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Siguen las protestas campesinas en Norte de Santander
Las guerras del Catatumbo I1
Para entender la ola de violencia en esa región hay que reconstruir su historia
desde los primeros gamonales y los indígenas Bari hasta la “Huelga del arroz”,
pasando por la colonización de la frontera con Venezuela.
Por: Alfredo Molano Bravo - Especial para El Espectador
Campesinos del Catatumbo marchan cargando el féretro de uno de los manifestantes muerto en los enfrentamientos con las Fuerza
Pública. / Prensa Rural
Recuerdo vagamente la primera vez que viajé por el río Catatumbo desde Filo Gringo hasta La
Gabarra. Llegué por Tibú, que era una pequeña ciudad petrolera en plena actividad; la CUT estaba
recién fundada y Lucho Garzón, quien había impulsado su creación desde la Unión Sindical Obrera
(USO), era su primer presidente.
Los obreros mandaban en la Alcaldía y en los sistemas educativo y de salud pública; regulaban el
mercado por medio de un sólido aparato cooperativo y controlaban el reclutamiento de trabajadores.
Ecopetrol no daba un paso en la región sin consultar a la CUT. La historia de este poder comienza
con la “Huelga del Arroz”, a mediados de los años 30, casi al mismo tiempo con la explotación
petrolera en el país.
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Periódico El Espectador. Bogotá, junio 30 de 2013. http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-430812-guerras-del-catatumbo-i
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La protesta estalló porque la compañía tenía restaurantes diferentes para obreros, empleados y
directivos, lo que se consideró excluyente y deshonroso. Pero el verdadero cargo que encendió la
hoguera fue la falta de arroz en el menú de los obreros, porque la mayoría era de origen campesino,
de regiones cálidas donde poco o nada se comía papa, la parte sustanciosa de la dieta impuesta por
la empresa.
Ese origen fue también la causa de una solidaridad a toda prueba de los colonos con los
trabajadores. La colonización campesina fue jalonada por la construcción de trochas y campamentos
que la explotación petrolera requería.
Muchos campesinos llegaron desplazados por las medidas de protección que los hacendados
santandereanos montaban a raíz de la promulgación de la función social de la propiedad —Ley 200
del 36—. La huelga del arroz fortaleció el poder sindical y la economía campesina.
La Colombian Petroleum Company (Colpet), como todas las inversiones extranjeras, no tenía buena
imagen desde la masacre de las bananeras en el año 28, y tenía enorme interés en los depósitos de
petróleo. Por eso organizó unos años atrás una verdadera cacería de indígenas bari con pandillas
armadas gringas para correr la frontera y salvar de las flechas a sus trabajadores.
Más aún, desde sus avionetas se lanzaba dinamita sobre poblados de los motilones, un recuerdo
vivo en las comunidades bari. Las armas y la dinamita se complementaron con la intensificación de
las cruzadas de evangelización llevadas a cabo por capuchinos catalanes primero, y luego por
pastores protestantes.
La colonización de la frontera con Venezuela fue acelerada por la violencia de los años 50. Pueblos
como El Carmen, Cucutilla y Salazar fueron destruidos por esa siniestra trinca entre gamonales,
clientelas electorales y Fuerza Pública. Los campesinos liberales huyeron buscando protección de
Venezuela y abrieron regiones a la economía del arroz y del café en el Zulia. Otros resistieron la
embestida mediante cuadrillas armadas que amenazaron no sólo la economía petrolera, sino la
estabilidad política regional.
El arbitraje militar de Rojas Pinilla fue una paz efímera que no logró perpetuarse porque las causas
económicas y sociales de la violencia no fueron resueltas. A mediados de los años 60 el Eln, que
había continuado la insurgencia liberal de Rafael Rangel en la región de Chucurí, fue desplazado
hacia el Perijá y entró a la región por la vía de Pailitas, Ocaña, Convención y Tibú. Sin duda las
luchas obreras de la USO y campesinas dirigidas por la Anuc facilitaron su enraizamiento.
Desde la Costa Atlántica llegaron los compradores de marihuana y base de coca, que estimulaban
los cultivos ilícitos y mejoraban sustancialmente la economía campesina y su resistencia política. El
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cultivo de coca llegó por La Gabarra y rápidamente se extendió por Filo Gringo, Teorama,
Convención, El Carmen, San Calixto, El Tarra y Hacarí. El comercio, el transporte, la guerrilla y las
autoridades civiles y militares se beneficiaron con la bonanza.
Por la misma época se inició la construcción del oleoducto Caño Limón-Coveñas, que contribuyó al
poder de la guerrilla, tanto por el descontento campesino con la obra como por la extorsión a que fue
sometida la empresa constructora por parte de la insurgencia. A mediados de los años 80, los tres
más fuertes grupos guerrilleros —Eln, Farc y Epl— controlaban el poder local. Se fundaron la UP y A
Luchar, que asociadas con las organizaciones campesinas y a las fuerzas guerrilleras decretaron el
“Paro del Nororiente”, que afectó el territorio comprendido entre el Magdalena Medio y la frontera con
Venezuela.
El gobernador de Norte de Santander resumió así las razones de la protesta: “El movimiento pide,
como en todo el país, vías, educación, salud, electrificación, acueductos, alcantarillado y tierras”.
Pero la gente pedía más: que el Gobierno detuviera la ola de paramilitarismo que actuaba ya al
descubierto con la colaboración de las Fuerzas Armadas. Para entonces las perspectivas de la
explotación de carbón y las promesas de la palma africana eran públicas.
Dos hechos marcaron mi primer viaje: la fuerza del campesinado, sin duda alguna, impulsado por las
guerrillas, y los comienzos del cultivo de la coca. No es necesario repetir que estos dos factores
decisivos desde esa época en la región tienen un origen común: el débil apoyo económico del
Estado a los colonos y la exclusión política de sus organizaciones.
Las guerrillas reemplazaron las funciones de la llamada institucionalidad, una puerta por donde entró
y se fortaleció la insurgencia. Recuerdo que en Filo Gringo, donde habían emboscado unos días
antes una patrulla del Ejército, se realizaba una reunión en la que se discutía la posibilidad de ir al
paro. Con el equipo que me acompañaba en un estudio sobre fronteras fluviales, financiado por el
Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), quedamos sorprendidos por la forma masiva pero
democrática y ordenada como participaba la comunidad.
En La Gabarra, a donde dos días después llegábamos, hubo una “entrada” paramilitar y habían
asesinado a los lancheros de la barcaza que servía de puente entre las orillas del río Catatumbo. Mi
hermano, que usaba cachucha de cuero y barba, ya cana, fue confundido varias veces con el cura
Pérez, que, como supimos después, andaba por la región. El Ejército nos detenía y no permitía
continuar el viaje hasta que constataba una a una las huellas dactilares de mi hermano y lo que
hacíamos en la zona.
El conflicto de hoy
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Volví a la región 25 años después; recorrí el trayecto entre Ocaña, El Tarra y Tibú. El Epl, grupo
armado que ha sobrevivido a las entregas, a los acosos y a la propia corrupción de sus mandos,
conserva su presencia y sus acciones bajo el mando de alias Megateo. Es fuerte en la zona de
Convención y se ha especializado, dicen, en ataques a torres de energía. Sus bases sociales son
débiles.
La carretera entre esta población, San Calixto y El Tarra está, como hace muchos años, en
construcción. Asombra el tránsito de motocicletas y en todo el trayecto se ven pequeños cultivos de
coca. La gran novedad es que las matas se siembran en filas regulares para facilitar y hacer más
rápida la recolección de la hoja, que se comercializa en gran medida sin procesamiento, lo que
supone que los comerciantes son los que la trabajan y transforman en cristal. El papel de la guerrilla
no es claro. ¿Es un intermediario entre cultivadores y procesadores? ¿Procesa la hoja y la cristaliza?
¿Sale por el Magdalena hacia los puertos de la costa? ¿Hacia Coveñas siguiendo el trazo del
oleoducto? ¿Hacia Barranquilla? ¿Hacia Venezuela?
No obtuve respuestas a estas preguntas hechas en una comisión de la Defensoría del Pueblo,
entidad que me contrató para hacer un informe al Sistema de Alertas Tempranas (SAT). A propósito
de este sistema: los informes elaborados para esta subdirección quedan en manos del director, que
los traduce al lenguaje institucional para entregarlos al Centro de Alertas Tempranas, donde son
examinados por un comité en el cual tienen la palabra final representantes de las fuerzas de
seguridad, donde ordinariamente se engavetan.
A lo largo de la carretera se estaba construyendo el oleoducto Bicentenario, que aumentará la
conducción de crudos desde Apiay y Caño Limón hasta Coveñas. Las poblaciones por donde pasa el
tubo han protestado una y otra vez contra las empresas constructoras sobre los daños en cultivos y
en vías de acceso, pero el Gobierno poco o nada responde al respecto, lo que contribuye al malestar
y afianza la protesta.
El trayecto es el eje de una red de trochas y pequeñas vías, la mayoría de las cuales no permiten,
por su trazo, el tránsito de vehículos distintos a las motos. Según testimonios recogidos, las motos
transportan coca, gasolina o pequeños alijos de mercancías legales compradas en Venezuela.
Sabiendo que una moto puede transportar entre 10 y 20 kilos adicionales al peso del conductor, el
tráfico ilegal podría alcanzar sumas enormes, con el agravante de que es un flujo incontrolable de
contrabando entre Venezuela y la región nororiental. Cuántas toneladas de coca o cuántos miles de
galones de combustible pueden pasar diariamente por este medio es un interrogante que no puede
ser respondido de manera confiable. Más aún: ¿Cuál es el papel de los “actores armados” —incluida
la Fuerza Pública—?, es otra pregunta sin respuesta.
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Sobre el río Tarra hay un paso en planchón vigilado por la Policía. Le pregunté al comandante del
puesto si sabía que un poco más arriba había un paso de motocicletas que podrían transportar coca
o combustible. Me dijo que sí, pero que estaba fuera de su jurisdicción.
Proceso de Paz
Crisis en el Catatumbo: la chispa es la erradicación2
Desde El Tarra hasta Ocaña, una mirada al rastro de la violencia, cada vez más degradada por el
cultivo de coca, y por qué la necesidad de una Zona de Reserva Campesina.
Por: Alfredo Molano Bravo
Los campesinos del Catatumbo continúan con sus protestas y en huelga.
El pueblo de El Tarra fue una de las avanzadas armadas de la Colpet contra los Bari para construir el
primer oleoducto a finales de los años 30. Hoy tiene unos 13.000 habitantes, 8.000 de los cuales
viven en las veredas y cultivan maíz, fríjol y, por supuesto, coca.
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Periódico El Espectador. Bogotá, julio 1 de 2013. http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-430957-crisis-el-catatumbo-chispaerradicacion
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En la calle principal el Ejército tiene un fuerte que apunta a la plaza. La gente ha pedido, con base en
el DIH, que la fuerza salga de la población puesto que desde las garitas se ha disparado a la
población civil con saldos trágicos. La Defensoría tiene informes detallados sobre estas
arbitrariedades, que sin duda reposan en los archivos del SAT (Sistema de Alertas Tempranas de la
Defensoría del Pueblo).
El Tarra ha sido uno de los epicentros de organizaciones campesinas que desde hace unos cinco
años proponen la creación de una Zona de Reserva Campesina (ZRC), figura creada por la Ley 160
de 1994. La administración de Álvaro Uribe archivó la solicitud, mientras aumentaba la erradicación
forzada de cultivos de coca por parte de grupos civiles vigilados por la Fuerza Pública, lo que no ha
hecho más que trasladar los cultivos de la zona, al punto de que se siembra casi al mismo ritmo de la
erradicación con efectos perversos sobre la conservación de la selva, que fue hace apenas unos
años uno de los nacederos de aguas que aumentan el caudal del río Catatumbo.
Como en otras regiones, la erradicación forzosa, bien manual o bien por fumigación aérea, obliga a
los campesinos a desplazarse y a dejar sus mejoras a los acreedores que las concentran como
haciendas ganaderas. En Filo Gringo se ven los potreros ganaderos de un lado y los cultivos de
coca, protegidos por la selva y entremezclados con cultivos legales. Sobraría decir que la región fue
uno de los blancos de la invasión paramilitar protegida por la Fuerza Pública en 1999.
A unas horas de El Tarra se abre el valle plano del río Catatumbo, donde hay hoy grandes
plantaciones de palma africana. La historia de esta modalidad de explotación agroindustrial es simple
y está precedida de lo que Salvatore Mancuso calificó como un capítulo doloroso para el país.
Según Verdad Abierta, citando testimonios de altos oficiales que fueron procesados, a mediados de
1999 en una reunión con dos generales, Carlos Castaño y Mancuso, se planeó la Operación
Catatumbo, cuyo objetivo era tomarse el pueblo de La Gabarra, considerado un centro del
narcotráfico controlado por las Farc.
Con la protección del Ejército, salieron en seis camiones de un punto cercano a Montería 200
unidades de las (Autodefensas Campesinas de Colombia) AUCC, atravesaron cinco departamentos
sin ser detenidos por la Fuerza Pública y llegaron a Sardinata, Norte de Santander. En Suavo
combatieron con una avanzada de la guerrilla y luego se tomaron Tibú, donde cometieron la primera
masacre de siete personas en la plaza principal; más tarde llegaron a La Gabarra, donde realizaron
la segunda gran masacre: 35 habitantes fueron asesinados.
A partir de entonces el orden público quedó en sus manos. “Sólo en el primer año de incursión hubo
800 civiles asesinados, muchos en masacres; un número incierto de desaparecidos, y al menos
20.000 desplazados”. Desplazados de las tierras que ocuparon testaferros. El entonces embajador
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de EE.UU. en Colombia, Curtis Kamman, mostró su preocupación por lo sucedido: “Argumentando
tener pocos recursos y demasiadas misiones –anotó–, la unidad del Ejército local se negó a combatir
a los paramilitares en esa área”. Y a renglón seguido anotó: “La oficina del vicepresidente reportó
privadamente que soldados del Ejército se pusieron brazaletes de las Auc y participaron activamente
en las mismas masacres... ¿Cómo pueden ocurrir siete masacres en las narices de varios cientos de
miembros de las fuerzas de seguridad?”.
El objetivo en principio era apoderarse de un territorio de producción y procesamiento de coca, pero
a medida que el tiempo pasó y que se asistió a la entrega de los jefes paramilitares, el verdadero
motivo salió a flote: adquirir a muy bajos precios tierras abandonadas por campesinos y finqueros en
una zona privilegiada por la calidad del suelo, la humedad, la exposición solar, la cercanía de
mercados y, para completar, limpia de guerrilla.
No se puede negar la lucidez de quienes lo planearon. Hoy habría unas 20.000 hectáreas en palma y
una gran planta extractora; si todo sigue así, en dos años se construirá la segunda planta para
procesar la fruta que produzcan 50.000 hectáreas.
Para asegurar el orden público que permita tal desarrollo, el gobierno de Uribe creó la zona de
consolidación, una figura en la que todos los programas institucionales están bajo el mando militar.
No sé si los cálculos de producción estaban fundados en la reelección de Uribe, pero una vez se
posesionó como presidente de la República Juan Manuel Santos, resurgieron las ZRC al reconocer
la personería jurídica a la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra y asistir el gerente de
Incoder, Juan Manuel Ospina, al primer congreso de ZRC que Uribe había criminalizado como
repúblicas independientes y áreas de retaguardia de las Farc.
A partir de entonces ha habido dos congresos más y el número de solicitudes de conformación de
ZRC pasó de ocho a más de 50. Una de las regiones donde esta figura legal ha conseguido más
apoyo es el Catatumbo. Desde hace tres años las organizaciones campesinas de la región han
realizado los trámites legales para ser reconocidas como ZRC en un área cercana a 300.000
hectáreas.
El Incoder ha estado interesado, pero el trámite ha sido paralizado por los militares con la tesis de
que es un área de frontera que pondría en peligro la seguridad nacional, tesis reforzada por el alto
gobierno con el argumento de que la iniciativa forma parte de la estrategia de negociación de las
Farc en La Habana. Santos declaró hace poco que el hecho de que los negociadores de la guerrilla
se hayan solidarizado con el movimiento prueba la infiltración de la guerrilla. Sólo le faltó agregar que
el hecho de ser un paro decretado en Catatumbo prueba que Pablo Catatumbo lo dirige.
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La chispa que encendió la hoguera fueron los operativos de erradicación de coca en la región. La
razón es sencilla, según los dirigentes del paro: no hay otro cultivo posible que permita al campesino
sobrevivir. Por ello se comprometen, a cambio de la declaratoria de ZRC, a contribuir a la
erradicación. Para ellos una ZRC no es sólo un área donde no puede haber concentración de tierra –
peligro representado por la expansión de la palma africana–, sino también el desarrollo de
programas institucionales de crédito, asistencia técnica, riego, salud, educación y titulación de
predios. La situación no deja de ser paradójica: los campesinos piden el cambio de una economía
ilegal por una legal protegida como propiedad privada con la figura creada por una ley, como es la
ZRC.
Con el desarrollo del movimiento, el orden público se ha complicado porque los manifestantes no
tienen herramienta de protesta distinta al bloqueo de las vías públicas. La respuesta del Gobierno ha
sido la represión militar y policial y el resultado, como el país lo sabe: cuatro muertos y numerosos
heridos a bala.
Podrá ser una coincidencia, pero el hecho escueto es que aprobado el fuero, la Fuerza Pública ha
hecho uso de la nueva figura del “blanco legítimo”. Lucho Garzón fue nombrado cabeza del equipo
negociador, que pone como condición que el movimiento despeje las vías, en particular las que
rodean a Ocaña, el lugar donde hace tres años tuvieron lugar los falsos positivos. Serán paradojas,
pero paradojas que no carecen de significación.
Invitación en El Catatumbo
El presidente Juan Manuel Santos (foto) invitó a los campesinos del Catatumbo a una reunión en
Bogotá, el próximo martes, para buscar una salida a la crisis que vive la región desde hace más de
15 días, cuando entró en paro. Santos insistió en que el diálogo es fundamental y lo asoció al
proceso de paz que se está desarrollando en La Habana.
Los campesinos, por su parte, según afirmó José del Carmen Abril, uno de los representantes de la
Ascamcat, dicen que el anuncio dado por el jefe de Estado, por los medios de comunicación, no ha
sido dirigido de manera directa al campesinado, que no conoce los detalles ni la metodología que se
implementaría en dicho encuentro.
Sin embargo, Abril sostiene que si la mitad más uno de los 14.000 participantes en la protesta está
de acuerdo con la reunión, se podría abrir la posibilidad de diálogo.
DESDE HACE TRES AÑOS LAS ORGANIZACIONES CAMPESINAS HAN REALIZADO LOS
TRÁMITES LEGALES PARA SER RECONOCIDAS COMO ZRC EN UN ÁREA CERCANA A
300.000 HECTÁREAS.
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A MEDIADOS DE 1999, EN UNA REUNIÓN CON DOS GENERALES, SE PLANEÓ LA
OPERACIÓN CATATUMBO, CUYO OBJETIVO ERA TOMARSE EL PUEBLO DE LA GABARRA,
CONSIDERADO UN CENTRO DEL NARCOTRÁFICO.
SOLO EN EL PRIMER AÑO DE INCURSIÓN HUBO 800 CIVILES ASESINADOS, MUCHOS EN
MASACRES; UN NÚMERO INCIERTO DE DESAPARECIDOS, Y AL MENOS 20.000
DESPLAZADOS.
La vida de Luis Eduardo Garzón, hoy consejero presidencial para el Diálogo Social, parece estar
atada a la región del Catatumbo (Norte de Santander). En los años 90 participó de la Unión Sindical
Obrera, siendo su primer presidente. Una actividad que estuvo relacionada con los campos
petroleros de Ecopetrol en esta región.
Hoy el Gobierno del presidente Santos ha nombrado a Lucho, su Consejero para el Diálogo Social,
como el encargado de conjurar una crisis social que ya cuenta 20 días y ha dejado el saldo trágico
de cuatro muertos y decenas de heridos. La mesa de interlocución ha sesionado por cuatro días,
pero aún no se llega a un acuerdo.
Frases para tener en cuenta
Las poblaciones por donde pasa el tubo han protestado una y otra vez contra las empresas
constructoras sobre los daños en cultivos y en vías de acceso, pero el Gobierno poco o nada
responde al respecto, lo que contribuye al malestar y afianza la protesta.
Asombra el tránsito de motocicletas y en todo el trayecto se ven pequeños cultivos de coca.
La gran novedad es que las matas se siembran en filas regulares para facilitar y hacer más rápida la
recolección de la hoja.
El gobernador de Norte de Santander resumió así las razones de la protesta: “El movimiento pide,
como en todo el país, vías, educación, salud, electrificación, acueductos, alcantarillado y tierras”.
Cronología, Historia de protestas en la era Santos
2011 Febrero
El gobierno de Santos llevaba seis meses de instalado. Un paro nacional de camioneros se levantó
por la tabla de fletes. Fueron 15 días de fuertes protestas y parálisis de la economía nacional. El
vicepresidente Angelino Garzón intervino y logró negociar.
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2011Octubre
El anunció del Gobierno de impulsar una reforma educativa, bautizada como Ley 30, desató un paro
general de estudiantes. El sector educativo salió a las calles y 45 universidades cerraron sus
puertas. En noviembre el Gobierno la retiró.
2012 Febrero
A finales de febrero se inició una movilización contra el proyecto hidroeléctrico en El Quimbo (Huila).
Las protestas dejaron heridos por decenas. Circularon videos e imágenes impresionantes de los
enfrentamientos. Nunca se llegó a un acuerdo.
2012
Febrero
Los controladores aéreos del aeropuerto El Dorado de Bogotá montaron una operación tortuga en
reclamo de mejores condiciones laborales. El paro colapsó todos los vuelos del país y desató una
crisis con el Gobierno.
2012Julio
En el norte de Cauca el movimiento indígena, cansado de vivir en medio del conflicto armado,
organizó una desmilitarización de sus territorios y sacó a la Fuerza Pública y a la guerrilla. Los
enfrentamientos dejaron un amplio ‘dossier’ de imágenes.
2012 Diciembre
Cuando el país entraba en el furor de fin de año, los funcionarios de la Rama Judicial se declararon
en paro, exigiendo un ajuste salarial aplazado por décadas. La protesta tuvo fuertes consecuencias y
al final el Gobierno cedió y lo levantó en enero de 2013.
2013 Febrero
El peor paro que ha enfrentado el Gobierno fue el cafetero, al que se le pegaron los cacaoteros, los
arroceros y los lecheros. Los enfrentamientos con la Fuerza Pública llenaron las páginas de los
periódicos. Al final el Ejecutivo tuvo que ofrecer grandes paquetes de subsidios.
2013 Mayo
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En Boyacá y Cundinamarca se decretó el paro de los productores de papa. el saldo: 70 detenidos,
16 heridos y $2.000 millones de pérdidas. El Gobierno tuvo que destinar más de $40.000 millones
para conjurar la crisis.
2013 Junio
El paro en Catatumbo lleva casi 20 días. Cuatro muertos y decenas de heridos dejan las protestas.
Gobierno y campesinos buscan llegar a un acuerdo para resolver la situación.
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