Menores maduros y consentimiento informado

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MENORES MADUROS Y CONSENTIMIENTO
INFORMADO
Yznardo Figuerola C.
Procesos Disciplinarios, Instituto Nacional de Seguros, San José, Costa Rica.
____________________________________________________________________________
RESUMEN
En Costa Rica la Legislación sobre derechos de los menores de edad está alineada con las directrices
jurídicas más modernas. Constitucionales se determina la existencia de menores maduros a los que se
les reconoce sus deberes y derechos. Los menores (entre 12 y 18 años) a los cuales se les pueda
comprobar su madurez tienen derecho a ser informados y consultados, respecto a su sentir en relación a
sus valores éticos, morales y religiosos de las prácticas médicas que les conciernen. No obstante, en la
legislación costarricense quedan muchas lagunas, como quién será el encargado de juzgar si un menor
es maduro o no. Se propone que sea un juez familiar con el debido apoyo interdisciplinario.
Palabras clave: derecho de los menores, madurez, legislación costarricense.
ABSTRACT
Costa Rican legislation on under-aged rights follows the most moderm guideliness. The constitution
determines de exitence of “maturw under-aged citizens” whose rigths and obligations are recognized. The
under-aged (12-18 years), whose maturity can be determined have the rights to be informed and asked in
relation with their ethical, moral and religious values associated with medical actions that affect them.
However, Costa Rican legislation has missing points such as who judges maturity. This review concloudes
by suggesting that the decision must be a function of a family judge assisted by a multidisciplinary team.
Key words: rights of the under-aged, maturity, Costa Rican legislation.
______________________________________________________
La presente exposición pretende ubicar
doctrinalmente la concepción legal del menor
maduro. La injerencia de la doctrina
internacional en nuestro sistema de derecho
positivo por medio de una inserción de hecho y
derecho constante.
fue la Convención Sobre los Derechos del niño,
misma que posteriormente fue adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 20
de noviembre de 1989.
La comprensión o ubicación de esta
terminología nos permite apreciar nuestro
sistema positivo con un mayor grado de
amplitud además de su modificación necesaria y
constante.
La convención sobre los derechos del
niño
El acuñamiento y uso de la terminología
Menor Maduro viene gestándose desde hace
más o menos una década y se ha tomado de
uso generalizado en lo que va de la década de
los noventa. El acuñamiento de la terminología
en sí se generó como un extracto teológico de
diferentes regulaciones internacionales, a favor
del cambio de concepción en relación con la
competencia de cualquier menor y su capacidad
de tomar decisiones, que competan su
integridad física sin que exista una limitación
debido a una edad determinada, sino por su
capacidad NATURAL DE JUICIO.
La normativa que consolidó, un tratamiento
legal y social que se había estado gestando,
Estatuyó en su artículo doce: "Los Estados
Partes, garantizarán al niño que esté en
condiciones de conformarse un juicio propio, el
derecho de expresar su opinión libremente, en
todo los asuntos que afectan al niño, teniéndose
debidamente en cuenta las opiniones del niño
en función de la edad y madurez del niño”.
La Convención de Derechos del Niño ha
venido creando una modificación sustancial en
la apreciación jurídica, médica y social de los
derechos y obligaciones de los menores de
edad (menores de edad o niños según
resolución de la Sala Constitucional S.C.V. 64790). Esta modificación de los diferentes
derechos estatutarios se ha venido reflejando en
diferentes fallos y leyes de carácter internacional
que además de enfocar los derechos de los
Rev.Latinoam.Der.Méd. Medic. Leg. 1(2) / 2(1): 31-37, 1996/1997
Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal
menores también regularán necesariamente
(obligaciones del derecho) sus deberes o
responsabilidades.
Básicamente, dentro de los ámbitos de las
responsabilidades
se
encuentran
las
normativas, que se han venido generando en
prácticamente todos los países en relación a las
responsabilidades penales de los menores de
edad y en este aspecto Costa Rica no ha sido
excepción por cuanto mediante norma número
7576 del 30 de abril del año en curso se crea la
Ley de Justicia Penal Juvenil que a todas luces
fue generada y enmarcada en la Convención. de
Derechos del Niño, prueba de lo anterior es que
cuando nuestro país ratificó la Convención
señalada ipso facto, dicha norma de carácter
Constitucional tornó inconstitucional algunas
norma penales, vigentes en ese momento, como
por ejemplo el artículo 17 del Código Penal
(Fallo Constitucional S.C.V.1982-94).
En el ámbito de los derechos también se ha
legislado ampliamente, en el plano internacional
como en el nacional y como prueba de este
hecho podemos citar someramente:
A.-. PEDREIRA ANDRADE, magistrado
Español declaró en su libro "Rechazo del
tratamiento, consentimiento y derecho a la
información del paciente": LOS ESTADOS
PARTES garantizarán al niño que esté en
condiciones de formarse un juicio propio, el
derecho de expresar su opinión libremente en
todo los asuntos que afectan al niño, teniéndose
debidamente en cuenta las opiniones del niño
en función de la edad y madurez del niño”.(1).
B-. La revista Pediatrics en su edición
CARING FOR GRAVELY ILL CHILDREN, al
respecto declaró: “...El papel que le corresponde
al niño en el plan de tratamiento depende más
de su grado de crecimiento y aptitud personal
que de su edad. Así, por ejemplo, aunque por lo
general los niños de 10 años tienen menos
capacidad
para
comprender
conceptos
abstractos que los adolescentes, algunos
pudieran pensar y actuar con mayor madurez
[...] A medida que se hacen mayores y sus
aptitudes aumentan, se les debe incluir de
manera más plena en la toma de decisiones
sobre su tratamiento. Los niños de más edad y
adolescentes pueden tener valores religiosos o
de otra índole que condicionen su respuesta a la
enfermedad y al tratamiento...” (2).
C.- El doctor en medicina y derecho, Julio
Landwirth, hizo el siguiente comentario en la
revista ANNALS OF EMERGENCY MEDICINE
bajo el título “ETHICAL ISSUES IN PEDIATRIC
AND NOENATAL RESUSCITATION”: “a ley y
sus principios éticos subyacente reconocen que
el crecimiento y desarrollo de los niños desde la
infancia a la adolescencia pasa por la
maduración
progresiva
de
la
facultad
participativa del niño en la toma de decisiones
importantes, incluidas las que atañen al cuidado
de su salud [...] Se debería respetar el derecho
a la autodeterminación en aquellos pacientes
adolescentes capaces de comprender en qué
estado se encuentran y las consecuencias de
sus decisiones, mediante invitarlos a participar
en forma de decisiones.."(3).
D-. El Instituto Nacional de Salud español
señala a las posibles consecuencias de no
informar al menor y permitirle dar su
consentimiento: "...Es de subrayar que la
prestación del consentimiento podrá otorgarla
por sí mismo el menor de edad al tratarse de un
acto relativo a derechos de la personalidad,
conforme al artículo 162, inciso 1 del Código
Civil [...] de acuerdo con sus condiciones de
madurez [...] El incumplimiento de estas
obligaciones por parte del médico o equipo
médico dará lugar o podrá darlo, sin perjuicio de
la
responsabilidad
disciplinaria,
a
las
responsabilidades civiles o penales que hubiere
lugar..."(4).
E-. Sentencia británica en caso de
GILLICK V. WEST NORFOLK AND WISBECH
AREA HEALTH AUTHORITY. Redacta LORD
SCARMAN: "...La capacidad de un menor para
tomar sus propias decisiones dependen de que
tenga suficiente comprensión e inteligencia, y no
debe determinarse en función de una edad
límite que haya sido fijada en el plano judicial
[...] Creo, que [él] es lo suficientemente maduro
como para expresar una opinión sólida, como
así me lo ha demostrado. Estoy convencido de
que se trata de un joven adulto y maduro....."(5).
Menores maduros: consentimiento
informado e impacto nacional
Una vez que nuestro país ratificara la
Convención de Derechos del Niño, dicho cuerpo
normativo adquirió un marco legal de primer
orden, equiparado a nuestra Constitución
Política y en asuntos regulados con mayores
garantías a los reglados en nuestra Carta
Magna, privando inclusive sobre estas normas
cuadro. Lo anterior por cuanto la Convención
regula básicamente instrumentos de Derechos
Humanos y en lo que compete a estos derechos
los mismos, deben ser analizados bajo norma
especial de la propia Constitución Política en su
artículo 48, lo anterior según fallo ERGA
OMNES de la Sala Constitucional S.C.V. 231395 que en lo conducente estatuyó: "...En
tratándose de instrumentos internacionales de
Derechos Humanos vigentes en el país, no
aplica lo dispuesto por el artículo 7 de la
Constitución Política, ya que el 48 Constitucional
tiene norma especial para lo que se refiere a
derechos humanos, otorgándoles una fuerza
normativa del propio nivel constitucional. Al
Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado
punto de que, como lo ha reconocido la
jurisprudencia de esta Sala, los instrumentos de
Derechos Humanos vigentes en Costa Rica,
tienen no solamente un valor similar a la
Constitución Política, sino que en la medida que
otorguen mayores derecho o garantías a las
personas, privan por sobre la Constitución (vid.
sentencia número 3435-92 y su aclaración
número 5759-93. Por eso algunos estudiosos
han señalado que la reforma constitucional de
1989, sobre la jurisdicción constitucional es tal
vez la mayor conquista que desde el punto de
vista jurídico ha experimentado Costa Rica, en
los últimos cincuenta años...".
Lo señalado arriba, es casualmente, lo que
tornó ipso facto, una vez ratificada la
Convención de Derechos del Niño por nuestro
País, inconstitucional el artículo 17 del Código
Penal, aunque es menester señalar que en
dicha ocasión no existía marco legal interno que
permitiera subsanar el vacío generado por la
inconstitucionalidad descrita, hasta claro está
que se promulga en concordancia con la
convención la Ley de Justicia Penal Juvenil
indicada.
Lo anterior puede ser cotejado en el fallo de la
Sala Constitucional S.C.V. 1982-94 que en lo
conducente indicó: "... De conformidad con lo
que dispone el artículo 7 de la Constitución
Política, a partir del momento en que la
Convención sobre los Derechos del Niño fue
ratificada por nuestro país, las normas legales
que contravengan las normas y principios
contenidos en ese instrumento internacional,
resultan inconstitucionales.
En el caso del artículo 17 del Código Penal,
desde el momento en que entró en vigencia la
Convención, el fijar en diecisiete años la edad
mínima para ser juzgado como adulto en lo
penal es inconstitucional por ser contrario a lo
que disponen los transcritos artículos 1 y 40
inciso 3), en lo que claramente se determina que
las personas menores de dieciocho años deben
ser juzgadas como menores de edad con
aplicación de la normativa específica, ello hace
que el establecimiento de la mayoridad penal
en dieciocho años se deba tener como realizada
a partir de la aprobación de la Convención,
afectando la reforma a todas las personas que
estén siendo juzgadas o que hayan sido
sentenciadas por hechos cometidos siendo
mayores de diecisiete años pero menores de
dieciocho...".
Tomando en cuenta el imperativo legal de
aplicar el instrumento jurídico internacional de la
Convención de derechos del niño a nuestro
derecho nacional y consuetudinario, la Sala
Constitucional ha tenido que definir algunos
términos jurídicos como por ejemplo el de
"NIÑO" ya que en nuestro derecho positivo
interno no existe ninguna norma que regule
dicha terminología jurídica. Al respecto la Sala
Constitucional ha indicado: "...La Convención
sobre Derechos del Niño utiliza la expresión
niño para todo menor de dieciocho años,
posiblemente motivada por la dificultad para
encontrar un término unívoco en los idiomas
más importantes. "NIÑO" es una especie de
género "menor". Ambas expresiones atienden a
criterios biológicos, psicológicos y sociales
difícilmente susceptibles de enmarcar en una
norma concreta. No obstante podemos
identificar legítimamente la definición de niño de
la Convención con la de menor, para efectos de
nuestro ordenamiento.... (S.C.V.647-90)"
Todo lo expuesto, nos demuestra
vívidamente el impacto que ha venido
ejerciendo la Convención de Derechos del Niño
en nuestro sistema positivo de derecho interno,
lo cual, no es de extrañar, si tomamos en cuenta
el marco constitucional que dicha convención
tiene al haber sido ratificada por nuestro país.
Las transformaciones internas se han sentido
básicamente en lo referente a la regulación de
justicia penal de todo menor que comprenda
una edad entre los doce y dieciocho años (símil
de la Convención), este aspecto lógicamente ha
recibido prioridad, en primer lugar por la
inconstitucionalidad de algunas normas que
constituían el marco legal existente en relación
al trato de los menores y en segundo lugar por
el impacto social que dicha materia significa, no
obstante existe evidentemente otro campo de
aplicación de las normas enunciadas en el cual
casi no ha existido un planteamiento efectivo y
una modificación necesaria de algunos
procedimientos
que
evidentemente
son
violatorios de norma constitucional, nos
referimos al campo de los MENORES
MADUROS
Y
EL
CONSENTIMIENTO
INFORMADO.
Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal
Menor maduro
Consentimiento informado en nuestra
normativa interna
Lo
expuesto
anteriormente
plantea
necesariamente toda una problemática en
relación a la concepción médico-ético-legal del
menor maduro y su relación con la norma
cuadro superior que nos inviste y que fuera
ratificada por Ley 7184 del 18 de julio de 1990.
Nos permitió determinar, con toda certeza,, que
de conformidad con la normativa superior que
nos inviste, no se puede disponer de un menor
sin tomar en cuenta su parecer, para lo cual ,
asimismo deberá mediar necesariamente una
evaluación del grado de madurez existente en el
niño menor de dieciocho años pero mayor de
doce años de edad.
Partiendo de lo declarado debemos
necesariamente determinar entonces la vigencia
jurídica del artículo 131 del Código de Familia
que literalmente estatuye: “Cuando sea
necesaria una hospitalización, tratamiento o
intervención
quirúrgica
decisivos
o
indispensables para resguardar la salud o la
vida del menor, queda autorizada la decisión
facultativa pertinente, aún contra el criterio de
los padres”.
Este artículo evidentemente
desfasado de las nuevas normativas que en
materia de DERECHOS HUMANOS nos invisten
plantea varios contrasentidos que seguidamente
analizaremos.
Evidentemente cuando el artículo nació a
la vida no existía la reforma introducida al
artículo 48 de la Constitución por Ley número
7128 del 18 de agosto de 1989, que amplió el
catálogo
de
derechos
fundamentales
susceptibles de ser protegidos por la
Jurisdicción constitucional y por todos los
tribunales, también a los derechos reconocidos
en los instrumentos- no sólo tratadosinternacionales sobre derechos humanos
aplicables en la República; ampliando así el
conjunto de fuentes normativas de los derechos
fundamentales y, por ende, de criterios para
integrar el debido proceso. Tampoco existía
como se ha indicado suficientemente, la
Convención de Derechos del Niño como norma
de rango CONSTITUCIONAL. Por lo expuesto,
debe
necesariamente
cuestionarse
la
constitucionalidad del artículo 131 del Código de
Familia que otorga a los galenos, la posibilidad
de actuar sin tomar en cuenta los pareceres de
un menor maduro.
Aunque, evidentemente, se determinará
en el futuro de plantearse la inconstitucionalidad
de la norma expuesta, queda claro que su
aplicación actual debe armonizar con nuestra
legislación
vigente,
la
que
indica
necesariamente la necesidad de determina el
grado de madurez del menor, a fin, de respetar
sus decisiones como lo haríamos ante un mayor
de edad. Al respecto, es menester, apuntar
que el determinar la madurez de un menor de
edad, no guarda el fin de únicamente cumplir
con un formulismo sino, pues según lo expone
la Convención, en caso de comprobarse un
grado de madurez suficiente en el menor,
permitir que éste tome las decisiones
pertinentes sobre hechos que puedan afectar su
vida entendida ésta como el conjunto corporal y
psicológico.
El atender los criterios de un menor
maduro y su incidencia dentro de lo que se ha
conceptualizado como CONSENTIMIENTO
INFORMADO, ha sido la interpretación que
partiendo de la Convención se ha brindado al
tratamiento de los menores en diferentes
medios jurídicos internacionales como lo
indicamos al señalar el comentario emitido por
la revista INTERNACIONAL HUMAN RIGHTS
LAW JOURNAL, que publicó la sentencia de un
tribunal superior de Canadá respecto a un joven
de 15 años que había rechazado transfusiones
de sangre y que según lo expuesto supra señaló
en lo conducente: “...Creo, que él es lo
suficientemente maduro como para expresar
una opinión sólida, como así me lo ha
demostrado. Estoy convencido de que se trata
de un joven adulto y maduro. Su voluntad es
que no se le administren productos sanguíneos
y, además estoy convencido de que si la
directora, amparada por una orden de este
Tribunal, contrariara de algún modo sus deseos,
su bienestar personal sufriría- en un sentido
muy real- un duro revés, pues creo que su
deseo de luchar contra la enfermedad y de
colaborar con el tratamiento se verían
seriamente afectados”. (6).
Asimismo el decano de derecho de la
Universidad Autónoma de Madrid, A. Jorge
Barrieto,
en
su
publicación
CONSENTIMIENTO
INFORMADO
Y
AUTONOMÍA DEL PACIENTE, señaló en lo
conducente: “...En caso de conflicto entre la
voluntad del paciente menor de edad, pero con
capacidad natural de juicio y de discernimiento,
y la del representante legal, el médico ha de
atenerse a aquella ( la voluntad del menor capaz
de decidir), pues en el tratamiento médico,
donde están en juego bienes tan personales
como la salud o la vida del paciente, tiene
carácter preferente la voluntad de éste- aunque
sea menor de edad- si puede comprender el
Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado
alcance del acto al que se va a someter y reúne
las condiciones de madurez suficientes para
consentir ...” (7).
Es importante señalar que en el ámbito de la
doctrina medica, se ha mantenido el mismo
criterio que judicialmente se ha venido aplicando
alrededor del orbe, como por ejemplo lo
patentiza la Revista
PEDIATRICS
en su
artículo
CARING
FOR
GRAVELY
ILL
CHILDREN de octubre de 1994, vol 94 núm. 4,
págs. 433-9 expuso en lo conducente: “... El
papel que le corresponde al niño en el plan de
tratamiento depende más de su grado de
crecimiento y aptitud personal que de su edad.
Así, por ejemplo, aunque por lo general los
niños de 10 años tienen menos capacidad para
comprender conceptos abstractos que los
adolescentes, algunos pudieran pensar y actuar
con mayor madurez (...) A medida que se hacen
mayores y sus aptitudes aumentan, se les debe
incluir de manera más plena en la toma
decisiones sobre su tratamiento. Los niños de
más edad y adolescentes pueden tener valores
religiosos o de otra índole que condicionen su
respuesta a la enfermedad y al tratamiento...”
(2).
Lo suficientemente expuesto nos ilustra
vívidamente la corriente que mueve y moverá a
nuestro derecho médico, legal, ético, pues éste
ha venido siendo el comportamiento que ha
recibido los instrumentos de derechos humanos
expuestos. Lo anterior patentiza claramente, la
posible inconstitucionalidad del artículo 131 del
Código de Familia y cuando menos su necesaria
reinterpretación adecuada, a proteger los
derechos fundamentales del menor maduro. Lo
expuesto cobra aún mayor peso si tomamos en
cuenta que “SALUD O VIDA DEL MENOR” no
puede ser interpretada como la sujeción
necesaria a un protocolo médico determinado,
sino que el derecho a la vida, debe ser
entendida como el resultante de la integridad
física y psíquica (no sólo física), y este ha
venido siendo el criterio expuesto de nuestra
Sala Constitucional que en su fallo S.C.V. 139494 señaló en lo conducente: “...Es importante
analizar el derecho a la vida, ya que, sin duda
alguna, la vida es el fundamento, la condición
necesaria y determinante de la existencia de la
persona humana; es inherente a la persona
humana. De ello se deriva el principio de la
inviolabilidad de la vida humana, de modo que
es deber de la sociedad y del Estado su
protección. Es el más elemental y fundamental
de los derechos humanos y del cual se
despliegan todos los demás (...) El más
inmediato derecho vinculado al derecho
a la vida es el derecho a la integridad física y
psíquica...” (subrayado agregado).
Todo lo señalado, determina un cambio de
mentalidad médico jurídica en la atención de
MENORES
MADUROS,
aunque
es
imprescindible señalar que este cambio no
radica en el ámbito del parecer personal, sino
que necesariamente es un imperativo legal
reglado
suficientemente
que
aparejaría
responsabilidades civiles y penales a quienes
las incumplieran.
Por lo tanto, es obligado el análisis del
artículo 27 de la Ley General de Salud que
literalmente establece: “Los padres, depositarios
y representantes legales de los menores o
incapaces no podrán negar su consentimiento
para someter a sus representados a prácticas o
tratamientos cuya omisión implique peligro
inminente para su vida o impedimento definitivo,
según dictamen de los médicos”. Al respecto es
evidente que la norma expuesta se encuentra
desfasada de nuestra realidad jurídica actual,
por cuanto fue legislada en un período en el cual
no existía el cuerpo normativo que hoy nos
obliga y por ende, necesariamente en el futuro
tendrá
que
ser
cuestionada
su
constitucionalidad. No obstante, en vista de que
los menores maduros no pueden ser tratados
como sujetos acéfalos, necesariamente privará
sobre este artículo lo señalado suficientemente
en la Convención
y supletoriamente lo
estipulado expresamente en el artículo 46 del
Código Civil y 22 de la Ley General de Salud,
además de que eventualmente el contravenir la
libre determinación de un MENOR MADURO
podría activar nuestro derecho Penal en su
artículo 193 que tipifica el delito de coacción.
Corolario
Nos sentimos satisfechos de ver que en materia
de legislación sobre derechos humanos y
menores de edad, nuestra realidad jurídica se
encuentra orientada y alineada a las directrices
jurídicas de avanzada como suficientemente se
expuso. No obstante es lamentable indicar que
en la esfera de la aplicación del derecho
médico-legal realmente existe un una gran
ignorancia de las normas que nos constituyen
legalmente y del proceder que necesariamente
debería seguirse, además claro está de muchos
vacíos normativos que tendrán que ser suplidos
tanto jurídicamente como en la práctica médica.
Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal
No obstante lo expuesto, nos plasmó que
tenemos
una
normativa
con
rango
constitucional, que determina la existencia de
MENORES a los cuales necesariamente
deberíamos reconocer su MADUREZ y volición
en relación a sus deberes y derechos, aunque
en este caso, lo hemos enfocado restrictamente
al CONSENTIMIENTO INFORMADO.
De lo expuesto, determinamos que no puede
imponerse a un menor ningún tipo protocolo
médico, sin primero conseguir el parecer del
menor (previa determinación de su madurez),
claro que no estamos hablando o haciendo
alusión al parecer del menor en relación a
detalles técnicos de la medicina , sino a su
parecer en relación a su libre pensar y sentir en
conjugación con sus valores, éticos, morales y
religiosos, o psíquicos como los ha definido
nuestra Sala Constitucional- Es imprescindible,
por lo tanto, desmitificar
la idea de la
superioridad impositiva sobre menores de edad,
aún hablando de consentimiento informado
contrario al criterio detentado por los padres del
menor, en el ejercicio de la patria potestad como
se ha entendido según lo comentado en el
cuerpo de esta exposición.
Aún existen serias lagunas jurídicas que
necesariamente deberán ser suplidas en el
legislar futuro, aunque eventualmente, suele
suceder que muchas de estos vacíos se suelen
regular de hecho. Nos referimos al órgano que
determinará el grado de madurez de los
menores de edad que oscilen entre los doce y
dieciocho años , asimismo no se ha definido el
procedimiento
a
seguir
cuando
exista
incompatibilidad de criterios entre el menor
maduro, sus progenitores o bien el médico o
médicos tratantes.
No obstante, este escollo ha sido ya
legislado en muchos países que se ciñen a los
derechos fundamentales de los niños; en la
mayoría de los países occidentalizados de
doctrinas de avanzada, esta determinación
necesariamente solo puede ser asumida por un
juez de familia , con el respectivo examen
valorativo pericial de uno o varios profesionales
en diferentes áreas valorativas, que permitan
determinar el grado de madurez integral del
niño (psicólogos, trabajadores sociales, etc).
Por ende, nuestra legislación evidentemente de
avanzada, en relación a su estructura podría
asimismo utilizar la figura de un juez de familia
que realice la valoración necesaria del menor,
aunque en justicia deberemos espera en la
práctica su desenlace jurídico a fin de no
teorizar innecesariamente.
Lo que sí podríamos aventurar con toda
seguridad es nuestra legislación actual en la
forma que se encuentra conformada, así como
las corrientes de avanzada que nos influyen
constantemente nos dirigen necesariamente a
un cambio fundamental en la concepción
médico legal que muchos tuvimos por décadas
en relación a los menores de edad y este
hechos se patentiza diariamente, pues tenemos
el privilegio y obligación de notar los cambios
que en esta materia se están generando
constantemente ha nuestro alrededor, como por
ejemplo la Ley de Justicia Penal Juvenil, la
cedularización de menores, etc.
De lo que estamos, seguros es que hemos
asistido al némesis (fin) de la concepción del
aquellos
criterios
ortodoxos
que
conceptualizaban
a
los
niños
como
imposibilitados de emitir criterios, sustentar
derechos y asumir responsabilidades.
Literatura citada
1.
Pedreira Andrade:
“Rechazo Del
Tratamiento,
Consentimiento
y
Derecho A la Información Del
Paciente”. Jano 6-12 de Julio de 1990,
Vol. 39, Nume. 915, Pags. 58,61.
2.
Caring For Gravely III Children De
Octubre de 1994, Vol. 94 Núm. 4, 4339
3.
Annals Of Emergency Medicine Bajo el
Título “Ethical Issues In Pediatric And
Noenatal Resuscitation”, Febrero De
1993, Vol. 22, Núm 2 (Aparte 2), Págs
236-41
4.
Asesoria Jurídica del Instituto Nacional
de la Salud, España: “Sobre La
Negativa
De
Los
Enfermos
Pertenecientes
A
La
Confesión
Religiosa Testigos De Jehová A Recibir
Transfusiones De Sangre. Dictamen
De Enero de 1989.
5.
Gillick V. West Norfolk And Wisbech
Area Health Authority, 1985, 3 All Er,
Pág. 402, 423.
6.
Re A.Y., Human Rights Law Journal,
30 De Setiembre De 1993, Vol. 14,
Num. 7,8, Pag. 280-2.
7.
Consentimiento
Informado
Y
Autonomía Del Paciente, Jano, 3-9 de
Marzo 1995, Vol. 48, Número 1114,
Pág 609.
Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado
Otras normas usadas en el análisis:
Bibliografía de leyes costarricenses
Convención Sobre derechos del Niño.
Votos de la Sala Constitucional:
S.C.V. 1982-94. Inconstitucionalidad de normas
penales con ratificación de convención.
S.C..V
niño.
647-90.
Definición de la terminología
Acuerdo de La Asamblea General de Las
Naciones Unidad del 20 de Noviembre de 1989.
Ley 7576 de Justicia Penal Juvenil del 30 de
Abril de 1996.
Código de Familia, Artículo 131.
S.C.V. 1982-94.
Marco jurídico
Convención de Derechos del Niño.
de
la
S.C.V. 2313-95. Instrumentos de Derechos
Humanos y su marco jurídico en relación a la
Constitución.
S.C.V. 1394-94. Definición de derecho a la vida
en relación a integridad física y psíquica.
Ley Número 7128 del 18 de Agosto de 1989.
Reforma del Artí. 48 de La Constitución Política.
Ley General de Salud. Artículo. 27 y 22. Código
Civil. Artículo 46.
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