contenidos seminario 49

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CONTENIDOS COMPLEMENTARIOS DEL SEMINARIO
49
VIRUS HERPES SIMPLEX-1, VIRUS PAPILOMA
HUMANO Y MOLUSCO CONTAGIOSO
Prof. Dr. Norberto Sanjuan
Coordinador del Módulo IV
(Sólo se explican los conceptos recientes. El resto de la información está en los libros
de texto, aún desactualizados)
Los contenidos desarrollados aquí exceden aquellos que están contemplados para
el Módulo IV. No obstante, el conocimiento de los mismos le permitirá al alumno
una mejor comprensión integral del tema y, en última instancia, le será de utilidad
a aquel que deba rendir examen final o posteriormente en la carrera de Medicina.
VIRUS HERPES SIMPLEX
CARACTERÍSTICAS DEL VIRUS Y SU REPLICACIÓN
El virus Herpes simplex (HSV) está clasificado, en base a su morfología, como
un miembro de la familia Herpesviridae, de la cual forman parte más de 130 virus
distintos que infectan a una amplia variedad de animales. El HSV-1 (un virus humano)
fue descubierto en 1919 por Lowenstein y recién en 1962 Schneweiss describió al
serotipo HSV-2.
Estructuralmente está compuesto, de afuera hacia adentro, por una envoltura
lipoproteica que se observa como una membrana trilaminar por microscopía electrónica
de transmisión (MET), luego una zona amorfa denominada “tegumento” y por último
una nucleocápside de simetría icosaédrica, de 100 nm de diámetro, organizada en 162
capsómeros y con forma toroidal, que contiene al DNA viral. El virión (que es la
partícula viral infectante) mide entre 120 y 280 nm, dependiendo del espesor del
tegumento.
La envoltura, al ser la parte más externa de la partícula viral, no sólo recubre a la
nucleocápside sino que también interactúa con los receptores celulares. Está compuesta
por 11 proteínas de las cuales 10 son glicoproteínas, denominadas gB, gC, gD, gE, gG,
gH, gI, gK, gL y gM. El tegumento contiene proteínas no glicosiladas, algunas de ellas
críticas en los procesos de replicación viral y de latencia, como VP-16 (“VP” indica
“viral protein”). La cápside es también proteica y, en conjunto con las proteínas del
tegumento, contiene los 20 péptidos restantes que forman el virión. El DNA viral es
bicatenario y lineal, compuesto por 150 Kilopares de bases (Kpb) y estructurado en dos
segmentos: el “largo” (UL) y el “corto” (US) que están separados por secuencias de
DNA palindrómicas (es decir, repetitivas pero inversas). Estas secuencias tienen
funciones regulatorias en la expresión del genoma.
El HSV puede infectar una amplia variedad de células in vitro, aunque in vivo se
acepta que tiene un tropismo preferencial por los tejidos derivados del ectodermo
embrionario, especialmente la piel y el sistema nervioso.
A nivel de una sola célula, el HSV-1 inicia su ciclo de replicación contactando
las gB y gC con el receptor celular que es el componente glicosaminoglicano del
heparan sulfato ubicado en la membrana plasmática.
El siguiente paso es la interacción de gD con un co-receptor celular que puede
ser de 3 tipos. El primer tipo corresponde a un miembro de la familia de receptores para
el TNF (factor de necrosis tumoral). A este co-receptor originalmente se lo denominó
HVEM (Herpes virus entry mediator) pero posteriormente se le cambió el nombre por
el de HveA. El segundo tipo de co-receptores pertenece a la superfamilia de las
inmunoglobulinas y está relacionado con el receptor para el virus Polio. Este coreceptor puede, a su vez, tener 2 variantes: el HveB y el HveC. Se ha observado
recientemente que estos co-receptores son proteínas que intervienen como moléculas de
adhesión intercelulares, por lo cual se las denominó “nectinas”. De tal forma que la
nomenclatura más actual es “nectina 1-alfa” para designar a HveC y “nectina 2-alfa”
para denominar a HveB. Estas nectinas (sobre todo la 1-alfa) son importantes no sólo
para determinar el tropismo del HSV-1 (dado que están presentes en la piel, el cerebro,
los ganglios raquídeos, etc) sino, además, para permitir el pasaje intercelular del virus.
El tercer tipo de co-receptor con el que HSV-1 puede interactuar es el heparán sulfato 3O-sulfatado.
El último paso para el ingreso de la partícula viral a la célula es la fusión de la
envoltura viral con la membrana plasmática celular. Si en vez de ingresar por la
mencionada fusión el virus entrara por endocitosis la infección productiva no tendría
lugar.
Posteriormente, las nucleocápside y algunas proteínas del tegumento son
transportadas hacia los poros nucleares, probablemente a través de su interacción con
dineína, que es una proteína motora asociada a microtúbulos. No obstante, este punto es
aún oscuro, porque fue demostrado en pocos sistemas de cultivos celulares. En el borde
del poro nuclear, las nucleocápsides liberan al DNA viral que, en consecuencia, ingresa
al núcleo por mecanismos aún hoy poco conocidos, quedando la cápside vacía en el
citoplasma. Dentro del núcleo el genoma viral se circulariza uniéndose por sus extremos
palindrómicos.
El genoma del HSV-1 ubicado en el núcleo celular se expresa en forma de
cascada, con 3 grupos de genes diferentes que se denominan alfa (o inmediatamente
tempranos), beta (o tempranos) y gamma (o tardíos). Los genes alfa y gran parte de los
beta son reguladores de la síntesis del DNA viral, mientras que los gamma son genes
que codifican para la síntesis de proteínas estructurales. Los 3 grupos de genes regulan
su expresión entre sí, induciendo o reprimiendo la expresión de los otros. El comienzo
de la transcripción de los genes alfa está dado por la presencia en el núcleo de la
proteína del tegumento VP-16, mientras que la proteína UL41 bloquea la síntesis de las
proteínas celulares. Una vez sintetizadas las proteínas en el citoplasma, regresan al
núcleo donde se unen al DNA viral que se obtuvo por replicación previa y ensamblan
nuevas nucleocápsides. Inmediatamente las proteínas que formarán el tegumento
recubren a las nucleocápsides y las partículas se acercan a la membrana interna de la
envoltura nuclear, donde VP-16 es esencial para que las partículas broten desde esa
membrana.
Es incierta la ruta de egreso de los viriones una vez ubicados en el espacio
formado entre las membranas interna y externa de la envoltura nuclear. La más aceptada
afirma que las partículas envueltas migran por el citoplasma dentro de la luz del retículo
endoplásmico o en vesículas pertenecientes al aparato de Golgi o del sistema transGolgi, donde maduran las glicoproteínas. De esta forma el virus saldría de la célula
siguiendo el aparato secretor celular, a través de vesículas que se fundirían con la
membrana plasmática y liberarían a las partículas virales o, alternativamente,
cambiando su envoltura por una nueva obtenida de la membrana plasmática celular.
Como consecuencia de todo este proceso, el virus induce en la célula infectada
cambios morfológicos sustanciales, tales como el redondeamiento, la eventual
formación de sincicios y alteraciones nucleares (núcleos en “vidrio esmerilado”)
que, en conjunto, constituyen el efecto citopático viral (ECP).
LA INFECCIÓN LÍTICA Y LA LATENCIA VIRAL
Desde el clásico trabajo de Lascano y Berría donde se aplicó por primera vez el
método de inmunoperoxidasa (PAP) para el seguimiento de una infección experimental
por HSV-1, se confirmó desde el punto de vista histopatológico e inmunocitoquímico lo
que había sido propuesto anteriormente por métodos no tan precisos: el HSV replica
inicialmente en un epitelio y posteriormente avanza por el sistema nervioso periférico
hasta alcanzar la médula espinal y el encéfalo cuando el virus había sido inoculado, por
ejemplo, en la almohadilla plantar de la pata del ratón. El método PAP permite realizar
estudios in situ de la presencia de antígenos virales que son casi siempre
incontrovertibles, ya que los antígenos aparecen coloreados en los cortes histológicos, y
los tejidos y células infectadas pueden caracterizarse simultáneamente contracoloreando
ténuemente los preparados con hematoxilina. Este método permitió reemplazar al
clásico procedimiento de aislamiento de virus de cada uno de los órganos mediante la
homogeneización de los distintos tejidos supuestamente infectados y la posterior
inoculación en cultivos celulares. La aplicación sistemática del método PAP, permitió
determinar con precisión la progresión de la infección intravaginal por el HSV-2 en
ratones, el estudio experimental de la infección de HSV-2 durante la preñez o el
compromiso de los linfocitos T en la infección genital a través del seguimiento de la
infección intravaginal en ratones genéticamente atímicos.
Una vez alcanzado el sistema nervioso central (SNC), en los modelos murinos
habitualmente el HSV-1 provoca la muerte del animal debida a una encefalitis. En otros
modelos, en cambio, se establece un tipo de infección similar al que ocurre en el
humano, denominada “latente”. La infección latente se caracteriza porque el virus se
encuentra en el núcleo de las neuronas en forma episomal (es decir, circularizado y
extracromosómico), con la sola transcripción de 3 intrones denominados LATs
(latency-associated transcripts), que tienen 8,3, 2 y 1,5 Kpb. Es decir que el DNA
viral se encuentra en el núcleo de las neuronas latentemente infectadas en forma
circularizada, sólo transcribe los LATs (que no se traducen en la síntesis de proteína
alguna ya que no tienen la polaridad del RNA mensajero) y no expresa proteínas en la
membrana plasmática celular. Este es un verdadero mecanismo de evasión del virus
para no ser detectado dentro de las neuronas por la intensa respuesta inmune celular y
humoral concomitante que se observa durante el estadio de latencia. Otros mecanismos
de evasión han sido descriptos, incluyendo uno recientemente detectado que implica el
aumento de la liberación de Galectina-1 luego de la infección por HSV-1, lo que lleva a
la apoptosis de los linfocitos T. Simultáneamente los LATs contribuyen a evitar la
apoptosis de la neurona que alberga al HSV-1 durante la fase de latencia, hecho
que sería esperable luego de una infección viral aguda de esas células, y estarían
también involucrados en el tropismo viral. Otros genes de importancia son el GRE
(elemento de respuesta a los glucocorticoides) que responde al contacto con el
receptor de glucocorticoides aumentando la replicación viral, y el gen que codifica
para la enzima Timidina Kinasa (TK). Esta enzima es la responsable de la acción
del fármaco aciclovir e interviene en la neurovirulencia del HSV. Los virus
mutantes que carecen de esa enzima (TK-) NO son sensibles al aciclovir.
Los mecanismos moleculares que hacen mantener el estado de latencia son
todavía desconocidos en su mayor parte. Existen básicamente 2 teorías para explicarlos
(seleccionadas de las múltiples especulaciones e hipótesis publicadas). Una de ellas se
basa en que, dado que el DNA del HSV-1 es bicatenario y que sus genes alfa son
esenciales para iniciar la replicación viral y en consecuencia un ciclo lítico, es curioso el
hecho de que en la cadena complementaria a los genes alfa 0 y alfa 4 se encuentra la
secuencia nucleotídica que codifica a los LATs. De acuerdo a esta teoría, la síntesis de
los LATs sería de naturaleza anti-RNA mensajero de los genes alfa mencionados,
inhibiendo de esta manera el comienzo de la transcripción del genoma viral por la
inhibición de la expresión de los genes alfa 0 y alfa 4. Una segunda teoría, más reciente,
propone una mayor participación de algunos factores celulares en el mantenimiento del
estado de latencia. En este sentido, es sabido que un factor crítico para que el genoma
del HSV-1 ubicado en el núcleo celular comience su transcripción es su activación por
una proteína del tegumento del virus, la VP-16, que viaja hacia el núcleo en forma
independiente del trayecto realizado por la nucleocápside viral. Existen evidencias
experimentales que indican la presencia de VP-16 conjugada con un factor celular
denominado “Oct-1” y otra proteína celular denominada “HCF” (de “host cell factor”)
en el citoplasma de las células latentemente infectadas con HSV-1. Si estas células
reciben en forma experimental algunos de los estímulos conocidos para la
reactivación de la infección herpética (todos ellos tendientes a un estado de “stress”
celular) el complejo formado por VP-16, Oct-1 y C se translada del citoplasma al
núcleo y actúa como un factor de transcripción del genoma viral, especialmente
sobre los genes alfa 0 y alfa 4, permitiendo iniciar de esta manera la síntesis de
nuevas moléculas de DNA viral, su posterior encapsidación intraneuronal y su
migración intra-axonal hacia el epitelio del dermatoma correspondiente a la
neurona infectada. Si, en cambio, el estímulo no existiera, el complejo mencionado
permanecería en el citoplasma y, en consecuencia, los genes alfa no serían transcriptos,
manteniendo de ese modo el estado de latencia. Durante el año 2006 se descubrió el
primer factor exclusivamente neuronal humano que estaría involucrado en la latencia
viral: la proteína Zhangfei. Esta proteína actúa sobre VP-16, impidiendo la formación
del trímero VP-16-Oct-1-HCF y, de esta forma, impidiendo la replicación viral. Esto
contribuiría al mantenimiento de la latencia. Otro hecho reciente fue la observación de
que, durante la latencia, los genes LATs promueven el ensamblado de
heterocromatina celular sobre los promotores de los genes virales involucrados en
la lisis celular. Este mecanismo epigenético está asociado a la metilación de algunas
histonas celulares y también contribuiría al mantenimiento de la latencia, así como la
codificación por parte del virus de micro RNAs, que anulan la expresión de algunos
genes virales. Los micro RNAs son secuencias nucleotídicas muy cortas con polaridad
anti-RNA mensajero, ubicadas tanto en genes virales como celulares. Recientemente se
describió que dentro de la secuencia de los LATs existe al menos un micro
RNA.También se detectaron poblaciones oligoclonales de linfocitos T CD8+
infiltrando a las neuronas latentemente infectadas en el ganglio de Gasser y
obtenidos de cadáveres humanos. No obstante, no está claro cómo estas células, que
pueden liberar sustancias líticas, no lo hacen en este caso y de esa forma no destruyen a
las neuronas. Lo reciente de esta publicación (2007) hace que todavía sea prematuro
analizar el papel de estos linfocitos en la latencia.
Cualesquiera sean los mecanismos involucrados en el mantenimiento del
estado de latencia el hecho es que, luego de su reactivación, el HSV-1 migra hacia
el epitelio que forma parte del dermatoma y replica activamente en él, provocando
la lisis de las células de la capa de Malpighi y la posterior espongiosis (edema
intercelular), que llevará más tarde a la formación de vesículas múltiples repletas
de virus. Estas vesículas por último se resolverán con la formación de costras,
dando fin al episodio de reactivación.
Los estímulos que pueden provocar la reactivación de un HSV son inespecíficos,
destacándose entre ellos a la radiación ultravioleta (exposición al sol), las neurectomías
(durante extracciones de piezas dentarias), la aplicación local de frío o de calor, el
stress, la fiebre, etc. Lo que se desconoce casi completamente es de qué manera esos
estímulos pueden hacer que el virus se reactive desde su estado de latencia a nivel
molecular.
Clínicamente las vesículas herpéticas se presentan en forma de ramillete, con
líquido transparente en su interior (que está repleto de virus infectivos) y un borde
eritematoso. Antes de la aparición de las vesículas el paciente refiere un dolor “urente”
(es decir “quemante”) en la zona. Luego, las vesículas evolucionarán a costras. El HSV1 puede permanecer viable en ropas, guardapolvos o el medio externo durante
horas, inclusive hasta 2 días. Las lesiones pueden ser mucocutáneas o cutáneas, y las
reactivaciones ocurren en los mismos sitios por los cuales el virus ingresó por primera
vez. La primoinfección ocurre, en general, en la primera infancia (desde los pocos
meses de vida hasta los 6 años) aunque si un paciente adulto no tiene anticuerpos
protectores y entra en contacto con una persona infectada puede primoinfectarse a pesar
de su edad. El virus se transmite por contacto directo, por ejemplo buco-bucal o bucocutáneo de la madre al niño. El paciente que tiene herpes en estado latente puede
eliminarlo subclínicamente, sin tener vesículas macroscópicamente visibles, pero sí
microscópicas, que se rompen y liberan virus en la saliva. El virus ingresa por
microtraumas y, en general, el cuadro de primoinfección es mucho más severo que el de
recurrencia (por ejemplo la primoinfección bucal puede cursar con una
gingivoestomatitis con compromiso de la mucosa bucal, la lengua, las encías, etc,
mientras que la recurrencia bucal puede darse luego sólo en la semimucosa labial).
El virus también puede ingresar por vía ocular y provocar una
queratoconjuntivitis herpética de forma “dendrítica”, que lleva a la producción de
cicatrices en cada reactivación (“leucomas”) que, al ser reiteradas, conducen a la
disminución de la agudeza visual. Esta lesión es la causa principal de los transplantes de
cornea.
Cualquier paciente infectado con HSV-1 puede padecer una encefalitis
herpética. Esto ocurre cuando el virus que estaba latente en el ganglio de Passer, en vez
de hacer una recurrencia hacia el labio, por ejemplo, lo hace hacia la corteza de los
lóbulos temporales a través de los nervios tentoriales. En esas neuronas el virus
produce una lesión lítica, no latente y la enfermedad es mortal o deja secuelas serias.
Las encefalitis herpéticas son las más frecuentes entre las encefalitis esporádicas del
adulto inmunocompetente. Debe remarcarse que, mientras que el HSV-1 provoca
encefalitis, el HSV-2 produce meningitis, sobre todo inmediatamente después de una
primoinfección genital.
Epidemiológicamente, el 75% de la población adulta de la ciudad de Buenos
Aires y la provincia de Buenos Aires tiene serología positiva para HSV. A su vez,
tomando ese 75% como el 100% el 70% está infectado con HSV-1 y el resto con HSV2. Los anticuerpos contra HSV-1 NO protegen de la infección por HSV-2, aunque dan
reacción cruzada.
El diagnóstico de laboratorio se hace sólo ante cuadros dudosos. En ese caso, el
método más rápido, barato y sensible es el “destechado” de una vesícula con el bisel de
una aguja y el raspado de la base de la lesión. El material obtenido se extenderá en no
más de 1 cm2 sobre 2-3 portaobjetos y se dejará secar al aire. Cualquier laboratorio de
Patología o Virología está en condiciones de realizar una fijación de los preparados con
metanol y una posterior coloración con Giemsa o Papanicolaou. El ECP viral es
característico, pero no permite diferenciar entre HSV-1, HSV-2 o virus Varicela-Zóster.
Por eso se toman varias muestras (2-3 portaobjetos), para realizar eventualmente
detección de antígenos específicos de cada virus por Inmunofluorescencia indirecta. En
la práctica NO se realizan inoculaciones del líquido de las vesículas en cultivos
celulares, aunquew en ellos el virus puede provocar ECP en 24 hs. Este procedimiento
está reservado a estudios epidemiológicos o moleculares. En el caso de una encefalitis
herpética puede buscarse DNA viral por PCR del líquido cefalorraquídeo o biopsia
cerebral con inmunomarcación por IFI.
No hay profilaxis activa para el HSV-1 y el tratamiento se basa en la administración de
aciclovir o sus derivados, Valaciclovir o Penciclovir. Hay, también, otros antivirales.
VIRUS PAPILOMA HUMANO (HPV)
Los virus Papiloma fueron inicialmente detectados en conejos salvajes en los
que producían lesiones parecidas a cuernos. Luego se los encontró en verrugas humanas
y, en la década de 1980, zur Hausen y simultáneamente Howley demostraron la
asociación de algunos tipos de HPV con el carcinoma de cuello uterino humano. Hasta
hace poco se los agrupaba junto con los virus Polioma en la familia “Papovaviridae”
cuyo nombre derivaba de “Papiloma-Polioma-Virus”. En la actualidad, dadas las
diferencias genéticas entre ambos tipos de virus, cada uno forma parte de una familia
propia. Los HPV son virus icosaédricos, desnudos, pequeños (unos 50 nm) que
contienen DNA bicatenario del que sólo codifica una de las dos cadenas. El genoma
es complejo y está formado por 6 genes “tempranos” (E1, E2, E4, E5, E6 y E7) y 2
genes estructurales “tardíos” (L1 y L2). Recordemos que los genes son “tempranos”
o “tardíos” de acuerdo a si se expresan antes o después de la duplicación del ácido
nucleico viral, respectivamente. Existen más de 100 “tipos” de HPV, y cada “tipo”
nuevo se establece secuenciando al gen L1: si más del 50% de los nucleótidos difieren
de los presentes en HPVs. ya conocidos se crea un nuevo “tipo”. Los virus son muy
difícilmente cultivables en queratinocitos humanos o en cultivos organotípicos de piel
por lo que este procedimiento se realiza sólo con fines experimentales, nunca
diagnósticos. Hay 2 grandes grupos de HPV: aquellos que tienen un elevado potencial
oncogénico (especialmente en el cuello uterino, pero también asociados a carcinomas
epidermoides de la boca, especialmente cuando actúan en forma combinada con el
alcohol) y otros que, si bien producen neoplasias benignas (verrugas) nunca
evolucionan al cáncer. Entre los primeros están los tipos 16, 18, 31 y 45. Entre los que
producen, por ejemplo, condilomas acuminados están el 6 y el 11. El resto produce
verrugas de variado tipo.
Los genes E1 y E2 están involucrados en la replicación del genoma viral y
en el control transcripcional. La función de E4 no es conocida. E5 aumenta la
actividad del factor de crecimiento epidérmico (EGF) y estaría involucrado de esa
forma en la etiología de las verrugas benignas. E6 y E7 interactúan con las
proteínas celulares p-53 y pRB, respectivamente. De acuerdo a la forma de
interacción con esas proteínas los tipos virales serán altamente oncogénicos o no. En los
tipos altamente oncogénicos E6 se une a p-53, la asocia a Ubiquitina y la degrada a
través del proteasoma, mientras que E7 inactiva la función de pRB. Como p-53 ordena
la apoptosis de las células en las que detecta que hay anomalías en el DNA y pRB
impide la entrada de la célula al ciclo celular, la inactivación de estas 2 proteínas hace
que se acumulen mutaciones que no pueden ser reparadas y que, paralelamente, la
célula entre de manera contínua en el ciclo celular. La sinergia entre estos dos
fenómenos llevará a la génesis de una neoplasia maligna o cáncer. La activación de E6
y E7, a su vez, está determinada por la integración del genoma viral al genoma
celular a través de E2. Al integrarse E2 es delecionado y, como su función normal es
la de inhibir la expresión de E6 y de E7, libera la función de estos dos genes que de ese
modo actúan constantemente y fuera de control. Si el virus no se integra va madurando
a medida que madura el queratinocito, desde la capa basal del epitelio hasta la capa
córnea. Desarrolla entonces un tipo de célula característica de INFECCIÓN viral
denominada “coilocito”. Esta es una célula vacuolada, con núcleo picnótico y
excéntrico y repleta de virus que, no obstante, no salen de ella por lisis sino por contacto
intercelular. Los HPV de bajo grado de malignidad (como los que nos toca ver en
este seminario), si bien interactúan con E6 y E7 no se integran al genoma celular y
cumplen sólo un ciclo productivo con formación de coilocitos. No se sabe por qué
cada tipo viral tiene un tropismo distinto y produce diferentes verrugas. La transmisión
del virus ocurre por microtraumas en la piel o por autoinoculación por rascado. El virus
en el medio externo es muy estable, de tal manera que no es inusual la presencia de
verrugas plantares en aquellos que caminan en las piscinas o en los clubes sin usar
calzado. Lo mismo ocurre con las múltiples verrugas que pueden verse en un mismo
paciente.
El diagnóstico de laboratorio se hace sólo ante dudas clínicas y por biopsias, que
se colocan en formol al 10% en agua y se envían al laboratorio de Patología. En este, el
patólogo ya no utiliza más técnicas de inmunomarcación con inmunoperoxidasa en
cortes de tejidos para detectar antígenos virales como se hacía hace 20 años y tampoco
se usa hibridización in situ o PCR para conocer qué tipo de HPV está presente. La sola
observación de “imágenes celulares en empedrado” con coilocitos, papilomatosis,
acantosis e infiltrado inflamatorio subyacente, además de la histología general de
la lesión hace el diagnóstico de certeza. Las verrugas pueden tratarse con métodos
físicos y químicos. No hay vacunas contra ellas (sí contra los HPV involucrados en la
etiopatogenia del cáncer de cuello uterino) y la forma de prevenirlas es evitar el
contacto de la piel con superficies u objetos que puedan estar contaminados con HPV ó
evitar el rascado y la autoinoculación.
MOLUSCO CONTAGIOSO (VIRUS POX)
Los virus POX son importantes porque históricamente fueron los agentes causales de la
viruela humana y de la viruela bovina (o “vacuna”). En la actualidad se los usa como
vectores de clonación de genes en ingeniería genética y como probables agentes de
guerra bacteriológica. Un virus de este tipo causa el “molusco contagioso”. Los virus
son muy grandes (miden 280 nm, es decir 0,28 micrómetros) lo que los ubica en el
límite de resolución del microscopio óptico y son los únicos virus con DNA que
replican en el citoplasma celular, no en el núcleo. Esto hace que la maquinaria
biosintética del virus sea muy compleja. El virus contacta a la célula, pierde la envoltura
y entra al citoplasma celular. Una RNA polimerasa dependiente del DNA viral (que
estaba preformada en el virión) comienza a sintetizar las primeras moléculas de RNA
mensajero viral que luego es modificado en el citoplasma celular por otras enzimas del
propio virus. El virus replica en “factorías” citoplásmicas también denominadas
“viroplasmas” que en los cortes histológicos se observan como regiones intracelulares
acidófilas y, con objetivo de inmersión (y un poco de imaginación), puede verse un
puntillado apenas detectable: son los virus.Una vez que replicó el DNA viral ocurre la
encapsidación y la envoltura es adquirida dentro del citoplasma a partir del sistema de
endomembranas. El virus deja a la célula por brotación o por lisis.
En el caso del molusco contagioso, se da en niños en el tronco y extremidades o
más tarde en zonas perigenitales. Ocurre por contacto directo y se manifiesta como
lesiones sobreelevadas y umbilicadas en el centro, de consistencia sólida.
Histológicamente hay acantosis, papilomatosis, un “crater” central y los cuerpos de
inclusión acidófilos intracitoplásmicos ya mencionados. Puede haber auto-inoculación y
el tratamiento de las lesiones puede ser con agentes físicos o químicos. El diagnóstiuco
de certeza es clínico o, a lo sumo, histopatológico tomando biopsias de las lesiones.
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