete negro y grueso, y una cenefa de
ojivas.
El campo secundario o de menor entidad se desarrolla, como en el mosaico
anterior, con una composición de escamas adyacentes recargadas en este caso con
peltas en las crestas; en el vértice central de las escama se introduce una pequeña
línea horizontal que genera una pequeña “cruz” (Fig. 12). A diferencia con el del
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Fig. 12. Detalle del mosaico de la estancia II del balneum. Foto S. Vargas
mosaico anterior, el filete dentado de enmarque se sustituye por una línea simple
de teselas negras.
El campo principal se encuentra delimitado por una cenefa con cadeneta
policroma, y muestra una composición de líneas de cuadrados separados por
calles horizontales y verticales, generando un diseño de cajones con apariencia
tridimensional (Fig. 13). La distribución de la composición se desarrolla a partir
de un eje de simetría que se crea en el centro del campo y a partir del cual se
generan dos tapices presumiblemente iguales (Fig. 14). Recurso similar que se
apreciaba en la composición de prismas del mosaico anterior.
El diseño geométrico de este último campo se consigue, tal y como muestra
la parte inferir de nuestro dibujo (Fig. 13), creando una base de calles horizontales
y verticales, sobre la que se construyen trapecios rectángulos en los espacios que
se forman en el interior de las calles, lo cual se consigue con el simple trazado de
una de las diagonales de los cuadrados pequeños que se generan en la estructura.
La composición se completa al crear dos trapecios rectángulos y un cuadrado en
el interior de cada uno de los cuadrado grandes; siendo este último recurso el
que imprime profundidad a la composición (Fig. 15A).
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Fig. 13. Casillero en perspectiva. Diseño Vargas D12
El análisis minucioso y exhaustivo de esta composición nos permite revelar
algunas particularidades que nos harán entender con mayor detenimiento la
apariencia final que muestra el ejemplar de Fuente Álamo. De este modo, podríamos
decir que el diseño que presenta el mosaico II del balneum es una variante o
reinterpretación de nuestro diseño D12A (Fig. 16), en el que ahora sí, y gracias a un
correcto uso de la perspectiva y del color, todo el conjunto adquiere un armónico e
idóneo efecto de profundidad. En el caso del ejemplar de Fuente Álamo, el cambio
en la dirección de las líneas oblicuas encargadas de dar profundidad y la aplicación
del color rompiendo el orden establecido en el modelo anterior permite crear un
frente fijo y firme sobre el que se abren las casillas o casilleros. Cambio que no
sabemos si fue intencionado o por simple desconocimiento en la aplicación del
método correcto que conduce al resultado final que muestra el diseño D12A.
Si observamos con detenimiento el proceso de formación en la parte inferior de
ambos modelos, observamos que creada la base de construcción que los origina,
el cambio entre uno y otro se produce en el desarrollo cromático que contornea
los cuadrados centrales y en un simple giro en las diagonales que se forman en
los cuadrados pequeños que se generan en la base o estructura de construcción
(Figs. 15A y 15B). Al mismo tiempo, un nuevo cambio, esta vez por omisión, se
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Fig. 14. Mosaico de la estancia II del balneum. Foto cortesía de Luis Alberto López Palomo
produce al prescindir de las líneas paralelas a las anteriores y que en el caso del
diseño D12A hemos representado en línea discontinua (Fig. 15B). Particularidad
esta última que induce a pensar que el artesano de Fuente Álamo simplificó la
composición, aunque como ya hemos señalado no sepamos si lo hizo de manera
intencionada o por un simple error fruto del desconocimiento. Lo que sí queda
claro, no obstante, es que en el caso de Fuente Álamo el resultado final pierde parte
de la esencia del modelo, basado fundamentalmente en la profundidad que genera
la aplicación de la perspectiva y del color tal y como muestra el diseño D12A (Fig. 16).
En cualquier caso, debemos destacar que la forma de generar profundidad en el
interior de los cuadrados del mosaico II del balneum de Fuente Álamo, es la misma
que se aplica en la mayoría de los cuadrados presentes en las composiciones de
Figs. 15A y 15B. Dibujo S. Vargas
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los mosaicos del balneum
Fig. 16. Cuadrícula en perspectiva. Diseño Vargas D12A
meandro de esvásticas en perspectiva, tal y como muestra el mosaico de Oceanos
y Tethys de Iskendurun que se expone en el Museo Arqueológico de Hatay
(Fig. 17) y la mayor parte de los ejemplares que citamos más abajo, trazando en
cada cuadrado dos trapecios rectángulos y un cuadrado pequeño. Procedimiento
exacto que también se aplica en el mosaico I del balneum, aunque en este caso
se le da mayor protagonismo y tamaño al cuadrado interno para ser decorados
con un pequeño cuadro en el centro, en el caso de los perimetrales, o con un
nudo de salomón, en el caso del central.
Nos encontramos, por tanto, con dos mosaicos con características muy
particulares, mostrando ambos ejemplares una configuración general muy típica
en la decoración de cubicula, con un campo secundario de menor entidad y
situado en el fondo de la estancia, lugar destinado a acoger el lecho, y un campo
principal con mayor refuerzo decorativo y pensado para ser visto desde diferentes
puntos de vista. Es posible que esa fuera la funcionalidad de los espacios que
decoran ambos mosaicos, si bien, y teniendo en cuenta las propias características
del edificio del que forman parte, esta es una cuestión sobre la que habrá que
profundizar con mayor detenimiento.
Desde el punto de vista técnico, los dos pavimentos destacan por un
acabado acertado y una correcta distribución, organización y encuadre.
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Aunque es cierto que el mosaico de la sala I denota mayor pericia, maestría y
corrección.
Por lo que respecta a las composiciones y elementos decorativos, la mayoría
de los que se exhiben en ambos ejemplares cuentan con una amplia difusión y
perdurabilidad en el tiempo, encontrandose ya en momentos muy tempranos, por lo
que realizaremos un repaso somero de la mayoría de ellos para centrarnos con mayor
detenimiento en los que denotan, a priori, mayor singularidad o relevancia como son
aquellos que se caracterizan por su carácter de tridimensionalidad o profundidad.
Dejando a un lado la trenza de dos cabos por su consabido uso reiterado,
nos centramos en la cenefa de cadeneta que encuentra paralelos inmediatos
y cercanos en las villas romanas de Casariche, Almedinilla, Bobadilla y Bruñel,
localizándose el motivo en fechas más tempranas en mosaicos del siglo II de
Écija y muy especialmente en Itálica; en esa misma fecha se documenta en el
pavimento de La Loba y los Gemelos de Villacarrillo en Jaén.
Lo mismo ocurre con la cenefa de ojivas, aunque en este caso hay que señalar
que la forma de representar dichas figuras en Fuente Álamo se aleja, aunque muy
ligeramente, de la forma mucho
más extendida de representarlas
en la Bética, especialmente en
Itálica, Córdoba y Écija, en las
que no es muy común rematar
en línea recta la parte superior de
la composición, sino que por el
contrario, las curvas que forman
las ojivas quedan libres en un
fondo generalmente blanco. En
cualquier caso, un paralelo muy
parecido lo vemos en la villa
romana de Bobadilla (Antequera,
Málaga), en un pavimento fechado
en el siglo III.
Por lo que respecta a la cenefa
de triángulos contiguos con dos
lados curvos o cenefa de espina,
el motivo lo encontramos con una
tonalidad cromática semejante en
Écija, y en la variante en blanco
Fig. 17. Detalle del mosaico de Oceanos y Tethys de
Iskendurun, Museo Arqueológico de Hatay. Foto S. Vargas.
y negro, aspecto mucho más
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los mosaicos del balneum
frecuente en el que suele representarse este tipo de decoración, se documenta
entre otros lugares en Itálica, Écija, Carmona y Cártama, en este último caso en el
mosaico del Nacimiento de Venus.
Centrándonos ahora en las composiciones, los ejemplares de Fuente Álamo
exhiben en sus “campos secundarios” idéntica composición de escamas adyacentes
con punta roma o plana (diseño Vargas B12A), aunque resuelta de manera diferente
en lo que a cromatismo y añadido decorativo se refiere, al mostrarse, como ya
hemos señalado, divididas por la mitad y en contraste de color en el mosaico de la
sala I y recargadas con peltas en el mosaico de la sala II.
La composición de escamas se muestra en el mundo romano en diferentes variaciones, rematadas en punta fina o como en nuestro caso con punta roma o plana, en blanco y negro, policromas, monocromas y simplemente remarcadas con
color diferente al de relleno, divididas en dos, como en el caso de mosaico de la
sala I del balneum de Fuente Álamo, recargadas con peltas en las crestas, como en
el caso del mosaico de la sala II del balneum de Fuente Álamo, en composición de
escamas adyacentes y tangentes, en composición de líneas horizontales y verticales
de escamas contrapuestas, alargadas, vegetalizadas, etc.; conformándose como es
bien sabido en un recurso muy extendido y demandado en todas sus variantes,
como elemento aislado o formando composición. Si bien, debemos decir que en el
caso de la Bética la preferencia, por el momento, se vuelca hacia el uso de la composición de escamas enterizas, sin división cromática, y así lo vemos en el caso de
la villa de El Arca, Castor del Río, Córdoba, donde se constata un uso reiterado de
este elemento (Bretones y Vargas, 2008, 207-248).
Aun así, no es difícil encontrar paralelos de escamas divididas o en bicromía,
dentro y fuera de este mismo ámbito territorial, como en Córdoba (gran mosaico
geométrico de la Plaza de la Corredera, de la segunda mitad del siglo II o principios
del III, y mosaico de escamas del siglo IV descubierto en la misma Plaza de la
Corredera y conservado en el Museo Arqueológico de Córdoba), Mérida y en villas
romanas como la de Rabaçal, Milreu, Almenara Puras, Cuevas de Soria, Puente
de la Olmilla (Albadalejo), Liedena (provincia de Navarra) o Fortunatus (Fraga,
Huesca), en este último caso en el mosaico de Venus y Eros, del siglo IV, con una
gama cromática muy cercana a nuestro ejemplar del balneum de Fuente Álamo,
etc. Fuera de Hispania, las escamas divididas se documentan en momentos muy
tempranos en Pompeya, Alejandría y Tell Timai (Thmuis), entre otros lugares. Y
entre el 724 y 743 d. C. se puede ver en el Palacio de Khirbet el-Mafjar (Dunbabin,
2003, 205-208, fig. 220).
En cuanto a las composiciones con escamas rematadas o recargadas con peltas,
se produce algo similar, dado que en esta modalidad la preferencia abrumadora y
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generalizada, no sólo en la Bética sino en toda Hispania, es por el uso del diseño de
escamas contrapuestas (remolino de peltas) o composición de ondas horizontales
y verticales con peltas en las crestas y bases de las sinusoides (Córdoba, Itálica,
Écija, Antequera,…). Aun así, un ejemplo similar aunque en blanco y negro lo
encontramos en el Museo de Santa Cruz de Toledo, en un mosaico del siglo IV
(Blázquez, 1982, 43, n. 30, lám 35).
En cualquier caso, no hay que olvidar que en ambos casos la composición
geométrica básica es el diseño de escamas con punta roma y que tanto la división de
éstas en dos mitades como la incorporación de las peltas son añadidos decorativos,
siendo la pelta un elemento que como ya hemos señalado goza de un amplio y
dilatado uso en el tiempo y de una extensa difusión territorial.
Nos centramos ahora en los motivos o composiciones representadas en perspectiva y que en contra de parecer una novedad o singularidad, supone una forma
de representar constante en el mundo romano, que supera los límites de dicho
ámbito cultural, en el caso de los diseños que nos ocupa, para llegar prácticamente
hasta nuestros días sin modificaciones sustanciales.
Así, el meandro de esvásticas con carácter tridimensional o en perspectiva se
convierte en un elemento muy utilizado y recurrente y lo encontramos muy parecido a nuestro mosaico de Fuente Álamo, aunque en la mayoría de los casos formando parte de la decoración de cenefas, o con leves modificaciones, al aparecer
las esvásticas resueltas con codos, agrupadas en grupos de cuatro, etc. Los cuadrados o los rectángulos que enmarcan o contornean el meandro suelen resolverse
igualmente en perspectiva y muy similar a los que muestra nuestro mosaico de la
estancia I, con el cuadrado interior más amplio y dispuesto para recibir algún elemento decorativo, o resueltos, como ya hemos apuntado, como los que muestra
la composición del mosaico de la estancia II, siendo ésta, curiosamente, la práctica
más generalizada.
La dispersión geográfica de este tipo de recurso decorativo en perspectiva es
amplísima y se enmarca en un eje cronológico igualmente extenso, con un uso
continuado desde época helenística y republicana, como atestiguan los siguientes
ejemplares: Sicilia, Mosaico de Ganimedes de Morgantina, procedente de la Casa
de Ganimedes de la antigua Morgantina y fechado en la segunda mitad del siglo III
a.C. (Dunbabin, 2003, 18-22, figs. 19-21); Toarmina, Via Circonvallazione, de finales
del siglo II a. C. (Von Boeselager, 1983, 36-39, taf. VI);también en Sicilia aunque enmarcado en una fecha más tardía se puede ver en el mosaico con escena de caza
perteneciente a la villa romana del Tellaro, descubierta a orillas del rio Tellaro, cerca
6. Véase también la web: http://www.villaromanadeltellaro.com
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de la antigua Helorus, al sur de Siracusa, de la segunda mitad del siglo IV (Dunbabin, 2003, 142-143, fig. 147)6 y en varios ejemplares de la famosa Villa del Casale en
Piazza Armerina (Carandini, Ricci y De Vos, 1982, 197 y ss. flg. XXVII-XXXI; 258-268,
fgl. XXXVIII, fig, 156-164). El motivo también se puede ver en Delos, Ágora de los
italianos, en mosaicos fechados hacia el 130-88 a.C. (Ovadiah, 1980, 34-35, pl. V, fig. 8
y pl. IV, Fig. 7; Dunbabin, 2003, 32, fig. 32); y en el pavimento firmado por Sophilos,
procedente de Thmuis en la actual Tell al-Timai en Egipto, y conservado en el museo Greco-Romano de Alejandría, probablemente de la última década del siglo III
a. C. o principios del II (Andrzej, 1985, Cat. No. 38, 142-ss., Pl. 32, fig. 8; Dunbabin,
2003, 26, fig. 25). En Thmuis también se localiza en otro pavimento de alrededor de
mediados del II a. C. (Andrzej, 1985, Cat. No. 40, Pls. 34 y 35a) y en Alejandría, en
diferentes ajemplares que se fechan en el siglo I y II a. C. (Andrzej, 1985, Cat. No. 17
y 18, Pl. 19 y 20). En Pérgamo lo encontramos en el peristilo de la Casa 2, habitación
9, fechado entre el 67-47 a. C. (Dunbabin, 2003, 223-224, fig. 235) y en el Mosaico
de Sileno y Dionisos niño del edificio z, que se fecha en un momento más tardío, a
partir del siglo II (Dunbabin, 2003, 223-225, fig. 236); en Corinto se documenta en
la villa de Anaploga, en un pavimento de finales del siglo I o principios del II (Miller,
1972, 332-354, pls. 65-737; Dunbabin, 2003, 209-210, fig. 222). En el siglo II lo vemos
igualmente en el Mosaico de las termas de Otrícoli con escenas de Centauromaquia
y conservado en la Sala della Rotonda de los Museos Vaticanos (López Monteagudo,
2012, 64, figs. 39-41); también en Roma, el meandro de esvásticas en perspectiva,
aunque componiendo esta vez todo el campo musivo, se puede ver en la Sala della
Lupa de los Museos Capitolinos, Palazzo dei Conservatori, en un mosaico descubierto en la Via Nazionale. En el Museo de Timgad se localiza en el pavimento del Cortejo Marino de Faubourg Ouest, tal vez posterior al siglo II (Germain, 1973, 109-110,
n. 161, pl. LII); en Shahba-Philippopolis en Siria, en el mosaico con la Alegoría de
Aión conservado en el Museo Nacional de Damasco, de la segunda mitad del siglo
III (Dunbabin, 2003, 168, fig. 174); de la zona de Antioquía son varios los ejemplares
que contienen este motivo decorativo, entre los que destacan el pavimento del triclinium de la Casa del Barco de Psyches con representación de Oceanos y Thalassa,
de inicios del siglo III (Baratte, 1978, 124-126; Dunbabin, 2003, 315, fig. 314) y el de
la habitación 1 de la Villa Constantiniana, de mediados del siglo IV (Baratte, 1978,
99-118; Dunbabin, 2003, 163-166, fig. 169), ambos pavimentos procedentes de Daphne (la actual Harbiye, provincia de Hatay, Turquía). En el Museo Arqueológico de
Hatay, el elemento en cuestión se documenta en el mosaico con motivo de meandro
originario de Yakto-Harbiye, del siglo IV y en el de Oceanos y Tethys de Iskenderun
7. Cf. los paralelos que se recogen en dicho trabajo.
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(provincia de Hatay, Turquia), del siglo V. De Zeugma proceden también varios ejemplares con esta misma decoración: mosaico de Akratos y Euphrosyne y mosaico de
Pasífae, Dédalo y el triunfo de Dionisos, de finales del siglo II, ambos conservados
en el Museo del Mosaico de Zeugma en Gaziantep. De entorno al siglo III es el
pavimento del Genio del Zodiaco de Haïdra, Túnez (Foucher, 1981, 3, pl. I, fig. I) y
del primer cuarto del siglo IV el del Triunfo de Neptuno de Constantina (capital de
la antigua Numidia, en Argelia), conservado en el Louvre (Baratte, 1978, 28-40). En
el museo de Bardo (Túnez) se conservan varios ejemplares en los que se encuentra
igualmente presente el meandro de esvásticas en perspectiva: mosaicos de Dionisos
luchando con los piratas (Aïcha Ben Abed-Ben Khader (Dir.), 2003, lám. 37) y des
Echansons o de los sirvientes o esclavos, ambos de Dougga, Túnez, y fechados en el
siglo III; mosaico de Oceanos y del Triunfo de Neptuno de las termas de la Casa de
Caton, procedente de Utica, del siglo III (Aïcha Ben Abed-Ben Khader (Dir.), 2003,
n. 320). En el siglo V el motivo lo encontramos en el Mauseoleo de Galla Placidia en
Ravenna, formando parte de la decoración musiva parietal, y ya en momentos mucho más tardíos se puede ver en Jericó, en el Palacio de Hisham en Khirbet el-Mafjar,
en un pavimento que se data entre el 724 y 743 (Dumbabin, 2003, 205-208. fig. 220).
En Hispania, el meandro de esvásticas en perspectiva tampoco pasa
desapercibido y se localiza en Tarragona, en el mosaico de Medusa conservado en
el Museu nacional arqueològic de Tarragona, de finales del II-primer tercio del III;
en Carranque, en el mosaico de Briseida, Aquiles y Ulises que decora el triclinium,
del siglo IV; en la villa de Rabaçal, (Penela, Portugal), en el pavimento del corredor
oeste, de la segunda mitad del siglo IV (Pessoa, 1998, 30-31). Junto a estos ejemplos,
el meandro de esvásticas en perspectiva se ha documentado recientemente, como
decoración pictórica, en Cástulo.
Como en el caso anterior, la decoración de prismas del mosaico de la sala I de
Fuente Álamo es un elemento que gozó de gran difusión a lo largo de un extenso
arco cronológico, y lo podemos ver formando parte de la decoración de cenefas y
campos musivos, pero también como elemento decorativo aislado o secundario.
Algunos de los ejemplos más notorios se documentan en pavimentos conservados
en el Museo de Louvre, como el mosaico de aves y elementos vegetales alrededor de una crátera procedente de Daphne, fechado en la primera mitad del siglo
III (Baratte, 1978, 126-128); de Daphne procede igualmente un segundo ejemplar
que se fecha en el siglo IV (Baratte, 1978, 120-121) y un tercero datado a partir del
526, en el que los prismas se muestran envueltos en una cenefa decorada con una
elegante y delicada banda en perspectiva (Baratte, 1978, 121-123). De la misma
procedencia son el Mosaico del triunfo de Dionisos, fechado entre los siglos II y III,
y el de las Estaciones del siglo II, ambos conservados en el Museo Arqueológico de
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los mosaicos del balneum
Hatay. Dentro de este mismo museo se expone el mosaico de Soteria, de Antioquía, de principios del siglo V, en el que los prismas conforman una banda ancha
que circunda el emblema central, y en el Museo del Mosaico de Zeugma en Gazientep son varios los pavimentos que muestran el motivo de los prismas, como el
mosaico de Psyche y Cupido y otro ejemplar, geométrico esta vez, de las termas de
Zeugma y que se data en el siglo III, el cuál muestra todo el campo decorado con
prismas. De la Casa de Dionisos en Nea Paphos (Pafos, Chipre) procede el mosaico de Dionisos o de las Cuatro Estaciones, de finales del siglo II o principios del III;
y de Bishapur (Irán), el de la Joven tocando el arpa, procedente del Palacio de Shapur I, conservado en el Louvre y con fecha posterior al 260 (Dunbabin, 2003, 174175, fig. 186). El recurso de los prismas también se encuentra en algunos mosaicos
de la Villa del Casale en Piazza Armerina (Carandini, Ricci y De Vos, 1982, 150-156,
fgl. XVII; 171, fgl. XXII; 327, fgl. LIII; 174-175, fgl. XXIII, fig. 88; 197 y ss. flg. XXIX,
fig. 123), en los dos últimos ejemplares los prismas aparecen formando parte de
la decoración de sendas embarcaciones. Como decoración de barcos también los
encontramos en el mosaico de la caza de grandes fieras para el anfiteatro de Cartago (Túnez), fechado en el siglo IV (Ben Abed-Ben Khader (Dir.), 2003, n. 156),
y en uno de los barcos del mosaico de Ulises y las sirenas de Dougga (Túnez), del
siglo III (Ben Abed-Ben Khader (Dir.), 2003), lám. 327), ambos pavimentos conservados en el museo del Bardo, Túnez. En este mismo museo se pueden ver otros
ejemplares en los que se localiza la decoración de prismas, como en el pavimento
del peristilo de la casa “des laberii” de Uthina (Oudna en Túnez), del siglo IV (Ben
Abed-Ben Khader (Dir.), 2003, n. 169). En Timgad se documenta en mosaicos del
Quartier Episcopal Donatiste (Germain, 1973, 128, n. 194, pl. LXVI; 128, n. 195,
pl. LXVI y 128-129, n. 196, pl. LXVII) y en el Faubourg sud (Germain, 1973, 141, n.
221, pl. LXXIV), y en Savaria (Szombathely, Hungría), en un mosaico del segundo
cuarto del siglo IV perteneciente a la basílica paleocristiana (Kiss, 1973, 30, n. 27,
pl. XIV, XV y XVI/1).
En un entorno más cercano, la decoración de prismas se halla en el mosaico
de la Quimera y Belerofonte de la villa romana de la Loma del Regadío (Urrea
de Gaén, Teruel), del siglo III (Fernández-Galiano, 1987, 103, lám. XLV); en la
villa romana de Carranque, en el mosaico de Oceanos, del siglo IV; en la villa de
Rabaçal, (Penela, Portugal), en el pavimento del corredor oeste y en el emblema
central del triclinium, de la segunda mitad del siglo IV (Pessoa, 1998, 30-31 y 3840 respectivamente); en Cardeñajimeno, en el mosaico de Atalanta y Meleagro, de
fines del siglo IV (López Monteagudo, Navarro Sáez y De Palol Salellas, 1998, 21-28,
n. 9, fig. 5, láms. 7-12 y 35-42); y en Comunión (Álava), en un pavimento de finales
del IV (Fernández-Galiano, 1987, 134-135; Blázquez, 1982, 16, n. 3, lám. 41, fig. 4).
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Mucho más cerca aún, el motivo de prismas aparece en el mosaico de Tethys
de la villa romana de Puente de Armas, Bruñel, (Quesada, Jaén), fechado entre
los siglos III-IV (López Monteagudo y Neira, 2010, 96-97, fig. 118; Blázquez, 1981,
63-64, n. 43, lám. 52); en la villa romana de la Torre de Benagalbón, en el Rincón
de la Victoria en Málaga, en el pavimento de la sala 5, de finales del III-principios
del IV (Mañas y Vargas, 2007, 315-338, fig. 12 y 13), y en Herrera, en el mosaico del
Navigium Veneris, también de época tardía.
Con respecto al diseño o composición de cajones en perspectiva del mosaico de
la sala II, ya hemos visto que implica cierta singularidad al tratarse de una variante
del diseño D12A (Fig. 16), composición esta última que se documenta tal cual en
un precioso mosaico conservado en la sala de Diana y Venus del museo del Bardo,
Túnez, (Balmelle et al. 2002, 330-331, pl. 212d) y muy similar a ésta en Pompeya
(Balmelle et al. 2002, 194-195, pl. 128g). En el mosaico de la habitación 18 de la Villa
de Volusii Saturnini en Locus Feroniae, fechado hacia el 60-50 a. C. se encuentra de
nuevo un cuadriculado en perspectiva en el que el exterior se representa con un
frente fijo a partir de una banda o línea monocroma en blanco (Dunbabin, 2003,
57, fig. 54). Junto a estos ejemplares, hay que reiterar la particularidad de que
en el mosaico de la sala I y en la mayoría de los paralelos citados anteriormente
para el caso del meandro de esvásticas, el interior de los cuadrados se desarrolla
de manera semejante o exactamente igual, según el caso, a como lo hacen los
presentes en la composición de nuestro mosaico II del balneum de Fuente Álamo.
Por lo que respecta a la forma de representar el exterior de los cuadrados con
trapecios y triángulos, hay que señalar que se trata de un método conocido y
aplicado en el mundo romano y que un paralelo muy cercano se localiza en la
villa romana de Almenara de Adaja, en el siglo IV, en el mosaico del aula triabsidal
(Torres Carro, 1988, lám. XV; Neira y Mañanes, 1998, 26-27, n. 10, Láms. 9 y 30),
donde los cuadrados se contornean con trapecios y triángulos en las esquinas,
tal y como ocurre en nuestro ejemplar, si bien, en el caso de Almenara se
prescinde totalmente de la perspectiva al desarrollar los cuadrados centrales de
manera diferente. Cuadrados remarcados de manera similar a los anteriores se
puenden ver en el mosaico del tepidarium y de la habitación con lecho y letrina
de la misma villa de Almenara de Adaja (Neira y Mañanes, 1998, 18-19, n. 3, fig.
3, Láms. 2-3 y 25 y 24-25, n. 8, láms. 9 y 29, respectivamente), aunque en este
caso en composiciones muy diferentes a la nuestra. En Becilla de Valderaduey se
documenta otro pavimento de mediados del siglo IV (Neira y Mañanes, 1998, 3435, Lám. 13), en el que los cuadrados se contornean de manera similar aunque con
ciertas diferencias, especialmente cromáticas, si bien nos sirve para entender que
se trata de una forma de proceder conocida.
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Pavimentos musivos del yacimiento romano de Fuente Álamo (Puente Genil, Córdoba):
los mosaicos del balneum
Se constata por tanto que la mayoría de los elementos decorativos y
composiciones gozan de una amplia difusión y reiterado uso a lo largo de un
dilatadísimo arco cronológico, por lo que no nos queda otra que ser cautelosos a
la hora de tomarlos como marcadores cronológicos.
Bien es cierto que en el caso de Hispania la mayoría de los elementos más
característicos apuntan a momentos tardíos y siempre a partir del siglo II. Pero
no por ello debemos prescindir de los datos que arroja la propia secuencia
arqueológica, con elementos muchos más fiables desde el punto de vista
cronológico.
Por el momento, los resultados extraídos por López Palomo apuntan a
mediados del siglo II para el final del balneum de Fuente Álamo, enmarcándose
su inicio en el I. Del siglo I parece poco probable que puedan fecharse estos
dos ejemplares, sobre todo si tenemos en cuenta que para estos momentos el
mosaico en Hispania camina por otros derroteros, aunque tampoco podríamos
descartarlo rotundamente si tenemos en cuenta que en otras zonas fuera de este
marco geográfico la mayoría de los motivos decorativos que muestran nuestros
ejemplares están siendo usamos desde momentos mucho más tempranos. En el
siglo II se produce en la Península Ibérica una mayor irrupción de la policromía
y una más amplia caracterización de la geometría, por lo que es en ese momento
donde podrían tener mayor cabida los pavimentos del balneum de Fuente Álamo,
si finalmente se constata que el abandono del edificio se produce en el siglo II.
Aunque como se puede deducir de los paralelos hispanos, las propias características
de nuestros ejemplares nos inviten a llevarlos incluso a un momento posterior.
En consecuencia, todo ello nos anima a actuar con cautela y a no dejar de
lado los datos arqueológicos, lo contrario supone un acto de irresponsabilidad
que está provocando en muchos casos la creación de un importante corpus
de mosaicos mal datados, gracias a la ligereza por el uso excesivo de paralelos
cuyas cronologías en escasas ocasiones se contrastan desde el punto de vista
arqueológico.
En cualquier caso, el estudio de materiales y de la secuencia arqueológica de
esta zona del complejo arqueológico de Fuente Álamo está aún por terminar,
como así nos lo ha expresado en reiteradas ocasiones el que fuera director de las
excavaciones, Luis Alberto López Palomo. A la espera de la culminación de dicho
trabajo quedamos emplazados pues, con el firme deseo de poder determinar
con mayor precisión la fecha exacta de estos dos bellos y elegantes ejemplares, a
todo lo cual podría ayudar la práctica de nuevos sondeos en las inmediaciones de
ambos mosaicos y el análisis exhaustivo de sus bases o camas, siempre que fuera
posible y no supusiera riesgo alguno para la integridad de los mismos.
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ROMVLA 12-13, 2013-2014, págs. 349-378
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