1.− Introducción: Situación política, social, y religiosa

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1.− Introducción: Situación política, social, y religiosa
Durante el siglo XVI, Castilla desempeñó el papel de primera potencia mundial, debido fundamentalmente a
la unión de reinos que lograron reunir los Reyes Católicos en España y en el mundo colonial, recientemente
descubierto.
En la mayoría de los Reinos existían regímenes feudales fuertemente implantados y había un desarrollo de los
señoríos jurisdiccionales en los cuales el señor o rey tenía el poder de hacer las leyes.
Hasta la muerte de Enrique IV y la posterior coronación de Isabel I, la Península Ibérica formaba un conjunto
de cinco estados: Portugal, Castilla, Aragón, Navarra y el Reino Nazarí de Granada.
Con el matrimonio en secreto de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y tras la guerra de sucesión entre
Juana la Beltraneja e Isabel (reconocida reina con el tratado de Alcaçovas, 1478, entre Castilla y Portugal) la
península quedó casi del todo unida, quedando sueltos los reinos de Granada, Navarra y Portugal, que fueron
posteriormente conquistados y formando un bloque compacto Castilla y Aragón. Era una unión dinástica y
cada reino mantenía sus propias leyes.
Existían una treintena de ciudades, siendo la población del campo tres veces mayor que la población urbana.
Durante los siglos XIV y XV, las clases sociales estaban repartidas en:
• Nobleza: dentro de la cual se podían distinguir la alta, mediana y pequeña nobleza, los cuales transmitían la
herencia y el título, indivisiblemente, de padres a hijos.
• Clero: el cual vio como el relajamiento de las costumbres eclesiásticas alcanzaba su apogeo.
• Pueblo llano: que constituía el 95% de la población total de todo el país.
También, hay que destacar que la burguesía española no comenzó a contar sino a partir de los últimos años del
reinado de los Reyes Católicos y sobre todo tras la expulsión de los judíos que mantenían la casi totalidad del
comercio del país.
A nivel religioso, en la península existía una gran pluralidad. La religión mayoritaria era la cristiana
(formaban la mayoría de la población) aunque todavía quedaban amplios núcleos tanto judíos como
musulmanes asentados, principalmente, en el sur y sureste peninsulares.
Por un lado, los musulmanes, localizados principalmente en las actuales provincias de Granada, Málaga, y
ciertos territorios de Jaén, Córdoba, Cádiz y Sevilla. Se dedicaban al cultivo de la tierra y en menor medida a
los oficios artesanales o manuales. Eran muy distintos respecto ala población cristiana; tenían distinta lengua,
costumbres propias e incluso su religión les obligaba a llevar una serie de normas estrictas que marcaban la
política del reino musulmán. Granada era un alma musulmana más, al igual que Bagdad o Fez (centros
religiosos de Irak y Marruecos respectivamente).
Por otro lado, los judíos no tenían un núcleo o estado independiente. Se localizaban en los núcleos urbanos
más prósperos de la península, Aragón, Valencia... ( en torno al mediterráneo) y otras como Segovia y
Salamanca en el interior. Eran el grupo minoritario aunque era el que gozaba de mayor prosperidad (formaban
la mayor parte de la clase media urbana), dedicados a las artes liberales y financieras, desempeñaban el papel
económico fundamental de las ciudades. Ello generó odio y animosidad entre la población castellana ya
incluso antes de que alcanzasen el poder los reyes católicos.
Las relaciones entre musulmanes y judíos eran sobre todo mercantiles, luego por los prestamos y también
porque los judíos tenían esclavos moros.
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2.− Política Religiosa
La llegada de los reyes católicos al trono representa el final de la tolerancia medieval religiosa. A partir de
este momento la religión será una herramienta para tener un mayor control político y social de la situación.
Los Reyes Católicos creyeron que sólo la unidad católica, con exclusión de cualquier otra fe, podía dar a la
comunidad que regían, la estabilidad, orden y solidez que deseaban. Ya que habiendo diferentes creencias o
formas de pensar, según ellos, no podría darse lugar la estabilidad que ellos querían para su reino. La
denominación de Reyes Católicos les fue dada por el Papa Alejandro VI en 1496 y se les considera también
como los iniciadores del regalismo, corriente que adquiere más fuerza dos siglos después y que consiste en
que el monarca absoluto centra en su persona el poder de la iglesia (salvo en el ámbito puramente religioso)
para así crear una iglesia nacional sometida a su poder, designar cargos eclesiásticos...
2.1.− Vigilancia a los conversos: La inquisición
La Inquisición española o tribunal de santo oficio se fundó con aprobación papal en 1478 a través de una bula
que expidió Sixto IV, a propuesta del rey Fernando V y la reina Isabel I. Esta Inquisición se iba a ocupar del
problema de los llamados marranos (conversos), los judíos que por coerción o por presión social se habían
convertido al cristianismo. Es decir, era una institución que estaba bajo el poder de la corona y en principio
fue creada para combatir las posibles herejías de los semitas. A los pocos años de la fundación de la
institución, el papado renunció en la práctica a su supervisión en favor de los soberanos españoles. De esta
forma la Inquisición española se convirtió en un instrumento en manos del Estado más que de la Iglesia. En
poco tiempo pasó a ser un método de represión en contra de las desviaciones religiosas como el
protestantismo, brujería.... Y en casos aislados se aplico contra delitos de carácter político. Después de 1502
centró su atención en los conversos del mismo tipo del Islam, y en la década de 1520 a los sospechosos de
apoyar las tesis del protestantismo.
El procedimiento seguido por los inquisidores era el siguiente: los acusados no conocerían a sus delatores, por
lo que el sistema se prestaba a la delación. Esta delación no se consideraría injustificada por los reyes ya que
estos consideraban que la delación era un deber de conciencia del pueblo, así pues eran muy frecuentes las
denuncias anónimas por parte de la población antisemita. Entre las practicas violentas más comunes que se
llevaron a cabo están la quema de libros, las confesiones por tortura, confiscación de bienes, muerte en la
hoguera, trasmisión de infamia a los herederos...
El primer inquisidor fue Tomás de Torquemada, dominico y muy cercano a la corona, que participó en 1492
en la expulsión de los judíos.
El primer tribunal de la inquisición se constituyó en Sevilla en 1480. Sucesivamente se fueron creando por el
resto de ciudades mercantiles de la península, que era donde se localizaban los judíos.
2.2.− Expulsión de los judíos
En 1492, tras la conquista de Granada, con las condiciones favorables y por causas difíciles de comprender,
los Reyes Católicos publicaron inesperadamente el decreto de expulsión de los judíos. En tres meses, que
posteriormente se ampliaron a más de cuatro, tenían que optar entre la conversión o el destierro. La confusión
era enorme en las juderías, y muchos de ellos decidieron aceptar y permanecer aquí, en la península. Los que
marcharon, pese a que no les era permitido salir con dinero, oro o plata, salieron con grandes cantidades de
éstos, debido a su pericia en el crédito y en los procedimientos bancarios. Los principales destinos de estos
judíos eran las ciudades mediterráneas de Nápoles, Roma, Salónica, Constantinopla, Alepo, Trípoli,
Alejandría o el Cairo desde las cuales, controlaron el mercado de especias y seda que llegaba a España años
más tarde. Según algunos autores, la cifra de desterrados es difícil de determinar, pero establecen una cifra
aproximada que oscila alrededor de 100.000 judíos.
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Las consecuencias para los reinos de Castilla y Aragón no fueron halagüeñas. Por un lado se dio una pérdida
cuantitativa, es decir, se perdió un importante número de habitantes. Por otro lado, se dieron pérdidas
cualitativas que afectaron al orden económico, porque los judíos formaban un grupo laborioso que
desempeñaba actividades de gran utilidad como la medicina, la artesanía especializada, el comercio, las
finanzas... Además de las mentalidades antisemita del momento y antiburguesa que todavía pervive en
Castilla. Estamos hablando del rechazo hacia las actividades comerciales por considerarlas propias de judíos.
Los judíos representaban, ya entonces, el espíritu mercantil existente en el mundo. Los desterramos de la
península. Entonces, ¿cómo iniciaban ahora los reinos peninsulares relaciones comerciales? Nos habíamos
enemistado con aquellos que tradicionalmente tenían el control del mercado del mediterráneo. En principio, la
península se abastecía del comercio con América(oro, palta, cultivos...), pero también necesitaba materias
primas procedentes de Asia. Todas ellas pasaban en primer lugar musulmanes (transporte desde China, la
India o Indonesia hasta los puertos del mediterráneo oriental), y después por judíos, que desde los puertos de
Génova o Constantinopla, intervenían en estas rutas como intermediarios distribuyendo las materias primas
por Europa, incluida la Península, por lo que su valor era muy alto y le pese a quien le pese, les estábamos
haciendo ricos a nuestros enemigos.
2.3.− Hostigamiento a los mudéjares
En 1481, aprovechando uno de los múltiples incidentes fronterizos, se reanudó la Reconquista tras muchos
años de letargo. En esta fecha, con la guerra contra el reino de Granada, se iniciaba el final de la
denominación musulmana en España. Pero esta guerra, que se prolongaría hasta 1492, no sólo significaba la
liquidación de la dominación exterior sino que fue además rica en consecuencias, en principio positivas. Las
favorables y amplias capitulaciones (para aquellos que marchasen, facilitar: la venta de sus haciendas, la
emigración a Marruecos..., y respeto y tolerancia para aquellos que fuesen a permanecer en la península, que
pasaron a llamarse mudéjares) ponía fin a la guerra. Había sido un éxito, la incorporación del último reducto
musulmán de la península a Castilla era ya un hecho. La victoria completaba la política exterior de los Reyes
Católicos (especialmente de Fernando que era quien se ocupaba de ésta). A ello hemos de sumarle el
descubrimiento de América, financiado por monarcas. En definitiva, la unión dinástica entre Castilla y Aragón
formaba la mayor potencia a nivel mundial.
Los reyes católicos tenían el cometido de atraer al cristianismo a todos los musulmanes que permanecieron
bajo nuestras fronteras, mediante la persuasión y teniendo en cuenta el respeto y la tolerancia de las
capitulaciones. Granada pasó a ser una archidiócesis con Hernando de Talavera al frente. Éste no obtuvo
grandes resultados así pues el arzobispo Cisneros, con el consentimiento de los Reyes Católicos, inició un
cambio de táctica que violaba las capitulaciones establecidas y emprendió una política de reconversiones
forzosas. Y es por ello por lo que comienza el lado oscuro de la posguerra. Se menosprecia, humilla y se veja
a la población mudéjar. Se les imponen nuevos impuestos y se les obliga a vivir en los arrabales de las
ciudades (en las afueras). Con esta situación, el descontento caracterizaba a los mudéjares, que empuñaron las
armas y llevaron a cabo sus propias rebeliones en los barrios granadinos del Albaicín (1499− 1502) y en el de
las Alpujarras (1500). Inmediatamente, tras haber sido sofocadas estas rebeliones, se publicaron los decretos
de 1501 y 1502, que fueron elaborados por los Reyes Católicos y anunciaban que los musulmanes debían
convertirse al cristianismo o abandonar la península en el plazo de cuatro meses. La mayoría de mudéjares
acepto el bautismo y siguió practicando el islamismo, obviamente, en la clandestinidad. Costumbres y hábitos
propios del Islam denotaban cual era su religión. Entre estos hábitos estaban el de lavarse o vestir de blanco.
Dejaron de ser mudéjares para trasformarse en moriscos, es decir, musulmanes cristianizados que suponían un
gran problema en el afán de conseguir la unidad religiosa. La inquisición se ocuparía de investigarles y
desembocaría en una nueva expulsión, ya definitiva, un siglo más tarde (1609), tras mantenerse la vejaciones
y añadirse nuevas prácticas discriminatorias como la exigencia de limpieza de sangre para acceder a los
cargos públicos. Fue el problema interno más grave del siglo XVI.
3.− CONCLUSIÓN
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La unidad religiosa está claro que era necesaria, pues durante muchos siglos, el control del poder eclesiástico
significaba un absoluto dominio del pueblo. El ejemplo más claro esta en el coetáneo descubrimiento de
América, en el que se llevo a cabo la evangelización forzosa a los indígenas. Pero bajo mi punto de visto el
dominio político−social a veces no lo es todo y se necesita de una situación económica próspera. Los Reyes
Católicos se centraron únicamente en su proyecto, control de todo, sin pensar las posibles consecuencias
negativas que podía traer. Posteriormente, el problema no solo afectó a la corona castellano aragonesa , sino
que posteriormente el regalismo fue la doctrina paralela a numerosas monarquías españolas ( Carlos III, Felipe
V..) y europeas.
En el supuesto de que se hubiese establecido un reino sólido y cristiano que aceptase otras religiones,
estaríamos frente a un reino de magnitud y prosperidad mayor incluso que el Imperio Romano. Por una parte,
los judíos ayudarían a crear un centro mercantil en torno al mediterráneo. Habría mano de obra suficiente para
labores del campo. Un solo reino que aportase lo mejor de cada cultura (sistemas de riego, prestamistas,
artesanos, labradores...). Teniendo en cuenta también la expansión hacia el atlántico, seria un reino de
enormes dimensiones pero que con una buena administración, es decir, sin malestar de la población,
recaudamiento de impuestos según el nivel de renta....
4.− BIBLIOGRAFÍA
Historia de España
Autor: José Maroto Fernández
Editorial: Almadraba
Historia de España, tomo nº3
Autor: Marqués de Lozoya
Editorial: Salvat
Historia de España
Autor: Miguel Ángel Ladero Quesada
Editorial: Planeta
Política religiosa de los Reyes Católicos
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