Panorama de la ortodoncia PANORAMA DE LA ORTODONCIA ¿Es tan cara la ortodoncia como dicen? En una oportuna encuesta promovida por la SEDO para conocer la opinión de la población española sobre la ortodoncia, destaca una pregunta hecha a padres cuyos hijos presentan una maloclusión tributaria de tratamiento, por qué no se deciden a hacerlo. La gran mayoría de estos encuestados (72%) justifican su decisión porque «los ortodoncistas son muy caros». De ser esto cierto, los ortodoncistas están asumiendo la responsabilidad de impedir el tratamiento de muchos pacientes por culpa de los altos honorarios que exigen. No se trataría tanto de una cuestión económica como de compromiso ético profesional. ¿Es realmente la ortodoncia tan cara como dicen? En primer lugar, hay que señalar que el precio justo de las cosas es algo muy relativo, pues depende de la necesidad y aprecio que cada uno siente por conseguirlas. Seguramente si la gente apreciara mejor los beneficios derivados de la ortodoncia y estuviera bien informada de los objetivos y características de los tratamientos de ortodoncia, valoraría su precio con mayor objetividad. Por otra parte, aquellos que acusan a los ortodoncistas de ser excesivamente caros no suelen especificar un precio concreto, y cuando lo hacen mencionan unas cantidades exorbitantes que no se corresponden con la realidad. Se trata, pues, de una generalización sin datos fiables. Pero lo único cierto es que cuando alguien se ha beneficiado de un tratamiento de ortodoncia reconoce que el gasto ha estado justificado. En esta opinión general subyace una cuestión de mayor fondo. En un país donde el Estado proporciona una atención sanitaria gratuita, es lógico que los ciudadanos rechacen cualquier cuidado de la salud que corra a cargo de su bolsillo. Esta actitud explica la mala imagen social de la odontología, y de la ortodoncia en este caso. Para agravar aún más esta situación, la gente procura rehuir a los dentistas, y cuando acaban claudicando, el deterioro de su dentadura requiere de tratamientos complejos de alto precio. Y de todo esto no tienen la culpa los dentistas, que bastante hacen con soportar pacientemente su mala imagen. Parece ser que el mérito más popular concedido a la ortodoncia es el mejoramiento estético de una dentadura irregular y una cara desfigurada. La gente todavía desconoce que el beneficio esencial de un tratamiento de ortodoncia es la obtención de una oclusión dentaria funcionalmente correcta que protege la salud de la dentadura y sus tejidos de soporte, de manera que se pueda asegurar una prolongada longevidad del aparato masticatorio. Y, como valor añadido, el individuo puede disfrutar de una sonrisa más bella y atractiva. Es decir, la estética es una consecuencia y no el objetivo esencial de la ortodoncia. Lo que sucede es que la mayoría de los pacientes colocan el carro delante del caballo, y no al revés. Este énfasis estético concedido a la ortodoncia le confiere una categoría de lujo ostentoso, cada vez más deseable a mayor número de personas. Pero como todo lujo reconocido, debe ser, casi por definición, de alto coste, porque cuando algo se reconoce como tal, pierde esta condición cuando está al alcance de cualquiera. Mientras la ortodoncia sea considerada como un símbolo suntuoso, nunca perderá su etiqueta de provecho caro. Uno de los rasgos más afluentes de la sociedad Sin contar con el consentimiento previo por escrito del editor, no podrá reproducirse ni fotocopiarse ninguna parte de esta publicación © Publicaciones Permanyer 2010 57 Rev Esp Ortod 1999; 29 contemporánea es la importancia concedida a la apariencia física del individuo, como factor relevante de la autoestima personal y éxito social. En este sentido, la gente no escatima gasto alguno en discutibles tratamientos de belleza corporal o en los espectaculares resultados de la cirugía estética. Pero si bien se justifican los altos precios de una estancia en una lujosa clínica de adelgazamiento o los que hay que pagar por una rinoplastia, estiramiento facial o liposucción, se cuestiona sistemáticamente el coste de un tratamiento de ortodoncia, cuyos efectos estéticos son, en muchos casos, ciertamente llamativos. Otro de los motivos de la censura que reciben los ortodoncistas es la creencia de que la cuantía de un tratamiento va íntegramente a engrosar sus beneficios netos. Algo que es habitual, por ejemplo, en el caso del cirujano estético, que minuta por el acto médico de la intervención quirúrgica, sin incluir ningún otro gasto adicional, que debe ser abonado separadamente por el paciente. Sin embargo, el caso del ortodoncista es muy diferente, pues incluye en sus honorarios todos los gastos tangibles requeridos para la realización del tratamiento (aparatología requerida, técnica operatoria utilizada, equipamiento clínico necesario, personal auxiliar colaborador y un largo etcétera), que supone alrededor del 50% del presupuesto total. No hay que confundir, pues, la cuantía del presupuesto global del tratamiento con el beneficio neto que recibe el ortodoncista. La gente tiende a confundir lo caro con lo costoso. El adjetivo caro se aplica a todo aquello que excede en mucho su valor regular. Por el contrario, existen cosas realmente costosas, cuyo valor se justifica por una serie de factores que condicionan su precio final. Evidentemente, el tratamiento de ortodoncia es un procedimiento costoso; ahora bien, que haya gente que lo encuentre muy caro depende de su criterio personal a la hora de valorar económicamente sus beneficios. Lo realmente importante es que todo tratamiento de ortodoncia tenga un precio objetivo, justo y razonado. Y eso depende, en gran medida, de la información dada por el propio ortodoncista. Una de las grandes revoluciones del siglo XX ha sido la posibilidad del disfrute inmediato de bienes de consumo y servicios de alto precio, mediante una adecuada financiación. Esto ha permitido no sólo elevar la calidad de vida de un amplio sector de la población, sino que ha dinamizado mucho la economía en general. ¿Cabe imaginar cuántos ciudadanos podrían disponer de vivienda o automóvil propios si lo tuvieran que pagar al contado? Por esta razón, lo que importa a la gente no es tanto el precio de las cosas como la fórmula ofrecida para abonarlo. Y esta norma es aplicable a la ortodoncia, porque es un procedimiento sanitario costoso, pero económicamente asequible mediante el abono fraccionado de su coste. La ortodoncia contemporánea se enfrenta a dos grandes retos: por un lado, popularizar sus beneficios entre toda la población, transformando su etiqueta de lujo superfluo en necesidad sanitaria; de otro, hacerla económicamente asequible a todo el mundo. No se trata de abaratarla porque ello iría en detrimento de la calidad que exigen los pacientes. El secreto reside en cómo armonizar la cantidad con la calidad, lo cual es posible siempre que ésta prime sobre aquélla. Un ortodoncista bien preparado, utilizando las modernas técnicas terapéuticas y una eficiente práctica ergonómica debe ser capaz de hacer compatible la cantidad de pacientes con la calidad de su trabajo. Solamente de esta manera podrá superar con éxito una creciente competencia profesional, especialmente la de aquellos que no están en condiciones profesionales de asegurar la cantidad con la calidad. Las opiniones expresadas en la citada encuesta nacional de la SEDO plantean una serie de cuestiones que afectan muy directamente a la imagen profesional de los ortodoncistas y merecen toda su atención: – La opinión preconcebida de que los ortodoncistas son muy caros, y por tanto inaccesibles, influye de forma muy negativa en la captación de aquellos pacientes tributarios de tratamiento. – Hay que informar a la población en general, y a los pacientes que solicitan tratamiento, que existen tratamientos económicamente costosos, en función de su complejidad, responsabilidad profesional contraida y trabajo consumido en su realización. – Hay que ofrecer diversas alternativas de financiación, de forma que el paciente elija la que mejor le conviene. – Los ortodoncistas deben incrementar y perfeccionar su marketing interno, basado en una compleja información entre su clientela y clase profesional en general sobre los beneficios sanitarios que reporta la ortodoncia y su asequibilidad económica. JUAN CANUT Sin contar con el consentimiento previo por escrito del editor, no podrá reproducirse ni fotocopiarse ninguna parte de esta publicación © Publicaciones Permanyer 2010 58