Revolución Republicana de China

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Revolución republicana china, convulsión social y política que tuvo lugar en China en 1911 y 1912, puso fin
a siglos de gobierno imperial y llevó a la implantación de un sistema político republicano. En China, este
movimiento se conoce generalmente como la Revolución Xinhai porque ocurrió durante el año xinhai del
calendario chino, basado en periodos de 60 años.
Cuando dio comienzo el proceso de la Revolución republicana, la dinastía Qing, liderada desde 1644 por los
manchúes, procedentes de Dongbei Pingyuan (Manchuria), en el noroeste de China, atravesaba un notable
declive desde hacía más de un siglo. Había sufrido varias derrotas humillantes por parte de las potencias
extranjeras: desde los conflictos de la primera guerra del Opio (1839−1843) hasta la ocupación de Pekín por
fuerzas internacionales, una vez sofocada la rebelión Bóxer (1900). China había quedado endeudada con estos
conflictos, su soberanía estaba amenazada, las ciudades costeras se hallaban bajo control extranjero y los ríos
estaban abiertos a la navegación de embarcaciones de guerra de otros países. Además, las masivas rebeliones
internas del siglo XIX (como la rebelión Taiping de 1850 a 1864) desestabilizaron la sociedad rural china y
debilitaron la infraestructura del Estado. Ante la necesidad apremiante de obtener fondos, los Qing vendieron
certificados del cuerpo de funcionarios chino, lo que minó la credibilidad del sistema de exámenes
confucianista, base de la organización administrativa.
Durante este tiempo, había comenzado a fraguarse un movimiento revolucionario. Uno de sus más destacados
dirigentes, Sun Yat−sen, culpaba a la dinastía Qing de la situación de China e hizo un llamamiento a la
revolución. Sun Yat−sen huyó del país para evitar su encarcelamieto en 1895 pero, infatigable, prosiguió con
su campaña en el extranjero. Tras la rebelión Bóxer de 1900, la dinastía Qing (bajo la regencia de la
emperatriz viuda Ci Xi) realizó un último pero sustancial esfuerzo para reformar el sistema imperial chino. El
Estado abolió el sistema de exámenes confucianista, se crearon academias militares similares a las de
Occidente y se concedieron becas para cursar estudios en universidades extranjeras. La corte, con el objeto de
reformar el sistema político, estableció asambleas provinciales y se comprometió a redactar una constitución.
Las reformas alentaron aún más el espíritu revolucionario. Los estudiantes chinos que se hallaban en Japón se
unieron al grupo de Sun Yat−sen para formar la T'ung−meng Hui (Liga Revolucionaria Unida). Los militares
de las academias chinas adoptaron una posición ultranacionalista y culparon a los manchúes de la situación
del país. A su vez, las nuevas asambleas provinciales comenzaron a demandar más autonomía y la
promulgación inmediata de una constitución.
A pesar de la situación, el gobierno Qing permaneció aferrado al poder hasta que la emperatriz Ci Xi y el
emperador Gungxu fallecieron en noviembre 1908. El príncipe Chun, que gobernaba como regente en lugar
de su hijo de dos años, Puyi, carecía completamente de aptitudes para la política. Con él se redujeron los
apoyos a un gobierno imperial ya débil e impopular. A medida que pasaba el tiempo, eran más los estudiantes,
comerciantes, militares de nuevas promociones e incluso nobles que veían el movimiento revolucionario
como la única salvación de China.
En esta época, las fuerzas de la T'ung−meng Hui provocaron una serie de incidentes para desestabilizar el
país. El 10 de octubre de 1911, un grupo de soldados revolucionarios pertenecientes a las fuerzas destacadas
en Wuchang (en la actualidad, Wuhan) se amotinó y derrotó a las tropas progubernamentales enviadas para
sofocar la revuelta. A continuación, fuerzas de otras provincias del sur y el centro de China proclamaron su
independencia de la dinastía Qing. El 2 de diciembre, el comandante manchú destacado en la importante
ciudad suroriental de Nanjing se rindió a los rebeldes. A finales de ese año, la mayoría de las provincias de la
China central y meridional se habían unido a la rebelión y enviaron representantes a Nanjing. El 29 de
1
diciembre, los delegados allí reunidos eligieron a Sun Yat−sen como presidente provisional de la República
de China, proclamada el 1 de enero de 1912.
En noviembre de 1911, el príncipe regente Chun había convencido al comandante Yuan Shikai, al que había
relevado anteriormente, para que volviera a aceptar su antiguo puesto y dirigiera al contingente militar
establecido en el norte para defender a la dinastía Qing. Yuan aceptó la misión, pero no tardó en hacerse con
el poder; destituyó al príncipe Chun y comenzó las negociaciones con los revolucionarios del sur. Finalmente,
Yuan accedió a obligar al emperador Puyi a abdicar a cambio de ser nombrado presidente de la República de
China. Sun Yat−sen renunció voluntariamente a su puesto en febrero de 1912 y el comandante fue elegido
presidente por la asamblea reunida en Nanjing. Yuan trasladó el gobierno a Pekín, donde tomó posesión de su
cargo el 12 de marzo de 1912.
Aunque la Revolución republicana puso fin al régimen imperial chino, no consiguió sustituirlo por un sistema
de gobierno eficaz. En las décadas posteriores, la población china padeció el acoso de jefes militares, guerras
civiles, golpes de Estado e incursiones de enemigos extranjeros. Finalmente, la República instaurada por Sun
Yat−sen fue sustituida en 1949 por la nueva República Popular China gobernada por el revolucionario
comunista Mao Zedong.
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