El festival teatral Boulevard of Broken Dreams se hará en las

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Àmbit geogràfic: Espanya
Secció: Catalunya
Periodicitat: Diari
18/09/2004
Pàg: 06
Contra el poder
EDUARDO HARO TECGLEN
La cena
De Jean Claude Brisville (1989). Traducción de Mauro Armiño. Intérpretes: Daniel Murial, Bruno Ciordia, Josep Maria
Flotats, Carmelo Gómez. Versión, escenografía y dirección: Josep Maria Flotats. Teatro Bellas Artes. Madrid
Tayllerand recibe en su casa a Fouché en la noche del 6 al 7 de julio de 1815. Traduzco un breve
párrafo de Stefan Zweig, tomado del programa francés de la obra: "Fouché y Tayllerand, dos ministros
de Napoleón capaces de todo, son las figuras más interesantes desde un punto de vista psicológico de
esa época. Son dos cerebros claros, positivos, realistas; los dos han pasado por la escuela de la Iglesia
y por la ardiente escuela máxima de la Revolución. Tienen la misma sangre fría despojada de
conciencia en lo que toca al dinero y al honor. Sirven con la misma infidelidad, la misma ausencia de
escrúpulos, a la República, el Directorio, el Consulado, el Imperio y la Monarquía". Lo de siempre, pero
de una manera exagerada. El anciano y fuerte autor, Jean-Claude Brisville (1922), les encuentra en la
noche en que Napoleón se va al exilio y se opta entre la República, que desea Fouché, y la Monarquía,
que quiere el príncipe (Tayllerand). El uno es de clase baja, el otro está emparentado con toda la
nobleza de Francia. Los dos han ejercido el poder con todos los sistemas de la época turbulenta: y son
asesinos, traidores, miserables; y tienen fuerzas leales y opuestas cada uno de ellos.
Frente a frente, sus palabras son una esgrima verbal que en francés es viva, brillante, cínica, y en la
que cada palabra contiene una amenaza de muerte: Mauro Armiño las traduce con entereza y los dos
primeros actores las dicen con un cierto tono de declamación: pero son, sobre todo, grandes
comediantes y no hay razón para destacar a uno sobre otro, aunque el regreso de Carmelo Gómez al
teatro es una buena noticia. Puede que al espectador español le abrume la historia que conoce poco,
porque la Revolución Francesa ha estado silenciada en lo posible en estos últimos doscientos años. El
autor tampoco está muy seguro de sus espectadores franceses y abundan las escenas de
antecedentes, a partir de la conversión de dos criados y del propio diálogo del par de canallas
históricos. Este deseo de preparar al espectador con fechas, datos, citas, cartas, retratos, molesta en la
primera parte de la obra; a los enterados, porque la saben; a los que no la saben, porque se les escapa.
Pero en cuanto el autor y el versionista se liberan de la didáctica que consideran imprescindible, la obra
sube de tono, los actores se hacen más cínicos, más crueles, más amenazadores. Como se decía antes
en el teatro, termina en punta.
Lo más interesante es la representación. Y es la que el público profesional del estreno aplaudió y
esmaltó de bravos al terminar. Les pareció una obrita de arte minuciosa y capaz de reflejar la maldad
del poder: no siempre es así, claro, pero ahora mismo se podría hacer una lista de países gobernados
con sangre.
 EL PAÍS
Diputació de Barcelona. Institut del Teatre. Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques
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