¡Viva el `music hall`!

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¡Viva el ‘music hall’!
El único local que mantiene el espíritu del Paralelo es el Picasso, cerca de la parada de Poble Sec
XAVIER THEROS
Mucho se lleva hablado de la recuperación del Paralelo, del
regreso de los teatros y de la revitalización de un lugar tan
carismático como este. Pero ante tan
buenas perspectivas se echa de menos
alguna referencia a la revista o al music
hall. Podría pensarse que es nostalgia,
pero imaginar Barcelona sin uno de sus
géneros teatrales más propios aminora
—ni que sea mínimamente— este aluvión de buenas noticias. De momento, el
único local que mantiene vivo el espíritu del antiguo Broadway barcelonés es
un pequeño café-teatro llamado Picasso, que se encuentra en la calle de Elkano, a pocos pasos de la parada de Poble
Sec, de la línea 3. Es una fachada pequeña en los bajos de una finca de vecinos,
frente a la que lucen 47 bombillas intermitentes y unas letras de neón, como
mandan los cánones. Igual que aquellos
pequeños teatrillos que hicieron popular esta avenida, el Picasso ofrece cena y
espectáculo a todo aquel que tenga curiosidad por saber cómo se movía una
vedette con marabú, o cómo era eso de
que la cantante se frotara contra la calva del señor de la primera fila, mientras
le hacía confidencias picantes a su mujer, sentada al lado. Era un humor inocente y ligero, mucha picardía y un aire
familiar y espontáneo, que no buscaba
herir a nadie.
Gracias al music hall, el Paralelo se
convirtió en el paseo de Gràcia de los
trabajadores. Josep Santpere, Elena Jordi y la Bella Dorita extendieron el gusto
por el vodevil y la revista, versión dulcificada y sicalíptica del cabaré. Music hall
es un cajón de sastre donde cabe todo
aquello que no necesita mucho espacio
para representarse. Números musicales, de strip-tease, de transformismo, magos, trapecistas, mimos, humoristas y
chicas enseñando las piernas. Plumas y
lentejuelas que dieron locales tan míticos como el cabaré Sevilla, el café-teatro
Cómico, el Pompeia, el Molino, el Bataclán y el Barcelona de Noche de la calle
de las Tàpies. De todo eso podemos encontrar un poco en el Picasso, que es el
último escenario estable que le queda a
esta especialidad teatral. Su principal
impulsor —Roberto Picasso— ya había
trabajado en el café-concert en Buenos
Aires: “En Argentina es más fácil, pero
aquí cuesta más que la gente salga a ver
un espectáculo con cena”.
Espectáculo de cabaré en el café-teatro Picasso, que ofece cena y espectáculo en la calle Elkano de Poble Sec. / carmen secanella
Gracias al ‘music hall’,
el Paralelo se convirtió
en el paseo de Gràcia
de los trabajadores
El Picasso es el último
escenario estable que
le queda a esta
especialidad teatral
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La sala abrió en el año 2003 y pronto
atrajo la atención de gente como Sara
Montiel, Dolly van Doll y La Maña. Entonces era una propuesta a contracorriente, pues sólo había espectáculos de
drag queens. Roberto eligió enfocar su
local hacia las variedades y la revista de
pequeño formato, pudiendo contar como vedette con Silvia Parker, que había
estado en el Molino y en la Belle Époque. En 2006 se incorporó su socio, Matias Carmelo, que trajo la idea de ofrecer cenas. Jugando con la limitación de
un espacio reducido, ambos optaron
por la calidad del sonido y del vestuario.
Llegaron a tener un pianista en directo
y hacían un show de cabaré de jueves a
domingo, con tres artistas fijos y algún
invitado. Por el boca a boca, y sin apenas publicidad, consiguieron llevar adelante su iniciativa; aunque la crisis les
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O
ha obligado a diversificarse. Los miércoles programan conciertos de tango, música brasileña de jueves a domingo y los
sábados cena y después cabaré. Como
dice Roberto: “La nuestra es una función con mucho humor, pero sin vulgaridad. Sobre todo buscamos que el espectador se sienta cómodo y disfrute. Ahora hacemos los números de revista en
playback, pero el resto de la semana seguimos apostando por la música en vivo. La gente debe volver a ser capaz de
distinguir entre la calidez y la emoción
de ver un músico en directo, y la frialdad de una versión enlatada”. Para una
ciudad donde ponerse a cantar parece
ya un delito, este es un buen deseo. Así
que ya lo saben: si quieren descubrir
cómo era el Paralelo de Alady, Tania
Doris, Johnson y Merche Mar, su teatro
es el Picasso.
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