MIEIICOLES i 4 DE DICIEMBRE DE 1853. NUM. 2,800. Precios de susericion. En HADIIID , por un mei Ato DLGIIO. -j¡ 12 ri. En PKOTUCUS , por idem, franco de pon 30 En el estranjero, por trimestre. 60 E(te periódico se publica todas las tardes, «scepto los domingos. Toda reclamación i la admioiatracion debe TCnir franca de porte, sin cuyo requisito no leri admitida. -afs ruDtos de susericion. LA ESPERANZA PERIÓDICO MONÁRQUICO. En HADkiB, en las oficinas de este fvt'^ dico, ealle de Valverde, núm. i . En las Provincias, en Francia y «n IngU'^ térra, en les pontos que se anancian loi áN timos dias de eada mes. BATONX, M. Le Mathe. Bcaoios, D. Jes4 da Beiitegai, Feaséi 4f l'lntendence, núm. iS. PARÍS, Librtfia Btpw^, rae 4f PreT«ii<« ee,iite. l l i ¡«ü Otra peripecia de las divertidas leñemos en son la Inglaterra y la Francia, y no el Austria las comisiones nombradas para examinarlos. •el drama de Oriente. El 5, por lo visto, so ha y la Prusia, las que han promovido el nuevo Únicamente la de actas electorales ha despafirmado en la capital de Austria un convenio, acuerdo de las cuatro potencias? Lo sacamos, chado algunas, reduciéndose á su discusión el por el cual la Inglaterra, la Francia, el Aus- no solo de los antecedentes respectivos de unas trabajo cotidiano de los diputados. Esto, altria misma y la Prusia, se comprometen, no y otras en el negocio, no solo de la palabra guna interpelación, unas pocas preguntas, y 3iay que asustarse, á mediar entre el Autó- mediación, palabra que en la Inglaterra y la las conversaciones públicas, que tan en uso se 4;rata y cl Sultán para ponerlos en paz, mante- Francia, tan comprometidas ya en el lance van poniendo han ocupado las horas desigaiiendo íntegro el imperio otomano. De aquí por sus demostraciones guerreras, indica por nadas cada día mientras las Cortes han estaIgrandes mahifeslaciones de alegría, tiernos si debilidad ó retroceso; sino del lugar en que do abiertas. Se dirá que su clausura repentina es lo que .parabienes recíprocos, y hasta himnos solem- el convenio se supone celebrado y firmado. Si la iniciativa hubiera venido del Austria y ha hecho infructuosas las tareas parlamentanes de victoria en el campo occidental. Pase lo de la alegría y de las mutuas gra- de la Prusia, esta convención se habría hecho rias, y que, á seguir su natural curso, habrían lulaciones; porque al fin, si nuestros fiio- en Londres ó en París, donde ya se dijo que dado fecundos resultados. No podemos creerlurcos sospechaban que la victoria de los mu- iba á celebrarse un congreso general, cuando lo. Ademas de'que lo contradice la esperiea:»ulmanes en Oltenitza no fue tan completa co- el ridiculo paso del Danubio por los musulma- cía, los preparativos de esta legislatura no íiüQ nos dijeron; si comenzaban á creer que el nes, presentado como acontecimiento serio eran, por lo visto, sino de guerra al ministeresultado de las operaciones de Omer-Bajá por los bolsistas del Occidente, vino algunas rio por parte de la oposición, y claro es que «sobre el Danubio consistía en haber tenido que semanas há á reanimar las abatidas esperan- cuando la oposición elige este camino, los volverse mas que de paso á la derecha del rio; zas de los occidentales; pero se ha hecho en parciales del gobierno tienen que seguirla en si recelaban que lo único que detenia en su Viena, y eso prueba que los que la han solici- él para estar prontos á la defensa. En resumen: todo lo que por esta vez debe icamioo á 4os rusos son las aguas de la esta- tado y promovido han sido la Inglaterra y la el pais á sus representantes se reduce á la ción ; si dudaban de que fuesen ciertas las re- Francia. petidas, las sangrientas derrotas que en el mes ¡Plegué al cielo, de todos modos, que la poca ó mucha utilidad que han dejado á los último suponían esperimentadas en el Asía nueva mediación tenga el éxito que parece se artesanos con sus preparativos para la solempor las tropas del príncipe Woronzoff; si de proponen sus autores! Nosotros, volvemos á nidad ; á lo que á las diligencias han dado á las grandes levas y los demás aprestos bé- decirlo porque hay muchos que creen ó afectan ganar los que han tenido que venir de lejos, Oicos que está haciendo en su vasto imperio creer lo contrario, no queremos que la guerra y á lo que han valido á las casas de huéspeNicolás, deducían que en la primavera pró- general, si ha de haberla, venga por la cuestión des los que se han alojado en ellas. ¡Y para xima podría aun tener sus trabajillos Abdul- de Oriente: cuestión en que, con ventaja de esto los señores diputados y senadores han Mejid; si todo esto, repetimos, es cierto, nada los revolucionarios, se mezclan intereses que, suspendido sus quehaceres en casa ó en las mas natural que el que ellos se alegren y feli- por una parle, pueden mantener por mas ó oficinas! ¡Para esto han tenido que aumentar citen de ver abierta de nuevo la vía de las ne- menos tiempo unidas á la Inglaterra y la sus gastos personales! ¡Para esto se pagan gociaciones. Pero, reflexíónenlo bien, de eso Francia, y por otra, hacer que el Austria y la anualmente sueldos de empleados en los palaá poder entonar himnos de triunfo, hay una Prusia estén mas ó menos retenidas por el cios del Senado y del Congreso, palacios que inmensa distancia. temor de que se desarrolle en demasía la po- ya salían tan caros I Pero aun no es el gasto inútil lo peor;lo Aunque no sean todavía conocidos los por- tencia moscovita. Lo que deseamos, por lo menores del nuevo convenio de que se habla, que mañanaúotro día podrá, decimos mal, peor es el atraso que sufre la administración desde ahora puede asegurarse que, mutandas tiene que acontecer, es que no quede ni física entera. Los ministros no hacen nada durante mutandas, como dijo nuestro difunto, no será ni moralmente debilitado el imperio ruso; y la legislatura. En responder á interpelaciomas que una segunda edición de la nota de eso estamos seguros que no sucederá porque nes; en sincerar su poiílíca; en justificar sus Yiena, que el Autócrata aceptó desde luego, y baya sido necesario que se reúnan Austria y medidas; en trazar planes de defensa; en busque el Sultán, inspirado sin duda secretamente Prusia con la Inglaterra y la Francia , para car espedientes y enterarse de su estado; en por el bendito lord Redclíffe, el cual con la hi- lograr que acepte lo mismo que por boca del reunir datos especíales sobre materias que no dalguía propia de los políticos de su tierra la príncipe Menschikoff profuso desde el prin- son del momento, pero sobre las cuales le ha ocurrido á un senador ó diputado disertar; en apadrinaba en público, tuvo la temeridad de cipio. ocupaciones como estas, decimos, se le pasan 11—1 « I » rechazar. La cosa, como se ve, no merece la los días, sin poder contar con una hora para ¿Qué ha hecho en beneüpio del país el Parpena de ponerse á cantar victoria, aun dado resolver una consulta de un gobernador; sin que Nicolás esté todavía de humor para repro- lamento en los veinte dias que ha estado funserenidad ni holgura para estudiar el modo de ducir el acto de la aceptación. Solo probará que cionando? Con el Diario de las Sesiones á acudir al remedio de una necesidad pública; )a Inglaterra y la Francia, cada día mas con- la vista, puede asegurarse que nada. No nos sin adelantar, en suma, nada en tantos asunvencidas del papel asaz ridículo que están ha- proponemos culpar á nadie en particular, porciendo por no atreverse ni aun á mandar que que realmente nadie en particular tiene la cul- tos como había pendientes al abrirse el Parsus escuadras entren en el mar Negro, han pa; pero es doloroso para todo aquel que ame lamento. continuado, mientras que por acá hablaban á su patria, ver cómo trascurren años y años Hemos dicho antes que no culpamos á nadie (an gordo, trabajando por reanudar las nego- sin que mejore su suerte, ni aun por los medios en particular de tan lamenla'ble pérdida de tiemciaciones: que para conseguir esto se han em- que se dicen mas seguros y eficaces para lo- po; pero no podemos menos de hacer responsapeñado de nuevo con el Austria y la Prusia; grarlo. bles de ella á los que, confundiendo la represeny que estas dos potencias, siempre tan deseoNo hablemos de lo que el Senado ha podido tación de los subditos en los negocios adminissas de conservar la paz como resuellas á po- adelantar, porque, con causa ó sin ella, se ha trativos con las prácticas parlamentarias, innerse de parle de la Rusia una vez llegado comprometido á seguir una cuestión que le ha trodujeron en España todos los abusos del á su pesar el caso de la guerra general, no preocupado todos esos días. Pero ¿puede de- parlamentarismo estranjero; parlamentarismo han querido negarse á las instancias de los go- cirse lo mismo del Congreso? Aunque el go- locuaz, indómito, orgulloso y vano, que por no biernos inglés y francés. bierno presentó proyectos de ley muy á los ceder muchas veces en una bagatela, comPero ¿de dónde sacan Vds., se nos dirá, que principios, sobre ninguno han dado dictamen promete la ventura del Estado. La falla de sus protocolofirmadoen Viena en 5 del aetaal, «n una conferencia á que asistían los representintes da tas cuatro cortes, atestigaa sus resoluciones CO'munes. »Restablec«r la pax dkitre Rusia y la Sublim» Puerta, bajo condiciones honrosas para ambas partes, mantener la integridad territorial del imperio otomano, cuya existencia, independiente en les l i mites que le han sefialado los tratados, ha llegado i sar ana de la* eondfejoae* atmteMet dei e^prtUbrí» earapoo, tal es el dable objeto á qoe las cutfre po» tencias se proponen aspirar de coman aenerdo. (Consignar de antemano que la gaerra actual no podría en ningún caso introducir modificaciones en el estado de posesión que el tiempo ha consagrado en Oriente, es restringir el círculo de ella y poner, como es de esperar, la cuestión suscitada entre el gabinete de San-Petersburgo y la Sublime Puerta en términos que permitan á la diplomacia europea ejercer una acción eficaz y restablecer bajo sa garantía colectiva una paz sólida entre Rusia y el im* perio otomano.» La Presie dice en vista del (interior docomente !• que sigua: «En vez de dar un paso adelante, la cnestloa I<f ha dado mas bien hacia atrás, porque desde el 31 de mayo, Rusia, no teniendo en cuenta la referida declaración de los cuatro embajadores, ha respen* dido á ella pasando el Pruth, apoderándose del territorio, de la administración y del Tesoro de loe Principados, ¿ incorporando en sus tropas á los ralacos, subditos tributarios del imperio otomano. »¿En qué puede cambiar el protocolo del 5 da diciembre la situación tal como ella existe? En nada. No es eso, pues, una solución; no es ni aun el T a r q u í n . La gran novedad del día es un ar- caminp que á ella podría conducir,«t ticulo, ó, mejor dicho, manifiesto publicado por La España ocupándose del artículo de El Moniel gobierno francés en El Monitor. Bi aquí este tor, dice lo que sigue: documento: «Resulta de este docameoto, que las cuatro gran«Decíamos con fecha de 17 de mayo último que des potencias están acordes en dos pantos esenciasi la cuestión empeñada en Constantinopla por el les, á saber: restablecimiento de la paz entre Turpríncipe Menschikoff producía algunas complica- quía y Rusia, y conservación de la integridad del ciones , llegaría á hacerse una cuestión de poUtíea imperio otomano. Desde que comenzó á discutir la general, en la que se hallarían comprometidas, conferencia de Viena, ambas cosas han «ido el blanbajo el mismo título que Krancia, las domas po- co de «US esfuerzos; de manera que el protocolo á tencias signatarias del tratado de 13 de jvüio da I que se refiere el manifiesto ne hace mas que een1841. Los sucesos han venido á justificar nues- Ifirmarj dar mayor solemnidad al pensamiento de tras previstones: esa solidaridad qua interesas Ja dipJooiacia. Pero, en nuestro concepto, falla lo comunes y el respeto á los mismos principios es- mas esencial. Si Rusia ó Turquía se niega á contablecían desde entonces á nuestros ojos entre las descender con las proposiciones de paz que pregrandes potencias, es boy dia un hecho consu- sentarán las cuatro grandes potencias, ¿qué harán mado. estas? ¿Apelarán á medios coercitivos? Y en esa »La inliraa unión del gobierno del Emperador caso, ¿querrán Austria y Prusia lo mismo qua con el de S. M. británica habia tranquilizado Francia é Inglaterra? Esta es la verdadera cuesya los ánimos: sin embargo, quedaban dudas tión, y mientras no la resuelva la diplomacia s«s acerca de la actitud que (ornarían las demás po- gestiones podrán sor ineficaces,» tencias al príncipiarso una guerra que habían lié aquí ahora cómo discurre El Clamor Público tratado sinceramente de evitar , pero cuyo teatro, sobre esta cuestión: por la fuerza mismi do las cosas, podía ensan«El plan proyectado, dice nuestro colega, y que charse. parece va á llevarse á cabo, consista en que se c e ))A conjurar ese peligro, á concertar una acción común y á estrechar el núcleo de los intereses eu- lebre en París ó Londres un congreso de los repreropeos es á lo que el gobierno del Emperador ha sentantes de esas cuatro potencias, y al cual se sonconsagrado sus cuidados mas perseverantes. Esta Yoque también á los de Rusia y Turquía. Veso do aquí que ante todo debemos saber si el Sultán y el política leal ha conseguido su objeto. »Ser¡a presunción considerar como terminada la Emperador moscovita se hallan ó no dispuestos á cuestión de Oriente: mas bien hay que esperar hacerte representar en él. En el primer caso, poverla atravesar todavía por diversas fases; pero el dría esperarse, aunque remstamente, que de las acuerdo altamente proclamado de Austria y Prusia nuevas conferencias surgiese un arreglo amistoso: con los gabinetes de París y Londres, basta para en el segundo, tendremos que no se habrá resuelto calmar desde ahora las inquietudes que han tenido la dificultad, sea le que quiera lo que acuerden los á Europa en suspenso de diez meses á esta parte. plenipotenciarios do les gobiernos occidentales. El verdadero peligro de la situación consistía, en Esto es tan incontestable, que para comprobarlo efecto, en la posibilidad de-una escisión de las po- apenas necesitamos citar lo ocurrido eon la célebre tencias en dos bandos: ese temor ha desaparecido. nota de Viena. «UnBS mismas miras y unos mismos deseos ani«Ahora bien: si so recuerdan las del gabinete de man á Francia, Inglaterra, Austria y Prusia, y un San-Pelersburgo, se verá que, desde que inauguró de Basilisa por un momento, diciéndola que el para encargarles que vigilen para que, en vez de P. Garazim babia recibido noticias muy interesan- valerse de la paja, se sirvan las mujeres de sarmientes de Orenbourg, sobre las cuales guardaba un si- tos ó de cualquier otro ramaje. lencio misterioso. Esto bastó para que la coman—Y para eso, replicó Basilisa, ,/quó necesidad danta entrase en curiosidad de saber qui noticias tenias de encerrar á Palachka en la cocina? Tú no podían ser las de que su marido la hablaba, por lo puedesfigurarteel susto quo ha llevado la pocual se fue en seguida á hacer una visita á la mu- bre muchacha viendo una cosa tan estraordíjer del sacerdote, llevando en su compañía á Ma- naria. NOVELA. RUSA ría, siguiendo en esto el consejo de Y van Ignatiitch Yvan Kouzmitch no estaba preparado para resque la aconsejó lo hiciese asi para que la pobro DE ALEJANDRO POUSCHEINE, muchacha no se fastidiase de «star sola lante ponder á esta objeción; así es que empezó á enredarse para contestar, en tales términos, que sus patiempo. TRADUCIDA AL FRANCÉS labras fueron inconexas á mas no poder. Basilisa Dueño ya del terreno el comandante, nos envió Yegorouna acabó de convencerse de la perfidia de á buscar en seguida del modo que he referido , y su marido en aquella ocasión; pero convencida encerró á Palachka en la cocina para que no vi- igualmente de que no sacaría nada de el en aquel niese á curiosear ni oir nada de lo que tratá- momento, se dejó de preguntar y so puso á hablar bamos. de unos pepinillos en vinagre que Akoulina ParaDespués de haber tomado estas disposiciones preBasilisa Yegorouna volvió á su casa sin haberle phílovera, mujer del P. Garazim, habia echado tres ventivas, YvanKouzmilch nos hizo un saludo para podido arrancar una palabra á la mujer del P. Ga- ó cuatro dias antes, y que estaban ya riquísidarnos á entender que se había concluido la con- razim: en cuanto entró, supo que en el cuarto de mos. La pobre comandanta no pudo cerrar los ojos ferencia, y que podíamos irnos cuando bien nos pa- su marido se había celebrado un consejo de guerra, enlódala noche, cavilando en loque podría ser reciese. Yo salí con Chvabrine hablando de la y que mientras duró había estado Palachka encer- aquello sobre lo cual guardaba tanta reserva su ocurrencia, rada en la cocina. En seguida sospechó que Yvan marido. —iQu6 opinas de todo esloT le preguntó. la había engañado, y que todo cuanto la había diAl día siguiente, cuando volvía de misa, vio á —Solo Dios sabe lo que sucederá, me contestó; cho no había sido sino un protesto para sacarla de Yvan Ignatiich muy afanado limpiando el cañón, enfio,réremos; hasta ahora no veo nada que pue- casa, por lo cu^l le hizo un sinfinde preguntas á que estaba lleno de trapajos, piedrecítas, huesos y da alarmarnos. Sin embargo, si... cual mas apremiante, con objeto de sacar algo en Entonces se puso á silbar con aire distraído una limpio sobre este negocio. Mas el comandante, que otra porción de cosas que habían metido allí los estaba preparado para este ataque, del cual sabía muchachos del pueblo, que siempre andaban jucincion francesa. gando en aq«iel sitio. A pesar de todas nuestras precauciones, la nueva que no había de librarse, respondió sin turbarse —¿A qué vendrán estos preparativos de guerra? lo mas mínimo: de la aparición de^Pougatcbeff se estendió en un —Mira, hija mía, las mujeres del pueblo están dijo para si Basilisa. ¿Estaremos espuestos á un momento por todo el fuerte. Por grande que fuese el respeto que el comandante tenia á su mujer, no encendiendo la lumbre con paja hace una'porpion ataque de los Kirghises? Poro ¿cómo es posible la hubiese revelado por cuanto vale el mundo un de dias. Gomo es muy fácil que suceda un incendio que mi marido hiciese misterio de semejante líafisunto reservado del servicio. En cuanto recibió el de resullas de esto, no ha faltado quien viniera á gatela? í>f)ejo del ^en«ral, «e dosM?» oojí haslaole deslrwa Pisármelo, poy Jo ciial lio reunido m|s oficiales F,n seguid? llaasíí á Yvan Jgtiallioh, decidida » arrancarle aquel secreto, que tanto mortificaba su curiosidad. Al principio empezó á hablarle de cosas indiferentes, á la manera que un juez hábil comienza un interrogatorio haciendo al acusado algunas preguntas eslrañas al asunto principal en que quiere venir luego á parar. Después da habor estado callada un rato: —¡Dios mío! esclamó de pronto: ¡en qn6 vendrán á parar todas estas cosas! —¡Madrecita mía, contestó Yvan Ignatiich; no vayáis ahora á apuraros portan poca cosa!... Dios es misericordioso; tenemos una provisión de pólvora mas que regular, y ademas yo he limpiado perfectamente cl cañón. Quizá rechácenos 4 Pougalcheff y le quitemos las ganas de volver á presentarse por aquí. Si Dios no nos abandona, el lobo no se comerá á nadie en el fuerte. —¿Y quién es ese Pougatcheff? preguntó la mujer del comandante. Yvan Ignatiich conoció que había hablado mas délo que era menester, y se mordió los labios, pero ya no era posible dejar de hablar. Basilisa Yegorouna le obligó á contárselo todo, después de haberle dado palabra de que á nadie absolutameute diría una palabra de cuanto por él supiese. Basilisa hubiera cumplido la palabra que habia dado al tuerto; pero se acordó de que la mujer de P. Garazim tenia una vaca fuera del fuerte, y fue á contárselo todo en confianza para que tuviese tiempo de ir al campo á recoger aquel animalito, que si no, estaba muy espuesto á caer en poder del célebre bandido. Fuera da osta mujer, oon nadie t|!(bló 1^ cQtnapdaqta de semejante asunto, Jín cambio, «I cabo de una hofs todos los vecls; Folletín. LA HIJA DEL CAPITÁN, POR LUIS VIARDOT. importadores tiene tanta menos disculpa, cuanto mas conocido era el hecho de que en todas partes y en todí^s tiempos habia sucedido lo mismo que aquí sucede. No son aun, sin embargo, tan culpables los introductores de las prácticas parlamentarías, como los que, cerrando losojos á la evidencia, se empeñan en sostener que son el manante) (fe todos los bienes políticos, morales y económicos que pueden apetecer los españoles. Increíble parecería, á no estarlo viendo, que después de veinte años en que el parlamentarismo impera entre nosotros; después de tantos toques y reloques como se le han dado; después de haberse palpado su impotencia para producir mejora alguna; después de haberse visto que las pocas que se han obtenido en los mltimos años, lejos de deberse á él, las hemos alcanzado á pesar de él; increíble parece, repetimos, que después de todo esto baya gentes que digan con toda formalidad que no es posible pensar en apartarse de tal camino, y que por él es por donde ha de llegar nuestra patria á obtener el orden y la prosperidad que todos la deseamos. Noücias Estranjeras. nos del pueblo sabían la venida do Pongatcheff, y cada cual contaba, no «olo lo que había oído, sino •Ira porción de noticias de su propia cojecha, desfigurando el hecho en tales términos, qua no lo conociera el mismo Yvan Kouzlmítch, que era la pergeña que estaba mejor informada do todo I» ocurrido. Este envió al ouriadnik A sabar noticias exactas i los pueblecíllos y fortalezas dn aquellos alrededores. A los dos días volvió de su comisión, y dio parte al comandante de haber visto una porcioii de fuegos en la llanura, á distancia de unas sesenta verstas del fuerte, así como también de haber oido decir á les Bachkirs que venia hacia aquel panto una fuerza respetable. Luego añadió que na habia podido averiguar mas, por no hacerse sospechoso. Muy pronto empezó á notarse una gran agitación entre los cssacos que guarnecían el fuerte. Vélaseles en todas las callos forreando corrillos y hablando en voz muy baja, dispersándose y yendo cada cual por su lado en cuanto veían un dragón ó cualquier otro soldado ruso. El comandante, al ver esto, mandó que se espiasen las acciones de aquellos hombres: Youlai Kalmocik , que, aunque cosaco, estaba bautizado, dio parte al comandante de un hecho de mucha gravedad. Según el dicho de aquel hombre, el ouriadnik no habia dicho ni una palabra de verdad en lo que le contó al regresar de la escursion de que sq ha hablado poco há. Pero no era esto lo peor , sino que , según lo que él mismo habia dicho á susea. maradas, se habia llegado hasta el sitio en donde se hallaban los sublevados, habla sido presentadet á su jefe, y este, después de haberlo dado I» manq 4 besar, h9bi9 esitsdo hablando COR él i|H gr^n ratfjj