LA DECISIONES BÁSICAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL FEDERAL ALEMÁN EN LAS ENCRUCIJADAS DEL CAMBIO DE MILENIO Prof. Dr. Benito Aláez Corral Prof. Dr. Leonardo Álvarez Álvarez NOTA PREELIMINAR I.- ESTUDIO INTRODUCTORIO 1.- Delimitación del objeto de este libro 2.- Precisiones idiomáticas sobre la traducción de las decisiones seleccionadas 3.- El contexto histórico y político-constitucional del Tribunal Constitucional Federal Alemán 4.- La organización del Tribunal Constitucional Federal alemán y sus competencias de control de constitucionalidad 5.- Algunas encrucijadas jurídico-constitucionales del cambio de milenio 5.1. Entre el mantenimiento de núcleo constitucional inmutable y la pérdida de la supremacía constitucional a manos de la Unión Europea 5.2. Política y derecho en la regulación de las fuerzas centrífugas y centrípetas que afectan a la organización del Estado alemán - Participación de los sujetos privados en ejercicio del poder público - Parlamentarización y Federalización del Estado 5.3. Los derechos fundamentales en una sociedad externa e internamente cada vez más multicultural - Multiculturalismo y ponderación de intereses en la resolución de los conflictos de derechos fundamentales - Multiculturalismo y delimitación del objeto, contenido y límites de los derechos fundamentales 6.- Breve referencia bibliográfica española sobre las decisiones seleccionadas II.- DECISIONES BÁSICAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL FEDERAL ALEMÁN EN LAS ENCRUCIJADAS DEL FINAL DEL MILENIO 1. Entre el mantenimiento de núcleo constitucional inmutable y la pérdida de la supremacía constitucional a manos del derecho de la Unión Europea 1.1. Reforma constitucional y cláusulas de intangibilidad - Sentencia sobre el espionaje acústico masivo, de 3 de marzo de 2004 (BVerfGE 109, 279) 1.2. Soberanía estatal, principio democrático y Unión Europea - Sentencia sobre Maastricht, de 12 de octubre de 1993 (BVerfGE 89, 155) 1.3. Control de constitucionalidad del derecho comunitario - Resolución sobre Ordenación del mercado del plátano, de 7 de junio de 2000 (BVerfGE 102, 147) 2. El Estado democrático de los partidos y los nuevos actores de la participación política 2.1. Prohibición de partidos políticos - Resolución sobre el proceso del prohibición del NPD, de 18 de marzo de 2003, (BVerfGE 107, 339) 2.2. Financiación de los partidos políticos Sentencia sobre la financiación de partidos II, de 9 de abril de 1992, (BVerfGE 85, 264) 2.3. Barrera electoral - Sentencia sobre las elecciones en toda Alemania, de 29 de septiembre de 1990 (BVerfGE 82, 322) 2.4. Participación del ejercito en misiones internacionales - Sentencia sobre la utilización del ejército federal, 12.07.1994 (BVerfGE 90, 286) 2.5. Soberanía popular y sufragio de los extranjeros - Sentencia sobre el derecho de sufragio de los extranjeros [SchleswigHolstein], de 31 de octubre de 1990 (BVerfGE 83, 37) 3. Hacia la necesaria reforma del Estado federal 3.1. Estado federal-competencias concurrentes - Sentencia sobre el personal de atención a personas mayores, de 24 de octubre de 2002 (BVerfGE 107, 1) 4. Los derechos fundamentales en una sociedad multicultural 4.1. Dignidad humana y derecho a la vida (I) - Sentencia sobre el aborto II, de 28 de mayo de 1993 (BVerfGE 88, 203) 4.2. Dignidad humana y derecho a la vida (II) - Sentencia sobre la Ley de seguridad aérea, de 15 de febrero de 2006, BVerfGE 115, 118 4.3. Libertad religiosa y aconfesionalidad del Estado - Sentencia sobre el Crucifijo, de 16 de mayo de 1995 (BVerfGE 93, 1) 4.4. Libertad religiosa, cargos públicos y multiculturalismo - Sentencia sobre el Velo Ludin, de 24. de septiembre de 2003 (BVerfGE 108, 282) 4.5. Libertad de expresión e información y democracia - Resolución sobre los soldados son asesinos, de 10 de octubre de 1995 (BVerfGE 93, 266) 4.6. Garantía constitucional del matrimonio y parejas de hecho - Sentencia sobre la Ley de parejas de hecho, de 17 de julio de 2002 (BVerfGE 105, 313) - NOTA PRELIMINAR Cuando hace aproximadamente un año, el Prof. Dr. Joaquín Varela Suanzes, anterior director de la colección Textos y Documentos del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, me propuso la elaboración de un volumen recopilatorio de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán, en la línea de los ya existentes sobre las sentencias básicas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y del Tribunal Constitucional español, acogí la idea con entusiasmo, gratitud y cierto cargo de responsabilidad por la envergadura del proyecto. Por supuesto, me halagó su confianza en mí como conocedor de la jurisprudencia y la doctrina constitucional alemana para dicha tarea, pero era consciente de las dificultades que planteaba un encargo semejante. Después de meditarlo, decidí asumir la empresa con la condición, rápidamente aceptada por el profesor Varela y por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, de que la edición la hiciese conjuntamente con mi amigo y compañero en el Área de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, el Prof. Dr. Leonardo Álvarez Álvarez, cuya sólida formación académica y trayectoria intelectual le avalaba también como conocedor no ya sólo de la lengua alemana sino también de su doctrina y su jurisprudencia constitucional. Era el mejor aliado para que la empresa triunfase, o si fracasaba, que el fracaso fuese lo menos estrepitoso posible. Solo nos faltaba encontrar a quien realizase la traducción de las decisiones del Tribunal Constitucional Federal seleccionadas, sin perjuicio de que tanto el profesor Álvarez como yo mismo nos ocupásemos de supervisar dicha traducción y hacer los retoques de estilo pertinentes. La Profa. Dra. Patricia Faraldo Cabana, a quién tuve la suerte de conocer en uno de esos encuentros académicos que organiza periódicamente el excelente Servicio Alemán de Intercambio Académico (conocido popularmente entre nosotros como DAAD), acepto gustosamente el encargo de la traducción. Nuestra idea no era la de presentar al público español una selección de toda la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de su cincuenta y seis años de existencia, sino la de ofrecer una muestra representativa de las decisiones de aquel Tribunal relativas a los principales problemas jurídico-constitucionales de Alemania, comunes a los que pueden experimentar otros países de su entorno como España en la época actual, es decir, en estos años de cambio del siglo XX al siglo XXI. Al efecto seleccionamos las decisiones y se las remitimos a la traductora para su traducción. Una vez que la profesora Faraldo nos entregó la traducción y comprobamos la sobrada solvencia y calidad con la que lo había hecho, a pesar de tratarse de documentos altamente técnicos, de muy diversos campos del derecho y no exclusivamente del Derecho Penal que era el suyo, solo nos faltaba armar el libro como tal. Para ello, creímos que lo mejor era que el profesor Álvarez se ocupase de realizar una pequeño resumen crítico, de no más de cinco páginas, precedente a cada una de las decisiones que integran el volumen, y yo realizase un estudio introductorio general en el que situase tanto al órgano de la jurisdicción constitucional alemana como las decisiones seleccionadas en su contexto jurídicoconstitucional. E voilá, así nació este libro sobre “Las decisiones esenciales del Tribunal Constitucional Federal alemán en las encrucijadas del cambio de milenio”. Si hemos conseguido nuestro objetivo es algo que solo a los lectores corresponde valorar. En nuestro descargo solo podemos decir que hemos puesto todo nuestro leal saber y entender en el empeño, que no habría sido posible sin el excelente apoyo de las instituciones públicas que, como la Fundación Alexander von Humboldt, el DAAD, el Ministerio de Educación y Ciencia o la Universidad de Oviedo, han hecho posible nuestro contacto intelectual con la Universidad alemana, ni tampoco sin la magnánima comprensión del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales con todas las incidencias que surgen en la elaboración de un trabajo como éste. A todos ellos nuestro más sincero agradecimiento. Oviedo, Octubre de 2007 I.- ESTUDIO INTRODUCTORIO 1.- Delimitación del objeto de este libro Comencemos por el título: Las decisiones básicas del Tribunal Constitucional Federal Alemán en las encrucijadas del cambio de milenio. Salta ya a la vista que a diferencia de otros volúmenes de esta colección relativos a la jurisprudencia de diversos Tribunales Constitucionales, éste no circunscribe la selección de la obra jurisprudencial del Bundesverfassungsgericht a sus Sentencias (Urteile), sino que abarca también otras decisiones como las Resoluciones (Beschlüsse) adoptadas sin una audiencia pública1, que son mayoría y en las que se incluye una parte relevante de la doctrina de este alto tribunal sobre los problemas jurídico-constitucionales que afectan al ordenamiento estatal en el cambio de milenio. De ahí que se utilice la expresión decisiones y no sentencias, usual, por otra parte en las recopilaciones en lengua alemana de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán. Este volumen pretende ser, además, una recopilación seleccionada de una parte de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán: la que afronta algunos de los principales problemas jurídico-constitucionales a los que se enfrentan los ordenamientos democráticos, particularmente el alemán, en el final del siglo XX y el inicio de siglo XXI, algunos de los cuales han originado las más recientes crisis de legitimación de dicha instancia jurisdiccional2. De todos es sabida la importancia que esta alta instancia jurisdiccional ha tenido en el contexto continental europeo a la hora de construir la garantía de la supremacía constitucional, y especialmente su influencia en la doctrina y en la jurisprudencia constitucional española3. Sus más de cincuenta años de jurisprudencia, que han guiado por su riqueza dogmática los cauces argumentativos de otros ordenamientos jurídicos para solventar muchos de los problemas derivados de la teoría de la Constitución, se dejan compilar muy difícilmente en un solo volumen, por muy extenso que éste sea. Además de la 1 Sobre los distintos tipos de decisiones del Bundesverfassungsgericht en detalle, véase BENDA/KLEIN, Verassungsprozessrecht. Ein Lehr- und Handbuch, C.F. Müller, München, 2001 (2ª edición), pág. 128. 2 Un interesante análisis jurídico-político de los poco más de 50 años de vida del Tribunal Constitucional Federal alemán, con especial hincapié en cómo ha ido superando las diversas crisis de legitimidad social que ha experimentado a lo largo de su historia como consecuencia de lo controvertido de algunas de sus decisiones, puede verse en WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe. Das Bundesverfassungsgericht in der Geschichte der Bundesrepublik, Blessing, München, 2004. 3 Véanse algunas pruebas del uso de la doctrina jurisprudencial del Bundesverfassungsgericht en la jurisprudencia constitucional española o italiana en el reciente estudio de PERGORARO, Lucio, La utilización del derecho comparado por parte de la Cortes Constitucionales: un análisis de derecho comparado, Revista general de derecho público comparado, Nº 1, 2007, pág. 21-30. compilación oficial completa de las “Decisiones del Tribunal Constitucional Federal Alemán” (Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts – BVerfGE, J.C.B. Mohr, Tübingen)4, y de diversas compilaciones seleccionadas y extractadas de algunas de ellas5, todas en lengua alemana, nos constaba únicamente la existencia de un volumen en español, editado por la Fundación Konrad Adenauer y Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez con el título “50 años de jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán”, Montevideo/Bogotá, 2003, que en realidad no es sino la traducción al español de algunos extractos de las sentencias contenidas en la 8ª edición de la compilación de Jürgen Schwabe, Entscheidungen des Bundesverfassungsgericht, Studienauswahl (Band 1-109), Selbstverlag, Hamburgo, 2004. De ahí que tanto nosotros mismos, como el propio Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, creyésemos necesaria la edición de algún tipo de compilación de estas sentencias en castellano, que acercase la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán al público español, pues, aunque el conocimiento de las lenguas extranjeras ha crecido exponencialmente en los últimos años en España –especialmente entre los investigadores del Derecho Público-, lo cierto es que el alemán sigue siendo, por diversas razones, un idioma de difícil acceso para una mayoría de juristas de nuestro país. Dada la inabarcabilidad de la tarea de editar en español los 116 volúmenes de la colección oficial de decisiones del Bundesverfassungsgericht, aparecía entonces un doble y difícil dilema a resolver: de un lado, si debía tratarse de una compilación generalista en la selección, tanto material como cronológicamente, o por el contrario debía hacerse una recopilación especializada en la selección, limitada a ciertas materias y a un período jurisprudencial determinado; de otro lado, también debíamos decidir si la recopilación debía incluir extractos de las decisiones o debían recogerse éstas a texto completo. Respecto de la primera cuestión, se tuvo claro que cualquier selección temática de las decisiones del Tribunal Constitucional Federal alemán podía ser fácil objeto de crítica por haber dejado de considerar una u otra decisión relevante. No obstante, desde un primer momento se optó por una recopilación selectiva cronológica y materialmente. Las líneas maestras para hacer esa selección venían 4 Contiene las Sentencias y las Resoluciones de las Salas (Senate) desde 1951, no las decisiones de las Secciones (Kammern). En total casi 3000 decisiones en sus 116 volúmenes hasta hoy editados. 5 De entre ellas, se puede destacar, por la coincidencia en las decisiones seleccionadas en este libro, la compilación en dos volúmenes de GRIMM/KIRCHHOF/EICHBERGER (Hrsg.), Entscheidungen des Bundesverfassungsgericht. Studien Auswahl, J.C.B. Mohr, Tübingen, 2007 (3ª edición). marcadas por dos circunstancias. Primero, el rebrote en el cambio de milenio (a finales del siglo XX y en estos primeros años del siglo XXI) de una serie de problemas clásicos de la teoría constitucional, que habían sido abordados por el Tribunal Constitucional alemán -así como por otros Tribunales Constitucionales europeos y por el Tribunal Supremo de los EE.UU.- y que, precisamente por ello, permitían que la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht se convirtiera en un punto de referencia para los Tribunales Constitucionales europeos, y en particular para el Tribunal Constitucional español, excelente conocedor de aquélla, a la hora de afrontar algunas de dichas encrucijadas jurídico-constitucionales 6. Y, en segundo lugar, la propia especialización científica y predilección de los autores del libro por ciertas cuestiones jurídico-constitucionales en detrimento de otras, no menos importantes pero respecto de las cuales habría sido más temerario ocuparnos, había de guiar una selección de las decisiones necesariamente limitada. Sabemos que no son razones objetivas e indiscutibles, pero pretenden al menos ser una justificación honesta de los motivos que nos llevaron a unas y no a otras decisiones. La tarea de selección se ha hecho adicionalmente difícil porque, respecto de la segunda de las cuestiones, se ha querido que esta recopilación tenga un carácter académico y no meramente práctico-forense –sin descartar con ello su utilidad para los prácticos del derecho-, lo que ha aconsejado una traducción del texto íntegro de las decisiones seleccionadas y no de extractos más o menos extensos de sus fundamentos jurídicos, incluso con los encabezamientos identificadores de las partes y de sus asesores o representantes legales, algunos de los cuales resultarán de sobra conocidos para la iuspublicística española7. La razón de esta opción es el grado de detalle, el rigor argumental y la riqueza dogmática con la que, en general, el Tribunal Constitucional Federal alemán construye sus decisiones, que, por otra parte, a diferencia de otros Tribunales Constitucionales como el Conseil 6 La autoridad e influencia del Bundesverfassungsgericht allende sus fronteras son de todos conocidas. Véase la conciencia que de ello tiene la propia doctrina constitucional alemana en WAHL, Rainer, Das Bundesverfassungsgericht im europäischen und internationalen Umfeld, Aus Politik und Zeitgeschichte, Nº 37-38, 2001, pág. 45-46. 7 Es habitual que un buen número de profesores de Derecho Público, en muchas ocasiones citados por el propio Tribunal como argumentos de autoridad en los Fundamentos Jurídicos de otras sentencias, aparezcan, sobre todo en asuntos de cierta trascendencia política y social, como representantes o abogados asesores de alguna de las partes recurrentes. Este ha sido el caso en las sentencias aquí recopiladas de Ulrich Preuβ (sentencia de Maastricht), Jochen Frowein, Knut Ipsen, Rüdiger Zuck y Edzard Schmidt-Jortzig (sentencia sobre la utilización del ejército federal), Josef Isensee (sentencia del sufragio de los extranjeros), Christian Graf von Pestalozza (sentencia sobre el personal de asistencia a las personas mayores), Fritz Ossenbühl y Peter Lerche (sentencia Aborto II) o, por último, Thomas Würtenberger y Peter Badura (sentencia sobre la Ley de parejas de hecho), los más conocidos entre muchos de los participantes. Constitutionnel francés suelen ser muy extensas. Además, la estructura de las decisiones del Bundesverfassungsgericht no distingue expresamente, a diferencia de lo que hace nuestro Tribunal Constitucional, entre Antecedentes de Hecho y Fundamentos de Derecho a los que sigue el Fallo. El Fallo (Entscheidung) es la primera parte de la Decisión –tras el encabezado identificando las partes y el procedimiento-, y al mismo le siguen los Fundamentos de Derecho (Gründe) en los que se encuentran ordenados en una sucesión conforme a un índice de letras mayúsculas, números romanos, números arábigos, letras minúsculas e incluso letras griegas los argumentos esgrimidos por las partes en el propio procedimiento constitucional y en los procedimientos judiciales ordinarios o administrativos previos, y los argumentos jurídico-constitucionales que fundamentan la decisión adoptada8. Por ello, tampoco resultaba aconsejable formalmente reproducir sólo los fundamentos jurídicos de las sentencias. Finalmente, la similitud de estructuras e instituciones jurídicas entre el ordenamiento alemán y el español, así como la semejanza de los procedimientos tanto constitucionales como judiciales y administrativos ordinarios, hacen que la lectura de los argumentos previos de las partes y de los antecedentes fácticos y procesales más que oscurecer sirvan para aclarar y enriquecer el contenido dogmático-constitucional que el lector cualificado puede extraer de la decisión. También se han incluido los votos particulares a las decisiones seleccionadas, puesto que buena parte de la riqueza dogmática y argumental del Tribunal se explica mirando hacia el pasado en los votos particulares (concurrentes o disidentes) de magistrados que un día no fueron mayoría pero con el tiempo han logrado reunir en torno a sí las voces favorables de otros colegas del Tribunal hasta constituir una nueva mayoría argumentativa. Los problemas jurídico-constitucionales a los que hacen referencia las decisiones seleccionadas abordan cuestiones clásicas de la teoría general de la Constitución: quién ostenta el poder constituyente y quien el poder de reforma constitucional, cuáles son los límites al ejercicio del poder de reforma constitucional, en qué consiste la supremacía constitucional y cómo se ve afectada por la apertura del Estado a organizaciones supranacionales como la Unión Europea; de la forma parlamentaria de gobierno: quién y cómo ejerce el poder de dirección política exterior y militar; de la teoría de los derechos fundamentales y la democracia: a 8 Sobre la estructura de las sentencias del Tribunal Constitucional Federal alemán, véase con carácter general, BENDA/KLEIN, Verassungsprozessrecht, ob. cit., pág. 129-130. quién corresponde el estatuto de ciudadanía y cuál es la incidencia de multiculturalismo interno y externo en el disfrute de los derechos fundamentales por parte de los viejos y de los nuevos ciudadanos. Seguramente, pues, que no están todas las encrucijadas jurídico-constitucionales que son fundamentales, pero sin duda sí que son fundamentales todas las decisiones seleccionadas en este volumen. A pesar de que la trascendencia social y la importancia político-constitucional sean los criterios utilizados para la selección, no todas las decisiones elegidas –como, por ejemplo, las Sentencias sobre financiación de partidos o la Resolución sobre la ordenación del mercado del plátano- han tenido por sí mismas en Alemania la atención social que merecerían, ni tampoco todas –como, por ejemplo, la sentencia sobre el personal de asistencia a personas mayores- han tenido la importancia dogmática que desde el extranjero les hemos querido atribuir desde una perspectiva jurídico-constitucional9. Sin embargo, la selección se ha hecho conforme a dos criterios concretos: que se ocupen de cuestiones de trascendental importancia para la evolución del Estado constitucional en el final del siglo XX y principios del siglo XXI; que los razonamientos jurídico-constitucionales del Tribunal Constitucional Federal alemán sobre dichas cuestiones, por su valor dogmático-jurídico, trasciendan el ámbito nacional y sean extrapolables para la reconstrucción interpretativa de los textos constitucionales de otros Estados constitucionaldemocráticos, especialmente para la labor interpretativa del Tribunal Constitucional español. Ello explica que entre las decisiones escogidas se encuentren las siguientes quince -enunciadas teniendo en cuenta el nombre descriptivo del objeto de la controversia jurídica resuelta en ellas-: la Sentencia del “Espionaje acústico masivo (BVerfGE 109, 27910), relativa al viejo tema de la reforma constitucional inconstitucional y los límites del poder constituyente, aplicados esta vez a la 9 Es interesante la clasificación de las decisiones del Bundesverfassungsgericht en tres niveles que realiza WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 351-358, en atención al grado de viabilidad procesal y trascendencia política y social que poseen los asuntos tratados en las sentencias. Un primer nivel estaría compuesto por el grueso de asuntos que llegan al Tribunal sin expectativa de éxito y terminan en el trámite de admisión, la inmensa mayoría (el 97,5 %); al segundo nivel pertenecerían las sentencias que sin trascendencia política ni social –no pasan a los titulares de los grandes medios- tienen visos de éxito procesal; mientras que el tercer nivel, aparece como un subnivel del segundo en el que se encuentran las decisiones con perspectiva de éxito que además se ocupan de cuestiones política y/o socialmente trascendentes, de las que se hacen eco los grandes medios y generan las polémicas y las crisis del Tribunal, a pesar de ser numéricamente una parte ínfima del trabajo del Tribunal. 10 Numeración conforme a la Colección Oficial de las Decisiones del Tribunal Constitucional Federal Alemán (Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts). adopción de cambios constitucionales restrictivos de derechos fundamentales, como la inviolabilidad del domicilio y la intimidad, encaminados a luchar contra las amenazas del terrorismo internacional y la delincuencia organizada; la Resolución sobre la “Ordenación del mercado de del plátano” (BVerfGE 102, 147) y la Sentencia de “Maastricht” (BVerfGE 89, 155)11, dos de las últimas y más importantes decisiones sobre la integración del Estado-nación en la Unión Europea, y los límites que de ello se derivan tanto para el poder legislativo y constituyente nacional, como para el poder comunitario, en este último caso desde la perspectiva del respeto al dogma constitucional de la soberanía del pueblo alemán; la Resolución sobre el “Proceso de prohibición del Partido Nacional Democrático de Alemania (NPD)” (BVerfGE 107, 339), última de las decisiones jurisprudenciales sobre el mecanismo de democracia militante de la ilegalización (prohibición) de partidos contrarios al orden democrático-liberal; la Sentencia sobre la “Financiación de partidos II” (BVerfGE 85, 264), relativa a las condiciones y límites de la financiación pública de los partidos políticos; la Sentencia sobre las “Elecciones en toda Alemania” (BVerfGE 82, 322), relativa a los límites que se derivan del principio de igualdad de oportunidades y del derecho de participación política para el mantenimiento de la barrera electoral, como mecanismo de racionalización parlamentaria, en situaciones sociales excepcionales -las primeras elecciones panalemanas tras la reunificación-; la Sentencia sobre la “Utilización del Ejército Federal” (BVerfGE 90, 286), que se ocupa de concretar las condiciones parlamentarias, establecidas implícitamente por la Ley Fundamental, respecto de la decisión de enviar tropas federales a misiones internacionales; la Sentencia sobre el “Derecho de sufragio de los extranjeros” (BVerfGE 83, 37), relativa a necesidad de reforma constitucional para que los extranjeros residentes se conviertan en nuevos actores del Estado democrático, ejerciendo el derecho de sufragio en las elecciones locales, consecuencia de la atribución de la soberanía a un pueblo nacional (el alemán); la Sentencia sobre el “Personal de asistencia a personas mayores” (BVerfGE 107, 1), en la que se redefinen las condiciones constitucionales para que la Federación considere necesario el uso de su competencia legislativa concurrente frente a los Estados federados, que sirvió en buena medida de acicate para la reciente reforma constitucional del federalismo acaecida en Alemania en 2006; la Sentencia sobre el 11 De la que ya existe una traducción al español en nuestro país, realizada por la Oficina de Interpretación de Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores y publicada en la Revista de Instituciones Europeas, Nº 3, 1993, pág. 975-1030. “Aborto II” (BVerfGE 88, 203), en la que, con ocasión de la pervivencia de una regulación del aborto conforme al sistema de plazos en los Estados federados de la antigua República Democrática Alemana, el Bundesverfassungsgericht vuelve a reflexionar acerca del aborto y su compatibilidad con la dignidad humana, así como respecto de la titularidad del derecho a la vida; la Sentencia sobre la “Ley de seguridad aérea” (BVerfGE 115, 118), en la que el Tribunal Constitucional Federal alemán declara la nulidad de la autorización establecida en dicha Ley para derribar aviones suicidas con pasajeros inocentes a bordo, como los de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, por constituir un atentado desproporcionado e inadmisible contra su derecho a la vida y su dignidad humana; las Sentencias del “Crucifijo” (BVerfGE 93, 1) y el “Velo Ludin” (BVerfGE 108, 282), relativas respectivamente a la incidencia de los crucifijos en las aulas escolares públicas y el velo islámico en la indumentaria de los profesores de una escuela pública tanto sobre la libertad religiosa como sobre la naturaleza del principio de aconfesionalidad del Estado; la Resolución sobre “Los soldados son asesinos” (BVerfGE 93, 266), en la que el Tribunal una vez más protege la libertad de expresión en los asuntos más polémicos socialmente en aras de la formación de una opinión pública libre, imprescindible para la expresión democrática de la voluntad colectiva, en detrimento del derecho al honor y la protección frente a las injurias colectivas causadas por la forma hiriente en la que se expresa una idea u opinión, como la de que los soldados por el hecho de sus funciones militares son potenciales asesinos; y finalmente, la Sentencia de las “Parejas de hecho” (BVerfGE 105, 313), en la que el Bundesverfassungsgericht confirma la constitucionalidad de la Ley federal sobre uno de los nuevos modelos de familia, las parejas de hecho homosexuales, bajo el ropaje de una institución distinta del matrimonio pero de efectos jurídicos paramatrimoniales. La aplicación de estos criterios de selección explica también que se dejen fuera sentencias de cierta actualidad que versan sobre otras cuestiones políticoconstitucionales antiguas, que a nuestro entender tienen una menor trascendencia global sobre la fisonomía y los cambios que están experimentando las sociedades democráticas por lo que no suponen un nuevo reto para la constitución democrática del siglo XXI. Tal es el caso, por ejemplo, de las famosas decisiones Carolina de Mónaco I, II y III, sobre las relaciones entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión e información, o también de otras Decisiones relativas a las transformaciones concretas que está experimentando algunas estructuras del federalismo alemán. Estas últimas, aún siendo de muchísimo interés jurídicoconstitucional, no dejan de hacer referencia a una especificidad de la estructura constitucional de algunos Estados liberal-democráticos contemporáneos, por lo que son difícilmente representativas de una encrucijada problemática ante la que se encuentren la generalidad de los Estados constitucional democráticos occidentales y que, por su contenido (eminentemente centralizador), tampoco son siempre extrapolables a Estados como el español en los que la organización territorial del poder es un problema real secular. No obstante, como botón de muestra se ha incluido una decisión sobre las condiciones de ejercicio de las competencias legislativas concurrentes por parte de la Federación, que en materia de distribución de competencias permite explicar y comprender mejor el sentido de la reciente reforma constitucional en materia de organización territorial que ha tenido lugar en Alemania12. En definitiva, esperamos que las decisiones seleccionadas permitan al lector hacerse una adecuada composición de lugar acerca de las líneas maestras de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán desde la década de los noventa del pasado siglo hasta esta primera década del nuevo milenio a la hora de abordar las encrucijadas constitucionales en las que se encuentra inmersa la sociedad europea, incluida la alemana y la española, lo que por sí solo justifica, a nuestro entender, la existencia de esta recopilación. 12 La última reforma de la Grundgesetz en materia de federalismo es de 28 de agosto de 2006. 2.- Precisiones idiomáticas sobre la traducción de las decisiones seleccionadas La tarea de recopilar las decisiones de un Tribunal Constitucional extranjero en un idioma distinto del original plantea siempre una serie de dificultades comunicativas. Las mismas se derivan, de un lado, de hacer compatibles las diferencias idiomáticas existentes entre comunidades humanas diversas y la necesidad de preservar en la traducción el proceso comunicativo creado entre el Tribunal y la sociedad para la que decisión fue pensada; y, de otro lado, de la necesidad de concebir las decisiones jurisprudenciales como objeto del análisis científico-jurídico por parte de los destinatarios de las traducciones. Aunque en este punto, lo razonable sería que fuese la traductora, la Profa. Dra. Patricia Faraldo Cabana, quien expusiese los criterios seguidos para superar estas dificultades, al hacernos nosotros responsables de la edición de este volumen, hemos decidido también asumir la supervisión de la traducción y, por ello, le hemos sugerido a la traductora los criterios lexicográficos que a nuestro entender debían tenerse en cuenta a la hora de realizar la traducción a fin de que las sentencias no perdiesen su sentido comunicativo original, y al mismo tiempo fuesen comprensibles para el público español conforme a las categorías jurídicas más familiares de nuestro país. De ahí que estas precisiones de índole idiomática corran de nuestro cargo. En primer lugar, es necesario señalar que se ha prescindido tanto de una traducción literal como de una traducción libre, y se han buscado puntos de equilibrio entre los dos estilos de traducción. Por un lado, se han buscado las expresiones y conceptos más semejantes a los conceptos jurídicos españoles allí donde la equiparación idiomática no desfigurase el sentido alemán del texto, de modo que se facilitase la comprensión para el lector español; pero, de otro lado, también se ha tratado de ser fiel al texto y al estilo de redacción querido por el Bundesverfassungsgericht en sus sentencias –allí donde ello no generase problemas de comprensión del sentido de las palabras-, aunque el mismo no fuese literariamente bonito ni todo lo claro posible, o se produjesen repeticiones y aliteraciones estilísticamente innecesarias. Hemos partido del principio de que esa es la forma de redactar del Tribunal Constitucional Federal alemán, reflejo en buena medida de su forma de pensar, por lo que impregna el sentido de conjunto que haya querido dar a muchas de las expresiones y argumentos contenidos en sus decisiones. En este mismo orden de las precisiones idiomáticas generales, se ha preferido mantener el nombre de los topónimos en su lengua alemana original (p. ej. Frankfurt y no Francoforte), salvo que tengan una traducción al español ortográficamente equivalente (p. ej. Hamburgo por Hamburg). Además, también se han mantenido íntegramente en alemán las múltiples referencias bibliográficas que el Tribunal Constitucional Federal acostumbra a hacer en el texto de sus decisiones, así como se han conservado en su lengua original inglesa, francesa o latina los diversos extranjerismos y aforismos jurídicos utilizados por el Bundesverfassungsgericht. Además, el texto de la traducción está salpicado con notas nuestras en las que, como responsables de la edición, tratamos de clarificar el significado y correspondencia gramatical de algunos acrónimos alemanes que se han dejado tal y como aparecen en el texto alemán, pues nos parecía que otorgaba una mayor fidelidad a la forma de expresión jurídica del Bundesverfassungsgericht – y en general de los juristas alemanes- muy dado a la rápida identificación de las disposiciones legales con un acrónimo fácil de recordar y de escribir. En segundo lugar, por lo que se refiere a las concretas precisiones semánticas de algunos términos jurídico-constitucionales utilizados, cabe sin pretensión de exhaustividad, hacer mención a las siguientes. La expresión Vorrang se ha traducido indistintamente, según el contexto, por primacía o supremacía, a pesar de la diferenciación dogmática que recientemente ha introducido nuestro propio Tribunal Constitucional en la Declaración 1/2004, de 13 de diciembre de 2004, con ocasión del enjuiciamiento de la constitucionalidad del Tratado de la Constitución europea, pero que a la que es ajena –en esos términos- la doctrina alemana13. En ese mismo ámbito de la integración europea, expresiones como Staatenverbund o Verbund von (demokratischen) Staaten se han traducido por Unión de Estados, que es un término ya asentado en nuestra doctrina como representativo de las mismas, y no por otros términos como confederación o federación de Estados que quizás tendrían una carga semántica más definida que la que prendía el Bundesverfassungsgericht con la expresión utilizada. Por lo que se refiere a la organización territorial del Estado, Bund se ha traducido por Federación y Land por Estado federado, salvo cuando va acompañado del nombre propio del mismo, pues en tal caso ya se sobreentiende que se trata de uno de los Estados federados que integran la República Federal de Alemania, reservando para Staat la expresión Estado en el sentido genérico y fuerte que tiene en nuestro idioma, como 13 Sobre las falta de traslación de esta distinción conceptual a la doctrina constitucional alemana, cfr. Becker, Anna, Vorrang versus Vorherrschaft - Anmerkung zum Urteil des spanischen Tribunal Constitucional DTC 1/2004, Europarecht, 2005, Nº 1, pág. 353 ss. equivalente a organización soberana de poder público. La expresión Reich no se ha traducido y se ha mantenido el término original, dado que su traducción por “Imperio” no siempre habría conducido a fórmulas semántica e históricamente comprensibles. Del mismo modo, y en el ámbito del derecho electoral y parlamentario, Sperrklausel se ha traducido por barrera electoral. El genérico Tag se ha traducido por Parlamento y no por Dieta, puesto que el primero es un término mucho más familiar y menos equívoco en castellano. Bundestag se ha traducido por Parlamento federal y Bundesrat por Consejo federal, y dentro de éstos sus publicaciones, los stenographische Berichte (Sten.Ber.), se han traducido por Diario de Sesiones, y los Bundestagdrucksachen (BTDrucks.) o los Bundesratdurcksachen (BRDrucks.) respectivamente por Boletín Oficial del Parlamento federal y Boletín oficial del Consejo Federal. E igualmente respecto del Gobierno Federal su publicación, el Bulletin der Bundesregierung (BullBReg.), se ha traducido por Boletín Oficial del Gobierno Federal. En el ámbito de los derechos fundamentales, grosser Lauschangriff se ha traducido por espionaje acústico masivo, Schwangerschaftsabbruch por aborto, y no por interrupción del embarazo, mientras que Kopftuch se ha traducido por el impreciso término de velo, pues su significado literal como pañuelo sería mucho más inexpresivo y, además, así es como se conoce el objeto de esta polémica constitucional en los círculos jurídicos de nuestro país. En otro orden de cosas, Lebenspartnerschaft ha traducido por pareja de hecho, a pesar de que siempre que utiliza la expresión el Tribunal Constitucional Federal en el sentido de la Ley de parejas de hecho por él enjuiciada se refiera implícitamente a la pareja de hecho de personas del mismo sexo. Por su parte, Altenheime y Altenwohnheime se han traducido respectivamente por asilos y residencias de ancianos. La expresión rechtliches Gehör se ha traducido por derecho a ser oído o derecho de defensa, dependiendo del contexto, y effektiver Rechtschutz por tutela judicial efectiva, a pesar de que su significado literal no parezca circunscribirla al ámbito judicial, pero es el significado jurídico-constitucional que posee en el ordenamiento alemán. Por el contrario, allí donde las peculiaridades, por concretas que estas pudieran ser, marcan la diferencia, se ha tenido en cuenta, y así se ha traducido el Parteien Verbotsverfahren por procedimiento de prohibición de partidos y no por procedimiento de ilegalización de partidos políticos, debido a la diferente naturaleza –constitucional en el caso alemán y legal en el caso español- de uno y otro proceso de prohibición. Del mismo modo, también específicamente en el ámbito de las expresiones procesal-constitucionales, el término Beschluss, que respecto de la tipología de las decisiones del Tribunal Constitucional Federal alemán equivalía a Resolución, se ha traducido, sin embargo, en el ámbito de la jurisdicción ordinaria por Auto, dada su correspondencia con la función procesal de una resolución no definitiva sobre el fondo del asunto que en ella desempeña. Por su parte, los Leitsätze son las Directrices de la decisión, la Verfassungsbeschwerde es el recurso de amparo, el abstraktes y el konkretes Normenkontrolverfahren, también conocidos como verfassungsgerichtliche Prüfung y Richtervorlage, son respectivamente el recurso y la cuestión de inconstitucionalidad, mientras que el Organstreitverfahren equivale a nuestro conflicto entre órganos constitucionales. En lo que se refiere a la estructura judicial la traducción también ha tratado, en lo posible, de reproducir denominaciones de los órganos jurisdiccionales lo más parecidas a las de nuestra organización judicial española: así, Oberlandesgericht se ha traducido por Tribunal Superior de Justicia, Landgericht por Audiencia Provincial, Verwaltungsgerichtshof por Tribunal Superior Contencioso-Administrativo, Amtsgericht por Juzgado de primera instancia e instrucción, Verwaltungsgericht por Juzgado de lo contenciosoadministrativo, y de igual manera, se ha traducido Kammer por Sala, aunque en el caso del Bundesverfassungsgericht, como ya se dijo, ésta equivalga a la expresión alemana Senat, reservándose Kammer para nuestras Secciones del Tribunal Constitucional. Esperamos que estas precisiones de carácter idiomático y lingüístico contribuyan a la mejor comprensión del texto de las sentencias aquí traducidas y, sobre todo, a que la lectura esté presidida por un adecuado equilibrio entre comprensibilidad y fidelidad al texto original del supremo órgano de la jurisdicción constitucional alemana. 3.- El contexto histórico y político-constitucional del Tribunal Constitucional Federal Alemán El nacimiento en 1951 del Tribunal Constitucional Federal alemán aparece como algo novedoso tanto en el contexto histórico interno alemán como en el comparado14. Aunque la idea del control de constitucionalidad tenía ciertos precedentes en la tradición alemana ya desde el Tribunal de Sala del Reich (Reichskammergericht) del siglo XVI15, lo cierto es que ni la estructura y concepción teórica de dichos ordenamientos ni tampoco la configuración institucional y competencial de dichas instituciones se corresponden con la del Tribunal Constitucional Federal creado por la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (en adelante también LF o Grundgesetz). El mismo responde a la idea de un ordenamiento en el que el texto jurídico-positivo de la Constitución es la norma suprema y es tarea del Tribunal Constitucional, concebido como órgano jurisdiccional y no como órgano político, hacer valer frente a todas las instancias de poder público la supremacía de las normas que integran el texto constitucional con independencia de a quienes vayan dirigidas (ciudadanos o poderes públicos) y cual sea su estructura normativa (principios o reglas) y su redacción (más o menos abstracta). Lejos quedan las figuras de órganos de control de unas Leyes fundamentales consuetudinarias o unos principios morales metapositivos que debían regir la actuación del monarca o del Parlamento (Reichskammergericht), pero también Tribunales como el Tribunal Supremo del Estado (Staatsgerichtshof) de la República de Weimar circunscrito a hacer valer la vigencia de la parte orgánicoprocedimental de la constitución, especialmente el reparto de competencias entre el Reich y los Estados federados, pero no de su parte dogmática. Igualmente, en el ámbito del Derecho Comparado las únicas instituciones semejantes que perviven al final de la II Guerra Mundial en las democracias occidentales son el Tribunal Supremo de los EE.UU. y el revivido16 Tribunal 14 LIMBACH, Jutta, Das Bundesverfassungsgericht, Beck, München, 2001, pág. 11 ss. Cfr. STOLLEIS, Michael, Geschichte des öffentlichen Rechts in Deutschland, Band I, Beck, München, 1988, pág. 134 ss.; y respecto de la influencia de las instituciones de control de constitucionalidad precedentes en los siglos XIX y XX, véase SCHEUNER, Ulrich, Die Überlieferung der deutschen Staatsgerichtsbarkeit im 19. und 20. Jahrhunder, en Christhian Starck (Hrsg.), Bundesverfassungsgericht und Grundgesetz: Festgabe aus Anlaβ des 25 jährigen Bestehens des Bundesverfassungsgerichts, Band I, Mohr, Tübingen, 1976, pág. 1 ss. 16 El art. 1 de la Ley constitucional austriaca de 1 de mayo de 1945 sobre la restauración de la eficacia de la Constitución Federal de 1929 y el § 48a de la Ley Constitucional sobre la restauración provisional de la República austriaca, también de 1 de mayo de 1945, disponían la restauración de la eficacia de la Constitución de 1929 –que había previsto un Tribunal Constitucional- y la reinstauración del Tribunal Constitucional con sede en Viena. 15 Constitucional austriaco diseñado por Hans Kelsen para la Constitución de 1920. Pero ni el primero es sólo un Tribunal Constitucional, sino más bien un Tribunal Supremo que unifica la jurisprudencia de los Tribunales de los Estados Unidos en las más diversas materias17, ni el segundo tenía originariamente18 el amplísimo abanico de competencias con las que la Ley Fundamental de 1949 ha dotado al Bundesverfassungsgericht tratando de evitar la repetición de los abominables abusos de poder de la Alemania del III Reich19. Y que van más allá de las competencias que adquieren otros Tribunales Constitucionales contemporáneos de postguerra como el italiano de 1947 (art. 134 ss. de la Constitución italiana), y el en 1945 reinstaurado Tribunal Constitucional austriaco (Arts. 139, 140 y 144 de la Constitución austriaca). Así las cosas, el Bundesverfassungsgericht inició su andadura en el año 1951, dos años después de la entrada en vigor de la Ley Fundamental de Bonn de 1949 que había previsto su existencia en su art. 92 como órgano jurisdiccional, relegando a la Ley Federal del Tribunal Constitucional (BVerfGG) la determinación de la mayor parte de los aspectos concretos relativos a la selección de los magistrados, la organización interna y el procedimiento a través del cual desempeñar las funciones que le atribuía el art. 93 LF. El 28 de septiembre de 1951 se inauguró oficialmente la labor del Tribunal Constitucional Federal alemán20, y en estos más de 55 años de existencia su actividad ha pasado de los 481 asuntos del año 1951 a los 6115 del 2006 que según las estadísticas oficiales del propio Tribunal 17 Sobre el mismo véase en esta misma colección el trabajo de BELTRÁN DE FELIPE/GONZÁLEZ GARCÍA, Las sentencias básicas el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales/BOE, Madrid, 2ª Edición, 2006. 18 Inicialmente las competencias del Tribunal Constitucional austro-alemán de 1919 quedaban reducidas a los conflictos de competencia (territorial), las demandas de responsabilidad contra la República o los Estados federados que no fueran competencia de la jurisdicción ordinaria y recurso de amparo por violación de los derechos políticos, y, aunque se incrementaron en la Ley del Tribunal Constitucional Federal austriaco de 1920, nunca fueron tan extensas como las del Bundesverfassungsgericht alemán de 1949; cfr. en detalle SCHMITZ, Georg, The Constitutional Court of the Republic of Austria 1918-1920, Ratio Juris, Vol. 16, Nº 2, 2003, pág. 245-246, 250-251 ss. Sobre los primeros antecedentes europeos del Tribunal Constitucional Federal alemán, véase en nuestro país CRUZ VILLALÓN, Pedro, La formación del sistema europeo de control de constitucionalidad (1918-1939), Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1987. 19 Se ha de tener en cuenta, no obstante, que el recurso de amparo no se constitucionaliza en el art. 93.1.4a LF hasta la reforma constitucional del año 1969, a pesar de que desde 1951 aparecía en el catálogo de competencias del Tribunal regulado en la BVerfGG en uso de la habilitación para atribuirle nuevas funciones que prevé el art. 93.3 LF, y de que de los debates parlamentarios de elaboración de la Grundgesetz se desprendía la consciencia de los Constituyentes respecto de la atribución al Bundesverfassungsgericht de esa competencia. 20 Aunque en realidad las primeras decisiones datan de unas semanas antes, del 7 de septiembre de 1951, fecha en que comenzaron los primeros procedimientos. Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung, Verfahren, Entscheidungen, C.H. Beck, München, 2004 (6ª edición), pág. 1 ss. llegaron a sus dos Salas21. Es decir, un incremento del 1500%, a pesar de que en esos años la población de la República Federal de Alemania no se haya triplicado (ni siquiera con la reunificación de la República Democrática alemana en 1990). No cabe duda de que ello en sí mismo es un indicio del éxito en la sociedad civil alemana de un órgano jurisdiccional como el Tribunal Constitucional Federal a la hora de garantizar mediante los procedimientos de control de constitucionalidad la supremacía del texto constitucional, y en particular de sus disposiciones sobre derechos fundamentales, como muestra el hecho de que más del 95% de los procedimientos hayan sido recursos de amparo. Y ello, a pesar de las crisis sufridas a lo largo de estos más de 50 años de existencias, la última con ocasión de una serie de decisiones (la más polémica la del crucifijo) dictadas a mediados de la década de los noventa22. Al mismo tiempo, esta sobrecarga de trabajo del Bundesverfassungsgericht en la resolución de recursos de amparo23 no deja de ser un problema que acucia a todas las jurisdicciones constitucionales, incluida la española24, y que no parece tener fácil solución, dado que tiene íntima relación con algunas de las causas del éxito social de la jurisdicción constitucional en las democracias occidentales europeas. La autoridad del Tribunal Constitucional Federal se deriva, sin duda, de la extraordinariamente fuerte pretensión de normatividad y supremacía que le ha dado a la Ley Fundamental de Bonn en cumplimiento de las funciones de garante de la Constitución que ésta expresamente le ha atribuido, clarificando así la famosa polémica que sostuvieran en el período de entreguerras Carl Schmitt y Hans Kelsen acerca de quién debía ser el defensor de la Constitución25. Ciertamente, la naturaleza deliberadamente abstracta de la mayoría de las normas constitucionales y la apertura y dinamismo que ello provoca en la tarea de quien es llamado, 21 Véanse estas estadísticas en la página web del Bundesverfassungsgericht (http://www.bundesverfassungsgericht.de/organisation/gb2006/A-I-2.html) 22 Sobre esa “segunda gran crisis” y sus detonantes, en detalle, cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 308-322. 23 BÖCKENFÖRDE, Ersnt-Wolfgang, Die Überlastung des Bundesverfassungsgerichts, Zeitschrift für Rechtspolitik, Nº 8, 1996, pág. 281 ss. 24 Cfr. VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Lo que cuestan los derechos fundamentales. Una revisión de su tutela ante los Tribunales Constitucionales, Fundamentos, Nº 4, 2006, pág. 351 ss., con propuestas de solución que parcialmente han sido acogidas en nuestro país por la Ley Orgánica 6/2007, de 24 de mayo, de reforma de la Ley orgánica 1/1979 del Tribunal Constitucional. 25 SCHMITT, Carl, Der Hüter der Verfassung, 1931, y KELSEN, Hans, Wer soll der Hüter der Verfassung sein?, Die Justiz, Nº 6, 1931, pág. 576-628, de entre cuyas muchas traducciones al español destacamos respectivamente: La defensa de la constitución: estudio acerca de las diversas especies y posibilidades de salvaguardia de la Constitución, Tecnos, Madrid, 1983, y ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, Tecnos, Madrid, 1995. mediante su interpretación, a aplicarlas como parámetro del control de constitucionalidad, hacen que –junto con la equilibradora intervención de órganos de naturaleza política en la designación de sus miembros- resulte fácil, aunque no siempre justificada, la crítica política a la actividad de este Tribunal. A ello se añade la poderosa eficacia que poseen algunas de sus decisiones, especialmente las que se producen en procedimientos de control abstracto o concreto de la constitucionalidad de las leyes -que conforme al § 31.2.1 BVerfGG tienen fuerza de ley26-, capaces de anular, por salirse del marco constitucional, la concreta dirección política del Estado dada por el legislador, pero también de provocar la reacción en el poder de reforma constitucional para modificar la Grundgesetz en la dirección censurada por el Tribunal Constitucional, en la que ha fracasado el legislador ordinario. E incluso decisiones carentes de esa poderosa fuerza normativa para-legal –como las de recursos de amparo que no se dirigen contra disposiciones con rango de ley- son capaces por la autoridad normativa y la legitimidad socio-política del Tribunal Constitucional Federal, de condicionar las decisiones de otros órganos constitucionales para su más efectivo cumplimiento. Tal ha sido el caso, por ejemplo, de la controvertida BVerfGE 93, 1 (Sentencia del crucifijo) por la que se anuló un Reglamento bávaro que preveía sin más matizaciones la colocación de crucifijos en las aulas. Ante la resistencia del legislador bávaro a su acatamiento –había aprobado con posterioridad a la sentencia (1996) una Ley por la que se ordenaba la colocación de crucifijos en las escuelas de Baviera, respetuosa con la libertad de conciencia de los no creyente sólo bajo el cumplimiento de ciertas condiciones–, dicha Sentencia tuvo como efecto interpretativo secundario que en 1999 –cuatro años después- el Tribunal Administrativo Federal ordenase en su sentencia BVerwGE 109, 40 la adecuación interpretativa de dicha disposición a la Grundgesetz de modo que no supusiese un incumplimiento de la Sentencia del crucifijo. Con ello, dejaba casi sin efecto la disposición legal, a fin de evitar el más que posible recurso de amparo ante el 26 A diferencia de lo que ocurren en nuestro ordenamiento, en el que la plena eficacia erga omnes de las decisiones del Tribunal Constitucional se la atribuye directamente el art. 164.1 CE a algunas de ellas –las que declaren la inconstitucionalidad de una ley o una norma con fuerza de ley y todas las que no se limiten a la estimación subjetiva de un derecho-, limitándose la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional (en adelante LOTC), a concretar cómo se despliega esa eficacia general. Bundesverfassungsgericht y una nueva declaración de inconstitucionalidad de dicha norma con rango de ley27. Todas estas peculiaridades dibujan la imagen de un órgano constitucional, de carácter jurisdiccional, con una limitada capacidad de dirección del Estado 28. Esto último no implica que el Tribunal Constitucional Federal alemán ya por ello se convierta en un órgano político y deje de ser un órgano jurisdiccional, arriesgándose a perder parte de la autoridad normativa que la sociedad le ha reconocido. Más bien al contrario, su naturaleza jurisdiccional, derivada de la fuerza normativa que la Ley Fundamental reconoce a sus decisiones29 y de su condición de guardián de la Constitución, le convierten en el instrumento adecuado para hacer valer el sometimiento de la Política al Derecho que ha querido aquélla30. El logro de esa tarea, especialmente en beneficio del disfrute de los derechos fundamentales por parte del individuo, es lo que le ha permitido adquirir la autoridad social de que disfruta. De ese modo, el Tribunal Constitucional Federal alemán participa no tanto del control de la democracia como de su legitimación última a través de la idea de derecho y del sometimiento a ciertas reglas el proceso de adopción de decisiones por la mayoría –entre las que se encuentra el respeto a las minorías-31. En un Estado constitucional y democrático de Derecho no se trata, pues, solo de que se discuta sobre la Constitución y el encaje del control de constitucionalidad dentro de la misma32, sino también de que ese debate discurra dentro de unos determinados cauces –los del derecho que esa misma Constitución ha establecido y el Tribunal Constitucional tiene la misión de garantizar frente a todos, poderes públicos y particulares-, esto es, dentro de un procedimiento. De lo contrario, más que de pura 27 El §7.3 de la ley bávara disponía la presencia del crucifijo en las aulas y únicamente contemplaba su supresión si los padres o tutores del alumno manifestaban al director del colegio serios y evidentes motivos de conciencia para rechazar su presencia, el director del centro no lograba un arreglo pacífico de la controversia, y la supresión ponderaba los intereses de todos los afectados en la clase, incluyendo dentro de los posible la voluntad de la mayoría. Pues bien, el Tribunal Administrativo Federal, a fin de respetar las garantías previstas en la Sentencia del crucifijo respecto de la libertad de conciencia de los alumnos que se oponen al crucifijo, establece que bastan como motivos serios y evidentes que los padres o tutores manifiesten, por ejemplo, que son ateos, y que el director está obligado a mantener secreto profesional sobre la comunicación de esos motivos, no pudiendo decírselo a nadie, lo que en la práctica suponía la casi garantía de éxito de quienes pidiesen la supresión del crucifijo. 28 Cfr. BENDA/KLEIN, Verfassungsprozessrecht, ob. cit., pág. 46-50. 29 Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 27. 30 LIMBACH, Jutta, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 20. 31 Cfr. STEINBERGER, Helmut, Algunos rasgos fundamentales de la justicia constitucional en la República Federal de Alemania, Revista de Estudios políticos, Nº 51, 1986, pág. 20-21. 32 Como hacen los norteamericanos, tal y como ponen de relieve muy bien BELTRÁN DE FELIPE/GONZÁLEZ GARCÍA, Las sentencias del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, ob. cit., pág. 62-63. democracia hablaríamos de puro estado de naturaleza, de un estado de autoengaño en el que, en realidad, las personas físicas individualmente consideradas se encontrarían a merced de las fuerzas socio-económicamente más poderosas, que es precisamente lo que pretende superar la existencia de un texto constitucionaldemocrático jurídicamente vinculante y la previsión expresa o implícita de una jurisdicción constitucional que haga valer la idea de derecho que aquél trae consigo. La legitimidad social del Tribunal Constitucional Federal alemán difícilmente se va a ver cuestionada por el hecho de que aquél adopte una u otra postura argumentativa en sus decisiones, siempre y cuando los motivos explicitados en ellas se muevan dentro de la argumentación jurídica33, esto es, se articulen en torno a los medios que le proporciona su norma creadora (la propia Ley Fundamental objeto de interpretación con técnicas reconocibles por los científicos del derecho como proposiciones jurídicas34), y no en torno a los fines políticos. A ello no obsta, sino que lo refuerza, el que el Tribunal en su reiterada jurisprudencia extraiga del propio texto constitucional una teoría o dogmática constitucional que sirva de criterio para la futura interpretación constitucional y el dinamismo del sistema35, siempre y cuando, claro está, esa teoría constitucional sea, por utilizar palabras de Böckenförde, la constitucionalmente adecuada al texto de la Ley Fundamental36, y no el producto de una precomprensión ideológica, moral o científica del supremo intérprete que convierta la resolución de una disputa jurídica de contenido político en una mera discusión política37. No cabe pues asumir, sin crítica jurídico-normativa, que el Tribunal Constitucional sea quien fácticamente (no jurídicamente) posea la 33 Sobre la diferencia entre argumentación jurídica y argumentación política véase en general, OTTO Y PARDO, Ignacio de, Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, Ariel, Barcelona, 1987, pág. 288289. 34 Como uno de los mecanismos de legitimación del derecho del juez constitucional, junto con su legitimación institucional, su legitimación democrática a través de su aceptación general por la opinión pública y su legitimación por la continuidad y fiabilidad de sus decisiones conforme a los precedentes, véase WÜRTENBERGER, Thomas, Zur Legitimität des Verfassungsrichterrecht, en Guggenberber/Würtenberger (Hrsg.), Hüter der Verfassung oder Lenker der Politik? Das Bundesverfassungsgericht im Widerstreit,Nomos, Baden-Baden, 1998, pág. 76-78. 35 Podría suceder que, cuando la sociedad deposita su confianza en el Tribunal Constitucional porque ve en él un punto de apoyo en la añoranza del derecho y la justicia, si éste se aparta de su auto vinculación a la dogmática constitucional como instrumento para generar en la sociedad, esa imagen de confianza y comienza a decidir teniendo en cuenta únicamente la tópica resolución de cada situación concreta que se le plantea, la legitimidad de aquél también se vea dañada; cfr. SCHLINK, Bernhard, Abschied von der Dogmatik. Verfassungsgerehctsprechung und Verfassungsgwissenschaft im Wandel, Juristenzeitung, Nº 4, 2007, pág. 157 ss. 36 BÖCKENFÖRDE, E.W., Escritos sobre derechos fundamentales, Nomos, Baden-Baden, 2001, pág. 67-71. 37 Ya LEIBHOLZ, Gerhard, El Tribunal Constitucional de la República Federal alemana y el problema de la apreciación judicial de la política, Revista de estudios políticos, Nº 146, 1966, pág. 91-92. competencia sobre las competencias38, ni que participe en el ejercicio del poder constituyente-constituido –y mucho menos en el poder constituyente originario-, al interpretar tanto los preceptos constitucionales como el núcleo constitucional intangible al que se refiere el art. 79.3 LF39, sin, al hacerlo, desnaturalizar tanto la noción de poder constituyente como la noción de poder constituido que posee el Bundesverfassungsgericht como órgano de la jurisdicción constitucional. En la elección del método interpretativo del texto constitucional cualquier Tribunal Constitucional, incluido el alemán, está constreñido por dicho texto y no es soberano40 para decidir el ámbito o extensión de sus competencias, por mucho que de facto ello haya sucedido en algunas ocasiones. Si no obstante lo hiciera, como científicos del derecho debemos describir tales situaciones como rupturas del ordenamiento jurídico, como ejercicio del poder constituyente originario –concepto metajurídico- y no como ejercicio de ninguna potestad jurisdiccional de defensa de una Constitución, cuyo marco normativo se ha desconocido. En una valoración de conjunto, lo cierto es que el papel del Tribunal Constitucional Federal en el ordenamiento constitucional-democrático alemán como garante del respeto del marco jurídico-constitucional por parte de la Política y, con ello, como defensor de las minorías -muy en particular del individuo como minoría más valiosa- es más que notable41. Así se pone de relieve en la jurisprudencia de estos más de cincuenta años, y especialmente en las sentencias aquí seleccionadas a la hora de abordar las encrucijadas jurídico-políticas del cambio de milenio, como se verá seguidamente. Es verdad que algunas de las decisiones aquí seleccionadas (“Los soldados son asesinos” o “”El crucifijo”) se dictan en el período de la que ha sido considerada la “segunda gran crisis” del Bundesverfassungsgericht42, que amenazó con poner en tela de juicio la muy bien labrada estima del Tribunal en la sociedad alemana. Pero dicha crisis no solo no logró arrumbar la alta consideración social de este órgano, sino que, todo lo contrario, tras los primeros momentos de desconcierto por el desacoplamiento entre la pretensión política (la decisión de la 38 Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 11. Como, sin embargo, sostiene WÜRTENBERGER, Thomas, Zur Legitimität des Verfassungsrichterrecht, ob. cit., pág. 57-59. 40 Como sostiene, PÜTTNER, Georg, Der schwierige Weg der Verfassungsgerichstbarkeit, en Festschrift Juristische Gesellschaft zu Berlin, de Gruyter, 1984, pág. 573. 41 Sobre ello, cfr. STÜWE, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht als verlängerter Arm der Opposition? Eine Bilanz seit 1951, Aus Politik und Zeitgeschichte, Nº 37-38, 2001, pág. 34 ss. 42 Cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 308 ss. 39 administración educativa de Baviera) y el marco constitucional (la Sentencia del Crucifijo) el Bundesverfassungsgericht salió fortalecido de la situación43. 43 Cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach Kalrsruhe, ob. cit., pág. 321-322. 4.- La organización del Tribunal Constitucional Federal alemán y sus competencias de control de constitucionalidad El Bundesverfassungsgericht está integrado por dieciséis magistrados, elegidos por mitades por el Parlamento Federal y el Consejo Federal por una mayoría de dos tercios. Su mandato dura 12 años, sin posibilidad de reelección. Tres de los miembros de cada Sala han de ser elegidos de entre jueces y magistrados de los órganos judiciales federales superiores, y el resto de entre quienes posean la capacitación jurídica para acceder a la judicatura, debiendo todos ellos tener 40 años y capacidad electoral pasiva (Art. 94.1.1 LF y § 3 BVerfGG), aunque tienen prohibido ejercer cualesquiera otros cargos públicos durante su mandado que no sea el de docente universitario a tiempo parcial. Cada una de las dos Salas de las que está compuesto el Tribunal se compone de ocho magistrados, y en cada Sala se pueden constituir tres Secciones de tres magistrados cada una, por lo que algunos magistrados pertenecen simultáneamente a más de una Sección. Cada una de las Salas tiene atribuidas por la BVerfGG funciones diversas de las que tiene la otra, de modo que actúan en una especie de simetría colaborativa bajo el principio del reparto funcional de competencias 44. La Sala primera, presidida por el Presidente del Tribunal se ocupa hoy en día esencialmente de los recursos de amparo, mientras que la Sala Segunda, presidida por el Vicepresidente del Tribunal se ocupa mayoritariamente de los recursos y cuestiones de inconstitucionalidad, los conflictos interorgánicos y de competencia45. El Pleno se reúne, además de para resolver las diferencias de criterio que puedan presentar las decisiones de una Sala respecto de las que hubiera tomado la otra en asuntos similares, para decidir sobre cuestiones organizativas y procedimentales del funcionamiento del Tribunal y para decidir sobre el estatuto de sus miembros. Los magistrados que han formado parte de las Salas autoras de las decisiones y los votos particulares -concurrentes o disidentes- que las acompañan 44 El reparto de trabajo entre las dos Salas no ha sido siempre el mismo. En 1956 se produjo el primer cambio del reparto original de 1951 y obedeció a motivaciones principalmente políticas, mientras que la introducción del actual reparto se remonta a 1971 y responde ya al intento de reequilibrar la carga de trabajo de las dos Salas; sobre ello, WESEL,Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 11. 45 Debido a esa distinta orientación funcional de cada Sala y a la adopción de algunas decisiones contrarias a la mayoría gobernante por parte de la Sala primera en la época del canciller Adenauer, se forjaron en el interior del propio Tribunal (en su Portavocía de prensa) las expresiones Sala roja y Sala negra respectivamente para la primera y la segunda Sala, en clara referencia a su presunto color político (socialdemócrata y demócrata-cristiano, respectivamente); cfr. HÄUSSLER, Richard, Der Konflikt zwischen Bundesverfassungsgericht und politischer Fuhrung: Ein Beitrag zu Geschichte und Rechtsstellung des Bundesverfassungsgerichts, Duncker & Humblot, Berlin, 1994, pág. 30 (nota al pie 41). durante el período temporal que abarca la selección de este volumen son en orden alfabético: 1.- Prof. Dr.Ernst-Wolfgang Böckenförde, Magistrado desde diciembre de 1983 hasta mayo de 1996. 2.- Prof. Dr. Siegfried Broβ, Magistrado desde septiembre de 1998. 3.- Prof. Dr. Brun-Otto Bryde, Magistrado desde enero de 2001. 4.- Prof. Dr. Udo Di Fabio, Magistrado desde diciembre de 1999. 5.- Dr. Everhardt Franβen, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta junio de 1991. 6.- Dr. Reinhard Gaier, Magistrado desde noviembre de 2004. 7.- Profa. Dra. Karin Grasshof, Magistrada desde octubre de 1986 hasta octubre de 1998. 8.- Prof. Dr. Dieter Grimm, Magistrado desde julio de 1987 hasta diciembre de 1999. 9.- Profa. Dra. Evelyn Haas, Magistrada desde septiembre de 1994 hasta octubre de 2006. 10.- Prof. Dr. Winfried Hassermer, Magistrado desde mayo de 1996. 11.- Prof. Dr.Johann Friedrich Henschel, Magistrado desde julio de 1983 hasta octubre de 1995. 12.- Dra. Dieter Hömig, Magistrada desde octubre de 1995 hasta abril de 2006. 13.- Dra.Christine Hohmann-Dennhardt, Magistrada desde enero de 1999. 14.- Prof. Dr. Wolfgang Hoffmann-Riem, Magistrado desde diciembre de 1999. 15.- Dña. Renate Jaeger, Magistrada desde marzo de 1994 hasta octubre de 2004. 16.- Prof. Dr. Hans-Joachim Jentsch, Magistrado desde mayo de 1996 hasta septiembre de 2005. 17.- Prof. Dr. Paul Kirchhof, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta noviembre de 1999. 18.- Prof. Dr. Hans Hugo Klein, Magistrado desde diciembre de 1983 hasta mayo de 1996. 19.- D. Konrad Kruis, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta septiembre de 1998. 20.- Jürgen Kühling, Magistrado desde julio de 1989 hasta enero de 2001. 21.- Profa. Dra. Gertrude Lübbe-Wolff, Magistrada desde abril de 2002. 22.- Prof. Dr. Ernst Gottfried Mahrenholz, Magistrado desde julio de 1981 hasta marzo de 1994. 23.- D.Rudolf Mellinghoff, Magistrado desde enero de 2001. 24.- Profa. Dra. Lerke Osterloh, Magistrada desde octubre de 1998. 25.- Prof. Dr. Hans-Jürgen Papier, Magistrado desde febrero de 1998. 26.- Dña. Helga Seibert, Magistrada desde noviembre de 1989 hasta septiembre de 1998. 27.- Dr. Otto Seidl, Magistrado desde junio de 1986 hasta febrero de 1998. 28.- Prof. Dr. Alfred Söllner, Magistrado desde noviembre de1987 hasta octubre de 1995. 29.- D. Bertold Sommer, Magistrado desde julio de 1991 hasta julio de 2003. 30.- Prof. Dr. Udo Steiner, Magistrado desde octubre de 1995 hasta septiembre de 2007. 31.- Klaus Winter, Magistrado desde noviembre de 1989 hasta octubre de 2000. Pero, ¿cómo es a grandes rasgos el sistema de control de constitucionalidad que instaura la Grundgesetz y en el que es protagonista el Bundesverfassungsgericht? El sistema de justicia constitucional46, instaurado por la Ley Fundamental de Bonn en 1949, obedece a, semejanza de lo que acontece en nuestro país, a un modelo mixto con predominio de una jurisdicción constitucional concentrada. Es decir, si bien los juzgados y tribunales ordinarios pueden –y debenejercer control de constitucionalidad de ciertos actos normativos infraconstitucionales, corresponde principal y preponderantemente a un órgano 46 Se distingue aquí deliberadamente el concepto más restringido de jurisdicción constitucional (control de constitucionalidad del Tribunal Constitucional) del más amplio de justicia constitucional (control de constitucionalidad de cualquier órgano jurisdiccional), tal y como se ha puesto de relieve en BASTIDA/VARELA/REQUEJO, Derecho Constitucional. Cuestionario comentado I, Ariel, Barcelona, 1992, pág. 380. jurisdiccional específico, el Tribunal Constitucional Federal, la tarea de ejercer la mayor parte del control de constitucionalidad, especialmente en relación con las normas con rango de ley y la garantía de los derechos fundamentales. Acorde con la detallada enumeración de competencias que realiza el art. 93 LF en favor del Bundesverfassungsgericht, desarrollada en los §§ 13 y ss. BVerfGG, los procedimientos de control se pueden clasificar, siguiendo a STERN47 en cinco grandes grupos: procedimientos de control de constitucionalidad de las normas con rango de ley (recurso y cuestión de inconstitucionalidad), garantía de derechos fundamentales (recurso de amparo), conflictos de competencia entre órganos, conflictos de competencia territorial derivados del carácter federal del Estado y otros procedimientos especiales de defensa de la constitución 48 y garantía electoral y del mandato parlamentario (como, por ejemplo, el procedimiento de prohibición de partidos políticos). Las decisiones seleccionadas se gestan en casi todos estos tipos de procedimiento. Así, las Sentencias sobre el espionaje acústico masivo, el Tratado de Maastricht, las elecciones en toda Alemania (que también es producto de la interposición de un conflicto interorgánico), la Ley de seguridad aérea, el crucifijo en las escuelas, el velo de la Sra. Ludin, y las Resoluciones sobre la ordenación del mercado del plátano (también producto de varias cuestiones de inconstitucionalidad), y sobre las expresiones “los soldados son asesinos” responden a recursos de inconstitucionalidad. Por su parte, la Sentencia sobre el derecho de sufragio de los extranjeros en Schleswig-Holstein y la de la Ley de parejas de hecho obedecen a recursos de inconstitucionalidad, mientras que la Resolución de la ordenación del mercado del plátano, parcialmente a varias cuestiones de inconstitucionalidad. De otro lado, la Sentencia sobre el personal de asistencia a personas mayores responde a un conflicto territorial de competencias y las Sentencias sobre financiación de partidos II, sobre las elecciones en toda Alemania (aunque esta última también resuelve un recurso de amparo de los mismos demandantes) y sobre la utilización del ejército federal responden a un conflicto interorgánico, curiosamente los dos primeros interpuestos por partidos políticos. Por 47 STERN, Klaus, Das Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, Vol. II, Beck, München, 1980, pág. 938, 978. 48 Se utiliza el concepto de defensa de la constitución en un sentido estricto de la palabra, como sinónimo de garantía de un núcleo constitucional material intangible –con independencia de su naturaleza suprapositiva o meramente positiva-, tal y como ha puesto de relieve con gran acierto en nuestra doctrina OTTO Y PARDO, Ignacio, Defensa de la Constitución y partidos políticos, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985, pág. 11-18. último, la Resolución sobre la prohibición del NPD que sobresee el procedimiento de prohibición instado por el Gobierno federal, el Parlamento federal y el Consejo Federal para la prohibición de dicha formación política es un ejemplo de esos procedimientos especiales de defensa de la Constitución. Como se puede ver, esta enumeración de procedimientos de control de constitucionalidad coincide en muy alto grado con las competencias de control de constitucionalidad que tanto los arts. 161 a 163 CE como la LOTC han realizado a favor de nuestro Tribunal Constitucional. Con todo, y sin ánimo de exhaustividad, se han de resaltar algunas diferencias en su configuración procesal que llaman la atención en la lectura de las decisiones recogidas en este volumen. En primer lugar, cabe mencionar que las decisiones en recursos de amparo que han llegado a la Sentencia o Resolución de una Sala del Bundesverfassungsgericht, han tenido que superar una suerte de “certiorari”49, filtro de admisibilidad a trámite condicionada legalmente a su trascendencia constitucional conforme a lo dispuesto por el § 93a 2 BVerfGG, filtro inexistente –aunque demandado- en nuestra jurisdicción 50 constitucional hasta la recientísima reforma de la LOTC de 2007 . Una segunda peculiaridad diferencial aparece en lo que se refiere a los derechos amparables, explicable a partir de la distinta estructura del catálogo de normas iusfundamentales de la Ley Fundamental y de la CE de 1978. La Grundgesetz no conoce más que un catálogo de derechos fundamentales (Grundrechte) en su Capítulo I (Arts. 1-19 LF) y a su defensa –junto con los derechos asociados que se desprenden de los arts. 20.4 LF (derecho de resistencia), 33 LF (derecho a la igualdad como ciudadanos y al acceso a cargos y funciones públicas), 38 (derecho de sufragio), 101 LF (derecho al juez predeterminado por la ley), 103 LF (derechos de defensa y al principio de legalidad sancionadora) y 104 LF (garantías de la libertad personal)- va dirigida la institución del recurso de amparo conforme a lo previsto en el art. 93.4a LF y en el § 90 BVerfGG. Aunque la mayoría de dichos derechos fundamentales amparables coincide con el objeto de tutela del recurso de amparo previsto en el art. 53.2 CE, existen algunas notables diferencias: el derecho de propiedad, la libre elección de 49 Institución propiamente norteamericana, utilizada por el Tribunal Supremo de los EE.UU. para autodeterminar –sin criterios legales vinculantes- su competencia para conocer de los asuntos; sobre su regulación legal y su funcionamiento, véase AHUMADA RUIZ, María Ángeles, El "certiorari". Ejercicio discrecional de la Jurisdicción de apelación por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 41, 1994, pág. 109 ss. 50 Operada por la Ley orgánica 6/2007, de 24 de mayo, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional. profesión u oficio o el derecho a la nacionalidad o, en fin, un genérico derecho a la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad son amparables en Alemania y no lo son en España; mientras que, a la inversa, la CE de 1978 ha especificado derechos como el honor, la intimidad o la propia imagen como amparables que no aparecen en el catálogo alemán, conteniendo, además, una serie de derechos fundamentales (derecho de propiedad, matrimonio, libre elección de profesión u oficio, etc…) que, a pesar de su fundamentalidad51, no son susceptibles de amparo ante el Tribunal Constitucional. Por último, a diferencia de lo que sucede en el ordenamiento español, además de los actos, resoluciones o disposiciones de las administraciones públicas de todos los niveles territoriales, las acciones u omisiones de los órganos jurisdiccionales y los actos sin valor de ley de los órganos parlamentarios, los §§ 93.2, 94.4 y 95.3 BVerfGG en relación con el § 90.1 BVerfGG permiten a los particulares impugnar a través del recurso de amparo de forma directa las leyes y demás normas con rango de ley que de forma actual, inmediata y directa produzcan una lesión de sus derechos fundamentales. Lo que explica, precisamente, que varios de los recursos de amparo objeto de las decisiones aquí recogidas sean producto de la impugnación directa de leyes por parte de ciudadanos alemanes. En lo que se refiere a los recursos y cuestiones de inconstitucionalidad, su configuración procesal como vías de control de constitucionalidad abstracto y concreto de las normas con rango de ley es sustancialmente idéntica a la que realiza la LOTC española. Los sujetos legitimados para su interposición o planteamiento son sustancialmente idénticos -minorías parlamentarias, presidente del Gobierno o Gobiernos de los entes territoriales, en el caso del recurso, y órganos jurisdiccionales ordinarios, en el caso de la cuestión- (art. 93.1.2 LF y art. 100.1 LF) y la forma en la que se plantean uno y otra, así como el enriquecimiento jurisprudencial de los efectos de las sentencias (declaratorias de la inconstitucionalidad) más allá de la simple nulidad ex tunc de la norma declarada inconstitucional acontecen también de forma parecida52. No obstante, existen ligeras 51 Su fundamentalidad reside en su indisponibilidad para los poderes públicos y su inmediata disponibilidad para los particulares, sin quedar a merced de lo que disponga el legislador ordinario; cfr. BASTIDA FREIJEDO/FERNÁNDEZ SARASOLA, Concepto y modelos históricos de los derechos fundamentales, en Bastida/Villaverde/Requejo/Presno/Aláez/Fernández, Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución española de 1978, Tecnos, Madrid, pág. 30 ss. 52 Para más detalles, véase SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 91 ss., 274 ss. diferencias, que llamarán la atención del lector en algunas decisiones sobre todo en el objeto de control por el Tribunal Constitucional, como la del espionaje acústico masivo. Así, la existencia en el art. 79.3 LF de una cláusula de intangibilidad absoluta, que cierra al poder de reforma constitucional la afectación de los principios y valores fundamentales recogidos en los Arts. 1 y 20 LF, convierte a las normas de reforma constitucional en parámetro del control de las normas con rango de ley ordinario y al mismo tiempo objeto del control de constitucionalidad. Esta inclusión en el objeto del control, corroborada con la propia denominación de las reformas constitucionales como leyes de reforma constitucional, implica su enjuiciamiento conforme a las normas constitucionales del procedimiento de reforma y, sobre todo, conforme a los límites materiales que representan los principios y valores enunciados en los Arts. 1 y 20 LF, esto es, respectivamente la dignidad de la persona y su libre desarrollo de la personalidad conforme al contenido esencial de los derechos fundamentales garantizados en la Ley Fundamental, y el carácter republicano, federal, democrático social y de derecho del Estado alemán. Ello permite hablar, parafraseando a Otto Bachof, de normas constitucionales inconstitucionales53, correspondiendo al Bundesverfassungsgericht la competencia para conocer de su impugnación, tal como y prueba la sentencia del espionaje acústico masivo (aunque haya nacido de un recurso de amparo)54. Por el contrario, en el ordenamiento español, la ausencia de límites materiales absolutos a la reforma constitucional –es decir, de una cláusula de intangibilidad como la existente en el art. 79.3 LF, en el art. 139 de la Const. Italiana o el art. 89 de la Const. Francesa-, el nomen iuris propio de “reforma constitucional”, y no de ley de reforma constitucional, que poseen las normas de reforma constitucional, así como otros argumentos de carácter dogmático constitucional de no procede desarrollar aquí, hacen dudar de la pertinencia de incluir dichas normas dentro del objeto del recurso o la cuestión de inconstitucionalidad siquiera para realizar su control orgánicoprocedimental de constitucionalidad55, aunque algún sector de la doctrina así lo haya demandado56. Por abajo en la pirámide normativa, hay que mencionar también que 53 Cfr. BACHOF, Otto, Verfassungswidrige Verfassungsnormen? (1951), en Wege zum Rechtstaat, 1979, pág. 1 ss. Y en la jurisprudencia constitucional ya desde la BVerfGE 1, 14 (32). 54 El Tribunal venía admitiendo su competencia para ese enjuiciamiento desde la Sentencia de las “escuchas telefónicas” (BVerfGE 10, 1). 55 Cfr. ALAEZ CORRAL, Benito, Los límites materiales a la reforma de la Constitución española de 1978, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, pág. 385-390. 56 En ese sentido, PUNSET BLANCO, Ramón, Normas impugnables y motivos impugnatorios en los procesos de control de constitucionalidad de las leyes, Revista Española de Derecho Constitucional, las disposiciones reglamentarias de carácter general (Rechtsverordnungen y Satzungen) también forman parte del objeto del recurso de constitucionalidad –no así de la cuestión- cuando el motivo de su impugnación es su inconstitucionalidad57, incluyendo así el control de un tipo de normas que en nuestro ordenamiento correspondería exclusivamente a los Tribunales ordinarios y sólo excepcionalmente al Tribunal constitucional por la vía de algunos recursos de amparo o de algunos conflictos de competencia58. En el caso del conflicto entre órganos constitucionales, una particularidad que resalta en las Sentencias sobre financiación de partidos II y sobre las elecciones en toda Alemana, producto de este tipo de procedimiento, es que los partidos políticos son una de las partes en el conflicto, concretamente la parte recurrente59. Aunque esto fue polémico originariamente, la asumida naturaleza híbrida de los partidos políticos como sujetos privados y órganos constitucionales simultáneamente, que predomina en la doctrina y la jurisprudencia constitucional alemana60, ha contribuido a reforzar su inclusión por vía interpretativa61 dentro de los legitimados como “otros afectados” del Art. 93.1.1 LF. Ello no sólo implica una extensión de la legitimación, sino también del objeto de la controversia presente en el conflicto interorgánico, porque, al considerar a los partidos como posibles legitimados, también serán objeto del conflicto las medidas u omisiones adoptadas por cualesquiera órganos constitucionales que mediatamente perjudiquen a los partidos políticos en el ejercicio de sus funciones constitucionales, lo que sucede, por ejemplo, tanto en el supuesto de la financiación de partidos como en el establecimiento de una barrera electoral para las primeras elecciones panalemanas. Por el contrario en nuestro ordenamiento, la reiterada naturaleza privada de los partidos políticos62, les priva de cualquier posible consideración como partes de un conflicto interorgánico ante el Tribunal Constitucional, y excluye trasladar al ámbito de los conflictos interorgánicos las disputas acerca de los posibles perjuicios que unas u otras medidas gubernativas o legislativas pudieran ocasionarles en el ejercicio de las funciones que les atribuye Nº 43, 1995, pág. 209-210 (nota al pie 1). 57 BVerfGE 1, 184 (196) y BVerfGE 10, 20 (54), entre otras. 58 Sensu contrario, cfr. PUNSET BLANCO, Ramón, Normas impugnables y motivos impugnatorios en los procesos de control de constitucionalidad de las leyes, ob. cit., pág. 209-212. 59 Sobre ello, SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, op. cit., pág. 92-93. 60 Un resumen de esa jurisprudencia se encuentra en la BVerfGE 60, 53 (51 ss.). 61 Cfr. BVerfGE 4, 27. 62 Por todas, la reciente STC 6/2004, de 16 de enero que resuelve el recurso de amparo sobre la ilegalización de Herri Batasuna y en la doctrina, por todos, PRESNO LINERA, Miguel, Los partidos políticos, Ariel, Barcelona, 2000, pág. 42-48. el art. 6 CE. Los partidos políticos en España, en tanto meras asociaciones privadas, sólo podrían impugnar dichas medidas indirectamente por la vía de la cuestión de inconstitucionalidad (a través de la actuación judicial) o directamente a través del recurso de amparo contra las medidas administrativas o judiciales de aplicación de dichas normas legales. Finalmente, por lo que se refiere a los conflictos de competencia territorial, éstos son procedimientos que responden a un mismo interés en la garantía del reparto de poder territorial que han previsto con modelos diferentes la Grundgesetz y la Constitución española de 1978. Al margen de las diferencias que se derivan de la estructura institucional y competencial de un Estado federal respecto de un Estado autonómico, se pueden apreciar también dos grandes particularidades con respecto a los conflictos territoriales que se deciden ante nuestro Tribunal Constitucional: una de naturaleza fáctica y otra relativa al parámetro normativo utilizado para el control de constitucionalidad en este tipo de procedimientos. En lo que respecta a esto último, destaca que al contrario de lo que sucede en un Estado autonómico, precisamente por la presunción de preexistencia de los ordenamientos de los Estados miembros y el correlativo carácter incompleto del ordenamiento de la Federación, el Bundesverfassungsgericht, como regla general únicamente se sirve del texto de la Grundgesetz en los conflictos de naturaleza constitucional para realizar el control del reparto competencial entre los entes territoriales, mientras que, como es sabido, en el caso de nuestro ordenamiento autonómico –en el que el principio es el inverso y los ordenamientos autonómicos no se presumen preexistentes sino constituidos por el legislador nacional, siendo por ello son incompletos frente al carácter originariamente completo del ordenamiento del Estado-63, el Tribunal Constitucional se sirve a la hora de resolver los conflictos de competencia territorial tanto de la CE de 1978 como del llamado “bloque constitucional” de rango infraconstitucional64. Por lo que se refiere a la peculiaridad fáctica, sorprende la escasa presencia numérica que actualmente tienen estos procedimientos territoriales en la actividad del Bundesverfassungsgericht65 por 63 Sobre las diferencias de estructura normativa de un Estado federal y un Estado autonómico, con carácter general, cfr. OTTO Y PARDO, Ignacio de, Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, ob. cit., pág. 245-249. 64 Sobre dicho bloque y su diferencia con el bloque de la constitucionalidad –también ignorado por el Bundesverfassungsgericht- véase REQUEJO, Paloma, Bloque constitucional y bloque de la constitucionalidad, Universidad de Oviedo, Oviedo, 1997, pág. 37 ss. 65 A pesar de que en la resolución de conflictos de competencia territorial entre el Reich y los Länder durante el siglo XIX se hayan querido ver-a nuestro entender erróneamente- los precedentes de la contraposición a la más numerosa conflictividad territorial que se sigue planteando por la vía conflictual ante nuestro Tribunal Constitucional66. Ello puede ser reflejo de dos aspectos de naturaleza bien distinta: de un lado, de la diferente configuración normativo-constitucional del reparto de competencias en un Estado federal y en un Estado autonómico. Mientras que en el primero, al basarse en el principio de la atribución competencial limitada a la Federación y la competencia residual de los Estados federados (art. 30 LF) –a lo que se añade las pocas tareas comunes compartidas (arts. 91a y 91b LF) y el cada vez menor uso por parte de la Federación de las competencias legislativas concurrentes-, la transversalidad de las competencias se hace mucho menos evidente y el reparto competencial resulta más estanco y estático con menos puntos normativos de contacto entre las competencias de los entes67, en el Estado autonómico las preeminencia del principio opuesto, el de competencia genérica del Estado central, desplazada solo allí donde un territorio ha asumido estatutariamente una determinada competencia dentro de las posibilidades de descentralización competencial previstas en la Constitución, hace que la transversalidad se haga mucho más patente en aplicación de tanto de los criterios de reserva competencial en manos del Estado como del reparto de competencias conforme al binomio bases-desarrollo. De otro lado, además, mientras que los actores del proceso de descentralización federal alemán parecen tener, por razones históricas, poco interés político en mantener la conflictividad como parte de un proceso de autodefinición identitaria –lo cual se refleja en el escaso número de moderna jurisdicción constitucional, y de que en los primeros años de existencia del Tribunal Constitucional Federal alemán, éste dictase sonadas sentencias precisamente sobre conflictos de competencia territorial –véase por todas la famosa Sentencia “Estado del sudoeste” (BVerfGE 1, 14)-. 66 Los datos hablan por sí solos: en lo que se refiere al Tribunal Constitucional Federal alemán, si sumamos los conflictos constitucionales entre Federación y Estados federados del art. 93.I.3 LF a los conflictos jurídico-públicos no constitucionales entre los mismos entes del art. 93.I.4 LF y a los conflictos derivados de las dudas sobre la vigencia del derecho federal del art. 126 LF, el total desde 1951 no supera los 300 procedimientos–solo 24 en el decenio 1996-2006-, como atestigua la estadística del propio Bundesverfassungsgericht (http://www.bundesverfassungsgericht.de/organisation/gb2006/A-I-4.html), mientras que en el caso de nuestro Tribunal Constitucional, por el contrario, los conflictos de competencia territorial mantienen, conforme a los datos estadísticos del Tribunal (http://www.tribunalconstitucional.es/memorias/2006/memo06_anexo03.html#CuadroDest15) una cuantía superior tanto en proporción a la población del país como al período temporal comparado –llegan a 67 para el quinquenio 2002-2006-. Aspecto éste que ya hacía notar hace casi veinte años LOPEZ GUERRA, Luis, Conflictos de competencia, interés general y decisión política, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Nº 1, 1988, pág. 81 (nota al pie nº 8), al comparar la actividad de los Tribunales Constitucionales español y alemán en la resolución de conflictos territoriales de competencia. 67 Sobre la introducción en 1969 de dichas tareas comunes con la finalidad de interconectar las hasta entonces demasiado separadas políticas de la Federación y los Estados federados, cfr. VON BEYME, Klaus, El federalismo en la República Federal Alemana, Revista de Estudios Políticos, Nº 17, 1980, pág. 18 ss. procesos planteados que terminen con un auto de inadmisión por falta de fundamentación o por no adecuación a la jurisprudencia constitucional sobre la materia-, en el caso del Estado español, las estadísticas demuestran que los actores españoles de estos procedimientos –el Estado y algunas CC.AA.- parecen tener interés en utilizar la vía conflictual como mecanismo de autoafirmación identitaria nacional. Todo ello viene reforzado, en buena medida, por el marcado carácter dinámico del sistema autonómico con respecto al sistema federal, en el que los cambios requieren la modificación de la Constitución federal y, salvo en las llamadas competencias concurrentes, es más difícil que la jurisprudencia constitucional produzca una mutación de los presupuestos jurídicos del ejercicio de las competencias transversales de los entes. A pesar de las diferencias reseñadas, los procedimientos de control de constitucionalidad asignados por la Constitución española de 1978 a nuestro Tribunal Constitucional y desarrollados legalmente en la LOTC se asemejan en lo sustancial a la mayor parte de los previstos por la Grundgesetz para el Bundesverfassungsgericht y al desarrollo que de ellos ha llevado a cabo la Ley del Tribunal Constitucional Federal alemán, lo que añade una explicación adicional al especial interés que despierta la jurisprudencia constitucional alemana en España. 5.- Algunas encrucijadas jurídico-constitucionales del cambio de milenio El final del siglo XX y el inicio del siglo XXI han estado marcados desde el punto de vista jurídico-constitucional por la incidencia de dos grandes fenómenos: la enorme influencia en la globalización jurídica y el multiculturalismo de los crecientes movimientos migratorios, sobre todo de sur a norte y de este a oeste del planeta; y la consecuente pérdida paulatina de peso específico del Estado como unidad segmentada del sistema jurídico, en beneficio de unidades supra-estatales pero también territorialmente limitadas como la Unión Europea, y de los instrumentos normativos del derecho internacional con pretensión de validez territorial universal. Ambos fenómenos colocan al ordenamiento jurídico estatal ante diversas situaciones conflictivas en las que se contraponen las expectativas del individuo o de un conjunto minoritario de individuos y las expectativas de la mayoría, poniendo también en el ojo del huracán la doctrina del Tribunal Constitucional Federal alemán elaborada en las sentencias aquí seleccionadas al tratar de dar solución a los conflictos planteados mediante la interpretación de normas deliberadamente abiertas. Semejantes situaciones son especialmente comprometidas desde la perspectiva de la legitimidad del sistema jurídico por el modo en que éste ha abordado su propio dinamismo y la evolución de las expectativas garantizadas. Mayoritariamente no se articulan a través del procedimiento de reforma constitucional –y cuando se plantean por esta vía se discute si ponen en cuestión los fundamentos del ordenamiento-, sino que se resuelven mediante la operación interpretativa de la jurisdicción constitucional, lo que presupone que los conflictos ya han sido resueltos por la Constitución que ha enmascarado las opciones admisibles bajo la apertura y abstracción de sus enunciados normativos. Precisamente, hablamos de encrucijadas para hacer referencia a aquellas situaciones excepcionales en las que el Tribunal Constitucional se encuentra ante dos (o más) alternativas teórico-constitucionales a seguir a la hora de resolver jurisprudencialmente los conflictos jurídicos que le plantean los nuevos retos político-constitucionales a que está sometido en la actualidad el Estado moderno, y una de esas alternativas (o las dos) conllevan una modificación de su propio papel constitucional, pudiendo incluso poner en cuestión ese marco y con ello su naturaleza de órgano jurisdiccional en pro de una nueva configuración como poder constituyente que no le corresponde. Se trata habitualmente de supuestos en los que late un conflicto político de tal calado que afecta a los presupuestos mismos del Estado, esto es, a los principios estructurales de los que quiere ser reflejo el marco constitucional al que, en principio, se encuentra obligado cualquier órgano jurisdiccional, incluido el Tribunal Constitucional. La disolución de la positividad el texto constitucional en un nuevo derecho natural racionalista, cuyo único y profético padre revelador sería el propio Tribunal Constitucional, o la disolución de la soberanía del ordenamiento –y del puebloalemán en un ordenamiento supranacional –el de la Unión Europea- por la vía de los hechos certificados jurisdiccionalmente, pero también la mutación constitucional centralizadora del principio federal por la vía de la reinterpretación del poder de la Federación para justificar la necesidad de su intervención en los supuestos de legislación concurrente con los Estados federados, o en fin, la inclinación de la balanza a favor de una mayoría social a la hora de determinar en conflictivos supuestos de ejercicio de los derechos fundamentales los límites internos y externos del multiculturalismo que es capaz de soportar el Estado social y democrático del derecho constituido por la Grundgesetz, son todas ellas –y sus alternativasconclusiones a las que puede llegar el Tribunal Constitucional Federal al abordar las situaciones jurídico-constitucionales conflictivas que se plantean en las decisiones aquí seleccionadas. Además, las encrucijadas no terminan en el fondo del asunto, sino que afectan a la raíz de la naturaleza y función de la jurisdicción constitucional, tanto por las consecuencias de las decisiones adoptadas como por forma en la que se argumentan las mismas, y que obligan al Tribunal Constitucional a optar entre reafirmar su carácter jurisdiccional o extralimitarse en sus funciones a la búsqueda de compromisos políticos cuando las instancias políticas han sido incapaces de alcanzarlos por sí mismas68. En otras palabras, el Bundesverfassungsgericht se encuentra ante la encrucijada de decidir si su argumentación jurídica conlleva una mutación constitucional socialmente aceptable, que trasgrede los límites de esta figura dogmatico-constitucional y le convierte en un poder constituyente originario, o por el contrario se mantiene dentro del marco constitucional, relegando al poder de reforma constitucional (único y auténtico poder constituyente) la adopción de una decisión que desborda los límites de la abstracción del texto constitucional, aunque dicha decisión sea socialmente menos aceptable. Veamos con un poco más de talle 68 Cfr. LERCHE, Peter, Verfassungsgerichtsbarkeit in besonderen Situationen, Verlag der bayerischen Akademie der Wissenschaften, München, 2001, pág. 1 ss. cómo se plantea la solución y la posición del Tribunal Constitucional Federal en estos tres grandes ámbitos jurídico-constitucionales. 5.1. Entre el mantenimiento de núcleo constitucional inmutable y la pérdida de la supremacía constitucional a manos de la Unión Europea Desde el inicio de su actividad está presente en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht un esfuerzo por delinear los contornos de la soberanía y del sujeto al que ésta se atribuye. Por un lado, aparece, con apoyo expreso en el art. 79.3 LF, la necesidad de fijar los límites al ejercicio del poder de reforma constitucional, que se derivan de la existencia de un núcleo material intangible solo disponible para el poder constituyente originario por la vía de la revolución. De otro lado, ello implica que sólo el sujeto de la soberanía conforme a la Grundgesetz, es decir, el pueblo alemán, y no instancias de poder distintas, como los Estados federados o la Unión Europea, se puede arrogar el poder constituyente, y con ello, la supremacía normativa. Se intenta, pues, garantizar hacia el interior la incolumidad del poder soberano frente a quienes no han sido habilitados para ejercerlo. Y también se distinguen claramente hacia el exterior los límites de la acción de los poderes constituidos, especialmente el legislativo y el ejecutivo, que mediante la asunción de compromisos internacionales o la más reciente integración en organizaciones supranacionales no están habilitados ni para trasladar el poder constituyente del pueblo alemán a una entidad colectiva distinta (y más amplia), ni tampoco para traspasar los límites materiales (cláusula de intangibilidad) que internamente le constriñen como poder de reforma constitucional. La existencia de esta cláusula de intangibilidad expresa convierte, utilizando la expresión de Bachof, en normas constitucionales inconstitucionales, aquellas normas producto de una reforma constitucional que, por conculcar el límite que representa el art. 79.3 LF, devienen inconstitucionales. Así, ya con la BVerfGE 30,1 (sentencia de las escuchas), y más recientemente con la BVerfGE 84, 90 (una de las varias sentencias dictadas en relación con el proceso de reunificación de Alemania), el Tribunal Constitucional Federal alemán ha venido abordando durante todos estos años las distintas implicaciones del problema de la definición, delimitación y aplicación de la cláusula de intangibilidad al ejercicio del poder de reforma constitucional. La última expresión de esta problemática viene representada por la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán sobre el espionaje acústico masivo (BVerfGE 109, 279), aquí reproducida. Aunque el grueso de esta extensísima sentencia se centra en la cuestión de la posible inconstitucionalidad del § 100 c, d, e, f de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por vulneración de los derechos a la inviolabilidad del domicilio, la intimidad personal y familiar (derivado de la garantía de la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad), la tutela judicial efectiva y el derecho de defensa, lo cierto es que previamente el Bundesverfassungsgericht vuelve a plantearse, cincuenta años después de la “sentencia de las escuchas” (BVerfGE 30, 1), el problema de la posible inconstitucionalidad de una norma de reforma constitucional. En efecto, la habilitación al legislador del nuevo art. 13.4 LF para que, previa autorización judicial, proceda a la realización de escuchas masivas de lo que sucede en los domicilios de sospechosos de la comisión de delitos especialmente graves, de la que ha hecho uso el legislador con el § 100 c, d, e, f de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se concibe por los recurrentes como una transgresión del art. 1 LF, garante de la dignidad humana e integrante del núcleo constitucional intangible sustraído a la reforma constitucional expresamente por el art. 79.3 LF. Tiene especial interés al final del milenio porque, aunque se trata de una preocupación jurídico-constitucional vieja, viene motivada por unas finalidades nuevas: la lucha contra las nuevas formas de criminalidad organizada, especialmente el terrorismo internacional, que están amenazando las estables civilizaciones occidentales. De las muchas implicaciones que tiene el problema, resalta a nuestro entender – por las consecuencias que ello posee para la jurisdicción constitucional- la cuestión de la naturaleza de ese contenido material intangible sustraído a la acción del poder de reforma constitucional. El expreso reconocimiento de naturaleza suprapositiva al contenido de la cláusula de intangibilidad y a la competencia del Bundesverfassungsgericht para medir las reformas del texto constitucional positivo a la luz del mismo que aparece en la temprana decisión de postguerra BVerfGE 1, 14 (Sentencia “Estado del suroeste”) da paso en la BVerfGE 30, 1 (Sentencia “escuchas telefónicas”) y más aún en la reciente BVerfGE 109, 279 (Sentencia “espionaje acústico masivo”) a un silencio sobre dicha naturaleza, que pudiera ser reflejo de un cambio de posicionamiento del Tribunal respecto de la naturaleza de dichos contenidos intangibles y respecto de la posición de la jurisdicción constitucional en relación con su normatividad. Máxime, si se tiene en cuenta que ya desde la Sentencia sobre la equiparación de ambos sexos en el ejercicio de la patria potestad (BVerfGE 10, 59, 81) el Bundesverfassungsgericht había manifestado claramente que lo relevante para utilizar una norma como parámetro de control de constitucionalidad es que la misma estuviese positivizada por la Grundgesetz con independencia de si su existencia trae origen suprapositivo o no. Que se resuelva la encrucijada en una u otra dirección afecta también a la concepción que el Tribunal Constitucional tenga del poder constituyente y, por supuesto, de sí mismo. El mantenimiento de la naturaleza suprapositiva de valores tan universales como la dignidad humana, la justicia o la democracia –pero también tan particulares como el federalismo- quizás encontrase explicación sociopolítica en la Alemania de postguerra y en el trauma social del III Reich, pero resulta mucho menos comprensible a medida que se implanta en la sociedad la demanda funcional de positividad y autorreferencialidad del sistema jurídico, cuya imagen es la ficción política del dogma de la soberanía popular. Pero es que, además, en lo que ahora interesa señalar, la posición de la jurisdicción constitucional varía según cuál sea la naturaleza del parámetro de enjuiciamiento de la constitucionalidad de las reformas constitucionales. Un Tribunal Constitucional que pretenda ser un órgano jurisdiccional ha de tener un parámetro de control que sea identificable con criterios de argumentación jurídica por instancias distintas de él mismo, de carácter jurisdiccional o científico –con independencia de que no exista una instancia con competencia de revisión de las decisiones de dicho Tribunal Constitucional, so pena de un regressum ad infinitum-, y ello sólo es posible si dicho parámetro posee una naturaleza jurídico positiva, nunca si posee una naturaleza suprapositiva. En este último supuesto, el Tribunal se convertiría en el único y último intérprete de una realidad objetiva, cuyo conocimiento subjetivo quedaría constitutivamente en sus manos, esto es, se convertiría en un auténtico poder constituyente – de naturaleza política y supraestatal- y dejaría de ser un poder constituido, pues él mismo habría de negar toda posibilidad de conocimiento jurídico subjetivo de dicho parámetro normativo de naturaleza objetiva (suprapositiva) y, por tanto, toda posibilidad de enjuiciamiento científico o jurisdiccional de sus decisiones. Afirmar dicha suprapositividad y al mismo tiempo que el sujeto que la afirma conserve su naturaleza de poder público (jurisdiccional) es incluso incompatible con la naturaleza y función del derecho natural iusracionalista de la ilustración, que parece estar en la raíz de la suprapositividad del contenido de la cláusula de intangibilidad del art. 79.3 LF, pues precisamente la intención del dogma ilustrado iusnaturalista era la de que ningún poder público –y sólo el individuo como miembro de la sociedad- pudiese apelar al derecho suprapositivo69. Esta misma paradoja se pone también de relieve cuando la jurisdicción constitucional puede cuestionar la existencia jurídica (validez) de su propio fundamento validez en beneficio de la validez prevalente un nuevo ordenamiento jurídico-positivo de ámbito territorial y personal más amplio, como ocurre en el proceso de integración europea, es decir, cuando se trata de resolver un conflicto entre ordenamientos que pretenden supremacía normativa, por cualquiera de los sujetos que tiene atribuida la garantía de esa supremacía respecto de uno de los ordenamientos70. No importa, pues, que con la cesión de competencias constitucionales a la Unión Europea los ordenamientos europeos se han convertido –a raíz del proceso de integración europea- en ordenamientos fragmentarios, ni tampoco que dicho proceso de fragmentación quede abierto en virtud de una cláusula constitucional, de la que el Tribunal Constitucional se convierte en aplicador71. Lo trascendente es dónde está residenciado el fragmento de poder público –la competencia sobre las competencias-, en torno al cual se articula el concepto normativo de soberanía, y qué papel siga desempeñando la jurisdicción constitucional en relación con él. En efecto, en la Sentencia Maastricht, el Bundesverfassungsgericht se plantea si la última palabra jurídicamente hablando –la Kompetenz-Kompetenz- corresponde al ordenamiento europeo (su Tribunal de Justicia) y no a los Tribunales constitucionales de los Estados miembros, tal y como parece haberse impuesto en la jurisdicción y praxis comunitarias72. De acuerdo con esta última postura, el Tribunal Constitucional aparecería como fedatario de dicha transformación y se encontraría con que el reconocimiento de la supremacía del derecho de la Unión Europea implicaría abandonar la supremacía de su propio 69 Cfr. MAUS, Ingeborg, Naturrecht, Menschenrecht und politische Gerechtigkeit. Der Kommentar, Dialektik. Enzyklopädische Zeitschrift für Philosophie und Wissenschaften, Nº 1, 1994, pág. 13. 70 Sobre las distintas formas de solventar los conflictos entre ordenamientos, tomando como ejemplo el del ordenamiento alemán en la sentencia de Maastricht, cfr. ARNOLD, Rainer, Conflictos entre ordenamientos y su solución. El ejemplo alemán, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 1, 2004, pág. 97 ss. 71 En este sentido, véase el comentario a la Sentencia Maastricht de BOGDANDY, Armin von, La integración europea a la luz de la Constitución alemana: una reflexión en torno a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el caso Maastricht, Cuadernos de Derecho Público, Nº 13, 2001, pág. 212-213. 72 Un exhaustivo comentario de esa sentencia se pude encontrar en ALAEZ CORRAL, Benito, Comentario a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 12 de octubre de 1993, Revista española de derecho constitucional, Nº 45, 1995, pág. 243-278. fundamento de validez, la Constitución nacional. Ahora bien, dado que en una situación conflictiva como la descrita paradójicamente su decisión siempre sería correcta desde la perspectiva de uno u otro ordenamiento, decidiese lo que decidiese, el Tribunal Constitucional no actuaría como un órgano jurisdiccional, sino como algo más, sobre todo si a dicha situación no se ha llegado por la vía de una reforma constitucional formal y materialmente correcta y jurídicamente pacífica73. En tal caso, la autoridad social del Tribunal Constitucional carecería de trascendencia para la legitimación del sistema jurídico presupuesto como válido por dos motivos: primero, porque precisamente su decisión jurisdiccional vendría a operar como sustrato fáctico de la eficacia general del sistema jurídico, condición indispensable para presuponer válido el ordenamiento constitucional que le atribuiría sus competencias de control de constitucionalidad y, por tanto, haría necesaria su autoridad legitimadora del mismo ante la sociedad74; y segundo porque la autoridad social del Tribunal Constitucional presupone la atribución de carácter jurisdiccional por el propio texto constitucional a sus decisiones, que han de ser la expresión de una argumentación jurídica y no de mera argumentación política, es decir, presupone la recursividad de sus decisiones a un texto normativo que se presupone lógica y jurídico-positivamente por encima del propio Tribunal, lo que no ocurre si el Tribunal coloca al texto constitucional como objeto de enjuiciamiento y no como argumento o parámetro de sus razonamientos, quedando éstos con ello huérfanos de racionalidad jurídica e integrados en el ámbito de los argumentos políticos. Pues bien, tanto en la Sentencia Maastricht como en la Resolución sobre la ordenación del mercado del plátano, aquí recogidas, el Bundesverfassungsgericht se mantiene dentro de la órbita de la argumentación de un órgano jurisdiccional, pues en todo momento utiliza las disposiciones de la Grundgesetz como fundamento remoto de la validez (interna) de los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas, y no como objeto de enjuiciamiento alternativo al derecho comunitario para fundamentar el ordenamiento del que el mismo es expresión. En otras palabras, el conflicto entre ordenamientos75 se soluciona negando el conflicto, pues 73 En este mismo sentido, LERCHE, Peter, Verfassungsgerichtsbarkeit in besonderen Situationen, ob. cit., pág. 24-26. 74 Siguiendo aquí en lo que se refiere a la fundamentación del ordenamiento jurídico a KELSEN, Hans, Teorías pura del derecho, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 1982, pág. 232. 75 En detalle sobre esta forma de resolver el conflicto entre ordenamientos por parte del Bundesverfassungsgericht en Alemania, cfr., ARNOLD, Rainer, Conflictos entre ordenamientos y su solución. El ejemplo alemán, ob. cit., pág. 102-105. solo pueden colisionar entre sí dos magnitudes desvinculadas la una de la otra –por eso hay conflicto-, nunca dos magnitudes vinculadas recíprocamente en una relación de condicionamiento de validez. Ello, sin perjuicio de que ese mismo fundamento remoto permita, a través de la ley de autorización de cesión de competencias a las instituciones europeas -fundamento inmediato de la integración–, una cierta reducción del ámbito de competencias del propio Tribunal Constitucional Federal alemán, por ejemplo, en el ámbito de la tutela de los derechos fundamentales, como consecuencia de la cesión de competencias jurisdiccionales a la Unión Europea (a su Tribunal de Justicia)76. Pero todo el proceso se ha de desarrollar siempre dentro de los límites de la cláusula de intangibilidad del art. 79.3 LF –entre ellos el principio democrático- que el art. 23 LF le ha impuesto al legislador de la integración europea, y que se reconducen en último extremo al respeto a la última palabra –la competencia sobre las competencias- de la Grundgesetz alemana, de la que en todo caso siempre ha de ser garante el Tribunal Constitucional Federal77. Por eso, es difícilmente comprensible, aún sin la existencia de un cláusula de intangibilidad absoluta en la Constitución española de 1978 semejante a la del art. 79.3 LF, la posición del Tribunal Constitucional en la DTC 1/2004 de 13 de diciembre, F.J. 2-4º, admitiendo la primacía aplicativa del derecho comunitario europeo sobre la Constitución, a la que no obstante se reserva la supremacía normativa78. Si precisamente, como hace la Declaración, se conserva la potestad del Tribunal Constitucional para garantizar esta última supremacía, es porque la primacía puede ceder allí donde el aplicador cualificado del derecho comunitario –la jurisdicción constitucional-, puede utilizar como parámetro de validez de esa regla de 76 Resucitando, con ello, en parte la doctrina que había fijado en la Sentencia Solange II (BVerfGE 73, 339), conforme a la cual, el Tribunal Constitucional Federal alemán renunciaba a ejercer su control de constitucionalidad sobre los actos de derecho comunitario derivado en el ámbito de la tutela de los derechos fundamentales, “en tanto en cuanto” las Comunidades Europeas mantuviesen –a través del Tribunal de Justicia- un nivel de garantía de aquellos derechos sustancialmente equivalente, esto es, admitía la transferencia de esa competencia jurisdiccional del Estado. 77 Por mucho que estos límites sean correlativos de los límites competenciales de las instituciones comunitarias establecidos en los Tratados, de los que es garante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas. Atribuirle a éste –como pretende STEIN, Torsten, La sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el Tratado de Maastricht, Revista de Instituciones Europeas, Nº 3, 1994, pág. 764-765- la competencia para determinar esa extralimitación, asumiendo el riesgo de que ello genere un conflicto de derecho internacional público entre Estados, supone, en mi opinión, no ofrecer ninguna solución de carácter jurídico y, al mismo tiempo, negarle al ordenamiento comunitario la autonomía que de él ha predicado el Tribunal de Justicia. 78 Un análisis de la misma y de las categorías primacía y supremacía utilizadas por el Tribunal Constitucional se puede ver en RODRÍGUEZ, Ángel, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución española? Comentario a la DTC 1/2004, de 13 de diciembre, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 3, 2005, pág. 331-334. aplicación preferente del derecho comunitario las lógico-jurídicamente preeminentes normas constitucionales que justifican su competencia de control –es decir, la supremacía-. Ello hace lógicamente incongruente seguir afirmando la primacía del derecho comunitario, porque una primacía aplicativa condicionada no es tal primacía, o, si se lleva dicha primacía hasta sus últimas consecuencias incondicionadas, ello la convierte–como pretendían los votos particulares a la Declaración- en una primacía inconstitucional por ser una supremacía encubierta contraria al art. 9.3 CE. La posición del Bundesverfassungsgericht en este sentido es mucho más congruente desde el punto de vista de la sistemática interna del ordenamiento jurídico. 5.2. Política y Derecho en la regulación de las fuerzas centrífugas y centrípetas que afectan a la organización del Estado alemán Un segundo conjunto de problemas jurídico-constitucionales a los que tratan de hacer frente las decisiones del Tribunal Constitucional Federal alemán aquí seleccionadas se refiere a la posición que la Grundgesetz confiere a los sujetos privados o públicos a los que directa o indirectamente ha encomendado el ejercicio del poder estatal. Dicha encrucijada tiene que ver con la posición del Tribunal Constitucional Federal respecto de apertura del texto constitucional en cuestiones que afectan a quiénes son los sujetos que pueden participar en la formación y expresión de la voluntad colectiva del Estado alemán, bajo qué presupuestos y con qué medios pueden hacerlo, así como cuál es la extensión de sus competencias tanto en la relación parlamentaria como en la relación federal. Se pueden observar dos fuerzas que dominan el panorama político-constitucional: una fuerza centrípeta, que trata de atraer hacia un punto de referencia central el ejercicio del poder público, reduciendo bien la incorporación de sujetos privados o públicos (electores extranjeros, partidos políticos antisistema, candidatos electos que no superan la barrera electoral, partidos no financiados) que pueden participar en el proceso de toma de decisiones políticas o bien la extensión de sus competencias (Gobierno en relación con el control parlamentario de su función de dirección de la política militar y exterior, Estados federados en relación con la competencia legislativa de la Federación); y una fuerza centrífuga, que tiene la tendencia opuesta, la de tratar de interiorizar por la vía de su reconocimiento jurídico al máximo número actores del proceso político, y de democratizar y descentralizar territorialmente al máximo el ejercicio del poder público. Ambas tendencias, como fácilmente se puede imaginar, no son privativas del Estado alemán, sino que se reproducen en casi todas las democracia occidentales contemporáneas, sea en su integridad o en algunas de las facetas mencionadas. En nuestra opinión, cada ordenamiento constitucional contiene un modelo dogmático con diferentes combinaciones de fuerzas centrífugas y centrípetas, en función de la propia auto-observación que tenga el texto constitucional de cómo preservar la autorreferencialidad y la positividad del sistema jurídico79: o lo que es lo mismo, de cómo conseguir que las distintas expectativas sociales que surgen en el sistema político tengan cabida dentro del sistema jurídico, canalizadas y ordenadas a partir de los criterios fijados por éste, y no a la inversa. Precisamente ahí, en la definición de cuál sea ese marco dogmático de ordenación constitucional de la Política, es donde juegan un papel central los Tribunales Constitucionales, y donde es más fácil que la distorsión de su naturaleza como órganos jurisdiccionales pueda tener una influencia decisiva en una alteración de la estructura constitucional del sistema político por la vía de una ruptura constitucional o una mutación constitucional inconstitucional80. La evolución jurisprudencial de los criterios sobre la aplicación del proceso de prohibición de los partidos políticos, los límites a su financiación pública, o los límites a la aplicación de la barrera electoral a los resultados de las primeras elecciones tras la reunificación, pero también sobre la extensión de las competencias parlamentarias en la determinación de la participación del ejército en misiones internacionales, o sobre la extensión del sufragio local a los extranjeros residentes, así como la redefinición de las condiciones de necesidad bajo las cuales la Federación puede ejercer su competencia legislativa concurrente, son algunos de los escenarios en los que el Bundesverfassungsgericht desarrolla su función de intérprete supremo de la Constitución. Al ocuparse de estos problemas el Tribunal Constitucional Federal alemán determinará la dirección en la que van a ejercer su influencia las fuerzas 79 Sobre la positividad y autorreferencialidad del sistema jurídico y su relación con la interiorización del sistema político como su medio ambiente, cfr. LUHMANN, Niklas, Selbstlegitimation des Staates, Archiv- für Rechts und Sozialphilosophie, Nº 15, 1981, pág. 75. 80 Es decir, toda aquella alteración del programa normativo o del ámbito normativo de la norma constitucional que, sin modificación textual de la Constitución, no se produce por la vía de una interpretación constitucionalmente adecuada de aquélla. Sobre las dificultades dogmáticas de la definición de la mutación constitucional, cfr. BÖCKENFÖRDE, Ernst-Wolfgang, Anmerkungen zum Begriff Verfassungswandel, en Guggenberger/Würtenberger, Hüter der Verfassung oder Lenker der Politik?, ob. cit., pág. 44 ss. antes mencionadas: a favor de la fuerzas centrípetas en la medida en que limite y reduzca los sujetos participantes en el proceso político o reduzca la extensión de la descentralización del ejercicio del poder; a favor de las fuerzas centrífugas en la medida en que incluya a todos los sujetos posibles en el proceso político y extienda la descentralización del poder. Una segunda cuestión que plantean estas decisiones jurisprudenciales, en la que centrar el objeto de nuestra atención, es la de si el Bundesverfassungsgericht suplanta al legislador o al Gobierno en su facultad de dirección política cuando concreta las abstracciones de los conceptos jurídicos indeterminados y cuando rellena los vacíos normativos de la Ley Fundamental, o, por el contrario, sus argumentaciones jurídicas caen dentro de la dogmática constitucionalmente adecuada a la Grundgesetz. Para realizar el análisis vamos a diferenciar entre aquéllas decisiones que se refieren a la composición, papel, y extensión de la participación de los sujetos privados en el ejercicio del poder político dentro del marco institucional de la Ley Fundamental, y aquéllas otras decisiones referidas a las competencias y relaciones entre los órganos constitucionales de la Federación o entre los entes territoriales en los que se organiza Alemania. - Participación de los sujetos privados en ejercicio del poder público En lo que se refiere a la respuesta de la jurisprudencia constitucional frente a los nuevos retos que se le plantean en relación con la participación de los sujetos privados en el ejercicio del poder político, en general las decisiones seleccionadas del Bundesverfassungsgericht muestran una doble tendencia dentro del modelo dogmático asumido por la Ley Fundamental: de un lado, una fuerza centrípeta en lo que se refiere a la exclusión de nuevos sujetos (ciudadanos extranjeros) en los procesos de toma de decisiones políticas, pero, de otro lado, una fuerza centrífuga en lo que respecta a facilitar la máxima inclusión y pluralidad de los sujetos ya incluidos dentro del sistema (partidos políticos), extendiendo hacia afuera tanto los límites de tolerancia del sistema como las prestaciones –materiales o normativasque éste debe darles para facilitar su participación. Mientras que la sentencia sobre el sufragio de los extranjeros, excluye a éstos del ejercicio del derecho de sufragio en las elecciones locales sin una previa reforma constitucional, en las decisiones sobre la prohibición del NPD, la financiación de partidos y la barrera electoral en las primeras elecciones panalemanas, la tendencia es la opuesta, la de facilitar al máximo la participación de los partidos políticos en el ejercicio del poder público, bien sea procedimentalizando al máximo las condiciones de su prohibición, bien sea favoreciendo al máximo el fomento de la igualdad de condiciones con las que se enfrentan a la batalla electoral o al reparto de escaños. En la sentencia sobre el sufragio de los extranjeros en Schleswig-Holstein81, el Tribunal Constitucional Federal se decanta por una interpretación cerrada y nacional del concepto “pueblo” al que hace referencia la Grundgesetz, nacionalizándolo como pueblo alemán, y excluyendo con ello que los extranjeros pudieran –sin previa reforma constitucional- participar en el poder público de las entidades locales en las que se organiza el Estado mediante el ejercicio del derecho de sufragio en las elecciones locales, al entender que los municipios y los distritos también ejercen un poder público integrante de la soberanía y que ésta es únicamente imputable, conforme al art. 20.2 LF, al pueblo alemán. Las fuerzas convergen hacia el interior del Estado-nación y repelen la integración en el sujeto titular de la soberanía de todo aquél que no pertenezca por nacionalidad al pueblo alemán. Ciertamente, dicha argumentación no parece inadecuada a la dogmática constitucional de la Ley Fundamental, pero tampoco totalmente adecuada a ella, generando incongruencias sistemáticas como que la extensión legal del sufragio local a los extranjeros sea inconstitucional por contraria al principio de soberanía popular del pueblo alemán del art. 20.2 LF, pero no lo sea por conculcar el art. 79.3 LF –que protege los principios del art. 20 LF- si se introduce mediante una reforma constitucional82. Es verdad, como afirma el Bundesverfassungsgericht, que, en contra de lo establecido en nuestro ordenamiento por el Tribunal Constitucional 83 el poder que ejercen los entes locales es un poder del Estado, y por tanto pertenece a la soberanía imputada al pueblo conforme al dogma de la soberanía popular (art. 20.2 LF y 1.2 CE). Pero es igualmente cierto que no todos los poderes de soberanía tienen la misma incidencia sobre la existencia y estructura del ordenamiento jurídico, y que unos, los que conllevan el ejercicio de la competencia sobre las competencias (poder constituyente o de reforma constitucional, poder legislativo sobre la 81 Y en su gemela BVerfGE 83, 60 (sufragio de los extranjeros II – Hamburgo). Probablemente porque, a la fecha de dictarse esta sentencia, ya estaba en ciernes la inevitable reforma de la Ley Fundamental para, de conformidad con el Tratado de la Unión Europea, reconocer el derecho de sufragio en las elecciones locales a los extranjeros ciudadanos comunitarios; cfr. NICOLÁS MUÑIZ, Jaime, La participación de extranjeros en las elecciones locales en la R.F.A. Apuntes para un debate doctrinal y jurisprudencial, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Nº 12, 1992, pág. 186-187. 83 DTC 1/1992, de 1 de julio, FF.JJ. 3º y 5º. 82 nacionalidad, o sobre el ejercicio de derechos de ciudadanía, etc…), tienen una mayor influencia en cuáles sean las reglas de juego obligatorias y por ello pudieran requerir un mayor grado de vinculación (sujeción) de los ciudadanos al ordenamiento, que se expresa en la posesión de la nacionalidad, esto es, en la pertenencia al colectivo nacional del pueblo; mientras que otros, por su mayor desvinculación de esa competencia sobre las competencias pudieran ser compartidos con ciudadanos que no pertenecen al pueblo nacional, pero que están sometidos de forma permanente al ordenamiento estatal (extranjeros residentes o comunitarios), en aras de la garantía del principio democrático al que se vinculan tanto la Grundgesetz (Art. 20.1 LF) como la CE de 1978 (art. 1.1 CE)84. Esta distinción de dos categorías de ciudadanos –los integrantes del pueblo alemán, y los integrantes del pueblo autogobernado, a secas- sería posible, en segundo lugar, si el Tribunal Constitucional Federal alemán en lugar de reconstruir el concepto de pueblo conforme a parámetros metapositivos ajenos a las disposiciones del texto constitucional positivo de la Ley Fundamental, esto es, como una unidad cultural y políticamente homogénea, preexistente a la propia Grundgesetz, hubiese tenido las disposiciones jurídico-positivas de ésta como único norte interpretativo85. Del otro lado de la balanza se encuentran las sentencias sobre la prohibición del NPD, la financiación de partidos políticos y la barrera electoral en las primeras elecciones en toda Alemania, cuyo denominador común es el dominio de las fuerzas centrífugas que permiten ampliar al máximo el círculo de participantes de entre quienes ya han sido admitidos como actores del sistema político alemán. Así, la Resolución del NPD, en la que la minoría de magistrados logra imponer su criterio de que importa más el modo procesal en el que se forma la imagen de un partido antisistema que la verdad material de que dicho partido sea efectivamente un peligro para el orden democrático-liberal intangible en Alemania, permite, en la práctica, que dichos partidos eviten su expulsión del sistema político sirviéndose de la aplicación a 84 Sobre ello en detalle, cfr. ALÁEZ CORRAL, Benito, Nacionalidad, ciudadanía y democracia. ¿A quién pertenece la Constitución?, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, pág. 241-249. 85 Como exponentes de estos dos modos de aproximación a la reconstrucción interpretativa del pueblo, véanse, ISENSEE, Josef, Abschied der Demokratie vom Demos. Ausländerwahlrecht als Identitätsfrage für Volk, Demokratie und Verfassung, en Schwab/Giesen/Liste/Strätz (Hrsg.), Festschrift für Paul Mikat, 1989, pág. 718-720; y BRYDE, Brun-Otto, Die bundesrepublikanische Volksdemokratie als Irrweg der Demokratietheorie, Staatswissenschaften und Staatspraxis, Nº 3, 1995, pág. 318 ss. su proceso de ilegalización de las mismas garantías liberal-democráticas que su estatuto ideológico pretende eliminar. Por indeseable que ello pueda parecer desde el punto de vista político, no deja de ser una respuesta perfectamente adecuada jurídicamente al texto constitucional alemán. Justo lo contrario de la tendencia que parece haber iniciado el Tribunal Supremo español86, con la connivencia del Tribunal Constitucional87, en relación con la ilegalización de partidos políticos tras la aprobación de la Ley orgánica 6/2002, de 27 de junio, de partidos políticos, conforme a la cual las garantías que operan en el procedimiento penal no tienen por qué ser aplicables a la constatación del funcionamiento antidemocrático de un partido político y su consiguiente ilegalización, trasmutando en un mecanismo de defensa de la Constitución la exigencia de funcionamiento democrático de los partidos que establece el art. 6 CE88. De igual manera, las sentencias sobre la financiación de partidos y la barrera electoral en las elecciones panalemanas de 1990 se orientan en la dirección de permitir el máximo pluralismo y la máxima igualdad de oportunidad de los partidos políticos que el sistema ya ha admitido como actores del proceso de formación de la voluntad popular, aunque sea a costa del principio liberal de no intervención en dicho proceso o de la racionalización parlamentaria. Ni una ni otra decisión, aunque discutibles, se desmarcan en sus argumentos de la dogmática constitucional que se desprende de los principios de Estado social y democrático de derecho que presiden el funcionamiento de la República Federal de Alemania en virtud del art. 20 LF. En efecto, resultaba un tanto incongruente –si no fuera por la híbrida naturaleza de los partidos políticos a la que ya se ha hecho referencia, mitad sujetos privados, mitad órganos del Estado89- que se hubiese extendido la consideración de los derechos fundamentales como principios objetivos del ordenamiento -además de derechos subjetivos- y que el mandato de optimización que ello generaba para el Estado no se hubiese traducido en la posibilidad de que éste facilitase a los partidos políticos un 86 STS de 27 de junio de 2003 (Sala Especial). STC 5/2004, de 16 de enero, F.J. 9º. 88 Cfr. ALVAREZ ALVAREZ, Leonardo, Lealtad constitucional y partidos políticos, Teoría y Realidad Constitucional, Nº 10-11, 2002, pág. 456 ss. 89 Patente en la BVerfGE 20, 56, que vetaba la financiación pública de los partidos en el ámbito de su actuación para formación de la voluntad popular (en la sociedad), permitiendo la financiación pública sólo en el ámbito de su actuación para la formación de la voluntad estatal (en el cumplimiento de las funciones públicas que tiene encomendadas, como la electoral). Sobre estos dos planos de existencia de los partidos políticos en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht, cfr. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Santiago, La financiación de los partidos políticos en Alemania tras la sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de abril de 1992, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 36, 1992, pág. 301. 87 mínimum de medios financieros para el adecuado ejercicio del derecho de asociación política del que son expresión, así como para el adecuado cumplimiento de sus funciones públicas, con el límite, eso sí, de no desnaturalizarlos como expresión libre de la voluntad popular. A esta necesidad viene a atender el Bundesverfassungsgericht con un cambio de jurisprudencia con respecto a sus precedentes decisiones sobre la financiación de los partidos políticos90. Se trata así de garantizar la igualdad de oportunidades fácticas en el ejercicio de los derechos de asociación política y de sufragio pasivo que garantiza el texto constitucional y a la que sirve la genérica cláusula de Estado social91. Las discrepancias aquí podrían aparecer en torno a las cuantías que se consideran necesarias para garantizar ese mínimo de oportunidades, o a dónde colocar los límites absoluto y relativo de esa financiación pública para evitar que se distorsione la imagen de los partidos como agrupaciones libres de los intereses sociales92, pero no en torno al principio de la obligación del Estado de intervenir para garantizar esa igualdad de oportunidades fácticas. Una igualdad de oportunidades que también es tenida en cuenta por el Tribunal Constitucional Federal a la hora de anular la concreta configuración legal de la barrera electoral vigente a la fecha de celebración de las primeras elecciones panalemanas. Desconocer mediante la introducción de una regla de racionalización del funcionamiento del parlamento, como la barrera electoral, las reales capacidades de los partidos políticos para agruparse en un nuevo territorio en el que carecen de implantación social e influir en la población para buscar adhesión a su proyecto político implica que aquélla vulnere la garantía formal del principio de igualdad de oportunidades de los partidos en tanto actores del sistema de formación y expresión de la voluntad popular93. A diferencia de lo que sucedía con la financiación, la apertura al máximo número de actores del juego político que demanda la sentencia de la barrera electoral no se vincula a la igualdad de oportunidades fácticas, y por tanto al Estado social, sino a la igualdad formal entre los partidos, que se puede ver minimizada por una barrera electoral legal que no sea respetuosa con la posibilidad 90 Véase, por todas, BVerfGE 24, 300. Cfr. MORLOK, Martin, La regulación jurídica de la financiación de partidos en Alemania, Teoría y Realidad Constitucional, Nº 6, 2000, pág. 48-53. 92 En detalle el comentario de GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Santiago, La financiación de los partidos políticos en Alemania tras la sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de abril de 1992, ob. cit., pág. 307 ss. 93 En general sobre el complejo sistema electoral al parlamento federal alemán, véase, NOHLEN, Dieter, Sistemas Electorales y Partidos Políticos, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1994, pág. 200 ss. 91 que deben tener todos los partidos de competir en igualdad de oportunidades por los apoyos sociales del electorado. Igualdad que no se da cuando, como consecuencia de una medida normativa ajena a su voluntad –como la reunificación alemana-, se altera su ámbito de actuación. El silogismo jurídico-argumentativo del Bundesverfassungsgericht es en este punto impecable. Nuevamente se podrá discrepar de él en relación con la valoración fáctica de las circunstancias sociales en las que se ve inmersa la actividad de los distintos partidos políticos tras la reunificación o con el efecto que, como consecuencia de la anterior valoración, se le imputa a la barrera electoral en relación con la igualdad de oportunidades de los partidos, pero la discrepancia no versará sobre la extensión o alcance de las normas constitucionales sobre la igualdad formal de oportunidades de participación política de los partidos. El único “pero” que cabe hacerle a esta Sentencia hace referencia al injustificado ejercicio de política constitucional que lleva a cabo el Tribunal Constitucional Federal al reconstruir, prácticamente sin margen para la libre opción del legislador democrático, cuál debería ser la configuración de esa barrera electoral legal para que la misma respete la igualdad de oportunidades de los partidos políticos, seguramente por la premura temporal ante la inminente celebración de las primeras elecciones panalemanas94. - Parlamentarización y Federalización del Estado La dualidad de fuerzas centrípeta y centrífuga que presentaba la jurisprudencia constitucional en relación con los retos que plantea la aparición de nuevos ciudadanos o de nuevas exigencias por parte de los partidos políticos, se quiebra en las decisiones del Tribunal Constitucional Federal sobre la relación Gobierno-Parlamento en lo que se refiere a la dirección de la política militar exterior, y sobre la relación Federación-Estados federados en el ejercicio de la competencia legislativa concurrente, en beneficio de una fuerza centrífuga que trata de dar más protagonismo al órgano de la representación popular y a las unidades territoriales en las que se ha descentralizado el poder en Alemania. En efecto, la dirección de la política militar exterior que se había considerado siempre en manos del Gobierno Federal conforme al sistema parlamentario diseñado por la Grundgesetz pasa ahora 94 Cfr. CRUZ VILLALÓN, Pedro, Legislación electoral y circunstancias excepcionales: la igualdad de oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales de la nueva R.F.A., Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 30, 1990, pág. 130-131. a depender del consentimiento del Parlamento Federal, en virtud de una reinterpretación de ese mismo sistema parlamentario de Gobierno, y, del mismo modo también el Bundesverfassungsgericht reinterpreta restrictivamente el poder de decisión política de la Federación sobre la necesidad de utilizar la potestad legislativa concurrente que le reconoce el art. 72 LF. En lo que se refiere a la relación Gobierno-Parlamento y su participación en la dirección de la política militar en el exterior, la farragosa y extensa redacción de sus argumentos por parte del Bundesverfassungsgericht en la Sentencia sobre la “Utilización del Ejército federal” (BVerfGE 90, 286) pudiera conducir a engaño. En efecto, la lapidaria confirmación, con anclaje en su jurisprudencia precedente 95, de que la participación del ejército alemán en las acciones militares de un sistema de seguridad colectiva, está cubierta por la autorización parlamentaria al ratificar conforme al art. 59.2 LF el Tratado de la UEO que prevé ciertas posibilidades de incorporación de tropas alemanas bajo el mando de dicha organización, y la extensa justificación de la competencia del Gobierno para dirigir tanto la política exterior como la política militar en el exterior, dan paso a la contundente reconstrucción del reparto del poder de dirección de la política militar exterior en el sistema parlamentario alemán y a la deducción, con apoyo en una interpretación sistemática de los preceptos constitucionales sobre los estados de crisis y la celebración de tratados de contenido político, de una competencia del Parlamento Federal no escrita para autorizar la utilización de tropas en misiones militares en el exterior. Así, aunque corresponda al Gobierno decidir si una determinada política exterior debe adoptar la forma de un Tratado político, que requiera -conforme a los arts. 23, 24 y 59.2 GG- el consentimiento del Parlamento federal, o determinar la intensidad de las relaciones internacionales y el significado que junto con otros Estados le quiere dar a los concretos actos en los que éstas se plasman, de modo que supongan la celebración de un tratado o la modificación de un tratado ya existente conforme al derecho internacional, el envío de tropas en acciones militares al extranjero se encuentra condicionado ex constitutione a la autorización parlamentaria expresa o implícita en una decisión más amplia. En otras palabras, el absoluto predominio del Gobierno federal en la dirección de la política militar exterior ha dado paso a la codirección política de dicha función por el Parlamento un tanto ajena a la tradicional 95 BVerfGE 68, 1. forma de gobierno parlamentaria. De ella pretenden ser continuación no sólo reiteradas decisiones posteriores del Bundesverfassungsgericht96, sino también la reciente Ley de participación del Parlamento Federal en la decisión relativa a la utilización de las fuerzas armadas en el extranjero de 18 de marzo de 2005 97, que expresamente condiciona la licitud del envío de tropas por parte del Gobierno federal al consentimiento del Parlamento98. Quizás estemos ante una mutación por la vía de la interpretación constitucional99, que ha hecho transitar el sistema parlamentario alemán desde un modelo de gobierno parlamentario equilibrado, con preponderancia del Gobierno en la dirección política, hacia un modelo de monismo parlamentario, en que la balanza tiende a inclinarse hacia una mayor intervención del Parlamento en la dirección de esa política exterior estatal100. Políticamente parece corresponderse con la necesidad social de darle un mayor protagonismo al Parlamento en la política de defensa (preventiva) en el exterior, habida cuenta de las nuevas formas que adoptan las amenazas exteriores y de las nuevas formas de reacción del Estado frente a las mismas a través del Ejército101. Aunque seguramente hubiera sido más acertada una reforma constitucional expresa que reordenase a la luz de los tiempos la política militar de la nueva Alemania, tal y como en cierta forma ha hecho la Ley de participación del Parlamento de 2005, lo cierto es que esta mutación constitucional entra, a nuestro entender, dentro de la concreción del programa normativo (Normprogramm) de las disposiciones de la Grundgesezt sobre la utilización de las fuerzas armadas a la luz de las nuevas situaciones fácticas que pasan a formar 96 BVerfGE 100, 266, BVerfGE 104, 151, BVerGE 108, 34 Sobre ella, GILCH, Andreas, Das Parlamentsbeteiligungsgesetz. Die Auslandsentsendung der Bundeswehr und deren verfahrensrechtliche Ausgestaltung, Tesis doctoral, Fulda, 2005. 98 Pocos meses antes de que, en la misma línea, la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre sometiese a autorización de las Cortes Generales la decisión gubernamental de envío de tropas en misiones internacionales –fuera de los supuestos de estado de guerra, que ya requerían autorización parlamentaria por mandato del art. 63.3 CE-. 99 Sobre la diferencia entre mutación constitucional y mutación de la constitución por la vía de su interpretación, cfr. BÖCKENFÖRDE, Ernst-Wolfgang, Anmerkungen zum Begriff Verfassungswandel, ob. cit., pág. 54-56. 100 Sobre clasificación de las formas de gobierno parlamentarias, cfr. FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio, La función de gobierno en la Constitución española de 1978, Universidad de Oviedo, Oviedo, 2002, pág. 127-130. 101 Críticos con los efectos de esta parlamentarización de la defensa exterior, DIETERICH/HUMMEL/MARSCHALL, Von der exekutiven Prärogative zum parlamentarischen Frieden? Funktionslogik und Funktionsprobleme der parlamentarischen Kontrolle militarischer Sicherheitspolitik am Fallbeispiel Deutschland, Parlamentarische Kontrolle von Sicherheitspolitik Working Paper, Nº 6, 2007, pág. 22 ss. 97 parte del su ámbito normativo (Normbereich), y en ese sentido permanece plenamente conforme con la Ley Fundamental. A diferencia de lo que sucede en nuestro Estado autonómico, el federalismo alemán es parco en la previsión expresa en el texto constitucional de ámbitos de cooperación normativa entre los entes territoriales a los que distribuye el poder. El llamado “federalismo cooperativo” no deja de ser una construcción jurisprudencial que pretende, precisamente, solucionar algunas de las disfuncionalidades de un reparto excesivamente rígido y compartimentado de unas competencias que por su propia naturaleza operan transversalmente sobre una misma realidad 102. En esta línea, uno de los pocos ámbitos en los que la Grundgesetz sí que ha previsto expresamente un punto de contacto nítido entre las competencia legislativas de la Federación y los Estados federados es el relativo al ejercicio de las competencias concurrentes por la Federación (art. 74 LF), en las que conforme al art. 72 LF sus disposiciones prevalecen sobre las de los Estados federados en caso de conflicto. Pues bien, la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el personal de asistencia a las personas mayores (BVerfGE 107, 1) reconstruye el programa normativo de estos preceptos constitucionales sobre el federalismo, certificando, por así decirlo, la necesidad de tránsito del federalismo cooperativo a lo que se ha denominado “federalismo competitivo”, apuntado con la reforma constitucional de 1994 y que pergeñado en la reciente reforma de 2006 103. Se ha dicho que en ella el Bundesverfassungsgericht ha equilibrado los intereses de la Federación y de los Estados federados, o lo que es lo mismo, que ha combinado razonamientos que operan como fuerzas centrípetas de centralización del poder en la Federación con razonamientos que operan como fuerzas centrífugas de descentralización del poder en los Estados federados, predominantes en nuestra opinión. Al hacerlo, sin embargo, tampoco ha operado ninguna mutación inconstitucional del sistema federal establecido por la Grundgesetz, sino que por vía interpretativa ha redefinido el programa normativo de los preceptos que se ocupan de determinar las materias sobre las que la Federación disfruta de una competencia legislativa concurrente con los Estados y las condiciones constitucionales para hacer uso de la misma. 102 Sobre el federalismo cooperativo alemán, véase la monografía clásica de ALBERTÍ ROVIRA, Enoch, Federalismo y cooperación en la República Federal Alemana, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1986. 103 Cfr. GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, Ignacio, Sentido y alcance de la reforma del federalismo alemán, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 6, 2006, pág. 66 ss. En efecto, de un lado, la Sentencia incluye dentro de la materia “regulación de la admisión a otras profesiones sanitarias” del art. 74.1.19º LF, objeto de legislación concurrente de la Federación, la regulación del acceso a la profesión de personal de asistencia a personas mayores, extendiendo con ello el sector de la realidad sobre el que parecía proyectarse hasta el momento dicha disposición, como consecuencia de una evolución social en la que la asistencia a las personas mayores se realiza como tratamiento terapéutico de forma cada vez más integral por profesionales cualificados. Pero, al mismo tiempo, excluye de la competencia de la Federación la regulación del personal auxiliar de dicho personal de asistencia a personas mayores. De otro lado, lo que es más importante, establece que, tras la reforma constitucional del art. 72.2 LF de 1994 que introdujo como condición de ejercicio de la competencia legislativa concurrente por la Federación el que esta fuera necesaria para el establecimiento de condiciones de vida equivalentes en el territorio Federal o para la garantía de la unidad jurídica o económica en interés general del Estado104, el Tribunal Constitucional Federal puede controlar la constitucionalidad de la valoración que haya hecho la Federación de esa necesidad105. Con ello, afirma que no existe de un ámbito de libre valoración política de las condiciones de ejercicio de sus competencias por parte de la Federación, aunque finalmente el control del Tribunal Constitucional Federal concluya que la Federación ha cumplido con las condiciones de ejercicio que le ha impuesto la Ley Fundamental. Se certifica, así, jurisprudencialmente la quiebra de los que HESSE vino en llamar en 1962 el “Estado federal unitario”106, al eliminar esa posición de preeminencia de la Federación en la interpretación del sistema de distribución de competencias concurrentes que antes la reforma la Grundgesetz le reconocía. No deja de ser ésta una jurisprudencia que, salvando las distancias que estructural y políticamente separan la descentralización territorial del poder en el Estado federal alemán y en el Estado autonómico español, coincide con la línea que ha seguido nuestra jurisprudencia constitucional en la interpretación de la competencia exclusiva del Estado sobre legislación básica, y en particular, por la semejanza con los requisitos de necesidad mencionados, en 104 Sobre la cláusula de necesidad véase, DEPENHEUER, O. Verfassungsgerichtliche Föderalismusreform – Chance und Bewährungsprobe für den deutschen Föderalismus, Zeitschrift für Gesetzgebung, 2005, pág. 83 y ss 105 Cosa que con la antigua redacción del art. 72.2 LF, anterior a la reforma constitucional de 1994, no podía hacer, como atestigua su jurisprudencia (BVerfGE 65, 283, 289). 106 HESSE, Konrad, Der unitarische Bundesstaat, C.F. Müller, Karlsruhe, 1962 materia de regulación de las condiciones básicas para el ejercicio igual de los derechos y deberes de los ciudadanos a que hace referencia el art. 149.1.1ª CE107. De nuevo se podrá discrepar sobre la valoración que ha realizado el Tribunal Constitucional Federal de la realidad objeto de la norma distributiva de competencias o sobre su valoración del cumplimiento por parte de la Federación de los requisitos de necesidad, pero la discrepancia girará en torno a cuestiones fácticas, no en torno a cuestiones jurídicas, quedando incólume la adecuación de su razonamiento a la dogmática constitucional que sobre el federalismo ha reflejado la Grundgesetz alemán108. Sirva como prueba de ello, la inexistencia de una reacción mayoritaria por parte del poder de reforma constitucional frente a esta decisión (contra-mayoritaria) del Bundesverfassungsgericht, sino más bien una orientación hacia la misma como ejemplo de una fórmula de compromiso109. En efecto, a pesar del corte centralizador de la reforma constitucional de 28 de agosto de 2006, que modifica parcialmente el reparto de competencias tanto exclusivas como concurrentes a favor de la posición de la Federación, no se alteraron las condiciones de admisibilidad de la legislación federal concurrente introducidas en la Grundgesetz en 1994 y utilizadas por el Bundesverfassungsgericht para fundamentar el fallo de esta Sentencia, aunque sí se circunscribió la exigencia de esta necesidad a un número reducido de las materias sobre las que opera la legislación concurrente, dejando la decisión de legislar sobre las demás en manos de la libre valoración de la Federación110. Los derechos fundamentales en una sociedad externa e internamente cada 5.3. vez más multicultural El tercer gran grupo de situaciones conflictivas en las que el Bundesverfassungsgericht se ve envuelto en diversas encrucijadas es el que hace referencia a los distintos ámbitos de ejercicio de los derechos fundamentales, que se 107 Véanse la STC 173/1998, de 23 de julio, FF.JJ. 7º y 8º, respecto de la Ley de asociaciones del País Vasco; la STC 133/2006, de 27 de abril, F.J. 9º, sobre la Ley orgánica del derecho de asociación; y la STC 135/2006, de 27 de abril, F.J. 2º.d, relativa a la Ley catalana de asociaciones. 108 Aunque hay habido algunas críticas, sin duda, a la afirmación del control de constitucionalidad de la cláusula de necesidad que realiza en este sentencia, como pone de relieve, NARANJO DE LA CRUZ, Rafael, La reforma del sistema de atribución de competencias en la Ley Fundamental, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 6, 2006, pág. 135-138. 109 LOTHAR, Michael, El Estado federal experimental, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 6, 2006, pág. 14. 110 Sobre la reordenación de la materias sometidas a legislación concurrente y a legislación exclusiva de la Federación, véase MARTÍN VIDA, María Ángeles, La reforma del federalismo alemán. Cambios en el reparto material de competencias entre la Federación y los Länder, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 6, 2006, pág. 164 ss. ven condicionados por los cambios sociales y políticos que ha experimentado Alemania en la segunda mitad del siglo XX, y entre los que cabe citar, la superación del trauma social que supuso el III Reich, el desarrollo económico, la integración en la Unión Europea, la progresiva secularización de la sociedad y en fin la consolidación de una conciencia constitucional liberal-democrática en los habitantes de la República Federal. En esta tesitura, el Tribunal Constitucional Federal termina erigiéndose en juez del grado de multiculturalismo111 interno y externo (aconfesionalidad y crucifijos en las escuelas públicas, profesoras y velo musulmán) que es capaz de tolerar la Grundgesetz, y por tanto la sociedad alemana, con sus actuales reglas de juego. En efecto, cuestiones como las relativas a si una regla de plazos del aborto es compatible con la dignidad humana, a si la libertad de expresión ampara críticas sumamente hirientes sobre los individuos integrantes de la administración militar, o en fin, si la regulación legal de los derechos y deberes de las parejas de hecho homosexuales mediante una institución para-matrimonial, menoscaba la garantía institucional del matrimonio como una institución socialmente valiosa, colocan al Bundesverfassungsgericht ante la encrucijada de decidir qué cantidad de multiculturalismo interno garantizan los derechos fundamentales en el Estado social y democrático alemán, y su grado de compatibilidad con los mecanismos de homogeneización cultural y política que personifica aún de forma muy evidente la institución de la nacionalidad112. Pero, del mismo modo, dado que la clausura absoluta de las fronteras territoriales es imposible y la recepción de inmigrantes de otros continentes y círculos culturales es inevitable -cuando no deseable por motivos económicos en sociedades envejecidas como las europeas-, las puertas al multiculturalismo interno que representan los derechos fundamentales se convierten en puertas a un multiculturalismo externo, en la medida en que los inmigrantes disfrutan ex constitutione de la mayor parte de los derechos de libertad y de muchos derechos sociales garantizados a los ciudadanos alemanes por la Constitución, y como consecuencia de su ejercicio, colocan en el mercado de las ideas un conjunto de prácticas culturales diversas de aquéllas que son mayoritarias en la sociedad de acogida. Situaciones como la de si un símbolo religioso de una confesión mayoritaria socialmente puede ser utilizado en una sociedad parcialmente 111 Congruentemente con este planteamiento del problema el concepto multiculturalismo no se utiliza aquí en un sentido prescriptivo de una determinada fórmula de articulación de las relaciones entre las diversas culturas sociales, sino como descriptivo de la existencia, formación y desarrollo de las mismas como consecuencia de los procesos comunicativos sociales. 112 Cfr. ALAEZ CORRAL, Benito, Nacionalidad, ciudadanía y democracia, ob. cit., pág. 101 ss. secularizada por los órganos del Estado, o si, por el contrario, un símbolo religioso minoritario procedente de ese multiculturalismo externo puede ser utilizado por un funcionario público docente, coloca de nuevo al Bundesverfassungsgericht ante la disyuntiva de optar por un mayor o menor grado de multiculturalismo externo, en función de la interpretación que le dé a los derechos fundamentales que sirven de cauce al mismo Desde el punto de vista metodológico de la teoría general de los derechos fundamentales el Tribunal Constitucional Federal alemán ha seguido dos caminos bien distintos a la hora de desempeñar esa función de juzgador del grado de multiculturalismo interno y externo que soporta la sociedad alemana: la ponderación y la delimitación113. Ciertamente, no siempre aparece clara la opción por una o por otra técnica argumentativa. Es más, el predominio en la doctrina iuspublicística alemana de la técnica de la ponderación, así como la presuposición de la existencia de un conflicto con la mera coincidencia de enunciados normativos antes de la concreción jurídico-argumentativa de las normas iusfundamentales que se esconden bajo los mismos, hacen que ponderación y delimitación convivan bajo expresiones jurídicas comunes (ponderación, prevalencia, conflicto, mayor valor o peso, etc…), aparentemente reconducibles todas ellas a la ponderación. Sin embargo, si se profundiza en los efectos de los razonamientos jurídicos se pueden ver las diferencias según la técnica argumentativa utilizada. En unos casos, el Bundesverfassungsgericht ha optado por la ponderación de los derechos fundamentales o los bienes jurídico-constitucionales en colisión, dando preferencia a uno u a otro dentro de ciertas condiciones. Es el caso de la sentencias sobre el aborto II, la Ley de seguridad aérea o los soldados son asesinos. En otros casos, por el contrario, ha preferido delimitar claramente el ámbito de protección (el objeto) y el programa normativo (el contenido) de cada derecho fundamental o bien constitucional en presencia, para llegar a la conclusión de que no se hallaba afectado tal o cual derecho, o bien que se veía afectado y la limitación o no era posible por no respetar su contenido esencial o el principio de proporcionalidad. Este ha sido el caso de las sentencias sobre el crucifijo el Velo de la Sra. Ludin, o la ley de uniones de hecho homosexuales, curiosamente, de las más criticadas por 113 Sobre una y otra técnica de resolver los conflictos entre los derechos fundamentales y sus límites, véase, VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Los límites de los derechos fundamentales, en Bastida/Villaverde/Requejo/Presno/Alaez/Fernández, Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución española de 1978, ob. cit., pág. 120 ss. apartarse de la dogmática constitucional preponderante en la iuspublicística alemana favorable a la ponderación de intereses. Las consecuencias para el multiculturalismo asumido por el ordenamiento constitucional y para su percepción por parte de la cultura dominante como por la cultura o culturas minoritarias serán radicalmente distintas según el Bundesverfassungsgericht siga uno u otro método argumentativo en la solución de los conflictos entre derechos fundamentales y otros bienes de rango constitucional. La técnica de la ponderación, al permitir Tribunal Constitucional Federal la adopción de una decisión político-valorativa respecto a la prevalencia de alguno de los derechos o intereses en conflicto, le colocará al frente de una de las culturas en conflicto y hará que la decisión sea vista como una representación política de ésta última y no del sistema constitucional, haciendo que la cultura preterida no confíe en este último y lo considere cautivo de la cultura a favor de la cual se ha inclinado la ponderación. Por el contrario, la técnica de la delimitación, en la medida en que obliga al Bundesverfassungsgericht a justificar su concreción de la garantía normativa de unos u otros derechos –y por tanto de una u otra cultura- en la abstracta definición de sus sujetos, su objeto, su contenido y sus límites realizada por el texto constitucional positivo, esto es, en una decisión puramente jurídica, colocará al Tribunal como garante y representante de dicho marco constitucional que se erige por encima de las culturas en conflicto, con independencia de que si en la concreción de ese marco ha errado o ha acertado y su decisión ha beneficiado a la cultura mayoritaria o a la minoritaria. - Multiculturalismo y ponderación de intereses en la resolución de los conflictos de derechos fundamentales Por lo que se refiere a la primera de las técnicas a través de las cuales dar solución a la encrucijada que plantea el multiculturalismo interno o externo al que se enfrenta la sociedad moderna, el terreno resbaladizo de la ponderación escapa a la racionalidad de medios propia de la argumentación jurídica y se aproxima a la racionalidad de fines de la argumentación política, de la que el Tribunal Constitucional Federal debiera huir como órgano jurisdiccional114. A las dificultades 114 Críticamente sobre la ponderación de bienes en la solución de conflictos iusfundamentales, también VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Los límites de los derechos fundamentales, ob. cit., pág. 141-145. consistentes en que el texto constitucional haya querido garantizar o proteger in concreto dos bienes o valores de forma normativamente contradictoria –de modo que si se protege el interés o derecho A no se pueda proteger al mismo tiempo el interés o derecho B, y viceversa-, no superables con la doctrina de ALEXY de la naturaleza principial de las normas iusfundamentales115, se añade el hecho de que la solución al conflicto presupone, en último extremo, que el juez constitucional adopte una decisión de naturaleza política, esto es, una decisión -la relativa a qué interés o derecho prevalece- que no es predeterminable argumentativamente por la aplicación previa de la normas constitucionales. El primer conflicto escogido hace referencia al derecho a la vida, y contrapone la vida del nasciturus a la libertad y, en su caso, vida e integridad física de la madre en los supuestos de aborto. En su Sentencia sobre el “Aborto II” (BVerfGE 88, 203) el Tribunal Constitucional Federal alemán, sin apartarse de lo establecido en su doctrina precedente sobre el aborto116, se zambulle en el esquema argumental de la ponderación desde el mismo momento en que atribuye la titularidad del derecho a la vida al nasciturus. Ciertamente la negación de la titularidad del derecho a la vida por parte del feto no excluiría que la argumentación discurriese por el errático camino de la ponderación117, pero desde luego, afirmada la titularidad del derecho por el nasciturus, es difícil sustraerse a la ponderación, puesto que cualquier delimitación que se quisiera realizar de la extensión del objeto y contenido del derecho a la vida del feto implicaría, para aceptar el aborto, el desconocimiento del contenido esencial del derecho. Al tiempo que afirma que el feto es titular del derecho a la vida sostiene que la decisión de la madre de abortar también es expresión de sus derechos a la dignidad, la vida y el libre desarrollo de su personalidad, afirmando desde ese momento la existencia de un conflicto entre bienes jurídicos de igual rango. El Bundesverfassungsgericht se sirve del criterio de la inexigibilidad del sacrificio para la madre de sus propios derechos para realizar la ponderación entre ambos bienes, y deslindar la regulación constitucionalmente admisible del aborto (la que responda a esa inexigibilidad) de la que no lo es. Ello coloca su esquema argumental de ponderación frente a no pocos flancos de crítica. Así, por ejemplo, la inexigibilidad 115 Sobre los derechos fundamentales como normas de principio y no como reglas véase, ALEXY, Robert, Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993, pág. 81 ss. 116 BVerfGE 39, 1. 117 Como pone de relieve la ya lejana STC 53/1985, de 11 de abril, F.J. 7º de nuestro Tribunal Constitucional. parece apelar apriorísticamente a una cierta jerarquía lógica entre los bienes en conflicto –con preferencia del derecho a la vida del nasciturus sobre el derecho a la libertad de la madre en unos casos, y de la libertad de la madre sobre la vida del nasciturus en otros-, que carecen de base jurídico-positiva en la Ley Fundamental. Y dentro del criterio de la inexigibilidad, la determinación de qué consecuencias vitales son inexigibles a madre, y cuáles no, solo es enjuiciable a partir de una cierta precomprensión axiológica más o menos mayoritaria socialmente, que tampoco encuentra base jurídico-positiva118. En uno y otro caso se trata de una decisión política que debiera quedar en manos del legislador y no bajo el control de los Tribunales Constitucionales. Pero ello requeriría que no se acudiese a la ponderación de bienes y a la inexigibilidad para la madre como criterio dirimente, pues eso es precisamente lo que coloca al órgano de la jurisdicción constitucional en situación de decidir si la más o menos abstracta decisión del legislador respeta ese criterio de inexigibilidad. Debiera operarse únicamente la adecuada delimitación de la titularidad, objeto, contenido y límites de los derechos en presencia, que bien podría venir guiada por principios como la necesidad de ser persona para ser titular de los derechos fundamentales, la incidencia en el objeto de un derecho (el derecho a la vida del nasciturus) la necesidad de que su ejercicio tenga lugar siempre a costa del derecho de otra persona (el derecho a la vida o a la libertad de la madre) –que habitualmente no se admite en otros supuestos de conflicto entre derechos fundamentales-, etc… Un segundo ámbito en el que el Bundesverfassungsgericht también argumenta en términos ponderativos, por lo menos parcialmente, es su Sentencia sobre la Ley de seguridad aérea (BVerfGE 115, 118)119, aunque aquí ya no parezca tan clara la 118 En algunas sociedades –como la alemana- la imposibilidad de la madre para desarrollar su vida de forma socialmente adecuada, como consecuencia de unos condicionantes socio-económicos vinculados al embarazo -la conocida indicación social-, es considerada dentro de la causa de inexigibilidad como un daño a la salud síquica de la madre que no le se le puede presuponer que asuma, mientras que para otros –como el ordenamiento español- la interpretación es la opuesta, la de que el legislador no ha considerado de suficiente entidad los condicionamientos sociales como para justificar la no punición del aborto por el peligro para la salud psíquica de la madre, que queda reducido al sufrimiento de posibles patologías mentales como consecuencia del embarazo y posterior crianza del niño -indicación médica-. 119 En la parte de la Sentencia que se refiere a la posibilidad de derribar el avión secuestrado sin personas inocentes abordo para salvar la vida de la población civil amenazada con él como arma, privando de la vida, con ello, únicamente a los secuestradores; cfr. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, José María, Una cuestión de principios. La sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán, de 15 de febrero de 2006, sobre la Ley de Seguridad Aérea, que autorizaba a derribar el avión secuestrado para cometer un atentado terrorista, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 77, 2006, pág. 267 ponderación por lo menos en lo que se refiere al binomio derecho a la vida de los pasajeros inocentes del avión secuestrado-derecho a la vida de la población civil amenazada con el avión suicida. En efecto, al plantearse la constitucionalidad de la posibilidad legal de abatir un avión secuestrado para evitar que sea utilizado como arma contra la población civil, el Tribunal Constitucional Federal alemán parece en principio delimitar el contenido del derecho a la vida a partir de su interrelación con el derecho a la dignidad humana120 y considera inconstitucional dicha posibilidad pues convertiría a los pasajeros inocentes, a los que causaría la muerte, en meros objetos de la acción del poder público –les cosifica-, lo que es contrario a su dignidad como personas y a su derecho a la vida121. Pero, no se trata de una delimitación que excluya in abstracto como medida positiva de protección de la dimensión objetiva del derecho a la vida la lícita causación por parte del Estado de la muerte de unas personas para salvaguardar la vida de otras, pues a renglón seguido el Bundesverfassungsgericht admite la posibilidad de que se lleve a cabo esa ponderación de bienes si únicamente se ha de sacrificar el derecho a la vida de los terroristas para garantizar el derecho a la vida de la población civil amenazada. En nuestra opinión, se trata más de una ponderación encubierta que de la delimitación del derecho a la vida122. Si como sostiene el Tribunal, la razón de excluir la licitud constitucional del derribo es que toda persona disfruta de dignidad, y con ello de derecho a la vida, con independencia de sus cualidades, su situación física o psíquica, sus capacidades y su estatus social, no debería importar la condición de terrorista o pasajero inocente de quien pierde la vida como consecuencia del derribo del avión. Y, sin embargo, para el Tribunal Constitucional Federal alemán sí importa, con el argumento de que el terrorista con sus actos se convierte en sujeto de un proceso cuya consecuencia última es la acción del poder público que pone fin a su vida con la intención de proteger la vida de terceras personas, una consecuencia que se presumiría voluntariamente querida por aquél con su actuar ilícito 123. ss. 120 Sobre ello, véase en nuestro país, GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, Ignacio, Dignidad de la persona y derechos fundamentales, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2005. 121 Muy crítico con el razonamiento y el fallo del Bundesverfassungsgericht, DOMENECH PASCUAL, Gabriel, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocentes abordo para prevenir un atentado kamikaze? Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán sobre la Ley de seguridad aérea, Revista de Administración Pública, Nº 170, 2006, pág. 406 ss. 122 Como sostiene RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, José María, Una cuestión de principios…, ob. cit., pág. 264 ss. 123 En este sentido también MERKL, Reinhard, § 14 Abs. 3 Lusftsicherheitsgesetz: Wann und warum darf der Staat töten?, Juristenzeitung, Nº 8, 2007, pág. 376 ss. Semejante suerte de presunciones acerca de la voluntariedad o involuntariedad de la posición de sacrificio en la que se colocan quienes pueden morir en el caso de derribo del avión por las fuerzas de seguridad del Estado, además de plantear problemas desde el punto de vista del derecho a la presunción de inocencia –art. 103.1 LF- y la prohibición de pena de muerte –art. 102 LF-, implican una valoración apriorística del significado de las conductas vitales de los individuos implicados y los instrumentalizan tanto como si fuesen personas inocentes124. Nada excluye, por ejemplo, que los terroristas sean inimputables –mientras no tenga lugar el correspondiente procedimiento penal-, y que por tanto no se les pueda considerar subjetivamente responsables de la acción del secuestro, ni de colocarse en la situación con la que, según el Bundesverfassungsgericht, se habrían convertido en sujetos y no mero objeto de acción del Estado. Además, enfrentar el deber positivo del Estado de proteger unas vidas –las de las víctimas civiles del atentado- a su deber positivo de protección de otras vidas – las de los terroristas-, coloca al intérprete constitucional ante la peligrosa situación de tener que valorar cuantitativa o cualitativamente las vidas en juego para poder decidir125. El Tribunal Constitucional Federal, al considerar a los pasajeros inocentes meros objetos y a los terroristas sujetos de la acción de los poderes públicos, termina emitiendo un juicio moral acerca del valor de las vidas en juego, considerando la vida del delincuente de menor valor que la vida de las personas inocentes amenazadas por la acción del delincuente. Sin embargo, ni la Grundgesetz, ni ninguna Constitución liberal-democrática de nuestro entorno, realizan una baremación de las conductas iusfundamentales de los individuos –ni tampoco de las que no son iusfundamentales, incluso aunque sean ilícitas- de modo que resulte posible establecer una valoración de la vida de las personas. Lo deseable hubiese sido que el Tribunal Constitucional Federal hubiese respondido a cuestiones propias de la delimitación del objeto y contenido del derecho fundamental, atinentes a si el derecho a la vida es un derecho de libertad, un derecho prestacional, o ambas cosas al mismo tiempo, lo que implica resolver la 124 DOMENECH PASCUAL, Gabriel, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocentes abordo para prevenir un atentado kamikaze?, ob. cit., pág. 422-423. 125 En este sentido crítico también, MERKL, Reinhard, § 14 Abs. 3 Lusftsicherheitsgesetz: Wann und warum darf der Staat töten?, ob. cit., pág. 374 ss. A favor de esa valoración de las vidas, desde una perspectiva economicista, como modo de solucionar semejantes conflictos, sin embargo, ROIG DAVISON/RUIZ GARCÍA, La valoración de la vida humana. Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 15.2.2006, InDret, Nº 4, 2006, pág. 17. cuestión de si el deber positivo de protección de la vida por parte del Estado es una facultad subjetiva, que opera casi al modo de regla, o es un mandato de optimización consecuencia de un principio normativo, e incluso en este último supuesto determinar cuál es el mínimo de protección que debe dispensar el Estado para no desconocer la imagen dogmático-constitucional del derecho a la vida tal y como la ha garantizado la Grundgesetz, con independencia de que el método utilizado por el legislador para dicha protección sea el derecho penal u otro distinto. Entonces podríamos responder con argumentos jurídico-normativos a la cuestión de si es lo mismo habilitar al poder público para causar lícitamente la muerte de ciertas personas con el fin de proteger la vida de otras, que permitir al poder público exonerar de sanción a quien (particular o poder público) en una situación extrema (estado de necesidad o legítima defensa) causa la muerte de otros126, dependiendo de si el poder público debe otorgarle una determinada protección con unos concretos medios para satisfacer la pretensión subjetiva del titular del derecho, o, por el contrario, dispone de margen de apreciación -grado de protección penal- de los medios necesarios para dicha protección del derecho a la vida. Por último, el tercer supuesto aparentemente prototípico de ponderación por parte del Tribunal Constitucional Federal, es el referido al conflicto entre la libertad de expresión del art. 5.1 LF y el derecho al honor (integrado en la garantía del libre desarrollo de la personalidad) del art. 2.1 LF que plantea la Sentencia sobre las expresiones “los soldados son asesinos” (BVerfGE 93, 266). Este es quizás el supuesto más engañoso desde la perspectiva de la técnica argumentativa utilizada por el Tribunal Constitucional Federal alemán, porque, al contrario de lo que sucedía antes, bajo la apariencia de ponderación se esconde una operación de delimitación de los sujetos, objeto, contenido y límites del derecho al honor. En efecto, el Bundesverfassungsgericht tras contraponer en abstracto el derecho al honor de los soldados a la libertad de expresión de los críticos, in concreto concluye, de un lado, que no se ve afectado el honor de los sujetos individuales integrantes de un colectivo cuando las expresiones difamatorias se dirigen a un colectivo indeterminado amplio y heterogéneo, en el que no es posible identificar una cualidad común aglutinadora de todos sus miembros entorno a la cual se hayan proferido las 126 Cfr. DREIER, Horst, Grenzen des Tötungsverbotes. Teil 1, Juristenzeitung, Nº 6/2007, pág. 265267. expresiones injuriosas; y, de otro lado, estima que tampoco se ve afectado el derecho al honor de los integrantes del sujeto colectivo cuando de entre las posibles interpretaciones de las expresiones presuntamente infamantes cabe escoger –en beneficio de la mayor efectividad de la libertad de expresión- una que les dé a las mismas el significado de una crítica política y no el de una injuria 127. En resumen, que in concreto desaparece el conflicto entre el derecho al honor de los soldados y la libertad de expresión de los ciudadanos críticos con las actividades militares de los soldados. Y si desaparece el conflicto entre bienes o derechos, sea porque no hay uno de los bienes en juego (honor) o sea porque se excluye el sentido injurioso de las conductas expresivas y, con ello, la proyección sobre el mismo sector de la realidad de ambas conductas, desaparecerá la necesidad de ponderación. Para ello, el Tribunal Constitucional Federal lo único que ha tenido que hacer es aplicar al caso planteado las técnicas de concreción de los sujetos titulares del derecho al honor, del objeto protegido por el mismo y del objeto de protección de la libertad de expresión, esto es, bajo el manto de una ponderación solo tuvo que proceder a la delimitación de uno y otro derecho para concluir que el honor de los soldados no estaba en juego mientras que la libertad de expresión sí, y que eso no había sido tenido adecuadamente en cuenta por los Tribunales penales de instancia, por lo que procedía estimar el recurso de amparo. Se podrá discrepar, como hace el Voto particular a la Sentencia, con respecto a los resultados de la concreción realizada por el Bundesverfassungsgericht, considerando que los colectivos indeterminados de personas también son titulares del derecho al honor, o que de entre las alternativas interpretativas posibles la concluyente es otra distinta de la que pretende el Tribunal Constitucional Federal. Se podrá incluso considerar que ha excedido sus competencias de control de constitucionalidad en el recurso de amparo convirtiéndose en una “instancia de súper-revisión” (Superrevisioninstanz) porque en su delimitación ha descendido a la valoración de hechos del caso concreto que es competencia exclusiva de los juzgadores de instancia y carece de relevancia constitucional128, lo que es doctrina 127 Sobre estos nuevos criterios aplicables a la „crítica dura“ sobre colectivos de personas, desarrollados por el Bundesverfassungsgericht, y su comparación con los utilizados en otros ordenamientos como el norteamericano, cfr. BRUGGER, Winfried, The Treatment of Hate Speech in German Constitutional Law (Part II), German Law Journal, Vol. 4, Nº 1, 2003, pág. 26-28. 128 Cfr. PERGER, Tillman, Ehrenschutz von Soldaten in Deutschland und anderen Staaten, TUPProductions, München, 2003, pág. 148-151. consolidada del Bundesverfassungsgericht129 a pesar de la ausencia de una norma expresa semejante a nuestro art. 44.1.b LOTC que excluya a la jurisdicción constitucional del enjuiciamiento de los hechos de los que trae causa el proceso de amparo constitucional130. Pero ello no cambiará la naturaleza delimitadora de la operación argumentativa, ni la convertirá en ponderación, y tampoco eliminará los anclajes normativos en los que se puede semejante forma de razonamiento del Tribunal Constitucional Federal. Aunque se pretenda recubrir de discrepancia en la ponderación, no se está, pues, ante ello, sino ante una discrepancia respecto de la delimitación del objeto de los derechos concurrentes –en lo que se refiere al fondo- y una discrepancia respecto a la función y competencias del Tribunal Constitucional Federal en la resolución de los recursos de amparo -en lo que se refiere a los presupuestos procesales-, que en ningún caso deslegitiman socialmente la función jurisdiccional del Tribunal, ni la convierten en una función política. Esta última corresponde al legislador, al que le queda, en ejercicio de la reserva de ley del art. 5.1 LF, la legítima –aunque peligrosa- opción de regular nuevos límites al ejercicio de la libertad de expresión para proteger la dignidad y eficacia de las funciones del Ejército, protegiendo más intensamente el honor de sus integrantes frente a la crítica pública131, pero ello aún no se ha producido. - Multiculturalismo y delimitación del objeto, contenido y límites de los derechos fundamentales En el otro extremo de la metodología con la que afrontar la resolución de los conflictos producto de la encrucijada multicultural, se halla la delimitación del objeto, contenido y límites de los derechos fundamentales, mucho más coherente y legítima desde el punto de vista de la argumentación jurídica con la posición constitucional del Bundesverfassungsgericht. Así, por ejemplo, en la Sentencia del Crucifijo (BVerfGE 93, 1) el Tribunal Constitucional Federal, después de establecer la religiosidad de la cruz como símbolo religioso, incluyéndola dentro del ámbito de 129 BVerfGE 30, 173. De difícil concreción, por cierto, en la medida en que la errónea interpretación de los hechos del proceso haya sido la causante de una errónea delimitación del alcance de los derechos fundamentales del recurrente, y con ello la causante de la lesión del derecho fundamental que se imputa a la resolución jurisdiccional, lo que suele suceder, precisamente, en los casos de ejercicio de la libertad de expresión y derecho al honor. 131 Cfr. PERGER, Tillman, Ehrenschutz von Soldaten in Deutschland und anderen Staaten, ob. cit., pág. 151. 130 realidad sobre el que recae la liberta religiosa y de conciencia del art. 4.1 LF, no procede a una ponderación de los intereses en supuesta colisión: la libertad religiosa de la mayoría y de la minoría. Como ya había puesto de relieve la Sentencia sobre “el crucifijo en las salas de justicia” (BVerfGE 35, 366) el derecho a la libertad de religiosa y de conciencia del art. 4.1 LF protege la expectativa subjetiva del individuo de no verse violentado internamente en su conciencia por actos o manifestaciones de religiosidad del poder público o de los particulares (dimensión negativa de la libertad religiosa). A ello, añade ahora la Sentencia del crucifijo, que lo que no garantiza es un comportamiento indiferente del poder público ante el fenómeno religioso, pues ello excluiría la dimensión positiva de la libertad religiosa (que es la que permite al individuo formarse unas creencias en su conciencia y manifestarlas) de la eficacia que como sistema de valores objetivos tienen los derechos fundamentales –incluida la libertad religiosa- sobre la actuación de los poderes públicos, y que es lo que les permite precisamente la adopción de medidas de fomento y optimización del ejercicio de dicha libertad por parte de los ciudadanos en las distintas esferas de la relación social. El principio de no identificación ha de ser entendido, por tanto, en un sentido compatible con la colaboración de los poderes públicos en la satisfacción del ejercicio de sus creencias religiosas por parte de la sociedad, con el límite de no violentar la libertad religiosa negativa de los individuos integrantes de ella, pues los derechos fundamentales son garantía de la minoría frente a la mayoría132. Y como uno de los partícipes de la comunidad educativa ha invocado la vulneración de su libertad religiosa negativa, es por lo que el mandato general que ordena la colocación de crucifijos sin excepciones en las aulas escolares de Baviera resulta inconstitucional. Se puede discutir la religiosidad cristiana de la cruz –como hacen los votos particulares-, pero aceptada esta premisa –que, por otra parte, al tratarse de una cuestión fáctica es fácilmente argumentable con la ayuda de ciencias auxiliares como la sociología o la historia- el resto del razonamiento discurre dentro de los límites de la pretensión normativa del art. 4.1 LF. Aunque en nuestro ordenamiento jurídico no se ha planteado aún ante el Tribunal Constitucional –si ante instancias de la jurisdicción ordinaria, aún pendientes de ser firmes133- un debate semejante, sí parece aconsejable importar el 132 En este mismo sentido también la valoración de GONZÁLEZ-VARAS IBAÑEZ, Santiago, La polémica “sentencia del crucifijo” (Resolución del Tribunal Constitucional alemán de 16 de mayo de 1995), Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 47, 1996, pág. 351. 133 Hay que hacer mención a la reciente Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León por la que se resuelve un recurso contra la Sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo modelo argumentativo reflejado en la sentencia del crucifijo por el Bundesverfassungsgericht. Ello, con independencia de si la conclusión es la misma, esto es, la inconstitucionalidad de la presencia de crucifijos en las aulas de un centro público en el que alguno de los alumnos o sus padres han alegado que el mismo vulnera su libertad religiosa negativa, la opuesta, es decir su constitucionalidad por tratarse de un símbolo que ha perdido prácticamente su significado religioso en beneficio de un significado meramente cultural, o una distinta que fuera más allá de la primera y considerase inconstitucional la presencia del crucifijo en cualquier acto no confesional que tenga lugar dentro del centro escolar público porque condicionar su retirada a la expresión de oposición conculcaría la concreta garantía de la libertad religiosa negativa del art. 16.2 CE al obligar a declarar sobre sus creencias o religión a la minoría disidente134. De igual manera, la posible prohibición por las autoridades de los Estados federados del uso de un símbolo religioso, como el velo islámico por parte de los funcionarios docentes, no depende de una ponderación de intereses, sino de la adecuada delimitación del interés público en el cumplimiento de su función educativa y de la justificación que el Estado haga de la interferencia que en ella pueda tener in nº 1 de Valladolid. Aunque buena parte del debate en se centra en cuestiones de carácter administrativo-competencial, no se puede dejar de lado que el núcleo de la cuestión hacía referencia a la solicitud de la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid, de que se retirasen los crucifijos de las aulas del centro escolar público Macías Picavea de dicha ciudad. La cuestión está aún abierta puesto que meritada Sentencia del Tribunal Superior de Justicia no entra en el fondo del asunto de la constitucionalidad de la presencia de crucifijos en los espacios escolares públicos, sino que únicamente resuelve sobre la cuestión litigiosa, afirmando la competencia de los Consejos escolares para decidir sobre ello y la revisabilidad de esa decisión por parte de la administración educativa de la Comunidad Autónoma. Sin embargo resalta este párrafo de la sentencia que aún siendo obiter dicta parece orientarse en la dirección de delimitación que ha seguido el Bundesverfassungsgericht en la sentencia del crucifijo aquí recogida: “Ante la colocación, retirada o mantenimiento de cualquier símbolo religioso caben diferentes posturas. A título meramente dialéctico se puede aventurar que la colocación o retirada de un símbolo religioso absolutamente contrario a las religiones que profesen todos los alumnos del centro no será una actuación adecuada al entorno del centro educativo. Inversamente, la colocación o retirada de un símbolo conforme con las creencias de la totalidad de los alumnos no vulnerará su libertad religiosa y además será plenamente adecuado a las circunstancias del entorno social del alumnado. Entre estos dos extremos, también hay lugar para soluciones intermedias, que pueden solventar supuestos de un entorno social y de alumnado multicultural. Piénsese, nuevamente a título hipotético, que ese centro, a través de su Consejo Escolar decida, en atención a las peticiones recibidas el mantenimiento o colocación de unos símbolos religiosos en unas aulas y no en otras según la concreta composición de las mismas, y siempre que sea posible tal opción.” 134 En este sentido, ALAEZ CORRAL, Benito, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 67, 2003, pág. 110-111. concreto el uso de dichos símbolos135. Ello, en último extremo, exige del legislador la adecuada delimitación del contenido de la libertad religiosa del funcionario docente dentro de la relación de sujeción especial que conlleva la relación escolar, que para el Tribunal Constitucional Federal alemán, si bien no implica una exclusión de su disfrute, sí conlleva una reducción de su objeto y contenido, correlativa de la obligación de los poderes públicos de satisfacer el derecho a la educación. La discrepancia del Bundesverfassungsgericht con el legislador en lo que se refiere a su justificación legal suficiente de la necesidad (de) limitar la extensión del disfrute de la libertad religiosa del docente en el ejercicio de su función educativa es lo que le conduce a declarar inconstitucional la expulsión de la función pública docente de la Sra. Ludin. No se trata de una discrepancia en relación con la finalidad política que es deseable que persiga el legislador, sino en relación con la interpretación del medio utilizado para conseguir dicho fin. Esto es, se trata de una discrepancia acerca de si el legislador ha hecho patente de forma razonable los motivos para presumir que el uso del velo ha de tener una influencia distorsionadora de las funciones educativas estatales lo que le dejaría fuera del ámbito de garantía de la libertad religiosa. Pero ello es discusión sobre los medios, y en todo caso hace referencia a una premisa de carácter fáctico en cuya resolución el Tribunal puede apoyarse en los conocimientos científicos psicológicos, pedagógicos, etc.... Tampoco creemos que sea problemática, desde la perspectiva de la posición dogmático-argumentativa del Tribunal Constitucional Federal136, su exigencia de que se establezca por ley esa delimitación de la libertad religiosa en relación con los límites inmanentes de la función pública y el derecho a la educación. La misma se alinea en la dirección de nuestro Tribunal Constitucional español de considerar la delimitación (concreción generalizadora de los límites internos, explícitos o inmanentes) como una operación de desarrollo del contenido y regulación del ejercicio de los derechos fundamentales, sometida a reserva de ley orgánica u ordinaria, según el derecho de que se trate 137. Es una exigencia de toda limitación – consista en una delimitación con respecto a otros bienes o derechos constitucionales 135 Sobre el uso de símbolos religiosos en la relación escolar, véase, ALAEZ CORRAL, Benito, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar, ob. cit., pág. 89 ss. 136 Como, sin embargo, sostienen MARTIN VIDA/MÜLLER-GRUNE, ¿Puede una maestra portar durante las clases en una escuela pública un pañuelo en la cabeza? (Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 24 de septiembre de 2003, caso Ludin), Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 20, 2004, pág. 330 ss. 137 Cfr. STC 173/1998, de 23 de julio, F.J. 7º. o en una limitación en sentido estricto- de la libertad religiosa impuesta con carácter general por el art. 9.2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, a cuyo respeto, a pesar de la ausencia en la Grundgesetz de un equivalente de nuestro art. 10.2 CE, también están obligados los poderes públicos del Estado alemán en tanto signatario del mismo. Aunque tampoco ha tenido ocasión nuestro Tribunal Constitucional de manifestarse en relación con en este concreto ámbito de conflictos entre las pautas culturales de la mayoría y de la minoría, sí es cierto que sus recientes resoluciones en relación con la competencia de las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica de determinar la idoneidad de los profesores de religión católica en los centros escolares públicos138, realiza una suerte de razonamiento delimitador del ámbito y el contenido de los derechos fundamentales relativamente semejante al del Bundesverfassungsgericht, aunque bajo el término de ponderación. Se podrá discrepar de la delimitación que hace nuestro Tribunal Constitucional de la dimensión objetiva de la libertad religiosa de las comunidades (art. 16.3 CE) y su correlativo derecho de los padres para dar a sus hijos la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones (art. 227.3 CE), que permite a los poderes públicos su satisfacción a través de la existencia de la asignatura de religión católica (como asignatura confesional) en los centros públicos. Pero si se acepta esta premisa como válida, el resto del razonamiento va de suyo: los poderes públicos pueden establecer condiciones que estén racionalmente vinculadas a garantizar el cumplimiento efectivo de la función de enseñar la religión católica de forma confesional, una de cuyas concreciones puede ser que los profesores den testimonio de vida cristiana con sus comportamientos. Y dichas condiciones de índole religiosa, lógicamente no son susceptibles de un control material –de su trascendencia o congruencia con la doctrina religiosa católica-, sino meramente formal –de su racionalidad respecto de la finalidad perseguida-, por parte del Estado, pues de lo contrario se vulneraría la libertad religiosa comunitaria a la que pretende servir el principio de neutralidad religiosa del Estado. Solo cabría ponerle a este razonamiento un “pero”, del mismo orden delimitativo que los utiliza el Bundesverfassunsgericht en la sentencia del Velo: aunque la Constitución española carezca de mecanismos de defensa de la Constitución, sí que ha orientado funcionalmente toda la actividad educativa y de enseñanza en que consiste el 138 STC 38/2007, de 15 de febrero, y STC 128/2007, de 4 de junio. derecho a la educación al cumplimiento de unos fines, el ideario educativo de la Constitución139, dentro del cual se encuentra que aquélla se desarrolle –incluso cuando se enseña religión católica- en el respeto a los valores y principios democráticos de convivencia y en el respeto a los derechos fundamentales (art. 27.2 CE)140, esto es, como una educación para la ciudadanía. Y ello es difícilmente alcanzable si se enseña cualquier materia –incluida la religión católica- bajo la premisa de que los derechos fundamentales garantizados por la CE de 1978 para permitir al individuo la intercambiabilidad de roles en distintas esferas del contacto social, no le permite desvincular su comportamiento privado –producto del ejercicio de derechos fundamentales- de su actividad pública como docente de religión, cuando dicho comportamiento privado no se deja traslucir en dicha actividad pública141. Por último, tampoco se precisa acudir a la ponderación de bienes, como ha hecho el Tribual Constitucional Federal alemán, para afirmar la constitucionalidad de la regulación legal de una institución para-matrimonial que regule los derechos y deberes de las parejas de hecho homosexuales. Al Bundesverfassungsgericht le bastó con delimitar adecuadamente el objeto del derecho a contraer matrimonio del art. 6 LF y el contenido normativo de la garantía institucional que lleva implícitamente aparejado. Simplificando mucho las cosas, se puede decir que también será posible discrepar con respecto al Tribunal acerca de si la expectativa de contraer matrimonio, y con ello fundar una institución social que la Grundgesetz ha considerado digna de una garantía institucional, se ve en peligro como consecuencia de la regulación legal de una situación jurídica para-matrimonial entre personas del mismo sexo. Ello presupone responder primero a la cuestión de la naturaleza constitutivamente heterosexual del matrimonio. Pero de nuevo nos encontraríamos ante el debate en torno a una cuestión que, aunque en nuestra opinión debería 139 Parafraseando a Francisco Tomás y Valiente en su Voto particular a la STC 5/1981, de 2 de febre- ro. 140 Sobre el carácter vinculante de este ideario educativo sobre todas las libertades que componen el contenido normativo del genérico derecho prestacional a la educación del art. 27 CE, cfr. ALAEZ CORRAL, Benito, El derecho a la educación del menor como marco delimitador de los criterios de admisión a los centros escolares sostenidos con fondos públicos, en Varios Autores, Escolarización del alumnado en el sistema educativo español: cuestiones jurídicas, Fundación Europea Sociedad y Educación, Madrid, 2006, pág. 98-103. 141 En la línea de lo que ya había afirmado el propio Tribunal Constitucional al enjuiciar la constitucionalidad de los condicionamientos que podían poner los centros educativos privados al comportamiento privado de sus docentes (STC 5/1981, de 13 de febrero, F.J. 11º; STC 47/1985, de 27 de marzo, F.J. 2º). haber sido resuelta por la vía de una interpretación constitucionalmente adecuada al sistema de valores y principios liberal-democráticos y sociales de la Grundgesetz, y no con el recurso a una interpretación histórica y gramatical como ha hecho el Bundesverfassungsgericht, en nada altera la estructura argumentativa del ulterior razonamiento jurídico seguido por el Tribunal para concluir la constitucionalidad de la Ley de uniones de hecho homosexuales, sino que únicamente haría variar la premisa y con ello el resultado de la su silogismo argumentativo, manteniendo incólumes la capacidad del legislador para determinar los fines perseguidos. Afirmada la heterosexualidad del matrimonio y, por tanto, que matrimonio heterosexual y pareja de hecho homosexual son dos situaciones diferentes e incompatibles, el resto del razonamiento del Tribunal Constitucional Federal alemán cae por su propio peso. Al no existir competencia social entre una figura constitucionalmente garantizada institucionalmente por la Grundgesetz a las parejas heterosexuales, el matrimonio, y la nueva figura, la unión de hecho homosexual, nada obsta a que el legislador, dentro de su política de derechos fundamentales –del libre desarrollo de la personalidad-, abra esa figura a las parejas homosexuales, dotándola de un contenido parcialmente similar al del matrimonio. Como es sabido, nuestro Tribunal Constitucional deberá pronunciarse en un futuro no muy lejano sobre los recursos de inconstitucionalidad interpuestos contra la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se reforma el Código Civil para introducir la posibilidad de matrimonio homosexual. Pues bien, sea cual sea la decisión que tome nuestro Tribunal, en nuestra opinión solo alcanzará la legitimidad social que le corresponde como órgano jurisdiccional –a pesar de la polémica política que pueda plantear- si la misma se argumenta a partir de la delimitación del objeto y el contenido del derecho a contraer matrimonio y no desde la perspectiva de una ponderación de intereses o bienes en presencia. Decisivo resultará, pues, determinar en primer término el objeto (ámbito normativo) del derecho a contraer matrimonio del art. 32 CE, y si el mismo excluye la homosexualidad del matrimonio o no142, para lo cual se han de tener en cuenta no sólo argumentos de naturaleza histórica, gramatical o sistemática 143, sino también una interpretación de la función que dicha institución social puede venir 142 Aspecto sobre el que nuestro Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado en obiter dicta, sin mayores argumentos, en el su Auto ATC 222/1994, de 11 de julio, F.J. 2º, afirmando la heterosexualidad del matrimonio. 143 Como, sin embargo, son los que llevan a DÍEZ-PICAZO, Luis María, En torno al matrimonio entre personas del mismo sexo, InDret, Nº 2, 2007, pág. 11, a concluir la heterosexualidad del derecho al matrimonio del art. 32 CE llamada a desempeñar en el seno del sistema de valores de una constitución democrática, en la que los derechos –y la concreción interpretativa de sus abstractos enunciados- están orientados a la realización de la dignidad de la persona y el libre desarrollo de su personalidad. Sólo después, y en caso de que la respuesta haya sido la necesaria heterosexualidad del matrimonio como institución constitucional, debería el Tribunal pasar al análisis de si la creación legal de un matrimonio homosexual paralelo conlleva una vulneración de la garantía institucional que la CE de 1978 garantizaría para el matrimonio heterosexual144. Lo cual requeriría nuevamente una interpretación constitucionalmente adecuada al sistema de valores y principios constitucionales de libertades y derechos de la extensión del contenido negativo (de abstención) o también positivo (de fomento o protección activa) de dicha garantía institucional. 144 No se debe dar por supuesto, como hace DÍEZ PICAZO, Luis María, En torno al matrimonio entre personas del mismo sexo, ob. cit., pág. 11 que de existir una garantía institucional en el derecho a contraer un matrimonio heterosexual, ya de por sí, la coexistencia por voluntad legal de un matrimonio heterosexual mermaría la eficacia de dicha garantía, del mismo modo que no damos por supuesto que la existencia de comités de empresa o delegados de personal –per se- merma la eficacia de la garantía institucional de los sindicatos del art. 7 CE. 6.- Breve referencia bibliográfica española sobre las decisiones seleccionadas Aunque la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán es objeto de análisis y estudio habitualmente en la doctrina jurídica española, la mayoría de estos trabajos no tienen por objeto principal o exclusivo el estudio del Bundesverfassungsgericht como órgano constitucional, o de sus decisiones, sino que utilizan la misma, a través del recurso al derecho comparado, como instrumento argumentativo para la construcción o análisis crítico de la doctrina o jurisprudencia española. Sería inabarcable la cita de los trabajos patrios que de uno u otro modo se han ocupado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán. Por ello nos limitaremos ahora ha dar cuenta sólo de unos pocos artículos y monografías sobre el Tribunal Constitucional Federal Alemán y su jurisprudencia, publicados en español, en los que éste es el objeto científico principal cuando no exclusivo de los mismos, para a continuación hacer idéntica referencia a los trabajos en lengua española que de modo principal se han ocupado de algunas de las decisiones aquí seleccionadas. Unos y otros son un pequeño botón de muestra de la trascendencia e importancia que sigue teniendo la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán para la doctrina jurídica española y esperamos que sirvan, junto con este estudio introductorio y los comentarios que preceden a cada una de las decisiones seleccionadas, para una mejor comprensión de la jurisprudencia seleccionada sobre las encrucijadas que afectan al Estado constitucional democrático en el cambio de milenio. a) Obras generales sobre el Bundesverfassungsgericht y su jurisprudencia: Helmut Steinberger, Algunos rasgos fundamentales de la justicia constitucional en la República Federal de Alemania, Revista de Estudios políticos, Nº 51, 1986, pág. 7-21. Hans Joachim Faller, Cuarenta años del Tribunal Constitucional Federal alemán, Revista española de derecho constitucional, Nº 34, 1992, pág. 127-140. Ingo von Münch, ¿El Tribunal Constitucional Federal como actor político?, Anuario iberoamericano de justicia constitucional, Nº 6, 2002, pág. 567582. Peter Häberle, El Tribunal Constitucional Federal como modelo de una jurisdicción constitucional autónoma, Anuario iberoamericano de justicia constitucional, Nº 9, 2005, pág. 113-139. Konrad Hesse, El Tribunal Constitucional Federal en la ley fundamental de Bonn, Anuario iberoamericano de justicia constitucional, Nº. 9, 2005, pág. 141-151. Hans-Peter Schneider, El Tribunal Constitucional federal alemán entre la justicia y la política, Revista Vasca de Administración Pública, Nº 31, 1991, pág. 103-116. Gerhard Leibholz, El Tribunal Constitucional de la República Federal alemana y el problema de la apreciación judicial de la política, Revista de estudios políticos, Nº 146, 1966, pág. 89-100. Patricia Rodríguez Patrón, La libertad del Tribunal Constitucional alemán en la configuración de su derecho procesal, Revista española de derecho constitucional, Nº 62, 2001, pág. 125-178. Marc Tarrés Vives, Un breve comentario en torno al momento actual de opinión sobre el tribunal constitucional alemán, Revista española de derecho constitucional, Nº 49, 1997, pág. 359-372. b) Obras específicas sobre algunas de las sentencias seleccionadas: -Maastricht (BVerfGE 89, 155) Benito Aláez Corral, Comentario a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 12 de octubre de 1993, Revista española de derecho constitucional, Nº 45, 1995, pág. 243-278. Torsten Stein, La sentencia del Tribunal Constitucional Alemán sobre el Tratado de Maastricht, Revista de instituciones europeas, Vol. 21, Nº 3, 1994 , pág. 745-770. Armin von Bogdandy, La integración europea a la luz de la Constitución alemana: una contribución sobre los actuales malentendidos en torno a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el caso Maastricht, Cuadernos de derecho público, Nº 13, 2001, pág. 195-214. José Carlos Cano Montejano, La integración europea desde el Tribunal Constitucional alemán, Constitucionales, 2001. Madrid, Centro de Estudios Políticos y -Financiación de partidos II (BVerfGE 85, 264) Santiago José González-Varas Ibáñez, La financiación de los partidos políticos en Alemania tras la Sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de abril de 1992, Revista española de derecho constitucional, Nº 36, 1992, pags. 299-312. Martin Morlok, La regulación jurídica de la financiación de los partidos en Alemania, Teoría y realidad constitucional, Nº 6, 2000, pags. 43-70. -Elecciones en toda Alemania (BVerfGE 82, 322) Pedro Cruz Villalón, Legislación electoral y circunstancias excepcionales: la igualdad de oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales de la nueva RFA (sentencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán de 29 de septiembre de 1990), Revista española de derecho constitucional, Nº 30, 1990, pág. 129-132. -Sufragio de los extranjeros (BVerfGE 83, 37) Jaime Nicolás Muñiz, La participación de extranjeros en las elecciones locales en la R.F.A. Apuntes para un debate doctrinal y jurisprudencial, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Nº 12, 1992, pág. 181187. -Aborto II (BVerfGE 88, 203) Udo Steiner, La controversia constitucional en Alemania sobre la regulación penal del aborto, Revista española de derecho Constitucional, Nº 37, 1993, pág. 159-171. Rafael Domingo, Observaciones sobre la sentencia del Tribunal Constitucional alemán de 28 mayo de 1993 en materia de aborto, Anuario de derecho eclesiástico del Estado, Nº 11, 1995, pág. 323-330. Isabel Zóder, Reforma y regulación legal del aborto a la luz de la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán, Anuario de derecho penal y ciencias penales, Tomo 49, Nº 1, 1996, pág. 219-280. -Ley de seguridad aérea (BVerfGE 115, 118) Gabriel Doménech Pascual, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocentes a bordo para prevenir un atentado kamikaze? Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán sobre la Ley de Seguridad Aérea, Revista de administración pública, Nº 170, 2006, pág. 389-425. José María Rodríguez De Santiago, La sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 15 de febrero de 2006, sobre la Ley de Seguridad Aérea, que autoriza a derribar el avión secuestrado para acometer un atentado terrorista: una cuestión de principios, Revista española de derecho constitucional, Nº 77, 2006, pág. 257-272. Carlos Alberto Ruiz García, Miguel Ángel Roig Davison, La valoración de la vida humana, Indret: Revista para el Análisis del Derecho, Nº. 4, 2006, pág. 1-18. -Crucifijo (BVerfGE 93, 1) Santiago José González-Varas Ibáñez, La polémica "Sentencia del Crucifijo" (Resolución del Tribunal Constitucional alemán, de 16 de mayo de 1995), Revista española de derecho constitucional, Nº 347 1996, pág. 347-356. Benito Aláez Corral, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar, Revista española de derecho constitucional, Nº 67, 2003, pág. 89-128. -Velo Ludin (BVerfGE 108, 282) Sven Müller-Grune, Maria Ángeles Martín Vida, ¿Puede una maestra portar durante las clases en una escuela pública un pañuelo en la cabeza por motivos religiosos? Comentario a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán de 24 de septiembre de 2003, caso Ludin, Revista española de derecho constitucional, Nº 70, 2004, pág. 313-338. Iñaki Lasagabaster Herrarte, El velo islámico en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional federal alemán. Nota a la Sentencia del Tribunal Constitucional federal alemán de 24 de septiembre de 2003, Revista Vasca de Administración Pública, Nº 69/I, 2004, pág. 235-250. Alejandro Torres Gutiérrez, Neutralidad del Estado y empleo de los símbolos religiosos en centros públicos en Alemania: La sentencia del Tribunal Constitucional alemán de 24 de septiembre de 2003, Laicidad y libertades: escritos jurídicos, Nº. 5/II, 2005, pág. 295-297. II. DECISIONES BÁSICAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL FEDERAL ALEMÁN EN LAS ENCRUCIJADAS DEL FINAL DEL MILENIO 1. Entre el mantenimiento de núcleo constitucional inmutable y la pérdida de la supremacía constitucional a manos del derecho de la Unión Europea 1.1. Reforma constitucional y cláusulas de intangibilidad La BVerfGE 109, 279 pretende redefinir nuevamente una línea divisoria compatible con las exigencias del Estado social y democrático de derecho entre el indispensable respeto a los derechos fundamentales y la necesaria respuesta del Estado frente a quienes pretenden infringir sus normas.145 Esta cuestión se enmarca en el contexto de la utilización preventiva de medios acústicos instalados en las viviendas por parte del Estado para combatir las modernas formas de criminalidad organizada. Con esa pretensión, en el año 1998, fue reformada la Grundgesetz —en su art. 13.3, entre otros —, a fin de permitir la vigilancia acústica en viviendas (1) con fines de persecución penal, (2) en las que presuntamente se encuentre el inculpado, (3) autorizada judicialmente, (4) en el caso de delitos especialmente graves determinados por el legislador, y (5) cuando su investigación no sea posible por otros medios. En ejercicio de la llamada que el nuevo art. 13.3 LF realiza al legislador para desarrollar este límite, se aprobó el mismo año la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, que pretendió concretar y desarrollar los aspectos previstos en la Grundgesetz,146 introduciendo para ello ciertas reformas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal (A I 2 a y b). 147 El procedimiento de constitucionalidad al que da lugar la impugnación de esta normativa da cauce a una de las cuestiones posiblemente más relevantes y controvertidas en el ámbito de la Ciencia del Derecho Constitucional: la posible existencia de normas constitucionales inconstitucionales.148 145 Véase también la BVerfGE. 107, 339, sobre la ilegalización del NPD. 146 Sobre el contexto y significado de las reformas planteadas, véase en la literatura alemana: ZWIEHOFF, Gabriele, Die Entstehung des Gesetzes zur Änderung des Grundgesetzes vom 26. Mai 1998 und des Gesetzes zur Änderung der Strafprozeßordnungvom 4. Mai 1998 in der Presseberichterstattung 1997/98, Nomos Verlagsgessellschaft, Baden-Baden, 2000. 1 147 La presente citación de los fundamentos jurídicos se corresponde con la propia numeración oficial recogida en los textos de las Sentencias del Tribunal Constitucional. 148 En este concreto ámbito, la BVerfGE 109, 279 se pronuncia sobre si la nueva redacción de la Grundgesetz introducida por el art. 13.3 LF vulnera el contenido de los principios que el art. 79.3 LF declara sustraídos al poder de reforma constitucional;149 entre ellos, el principio de la dignidad humana consagrado en el art 1.1 LF, cuya infracción se aduce en el recurso interpuesto contra la norma legal. No obstante, tal y como afirma el Tribunal Constitucional Federal, la intangibilidad del principio de la dignidad humana —como valor de máximo rango de la Grundgesetz (C I 1 3 b aa)--,150 conforme a lo dispuesto en el art. 79.2 LF, es compatible con una eventual reforma del contenido de los derechos fundamentales en los que aquél principio se materializa (C I 1 3 a).151 Todos los derechos fundamentales, tal como se viene reconocer, poseen un fragmento de dignidad humana (C I 1 3 a),152 que es el que debe ser respetado por el poder de reforma constitucional y por supuesto, por el legislador, al margen del cual y respetando en todo caso el contenido esencial de los derechos fundamentales--art. 19.4 LF--, puede proceder a su limitación o a su delimitación (C II 3 b (2 b, c y d)). La cuestión fundamental que se plantea el Tribunal Constitucional Federal es precisar cuál es ese contenido nuclear de la dignidad humana que se encuentra, muy particularmente, en el art. 13.1 LF, que reconoce el derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio para, conforme a ello, plantearse si la limitación Véase con carácter general BACHOF, Otto, Verfassungswidrige Verfassungsnormen en idem. Wege zum Rechtstaat. Ausgewählte Studien zum Öffentlichen Recht, Athenaum, Königstein, 1979, pág. 1 y ss. 1 149 Al respecto resulta imprescindible consultar aquí la BVerfGE 30, 1, tradicionalmente denominada como Abhörurteil. 150 BVerfGE 6, 32 (36); BVerfGE 45, 187 (227); BVerfGE 72, 105 (115). Siguiendo en este sentido la ya clásica doctrina acuñada por DÜRIG, Günter, Der Grundrechtssatz von der Menschenwürde, Archiv des Öffentichen Rechts, Nº 81, 1956, pág. 9 y ss. Un trabajo más actual sobre el tema puede consultarse en HÄBERLE, Peter, Die Menschenwürde als Grundlage der staatlichen Gemeinschaft en ISENSEE/KIRCHHOF, Handbuch des Staatsrecht, tomo I—Grundlagen von Staat und Verfassung--, CF. Müller, Heidelberg, 1987, pág. 815 y ss. 1 151 BVerfGE 84, 90 (120 y ss.); BVerfGE 94, 49 (102). Y es que, en efecto, como ha sido una constante jurisprudencial y doctrinal, la prohibición de reforma del art. 79,3 no tiene por objeto los principios fundamentales de los arts. 1 y 20, sino los fundamentos de tales principios, véase al respecto en la doctrina STERN, Klaus, Der Bedeutung der Unantastbarkeitsgarantie des Art. 79 III für die Grundrechte, Juristiche Schulung, Nº 5, 1985, pág. 329 y ss. 1 152 Un análisis de la jurisprudencia del Tribunal en lo que se refiere al principio de la dignidad humana en la doctrina española puede verse en GUTIÉRREZ GUTIÉREZ, Ignacio, Dignidad de la persona y derechos fundamentales, Marcial Pons, Madrid, 2005. Un estudio crítico de este trabajo puede verse en ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Leonardo, Concepto y función de la dignidad de la persona en la Constitución Española de 1978, Teoría y Realidad Constitucional, Nº 18, 2006, pág. 566 y ss. introducida al mismo por la nueva redacción del art. 13.3 LF invade aquél contenido. Pues bien, conforme a la interpretación del art. 13.1 LF, el Tribunal Constitucional Federal afirma que el contenido nuclear de la dignidad humana implícito en aquél derecho fundamental se halla conformado por lo que se califica como configuración privada de la vida, en cuyo objeto encuadraría, la expresión de sensaciones y sentimientos, tales como reflexiones, opiniones y experiencias de tipo personalísmo (C I 1 3 b aa (2)).153 Éste sería el núcleo de dignidad humana indisponible al poder de reforma de la Constitución del art. 79.2 LF y conforme al cual habría de medirse teóricamente, en los términos sobre los que se sustenta la argumentación del Tribunal, la constitucionalidad del nuevo art. 13.3 LF.154 Planteado el debate en estos términos, el Tribunal Constitucional Federal llega a la conclusión de que el límite introducido en el art. 13.3 LF no vulnera el principio de la dignidad humana, porque las escuchas sólo se posibilitan en el marco de las limitaciones legales que respeten aquella la configuración personalísima de la vida, que se deduce del art. 13.1 LF (C I 1 b bb y C II 3 aa (1)). Ese acomodo es el que intenta enjuiciar el Bundesverfassungsgericht en la Ley que, en ejercicio de la reserva de ley prevista en el art. 13.3 LF, procede a limitar el derecho del art. 13.1 LF. (C II 1). De conformidad con estas premisas se acaba sosteniendo que el modo en que ha venido a desarrollar el legislador la reserva de limitación prevista en el art. 13.3 LF no permite garantizar eficazmente la configuración privada de la vida.155 Y así, entre las trabas legislativas, se afirma que en la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada no se contiene una restricción adecuada para las escuchas en el caso de las conversaciones del inculpado con las personas de mayor confianza (C II 3 a aa 2 b), una prohibición expresa de valoración de la prueba en el supuesto de que la vigilancia acústica se entrometa en la configuración privada de la vida garantizada en el art. 13.1 LF, la necesidad de proceder a la 1 153 Cfr. las BVerfGE 32, 54 (75); BVerfGE 42, 212 (219); BVerfGE 51, 97 (110). 154 Por su parte, el legislador ordinario se encontraría limitado por el contenido esencial los derechos fundamentales consagrado en el art. 19.4 LF, por lo que la fijación de límites por parte aquél --, sólo podría realizarse en el margen que se ubica fuera de dicho contenido esencial 155 Sin embargo, el propio Tribunal Constitucional reconoce que puede ser extremadamente difícil poder determinar, ad casum, cuándo se produce una indebida inserción en el núcleo personalísimo de la vida por parte del legislador y de la administración, ya que depende de las circunstancias concretas. Y así, tanto la forma de la vivienda, el horario en el que se realizan las escuchas o quién se encuentra viviendo en el domicilio puede ser determinante a los efectos de analizar la posible afectación del núcleo de dignidad humana presente en el art. 13,1 (C I 3 b bb). suspensión (C II 3 aa bb) y al borrado de las escuchas que contengan cuestiones relacionadas con aquél ámbito (C II 1 b (2) y C II 3 dd (6)), o la falta de especial gravedad en los delitos previstos por el legislador para cuya investigación resulta viable la realización de escuchas. (C IV c bb)).156 Sin embargo, este análisis de la constitucionalidad de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada desvela cómo, en el fondo, lo que intenta realizar el Tribunal Constitucional Federal es, de manera indirecta, interpretar los límites previstos en el art. 13.3 LF al amparo del núcleo de la dignidad humana previamente deducido del art. 13.1 LF. Sin embargo, como se reconoce en el voto particular a la Sentencia interpuesto por las Magistradas Jaeger y Hohmann-Dennhardt, esto no supone más que un razonamiento viciado que acaba por acabar subvirtiendo el contenido del art. 79.3 LF, permitiendo el acceso a cualquier reforma constitucional al margen de dicho límite (III b y c). Dicho de manera más evidente, desnormativiza el límite del art. 79.3 LB. En efecto, eso es lo que parece suceder cuando lo que se hace--de conformidad con lo afirmado por parte de la voluntad mayoritaria de la Sala-- es determinar el objeto y el contenido del principio de la dignidad humana del art. 1.1 LF, sustraido al camnbio por el art. 79.3 LF, con arreglo al art. 13.1 LF. Cuando eso sucede, en efecto, el art. 13.1 LF deja de concebirse como una materialización normativa de la dignidad humana—tal y como se dispone en la Grundgesetz (art. 1.2)—para, de manera paradójica, erigirse en el parámetro a partir del cual se dota de contenido a all principio del art. 1.1 LF. Esto, lejos de presentarse como una mera contradicción metodológica,157 acaba conduciendo a una evidente supresión de la función del 156 Véase más extensamente sobre esta cuestión MEYER-WIECK, Hannes, Der Große Lauschangriff, Duncker & Humblot, Berlín, 2005 y ROGGAN, Fredick, Lauschen im Rechtsstaat, Berliner Wiss.-Verl, Berlín, 2004. 157 Esta concreta contradicción medológica, al menos en lo que se refiere a la cuestión de la construcción del objeto del parámetro de control, no sucedía cuando el Tribunal Constitucional Federal, en su jurisprudencia más temprana, al amparo de una concepción material de la Ley Fundamental de Bonn, precisó el contenido de las materias sustraidas al cambio por el art. 79.3 LF a partir de criterios metapositivos. Véase al respecto la BVerfGE. 2, 1 (12). En lo que se refiere a la doctrina, puede consultarse el trabajo de GUSY, Christoph, Die `freiheitliche Demokratische Grundordnung´ in der Rechtsprechung des Bundesverfassungsgerichts, Archiv des Öffentichen Rechts, Nº 105, 1980, pág. 285, y también el de BECKER, Jürgen, Die Wehrhafte Demokratie des Grundgesetzes en ISENSEE/ KIRCHHOF, Handbuch des Staatsrechts, vol. VII —Normativität und Schutz der Verfassung—, CF. Müller, Heidelberg, 1992, pág. 332. Sin embargo, a partir de la BVerfGE 10, 56, el Tribunal Constitucional Federal se ha apartado casi definitivamente de un concepto material de Constitución, dirigiéndose hacia la formalización del concepto de Constitución. No obstante, en la presente Sentencia, el Bundesverfassungsgericht no ha sabido adaptar las consecuencias hermenéuticas que tal opción ha de tener para la interpretación del art. 79.3 LF. límite del art. 79.3 LF. Eso es lo que sucede cuando, como se realiza por la voluntad mayoritaria de la Sala, el art. 13.3 LF pretende ser interpretado—a través del juicio de constitucionalidad de la Ley—conforme a las exigencias del contenido de la dignidad humana inferida del art. 13.1 LF y, posteriormente, se imputa aquel contenido al objeto de protección de la clásula de intangibilidad del art. 79.3 LB. A través de este iter argumental se atribuye al art. 79.3 LF de manera indirecta un contenido que posteriormente es utilizado para enjuiciar la misma norma constitucional cuya constitucionalidad de cuestiona. Por eso, de acuerdo con este proceder argumentativo, no cabría ninguna posibilidad de admitir la existencia de normas constitucionales inconstitucionales. BVerfGE 109, 279 - ESPIONAJE ACÚSTICO MASIVO Sentencia de la Sala Primera de 3 de marzo de 2004 Directrices 1. El art. 13 párr. 3 LF158 es, en la versión de la Ley para la modificación de la Ley Fundamental (artículo 13), de 26 de marzo de 1998 (BOF I 159, p. 610), compatible con el art. 79 párr. 3 LF. 2. Forma parte de la intangibilidad de la dignidad humana, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 1 párr. 2 LF, el reconocimiento de un núcleo de configuración privada de la vida absolutamente protegido. En este ámbito no puede producirse la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal (art. 13 párr. 3 LF). En tal medida, no hay lugar para una ponderación (empleando el principio de proporcionalidad) entre la inviolabilidad del domicilio (art. 13 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF) y el interés en la persecución penal. 3. No toda vigilancia acústica de viviendas viola el contenido de la dignidad humana presente en el art. 13 párr.1 LF. 4. La habilitación legal para vigilar viviendas tiene que contener garantías de la intangibilidad de la dignidad humana, así como corresponderse con las exigencias típicas del art. 13 párr. 3 LF y los demás requisitos constitucionales. 5. Si, amparándose en tal habilitación, una vigilancia acústica de viviendas llevara de todos modos a obtener informaciones referidas al núcleo de configuración privada de la vida que está protegido de manera absoluta, tal vigilancia debe ser interrumpida y las grabaciones deben ser borradas; se prohíbe cualquier empleo de tales informaciones. 6. Las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal referidas a la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal satisfacen las exigencias constitucionales en relación con la protección de la dignidad humana (art. 1 párr. 1 LF), pero no satisfacen por completo el principio de proporcionalidad, integrado en el principio de Estado de Derecho, ni el otorgamiento de una tutela judicial efectiva (art. 19 párr. 4 LF), ni el derecho a ser oído legalmente (art. 103 párr. 1 LF). 158 159 N. e. Ley Fundamental de Bonn de 1949 (Grundgesetz). N. e. Boletín Oficial de la Federación (Bundesgesetzblatt). En el proceso relativo a los recursos de amparo 1. a) del Sr. Dr. N..., fallecido el 5 de mayo de 2001, proseguido por su heredera, la Sra. N..., - representante: abogado Dr. Dieter Selb, Leibnizstrasse 2, 68165 Mannheim -, b) del Sr. S..., - representante: abogado Dr. Carl Eduard Bloem, Hebelstrasse 13 I, 68161 Mannheim -, dirigida en contra del art. 13, párr. 3 a 6 LF, en la versión del art. 1 núm. 1 de la Ley de Reforma de la Ley Fundamental (artículo 13), de 26 de marzo de 1998 (BOF I, p. 610) y contra el art. 2 núm. 2, letra a y núm. 5 de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998 (BOF I, p. 845) – 1 BVR 2378/98 2.- a) del Sr. Dr. H..., b) de la Sra. L..., c) del Sr. B..., d) de la Sra. H..., e) del Sr. H... – representante de los recurrentes en amparo b) a e): abogado Dr. Burkhard Hirsch, Rheinallee 120, 40545 Düsseldorf –, dirigida, indirectamente, en contra de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998 (BOF I, p. 845); indirectamente contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental (artículo 13), de 26 de marzo de 1998 (BOF I, p. 610) –1 BvR 1084/99-. Fallo 1. El recurso de amparo constitucional del recurrente citado en 1. ha quedado resuelto con la muerte de éste. 2. Son incompatibles en la medida expuesta en los fundamentos las siguientes disposiciones de la StPO160, en la versión de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998 (BOF I, p. 845), y en la redacción de leyes posteriores: - el § 100 c párr. 1 núm. 3; § 100 d párr. 3; § 100 d párr. 5 inciso 2, y - el § 100 f párr. 1, con el artículo 13 párrafo 1, artículo 2 párrafo 1 y el artículo 1 párrafo 1 de la Ley Fundamental. - También con el artículo 19 párrafo 4 de la Ley Fundamental, el § 101 párrafo 1 incisos 1 y 2, - con el artículo 103 párrafo 1 de la Ley Fundamental, el § 101 párrafo 1 inciso 3 y - con el artículo 19 párrafo 4 de la Ley Fundamental, el § 100 d párrafo 4 inciso 3, en relación con el § 100 b inciso 6. 3. En lo restante se desestiman los recursos de amparo de los recurrentes citados en 1b y 2. 160 N. e. Ley de Enjuiciamiento Criminal (Strafprozessordnung). 4. La República Federal de Alemania debe indemnizar a los recurrentes en amparo en dos tercios de las costas procesales. Fundamentos: A Los recursos de amparo se dirigen directamente contra el art. 13 párr. 3 a 6 LF, así como contra disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que posibilitan la vigilancia acústica de viviendas con finalidades de persecución penal. I. 1. La introducción de la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal vino precedida de una viva discusión pública de muchos años sobre lo que fue denominado “espionaje acústico masivo”. Desde comienzos de los años noventa, en el contexto de nuevos fenómenos criminales, especialmente de la criminalidad organizada, se ha resaltado continuamente la necesidad de vigilar acústicamente viviendas con la finalidad de esclarecer hechos punibles. No obstante, al principio no tuvieron éxito las iniciativas legislativas en este sentido. Ciertamente, con la Ley de 15 de julio de 1992, que contenía medidas para la lucha contra la criminalidad organizada, se acogió en la Ley de Enjuiciamiento Criminal una autorización para escuchar conversaciones realizadas fuera de las viviendas. Pero debido a dudas de carácter constitucional, se dejó de lado la potestad, prevista inicialmente en el proyecto de ley, de realizar escuchas en viviendas en presencia de un funcionario público que no investigara abiertamente. También después de esta modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se continuó la discusión pública sobre la introducción de competencias para la vigilancia acústica de viviendas. Existía amplio consenso sobre el hecho de que una ley que posibilitara tales medidas de investigación necesitaría una reforma constitucional. En cambio, seguía discutiéndose la admisibilidad jurídica, así como la necesidad político-criminal de tal medida de investigación. 2. En octubre de 1997, los grupos parlamentarios de la CDU/CSU, el SPD y el FDP, conjuntamente, presentaron los proyectos de ley que finalmente llevaron a la refor- ma de la Ley Fundamental y a introducir las correspondientes competencias en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. La modificación del art. 13 LF fue realizada, con la mayoría necesaria de las dos terceras partes de los miembros en el Parlamento Federal y en el Consejo Federal, mediante la Ley de Reforma de la Ley Fundamental (artículo 13), de 26 de marzo de 1998. En el artículo 13 LF se añadieron los párrafos 3 a 6. El hasta entonces párrafo 3 se convirtió en el párrafo 7. a) El art. 13 párr. 3 LF prevé ahora la facultad de vigilar acústicamente viviendas con fines de persecución penal. El objeto de vigilancia solamente puede ser una vivienda en la cual presuntamente se encuentre el inculpado. También se requiere que determinados hechos sostengan la sospecha de un delito especialmente grave, que debe ser detallado en la ley, y que sea imposible o desproporcionadamente difícil la investigación de los hechos por otros medios. Se reguló constitucionalmente la obligación de que la medida contenga un plazo de duración. La medida debe ser adoptada por una sección integrada por tres jueces. Solamente cuando haya un peligro inminente en caso de demora puede ser adoptada por un solo juez. El artículo 13 párr. 3, LF dice lo siguiente: “Cuando determinados hechos justifiquen la sospecha de que alguien ha cometido un delito singularmente determinado como particularmente grave por la ley, podrán ser utilizados en la persecución del hecho delictivo, con base en una autorización judicial, medios técnicos de vigilancia acústica de las viviendas en las cuales presumiblemente se encuentra el inculpado, siempre que la investigación de los hechos fuese de otra manera desproporcionadamente difícil o no tuviese ninguna probabilidad de éxito. La medida tiene que ser limitada en el tiempo. La autorización debe efectuarse por una sección de tres jueces. Si la demora implicare un peligro inminente, la medida podrá ser adoptada por un único juez”. El nuevo párrafo 4 del art. 13 LF se refiere al empleo de medios técnicos para la vigilancia de viviendas a fin de prevenir peligros inminentes para la seguridad pública. Esta facultad no se limita a las escuchas. El art. 13 párr. 5 LF regula el empleo de medios técnicos para proteger a las personas que intervengan en la vigilancia acústica de las viviendas y para proteger el uso de los conocimientos allí obtenidos. El art. 13 párr. 6, obliga al Gobierno Federal a presentar al Parlamento Federal un informe anual sobre las vigilancias de vivienda realizadas con fines de persecución penal, así como sobre las vigilancias de viviendas preventivo-policiales en el ámbito de competencia federal. Un órgano elegido por el Parlamento alemán realizará, sobre la base de este informe, el control parlamentario. Los Estados federados tienen que garantizar un control parlamentario equivalente. b) Sobre la base del modificado art. 13 párr. 3 LF, se aprobó la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998. La norma central, que resultó del art. 2 de esta ley (configurada como ley ordinaria), está constituida por el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Conforme al mismo puede escucharse y grabarse con medios técnicos lo que un inculpado hable privadamente en una vivienda, cuando existan determinados hechos que den pie a la sospecha de que él habría cometido uno de los delitos señalados en la disposición (los llamados hechos del catálogo). El catálogo contiene, en especial, tipos delictivos que son considerados como característicos del fenómeno de la criminalidad organizada. A ellos se agregan algunos delitos contra el Estado. La medida de vigilancia solamente está permitida cuando se trate de la investigación de hechos o de averiguar el paradero del autor, en la medida en que esto fuera, de otra manera, desproporcionadamente difícil o no tuviese ninguna probabilidad de éxito. Según el § 100 c párr. 2 inciso 1 StPO, la medida solamente puede ser dirigida contra el propio inculpado. Sin embargo, el § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO aclara expresamente que también es posible vigilar acústicamente viviendas de otras personas en tanto se pueda presumir – con el mismo grado de sospecha - que el inculpado se encuentra en estas viviendas. El § 100 c párr. 1 núm. 3, párr. 2 y 3 StPO, en la redacción de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, dice lo siguiente: “(1) Sin conocimiento del afectado ... 3. se puede escuchar y grabar, con ayuda de medios técnicos, lo que privadamente haya dicho el inculpado en una vivienda, cuando determinados hechos fundamenten la sospecha de que alguien hubiera cometido los delitos que se detallan a continuación, y cuando la investigación de los hechos o el averiguamiento del paradero del autor fuera, de otro modo, desproporcionadamente difícil o no tuviese probabilidades de éxito: a) falsificación de moneda, falsificación de título-valores (§§ 146, 151, 152 del Código penal) o falsificación de tarjetas de pago e impresos de eurocheques (§ 152a del Código penal), tráfico grave de personas conforme al § 181 párr. 1 núm. 2 y 3 del Código penal, asesinato, homicidio o genocidio (§§ 211, 212, 220a del Código penal), delitos contra la libertad individual (§§ 234, 234a, 239a, 239 b del Código penal), hurto en banda (§ 244 párr. 1 núm. 2 del Código penal) o hurto en banda agravado (§ 244a del Código penal), robo agravado (§ 250 párr. 1 ó 2 del Código penal), robo con resultado de muerte (§ 251 del Código penal) o extorsión con violencia grave (§ 255 del Código penal), extorsión (§ 253 del Código penal) con los presupuestos mencionados en el § 253 párr. 4 inciso 2, receptación profesional, receptación en banda (§ 260 del Código penal) o receptación profesional en banda (§ 260a del Código penal), blanqueo de dinero, ocultación de valores patrimoniales ilícitamente obtenidos de acuerdo con el § 261 párr. 1 a 4 del Código penal, cohecho pasivo (§ 332 del Código penal) o cohecho activo (§ 334 del Código penal), b) un delito del § 52a párr. 1 a 3, § 53 párr. 1 inciso 1 núm. 1 y 2 inciso 2, de la Ley de Armas; § 34 párr. 1 a 6 de la Ley de Comercio Exterior, o del § 19 párr. 1 a 3, § 20 párr. 1 o 2, en cualquier caso también en relación con el § 21 o § 22a párr. 1 a 3 de la Ley de Control de Armas de Guerra, c) un delito de la disposición adoptada en el § 29 párr. 3 inciso 2 núm. 1 de la Ley de Estupefacientes, con los presupuestos allí mencionados, o un delito de los §§ 29 a 30 párr. 1 núm. 1, 2 y 4, § 30 a o el § 30 b de la Ley de Estupefacientes. d) delitos contra la paz, alta traición contra la Federación y puesta en peligro del Estado democrático de Derecho o traición a un Estado federado y puesta en peligro de la seguridad exterior (§§ 80 a 82, 85, 87, 88, 94 a 96, también en relación con el § 97b, los §§ 97a, 98 a 100 a del Código penal), e) un delito del § 129 párr. 4 en relación con el párr. 1 del § 129 a del Código penal o f) un delito del § 92 a párr. 2 o del § 92 b de la Ley de Extranjería, o del § 84 párr. 3 o del § 84 a de la Ley reguladora del Procedimiento de Asilo. “(2) Las medidas del párrafo 1 solamente pueden dirigirse contra el inculpado. Contra otras personas las medidas indicadas en el párrafo 1 núm. 1 letra a solamente están permitidas cuando, de otro modo, la investigación de los hechos o la averiguación del paradero del autor tengan considerablemente menos perspectivas de éxito o se vieran dificultadas en lo esencial. Las medidas del párrafo 1 núm. 1 letra b, núm. 2, pueden ser adoptadas contra otras personas solamente cuando, debido a determinados hechos, se deba suponer que ellas están en contacto con el autor o que se establezca dicho contacto de manera que la medida lleve a investigar los hechos o averiguar el paradero del autor y esto, de otro modo, no tenga posibilidades de éxito o fuera esencialmente difícil. Las medidas del párrafo 1 núm. 3 solamente pueden ser llevadas a cabo en la vivienda del inculpado. En las viviendas de otras personas está permitido tomar las medidas previstas en el párrafo 1 núm. 3, solamente cuando debido a determinados hechos se pueda presumir que el inculpado se encuentra en aquellas, cuando la adopción de la medida en la vivienda del inculpado por sí sola no baste para investigar los hechos o averiguar el paradero del autor y esto, de otro modo, fuese desproporcionadamente difícil o no tenga posibilidades de éxito. (3) Las medidas también pueden llevarse a cabo cuando se afecte inevitablemente a terceros”. En el ínterin se modificó reiteradas veces el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, sin que con ello se hubiese cambiado de manera fundamental la habilitación para la vigilancia. Mediante el art. 3 núm. 2 de la Ley Introductoria del Código penal Internacional de 26 de junio de 2002 (BOF I, p. 2254) se reemplazaron, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra a, las palabras “un asesinato, un homicidio o un genocidio (§§ 211, 212, 220 a del Código penal)” por las palabras “un asesinato, un homicidio (§§ 211, 212 del Código penal) o un genocidio (§ 6 del Código penal Internacional)”. Mediante el art. 3 núm. 1 de la Trigésimo cuarta Ley de Modificación del Código Penal – § 129 b CP161, de 22 de agosto de 2002 (BOF I, p. 3390) se introdujo en el § 100 c párr. 1 inciso 1 núm. 3 letra e, después de “§ 129 a”, la expresión “o también en relación con el § 129 b párr. 1”. Mediante el art. 6 núm. 1 de la Ley de Reorganización del Derecho de Tenencia de Armas, de 11 de octubre de 2002 (BOF, I, p. 3979), se reemplazaron en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b las palabras: 161 N. e. Código Penal (Strafgesetzbuch). “un delito conforme al § 52 a párr. 1 a 3, § 53 párr. 1 inciso 1 núm. 1 y 2 inciso 2 de la Ley de Armas por las palabras: “un delito según los §§ 51, 52 párr. 1 núm. 1 y 2 letras c y d, párr. 5 y 6 de la Ley de Armas. Mediante el art. 2 de la Trigésimo quinta Ley de Modificación del Código Penal para la trasposición de la Decisión-Marco del Consejo de la Unión Europea de 28 de mayo de 2001 para la lucha contra la estafa y la falsificación en relación con medios de pago distintos del efectivo, de 22 de diciembre de 2003 (BOF I, p. 2838), se introdujeron, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra a, después de la palabra “tarjetas de pago”, las palabras “con función de garantía”, y se reemplazó el “§ 152 a del Código penal” por el “§ 152 b del Código penal”. Además, desde la entrada en vigor del § 100c StPO se modificaron algunas de las normas penales tomadas en referencia en el párrafo 1 núm. 3. Es de especial importancia para el presente proceso la modificación que se hizo al § 129 a CP a través del art. 1, núm. 1 de la Ley para la trasposición de la Decisión-Marco del Consejo de 13 de junio de 2002 de lucha contra el terrorismo y la modificación de otras leyes, de 22 de diciembre de 2003 (BOF I, p. 2836). Conforme al § 100 d párr. 2 StPO, la vigilancia solamente puede ser ordenada por una Sala de Defensa Nacional de la Audiencia Provincial; en caso de peligro inminente en la demora también puede ser ordenada por el presidente de la Sala. El plazo de duración de la medida no puede pasar de cuatro semanas conforme al § 100 d párr. 4 inciso 1 StPO. Pero es admisible una prórroga limitada del plazo cuando se den determinados presupuestos. El § 100 d párr. 4 inciso 3 StPO remite, para la eliminación de los datos obtenidos, a las disposiciones sobre la vigilancia telefónica previstas en el § 100 b StPO. En relación con la escucha y grabación de conversaciones del inculpado con personas que tengan derecho negarse a testificar, el § 100 d párr. 3 StPO distingue entre los que, conforme al § 53 StPO, son titulares del derecho al secreto profesional, y los familiares y asistentes profesionales que, conforme a los §§ 52 y 53 a StPO, tienen derecho a negarse a testificar. Las conversaciones de los titulares del derecho al secreto profesional están sujetas a una prohibición de producción de prueba. En el caso de los familiares y asistentes profesionales, en cambio, la regulación solamente prevé una prohibición de valorar la prueba, la cual no rige de manera absoluta, sino está sometida expresamente a la reserva de comprobar su proporcionalidad. El § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO regula la valoración de los hallazgos accidentales. Según el § 100 d párr. 6 StPO se permite presentar un recurso incluso después de concluir la medida. Las nuevas reglas del § 100 d StPO dicen lo siguiente: “2) Las medidas del § 100 c párr. 1 núm. 3 solamente pueden ser adoptadas por la Sala Penal de la Audiencia Provincial mencionada en el § 74 a de la Ley de Organización de los Tribunales en cuyo distrito la Fiscalía tenga su sede. En caso de peligro inminente en la demora, la orden también puede ser dada por el presidente de la Sala. La orden de éste pierde vigencia si, dentro de los tres días posteriores, la Sala no la hubiera ratificado. El § 100 b párr. 2 incisos 1 a 3 rige en lo que corresponda. 3) En los casos del § 53 párr. 1, se prohíbe la medida prevista en el § 100 c párr. 1 núm. 3. Esto rige también cuando sea de esperar que todos los conocimientos que se van a obtener con la medida estarán sometidos a una prohibición de valoración de la prueba. En los casos de los §§ 52 y 53 a solamente se permite valorar los conocimientos obtenidos de una medida adoptada conforme a lo dispuesto en el § 100 c párr. 1 núm. 3, cuando esto, al considerar la importancia de la básica relación de confianza, no resultara desproporcionado en relación con el interés de investigar los hechos o averiguar el paradero del autor. Si los que tienen derecho a negarse a declarar como testigos fueran sospechosos como partícipes o autores de un delito de favorecimiento personal, contra la administración de justicia o de receptación, no es de aplicación el inciso 1; además, esta circunstancia debe ser considerada al evaluar la proporcionalidad. La decisión referida a la valoración de la prueba está en manos del tribunal señalado en el párrafo 2 inciso 1, en un procedimiento preliminar. (4) La orden dictada conforme al § 100 c párr. 1 inciso 3 debe tener un plazo máximo de cuatro semanas. Está permitida una prórroga hasta no más de cuatro semanas, siempre que continúen los presupuestos que dieron pie a la medida. El § 100 b párr. 4 y 6 rige en lo que corresponda. (5) Las informaciones referidas a la persona, que hubieran sido obtenidas al emplear medios técnicos conforme al § 100 c párr. 1 núm. 2, solamente pueden ser utilizadas en otros procesos penales como medios de prueba en tanto, en el momento de su valoración, se obtengan conocimientos que sean necesarios para esclarecer un delito contenido en el § 100 a. Las informaciones referidas a la persona que hubieran sido obtenidas a través de una medida conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 solamente pueden ser empleadas en otros procesos penales con fines de prueba en tanto, en el momento de la evaluación, esto sea necesario para esclarecer un delito contenido en el § 100 c párr. 1 núm. 3. (6) El inculpado, incluso después de terminada una medida del § 100 c párr. 1 núm. 3, puede solicitar la revisión de la legalidad de la medida, así como de la forma en que se haya llevado a cabo. Esta posibilidad también la tiene el titular de la vivienda en los casos del § 100 c párr. 2 inciso 5. Antes de que se produzca la denuncia pública decide el tribunal mencionado en el párrafo 2 inciso 1; después de ello la decisión estará en manos del tribunal competente respecto del fondo del asunto. Éste puede decidir sobre la legalidad en la resolución que ponga fin al procedimiento”. El § 100 e párr. 1 StPO regula el deber de la Fiscalía de informar a la autoridad judicial competente sobre las medidas adoptadas conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. En el marco del informe debe precisarse, entre otras cosas, también el resultado de la medida y si se ha comunicado a los afectados, o los motivos por los que se hubiera desistido de esta comunicación. Además, el § 100 e párr. 2 StPO concreta el deber de informar, existente ya a partir del art. 13 párr. 6 de la LF, que tiene el Gobierno Federal frente al Parlamento Federal. El § 100 e StPO dice lo siguiente: “(1) La Fiscalía informará a la suprema autoridad judicial competente, a más tardar tres meses después de terminada la medida dictada conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3, sobre el motivo, la magnitud, la duración, los resultados y costes de la medida, así como sobre la comunicación hecha a los afectados, o las razones por las cuales tal comunicación no haya sido realizada hasta entonces, y el momento en el cual previsiblemente pueda llevarse a cabo dicha comunicación. Después de terminado el proceso, el informe deberá ser completado en lo que corresponda. Si la comunicación no hubiera sido realizada dentro de los cuatro años de terminada la medida, la Fiscalía queda obligada a presentar anualmente el correspondiente informe. (2) El Gobierno Federal informará anualmente al Parlamento, con base en las comunicaciones de los Estados federados, sobre las medidas ejecutadas al amparo del § 100 c párr. 1 núm. 3”. El § 100 f StPO se refiere al empleo de los conocimientos obtenidos. Las informaciones referidas a la persona, que hubieran sido obtenidas durante la vigilancia seguida de acuerdo con el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, solamente pueden ser empleadas en principio para los fines propios del proceso penal. Éste puede tratarse de un proceso dentro del cual hubiera sido ordenada la medida, u otro proceso que tenga que ver con un hecho catalogado en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO (art. 100 d párr. 5 inciso 2 StPO). El párrafo 1 permite, además, aunque de manera limitada, el aprovechamiento de los datos para fines preventivo-policiales. El § 100 f StPO prevé lo siguiente: “(1) Las informaciones referidas a la persona que sean obtenidas a través de una medida conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3, solamente pueden ser empleadas para los fines de un proceso penal (art. 100 d párr. 5 inciso 2) y para conjurar un peligro existente, en particular, contra la vida, la salud o la libertad de una persona o contra valores materiales o patrimoniales de carácter relevante. (2) Si las informaciones referidas a la persona hubieran sido obtenidas a través de una medida policial que se correspondiese con la medida del § 100 c párr. 1 núm. 3, solamente pueden ser utilizadas con fines de prueba en la medida en que, en el momento de valorarlas, resultaran conocimientos que fueran necesarios para esclarecer un delito señalado en el § 100 c párr. 1 núm. 3.” Por último, mediante la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada se reorganizaron, en parte, las disposiciones sobre la comunicación a los afectados. La regulación de las comunicaciones, en caso de dictarse las medidas del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, se corresponden con las disposiciones vigentes sobre la vigilancia telefónica y la escucha fuera de las viviendas. No obstante, para retardar la comunicación en los casos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO más de seis meses desde que ha concluido la medida se necesita una autorización judicial, para la cual resulta competente, hasta que se presente la denuncia pública, el tribunal que adoptó la medida; después es competente el Tribunal que juzgará el fondo del asunto. Los documentos sobre la medida no serán, al principio, agregados al expediente, sino que serán guardados por la Fiscalía en un expediente separado o en el acta que lleva a la audiencia. Su incorporación al expediente principal está vinculada a la realización de la comunicación. Los párrafos 1 y 4 del § 101 StPO dicen actualmente lo siguiente: “ (1) Los implicados deben ser informados de las medidas adoptadas (§§ 81e, 99, 100 a, 100 b, 100 c párr. 1 núm. 1 letra b, núm. 2 y 3, §§ 100 d, 100 g y 100 h) tan pronto como esto pueda ocurrir sin poner en peligro la finalidad de las investigaciones, la seguridad pública, la salud o la vida de una persona, así como la posibilidad de seguir empleando al funcionario público que no esté investigando abiertamente. Si, en los casos del § 100 c párr. 1 núm. 3, no se llevara a cabo la comunicación dentro de los seis meses después de terminada la medida, para seguir retrasando dicha comunicación se necesitará autorización judicial. Antes de la denuncia pública decidirá al respecto el tribunal mencionado en el § 100 d párr. 2 inciso 1; después, el tribunal competente para decidir sobre el fondo del asunto. (4) Las decisiones y otros documentos sobre las medidas del § 100 c párr. 1 núm. 1 letra b, núm. 2 y 3, serán custodiados por la Fiscalía. Podrán incluirse en el expediente en cuanto se cumplan los requisitos del párrafo 1”. II. 1. Los recurrentes en amparo citados en 1, con su solicitud, se dirigen directamente contra el art. 13 párr. 3 a 6 LF en la redacción de la Ley de 26 de marzo de 1998. Además su recurso de amparo se dirige contra la autorización legislativa para realizar escuchas en viviendas conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 y párr. 2 StPO, así como contra las disposiciones modificadas sobre la comunicación de la medida conforme al § 101 párr. 1 y 4 StPO. Los recurrentes se ven lesionados por las disposiciones objeto del recurso, de manera actual y directa, en sus derechos fundamentales amparados por el art. 1 párr. 1 y 3, art. 2 párr. 1, art. 13 párr. 1 en relación con el art. 19 párr. 2 y el art. 79 párr. 3, así como el art. 19 párr. 4 LF a) Argumentan que conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no sabrían si se han ordenado medidas contra ellos. Según las normas impugnadas nadie podría tener conocimiento de tales medias, antes o durante su ejecución. Y tampoco después de terminar la medida podría darse tal comunicación durante meses o incluso años. En estas circunstancias, sería admisible el recurso de amparo dirigido directamente contra la ley. b) En lo que respecta al fondo del asunto, los recurrentes arguyen que la modificación constitucional no cumpliría con los requisitos que deberían exigirse para una reforma constitucional conforme al art. 79 párr. 3 en relación con el art. 19 párr. 2 LF. La modificación constitucional - a diferencia de lo que establecido por el Tribunal Constitucional Federal en su sentencia de 15 de diciembre de 1970 (BVerfGE 30, 1), en el caso de la modificación del art. 10 LF - no estaría al servicio de la protección de la Constitución, sino solamente de la posibilidad de una persecución penal más efectiva. Ciertamente, la efectividad de la persecución penal también es un bien jurídico importante. Pero incluso aunque se tratara de la criminalidad grave, no justificaría limitaciones elementales de los derechos fundamentales. Éstas no satisfarían las exigencias del principio de proporcionalidad. En contra de la idoneidad de la medida estaría ya el hecho de que la criminalidad organizada podría, sin problemas, adaptarse a las medidas de escucha. Además, no se habría probado hasta ahora la necesidad de la vigilancia acústica de viviendas. Incluso después de las primeras experiencias con este instrumento, la medida seguiría siendo dudosa. Gran parte de las medidas, según los informes anuales del Gobierno Federal, no habría sido relevante para el proceso penal. Por otro lado, entre los afectados habría un gran número de no inculpados. La escasa relevancia no podría justificar la limitación masiva de derechos fundamentales a través del art. 13 párr. 3 a 6 LF. Debido a la amplia injerencia en los derechos fundamentales, se podrían objetar también el bajo nivel de sospecha (simple sospecha de haber cometido el hecho) exigido en el art. 13 párr. 3 LF y la falta de taxatividad del concepto “delitos especialmente graves”. Con ello, el derecho fundamental quedaría a disposición del legislador ordinario, el cual podría configurar y ampliar a su libre arbitrio el catálogo de delitos. Con independencia de ello, la modificación constitucional fracasaría sobre todo porque afectaría un ámbito intangible de la configuración privada de la vida, el cual estaría totalmente vedado para el poder público. Por un lado, esto se derivaría de la garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales y, por otro lado, del núcleo de la personalidad como parte de la dignidad intangible de la vida humana. En este núcleo estaría entrometiéndose la modificación constitucional. Si uno ya no pudiera sentirse seguro de que no va a ser escuchado en su vivienda, en un círculo privado e íntimo, incluso en los monólogos, ya no quedaría nada del derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio. Eventualmente puede renunciarse a llamar por teléfono o escribir cartas, pero no a la posibilidad última de refugiarse en la propia vivienda. El Tribunal Supremo Federal (vid. BGHSt.162 31, 296) también consideraría las escuchas y el empleo de las conversaciones hechas dentro de las viviendas como una injerencia en el contenido esencial y en el núcleo de la configuración privada de la vida. Según todo esto, en el caso del art. 13 párr. 3 a 6 LF, se estaría ante un Derecho constitucional inconstitucional. Además, la regulación sobre el deber de comunicar atentaría contra el art. 19 párr. 4 LF. La comunicación podría retrasarse sin aprobación judicial hasta seis meses después de terminada la medida; con aprobación judicial el retraso podría ser incluso mayor. Sería intolerable para el Derecho constitucional que los afectados no puedan defenderse en un momento cercano a una intervención injustificada en su esfera íntima. La posibilidad del ulterior empleo de un agente encubierto no puede dejar sin efecto el mandato constitucional de tutela judicial efectiva de los ciudadanos, dado que la regulación excepcional del art. 19 párr. 4 inciso 3 LF solamente abarcaría medidas adoptadas conforme al art. 10 párr. 2 LF Mediante escrito de 29 de agosto de 2001, los recurrentes han comunicado que el recurrente citado en 1. habría fallecido. Su esposa tiene la intención de proseguir el procedimiento de amparo en calidad de única heredera del fallecido. 2. Los recurrentes citados en 2., con su recurso de amparo se dirigen directamente contra la Ley de mejora de la lucha contra la criminalidad organizada y, de manera mediata, contra la Ley de Reforma del art. 13 LF. Critican la violación de sus derechos fundamentales amparados en el art. 1 párr. 1 y 3, art. 2 párr. 1, art. 13 párr. 1 en relación con el art. 19 párr. 2 y art. 79 párr. 3, art. 19 párr. 4 y art. 103 párr. 1 LF. Consideran que el § 100 c párr. 1 núm. 3 párr. 2 incisos 4 y 5, § 100 d, párrafos 2 a 5, §§ 100 e y 100 f, así como § 101 párr. 1 y 4 StPO, son inconstitucionales. 162 N. e. Colección Oficial de las Decisiones del Tribunal Supremo Federal en el orden penal (Sammlung der Entscheidungen des Bundesgerichtshofes in Strafsachen). a) Los recurrentes en amparo alegan que sus derechos fundamentales se verían directamente afectados a través de las disposiciones legales impugnadas. El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO permitiría a las autoridades investigadoras intervenir de manera directa y secreta en los derechos constitucionalmente protegidos de los recurrentes, sin que exista contra éstos una sospecha de participar en un hecho punible. Al permitir el § 101 StPO retrasar ilimitadamente la comunicación, la ley excluiría una impugnación contra cada una de las medidas ante los tribunales. El que los recurrentes puedan enterarse o no de las escuchas e interponer recursos contra ellas dependería por completo de consideraciones del poder ejecutivo y, con ello, de circunstancias en las que los recurrentes no podrían influir. La ausencia frecuente de la comunicación se habría puesto de manifiesto en los informes anuales del Gobierno Federal al Parlamento Federal, conforme a los cuales no se habría realizado comunicación alguna en el 69% de los casos. Según ello, no sería posible agotar la vía judicial puesto que los recurrentes siempre serían requeridos a interponer una acción preventiva de abstención, sin para ello estar en condiciones de presentar circunstancias concretas. Debido a sus relaciones personales y a su actividad profesional, tampoco estaría fuera de toda plausible probabilidad que ellos sean o hayan sido objeto de una escucha. Constituiría una exigencia problemática que, para preservar sus derechos fundamentales, ellos tengan que aportar circunstancias de hecho que fundamenten una simple sospecha y, con ello, posibiliten la medida de investigación cuya inconstitucionalidad ellos han alegado. b) En relación a la motivación de su recurso de amparo, los recurrentes argumentan básicamente lo siguiente: Para la constitucionalidad de las disposiciones impugnadas no solamente sería importante determinar si ellas respetan el art. 13 LF en la redacción de la Ley de 26 de marzo de 1998. Más bien tendría preeminencia la cuestión de si la modificación constitucional, por su parte, es compatible con el principio constitucional de la inviolable dignidad humana. El Tribunal Constitucional Federal ha indicado repetidamente que ha de existir un ámbito inviolable de configuración privada de la vida vedado al poder público. En ello la vivienda tendría una especial importancia. Ciertamente, el Tribunal Constitucional Federal ha permitido considerables intervenciones en el ámbito privado. Si se sigue la conocida como “sentencia del diario”163, con sus extraordinariamente amplias restricciones a la intangibilidad de la esfera privada, por lo menos tendrían que exigirse precauciones efectivas para la protección de los derechos fundamentales. El legislador tendría que realizar por sí mismo las ponderaciones necesarias tomando para ello en consideración el mandato de claridad de las normas. Además, sería necesaria desde la perspectiva constitucional una comunicación posterior sobre la intrusión en la esfera privada, lo cual solamente se podría garantizar a través de un control judicial en el marco de un proceso contradictorio. La obligación legislativa de asegurar los derechos fundamentales sería tanto mayor cuanto más cercano sea el influjo que tenga la intervención estatal en el estricto ámbito de la personalidad. La escucha secreta de lo hablado confidencialmente dentro de la vivienda del afectado constituiría la intervención más intensa en los derechos fundamentales con el fin de obtener información para el Estado. La protección del núcleo de la esfera privada exigiría que el ordenamiento jurídico haga diferenciaciones objetivas en lo relacionado con la admisibilidad de la escucha y no sólo en cuanto a la cuestión del empleo de los conocimientos obtenidos. Las disposiciones impugnadas no harían justicia a estos principios. El art. 13 párr. 3 LF no solamente posibilitaría un atentado contra derechos fundamentales de la personalidad, sino que también permitiría una lesión de la dignidad humana. Esta disposición se apartaría ya en su tenor literal del supuesto objetivo perseguido por la escucha, dado que no contendría ninguna limitación referida a los delitos propios de la criminalidad organizada. Además, sería criticable que en el art. 13 párr. 3 LF se mencione un umbral tan bajo para la intervención, como ocurre con una simple sospecha inicial y la desproporcionada dificultad de las investigaciones, mientras que la Ley de Enjuiciamiento Criminal exija una sospecha muy fundada para intervenciones muchísimo menos intensas. Por otro lado, la disposición permitiría intervenciones en derechos fundamentales en contra de personas que no habrían dado ningún motivo para ello a través de su propia conducta. El tenor del art. 13 párr. 3 LF deja abierta la cuestión de si la escucha solamente está permitida cuando el inculpado se encuentre efectivamente en la vivienda, o si es suficiente la mera sospecha inicial de que se encuentra ahí. Al respecto, el § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO tampoco contiene precisión alguna. La desproporcionalidad de las 163 N. e. “Tagebuch-Entscheidung”. disposiciones impugnadas saldría a relucir también en los informes anuales del Gobierno Federal sobre las intervenciones de escucha efectuadas. Ahí no solamente destaca el hecho de que las escuchas efectuadas hasta entonces habrían afectado mayormente a no inculpados. Tampoco puede pasarse por alto el escaso número de medidas investigadoras efectuadas siguiendo las disposiciones impugnadas, y el número incluso menor de los conocimientos relevantes obtenidos para el proceso penal subsiguiente. Ante estas experiencias prácticas, ya no podría decirse que la escucha masiva constituye un instrumento imprescindible de la persecución penal, pues a todas luces no habría alcanzado ninguna importancia significativa en la realidad. Las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal introducidas tomando como base el art. 13 párr. 3 y 6 LF también tendrían que ser consideradas inconstitucionales incluso aunque se partiese, en contra de la opinión defendida por los recurrentes, de una compatibilidad de la modificación constitucional con el art. 79 párr. 3 LF. El catálogo de delitos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO sobrepasa con creces el ámbito de los delitos especialmente graves. Si bien se trataría de delitos de indudable importancia, no obstante no todos los tipos previstos pondrían en peligro los principios del Estado de Derecho de manera tal que la persecución penal de estos hechos pudiera justificar tan graves injerencias en derechos fundamentales como las que aquí se critican. La disposición atentaría, además, contra el art. 13 párr. 3 LF debido a que, más allá del tenor de la norma fundamental, permitiría intervenciones para averiguar el paradero del autor. Las prohibiciones de valoración, introducidas justo al final del procedimiento legislativo, no otorgarían una protección suficiente a terceros no inculpados contra las graves injerencias en sus derechos fundamentales. Al remitir, con un léxico amplio, al principio de proporcionalidad previsto en el § 100 d párr. 3 StPO, el legislador ha evadido su responsabilidad y ha atentado contra el mandato de dar claridad a las normas. Especialmente cuando se trata de escuchar una conversación entre esposos, que no estén inculpados, no podría darse ninguna ponderación con los intereses de persecución penal, dado que, en cualquier caso, se vería afectado el núcleo del derecho de la personalidad. Las disposiciones impugnadas lesionarían también el mandato de tutela judicial efectiva contenido en el art. 19 párr. 4 LF, y el derecho a ser oído ante los tribunales del art. 103 párr. 1 LF. El § 100 d párr. 6 StPO prevé ciertamente un control posterior de la legalidad de la escucha. Pero los afectados se verían potencialmente privados de sus derechos por el hecho de que la ley permitiría omitir indefinidamente la comunicación de la medida. Si después de seis meses el Tribunal llegara a la conclusión de que hay motivos para otra postergación de la comunicación, no tendría lugar otra evaluación judicial conforme al § 101 párr. 1 StPO. Sólo después de cuatro años surge la obligación de informar de la Fiscalía, pero sin que la ley determine un plazo máximo después del cual la comunicación tenga que ser efectuada. También los informes del Gobierno Federal serían prueba suficiente de que, en la práctica, se omitiría efectuar la comunicación. La regulación del art. 13 párr. 6 LF en relación con el § 100 párr. 2 StPO sobre el informe del Gobierno Federal al Parlamento Federal no conseguiría reemplazar el control judicial de la legalidad de la medida. Se omite cualquier precisión, en especial en lo relacionado con los hechos que debería contener el informe. El órgano competente del Parlamento Federal no podría efectuar un control efectivo por el hecho de que a éste no se le comunicarían las circunstancias que son objeto de reserva, tales como los motivos para la postergación de la comunicación. Sería incompatible con el art. 103 párr. 1 LF el que, conforme al § 101 párr. 3 StPO, el Tribunal competente sobre el fondo del asunto pueda tomar conocimiento del contenido del protocolo de la escucha en el marco de su decisión sobre la comunicación, pero el inculpado no sepa nada de ello. No sería realista suponer que el Tribunal no va a dejarse influir en su sentencia por los hechos dados a conocer a través del protocolo de la escucha. Refiriéndose a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal de 14 de julio de 1999 (BVerfGE 10, 313) acerca de las competencias ampliadas del Servicio Federal de Inteligencia, los recurrentes alegan también, mediante su escrito de 17 de julio de 1999, que el legislador habría omitido prever un deber de identificación para la trasmisión de los conocimientos adquiridos mediante la escucha conforme al § 100 d párr. 4 inciso 3 en relación con el § 100 b párr. 6 StPO. Y tampoco resistiría el escrutinio constitucional la regulación sobre la destrucción de los datos del § 100 d párr. 4 inciso 3 en relación con el § 100 b párr. 6 StPO, porque conforme a aquélla se podrían destruir los documentos que el afectado podría necesitar para probar la antijuridicidad de una escucha dirigida contra él. III. Han presentado alegaciones por escrito en relación al recurso de amparo constitucional: el ministerio federal de justicia en nombre del Gobierno Federal, el Gobierno del Estado federado de Baviera, el encargado federal de la protección de datos, los encargados de la protección de datos de los Estados federados de Berlín, Brandenburgo, Bremen, Hamburgo, Hessen, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Baja Sajonia, Renania del Norte-Westfalia, Schleswig-Holstein y Sajonia–Anhalt, el Consejo General de los Colegios de Abogados, la Federación Alemana de Magistrados y la Comisión Federal de Expertos en Justicia del Sindicato Unificado de Prestación de Servicios. 1. El ministerio federal de justicia considera que los recursos de amparo carecen de motivación. a) El único parámetro de evaluación de la modificación constitucional sería el art. 79 párr. 3 LF, el cual, debido a su carácter excepcional, tendría que ser interpretado restrictivamente. La modificación del art. 13 párr. 3 de la LF no abriría las puertas para una intervención en el núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida. La frontera entre el núcleo intangible y el ámbito de la vida privada que estaría abierto a la intervención estatal sería difícil de describir de manera abstracta. En última instancia, solamente podría encontrarse dicho límite a través de una ponderación entre los bienes constitucionales de mayor jerarquía. La restricción del derecho fundamental de la inviolabilidad del domicilio se basaría en una ponderación entre este derecho fundamental y el bien constitucional, de igual rango, de una efectiva persecución penal y de lucha contra la criminalidad. La importancia del derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio habría sido tenida en cuenta por el legislador de reforma de la Constitución a través de una estricta limitación de los presupuestos de intervención. La intervención se habría limitado a delitos especialmente graves. No se habría tomado como referencia la criminalidad organizada porque no se trata de un concepto de técnico-jurídico sino solamente de carácter descriptivo de la fenomenología criminal. El art. 79 párr. 3 LF no mandaría elevar el umbral de la sospecha a los casos de sospecha muy fundada. La sospecha muy fundada estaría hecha a la medida del auto que ordena la prisión provisional. No se debe exigir a las medidas de investiga- ción que éstas sean las que posibiliten la fundamentación de una sospecha suficiente y necesaria para la acusación penal. A través del requisito de que el inculpado se encuentre presumiblemente en la vivienda, y a través de la estricta subsidiaridad, se restringiría considerablemente el círculo de afectados. El art. 13 párr. 3 LF no debe tampoco ser interpretado aisladamente de su tenor literal. Antes bien, en la decisión sobre el empleo de medios técnicos para la vigilancia acústica de viviendas tendrían que considerarse los derechos fundamentales de los afectados. El legislador habría tenido en cuenta esto a través de una fuerte limitación de la admisibilidad de la medida para el caso de las viviendas de no inculpados y a través de las prohibiciones de producción y de valoración de pruebas. Por lo demás, los jueces tendrían que evaluar la proporcionalidad de la medida cada vez que quieran adoptarla. b) Las disposiciones de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada que resultan impugnadas con los recursos de amparo son igualmente compatibles con la Ley Fundamental. El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO estaría en armonía con el art. 13 párr. 3 LF. Los delitos señalados constituirían delitos especialmente graves. La circunstancia de que el catálogo de delitos sea amplio no fundamentaría una vulneración de la Constitución. Sin embargo, el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO debería interpretarse de conformidad con la Constitución en el sentido de que no debe tener lugar una vigilancia acústica de viviendas cuando la sospecha se dirija, desde el principio, a un delito menos grave. También el § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO respetaría las exigencias del art. 13 párr. 3 LF para restringir la intervención cuando se dirija a derechos fundamentales de no-inculpados. La restricción del deber de comunicar del § 101 párr. 1 StPO sería compatible con el art. 13 párr. 3, así como con el art. 19 párr. 4 y el art. 103 párr. 1 LF. La disposición aclararía que la comunicación solamente se puede postergar, pero no que se pueda omitir por completo. La postergación de la comunicación por más de seis meses dependería, además, de una aprobación judicial. Por lo demás, en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal se habría reconocido que existirían tareas estatales cuyo cumplimiento debe ser secreto. En la regulación protectora del derecho de negarse a declarar como testigo, el legislador habría hecho una diferenciación adecuada. La razón del derecho a negarse a declarar como testigo conforme al § 52 StPO no sería una relación de confianza absolutamente protegida, sino el respeto a un posible estado de necesidad del testigo. De ahí que no sea inapropiado que el legislador haya previsto para este círculo de personas solamente una prohibición de valoración de prueba, decidida tras una ponderación. Las regulaciones impugnadas también satisfarían por completo el principio de taxatividad. No sería posible para el legislador hacer una mayor precisión de los presupuestos porque las medidas se basarían, en una magnitud considerable, en pronósticos que no tolerarían una concreción conceptual. Los jueces tendrían siempre la posibilidad de tener en cuenta las diversas circunstancias del caso particular. 2. El Gobierno del Estado de Baviera considera que los recursos de amparo son en parte inadmisibles y en parte infundados. a) El recurso de amparo del recurrente citado en 1. es inadmisible en la medida en que se dirige directamente contra de la Ley de Reforma de la Ley Fundamental, puesto que el art. 13 párr. 3 LF necesitaría primero una reglamentación a través de una ley ordinaria; por ello todavía no puede dar pie a una afectación jurídica de los recurrentes. También existirían dudas sobre la admisibilidad del recurso de amparo de los recurrentes citados en 2. En lo relacionado con las disposiciones contenidas en el art. 13 párr. 6 LF y § 100 e StPO, sobre el deber de informar que tienen el Gobierno Federal y la Fiscalía, faltaría la afectación de derechos propios. El recurso de amparo de los recurrentes citados en 2. también sería inadmisible en la medida en que ellos tomaron por primera vez como objeto de sus argumentos las disposiciones sobre protección de datos del § 100 d párr. 4 inciso 3 y párr. 5 inciso 2, § 100 f StPO con el escrito complementario de 17 de julio de 1999. Por ello, el recurso sería extemporáneo. b) La modificación del art. 13 LF no atentaría contra el art. 79 párr. 3 LF. La cláusula de eternidad no está para impedir cambios, sino solamente para impedir un socavamiento de la Constitución. La habilitación para la vigilancia electrónica de viviendas no afectaría a la intangible dignidad humana. Sería insostenible suponer que todas las conversaciones realizadas en viviendas formarían parte del ámbito privado intangible. Sólo en el caso concreto y sobre la base de una ley que concrete la Constitución podrían ponderarse uno frente a otro y conseguirse un equilibrio entre los intereses pertinentes de la comunidad de, por un lado, tener protección frente a los delitos y, por otro lado, respetar el derecho general de la personalidad. Si el legislador de reforma de la Constitución limitase en casos especiales el derecho a la esfera pri- vada espacial a fin de posibilitar una persecución de delitos especialmente graves, lo cual sería de interés preponderante, no estaría cuestionando el núcleo del art. 13 párr. 1 LF, sino que estaría basándose en su nueva configuración. Tampoco serían jurídico-constitucionalmente objetables las disposiciones procesales penales impugnadas. Al fijar los delitos especialmente graves, el legislador tendría un margen de discrecionalidad. El art. 13 párr. 3 LF no excluiría la ejecución de la vigilancia con la finalidad de averiguar el paradero del autor, pues esto sería parte de la persecución de un hecho. La vigilancia acústica solamente podría dirigirse, sin excepciones, al inculpado. Además, la intervención en los derechos de terceros estaría sometida a una reserva de “ultima ratio”. Las disposiciones sobre la destrucción de los datos constituirían una medida adicional de protección que complementaría las amplias prohibiciones de producción y valoración de las pruebas. No sería correcta la imagen que los recurrentes presentan en el sentido de que existirían escuchas indiscriminadas. Según la experiencia que se ha tenido hasta ahora, se puede partir de que sólo raramente se habría hecho uso de las medidas del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. La nueva redacción del § 101 StPO resistiría un control constitucional. El legislador habría previsto, sobre la base de una acertada ponderación entre los diferentes bienes jurídicos afectados, una postergación de la comunicación tras una ratificación judicial. El deber de comunicar se apoya adicionalmente en los deberes de comunicar del § 100 e StPO. No tendrían razón los recurrentes con su reproche de que el informe presentado al Parlamento Federal sería inapropiado para un control del caso particular, pues el § 100 e párr. 2 StPO daría base a la observación legislativa de la eficiencia normativa así como al control político, pero no pretendería una evaluación parlamentaria sobre la legalidad de la medida. Tampoco estarían justificadas las objeciones contra las normas competenciales del § 101 párr. 1 inciso 3 StPO. El art. 103 párr. 1 LF no se vería lesionado por esta disposición ya por el hecho de que los conocimientos obtenidos a través de la vigilancia de viviendas, en caso de proseguir su secreto, quedarían sin considerar en la sentencia judicial. Finalmente, también se han regulado en el § 100 d párr. 5 inciso 2 y en el § 100 f StPO de manera precisa y específica, según sus ámbitos, las posibilidades de una ulterior utilización de los datos obtenidos. 3. El encargado federal para la protección de datos comunica que él ha tomado parte en las modificaciones del art. 13 LF. Las recomendaciones presentadas por él habrían sido tenidas en cuenta en lo esencial. En especial, ello habría ocurrido con la limitación de la medida investigadora de la persecución de delitos especialmente graves. Según él, las medidas de protección previstas serían suficientes. El deber de comunicar también satisfaría las exigencias constitucionales. Debido a la necesidad de una aprobación judicial para una ulterior postergación de una comunicación, se podría afrontar de manera efectiva una arbitraria elusión de la obligación. El deber de informar que tiene el Gobierno Federal, deber que se referiría también al número y a los motivos de las comunicaciones omitidas, constituiría una garantía constitucional. 4. Por el contrario, los encargados de la protección de datos de los Estados federados que se han manifestados sobre los recursos de amparo hacen críticas de carácter constitucional a las disposiciones impugnadas. La vigilancia acústica de viviendas restringiría la posibilidad de refugiarse en una vivienda y de comunicarse sin ser observado por nadie, lo que es irrenunciable en orden a la realización de la personalidad y de una vida humana digna. El informe de la experiencia del Gobierno Federal sobre los efectos de la vigilancia de viviendas mostraría, además, que de ninguna manera puede sostenerse hasta ahora la necesidad de esta medida. El catálogo de delitos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no sería compatible con el art. 13 párr. 3 LF porque, en contra del mandato constitucional, no se limitaría a delitos especialmente graves. La regulación hecha en el § 100 d párr. 3 StPO sobre las prohibiciones de producción y de valoración de las pruebas para los que tengan derecho a negarse a declarar como testigos no tendría en cuenta que en especial las conversaciones entre esposos deben ser consideradas dentro del ámbito intangible de la configuración privada de la vida. El art. 101 párr. 1 StPO precisaría una interpretación conforme a la Constitución en el sentido de que también han de incluirse entre los implicados quienes se ven afectados de forma inevitable. Las disposiciones sobre la valoración de los hallazgos casuales queda por debajo de los estándares referidos a la protección de datos porque, conforme al § 100 d párr. 5 inciso 2 y el § 100 f StPO, solamente la valoración con fines de prueba estaría vinculada a un catálogo de delitos pero no una valoración para el inicio de la investigación. 5. El Consejo General de Colegios de Abogados considera que la reforma constitucional es compatible con el art. 79 párr. 3 LF. Sin embargo, los recursos de amparo tendrían razón en cuanto a que las regulaciones impugnadas, contenidas en una ley ordinaria, no asegurarían que las personas afectadas por las medidas de vigilancia reciban la comunicación después de un período de tiempo adecuado. La omisión de toda comunicación sería la consecuencia imaginable del § 101 StPO, el cual sometería el deber de comunicar a restricciones amplias. Por ello, el § 101 StPO atentaría contra el art. 19 párr. 4 LF. Además, también es criticable que, conforme al § 100 d párr. 3 inciso 4 StPO, sea admisible vigilar la conversación entre el inculpado y su abogado defensor cuando exista la sospecha de un delito de favorecimiento personal, un delito de obstaculización a la Justicia o una receptación. Esto contradiría la garantía jurídica de permitir la comunicación oral no vigilada entre el defensor y el inculpado. Solamente se debería considerar una restricción a este derecho cuando el abogado defensor fuera sospechoso de una autoría o participación en un hecho delictivo del catálogo. 6. Según la opinión de la Federación Alemana de Magistrados, no habría objeciones de carácter jurídico-constitucional contra las disposiciones impugnadas. El legislador habría previsto una garantía procesal suficiente con la reserva de autorización judicial prevista en el § 100 d párr. 2 StPO. Y los delitos escogidos en el catálogo no serían criticables desde el punto de vista de la gravedad del reproche. 7. La Comisión Federal de Expertos en Justicia del Sindicato Unificado de Prestación de Servicios indica que las dudas sobre la necesidad del “espionaje acústico masivo”, y sobre la afirmación hecha en el procedimiento legislativo de que esto sería un medio irrenunciable para la lucha contra la criminalidad, se verían confirmadas por el escaso número de las medidas ordenadas anualmente. Con independencia de las objeciones existentes contra la norma material de injerencia, la configuración de la reserva de autorización judicial tendría una especial importancia con miras a la intensidad en la injerencia que supone la medida. Aquí, aparte de las regulaciones legales, se necesitarían, en aras del Derecho constitucional, garantías adicionales. Siguiendo el modelo estadounidense, debería regir el principio de la responsabilidad personal del juez competente frente a los afectados y la opinión pública. Esto presupone una obligación de la Sala de Defensa Nacional de controlar el desarrollo y el éxito de las medidas. La Sala debería también tener la potestad de interrumpir en cualquier momento la medida de escucha, así como borrar aquellas informaciones que estén sometidas a la prohibición de valoración. Finalmente, sería necesario elevar las exigencias de verificación y fundamentación, sobre todo en el caso de las prórrogas de la medida de vigilancia. IV. En la vista oral se han manifestado: los recurrentes en amparo, el Gobierno Federal, el Fiscal General Federal, el encargado federal de la protección de datos, los encargados de protección de datos en los Estados federados de Berlín y Sajonia-Anhalt, la Federación Alemana de Magistrados, la Comisión Federal de Expertos en Justicia del Sindicato Unificado de Prestación de Servicios, así como los peritos Prof. Dr. Kerner, Prof. Dr. Pfeiffer, el profesor no numerario Dr. Kinzig, el Fiscal Superior Dr. Thiel y el Presidente de la Audiencia Provincial de Schaberg. B. Los recursos de amparo son mayoritariamente admisibles. I. No obstante, el recurso de amparo del recurrente citado en 1a ha decaído por la muerte de éste (vid. BVerfGE 6, 389, 442 s. ; 12, 311, 315). La continuación del proceso a través de la esposa, en su carácter de heredera única, no es admisible. En un procedimiento de amparo, en principio, no es posible una sucesión en el derecho porque este tipo de procesos sirve regularmente para la imposición de derechos personalísimos. Se han admitido excepciones para aquellos casos en que el sucesor del derecho puede alegar que actúa en interés propio (vid. BVerfGE 6, 389, 442 s.; 17, 86, 90 s.; 23, 288, 300; 37, 201, 206; 69, 188, 201). En el caso de la esposa del recurrente fallecido, no existe tal interés legítimo para continuar el recurso de amparo. El recurso de amparo solamente persigue la imposición de derechos personalísimos del fallecido. En estas circunstancias solamente debe haber un pronunciamiento acerca de que el proceso ha terminado debido a la muerte del recurrente. II. El recurso de amparo del recurrente citado en 2 contra el § 100 d párr. 4 inciso 3 y párr. 5 inciso 2, y contra el § 100 f párr. 1 StPO, es inadmisible porque no ha sido presentado dentro del plazo de un año, conforme a lo dispuesto en el art. 93 párr. 3 BVerfGG164. Las normas impugnadas en las cuales se regula por un lado el empleo de los conocimientos obtenidos fuera del proceso de investigación correspondiente y, por otro lado, la eliminación de los datos que ya no se necesiten han sido incluidas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal a través del art. 2 de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada. Según su art. 7, la Ley ha entrado en vigor el 9 de mayo de 1998. Los recurrentes citados en 2. sólo con el escrito de 17 de julio de 1999 han tenido en cuenta para sus argumentaciones las normas relativas al empleo y la eliminación de los datos obtenidos. En el escrito no se trata solamente de completar, tras el vencimiento del recurso, la exposición en sentido fáctico y jurídico, sino de una ampliación del objeto del proceso que no está permitida después del vencimiento del plazo. Según el art. 92 BVerfGG, debe describirse con exactitud el acto soberano que es impugnado con el recurso de amparo (vid. BVerfGE 8, 141, 142). Por ello, en el caso de las normas jurídicas no suele ser suficiente convertir a toda la ley en objeto de un recurso de amparo. Más bien se necesita describir exactamente cada una de las disposiciones impugnadas con el recurso de amparo. Sin embargo, en el escrito inicial no se había hecho mención alguna aún a las aludidas normas relativas al derecho de protección de datos. III. En lo restante, los recursos de amparo son admisibles. Los recurrentes citados en 1b y 2 no carecen, en especial, de legitimación para interponer el recurso de amparo. Si un recurso de amparo se dirige directamente contra una ley, ello presupone la norma impugnada afecta de manera actual y directa en sus derechos fundamentales al recurrente por sí mismo (vid. BVerfGE 1, 97, 101 ss.; 100, 313, 354). Este requisito se cumple a la luz de la impugnación de las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. 1. Ciertamente, falta una afectación directa en tanto el recurrente citado en 1b, además de las disposiciones legales de ejecución de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, también impugna directamente la Ley de Reforma de la Ley Fundamental, 164 N. e. Ley del Tribunal Constitucional Federal (Bundesverfassungsgerichtsgesetz). de 26 de marzo de 1998. El art. 13 párr. 3 LF, añadido con la reforma de la Ley Fundamental, no otorga ninguna facultad constitucional directa de intervención sobre los derechos fundamentales, sino que necesita su ejecución a través de una ley ordinaria. La configuración de ley ordinaria limitadora de los derechos fundamentales ha sido adoptada por el legislador con el art. 2 de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada. Sin embargo, la validez de las regulaciones de la ley ordinaria, especialmente la competencia procesal penal de vigilar acústicamente las viviendas, prevista en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, depende de la inobjetabilidad de la reforma constitucional. En estas circunstancias, las objeciones hechas contra la modificación del art. 13 LF no deben ser consideradas como alegaciones autónomas cuya inadmisibilidad deba ser verificada por separado, sino como estímulo para la comprobación incidental de la admisibilidad de la reforma constitucional en la medida en que ello sea de importancia para la constitucionalidad de las disposiciones impugnadas (vid. BVerfGE 30, 1, 17). Esta comprobación forma parte de la tarea planteada al Tribunal Constitucional Federal en el presente proceso. 2. Los recursos de amparo de los recurrentes citados en 1 b y 2 cumplen con el llamado requisito de admisibilidad, en la medida en que se dirigen contra la autorización legal para la vigilancia acústica de viviendas del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO y otras regulaciones relacionadas con esto. a) Los recurrentes citados en 1 b y 2 tienen derecho a presentar un recurso de amparo directamente contra las regulaciones legales que ellos impugnan. En principio, para una afectación directa del derecho se requiere que un acto de aplicación jurídica se interponga entre la abstracta regla legal y la esfera jurídica de los recurrentes. Por eso, un recurrente que, por sí mismo, ponga objeciones a la ley, tiene que poder alegar que precisamente la norma jurídica impugnada y no sólo su ejecución ha lesionado sus derechos (vid. BVerfGE 16, 147, 158 s.; 68, 287, 300). Si la ley presupone para su ejecución de manera jurídicamente obligatoria un acto especial de ejecución influido por la voluntad de la instancia ejecutora, o de hecho esa es la práctica estatal, , en principio el recurrente debe objetar primero este acto y agotar la vía jurídica abierta contra éste antes de presentar un recurso de amparo (vid. BVerfGE 1, 97, 102 s.). No obstante, el recurso de amparo puede dirigirse excepcionalmente de manera directa contra una ley necesitada de ejecución, cuando el recurrente no pueda puede acudir a la tutela judicial, sea porque no existe (vid. BVerfGE 67, 157, 170), o porque no tuvo conocimiento de la medida (vid. BVerfGE 100, 313, 354). En tales casos, aquél tiene derecho al recurso de amparo directamente contra la ley, de igual manera que en aquellos casos en los cuales el agravio a los derechos fundamentales se produjera sin actos ejecutivos intermedios a través de la ley misma (vid. BVerfGE 30, 1, 16 s.; 67, 157, 169 s.; 100, 313, 354). Cuando se escuchan las palabras expresadas de forma no pública en viviendas, se trata de medidas sobre las cuales el afectado no sabe nada, ni antes ni durante la ejecución de ellas, de manera que no puede recurrir a una protección jurídica ante los tribunales especializados. La circunstancia de que el § 101 párr. 1 StPO prevea una comunicación posterior de la medida adoptada a los implicados, no se opone a la admisibilidad del recurso de amparo. Su interposición directamente contra la ley no sólo es admisible cuando, según la regulación legal, no se ha puesto en conocimiento de los afectados en ningún momento un acto ejecutivo secreto, sino además cuando, pese a estar prevista una comunicación posterior, ésta puede ser omitida a largo plazo debido a la existencia de tipos legales con amplias excepciones. Bajo estas circunstancias, tampoco se ha garantizado que el afectado pueda obtener una tutela judicial efectiva por el tribunal especializado (vid. Tribunal Constitucional del Estado de Mecklenburgo-Pomerania Occidental <MVVerfG>, LKV 2000, p. 345, 346). Tales tipos de excepciones existen en el § 101 párr. 1 StPO, según el cual la comunicación sólo se produce tan pronto como esto pueda tener lugar sin que se ponga en riesgo el objetivo de la investigación, la salud y la vida de una persona, la seguridad pública, así como la posibilidad de una ulterior utilización del funcionario que está investigando de manera encubierta. En especial, después de las últimas alternativas mencionadas, la comunicación al afectado podría quedar excluida por un tiempo indeterminado. b) Los recurrentes citados en 1b y 2 también se han visto afectados personalmente y de manera actual por las disposiciones impugnadas. La posibilidad de una afectación propia y actual se cumple, en lo fundamental, cuando el recurrente expone que él mismo se verá afectado con cierto grado de probabilidad por las medidas basadas en las normas jurídicas impugnadas (vid. BVerfGE 67, 157, 169 s.; 100, 313, 354). El grado exigido de probabilidad se ve influido por la posibilidad que tenga el recurrente de argumentar su afectación (vid. BVerfGE 100, 313, 355 s.). Así, es importante si la medida se dirige a un círculo de personas delimitado de manera estricta por el tipo (al respecto vid. BVerfGE, Sección Primera de la Sala Primera, DVBl 2001, p. 1057), o si tiene una gran dispersión de manera que también pueda alcanzar accidentalmente a terceros. No debe exigirse al recurrente para probar la afectación propia y actual que dé explicaciones a través de las cuales tenga que acusarse a sí mismo de un delito. En este sentido, son suficientes los argumentos de los recurrentes para probar la afectación personal y actual puesto que las conversaciones que ellos tengan pueden ser objeto de una medida ejecutiva basada en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Es afectado todo aquel en cuyos derechos de personalidad se intervenga mediante la vigilancia acústica de viviendas, aunque no se trate de la persona contra la cual se dirige el auto. La posibilidad de llegar a ser objeto de una vigilancia acústica de viviendas existe prácticamente para cualquiera y, con ello, también para los recurrentes. No solamente está sometida a la vigilancia acústica la propia vivienda del inculpado. Conforme al § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO, también se pueden vigilar todos aquellos espacios de terceros que entren dentro del concepto de vivienda, en tanto sea presumible que el inculpado se encuentra allí. De ese modo pueden resultar afectados los titulares de viviendas que estén por su parte bajo sospecha, pero también aquellos que solamente estén en contacto con un inculpado, sin estar involucrados en los delitos perseguidos. Finalmente, también están expuestas a la vigilancia aquellas personas que, como los terceros no sospechosos, se encuentren en la vivienda del inculpado o en la vivienda de otro afectado por la medida. Según el § 100 c párr. 3 StPO, las medidas también pueden ejecutarse cuando inevitablemente sean afectados terceros. C. En la medida en que son admisibles, los recursos de amparo están en parte fundamentados. Ciertamente, la reforma constitucional hecha en el art. 13 párr. 3 LF cumple los requisitos del art. 79 LF. No obstante, las disposiciones impugnadas de la Ley de Enjuiciamiento Criminal no se encuentran en completa armonía con la Ley Fundamental. I. El art. 13 párr. 3 LF, introducido en la reforma constitucional, es conforme con la Constitución. 1. El art. 13 párr. 3 LF permite una restricción del derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio, previsto en el art. 13 párr. 1 LF. Este derecho fundamental permite al individuo un espacio elemental de vida y garantiza el derecho a gozar allí de tranquilidad (vid. BVerfGE 32, 54, 75; 42, 212, 219; 51, 97, 110). El art. 13 párr. 1 LF protege la esfera espacial privada, en especial bajo la forma de un derecho de defensa (vid. BVerfGE 7, 230, 238; 65, 1, 40). La norma contiene una prohibición fundamental, dirigida al titular del poder público, de penetrar en la vivienda del titular y permanecer allí en contra de la voluntad de éste (vid. BVerfGE 76, 83, 89 s.), pero también prohíbe instalar aparatos de escucha en la vivienda, o utilizarlos allí (vid. BVerfGE 65, 1, 40). En el momento de la creación de la Ley Fundamental, el derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF servía primordialmente para la protección del titular de la vivienda frente a la presencia física no deseada de un representante del poder estatal. Desde entonces han aparecido nuevas posibilidades de poner en peligro el derecho fundamental. Las circunstancias técnicas actuales permiten penetrar en la esfera física de otras formas. El fin de protección de la norma del derecho fundamental se vería frustrado si la garantía del párrafo no abarcase la protección frente a una vigilancia de viviendas con medios técnicos, aún cuando estos sean empleados fuera de la vivienda. 1. El art. 13 párr. 3 LF crea, pues, una restricción constitutiva del derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF. 2. El art. 13 párr. 3 LF se ha aprobado de manera correcta en lo formal. El art. 13 párr. 3 LF ha sido añadido por la Ley de Reforma de la Ley Fundamental, de 26 de marzo de 1998, la cual, de manera expresa, ha completado el tenor de la Ley Fundamental (vid. el art. 79 párr. 1 LF). La Ley de reforma constitucional ha sido aprobada con la mayoría exigida de las dos terceras partes del Parlamento Federal y del Consejo Federal, conforme al art. 79 párr. 2 LF. 3. El legislador de reforma de la Constitución ha respetado también los límites de Derecho material que han sido trazados por la Ley Fundamental para una modificación constitucional. a) El art. 79 párr. 3 LF prohíbe reformas constitucionales mediante las cuales se vean afectados los principios anclados en los arts. 1 y 20 LF. Forman parte de ellos el mandato de respeto y protección de la dignidad humana (art. 1 párr. 1 LF), pero también la declaración a favor de derechos humanos inviolables e inalienables como fundamento de toda comunidad humana, la paz y la justicia (art. 1 párr. 2 LF). En relación a la remisión que hace el art. 1 párr. 3 LF a los derechos fundamentales subsiguientes, sus garantías no pueden en lo esencial ser limitadas por el legislador, en la medida en que ellas son irrenunciables para preservar el ordenamiento correspondiente con el art. 1 párr. 1 y 2 LF (vid. BVerfGE 84, 90, 121). Igualmente deben respetarse los elementos fundamentales del principio del Estado de Derecho y del Estado social que salen a relucir en el art. 20 párr. 1 y 3 LF. El art. 79 párr. 3 LF constituye una norma de excepción que debe ser interpretada de manera restrictiva, y que no impide al legislador de reforma de la Constitución que modifique las concreciones jurídico-positivas de estos principios por motivos razonables (vid. BVerfGE 84, 90, 120 s.; 94, 49, 102 s.). El Tribunal Constitucional Federal tiene que respetar la competencia del legislador de reforma constitucional para cambiar algunos derechos fundamentales, limitarlos e incluso derogarlos, mientras no toque los principios consagrados en los arts. 1 y 20 LF. No está prohibido que el legislador haga modificaciones a las concreciones jurídico-positivas de estos principios que tengan lugar por motivos razonables (vid. BVerfGE 94, 49, 103 s.). Debe determinarse de manera autónoma, a través de la interpretación de cada una de las normas de los derechos fundamentales, aquello que, en el marco de cada derecho fundamental, forme parte del contenido de garantía del art. 1 párr. 1 LF. Las reformas constitucionales no deben medirse en función de la garantía del contenido esencial del art. 19 párr. 2 LF. Esta garantía vincula al legislador ordinario, pero no al legislador de reforma de la Constitución. Ciertamente, un atentado contra el contenido esencial en el sentido del art. 19 párr. 2 LF puede, en casos concretos, atentar simultáneamente contra el contenido de dignidad humana de un derecho fundamental, protegido por el art. 79 párr. 3 LF. Pero el contenido esencial no debe equipararse al contenido de dignidad humana de un derecho fundamental. El hecho de que, en casos concretos pueda darse una congruencia entre ambos, no cambia para nada el que el parámetro de una limitación de los derechos fundamentales mediante una modificación constitucional solamente pueda hallarse en el contenido de dignidad humana de un derecho fundamental, protegido en el art. 79 párr. 3 LF. b) El art. 13 párr. 3 LF es compatible con la garantía de la dignidad humana del art. 1 párr. 1 LF. El parámetro de la dignidad humana debe concretarse más, con miras a la situación específica en la cual pueda darse un caso conflictivo. La vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal no lesiona, de manera general, el contenido de dignidad humana del art. 13 párr. 1 LF y del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF. Sin embargo, el modo cómo se ejecute la vigilancia de viviendas puede llevar a una situación en la cual se lesione la dignidad humana. Contra esto actúa el art. 13 párr. 3 LF a través de disposiciones jurídicas expresas; a ello se añaden otros requisitos derivados de la interpretación constitucional. Por ello, la autorización constitucional para introducir la vigilancia acústica de viviendas en el art. 13 párr. 3 LF no atenta contra el art. 79 párr. 3 LF, pues la regulación legal necesaria puede y tiene que asegurar que no se lesione la dignidad humana en los casos concretos. La autorización del art. 13 párr. 3 LF solamente admite la aprobación de normas que garanticen esto. aa) La dignidad humana es un principio constitucional básico y el valor constitucional de mayor jerarquía (vid. BVerfGE 6, 32, 36; 45, 187, 227; 72, 105, 115). Es preciso concretar el contenido de garantía de este concepto que remite a valores. Esto ocurre en la jurisprudencia cuando se analizan los hechos concretos con la vista puesta en el ámbito de la vida que va a regularse y se forman grupos de casos y ejemplos paradigmáticos (vid. sobre el art. 100 CB165, por ejemplo, el Tribunal Constitucional Bávaro en BayVBl 1982, 47, 50). En ella se describe frecuentemente el concepto de dignidad humana a partir del proceso de su vulneración (vid. BVerfGE 1, 97, 104; 27, 1, 6; 30, 1, 25; 72, 105, 115 ss.). Al principio, vinculándose con las experiencias del nacionalsocialismo, en el centro de las reflexiones de la jurisprudencia estaban los casos de abusos, persecución y discriminación. Tal como formuló el Tribunal Constitucional Federal en una de sus primeras sentencias, se trataba de la protección frente a “humillaciones, estigmatización, persecuciones, aislamiento, etc.” (vid. BVerfGE 1, 97, 104). Más 165 N. e. Constitución de Baviera (Bayerische Verfassung). tarde se hizo preponderante la garantía de la dignidad humana vista la luz de los nuevos peligros; así pasó en los años 80 para el caso del abuso en la obtención y valoración de datos (vid. BVerfGE 65, 1). En relación con la superación de los hechos injustos ocurridos en la República Democrática Alemana se convirtió en objeto de la jurisprudencia la violación del principio de humanidad, entre otros casos, al obtener y entregar informaciones (vid. BVerfGE 93, 213, 243). Actualmente la discusión sobre el contenido de dignidad humana gira en torno a cuestiones referidas a la protección de la identidad personal y la integridad sicosocial. (1) El Tribunal Constitucional Federal ha enfatizado repetidamente que no es compatible con la dignidad de las personas hacer de ellas un mero objeto del poder estatal (vid. BVerfGE 30, 1, 25 s. y 39 ss.; 96, 375, 399). Así, no se puede tratar a un delincuente, violando su pretensión, social de valoración y respeto, constitucionalmente garantizada, y convertirlo en un simple objeto de la lucha contra la delincuencia y de la ejecución penal (vid. BVerfGE 45, 187, 228; 72, 105, 116). Sin embargo, también tiene límites la eficacia de la fórmula del objeto (vid. BVerfGE 30, 1, 25). El ser humano no pocas veces es un mero objeto, no solamente de los contextos y del desarrollo social, sino también del Derecho al cual tiene que someterse. La dignidad humana no se lesiona por el mero hecho de que alguien se convierte en destinatario de medidas de persecución penal, pero sí cuando el modo de las medidas adoptadas pone básicamente en cuestión la calidad de sujeto del afectado. Ello ocurre cuando el tratamiento por el poder público prescinde del respeto al valor que le corresponde a todo ser humano por el mero hecho de serlo. Tales medidas tampoco deben ser adoptadas en interés de la efectividad de la administración de justicia y de la averiguación de la verdad. Por ello, un proceder secreto del Estado en sí mismo no conlleva aún una violación de la pretensión de respeto que está protegida de manera absoluta. Si alguien se vuelve objeto de observación, con ello no se da simultánea y obligatoriamente una inobservancia de su valor como persona. Pero durante las observaciones se tiene que respetar un núcleo intangible de la configuración de la vida privada (sobre su garantía vid. BVerfGE 6, 32, 41; 27, 1, 6; 32, 373, 378 s.; 34, 238, 245; 80, 367, 373). Si el Estado penetrara en este núcleo, lesionaría la sagrada libertad que se garantiza a toda persona para desarrollarse en los asuntos personalísimos que le conciernen. Ni siquiera los intereses preponderantes de la generalidad pueden justificar una intervención en este núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida (vid. BVerfGE 34, 238, 245). (2) La protección de la dignidad humana también se concreta en el derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF. La inviolabilidad del domicilio tiene una estrecha relación con la dignidad humana y, al mismo tiempo, está en una relación cercana con el mandato constitucional de respeto incondicional de una esfera del ciudadano para su desarrollo exclusivamente privado (un desarrollo “personalísimo”). Debe garantizarse al individuo el derecho de ser dejado en paz, precisamente en su domicilio (vid. BVerfGE 75, 318, 328; vid. también BVerfGE 51, 97, 110). Forma parte del desarrollo de la personalidad en el núcleo de la configuración privada de la vida la posibilidad de expresar procesos interiores como sensaciones y sentimientos tales como reflexiones, opiniones y experiencias de tipo personalísimo, y todo esto sin miedo a que aquello sea vigilado por organismos estatales. También están comprendidas por la protección las expresiones sobre sentimientos, expresiones de la experiencia inconsciente, así como formas expresivas de la sexualidad. La posibilidad de tal desarrollo presupone que el individuo disponga de un espacio libre adecuado para ello. También la comunicación confidencial necesita un sustrato espacial en todo caso allí donde el ordenamiento jurídico, en aras de la configuración personalísima de la vida, reconoce una especial protección, y los ciudadanos confían en esta protección. Regularmente se trata de la vivienda privada, la cual puede cerrarse a otros. Si el individuo dispone de tal espacio, puede estar allí él mismo, y desarrollarse según los parámetros que él mismo establezca. La vivienda privada, como “último refugio”, es un medio para preservar la dignidad humana. Si bien esto no exige una protección absoluta de los espacios de la vivienda privada, sí exige la protección absoluta de la conducta en estos espacios, en tanto constituya un desarrollo individual en el núcleo de la configuración privada de la vida. (3) Esta protección no debe ser relativizada a través de una ponderación con los intereses de persecución penal regido por el principio de proporcionalidad (vid. BVerfGE 34, 238, 245; vid. también BVerfGE 75, 369, 380; 93, 266, 293). Ciertamente, siempre habrá formas de criminalidad especialmente grave y, de manera correspondiente, situaciones de sospecha que hagan que a algunos les parezca que la efectividad de la administración de justicia, como interés de la colectividad, sería más im- portante que la preservación de la dignidad humana del inculpado. Pero conforme al art. 1 párr. 1 y al art. 79 párr. 3 LF al Estado le está prohibido hacer tal valoración. bb) La vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal atenta contra la dignidad humana cuando no se respeta el núcleo de la configuración privada de la vida. La cuestión acerca de si determinados hechos deben integrarse en el núcleo intangible o no depende de si, en función de su contenido, son de carácter personalísimo, o sea, también de en qué forma e intensidad éstos afectan por sí mismos la esfera de otros o los intereses de la colectividad (vid. BVerfGE 80, 367, 374). Son determinantes las particularidades de cada caso (vid. BVerfGE 34, 238, 248; 80, 367, 374). Resulta decisivo saber si se ha dado una situación en la cual, debido a concretas indicaciones, o de manera típica y sin puntos de referencia fácticos en sentido contrario, se afecta en el caso concreto el núcleo intangible de la configuración privada, por ejemplo, en el marco de la observación de expresiones de los sentimientos más íntimos o de formas de expresión de la sexualidad. cc) La habilitación del art. 13 párr. 3 LF para la introducción legal de la vigilancia acústica de viviendas no atenta contra el art. 79 párr. 3 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, ya que solamente posibilita regulaciones legales y medidas basadas en éstas que respeten estos límites. Las limitaciones a la habilitación constitucional están contenidas en parte en el art. 13 párr. 3 LF, pero también se desprenden de otras normas constitucionales que deben venir en consideración en el marco de una interpretación constitucional sistemática. El que adquieran importancia elementos del principio de proporcionalidad, no pone en cuestión el carácter absoluto de la protección de la dignidad humana. Al contrario, el principio de proporcionalidad solamente debe ser esgrimido como otra restricción allí donde exista una medida de escucha que no lesiona la dignidad humana. Sin embargo, las correspondientes limitaciones de la autorización para la vigilancia acústica de viviendas también se dirigen a excluir, en el momento de la ejecución de las medidas, el riesgo de una violación al contenido de dignidad humana del art. 13 párr. 3 LF. (1) El art. 13 párr. 3 LF regula los presupuestos materiales y formales de la legalidad de la intervención. La vigilancia acústica solamente está permitida, conforme al art. 13 párr. 3 inciso 1 LF, para perseguir delitos especialmente graves, previstos detalladamente en la ley, cuando una sospecha relacionada con ellos se vea justificada por determinados hechos (vid. BOPF166 13/8650, pp. 4 ss.). Con ello, el legislador de reforma constitucional apuntaba sobre todo a delitos que, de manera típica, son cometidos por bandas que operan organizadamente, especialmente por autores pertenecientes a la llamada criminalidad organizada (vid. BOPF 13/8650, p. 4; 13/9660, p. 3). El esclarecimiento de tales delitos no se agota regularmente en la posibilidad de formular la denuncia pública, una condena y una ejecución de la pena. Si se alcanzara el objetivo perseguido por el legislador de reforma constitucional a la luz de los trabajos preparatorios , consistente en penetrar en el núcleo de tal criminalidad organizada y posibilitar el desvelamiento de sus estructuras, cabría que esto también sirviese, de manera mediata, a la prevención de otros delitos. Adicionalmente, el art. 13 párr. 3 LF exige que de otro modo la investigación de los hechos se vea desproporcionadamente dificultada o no tenga posibilidades de éxito. Con ello, el texto constitucional mismo clarifica que la medida de escucha, como intervención especialmente grave en el derecho fundamental a la protección de la vivienda, constituye la ultima ratio de la persecución penal. Por lo demás, la vigilancia de una vivienda solamente entra en consideración en tanto en cuanto el inculpado presumiblemente se encuentre en dicha vivienda. El respeto a los presupuestos constitucionales ha sido, además, garantizado procesalmente por el legislador de reforma constitucional a través la exigencia de una orden judicial para la medida de vigilancia. En ello ha previsto que la orden sea impartida, en lo fundamental, por un colegio integrado por tres jueces, y que tenga un plazo. (2) En el art. 13 párr. 3 LF no se han descrito todos los límites que se derivan del mandato de proteger de manera absoluta el núcleo intangible de la configuración privada de la vida para la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal. Se desprenden otros límites – como en todas las normas constitucionales - de otras disposiciones constitucionales. En caso de modificar normas fundamentales, el legislador de reforma constitucional tampoco tiene por qué regular nuevamente todas las normas constitucionales que son de todos modos preponderantes. La evaluación con el parámetro del art. 79 párr. 3 LF está sometida de esta forma al art. 13 párr. 3 LF en relación con esos otros presupuestos 166 N. e. Boletín Oficial del Parlamento Federal (Bundestagsdrucksachen - BTDrucks.). constitucionales. (a) Por ello, los límites de los derechos fundamentales introducidos mediante la reforma constitucional deben ser interpretados sistemáticamente, recurriendo a otras normas de derechos fundamentales, especialmente al art. 1 párr. 1 LF y aplicando el principio de proporcionalidad (vid. BVerfGE 30, 1, 20 s.). Los límites de la interpretación del Derecho constitucional se presentan, también para una norma creada mediante la reforma constitucional, allí donde a una disposición clara según su tenor y su sentido se le diera un sentido contrario, se determinara de manera fundamentalmente nueva el contenido normativo de la norma que se debe interpretar o se frustrara el objetivo normativo en un punto esencial (vid. BVerfGE 11, 77, 84 s.; 33, 52, 69; 54, 277, 299; 82, 1, 11 ss.). (b) No existen puntos de apoyo para suponer que, en el caso dado, se han infringido estos límites. Y es que el art. 13 párr. 3 LF solamente autoriza a dar una configuración legal que tenga suficientemente en cuenta los límites de intervención exigidos por el art. 1 párr. 1 LF. De manera complementaria debe recurrirse al principio de proporcionalidad. Tal interpretación no contradice la voluntad del legislador de reforma constitucional. Ciertamente, en las deliberaciones sobre la reforma constitucional existieron considerables controversias sobre las exigencias jurídicas que debían establecerse para la vigilancia acústica de viviendas, y no tuvieron éxito los esfuerzos para cambiar la redacción del art. 13 párr. 3 LF. Pero en ello no se manifestó la voluntad del legislador de reforma de constitucional de excluir ulteriores concreciones mediante otras normas constitucionales. Así, en el informe de la Comisión Jurídica del Parlamento Federal sobre el proyecto de la ley de reforma del art. 13 LF se indicó expresamente que la vigilancia electrónica de viviendas no tendría lugar de antemano cuando los hechos estuvieran dentro del núcleo intangible de la configuración privada de la vida que es protegido por el art. 1 párr. 1 LF. A título de ejemplo se citó aquí la conversación de apoyo moral y la conversación personalísima con los familiares más cercanos. Se añadió que el principio de proporcionalidad solamente sería aplicable cuando no fuera afectado el núcleo absolutamente protegido. Para este caso se remitió a la ulterior necesidad de aplicar los requisitos de permisibilidad de manera tanto más estricta cuantos más intensos sean los efectos de la vigilancia en el caso concreto (vid. BOPF 13/9660, p. 4). Estas reflexiones muestran que el legislador de reforma constitucional ha partido de la necesidad de dar una interpretación restrictiva, orientada especialmente en la dignidad humana, al art. 13 párr. 3 LF. Al hacer esto, ha supuesto que esta exigencia también se ha cumplido sin necesidad de previsiones expresas en el art. 13 párr. 3 LF, que de por sí ya es muy detallado. El rechazo de las propuestas de admisión de otras restricciones en el art. 13 párr. 3 LF, especialmente de los derechos a negarse a declarar como testigo, no significó que con ello se cuestionara la prevalencia de la garantía de la dignidad humana en el marco de la disposición constitucional modificada. Tampoco se encuentran declaraciones en este sentido en las actas de las deliberaciones parlamentarias. Antes bien, se destacó de manera expresa el carácter preponderante de otras normas constitucionales junto al art. 13 párr. 3 LF; así ocurrió, por ejemplo, con el diputado Schily cuando declaró que en la decisión relativa a la adopción o no de una medida de vigilancia acústica, tendría que respetarse el art. 1 LF, y esto podría llevar a que la medida tenga que ser omitida desde el principio (vid. diputado Schily, 214ª sesión del 13º Parlamento Federal alemán, 16 de enero de 1998, Diario de Sesiones, Tomo 191, p. 19549). Por lo demás, el diputado también ha expresado que en el art. 13 párr. 3 LF no tendrían que incluirse aquellas garantías constitucionales que de todos modos tienen vigencia (vid. diputado Schily, 197ª sesión del 13º Parlamento Federal alemán, 9 de octubre de 1997, Diario de Sesiones, Tomo 189, p. 17694). (c) El art. 13 párr. 3 LF debe ser entendido en el sentido de que su configuración legal tiene que excluir la recopilación de información mediante vigilancia acústica de viviendas cuando la medida de investigación penetre en el ámbito intangible de la configuración privada de la vida que está protegido por el art. 13 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 y con el art. 2 párr. 1 LF. dd) En consecuencia, se necesitan regulaciones legales que, respetando el principio de claridad de las normas, aseguren que la forma de la vigilancia acústica de viviendas no dé lugar a una violación de la dignidad humana. La vigilancia tiene que ser omitida de antemano en aquellas situaciones en las cuales existan puntos de apoyo para suponer que la dignidad humana se vería lesionada a través de la medida. Si, por lo demás, la vigilancia acústica de viviendas llevara inesperadamente a recopilar informaciones que estén absolutamente protegidas, tal vigilancia debe ser interrumpida y las grabaciones deben ser borradas; se excluye el empleo de cualquier dato absolutamente protegido que haya sido obtenido en el marco de la persecución penal. (1) Se necesitan previsiones para proteger la dignidad humana no solamente en situaciones en las cuales el individuo se encuentra solo, sino también cuando se comunique con otro (vid. BVerfGE 6, 389, 433; 35, 202, 220). El ser humano como persona realiza también el núcleo de su personalidad necesariamente en sus relaciones sociales (vid. BVerfGE 80, 367, 374). Por ello, la clasificación de los hechos dentro del ámbito intangible de la configuración privada de la vida o – en la medida en que no se vea afectado - dentro del ámbito social que está abierto a la intervención estatal con determinados presupuestos, no puede ser hecha teniendo en cuenta si existe o no una importancia o una referencia social; más bien lo decisivo es la forma y la intensidad que éstas tengan en el caso concreto (vid. BVerfGE 80, 367, 374). (2) Las conversaciones que contengan datos sobre delitos cometidos no forman, por su propio contenido, parte del núcleo intangible de la configuración privada de la vida (vid. BVerfGE 80, 367, 375). No obstante, de ello no resulta que cualquier vinculación entre la sospecha de un delito cometido y las manifestaciones del inculpado sea suficiente para afirmar la existencia de un contexto social. Las grabaciones o las expresiones de diálogos que, por ejemplo, reproduzcan exclusivamente impresiones y sentimientos internos y no contengan indicios sobre delitos concretos, no constituyen una referencia social ya por el hecho de que sean capaces de poner en descubierto causas o motivos de una conducta punible. Por el contrario, existe una referencia social suficiente en aquellas expresiones que se refieran, directamente, a un delito concreto. (3) Con el fin de impedir intervenciones en el núcleo de la configuración privada de la vida, debe omitirse una escucha de las palabras habladas privadamente en el domicilio cuando alguien se encuentre en su vivienda solo o con personas con las cuales solamente tenga una relación nuclear de especial confianza– por ejemplo, con parientes u otras personas de estrecha confianza - y no existan puntos de apoyo concretos de que las conversaciones que se esperan, por su contenido, hagan referencia directa a delitos. Ciertamente, no todas las conversaciones que tenga alguien en su vivienda con el círculo más estrecho de personas de su confianza forman parte del núcleo de la configuración privada de la vida. Pero conviene que se dé una presunción de ello a fin de preservar la efectividad de la protección de la dignidad hu- mana. Las medidas de escucha no deben darse cuando sea probable que con ellas se capten conversaciones de absoluta protección. (4) Para la clasificación de los hechos resulta decisivo el contenido de la conversación. Por regla general, sólo tras la obtención de la información puede tenerse certeza sobre si el contenido debe incluirse dentro del ámbito de lo personalísimo o de lo social. La protección del núcleo de la configuración privada de la vida exige que antes de tomarse medidas de vigilancia acústica de viviendas haya puntos de referencia fácticos a partir de los cuales pueda deducirse por lo menos, de manera típica, que la conversación no afecta el ámbito de lo personalísimo. La medida de investigación debe omitirse cuando la escucha de la palabra hablada, de manera no pública, dentro de viviendas, con cierta probabilidad va a llevar a una lesión del núcleo. Correspondientemente, las autoridades de persecución penal tienen, antes de una medida, que observar en el marco del pronóstico que les corresponde hacer los posibles indicadores sobre acciones relevantes en relación al núcleo en la vivienda que se va a vigilar. Esto también es posible en la práctica. (a) Los primeros puntos de partida para la estimación de la situación pueden resultar de la forma que tengan las viviendas que se van a vigilar. (α) Así, las conversaciones que se realicen en espacios industriales y comerciales, por regla general, tienen carácter comercial y, con ello, de manera típica una referencia social (vid. BVerfGE 34, 238, 248). Las conversaciones en espacios que sean usados exclusivamente con finalidades industriales o comerciales, si bien participan de la protección del art. 13 párr. 1 LF, al faltar la referencia de la conversación concreta al núcleo de la personalidad, no afectan el contenido de dignidad humana del derecho fundamental. Es característico de los espacios comerciales que, por su finalidad, tengan una mayor apertura hacia el exterior (vid. BVerfGE 32, 54, 75). Por lo general no dan la intimidad y el cobijo de una vivienda privada. Consecuentemente se justifica considerarlos, en una tipificación, menos protegibles que los espacios privados. De cualquier modo, si aquí se llevaran a cabo conversaciones de carácter personalísimo, viene en consideración la protección absoluta cuando esto sea reconocible. En cambio, los espacios que sirven tanto para trabajar como para vivir deben ser clasificados de manera distinta. Para ellos no rige el carácter puramente comercial de las conversaciones realizadas en los espacios laborales. Lo mismo vale para los espacios que sirven para ejercer oficios que presupongan una especial relación de confianza, relacionada con el ámbito de lo personalísimo. (β) Una presunción a favor de conversaciones con contenido del núcleo intangible rige en el caso de espacios a los que les corresponda de manera típica, o en casos concretos, la función de ser una zona de refugio de la configuración privada de la vida. Sin embargo, por lo general, dentro de la vivienda privada no se puede hacer una diferenciación por cada habitación. Y tampoco tienen que reducirse las conversaciones y las acciones personalísimas a determinados espacios dentro de la vivienda privada. El individuo considera abarcable, en general, cada espacio de su vivienda y siente en todas partes, por igual, que no está siendo observado. Clasificar típicamente las acciones según los espacios en los que se realicen contradice la variedad de la utilización individual de una vivienda privada. Por ello, está excluido reconducir el núcleo de la esfera espacial privada a determinadas partes de una vivienda privada. (b) También debe considerarse que la probabilidad de entrar en el núcleo de la personalidad mediante medidas de vigilancia está influida por las circunstancias de quién es el que se encuentre en la vivienda que va a ser vigilada. Un punto de referencia importante para la relevancia de la dignidad humana en el contenido de la conversación es la presencia de personas que gocen de una confianza personalísima. El individuo constituye su personalidad, en primera línea, en interrelación con otros, o sea, en la comunicación. En tal medida, el matrimonio y la familia tienen una importancia especial para la comunicación en el ámbito personalísimo, en especial también en el ámbito de la intimidad. Así, una comunicación con el cónyuge, temáticamente ilimitada, especialmente posible en la intimidad conyugal, se basa en la expectativa de que el suceso no va a ser conocido por extraños. No es distinto lo que ocurre en el caso de las conversaciones con los parientes más cercanos, por ejemplo con hermanos y parientes en línea directa, especialmente cuando viven en la misma casa. Aquí, además del art. 13 párr. 1 LF también viene en consideración el art. 6 párr. 1 y 2 LF. La protección del núcleo de la configuración privada de la vida también abarca la comunicación con otras personas de especial confianza (vid. BVerfGE 90, 255, 260). Su círculo coincide solamente en parte con el de los legitimados para negarse a de- clarar como testigo conforme a los §§ 52 y 53 StPO. Las prohibiciones de escuchas resultantes del núcleo de la configuración privada de la vida no se identifican con los derechos procesales de negarse a declarar como testigo. Así, el § 52 StPO no ha sido creado para proteger la relación especial entre los parientes e inculpados allí citados. Más bien debe considerarse, de manera primordial, la situación de coerción del testigo, que está sometido a un deber de decir la verdad y temerá perjudicar a un pariente. El derecho a negarse a declarar como testigo se vincula, además, con el criterio formal de la relación de parentesco y no con una relación especial de confianza, tal como puede existir especialmente con amigos personales muy íntimos. Ciertamente, el § 53 StPO protege en su idea fundamental la relación de confianza entre el testigo y el inculpado. No obstante, tampoco esta protección ocurre en todos los casos del § 53 StPO en aras de la dignidad humana del inculpado o del interlocutor. Sin embargo, esta suposición no rige para las conversaciones de ayuda espiritual con un clérigo. Así, la protección de la confesión, o de las conversaciones con carácter de confesión, forma parte del contenido constitucional de dignidad humana del libre ejercicio del culto en el sentido del art. 4 párr. 1 y 2 LF. A fin de preservar la dignidad humana, también corresponde a la conversación con el abogado defensor la importante función de poder influir en que el inculpado no se convierta en un mero objeto dentro del proceso penal. Las conversaciones con médicos pueden ser clasificadas, en casos particulares, dentro del núcleo intangible de la configuración privada de la vida (vid. BVerfGE 32, 373, 379). Por el contrario, los derechos a negarse a declarar como testigo de los periodistas y de los parlamentarios no presentan una referencia directa con el núcleo de la libre configuración de la vida. Estos derechos son protegidos en aras de la funcionalidad de las instituciones y no en aras de la protección de la personalidad del inculpado. (5) Aunque esté permitido, en principio, hacer escuchas en viviendas privadas, éstas deben limitarse a las situaciones de conversación que probablemente abarquen contenidos relevantes para el proceso penal. Eventualmente debe asegurarse, mediante investigaciones previas apropiadas que no afecten la protección del núcleo de la configuración privada de la vida, que la vigilancia acústica de la vivienda se limite a sucesos en la vivienda que tengan relevancia para el proceso. Así, no debe intervenirse en el ámbito absoluto de la configuración privada para sólo entonces comprobar si la información recogida afecta a este ámbito. Por regla general estará prohibida una “vigilancia a cualquier hora”, temporal y espacial, por el hecho de que es grande la probabilidad de que puedan sean escuchadas conversaciones personalísimas. La dignidad humana también se vulnera cuando la vigilancia se extiende por un largo período de tiempo y sea tan amplia que se registren, casi sin exclusión, todos los movimientos y las expresiones de vida de los afectados y puedan ser tomadas como base para un perfil de la personalidad (sobre este riesgo, vid. BVerfGE 65, 1, 42 s.). (6) En tanto no exista una prohibición de ejecutar vigilancia acústica de una vivienda debido a la presencia de signos exteriores de una probable afectación de conversaciones absolutamente protegidas, las conversaciones del inculpado pueden ser escuchadas con el fin de comprobar si contienen informaciones accesibles para su valoración en el proceso penal. Bajo estos presupuestos, no hay objeciones constitucionales contra un primer “examen”, necesario para evaluar el contenido de la conversación desde el punto de vista de la protección de la dignidad humana. Pero debe asegurarse la mayor reserva posible necesaria a través de medidas apropiadas (vid. BVerfGE 80, 367, 375, 381). Así, la protección del art. 1 párr. 1 LF puede hacer que sea necesario, al realizar escuchas en una vivienda privada, renunciar a una grabación automática de las conversaciones escuchadas para poder interrumpir en cualquier momento la medida de investigación. Si, en el marco de una vigilancia de viviendas se presentara una situación que fuera imputable al ámbito intangible de la configuración privada de la vida, debe interrumpirse la vigilancia. No obstante, las grabaciones ya obtenidas deben ser destruidas. Se prohíben el traspaso y la valoración de las informaciones obtenidas. El art. 13 párr. 3 LF debe interpretarse en el sentido de que, en caso de grabaciones así obtenidas, tienen que existir la prohibición de valoración de la prueba (acerca del anclaje constitucional de tales mandatos, vid. BVerfGE 44, 353, 383 s.; vid. también BVerfGE 34, 238, 245 ss.). c) El art. 13 párr. 3 LF tampoco lesiona los principios del Estado de Derecho. Por ello, no se necesita aclarar en qué medida el art. 79 párr. 3 LF declara como inmutables los elementos del principio del Estado de Derecho. El art. 13 párr. 3 LF no limita el principio de proporcionalidad, sino que deja inalterada su validez también para la vigilancia acústica de viviendas, y además contiene concreciones que lo toman en cuenta. El mandato de un proceso justo no se ve afectado por el art. 13 párr. 3 LF. Este principio abarca el derecho a la libertad de declarar y de decidir dentro del pro- ceso penal, derecho que, entre otros, ha sido recogido por los §§ 136 a y 163 a párr. 4 inciso 2 StPO. Forma parte de esto el que, en el marco del proceso penal, nadie se vea obligado, a través de su propia declaración, a acusarse a sí mismo de un delito o a contribuir activamente a la prueba de su culpa (vid. BVerfGE 56, 37, 49). Tal influencia en la conversación falta en relación con la vigilancia acústica de viviendas realizada de manera secreta. El secreto de la medida de persecución penal no atenta por sí mismo contra la prohibición de maniobras de engaño que tiene sus raíces en el mandato de proporcionar un proceso justo. La escucha secreta se aprovecha, ciertamente, de una falsa representación del afectado en relación con el blindaje protector de su vivienda, pero la expresión del inculpado se basa en su decisión voluntaria. No obstante, la puesta en conocimiento de esta expresión al poder estatal no es libre. Las investigaciones hechas secretamente constituyen un presupuesto indispensable para el éxito de una serie de medidas de persecución penal que no sólo por ello son contrarias al Estado de Derecho. II. La autorización legal para ejecutar la vigilancia acústica de viviendas del § 100 c párr. 1 núm. 3, párrafos 2 y 3 StPO, así como la regulación de las prohibiciones de producción y valoración de prueba del § 100 d párr. 3 StPO, no tienen en cuenta de manera suficiente las demás exigencias que conforme al art. 13 párr. 1 y 3 LF, así como el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, deben hacerse a la configuración del catálogo de delitos y al respeto del principio de proporcionalidad con miras a la protección del ámbito intangible de la configuración privada de la vida. Son compatibles con la Ley Fundamental solamente de manera parcial. 1. Un parámetro para la evaluación de la constitucionalidad de las autorizaciones contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal para la vigilancia acústica de viviendas está constituido, sobre todo, por el art. 13 párr. 1 y 3 LF y, conjuntamente, por el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF. Pero también pueden verse afectados otros derechos fundamentales por las medidas que posibilitan las normas, por ejemplo especialmente el art. 4 párr. 1 y 2, así como el art. 6 párr. 1 y 2 LF. a) Sin embargo, no es de aplicación, junto con el art. 13 párr. 1 LF, el derecho general de la personalidad, deducido del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en tanto se puedan revisar las intervenciones en la esfera espacial privada del titular de la vivienda. El art. 13 párr. 1 LF contiene una garantía especial de la protección frente a la vigilancia acústica estatal de la esfera privada, que en tal medida desplaza la norma más general (vid. BVerfGE 100, 313, 358, sobre el art. 10 LF). Esta especialidad, debido al amplio campo de protección del art. 13 LF, no solamente surte efectos frente a la vigilancia estatal misma, sino que se extiende también a los actos preparatorios necesarios y al proceso de tratamiento de la información y de los datos que sigue a su obtención, así como al uso que se haga de los conocimientos obtenidos (vid. BVerfGE 100, 313, 359). A través del derecho a no ser molestado en su vivienda y del derecho a la propia palabra hablada en su vivienda, el art. 13 párr. 1 LF protege precisamente aquella parte de la esfera privada que, en general, garantiza el derecho general a la personalidad. Este derecho, como derecho de libertad innominado, completa los derechos de libertad especiales, que igualmente protegen elementos constitutivos de la personalidad (vid. BVerfGE 54, 148, 153 s.) sólo en la medida en que estos últimos no otorguen ninguna protección. b) En cambio, la protección del derecho general de la personalidad del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF interviene en la medida en que se vean afectadas por la vigilancia de la vivienda personas que no puedan invocar el art. 13 párr. 1 LF. Es titular del derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF todo titular o habitante de una vivienda, independientemente de cuál sea la relación jurídica en la que se base el uso de la vivienda. En caso de varios habitantes en una vivienda, cada uno de ellos tiene ese derecho fundamental; por lo tanto, en el caso de familias, cada uno de sus miembros goza del derecho. Pero las medidas de vigilancia de viviendas no solamente pueden abarcar al titular de la vivienda, sino también a quien casualmente se encuentre presente en una vivienda. Ciertamente, estas personas no son afectadas en su derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF, pero sí en su derecho general a la personalidad. Por cierto que, en tal caso, la protección del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF no puede ir más lejos que aquélla proveniente del art. 13, párrafos 1 y 3 LF. c) Finalmente, la protección de la esfera especial privada y del derecho general a la personalidad puede ser completada en casos particulares a través de otras garantías fundamentales. Así, la conversación entre esposos dentro de la propia vivienda no solamente está protegida por el art. 13 párr. 1 LF, sino adicionalmente por el art. 6 párr. 1 LF. En la comunicación con los titulares de secretos profesionales, además de la protección fundamental de la esfera privada, también pueden entrar en consideración derechos fundamentales que tomen en cuenta la particular necesidad de protección de los comunicantes (por ejemplo, el art. 4 LF en relación con la conversación sostenida con un clérigo). 2. La impugnada autorización legal para escuchar y grabar conversaciones en viviendas posibilita la intervención en los derechos fundamentales del art. 13 párr. 1 y del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF. a) Tiene lugar una injerencia en el derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio tanto con la penetración física en el espacio habitado y la colocación de medios técnicos en los espacios protegidos, como también con la escucha de lo que ocurre en la vivienda con ayuda de soportes acústicos (vid. supra C I 1). Se continúa con esta intervención a través del archivo y el empleo de la información obtenida, así como con su entrega a otros organismos. Toda forma de vigilancia acústica o visual de viviendas supone una injerencia, sin importar si se hace con medios técnicos colocados dentro de los espacios protegidos o que sean utilizados desde fuera de la vivienda, por ejemplo empleado micrófonos direccionales (vid. Tribunal Constitucional del Estado Libre de Sajonia, LVerfGE 4, 303, 383). Sin embargo, esto rige solamente en la medida en que la vigilancia desde fuera capte aquellos sucesos ocurridos dentro de la vivienda que escapan a la percepción natural desde fuera del ámbito protegido. Ciertamente, la captación de la comunicación que escape de la vivienda hacia fuera y que pueda escucharse sin ayuda de soportes técnicos, también puede afectar la privacidad de esta comunicación. Pero estas expresiones vitales no forman parte de la protección fundamental del art. 13 LF porque el afectado no está utilizando la esfera espacial privada para su protección al posibilitar él mismo la perceptibilidad de la comunicación desde fuera. b) Más allá de ello, la vigilancia acústica de viviendas afecta al derecho general a la personalidad en tanto se vean afectadas personas que, al encontrase casualmente en una vivienda vigilada, no pudieran invocar el derecho fundamental especial del art. 13 párr. 1 LF (vid. supra C II 1 b). 3. La autorización legal para ejecutar la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal es sólo parcialmente constitucional. a) Las disposiciones legales deben adoptar las medidas suficientes para que no se produzca la intervención en el núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida y para que, con ello, se respete la dignidad humana. Si se violara esta prohibición o si, inesperadamente, una medida afectase al núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida, la misma debe ser interrumpida y debe velarse por que las consecuencias sean eliminadas mediante la obligación de borrar y la prohibición de valorar las grabaciones,. El § 100 d párr. 3 StPO no cumple de manera suficiente con estas exigencias. aa) El legislador no ha concretado suficientemente las prohibiciones de vigilancia y producción de efectos probatorios, que son necesarias constitucionalmente con miras a proteger el núcleo de la configuración privada de la vida. (1) El art. 13 párr. 3 LF autoriza únicamente las regulaciones legales que garanticen que la vigilancia acústica de viviendas deja intocable el núcleo de la configuración privada de la vida (vid. supra en C I 3 b cc). Por eso, las regulaciones legales tienen que prohibir las escuchas y grabaciones de las palabras habladas de manera no pública en las viviendas cuando existan indicios de que se captan conversaciones absolutamente protegidas. Los límites del núcleo intangible de la configuración privada de la vida han sido descritos más arriba (C I 3 b dd). La necesidad de protección de espacios depende de su utilización concreta. Los requisitos para la validez legal de la vigilancia de viviendas son tanto más estrictos cuanto más grande sea la probabilidad de que con ellos se puedan captar conversaciones de contenido personalísimo (vid. también el Informe de la Comisión Jurídica del Parlamento Federal alemán, en BOPF 13/9660, p. 4). Tal probabilidad se presenta de manera típica al escuchar conversaciones entre los parientes más cercanos, las personas de confianza más íntima, otras personas de la mayor confianza y algunos portadores de secretos profesionales. En este círculo de personas, las medidas de vigilancia solamente deben ser adoptadas cuando existan concretos indicios de que los contenidos de la conversación entre los inculpados y estas personas no exigen una protección absoluta, especialmente en caso de una participación en los hechos por parte de las personas que llevan a cabo la conversación. La sospecha concreta de que existen tales contenidos en la conversación tiene que existir ya en el momento de dictar la medida. Esta sospecha no se puede fundamentar después a través de la vigilancia acústica de viviendas. (2) Conforme a ello, el § 100 d párr. 3 StPO sólo contiene parcialmente las restricciones legales que el Derecho constitucional exige a la autorización . Ciertamente, la disposición se basa en la consideración general de que la vigilancia acústica de viviendas no tiene lugar cuando los hechos deben ser clasificados dentro del ámbito intangible de la configuración privada de la vida. No obstante, el § 100 d párr. 3 StPO concreta estos límites constitucionales de manera insuficiente. (a) En la medida en que las conversaciones entre el inculpado y los portadores de secretos profesionales en el sentido del § 53 StPO están sometidas, por mandato de la Constitución, a una prohibición de vigilancia, el § 100 d párr. 3 inciso 1 StPO debe tenerlo en cuenta mediante una amplia prohibición de producción de prueba. No necesita decidirse aquí si era constitucionalmente exigible colocar a todos los portadores de un secreto profesional del § 53 StPO bajo una prohibición absoluta de vigilancia. En todo caso, el legislador no está impedido para fundamentar adicionales prohibiciones de investigación probatoria con miras a la protección constitucional de especiales relaciones de confianza. (b) En cambio, el § 100 d párr. 3 StPO no asegura que quede excluida en todo caso la vigilancia cuando el inculpado sólo se encuentre en la vivienda junto con sus familiares más cercanos u otras personas de la mayor confianza, y no existan indicios sobre la participación de estas en el hecho. Para los que tengan derecho a negarse a declarar como testigos del § 52 StPO, entre los cuales se cuentan sobre todo los familiares más cercanos, no se ha previsto en el § 100 d párr. 3 inciso 3 StPO una prohibición general de vigilar, sino solamente una prohibición de valoración de prueba conforme al principio de proporcionalidad. El § 100 d párr. 3 StPO no contiene ninguna restricción en el caso de conversaciones con personas de la mayor confianza que no pertenezcan al círculo de los facultados a negarse a declarar como testigo. Tampoco garantiza el § 100 d párr. 3 inciso 2 StPO de manera suficiente la prohibición de vigilar conversaciones con personas de la mayor confianza. Ciertamente, según este artículo, no se permite la vigilancia acústica de viviendas cuando sea de esperar que todos los conocimientos que se van a obtener gracias a la medida estén sometidos a una prohibición de valoración de prueba. Tales prohibiciones de valoración no solamente pueden resultar del § 100 d párr. 3 inciso 3 StPO, con miras a los facultados a negarse a declarar como testigos, sino también directamente de los derechos fundamentales, en especial cuando se afecte el núcleo de la configuración privada de la vida (vid. Nack, en: Karlsruher Kommentar zur Strafprozessordnung, 5ª edición, 2003, § 100 c, nm. 24; Rudolphi/Wolter, Systematischer Kommentar zur Strafprozessordnung, § 100 d, nm. 38, puesta al día en abril de 2001). Sin embargo, la regulación no apunta, ni en la intención del legislador ni por su tenor literal, a prohibir la vigilancia en situaciones en las cuales exista la probabilidad de que con las medidas de escucha se puedan abarcar conversaciones protegidas de manera absoluta. Con esta regulación únicamente se quiere aclarar el principio, que también rige para otras medidas investigadoras, de que una medida que solamente pueda llevar a obtener conocimientos no aprovechables no es apropiada, ya desde el principio, para conseguir el objetivo perseguido con una medida procesal penal de obtener conocimientos aprovechables (vid. el Informe de la Comisión Jurídica del Parlamento Federal, BOPF 13/9661, p. 7). Además, según el tenor expreso de la disposición, solamente existe una prohibición de vigilancia cuando todos los conocimientos estén sometidos a una prohibición de valoración. Pero esto prácticamente nunca podrá darse, incluso en el caso de la vigilancia del inculpado que se encuentre en la vivienda solo con sus familiares más cercanos o conocidos más íntimos. Con una interpretación estricta, el § 100 d párr. 3 inciso 2 StPO llevaría a que una prohibición de vigilar se daría sólo de manera extremadamente excepcional porque las conversaciones, por regla general, se caracterizan por tener contenidos de lo más variados. Que el legislador prevea la insuficiencia de la vigilancia acústica de viviendas solamente para el caso de que todos los conocimientos estén bajo una prohibición de valoración no satisface las exigencias constitucionales. Debido al claro tenor literal (“todos los conocimientos”) queda excluida la posibilidad de una interpretación restrictiva que pueda llevar a un resultado satisfactorio desde la perspectiva constitucional. bb) El legislador tampoco ha tomado suficientes previsiones en el § 100 d párr. 3 StPO para que la vigilancia se interrumpa cuando se produzca, inesperadamente, una situación que deba imputarse al núcleo intangible de la configuración privada de la vida. En tales casos, es ilegal continuar con la vigilancia. cc) Igualmente faltan suficientes disposiciones en el sentido de que deba omitirse la valoración cuando los conocimientos hubieran sido obtenidos violando el núcleo de la configuración privada de la vida, y que, en este caso, los datos ya obtenidos deban ser borrados. (1) La Ley Fundamental plantea requisitos al legislador en ambos aspectos. (a) La Constitución exige reglas que digan que no deben ser valorados aquellos datos provenientes del núcleo de la configuración privada de la vida. El riesgo de intervenir en el núcleo de la configuración privada de la vida que está vinculado con la vigilancia acústica de viviendas solamente puede ser constitucionalmente tolerado cuando existan previsiones que impidan el surgimiento de consecuencias ulteriores a partir de violaciones ocurridas excepcionalmente. Debe asegurarse que los conocimientos obtenidos a través de la intervención no encuentren aplicación alguna en las diligencias previas posteriores ni tampoco en ningún otro contexto. En primer lugar, se necesita una amplia prohibición de valoración para el caso de que las autoridades encargadas de la persecución penal, incumpliendo la habilitación, lleven a cabo la vigilancia acústica de la vivienda, por ejemplo a pesar de que exista una probabilidad de que con la medida se capten conversaciones absolutamente protegidas. Ninguna de las informaciones obtenidas durante el momento de la existencia de la prohibición de producción de prueba debe ser aprovechada en el proceso penal, sin importar su contenido. Esto no solamente rige en relación a su valoración como medio de prueba en el proceso sobre el fondo del asunto, sino también en la medida en que se consideren indicios que propicien investigaciones en otros contextos. Igualmente existe una prohibición de valorar cuando, conforme a las circunstancias, no pueda partirse de una prohibición de producir pruebas, pero durante la ejecución de la vigilancia acústica de la vivienda, de todos modos, se produzca una situación que lleve a escuchar conversaciones de carácter personalísimo. En la práctica existirán repetidos casos en los cuales no existan suficientes signos exteriores que permitan aclarar si es de esperar o no que se produzcan conversaciones absolutamente protegidas dentro de la vivienda. Tampoco siempre podrá valorarse de manera indubitada la sospecha sobre la participación en el hecho de un pariente cercano que se encuentra en la vivienda. Las autoridades encargadas de la persecución penal no podrán proporcionar pronósticos seguros sobre todo allí donde no sea posible una clasificación clara conforme al entorno social, pese a realizarse los esfuerzos correspondientes (por ejemplo, mediante observaciones previas). La cuestión re- lativa a si se trata de conversaciones con posibles partícipes del hecho no siempre puede corroborarse por anticipado. Por ello, es indispensable para una amplia protección del núcleo disponer de una prohibición de valorar los conocimientos obtenidos, que complete la prohibición de producción de pruebas,. Los datos provenientes de acciones que afecten el ámbito intangible de la configuración privada de la vida están sometidos, por razones constitucionales, a una prohibición absoluta de valoración, y no deben ser valoradas ni en el proceso sobre el fondo del asunto ni deben servir como punto de vinculación para otras investigaciones (vid. BVerfGE 44, 353, 383 s.). (b) En tanto se haya obtenido información proveniente del núcleo de la configuración privada de la vida, ésta debe ser borrada inmediatamente. A ello no se opone el mandato de otorgar una tutela judicial efectiva del art. 19 párr. 4 LF. En tal medida, es decisivo que cualquier conservación de datos personalísimos que no debieron haber sido captados conlleve el riesgo de profundizar en la violación de la personalidad. Por ello, en esa medida, en el marco de una protección jurídica a posteriori solamente podría comprobarse que la escucha y la grabación de las informaciones borradas han sido ilegales y que existe un deber de eliminar los datos. No obstante, éste puede alcanzarse también, de una manera suficientemente constitucional, borrando inmediatamente los datos, cuando el borrado se base en la comprobación de la autoridad de que la grabación ha sido ilegal. Sin embargo, sigue sin satisfacerse un posible interés de los afectados a tener un conocimiento completo sobre los contenidos de la conversación que han sido vigilados por las autoridades de la persecución penal. Pero este interés no puede justificar el riesgo de otras lesiones de los derechos fundamentales, riesgo unidos a la continuación de la conservación de dichos datos. Debe borrarse tanto la cinta original como también la copia que eventualmente se haya hecho en el ínterin. Las autoridades de persecución penal tienen el deber, con base en el art. 19 párr. 4 LF, de señalar por escrito que se han llegado a grabar contenidos de conversación absolutamente protegidos, y que dichas grabaciones, por tal motivo, han sido borradas por completo. (2) El legislador ha dado una regulación legal que solamente de manera parcial satisface estos requisitos constitucionales. (a) Es cierto que el § 100 d párr. 3 inciso 1 StPO puede ser interpretado en el sentido de que existe una prohibición de valoración cuando hayan sido escuchadas y grabadas las conversaciones con portadores de secretos profesionales (§ 53 StPO), atentando contra la prohibición legal (vid. así Bludovsky, Rechtliche Probleme bei der Beweiserhebung und Beweisverwertung im Zusammenhang mit dem Lauschangriff nach § 100 c Abs. 1 Nr. 3 StPO, 2002, p. 331). Por el contrario, para otros hechos faltan prohibiciones absolutas de valoración. Antes bien, el legislador, conforme a los §§ 52 y 53 a StPO, se ha limitado a destacar la importancia del principio de proporcionalidad para la valoración de conversaciones con los facultados a negarse a declarar como testigos . (b) Además, la observancia constitucional de las prohibiciones de valoración de prueba necesita un garantía procesal complementaria. Y en esto también se aprecian carencias. La protección del núcleo de la configuración privada de la vida, frente a la falta regular de la posibilidad de que el afectado mismo se proteja legalmente – cuando no se borren los datos de inmediato -, solamente se garantiza de manera suficiente cuando no sólo esté en manos de las autoridades encargadas de la persecución penal la evaluación sobre la posibilidad de valorar en el proceso sobre el fondo del asunto, o incluso al inicio de la investigación en otros procesos, los conocimientos obtenidos por ellos, sino cuando sobre esto decida una instancia independiente que tenga en cuenta también los intereses de los afectados. El § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO no adopta de manera suficiente tal garantía procesal. Ciertamente, Sconforme a esta disposición, el tribunal que ordena la medida decide en el proceso preliminar sobre la posibilidad de valorar los conocimientos obtenidos. No obstante, la regulación se refiere, según los fundamentos dados por la Comisión Jurídica del Parlamento Federal alemán (vid. BOPF 13/9661, p. 7) y según su ubicación sistemática, solamente a aquellas medidas en las cuales se hayan escuchado conversaciones del inculpado con personas que tienen derecho a negarse a declarar como testigos. Así pues, la disposición tiene un limitado ámbito de aplicación. Sobre todo falta una regulación clara que diga quién está facultado para solicitar esta decisión, así como que existe una obligación de recurrir a un tribunal. En este estadio procesal, los afectados por la vigilancia acústica de viviendas, por regla general, no han tomado conocimiento todavía de la medida y, por ello, no pueden actuar ellos mismos. Está en manos de las autoridades encargadas de la persecución penal la cuestión relativa a si debe solicitarse una decisión del tribunal conforme al § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO. Según su tenor literal, el § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO no prevé, ni para el tribunal que ordena la medida ni para las autoridades encargadas de la persecución penal, la obligación de decidir de oficio, en el proceso preliminar, sobre la posibilidad de valorar los conocimientos. Con base en esta norma no puede garantizarse la observancia de las prohibiciones de valoración. Para que el estado de cosas sea conforme con la Constitución se necesita una regulación en virtud de la cual la valoración de informaciones obtenidas a través de una vigilancia acústica de viviendas se admita solamente cuando la posibilidad de dicha valoración haya sido evaluada previamente por una instancia independiente, como por ejemplo el tribunal señalado en el § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO. (c) El mandato de borrar los datos obtenidos que provengan del núcleo de la configuración privada de la vida no está regulado en el § 100 d párr. 1 inciso 2 en relación con el § 100 b párr. 3 StPO. Estas normas solamente se refieren a la eliminación de los datos obtenidos legalmente cuando ya no sean necesarios para la persecución penal (vid. infra en C VIII). La ausencia de un mandato de borrar inmediatamente los datos referidos al núcleo lleva después de la resolución del juicio oral a considerables inseguridades en lo relacionado con el uso de los datos. Especialmente ocurre con frecuencia que se conservan más adelante las grabaciones originales durante mucho tiempo. Los vacíos de la regulación ponen en peligro la protección de los derechos fundamentales. (d) En este contexto, la regulación legal no solamente es indispensable debido a que la prohibición de valoración y el mandato de borrar puedan deducirse de la Constitución. El legislador, al cumplir con los presupuestos constitucionales, dispone de un margen de maniobra de manera que los tribunales tienen que respetar su poder de configuración. En todo caso, los vacíos que quedaran podrían ser llenados – si fuera posible - en parte en el marco de un uso analógico del § 100 d párr. 3 y 6 StPO, o a través de una interpretación conforme con la Constitución. Por ello, se necesita una mayor actividad legislativa. b) En la medida en que la vigilancia acústica de viviendas no afecte al núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida, su constitucionalidad presupone el respeto del principio de proporcionalidad que en parte ha sido más detallado en el art. 13 párr. 3 LF. Las regulaciones impugnadas no cumplen por completo con estas exigencias. Ciertamente, persiguen un objetivo legítimo (aa) y también son apropiadas (bb) y necesarias (cc) para conseguirlo. Pero el legislador, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, solamente de manera parcial ha respetado la limitación del empleo de la vigilancia acústica de viviendas a delitos especialmente graves, tal como lo estipula el art. 13 párr. 3 LF (dd). En lo demás, siempre que se haga una interpretación restrictiva, la autorización legal no tropieza con objeciones de carácter constitucional (ee). aa) La habilitación impugnada para ejecutar la vigilancia acústica de viviendas persigue una finalidad legítima. Con la habilitación el legislador persigue, además de la finalidad general de esclarecer delitos graves, especialmente el objetivo de mejorar el instrumental jurídico para la lucha contra la criminalidad organizada. Según la exposición de motivos del proyecto de ley, la vigilancia acústica de viviendas está destinada a posibilitar la penetración en el círculo interno de de organizaciones criminales y desvelar sus estructuras (vid. BOPF 13/8651, p. 1, 9). Para ello se consideró indispensable ampliar el instrumental con la vigilancia acústica de viviendas, sobre todo para fines de la investigación y poder probar la culpabilidad de los principales responsables, los organizadores, los financiadores y los maquinadores (vid. BOPF 13/8651, p. 9 s., 12 s.). Ciertamente, conforme a su ámbito de aplicación, la ley no se limita a los casos propios de la criminalidad organizada. En repetidas ocasiones ha destacado el Tribunal Constitucional Federal la necesidad irrenunciable que se tiene de una efectiva persecución penal y de lucha contra la criminalidad, ha destacado el interés público de investigar una verdad lo más plena posible en el proceso penal – tanto para probar la culpabilidad de los delincuentes como para absolver a los inocentes -, y ha caracterizado el esclarecimiento efectivo sobre todo de delitos graves como una tarea esencial de una comunidad basada en el Estado de Derecho (vid. BVerfGE 77, 65, 76; 80, 367, 375; 100, 313, 389; 107, 299, 316). bb) Con base en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, la vigilancia acústica de viviendas es también apropiada en lo esencial para perseguir los delitos señalados en esta disposición. Una ley es apropiada para conseguir sus fines cuando, con su ayuda, pueda promoverse el resultado buscado. Al evaluar la idoneidad del medio escogido, así como, en este contexto, al hacer el pronóstico y la estimación de los peligros que amenacen a la generalidad, el legislador tiene un margen de apreciación (vid. BVerfGE 77, 84, 106; 90, 145, 173). En el caso particular, la prerrogativa de hacer estimaciones que tiene el legislador se verá influida por la peculiaridad del ámbito de la materia en cuestión, las posibilidades de formarse un juicio suficientemente seguro y la importancia de los bienes jurídicos que estén en juego (vid. BVerfGE 50, 290, 332 s.; 88, 203, 262; 90, 145, 173). (1) No existen dudas constitucionalmente relevantes en cuanto a la idoneidad básica de la vigilancia acústica de viviendas para investigar delitos. Esto se ve corroborado por los informes anuales y el informe de experiencia resumido del Gobierno Federal sobre los efectos de la vigilancia acústica de viviendas. Entre los años 1998 y 2000 en 70 procesos se practicaron escuchas en 79 viviendas. En 41 de los 70 casos afectados, los conocimientos obtenidos con la medida no tuvieron importancia en las diligencias previas. Un cuadro similar se observa en el año 2001. En este período de tiempo, en 17 casos se ordenó la vigilancia acústica de viviendas. En nueve, y con ello nuevamente en más de la mitad de todos los casos, las medidas de escucha no tuvieron relevancia en las diligencias previas posteriores. Como causas del escaso empleo de la vigilancia acústica de viviendas se mencionan el elevado coste personal y económico, así como los problemas existentes en la realización técnica de la medida. En algunos casos no se habría llegado a conocimientos relevantes para el proceso debido a que las medidas ya habrían fracasado técnicamente. Además, el Gobierno Federal indica que, sobre todo, la colocación de los medios técnicos necesarios dentro de la vivienda del inculpado o de un tercero habría resultado ser difícil (vid. BOPF 14/8155, p. 7 y 13). En cambio, no se considera que las contramedidas adoptadas por los sospechosos hayan frustrado, en gran medida, el éxito de la vigilancia acústica de viviendas. Pero frente a las medidas investigadoras sin relevancia también se tiene una cantidad de vigilancias de viviendas que, según declaraciones de varias administraciones estatales de justicia, sí han desvelado conocimientos que han sido de importancia decisiva para la investigación penal. Esto se habría dado especialmente en casos en los cuales el inculpado se habría comportado de manera extremadamente conspirativa y encubierta, también en conversaciones telefónicas. En tales casos, el aprovechamiento de la vigilancia acústica de viviendas habría llevado, en lo esencial, al éxito buscado en las investigaciones. También los expertos interrogados por la Sala, el Fiscal Superior Dr. Thiel, los Prof. Dr. Pfeiffer y el Dr. Kerner, así como el profesor asociado Dr. Kinzig, parten de que la vigilancia acústica de viviendas, como método oculto de investigación, puede contribuir a esclarecer los delitos que se persiguen con él. En todo caso, si una medida de persecución penal ha tenido en parte éxito, no atenta contra el mandado de idoneidad. (2) Sin embargo, con la autorización para intervenir el legislador persigue también el objetivo especial de penetrar en las estructuras y el ámbito interno de la criminalidad organizada. A lo largo de la historia de aparición del art. 13 párr. 3 LF, así como de las autorizaciones en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, este objetivo ha sido repetidamente mencionado como la justificación básica, si no incluso la única, de las medidas de vigilancia. El descubrimiento de las estructuras de la criminalidad organizada deberá contribuir a destruirla y así impedir la comisión de nuevos delitos. Con ello, el legislador se basa en el descubrimiento, enfatizado también por muchos criminólogos incluyendo los expertos consultados por el Tribunal, de que en la lucha contra la criminalidad organizada, la represión y la prevención están estrechamente vinculadas. La medida de vigilancia de viviendas, que supone una intensa injerencia en los derechos fundamentales, se justifica precisamente con el argumento de que, a través de la represión, también ayuda a cumplir con fines de prevención en un ámbito de la criminalidad que es considerado especialmente peligroso; ello ocurre precisamente al revelar y desarticular las estructuras de esta criminalidad. (a) No obstante, el fenómeno de la criminalidad organizada es muy difícil de comprender, de tal manera que, en la actualidad, solamente de manera muy limitada se puede afirmar en qué medida puede ser alcanzado el objetivo especial pretendido por el legislador. La misma definición del concepto de criminalidad organizada es complicada. En la discusión pública se sigue mayoritariamente la delimitación conceptual del grupo de trabajo conjunto de la reunión entre el ministerio del Interior y el ministerio de Justicia. Conforme al mismo, por criminalidad organizada se entiende “la comisión planificada de delitos, motivada por el deseo de obtener ganancias o poder, que de manera individualizada o en su totalidad tienen una importancia considerable cuando más de dos participantes actúen conjuntamente, a largo plazo o por plazo inderminado, empleando estructuras comerciales o similares a las mercantiles, aplicando violencia u otro medio idóneo para intimidar o influyendo en la política, los medios de comunicación, la administración pública, la justicia o la economía” (MinBl167 NW 1990, p. 1721). Esta delimitación conceptual muestra que no debe entenderse como criminalidad organizada un tipo penal delimitable o la suma de varios tipos penales concretos, sino un fenómeno complejo de comportamiento desviado. A la indeterminación del concepto se añaden las incertidumbres sobre la magnitud existente en Alemania y la forma fenomenológica de la criminalidad organizada. Pese a variadas investigaciones, en especial las realizadas por el Instituto de Criminología de la Oficina Federal sobre criminalidad, el fenómeno ha sido aclarado sólo de manera criminológicamente limitada. En la investigación más reciente y hasta ahora la más amplia, aunque no representativa, sobre la criminalidad organizada en Alemania, el profesor asociado Dr. Kinzig, consultado en su calidad de experto por el Tribunal, llega a una valoración escéptica (más detalles al respecto en Kinzig, Die rechtliche Bewältigung von Erscheinungsformen organisierter Kriminalität, 2003). En sus investigaciones, este autor no ha podido encontrar en los casos analizados por él, o en todo caso sólo lo ha conseguido de manera aislada, un potencial de amenaza claramente superior frente a las áreas tradicionales de la criminalidad. Él menciona las siguientes diferencias en relación con casos de criminalidad común: la comisión de los así llamados delitos sin víctimas, un elevado porcentaje de extranjeros como participantes, así como la internacionalidad de la comisión del hecho. A esto se añade una cierta división del trabajo y la permanencia, así como la planificación, profesionalidad y capacidad conspirativa. (b) En la actualidad no puede evaluarse de manera definitiva si con ello existen estructuras a cuyo esclarecimientopudiera contribuir de manera especial la vigilancia 167 N. e. Boletín Ministerial (Ministerialblatt). acústica de viviendas como medio de persecución penal. Los Estados federados, en las opiniones recogidas por el Gobierno Federal y presentadas al Tribunal, parten unámimemente de que la medida de investigación, en la práctica, es básicamente idónea no solamente para esclarecer delitos provenientes del ámbito de la criminalidad organizada, sino también para penetrar en sus estructuras criminales organizativas. Jurídico-constitucionalmente no puede objetarse que el legislador haya partido de una vaoración en este sentido. La inseguridad remanente hace necesario observar el desarrollo y evaluar continuamente si el instrumento de investigación es realmente idóneo para alcanzar, en la medida suficiente, el objetivo especial perseguido con él (acerca de la evaluación de las regulaciones legales, vid. BVerfGE 33, 171, 189 s.; 37, 104, 118; 88, 203, 310). El legislador ya ha adoptado las precauciones para ello. Se asegura una evaluación permanente, en especial a través de los deberes de informar que existen en el art. 13 párr. 6 LF en relación con el § 100 e StPO. Adicionalmente, el Gobierno Federal, para seguir ilustrando al Parlamento, ha encargado una investigación jurídico-empírica sobre los efectos de la vigilancia acústica de viviendas, investigación que será concluida en mayo de 2004. cc) La ley impugnada también es necesaria para alcanzar su objetivo. No se tiene a disposición un medio de igual efectividad pero que afecte menos a los derechos fundamentales (1). Por lo demás, mediante requisitos normativos sobre el supuesto de hecho de la intervención, el legislador ha asegurado suficientemente que se respete la necesidad de la vigilancia acústica de viviendas (2). (1) No se atisban otras medidas investigadoras que, de manera general, sean menos graves e igualmente idóneas para alcanzar el mismo objetivo esclarecedor. Al evaluar la necesidad del medido elegido para alcanzar el objetivo perseguido, el legislador también tiene un margen de apreciación, cuyo empleo puede ser revisado por el Tribunal Constitucional Federal de manera limitada (vid. BVerfGE 90, 145, 173). Según la opinión del legislador, al introducir la vigilancia acústica de viviendas no se tenían a disposición otras alternativas que hubieran afectado menos a los derechos fundamentales. Los métodos tradicionales de investigación, incluida la vigilancia telefónica, por regla general no se serían suficientes para llevar las medidas de investigación al núcleo de la criminalidad organizada, cuando se trata de bandas que actúan organizadamente y se cierran casi por completo hacia fuera. Debido a la creciente amenaza para los ciudadanos y el Estado, sería absolutamente necesario ir más allá de las actuales medidas de persecución penal y admitir también el empleo de medios técnicos de escucha de las viviendas (vid. BOPF 13/8650, p. 4 y 13/8651, pp. 9, 10 y 13). Por lo menos desde la perspectiva del estado actual de conocimientos sobre el fenómeno de la criminalidad organizada, esta valoración no puede ser objetada constitucionalmente. El objetivo de esclarecimiento depende de la situación concreta de la investigación, de manera que sólo en el caso concreto puede evaluarse fiablemente si realmente existe una alternativa menos grave. Así, el empleo de un agente encubierto, no puede ser considerado en todo caso un medio más leve, igualmente idóneo para investigar en un campo conspirativo y cerrado de la criminalidad organizada con una composición étnicamente homegénea. Igualmente, la escucha de teléfonos no siempre puede tener el mismo éxito porque con ello solamente pueden escucharse conversaciones que sean llevadas a cabo telefónicamente. Pero esto no ocurrirá frecuentemente cuando se trate de conversaciones decisivas a nivel de la dirección de una organización. Y tampoco la observación de las personas es generalmente un medio idóneo similar. Si bien con ella se puede investigar el entorno del inculpado, no se puede conseguir un conocimiento sobre los contenidos de la comunicación del inculpado. (2) Además de esto, el legislador ha introducido previsiones jurídicas para que la vigilancia acústica de viviendas sea empleada sólo como último medio. Ya el art. 13 párr. 3 LF determina que la vigilancia acústica de viviendas solamente pueda ser empleada cuando la investigación de los hechos se viera de otro modo desproporcionadamente dificultada o no tuviera perspectivas de éxito. Esta regulación de la subsidiariedad ha sido acogida en la disposición impugnada del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Conforme a ella, la vigilancia acústica de viviendas solamente está permitida como último medio de la persecución penal. (a) El art. 13 párr. 3 LF permite la vigilancia acústica de viviendas cuando la investigación de los hechos fuera de otro modo desproporcionadamente difícil. El elemento “desproporcionadamente difícultado” describe el esfuerzo investigador que previsiblemente sería necesario si las autoridades encargadas en el caso concreto de la perse- cución penal renunciaran a la vigilancia acústica de la vivienda y, a cambio de ello, adoptaran otras medidas de investigación. La Ley de Enjuiciamiento Criminal, en las hasta ahora existentes cláusulas de subsidiariedad para potestades procesales de intervención, conoce los conceptos "dificultado" y "esencialmente dificultado". La dificultad desproporcionada contiene, frente a estos elementos, una mayor gradación y, con ello, expresa una jerarquía en la cual la vigilancia acústica de viviendas se caracteriza por constituir el último medio (vid. también BOPF 13/8650, p. 5). La idea de la “ultima ratio” presupone la falta de perspectivas de otras medidas de investigación y es determinante también para el pronóstico de la dificultad. Al legislador de reforma de la Constitución le importaba ponderar las necesidades de la táctica investigadora, especialmente frente al peso de la afectación de bienes jurídicos. En la labor investigadora deben tolerarse dificultades hasta el grado de la desproporcionalidad antes de que se pueda recurrir al instrumento de la vigilancia de las viviendas. (b) La vigilancia acústica de viviendas, en lo relativo a la falta de perspectivas de éxito, también es el último medio de persecución penal en comparación con otros medios de investigación. Ciertamente, junto a la escucha y la grabación de las palabras habladas en la vivienda de manera no pública, la vigilancia telefónica, la escucha desde fuera de la vivienda y el empleo de agentes encubiertos, sólo están permitidos por la ley cuando la investigación de los hechos, de otro modo, no tuviera perspectivas de éxito. Desde una interpretación fiel al texto, surgiría de este modo una remisión circular entre aquellas normas que contemplan como elemento de subsidiariedad la falta de perspectivas de éxito de otras medidas de investigación. Pero esto no se correspondería con el sentido de la regulación. Por razones constitucionales, la vigilancia acústica de viviendas debe retroceder frente a todas las demás medidas de investigación. Ella solamente debe entrar en acción allí donde otras medidas de investigación fracasen. En tal medida, la intención del legislador de reforma de la Constitución de configurar, debido a la gravedad de la intervención, la vigilancia acústica de viviendas como última ratio de la persecución penal con ayuda de la cláusula de subsidiariedad elegida, se refiere no solamente al elemento de la dificultad desproporcionada, sino, de igual manera, al elemento de la falta de perspectivas de éxito. El legislador de reforma de la Constitución ha acogido la cláusula de subsidiariedad en el art. 13 párr. 3 LF y le ha dado un peso constitucional y con ello una importancia especial frente a otras cláusulas de subsidiariedad de las leyes ordinarias. dd) En tanto la vigilancia acústica de viviendas no afecte el núcleo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida, el legislador de reforma de la Constitución, concretando el principio de proporcionalidad, ha establecido en el art. 13 párr. 3 LF exigencias especiales en relación a la legalidad de la medida. Sin embargo, el catálogo de delitos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no satisface estas exigencias constitucionales en la medida en que no se limita a delitos especialmente graves en el sentido del art. 13 párr. 3 LF. El legislador de reforma de la Constitución ha restringido la habilitación dada en el art. 13 párr. 3 LF en el sentido de que la sospecha debe relacionarse con un determinado delito especialmente grave que la ley debe precisar en particular. Como consecuencia, la habilitación contenida en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO ha sido limitada a los llamados hechos catalogados. Como prueban los trabajos preparatorios, aunque el legislador ha reconocido la exigencia de que la intervención intensa en el derecho fundamental del art. 13 párr. 1 LF solamente esté justificada en caso de una especial gravedad del delito (vid. BOPF 13/8650, p. 3; 13/8651 p. 13; 13/9642, p. 4; 13/9661, p. 6), no obstante, no ha cumplido con ello de manera coherente. En el catálogo de delitos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no son reconocibles los criterios con los cuales se han seleccionado allí los delitos graves y los menos graves. Las normas tomadas como referencia sirven para la protección de diferentes bienes jurídicos, y los delitos presentan diferentes contenidos de injusto. Tampoco el respectivo marco penal indica siempre una especial gravedad del delito . Se han señalado delitos para los cuales la pena mínima prevista es de multa o privación de libertad no inferior a tres meses, y otros con penas máximas de hasta tres años, o también de cadena perpetua. Este catálogo de delitos solamente en parte cumple con la exigencia constitucional de limitar la vigilancia de viviendas a la persecución de delitos especialmente graves. (1) Son determinantes para la gravedad del injusto típico el rango del bien jurídico lesionado y otros elementos comisivos descritos típicamente (que eventualmente también están contenidos en el tipo calificado) y las consecuencias del hecho. Solamente estos elementos deben fundamentar ya la especial gravedad del respectivo tipo penal, gravedad que está claramente por encima del promedio. (a) El concepto constitucional de “delito especialmente grave” no puede ser equiparado al concepto procesal de “delito de importancia considerable”. En la Ley de Enjuiciamiento Criminal existen, junto a la vigilancia acústica de viviendas, otras medidas de intervención que presuponen un determinado peso del hecho que se va a esclarecer. Así, la huella digital genética (§ 81 g), las redes de búsqueda informática (§ 98 a), la información sobre datos vinculantes de las telecomunicaciones (§ 100 g) y el empleo de un agente encubierto (§ 110 a) solamente son admisibles cuando el delito que se va a perseguir es de considerable importancia. Tal delito entra por lo menos dentro de la categoría de la criminalidad de gravedad media, debe alterar seriamente la paz jurídica y ser idóneo para afectar considerablemente la sensación de seguridad jurídica de la población (vid. BVerfGE 103, 21, 34; 107, 299, 322). Los “delitos especialmente graves” presupuestos por el art. 13 párr. 3 LF tienen que superar claramente el ámbito de la criminalidad mediana. No se correspondería con el sentido y la finalidad del art. 13 párr. 3 LF hacer depender la vigilancia acústica de viviendas solamente de presupuestos que han sido previstos para medidas de investigación de menor intensidad en la injerencia. Mientras que al emplear un agente encubierto la obtención de la información se produce con el acuerdo del afectado – aunque este acuerdo se base en un engaño -, la vigilancia acústica de viviendas se ejecutará sin conocimiento del afectado. La información sobre los datos vinculantes de las telecomunicaciones representa ciertamente una considerable intervención en el secreto de las telecomunicaciones (vid. BVerfGE 107, 299, 318), pero no lleva a conocer los contenidos de la conversación y, por ello, supone una cercanía menor al núcleo de la configuración privada de la vida. Para el legislador de reforma de la Constitución la vigilancia acústica de viviendas, dentro del espectro de las medidas procesales penales, representa una intervención especialmente grave en los derechos fundamentales, por lo que la misma, también con miras a la gravedad del delito perseguido, está vinculada a presupuestos de intervención especialmente estrictos. (b) Ahora bien, con ello el legislador el legislador no se ve limitado en su labor de escoger los tipos que van a ser clasificados como delitos graves en el sentido del art. 12 CP. Si el legislador de reforma de la Constitución hubiera querido orientarse en la clasificación de los delitos entre graves y menos graves168, hubiera sido lógico formular el art. 13 párr. 3 LF de la manera correspondiente. Según el art. 13 párr. 3 LF, también 168 N. e. En alemán respectivamente Verbrechen y Vergehen. está permitido admitir tipos de delitos menos graves en el catálogo de delitos de la disposición impugnada, cuando los tipos cumplan con el elemento de delito especialmente grave. (c) Al escoger los delitos pertinentes, el legislador no ha sido limitado por el art. 13 párr. 3 LF, a aquellos delitos que representen las típicas formas de aparición de la criminalidad organizada o que sean cometidos en casos concretos en dicho entorno. Ciertamente, la lucha contra la criminalidad organizada ha sido y es el trasfondo y el motivo de la modificación del art. 13 LF. Pero esto no ha llevado en el párrafo 3 a limitar el catálogo de delitos a aquellos que sean exclusivamente imputables a la criminalidad organizada. Por otro lado, los delitos no deben ser considerados como especialmente graves ya por el solo hecho de que sean típicos para la criminalidad organizada. En el entorno de ésta se cometen tanto delitos graves como leves. No se satisfacen las exigencias del art. 13 párr. 3 LF solamente con el hecho de que un delito se produce en el marco de la criminalidad organizada, si esta forma de comisión no se refleja en el tipo y, simultáneamente, fundamenta el injusto especialmente grave del hecho. (d) El art. 13 párr. 3 inciso 1 LF exige que los hechos enumerados en el catálogo, por sí mismos y no sólo en casos particulares, sean especialmente graves. Si el injusto del hecho posiblemente grave de un delito , fuera en el caso concreto considerado suficiente para ser admitido en el catálogo de delitos, el elemento de “delito especialmente grave” del art. 13 párr. 3 LF no tendría ya ninguna función limitadora de la intervención porque, en última instancia, casi cualquier delito del Código penal, en el caso concreto, puede ser especialmente grave y, con ello, encontrar acogida en el catálogo de delitos. La configuración del catálogo sería, con esta interpretación del art. 13 párr. 3 LF, arbitraria y, sobre todo, podría extenderse ilimitadamente. (e) La intervención mediante la vigilancia acústica de viviendas tiene como requisito, en una interpretación restrictiva del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, que la sospecha de un delito grave en abstracto en el catálogo también sea especialmente grave en el caso concreto (vid. – sobre el § 100 g StPO - la BVerfGE 107, 299, 322). Y es que la intervención en el derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio tiene que estar justificada también en el caso concreto a la luz de la lesión del bien jurídico que se deriva del delito. Un punto de apoyo para la gravedad consiste en las consecuencias del hecho para los bienes jurídicos afectados. En determinados delitos – como en el asesinato y el homicidio - la gravedad suficiente también se indica en el caso concreto a través del bien jurídico lesionado; en otros se necesita una verificación independiente. La gravedad especial del hecho en el caso concreto puede ser fundamentada especialmente a través de la vinculación fáctica con otros delitos del catálogo o mediante la cointervención con otros autores de delitos. Esta situación también existe en el caso de una cointervención con división del trabajo, que eventualmente también ocurra de manera conexa, de varios autores en el marco de la realización de un suceso criminal complejo que lesione varios bienes jurídicos, tal como el legislador de reforma de la Constitución ha considerado típico de la criminalidad organizada. Puede regir lo mismo para el caso de los delitos (también en la lista) contra la paz, de alta traición y determinados delitos de puesta en peligro del Estado democrático de Derecho. En especial se nota que el legislador ha pensado en estos hechos complejos por el hecho de que él también esperaba, tal como consta en los trabajos preparatorios, alcanzar a los principales responsables, organizadores, financiadores y maquinadores con el instrumental del art. 13 párr. 3 LF (vid. BOPF 13/8651, p. 9). Ciertamente, la gravedad del delito puede relacionarse solamente con el hecho cometido en su caso, no así con hechos que son de esperar sólo en el futuro. Pero en tal medida el contenido de injusto de todo el complejo puede repercutir en la valoración del hecho como grave. (2) El legislador no ha limitado la estandarización de los hechos catalogados a delitos que, en una consideración abstracta, son especialmente graves en el sentido del art. 13 párr. 3 LF. En la medida en que esto no ha ocurrido, el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no satisface el art. 13 párr. 3 LF. Según el art. 78 inciso 2 y el art. 82 párr. 1 BVerfGG, que se deben aplicar en el procedimiento de amparo constitucional (vid. BVerfGE 18, 288, 300), también están sometidas a revisión las modificaciones legales que hayan ocurrido después de la presentación del recurso de amparo. (a) Del marco punitivo de la norma penal se desprende si el hecho ha sido clasificado por el legislador como especialmente grave. El catálogo de delitos del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO abarca, junto a tipos de delitos graves, tipos de delitos menos graves, entre ellos también aquellos cuyo marco penal no expresa un contenido de injusto superior al promedio. Las penas mínimas van desde multas hasta privaciones de libertad de dos, tres, cuatro o diez años, pasando por otras de tres o seis meses. También va- rían las penas máximas, que van desde los tres años hasta la cadena perpetua, pasando por otras de cinco o diez años. Al determinar el contenido de injusto de un delito y decidir qué delitos deben dar pie a la vigilancia acústica de viviendas, el legislador dispone de un margen de apreciación. En lo referente al art. 13 párr. 3 LF debe tratarse, en abstracto, de un delito especialmente grave. El marco punitivo da para ello un punto de apoyo determinante. Solamente puede partirse de una especial gravedad del delito en el sentido del art. 13 párr. 3 LF cuando el legisladorha previsto para aquél, en todo caso, una pena máxima superior a cinco años de privación de libertad. Según la sistemática legal, para tipos que tengan una medida de pena superior a los cinco años, al mismo tiempo se prevé una pena máxima de diez años de privación de la libertad. Esta pena se reserva para aquellos delitos que presenten un injusto del hecho especialmente grave y con ello que abandonen claramente el ámbito de la criminalidad media. (b) Aplicando este parámetro, resulta inconstitucional la referencia que hace el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO a aquellos tipos penales que, en función de su amenaza punitiva, pueden ser clasificados en todo caso como delitos de criminalidad media. En la actual redacción en vigor del § 100 c párr. 1 núm. 3 letra a StPO cuentan dentro de este grupo: la preparación para una falsificación de tarjetas de pago con función de garantía, y el preimpreso de cheques europeos (§ 152 b párr. 5 en relación con el § 149 párr. 1 CP); la preparación de un secuestro (§ 234 a párr. 3 CP); blanqueo de dinero, ocultación de valores patrimoniales obtenidos ilegalmente (§ 261 párr. 1 y 2 CP); cohecho pasivo (§ 332 párr. 1, también en relación con el párr. 3 CP); cohecho activo (§ 334 CP). En el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b StPO son afectados: el § 51 (con excepción de la calificación del párr. 2), así como el § 52 párr. 1, núms. 1 y 2 letras c y d párr. 6 de la Ley de Armas; el § 34 párr. 1 al 3 de la Ley de Comercio Exterior; el § 19 párr. 1 y 3 núm. 1, así como el § 22 a párr. 1 y 3 de la Ley de Control de Armas de Guerra. A través del § 100 c párr. 1 núm. 3, letra c se abarca: el § 30 b de la Ley de Estupefacientes en relación con el § 129 CP. En el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra d StPO no satisfacen las exigencias constitucionales: la incitación a iniciar una guerra (§ 80 a CP); el atentado contra una prohibición de asociarse (§ 85 CP); las actividades de agentes tendentes a sabotear (§ 87 CP); el sabotaje contrario a la Constitución (§ 88 CP); la revelación de secretos de Estado (§ 95 párr. 1 CP); la indagación de secretos de Estado (§ 96 párr. 2 CP); la actividad de agentes que traicionen a un Estado (§ 98 párr. 1 inciso 1 CP); la actividad de agentes secretos (§ 99 párr. 1, CP); la falsificación con traición al Estado federado (§ 100 a párr. 1 y 2 CP). Finalmente, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra e StPO no satisfacen las exigencias constitucionales: la formación de una asociación criminal en un caso especialmente grave (§ 129 párr. 4 en relación con el párr. 1 CP); el apoyo a una asociación terrorista (§ 129 a párr. 3, así como el párr. 5, incisos 1, segunda frase, y 2, cada uno de ellos también en relación con el § 129 b párr. 1 CP). También eran inconstitucionales la remisión que, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra a se hacía al § 152 a párr. 5 en relación con el § 149 párr. 1 CP y la referencia que se hacía en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b StPO al § 52 a de la Ley de Armas en la redacción de la Ley para la modificación del Derecho de Armas, de 31 de mayo de 1978 (BOF I, p. 641), a excepción de la calificación del párr. 2, así como del § 53 párr. 1 inciso 1 núms. 1 y 2, inciso 2 de la Ley de Armas en la redacción de la Ley para la modificación de la Ley de Armas, de 4 de marzo de 1976 (BOF I, p. 417). Lo mismo rige para la remisión que hacía el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b StPO al § 22 a, párr. 1 y 3 de la Ley de Control de Armas de Guerra, en la redacción de la Ley para la modificación del Derecho de Armas, de 31 de mayo de 1978 (BOF I, p. 641; en aquel entonces, § 16). Igualmente eran inconstitucionales las referencias que se hacen en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra e StPO al § 129 a párr. 3 CP, en la redacción de la Sexta Ley de Reforma del Derecho Penal, de 26 de enero de 1998 (BOF I, p. 164), así como al § 129 a párr. 3 CP en la redacción, vigente hasta el 27 de diciembre de 2003, de la Ley para la introducción del Código penal Internacional, de 26 de junio de 2002 (BOF I, p. 2254). En tanto se haya previsto una pena máxima de más de cinco años, la referencia al catálogo de delitos se corresponde con los requisitos constitucionales. No está sometida a objeciones de carácter jurídico-constitucional la remisión a aquellos tipos calificados que prevean una pena máxima superior a cinco años bajo presupuestos típicos específicos que sean detallados en un tipo calificado por lo menos usando la técnica de la regla ejemplificativa, como por ejemplo el § 261 párr. 4 CP o el § 51 párr. 2 de la Ley de Armas. Si el tipo básico cumple con las exigencias, entonces no cae fuera del catálogo por el hecho de que, en casos menos graves que el legislador no hubiera fijado típicamente con más detalle, se haya previsto una pena máxima inferior a cinco años de privación de libertad. ee) Por lo demás, la habilitación legal tiene suficientemente en cuenta (en todo caso con una interpretación restrictiva) las exigencias del art. 13 párr. 3 LF y del principio de proporcionalidad en sentido estricto. (1) En la tensa relación entre el deber estatal de garantizar una administración de justicia propia de un Estado de Derecho y el interés del inculpado y de terceros afectados en mantener sus derechos constitucionales, es primeramente tarea del legislador el alcanzar un equilibrio abstracto entre los intereses en pugna. Además, los Tribunales tienen que preocuparse por que las decisiones concretas que tomen sean apropiadas en el marco de la interpretación y la aplicación de normas que restringen los derechos fundamentales. Lo mismo rige para las autoridades que ejecuten las medidas de vigilancia. En esto el principio de proporcionalidad resulta también determinante en la medida en que el art. 13 párr. 3 LF no ha previsto ningún requisito expreso para la configuración de las impugnadas potestades procesales penales y su aplicación al caso concreto. (2) Conforme a estos principios, el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO con una interpretación restrictiva – aparte de los excesos del catálogo de delitos - no merece objeciones constitucionales. (a) El grado de sospecha fijado en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no tropieza con reparos jurídico-constitucionales. Según el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, está permitida la vigilancia acústica de viviendas cuando “determinados hechos” fundamenten la “sospecha” de la comisión de un delito especialmente grave. La disposición impugnada repite textualmente la formulación del art. 13 párr. 3 LF, de manera que no puede ponerse en duda la compatibilidad de la Ley con el límite de los derechos fundamentales de la Constitución. Aunque la sospecha fundada en determinados hechos está sometida a mayores exigencias que la simple sospecha inicial, no obstante, no alcanza el grado de una sospecha “suficiente” o incluso de una “sospecha muy fundamentada”, que han previsto otras normas de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO exige una situación de sospecha concreta. Para ello no basta la simple presencia de puntos de referencia. Más bien deben existir circunstancias concretas y, en cierta medida más intensas, como base fáctica para la sospecha (vid. BVerfGE 100, 313, 395). So- lamente los hechos investigados y mencionados en la solicitud y en la orden son considerados para la correspondiente valoración. Dado que la vigilancia acústica de viviendas solamente se dirige contra el inculpado y puede ser empleada sólo como último medio de la persecución penal, tiene que existir, sobre la base de los conocimientos que ya se poseen, una elevada probabilidad de la comisión de un delito especialmente grave según el catálogo. (b) La proporcionalidad no es obliga a elevar el grado de sospecha contenido en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Ciertamente, junto a la gravedad del hecho también es decisiva la fuerza de la sospecha sobre el hecho para ver si una medida procesal penal de investigación se encuentra en una relación adecuada con el peso de los derechos fundamentales afectados (vid. BVerfGE 107, 299, 322). No obstante, debido a la intensidad de la intervención de la vigilancia acústica de viviendas, tampoco es constitucionalmente obligado hacer que la medida dependa de la presencia de un grado de sospecha que rija para otras medidas. Así, el sentido y la finalidad del proceso investigador consiste en reforzar la sospecha suficiente en sentido del § 152 párr. 2 StPO para que se convierta en una sospecha base necesaria para el ejercicio de la acción pública conforme al § 170 párr. 1 StPO, o para que se absuelva al inculpado. La imposición de la prisión provisional conforme al § 112 párr. 1 inciso 1 StPO presupone que la sospecha del delito este muy fundamentada, es decir, que, según el estado de las investigaciones, exista una alta probabilidad de que el inculpado sea condenado. En tales casos, los hechos suelen estar claroa. En consecuencia, por lo general ya no necesitan ser investigados empleando medios técnicos de vigilancia acústica. Si se exigiera, para la vigilancia acústica de viviendas, una sospecha muy fundamentada, con ello también desaparecería ampliamente la idoneidad del medio. Como medio para la investigación de los hechos, la vigilancia acústica de viviendas está destinada a aportar sólo la sospecha suficiente que se necesita para ulteriores pasos, en especial para el ejercicio de la acción pública (§ 170 párr. 1 StPO) o el auto de apertura posterior (§ 203 StPO), o incluso la “sospecha muy fundamentada” que se necesita para la imposición de la prisión provisional (§ 112 párr. 1 inciso 1 StPO). Por ello, para su admisibilidad la medida no puede presuponer dicha sospecha. (3) El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO también es compatible con el art. 13 párr. 3 LF y las exigencias de la proporcionalidad en la medida en que, además de la investigación de los hechos, también permite la averiguación del paradero del “autor”. El art. 13 párr. 3 LF menciona como objetivo de la pesquisa solamente la investigación de los hechos. Además, permite solamente la vigilancia de viviendas en las cuales presumiblemente se encuentre el inculpado. De ahí que la vigilancia acústica de viviendas solamente pueda dirigirse contra el inculpado mas no contra otras personas. Esto presupone que sea conocido o, por lo menos, se presuma que el inculpado se encuentra en la vivienda. Sin embargo, la medida puede servir para obtener información sobre el paradero permanente del autor en tanto ello sea necesario para la investigación de los hechos. Adicionalmente puede ser considerada para averiguar el paradero de los coautores. Según la exposición de motivos del proyecto de ley, el legislador de reforma constitucional considera la averiguación del paradero de los coautores parte de la investigación de los hechos y, con ello, un objetivo de investigación admitido para una vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal (vid. BOPF. 13/8650, p. 5, así como BOPF 13/8651, p. 13). (4) Con una interpretación restrictiva de la disposición impugnada del § 100 c párr. 1 núm. 3 párr. 2 incisos 4 y 5, y párr. 3 StPO también se puede garantizar que terceros no sospechosos se vean afectados por la vigilancia acústica de viviendas solamente en una magnitud que esté en una relación adecuada con los intereses generales de una persecución penal efectiva a los cuales apunta la medida. Sin embargo, la vigilancia de terceros está descartada desde el principio – como siempre - cuando la comunicación atañe al núcleo de la configuración privada de la vida de éstos. Esto no será el caso cuando el sospechoso del hecho se encuentre en una vivienda que ha alquilado un tercero con fines conspirativos. En cambio, el núcleo sí se verá afectado cuando el inculpado solamente visite temporalmente la vivienda de un tercero que puede ser un amigo o un miembro de la familia. (a) Para ver si una medida limitadora de derechos fundamentales es proporcionada, resulta decisiva la intensidad de la injerencia. Por ello es de importancia saber cuántas personas se ven afectadas y cuán intensas son las afecciones, y si estas personas han dado motivos para ello (vid. BVerfGE 100, 313, 376). El peso de la afectación depende de si los afectados, permanecen anónimos como personas, de qué circunstancias y contenidos de la comunicación pueden ser abarcados y qué perjuicios amenazan a los titulares de derechos fundamentales desde la medida de vigilancia o que ellos razonablemente temen (vid. BVerfGE 100, 313, 376; 107, 299, 320). Además, la situación también es diferente dependiendo de si las medidas de investigación tienen lugar en una vivienda privada o en espacios industriales o comerciales y de si se ven afectados terceros no sospechosos y del número de estos. (α) La vigilancia acústica de viviendas constituye una intervención especialmente grave en los derechos fundamentales. En su ejecución pueden verse afectadas en una magnitud considerable personas que no están en ninguna relación con el reproche del hecho y que, a través de su conducta, no han motivado la intervención, aunque estén en relación con el autor o se encuentren en la misma vivienda. En este sentido, son terceros afectados aquellos que, por sí mismos, no son las personas objeto de la medida. Forman parte de ellos los interlocutores del inculpado, otras personas que se encuentre temporal o permanentemente en la vivienda de éste, y no en menor medida también aquellos que se vean afectados en oficinas y espacios comerciales. Aparte del inculpado también se ven afectadas aquellas personas cuya vivienda se vuelve objeto de una vigilancia debido a la supuesta presencia del inculpado en ella. En tal medida, también se ven afectados quienes, en algún momento determinado durante la ejecución de la medida, se encuentren en la vivienda vigilada. Si se registrara la comunicación de persona no sospechosas, la vigilancia acústica de viviendas crearía para ellas el riesgo de convertirse en objeto de investigaciones estatales, el cual se agrega al riesgo general de verse expuesto a una sospecha injustificada (vid. BVerfGE 107, 299, 321). El que la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas esté realmente vinculada a la afección de no sospechosos en un número considerable, se muestra con el porcentaje de no inculpados que forman parte de todos los afectados por medidas adoptadas conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Según los informes anuales del Gobierno Federal, en promedio de entre todos los formalmente afectados se tiene que los no inculpados tienen una participación de casi el 50 por ciento. No obstante, aquí hay que considerar que como afectados no solamente se incluyen los inculpados y aquellas personas titulares del objeto de protección vivenda. En los datos estadísticos no están contenidas aquellas personas que sólo de manera casual se encontraban en la vivienda observada (vid. BOPF. 14/8155, p. 8). Pero su cantidad puede ser considerable también en el caso de la vigilancia de una vivienda privada. Por ello, el porcenta- je de no inculpados que son abarcados por la medida, probablemente será mucho mayor de lo que arrojan las estadísticas. Junto a la elevada cantidad de afectados no sospechosos, sobre todo el contenido y la magnitud de la comunicación interceptada en el marco de la vigilancia acústica de viviendas fundamentan la especial intensidad de la intervención. Puede convertirse en objeto de la vigilancia toda la comunicación cotidiana que tenga lugar en la vivienda dentro del tiempo que dure la vigilancia. Por ello, será probablemente elevado el porcentaje de las conversaciones vigiladas cuyo contenido no tenga ninguna relevancia penal. (β) La vigilancia oculta de la palabra hablada de forma no pública en viviendas no soalmente afecta al particular, sino también puede tener efectos en la comunicación de la sociedad. De la posibilidad de vigilar acústicamente las viviendas puede surgir un efecto intimidatorio al cual se vería especialmente expuesto el no sospechoso porque, conforme a las regulaciones legales también él puede verse afectado por la medida investigadora en cualquier momento y sin su conocimiento. Pero ya solo el temor de una vigilancia puede llevar a una inhibición en la comunicación. El art. 13 LF protege al particular ante intervenciones estatales en la esfera privada espacial y garantiza con ello la confidencialidad de las comunicaciones en su dimensión jurídica objetiva, incluyendo su importancia para toda la sociedad. Las previsiones constitucionales y legales creadas para proteger al individuo titular de derechos fundamentales también favorecen la confianza de la sociedad en una práctica de vigilancia que trate con cuidado los derechos fundamentales (vid. BVerfGE 107, 299, 328). (Υ) En la medida en que el art. 13 párr. 3 LF solamente exige la presumible presencia del inculpado en la vivienda que se va a vigilar, está formulando una exigencia mínima a la probabilidad de que el inculpado se encuentre en la vivienda. Sin embargo, la proporcionalidad de la vigilancia acústica de viviendas solamente queda garantizada desde la perspectiva de la profundidad de la intervención cuando la medida de vigilancia esté dirigida desde el principio exclusivamente a las conversaciones del inculpado, porque solamente en tal caso puede admitirse que las conversaciones presentan una relación suficiente con el delito perseguido. Pero esto significa, al mismo tiempo, que la vigilancia acústica de viviendas solamente está permitida en caso de una presencia actual del inculpado en la vivienda vigilada, aunque eventualmente ésta solo pueda presumirse. Esto también conviene a la protección de terceros no sospechosos. (b) Estas exigencias constitucionales a la limitación de las intervenciones contra terceros no sospechosos son respetadas por las disposiciones legales. (α) El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO restringe la escucha y la grabación a las palabras del inculpado habladas de manera no pública. Ciertamente, de esto no se puede deducir que las palabras de otras personas estén sometidas a una prohibición de escucha porque la medida investigadora en tal caso no pueda ejecutarse debido a la obligatoria participación de terceros en las conversaciones del inculpado. Pero la formulación pone de manifiesto, de todos modos, que también en la vivienda del inculpado está permitida sólo la grabación de conversaciones en las cuales el inculpado mismo actúe como participante de la conversación. (β) El § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO restringe, de manera apropiada, la posibilidad de incluir la vivienda de un no inculpado en una vigilancia. El § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO permite hacer escuchas en viviendas de no inculpados solamente “cuando con motivo de determinados hechos se deba presumir que el inculpado se encuentra en éstas, la medida en viviendas de inculpados por sí sola ... no llevara a averiguar... los hechos, y esto, de otro modo fuera desproporcionadamente dificultoso o no tuviera perspectivas de éxito”. Según el tenor de esta regulación se necesita, en primer lugar, una sospecha concreta de que el inculpado, en el momento de la medida, se encuentra en la vivienda de otra persona. Esto debe asegurarse a través de otras medidas, como una observación. Por ello, las presunciones de la presencia del inculpado en la vivienda de un tercero que se basen en puntos de apoyo no concretos no bastan para iniciar la medida. El que, además, se exija la presencia actual del inculpado durante la duración de la ejecución de la medida, se deduce directamente del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, conforme al cual solamente pueden escucharse y grabarse conversaciones del inculpado. Esta exigencia también es aclarada por el § 100 c párr. 2 inciso 1 StPO, en el cual se dice que las medidas del párr. 1 solamente se deben ser dirigir contra los inculpados. No hay excepciones a esto, tal como sí están previstas para medidas del § 100 c párr. 1 núms. 1 y 2 StPO (vid. BOPF 13/8651, p. 13). La restricción al inculpado rige por ello también para la vigilancia de la vivienda de otras personas conforme al § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO. Pero solamente con la presencia actual del inculpado en la vivienda de un tercero no sospechoso no se llega todavía a la proporcionalidad de la medida. Junto con la subsidiariedad de la vigilancia de viviendas de no inculpados, tal como se exige en el § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO, tiene que existir una probabilidad suficiente de obtener informaciones relevantes para el proceso. Esto exige puntos de apoyo reales de que el inculpado va a tener conversaciones en las habitaciones vigiladas en el tiempo de la vigilancia, que serán relevantes y aprovechables en el proceso. No son suficientes las meras presunciones y una vigilancia “a lo que salga”, solamente basadas en la esperanza de obtener conocimientos. (Υ) Debido a la especial intensidad que la intervención en los derechos fundamentales tiene para terceros no sospechos, las restricciones preceptuadas para que la medida sea proporcionada, no solamente atañen a las viviendas de terceros. También rigen para el caso general de la vigilancia de la vivienda del inculpado conforme al § 100 c párr. 2 inciso 4 StPO, en la medida en que los terceros no sospechosos se encuentren, permanente o temporalmente, en la vivienda del inculpado. (δ) Mediante el § 100 c párr. 3 StPO el legislador ha previsto, además, una restricción destinada a preservar el carácter proporcional de la autorización legal. Ciertamente, allí solamente se dice que las medidas también pueden ser ejecutadas cuando terceros se vean inevitablemente afectados. Pero con un argumento a contrario igualmente se deduce que la vigilancia acústica de viviendas está prohibida cuando ella lleve a una afección evitable. Son terceros en sentido del § 100 c párr. 2 y 3 StPO aquellas personas que no son la persona a la que se dirige la medida. Dado que, conforme a la regulación expresa del § 100 c párr. 1 núm. 3 párr. 2 inciso 1 StPO, las personas que son el objetivo de una vigilancia acústica de viviendas han de ser exclusivamente los inculpados, forman parte de los terceros, en sentido del § 100 c párr. 3 StPO, todos los demás afectados, sin importar si estos se encuentren en la vivienda del inculpado o en la vivienda vigilada de un tercero. Con ello, caen dentro del § 100 c párr. 3 StPO tanto los parientes del inculpado como también las personas que casualmente se encuentren en la vivienda. Las exigencias que rigen respecto de la inevitabilidad de la afección a terceros, dependen principalmente de las circunstancias y posibilidades reales de excluir a terceros en el caso concreto. III. La configuración legal de la reserva judicial del § 100 d párr. 2 y 4 incisos 1 y 2 StPO no lesiona los derechos fundamentales que los recurrentes alegan. 1. El art. 13 párr. 3 incisos 3 y 4 LF prevé una reserva judicial calificada para el mandato de una vigilancia acústica de viviendas. La reserva judicial pretende un control preventivo a través de una instancia independiente y neutral. La Ley Fundamental parte de que los jueces, debido a su independencia personal y material, así como a su vinculación exclusiva con la ley (art. 97 LF), pueden proteger de la mejor y más segura manera los derechos de los afectados en los casos concretos (vid. BVerfGE 77, 1, 51; 103, 142, 151; 107, 299, 325). En el procedimiento penal de investigación que la Fiscalía dirige bajo su propia responsabilidad, el juez es un tercero que no participa, de conformidad con la separación entre autoridad acusadora y Tribunal en el proceso penal alemán. En el caso de la vigilancia acústica de viviendas, la reserva judicial sirve para garantizar la protección a través del derecho fundamental proveniente del art. 13 párr. 1 LF (vid. BVerfGE 103, 142, 151 para el registro). En dos aspectos, la reserva judicial en el art. 13 párr. 3 LF va más lejos que en el caso del registro del art. 13 párr. 2 LF. Según el párrafo 3 inciso 3, el mandato judicial tiene que ser adoptado, en lo fundamental por un colegio integrado por tres jueces. Solamente en caso de peligro inminente por la demora, conforme al inciso 4 del mismo párrafo, es suficiente un solo juez; incluso en caso de urgencia no es suficiente un mandato de la Fiscalía o de sus auxiliares. Con ello se quiere tener en cuenta la especial importancia de la intervención en los derechos fundamentales que ha admitido el art. 13 párr. 3 LF (vid. BOPF 13/8650, p. 5). Por lo demás, el legislador es libre de configurar la reserva judicial del art. 13 párr. 3 LF. No obstante debe asegurarse la suficiente efectividad de la regulación que adopte el legislador con el fin de garantizar un control conforme con el proceso. El legislador debe afrontar los déficits de la efectividad desde el principio. Pero también se pueden neutralizar a través de los tribunales y las autoridades de persecución penal al aplicar la medida investigadora provista con una reserva judicial (vid. BVerfGE 103, p. 142, 152). 2. La regulación legal sobre la forma y el modo del mandato judicial referido a una vigilancia acústica de viviendas satisfacen estas exigencias. a) El mandato constitucional de un control judicial preventivo contenido en el art. 13 párr. 3 LF plantea estrictas exigencias al contenido y a la fundamentación del mandato judicial del § 100 d párr. 2 StPO. aa) Es tarea y deber del Tribunal que da el mandato formarse, bajo su propia responsabilidad, un juicio sobre si la vigilancia acústica de la vivienda que se solicita está permitida y es necesaria. Parte de esto es la evaluación cuidadosa de los presupuestos de la intervención y una ponderación amplia de los puntos de vista que lleven, en el caso concreto, a comprobar el carácter proporcionado de la intervención. El auto que ordene la medida tiene que describir el reproche del hecho de tal modo que se defina el marco externo dentro del cual va a ejecutarse la medida secreta (vid. BVerfGE 107, 299, 325). Las consideraciones preponderantes del Tribunal tienen que ser documentadas de manera suficiente en la fundamentación del auto. El Tribunal tiene que asegurar, mediante formulaciones idóneas en el auto y en el marco de lo posible y tolerable, que la intervención en los derechos fundamentales sea medible y controlable (vid. BVerfGE 103, 142, 151 s.). bb) La regulación legal tiene suficientemente en cuenta estas exigencias. Conforme al § 100 d párr. 2 inciso 4 en relación con el § 100 b párr. 2 incisos 2 y 3, en el auto deben determinarse el tipo, la duración y la magnitud de la medida. Del § 34 en relación con el § 100 d párr. 6 inciso 1 StPO resulta que el mandato debe ser fundamentado por escrito. No se necesita una regulación legal que vaya más lejos. Pero las disposiciones legales existentes deben ser interpretadas y aplicadas en concordancia con las exigencias constitucionales. La Sala de Defensa Nacional tiene que velar mediante la fundamentación del auto por que los intereses de los afectados sean preservados, dado que a estos, debido al carácter reservado, les está vedado presentar objeciones preventivamente contra el mismo. Puesto que la Sala tiene que asegurar una limitación proporcionada de la medida y debe poner a los afectados en situación de hacer uso de su posibilidad de tutela judicial posterior (vid. BVerfGE 103, 142, 151 s.), la fundamentación debe referirse a todos los presupuestos materiales y procesales. A partir de ella tiene que resultar la situación concreta de sospecha, y tiene que poderse reconocer que ha tenido lugar una ponderación debido a las circunstancias relevantes que se presentan en el caso concreto. Debido a la cláusula de ultima ratio, también deben indicarse las circunstancias que prueban que se ha respetado el principio de subsidiariedad. A través de los datos sobre tipo, duración y magnitud de la orden, la Sala tiene que garantizar, además, conforme al § 100 d párr. 2 inciso 4 en relación con el § 100 b párr. 2 incisos 2 y 3 StPO que la medida , por su contenido, satisface las exigencias del derecho fundamental del art. 13 LF. Así, tienen que señalarse en el mandato la persona contra la cual se dirige la vigilancia acústica de viviendas, el reproche del hecho, así como las expectativas en orden a la información que se va a obtener. A partir del principio de proporcionalidad deben mencionarse las habitaciones de la vivienda en concreto que se van a vigilar, cuando la medida, desde el principio, solamente esté justificada para determinados ámbitos dentro de la vivienda. La protección del núcleo de la configuración privada de la vida y las prohibiciones de prueba existentes pueden hacer necesario que se determinen en el mandato los interlocutores del inculpado que están exceptuados. En cuanto a lo temporal, debe mencionarse la duración máxima de la medida. Finalmente, la Sala también adoptará, según las circunstancias del caso concreto, reglas sobre el modo y la forma de la ejecución, entre ellas sobre las medidas de preparación y de acompañamiento, así como, eventualmente, sobre su realización técnica. b) Puesto que la competencia para dictar medidas abarca la regulación de la forma y el modo de la ejecución, el Tribunal también está facultado para reclamar de los órganos ejecutores información periódica sobre el discurrir de la medida y, eventualmente, intervenir para hacer correcciones; por ejemplo, para asegurar que el núcleo intangible de la configuración privada de la vida no sea afectado, y, en lo demás para que se siga respetando la proporcionalidad. El Tribunal que ordena la medida tiene que disponer su interrupción cuando se demuestre que se está manteniendo pese a que faltan los presupuestos legales o los que habían sido fijados en la orden. No haría justicia a la especial importancia del derecho fundamental contenido en el art. 13 párr. 1 LF y a la función aseguradora de los derechos fundamentales que tiene la reserva judicial del art. 13 párr. 3 LF, si en tal caso el Tribunal que ordena la medida no pueda interrumpirla y si, debido a ello, la violación de la esfera espacial privada pudiera continuar. Esto es tanto más cierto en cuanto la persona escuchada no puede defender, por sí misma, sus intereses ante los tribunales debido al carácter secreto de la medida. 3. La duración máxima de cuatro semanas de la orden que el legislador ha previsto en el § 100 d párr. 4 inciso 1 StPO siguiendo el art. 13 párr. 3 inciso 2 LF no es susceptibles de reproches de carácter jurídico-constitucional. Se garantiza una revisión judicial de la vigilancia que es adecuada a la profundidad de la injerencia en el derecho fundamental. Conforme al § 100 d párr. 4 inciso 1 StPO, la autoridad investigadora ha recibido un plazo máximo relativamente corto. Por razones constitucionales, el plazo comienza a correr ya desde la orden judicial. La efectividad de las potestades judiciales de ordenar y revisar la intervención grave de la vigilancia acústica de viviendas requiere una evaluación previsora que sólo puede hacerse responsablemente para un período de tiempo abarcable (vid. BVerfGE 96, 44, 52 s., sobre el art. 13 párr. 2 LF). Esto no estaría suficientemente garantizado si el plazo comenzara a correr sólo desde el inicio de la medida de vigilancia. Una prórroga de la orden no está excluida por el art. 13 párr. 3 LF. El § 100 d párr. 4 inciso 2 StPO la permite con los mismos presupuestos que deben ser cumplidos para la orden original. No obstante, la decisión tiene que adoptarse teniendo en cuenta los resultados parciales de la investigación. Por ello, también es posible una prórroga cuando la sospecha se refiera en adelante a otro hecho del catálogo. Por otro lado, no debe prorrogarse el plazo cuando la vigilancia hasta entonces no hubiera tenido resultados y, en vista de la situación, tampoco puedan pronosticarse para el futuro perspectivas suficientes de éxito o cuando sea reconocible que son suficientes otras medidas de investigación. Por ello, en caso de una prórroga tanto para la Fiscalía solicitante como también para el Tribunal ordenante existen deberes de valoración y fundamentación relativos a los resultados que hubieran sido obtenidos hasta ese momento con la medida y al pronóstico de éxito. No se ha determinado ni en el art. 13 párr. 3 LF ni en la Ley de Enjuiciamiento Criminal una duración máxima absoluta a partir de la cual no sea posible una prórroga. Pero tal limitación puede ser necesaria en el caso concreto conforme al principio de proporcionalidad debido a que cuanto más dure la vigilancia acústica de una vivienda, más intensa se vuelve cada vez la injerencia en la esfera espacial privada, e incluso puede llevar a lesionar el art. 13 LF en su contenido de dignidad humana (vid. supra C I 3 b dd – 5 -). 4. La competencia por razones de urgencia del presidente de la Sala de Defensa Nacional del § 100 d párr. 2 incisos 2 y 3 StPO también es compatible con el art. 13 párr. 3 LF. Con ella no se renuncia a la reserva judicial que asegura los derechos fundamentales, sino solamente se reemplaza provisionalmente el instrumento especial de protección de una decisión colegiada mediante otro consistente en la decisión del presidente. De acuerdo con el art. 13 párr. 3 inciso 4 LF, esto queda limitado a una situación de especial urgencia: el peligro inminente en caso de demora. No existen dudas de carácter constitucional en contra de que la confirmación de la Sala solamente tenga, conforme al § 100 d párr. 2 inciso 3 StPO, efectos para el futuro y no represente una revisión de la decisión en urgencia previa. El riesgo de un fraude para la competencia ordenadora de la Sala es, a diferencia de la reserva judicial en el caso de registros (vid. al respecto BVerfGE 103, 142), prácticamente inexistente en el caso de una vigilancia acústica de viviendas; por regla general, no puede esperarse que una medida de escucha tenga éxito dentro de los tres días, y los requisitos para una decisión urgente solamente se presentarán en casos excepcionales debido a que la preparación de la medida abarca un período de tiempo muy grande. Si la Sala no confirma esta decisión, la orden del presidente pierde vigencia, pero surte efectos hacia el pasado. La validez de la decisión urgente del presidente sin la confirmación de la Sala tampoco es dudosa desde la perspectiva del art. 19 párr. 4 LF La decisión urgente es tomada por un juez y no por una Fiscalía reconducible al Ejecutivo (vid. BVerfGE 103, p. 142, 156). Además, con respecto a la decisión urgente también quedan todavía a salvo las posibilidades de tutela judicial que existen con carácter general. IV. Las reglas adoptadas en el art. 101 StPO para la vigilancia acústica de viviendas referidas a la obligación de informar a los implicados solamente son conformes en parte con el art. 19 párr. 4 y con el art. 103 párr. 1 LF. 1. El art. 101 párr. 1 inciso 1 StPO es incompatible con el art. 13 párr. 1 y el art. 19 párr. 4, así como con el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en la medida en que allí se haga depender la comunicación de las vigilancias acústicas de viviendas a las personas afectadas de que ella pueda hacerse sin poner en peligro la seguridad pública o el ulterior empleo de un funcionario público que no está investigando abiertamente. Además, mediante la decisión extraordinaria del Tribunal sobre la postergación de la comunicación seis meses después de la terminación de la medida del § 101 párr. 1 inciso 2 StPO no se asegura de manera procesalmente suficien- te la observancia del deber de comunicar que es exigible por razones constitucionales. a) El art. 13 párr. 1 LF en relación con la exigencia de una tutela judicial efectiva ante los tribunales (art. 19 párr. 4 LF) otorga a los portadores de derechos fundamentales un derecho a conocer las medidas de vigilancia acústica de viviendas que los afecten. En caso de intervenciones no reconocibles, el titular del derecho fundamental tiene básicamente el derecho a conocer posteriormente la medida estatal debido a la garantía de tutela judicial efectiva de sus derechos fundamentales (vid. BVerfGE 100, 313, 361, sobre el art. 10 LF). Sin tal conocimiento, los afectados no pueden argumentar ni la ilegalidad de la obtención de las informaciones ni cualquier otra pretensión de que se borren las grabaciones. La comunicación posterior también es necesaria porque, debido al secreto de la intervención, se ha omitido una posible alegación en contra de ella. La Ley Fundamental no dice cómo debe configurarse la garantía de poner los hechos en conocimiento al particular. El art. 13 LF solamente ordena que tenga lugar la comunicación cuando la recopilación de los datos se haya producido de manera secreta y no se hubieran concedido derechos a recibir información o éstos no hubieran tenido en cuenta de manera adecuada los derechos de los afectados (vid. BVerfGE 100, 313, 361, sobre el art. 10 LF). El deber de comunicar que se deriva del derecho fundamental está sometido a los mismos límites que el derecho fundamental mismo. Por ello, en la medida en que el conocimiento de la intervención pueda llevar a que ésta no cumpla con su objetivo, no tiene por qué objetarse constitucionalmente que se restrinja de manera correspondiente el otorgamiento de tal conocimiento. Adicionalmente, también la garantía de tutela judicial del art. 19, hace que básicamente sea necesaria una comunicación cuando ello sea presupuesto para que se pueda hacer uso de aquélla. Sin embargo, tampoco se excluyen conforme al art. 19 párr. 4 LF las limitaciones a este derecho susceptible de configuración legal (vid. BVerfGE 100, 313, 364). Con ello, con base en el art. 13 párr. 1 y en el art. 19 párr. 4 LF, el afectado respectivo tiene derecho a que se le comunique el mandato y la ejecución de una vigilancia de viviendas. Por su parte, la delimitación del deber de comunicar representa una intervención en los derechos fundamentales previstos en el art. 13 párr. 1 y en el art. 19 párr. 4 LF que debe ser justificada y, con ello, tiene que satisfacer también las exigencias de la proporcionalidad (vid. BVerfGE 100, 313, 365, 398 s.). Dado que la postergación de la comunicación retrasa las posibilidades de tutela judicial y, al aumentar la separación temporal con la medida ordenada, se reduce la efectividad de la tutela judicial, debe limitarse la postergación a lo estrictamente necesario. b) El concepto de “implicado” que se tiene en el § 101 párr. 1 inciso 1 StPO debe ser precisado teniendo en cuenta el objetivo del deber de comunicación. El deber de comunicación sirve para garantizar la protección efectiva de los derechos fundamentales aquí afectados. Según esto, debe informarse de la medida secreta a todos aquellos cuyos derecho fundamentales hubieran sido afectados por aquélla y para quienes, con esto, se abran las posibilidades de tutela judicial y del derecho a ser oídos. Ciertamente, sólo el inculpado es la persona objeto de una vigilancia acústica de viviendas. Pero la injerencia en los derechos fundamentales de una vigilancia acústica de viviendas no se limita a éste. De ahí que, como implicado en el sentido del § 101 párr. 1 StPO, además de al inculpado, debe comunicarse al titular y al habitante de una vivienda en la cual se hubieran ejecutado medidas de escucha. Fundamentalmente también existe un deber de comunicar frente a aquellas personas que se hubieran encontrado en una vivienda vigilada, sea como invitados, sea casualmente, y que hayan sido afectados en su derecho a la palabra hablada, protegido por el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, y en su derecho a la autodeterminación informativa. Sin embargo, la comunicación a otros implicados puede hacer más intensa la injerencia en los derechos fundamentales en el caso de las personas que son objeto de la medida en primera línea. Esto es cierto, en especial, cuando la vigilancia no ha aportado ningún resultado aprovechable. Además, el deber de comunicar puede toparse con dificultades prácticas allí donde la identidad del implicado, en el marco de la medida, no hubiera sido conocida por la autoridad. Y también la averiguación para comprobar la identidad de otros implicados podría agudizar la injerencia en derechos fundamentales tanto para la persona-objeto como para otros implicados. En estas circunstancias, la existencia de deberes de comunicar depende de una ponderación. Para ella es importante, por un lado, la intensidad de la intervención con la vigilancia, en especial en qué magnitud y con qué contenido se ha escuchado y grabado de la comunicación del afectado desconocido y, por otro lado, qué costes exige la comprobación de la identidad del afectado y qué afectación para la persona-objeto de la medida y para otros implicados podría estar vinculada con la medida. c) Las razones para la postergación de la comunicación mencionadas en el § 101 párr. 1 inciso 1 StPO son, en lo que respecta a la vigilancia acústica de viviendas, sólo parcialmente compatibles con la Ley Fundamental. aa) Constitucionalmente no se puede objetar que a los implicados deba comunicárseles, conforme al § 101 párr. 1 StPO, la vigilancia acústica de viviendas tan pronto como esto pueda ocurrir sin poner en peligro el objetivo de la investigación ni la salud y la vida de las personas. Las razones mencionadas para la postergación son suficientemente importantes como para justificar una restricción del deber de comunicar. bb) Pero la postergación de la comunicación no es compatible con los arts. 13 párr. 1 y 19 párr. 4, ni con el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en la medida en que, conforme al § 101 párr. 1 StPO, se omita indefinidamente una información sobre la ejecución de una vigilancia acústica de viviendas cuando a través de la información se ponga en peligro la seguridad pública o el ulterior empleo de un agente encubierto. (1) Con el concepto de “seguridad pública” se coloca la suspensión del deber de comunicar bajo una cláusula general que usualmente es empleada en el Derecho administrativo de policía y sancionador; pero ahí este concepto es muy amplio y prácticamente abarca todos los bienes jurídicos protegidos en el ordenamiento jurídico (sobre el concepto vid. BVerfGE 69, 315, 352). Pero no todos los bienes protegidos son necesarios para postergar la comunicación. Por ello, el legislador debe precisar cuáles de entre todos los bienes jurídicos resumidos bajo el concepto de seguridad pública son considerados por él tan importantes para justificar la postergación o incluso la exclusión de la comunicación en caso de intervenciones secretas en derechos fundamentales. Pero esto no ha ocurrido. (2) La puesta en peligro del ulterior empleo de un funcionario público que investigue encubiertamente no puede justificar la postergación de la comunicación en caso de la vigilancia acústica de viviendas. El ulterior empleo de funcionarios públicos no se refiere solamente al procedimiento de investigación en el cual se ha empleado la vigilancia acústica de viviendas. De lo contrario, al final el elemento típico se confundiría en la mayoría de los casos con el de la puesta en peligro del objetivo de la investigación. Evidentemente debe ser suficiente más bien con que, como consecuencia de la comunicación, todo ulterior empleo del funcionario público que investigue encubiertamente se vea puesto en peligro también en relación con otros procedimientos de investigación. Con ello, este criterio se separa de aquel procedimiento dentro del cual ha sido ejecutada la medida de vigilancia. En tanto el legislador ha querido excluir, en primera línea, la puesta en peligro del cuerpo y de la vida de personas, especialmente del funcionario público investigador y de sus parientes, esta situación de peligro ya es abarcada por la alternativa tratada anteriormente bajo aa. La posibilidad de un empleo ulterior del agente encubierto no es un interés de igual importancia. Además, la postergación de la comunicación puede extenderse con base en este argumento por un período de tiempo considerable. Ello excluye el deber de comunicar por tiempo indefinido y, en última instancia, lo hace depender de consideraciones futuras de táctica investigadora por parte de las autoridades de persecución penal. Esto contradice el interés constitucional de otorgar una tutela judicial efectiva con el fin de repeler las afectaciones a los derechos fundamentales que son aquí objeto de tratamiento. d) La observancia del deber de comunicación, que también constituye un mandato constitucional, no ha sido tampoco suficientemente asegurada procesalmente cuando, sin tener en cuenta la duración de la postergación, conforme al § 101 párr. 1 inciso 2 StPO solamente se hace intervenir al Tribunal una vez. El que instancias independientes también se ocupen de revisar las razones para seguir con el secreto de las intervenciones estatales constituye un elemento esencial de la protección de derechos fundamentales que los afectados no pueden asumir por sí mismos (vid. MVVerfG, LKV 2000, p. 345, 355). No puede reprocharse constitucionalmente que se acuda al Tribunal sólo cuando la postergación de la comunicación surta efectos más allá de un plazo de seis meses. Pero sí existen reproches constitucionales contra el carácter extraordinario de la revisión del Tribunal, que existe incluso en caso de una postergación de la comunicación que dure mucho tiempo. Los informes anuales del Gobierno Federal muestran que en un gran número de casos la comunicación a los afectados por medidas de vigilancia acústica de viviendas se produce relativamente tarde. Como motivos para la postergación de la comunicación se mencionaron, de manera absolutamente mayoritaria, el que las investigaciones todavía estaban en curso o el peligro para el objetivo de las investigaciones. En tales casos, es importante para la tutela judicial de los afectados que la decisión sobre la postergación también se controle en los tribunales. Para asegurar que también hacia adelante la postergación quede limitada a lo estrictamente necesario , se necesita una repetida revisión de los tribunales cada cierto tiempo. La función garantista de derechos fundamentales de la reserva judicial sólo termina cuando el afectado haya sido informado y pueda defenderse por sí mismo contra la medida ante los tribunales. El deber de informar que tiene la Fiscalía frente a las autoridades judiciales supremas del § 100 e párr. 1 inciso 3 StPO, que sólo surge cuatro años después de terminada la medida y que además solamente se da cada año, no constituye un sustituto apropiado de la intervención de un juez. 2. También es incompatible con la Ley Fundamental la regulación de competencias prevista en el § 101 párr. 1 inciso 3 segunda frase StPO. Según ella, después de promovida la acción pública, decide sobre la postergación de la comunicación el tribunal del proceso. Esto lesiona el derecho a ser oído legalmente tal como manda el art. 103 párr. 1 LF. En cambio, el art. 101 párr. 4 StPO, según el cual los documentos sobre la vigilancia acústica de viviendas sólo deben añadirse al expediente principal cuando se den los presupuestos para una comunicación, no tropieza con objeciones de orden constitucional.. a) No puede reprocharse constitucionalmente que los documentos sobre las medidas de vigilancia acústica de viviendas, conforme al § 101 párr. 4 inciso 1 StPO, sean guardados en la Fiscalía, aun cuando, como consecuencia de ello, aquéllos no se encuentren en el Tribunal del proceso y el inculpado por esa causa no pueda revisarlos. aa) La garantía constitucional del derecho a ser oído legalmente no abarca el deber del Tribunal de posibilitar al inculpado el acceso a documentos que no son conocidos por el Tribunal. En tanto tenga un derecho a conocer el contenido del expediente, este derecho se limita al expediente que se encuentra efectivamente en el Tribunal (vid. BVerfGE 63, 45, 59 s.). bb) También desde el punto de vista del derecho a un proceso justo no puede objetarse nada contra la custodia en la Fiscalía de los documentos sobre la vigilancia acústica de viviendas de manera separada del expediente principal del proceso. El mandato de dar al proceso una configuración justa no solamente se dirige a los tribunales, sino que también debe ser respetado por todos los demás órganos que influyan en el curso del proceso penal. También está obligada la Fiscalía cuando ella, debido a los motivos de postergación mencionados en el § 101 párr. 1 StPO, se vea llamada a retener documentos que hayan surgido contra el inculpado en el marco de las investigaciones y, por ello, en realidad deban formar parte del expediente principal (vid. BVerfGE 63, 45, 62). Esto puede llevar a enormes dificultades de defensa, pese al formal respeto de todos los derechos procesales. En especial no puede excluirse que las informaciones obtenidas en el caso de una vigilancia acústica de viviendas contengan material exculpatorio. De cara a la Constitución solamente puede sostenerse una custodia separada de los expedientes en la Fiscalía cuando se hayan observado principios de estado de derecho y los documentos no sean sustraídos al propio juicio del tribunal más allá de lo inevitable para proteger intereses protegidos por la Constitución (vid. BVerfGE 57, 250, 283 s., sobre la retención de medios probatorios). Por consiguiente, la constitucionalidad de una retención de los documentos depende decisivamente del peso de las razones para el aplazamiento contenidas en el § 101 párr. 1 inciso 1 StPO. En ese sentido, no existen dudas importantes en lo relativo a una puesta en peligro del objetivo de la investigación y de la salud y la vida de una persona. La puesta en peligro del objetivo de la investigación se refiere, exclusivamente al procedimiento de investigación que concierne al inculpado mismo. De ahí que este tipo de puesta en peligro ya no pueda ser considerado para la justificación de la custodia separada de expedientes como muy tarde después de la interposición de la acción pública. En cambio, la puesta en peligro de la salud y la vida de una persona puede llevar a que puedan retenerse documentos sobre la vigilancia acústica de viviendas incluso durante el juicio oral (vid. también BVerfGE 57, 250, 284). Sin embargo, las autoridades encargadas de la persecución penal tienen que hacer todo lo exigible y apropiado a la importancia del asunto para que desaparezcan las razones que se opongan a la entrega de los documentos, a fin de que el esclarecimiento necesario de los hechos se pueda referir también a las informaciones obtenidas secretamente y los derechos de las partes del proceso, vinculados a ello, no sean afectados más allá de lo inevitable (vid. BVerfGE 57, 250, 285). Por el contrario, las otras causas del aplazamiento – una puesta en peligro de la seguridad pública y del ulterior empleo de un funcionario público que investigue en forma encubierta - no son capaces de justificar una retención de los documentos sobre vigilancia acústica de viviendas, en la medida en que ellas – como se ha explicado no resisten una evaluación constitucional (vid. supra C IV 1 c bb). b) Puede que existan razones de economía procesal que hablen a favor del relevo de la competencia de la Sala de Defensa Nacional por el tribunal de instancia, tal como está previsto en el § 101 párr. 1 inciso 3 segunda frase StPO, para decisiones referidas al aplazamiento de la comunicación tras la promoción de la acción pública; no obstante, estas razones no son suficientemente importantes como para justificar una afectación del derecho a ser oído legalmente. El art. 103 párr. 1 LF garantiza que el Tribunal penal solamente base su sentencia en aquellos hechos y resultados probatorios sobre los cuales el inculpado hubiera podido manifestarse. El derecho fundamental procesal quiere impedir que el Tribunal valore, en contra del inculpado, hechos conocidos por el primero pero a los cuales este último no hubiera tenido acceso (vid. BVerfGE 63, 45, 59). Este principio no puede ser reducido, visto desde un punto de vista puramente formal, en el sentido de que determinadas informaciones, que hubieran llegado al Tribunal pero que hubieran quedado ocultas al inculpado, no puedan ser tratadas en el juicio oral ni ser invocadas expresamente para fundamentar la sentencia. Aun cuando el Tribunal, debido a los principios procesales de la inmediatez probatoria y de oralidad del juicio, está impedido para aprovechar formalmente tales informaciones, desde la perspectiva del inculpado puede existir la preocupación fundada de que el conocimiento informal del material probatorio no le será indiferente al Tribunal en la formación de la sentencia. La revelación de hechos mantenidos en secreto solamente ante el Tribunal penal, mas no frente al inculpado, atenta en el proceso penal contra el art. 103 párr. 1 LF (vid. BVerfGE 57, 250, 288; 101, 106, 129). Si hubieran de reconocerse intereses justificados de reserva del Ejecutivo, esto ha de llevar dentro del proceso penal a que las informaciones de ningún modo surtan efectos en contra del inculpado. Si los documentos necesitados de reserva sobre una vigilancia acústica de viviendas fueran revelados solamente al Tribunal que está conociendo la causa, esto podría empeorar la posición jurídica del inculpado incluso cuando el Tribunal estuviera impedido para valorarlos en el marco de la fundamentación de su sentencia. V. Considerando los parámetros previstos para la comunicación, se encuentra suficientemente garantizada la tutela judicial posterior del afectado contra medidas de vigilancia acústica de viviendas. Debido a la elevada intensidad interventora de la vigilancia acústica de viviendas, el legislador ha regulado expresamente en el § 100 d párr. 6 StPO, que el inculpado y el titular de la vivienda, en los casos del § 100 c párr. 2 inciso 5 StPO, puedan hacer revisar ante los Tribunales la legalidad de la orden así como de la forma de su ejecución, incluso después de terminada la medida. Esto se corresponde con el derecho a una tutela judicial efectiva del art. 19 párr. 4 LF. Ciertamente, en la medida en que el Tribunal encargado de los hechos principales después del ejercicio de la acción penal sea competente para decidir sobre la solicitud, esto puede regir de manera limitada a la luz del art. 103 párr. 1 LF sólo para los casos en los cuales también el inculpado hubiera sido informado ya de la medida y hubiera podido revistar los documentos pertinentes. En caso contrario, el Tribunal del proceso, al igual que en el supuesto del § 101 párr. 1 inciso 3 StPO, tomaría conocimiento de hechos sobre los cuales el inculpado no puede manifestarse. Otras personas afectadas por la vigilancia acústica de viviendas tienen a su disposición la queja del § 304 StPO para un control posterior en los Tribunales. No puede deducirse de la limitación que hace el § 100d párr. 6 StPO al inculpado y al titular de la vivienda que, a la inversa, otros afectados deban quedar excluidos de la posibilidad de una tutela judicial posterior. El § 100 d párr. 6 StPO adopta una regulación especial de la tutela judicial posterior para aquellas personas contra las cuales se ha dirigido la orden. La disposición no contiene una exclusión de las demás posibilidades de protección jurídica que ofrece la Ley de Enjuiciamiento Criminal para otros afectados con la vigilancia acústica de viviendas. El respeto a una tutela judicial efectiva no permite que una queja formulada por un tercero afectado contra la orden de vigilancia acústica de viviendas sea rechazada como inadmisible solamente por el hecho de que la orden ya ha sido ejecutada y, con ello, la medida ha concluido (vid. BVerfGE 96, 27, 39 s.; 107, 299, 337 s.). También al ordenarse la vigilancia acústica de viviendas tendrá que admitirse, por regla general, un interés en la tutela judicial debido simplemente a la gravedad de la injerencia en el art. 13 párr. 1 LF o en el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF. Constituye un indicio de una injerencia grave en derechos fundamentales el que la Ley Fundamental haya reservado al Juez, preventivamente, la decisión sobre una medida (vid. BVerfGE 96, 27, 40). Conforme al art. 13 párr. 3 LF, esto ocurre en el caso de la vigilancia acústica de viviendas. No puede prohibirse la posibilidad de una revisión judicial posterior de la medida a aquellas personas que hubieran sido afectadas por la medida aunque la orden no se hubiera dirigido a ellas. VI. Las críticas hechas por los recurrentes citados en 2 contra la configuración legal de los deberes de informar a cargo del Gobierno Federal no son admisibles. 1. En tanto argumentan que estos deberes de información, no serían por su tipo y magnitud lo suficientemente concretos como para poder reemplazar la tutela judicial posterior con un control del Parlamento Federal, este planteamiento ya está errado en su concepción. Los deberes de información previstos en el § 100 e StPO no están dirigidos a posibilitar un control de la legalidad a través del Parlamento Federal y de los órganos que él constituya. La revisión que, debe hacerse conforme al art. 13 párr. 6 LF no sirve para un control parlamentario posterior de la legalidad de cada una de las medidas, sino que apunta a la exigencia de responsabilidad política por el Parlamento, en especial a la observación del legislador sobre la idoneidad y las consecuencias de las medidas. Esto es expresión de la función general de control que tiene el Parlamento frente al Ejecutivo (vid. BOPF 13/8650, p. 5). En cambio, el art. 13 párr. 6 LF no contempla un control parlamentario, equivalente a la labor de la Comisión G 10, que pudiera reemplazar la protección jurídica de los tribunales y que es posibilitada por el art. 10 párr. 2 inciso 2, y por el art. 19 párr. 4 inciso 3 LF. 2. La cuestión que se plantea ulteriormente es si el deber de información al Parlamento Federal en el § 100 e StPO ha sido concretado de manera suficiente como para posibilitar una revisión parlamentaria efectiva de la proporcionalidad, así como del éxito del instrumento de la investigación. Pero esto atañe a las relaciones jurídicas de los órganos federales supremos, y no afecta a los recurrentes en sus propios derechos. La observación hecha al respecto tampoco puede admitirse en cuanto a la cuestión de fondo. La regulación legal de los deberes de información en el § 100 e StPO se corresponde con los presupuestos constitucionales del art. 13 párr. 6 LF. Ciertamente, el legislador ha previsto en el § 100 e párr. 1 StPO sólo para las Fiscalías una concreción material relativa a los datos que deben contener los informes. Pero de ello también se extraen consecuencias para las comunicaciones que deben hacer los Estados federados conforme al § 100 e párr. 2 StPO, y para los deberes de información que sobre esta base debe cumplir el Gobierno Federal. De lo contrario, la regulación detallada de los deberes de información que tienen las Fiscalías en el § 100 e párr. 1 StPO se quedaría sin los efectos que pretendía el legislador. Por ello, todos los informes tienen que ser substanciados de tal manera que se garantice el control parlamentario ordenado en el art. 13 párr. 6 LF. Es por eso que las administraciones de justicia de los Estados federados tienen que poner a disposición del Gobierno Federal las informaciones que necesite para el cumplimiento de su deber de informar que le impone el art. 13 párr. 6 LF concordado con el § 100 e párr. 2 StPO. Ellas tienen que hacer que los informes de las Fiscalías lo hagan posible. VII. Las reglas contenidas en el § 100 d párr. 5 inciso 2 y en el § 100 f párr. 1 StPO sobre el empleo de información referida a la persona en otros procesos, no son compatibles con el art. 13 párr. 1, con el art. 2 párr. 1 y el art. 1 párr. 1 LF, en la medida en que no han fundamentado un deber de identificación de las informaciones trasmitidas. 1. Las disposiciones del § 100 d párr. 5 y en el § 100 f párr. 1 StPO sobre la trasmisión, con fines de persecución penal, de las informaciones obtenidas de la vigilancia de viviendas han sido impugnadas por los recurrentes citados en 2 sin observar los plazos legales. Pese a todo, puede revisarse de oficio la constitucionalidad de las disposiciones impugnadas de manera no admisible, cuando existiendo una relación internormativa su inconstitucionalidad irradiaría a aquellas disposiciones que sí hubieran sido impugnadas de manera admisible (vid. BVerfGE 30, 1, 29) o cuando formen parte necesaria de una regulación conjunta (vid. MVVerfG, LKV 2000, p. 345, 347). Eso es lo que ocurre aquí. La trascendencia de la vigilancia acústica de viviendas sólo puede comprenderse cuando se tienen en consideración las disposiciones sobre el aprovechamiento de las informaciones, incluidas las que se encuentran de manera casual (§ 100 d párr. 5 StPO). Los efectos protectores del art. 13 párr. 1 y del art. 2 párr. 1, así como del art. 1 párr. 1 LF se refieren no solamente a la producción, sino también a la trasmisión de los datos e informaciones que han sido obtenidos a través de la intervención en la esfera espacial privada (vid. BVerfGE 100, 313, 360, sobre el art. 10 LF). Y es que el enjuiciamiento constitucional de la producción de informaciones depende también de su contexto de aprovechamiento en el cual las informaciones obtenidas pueden ser utilizadas y de qué medidas de protección (especialmente qué regulaciones de protección jurídica de datos) han sido adoptadas. Si fuera posible un ulterior aprovechamiento de los datos sin suficientes garantías constitucionalmente, también sería inconstitucional la producción de los datos. Se deben excluir tales efectos a través de la inclusión de las disposiciones referidas a la utilización de los datos en el enjuiciamiento constitucional. Sin embargo, no es objeto de enjuiciamiento la disposición del § 100 f párr. 2 StPO. El mismo regula, con la vista puesta en el proceso penal, el empleo de informaciones referidas a la persona que han sido obtenidas a partir de medidas preventivo-policiales de vigilancia acústica de viviendas. Las disposiciones sobre la vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal enjuiciadas en este procedimiento también perdurarían si el empleo de los datos obtenidos de manera preventivo-policial resultara ser inconstitucional dentro del proceso penal. El § 100 f párr. 2 StPO no es parte necesaria de las normas legales que desarrollan la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas posibilitada por el art. 13 párr. 3 LF. 2. El § 100 d párr. 5 inciso 2, y el § 100 f párr. 1 StPO, por sí mismos, no merecen objeciones de carácter constitucional. En especial, no tropieza con dudas constitucionales el que, como admiten estas disposiciones, se modifique la finalidad que se va a dar a las informaciones personales obtenidas a través de la vigilancia acústica de una vivienda. a) El archivo y el empleo de las informaciones personales obtenidas con la vigilancia de la vivienda están vinculados básicamente a la finalidad y también al proceso de investigación para los cuales se han producido (vid. BVerfGE 100, 313, 360, sobre el art. 10 LF). Si las informaciones obtenidas deben ser utilizadas para una finalidad distinta de la original, esto representa, en lo fundamental, una injerencia autónoma en los derechos fundamentales, dado que la protección del art. 13 párr. 1 LF no solamente se limita a la fase de la producción de datos en y desde las viviendas, sino que también incluye la trasmisión de dichos datos (vid. BVerfGE 100, 313, 360, sobre el art. 10 LF). Ciertamente, el principio de la vinculación a la finalidad no excluye, de manera general, una modificación de la finalidad. Pero ésta necesita, por su parte, una base legal compatible formal y materialmente con la Constitución. Parte de esto es que la modificación de la finalidad esté justificada por intereses generales que estén por encima de los intereses protegidos constitucionalmente. La nueva finalidad de la utilización de los datos tiene que referirse a las funciones y competencias de la autoridad a quien se han trasmitido los datos, y debe estar regulada por normas suficientemente claras. Finalmente, la finalidad de la utilización, para la cual se ha producido el dato, y la modificada finalidad de utilización no deben ser incompatibles entre sí (vid. BVerfGE 65, 1, 51, 62; 100, 313, 360). b) Las reglas impugnadas cumplen por sí mismas con estas exigencias. Conforme al § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO, las informaciones referidas a la persona que hubieran sido obtenidas a través de una medida adoptada conforme a lo dispuesto en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, solamente pueden ser utilizadas en otros procesos penales en tanto, en el momento de la valoración, resultaran conocimientos que fueran necesarios para esclarecer un delito mencionado en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Además, conforme al § 100 f párr. 1 StPO, las informaciones pueden ser utilizadas para repeler un peligro para la vida, la salud o la libertad de una persona o para valores y bienes patrimoniales de gran valor que existan en casos particulares. Con estas reglas, el legislador ha adoptado restricciones a su utilización con carácter de ley especial. Las mismas no se ven afectadas por la disposición general del § 477 párr. 2 StPO (vid. Franke, en Karlsruher Kommentar zur Strafprozessordnung, ibídem, art. 477, nm. 3, con ulteriores referencias). aa) La finalidad de las reglas está justificada constitucionalmente. Los datos y las informaciones deben poder ser útiles para esclarecer otros hechos del catálogo y para repeler, en casos particulares, peligros existentes para bienes jurídicos de la mayor jerarquía. El legislador también ha cumplido con la exigencia de fijar de manera precisa y con ámbitos específicos, las finalidades para las cuales pueden ser empleados los datos personales (vid. BVerfGE 100, 313, 389). La norma se vincula con las tareas de las autoridades receptoras de los datos que consisten en la persecución penal y la prevención de peligros, y limita las finalidades de la utilización a la persecución de los delitos mencionados en el catálogo y a la prevención de peligros especiales. bb) Además, las finalidades son compatibles con la finalidad original que justifica la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas. Existiría una incompatibilidad si con la modificación de la finalidad se eludieran las limitaciones previstas en contra del empleo de determinados métodos de producción de datos, esto es, cuando las informaciones no debieron haber sido producidas para la finalidad modificada o ello no debió haber ocurrido en esa forma (vid. BVerfGE 100, 313, 389 s.). Pero esto no ha ocurrido con las disposiciones impugnadas. (1) El legislador sólo ha permitido en el § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO el empleo de informaciones en otros procesos penales para esclarecer un delito mencionado en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Los datos producidos con la vigilancia acústica de viviendas solamente deben ser empleados cuando los delitos de este catálogo sean especialmente graves, tanto en abstracto como en el caso concreto (vid. sobre el delito especialmente grave supra en C II 3 b dd, 1). Esta limitación no rige solamente para su empleo con fines probatorios en sentido estricto, sino que, además, debe observarse también al emplear indicios en el esclarecimiento de delitos. En caso contrario, en un proceso posterior podrían ser empleadas informaciones provenientes de una vigilancia acústica de viviendas, sin que en este proceso hubiera existido alguna vez la sospecha de un hecho del catálogo. Los presupuestos estrictos que existen para la producción de informaciones deben ser observados de igual manera en el empleo que se haga de los datos en otros procesos. Una valoración de los conocimientos obtenidos en una vigilancia de viviendas presupone que los conocimientos fundamenten una situación de sospecha concreta. No puede justificarse el aprovechamiento de datos en otros contextos cuando los conocimientos obtenidos no apoyen el grado de sospecha fáctica que, en general, se debe exigir como base para la ejecución de una vigilancia acústica de viviendas (vid. BVerfGE 100, 313, 394). También debe observarse en el marco de la valoración de manera correspondiente, conforme al § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO, la cláusula de subsidiariedad del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO . Sólo es posible una valoración cuando el esclarecimiento de los hechos en otro proceso penal fuera imposible o desproporcionadamente dificultoso sin el dato. Pero a este respecto la proporcionalidad plantea exigencias menores porque la información inculpatoria constaría como segura, con ello desaparecería la inseguridad del pronóstico y también la producción alternativa de pruebas supondría una injerencia en los derechos fundamentales del inculpado. Si no está permitido valorar los conocimientos obtenidos en el procedimiento que dio motivo a ello, con más razón rige esto para la valoración en otros procesos, puesto que el § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO, como disposición de pura valoración presupone que la obtención de las informaciones se haya producido de conformidad con el ordenamiento. Las prohibiciones legales de valoración y las previstas directamente en la Constitución deben respetarse en el caso del empleo ulterior o en la valoración de hallazgos casuales, de igual manera que se hace en el proceso motivador de la medida (vid. Rudolphi/ Wolter, ibídem, § 100 f, nm. 6 y 7; puesta al día a octubre de 2000). (2) Al transmitir a las autoridades policiales las informaciones obtenidas en el proceso penal con la finalidad de repeler peligros, conforme al § 100 f párr. 1 segunda alternativa StPO, los presupuestos para la modificación de la finalidad también tienen que orientarse a los correspondientes principios. Dado que los datos han sido obtenidos a través de una grave injerencia en derechos fundamentales, no podría justificarse constitucionalmente la reducción del umbral de la trasmisión por debajo de aquél que, en el marco de la prevención de peligros, rige para las intervenciones correspondientes en el derecho fundamental de la inviolabilidad del domicilio (vid. BVerfGE 100, 313, 394). Por ello, conforme al § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO una regulación legal de la trasmisión de los datos obtenidos con fines preventivo-policiales, tiene que tener en cuenta las valoraciones constitucionales que han sido adoptadas en el art. 13 párr. 4 LF para la intervención original. Según este parámetro, el § 100 f párr. 1 segunda alternativa StPO no tiene objeciones de orden constitucional. En relación con la intensidad de los peligros y el rango de los bienes protegidos, la disposición plantea exigencias que son comparables a los presupuestos existentes en el art. 13 párr. 4 LF para una vigilancia de viviendas de tipo preventivo-policial. Con los elementos típicos de “repeler” y “en casos concretos”, el § 100 f párr. 1 aclara que una trasmisión de datos solamente entra en consideración en caso de peligros concretos en sentido policial. Ciertamente, a diferencia del art. 13 párr. 4 LF, el § 100 f párr. 1 StPO no exige expresamente un peligro inminente. Pero, que de todos modos el peligro tiene que ser inminente se deduce del § 100 f párr. 1 StPO al interpretarlo de conformidad con la Constitución de la mano del art. 13 párr. 4 LF. Por lo demás, el § 100 f párr. 1 StPO presupone, al remitir a los elementos típicos de vida, cuerpo o libertad de una persona, bienes jurídicos que, conforme al art. 13 párr. 4 LF, son suficientemente importantes como para justificar el empleo de medios técnicos para la vigilancia de viviendas. No cumple con estos presupuestos una lesión corporal simple (§ 223 CP). En la medida en que el § 100 f párr. 1 StPO haga que para la utilización policial de los conocimientos sea suficiente un peligro para valores y bienes patrimoniales importantes, siguiendo los mandatos del art. 13 párr. 4 LF, es requisito que se presente el típico potencial peligroso de un peligro común. Solamente entonces, la puesta en peligro de valores y bienes patrimoniales tendrá un peso que se corresponda con el valor de los bienes jurídicos amenazados que el legislador de reforma constitucional busca en el art. 13 párr. 4 LF. 3. No obstante, las disposiciones sobre el empleo ulterior de los datos recopilados no se pueden compatibilizar con el art. 13 párr. 1, así como con el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en la medida en que el legislador ha descuidado prever un deber de identificación de los datos provenientes de la vigilancia acústica de viviendas. La vinculación a la finalidad solamente puede ser garantizada si, incluso después de la producción de la información, sigue siendo reconocible que se trata de datos que han sido obtenidos a través de una medida de vigilancia acústica de viviendas. Por ello, por razones constitucionales es necesaria tal identificación de los datos (vid. BVerfGE 100, 313, 360 s., sobre el art. 10 LF). El legislador tiene que imponer tanto a la autoridad de obtiene los datos como también a la que los recibe, el deber de identificarlos al objeto de asegurar su vinculación a la finalidad. En caso contrario, los datos provenientes de una vigilancia acústica de viviendas podrían ser archivados y mezclados con otros datos de tal manera que no podría reconocerse ya su origen (vid. BVerfGE 100, 313, 396 s.). Con ello se eludirían las restricciones de empleo previstas en el § 100 f párr. 1 StPO. VIII. Las disposiciones sobre destrucción de datos del § 100 d párr. 4 inciso 3, y del § 100 b párr. 6 StPO que, al igual que las disposiciones sobre trasmisión de datos, se en- cuentran en una relación constitucionalmente relevante con las disposiciones sobre recopilación de datos, atentan contra el art. 19 párr. 4 LF. Las reglas sobre la destrucción de datos deben incluirse, con independencia del transcurso del plazo para interponer la queja, en la evaluación constitucional por los mismos motivos planteados para el caso del empleo de datos (vid. supra en C VII). La protección del art. 13 párr. 1 LF, que también se extiende a las demás fases del procesamiento de datos, exige, ciertamente, que en principio los datos obtenidos legalmente sean destruidos tan pronto como dejen de ser necesarios para las finalidades establecidas (vid. BVerfGE 100, 313, 362, sobre el art. 10 LF). Pero las reglas sobre la destrucción de datos tienen que satisfacer, al mismo tiempo, el mandato de una tutela judicial efectiva. En tal medida, una situación conflictiva específica puede surgir por el hecho de que, por un lado, se cumpla con la protección de datos borrando los que ya no son necesarios, pero, por otro lado, se dificulte la tutela judicial efectiva al borrar los datos, ya que con ello la revisión del suceso solamente es posible de manera limitada tras la destrucción de los documentos (vid. MVVerfG, LKV 2000, p. 345, 354). Ante esto, en aquellos casos en que el afectado pretenda el control judicial de las medidas estatales de información y procesamientos de datos, el deber de destrucción debe ser armonizado con la garantía de tutela judicial de tal manera que la tutela judicial no resulte eludida o frustrada (vid. BVerfGE 100, 313, 364, 400). Esto puede ocurrir en forma tal que, en los casos en los cuales el afectado pueda tener un serio interés (que deberá ser presumido mayoritariamente) en la tutela judicial o en hacer valer su derecho a la protección de datos frente a la autoridad competente, temporalmente los datos no deban ser borrados aunque sí bloqueados, y no puedan ser empleados para ninguna otra finalidad distinta de la de informar al afectado o permitir el control por los tribunales. Sólo debe considerarse la destrucción de los datos cuando sea seguro que no son necesarios o ya no se necesitan para la revisión de la legalidad de la medida por los tribunales (vid. BVerfGE 100, 313, 400). El § 100 d párr. 4 inciso 3 y el § 100 b párr. 6 StPO no han adoptado tales previsiones. El § 100 d párr. 4 inciso 3 StPO remite al § 100 b párr. 6 StPO, el cual regula la destrucción de los datos una vez realizada la vigilancia telefónica. Por ello, los documentos obtenidos a través de la medida deben ser destruidos 175 bajo vigilancia de la Fiscalía, cuando ya no sean necesarios para la persecución penal. No cabe una interpretación del § 100 d párr. 4 inciso 3 y del § 100 b párr. 6 StPO que asegure la posibilidad de la tutela judicial. Más bien, las disposiciones ordenan la 176destrucción de los documentos sin limitación alguna, tan pronto como estos no sean ya necesarios para la persecución penal. IX. En tanto las disposiciones impugnadas de la Ley de Enjuiciamiento Criminal sean incompatibles con la Ley Fundamental, el legislador está obligado a crear una situación jurídica conforme a la Constitución a más tardar hasta el 30 de junio de 2005. Hasta dicha fecha, las normas impugnadas pueden seguir siendo utilizadas teniendo en cuenta la protección de la dignidad humana y del principio de proporcionalidad. Durante ese tiempo rige para el § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO la condición de que el Tribunal mencionado en el § 100 d párr. 2 inciso 1 StPO decidirá de oficio sobre la ulterior valoración de los conocimientos en el procedimiento preliminar. Las decisiones del § 100 d párr. 4 inciso 1, y el art. 101 párr. 1 inciso 2 StPO también estarán en manos del tribunal mencionado en el § 100 d párr. 2 inciso 1 StPO, incluso después de promovida la acción pública. D. La decisión sobre la indemnización de las costas procesales se basa en el art. 34 a, párrafos 2 y 3 BVerfGG. Papier, Jaeger, Haas, Hömig, Steiner, Hohmann-Dennhardt, HoffmannRiem, Bryde Votos particulares de las Magistradas Jaeger y Hohmann-Dennhardt a la sentencia de la Sala Primera de 3 de marzo de 2004 No concordamos con el fallo en el punto C I. En nuestra opinión, el propio art. 13 párr. 3 LF no es compatible con el art. 79, párr. 3 LF, y por ello es nulo. Pero sí nos aunamos al fallo en cuanto a los puntos C II a IX, en la medida en que declara inconstitucionales en todo caso las normas legales que regulan la vigilancia acústica de viviendas con medios técnicos para fines de persecución penal. I. 1. El art. 79 párr. 3 LF prohíbe reformas constitucionales a través de las cuales se afecten los principios consagrados en el art. 1 y el art. 20 LF. Forma parte de estos principios también la protección de la vivienda privada como espacio vital para la configuración personalísima de la vida, espacio que es irrenunciable en aras de preservar un Ordenamiento que se corresponda con el mandato de respeto y de protección de la dignidad humana. En tal medida concordamos con la mayoría de la Sala, la cual igualmente ve que la protección de la dignidad humana está anclada en la inviolabilidad del domicilio garantizada en el art. 13 párr. 1 LF. Y es que para desarrollar la personalidad se necesitan espacios reservados, en los cuales el individuo pueda autoexpresarse sin temor a una vigilancia y comunicarse con personas de confianza sobre opiniones y sentimientos personales. Precisamente en un mundo en el cual se ha vuelto técnicamente posible seguir y grabar casi todo movimiento y toda comunicación de una persona, la vivienda privada sirve al particular, más que nunca, como último refugio en el cual puede manifestar la libertad de sus ideas sin ser observado. Por eso, en tanto espacio físico, constituye un medio para la preservación de la dignidad humana. 2. También debe darse la razón a la opinión mayoritaria en cuanto a que la protección absoluta que constitucionalmente le corresponde a la vivienda privada solamente alcanza hasta donde, en aras de la dignidad humana, se protege la conducta que en ella se lleva a cabo: no toda expresión realizada dentro de una vivienda privada tiene carácter personalísimo. Pero allí donde la vivienda privada sirve para la expresión y el intercambio de sentimientos y opiniones personales, su protección es absoluta en aras de la protección de la dignidad humana. Por cierto, que precisamente debido al carácter cerrado de una vivienda privada no se puede reconocer en principio desde fuera si en ella, en un momento determinado, se está hablando sobre cosas personalísimas u otras que afecten la esfera de otros o los intereses de la comunidad. Tal como se expone en la sentencia, para tal diferenciación solamente existen puntos de referencia que permiten deducir el contenido de lo que está ocurriendo en la vivienda. Así, se puede presumir, más en viviendas privadas que en espacios comerciales, más en conversaciones con personas de mucha confianza que con socios comerciales o conocidos, que se da una situación que deba imputarse al ámbito de lo personalísimo. La certeza sobre si esto es cierto o no sólo podrá conseguirse cuando se rompa el carácter cerrado de la vivienda y se obtenga el conocimiento de aquello que ha ocurrido. Pero con ello uno puede haber intervenido ya en un ámbito que precisamente deba merecer una protección absoluta debido a que es íntimo y están dentro de las cuatro paredes. Si, para clasificar una situación ocurrida dentro de puertas cerradas en el núcleo de lo absolutamente protegido de la configuración privada de la vida, se exigiera una comprobación concreta en cada caso, esto tendría como consecuencia que al principio siempre debería tolerarse una intervención en este núcleo, lo cual quiere precisamente impedir el art. 79 párr. 3 LF. Por eso, en aras de proteger la posibilidad de un libre desenvolvimiento personal para la preservación de la dignidad humana debe presumirse, por lo menos para el caso de las viviendas privadas, que cuando en ellas el inculpado se encuentre solo, con parientes o con personas de evidente estrecha confianza, está usando el espacio para comunicaciones personalísimas. Es por eso que ellas gozan de una protección amplia, tal como les otorga el art. 13 párr. 1 LF. II. El art. 13 párr. 3 LF sobrepasa este límite material colocado por el art. 79 párr. 3 LF para las intervenciones en la inviolabilidad del domicilio que permite el art. 13 párr. 1 LF. Este artículo autoriza a introducir legalmente la vigilancia acústica en viviendas en las cuales presumiblemente se encuentre un inculpado de delitos especialmente graves, utilizando para ello medios técnicos con fines de persecución penal; con ello se posibilita también la escucha secreta de conversaciones de tipo personalísimo. 1. Ciertamente, la intervención en la inviolabilidad del domicilio que posibilita el art. 13 párr. 3 LF está vinculada a varios requisitos que, debido al elevado rango de este bien fundamental (vid. la comunicación del diputado Schily, 197ª sesión del 13º Parlamento Federal alemán de 9 de octubre de 1997, Diario de Sesiones, 189, p. 17685), deben reducirla a la medida necesaria para poder luchar efectivamente contra la criminalidad organizada (vid. el ministro federal de Justicia Schmidt-Jortzig, ibídem, p. 17679). Así, una vigilancia acústica de viviendas solamente debe darse en caso de la sospecha, basada en hechos, de la comisión de un delito especialmente grave, y solamente como última ratio. Además, está limitada a viviendas en las cuales se encuentre presumiblemente el inculpado, debe tener un plazo determinado y necesita ser ordenada por un órgano colegiado judicial. No obstante, según su tenor, el art. 13 párr. 3 LF no contiene restricciones que puedan asegurar que, al emplear este instrumental investigador, siga quedando protegido el núcleo intangible de la configuración privada de la vida. 2. Debido a los debates parlamentarios que se dieron antes de su introducción, resulta discutible suponer que el legislador haya siquiera querido una restricción tan amplia de la vigilancia de viviendas. Es cierto que, como se menciona en la sentencia, en el Informe de la Comisión Jurídica del Parlamento Federal alemán sobre el proyecto de ley de reforma de la Ley Fundamental (art. 13 LF) se indicó que, en aquellos hechos que cayeran dentro del núcleo intangible, protegido, de la configuración privada de la vida, se excluiría desde el principio una vigilancia y que la conversación personalísima con los parientes más cercanos participaría de la protección de la esfera íntima así como que, además, las conversaciones con miembros de los distintos grupos profesionales gozarían de protección constitucional de otro modo (vid. BOPF 13/9660, p. 4). No obstante, las solicitudes de modificación que tuvieron por objetivo que se acogiera en el art. 13 párr. 3 LF una limitación en este sentido, fueron rechazadas por la mayoría (vid. ibídem, pp. 2 y 3). Y también en la votación que tuvo lugar a continuación en el Parlamento Federal alemán se indicó en algunas intervenciones del debate que las limitaciones más amplias al empleo de la vigilancia acústica de viviendas pondrían totalmente en cuestión la efectividad de este instrumento de investigación. Así, el diputado Geis (CDU/CSU) expuso que, en el caso de una prohibición de producción de prueba para las conversaciones con los que tengan derecho a negarse a declarar como testigos, no valdría la pena todo el trabajo de la modificación constitucional (vid. 214ª sesión del 13º Parlamento Federal alemán de 16 de enero de 1998, Diario de Sesiones, 191, p. 19519 y s.). Esta posición era compartida por el diputado Schily (SPD), quien indicó que tal protección de la conversación con ese círculo de personas haría que cualquier medida cayera en el vacío (vid. ibídem, p. 19545). El ministro del Interior de Baja Sajonia de entonces advirtió del peligro de que la prohibición de producción de prueba para las conversaciones con los facultados a negarse a declarar como testigos estableciera zonas de protección ga- rantizadas por el Estado para delincuentes graves y ofreciera una guía de acción sobre cómo se podrían planificar delitos de la mejor manera y sin impedimentos por parte de la investigación estatal (vid. ibídem, p. 19552). Ciertamente, la legislación ordinaria ha introducido en el § 100 d párr. 3 StPO al final del procedimiento legislativo una prohibición de producción de prueba para las conversaciones con los portadores de secretos profesionales mencionados en el § 53 StPO. En cambio, para las conversaciones con los parientes facultados a declararse a negar como testigos del § 52 StPO solamente se ha podido imponer una prohibición de valoración de prueba que está bajo la reserva de la proporcionalidad; aunque, por cierto, el art. 13 párr. 3 LF no ha experimentado ninguna modificación más en el sentido correspondiente. Incluso si se partiera de que estas modificaciones en el nivel de las leyes ordinarias habrían sido dadas por un legislador que ya tenía en mente que el art. 13 párr. 3 LF contiene un límite inmanente al empleo de la vigilancia acústica de viviendas, la conversación personalísima con parientes y personas de estrecha confianza quedaría en todo caso a través de esta norma iusfundamental desprotegida por parte del legislador de reforma constitucional, puesto que se podría escuchar empleando medios técnicos y solamente se cuestionaría su aprovechamiento mediante una ley ordinaria y bajo consideraciones de proporcionalidad. La consecuencia de ello es que el derecho a negarse a declarar como testigo que tienen los parientes se ve en parte menoscabado, pues la prohibición de valoración solamente ofrece una protección incompleta. La toma de conocimiento de contenidos de conversaciones no puede revocarse y, en tal medida, puede influir plenamente en el procedimiento de las autoridades encargadas de la persecución penal contra el sospechoso o incluso contra terceros. Además, los interlocutores del inculpado, que no son sospechosos, especialmente cuando se haga la escucha en la vivienda de aquellos y no en la del inculpado, se convierten en objeto de persecución penal por parte del Estado cuando se explota su estrecha vinculación con el observado y la atmósfera de confianza que domina entre ellos en la vivienda. III. No podemos seguir a la opinión en mayoría en cuanto a que el art. 13 párr. 3 LF, introducido por modificación de la Constitución, pueda cimentarse constitucionalmente a través de una interpretación conforme a la Constitución o una interpretación constitucional sistemática. 1. Es correcto que precisamente las normas constitucionales necesitan de la interpretación, que no pueden ser contempladas aisladamente y que deben ser interpretadas de tal manera que sean compatibles con los principios elementales de la Ley Fundamental y su ordenamiento de valores (vid. BVerfGE 19 , 206, 220). Pero en la cuestión relativa a cuáles serían los límites que el art. 79 párr. 3 LF pone a una modificación constitucional, no se trata de dar lugar a una concordancia de normas de derechos fundamentales preexistentes, sino de ver si la modificación afecta a los principios consagrados en los arts. 1 y 20 LF. Por eso, la reforma constitucional debe medirse en función de estos principios y no debe interpretarse con sus parámetros para, por este camino, desviándose de su tenor literal, buscar la conformidad con la Constitución. a) El art. 79 párr. 3 LF, que impone límites al legislador de reforma constitucional, debe ser interpretado restrictivamente debido a su carácter de disposición de excepción; con ello se evita el peligro de que, en última instancia, la magnitud de una modificación constitucional no sea decidida por el Parlamento, como órgano legitimado democráticamente para ello, sino por el Tribunal Constitucional Federal por la vía de la interpretación. Sin embargo, el art. 79 párr. 3 LF es importante para declarar como inquebrantables, mientras dure la vigencia de la Ley Fundamental, determinadas decisiones básicas del legislador constitucional y, con ello, inmodificables incluso para el legislador constitucional, porque constituyen pilares de nuestro Ordenamiento constitucional (vid. BVerfGE 30, 1; voto particular en 33, 38 s.). Si una modificación constitucional afectara estas decisiones básicas señaladas en el art. 79 párr. 3 LF, sería inadmisible pues por sí misma ya sería inconstitucional. b) También la mayoría de la Sala parte de que la habilitación para la vigilancia acústica de viviendas con medios técnicos para fines de persecución penal, introducida por la vía de la reforma constitucional con el art. 13 párr. 3 LF, , no ha encontrado, por lo menos expresamente, una limitación suficiente como para excluir regulaciones legales y medidas basadas en ellas que lesionen el núcleo de la configuración privada de la vida de aquellos que deban ser vigilados acústicamente; es decir que el art. 13 párr. 3 LF por sí mismo no armoniza con el art. 79 párr. 3 LF. Con el objetivo declarado, aunque fácticamente imposible de alcanzar así, de “excluir el riesgo de lesionar el con- tenido de dignidad humana del art. 13 párr. 3 LF al ejecutar las medidas” (vid. p. 49 del fallo (en el original alemán), la mayoría de la Sala por ello, ayudándose con una interpretación sistemática constitucional de la ley de reforma constitucional, añade al art. 13 párr. 3 otros límites no escritos y, con ello, restringe la autorización para la vigilancia acústica de viviendas, más allá de la medida legislativamente impuesta. En esto, la mayoría de la Sala se sirve otra vez del contenido de dignidad humana en el art. 13 párr. 1 LF como parámetro con el cual se trazan interpretativamente los límites adicionales no escritos en el art. 13 párr. 3 LF. Pero de esta manera el contenido de dignidad humana de la protección de la vivienda pierde su efecto bloqueador frente a modificaciones constitucionales y solamente sirve como ayuda interpretativa para dar conformidad constitucional a una reforma constitucional que, en caso contrario, sería inconstitucional. Precisamente aquello que no está escrito en la norma de reforma de la Constitución, ayuda a ésta a superar el obstáculo del art. 79 párr. 3 LF. c) El art. 79 párr. 3 LF no solamente apunta a que se respeten determinados estándares en el ordenamiento jurídico, sino sobre todo a que se preserven, en la propia Constitución, los principios que ésta especifica (vid. Lübbe-Wolff, DVBl 1996, p. 825, 834). Incluso si se fuera de la opinión de que el art. 79 párr. 3 LF básicamente no impide legislador de reforma de la Constitución restringir o incluso derogar garantías constitucionales aun cuando tengan un contenido de dignidad humana (vid. BVerfGE 94, 49, 103 s.), si y en la medida en que la protección de la dignidad humana a través del art. 1 párr. 1 LF permanezca garantizada, según nuestra opinión, se tiene que ver en la introducción del art. 13 párr. 3 LF una restricción inconstitucional del art. 13 párr. 1 LF que atenta contra el art. 79 párr. 3 LF Por lo pronto, el propio párrafo 3 del art. 13 LF también exceptúa de la protección constitucional de la vivienda privada en el párrafo 1 del art. 13 LF ciertos ámbitos que atañen al contenido de dignidad humana de esta norma. Pero con ello no desaparece su protección, pues en adelante estos ámbitos reciben una protección directa a partir del art. 1 párr. 1 LF, la cual escapa a restricciones y ponderaciones con otros intereses de protección constitucional. Sin embargo, con ello se llega a un Derecho constitucional contradictorio: mientras el art. 1 párr. 1 LF protege ampliamente la esfera íntima que se manifiesta dentro de la vivienda privada para preservar la dignidad humana, el art. 13 párr. 1 en relación con el párr. 3 LF, que como disposición especial desplaza en realidad al art. 1 párr. 1 LF, permite expressis verbis intervenciones en este ámbito a través de la modificación constitucional. Si se quiere hacer desaparecer esta contradicción por la vía de la interpretación constitucional, esto es, en aras de garantizar la dignidad humana, tiene que llevar a que la reforma constitucional emprendida por el legislador constitucional deba reducirse ampliamente en su contenido, pese a que esto no es precisamente lo que busca la norma constitucional modificada ni tampoco se expresa en ella. Ésta dio y sigue dando la apariencia de una legítima restricción de derechos fundamentales que no cumple el estándar constitucional garantizado conforme al art. 79 párr. 3 LF. Con ello, no obstante, falta por un lado, una determinación suficiente de lo que produce la modificación constitucional realmente y de en qué medida ha autorizado al legislador a intervenir en la protección de la vivienda privada. Por otro lado, con la interpretación se vuelve a alterar el contenido que ha dado el legislador de la norma de reforma constitucional, sin que esto se exprese en la norma misma. Y tal modificación es materia exclusiva del legislador constitucional (vid. BVerfGE 30, 1; voto particular en 33, 38). Si éste emprende una modificación constitucional que ya solo no superase el parámetro del art. 1 párr. 1 LF, el reparto de competencias de la Ley Fundamental y el principio de Estado de Derecho de la claridad de las normas prohíben restringir interpretativamente la norma constitucional para que ésta pueda superar el límite del art. 79 párr. 3 LF y después, de manera compensatoria, las regulaciones de la ley ordinaria basadas en la autorización de intervención expresada en la norma constitucional modificada, deban ser impugnadas por inconstitucionalidad. Así no puede sanarse un Derecho constitucional inconstitucional. Ello no se corresponde con el art. 79 párr. 3 LF, que está destinado a impedir que, mediante la modificación de la Ley Fundamental, se pueda crear una base en la Constitución para intervenciones en el contenido de dignidad humana de los derechos fundamentales. 2. Además, la posibilidad, admitida por la mayoría de la Sala, de acomodar la constitucionalidad de una norma modificadora de la Constitución a través de su interpretación conforme con la Constitución restringe, de manera inadmisible, el ámbito de validez del art. 79 párr. 3 LF. Esto lleva a que los límites impuestos por el art. 79 párr. 3 LF a la modificación constitucional sólo sean capaces, en última instancia, de actuar allí donde el legislador de reforma constitucional pretenda abolir en su totalidad el Ordenamiento federal, el art. 1 o el art. 20 LF. Y es que, en caso contrario (en tanto existan el art. 1 y el art. 20 LF en la Constitución como parámetro de interpretación), se le podrían colocar a toda modificación constitucional, por la vía de la interpretación y sobre la base del art. 1 o del art. 20 LF, límites inmanentes, no escritos, que le ayudarían entonces a salvar la constitucionalidad, de manera que puedan sostenerse frente al art. 79 párr. 3 LF. Sin embargo, el legislador de la Ley Fundamental ha excluido en el art. 79 párr. 3 LF como inadmisibles no solamente la modificación o derogación del art. 1 y del art. 20 LF sino incluso toda modificación que afecte los principios consagrados en estos artículos. Luego el art. 79 párr. 3 LF tiene un alcance mayor. Está destinado a repeler, ya desde el principio, el desmantelamiento de las posiciones de derechos fundamentales constituidas sobre los principios de Estado de Derecho o que sirven para asegurar la dignidad humana; no está destinado a intervenir sólo cuando el Estado de Derecho esté a punto de verse completamente derogado o cuando la dignidad humana ya no vaya a recibir ninguna protección más (vid. BVerfGE 30, 1; voto particular en 33, 47). Pero para que el art. 79 párr. 3 LF pueda oponerse a un desmontaje paulatino de los pilares básicos de nuestra Constitución, las modificaciones constitucionales deben ser tomadas al pie de la letra, y sus propias autorizaciones legales deben ser medidas en función de los principios consagrados en los arts. 1 y 20 LF. Si estos principios se ven afectados, el art. 79 párr. 3 LF no ofrece ningún margen para una interpretación conforme a la Constitución que pueda ayudar a la modificación no permitida a conseguir una posterior constitucionalidad. En 1971, los magistrados Geller, von Schlabrendorff y Rupp consideraron como peligro lejano aunque no totalmente descartable, que el art. 13 LF se amplíe alguna vez para que “bajo determinados presupuestos puedan emprenderse registros domiciliarios sin consultar con el titular de la vivienda ni con terceras personas y que, en ello, también puedan colocarse micrófonos escondidos excluyendo la vía legal” (vid. BVerfGE 30, 1; voto particular en 30, 46 s.). Entretanto parece ser que uno se ha acostumbrado a la idea de que, con las posibilidades técnicas que se han desarrollado ahora, también debería tolerarse su empleo ilimitado. Pero si incluso la esfera íntima personal, manifestada entre las propias cuatro paredes, ya no es ningún tabú ante el cual la necesidad de seguridad deba detenerse, constitucionalmente se plantea también la cuestión de si la imagen humana que se deriva de tal proceder se sigue correspondiendo con la de una democracia libre en el Esta- do de Derecho. Con más razón todavía, el art. 79 párr. 3 LF debe ser interpretado rígidamente y sin concesiones, a fin de prevenir ya hoy en día no el inicio sino un amargo final. Jaeger, Hohmann-Dennhardt 1.2. Soberanía estatal, principio democrático y Unión Europea El fenómeno que inevitablemente ha tenido lugar desde la creación misma de las Comunidades Europeas, en 1957, consistente en la traslación de las funciones, originaria e incontestablemente estatales, de creación y de aplicación de normas, a organizaciones que poseen un carácter supraestatal, se ha visto impulsado de manera notable con la aprobación del Tratado de Maastricht, el 7 de febrero de 1992 (en adelante TUE). Sin embargo, este proceso de integración europea, si pretende ser construido seriamente—evitándose así el surgimiento de problemas de legitimación—ha de ser capaz de analizar de una manera convincente la incidencia que la misma tiene para conceptos tan decisivos como el de la soberanía—que constituyó el acta fundacional de la moderna teoría del Estado--, pero, sobre todo, el de democracia, principio casi universalmente aceptado en la actualidad por los ordenamientos jurídicos, y que coadyuva de una manera decisiva a que los Estados pudieran ejercer de forma eficaz las funciones que el clásico concepto de soberanía les había otorgado.169 La BVerfGE 89, 155 pretende resolver estas relevantes cuestiones al hilo del conocimiento de diferentes recursos de amparo interpuestos fundamentalmente contra la Ley del Parlamento Federal, de 28 de diciembre de 1992, relativa al Tratado de 7 de febrero de 1992, sobre la Unión Europea.170 Sus presupuestos teóricos, sean compartidos o no, son capaces, al menos, de fijar unas bases dogmáticas firmes para la interpretación de las relaciones entre el Derecho Constitucional y el Derecho Comunitario.171 Los recursos de amparo aducen la 169 Esta vinculación entre soberanía y democracia ha venido a ser afirmada en esta Sentencia del Tribunal Constitucional Federal, al condicionar el ejercicio de la soberanía a una legitimación democrática (C I 2 b 1). Véase en la doctrina española sobre tal indisoluble conexión BASTIDA FREIJEDO, Francisco José, La soberanía borrosa: la democracia, Fundamentos: Cuadernos monográficos de teoría del estado, derecho público e historia constitucional, núm. 1, 1998, pág. 381 y ss. 1 170 Sin embargo, los recursos llegan incluso a impugnar la inconstitucionalidad de la Ley de 21 de diciembre de 1992, de reforma de la Grundgesetz, que modificó el art. 23 LF (Europaartikel), autorizando a la cesión de derechos de soberanía a la Unión Europea por contravenir el orden constitucional. De esta forma se plantea la posible existencia de una norma constitucional inconstitucional. Sin embargo, al respecto el Tribunal Constitucional Federal rechaza, sin más la pretensión, sin entrar en el fondo del asunto (A II 1b). 1 171 Algo que también ha intentado el Tribunal Constitucional español. Véanse las DDTC 1/1992, de 1 de julio, y 1/2004, de 13 de diciembre de 2004. Véase sobre tales cuestiones el trabajo de ALÁEZ CORRAL, Benito, Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 12 de octubre de 1993, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 45, 1995, pág. 243 y ss. vulneración del principio democrático y, consecuentemente, la soberanía del ordenamiento jurídico alemán. En respuesta a los alegatos presentados, el Bundesverfassungsgericht niega que la Ley impugnada suponga una lesión de tales principios, no viéndose en peligro la capacidad de autodecisión por parte del sujeto soberano: el pueblo alemán. (C II b). Ha sido precisamente el propio ordenamiento—en el art. 23 LF– el que ha permitido la cesión de derechos de soberanía a organizaciones supranacionales. Con todo, como el propio Tribunal Constitucional Federal reconoce, dicha cesión acaba generando inevitablemente una alteración de los principios fundamentales de la Ley Fundamental, entre ellos del propio principio democrático, (B 1 a), ya que la cesión del ejercicio de funciones y competencias del Parlamento (C I a) a una organización supranacional implica la sumisión a decisiones normativas ajenas al Estado172, modificándose de este modo y de forma inevitable el proceso de formación de la voluntad política reconocida constitucionalmente al pueblo alemán (art. 20.2 LF) (C I a). Pero dicha alteración resulta compatible con la Grundgesetz siempre que se mantenga dentro de los límites del art. 79.3 LF, es decir, que no afecte al contenido nuclear del principio democrático, tal y como lo ha configurado el poder constituyente del pueblo alemán.173 En ese sentido, la primera de las cuestiones relevantes que se plantea el Tribunal Constitucional Federal es si el ordenamiento democrático alemán, en ejercicio de su soberanía, puede transferir a la Unión Europea cualquier clase de derechos de soberanía en base al art. 23 LF (B 1a). El citado Tribunal deja meridianamente claro que no cabe una cesión en blanco de los derechos de soberanía a los que se refiere al art. 23 LF,174 sino que deben quedarle al Parlamento Federal funciones y competencias con peso sustantivo (C I b2). De esta 172 Naturaleza estatal que el Tribunal Constitucional Federal priva a la Unión Europea, que no se apoya en un pueblo europeo (C II). 173 Véase STERN, Klaus., Der Bedeutung der Unantastbarkeitsgarantie des Art. 79 III für die Grundrechte, Juristiche Schulung, Nº 5, 1985, pág. 329 y ss. Véase al respecto de los límites a la cesión de competencias soberanas a la Unión Europea, BOGDANDY, Armin von, La integración europea a la luz de la Constitución alemana: una contribución sobre los actuales malentendidos en torno a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el caso Maastricht, Cuadernos de derecho público, Nº 13, 2001, pág. 198 y ss. 174 Véase la BVerfGE 58, 1 (37), denominada Eurocontrol I, sobre la que se sostienen buena parte de las premisas expuestas en la presente Sentencia sobre el Tratado de Maastricht. manera, el Tribunal Constitucional Federal, al amparo de lo que no es sino concepto material de soberanía,175 sostiene que han de retenerse en el órgano de representación democrática del pueblo alemán, funciones normativas de autodecisión —ya se verá más adelante cuáles son éstas--. Siendo esto así, la primera y más básica consecuencia que deduce el Bundesverfassungsgericht la retención de funciones de soberanía por parte del Parlamento Federal alemán es, ad intra, la limitación material de la Ley de Autorización del art. 23 LF176 y, en segundo lugar, ad extra, el principio de atribución competencial limitada y restringida de la Unión Europea (C 2 y C 2 a).177 El resultado que deduce el Tribunal Constitucional Federal de estas dos caras de una misma moneda es que la competencia sobre las competencias –el poder de reforma constitucional--ha de residir siempre en el Estado alemán, en cuanto ordenamiento jurídico democrático y soberano; y así se plasma a juicio del Tribunal en las disposiciones del TUE (B II 2). Esta retención en el ordenamiento alemán de la Kompetenz der Kompetenz se materializa en las siguientes tres máximas. Primero, en lo que puede denominarse principio de reversibilidad, esto es, la posibilidad de que Alemania, en tanto señora de los tratados, a través de un contrarius actus, pueda renunciar a la pertenencia a la Unión Europea (cfr. C II 1a)—derogando, sin más, la ley de autorización-- y segundo,--como resultado del aludido principio de atribución competencial limitada y restringida--en el indispensable consentimiento del Estado alemán, por medio de la autorización contemplada en el art. 23 LF, para una reforma de los Tratados,178 en caso de que la Unión Europea quisiera ejercer mayor volumen de funciones y de competencias (C I 1a, C II 2d) —motivada por las tres fases escalonadas de la integración previstas en el TUE. Y en tercer y último lugar, acaso el aumento de la asunción de funciones y competencias para la realización de los fines de la Unión Europea se realizara sin el consentimiento del Estado alemán, la 175 Cfr. KELSEN, Hans, Allgemeine Staatslehre, Max Gehlen, Berlín, 1966, pág. 109 y s. 1 176 BVerfGEE 58, 1 (37) y 68, 1 (98 y ss.). En el mismo sentido, el Tribunal ha dispuesto que la Ley de Autorización del art. 23 LF debe de establecer de forma suficientemente concreta las competencias que se transmiten para su ejercicio y el programa de integración que se pretende llevar a cabo (C I 3). 1 177 Cfr. STEIN, Thorsten, La sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el Tratado de Maastricht, Revista de Instituciones Europeas, Nº 3, 1994, pág. 764 y ss. 1 178 BVerfGEE 58, 1 (37) y 68, 1 (98 y ss.). inevitable inaplicabilidad de sus normas por parte del poder público alemán (C I 1a, C II 2b).179 Una vez que el Tribunal Constitucional Federal ha dejado claro que el art. 23 LF se halla sometido a límites fundamentados en el principio democrático y, por lo tanto, en el principio de soberanía del pueblo alemán, la segunda de las cuestiones que se plantean en la Sentencia es-- como no podría ser de otro modo-- cuál es el contenido de la limitación que se apoya en aquellos principios. Dicho de otra manera, cuánta democracia y soberanía ha de retener el Estado alemán. Este aspecto resulta precisado por el Bundesverfassungsgericht, aunque no sólo, en el contenido del principio democrático considerado intangible por el art. 79,3 LF. Ese es precisamente el contenido de las funciones y competencias con peso sustantivo (C I b2) que deben de quedarle al Parlamento alemán no susceptibles de cesión. Y así, para el Tribunal Constitucional-- si bien reconoce que el principio democrático puede configurarse de modos bien distintos (C II 2a) --, forma parte del contenido nuclear de tal principio que el ejercicio de las funciones y las competencias estatales se pueda reconducir al pueblo estatal y en principio se responda ante él (C I 2).180 Pues bien, estos contenidos quedan a salvo, según el Bundesverfassungsgericht, tanto en la Ley interna de Autorización, como en el propio el TUE.181 1 179 BVerfGEE 58, 1 (30 y s) y 75, 223 (235, 242). Este aserto podría resultar de indudable interés para poder determinar cuál es la concepción que posee el Bundesverfassungsgericht sobre los ordenamientos estatal y comunitario. Como se puede apreciar, el órgano jurisdiccional alemán habla de inaplicabilidad no de invalidez de los actos comunitarios, lo que quizás pudiera hacer ver en ello una tesis dualista y no monista del ordenamiento jurídico estatal; algo que quizás parecería contravenir la acentuada posición soberanista puesta de manifiesto en varios párrafos de la Sentencia de Maastrich por parte del Tribunal Constitucional Federal. Véase, en general, sobre concepción de la Constitución como una norma precisamente sobre la aplicabilidad de las normas procedentes de otros sistemas metaestatales, REQUEJO PAGÉS, Juan Luis, Sistemas normativos, Constitución y ordenamiento, Mc-Graw-Hill, Madrid, 1995. También ALÁEZ CORRAL, Benito, Soberanía constitucional e integración europea, Fundamentos, Nº 1, 1998, pág. 519 y ss. 180 BVerfGE 68, 1 (109 y ss)]. Sin embargo, al lado de esta aparente determinación normativa del contenido del principio democrático, el Tribunal Constitucional reconoce que también al contenido de tal principio pertenecen otros contenidos prejurídicos que, supuestamente, serían consustanciales a todo Estado democrático que pretendiera legítimamente asumir tal nombre (C I b1). 181 Sin embargo, parte de la doctrina ha entendido que el TUE altera los principios básicos de la Ley Fundamental, por lo que la adhesión de Alemania al mismo sólo hubiera sido posible a través de una reforma constitucional con participación del pueblo alemán, véase al respecto RUPP, Hans Heinrich, Muß das Volk über den Vertrag von Maastricht entscheiden?, Neue Juristische Wochenschrift, 1993, pág. 39 y ss., así como MURSWIEK, Dietrich, Maastricht und der pouvoir constituant", Der Staat, Nº 32, 1993, pág. 161 y ss. En efecto, en primer lugar, el TUE regula un Parlamento elegido por los ciudadanos de los Estados de la Unión Europea, trasladándose así adecuadamente la legitimación democrática de los parlamentos nacionales al de la Unión Europea (C I b2).182 Es cierto, sin embargo, que el Tribunal Constitucional reconoce que el Parlamento Europeo asume en esa primera fase de la integración meras funciones de apoyo. De ahí que el Tribunal estime aconsejable que en el futuro, a fin de lograr mayor legitimación democrática, el Parlamento asuma una mayor influencia sobre la política y sobre la producción normativa de las Comunidades Europeas en sucesivas fases de la integración (C I b2). Asimismo, el propio Tribunal reconoce que una mayor legitimación democrática pudiera llegar a lograrse si el Parlamento de la Unión fuese elegido de acuerdo con un derecho electoral uniforme en todos los Estados miembros (C I b2). En segundo lugar, al Tribunal Constitucional Federal le parecen menos dudosas las objeciones articuladas en lo que se refiere a la concepción del Consejo-- conformado por los miembros de los gobiernos-- como el verdadero legislador de la Unión Europea. Tampoco este aspecto contraviene el principio democrático de la Ley Fundamental, ya que el Parlamento Federal, a través del control gubernamental interno, puede condicionar la labor del ejecutivo en el ámbito de la Unión Europea, siendo además responsable políticamente de sus actos ante aquél.183 De tal modo, se salvaguarda también plenamente el segundo de los contenidos del principio democrático fijados por el Tribunal Constitucional Federal (C II 1b). 182 BVerfGE 83, 60 (72). 183 Véase en ese sentido la BVerfGE 68, 1 (109 y ss.). BVerfGE 89, 155 - Maastricht Sentencia de la Sala Segunda de 12 de octubre de 1993 Directrices 1. En el ámbito de aplicación del art. 23 LF el art. 38 LF excluye que se vacíe de contenido la legitimación y la influencia que se origina por medio de las elecciones sobre el ejercicio de los poderes estatales como consecuencia del cambio de funciones y competencias del Parlamento Federal, de forma tal que se conculque el principio democrático, considerado intangible por el art. 79 párr. 3 en relación con el art. 20 párr.1 y 2 LF. 2. El principio democrático no impide a la República Federal de Alemania formar parte de una comunidad interestatal – organizada supranacionalmente -. Sin embargo, también es presupuesto deesta participación que se asegure dentro de la Unión de Estados la legitimación e influencia procedente del pueblo. 3. a) Cuando una Unión de Estados democráticos desempeña funciones de soberanía, ejerciendo de esta forma competencias de soberanía, son, en primer lugar, los pueblos de los Estados miembros los que tienen que legitimar democráticamente esto por medio de los Parlamentos nacionales. De esta forma, tiene lugar una legitimación democrática por medio de la reconducción de la actuación de las instituciones europeas a los Parlamentos de los Estados miembros; a ello se añade – en la medida de la creciente integración de las naciones europeas –, dentro de la estructura institucional de la Unión Europea, la transmisión de la legitimación democrática por parte del Parlamento europeo elegido por los ciudadanos de los Estados miembros. b) Resulta decisivo que los principios democráticos de la Unión se construyan de manera que se adapten a la integración y se siga manteniendo una democracia activa también en el proceso de integración entre los Estados miembros. 4. Cuando – como ocurre actualmente – los pueblos transmiten a través de los Parlamentos nacionales la legitimación democrática, se pone límites a la expansión de las funciones y competencias de las Comunidades Europeas por parte del principio democrático. El Parlamento Federal alemán debe seguir conservando funciones y competencias con peso sustantivo propio. 5. Se infringe el art. 38 LF cuando una ley que abre el ordenamiento jurídico alemán a la vigencia y aplicación directa del Derecho de las Comunidades Europeas – supranacionales -, no fija de manera suficientemente determinable los derechos transmitidos para su salvaguardia ni el programa de integración que se pretende (vid. BVerfGE 58, 1 [37]). Esto significa al mismo tiempo que los posteriores cambios esenciales que se produzcan en el programa de integración expuesto en el Tratado de la Unión y sus atribuciones de actuación ya no estarán cubiertas por la Ley de Autorización a la Ratificación de este Tratado. El Tribunal Constitucional Federal controla si los instrumentos jurídicos de las instituciones y órganos europeos se mantienen dentro de los límites de las competencias soberanas que se les han concedido o si se alejan de ellas (vid. BVerfGE 75, 223). 6. En la interpretación de las normas de competencia por parte de las instituciones y órganos de las Comunidades se ha de atender a que el Tratado de la Unión distingue básicamente entre la atribución de una competencia de soberanía otorgada con límites y la modificación del Tratado, y por ello su interpretación, en sus resultados, no debe equivaler a una ampliación del Tratado; tal interpretación de las normas de competencia no tendría efecto vinculante para Alemania. 7. También los actos de un poder público especial de una organización supranacional, distinto del poder estatal de los Estados miembros, afectan a los titulares de derechos fundamentales en Alemania. Afectan de esta forma a las garantías de la Ley Fundamental y las funciones del Tribunal Constitucional Federal, que en esa medida tienen por objeto la protección de los derechos fundamentales en Alemania no sólo frente a los órganos del Estado alemán (discrepancia respecto de la BVerfGE 58, 1 [27]). En cualquier caso, el Tribunal Constitucional Federal ejerce su jurisdicción en relación a la aplicabilidad del Derecho comunitario derivado en Alemania en una “relación de cooperación” con el Tribunal Europeo de Justicia. 8. El Tratado de la Unión crea una Unión de Estados para la realización de una Unión cada vez más estrecha de los pueblos – organizados estatalmente - de Europa, no un Estado que se apoye en un pueblo europeo. 9. a) El art. F párr. 3 TUE no apodera a la Unión para que se dote por sí misma de los medios financieros o de acción que considere necesarios para el cumplimiento de sus fines. b) El art. L TUE excluye la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia sólo respecto de aquellos preceptos del Tratado de la Unión que no habilitan para adoptar medidas de la Unión con el efecto de afectar a los titulares de derechos fundamentales en el territorio de los Estados miembros. c) La República Federal de Alemania no se somete, con la ratificación del Tratado de la Unión, a un “automatismo” inabarcable, imposible de dirigir, hacia una unión monetaria; el Tratado abre el camino a una integración posterior progresiva de la comunidad jurídica europea, que depende en cada uno de sus pasos bien de premisas actualmente previsibles para el Parlamento, bien del consentimiento adicional del Gobierno Federal, susceptible de ser influido por el Parlamento. En el procedimiento sobre los recursos de amparo 1. del Sr. B... – Representante: Prof. Dr. K. A. Schachtschneider, Hubertusstraße 6, Nuremberg – contra la Ley de 28 de diciembre de 1992, relativa al Tratado de 7 de febrero de 1992 sobre la Unión Europea (BOPF II p. 1251), así como contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992 (BOPF I p. 2086), y la solicitud de disponer de otros remedios en el sentido del art. 20 párr. 4 LF por medio de la declaración de la incompatibilidad con la Ley Fundamental de la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado sobre la Unión Europea de 7 de febrero de 1992, para evitar la resistencia contra órganos estatales de la República Federal de Alemania y las solicitudes de adopción de medidas cautelares - 2 BvR 2134/92 -; 2. a) de la Sra. B..., b) del Sr. G..., c) de la Sra. R..., d) del Sr. T... – Representante: abogado Hans-Christian Ströbele, Holsteiner Ufer 22, Berlín [de a) a d)], Prof. Dr. Ulrich K. Preuß, Eichendorffstraße 15, Bremen [de d)] – contra la Ley de 28 de diciembre de 1992, relativa al Tratado de 7 de febrero de 1992 sobre la Unión Europea (BOPF II p. 1251) - 2 BvR 2159/92 -. Fallo: 1. Se desestima el recurso de amparo del recurrente citado en 1. contra la Ley de 28 de diciembre de 1992, relativa al Tratado de 7 de febrero de 1992 sobre la Unión Europea (Boletín Oficial del Parlamento Federal II página 1251). Se rechaza su recurso de amparo contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992 (Boletín Oficial del Parlamento Federal I página 2086). 2. Se rechazan los recursos de amparo de los recurrentes citados en 2. Fundamentos: A. Los recursos de amparo conciernen a la colaboración alemana en la fundación de la Unión Europea por medio de la Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992 (BOPF I p. 2086) y de la Ley de 28 de diciembre de 1992, relativa al Tratado de 7 de febrero de 1992 sobre la Unión Europea (BOPF II p. 1251). I. 1. El 7 de febrero de 1992 se firmó el Tratado estipulado entre los Estados miembros de las Comunidades Europeas constitutivo de la Unión Europea (en adelante, Tratado de la Unión [TUE]) en la ciudad holandesa de Maastricht. De acuerdo con el artículo inicial de este Tratado, el proceso de integración europea iniciado con la fundación de las Comunidades Europeas alcanza ahora una “nueva etapa en el proceso creador de una Unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa” (art. A párr. 2 TUE). a) Por medio del Tratado de la Unión las partes constituyen entre sí una “Unión Europea” (art. A párr. 1 TUE). Tiene por misión organizar de modo coherente y solidario las relaciones entre los Estados miembros y entre sus pueblos (art. A párr. 3 inciso 2 TUE). La Unión tiene los siguientes objetivos, recogidos más concretamente en el art. B TUE: crear un espacio económico y social sin fronteras interiores, conseguir el establecimiento de una unión económica y monetaria – que implicará, en su momento, una moneda única -, afirmar la identidad de la Unión en el ámbito internacional, en particular mediante la realización de una política exterior y de seguridad común – que incluya, en el futuro, la definición de una política común de defensa -, la creación de una ciudadanía de la Unión, desarrollar una cooperación en el ámbito de la justicia y de los asuntos de interior, así como mantener íntegramente el acervo comunitario y desarrollarlo. De acuerdo con el art. F párr. 3 TUE, la Unión se dotará de los medios necesarios para alcanzar sus objetivos y para llevar a cabo sus políticas. El fundamento de la Unión Europea se construye sobre la base de las tres Comunidades Europeas preexistentes (Comunidad Económica Europea [CEE] - ahora: Unión Europea [UE], Comunidad Europea del Carbón y del Acero [CECA], Comunidad Europea de la Energía Atómica [EURATOM]), y se completa con las dos formas de cooperación introducidas en el Tratado de la Unión, la Política Exterior y de Seguridad Común (art. B, 2° guión, art. J TUE) y la cooperación en materia de justicia y asuntos de interior (art. B, 4° guión, art. K TUE) – el llamado “sistema de los tres pilares” (art. A párr. 3 TUE). El Consejo Europeo, en el que se reúnen los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros y el presidente de la Comisión, da a la Unión los impulsos necesarios para su desarrollo y define las orientaciones políticas generales para este desarrollo (art. D TUE). b) La hasta ahora “Comunidad Económica Europea” se amplía a una “Comunidad Europea” con competencias y poderes ampliados (art. G TUE). En vista de ello, se modifica el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea (TCEE). También en su nueva redacción – como Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (en adelante TCE) – mantiene el principio de la atribución de competencias única restringida (art. 3 b párr. 1, art. 4 párr. 1 inciso 2, art. 4 a, art. 4 b, art. 189 párr. 1 TCE). De acuerdo con el principio de subsidiariedad (art. 3 b párr. 2 TCE), en los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva la Comunidad intervendrá conforme al principio de subsidiariedad sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y, por consiguiente, puedan lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada, a nivel comunitario. El art. 3 b párr. 3 TCE dispone, pues, que ninguna acción de la Comunidad excederá de lo necesario para alcanzar los objetivos del presente Tratado. b1) El Tratado de la Unión introduce una ciudadanía de la Unión, que se deriva de la nacionalidad de un Estado miembro (art. 8 TCE), otorga el derecho a la libre circulación (art. 8 a TCE), crea el derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales en el Estado de residencia y también concede el derecho de sufragio en las elecciones al Parlamento Europeo según la residencia, separándolo por tanto de la nacionalidad (art. 8 b TCE). Todo ciudadano de la Unión disfruta de protección diplomática y consular subsidiaria de la de cada Estado miembro en la medida de lo dis- puesto en el art. 8 c TCE. Además, el Tratado contiene previsiones relativas a una política común de visados (art. 100 c TCE; art. K.1 núm. 2 TUE). b2) El Tratado de la Unión crea nuevas competencias y poderes de la Comunidad Europea en materia de política de educación (art. 126 TCE), política de formación profesional (art. 127 TCE), política de cultura (art. 128 TCE), política de salud (art. 129 TCE), protección de los consumidores (art. 129 a TCE) y redes transeuropeas (arts. 129 b ss. TCE). En el art. 130 d TCE y en el Protocolo sobre la cohesión económica y social acuerdan las partes la creación de un fondo de cohesión, que proporcione una contribución financiera de la Comunidad a proyectos en los sectores del medio ambiente y de las redes transeuropeas en materia de infraestructuras del transporte. b3) La unión económica y monetaria planificada desde 1972 se introduce ahora por medio del Título VI del Tratado de la CE. Mientras que la política económica de los Estados miembros se ha de coordinar de acuerdo con los arts. 102 a ss. TCE, sometiéndose a las directivas de la Comunidad para garantizar la convergencia de los resultados económicos de los Estados miembros, la política monetaria se comunitariza paso a paso y se pone en manos de un Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) (arts. 105 ss. TCE). La primera fase (fase de convergencia) de la unión económica y monetaria, que ya ha comenzado el 1 de julio de 1990, se completa con el Sistema Monetario Europeo (SME) con la colaboración de todos los Estados miembros. Le sigue el 1 de enero de 1994, de acuerdo con el art. 109 e TCE, la segunda fase (fase de coordinación), que prepara la consecución de la unión económica y monetaria. Con este propósito, los Estados miembros, ya antes del 1 de enero de 1994, lucharán con medidas nacionales contra las limitaciones que todavía existan de los movimientos de capitales y medios de pago, así como de las posibilidades de crédito o de entrada del sector público en los bancos centrales (art. 109 e párr. 2 letra a, 1° guión TCE), preocupándose por conseguir la estabilidad de los precios, la solidez de las finanzas públicas y una adecuada situación de la deuda pública (art. 109 e párr. 2 letra a, 2° guión TCE). Con el inicio de la segunda fase se crea un Instituto Monetario Europeo. Es el precursor del Banco Central Europeo (BCE) y prepara su actividad en la tercera fase (art. 109 f TCE). En la tercera fase, las competencias de los Estados miembros en relación a toda la política monetaria (política monetaria, crediticia, de interés y de cambio de divisas) son asumidas por la Comunidad Europea. Con este propósito se crean un SEBC y un BCE independiente (art. 4 a en relación con los arts. 105 ss. TCE). El inicio de la tercera fase depende de si los Estados miembros cumplen suficientemente determinadas obligaciones relativas a la estabilidad de precios, un déficit público no excesivo, la estabilidad de la moneda y de los niveles del tipo de interés (criterios de convergencia) (art. 109 j párr. 1 TCE en relación con el Protocolo sobre los criterios de convergencia). A más tardar a finales de 1996, el Consejo de las Comunidades Europeas (en el encuentro de los jefes de Estado y de Gobierno) decidirá, por mayoría cualificada, si una mayoría de los Estados miembros cumple las condiciones necesarias y si es apropiado iniciar la tercera fase. Si el Consejo contesta afirmativamente a esto, puede establecerse la fecha para la creación de un BCE y la introducción de la moneda única (art. 109 j párr. 3 TCE). En otro caso, la tercera fase comenzará a más tardar el 1 de enero de 1999 (art. 109 j párr. 4 TCE). c) Al Tratado de la Unión se adjunta un Acuerdo sobre la política social entre los Estados miembros de la Comunidad Europea a excepción del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Según dispone, la Comunidad apoya y complementa la actividad de los Estados miembros dirigida a la mejora, en especial, del entorno de trabajo, así como de la organización de las condiciones de trabajo, la información y la consulta a los trabajadores, la igualdad de oportunidades en el mercado laboral y la igualdad de trato en el trabajo entre hombres y mujeres, así como la integración de las personas excluidas del mercado laboral. El Consejo, con tales fines, puede adoptar las disposiciones mínimas, mediante directivas, con los presupuestos del art. 2 del Acuerdo. 2. La Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992, que, entre otros, introduce en la Ley Fundamental los arts. 23, 28 párr. 1 inciso 3, 52 párr. 3 a y 88 inciso 2, fue publicada en el Boletín Oficial del Parlamento Federal I de 24 de diciembre de 1992 (p. 2086), entrando en vigor el 25 de diciembre de 1992. El art. 23 párr. 1 LF en su nueva redacción tiene el siguiente tenor literal: "Para la realización de una Europa unida, la República Federal de Alemania contribuirá al desarrollo de la Unión Europea que está obligada a la salvaguar- dia de los principios democrático, del Estado de Derecho, social y federativo y del principio de subsidiaridad y garantiza una protección de los derechos fundamentales comparable en lo esencial a la asegurada por la presente Ley Fundamental. A tal efecto, la Federación podrá transferir derechos de soberanía por una ley que requiere la aprobación del Consejo Federal. Los apartados 2 y 3 del artículo 79 se aplican a la creación de la Unión Europea, al igual que a las reformas de los tratados constitutivos y a toda normativa análoga mediante la cual la presente Ley Fundamental sea reformada o completada en su contenido o hagan posible tales reformas o complementaciones". Tras el art. 28 párr. 1 inciso 2 LF, se introdujo el siguiente inciso 3: “En los distritos y municipios, de acuerdo con el Derecho de la Comunidad Europea, el derecho de sufragio activo y pasivo corresponde también a las personas que posean la nacionalidad de un Estado miembro de la Comunidad Europea”. El art. 52 LF se complementa con el siguiente párr. 3 a: "Para asuntos de la Unión Europea, el Consejo Federal podrá crear una Cámara de asuntos europeos cuyas decisiones serán consideradas como decisiones del Consejo Federal; el artículo 51, apartados 2 y 3, segundo inciso, se aplicará por analogía”. El art. 88 LF, concerniente al Banco Federal, recoge en un inciso 2 lo siguiente: "Dentro del marco de la Unión Europea, sus tareas y competencias podrán ser delegadas al Banco Central Europeo, que es independiente y está al servicio del objetivo prioritario de garantizar la estabilidad de los precios". 3. El Parlamento Federal alemán aprobó el 2 de diciembre de 1992, en votación final por 543 de los 568 de los votos emitidos, la Ley de Autorización a la Ratificación del Tratado de la Unión (Diario de Sesiones 12/126 pp. 10879 ss.); el Consejo Federal aprobó el 18 de diciembre de 1992 la Ley por unanimidad (BOCF184 810/92, Diario de Sesiones de la 650ª sesión de 18 de diciembre de 1992). La Ley fue publicada el 30 de diciembre de 1992 en el Boletín Oficial del Parlamento Federal, entrando en vigor el 31 de diciembre de 1992 (BOPF II p. 1251 ss.). En la sesión de 2 de diciem- 184 N. e. Boletín Oficial del Consejo Federal (Bundesratsdrucksachen – BRDrucks.). bre de 1992, el Parlamento Federal adoptó una toma de postura sobre la unión económica y monetaria, en la que se señala que: “... 3. El Parlamento Federal alemán reconoce que el Tratado sobre la Unión Europea crea la base de una futura moneda europea estable, especialmente asegurando la independencia del Banco Central Europeo y el acuerdo de los criterios de estabilidad entre los Estados miembros que toman parte. Al respecto, en el paso a la tercera fase de la unión económica y monetaria los criterios de estabilidad se han de interpretar de forma restrictiva y estricta. La decisión relativa al inicio de la tercera fase sólo puede adoptarse sobre la base de una estabilidad comprobada, de la sincronía en los datos económicos básicos y la solidez comprobada y permanente presupuestaria y financiera de los Estados miembros que toman parte en ella. No se puede orientar a puntos de vista basados en la oportunidad, sino que debe orientarse a los datos económicos reales. La naturaleza de los criterios condiciona que su cumplimiento no pueda asegurarse sólo estadísticamente. Su cumplimento permanente, antes bien, debe ser creíble también durante el transcurso del proceso de convergencia. La futura moneda europea debe ser y mantenerse tan estable como el marco alemán. El Parlamento Federal alemán se opondrá a cualquier intento de flexibilizar los criterios de estabilidad que han sido acordados en Maastricht. Vigilará que el inicio de la tercera fase de la unión económica y monetaria se oriente estrictamente de acuerdo con estos criterios. El inicio de la tercera fase de la unión económica y monetaria exige también una valoración por parte del Parlamento Federal alemán. El Gobierno Federal precisa, por consiguiente, para emitir su voto en los acuerdos del Consejo de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 109 j párr. 3 y 4 del Tratado constitutivo de la Unión Europea, la votación favorable del Parlamento Federal alemán. La votación del Parlamento Federal alemán se refiere a las mismas materias que la valoración del Consejo de Ministros de Economía y Hacienda y la decisión del Consejo en la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno. 4. El Parlamento Federal alemán exhorta al Gobierno Federal a que aclare que esta votación del Parlamento Federal alemán será respetada. 5. Exhorta al Gobierno Federal a informar de este proceder a las demás partes contratantes, así como a la Comisión Europea y al Parlamento Europeo. 6. El Parlamento Federal alemán exhorta al Gobierno Federal a que le presente anualmente, a partir de 1994, un informe sobre el desarrollo de la convergencia en la Unión Europea. ...” (BOPF 12/3906; Diario de Sesiones 12/126 pp. 10879 ss.). El Consejo Federal acordó en su sesión de 18 de diciembre de 1992 una toma de postura en buena medida coincidente con la anterior (BOCF 810/92 p. 6 s.). El 2 de abril de 1993 el ministro federal de Hacienda Dr. Waigel envió al presidente de la Comisión para Europa del Parlamento Federal alemán Dr. Hellwig un escrito, en el que, entre otras cuestiones, se señala que: “... En el pleno del Parlamento Federal alemán el 2 de diciembre de 1992 he comprobado que el Gobierno Federal se asegurará, en el importante paso hacia la unión monetaria “el respaldo de los grupos legislativos”. Me he referido al respecto a la “votación favorable”, de la que se habla en las coincidentes tomas de postura del Parlamento Federal y del Consejo Federal. Yo también me he declarado dispuesto a informar del procedimiento elegido entre el Parlamento y del Gobierno Federal a nuestros colegas en la Comunidad en colaboración con el ministro federal de asuntos exteriores. Esta notificación tendrá lugar inmediatamente tras el depósito del instrumento de ratificación por parte del Gobierno Federal, con el que se concluye para nosotros el procedimiento de ratificación. ...”. 4. Según dispone el art. R párr. 1 TUE, el Tratado de la Unión precisa la ratificación de todos los Estados miembros, de conformidad con sus respectivas normas constitucionales. Los instrumentos de ratificación se han de depositar ante el Gobierno de la República italiana. Después de que los recurrentes en amparo hubieran solicitado la adopción de una medida cautelar para impedir la vinculación internacional de la República Federal de Alemania al Tratado de la Unión, el presidente federal – por medio del jefe de la Oficina de la Presidencia federal -, declaró que firmaría el instrumento de ratificación únicamente después de que el Tribunal Constitucional Federal hubiera adoptado una decisión sobre el fondo del asunto. El Gobierno Federal aseguró que no depositaría el instrumento de ratificación antes de que se produjera ésta. II. Los recursos de amparo se dirigen contra la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión y contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental. El recurrente en amparo citado en 1. alega la lesión de sus derechos fundamentales y de las garantías equiparadas a los derechos fundamentales recogidos en los arts. 1 párr. 1, 2 párr. 1, 5 párr. 1, y 9 párr. 1 en relación con los arts. 21 párr. 1 inciso 2, 12 párr. 1, 14 párr. 1 y 38 párr. 1, así como en el art. 20 párr. 4 en relación con el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF. Los recurrentes en amparo citados en 2. son diputados del Parlamento Europeo elegidos en la República Federal de Alemania, pero presentan el recurso de amparo en su condición de ciudadanos de la República Federal de Alemania, y alegan básicamente la lesión de los derechos equiparados a los fundamentales recogidos en el art. 20 párr. 4, así como en el art. 38 párr. 1 y 2 LF. 1. a) El recurrente en amparo citado en 1. señala que considera lesionado el derecho recogido en el art. 38 LF, que concede a todo ciudadano derecho a la representación democráticamente legitimada en el Parlamento Federal alemán y protege su derecho a tomar parte en el ejercicio del poder del Estado(art. 20 párr. 2 inciso 2 LF). Este derecho a participar se ve minorado sustancialmente por el hecho de que el Tratado de la Unión “transfiere” competencias esenciales del Parlamento Federal alemán a las instituciones de las Comunidades Europeas e incluso otorga a la Unión en el art. F párr. 3 TUE una competencia sobre las competencias, que puede utilizar para atraer hacia sí aquellas competencias que desee. Tras esta ampliación de las competencias de la Comunidad, la soberanía estatal en Alemania ya no la detentan esencialmente los representantes elegidos por todo el pueblo alemán en el Parlamento Federal alemán, y por lo tanto ya no la detenta el pueblo alemán. Además, el art. 38 LF se lesiona también debido al déficit democrático a nivel comunitario. El verdadero legislador en la Unión Europea es el Consejo, esto es, los Gobiernos, y, según el asunto de que se trate, los jefes de Gobierno; el Parlamento Europeo tiene básicamente una función exclusivamente asesora. De esta forma, el principio democrático y la exigencia de sometimiento de la administración al imperio de la ley se convierten en su contrario, porque la administración, que ejecuta la ley, es la que elabora las leyes. Esta carencia tampoco se compensa por medio de una colaboración suficiente de los Parlamentos de los Estados miembros en la producción normativa a nivel de la Comunidad. Frente a ello, todo ciudadano tiene el derecho a que el acto de votar conserve su contenido esencial de elegir en verdad a los órganos legislativos. El recurrente en amparo, además, también se ve perjudicado en su libertad de actuación como titular del derecho de sufragio activo y pasivo, porque se otorga a los ciudadanos de la Unión procedentes de otros Estados miembros el derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales alemanas. b) Además, el recurrente en amparo alega la lesión de sus derechos fundamentales contenidos en los arts. 1 párr. 1, 2 párr. 1, 5 párr. 1, y 9 párr. 1 en relación con los arts. 21 párr. 1 inciso 2, 12 párr. 1 y 14 párr. 1 LF. La Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión abandona en numerosos ámbitos de importancia para los derechos fundamentales la estatalidad alemana, o al menos la perjudica esencialmente, y reprime de esta forma a los destinatarios y garantes de la protección de los derechos fundamentales. La protección de la dignidad humana cambia profundamente cuando en vez del pueblo alemán ejerce ahora la soberanía estatal el pueblo de la Unión Europea (art. 8 ss. TCE), incluso aunque no empeore cualitativamente su protección. El recurrente en amparo ve una lesión de su derecho a la libertad en general, especialmente de su “derecho fundamental a la legislación conforme con la Constitución”, en el hecho de que la legislación, tras la entrada en vigor del Tratado de la Unión, ya no se legitima suficientemente conforme al Derecho constitucional alemán. Además, pierde la protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Federal. Al excluir el art. L TUE la competencia del Tribunal Europeo de Justicia, se produce una laguna en la protección contraria a la Ley Fundamental. Además, el recurrente en amparo alega la lesión de sus libertades políticas y económicas, porque se ve sometido a partir de ahora a órganos europeos y actos jurídicos europeos, y atado a un Estado europeo y a la formación de su voluntad. Esto se muestra en particular en la introducción contraria a los derechos fundamentales de una unión monetaria. Todos los alemanes pierden la base de su confianza económica, que se deriva de la organización monetaria específica construida sobre el marco alemán. Con el inicio de la tercera fase de la unión económica y monetaria, el recurrente en amparo ya no podrá seguir recibiendo el salario, conservar valores ni realizar transacciones en marcos alemanes. Esto lesiona sus derechos fundamentales recogidos en los arts. 2 párr. 1 y 14 LF, de forma directa y actual, porque Alemania, tras la entrada en vigor del Tratado de la Unión, “automáticamente” se incluye en la unión monetaria, de la que, sin embargo, ya no puede salir y en la que carece de importancia jurídica frente a las partes contratantes una reserva de aprobación a favor del Parlamento Federal y del Consejo Federal. El ejercicio del derecho de voto alemán en el Consejo en las votaciones relativas a la tercera fase de la unión económica y monetaria no es objeto apropiado del recurso de amparo constitucional; a lo que se añade que la República Federal puede quedar allí en minoría. El recurrente en amparo basa su alegación, apoyada en el art. 5 párr. 1 LF, en que las condiciones de comunicación cambiarían básicamente cuando en vez de sobre las instituciones alemanas a partir de ahora haya que ejercer influencia sobre las instituciones comunitarias. El recurrente en amparo ve además en el nuevo art. 138 a TCE una lesión de la libertad, protegida en el art. 9 párr. 1 en relación con el art. 21 párr. 1 inciso 2 LF, de fundar partidos y colaborar en su seno cuando allí se ordena a los partidos políticos que construyan una conciencia europea. c) Por último, el recurrente en amparo apoya su recurso de amparo en el art. 20 párr. 4 en relación con el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF. Indica que en estos preceptos se contiene la atribución de una competencia extraordinaria al Tribunal Constitucional Federal, en su papel de “guardián de la Constitución”, para posibilitar otros remedios a solicitud de un alemán cuando amenacen con suprimirse las bases constitucionales del art. 20 párr. 1 a 3 LF. Conforme al sentido del mandato de paz, todos los alemanes deberían poder solicitar estos remedios para evitar el conflicto que supone la resistencia conforme al art. 20 párr. 4 LF. La supresión del orden constitucional de la Ley Fundamental la ve el recurrente en amparo ante todo en las reformas de la Ley Fundamental, en particular por la Ley de 21 de diciembre de 1992, que impugna al mismo tiempo por tratarse de Derecho constitucional inconstitucional. El art. 23 LF en su nueva redacción no ofrece un fundamento jurídico-constitucional para la atribución de competencias soberanas, por- que, por su parte, sería inconstitucional. El art. 23 LF reconoce la competencia exclusiva de decisión del Gobierno Federal sobre la cooperación alemana en la actividad de producción normativa de la Unión Europea. A la vista de la competencia de dirección política atribuida al Canciller federal y su posición jurídica frente a los ministros, materialmente se habría recogido en la Ley Fundamental un principio de mera dirección ejecutiva. Junto a ello, el recurrente en amparo se considera lesionado en su derecho de sufragio por el hecho de que el recientemente introducido art. 28 párr. 1 inciso 3 LF permite un derecho de sufragio municipal para los nacionales de otros Estados miembros de la CE, y el art. 8 b TCE hace uso de esta habilitación. Por lo demás, lesionan el principio del Estado federal la Ley de reforma constitucional (art. 23 párr. 2, 4 a 6 LF en su nueva redacción en relación con el art. 52 párr. 3 a LF en su nueva redacción), la Ley de Autorización de la Ratificación y el Tratado de la Unión. La participación de los Estados federados en la legislación se ve perjudicada frente a lo dispuesto en el art. 79 párr. 3 LF; esto no se ve compensado por las competencias de colaboración del Consejo Federal contempladas en el art. 23 LF en su nueva redacción. Además, la trasferencia de competencias del Consejo Federal a la Cámara europea, prevista en el art. 52 párr. 3 a LF en su nueva redacción, no compensa los derechos y el estatus de los Estados federados. El principio del Estado Social se lesiona en el Tratado de la Unión porque la responsabilidad social de Alemania se amplía a toda la Unión Europea. El principio del Estado Social alemán, sin embargo, sólo podría ser superado por una nueva Constitución, y no por medio de una reforma constitucional. 2. a) De acuerdo con la interpretación del recurrente en amparo citado en 2., la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión infringe principios fundamentales de la Ley Fundamental, que no pueden ser objeto de una reforma constitucional, según se dispone en el art. 79 párr. 3 LF; frente a ello, el art. 20 párr. 4 LF en relación con el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF abre la posibilidad de presentar un recurso de amparo. Se lesionan en principio democrático y la división de poderes impuesta por el principio del Estado de Derecho cuando el Tratado de la Unión priva al Parlamento Federal de amplios ámbitos legislativos y de la regulación de cuestiones fundamentales y los reserva al ejecutivo. La producción normativa de la Comunidad es cuestión del Consejo y de la Comisión como partes del ejecutivo; el Parlamento Europeo no es un legislador. A diferencia del Parlamento Federal, el “legislador de la CE” carece de legitimación democrática directa a nivel comunitario, extrayéndola de la legitimación democrática indirecta que corresponde a los miembros del Gobierno en los Estados miembros. Junto a ello, además, la entrada en vigor del Tratado de la Unión amenaza la existencia de la República Federal de Alemania en su condición de Estado independiente y soberano, excluida de la reforma constitucional de acuerdo con lo dispuesto en el art. 79 párr. 3 LF, pues ésta supone una nueva fase de integración que irrevocablemente prepara el camino de la evolución hacia la creación furtiva de un Estado federal europeo. Con la creación de la unión monetaria, se produce una coerción objetiva que hace inevitable el camino hacia la Unión Europea. Las funciones y competencias de la Comunidad se ampliarían más allá de la actual comunidad económica a todas las materias importantes para la formación de un Estado. El legislador se atribuye de esta forma competencias que sólo corresponden al pueblo en su condición de titular del poder constituyente. Por lo demás, cuando se trata de la defensa del núcleo constitucional sustraído a la reforma constitucional, corresponde a todos los alemanes el “derecho a la defensa del ordenamiento constitucional” de acuerdo con lo dispuesto en el art. 20 párr. 4 LF. La alusión al derecho de resistencia entre los derechos susceptibles de alegarse en amparo del art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF no significa únicamente que el derecho de resistencia pueda ser “exigido judicialmente” como tal – lo que prácticamente carece de sentido -, sino que, antes bien, abre el recurso de amparo como posibilidad de “otro remedio” que evita el ejercicio del derecho de resistencia y de esta forma, por tanto, el peligro de una guerra civil. b) Los recurrentes en amparo, además, alegan una lesión directa y actual de sus derechos análogos a los fundamentales recogidos en el art. 38 párr. 1 y 2 LF, que de acuerdo con el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF, y el § 90 párr. 1 BVerfGG, también son susceptibles igualmente de ser alegados en amparo. Desde su punto de vista, la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión no hubiera debido ser aprobada sin legitimación por el pueblo como titular del poder constituyente, puesto que – al igual que el nuevo art. 23 LF – afecta al núcleo constitucional intangible del art. 79 párr. 3 LF. El derecho de colaboración en el proceso democrático de formación de la voluntad general regulado en el art. 38 párr. 2 LF se ha de aplicar también a los referéndums. Por ello, se deriva del art. 38 LF, junto al derecho subjetivo a la celebración de elecciones al Parlamento Federal y el derecho a tomar parte en el ejercicio democrático de la soberanía estatal, también un derecho fundamental a la celebración de un referéndum constitucionalmente obligatorio. III. 1. De las personas con derecho a presentar alegaciones de acuerdo con el § 94 párr. 4 en relación con el § 77 BVerfGG, las han presentado el Gobierno Federal, el Parlamento Federal y el Consejo Federal. Consideran que los recursos de amparo son inadmisibles, o que como mínimo carecen de fundamentación. 2. La Sala ha escuchado como informantes en relación a las cuestiones relativas a la unión económica y monetaria al Presidente del Banco Federal Alemán, Prof. Dr. Helmut Schlesinger, y al Director del Banco Federal Alemán, Dr. Wolfgang Rieke. La Comisión de las Comunidades Europeas, a solicitud de la Sala, ha enviado al director de su servicio jurídico, Director General Jean-Louis Dewost, para que tomara parte en la vista oral; se ha manifestado en relación a la interpretación de ciertas disposiciones del Tratado. B. Es admisible únicamente el recurso de amparo del recurrente citado en 1. contra la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión, en tanto con él se alega una lesión de los derechos recogidos en el art. 38 LF. En lo restante los recursos de amparo son inadmisibles. Sólo es admisible el recurso de amparo cuando el recurrente alega haber sido lesionado de forma directa y actual por un acto de poder público impugnado un derecho susceptible de ser alegado en amparo (art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF, § 90 párr. 1 BVerfGG) El recurrente en amparo debe exponer de forma suficientemente sustancial que tal lesión parece posible (vid. BVerfGE 28, 17 [19]; 52, 303 [327]; 65, 227 [232 s.]). 1. El recurrente en amparo citado en 1. ha expuesto suficientemente que la Ley de Autorización de la Ratificación puede lesionar el derecho recogido en el art. 38 párr. 1 LF. a) El art. 38 párr. 1 y 2 LF garantiza a los alemanes con derecho de sufragio el derecho subjetivo a participar en las elecciones de los diputados del Parlamento Federal alemán (vid. BVerfGE 47, 253 [269]). A través de las elecciones el poder del Estado emana del pueblo. El Parlamento Federal ejerce, pues, el poder del Estado como órgano legislativo, que, al mismo tiempo, elige al Canciller federal y controla al Gobierno (art. 20 párr. 2 incisos 1 y 2 LF). El art. 38 LF no garantiza únicamente que el ciudadano tenga el derecho de sufragio al Parlamento Federal alemán y que en las elecciones se respeten los principios jurídicos constitucionales del derecho electoral. La garantía se extiende al contenido fundamental democrático de este derecho: se garantiza a los alemanes con derecho de sufragio el derecho subjetivo a participar en las elecciones al Parlamento Federal alemán, y por medio de ellas a colaborar a nivel federal en la legitimación del poder estatal por el pueblo e influir en su ejercicio. Desde este punto de vista el derecho precisa una concreción más detallada. Ésta sólo es necesaria en el presente caso en tanto se cuestiona el ejercicio de la soberanía por organizaciones supranacionales en el marco de la creación de una Europa unida (art. 23 LF). Si el Parlamento Federal alemán renuncia a funciones y competencias, en especial a la legislación y a la elección y el control de otros titulares del poder estatal, ello afecta al ámbito objetivo al que se refiere el contenido democrático del art. 38 LF. A la vista de la Unión Europea y de las Comunidades que la integran, el art. 23 párr. 1 LF apodera al legislador federal, con los presupuestos allí mencionados, a otorgar a la Unión Europea el ejercicio propio de potestades soberanas hasta el límite señalado por el art. 79 párr. 3 LF (art. 23 párr. 1 inciso 3 LF). Esta disposición constitucional ha sido creada por el legislador de reforma constitucional intencionadamente pensando en la integración europea y su prosecución. Determina también el contenido de la garantía del derecho establecido en el art. 38. El art. 38 LF excluye del ámbito de aplicación del art. 23 LF dejar sin contenido la legitimación del poder estatal y la influencia en su ejercicio derivada de las elecciones, cambiando poderes y competencias del Parlamento Federal de forma que se lesione el principio democrático, declarado intangible en el art. 79 párr. 3 en relación con el art. 20 párr. 1 y 2 LF. El derecho del recurrente en amparo recogido en el art. 38 LF puede ser lesionado, además, cuando se transmite el ejercicio de las competencias del Parlamento Federal alemán a instituciones de la Unión Europea o de las Comunidades Europeas integradas por los Gobiernos, de forma que ya no se cumplan las exigencias mínimas irrenunciables de la legitimación democrática de la soberanía frente a los ciudadanos recogidas en el art. 20 párr. 1 y 2 en relación con el art. 79 párr. 3 LF. b) El recurrente en amparo indica, apoyándose en valoraciones del Presidente de la Comisión de las Comunidades Europeas Delors (discurso en el Parlamento Europeo del 4 de julio de 1988, Boletín CE 1988, núm. 7/8, p. 124) y del miembro de la Comisión Bangemann (en: Brückner [Hrsg.], Europa transparent: Informationen, Daten, Fakten, Hintergründe, 1991, p. 5), que ya en este momento cerca del 80 % de todas las normas en el ámbito del Derecho económico provienen del Derecho comunitario y aproximadamente el 50% de todas las leyes alemanas están basadas en el Derecho comunitario. El Tratado de la Unión amplía en adelante notablemente estas competencias del Consejo como órgano legislativo-ejecutivo y priva al Parlamento Federal alemán en adelante de competencias de decisión, especialmente en el marco de la futura unión monetaria, que de hecho tendrá como consecuencia una unión económica, así como social, al igual que en los ámbitos de la política educativa y de formación profesional, la política de cultura, la política de salud, de protección de los consumidores, la política de visados, la construcción y desmontaje de redes transeuropeas en los ámbitos de infraestructuras del transporte, las telecomunicaciones y la energía y la política industrial. El Tratado da lugar en relación a una lista de competencias al principio de la mayoría en el Consejo y de esta forma otorga únicamente una potestad normativa de ejecución a Alemania, incluso contra la voluntad de los órganos alemanes participantes. En la unión monetaria la política monetaria queda al margen de toda influencia parlamentaria y privada de cualquier legitimación democrática. Las competencias y poderes del Parlamento Federal alemán se vaciarían completamente, por último, en el art. F párr. 3 TUE, que otorga a la Unión una competencia sobre las competencias, al permitirle crear por sí misma las competencias y poderes que precise. Por último, el recurrente en amparo señala que el Tratado de la Unión se instala en una dinámica de continua e inevitable ampliación competencial; esto se desprende en particular del art. B párr. 1, 5° guión y del art. C TUE, así como del Protocolo sobre la transición a la tercera fase de la unión monetaria y económica. c) En conclusión, tras esta exposición parece posible que la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión lesione el derecho del recurrente en amparo recogido en el art. 38 LF. 2. Es inadmisible el recurso de amparo del recurrente citado en 1. en tanto alega una lesión de sus derechos fundamentales recogidos en los arts. 1 párr. 1, 2 párr. 1, 5 párr. 1, 12 párr. 1 y 14 párr. 1 LF. a) Cuando expone la existencia de una lesión de sus derechos fundamentales del art. 12 párr. 1 y del art. 14 párr. 1 LF como consecuencia del consentimiento legal a la unión monetaria, no resulta evidente que estos derechos fundamentales se excluyan por la sustitución del marco alemán por el ecu. El art. 88 inciso 2 LF prevé expresamente que, dentro del marco de la Unión Europea, las tareas y competencias del Banco Federal Alemán podrán ser delegadas al Banco Central Europeo. Con este apoderamiento se reconoce constitucionalmente el desarrollo de una unión monetaria europea; esta regulación, introducida especialmente para la creación de la Unión Europea, evidencia también que la utilización de la habilitación como tal no infringe los derechos fundamentales. b) La alegación del recurrente en amparo, conforme a la cual sus derechos fundamentales se lesionarían al no estar garantizados en adelante sólo por Alemania y por los órganos alemanes, teniendo otro contenido como derechos fundamentales europeos, es en cualquier caso inadmisible. La apertura a la integración europea, que se recoge en el Preámbulo de la Ley Fundamental y se regula en los arts. 23 y 24 LF, produce como consecuencia que puedan derivarse injerencias con relevancia en los derechos fundamentales también por parte de las instituciones europeas, y deba garantizarse, por lo tanto, la protección de los derechos fundamentales en todo el ámbito de vigencia de estas medidas; de esta forma se amplía en especial el ámbito espacial de aplicación de los derechos de libertad y la perspectiva comparada en la aplicación del principio de igualdad. No se vincula con ello una considerable minoración del estándar de derechos fundamentales. El Tribunal Constitucional Federal garantiza, por medio de su competencia (vid. BVerfGE 37, 271 [280 ss.]; 73, 339 [376 s.]), que se asegure en general una efi- caz protección de los derechos fundamentales para los habitantes de Alemania, incluso frente al poder soberano de las Comunidades, y que éstas hayan de observar en lo esencial la protección de los derechos fundamentales considerada indispensable por la Ley Fundamental, garantizando en general el contenido esencial de los derechos fundamentales. El Tribunal Constitucional Federal asegura este contenido esencial también frente a al poder soberano de la Comunidad (vid. BVerfGE 73, 339 [386]). También los actos del poder público especial, separado del poder estatal de los Estados miembros, de una organización supranacional afectan a los titulares de derechos fundamentales en Alemania. Afectan así a las garantías de la Ley Fundamental y las funciones del Tribunal Constitucional Federal, que tienen por objeto la protección de los derechos fundamentales en Alemania, y no sólo frente a los órganos estatales alemanes (discrepancia respecto de lo mantenido en la BVerfGE 58, 1 [27]). En cualquier caso, el Tribunal Constitucional Federal ejerce su jurisdicción sobre la aplicabilidad del Derecho comunitario derivado en Alemania en una “relación de cooperación” con el Tribunal Europeo de Justicia, garantizando el Tribunal Europeo de Justicia la protección de los derechos fundamentales en el caso concreto en todo el territorio de las Comunidades Europeas, y pudiendo limitarse el Tribunal Constitucional Federal, por este motivo, a una garantía general del estándar irrenunciable de los derechos fundamentales (vid. BVerfGE 73, 339 [387]). c) No es correcta la alegación del recurrente en amparo de que el art. L TUE ocasiona una laguna de protección inconstitucional, al no fundamentar una competencia del Tribunal Europeo de Justicia frente a medidas de la Unión Europea. El art. L TUE excluye la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia sólo respecto de aquellos preceptos del Tratado de la Unión que no habilitan para adoptar medidas de la Unión con eficacia sobre los titulares de derechos fundamentales en el territorio de los Estados miembros. Si en el futuro, en el marco de la cooperación llevada a cabo de acuerdo con los arts. J y K TUE, se previesen medidas con relevancia para los derechos fundamentales, se necesitaría para ello otra ley de autorización de la ratificación que, por su parte, puede ser controlada a efectos de comprobar si produce lagunas de protección jurídica. El Gobierno Federal ha asegurado que es opinión unánime de los Estados miembros que el art. L TUE no dará lugar a lagunas de protección jurídica. c1) Los arts. A a F del Tratado de la Unión no contienen ninguna habilitación para realizar actuaciones de cualquier tipo contra titulares de derechos fundamentales. En los títulos relativos a la política exterior y de seguridad común (Título V, arts. J a J.11 TUE) y la cooperación en los ámbitos de justicia e interior (Título VI, arts. K a K.9 TUE) se faculta al Consejo, en principio, para fijar los puntos de partida comunes (art. J.2 párr. 2, art. K.3 párr. 2 letra a TUE). Tal fijación carece de antemano de fuerza vinculante con relevancia para los derechos fundamentales de los particulares. c2) Al preverse en los Títulos V y VI del Tratado de la Unión que el Consejo puede acordar acciones comunes así como adoptar medidas comunes para la ejecución de la cooperación en los ámbitos de justicia e interior, no rige, en conclusión, nada distinto. Con independencia de una vinculación internacional de los Estados miembros por estos acuerdos del Consejo (vid. art. J.3 núm. 4; sin normativa expresa art. K.3 párr. 2 letra b TUE), que o tienen lugar por unanimidad o como mínimo deben apoyarse en un acuerdo del Consejo adoptado por unanimidad (art. J.3 núm. 2, art. J.8 párr. 2; art. K.3 párr. 2 letra b, art. K.4 párr. 3 TUE), no puede de esta forma imponerse un derecho directamente aplicable en los Estados miembros que exija primacía. Los ámbitos de la política de exterior y seguridad, así como de la política de justicia e interior, son, no obstante, objetos de la cooperación europea en el marco de la Unión, pero no han sido incluidos conscientemente por los Estados parte en el Tratado en el orden supranacional de competencias de las Comunidades Europeas. La disposición relativa a los fundamentos de la Unión en el art. A párr. 3 TUE ya distingue entre las Comunidades Europeas – supranacionales – y sus complementos a través de las políticas y formas de cooperación que se han introducido por medio de los Títulos V y VI del Tratado de la Unión. Esta separación se confirma en el art. E TUE con la normativa de que las instituciones europeas ejercen sus competencias en las condiciones y para los fines previstos, por una parte, en las disposiciones de los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas y de los Tratados y actos subsiguientes que los han modificado o completado y, por otra parte, en las demás disposiciones del Tratado de la Unión. El Consejo, por consiguiente, no puede apoyarse en las formas de actuación supranacional del Derecho comunitario europeo cuando actúa en los ámbitos de la política exterior y de seguridad o de justicia e interior. Sólo rige algo distinto cuando el Tratado declara aplicables las disposiciones del Tratado de la CE a estos ámbitos. El art. J.11 párr. 1 y el art. K.8 párr. 1 TUE recogen tal ampliación de vigencia, por ejemplo, en el caso de algunas disposiciones del Tratado de la CE, pero excluyen de ella el art. 189 TCE, que define los actos jurídicos de la CE con efectos directos. En relación al Título VI, el art. K.9 TUE prueba que la conversión de la cooperación intergubernamental en competencia supranacional de la Comunidad Europea presupone una reforma – simplificada – del Tratado que todos los Estados miembros deben ratificar. c3) Cuando el art. K.2 párr. 1 TUE dispone que la cooperación en las cuestiones referentes a la política de justicia e interior se llevará a cabo respetando el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, ello no permite concluir que de acuerdo con el Título VI del Tratado de la Unión sean posibles injerencias directas en los derechos fundamentales. Antes bien, el art. K.2 párr. 1 TUE confirma las obligaciones relativas a los derechos humanos, que obligan a todos los Estados miembros y se han de observar previamente a las injerencias directas en los derechos fundamentales que impliquen las medidas comunes, cuando su ejecución por parte de los Estados miembros pueda tener como consecuencia dichas injerencias en los derechos fundamentales. c4) Cuando la cooperación en materia de Justicia e Interior, de acuerdo con el art. K.3 párr. 2 letra c TUE, tiene lugar en la forma de convenios internacionales, éstos pueden dar lugar a la competencia del Tribunal Europeo de Justicia (art. L letra b TUE). Al respecto, por tanto, en el momento actual no tiene lugar un déficit de tutela jurídica contrario a la Constitución. Por lo demás, tales acuerdos precisan un ulterior acto de ratificación, que también es controlable por parte del Tribunal Constitucional Federal. c5) Cuando las acciones y medidas comunes de acuerdo con los Títulos V y VI del Tratado de la Unión obligan internacionalmente a los Estados miembros a injerencias relevantes en los derechos fundamentales, todas estas injerencias pueden ser completamente controladas por la jurisdicción alemana cuando se realizan en Alemania. A la protección de derechos fundamentales en la Ley fundamental no se sobrepone el derecho supranacional, que podía reclamar la primacía. La vinculación in- ternacional de la República Federal de Alemania no puede aminorar, en ningún caso, la protección de derechos fundamentales existente frente a poder estatal alemán, ni la pretensión europea, acordada conforme a los Títulos V o VI del Tratado de la Unión, puede limitar en relación a la injerencia en derechos fundamentales por el poder público alemán la protección de aquéllos por parte de los Tribunales alemanes. Al respecto no rige nada distinto que en un Tratado internacional habitual: está prohibido constitucionalmente que los derechos fundamentales se lesionen en su aplicación dentro del Estado. Si un acuerdo del Consejo que se ha adoptado conforme a lo dispuesto en el Título V o en el VI del Tratado de la Unión se lleva a la práctica por medio de un acto jurídico de las Comunidades Europeas – por ejemplo, con base en el art. 228 a TCE -, y de esta forma se produce una injerencia en derechos fundamentales, ofrecerían tanto el Tribunal Europeo de Justicia como, en otro caso, el Tribunal Constitucional Federal, una protección suficiente de los derechos fundamentales (vid. BVerfGE 73, 339 [387]). También aquí se encuentran el Tribunal Constitucional Federal y el Tribunal Europeo de Justicia en una relación de cooperación en garantía de la protección de los derechos fundamentales, en la que se complementan recíprocamente. d) La lesión, afirmada por el recurrente en amparo, del art. 5 párr. 1 LF por parte de la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión está excluida de antemano. Las libertades de comunicación protegen la participación sin obstáculos en un proceso abierto de comunicación, pero no garantizan, sin embargo, un determinado resultado de esta participación o determinadas condiciones marco del intercambio de opiniones. La libertad del particular de informarse por fuentes comunitarias y públicamente en los Estados miembros, y así ejercer influencia sobre el proceso europeo de comunicación, no se ve afectada por el Tratado; los problemas lingüísticos que surgen se apoyan en la variedad lingüística dentro de la Unión Europea, y por tanto no suponen un obstáculo a valorar independientemente en el ejercicio de este derecho fundamental. e) En tanto el recurrente en amparo alega que el art. 138 a TCE lesiona los arts. 9 y 21 LF, su recurso de amparo es igualmente inadmisible. No se ve el motivo por el que el reconocimiento de los partidos políticos como factor de la integración de la Unión supone vincular jurídicamente o limitar el programa y la fijación de objetivos de un partido en particular o de sus miembros. f) En tanto el recurrente en amparo ve en las disposiciones del Tratado de la Unión una infracción del principio del Estado Social y del principio del Estado federal, estas alegaciones no son admisibles de acuerdo con lo dispuesto en el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF. 3. Es inadmisible el recurso de amparo del recurrente citado en 1., que se dirige, apoyándose en el art. 38 LF, contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992, al haber introducido ésta los arts. 23 y 28 párr. 1 inciso 3 en su nueva redacción en la Ley Fundamental. a) El art. 23 párr. 1 LF recoge una habilitación especial para la cooperación en el desarrollo de la Unión Europea y la consecución de una Europa unida (vid. la fundamentación del Gobierno Federal al proyecto de ley de reforma de la Ley Fundamental, BOPF 12/3338 p. 6). Este apoderamiento, sin embargo, de acuerdo con el art. 23 párr. 1 inciso 3 LF, está expresamente vinculado a los límites del art. 79 párr. 3 LF; éstos concretan los límites del poder de reforma de la Constitución. Al respecto no es posible que surja una discrepancia entre el contenido nuclear democrático del art. 38 LF y el nuevo art. 23 LF. b) La alegación de que los principios estructurales citados en el art. 23 párr. 1 inciso 1 LF en su nueva redacción no pueden llevarse a la práctica en la Unión Europea es igualmente inadmisible. Del art. 38 LF no puede hacerse derivar cómo se ha de organizar el marco institucional de la Unión Europea. c) También es inadmisible la alegación del recurrente en amparo de que ve lesionados sus derechos como titular del derecho de sufragio activo y pasivo por el hecho de que la Ley de Reforma de la Ley Fundamental de 21 de diciembre de 1992 posibilite en el art. 28 párr. 1 inciso 3 LF la introducción de un derecho de sufragio municipal para los ciudadanos de otros Estados miembros de la CE, y que el art. 8 b TCE haga uso de esta posibilidad. El art. 38 LF no concede en relación al derecho de sufragio municipal, en ningún caso, un derecho subjetivo consistente en defenderse del ejercicio del derecho de sufragio activo o pasivo frente a electores o elegibles no alemanes por medio de un “recurso de concurrencia” electoral. 4. En tanto los recursos de amparo se apoyan en el art. 20 párr. 4 LF y solicitan “otros remedios” del Tribunal Constitucional Federal, también resultan igualmente inadmisibles. Se interprete como se interprete el art. 20 párr. 4 LF, el problema del derecho de resistencia ni siquiera se plantea, puesto que, como se desprende del presente procedimiento, están a disposición de los recurrentes en amparo las posibilidades del Estado de Derecho para defenderse contra la ratificación del Tratado relativo a la Unión Europea. 5. Los recursos de amparo del recurrente citado en 2. son inadmisibles en su conjunto. En tanto alegan el art. 20 párr. 4 LF, ya se han expuesto los motivos. Las demás alegaciones, de que la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado sobre la Unión Europea lesiona un derecho a la realización de un referéndum, que directa o analógicamente correspondería a los recurrentes con base en el art. 38 LF, porque esta Ley afecta al núcleo constitucional no susceptible de reforma contenido en el art. 79 párr. 3 LF, también resulta inadmisible. La Ley fundamental concede derechos individuales sólo en el marco del Ordenamiento de la Ley Fundamental, y no, sin embargo, en relación al procedimiento o al contenido de una reforma constitucional. El art. 79 párr. 3 LF vincula el desarrollo estatal en Alemania al contenido nuclear del Ordenamiento de la Ley Fundamental que describe, y pretende así afirmar la Constitución vigente frente a un posible desarrollo orientado hacia una nueva Constitución, sin poder vincular normativamente al poder constituyente. Pone límites al poder de reforma constitucional y excluye de esta manera, formalmente, que se legitime una ley de reforma constitucional que afecte al núcleo intangible de la Ley Fundamental por medio de un referéndum. Tampoco el art. 146 LF da lugar a un derecho individual susceptible de ser alegado en amparo (art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF). C. Aunque el recurso de amparo del recurrente citado en 1. es admisible, carece de motivación. El Tribunal Constitucional Federal sólo puede controlar la atribución de poderes soberanos a la Unión Europea y a las Comunidades que la integran en la medida del contenido de garantías del art. 38 LF (al respecto infra I.). Este contenido de garantías no se lesiona en la Ley de Autorización de la Ratificación, como se desprende del contenido del Tratado: el Tratado crea una confederación europea de Estados que se apoya en los Estados miembros y respeta su identidad nacional; concierne a la integración de Alemania en organizaciones supranacionales, y no se refiere a su pertenencia a un Estado europeo (II.1). Las funciones de la Unión Europea y las competencias que se le otorgan para su ejercicio se regulan de forma suficien- temente previsible, de manera que se respeta el principio de atribución singular y limitada de competencias, no se crea una competencia sobre las competencias de la Unión Europea y se hace depender la asunción de nuevos poderes y competencias por la Unión Europea y las Comunidades Europeas de complementos y reformas del Tratado, de manera que la decisión de aprobación se reserva a los Parlamentos nacionales (II.2). Por la extensión de los poderes y competencias atribuidas y la forma que adopta la formación de la voluntad en la Unión Europea y las instituciones de las Comunidades Europeas regulada en el Tratado no se vacían de contenido las competencias de decisión y control del Parlamento Federal alemán de forma tal que se lesione el principio democrático, declarado intangible en el art. 79 párr. 3 LF (II.3.). I. 1. El derecho garantizado por el art. 38 LF de tomar parte por medio de las elecciones en la legitimación del poder estatal e influenciar así su ejercicio, excluye en el ámbito de aplicación del art. 23 LF que se vacíe de contenido este derecho reservando funciones y competencias del Parlamento Federal de forma que el principio democrático, considerado intangible en el art. 79 párr. 3 en relación con el art. 20 párr. 1 y 2 LF, se vea lesionado (vid. supra B.1.a). 2. Forma parte del contenido intangible del principio democrático, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 79 párr. 3 LF, que el ejercicio de las funciones y competencias estatales se pueda reconducir al pueblo estatal y en principio se responda ante él. Esta necesaria relación de imputación se puede construir de formas distintas, sin tener que adoptar una forma determinada. Lo que resulta decisivo es que se alcance una capacidad suficientemente efectiva de legitimación democrática, esto es, un cierto nivel de legitimación (vid. BVerfGE 83, 60 [72]). a) Si la República Federal de Alemania se convierte en miembro de una comunidad de Estados capaz de una actuación soberana y si se atribuye a esta comunidad de Estados el ejercicio de competencias de soberanía propias – ambos aspectos expresamente admitidos por la Ley Fundamental en la realización de una Europa unida (art. 23 párr. 1 LF) -, la legitimación democrática no puede originarse de la misma manera que dentro de un Ordenamiento estatal regulado unitaria y definitivamente por una constitución estatal. Cuando se atribuyen competencias soberanas a organizaciones supranacionales, necesariamente pierde influencia sobre el proceso de for- mación de la voluntad política y de toma de decisiones el órgano de representación elegido por el pueblo, el Parlamento Federal alemán, y con él los ciudadanos con derecho de sufragio. Todo ingreso en una comunidad interestatal produce como consecuencia que el miembro de esta comunidad se somete a sus decisiones. Sin embargo, el Estado miembro – y con él sus ciudadanos – gana también en posibilidades de influencia por medio de la participación en la formación de la voluntad de la comunidad en la persecución de objetivos comunes – y por tanto también propios -, cuyo resultado es vinculante para todos los Estados miembros y, por tanto, también presupone el reconocimiento de la propia vinculación. Esta apertura a los vínculos con la comunidad jurídica internacional y hacia una unión jurídica más estrecha en la comunidad entre Estados se halla establecida en un Estado democrático que – como presupone el Preámbulo de la Ley Fundamental y regulan expresamente los arts. 23 y 24 LF - quiere cooperar como miembro con los mismos derechos en una institución interestatal y especialmente en el desarrollo de la Unión Europea. Los Estados miembros participan en la formación de la voluntad de la Unión de Estados de acuerdo con su derecho orgánico-procedimental, pero se someten, por lo tanto, a los resultados de esta formación de voluntad, con independencia de si estos resultados se basan precisamente en su propia participación o no. La atribución de competencias soberanas tiene como consecuencia que su ejercicio ya no depende únicamente siempre de la voluntad de un Estado miembro. Ver aquí una lesión del principio democrático contenido en la Ley Fundamental supondría una contradicción no sólo de la apertura a la integración de la Ley Fundamental, que el legislador constitucional del año 1949 quería y ha recogido expresamente; si no que se basaría también en una concepción de la democracia que haría incapaz de integrarse a ningún Estado democrático más allá del principio de unanimidad. La unanimidad como exigencia general sitúa obligatoriamente a la voluntad particular por encima de la propia de la comunidad interestatal y pone en cuestión, de esta forma, desde una perspectiva estructural, a la propia Comunidad. Tal resultado no encuentra apoyo ni en el tenor literal ni en el sentido de los arts. 23 y 24 LF. La atribución de competencias de soberanía que permiten los citados artículos presupone haberlo acordado por ley; la exigencia de una ley (art. 23 párr. 1 inciso 2, art. 24 párr. 1 LF) atribuye la responsabilidad política por la atribución de competencias de soberanía al Parlamento Federal – conjuntamente con el Consejo Federal –, en su condición de instituciones de representación nacional; tiene que someter a deliberación las consecuencias de largo alcance que se relacionan con tal aprobación, y no en último lugar también las relativas a las competencias del propio Parlamento Federal, y tomar una decisión al respecto. En la Ley de Autorización de la Ratificación del ingreso en una comunidad de Estados tanto la existencia de la propia comunidad de Estados como también sus competencias en relación a la toma de decisiones por mayoría, que vinculan a los Estados miembros, afectan a la legitimación democrática. En cualquier caso, el principio mayoritario, de acuerdo con el mandato de respeto recíproco resultante de la lealtad comunitaria, supone un límite a los principios constitucionales y a los intereses esenciales de los Estados miembros. b) El principio democrático no impide a la República Federal de Alemania integrarse como miembro de una Comunidad de Estados – organizada supranacionalmente -. Presupuesto de la integración es, sin embargo, que también se asegure dentro de una Unión de Estados la legitimación y la influencia del pueblo. b1) La Unión Europea se entiende a sí misma como la unión de los pueblos de Europa (art. A párr. 2 TUE), una Unión de Estados democráticos basada en un desarrollo dinámico (vid. por ejemplo el art. B párr. 1 último guión; art. C párr. 1 TUE); ejerce funciones de soberanía y también competencias soberanas, siendo ante todo los pueblos estatales de los Estados miembros los que tienen que legitimar esto democráticamente a través de los Parlamentos nacionales. Con la construcción de las funciones y las competencias de la Comunidad crece la necesidad de que surja por medio de la legitimación democrática e influencia transmitida por los Parlamentos nacionales una representación de los pueblos estatales en el Parlamento europeo, de la que parta complementariamente un apoyo democrático a la política de la Unión Europea. Con la ciudadanía de la Unión establecida por el Tratado de Maastricht se crea entre los ciudadanos de los Estados miembros una unión jurídica duradera, que no posee, no obstante, un significado comparable a la común pertenencia a un mismo Estado, pero otorga expresión jurídicamente vinculante en correspondencia con las semejanzas existenciales presentes (vid. en especial el art. 8 b párr. 1 y 2 TCE). La influencia de los ciudadanos de la Unión puede desembocar en esta medida en una legitimación democrática de las instituciones europeas por parte de los pueblos de la Unión Europea siempre que se cumplan los siguientes presupuestos: La democracia, si no se quiere que sea únicamente un principio formal de imputación, depende de la existencia de ciertos presupuestos prejurídicos, como la contraposición permanentemente libre entre fuerzas sociales, intereses e ideas, en la que también se aclaran y modifican los fines políticos (vid. BVerfGE 5, 85 [135, 198, 205]; 69, 315 [344 ss.]) y a partir de la cual la opinión pública configura la voluntad política. Forma parte también de ello que el procedimiento de decisión de los órganos que ejercen la soberanía y los objetivos que se persiguen políticamente sean, en general, visibles y comprensibles, y ello de manera que los ciudadanos con derecho de sufragio se puedan comunicar en su propio lenguaje con poder público al que están sometidos. Estas condiciones fácticas pueden desarrollarse, en la medida en que todavía no se den en la actualidad, con el transcurso del tiempo en el marco institucional de la Unión Europea. Tal desarrollo depende, no en último lugar, de que se informe a las naciones de los objetivos de las instituciones comunitarias y el decurso de sus decisiones. Los partidos, los grupos, la prensa y la radio son tanto medios como factores de este proceso de transmisión del que se pretende hacer derivar la formación de una opinión pública en Europa (vid. art. 138 a TCE). También el Consejo Europeo se preocupa por la mayor apertura y transparencia de los procesos europeos de decisión (vid. la Declaración de Birmingham: Una Comunidad cercana a sus ciudadanos, cifra 2, 3, Boletín del Gobierno federal 185 núm. 115 de 23 de octubre de 1992 p. 1058; conclusiones de la cumbre del Consejo Europeo de Edimburgo [11 y 12 de diciembre de 1992], parte A párrafo 7 y anexo 3, Boletín del Gobierno federal núm. 140 de 28 de diciembre de 1992 p. 1278, 1284 s.). b2) En la Unión de Estados de la Unión Europea la legitimación democrática resulta necesariamente del apoyo a la actuación de las instituciones europeas por parte de los Parlamentos de los Estados miembros; a ello se añade – de forma creciente a medida de la integración de las naciones europeas –, dentro de la estructura institucional de la Unión Europea, la transmisión de legitimación democrática por medio del Parlamento Europeo elegido por los ciudadanos de los Estados miembros. En la actual fase de desarrollo ya corresponde a la legitimación por parte del Parlamento Europeo una función de apoyo, que se podría fortalecer si fuese elegido de acuerdo con un derecho electoral coincidente en todos los Estados miembros, de conformi185 N. e. Bulletin der Bundesregierung - BullBReg. dad con lo dispuesto en el art. 138 párr. 3 TCE, y creciese su influencia sobre la política y la producción normativa de las Comunidades Europeas. Es decisivo que los fundamentos democráticos de la Unión se construyan paso a paso con la integración, y que los Estados miembros sigan conservando una democracia activa en el desarrollo de la integración. Una preponderancia de las funciones y las competencias en manos de la confederación europea de Estados debilitaría la democracia a nivel estatal de forma permanente, de manera que los Parlamentos de los Estados miembros no podrían ya transmitir suficientemente la legitimación de la soberanía ejercida por la Unión. Si los pueblos estatales – como sucede en la actualidad – transmiten la legitimación democrática por medio de los Parlamentos nacionales, la extensión de poderes y competencias a las Comunidades Europeas está sometida a límites derivados del principio democrático. Cada uno de los pueblos estatales es el punto de partida de una soberanía estatal a él referida. Los Estados precisan de un campo propio de funciones suficientemente significativas, sobre las cuales el pueblo estatal de que se trate puede desarrollar y articular la formación de su voluntad política con un proceso dirigido y legitimado por él, para expresar así jurídicamente lo que le vincula espiritual, social y políticamente – de forma relativamente homogénea - (vid. al respecto H. Heller, Politische Demokratie und soziale Homogenität, Gesammelte Schriften, 2° Tomo, 1971, p. 421 [427 ss.]). De ello se desprende que deben quedarle al Parlamento Federal alemán funciones y competencias con peso sustantivo. c) El ejercicio de poder soberano por parte de una Unión de Estados como la Unión Europea se fundamenta en la habilitación de los Estados que siguen siendo soberanos, que actúan en el ámbito interestatal normalmente a través de sus Gobiernos, dirigiendo de esta manera la integración. Por tanto, está determinada primariamente por el Gobierno. Si este poder comunitario afectase a la formación de la voluntad democrática transmitida por cada pueblo en particular, se presupone que tendría que ser ejercido por una institución que es alimentada por los Gobiernos de los Estados miembros, por su parte sometidos a controles democráticos. De igual modo, la aprobación de normas jurídicas comunitarias – sin perjuicio de la necesidad de un control democrático de los Gobiernos – puede corresponder, en mayor medida de lo que sería aceptable jurídico-constitucionalmente en el ámbito estatal, a una institución com- puesta por representantes de los Gobiernos de los Estados miembros, esto es, ejecutiva. 3. Debido a que los alemanes con derecho de sufragio ejercen su derecho a participar en la legitimación democrática de las instituciones y órganos a los que se concede el ejercicio de la soberanía básicamente por medio de las elecciones al Parlamento Federal alemán, el Parlamento Federal también debe decidir sobre la incorporación de Alemania a la Unión Europea, su mantenimiento y su desarrollo. El art. 38 LF se lesiona, por lo demás, cuando una ley que abre el ordenamiento jurídico alemán a la vigencia y aplicación directa del Derecho de las Comunidades Europeas – supranacionales -, no fija de forma suficientemente concreta las competencias que se transmiten para su ejercicio ni el programa de integración que se pretende llevar a cabo (vid. BVerfGE 58, 1 [37]). Si no se fija con qué alcance y en qué medida el legislador alemán ha consentido la transmisión del ejercicio de competencias soberanas, se permite la asunción por las Comunidades Europeas de poderes y competencias no mencionados. Esto sería equivalente a una habilitación general y supondría, por tanto, una renuncia frente a la que protege el art. 38 LF. Habida cuenta de que el texto de un tratado internacional debe ser acordado con las partes contratantes, ciertamente no pueden establecerse requisitos de determinación y redacción de las disposiciones del tratado como los que existen en el caso de reserva parlamentaria para la aprobación de una ley (vid. BVerfGE 77, 170 [231 s.]). Lo determinante es que la integración de la República Federal de Alemania y los derechos y obligaciones que de ella se derivan – especialmente la actuación directa jurídicamente vinculante de las Comunidades Europeas en el ámbito jurídico intraestatal – se hayan regulado de forma suficientemente previsible para el legislador y se hayan concretado en la Ley de Autorización de la Ratificación (vid. BVerfGE 58, 1 [37]; 68, 1 [98 s.]). Esto significa, al mismo tiempo, que los cambios ulteriores esenciales del programa de integración recogido en el Tratado de la Unión y de sus posibilidades de actuación ya no estarán cubiertas por la Ley de Autorización de la Ratificación de este Tratado (vid. ya la BVerfGE 58, 1 [37]; BVerfGE 68, 1 [98 s.]; Mosler, en: Handbuch des Staatsrechts, Tomo VII [1992], § 175 nm. 60). Si, por ejemplo, las instituciones o los órganos europeos manejaran o desarrollaran el Tratado de la Unión de forma que ya no estuviera cubierta por el Tratado, tal y como sirvió de base a la ley alemana de autorización de la ratificación, los actos jurídicos que de ello se derivaran no serían vinculantes en el territorio de soberanía alemana. Los órganos estatales alemanes se verían impedidos por motivos constitucionales para aplicar estos actos jurídicos en Alemania. Consecuentemente, el Tribunal Constitucional Federal controlaría si los actos jurídicos de las instituciones y los órganos europeos se mantienen dentro de los límites de las competencias soberanas que les ha sido otorgadas o se exceden respecto de ellos (vid. BVerfGE 58, 1 [30 s.]; 75, 223 [235, 242]). II. El Tratado de la Unión satisface, en lo que respecta a los aspectos que se han de controlar en el presente procedimiento, estas exigencias. El Tratado de la Unión crea – como se ha apuntado – una Unión de Estados para la consecución de una unión cada vez más estrecha de los pueblos – organizados estatalmente - de Europa (art. A TUE), no un Estado que se apoye en un pueblo europeo. En vista de este contenido no se plantea la cuestión a que aludía el recurrente en amparo citado en 1., relativa a si la Ley Fundamental permite la incorporación alemana a un Estado europeo o la excluye. Se ha de enjuiciar únicamente la Ley de Autorización de la Ratificación a una incorporación de Alemania en una Unión de Estados. 1. a) Los Estados miembros han fundado la Unión Europea para ejercer conjuntamente una parte de sus funciones y ejercer por tanto la soberanía en común. En el acuerdo adoptado los días 11 y 12 de diciembre de 1992 en Edimburgo (parte B anexo 1, Boletín del Gobierno Federal núm. 140 de 28 de diciembre de 1992 p. 1290) los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en el Consejo Europeo subrayan que en el marco del Tratado constitutivo de la Unión Europea Estados independientes y soberanos han acordado, por su propia voluntad, en consonancia con los Tratados existentes, ejercer en común sus competencias. De acuerdo con ello, el Tratado de la Unión tiene en cuenta la independencia y la soberanía de los Estados miembros, obligando a la Unión a respetar la identidad nacional de sus Estados miembros (art. F párr. 1 TUE; vid. también las conclusiones de la cumbre del Consejo Europeo de Birmingham de 16 de octubre de 1992, Boletín del Gobierno Federal núm. 115 de 23 de octubre de 1992 p. 1057), dotando a la Unión y a las Comunidades Europeas, de acuerdo con el principio de competencias singulares limitadas, sólo de ciertas competencias y poderes (art. E TUE, art. 3 b párr. 1 TCE), y elevando así al principio de subsidiariedad de la Unión (art. B párr. 2 TUE) y de las Comunidades Europeas (art. 3 b párr. 2 TCE) al rango de principio jurídico vinculante. A dónde conduzca finalmente un proceso de integración europea tras ulteriores modificaciones del Tratado, sea lo que sea que se quiera significar con el nombre de la “Unión Europea” en relación a la pretensión de una ulterior integración, permanece sin embargo abierto en los objetivos mencionados finalmente (Delors, Perspectivas de desarrollo de la Comunidad Europea, en: Aus Politik und Zeitgeschichte [contribución a "Das Parlament"] 1/93, p. 3 [4]). En cualquier caso, en este momento no se pretende la creación de unos “Estados Unidos de Europa”, que sea equiparable al nacimiento de los Estados Unidos de América (vid. el discurso del Canciller federal el 6 de mayo de 1993 en Colonia, Boletín del Gobierno Federal núm. 39 de 17 de mayo de 1993 p. 341 [343 s.]). Igualmente, el art. 88-1, recientemente introducido en la Constitución francesa con vistas al Tratado de la Unión, habla de Estados miembros que ejercen conjuntamente sus propias competencias en la Unión Europea y las Comunidades Europeas. Las competencias y poderes que se otorgan a la Unión Europea y a las Comunidades que la integran siguen siendo, en tanto son ejercitados mediante la asunción de poderes soberanos, esencialmente actividades propias de una Comunidad económica. Los campos centrales de actuación de la Comunidad Europea son la unión aduanera y la libertad de circulación de mercancías (art. 3 letra a TCE), el mercado interior (art. 3 letra c TCE), la aproximación de las legislaciones nacionales en la medida necesaria para el funcionamiento del mercado común (art. 3 letra h TCE), la coordinación de la política económica de los Estados miembros (art. 3 a párr. 1 TCE) y el desarrollo de una unión monetaria (art. 3 a párr. 2 TCE). Al margen de las Comunidades Europeas la cooperación sigue siendo intergubernamental; ello rige en especial en lo que se refiere a la política exterior y de seguridad común, así como en los ámbitos de justicia e interior (vid. supra B.2.c). De esta forma, la República Federal de Alemania es, también tras la entrada en vigor del Tratado de la Unión, miembro de una Unión de Estados, cuyo poder comunitario se deriva de los Estados miembros y sólo puede ser vinculante en el ámbito de soberanía alemana en virtud del mandato alemán de aplicación jurídica. Alemania es uno de los “señores de los Tratados”, que se han vinculado al Tratado de la Unión acordada “por tiempo indeterminado” (art. Q TUE) con la voluntad de integración a largo plazo, pero que pueden igualmente renunciar a esta pertenencia por medio de un acto opuesto. La vigencia y aplicación del Derecho europeo en Alemania dependen del mandato de aplicación jurídica derivado de la ley de autorización de la ratificación. Alemania deja a salvo así su cualidad de Estado soberano por derecho propio y el estatus de igualdad soberana con los demás Estados en el sentido del art. 2 núm. 1 de la Carta de las Naciones Unidas de 26 de junio de 1945 (BOPF 1973 II p. 430). b) La necesaria influencia del Parlamento Federal se garantiza, por último, por el hecho de que, de acuerdo con el art. 23 párr. 1 LF, para la integración alemana en la Unión Europea y su desarrollo posterior por medio de una reforma de sus Tratados constitutivos o una ampliación de sus competencias es necesaria una ley que con los condicionamientos del inciso 3, precisa la mayoría cualificada del art. 79 párr. 2 LF. Además, el Parlamento Federal participa en el ejercicio de los derechos que corresponden a Alemania como miembro en las instituciones europeas. Colabora, en el marco del art. 23 párr. 2 y 3 LF y de la Ley aprobada para su ejecución, relativa a la colaboración del Gobierno Federal y del Parlamento Federal alemán en asuntos de la Unión Europea, de 12 de marzo de 1993 (BOPF I p. 311), en la formación de la voluntad de la Federación en estos asuntos. Estas competencias interrelacionadas se han de ejercer por el Gobierno Federal y el Parlamento Federal en el sentido de la lealtad entre órganos constitucionales. Finalmente, el Parlamento Federal influye en la política europea del Gobierno Federal también por medio de la responsabilidad parlamentaria de este último (arts. 63, 67 LF - vid. BVerfGE 68, 1 [109 s.]). Esta función de creación y de control que ejerce el Parlamento Federal básicamente en el debate público, permite la confrontación de la opinión pública y de los partidos políticos en relación a la política europea del Gobierno Federal, y de esta forma se convierte en un factor en la decisión electoral de los ciudadanos. Los Gobiernos de los Estados miembros también han subrayado, en relación a la firma del Tratado de la Unión, el gran significado que corresponde a los Parlamentos de los Estados dentro de la Unión: su declaración sobre el papel de los Parlamentos estatales en la Unión Europea (BOPF 1992 II p. 1321) subraya la necesidad de una mayor participación de los Parlamentos de los Estados miembros en las actividades de la Unión Europea y obliga a los Gobiernos a informar en tiempo y forma a los Par- lamentos en relación a las propuestas de la Comisión, para así posibilitar el control por parte de éstos. 2. El Tratado de la Unión satisface las exigencias de determinación porque regula de forma suficientemente previsible el futuro desarrollo, esto es, la posible asunción de competencias soberanas atribuidas (vid. BVerfGE 58, 1 [37]; 68, 1 [98 s.]); ello fundamenta la responsabilización parlamentaria de la ley de autorización de la ratificación. La preocupación del recurrente en amparo de que la Comunidad Europea pudiera desarrollarse, sobre la base de sus objetivos ampliamente fijados, sin una orden parlamentaria de aplicación jurídica nueva en una unión política con competencias soberanas de antemano imprevisibles carece de fundamentación. El Tratado de la Unión adopta el principio de atribución de competencias singular restringida, que ya estaba vigente para las Comunidades Europeas, y lo fortalece (a); este principio no es puesto en cuestión en modo alguno por el art. F párr. 3 TUE, que no da lugar a una competencia sobre las competencias (b); las posibilidades de atribución de otras funciones y competencias a la Unión Europea y a las Comunidades Europeas están limitadas por una normativa suficientemente concreta (c); también en lo que respecta al desarrollo de la unión monetaria europea, éste se halla regulado de forma suficientemente previsible (d, e, f). a) De acuerdo con lo dispuesto en el art. B párr. 2 TUE, los objetivos de la Unión se alcanzan conforme a las disposiciones del propio Tratado, en las condiciones y según los ritmos previstos. El Parlamento Europeo, el Consejo, la Comisión y el Tribunal de Justicia ejercerán sus competencias, de acuerdo con el art. E TUE, sólo en tanto una norma convencional de atribución les otorgue competencias y poderes. El Consejo Europeo, de acuerdo con el art. D TUE, se limita a dar a la Unión los impulsos necesarios para su desarrollo y definir las orientaciones políticas generales para este desarrollo. Si son necesarios actos de creación de normas jurídicas, debe acudirse a los fundamentos convencionales para la habilitación ya existentes. La apertura de campos de actividad a las Comunidades Europeas sigue desde entonces el principio de que las Comunidades sólo pueden actuar en las condiciones y según el ritmo previsto en el Tratado (art. 3 TCEE, ahora: art. 3 TCE; art. 2 TEURATOM), de forma que no es admisible inferir la competencia a partir de la encomienda de una tarea. Ello se sigue manteniendo tras la entrada en vigor del Tratado de la Unión. Este principio de la atribución de competencias singular y restringida (vid. Op- permann, Europarecht, 1991, nm. 432) se confirma en el art. 4 párr. 1 inciso 2 TCE y en el art. 3 párr. 1 inciso 2 TEURATOM, de acuerdo con los cuales cada institución actuará dentro de los límites de las competencias atribuidas por el Tratado, así como en los arts. 189 párr. 1 TCE y 161 párr. 1 TEURATOM, que sólo admiten actos normativos de las instituciones comunitarias en las condiciones previstas en el Tratado. Sin haber sido afectado por el Tratado de la Unión, se mantiene el inciso introductorio del art. 3 TCECA, de acuerdo con el cual las instituciones comunitarias cumplen sus funciones en el marco de las competencias atribuidas a cada una de ellas, así como el art. 5 párr. 1 TCECA, de acuerdo con el cual la Comunidad cumplirá su misión en las condiciones previstas en el Tratado mediante intervenciones limitadas. A estas disposiciones convencionales también se añade el nuevo art. 3 a TCE, que aclara, en relación a la futura política económica (párr. 1) y monetaria (párr. 2) de la Comunidad Europea que la Comunidad sólo puede actuar al respecto en las condiciones y según el ritmo previsto en el Tratado. El art. 4 a TCE extiende este principio al SEBC y al BCE, y el art. 4 b TCE al Banco Europeo de Inversiones. Igualmente la nueva norma fundamental del art. 3 b TCE confirma en el primer párrafo que la Comunidad sólo actúa dentro de los límites de las competencias que le atribuye el Tratado y de los objetivos que éste le asigna. La consecuente regulación del principio de subsidiariedad (art. 3 b párr. 2 TCE) y del principio de proporcionalidad (art. 3 b párr. 3 TCE) se configuran como límites al ejercicio de competencias. El Consejo Europeo de Edimburgo ha subrayado los días 11 y 12 de diciembre de 1992, en el marco de un sistema general de aplicación del principio de subsidiariedad (parte A del documento adjunto 1 de las conclusiones de la cumbre [Boletín del Gobierno Federal núm. 140, de 28 de diciembre de 1992 p. 1280]), que el art. 3 b párr. 1 TCE fija un límite estricto a la actuación de la Comunidad. La exigencia de atribución de competencias en los Tratados siempre ha sido una característica fundamental del Ordenamiento comunitario; la competencia de los Estados miembros es la regla, la de la Comunidad la excepción. Además, el TCE diferencia claramente la forma y la intensidad de las competencias en su caso atribuidas. Así, los arts. 105 a 109 m TCE diseñan un proceso de tres fases hacia la unión monetaria con sus condiciones de existencia y crecientes competencias; frente a ello, la política económica común se limita esencialmente a funciones de coordinación (art. 3 a, art. 102 a ss. TCE). En ciertos ámbitos de actividad (art. 3 letras m, n, o, p y s TCE), la Comunidad se ha de limitar a un “fomento” o a un “apoyo”: aquí se permiten medidas comunitarias únicamente para el fortalecimiento de la cooperación entre los Estados miembros o para el apoyo o el complemento de su actuación en los ámbitos afectados (vid. – en relación a los arts. 126, 128 y 129 TCE – el Consejo Europeo de Edimburgo, conclusiones de la cumbre, cit., p. 1281, nota 1). En las nuevas disposiciones de los arts. 126 a 129 TCE se limita la actividad de la CE en los ámbitos educativo general y profesional, educación y juventud, cultura y salud, al fomento de la cooperación de los Estados miembros y al apoyo a sus medidas, y se excluye expresamente la armonización de los preceptos jurídicos y administrativos de los Estados miembros. Por lo tanto, tales medidas de armonización, en el sentido de los fines específicos de este artículo, no pueden apoyarse en el art. 235 TCE (así, el Consejo Europeo de Edimburgo, cit.). b) Este sistema normativo no se quiebra ni pierde su sentido en el art. F párr. 3 TUE. El requisito de suficiente concreción legal de los poderes soberanos que se atribuyen, y de esta forma la responsabilización parlamentaria de esta atribución, se lesionarían, en todo caso, si el art. F párr. 3 TUE creara una competencia sobre las competencias de la Unión Europea como comunidad de Estados soberanos. Pero el art. F párr. 3 TUE no habilita a la Unión para conseguir por sí misma los medios financieros y de actuación que considere necesarios para el cumplimiento de sus objetivos; antes bien, en el art. F párr. 3 TUE únicamente se recoge el propósito programáticopolítico de que los Estados miembros – que constituyen la Unión – quieren dotar a la Unión de medios suficientes de acuerdo con el procedimiento apropiado. Si las instituciones europeas interpretaran y manejaran el art. F párr. 3 TUE de forma contraria a esta disposición adoptada en el Tratado y asumida en la Ley alemana de Autorización de la Ratificación, esta actuación no estaría cubierta por la referida Ley y carecería de vinculación jurídica dentro del Estado alemán. Los órganos estatales alemanes debería negar adhesión a la aplicación de actos jurídicos apoyados en esa utilización del art. F párr. 3 TUE. b1) En contra de la creación de una competencia sobre las competencias por parte de la Unión en el art. F párr. 3 TUE habla ya el hecho de que el Tratado de la Unión en ningún lugar permite reconocer la voluntad unánime de las partes contratantes de constituir con la Unión un sujeto de derecho independiente que sea titular de sus propias competencias. La Unión, en la interpretación del Gobierno Federal, no posee personalidad jurídica ni en relación a las Comunidades Europeas ni en relación a los Estados miembros. Esta interpretación ha sido confirmada también por el Director General Dewost en la vista oral. b2) Tampoco del tenor literal del art. F párr. 3 EUV, según el cual la Unión “se” dota de medios, puede extraerse la titularidad de una competencia sobre las competencias. La Unión “se” dota de medios de la misma forma que en el art. B “se” establece objetivos: el Tratado de la Unión entiende aquí la Unión no como un sujeto de derecho en sentido propio, sino como forma de designar a los Estados miembros que actúan conjuntamente; éstos dotan convencionalmente a la Unión de objetivos y de medios. b3) Una interpretación del art. F párr. 3 TUE en el sentido de que atribuya a la Unión una competencia sobre las competencias contradiría, además, la voluntad continuamente expresada por las partes contratantes de mantener en el tratado el principio de atribución de competencias singular y restringida y limitar claramente las concretas normas competenciales. Como fundamento de una competencia sobre las competencias, el art. F párr. 3 TUE se superpondría a todo el sistema competencial del Tratado de la Unión, incluyendo los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas, así como los tratados posteriores y los actos de modificación o complemento de estos Tratados, y les privaría de significado. En contra habla también el art. M TUE, que excluye una modificación implícita de los tratados existentes por el Tratado de la Unión. b4) La derivación de una competencia sobre las competencias del art. F párr. 3 TUE contradiría la decisión consciente de los Estados miembros de no incluir la política exterior y de seguridad, así como tampoco los ámbitos de justicia e interior, en la estructura supranacional de toma de decisiones. Si pudieran conseguirse, por ejemplo, los objetivos del art. B, 2° y 4° TUE en referencia al art. F párr. 3 TUE con competencias soberanas propias de la Unión, sería incomprensible que el art. K.9 TUE haga depender de una previa ratificación por parte de los Estados miembros el concreto traslado de partes propias del ámbito de justicia e interior a la competencia de la Comunidad Europea. Consecuentemente, el art. B, 5° guión TUE prevé, para el posterior desarrollo del acervo comunitario, que de acuerdo con el procedimiento del art. N párr. 2 TUE – esto es, revisión del Tratado necesitada de ratificación – se controle hasta qué punto las políticas y formas de cooperación introducidas por este Tratado se han de revisar con el propósito de asegurar la eficacia de los mecanismos y órganos de la Comunidad. b5) Finalmente, al art. F párr. 3 TUE le falta el complemento jurídico-procesal que podría convertirlo en su caso en una norma competencial. En el caso de las normas de competencia siempre se otorga en los Tratados constitutivos de las Comunidades un determinado derecho de decisión a un determinado órgano y se regula el procedimiento de decisión, especialmente la participación de otros órganos; por lo demás, normalmente también se concreta la mayoría necesaria para la toma del acuerdo. Esto se muestra, por ejemplo, en el precepto de ampliación de la competencia recogido en el art. 235 TCEE. Dicha estructura precisamente no aparece en el art. F párr. 3 TUE. El art. F párr. 3 TUE tampoco puede ser ampliado, como ha sostenido el recurrente en amparo, con apoyo en los arts. 145 y 148 párr. 1 TCE, para la indispensable concreción para la norma competencial de la competencia orgánica y del procedimiento de decisión. Ambos preceptos rigen únicamente en el ámbito del Tratado de la CE; en los otros pilares de la Unión sólo pueden aplicarse por medio de su establecimiento convencional expreso. Pero precisamente las normas competenciales del art. J.11 párr. 1 y del art. K.8 párr. 1 TUE no citan los arts. 145 y 148 párr. 1 TUE. Incluso dentro del ámbito de aplicación del Tratado de la CE tampoco podrían estas disposiciones elevar el art. F párr. 3 TUE al rango de una competencia sobre las competencias. El art. 145 2° guión TUE no crea una competencia de decisión del Consejo, sino que presupone que ésta se crea de otro modo “de conformidad con este Tratado” (vid. también el art. 4 párr. 1 inciso 2 TCE). Aunque el art. 148 párr. 1 TUE prevé – como norma fuente – la toma de decisiones por mayoría simple para otras competencias decisorias atribuidas al Consejo, sin embargo, no afecta al principio de transferencia específica de competencias. b6) Consecuentemente no sólo coinciden el Gobierno Federal y el Parlamento Federal, sino también los Estados miembros y la Comisión de las Comunidades Europeas, en la interpretación jurídica conforme a la cual el Tratado de la Unión no conlleva una competencia sobre las competencias de la Unión. Las conclusiones de la cumbre del Consejo Europeo de Edimburgo de 11 y 12 de diciembre de 1992 no contradicen lo señalado. En su informe sobre los recursos de amparo, el Gobierno Federal ha declarado que el art. F párr. 3 TUE no fundamenta una competencia sobre las competencias a favor de la Unión, sino que contiene únicamente una declaración programática de propósitos. La ministra estatal de Asuntos Exteriores, Sra. Seiler-Albring, ha descrito el precepto en la Comisión especial del Parlamento Federal sobre “Unión Europea (Tratado de Maastricht)” como una declaración programática, que todavía tendría que ser concretada en el curso de las negociaciones (vid. el acta de la 2ª sesión de la Comisión Especial de 29 de octubre de 1992, Prot. 2/15). El Parlamento Federal alemán sostiene en la propuesta de resolución y el informe de la Comisión Especial “Unión Europea (Tratado de Maastricht)”, de 1 de diciembre de 1992 (BOPF 12/3895), la misma interpretación: “La Comisión atribuyó importancia a la constatación de que el artículo F párrafo 3, de acuerdo con el cual la Unión se dotará de los medios necesarios para alcanzar sus objetivos y para llevar a cabo sus políticas, no crea una competencia sobre las competencias de la Unión. Se trata de una declaración programática, no de una norma de habilitación. El artículo F párrafo 3 se ha de leer en relación con el artículo B último párrafo, que vincula la actuación de la Unión a las disposiciones del presente Tratado, en las condiciones y según los ritmos previstos y en el respeto del principio de subsidiariedad” (cit., p. 17). El Gobierno Federal ha comprobado, y así lo ha comunicado a la Sala, que su interpretación en relación a la exégesis del art. F párr. 3 TUE es compartida por los demás Estados miembros. De acuerdo con la interpretación de la Comisión el art. F párr. 3 TUE - como ha expuesto el Director General Dewost en la vista oral - tampoco regula ninguna competencia, y en particular ninguna competencia sobre las competencias de la Unión. Las conclusiones de la cumbre del Consejo Europeo de Edimburgo los días 11 y 12 de diciembre de 1992 (parte A, anexo 1 [Boletín del Gobierno Federal núm. 140 de 28 de diciembre de 1992, pp. 1280 ss.]) no se oponen a esta interpretación. Allí se dice expresamente, en relación al principio de subsidiariedad, que este principio no debe poner en cuestión el principio recogido en el art. F párr. 3 TUE. No obstante, esta declaración se encuentra en relación con la declaración general de que la aplicación del principio de subsidiariedad no debe afectar a los principios extraídos del Derecho comunitario (principio de atribución de competencias única restringida, mantenimiento del acervo comunitario, primacía del Derecho comunitario). A estos principios no pertenece, justamente, una competencia de la Comunidad en materia de competencias. En la extensión directa de esta declaración se reconoce además expresamente que las competencias comunitarias deben ser otorgadas por medio del Tratado, como señala el art. 3 b párr. 1 TCE. También las directrices de aplicación del principio de subsidiariedad subrayan una vez más el principio de atribución de competencias, aludiendo al art. 3 b párr. 1 TCE. Ante todo, sin embargo, los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en el Consejo Europeo han confirmado la interpretación general de los Estados miembros de que los Estados mismos seguirán siendo los señores de los Tratados y de su desarrollo posterior (vid. BVerfGE 75, 223 [242]) (parte B, anexo 1 de las conclusiones de la cumbre, cit., p. 1290). c) Los Estados miembros han señalado y concretado en el art. B TUE los objetivos de la Unión Europea, que sólo deben realizarse conforme a las disposiciones del Tratado de la Unión. Además, han descrito detalladamente las funciones y competencias de las tres Comunidades Europeas y han limitado los órganos e instituciones a su ejercicio (vid. art. E TUE, así como los arts. 3 b párr. 1, 4 párr. 1 inciso 2, 4 a y 4 b TCE). Los cambios y ampliaciones de estas disposiciones sobre funciones y competencias se mantienen en su previa exigencia de consentimiento formal, las posibilidades de un desarrollo jurídico se limitan sobre la base del Tratado existente (BVerfGE 75, 223 [240 ss.]). En consecuencia, el art. B, 5º TUE supone una vinculación entre el desarrollo ulterior del acervo comunitario y el procedimiento de modificación del Tratado recogido en el art. N TUE. El acuerdo de los Estados miembros puede producirse, al margen del procedimiento formal de modificación del Tratado (art. N TUE), de acuerdo con las disposiciones convencionales especiales, también con un procedimiento abreviado (vid. en particular el art. K.9 TUE, el art. 8 e párr. 2 y el art. 201 párr. 2 TCE). Cada una de estas modificaciones del Tratado o de sus ampliaciones presupone, no obstante, que los Estados miembros las acuerdan de acuerdo con sus preceptos jurídico-constitucionales. El art. 23 párr. 1 inciso 2 LF exige una ley federal en el caso de transferencia de derechos de soberanía. Los cambios de los fundamentos convencionales de la Unión y otras normas comparables por medio de las cuales haya cambiado o se haya completado el contenido de la Ley Fundamental, o que hagan posible tales modificaciones o complementos, necesitan, de acuerdo con el art. 23 párr. 1 inciso 3, y el art. 79 párr. 2 LF, la aprobación de dos tercios de los miembros del Parlamento Federal. d) El Tratado de la Unión, en lo que respecta a las fases de su ejecución, sigue siendo responsabilidad del Parlamento Federal, en la medida en que éste regula el desarrollo hacia la unión monetaria europea y su existencia. d1) La unión monetaria, de acuerdo con el Título VI, capítulo 2 del Tratado de la CE, se concibe como comunidad de estabilidad, que tiene que garantizar ante todo la estabilidad de los precios (art. 3 a párr. 2, art. 105 párr. 1 inciso 1 TCE). Por este motivo, cada uno de los Estados miembros, de acuerdo con el art. 109 e párr. 2 letra a, 2º TCE, ya antes del inicio de la segunda fase, tiene que establecer programas plurianuales, en caso necesario, para la consecución de la unión económica y monetaria, que han de garantizar la necesaria convergencia permanente, especialmente en relación a la estabilidad de los precios y a una situación financiera pública saneada. El Consejo, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 109 e párr. 2 letra b TCE, debe valorar los progresos en la convergencia en los ámbitos económico y monetario. Las condiciones para la prosecución de la unión económica y monetaria se aclaran típicamente en el art. 109 j párr. 1 TCE, y se cuantifican con más detalle en el Protocolo sobre los criterios de convergencia. El art. 6 de este Protocolo reserva la concreción de estos criterios al acuerdo unánime del Consejo. El cumplimiento de estos criterios de convergencia es condición previa para el ingreso de un Estado miembro en la tercera fase de la unión monetaria. d2) Aun cuando por el momento todavía no sea previsible ni el momento ni qué desarrollo tomará la unión monetaria en sus fases concretas para los Estados miembros, la Ley de Autorización de Ratificación del Tratado de la Unión satisface las exigencias de responsabilización parlamentaria. (1) El Tratado sobre la Unión Europea supone un acuerdo internacional sobre una Unión de Estados miembros, establecida para su desarrollo posterior. Depende de que los Estados miembros den vida permanentemente al Tratado; la ejecución y el desarrollo del Tratado deben apoyarse en la voluntad de las partes contratantes. Por este motivo, el art. N TUE prevé iniciativas de los Estados miembros de modificación del Tratado, que entrarán en vigor una vez que han sido ratificadas por todos los Estados miembros de conformidad con sus respectivas normas constitucionales. En el año 1996 tendrá lugar una conferencia de modificación, en la que los representantes de los Gobiernos de los Estados miembros examinarán, de conformidad con los objetivos establecidos en los artículos A y B de las disposiciones comunes, las disposiciones del presente Tratado para las que se prevea una modificación; a estos objetivos pertenece también aproximación de las decisiones a los ciudadanos, la realización de los objetivos sólo en la medida de las disposiciones del Tratado y el principio de subsidiariedad. Pero la ejecución del Tratado vigente también depende de la disposición a la cooperación por parte de los Estados miembros: la unión económica y monetaria prevista en los arts. 102 a ss. TCE sólo puede conseguirse con la disposición constante y seria de ejecución de todos los Estados miembros, debido al condicionamiento recíproco de la unión monetaria acordada en los tratados y el previsto desarrollo de una unión económica. En el marco de este condicionamiento del contenido del Tratado y de la efectivamente prevista convergencia, el momento del inicio de la tercera fase de la unión económica y monetaria también se ha de entender (art. 109 j párr. 4 TCE) más como un objetivo que como una fecha jurídicamente susceptible de imposición. Ahora bien, los Estados miembros están obligados a esforzarse seriamente en conseguir llegar a la fecha citada en el Tratado. Como ha confirmado el Director General Dewost en la vista oral, en la tradición comunitaria confirmada el establecimiento de una fecha encuentra su sentido en empujar y acelerar el desarrollo de la integración más de lo que sucedería en el caso de no fijar un plazo (vid. por ejemplo el art. 8 a TCEE, introducido por el Acta Única Europea y la declaración de la conferencia final de los representantes de los Gobiernos de los Estados miembros que en ella se incluye, de 17 a 28 de febrero de 1986). También el Tratado CECA deja el desarrollo posterior de la Unión Europea en las manos de los Estados Miembros. Aunque de acuerdo con el art. A TUE es uno de los pilares de la Unión, dejará de estar en vigor, de acuerdo con el art. 97 TCECA, en el año 2002, y hace necesaria un nuevo entendimiento entre los Estados miembros. (2) Además, la obligación del Banco Central Europeo en relación al objetivo prioritario de asegurar la estabilidad de precios (art. 3 a párr. 2, art. 105 párr. 1 TCE) también satisface el deber constitucional especial de la República Federal de Alemania como Estado miembro de la Comunidad Europea (art. 88 inciso 2 LF). Esta obliga- ción constitucional cobra significado dentro de la Comunidad en la medida en que la Comunidad Europea es una comunidad jurídica y en ella, de acuerdo con el art. 5 TCE, rige el principio de cooperación leal. Este principio no sólo obliga a los Estados miembros frente a la Comunidad, sino que también impone a las instituciones comunitarias el correspondiente deber de cooperación leal con los Estados miembros (véase el auto del Tribunal Europeo de Justicia de 13 de julio de 1990 en el asunto C-2/88 Imm., Col. 1990 I, p. 3367). Este deber de lealtad ha sido explicado por el Director General Dewost en la vista oral, de esta forma, en el sentido de que las instituciones comunitarias siempre toman en serio las indicaciones firmes de los Estados miembros relativas a un Derecho constitucional opuesto y se preocuparían por encontrar una solución que atendiera al Derecho constitucional del Estado miembro. (3) La petición del Parlamento Federal alemán de que se le reserve en relación al ingreso en la tercera fase de la unión económica y monetaria una valoración propia, y oponerse así a una relajación de los criterios de estabilidad, puede apoyarse en particular en el art. 6 del Protocolo sobre los criterios de convergencia. Allí se reserva a una decisión unánime del Consejo la regulación de particularidades de los criterios de convergencia convencionalmente fijados de forma distinta a las definiciones del Protocolo. Esto supone, por una parte, que los criterios citados en el art. 109 j párr. 1 TCE no están a disposición del Consejo, máxime cuando no se conseguiría el concepto básico de la unión monetaria como comunidad de estabilidad (sexto considerando del preámbulo del Tratado de la Unión; art. 3 a párr. 2 y 3, art. 105 párr. 1 TCE). Por otro lado, del art. 6 del Protocolo sobre los criterios de convergencia se ha de desprender que, de acuerdo con el art. 109 j párr. 2 TCE, no debe someterse a una mera decisión por mayoría del Consejo la valoración de si, conforme a sus recomendaciones, los Estados miembros cumplen singularmente los criterios de convergencia para la introducción de la moneda única. Antes bien, el requisito de la mayoría sólo puede significar que en el marco del margen de valoración, cálculo y prognosis, que queda, pueden eliminarse mayoritariamente las diferencias de opinión. Lo mismo es aplicable cuando el Consejo, en la reunión de los Jefes de Estado y de Gobierno, tiene que adoptar estas recomendaciones por decisión mayoritaria, de acuerdo con el art. 109 j párr. 3 y 4 TCE. Sin perjuicio del margen de valoración, cálculo y prognosis que le corresponde, el texto del Tratado no permite al Consejo actuar al margen de los criterios de convergencia fijados por los fundamentos de su de- cisión en las recomendaciones dictadas conforme al art. 109 j párr. 2 TCE ni al margen de los fundamentos convencionales recogidos en el art. 109 j párr. 1 TCE y definidos con mayor concreción en el Protocolo sobre los criterios de convergencia. De esta forma se asegura suficientemente que no puedan ser “flexibilizados” los criterios de convergencia sin aprobación alemana – y por tanto sin la decisiva cooperación del Parlamento Federal alemán –. (4) Junto a ello, el Protocolo sobre la transición a la tercera fase de la unión económica y monetaria reconoce que el inicio irrevocable de la tercera fase depende de los “trabajos preparatorios” de los Estados miembros afectados. Estos trabajos preparatorios se orientan también de acuerdo con el Derecho constitucional nacional en cada caso existente y pueden someterse a la reserva parlamentaria (Oppermann, Der Maastrichter Unionsvertrag - Rechtspolitische Wertung, en: Hrbek [Hrsg.], Der Vertrag von Maastricht in der wissenschaftlichen Kontroverse, 1993, p. 103 [116] con referencia a Pescatore, Die "neue europäische Architektur" - Maastricht und danach?, 1992, impreso en la actualidad en: Die Weiterentwicklung der EG nach Maastricht, Cahiers de l'Institut de Hautes Etudes en Administration Publique [Lausanne] 90 [1992], p. 19 [27]). En este sentido, el Parlamento Federal alemán puede dar efecto a su voluntad de permitir que comience la futura unión monetaria sólo bajo el presupuesto de los estrictos criterios de estabilidad, en todo caso en el marco del art. 23 párr. 3 LF y del acuerdo, que se ha de adoptar en el sentido de la lealtad orgánica, de 2 de diciembre de 1992, sobre la unión económica y monetaria como comunidad de estabilidad, y del escrito del ministro federal de hacienda de 2 de abril de 1993. (5) Como resultado, la República Federal de Alemania, no se somete, pues, con la ratificación del Tratado de la Unión a un “automatismo” imprevisible, imposible de dirigir en lo que respecta a su curso hacia una unión monetaria; el Tratado abre el camino a una integración progresiva de la comunidad jurídica europea que en cada nuevo paso depende bien de presupuestos previsibles en el momento actual para el Parlamento, bien de otra aprobación del Gobierno Federal susceptible de ser influenciada parlamentariamente. e) El desarrollo de la unión monetaria está regulado también de forma previsible tras el inicio de la tercera fase, y es responsabilidad del Parlamento. El Tratado de la Unión regula la unión monetaria como una comunidad que garantiza de forma per- manente la estabilidad, y en especial la estabilidad del valor de la moneda. Ahora bien, no es posible prever si la estabilidad de la moneda ECU puede ser asegurada de hecho a largo plazo sobre la base de las disposiciones adoptadas en el Tratado. No obstante, el temor a un fracaso en relación a los esfuerzos por lograr la estabilidad, que podría tener como consecuencia la subsiguiente conformidad político-financiera de los Estados miembros, es sin tan poco imaginable como que ello se derivaría de la indeterminación jurídica del Tratado. El Tratado establece tareas a largo plazo que convierten el objetivo de la estabilidad en parámetro de la unión monetaria, pretenden asegurar por medio de preparativos institucionales la consecución de este objetivo y por último – como ultima ratio -, en caso de fracaso de la comunidad de estabilidad, no se oponen a una separación de la Comunidad. El SBCE se orienta prioritariamente, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 105 párr. 1 TCE, a la garantía de la estabilidad de precios. El BCE ha sido dotado de independencia en el ejercicio de sus funciones, de acuerdo con el art. 107 TCE. Del sexto considerando del Preámbulo del Tratado de la Unión se desprende ya la decisión de los Estados miembros de crear una unión económica y monetaria que incluya una moneda estable. El art. 2 TCE declara, entre otras cuestiones, que es tarea de la Comunidad Europea conseguir un crecimiento no inflacionario y un alto grado de convergencia de los resultados económicos. La introducción y ejecución de la política monetaria y de tipo de cambios única, prevista en el Tratado, se establece en el art. 3 a párr. 2 TCE en el hecho de que se persigue prioritariamente el objetivo de la estabilidad de precios. Además, el Tratado de la CE adopta preparativos que sirven de apoyo y fomento a los Estados miembros en su política económica de estabilizar la moneda europea. El art. 3 a párr. 3 TCE pretende también que los precios estables, las finanzas públicas y las condiciones monetarias sólidas y la balanza de pagos estable sean principios directivos de la actividad de los Estados miembros (vid. también el art. 102 a inciso 2 TCE). La política económica de los Estados miembros se declara asunto de interés común, coordinándose y vigilándose en sus rasgos básicos por una recomendación del Consejo (art. 103 TCE). El art. 104 TCE prohíbe también a los Bancos Centrales nacionales la autorización de descubiertos o la concesión de cualquier otro tipo de créditos a los organismos de Derecho público y empresas públicas de los Estados miembros o adquirir directamente de ellos otros instrumentos de deuda. Los organismos de Derecho público o las empresas públicas de los Estados miembros no pueden conseguir acceso privilegiado a las instituciones financieras excepto con finalidad supervisora (art. 104 a TCE). El art. 104 b TCE excluye la asunción o responsabilización por parte de la Comunidad o de otro Estado miembro por los compromisos de los organismos de Derecho público o empresas públicas de un Estado miembro, de forma que un Estado miembro no pueda simplemente rechazar las consecuencias de una política financiera poco seria. El art. 104 c TCE, por último, en relación con el Protocolo sobre el procedimiento aplicable en caso de déficit excesivo, impone a los Estados miembros el deber de evitar déficits públicos excesivos, y les somete al respecto a la supervisión por parte de la Comisión. El Consejo, puede declarar, con base en una recomendación de la Comisión que existe un déficit excesivo en un Estado miembro, y actuar para que se le ponga fin. Esta concepción de la unión monetaria como comunidad de estabilidad es el fundamento y el objeto de la Ley alemana de Autorización de la Ratificación. Si la unión monetaria no pudiese seguir desarrollando de forma continuada al inicio de la tercera fase la estabilidad prevista en el sentido del mandato de estabilización acordado, la misma habría abandonado la concepción del Tratado. f) Por último, la conexión objetiva entre la unión monetaria y una unión económica tampoco da lugar a una indeterminación del contenido del Tratado. Ciertamente, hay razones defendibles para afirmar que la unión monetaria podría ser ejecutada político-fácticamente como complemento prematuro sólo a través de una unión económica, lo que excede la coordinación de la política económica de los Estados miembros y de la Comunidad. Sin embargo, tal complemento presupone un procedimiento de modificación del Tratado, de acuerdo con el art. N TUE, y consecuentemente otra aprobación parlamentaria. En el presente permanece abierta la cuestión de si la unión monetaria tendrá como consecuencia una unión económica de estas características, o bien si la falta de voluntad de los Estados miembros condicionará una política económica comunitarizada y un “presupuesto dominante” de la Comunidad, vinculado (vid. Seidel, Zur Verfassung der Europäischen Gemeinschaft nach Maastricht, EuR 1992, p. 125 [134]) a la renuncia futura a la unión monetaria y a la correspondiente modificación del Tratado. Además, importantes voces apuntan a que una unión monetaria, inicialmente entre Estados que se orientan a una política activa económica y social, sólo puede conseguirse en último extremo conjuntamente con una unión política – que comprenda todas las funciones económico-financieras esenciales -, pero no independientemente de ella o como mero paso previo en el camino hacia ella. El presidente del Banco Federal Prof. Dr. Schlesinger se ha expresado en este mismo sentido en la vista oral. Esta interpretación puede apoyarse también en el desarrollo progresivo de la unidad nacional alemana durante el siglo XIX: la unificación de la moneda no fue el presupuesto de la unidad política estatal del Estado nación, siguió a la formación de la Asociación de Alemania del Norte y del Imperio alemán de 1871 por medio de la Ley Monetaria de 9 de julio de 1873 (BOR 186 p. 233); antes existió durante décadas la Unión Aduanera Alemana, hubo también otros tratados comerciales y acuerdos de relevancia económica, pero ni una asociación monetaria ni una unidad monetaria (vid. E.R. Huber, Deutsche Verfassungsgeschichte seit 1789, Tomo IV [1969], p. 1053 s.). De esta forma no se plantea una cuestión jurídico-constitucional, sino una cuestión política. La unión monetaria, sin acordar o poner en marcha una unión política paralela o consecuencia directamente de ella, es una decisión política de la que deben responder políticamente los órganos llamados a adoptarla. Si resulta que la unión monetaria querida no se puede conseguir en realidad sin una unión política (todavía no deseada), se precisa una nueva decisión política, como quiera que se adopte. Para esta decisión existe campo jurídico, porque la unión monetaria, de acuerdo con el Tratado actual, no pretende una unión política, como tampoco una unión económica automática, sino que requiere una modificación del Tratado que no puede producirse sin la decisión de las instituciones estatales nacionales, incluyendo el Parlamento Federal alemán. De esta decisión, pues, se ha de responder políticamente – en el marco de lo jurídico-constitucionalmente posible -. 3. La atribución prevista en el Tratado de la Unión de poderes y competencias a las instituciones europeas deja al Parlamento Federal alemán suficientes funciones y competencias de peso político sustancial. El Tratado pone un límite suficientemente seguro a la dinámica que regula relativa a una ulterior integración, que garantiza una ponderación entre la estructura de decisión gubernamental en la confederación europea de Estados y la reserva de decisión así como las competencias de codecisión del Parlamento Federal alemán. a) Las posibilidades de influencia del Parlamento Federal, y a través de él de los electores, sobre el ejercicio de la soberanía por las instituciones europeas, se prácti186 N. e. Boletín Oficial del Reich (Reichsgeseztblatt - RGBl.). camente han reducido por completo en la medida en que el Banco Central Europeo está dotado de independencia frente a la Comunidad Europea y los Estados miembros (art. 107 TCE). Se sustrae un ámbito político esencial, que apoya con el valor monetario la libertad individual y determina con la cantidad de dinero también las finanzas públicas y los ámbitos políticos que de ellas dependen, al poder de dirección de los titulares de la soberanía y – al margen de la modificación del Tratado – al mismo tiempo al control legislativo de los ámbitos funcionales y del campo de actuación. La autonomización de la mayoría de las funciones de la política monetaria en un Banco Central independiente desvincula poder soberano estatal de la responsabilidad estatal directa o de la responsabilidad parlamentaria supranacional, con el fin de sacar la moneda del alcance de grupos de interés y de otros mandatarios políticos interesados en una reelección (así ya el proyecto gubernamental de Ley reguladora del Banco Federal, BOPF 2/2781 p. 24 s.). Esta limitación de la legitimación democrática procedente de las elecciones en los Estados miembros afecta al principio democrático, pero la modificación de este principio prevista en el art. 88 inciso 2 LF es compatible con el art. 79 párr. 3 LF. El complemento del art. 88 LF, previsto en atención a la Unión Europea, permite un traspaso de competencias del Banco Federal a un Banco Central Europeo, siempre que éste responda a “los criterios estrictos del Tratado de Maastricht y del Estatuto del Sistema Europeo de Bancos Centrales teniendo en cuenta la independencia del Banco Central y de la prioridad de la estabilidad del valor del dinero” (propuesta de resolución e informe de la Comisión Especial sobre “Unión Europea [Tratado de Maastricht]”, de 1 de diciembre de 1992, BOPF 12/3896 p. 21). La voluntad del legislador de reforma de la Constitución apunta, pues, claramente, a crear un fundamento constitucional para la unión monetaria prevista en el Tratado, pero limitando la concesión de las competencias e instituciones independientes atribuidas en la forma expuesta a este caso. Esta modificación del principio democrático al servicio del aseguramiento de la confianza en el cambio, puesta en una moneda, es defendible porque tiene en cuenta la particularidad –comprobada en el ordenamiento jurídico alemán y, también de eficacia demostrada desde una perspectiva científica --, de que un Banco Central independiente asegura el valor del dinero y, de esta forma, asegura la base económica general de la política presupuestaria estatal y de los planes y disposiciones privados ejercicio de los derechos de libertad económica, más que los órganos soberanos, que por su parte dependen en sus posibilidades de actuación y medios de acción básicamente de la cuantía y el valor del dinero y están sometidos a la aprobación a corto plazo de las fuerzas políticas. Por lo tanto, la independización de la política monetaria en la competencia soberana de un Banco Central Europeo independiente, que no es trasladable a otros ámbitos políticos, satisface los requisitos jurídico-constitucionales de acuerdo con los cuales puede ser modificado el principio democrático (vid. BVerfGE 30, 1 [24]; 84, 90 [121]). b) En los restantes aspectos también se describen en el Tratado y por tanto en la Ley alemana de Autorización de la Ratificación las funciones y competencias de la Unión Europea y de las Comunidades que la integran, como se ha expuesto, mediante tipos delimitados de forma que la amplia exposición de objetivos del Preámbulo y del art. B TUE no justifica la asunción de competencias soberanas, sino que sólo confirma el propósito político de realización de una unión cada vez más estrecha de los pueblos de Europa. El Tratado de la Unión satisface, por ello, el mandato procedente de la creciente consistencia de la integración, de no concretar las posibilidades de acción de las instituciones comunitarias sólo a los objetivos, sino de regularlas típicamente en lo que respecta a sus medios, esto es, limitar objetivamente sus funciones y competencias. El Tratado de la Unión, y especialmente el Tratado de la CE, siguen el principio de atribución de competencias singular y restringida (vid. supra 2.a). De acuerdo con este principio, no obstante, una disposición concreta que atribuya funciones o competencias, puede ser aplicada con vistas a los objetivos del Tratado; el objetivo del Tratado por sí mismo, sin embargo no es suficiente para crear o ampliar funciones y competencias (H.P. Ipsen, Europäisches Gemeinschaftsrecht, 1972, p. 559). Además, el Tratado de la Unión, por medio de su alusión expresa a la necesidad de una modificación del Tratado (art. N TUE) o a una ampliación del Tratado (art. K.9 TUE), regula la línea de separación entre el desarrollo jurídico que tiene lugar dentro de los Tratados (sobre el desarrollo jurídico jurisprudencial vid. BVerfGE 75, 223 [240 ss.]) y otro que supera los límites y no está cubierto por el Derecho del Tratado vigente. El 23 párr. 1 LF adopta este criterio cuando exige una ley de autorización de la ratificación para las modificaciones de las bases convencionales de la Unión Europea y para normas equivalentes. En la medida en que los Tratados fundacionales por una parte, otorgan a la Unión Europea en supuestos limitados competencias soberanas y, por otro lado, regulan la modificación del Tratado – con un procedimiento normal y también con uno abreviado -, esta diferenciación también cobra significado para la futura asunción de concretas competencias. Si una ampliación dinámica de los Tratados existentes se ha apoyado hasta ahora en un generoso manejo del art. 235 TCEE en el sentido de una “competencia para redondear el tratado”, en la idea de competencias inherentes de las Comunidades Europeas (“implied powers”) y en una interpretación convencional en el sentido del mayor agotamiento posible de las competencias comunitarias (“effet utile”) (vid. Zuleeg, en: von der Groeben/Thiesing/Ehlermann, EWG-Vertrag, 4ª ed. 1991, art. 2 nm. 3), en el futuro habrá que atender en la interpretación de las normas de competencia por parte de instituciones y órganos de la Comunidad a que el Tratado de la Unión distingue básicamente entre el ejercicio de una competencia soberana otorgada con límites y la modificación del Tratado, de forma que su interpretación no debe equivaler en su resultado a una ampliación del Tratado; tal interpretación de las normas competenciales no podría tener un efecto vinculante en Alemania. c) El manejo de este principio de la atribución de competencias singular y restringida se aclara y limita ulteriormente por medio del principio de subsidiariedad. Para la Comunidad Europea el principio de subsidiariedad está anclado en el art. 3 b párr. 2 TCE; se extiende, por medio de la alusión en el último párrafo del art. B TUE, a las políticas y formas de cooperación de la Unión reguladas al margen del Tratado de la CE y se vuelve a recoger nuevamente también en el art. K.3 párr. 2 letra b TUE. Junto a ello, las atribuciones de competencias singulares y restringidas, como por ejemplo el art. 126, art. 127, art. 128, art. 129, art. 129 a, art. 129 b, art. 130 y art. 130 g TCE, limitan la actuación comunitaria al complemento de la política – en principio precedente – de los Estados miembros. El principio de subsidiariedad no crea así competencias de la Comunidad Europea, sino que limita el ejercicio de las competencias de otro modo ya otorgadas (Consejo Europeo de Edimburgo, conclusiones de la cumbre, cit., p. 1281). Según se dispone en el art. B párr. 2 TUE, los objetivos de la Unión sólo pueden alcanzarse conforme a las disposiciones del presente Tratado, en las condiciones y según los ritmos previstos; en relación a ello también se ha de respetar el principio de subsidiariedad. Consecuentemente, el art. 3 b párr. 1 TCE cita como presupuesto de la actuación de la Comunidad Europea en primer lugar la atribución convencional de una competencia, cuyo ejercicio, pues, está vinculado, de acuerdo con el art. 3 b párr. 2 TCE, por el principio de subsidiariedad. Esto significa lo siguiente: si existe una competencia convencional de actuación, el principio de subsidiariedad determina si y cómo la Unión Europea puede actuar. Si el legislador comunitario quiere ejercitar una competencia legislativa que se le ha otorgado debe, en primer lugar, asegurarse – y exponerlo claramente también, de acuerdo con el art. 190 TCE - de que los objetivos de las medidas que vienen en consideración no pueden ser alcanzados adecuadamente por medio de una actuación de los Estados miembros a nivel nacional. De esta forma, este resultado debe justificar la conclusión ulterior de que los objetivos, habida cuenta del alcance o de los efectos de la medida, se pueden conseguir mejor a nivel comunitario. Con este principio de subsidiariedad, cuyo cumplimiento debe vigilar el Tribunal Europeo de Justicia, se respeta la identidad nacional de los Estados miembros y se conservan sus competencias (Consejo Europeo de Edimburgo, cit., p. 1280 s.). En qué medida el principio de subsidiariedad se opondrá a una erosión de las competencias de los Estados miembros, y por tanto a un vaciamiento de poderes y competencias del Parlamento Federal, depende – junto a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Justicia en relación al principio de subsidiariedad – de forma destacada de la práctica del Consejo en su condición de verdadero órgano legislador de la Comunidad. Aquí debe hacer valer el Gobierno Federal su influencia a favor de un manejo estricto del art. 3 b párr. 2 TCE, cumpliendo así el deber constitucional que le atribuye el art. 23 párr. 1 inciso 1 LF. Por su parte, el Parlamento Federal tiene la posibilidad, por medio del derecho de colaboración que le otorga el art. 23 párr. 3 LF en relación a la formación interna de la voluntad política alemana, de incidir sobre la práctica del Consejo e influenciarla en el sentido del principio de subsidiariedad. También así cumple el Parlamento Federal el deber constitucional que le obliga con base en el art. 23 párr. 1 inciso 1 LF. Por lo demás, también es de esperar que el Consejo Federal aceptará en especial el principio de subsidiariedad (vid. Goppel, Die Bedeutung des Subsidiaritätsprinzips, EuZW 1993, p. 367). d) Como tercer principio básico de la constitución comunitaria el art. 3 b párr. 3 TCE regula el principio de proporcionalidad. Este principio contiene, en primer lugar, una prohibición básica de sobredimensionamiento, pero también puede, en el marco de una Unión de Estados que aún no constituye una unidad organizada estatalmente, limitar la intensidad de la regulación de las medidas comunitarias al servicio de la obligación del art. F párr. 1 TUE, para garantizar así la identidad nacional de los Estados miembros, y por tanto los poderes y competencias de sus Parlamentos, frente a un exceso de la normativa europea. El principio de proporcionalidad anclado en el art. 3 b párr. 3 TCE es aplicable – al contrario de lo que sucede con el principio de subsidiariedad en sentido estricto del art. 3 b párr. 2 TCE – a todas las medidas de la Comunidad, se apoyen en una competencia “exclusiva” o en cualquier otra de la Comunidad. 4. En conclusión, el Tratado de la Unión regula habilitaciones de acción limitadas de los órganos e instituciones de las tres Comunidades Europeas, cuyo ejercicio se clasifica según medios de actuación e intensidad normativa. El Tratado otorga competencias soberanas jurídicamente determinables; de ello se puede responder parlamentariamente y por tanto está democráticamente legitimado. El desarrollo de integración previsto en el Tratado de la Unión y en los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas no se orienta a objetivos generales, sino a concretas funciones y competencias de actuación. D. El Tratado de Maastricht otorga – en especial por medio de la ampliación de las competencias CE y de la inclusión de la política monetaria – a las instituciones europeas otras funciones y competencias esenciales que hasta ahora a nivel de los Tratados no se han basado en un correspondiente fortalecimiento y ampliación de los fundamentos democráticos. Crea una nueva fase de la unidad europea que, según la voluntad declarada de las partes contratantes, tiene que seguir fortaleciendo el funcionamiento democrático y eficaz de las instituciones (Preámbulo, 5° considerando). El funcionamiento democrático y el funcionamiento eficaz no pueden separarse uno de otro; también del fortalecimiento del principio democrático se espera que mejore el trabajo a nivel comunitario en todas las instituciones. Al mismo tiempo, la Unión, de acuerdo con el art. F párr. 1 TUE, respeta la identidad nacional de sus Estados miembros, cuyos sistemas de Gobierno se basarán en los principios democrá- ticos. Por lo tanto, la Unión respeta los principios democráticos existentes en los Estados miembros y se construye sobre ellos. Un ulterior desarrollo de la Unión Europea no se puede separar de este sentido global. El legislador de reforma de la Constitución lo ha tenido en cuenta en relación a este Tratado con la introducción del art. 23 LF en la Ley Fundamental, cuando allí expresamente se habla del desarrollo de la Unión Europea, que está obligada a los principios democrático, del Estado de Derecho, social y federativo y al principio de subsidiaridad. Es decisivo, tanto desde el punto de vista convencional como también jurídico-constitucional, que las bases democráticas de la Unión se desarrollen al paso de la integración y también que se conserve una democracia viva en el transcurso de la integración entre los Estados miembros. Mahrenholz, Böckenförde, Klein, Graßhof, Kruis, Kirchhof, Winter, Sommer 1.3. Control de constitucionalidad del derecho comunitario A través de la presente sentencia, el Tribunal Constitucional Federal pretendía dar por cerrada la cuestión sobre la competencia jurisdiccional para conocer posibles infracciones de los derechos fundamentales reconocidos en la Ley Fundamental por parte de los actos de derecho comunitario derivado. En contra de la primigenia Sentencia Solange I, de 1974,187 en la BVerfGE 102, 147 aquí comentada, el Tribunal Constitucional Federal se declara expresamente seguidor la doctrina vertida a con ocasión de la Sentencia Solange II, pronunciada en 1986,188 que el mismo entiende inequívocamente ratificada con la resolución sobre Maastricht, en 1993. 189 El caso planteado trae su causa en la cuestión de inconstitucionalidad interpuesta ante el Tribunal Constitucional Federal aduciendo la supuesta vulneración de diferentes derechos fundamentales—los de propiedad o la libertad de elección de profesión (arts. 12.1 y 14.1 LF)– por parte de los Reglamentos del Consejo de la Unión Europea que reordenan el mercado del plátano en el ámbito comunitario. En realidad, el Tribunal Constitucional rechaza la cuestión aduciendo un continuismo en su jurisprudencia que, en realidad, no ha tenido lugar. La comentada BVerfGE 102, 147, que reproduce detenidamente la evolución de su jurisprudencia a través de todas aquellas Sentencias aludidas, reconoce que la Sentencia Solange II supuso un radical cambio de doctrina en lo que se refiere a la competencia jurisdiccional del Tribunal Constitucional para la tutela de derechos fundamentales (C II). Hasta la aprobación de la Sentencia Solange II, se encontraba vigente la doctrina acuñada por la Resolución Solange I, que reconocía la competencia del Tribunal la competencia para la tutela jurisdiccional de los derechos fundamentales reconocidos en la Ley Fundamental.190 Esta doctrina encontraba su justificación, para el Bundesverfassungsgericht, en el concreto estado del proceso de integración de la Comunidad Europea en el que, como aquél afirmaba, no había llegado al punto de reconocer un catálogo de derechos fundamentales vigente y 187 BVerfGE, 37, 271. 188 BVerfGE 73, 339. 189 BVerfGE 89, 155. 190 Ello permitía con la consecuencia de la posible interposición de una cuestión de inconstitucionalidad por parte de un tribunal de la República Federal de Alemania ante Tribunal Constitucional Federal tras la consulta de la sentencia del Tribunal Europeo, exigida por el entonces en vigor art. 177 TCEE acordado por un Parlamento que se corresponda con el de los derechos fundamentales garantizado en la Grundgesetz.191 Con arreglo a la doctrina emanada de la presente Sentencia, si bien el Tribunal Constitucional Federal no gozaba de la competencia para poder enjuiciar la validez de los actos de derecho comunitario derivado, sí podía proceder a su inaplicabilidad, lo que generó ciertas críticas en la medida en que excepcionaba el principio de primaría del derecho comunitario acuñado desde la jurisprudencia más temprana del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.192 Por el contrario, desde la Sentencia Solange II, el Tribunal Constitucional Federal reconoció que el ínterin—desde 1974 hasta 1986—había surgido en el territorio de las Comunidades Europeas una medida de protección de los derechos fundamentales que, de acuerdo con la concepción, contenido y eficacia, ha de considerarse esencialmente igual al estándar de los derechos fundamentales plasmado en la Ley Fundamental,193 un extremo que venía siendo avalado en la práctica de manera continuada por la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (C II 2 a).194 En ese sentido, en la medida en que las Comunidades Europeas garantizan una protección eficaz de los derechos fundamentales esencialmente idéntica al estándar de la Grundgesetz, el Tribunal Constitucional Federal no puede ejercer su jurisdicción sobre la aplicabilidad del derecho comunitario derivado ni tampoco controlará este derecho a la luz de los derechos fundamentales plasmados en la Grundgesetz.195 De esta manera, el Bundesverfassungsgericht se asentaba sobre el principio de prevalencia del derecho 191 BVerfGE 37, 271 (285). 192 Véase al respecto HILF, Michael (1987), Solange II: Wie lange noch Solange?. Der Beschluss des Bundesverfassungsgerichts vom 22. Oktober 1986, Europäische Grundrechte Zeitschrift, 1987, pág. 1 y ss. 193 BVerfGE 73, 339 (378). 194 BVerfGE 73, 339 (378 a 381); BVerfGE 89, 155 (174 y s.). Además, como recordaba la Sentencia Solange II, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas había tomado ya posición precisamente sobre los derechos relacionados con la vida económica, como la propiedad y la libertad de empresa, que resultan de aplicación en el proceso seguido por los tribunales a quo sobre la ordenación del mercado del plátano. 195 En consecuencia, a partir de ese momento, las cuestiones de inconstitucionalidad interpuestas ante el Tribunal Constitucional Federal frente a normas del derecho comunitario derivado, de acuerdo con lo que se prevé en el art. 100. 1 LF, son por ello inadmisibles (BVerfGE 73, 339 (387). comunitario.196 De esta manera, el Tribunal Constitucional Federal renunciaba a su competencia jurisdiccional sobre la tutela de los derechos fundamentales. Señala el Bundesverfassungsgericht en la presente BVerfGE 102, 147, de 2000, sobre la ordenación del mercado del plátano (B II 2 b), que sigue siendo seguidor de la doctrina emanada en la Sentencia Solange II, que entiende ratificada supuestamente por la Sentencia sobre Maastricht. En ésta última resolución sostuvo que garantizaría mediante su competencia en cooperación con el Tribunal Europeo, una protección eficaz de los derechos fundamentales,197 también frente al poder público de las Comunidades Europeas. De acuerdo con toda esta doctrina repasada y reiterada por la BVerfGE 102, 147, aquí comentada, el Tribunal Constitucional Federal inadmite la cuestión de inconstitucionalidad interpuesta contra los Reglamentos del Consejo de la Unión, que reordenan el mercado del plátano en el ámbito comunitario, achacando al tribunal a quo haber interpretado de forma equívoca la doctrina vertida en la Sentencia sobre Maastricht, pretendiendo ver en ella una modificación de la posición del Tribunal Constitucional expresada en la Sentencia Solange II (C III 1). Sin embargo, prestando atención a lo afirmado por el Tribunal Constitucional Federal, dicha modificación doctrinal sí ha parecido tener lugar, tal y como ha apreciado el tribunal de instancia, ya que en la Sentencia sobre Maastricht reconoce que la competencia del Bundesverfassungsgericht para el control de los derechos fundamentales se lleva a cabo en cooperación con el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.198 Este nuevo matiz introducido en la citada resolución y avalado por la BVerfGE 102, 147 aquí comentada, parece traer como consecuencia el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas garantizaría para el conjunto de la Unión Europea la protección de los derechos fundamentales, y el Tribunal 196 Véase al respecto el comentario de BAÑO LEÓN, José María, Los derechos fundamentales en la Comunidad Europea y la competencia del juez nacional. Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán de 22 de octubre de 1986, Revista Española de Derecho Administrativo, Nº 54, 1987, pág. 277 y ss. 197 BVerfGE 89, 155 [174 s). Véanse también en este mismo sentido las BVerfGE 37, 271 (280 y ss.); BVerfGE 73, 339 (376 y ss.). El Tribunal Constitucional Federal, en este aspecto, reprodujo lo dispuesto en el art. 23.1 LF tras la reforma realizada en 1992, en el que se afirma que para la realización de una Europa unida, la República Federal de Alemania cooperará al desarrollo de la Unión Europea, que está obligada a la salvaguardia de los principios democrático, del Estado de Derecho, social y federativo y del principio de subsidiaridad y garantiza una protección de los derechos fundamentales comparable en lo esencial a la asegurada por la Ley Fundamental. 198 Véase SANDER, Gerald, Europäischer Gerichtshof und nationale Verfassungsgerichtsbarkeit, Die Öffentliche Verwaltung, Nº 53, 2000, pág. 14 y ss. Constitucional Federal lo haría en su territorio alemán.199 En realidad, lo que parece hacer el Tribunal Constitucional Federal es recavar de nuevo la competencia sobre la garantía de los derechos fundamentales en el ámbito del ordenamiento alemán, tal y como por otra parte, interpretaba el juez a quo a través de la interposición de la cuestión de inconstitucionalidad. 1 199 Véase VIDAL PRADO, Carlos, Tribunales constitucionales nacionales y Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en PÉREZ ROYO, Javier y otros (coords.), Derecho Constitucional para el Siglo XXI, Aranzadi, Pamplona, 2006, págs. 2337 y ss. BVerfGE 102, 147 – Ordenación del mercado del plátano Resolución de la Sala Segunda de 7 de junio de 2000 Directrices 1. Los recursos de amparo y las cuestiones de inconstitucionalidad de tribunales que aleguen una lesión de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental por parte del derecho comunitario derivado no son admisibles ab initio cuando su fundamentación no evidencie que la evolución jurídica europea, incluyendo la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas tras la publicación de la sentencia Solange II (BVerfGE 73, 339 [378 a 381]), haya rebajado el estándar necesario de protección de los derechos fundamentales. 2. Por este motivo, la fundamentación de la cuestión de inconstitucionalidad o de un recurso de amparo en particular debe evidenciar que la protección de los derechos fundamentales que se considera indispensable no se garantiza con carácter general. Esto requiere una contraposición de la protección de los derechos fundamentales en los niveles nacional y comunitario de la forma y modo que el Tribunal Constitucional Federal ha recogido en la BVerfGE 73, 339 (378 a 381). En el procedimiento relativo al control de constitucionalidad acerca de si a) es compatible con la Ley Fundamental y especialmente con sus arts. 23 párr. 1, 14 párr. 1, 12 párr. 1 y 3 párr. 1, que los arts. 17 a 19 y 21 párr. 2 del Reglamento (CEE) núm. 404/93 del Consejo de la Comunidad Económica Europea, de 13 de febrero de 1993, por el que se establece la ordenación común del mercado en el sector del plátano (DO L 47/1) y el Reglamento (CE) núm. 478/95 de la Comisión, de 1 de marzo de 1995, por el que se establecen disposiciones complementarias de aplicación del Reglamento (CEE) núm. 404/93 del Consejo en lo que se refiere al régimen del contingente arancelario para la importación de plátanos en la Comunidad, y por el que se modifica el Reglamento (CEE) núm. 1442/93 (DO L 49/13), se apliquen en Alemania; b) en caso de que la cuestión de inconstitucionalidad recogida bajo a) no sea inadmisible o se responda afirmativamente: si las leyes alemanas de ratificación del Tratado CE son compatibles con la Ley Fundamental, al haber otorgado al legislador co- munitario la competencia para a) imponer en Alemania los preceptos comunitarios mencionados; c) en caso de que también la cuestión de inconstitucionalidad recogida bajo b) sea inadmisible o se haya de responder afirmativamente a la pregunta planteada: si las leyes alemanas de ratificación del Tratado CE se han de interpretar conforme a la Constitución entendiendo que no han otorgado al legislador comunitario la competencia para imponer normas con el contenido de los preceptos comunitarios mencionados en a) – auto de sobreseimiento y de planteamiento de la cuestión de inconstitucionalidad del Tribunal de lo Contencioso–Administrativo de Frankfurt a. M. de 24 de octubre de 1996 – 1 E 798/95 (V), 1 E 2949/93 (V) –. Fallo: La cuestión de inconstitucionalidad es inadmisible. Fundamentos: A. La cuestión de inconstitucionalidad concierne a la constitucionalidad de la aplicación de la ordenación común del mercado de la Comunidad Europea en el sector del plátano en la República Federal de Alemania. I. 1. El mercado del plátano dentro de la Comunidad Europea se regulaba hasta el año 1993 de forma distinta en los diferentes Estados miembros. En parte existían mercados cerrados con precios garantizados, como por ejemplo en Francia, en parte mercados abiertos sin limitaciones cuantitativas, como por ejemplo en Alemania. A causa del llamado protocolo sobre el contingente arancelario para las importaciones de plátanos al Tratado CEE, la República Federal de Alemania pudo introducir una determinada cantidad de plátanos – en el año 1992 al menos 1,371 millones de toneladas – sin pagar arancel (protocolo sobre el contingente arancelario para las importaciones de plátanos, BOF II 1957 p. 1008, vid. EuGH, Rs. C-280/93 R – República Federal de Alemania/Consejo -, Col. 1993, I-3668, nm. 8 s.). El 1 de julio de 1993 entró en vigor, de acuerdo con el art. 33 inciso 2 del Reglamento (CEE) núm. 404/93 del Consejo, de 13 de febrero de 1993 (DO de 25 de febrero de 1993, núm. L 47/1; en adelante: Reglamento 404/93), la ordenación común del mercado en el sector del plátano (en adelante: ordenación del mercado del plátano), con el cual, entre otros, se suprimió el contingente arancelario previsto en el protocolo sobre el contingente arancelario para las importaciones de plátanos (art. 21 párr. 2 del Reglamento 404/93). El Reglamento distingue los plátanos según su lugar de origen: los “plátanos comunitarios” se producen en el territorio de la Comunidad Europea. Los “plátanos ACP” proceden de determinados países de África, el Caribe y el Pacífico, que como tales países llamados ACP desde hace cierto tiempo están vinculados por tratados especiales y multilaterales (tratados de Lomé; sobre el contenido del Cuarto Convenio ACP-CE de Lomé de 15 de diciembre de 1989 en relación con los plátanos, vid. Informe del colectivo afectado, WT/DS27/AB/R, 9 de septiembre de 1997, nm. 169 ss.) con la Comunidad Europea (sobre ello art. 179 párr. 3 TUE 200, redacción de Amsterdam; la lista de los países ACP se puede consultar en: el acuerdo por el que se modifica el Cuarto Convenio ACP-CE de Lomé, firmado en Mauricio el 4 de noviembre de 1995, BOF II 1997 p. 1615). Como plátanos “tradicionales” ACP se designa un contingente de plátanos hasta un peso total de 857.700 toneladas (vid. el anexo al Reglamento 404/93), lo que se corresponde con las importaciones tradicionales de los Estados ACP. Las importaciones que lo exceden se designan como plátanos “no tradicionales” ACP. Los “plátanos de países terceros”, por último, son los que no proceden ni de la Comunidad ni de los Estados ACP. Los plátanos comunitarios y ACP no pueden competir ni en precio ni en calidad con los plátanos de países terceros. En Alemania se conocían y estaban extendidos sobre todo los plátanos de países terceros (mayoritariamente plátanos de países terceros en mercados abiertos: Informe del panel, WT/DS27/R/USA, 22 de mayo de 1997, nm. 3.5). La ordenación del mercado del plátano apoya la producción comunitaria de plátanos y posibilita la venta sin arancel de plátanos tradicionales ACP, sin impedir la importación de plátanos de países terceros ni de plátanos no tradicionales ACP (considerandos 2 ss. del Reglamento 404/93). 2. Se crea con este objetivo un régimen de ayudas para los plátanos comunitarios (arts. 10 ss. del Reglamento 404/93). Los plátanos tradicionales ACP necesitan – al igual que todos los plátanos producidos fuera de la Comunidad – un certificado de 200 N. e. Tratado de la Unión Europea (Europäische Union Vertrag - EUV). importación (art. 17 del Reglamento 404/93), pero no pagan arancel (considerando 12 del Reglamento 404/93). Los plátanos no tradicionales ACP y los plátanos de países terceros pueden ser importados en el marco de un determinado contingente arancelario pagando un arancel aduanero bajo o sin pagar derecho alguno; al margen de este contingente se someten a un elevado arancel aduanero. El contingente arancelario anual alcanzaba, de acuerdo con el art. 18 del Reglamento 404/93, originalmente los 2 millones de toneladas. En este marco, los plátanos no tradicionales ACP podían importarse sometiéndose a un derecho arancelario cero, y los plátanos de países terceros a un gravamen de 100 ecus por tonelada. Al margen del contingente los plátanos ACP se someten a un gravamen de 750 ecus por tonelada, y los plátanos de países terceros a un gravamen de 850 ecus por tonelada. El contingente arancelario para los plátanos no tradicionales ACP y de países terceros se reparte según los operadores y la actividad económica. Entre los operadores el contingente arancelario se reparte de la forma siguiente, de acuerdo con el art. 19 del Reglamento 404/93: - 66,5% para la categoría de operadores que hayan comercializado plátanos de países terceros o plátanos no tradicionales ACP; - 30% para la categoría de operadores que hayan comercializado plátanos comunitarios o tradicionales ACP; - 3,5% para la categoría de operadores establecidos en la Comunidad que hayan empezado, a partir de 1992, a comercializar plátanos distintos de los plátanos comunitarios y/o tradicionales ACP. En la terminología empleada en el art. 2 del Reglamento (CEE) núm. 1442/93 de la Comisión, de 10 de junio de 1993, por el que se establecen disposiciones de aplicación del régimen de importación de plátanos (DO L 142, de 12 de junio de 1993 – en adelante: Reglamento 1442/93 -, p. 6), estas tres categorías se designan en el orden indicado como categorías A, B y C. Las licencias de importación de las categorías A y B se reparten entre los operadores sobre la base de su actividad económica. Se distingue, de esta forma, entre las tres categorías que ejercen las siguientes actividades: - Primer importador: compra de plátanos verdes originarios de terceros países o de países ACP a los productores o, en su caso, producción, para su posterior envío y venta en la Comunidad; - Segundo importador: abastecimiento y despacho a libre práctica en calidad de propietario de plátanos verdes y puesta en venta ulterior en el mercado comunitario; los riesgos de deterioro o pérdida del producto se asimilarán a los riegos asumidos por el propietario del producto; - Madurador: maduración de plátanos verdes en calidad de propietario y comercialización en la Comunidad (art. 3 del Reglamento 1442/93). Para el cálculo de la media de las cantidades comercializadas atribuidas a cada operador se calcula la cantidad de plátanos comercializada por cada operador en el período de referencia de tres años. A las llamadas cantidades comercializadas se les aplica un coeficiente de ponderación según las actividades económicas, básicamente un 57% para los primeros importadores, 15% para los segundos importadores y 28% para los maduradores. En función del volumen del contingente arancelario anual y del importe total de las referencias cuantitativas de los operadores se establece el coeficiente de reducción de licencias de importación para cada categoría de operador (arts. 5 y 6 del Reglamento 1442/93). 3. La ordenación del mercado de plátanos fue posteriormente completada y modificada en varias ocasiones. Así, el Reglamento 3290/94, con entrada en vigor a partir del 1 de enero de 1995, redactó nuevamente algunos artículos del Reglamento 404/93. Con el art. 18 del Reglamento 404/93 (nueva redacción) se bajó el gravamen correspondiente a la importación de plátanos de países terceros dentro del contingente a 75 ecus por tonelada y el contingente arancelario anual de 2 millones de toneladas se elevó a 2,1 millones de toneladas para el año 1994, y a 2,2 millones de toneladas de ahí en adelante (vid. el Reglamento [CE] núm. 3290/94 del Consejo, de 22 de diciembre de 1994, relativo a las adaptaciones y las medidas transitorias necesarias en el sector agrícola para la aplicación de los acuerdos celebrados en el marco de las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda Uruguay, DO L 349 de 31 de diciembre de 1994, p. 105, anexo XV, punto 4; sobre la entrada en vigor de la modificación vid. el art. 6 párr. 2 letra d del Reglamento 3290/94). Seguían siendo posibles otros aumentos del contingente arancelario con base en los cálculos de las necesidades. De hecho, el contingente alcanzó en el año 1997 2,553 millones de toneladas (Informe del panel, WT/DS27/R/USA, 22 de mayo de 1997, nm. 3.9). Al margen del contingente, por medio de la nueva redacción del Reglamento 404/93, los gravámenes originales de 750 ecus por tonelada para los plátanos no tradicionales ACP y de 850 ecus por tonelada para los plátanos de países terceros se sustituyeron por una normativa más compleja (art. 18 párr. 2 en relación con el art. 15 del Reglamento 404/93, en la redacción del Reglamento 3290/94), que sin embargo indicaba que – para importaciones al margen del contingente – el gravamen de 100 ecus por tonelada para plátanos no tradicionales ACP estaba por debajo del gravamen arancelario de los plátanos de países terceros. En la práctica ello supuso en el año 1996/97 un gravamen de 793 ecus por tonelada para plátanos de países terceros, y de 693 ecus por tonelada para plátanos no tradicionales ACP (Informe del colectivo afectado, WT/DS27/AB/R, 9 de septiembre de 1997, nm. 173). En relación con el comienzo de un procedimiento de solución de litigios en el marco del GATT (el llamado segundo panel del plátano), la Comunidad Europea llegó a un acuerdo marco sobre el plátano con cuatro países latinoamericanos (Colombia, Costa Rica, Venezuela, Nicaragua). El acuerdo marco, desde la perspectiva del Derecho comunitario fue traspuesto por el Reglamento (CE) núm. 478/95 de la Comisión, de 1 de marzo de 1995, por el que se establecen disposiciones de aplicación del Reglamento (CEE) núm.404/93 del Consejo, concerniente a la normativa de contingentes arancelarios para la importación de plátanos en la Comunidad y de modificación del Reglamento (CEE) núm. 1442/93 (DO L 49, de 4 de marzo de 1995, p. 13 – en adelante: Reglamento 478/95 -), que entró en vigor el 5 de marzo de 1995. Según el art. 1 párr. 1 del Reglamento 478/95, el contingente arancelario – ya repartido según operadores y actividades económicas - para la importación de plátanos de países terceros y de plátanos no tradicionales ACP se repartió además según países exportadores en concreto. Al respecto se fijó la cantidad de plátanos no tradicionales ACP importables sin gravamen, en el anexo I cuadro 2 del Reglamento 478/95, en 90.000 toneladas. En lo que respecta a los plátanos de terceros países, corresponden a Colombia el 21%, a Costa Rica el 23,4%, a Nicaragua el 3% y a Venezuela el 2% del contingente; los restantes 50,6% se reparten – dejando al margen las 90.000 toneladas de plátanos no tradicionales ACP – entre los restantes países exportadores de plátanos de países terceros (vid. el anexo I cuadros 1 y 3 del Reglamento 478/95; vid. también el Informe del Panel, WT/DS27/R/USA, 22 de mayo de 1997, nm. 3.11). El art. 3 párr. 2 del Reglamento 478/95 señalaba, sobre la base del acuerdo marco, en lo que concierne a las mercancías originarias de Colombia, Costa Rica o Nicaragua, que la solicitud de los certificados de importación de las categorías A y C previstas en el apartado 4 del artículo 9 del Reglamento (CEE) núm. 1442/93 sólo será admisible si va acompañada de un certificado de exportación expedido por uno de estos países. Los costes vinculados a la emisión del certificado de exportación llevaron a que el precio a pagar por estos operadores por los plátanos superara en un 33% el de los operadores de la categoría B. Esta exigencia de un especial certificado de exportación en las importaciones de los países citados fue declarada nula por el Tribunal Europeo en dos sentencias de 10 de marzo de 1998, por lesión de la prohibición general de discriminación del art. 40 párr. 3 U párr. 2 TCE, que no es más que la expresión concreta del principio general de igualdad, ya que los certificados de exportación sólo se exigían a los operadores de las categorías A y C, pero no a los operadores de la categoría B (Rs. C-122/95 – República Federal de Alemania/Consejo -, Col. 1998, I-973 y verb. Rs. C-364/95 y C365/95 - T. Port GmbH & Co. KG/Oficina Principal de Aduanas de Hamburgo-Jonas -, Col. 1998, I-1023). En lo restante ambas sentencias no afectan a la validez de la ordenación del mercado del plátano. II. 1. Recurrentes en los dos procesos nacionales son 19 empresas del llamado grupo Atlanta. Como importadores de plátanos actúan en todos los niveles del transporte, maduración y comercialización. El 30% de sus operaciones corresponde a la comercialización de plátanos. Entre 1989 y 1991 el grupo Atlanta importó anualmente una media de 410.000 toneladas de plátanos de países terceros. Tras la entrada en vigor de la ordenación del mercado del plátano los recurrentes fueron clasificados como operadores de la categoría A y se les asignó para el tercer cuatrimestre de 1993 un contingente provisional. Los recursos contra la limitación existente a la cantidad de importación se rechazaron con remisión al derecho comunitario. Con la demanda interpuesta contra el rechazo los recurrentes alegaron en el primer proceso nacional que el Reglamento 404/93 lesiona el derecho comunitario. El Tribunal de lo Contencioso-Administrativo sometió la cuestión al Tribunal Europeo. Al mismo tiempo asignó a los recurrentes, por medio de una medida judicial cautelar, otras licencias de importación de plátanos de países terceros para los meses de noviembre y diciembre de 1993 con un arancel de 100 ecus por tonelada, que en caso de que se perdiera el litigio sobre el fondo del asunto tendrían que compensar los recurrentes con las cantidades de referencia existentes en el derecho comunitario. El segundo proceso nacional afectó a los certificados de importación facilitados a los recurrentes para el año 1995. 2. El Tribunal Europeo decidió, en sentencia de 9 de noviembre de 1995 (EuGH, Rs. C-466/93 - Atlanta Fruchthandelsgesellschaft/Oficina Federal de Alimentación y Explotación Forestal -, Col. 1995, I-3799), de gran trascendencia, con remisión a su sentencia de 5 de octubre de 1994 (EuGH, Rs. C-280/93 – República Federal de Alemania/Consejo -, Col. 1994, I-4973), que no existía objeción alguna a la validez del Reglamento 404/93. Los recurrentes solicitaron en ambos procesos nacionales que se declarara que la resolución que les fue comunicada y la resolución denegatoria del recurso de alzada son contrarias a Derecho en tanto limitan la importación de plátanos de países terceros a la Comunidad Europea. La aplicación de la normativa de importación recogida en el Reglamento 404/93 y en el Reglamento 478/95 es inconstitucional por infracción de los arts. 2 párr. 1, 14 párr. 1, 12 párr. 1 y 3 párr. 1 LF. III. El Tribunal de lo Contencioso-Administrativo de Frankfurt a. M., por medio de auto de 24 de octubre de 1996, ha paralizado el procedimiento planteando al Tribunal Constitucional Federal, en primer lugar, la cuestión acerca de si la aplicación de los arts. 17 a 19 y del art. 21 párr. 2 del Reglamento 404/93, así como del Reglamento 478/95, es compatible en Alemania con los arts. 23 párr. 1 inciso 1, 14 párr. 1, 12 párr. 1 y art. 3 párr. 1 LF. En caso de que el Tribunal Constitucional Federal niegue la procedencia de esta cuestión de inconstitucionalidad o responda afirmativamente a la cuestión, se plantea la pregunta acerca de si las leyes alemanas de ratificación del Tratado CE son compatibles con la Ley Fundamental al haber otorgado al legis- lador comunitario la competencia para imponer los mencionados preceptos comunitarios en Alemania. En lo que respecta a la fundamentación, el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo alega básicamente lo siguiente: 1. La cuestión de inconstitucionalidad es procedente de acuerdo con lo dispuesto en el art. 100 párr. 1 LF. a) Objeto de la cuestión de inconstitucionalidad, de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF, son las leyes formales y posteriores a la Constitución de la Federación y de los Estados federados. Por ello, se descarta en principio una cuestión de inconstitucionalidad sobre normas del derecho comunitario derivado al Tribunal Constitucional Federal, de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF. El juez de la ley es el Tribunal Europeo. Aunque el Tribunal Europeo niega que se lesione el derecho comunitario, el tribunal remitente entiende, no obstante, que la jurisprudencia del Tribunal Europeo no garantiza la protección de los derechos fundamentales otorgada de acuerdo con la Ley Fundamental, no vela por las obligaciones internacionales de la República Federal de Alemania derivadas del GATT o no se opone a una actuación del legislador comunitario al margen de o infringiendo los preceptos del Tratado CE, planteándose así la cuestión acerca de los límites de la aplicación preferente del derecho comunitario. Estos límites se recogen para la República Federal de Alemania en el art. 23 párr. 1 LF. b) Entre las sentencias del Tribunal Constitucional Federal en BVerfGE 73, 339 (Solange II) y en BVerfGE 89, 155 (Maastricht) existiría una diferencia desde dos puntos de vista. Por una parte, el Tribunal Constitucional Federal, desde la sentencia de Maastricht, extiende su competencia de control y rechazo también a los actos de soberanía de la Comunidad eficaces en Alemania, garantiza pues la protección de los derechos fundamentales de los alemanes en el ejercicio de la soberanía tanto por parte de órganos nacionales como comunitarios. Por otra parte, el Tribunal Constitucional Federal, a diferencia de lo que ocurre tras la sentencia Solange II, ejerce nuevamente su poder de revisión expresamente, también en cooperación con el Tribunal Europeo. De ello se deriva que los recursos de amparo y las cuestiones de inconstitucionalidad judiciales, de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF, en cualquier caso, pues, deben ser procedentes cuando se comprueba que los actos de la Comu- nidad violan los derechos fundamentales protegidos por la Ley Fundamental de un ciudadano de la República Federal de Alemania y la protección de los derechos fundamentales otorgada en la jurisprudencia del Tribunal Europeo frente a la violación de los derechos fundamentales no se corresponde con el estándar de derechos fundamentales que necesariamente se ha garantizar de acuerdo con la Ley Fundamental. La cuestión acerca de si se garantiza tal estándar de derechos fundamentales sólo puede responderse a nivel nacional. No se prevé en el Derecho nacional un procedimiento especial en el que se pudiera contestar a esta cuestión. Puesto que el monopolio de la revisión de leyes alemanas que violan los derechos fundamentales corresponde al Tribunal Constitucional Federal, resulta obligado cubrir la laguna legal existente mediante la correspondiente aplicación del art. 100 párr. 1 LF. En cualquier caso, el Tribunal Constitucional Federal no otorga protección a los derechos fundamentales frente al derecho comunitario derivado simplemente cuando la protección de los derechos fundamentales otorgada por parte del Tribunal Europeo y por parte del Tribunal Constitucional Federal no cubre completamente o en un caso concreto no existe la protección de los derechos fundamentales por parte del Tribunal Europeo. Antes bien, los derechos fundamentales tendrían que ser evidentemente lesionados con carácter general por la Comunidad y en su contenido esencial, esto es, comprobarse déficits estructurales en el otorgamiento de los derechos fundamentales. La cuestión de inconstitucionalidad se apoya en que la jurisprudencia del Tribunal Europeo no garantiza la protección de los derechos fundamentales del recurrente con carácter individual y, en el marco del derecho de ordenación del mercado, tampoco lo hace con carácter general. 2. Los recurrentes habrían visto lesionados sus derechos fundamentales recogidos en los arts. 14 párr. 1, 12 párr. 1 y 3 párr. 1 LF, por el régimen de importación del Título IV del Reglamento 404/93 y del Reglamento 478/95 en relación con las normas de aplicación del Reglamento 1442/93. No les ha sido posible y sigue sin ser posible obtener una protección de los derechos fundamentales por parte de los tribunales comunitarios que se corresponda con el estándar de derechos fundamentales que necesariamente se ha de garantizar de acuerdo con la Ley Fundamental. a) Los recurrentes, a causa del régimen de importación introducido por la ordenación del mercado del plátano, podrían importar sólo menos del 50% de la cantidad anteriormente importada de plátanos de terceros países en la República Federal de Alemania. Esta consecuencia se ha producido a partir del 1 de julio de 1993, sin período transitorio y con carácter permanente. No ha sido posible una sustitución por medio de la importación de plátanos comunitarios o ACP, porque los productores de tales plátanos habían acordado contratos a largo plazo con operadores tradicionales e importadores de plátanos comunitarios y ACP. El propio Reglamento no se ha preocupado en absoluto por regular una posibilidad de sustitución, por ejemplo, mediante el reparto de contingentes arancelarios. La reducción de las cantidades sin período transitorio ha llevado a las empresas de los recurrentes a que las instalaciones preexistentes, en parte sólo necesarias para la comercialización de plátanos – como las terminales de carga, los almacenes frigoríficos y las zonas de maduración – ya no puedan ser utilizadas o seguir siendo utilizadas con criterios económicos y por ello empresas concretas o partes de empresas habrían tenido que cerrar y despedir a los trabajadores. b) El régimen de importación y sus consecuencias suponen de hecho un ataque contra la propiedad. Hasta la entrada en vigor de la ordenación del mercado del plátano, el llamado protocolo del plátano ha garantizado a la República Federal de Alemania y también, por tanto, a los operadores, la importación sin aranceles de determinadas cantidades de plátanos. El protocolo era, de acuerdo con el art. 239 TCE (ahora: art. 311), parte integrante del Tratado CE. Confiando en el protocolo del plátano los recurrentes habían organizado su actividad económica y habían preparado las necesarias instalaciones empresariales. El régimen de importación del Título IV del Reglamento 404/93 habría llevado a que las empresas ya no puedan o en adelante les resulte imposible seguir trabajando con criterios económicos. La normativa del Reglamento 404/93 supone una regulación no permitida del contenido y las limitaciones de la propiedad en el sentido de lo dispuesto en el art. 14 párr. 1 inciso 2 LF. Ahora bien, se ha de atender a que, conforme al art. 40 TCE (ahora: art. 34), se crea una organización común de los mercados agrícolas para alcanzar los objetivos de la política agrícola común de la Comunidad, en el sentido de lo dispuesto en el art. 39 TCE (ahora: art. 33). De acuerdo con el art. 40 párr. 1 inciso 2 letra c TCE (ahora: art. 34 párr. 1 inciso 2 letra c), la ordenación europea del mercado también integra una de las formas permitidas de organización. Ante este trasfondo, los recurrentes hubieran debido contar con que el legislador comunitario creara una organización común del mercado del plátano. También a nivel nacional se reconoce que al legislador le corresponde un especial margen de maniobra en esa nueva ordenación de un ámbito jurídico. Puede recortar o cambiar posiciones jurídicas cuando existen razones de bienestar social que tienen prioridad frente a la confianza fundada en la continuidad de un derecho legítimo. Del principio de proporcionalidad se desprende, sin embargo, la necesidad de un régimen transitorio indulgente (reenvío a la BVerfGE 58, 300 [351]), cuya extensión depende de una ponderación entre el daño causado a la confianza y el interés general (reenvío a la BVerfGE 70, 101 [114]). El legislador comunitario ha infringido el principio de proporcionalidad porque no ha adoptado un régimen transitorio a favor de los operadores de países terceros. c) El régimen de importación y sus consecuencias también violan la libertad de escoger profesión recogida en el art. 12 párr. 1 LF. Aunque no se ve afectado el derecho a elegir profesión, el régimen de importación limita sin embargo la libertad de ejercicio de la profesión de forma inconstitucional. d) También se lesiona el art. 3 párr. 1 LF. El Título IV del Reglamento 404/93 trata de forma distinta a los operadores de países terceros y a los grupos de operadores comunitarios y ACP. Al grupo de los operadores comunitarios y ACP se les asigna el 30% del contingente arancelario de plátanos de países terceros, sin que este grupo hubiera mantenido hasta ahora relaciones comerciales con los productores de países terceros. Al mismo tiempo, se mantiene de hecho prácticamente sin cambios el monopolio de comercialización de este grupo existente respecto de los plátanos comunitarios y ACP, puesto que los operadores de países terceros, debido a las relaciones contractuales preexistentes entre los operadores ACP y comunitarios, por un lado, y los correspondientes productores, por otro, no han podido iniciar relaciones contractuales de cierta entidad con los productores comunitarios y ACP. Por ello, está a disposición de los recurrentes del proceso nacional como operadores de países terceros para la comercialización únicamente alrededor del 50% de la cantidad anteriormente importada de plátanos. El grupo de operadores comunitarios y ACP, por el contrario, tiene a su disposición, junto a los plátanos comunitarios y ACP, además, el 30% del contingente de importación de plátanos de países terceros. 3. La protección de los derechos fundamentales que los recurrentes habrían obtenido o podido obtener frente a las citadas violaciones de derechos fundamentales del Tribunal Europeo no se corresponde con el estándar de derechos fundamentales que necesariamente se ha de garantizar de acuerdo con la Ley Fundamental. La salvaguardia de los derechos fundamentales forma parte de los principios jurídicos generales de la Comunidad. El derecho de propiedad, la libertad de escoger profesión y el principio general de igualdad son derechos fundamentales comunitarios reconocidos en principio en la jurisprudencia del Tribunal Europeo. En el ámbito del derecho de ordenación de los mercados existe, sin embargo, un déficit estructural entre la protección de los derechos fundamentales que se ha de garantizar de acuerdo con la Ley Fundamental en su traducción por el Tribunal Constitucional Federal, por un lado, y la protección de los derechos fundamentales de acuerdo con el derecho comunitario en su traducción por el Tribunal Europeo, por otro. 4. La cuestión relativa a la aplicabilidad del Reglamento 404/93 y del Reglamento 478/95 también es importante para tomar una decisión. En caso de que fueran aplicables se ha de rechazar la demanda presentada para comprobar la antijuridicidad de las resoluciones, porque no existirían errores en la aplicación del derecho. Por el contrario, si los Reglamentos no son aplicables, entonces ha de admitirse la demanda puesto que las limitaciones a la importación de plátanos de países terceros en la República Federal de Alemania no existirían y las resoluciones serían antijurídicas. No existe otra posibilidad de fallar a favor de los recurrentes. IV. 1. Mediante escrito de 26 de marzo de 1997 se indicó al Tribunal de lo ContenciosoAdministrativo que en adhesión al auto de planteamiento de la cuestión de inconstitucionalidad, el Tribunal Europeo con la sentencia de 26 de noviembre de 1996 (Rs. C-68/95 - T. Port GmbH & Co. KG/Oficina Federal de Alimentación y Explotación Forestal -, Col. 1996, I-6065) había tomado una decisión, según la cual el art. 30 del Reglamento 404/93 obligaba a la Comisión a aprobar todas las medidas transitorias consideradas necesarias. Estas medidas transitorias debían posibilitar la solución del problema que se había planteado tras la introducción de la organización común del mercado, cuyo origen se encontraría, sin embargo, en la situación de los mercados nacionales anterior a la aprobación del Reglamento. Esta sentencia podría cobrar significación en el marco de la ausencia de un régimen transitorio que se ha planteado en el auto de la cuestión de inconstitucionalidad. 2. El presidente de la sala competente del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo ha contestado al escrito del ponente aludiendo a las declaraciones en el auto de la cuestión de inconstitucionalidad, de acuerdo con las cuales el art. 30 del Reglamento 404/93 no deja margen para poner remedio a las lesiones de derechos fundamentales. En el caso concreto no existe un gravamen no previsto o no contemplado de esta forma por parte del autor del Reglamento, sino un gravamen querido por el autor del Reglamento. Sólo limitando las importaciones de plátanos de países terceros es posible garantizar la necesaria protección a los productores de plátanos comunitarios y ACP. A diferencia del caso objeto de la sentencia del Tribunal Europeo, los recurrentes del proceso nacional pretenden no la adopción de un período temporal de referencia distinto del previsto por el Reglamento, sino un aumento general de las cantidades de referencia para eliminar la rigidez que se vincula en general con la introducción y el reparto del contingente arancelario. En último término se trata, pues, de un gravamen que afecta de la misma manera a todos los importadores de plátanos de países terceros en la República Federal de Alemania. Por ello, el art. 30 del Reglamento 404/93 tampoco deja margen alguno para poner remedio a las lesiones de derechos fundamentales. Además, la República Federal de Alemania ha intentado sin éxito, tras la introducción de la ordenación del mercado del plátano, buscar ante la Comisión una normativa para superar casos especiales a causa de las dificultades de los importadores alemanes de plátanos. También por este motivo parece poco prometedora una remisión de los recurrentes del proceso nacional a una normativa para superar casos especiales de acuerdo con el art. 30 del Reglamento 404/93 y la correspondiente demanda ante el Tribunal Europeo. V. Han presentado alegaciones sobre la cuestión de inconstitucionalidad el Tribunal de Cuentas Federal, el Tribunal Administrativo Federal así como los Gobiernos de las ciudades libres y hanseáticas de Bremen y Hamburgo. Los recurrentes del proceso nacional también han presentado sus alegaciones. B. La cuestión de inconstitucionalidad es inadmisible. I. Las cuestiones de inconstitucionalidad para someter las normas del derecho comunitario europeo secundario al control constitucional del Tribunal Constitucional Federal, de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF, sólo son admisibles cuando su fundamentación en concreto recoge que el presente desarrollo jurídico para la protección de los derechos fundamentales en el derecho comunitario europeo, especialmente la jurisprudencia del Tribunal Europeo, no garantiza con carácter general la protección de los derechos fundamentales que necesariamente es obligada de acuerdo con la Ley Fundamental. El tribunal remitente, no obstante, ha expresado su convencimiento, de forma que satisface los requisitos del § 80 párr. 2 inciso 1 BVerfGG, de qué y por qué razones considera que la aplicación de los preceptos jurídicos indicados es inconstitucional (vid. BVerfGE 37, 328 [333 s.]; 66, 265 [269 s.]; 84, 160 [165]; 86, 52 [57]). Su interpretación de que la sentencia que ha de emitir depende de la contestación a la pregunta planteada, también se expresa claramente en el auto de la cuestión de inconstitucionalidad (vid. BVerfGE 97, 49 [60]; 98, 169 [199]). Pero de ello no se puede derivar que los preceptos por él cuestionados, recogidos en los arts. 17 a 19 y 21 párr. 2 del Reglamento (CEE) núm. 404/93, así como otras disposiciones del derecho comunitario derivado, puedan ser sometidos al Tribunal Constitucional Federal de acuerdo con lo dispuesto en el art. 100 párr. 1 LF, para que éste proceda al control de su constitucionalidad. II. 1. La Sala de este Tribunal, en su sentencia de 29 de mayo de 1974 - 2 BvL 52/71 (BVerfGE 37, 271 - Solange I -), había llegado a la conclusión a este respecto de que el proceso de integración de la Comunidad no ha llegado todavía al punto de que el derecho comunitario contenga un catálogo de derechos fundamentales vigente y acordado por un Parlamento, que se corresponda con el catálogo de derechos fundamentales de la Ley Fundamental. Por esta razón consideraba admisible y obligada la cuestión de inconstitucionalidad de un tribunal de la República Federal de Alemania al Tribunal Constitucional Federal en el procedimiento de inconstitucionalidad, tras la consulta de la sentencia del Tribunal Europeo exigida por el entonces en vigor art. 177 TCEE, cuando el tribunal considerara inaplicable el precepto decisivo del derecho comunitario en la interpretación otorgada por el Tribunal Europeo porque y en tanto colisiona con uno de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental (BVerfGE 37, 271 [285]). 2. a) La Sala, en su sentencia de 22 de octubre de 1986 - 2 BvR 197/83 - (BVerfGE 73, 339 - Solange II -), ha acordado que en el ínterin ha surgido en el territorio de las Comunidades Europeas una medida de protección de los derechos fundamentales que de acuerdo con la concepción, contenido y eficacia ha de considerarse esencialmente igual que el estándar de derechos fundamentales de la Ley Fundamental. No existiría punto de partida alguno eficaz para afirmar que el estándar de derechos fundamentales alcanzado en el derecho comunitario no esté suficientemente consolidado y sea de naturaleza transitoria (BVerfGE 73, 339 [378]). La Sala, partiendo de concretas sentencias del Tribunal Europeo, ha comprobado el estándar de los derechos fundamentales a nivel europeo, cuyo contenido ante todo, está compuesto, se ha consolidado y ha sido suficientemente garantizado por la jurisprudencia del Tribunal de las Comunidades Europeas (BVerfGE 73, 339 [378 a 381]). Además, ha tomado posición al respecto sobre la jurisprudencia del Tribunal relativa a los derechos fundamentales y libertades públicas relacionadas con la vida económica, como la propiedad y la libertad de ejercer una actividad económica (cit., p. 380), pero también sobre la libertad de asociación, el principio general de igualdad y la prohibición de arbitrariedad, la libertad religiosa o la protección de la familia, así como sobre los principios propios del Estado de Derecho de la prohibición de exceso y de proporcionalidad como principio jurídico general en la ponderación de los fines del bienestar general en el ordenamiento comunitario y sobre la garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales (cit., p. 380). En resumen, la Sala ha señalado lo siguiente: en tanto las Comunidades Europeas, y especialmente la jurisprudencia del Tribunal de las Comunidades, garanticen con carácter general una protección eficaz de los derechos fundamentales frente al poder público de las Comunidades, que se haya de considerar esencialmente igual a la que necesariamente se ha de garantizar de acuerdo con la Ley Fundamental, máxime cuando se garantiza en general el contenido esencial de los derechos fundamentales, el Tribunal Constitucional Federal no ejercerá su jurisdicción sobre la aplicabilidad del derecho comunitario derivado que es alegado como fundamento jurídico de la conducta de los tribunales y autoridades alemanes en el territorio de la República Federal de Alemania, y tampoco controlará este derecho a la luz de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental. Las cuestiones de inconstitucionalidad (de normas del derecho comunitario derivado al Tribunal Constitucional Federal) de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF son por ello inadmisibles (BVerfGE 73, 339 [387]). b) La Sala ha mantenido esta posición también en la sentencia de Maastricht (BVerfGE 89, 155). La Sala destaca allí que el Tribunal Constitucional Federal garantiza mediante su competencia en cooperación con el Tribunal Europeo que se asegure con carácter general una protección eficaz de los derechos fundamentales para los habitantes de Alemania, también frente al poder público de las Comunidades, y que ésta se considere esencialmente equiparable a la protección de los derechos fundamentales considerada imprescindible por la Ley Fundamental, máxime cuando se garantiza en general el contenido esencial de los derechos fundamentales. El Tribunal Constitucional Federal asegura así este contenido esencial también frente al poder público de la Comunidad (BVerfGE 89, 155 [174 s.], con remisión a la BVerfGE 37, 271 [280 ss.] y 73, 339 [376 s., 386]). El Tribunal Europeo es competente, bajo los presupuestos que la Sala ha formulado en la BVerfGE 73, 339 - Solange II – también para la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos de la República Federal de Alemania frente a actos del poder público nacional (alemán), que se derivan del derecho comunitario derivado. El Tribunal Constitucional Federal sólo actuaría nuevamente, y entonces sólo lo haría en el marco de su jurisdicción, si el Tribunal Europeo abandonara el estándar de derechos fundamentales que la Sala ha fijado en la BVerfGE 73, 339 (378 a 381). c) El art. 23 párr. 1 inciso 1 LF (introducido por la Ley de 21 de diciembre de 1992 -BOF I p. 2086-) ha confirmado esta jurisprudencia. La República Federal de Alemania coopera, según ello, en la consecución de una Europa unida, en el desarrollo de la Unión Europea, sometida a los principios democráticos, del Estado de Derecho, sociales y federales y al principio de subsidiariedad, y que garantiza una protección de los derechos fundamentales básicamente comparable a la de la Ley Fundamen- tal. No se exige una protección por el derecho comunitario europeo y la jurisprudencia del Tribunal Europeo que sobre él se basa coincidente en los concretos ámbitos de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental. Se satisfacen los requisitos jurídico-constitucionales, correspondientes a los presupuestos mencionados en la BVerfGE 73, 339 (340, 387), cuando la jurisprudencia del Tribunal Europeo garantiza una protección eficaz de los derechos fundamentales frente al poder público de las Comunidades con carácter general, que se ha de considerar equiparable esencialmente a la protección de los derechos fundamentales que se considera necesaria de acuerdo con la Ley Fundamental, máxime cuando se garantiza en general el contenido esencial de los derechos fundamentales. d) Por tanto, son de antemano inadmisibles, también de acuerdo con la sentencia de la Sala en la BVerfGE 89, 155, los recursos de amparo y las cuestiones de inconstitucionalidad de los tribunales cuando su fundamentación no pone de relieve que el desarrollo jurídico europeo, incluyendo la jurisprudencia del Tribunal Europeo tras la emisión de la sentencia Solange II (BVerfGE 73, 339 [378 a 381], ha reducido la protección iusfundamental por debajo del necesario estándar de los derechos fundamentales. Por este motivo la fundamentación de la cuestión de inconstitucionalidad de un tribunal nacional o de un recurso de amparo que alegue una violación de los derechos fundamentales recogidos en la Ley Fundamental por el derecho comunitario derivado debe exponer en concreto que no se ha garantizado con carácter general la protección de los derechos fundamentales que se considera imprescindible. Esto requiere una contraposición de la protección de los derechos fundamentales a niveles nacional y comunitario de la forma y modo que el Tribunal Constitucional Federal ha expuesto en la BVerfGE 73, 339 (378 a 381). III. En este caso esto no tiene lugar. 1. La fundamentación de la cuestión de inconstitucionalidad carece del especial requisito de admisibilidad ya desde el primer momento, porque se apoya en un entendimiento incorrecto de la sentencia de Maastricht. El tribunal remitente entiende que el Tribunal Constitucional Federal ejerce nuevamente su poder de revisión tras la sentencia de Maastricht en contra de la sentencia Solange II expresamente, aunque en cooperación con el Tribunal Europeo. Esta afirmación no puede extraerse de la sentencia de Maastricht. La Sala cita en el lugar invocado por el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo expresamente su sentencia Solange II con las declaraciones que formulan el ejercicio limitado de su jurisdicción. También se desprende claramente de las precedentes ponderaciones (BVerfGE 89, 155 [174 s.]) que la Sala ni en éste ni en otro lugar de la sentencia de Maastricht ha abandonado su interpretación, recogida en la BVerfGE 73, 339, sobre la delimitación de la competencia jurisdiccional del Tribunal Europeo en relación al Tribunal Constitucional Federal y viceversa,. Por último, la Sala ventila esta cuestión en el párrafo sobre la admisibilidad del recurso constitucional, no por el contrario en el relativo a fundamentación material (BVerfGE 89, 155 [174, 2° al principio]). También desde este punto de vista la admisión de una contradicción entre las sentencias Solange II y Maastricht carece de fundamento alguno que la sustente. 2. En el presente caso existía, además de estas exigencias, un motivo especial para los argumentos expuestos en relación con la negativa de un desarrollo jurídico en la jurisprudencia del Tribunal Europeo por debajo del estándar de los derechos fundamentales. Éste, principalmente en su sentencia, emitida tras la remisión del auto de la cuestión de inconstitucionalidad, de 26 de noviembre de 1996 (Rs. C-68/95 - T. Port GmbH & Co. KG/Oficina Federal de Alimentación y Explotación Forestal -, Col. 1996, I-6065) ha obligado a la Comisión, de acuerdo con el art. 30 del Reglamento 404/93, a elaborar las medidas transitorias que se consideren necesarias. Tales medidas transitorias deberían posibilitar la solución de los problemas surgidos tras la introducción de la ordenación común del mercado, cuyo origen sin embargo se encontraba en la situación de los mercados nacionales anterior a la aprobación del Reglamento. A esta sentencia y las posibles consecuencias para la admisibilidad del auto de la cuestión de inconstitucionalidad ya llamó el Tribunal Constitucional Federal, por su parte, la atención del tribunal remitente. El tribunal remitente habría debido reconocer a más tardar en este momento temporal la insuficiencia de la fundamentación de su cuestión de inconstitucionalidad y por tanto habría debido retirarla (vid. BVerfGE 51, 161 [163 ss.]; 85, 191 [203]). Al respecto, la respuesta del presidente de la Sección no era suficiente ya desde la perspectiva formal; pues del mismo modo que éste, como miembro de un órgano colegiado, no puede adoptar por sí solo el auto de la cuestión de inconstitucionalidad (vid. sobre esta cuestión ya la BVerfGE 1, 80 [81 s.]; 21, 148 [149]), tampoco se trata de que sólo él siga y observe la admisibilidad de la cuestión de inconstitucionalidad hasta el momento de la sentencia por parte del Tribunal Constitucional Federal. También en lo que respecta al contenido sus declaraciones son erróneas. Se contradicen con la fundamentación del auto de la cuestión de inconstitucionalidad, que ante todo ha criticado la ausencia de medidas transitorias y deducido de ello la inconstitucionalidad del Reglamento 404/93. En cualquier caso, no le hubiera sido posible al Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, ante el trasfondo de esta sentencia del Tribunal Europeo, deducir de ella una reducción general del estándar de los derechos fundamentales en su jurisprudencia. Además, el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo hubiera debido ver que la sentencia del Tribunal Europeo es anterior al auto de la Sección Primera de la Sala Segunda del Tribunal Constitucional Federal de 25 de enero de 1995 - 2 BvR 2689/94 y 2 BvR 52/95 - (EuZW 1995, p. 126). El Tribunal Europeo, de forma similar al Tribunal Constitucional Federal, ha juzgado necesaria, consecuencia de la garantía del derecho de propiedad, una normativa provisional para superar gravámenes especiales. Ambas sentencias evidencian, de esta forma, un entrecruzamiento de la protección judicial de los derechos fundamentales a nivel europeo entre los tribunales nacionales y los tribunales de la Comunidad. C. Esta decisión se ha tomado por unanimidad. Limbach, Sommer, Jentsch, Hassemer, Broß, Osterloh, Di Fabio 2. El Estado democrático de los partidos y los nuevos actores de la participación política 2.1 Prohibición de partidos Han sido casi exactamente cincuenta años los que han transcurrido desde que el Bundesverfassungsgerichts tuviera la ocasión de pronunciarse por primera vez—casi inmediatamente después de entrada en vigor de la Ley Fundamental — sobre la ilegalización del partido político SRP (1952) y pocos años más tarde acerca de ilicitud del KPD (1956).201 Estos procedimientos judiciales--sin lugar a dudas influidos por la conmoción que supuso la más elemental negación de la dignidad humana tras el advenimiento de partido nazi en 1932--, sirvieron para sentar las bases –avaladas en cierta medida por la Grundgesetz-- para la construcción de una nueva categoría en la Ciencia del Derecho Constitucional: la democracia militante— Streitbare o Wehrhafte Demokratie-- (finalmente acuñada formalmente durante el proceso de ilegalización del KPD).202 Este instituto, cuya función normativa implicó la instauración de un mecanismo dirigido contra los enemigos de la democracia, no sólo se ha planteado en el ordenamiento alemán, sino en otros ordenamientos jurídico europeos, como el austriaco, el italiano o el francés, e incluso también, aunque muy distanciadamente, en el español, inmerso en una batalla contra el radicalismo político.203 La BVerfGE 107, 339, dictada al amparo de diferentes 201 Véanse respectivamente la BVerfGE 2, 1 y BVerfGE 5, 85. 202 Acerca de la génesis de la citada categoría en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht, véase BEYME, Karl von, La protección del ordenamiento constitucional y del sistema democrático en la República Federal de Alemania, Revista de Estudios Políticos, Nº 35, 1993, pág. 73 y ss. También véase, vinculado a la concreción normativa de la democracia militante en la Grundgesetz, FALLER, Hans Joachim, Defensa constitucional por medio de la jurisdicción constitucional en la República Federal de Alemania’, Revista de Estudios Políticos, Nº 7, 1979, pág. 54 y ss. Sin embargo, quizás uno de los equívocos más frecuentes haya sido identificar el surgimiento de la democracia militante con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán cuando, en realidad, se trata de una categoría originariamente doctrinal acuñada por LOEWENSTEIN, Karl, Militant democracy and Fundamental Rights (I y II), Political Science Review, Nº 31, 1937, pág. 417 y ss., 638 y ss., en el trasfondo de los presupuestos metodológicos acuñados por las teorías amteriales clásicas de Constitución. Véase en ese sentido el trabajo de ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Leonardo, La defensa de la Constitución durante el periodo de entreguerras, Revista de Historia Constitucional, Nº. 7, 2006, pág. 229 y ss. 203 Ya planteada desde las sentencias pronunciadas por el Tribunal Constitucional sobre el juramento de los diputados de Herribatasuna como la STC 101/1983, de 28 de noviembre, o la STC 119/1990, de 21 de junio. En la actualidad, y con posterioridad a la entrada en vigor de la nueva Ley Orgánica 6/2002, de partidos políticos, véase la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo de 2003, o las SSTC 48/2003, de 12 de marzo, 85/2003, de 8 de mayo, 5/2004, de 16 de enero, y 6/2004, de 16 de enero, entre otras, en las que se alude a la democracia militante. En la doctrina española, el trabajo pionero ha sido el de OTTO Y PARDO, Ignacio de, Defensa de la Constitución y partidos políticos, demandas de ilegalización interpuestas contra del partido NPD, si bien no alude expresamente al instituto de la democracia militante, subyace a aquélla una interpretación de la misma al amparo de presupuestos dogmático-constitucionales distintos a los que sirvieron para su construcción primigenia. La citada resolución ratifica las bases, en cierta medida ya puestas de relieve en la jurisprudencia anterior, para una concepción formalizada de la democracia militante, 204 instituida frente a su articulación material originaria,205 que parece apreciarse todavía en el voto particular adjuntado a la Sentencia. La cuestión fundamental del proceso --sobre la que versan las diferentes posiciones argumentales de la Sala-- es la solicitud de sobreseimiento del procedimiento de ilegalización interpuesta por el NPD, apoyada en que el partido fue objeto de vigilancia por miembros de la Agencia de Defensa de la Constitución infiltrados en los órganos de dirección de partido (tanto a nivel federal como estatal) y en las pruebas presentadas instando la ilegalización, que tomaron como apoyo las declaraciones y las publicaciones de los mismos sujetos que actuaban, a su juicio, como agentes provocadores. Se habría así, según los demandados, falseado la imagen del partido objeto de ilegalización (B. II). Los tres magistrados que se decantan a favor del sobreseimiento—y que acaban conformando la voluntad del Bundesverfassungsgericht—acreditan la existencia de las violaciones aducidas por el partido demandado, que impiden la continuación del proceso. Aquí la ponderación realizada otorga un mayor peso a la tutela de los derechos fundamentales que al interés del Estado en la defensa de sus enemigos (B. II. 2).206 Como se puede ver, la argumentación gira aquí no entorno a la Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985. 204 Ya desde la BVerfGE. 10, 56 (81). Véase sobre esta paulatina evolución del concepto de democracia militante en la doctrina JESSE, Eckardt Streitbare Demokratie in Vergangenheit, Gegenwart und Zukunft. Eine umstrittene Konzeption zwischen Kontinuität und Wandel en LÖW, Konrad (edit.), Terror und Extremismus in Deutschland. Ursachen, Erscheinungsformen, Wege zur Überwindung, Duncker & Humblot, Berlín, 1994, pág. 11 y ss, También el reciente trabajo de SCHAEFER, Jan, Grundlegung einer ordoliberalen Verfassungstheorie, Duncker & Humblot, Berlín, 2007, pág. 23 y ss. 205 Acerca de esta concepción originaria, véase con carácter general LAMEYER, Johannes, Streitbare Demokratie, Duncker & Humblot, Berlín, 1978. Un estudio más reciente, poniendo de manifiesto los cambios jurisprudenciales encuadrados en su respectivo contexto histórico, véase BECKER, Jürgen, Die wehrhafte Demokratie des Grundgesetzes en ISENSEE/KIRCHOFF (edits.), Handbuch des Staatsrechts, vol. VII —Normativität und Schutz der Verfassung—, CF. Müller, Heidelberg, 1992, pág. 309 y ss. 206 BVerfGE 51, 324 (343 y ss.). Véase sobre la posición de estos bienes en conflicto en el marco del principio democrático DENNINGER, Erhadt, Grenzen und Gefährdungen des Rechtsstaats, Rechtstheorie, Nº 24, 1993, pág. 7 y ss. existencia de un orden metapositivo--el orden democrático liberal-—al que hay que tutelar incondicionalmente incluso frente a las normas jurídico-positivas del texto constitucional subordinadas a aquél, tal y como sucedía en su construcción jurídicomaterial originaria,207 sino a partir de normas y valores constitucionales de idéntico rango, cuyas condiciones de prevalencia han de determinarse con arreglo a un razonamiento jurídico-normativo. Para acreditar la violación de los derechos fundamentales del partido político, los tres magistrados argumentan a partir del principio democrático plasmado en la Grundgesetz, que requiere, entre otras cosas, la permanente contribución de los partidos políticos al proceso de formación de la opinión pública.208 Esta formación de la opinión pública ha de realizarse, en democracia, desde los partidos hacia el Estado, derivándose de ello necesariamente una esfera de autoorganización libre frente a los órganos del Estado (B II1 a).209 Esta esfera de autoorganización lleva a la ilicitud de toda vigilancia estatal del partido político mediante infiltrados en su estructura interna,210 debiendo practicarse aquélla en los ámbitos de acceso público en general (B II 3a). Por ello, la presencia de informantes en los comités de los partidos, que además operaban a modo de agentes provocadores que han contribuido a distorsionar todavía más su imagen libre y autodeterminada-impidiendo determinar qué conductas son imputables al partido y cuáles no—hace que las pruebas obtenidas sean inconstitucionales, no siendo viable la continuidad del proceso (B II 3 a ee.)211. 207 Véase sobre ello el análisis crítico-jurisprudencial de LAMEYER, Johannes, Streitbare Demokratie, Duncker & Humblot, 1978. 208 BVerfGE 8, 51 (68); BVerfGE 20, 56 (98 s.). 209 BVerfGE 12, 296 (305 y ss.); BVerfGE 39, 334 (357); BVerfGE 47, 198 (228). 210 Véase sobre la función de los servicios de información y los límites a los mismos DENNINGER, Erhard, Verfassungsschutz, Polizei und die Bekämpfung der Organisierten Kriminalität, Kritische Vierteljahresschrift, Nº 3, 1994, pág. 232 y ss. También puede consultarse en español del mismo autor Democracia militante y defensa de la Constitución en BENDA/MAIHOFER/VOGEL, Manual de Derecho Constitucional, Marcial Pons, Madrid, 2001, pág. 445 y ss. 211 BVerfGE 38, 105 (111); BVerfGE 63, 380 (390 y ss.); BVerfGE 65, 171 (174 y ss.); BVerfGE 66, 313 (318). Véase sobre la solución del denominado dilema democrático, consistente en tener que proteger la democracia a través del respeto de los derechos fundamentales consustanciales también al principio democrático, BOVENTER, Gregor-Paul, Grenzen der Politischer Freiheit in demokratischer Staat. Das Konzept der Streitbaren Demokratie in einem Internationalem Vergleich, Duncker & Humblot, Berlín, 1985, pág. 16 y ss. Sin embargo, frente a esta argumentación seguida por la mayoritaria de la Sala, los cuatro magistrados firmantes del voto particular, más orientados a otorgar en el juicio de ponderación un mayor peso a la necesidad de erradicar los peligros para el Estado democrático que a la indispensable tutela de la libertad, aducen que si las facultades de vigilancia estatal se limitasen a la esfera pública de un partido político, no podría apreciarse su verdadera imagen ya que, en la mayoría de las ocasiones, los partidos ocultan sus verdaderos propósitos (B III 5). Esto también rige para después del momento en el que se ha planteado una demanda de prohibición del partido, ya que el partido podrá intentar deformar su imagen, tratado de mostrarse durante el procedimiento como un partido leal con la Constitución (B II 4). Las mismas dudas acerca de la validez del material probatorio aportado alegada por los magistrados que conforman la voluntad mayoritaria de la Sala son las que llevan a los firmantes del voto particular precisamente a optar por la continuidad del procedimiento, ya que decisión sobre la validez de las pruebas no puede sustanciarse ab limine, en una decisión procesal, sino en una decisión sobre el fondo del asunto, en el acto del juicio oral presidido por los principios de publicidad, oralidad y de inmediación. Es el este acto en el que deberá de analizarse, en su caso, qué tipo de actividades recogidas en el material probatorio son realmente imputables al partido político o qué conductas han sido indebidamente atribuidas a aquél, al haber sido fingidas por los agentes provocadores infiltrados por los servicios secretos del Estado (B III 2 b). En realidad, estos argumentos y, en definitiva, la totalidad de la posición defendida por los magistrados disidentes, parecen sostenerse sobre una criticable doctrina, ya empleada en la primigenias resoluciones del Tribunal Constitucional sobre la democracia militante, basadas en la preponderancia de un orden democrático metapositivo al que las normas jurídico-positivas reconocedoras de los derechos fundamentales se encuentran subordinadas. Eso es lo que permite explicar la doctrina sobre la que se sostiene el voto particular acerca de que la realización del fin estatal de protección frente a los enemigos de la Constitución sólo puede ceder cuando la infracción de los derechos fundamentales sea intolerable. 212 212 Esto se aprecia de una manera suficientemente clara en la siguiente afirmación del Tribunal Constitucional Federal en la que se dispone que el objetivo básico de una Constitución, que no quiere quedar a disposición del abuso de los derechos de libertad que garantiza y que con la misma decisión se enfrenta a la denigración y al desprecio de personas o grupos de personas (art. 1 párr. 1 inciso 2 LF), no se cumpliría si la Sala aceptara un obstáculo procesal sin aclarar suficientemente la concreta peligrosidad del partido y las posibles infracciones de los principios del juicio justo, sin discutir su sig- Justamente en lo contrario se ha basado la posición mayoritaria de la Sala que, sustentada sobre las bases de una procedimentalización de la democracia militante, otorga preeminencia a la eficacia de los derechos fundamentales, pareciéndose satisfacer así de una mejor manera las exigencias teóricas del principio democrático. nificación jurídica con las partes y de esta forma ponderar los intereses jurídicos enfrentados (B III 3). Véase sobre este prototipo de argumentación orientada a la solución del problema BECKER, Jürgen, “Die wehrhafte Demokratie des Grundgesetzes” en ISENSEE/KIRCHHOF (edits.), Handbuch des Staatsrechts, vol. VII —Normativität und Schutz der Verfassung, CF. Müller, Heidelberg, 1992, pág. 328 y ss. BVerfGE 107, 339 – Proceso de prohibición del NPD Resolución de la Sala Segunda de 18 de marzo de 2003 En el proceso sobre las solicitudes de que se declare que: 1. a) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) es inconstitucional. b) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) y su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) sean disueltos. c) Está prohibido crear organizaciones que los sustituyan. d) El patrimonio del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) y de su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) se decomise en favor de la Federación con fines de utilidad social. e) Se atribuya al Ministro del Interior de la Federación y a los ministros y senadores del interior de los Estados federados el cometido de ejecutar la sentencia. Recurrente: Gobierno Federal, representado por el Ministro del Interior federal, Alt Moabit 101 D, 10559 Berlín – Representante: a) Profesor Dr. Hans Peter Bull, Schlüterstraße 28, 20146 Hamburgo, b) Abogado Dr. h.c. Karlheinz Quack, Friedrichstraße 95, 10117 Berlín –, Demandado: Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), representado por el presidente del partido – Representante: a) Abogado Horst Mahler, Paulsborner Straße 3, 10709 Berlín, b) Abogado Dr. Hans Günter Eisenecker, Dorfstraße 22, 19260 Goldenbow – – 2 BvB 1/01 –, 2. a) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) es inconstitucional. b) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) y su organización especial “la sociedad editorial de responsabilidad limitada Voz alemana” sean disueltos. c) Está prohibido crear organizaciones que los sustituyan. d) El patrimonio del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) y su organización especial “la sociedad editorial de responsabilidad limitada Voz alemana” se decomise en favor de la Federación con fines de utilidad social. e) Se atribuya al Ministro del Interior de la Federación y a los ministros y senadores del interior de los Estados federados el cometido de ejecutar la sentencia. Recurrente: Parlamento federal alemán, representado por el Presidente, Platz der Republik 1, 11011 Berlín – Representante: a) Profesor Dr. Günter Frankenberg, Buchrainweg 17, 63069 Offenbach, b) Profesor Dr. Wolfgang Löwer, Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität, Adenauerallee 44, 53113 Bonn –, Oponente: Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), representado por el presidente del partido – Representante: a) Abogado Dr. Hans Günter Eisenecker, Dorfs- traße 22, 19260 Goldenbow, b) Abogado Horst Mahler, Paulsborner Straße 3, 10709 Berlín – – 2 BvB 2/01 –, 3. a) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) es inconstitucional. b) El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) y su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) sean disueltos. c) Está prohibido crear organizaciones que los reemplacen o utilizar organizaciones preexistentes que los sustituyan. d) El patrimonio del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) y de su organización las Juventudes Nacionaldemócratas (JN) se decomise en favor de la Federación para fines de utilidad social. e) Se atribuya al Ministro del Interior de la Federación y los ministros y senadores del interior de los Estados federados el cometido de ejecutar la sentencia. Recurrente: Consejo federal, representado por el Presidente, Leipziger Straße 3-4, 10117 Berlín – Representante: Abogado Dr. Dieter Sellner, Kurfürstendamm 218, 10719 Berlín –, Demandado: Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), representado por el presidente del partido – representante: a) Abogado Dr. Hans Günter Eisenecker, Dorfstraße 22, 19260 Goldenbow, b) Abogado Horst Mahler, Paulsborner Straße 3, 10709 Berlín – – 2 BvB 3/01 –. Fallo: Los procedimientos se sobreseen. Fundamentos: A. El objeto del este procedimiento son las solicitudes presentadas por el Gobierno Federal, por el Parlamento federal alemán y por el Consejo federal sobre la declaración de inconstitucionalidad y la disolución del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF y los §§ 13 núm. 2, 43 ss. BVerfGG. I. 1. El demandado, el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), fue fundado el 28 de noviembre de 1964. Entre los años 1966 y 1968 obtuvo unos resultados electorales entre el 5,8 y el 9,8%, y en total 61 diputados en los Parlamentos de BadenWurtemberg, Baviera, Bremen, Hessen, Baja Sajonia, Renania-Palatinado y Schleswig-Holstein. En 1969, con un porcentaje de votos del 4,3% no consiguió superar en las elecciones al Parlamento federal, la barrera legal del 5%. Desde este momento el demandado no volvió a conseguir resultados comparables; no obtuvo ningún representante ni en las elecciones a los Parlamentos de los diferentes Estados federados ni al Parlamento federal. El número de sus afiliados, que en 1969 alcanzó su punto máximo con 28.000, bajó de forma continuada a lo largo de los siguientes años; en 1996 el demandado, de acuerdo con los datos que obran en poder del partido, contaba todavía con más de 3.240 afiliados. 2. El 23 de marzo de 1996 fue elegido Presidente del partido el, a la vez, Presidente de la asociación estatal bávara Udo Voigt. Desde este momento, el número de afiliados del demandado aumentó hasta 2001 a 6.500. De acuerdo con los datos del Director Electoral federal, obtuvo en las elecciones al Parlamento federal de 1998 y de 2002, respectivamente el 0,3% y el 0,4% de los votos válidamente emitidos y en las últimas elecciones europeas (1999) el 0,4% de los votos. 3. El demandado dispone de una organización juvenil propia, las “Juventudes Nacionaldemócratas” (JN), fundada en 1969. Ya en 1966 se fundó la “Agrupación Universitaria Nacionaldemócrata, asociación inscrita” (NHB) como organización subordinada al demandado. En el año 2000 tenían las JN unos 500 miembros, la NHB alrededor de 100. 4. La “sociedad editorial de responsabilidad limitada Voz alemana”, fundada por el demandado, edita el periódico del partido “Voz alemana”, cuyo editor es el Comité Federal del partido. “Voz alemana” tiene, según los propios datos del demandado, una periodicidad mensual y una edición de alrededor de 10.000 ejemplares. II. En las demandas presentadas el 30 de enero y el 30 de marzo de 2001 ante el Tribunal Constitucional Federal, el Gobierno Federal, el Parlamento Federal alemán y el Consejo Federal solicitan en primer lugar la declaración de inconstitucionalidad del demandado y la disolución de sus organizaciones. Al respecto, los recurrentes alegan, de forma esencialmente coincidente: 1. El demandado es un partido político inconstitucional. De acuerdo con sus objetivos y en base a la conducta de sus afiliados persigue el fin de menoscabar el orden democrático liberal. Ello viene avalado por sus propias investigaciones y también con la jurisprudencia contencioso-administrativa recaída hasta la actualidad. La imagen general del demandado obedece a los perfiles del nacionalsocialismo, del antisemitismo, del racismo y es antidemocrática, ajustándose operativamente a ello. Los conceptos centrales inspiradores de su lucha son el “sistema”, al que conceptúa como “dominio extranjero” de las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial y contra las cuales se alza como “resistencia nacional” para reconstruir la “comunidad del pueblo”. Pretende realizar sus objetivos, contrarios a la dignidad humana y a los derechos fundamentales, de forma agresivo-ofensiva y opone a la democracia parlamentaria y al sistema de partidos la creación de un “dominio del pueblo”, de las “élites nacionales” – de ser necesario incluso por medio de un golpe de Estado -. Los miembros y los afiliados del demandado no rechazan el empleo de la violencia y amenazan a sus adversarios con un “ajuste de cuentas” en el caso de una toma del poder. Las doctrinas del demandado encuentran aprobación y apoyo en una parte de la población proclive a la extrema derecha, nada despreciable en cuanto a su cuantía, especialmente entre los jóvenes y los adolescentes. Como consecuencia de su nuevo modelo estratégico (“modelo de los tres pilares”), que, entre otras cosas, propugna la “lucha en la calle”, aquél resulta especialmente peligroso. Así ha conseguido desde 1996 convertirse en un movimiento de captación de personas procedentes del entorno neonazi. Parte de las mismas han solicitado el ingreso como militantes del demandado y en no pocos casos han alcanzado incluso posiciones directivas dentro del partido. El demandado también ha fortalecido la colaboración con los llamados “nacionalistas libres” y “compañerismo libre”. Con el modelo de “zonas nacionales liberadas” persigue el objetivo de sortear el monopolio estatal de la fuerza y conseguir espacios libres de derecho para sí y sus afiliados. 2. La declaración de inconstitucionalidad de un partido político no requiere un peligro concreto para los bienes protegidos por el art. 21 párr. 2 LF. El principio de proporcionalidad no resulta de aplicación a la sentencia que se dicte de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF. Si los partidos políticos son incompatibles con la Constitución no pueden existir. De una interpretación restrictiva del bien protegido (“orden democrático liberal”) y de la necesaria intensidad de la infracción constitucional (“menoscabo”), puede inferirse el significado del mandato de adecuación impuesto a la Constitución. Al respecto, el Tribunal Constitucional Federal ha de comprobar si la intensidad acre- ditada del menoscabo al orden democrático-liberal es compatible con la limitación de la democracia liberal que supone. 3. No es suficiente un acuerdo político con el demandado. Debe completarse con la aplicación del instituto que prevé la Ley Fundamental para la protección del orden democrático liberal. Éste sólo puede defenderse adecuadamente del daño político y moral que le causa el demandado por medio de una disolución. El demandado ofrece una base para la infiltración organizada del Estado democrático de Derecho, envenena el clima político, origina miedo e induce a los jóvenes a una violenta xenofobia. Incluso en la medida que es de temer que las ideas y la propaganda del demandado, a pesar incluso de su disolución, sigan siendo propagadas a través de otras formas organizativas, es necesario defender con firmeza las decisiones valorativas de la Constitución frente a enemigos agresivos. El Gobierno Federal, el Parlamento Federal alemán y el Consejo Federal han interpuesto en particular las demandas de disolución que se pueden ver en el título. III. El demandado considera que los citados alegatos son inadmisibles y carecen de fundamento. 1. Es un partido de ideología popular y profesa un concepto étnico de pueblo. Sobre la base de su ideología nacionalista se ha revestido de una estructura pluralista. Su lucha política se dirige a favor del pueblo alemán, de su vida, de su cultura y su desarrollo. Se comprende a sí mismo, por ello, como “oposición al sistema” u “oposición fundamental”. El proceso de disolución instado por los recurrentes pretenden instaurar la “el carácter multiétnico de la población en Centroeuropa” como destino ya indiscutible del pueblo alemán. El reproche de los recurrentes sobre su supuesto racismo y antisemitismo constituye un intento inconstitucional de cerrarle la boca. 2. Su programa no se dirige tampoco contra el orden democrático liberal. Él, el demandado, antes al contrario, se opone a la extranjerización, al saqueo y al sometimiento, y lucha por la libertad del pueblo alemán y de los demás pueblos, así como por un nuevo orden social en Alemania. Tampoco es acertado el reproche de que es antidemocrático y enemigo del Estado de Derecho. Su crítica general al parlamentarismo no se refiere al modelo ideal instaurado por la Constitución, sino a la degenerada realidad constitucional. 3. Su nueva estrategia, el llamado “modelo de los tres pilares” (“lucha por la calle”, “lucha por las cabezas” y “lucha por los Parlamentos”), ha sido desarrollada para romper su proscripción y aislamiento social. “Lucha” debe entenderse en este contexto como “lucha electoral”, no teniendo nada que ver, por tanto, con la violencia. “Zonas nacionales liberadas” son territorios en los que los nacionalistas son tratados como ciudadanos iguales. La revolución a la que aspira debe entenderse en un sentido espiritual. No quiere crear una dictadura, sino que se trata de dar a la política en su conjunto una dirección idealista-cultural orientada al pueblo. Sobre estas bases son absolutamente imaginables distintas corrientes y partidos políticos. En lo que se refiere al reproche de colaboración con “skinheads” violentos, el mismo se encuentra instigado por la influencia de ciertos círculos interesados del capital norteamericano y de sus agencias de noticias. Él, el demandado, se mantiene abierto a estos jóvenes e intenta despertar su interés por la formación política. Sin embargo, no se le puede imputar el comportamiento posiblemente contrario a la Constitución de otras personas. El suyo es pacífico. En los casos en que sus militantes se hayan visto envueltos en actividades violentas, éstas han sido maquinadas, prácticamente sin excepción, por agentes provocadores. IV. 1. A solicitud del demandado de fecha 12 de junio de 2001, el Tribunal Constitucional Federal, mediante Autos de 15 de junio de 2001, ha encargado a la Fiscalía Estatal de Berlín, en relación con la entrada y registro llevados a cabo en la casa y en el despacho de abogados, así como en la central del partido demandado el 11 de junio de 2001 en el marco de las diligencias preliminares penales seguidas contra el representante procesal del demandado, abogado Horst Mahler, que los datos electrónicos, soportes y documentos requisados, regrabados o copiados sean inmediatamente sellados, depositados en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Tiergarten en Berlín, notificándose la ejecución al Tribunal Constitucional Federal (BVerfGE 104, 38; 104, 39; 104, 41). Mediante Auto de 3 de julio de 2001, la Sala ha complementado la medida cautelar de 15 de junio de 2001 y la ha fundamentado pormenorizadamente (BVerfGE 104, 42). 2. La Sala, mediante Auto de 3 de julio de 2001, ha acumulado los procedimientos para su decisión conjunta y el 1 de octubre de 2001, además, ha acordado, de acuerdo con el § 45 BVerfGG, llevar a cabo la audiencia sobre las solicitudes de prohibición del partido (BVerfGE 104, 63). 3. El 22 de noviembre de 2001 la Sala ha considerado infundada la solicitud del demandado de suspender el proceso y someterlo a la decisión prejudicial del Tribunal Europeo, de acuerdo con el art. 234 TUE (BVerfGE 104, 214). 4. Después de haber fijado las fechas de la vista oral para los días 5, 6, 7, 19 y 20 de febrero de 2002, la Sala tuvo conocimiento de que un funcionario del partido demandado invitado a la vista oral como persona informante, y cuyas declaraciones habían sido alegadas por los recurrentes en varias ocasiones para apoyar las solicitudes de disolución, estaba sometido a la autorización de declarar de una oficina estatal de defensa de la Constitución. Después de que por parte del Ministerio Federal del Interior no se recibiera en breve plazo una confirmación escrita o aclaración de esta cuestión, la Sala ha decidido prescindir de la cita fijada mediante auto de 22 de enero de 2002 (BVerfGE 104, 370). 5. El 28 de enero de 2002 también se conoció que el (entonces) Presidente de la Asociación Estatal de Renania del Norte-Westfalia y miembro del Comité Federal del partido demandado, Udo Holtmann, trabajaba desde hacía 24 años con la Oficina Federal de Defensa de la Constitución. Formaba parte del Comité Federal del partido demandado desde 1977, había sido vicepresidente de 1993 a marzo de 2000 y desde noviembre de 1995 a marzo de 1996 presidente federal comisario. Además, de 1976 a 1996 fue redactor-jefe del periódico del partido “Voz alemana” y de 1995 a 1999 responsable del periódico total o parcialmente en el sentido del derecho de prensa. 6. Los recurrentes, mediante escrito de 8 de febrero de 2002, han declarado que el partido demandado se encontraba vigilado por informantes de la Agencia de defensa de la Constitución. El partido, no obstante, no ha sido dirigido por informantes de la Agencia de Defensa de la Constitución. La persona citada por la Sala como testigo, Wolfgang Frenz, que durante muchos años ha sido miembro del Comité Federal del partido demandado, y hasta finales de 1999 Vicepresidente de la Agencia Estatal de Renania del Norte-Westfalia, ha sido remitido desde 1961 a octubre de 1995 como informante por la Agencia Federal de defensa de la Constitución de Renania del Norte-Westfalia. Las autoridades de defensa de la Constitución han actuado, por lo tan- to, en el marco de las competencias y directrices legales. Frenz ha actuado en lo que respecta a sus actividades en el partido no por encargo o con motivo de un control ejercido por la Agencia de Defensa de la Constitución; antes bien, durante todo el tiempo en que estuvo activo como informante fue un convencido extremista de derecha y antisemita. Sus publicaciones incluidas en las solicitudes de prohibición proceden sin excepción del período temporal posterior a 1995, mayoritariamente del año 1998. Pueden ser imputadas al partido demandado, que no se ha distanciado de las manifestaciones de Frenz, incluso adoptando una estricta convicción. Ello es aplicable también al libro aparecido en 1998 “La pérdida de la paternidad o el siglo de los judíos”213, que tiene un contenido de incitación al pueblo al odio antisemita y racista. La colaboración de la Agencia de Defensa de la Constitución con Frenz se ha limitado única y exclusivamente al suministro de información. Frenz ha puesto su actividad informadora primariamente al servicio del partido demandado. Según sus propias declaraciones, quería averiguar de qué forma y con qué propósito estaba siendo investigado el partido por las autoridades de la Agencia de Defensa de la Constitución. Las autoridades del citado organismo han intentado influir moderadamente sobre Frenz después de que éste, de forma creciente, se hubiera manifestado de forma racista y antisemita. Puesto que los intentos de contención no tuvieron éxito, las autoridades han finalizado formalmente su colaboración con Frenz en octubre de 1995. Durante el transcurso de la primera mitad del año 1996 todavía se produjeron algunos contactos con la Agencia de Defensa de la Constitución en el marco del llamado “seguimiento posterior”, en los cuales, como de costumbre, se habrían tratado las habituales particularidades técnicas de la liquidación. En estos encuentros se ofreció también información que, sin embargo, no había sido solicitada. Udo Holtmann fue desde principios de 1978 hasta enero de 2002 informante de la Agencia Federal de Defensa de la Constitución. Durante su actividad como Presidente Federal comisario fue “desconectado” como fuente. No se ha manifestado como cabeza pensante o ideólogo del partido. No existe ningún punto de apoyo para afirmar que Holtmann ha determinado el contenido y la orientación de los escritos del partido demandado o los ha dirigido en una determinada dirección. En cualquier caso nunca hubo un encargo en ese sentido por parte de la Agencia Federal de De213 N. e. “Der Verlust der Väterlichkeit oder Das Jahrhundert der Juden”. fensa de la Constitución. Las declaraciones de Holtmann fueron recogidas en las publicaciones del partido. Éste, sin embargo, no se ha distanciado de ellas. Holtmann no es un “agente provocador” de la Agencia de la Defensa de la Constitución, sino un suministrador de información sobre el Comité Federal del partido demandado. Hay indicios de que las actividades de Holtmann para la Agencia Federal de Defensa de la Constitución eran conocidas por el demandado desde hacía mucho tiempo. Tino Brandt fue reclutado como informante desde agosto de 1994 por la Agencia Federal de Defensa de la Constitución de Turingia. En 1999, al igual que otros miembros de la “defensa de la patria de Turingia”, se afilió al partido demandado. El mismo año se convirtió en miembro del Comité de la asociación estatal de Turingia y portavoz estatal del partido. En abril de 2000 fue elegido Vicepresidente estatal. Las autoridades de defensa de la Constitución desaprobaron esta toma de un cargo del partido y le empujaron a renunciar al cargo añadido previsto de dirigente estatal. El 17 de enero de 2001 fue “desconectado” como informante. Brandt no ha actuado como “agente provocador” de la Agencia de Defensa de la Constitución. Cuando se ha implicado en una más estrecha colaboración de la neonazi “defensa de la patria de Turingia” con el partido demandado, ha actuado sin haber recibido indicaciones al respecto por parte de la Agencia de Defensa de la Constitución. Brandt mismo confirma que dicha Agencia le ha ordenado renunciar a sus cargos en el partido y mantenerse más al margen. Mediante otro escrito de 13 de febrero de 2002 los recurrentes han informado de que, además de los informantes hasta ahora desenmascarados, en los escritos de solicitud se citan otras cuatro personas con declaraciones, que son o han sido informantes de una autoridad estatal de defensa de la Constitución. De estas personas sólo una de ellas era informante en el momento de la declaración citada. Mediante escrito de 19 de febrero de 2002, el Presidente de la Agencia estatal bávara de defensa de la Constitución ha completado los datos y señalado que dicha Agencia se ha puesto en contacto telefónicamente con el miembro del Comité Federal del partido, citado como testigo, Jürgen Distler el 11 de abril de 2001, sin éxito, con el objetivo de reclutarlo. 7. El partido demandado ha declarado por medio de escritos de 7 y 11 de marzo de 2002 que la vigilancia por parte de los servicios secretos es inadmisible. Los servi- cios secretos habrían influenciado en muchos casos su comportamiento y el de sus afiliados. 8. Mediante escrito de su Presidente de 3 de mayo de 2002, la Sala ha hecho saber que se discutirían las cuestiones derivadas de la vigilancia del demandado por parte de los servicios secretos con todos los partícipes en una sola comparecencia. Para preparar esta comparecencia la Sala ha dado la siguiente instrucción: Para que la solicitud de prohibición del partido de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF tenga éxito es importante saber si el partido, en lo que respecta a su imagen general característica de sus objetivos y del comportamiento de sus afiliados, es expresión de un proceso social abierto o si su imagen general está influenciada por circunstancias que no le pueden ser imputadas. Por ello, la colaboración de un servicio estatal con una persona en el ámbito del partido puede suponer una circunstancia apreciable en el procedimiento de prohibición conforme al art. 21 párr. 2 LF, en el caso de que la actividad de esta persona haya encontrado expresión influyente en los objetivos del partido o haya influenciado de forma importante el comportamiento de sus afiliados. Para conseguir un fundamento fáctico seguro de la sentencia relativa a las solicitudes de prohibición del partido, considera el Tribunal Constitucional Federal que es necesario que los recurrentes informen de la colaboración de los servicios estatales (servicios de información, oficinas de defensa de la Constitución y oficinas de la Policía) con estas personas y de sus concretas circunstancias en el ámbito del demandado, en caso de que sus declaraciones o su comportamiento se haya incluido para fundamentar las solicitudes de prohibición. También es de interés si se recogen en las solicitudes declaraciones de personas que en el momento de la susodicha declaración ya no trabajaban o todavía no trabajaban para los servicios estatales. En relación con ello también se ha de informar sobre las bases jurídicas y los controles de la colaboración a nivel federal y estatal. Además, considera el Tribunal Constitucional Federal que es necesario saber si y en su caso qué personas del actual o del anterior comité del demandado o de los actuales o anteriores comités de sus asociaciones estatales desde 1996 han cooperado o todavía cooperan con los servicios estatales. Finalmente al Tribunal Constitucional Federal le parece oportuno que los recurrentes se manifiesten sobre si y de qué manera han colaborado o todavía colaboran con los servicios estatales otras personas esenciales para la imagen general del partido demandado y si y de qué manera han influido los servicios estatales en la imagen general del partido. En caso de que los recurrentes se vean impedidos para aludir a personas por su nombre o aclarar circunstancias por la necesidad imperiosa de mantener el secreto o por otra razón, se les pide que expongan dichos motivos. En relación con ello debe comprobarse si pueden mencionarse otras fuentes alternativas de conocimiento. 9. Los recurrentes, mediante escrito de 26 de julio de 2002, han indicado que las autoridades de defensa de la Constitución tenían que conceder especial valor a conseguir información de los comités del partido, porque a este nivel se acordaba la estrategia y la táctica y se planeaban las acciones correspondientes. No está prohibido ni por disposición legal ni según las ordenanzas acudir a informantes cuando éstos llegan al comité, o reclutar informantes a nivel de los comités. En consecuencia había informantes a nivel de los comités del partido. Durante un relevante período temporal el demandado ha tenido a nivel federal y estatal aproximadamente unos 200 miembros de comités, y como consecuencia de las fluctuaciones en conjunto unos 560. En tres días seleccionados al azar (4 de abril de 1997, 31 de julio de 2001 y 17 de abril de 2002), el porcentaje de informantes en los comités era inferior al 15% del total. El necesario trabajo de la Agencia de defensa de la Constitución sería imposible si no se pudiera garantizar a los informantes reserva acerca de su identidad. La pérdida de confianza en la discreción de los servicios estatales ocasionada por la publicación de la identidad de los informantes llevaría a que ya no se pudiera garantizar una lucha eficaz en todos los ámbitos del extremismo. Los responsables en funciones de las autoridades de defensa de la Constitución habrían decidido, por ello, sobre la base de una ponderación del interés en el secreto con la solicitud de información del Tribunal Constitucional Federal que los informes que posibilitan la identificación de la informantes sólo se proporcionen en tanto en cuanto el demandado no tenga acceso a tal información. Los recurrentes han proporcionado las declaraciones de los directores de los servicios de defensa de la Constitución de la Federación y de los Estados federados. El Presidente de la Agencia Federal de defensa de la Constitución ha afirmado en su declaración oficial de 29 de julio de 2002 que la cooperación con Udo Holtmann terminó con efectos de 25 de enero de 2002. Holtmann no habría condicionado de forma decisiva los objetivos y las actividades del partido demandado, a pesar de sus funciones en el Comité Federal y en el Comité Estatal de Renania del Norte-Westfalia. No hay indicio alguno de que por parte de la Agencia Federal de defensa de la Constitución se haya intentado influenciar a través de Holtmann la imagen general del partido. Él ha sido la única fuente de acceso al Comité Federal del mismo. El Presidente de la Agencia Estatal de Defensa de la Constitución en Turingia ha informado en una declaración oficial también adjuntada al escrito del recurrente de 19 de julio de 2002 que Tino Brandt fue reclutado como informante en agosto de 1994. Por iniciativa propia, en 1999 Brandt se afilió al partido. En abril de 2000 fue elegido como uno de los dos vicepresidentes de la asociación estatal de dicho partido en Turingia. En mayo de 2000 se reflexionó con Brandt acerca de una salida de la escena de la extrema derecha con apoyo de la Agencia de Defensa de la Constitución. Una vez que Brandt lo hubo rechazado, fue al poco tiempo “desconectado” como fuente. Se llegó a la citada “desconexión” de Brandt por última vez el 17 de enero de 2001. A continuación, en el marco del llamado “seguimiento posterior”, tuvieron lugar hasta siete encuentros entre Brandt y un colaborador de la Agencia Estatal de Defensa de la Constitución en Turingia, cuyo objetivo era convencer a Brandt para que se retirara de la escena de la extrema derecha. Debido a la presión ejercida por las autoridades, Brandt renunció en ese período temporal a su cargo de portavoz de la asociación estatal. Durante los encuentros posteriores a la “desconexión” se recibió todavía información. Ahora bien, no se impartieron instrucciones para que se obtuviera esa información. El Presidente de la Agencia Estatal bávara de Defensa de la Constitución ha informado en una declaración oficial de 25 de julio de 2002 de que el demandado fue permanente objeto de vigilancia por parte de la Agencia Estatal bávara de Defensa de la Constitución durante el período temporal de 1996 a 2002 citado en la disposición judicial de 3 de mayo de 2002. Asimismo antes del 25 de julio de 2002, la Directora del Departamento de Defensa de la Constitución de la Administración Senatorial de Interior de Berlín y el Director de la Agencia estatal de Defensa de la Constitución de Hessen han entregado las declaraciones correspondientes a las autoridades estatales de Defensa de la Constitución en Berlín y Hessen. 10. En su contestación de 30 de agosto de 2002, el partido demandado ha considerado inadmisible la prosecución del proceso de prohibición porque es de temer un ataque ilícito por parte de los recurrentes a la libre convicción del tribunal. No se puede basar una solicitud de prohibición de un partido en hechos respecto de los cuales no se puede excluir que hayan sido fingidos de “forma interesada” por una de las partes afectadas. Corresponde a los recurrentes la carga de informar y de exponer si y en su caso cómo se ha influenciado o falseado la apariencia del partido por medio del ejercicio de una influencia ilícita sobre su ejecutiva. 11. La Sala ha solventado la cuestión acerca de la vigilancia del partido demandado por parte de los servicios de información el 8 de octubre de 2002 con las partes en el proceso. Los recurrentes han informado de que por término medio se encontraban en cada uno de los comités del partido entre uno y dos informantes. Excepcionalmente podían pertenecer a un comité hasta tres informantes. En lo que respecta a los representantes del partido demandado no se trata de informantes de la Agencia Federal o de las autoridades estatales de Defensa de la Constitución. En ningún caso se ha encargado a los informantes investigar la estrategia procesal del demandado; además tampoco se ha recibido información al respecto procedente de las sesiones de los comités del partido. 12. Mediante escrito de 17 de octubre de 2002 el representante del partido, abogado Mahler, ha defendido la posición de que el proceso de prohibición no puede continuar desde la perspectiva del Estado de Derecho. En la misma fecha el otro representante del demandado, abogado Dr. Eisenecker, ha declarado que, de acuerdo con los informes del recurrente, en la fecha de los autos, al menos un miembro del actual comité del partido es informante de una Agencia Estatal de defensa de la Constitución. Los recurrentes, por tanto, tendrían así la posibilidad de conocer la planificación interna de la dirección procesal del partido demandado. Sólo puede ponerse “punto final” a la problemática jurídica que de ello se desprende con un sobreseimiento del proceso. 13. Igualmente, el 17 de octubre de 2002 han declarado los recurrentes que entre los miembros del Comité Federal del partido no se encontraría ningún informante. Ello es aplicable a las autoridades estatales de defensa de la Constitución desde la interposición de la solicitud por el Gobierno Federal, y a la Agencia Federal de defensa de la Constitución desde la “desconexión” de Udo Holtmann en el mes de enero de 2002. En otro escrito de 29 de octubre de 2002 han declarado los recurrentes que durante la duración del proceso no se intentará reclutar a otro informante del círculo de miembros del comité federal del partido. Durante el proceso de prohibición sólo Udo Holtmann ha sido introducido temporalmente como informante en el Comité Federal del partido demandado. Ello no ha limitado las posibilidades de defensa del partido; ya que el demandado conocía la condición de informante de Holtmann. La vigilancia de un partido con los medios de los servicios de información puede extenderse de forma admisible también a su comité federal. Un proceso pendiente de prohibición no lleva a que tenga que ponerse fin a la vigilancia de una organización contraria a la Constitución por parte de los servicios de información. Para las autoridades de defensa de la Constitución la función constitucional de defender preventivamente la Constitución no termina con la presentación de las solicitudes de prohibición. Es erróneo admitir sólo alternativamente el proceso de prohibición y la vigilancia. Si el proceso judicial obligara a terminar la vigilancia, entonces también las demandas contra la denominación de una organización en el informe de la Agencia de Defensa de la Constitución o contra la vigilancia misma llevada a cabo por los servicios de información deberían suponer el final de la vigilancia. De esta forma, una organización tendría en su mano sustraerse a la vigilancia por parte de los servicios durante la duración del proceso abriendo procesos activos. Si en el ámbito de la defensa preventiva de la Constitución fuera exigible jurídico-procesalmente que la otra parte estuviera libre de vigilancia encubierta durante un proceso, porque en caso contrario las autoridades de defensa de la Constitución podrían llegar a saber algo sobre la dirección del proceso, sería fácil para tal organización conseguir un ámbito seguro de actuación. No ha tenido lugar una investigación no permitida de la estrategia procesal de la parte demandada. Además, no supone un obstáculo procesal. La jurisprudencia seguida en el proceso penal y la doctrina mayoritaria no ven en la lesión del § 148 StPO un obstáculo procesal, sino únicamente una prohibición de valoración de la prueba. De esta forma, el Tribunal Supremo Federal ha rechazado considerar como un obstáculo procesal el conocimiento de los documentos de la defensa adquiridos de forma ilícita. Además, entre la violación del derecho y la imposibilidad jurídica de poder continuar el proceso de acuerdo con las exigencias del Estado de Derecho tiene que existir una relación causal que establezca una relación entre la gravedad de la infracción y el peso de la sanción de una terminación del proceso. El cumplimiento de la tarea de defensa preventiva de la Constitución no puede hacerse fracasar por el posible fallo de una sola persona o autoridad. Este resultado sería especialmente erróneo si la condición de informante de un individuo es conocida por el partido y compartida por éste, como ha sido el caso de Holtmann. La declaración de prohibición, por último, sólo puede ser el resultado de un proceso en cuyo marco se fijen las circunstancias relevantes para la sentencia de acuerdo con el convencimiento del tribunal. La averiguación de la verdad de estas circunstancias es el objetivo de las diligencias para mejor proveer del tribunal. 14. Mediante escrito de 7 de noviembre de 2002 el demandado ha señalado que no puede excluirse que pertenezcan a su Comité Federal personas que habrían trabajado para los servicios secretos y que con ocasión de la iniciación del proceso de prohibición hayan sido únicamente “desconectadas”. Estos informantes podrían volverse a “conectar” en cualquier momento, aprovechándose los recurrentes de los conocimientos adquiridos en la “fase de latencia”. En contra de lo declarado por los recurrentes, hay que aceptar que en su Comité Federal todavía está activo un informante del recurrente. En el procedimiento judicial tiene que existir para las partes la posibilidad de determinar su propia defensa jurídica. Sólo podría hablarse de ello cuando el proceso orgánico de formación de la voluntad dentro de la organización, así como la comunicación con los representantes procesales permanece “libre de enemigos”. La injerencia que supone la vigilancia de su Comité Federal por parte de los servicios de información sólo podría admitirse a lo sumo cuando la finalización de la vigilancia amenazara con causar un perjuicio concreto y considerable al interés del Estado en una protección efectiva del orden fundamental democrático liberal. Tal interés preponderante no ha sido alegado por los recurrentes. Por el contrario, han declarado en repetidas ocasiones que no es que carezcan de peso los resultados de la vigilancia por parte de los informantes, sino que es suficiente la prueba de cargo de acceso público para fundamentar las solicitudes de prohibición. El ex miembro de su comité federal Udo Holtmann ha proporcionado a los recurrentes a lo largo de un año aproximadamente, hasta su desenmascaramiento en enero de 2002, conocimiento adicional sobre la dirección procesal. Ha tomado parte regularmente en las sesiones del Comité Federal. Él, el demandado, no estaba informado sobre las actividades de Holtmann como informante. El proceso activo incoado por los recurrentes, que se exige estar en condiciones de mantener libre su Comité Federal de la vigilancia de los servicios de información, no es comparable con el proceso de prohibición de partidos pendiente, cuya existencia se ve directamente afectada. 15. Mediante escrito de 29 de noviembre de 2002 los recurrentes, tras una consulta a todas las Agencias de Defensa de la Constitución, han declarado que puede excluirse que pertenezcan al Comité Federal del partido personas que hayan trabajado para los servicios secretos y hayan sido “desconectadas” al incoarse el proceso de prohibición. B. El proceso no puede continuar porque la solicitud de sobreseimiento del proceso debidamente interpuesta por el demandado no ha encontrado la mayoría necesaria para su desestimación de acuerdo con el § 15 párr. 4 BVerfGG. Una mayoría de cuatro magistrados mantiene la opinión de que no existe un obstáculo procesal. Tres magistrados son de la opinión de que existe un obstáculo procesal insubsanable. I. 1. De acuerdo con lo dispuesto en el § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG, entre otros, en el proceso de prohibición de partidos, de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF en relación con los §§ 43 ss. BVerfGG, una decisión perjudicial para el demandado necesita en todo caso una mayoría de dos tercios de los miembros de la Sala. Con la exigencia de esta mayoría cualificada la Ley reguladora del Tribunal Constitucional Federal articula una especial barrera jurídico-constitucional frente a determinadas injerencias graves en la libertad o frente a medidas de especial gravedad procedentes de los órganos del Estado. El § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG exige que al menos seis de los ocho magistrados que componen la Sala (§ 2 párr. 2 BVerfGG) apoyen una decisión perjudicial para el oponente. A diferencia de la regla general de la mayoría del § 15 párr. 4 inciso 2 BVerfGG, de esta forma, una minoría puede oponerse a decisiones perjudiciales para el oponente cuando no existe una mayoría cualificada de seis de los ocho miembros de la Sala (a). La desestimación de la solicitud de sobreseimiento del proceso es para el demandado una decisión perjudicial (b). a) “Perjudicial” en el sentido del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG es básicamente toda decisión que empeore la posición jurídica del demandado, pero también cualquiera que pueda influenciarla negativamente (vid. Stern, Verfahrensrechtliche Probleme der Grundrechtsverwirkung und des Parteiverbots, en: Starck [Hrsg.], Bundesverfassungsgericht und Grundgesetz, Festgabe aus Anlass des 25jährigen Bestehens des Bundesverfassungsgerichts, 1976, p. 194 [207]; Zierlein, en: Umbach/Clemens [Hrsg.], BVerfGG, § 15 nm. 43). Esto sucede en un proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF cuando la solicitud de prohibición de un partido tiene éxito y el Tribunal Constitucional Federal constata la inconstitucionalidad de un partido político (art. 21 párr. 2 inciso 2 LF en relación con el § 46 párr. 1 BVerfGG). Del mismo modo, se somete al requisito de una mayoría cualificada, ante todo, la decisión que se toma en la fase preliminar de acuerdo con el § 45 BVerfGG, acerca de si la solicitud de prohibición es admisible y está suficientemente motivada y por tanto debe procederse al juicio. La realización de la vista oral perjudica al oponente en su posición jurídica. b) No se precisa decidir qué solicitudes procesales del demandado están comprendidas en el proceso de prohibición de partidos del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG. En cualquier caso, la desestimación del sobreseimiento del proceso solicitado por el demandado por un obstáculo procesal insubsanable precisa la obtención del quórum previsto por el § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG. aa) El tenor literal del precepto del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG ya deja claro que es necesaria una mayoría cualificada para desestimar una solicitud de sobreseimiento del proceso a causa de un obstáculo procesal; preceptúa para una decisión perjudicial “en cualquier caso” una mayoría de dos tercios de los miembros de la Sala. Además, una comparación con la normativa del § 263 StPO apoya esta interpretación del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG. El § 263 StPO extiende el requisito de una mayoría cualificada de votos en el proceso penal – al margen del § 196 párr. 1 de la Ley de organización de los tribunales (GVG) – expresamente sólo a algunas decisiones especialmente importantes en perjuicio del imputado, básicamente lo que concierne a la cuestión de la culpabilidad y la pretensión de consecuencias jurídicas y, de esta forma, únicamente a la decisión sobre el fondo de las acusaciones (§ 263 párr. 1 y 2 StPO). En lo que respecta a la decisión sobre los presupuestos de la prescripción, uno de los obstáculos que llevan al sobreseimiento del proceso, no se exige, por el contrario, de acuerdo con el § 263 párr. 3 StPO, una mayoría cualificada. Tampoco para la comprobación de otros obstáculos procesales en el proceso penal se necesita la mayoría cualificada del § 263 párr. 1 StPO (vid. Kleinknecht/Meyer-Goßner, StPO, 46ª ed., 2003, § 263 nm. 1 con ulteriores referencias). Frente a ello, la Ley reguladora del Tribunal Constitucional Federal preceptúa en el § 15 párr. 4 inciso 1 “en cualquier caso” una mayoría cualificada para todas las decisiones perjudiciales para el partido afectado por el proceso de prohibición. La vinculación de dicha mayoría de votos a la decisión definitiva de la solicitud de prohibición del partido no se desprende del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG (vid. Brox, en: Ritterspach/Geiger [Hrsg.], Festschrift für Gebhard Müller, 1970, p. 1 [13]). Tampoco distingue el precepto entre una decisión procesal y una decisión sobre el fondo del asunto (vid. Stern, cit., p. 194 [207]). bb) También el sentido y la finalidad del precepto del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG apoyan que, en cualquier caso, la desestimación de la solicitud de sobreseimiento debida a un obstáculo procesal insubsanable--consecuencia obligada de la continuidad del proceso de prohibición de partidos-- se haya de considerar como una decisión perjudicial. El § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG tiene en cuenta la posición jurídicoconstitucional de los partidos políticos en el procedimiento conforme al art. 21 párr. 2 LF en relación con el § 13 núm. 2 BVerfGG. (1) Los partidos políticos – en comparación con las asociaciones en el sentido del art. 9 párr. 1 LF – tienen una posición destacada en el ordenamiento jurídico-constitucional de la Ley Fundamental (vid. BVerfGE 2, 1 [13]). Son reconocidos en el art. 21 párr. 1 LF como constitucionalmente necesarios para la formación de la voluntad política del pueblo y tienen el rango de instituciones constitucionales (vid. BVerfGE 1, 208 [225]; 20, 56 [100]; 73, 40 [85]). Son unidades de acción política que la democracia necesita para unir a los electores en grupos capaces de acción política, posibilitándoles así tener una influencia real sobre lo que sucede en el Estado (vid. BVerfGE 11, 266 [273]). Los partidos políticos son intermediarios entre los ciudadanos y los órganos estatales a través de los cuales puede hacerse realidad la voluntad de los ciudadanos entre una elección y otra (vid. BVerfGE 20, 56 [101]; 52, 63 [82 s.]). De esta forma desempeñan un papel decisivo tanto en lo que respecta a la formación de la voluntad democrática como en la toma de decisiones por parte del Estado (vid. BVerfGE 85, 264 [285]). (2) De este papel de los partidos reconocido jurídico-constitucionalmente por el art. 21 párr. 1 LF se desprende, desde el punto de vista formal y material, una mayor garantía de protección y de continuidad. Puesto que los partidos son excluidos en su conjunto de la participación en la formación de la voluntad política del pueblo, y con ello de la función constitucionalmente garantizada por el art. 21 párr. 1 LF, por medio de la declaración de la inconstitucionalidad (art. 21 párr. 2 LF en relación con el § 46 párr. 1 BVerfGG) y la disolución de su organización (§ 46 párr. 3 inciso 1 BVerfGG), las decisiones judiciales en perjuicio de un partido en un proceso de prohibición necesitan una especial legitimación. Por consiguiente, el § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG tiene que evitar que se dé lugar a la consecuencia especialmente relevante que constituye la prohibición de un partido, así como que se tomen las restantes decisiones perjudiciales para el partido afectado sin la suficiente mayoría cualificada. (3) La finalidad de esta normativa abarca también, en todo caso, las decisiones sobre la existencia de un obstáculo procesal insubsanable. Si el Tribunal Constitucional Federal rechazara el sobreseimiento del proceso por considerar que no existe un obstáculo procesal, se continuaría el proceso de prohibición del partido y – como se prevé en el § 45 BVerfGG – se llevaría a cabo una vista oral. La continuación del proceso y la celebración de la vista oral, sin embargo, en comparación con el solicitado sobreseimiento del proceso, constituyen una carga autónoma para el partido afectado. Se vería confrontado durante toda la duración del proceso con el reproche de que es inconstitucional – sin olvidar la valoración de la suficiente motivación de la solicitud realizada en el auto adoptado en aplicación del § 45 BVerfGG -. (4) El hecho de que una minoría de tres magistrados sea de la opinión de que, como consecuencia de la falta de libertad de gobierno del demandado a nivel directivo, así como falta de libertad de gobierno de la imagen del partido expuesta para fundamentar la solicitud (B. II.), existe un obstáculo insubsanable que impide la continuación del proceso incoado con las solicitudes de 30 de enero y 30 de marzo de 2001, de acuerdo con el § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG, ello repercute en la comprobación y decisión sobre la existencia de los presupuestos procesales que se realiza de oficio en cualquier fase del procedimiento. Resulta evidente que las solicitudes de prohibición del partido no pueden llegar a buen fin. La continuidad del proceso no sería defendible, por ello, desde la perspectiva del Estado de Derecho y no se le puede exigir al partido demandado. 2. Con las siguientes ponderaciones se recoge el punto de vista jurídico de la minoría y de la mayoría respectivamente. Estos razonamientos carecen de efecto vinculante de acuerdo con el § 31 párr. 1 BVerfGG, precisamente porque al acordarse el sobreseimiento estamos ante una decisión procesal y no sobre el fondo del asunto (vid. BVerfGE 78, 320 [328]). II. Los magistrados Hassemer y Broß, así como la magistrada Osterloh, opinan que existe un obstáculo procesal insubsanable. 1. a) El legislador constitucional, con la creación del orden democrático liberal, se ha decantado a favor de un proceso libre y abierto de formación de la opinión y de la voluntad popular (BVerfGE 20, 56 [97]). El pueblo no expresa su voluntad política únicamente por medio de las elecciones y las votaciones. El derecho del ciudadano a tomar parte en la formación de la voluntad política se expresa no sólo en la emisión del voto en las elecciones, sino también en la influencia sobre el proceso permanente de formación de la opinión política (vid. BVerfGE 8, 51 [68]; 20, 56 [98 s.]). Son sobre todo los partidos políticos quienes influyen a través de las elecciones, mediante la opinión popular en ellos cointegrada, sobre las decisiones de los órganos constitucionales, en particular sobre los acuerdos del Parlamento. También influyen sobre la formación de la voluntad estatal (vid. BVerfGE 3, 19 [26]; 5, 85 [134]; 14, 121 [133]; 20, 56 [99]). A través de los partidos, cuyo funcionamiento interno debe respetar los principios democráticos, el pueblo influencia a través de las elecciones las decisiones de los órganos constitucionales. Entre los factores y los medios del complejo proceso de formación de la opinión y de la voluntad actúan múltiples relaciones, dependencias e influencias. La formación de la voluntad popular y la formación de la voluntad estatal se entrecruzan de muy distintas maneras. En una democracia esta formación de la voluntad debe hacerse efectiva desde el pueblo hacia los órganos del Estado, y no al revés, desde los órganos del Estado al pueblo (vid. BVerfGE 20, 56 [99]). Las relaciones entre los órganos del Estado y los partidos políticos se sitúan bajo el mandato constitucional de una organización básicamente libre de injerencias estatales y abierta a la opinión y a la voluntad del pueblo frente los órganos del Estado (vid. BVerfGE 20, 56 [100]). El art. 21 LF ha reconocido a los partidos como instrumentos jurídico-constitucionales necesarios para la formación de la voluntad política del pueblo y los ha elevado al rango de institución jurídico-constitucional (vid. BVerfGE 20, 56 [100]; 73, 40 [85]). Al mismo tiempo los partidos no son parte de los órganos del Estado (BVerfGE 20, 56 [100 f.]; 52, 63 [85]; 73, 40 [85]). La garantía de la organización básicamente libre de injerencias estatales y abierta a la opinión y a la voluntad del pueblo frente a los órganos del Estado previene, debido a la actividad jurídico-constitucionalmente prevista de los partidos políticos, contra una compactación estatal institucional de los partidos y prohíbe su inserción en los ámbitos de la estatalidad organizada (vid. BVerfGE 20, 56 [101 s.]). El legislador constitucional ha partido de la imagen ideal de un partido que se constituye libremente en el sistema abierto pluripartidista, se desarrolla por sus propios medios y, sometido a las obligaciones del art. 21 párr. 1 incisos 3 y 4 LF, de acuerdo con sus capacidades, concurre a la formación de la voluntad política en el marco del orden democrático-liberal (art. 21 párr. 2 LF). Esta idea del legislador constitucional de partidos libres e independientes del Estado se ha expresado de forma suficientemente precisa en el tenor literal del art. 21 LF, en particular en el párrafo 1 incisos 2 a 4. La concepción del legislador constitucional tiene tanto mayor peso en la interpretación del art. 21 LF cuanto que de ella, en relación con el contenido objetivo de la norma constitucional, se desprende que bajo la presión de la experiencia histórica, aquél ha tomado precauciones para evitar la repetición de una evolución desastrosa. El art. 21 LF debe entenderse, de acuerdo con los trabajos preparatorios, como reacción al desarrollo del sistema de partidos en la fase final de la República de Weimar y bajo el régimen nacional-socialista. El precepto debe asegurar el orden democrático liberal saliendo al paso de un desarrollo antidemocrático de los partidos. Al mismo tiempo se opone a una compactación de los partidos con los órganos constitucionales (vid. BVerfGE 20, 56 [111]). b) El art. 21 LF dota a los partidos políticos, debido a su especial posición en la vida constitucional, de una mayor garantía de protección y de continuidad (el llamado privilegio de partido). Ello se expresa ante todo en el hecho de que los partidos políticos, a diferencia de otras asociaciones políticas, sólo pueden ser declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional Federal y en que se precisa para ello una mayoría cualificada. De ello se deriva que nadie puede hacer valer jurídicamente la inconstitucionalidad de un partido hasta la decisión del Tribunal Constitucional Federal. Por lo tanto, la decisión del Tribunal Constitucional Federal tiene valor constitutivo en este asunto (vid. BVerfGE 12, 296 [304 s.]; vid. también BVerfGE 47, 198 [228]). El monopolio de decisión del Tribunal Constitucional Federal impide por antonomasia una intervención administrativa contra la existencia de un partido político, por mucho que se muestre hostil frente al orden democrático-liberal (BVerfGE 40, 287 [291]; 47, 198 [228]). Se puede luchar contra el partido políticamente, pero en su actividad política debe estar libre de impedimentos (vid. BVerfGE 12, 296 [305 ss.]; 39, 334 [357]; 47, 198 [228]). La Ley Fundamental acepta el peligro que existe en la actividad del partido hasta que se compruebe su inconstitucionalidad por el bien de la libertad política. El partido actúa, incluso cuando propaga objetivos anticonstitucionales, en el marco de una tolerancia constitucionalmente garantizada (vid. BVerfGE 12, 296 [306]; 47, 198 [228]). 2. Hasta ahora el Tribunal Constitucional Federal no había tenido ocasión de tomar una posición de principio sobre los límites de la vigilancia admisible a los partidos políticos por parte de las autoridades estatales con los medios de los servicios de información. También en el actual contexto de la decisión esta cuestión se plantea únicamente en relación con un aspecto específicamente delimitado dentro del círculo más amplio del problema. Se ha de responder a la cuestión acerca de si y hasta qué punto es compatible con las exigencias del Estado de Derecho en un procedimiento de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, que directamente en relación con la presentación de las solicitudes que incoan la apertura del proceso se produzcan y se busquen contactos por parte de los servicios de información entre las autoridades estatales de la Federación o de los Estados federados y los miembros del comité del partido sobre cuya inconstitucionalidad se trata. En este marco también es importante hasta qué punto los requisitos procesales del Estado de Derecho permiten que los recurrentes apoyen la motivación de su solicitud también en declaraciones públicas de miembros del partido que mantienen o han mantenido contactos con las autoridades estatales. Ni la Ley Fundamental ni la Ley reguladora del Tribunal Constitucional Federal contienen normas específicas sobre los requisitos mínimos del Estado de Derecho para la tramitación de un procedimiento de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF en relación con el §§ 13 núm. 2, 43 ss. BVerfGG, ni sobre las consecuencias jurídicas de las infracciones de tales requisitos, especialmente sobre la posibilidad y los presupuestos de sobreseimiento del proceso debido a la existencia de un obstáculo procesal insubsanable. Tampoco el tribunal se había posicionado sobre esta cuestión hasta el momento en el procedimiento constitucional. Únicamente en el proceso penal se reconoce por principio en la jurisprudencia de la Sala que los obstáculos procesales absolutos, en casos excepcionales, pueden deducirse directamente de la Constitución (vid. BVerfGE 51, 324 [343 ss.]): la pretensión de persecución penal no puede imponerse “sin respeto a los derechos fundamentales del imputado, ni requiere un peligro imaginable para estos derechos una retirada de la pretensión”. En caso de conflicto se ha de ponderar atendiendo al principio de proporcionalidad (vid. BVerfGE cit., p. 346; ampliamente sobre la derivación directa de obstáculos a la persecución jurídico-procesal del principio de proporcionalidad para la cuestión de la posible punibilidad y perseguibilidad de ex empleados y agentes del ministerio para la seguridad del Estado BVerfGE 92, 277 [325 ss.], con voto particular discrepante de los magistrados Klein, Kirchhof y Winter, p. 341 ss.). También un conjunto de decisiones de las secciones ha aceptado directamente obstáculos procesales fundamentados en el Estado de Derecho, sobre todo en casos de provocación antijurídica de delitos por parte de los órganos de persecución penal o en caso de excesiva duración del proceso penal (vid. por ej. la Resolución de la Sala Segunda del Tribunal Constitucional Federal [comisión preparatoria] de 24 de noviembre de 1983 – 2 BvR 121/83 -, NJW 1984, p. 967; la Resolución de la sección 2ª de la Sala Segunda del Tribunal Constitucional Federal de 19 de abril de 1993 – 2 BvR 1487/90 -, NJW 1993, p. 3254, 3255; por último, con ulteriores referencias, la Resolución de la sección 3ª de la Sala Segunda del Tribunal Constitucional Federal de 5 de febrero de 2003 – 2 BvR 327/02 y otros –). La idea fundamental formulada por la Sala con vistas a la protección de los derechos fundamentales del imputado en el proceso penal se aplica respectivamente en todo proceso judicial tramitado en interés estatal y también en el proceso jurídico-constitucional para la declaración de la inconstitucionalidad de un partido de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF: Ningún proceso estatal puede celebrarse unilateralmente sólo según la medida del objetivo procesal determinado jurídicamente en cada caso y sin atender a los posibles mandatos constitucionales en contra y a los posibles costes excesivos desde la perspectiva del Estado de Derecho en relación con la persecución del objetivo parcial. La imposición del interés procesal estatal debe estar justificada en que merezca preferencia en el conflicto con derechos, principios y mandatos constitucionales contrapuestos de acuerdo con el principio de proporcionalidad. También en el procedimiento jurídico-constitucional de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, corresponde al Tribunal Constitucional Federal la competencia exclusiva a la hora de decidir sobre la cuestión de la inconstitucionalidad de un partido y la pretensión de consecuencias jurídicas en el sentido de lo dispuesto en el § 46 párr. 3 BVerfGG, desempeñando al mismo tiempo una posición de garante del mantenimiento de los requisitos del Estado de Derecho en el proceso decisorio y en la toma de decisiones. Si en el proceso se produce una grave lesión contra un derecho constitucional objetivo o contra derechos subjetivos del o demandado, el Tribunal tiene que comprobar si el interés estatal en la celebración del proceso pesa más, o si la continuidad del mismo contradice los requisitos jurídico-constitucionales de la legalidad de este proceso y la protección jurídico-constitucionalmente ordenada de los derechos del demandado. La admisión de un obstáculo procesal con la consecuencia del inmediato sobreseimiento del proceso sólo adquiere consideración como ultima ratio de las posibles consecuencias jurídicas de la lesión constitucional y únicamente en tanto en cuanto sea compatible con los objetivos específicos de defensa frente a los peligros del proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF (vid. BVerfGE 5, 85 [142]; 25, 44 [56]). El presupuesto del sobreseimiento del proceso es, por tanto, en primer lugar, una lesión constitucional de cierto peso, que, en segundo lugar, causa un perjuicio irreparable desde la perspectiva del Estado de Derecho en la prosecución del proceso, de forma que, en tercer lugar, la continuidad del proceso, incluso ponderando los intereses estatales en la protección eficaz frente a los peligros procedentes de partidos que posiblemente actúen anticonstitucionalmente, no es admisible desde la perspectiva del Estado de Derecho. 3. a) La vigilancia de un partido político por informantes de las autoridades estatales, que actúan como miembros del comité federal o de un comité estatal, directamente antes y durante la celebración de un proceso ante el Tribunal Constitucional Federal para la declaración de la inconstitucionalidad del partido es, por regla general, incompatible con las exigencias de un proceso en el Estado de Derecho que resultan del art. 21 párr. 1 y párr. 2 LF en relación con el principio del art. 20 párr. 3 LF. aa) Las autoridades encargadas de la seguridad de la República Federal de Alemania tienen el deber fundado en la Constitución de proteger el orden fundamental democrático liberal. Cumplen este deber, entre otros, vigilando con base legal por ciertos motivos grupos y también partidos políticos para poder así comprobar si suponen un peligro para el orden democrático-liberal (vid. BVerfGE 40, 287 [293]). En tanto los resultados de esta vigilancia y del correspondiente juicio negativo de valor en el informe de la Agencia de Defensa de la Constitución se presentan al Parlamento y a la opinión pública, y de ello se derivan para el partido perjuicios fácticos, por ejemplo, a la hora de reclutar miembros o afiliados, éste, no obstante, en principio no está protegido, según la jurisprudencia de la Sala Segunda, por el art. 21 LF (vid. BVerfGE 39, 334 [360]; 40, 287 [293]). Esto no cambia nada, como ha apuntado correctamente el Tribunal Administrativo Federal, respecto al hecho de que la vigilancia con los medios de los servicios de información supone una grave injerencia en la autodeterminación de un partido político, consecuencia de la libertad de partidos, y por ello no sólo presupone una base legal suficientemente determinada, sino que también precisa una especial justificación en base al principio de proporcionalidad (vid. BVerwGE214 110, 126 ss. con enunciado 2). Por tanto no suscita reparos, por un lado, la vigilancia de un partido político en los ámbitos accesibles al público en general, por ejemplo en las reuniones o en las manifestaciones. Tampoco suscita objeciones la vigilancia de los impresos editados o inspirados por el partido por parte de las autoridades estatales competentes. Por otro lado, una vigilancia más intensa de los partidos políticos con los medios de los servicios de información no puede llevar en ningún caso a que, por ejemplo, agentes 214 N. e. Colección Oficial de Decisiones del Tribunal Administrativo Federal (Sammlung der Entscheidungen des Bundesverwaltungsgerichts). clandestinos de las autoridades estatales ejerzan deliberada y eficazmente influencia sobre la formación de la voluntad de los comités de un partido político a nivel federal o estatal, de forma que se tenga que hablar de una representación del Estado y debiendo negarle al partido el estatus de tal. bb) Sobre la base de estos presupuestos, la vigilancia de un partido por medio de los contactos de las autoridades estatales con los miembros del comité federal, de un comité estatal o de una unidad organizativa dirigente del partido vigilado, con los medios propios de los servicios de información, se muestra en principio como un grave perjuicio para las garantías vinculadas con el estatus jurídico-constitucional del partido con arreglo a lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 LF. La presencia estatal en el ámbito directivo de un partido hace inevitable que se ejerza una influencia sobre su formación de voluntad y su actividad. Esta constatación resulta particularmente evidente en el caso de la actividad política de un informante, inevitable aunque el miembro de la directiva mantenga la discreción. El papel de un miembro dirigente del partido – sea a nivel estatal como miembro de un comité estatal, sea a nivel federal como miembro del comité federal –, tanto con su actividad política como con su pasividad trae necesariamente como consecuencia la influencia sobre la formación de la voluntad y la imagen que el partido proyecta al exterior. Ello no sólo resulta aplicable a los colaboradores clandestinos de las autoridades estatales, cuyos propios objetivos políticos pueden ser opuestos a los del partido infiltrado. El curso inevitable de la influencia estatal sobre la formación de la voluntad y la proyección exterior de un partido se da también, a la inversa, en los casos en los que los reclutados como informantes pueden llegar a ser convencidos por el programa del partido. También estos informantes actúan necesariamente como instrumentos de la influencia estatal, pues su actividad o pasividad política a nivel directivo del partido vigilado está influenciada por las lealtades contradictorias en los papeles de miembro directivo del partido, por un lado, y, por el otro – tarea. por regla general más activa, en cuanto remunerada–, informante de las autoridades estatales, cuya función puede consistir en conseguir material para una posible solicitud de prohibición del partido. cc) La Sala no tiene que decidir en este momento hasta qué punto, por principio, esto lleva – con la excepción de posibles situaciones justificadas en un peligro de gran entidad – a la inconstitucionalidad de la colaboración de los servicios de infor- mación con los integrantes del comité de un partido a nivel estatal y federal. En cualquier caso, dicha valoración jurídico-constitucional resulta insoslayable cuando la presencia estatal en el nivel directivo del partido se mantiene directamente antes y durante el proceso seguido de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF. La garantía constitucional del derecho a la formación de partidos (también) mediante la tutela de la libertad frente a injerencias estatales y su autodeterminación se completa con la introducción de un procedimiento de prohibición y se refuerza con garantías específicamente constitucionales que se califican en general como principios de un proceso justo en el Estado de Derecho. Por tanto, se ha de recalcar ya en principio que son especialidades del proceso de prohibición de partidos, a diferencia de las especialmente aplicables al proceso penal. El proceso penal versa sobre la declaración de la conducta individual como culpable y punible y sobre la imposición estatal de una pena, esto es, básicamente la protección represiva de bienes jurídicos por el Estado. Frente a ello, el proceso jurídicoconstitucional del art. 21 párr. 2 LF se encuentra al servicio de la protección preventiva del orden democrático liberal, uno de los fundamentos sostenedores del Estado. El partido político, como organización, se mueve aquí en el rol de potencial enemigo del Estado y de la Constitución. Tiene la– en todo caso última - oportunidad ante el Tribunal Constitucional Federal de oponer-- frente a la solicitud cursada por el recurrente de que se declare la prohibición del partido para poder defenderse ante peligros-- la imagen de una institución jurídico-constitucional leal, cuya ulterior participación en el proceso de formación de la voluntad popular y estatal es necesaria y legítima precisamente en interés del orden democrático liberal. El derecho a la formación de partidos en el sentido de la libertad frente a injerencias estatales y su autodeterminación obtienen en esta situación un significado especialmente llamativo: los miembros del nivel directivo que se ven confrontados con lealtades opuestas del ordenante estatal y del partido vigilado debilitan la posición del partido como demandado ante el Tribunal Constitucional Federal de forma esencial. Falsean inevitablemente el autorretrato autodeterminado del partido y necesariamente libre en el proceso jurídico-constitucional desde la perspectiva del Estado de Derecho. Este efecto no depende de las informaciones de hecho del recurrente sobre la “estrategia procesal” del partido en el proceso de prohibición. Es suficiente la mera presencia “con dos funciones” de la persona “de contacto”, jurídicamente y de hecho re- lacionada tanto con el Estado como con el partido. Carece de importancia en este contexto, además, cómo reacciona el partido político afectado a su vigilancia por parte de los servicios estatales, si ironiza sobre ella, si se siente amenazado o si utiliza la ocasión, por ejemplo, para dejar mal a los órganos estatales. No es importante la perspectiva subjetiva de la parte procesal en el proceso de prohibición desde el punto de vista jurídico-constitucional, sino únicamente los datos objetivos. dd) Ante este trasfondo, las exigencias del Estado de Derecho en el proceso de prohibición de partidos de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, §§ 13 núm. 2, 43 ss. BVerfGG exigen una estricta libertad frente a las injerencias estatales, en el sentido de una formación de la voluntad y un autorretrato del partido determinados por éste y no vigilados por el Tribunal Constitucional Federal. La prohibición jurídico-constitucional de partidos, el arma más afilada, y además de doble filo, del Estado democrático de Derecho contra sus enemigos organizados, necesita el máximo de seguridad jurídica, transparencia, calculabilidad y fiabilidad del proceso. Ello se aplica también a lo que respecta al material fáctico a valorar. Sólo las imputaciones inequívocas y colectivas de personas, comportamientos y declaraciones relativas a la esfera del recurrente o a la del demandado posibilitan al tribunal tomar y hacerse responsable de una decisión jurídico-constitucionalmente defendible sobre la inconstitucionalidad o constitucionalidad del partido como resultado del proceso llevado a cabo con arreglo a las exigencias del Estado de Derecho. ee) El Tribunal sólo puede cumplir su función de garantía de un proceso conforme al Estado de Derecho, pues, cuando también los órganos constitucionales autorizados a presentar la solicitud reconocen y respetan la responsabilidad procesal que a ellos les compete. En primer lugar, es obligación del recurrente reunir los presupuestos necesarios para la celebración de un proceso de prohibición por medio de la cuidadosa preparación de su solicitud. Por ello, los servicios estatales, antes de la presentación de la solicitud de prohibición ante el Tribunal Constitucional Federal – a más tardar con el comunicado público del propósito de presentar la solicitud –, tienen que haber “desconectado” sus fuentes en los comités del partido político; no pueden, después de este momento, “mantener un seguimiento posterior” en relación con la “desconexión”, que pueda relacionarse con la ulterior obtención de información, y tienen que haber retirado a los informantes encubiertos. Estos requisitos jurídico-constitucionales pueden cumplirse sin dificultades siempre que los servicios de la Federación y de los Estados federados organicen de forma básicamente ordenada y coordinada la vigilancia de un partido político a nivel de los comités. Esto constituye al mismo tiempo la única posibilidad de escapar confiadamente al peligro de que se aplique o se dirija la vigilancia estatal, sin pretenderlo, de forma incompatible con la libertad, mediante la injerencia del Estado en el partido político por medio de un trabajo conjunto desordenado de las actividades de los servicios estatales a nivel federal y estatal. ff) Estas exigencias del proceso en el Estado de Derecho de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF se aplican también con carácter general. Las limitaciones a los derechos procesales del demandante en base a medidas obligatoriamente necesarias para la defensa de la Constitución frente a peligros graves pueden estar ordenadas en casos excepcionales, por ejemplo, cuando bajo la cobertura de la organización como partido político se preparan o planifican actos violentos u otros delitos graves. En tal situación excepcional se podría adoptar tal posición, pero en el proceso que nos ocupa no hay motivo para ello (vid. infra 4.). gg) Contradicen el mandato de libertad frente a injerencias estatales de los partidos políticos y la fiabilidad y transparencia del proceso de prohibición de partidos el hecho de que se fundamente la solicitud de incoación del proceso, de forma no precisamente irrelevante, en declaraciones de miembros del partido que mantienen o han mantenido contacto informativo con las autoridades estatales. Esto es así, independientemente de la cuestión fundamental suscitada acerca de la posibilidad de emplear las pesquisas de los informantes en el proceso constitucional de prohibición, y también con independencia de si las manifestaciones “contrarias a la Constitución” de los informantes pueden ser imputadas al partido. Decisivo es, más bien, si las personas que tienen o han tenido contacto a través de los servicios de información con las autoridades estatales son presentadas con sus declaraciones como parte de la imagen de un partido inconstitucional, sin dar a conocer esto, y convertir el problema de imputación que de ello resulta en objeto de discusión en el proceso. También la preparación de los hechos claramente imputables y el planteamiento de las posibles cuestiones de imputación relevantes para la decisión forman parte de las tareas que tiene que asumir el recurrente en el marco de su propia responsabilidad procesal. Estas tareas sólo pueden cumplirse con ayuda de una cuida- dosa preparación de la solicitud de prohibición. En otro caso se hace imposible o se dificulta inconstitucionalmente al tribunal la garantía de un proceso de acuerdo con las exigencias del principio del Estado de Derecho en lo que respecta a la aportación de material fáctico fiable. b) Si una infracción de los requisitos jurídico-constitucionales de la organización del proceso ocasiona un daño jurídicamente irremediable para la tramitación del mismo, de forma que se excluya su prosecución incluso ponderando el interés estatal en la protección eficaz frente a los peligros procedentes de un partido desde la perspectiva del Estado de Derecho, no puede contestarse de forma general y abstracta. El peso de la infracción constitucional y sus consecuencias para el proceso sólo pueden valorarse sobre la base de una completa valoración de la concreta situación procesal, y también la necesaria ponderación debe tener a la vista la situación concreta de peligro que se deriva de un posible sobreseimiento del proceso. La falta de libertad frente a injerencias estatales del partido a nivel directivo, incluso tras la incoación del proceso de prohibición, así como la falta de libertad frente a injerencias estatales de la imagen del partido difundida en la fundamentación del recurso son en pocas ocasiones reparables, a causa de la protección legítima del secreto y de las personas. No es posible sobreponerse a este dilema mediante la adicional exposición ante el tribunal “in camera”, esto es, excluyendo al demandado. Tal proceso está excluido del elenco de instrumentos del Estado de Derecho a cargo del demandante en el proceso de prohibición de partidos. En tanto no se declare un defecto procesal irreparable desde la perspectiva del Estado de Derecho, su prosecución se excluirá sólo en situaciones de extraordinario peligro, cubriéndose los presupuestos para una posible justificación sólo en caso excepcional de la presencia estatal en el nivel directivo en el proceso de prohibición con los fundamentos de un interés estatal predominante en la prosecución del proceso. En la ponderación general adquieren una gran significación ciertas propiedades del proceso – preventivo - jurídico- constitucional de prohibición de partidos a diferencia del proceso penal – represivo-. Mientras que en la incoación de un proceso penal por un obstáculo procesal insubsanable siempre se trata de una renuncia definitiva al interés estatal en la persecución penal, cosa distinta sucede en lo que respecta a las consecuencias jurídicas del sobreseimiento del proceso jurídico-constitucional. Aquí no se trata de una decisión definitiva sobre la admisibilidad de futuras solicitudes de prohibición. Son siempre posibles nuevas solicitudes y, a diferencia de las consecuencias jurídicas de una decisión judicial sobre el fondo del asunto de acuerdo con el § 47 en relación con el § 41 BVerfGG, no tienen que apoyarse especialmente en “nuevos hechos”. c) El obstáculo procesal tiene efectos en el caso de que - como aquí – aparezcan como recurrentes el Gobierno Federal, el Parlamento federal y el Consejo federal, frente a todos los recurrentes, aunque la infracción sólo se haya producido a nivel federal o sólo a nivel estatal o cuando, como en el caso del Parlamento federal alemán, un órgano estatal recurrente no ha actuado a través de sus propios funcionarios. La prohibición de un partido político pretende su exclusión de la vida política de la República Federal de Alemania; le priva de su cualidad de institución jurídicoconstitucional a su modo. El proceso de prohibición debe objetivamente ser conforme en su totalidad con el Estado de Derecho. Por ello, tratándose de la imputación de infracciones, éstas han de atribuirse a la totalidad de los poderes públicos. 4. La forma e intensidad con que se ha llevado a cabo la vigilancia del partido demandado por las autoridades de defensa de la Constitución de la Federación y de los Estados federados directamente antes y después de la presentación de la solicitud de prohibición por parte del Gobierno Federal ante el Tribunal Constitucional Federal el 30 de enero de 2001, así como el nada despreciable apoyo de los fundamentos de la solicitud sustentado en manifestaciones de militantes del partido demandado que son o fueron informantes de las autoridades estatales, no respeta las exigencias jurídico-constitucionales. a) Según las opiniones manifestadas por los recurrentes y las declaraciones oficiales presentadas por parte de algunos presidentes de las Agencias de Defensa de la Constitución de los Estados federados, y con base en el resultado de la vista oral ante el Tribunal Constitucional Federal el 8 de octubre de 2002, resulta así que – en el convencimiento de todos los miembros de la Sala – directamente antes y también todavía después de la presentación de la solicitud de prohibición por parte del Gobierno Federal se han producido contactos de los servicios de información con miembros del partido demandado en el Comité Federal y en los Comités Estatales. aa) A este resultado llevan en particular las siguientes consideraciones: En el escrito del recurrente de 26 de julio de 2002 (en la p. 29) se destaca que las autoridades de Defensa de la Constitución debían conceder especial valor a conseguir información justamente de los comités del partido, porque a este nivel se prepara la estrategia, la táctica y las acciones que en su caso se planean. Esto estaba permitido y lo sigue estando. En consecuencia hay informantes a nivel de los comités, siendo su proporción en tres días objeto de control al azar – el 4 de abril de 1997, el 31 de julio de 2001 y el 17 de abril de 2002 – inferior al 15% (de un total de aproximadamente unos 200 miembros de los comités). No se hace allí una limitación concerniente al comité federal del partido demandado, que sólo tiene lugar tras la problematización de la cuestión en la vista oral el 8 de octubre de 2002. En la vista se informa además de que en los comités estatales son informantes de media entre uno y dos miembros. De acuerdo con las manifestaciones del recurrente, por tanto, también después de la presentación de la solicitud había un número considerable de informantes en los comités estatales del partido. A nivel del Comité Federal prosiguió la Federación los contactos de su servicio de información después de la presentación de la solicitud: en la declaración de todos los representantes de los recurrentes en el escrito de 17 de octubre de 2002 se confirma nuevamente la declaración oficial del Presidente de la Agencia Federal de Defensa de la Constitución de 29 de julio de 2002. De acuerdo con ella, el contacto con el informante y miembro del Comité Federal Udo Holtmann llega a su fin con efectos de 25 de enero de 2002, esto es, tiempo después de la presentación de las tres solicitudes de prohibición. Por el contrario, los Estados federados – en cualquier caso según la declaración realizada en el escrito de 17 de octubre de 2002 – desde el momento de la presentación de la solicitud por parte del Gobierno Federal no habrían introducido más informantes en el Comité Federal del partido. Se puede dudar de si esta declaración se corresponde completamente con lo sucedido. En cualquier caso es importante que, por ejemplo, el Presidente de la Agencia estatal bávara de Defensa de la Constitución, en su declaración de 25 de julio de 2002, habla libremente de que el NPD, durante el período mencionado en la resolución judicial de 3 de mayo de 2002, esto es, de 1996 a 2002, fue constantemente objeto de vigilancia por parte de dicha Agencia. En la misma dirección apuntan la declaración oficial de la directora del departamento de Defensa de la Constitución de la administración senatorial del interior en Berlín de 25 de julio de 2002, al igual que la declaración oficial del Director de la Agencia Estatal de Defensa de la Constitución de Hessen de 25 de julio de 2002. Resulta significativo también que la “desconexión” de un informante sin más no satisface las exigencias jurídico-constitucionales. Para la valoración jurídico-constitucional de lo sucedido no es decisivo cuándo se ha “desconectado” formalmente una fuente a nivel de comité. Lo decisivo es, más bien, cuándo se ha puesto punto final definitivamente al contacto con fines informativos. En este contexto hay que valorar la declaración del Presidente de la Agencia estatal de Defensa de la Constitución en Turingia de 19 de julio de 2002. Informa de que Tino Brandt, informante desde 1994 (con una corta interrupción en el año 2000), así como funcionario de alto nivel del partido demandado a nivel estatal (entre otros portavoz estatal temporalmente y vicepresidente estatal en Turingia), había sido definitivamente desconectado como fuente el 17 de enero de 2001. Pero en cualquier caso habrían tenido lugar en el marco del llamado seguimiento posterior hasta mayo de 2001 todavía siete encuentros entre Brandt y un colaborador de la Agencia de Defensa de la Constitución en Turingia. Aunque se indica que el objetivo de este “seguimiento posterior” era convencer a Tino Brandt de que se retirara de la escena de la extrema derecha, sin embargo, se indica también de que con motivo de estos encuentros se ha obtenido diversa información. Nada se dispone en otras declaraciones oficiales de las autoridades competentes al respecto acerca de si y en qué medida se habían llevado a cabo con otros informantes desconectados medidas de seguimiento posterior. En cualquier caso, se desprende del escrito del recurrente de 8 de febrero de 2002 (p. 15), que también en el caso de Wolfgang Frenz han tenido lugar “medidas de seguimiento posterior” con obtención de información. Por último, incluso después de la presentación de las solicitudes de prohibición se ha hecho un intento de reclutar a otro miembro del Comité Federal del partido, Jürgen Distler. Ello se desprende del escrito del Presidente de la Agencia estatal bávara de Defensa de la Constitución de 19 de febrero de 2002 dirigido al Tribunal Constitucional Federal. De acuerdo con él, Jürgen Distler fue abordado el 11 de abril de 2001 en Bayreuth por un colaborador de las autoridades con el objetivo de reclutarlo. Aun- que este intento fracasó, muestra que incluso tras presentar las solicitudes de prohibición tuvieron lugar actividades por parte de la Agencia de Defensa de la Constitución con el objetivo de vigilar al partido demandado a nivel de los comités. Estas comprobaciones permiten prescindir de otras aclaraciones sobre la cuestión de si, de hecho, con la presentación de la solicitud de prohibición del gobierno regional ante el Tribunal Constitucional Federal los Estados federados han introducido más informantes en el comité federal del oponente. bb) De acuerdo con todo ello no es posible hablar de una libertad frente a la injerencia estatal del partido a nivel directivo tras la incoación del proceso de prohibición. Las comprobaciones relativas a la presencia de informantes en los comités estatales del demandado y los sucesos relacionados con el miembro del comité federal Jürgen Distler, así como con los informantes Udo Holtmann y Tino Brandt, se apoyan sin excepción en los datos del recurrente, de forma que no es necesario aclarar las discrepancias que se mantienen entre las diferentes declaraciones. Los contactos con fines informativos de los recurrentes con informantes en el comité federal y en los comités estatales del partido demandado, incluso tras la incoación del proceso de prohibición, se han comprobado más allá de toda duda. b) También se ha comprobado inequívocamente el nada despreciable apoyo de la motivación de la solicitud en declaraciones de miembros del partido demandado que son o han sido informantes de las autoridades estatales, sin que este hecho se haya convertido en objeto de discusión en el proceso o pueda todavía convertirse en ello. Ello afecta por un lado a Wolfgang Frenz, que durante más de 30 años había sido informante de la Agencia de Defensa de la Constitución en Renania del Norte-Westfalia, cuyas manifestaciones antisemitas, formuladas de forma especialmente clara como autor del libro “Der Verlust der Väterlichkeit”, después recogidas por escrito, son citadas en todos los recursos con distinta frecuencia como prueba de una actitud fundamental del partido. Por otro lado, de acuerdo con los datos del recurrente, hay que sumar otros cuatro informantes que se incluyen en los recursos, cuyas manifestaciones, sin embargo, sólo en un caso coinciden temporalmente con su actividad como informante. Ni los nombres de las personas afectadas ni sus manifestaciones se dieron a conocer. Por tanto la Sala no puede decidir qué parte del material que se le ha presentado en el proceso de prohibición proviene de informantes infiltrados por el Estado y cuál no. c) aa) Una situación especial de excepción, que hubiera podido justificar la presencia estatal masiva a nivel de los comités del recurrente, incluso tras la interposición de los recursos planteados de acuerdo con el § 43 párr. 1 BVerfGG, no es alegada por los recurrentes, ni tampoco es imaginable. Los propios recurrentes han basado la necesidad que ellos consideran que existe y la admisibilidad de reclutar a informantes a nivel de los comités del partido demandado exclusivamente en la necesidad general de información que existe por regla general en el marco de la vigilancia de un partido político, básicamente por medio de la arriba citada declaración en el escrito de 26 de julio de 2002 (p. 29) de que las autoridades de defensa de la Constitución deben conceder especial valor a obtener información precisamente de los comités del partido, porque es a este nivel que se habla de la estrategia y táctica, así como de las acciones que se planean. A pesar de esta evidencia, también se desprende de las medidas del recurrente que ha partido de los límites a una continuidad de la vigilancia a niveles directivos precisamente en relación con el proceso de prohibición. Tras las declaraciones de los representantes de 17 de octubre y 29 de noviembre de 2002, las Agencias de Defensa de la Constitución de los Estados federados no han introducido más informantes en el comité federal del partido demandado a partir de la presentación del recurso por parte del Gobierno Federal. De acuerdo con ello, habían valorado correctamente la situación jurídico-constitucional y se habían orientado a las exigencias jurídico-constitucionales que eran de esperarse. Ello no es aplicable a la Agencia estatal bávara de Defensa de la Constitución con su tentativa de ganarse al miembro del comité federal, Jürgen Distler, así como tampoco a la Agencia Federal de Defensa de la Constitución, que ha seguido utilizando a su informante Udo Holtmann como fuente de información hasta bien después de la presentación de las solicitudes de prohibición en enero de 2002. La Agencia Federal, sin embargo, ha reconocido ya en el pasado que la colaboración con miembros del partido demandado a nivel de los comités era en principio problemática, como muestra la desconexión transitoria de Udo Holtmann durante 1995/1996. Éste había ocupado entonces el puesto de Presidente Comisario federal del partido demandado. bb) Tampoco se aprecia en el caso una justificación excepcional para que la motivación de los recursos no se apoye de forma relevante en las declaraciones de miembros dirigentes del partido, que al mismo tiempo o con anterioridad, actuaban como informantes al servicio de servicios estatales. En particular, faltan los presupuestos para, por ejemplo, justificar la necesidad de apresurarse por el peligro que hubiera evitado una preparación de los recursos con el cuidado apropiado. Ahora bien, no se puede desconocer que la necesaria preparación y presentación del material fáctico adecuado, especialmente por medio de textos y acciones unívoca y claramente imputables al demandado, se ha dificultado al haber actuado informantes en funciones directivas dentro y fuera del partido. Tales riesgos, como en el caso objeto de decisión, en vista del elevado porcentaje de informantes activos durante varios años en el personal dirigente del partido demandado, no son apreciables, se han de valorar ya antes del empleo de los métodos de los servicios de información en la vigilancia, pero sin embargo no pueden aminorar los posteriores deberes de los órganos constitucionales recurrentes, que tienen que cumplir con la entrega de información obtenida de acuerdo con las exigencias del principio de Estado de Derecho sobre hechos fiables en el proceso constitucional como base para una posible declaración de inconstitucionalidad del partido demandado. d) aa) La infracción contraria al principio de Estado de Derecho, esto es, del mandato de estricta libertad frente a injerencias estales del demandado el proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF no es subsanable. Puede quedar sin resolver la cuestión de si ya en sí mismo el déficit comprobado de las exigencias propias del Estado de Derecho en la preparación y presentación de material fáctico de relevancia a la hora de tomar la decisión en las motivaciones de los recursos, debido a la falta de claridad, imposible de reducir en relación con las exigencias de imputación unívoca de textos y acciones al demandado, se han de valorar como un daño no susceptible de ser subsanado en el proceso. En cualquier caso, conjuntamente con la falta de “libertad frente a injerencias estatales” del material fáctico ofrecido y de la falta de libertad frente a injerencias estatales de los niveles dirigentes del recurrente en el actual proceso de prohibición ha dificultado que el proceso se adecúe al Estado de Derecho, causando daños no subsanables. El derecho del partido político a la libre y autodeterminada dirección procesal y a la presentación de su propia imagen ante el Tribunal Constitucional Federal, cuyo reconocimiento debe de asegurarse desde el comienzo del proceso, se ha lesionado con carácter permanente. Incluso aunque el Tribunal, a pesar de la persistente falta de claridad en la imputación de personas, textos y acciones, estuviera en situación de ga- rantizar en el futuro una prosecución del proceso cumpliendo suficientemente y sin excepción alguna los requisitos del principio de Estado de Derecho, no vendría en consideración una compensación retroactiva de las infracciones comprobadas. bb) En el momento actual no existen razones especiales que, en vista de los fines preventivo-especiales del proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, justifiquen excepcionalmente su continuidad a pesar de la lesión grave y comprobada de los principios del proceso propio de un Estado de Derecho. III. Los magistrados Sommer, Jentsch, Di Fabio y Mellinghoff opinan que no existe ningún obstáculo procesal. Consideran necesaria la continuidad del proceso de prohibición. 1. Hasta este momento no existe un obstáculo procesal. a) Los obstáculos procesales son circunstancias que excluyen que se discuta sobre el objeto del proceso con el objetivo de llegar a una decisión sobre el fondo del asunto. Debe tratarse de un defecto procesal tan relevante que impida el proceso como tal. Esto sólo sucede cuando la incoación o la continuidad de un procedimiento judicial sean imposibles en relación con sus objetivos o se encuentre en contradicción intolerable con los principios del Estado de Derecho. En el momento en que se comprueba que existe un obstáculo insubsanable de estas características, el proceso debe sobreseerse sin pronunciamiento sobre el fondo del asunto objeto del proceso. Si se tratara de un vicio procesal menos grave o subsanable de otro modo, se prohíbe un sobreseimiento del proceso. Los vicios menos graves pueden ser compensados en las consecuencias jurídicas, que no evitan el proceso completo ulterior, por ejemplo, exigencias elevadas en la valoración de la prueba (vid. BVerfGE 57, 250 [292 s.]; 101, 106 [126]) o prohibiciones de valoración de la prueba (vid. BVerfGE 44, 353 [383]). En los casos en los que se han de poner reparos a determinadas formas de obtención de información, si no se ven afectados los fundamentos fácticos por completo, se prohíbe en todo caso un sobreseimiento del proceso como consecuencia jurídico-procesal cuando el restante material fáctico permite la continuación del proceso. b) La tutela jurídica tiene lugar por parte de la judicatura. Los tribunales no pueden sustraerse por principio a impartir justicia en tanto un derecho procesal u otro motivo imperioso no hagan imposible una decisión sobre el fondo del asunto. Cuando el tribunal, a causa de la admisión de un obstáculo procesal no contemplado legalmente, no procede a decidir sobre el fondo, se cierra el camino ordenado por el Estado de Derecho para la impartición de justicia con la consecuencia de que no se puede comprobar de manera satisfactoria lo que es derecho. En la admisión de un obstáculo procesal, por ello, se ha de emplear una medida más exigente. De ahí que el proceso judicial esté al servicio del principio del Estado de Derecho precisamente al realizar de manera formalmente legal los objetivos de la justicia material y solventar las disputas de forma vinculante (vid. BVerfGE 54, 277 [296]; 103, 111 [137 s.] ; Papier, Justizgewähranspruch, en: Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, Tomo VI, § 153 nm. 6; Zöllner, Materielles Recht und Prozessrecht, AcP 190 [1990], pp. 471 ss.). c) Por este motivo, impera en toda la judicatura una gran moderación en la admisión de impedimentos que obligan al sobreseimiento del proceso. El Tribunal Supremo Federal ha tomado en consideración la existencia de un obstáculo procesal, como consecuencia de una infracción del principio del Estado de Derecho, sólo cuando ya no resulta posible una consideración adecuada de la infracción en el marco de una decisión sobre el fondo del asunto con valoración completa (vid. BGHSt 46, 159 [168 s.] con ulteriores referencias). En algunos casos concretos el Tribunal Supremo Federal ha inadmitido la existencia de un obstáculo procesal basado en una supuesta infracción del principio de Estado de Derecho, como en el caso de dilaciones procesales importantes (vid. BGHSt 21, 81; 24, 239; 35, 137; 46, 159), de provocación del hecho por agentes provocadores estatales (vid. BGHSt 32, 345; 33, 356; 45, 321 [324 ss.] con ulteriores referencias), así como de conocimiento por parte de las autoridades encargadas de la persecución penal del sistema de defensa del imputado (vid. BGH215, NStZ 1984, p. 419 s.). También el Tribunal Administrativo Federal ha sido moderado en lo que respecta a la admisión de obstáculos procesales (vid. BVerwG, Buchholz 235 § 66 BDO núm. 1). d) Por ello, un obstáculo procesal sólo puede existir en casos excepcionales, en los que no existe un interés merecedor de reconocimiento en el caso concreto a través de la continuidad del proceso judicial y la continuidad del mismo ya no es admisible desde la perspectiva del Estado de Derecho. En definitiva, cuando de hecho no es 215 N. e. Tribunal Supremo Federal (Bundesgerichtshof). posible realizar el objetivo material del procedimiento o sólo lo es aceptando lesiones desproporcionadas de los derechos, puede y debe en todo caso admitirse un obstáculo que obligue al sobreseimiento del proceso. Al tribunal corresponde, en cualquier caso, agotar todas las posibilidades a su alcance para eliminar los impedimentos fácticos y jurídicos a una decisión sobre el asunto. 2. En el proceso de prohibición de partidos contra el demandado no se han dado a conocer hasta ahora circunstancias que hagan desproporcionada fáctica o jurídicamente la continuidad del procedimiento en su conjunto. La vigilancia por parte de los servicios de información de un partido político, no obstante, puede ser significativa desde distintos puntos de vista en el proceso de prohibición de partidos. La circunstancia de la vigilancia del demandado por parte de los servicios de información no ofrece base alguna a un obstáculo procesal, ni en base al principio de libertad frente a injerencias estatales de los partidos (a) ni por la cuestión de la imputación de los medios de prueba presentados (b) ni con arreglo al deber de garantizar un proceso justo (c). Se puede tomar nota de los perjuicios experimentados por el partido demandado sólo después de una completa aclaración de los hechos decisivos en la sentencia sobre el fondo del asunto (3.). a) Si las autoridades de defensa de la Constitución de la Federación y de los Estados federados sobrepasan sus funciones legítimas y la vigilancia por parte de los servicios de información llega a generar una dirección básicamente estatal de la voluntad del partido en su actuación general, entonces faltan las características propias de un partido (vid. § 2 PartG216), y con ello un posible demandado en un proceso de prohibición, porque los partidos son por principio agrupaciones sociales al margen del Estado (vid. sobre ello BVerfGE 20, 56 [101]; 73, 40 [87]; 85, 264 [287]). Ahora bien, para ello no resulta suficiente cualquier influencia estatal, antes bien, tiene que tratarse de una influencia orientada a un fin y que distorsione la formación de la voluntad del partido (dirección, manejo). No es reconocible una dirección estatal ajena del demandado con este alcance. En particular, de la colaboración que se ha dado a conocer entre los servicios estatales y miembros del Comité Federal y de los comités estatales del demandado no se aprecian argumentos sólidos para que la imagen política del partido ya no sea el resultado de un proceso de formación de su voluntad abierto y comunitario. Incluso 216 N. e. Ley de Partidos políticos (Parteiengesetz). aun cuando hubiera que partir de una dirección ajena del partido en lo que respecta a su contenido y a su programa, de ello no se derivaría un obstáculo procesal; el partido, en este caso, perdería su condición de tal al tratarse de una organización dirigida externamente. La solicitud de prohibición sería rechazada por considerarse inadmisible en una sentencia sobre el fondo del asunto (vid. BVerfGE 91, 262 [266]; 91, 276 [283]). b) El reclutamiento de informantes también puede adquirir relevancia en la cuestión acerca de si y en qué medida o con qué peso pueden invocarse los medios de prueba presentados, en particular, en el enjuiciamiento de la inconstitucionalidad del partido demandado. Los medios de prueba en la declaración de inconstitucionalidad son los objetivos del partido y la conducta de sus afiliados (art. 21 párr. 2 LF). Las manifestaciones de los objetivos del partido y las formas de conducta de los afiliados al partido, sin embargo, sólo pueden servir de base al control de los presupuestos típicos del art. 21 párr. 2 LF cuando son imputables al partido. Ello presupone que caractericen al partido como tal, reflejen su curso político de forma no transitoria y, así, expresen una tendencia básica del partido (vid. BVerfGE 5, 85 [143]). En tanto ciertas declaraciones o formas de conducta de los miembros o afiliados del partido sean ocasionados o provocados por los servicios estatales, no deben ser imputados sin más al partido en el marco de la valoración de la prueba. El Tribunal Constitucional Federal tiene que aprovechar todos los medios procesales de esclarecimiento de los hechos en el proceso de prohibición de partidos en lo relativo al enjuiciamiento de la imputabilidad de los medios de prueba (§ 26 párr. 1 inciso 1 BVerfGG) que conforme al reglamento procesal están previstos para ello. En el proceso regulado en el art. 21 párr. 2 LF rige el principio de investigación de oficio. El deber judicial de esclarecimiento de los hechos no permite al Tribunal Constitucional Federal suspender el proceso sin comprobación ulterior, únicamente sobre la base de una posible influencia estatal mediata a través de informantes sobre las declaraciones o formas de conducta en el marco de la actividad del partido. Los hechos que son relevantes tanto para una decisión procesal como para la que resuelve el fondo del asunto-- pero primero los que sólo importan para el fondo del asunto al carecer de significado procesal-- se han de aclarar en una vista oral pública, de acuerdo con el reglamento procesal para el proceso de prohibición (§§ 25 párr. 1, 45 BVerfGG). Los principios de publicidad y oralidad de la vista exigibles por el principio del Estado de Derecho garantizan a las partes procesales poder ser escuchadas por el tribunal, están al servicio de la información de la generalidad sobre el objeto de la decisión judicial y posibilitan el control de la actividad judicial (vid. BVerfGE 103, 44 [63 s.]). Sólo sería admisible una decisión que ponga fin al procedimiento al margen de la vista oral cuando así lo autoricen razones compulsivas de posiciones jurídicas contrapuestas con el mismo peso. No es éste el caso que nos ocupa. Con la convocatoria de 5 de diciembre de 2001 la Sala ya ha analizado la posibilidad de hacerse una imagen a través de los testimonios sobre la tendencia general del partido mediante el interrogatorio de representantes característicos del demandado. Posiblemente las dudas que se mantuvieran tendrían que valorarse en el marco de la decisión sobre el fondo del asunto, en el control de los presupuestos típicos del art. 21 párr. 2 inciso 1 LF. Estos no pueden, incluso antes de agotar los medios de recogida de pruebas, llevar a un obstáculo procesal. c) Tampoco se da un obstáculo procesal con base al principio del juicio justo. En la situación actual del procedimiento no se constata una lesión del principio del juicio justo (aa). Incluso aunque existiera una infracción de los requisitos necesarios del Estado de Derecho, de acuerdo con la situación actual no sería desproporcionada la continuidad del proceso de prohibición de partidos atendiendo al objetivo del art. 21 párr. 2 LF, que el Tribunal Constitucional Federal debe respetar, de defensa preventiva frente a peligros, (bb). aa) El Tribunal Constitucional Federal, más allá de las exigencias inferidas de los derechos fundamentales generales, ha hecho derivar en el proceso del principio de Estado de Derecho en relación con el derecho general a la libertad (art. 2 párr. 1 LF), el derecho a un proceso justo según las exigencias del Estado de Derecho. En este derecho fundamental general en el proceso, que también exige aplicación en el proceso de prohibición de partidos (vid. BVerfGE 104, 42 [50]), se han de medir todas aquellas limitaciones que no están comprendidas por especiales concesiones y garantías procesales (vid. BVerfGE 57, 250 [274 s.]). El derecho a un juicio justo garantizado jurídico-constitucionalmente comprende especialmente el derecho de una parte del proceso al respeto de sus derechos en lo que respecta a poder ejercer una influencia efectiva sobre el proceso por medio de la estrategia que ha elegido (vid. BVerfGE 38, 105 [111]; 63, 380 [390 s.]; 65, 171 [174 s.]; 66, 313 [318]). Si los recurrentes consiguen en el procedimiento contradictorio información sobre la táctica procesal del demandado, ello puede suponer una infracción del principio del proceso justo. Sobre ello, no obstante se debe indicar positivamente – antes del recibimiento a prueba en la vista oral -, que se ha investigado el sistema de actuación del demandado hasta el punto que se hace finalmente imposible una defensa jurídica apropiada en vista del concreto objeto del proceso (vid. Gössel, NStZ 1984, p. 420). Sólo esto supondría una forma de incapacidad definitiva de acción a consecuencia de una circunstancia que es imputable a los recurrentes. La mera apariencia o el peligro abstracto de una investigación no son suficientes para ello. En el caso que nos ocupa no existen argumentos para afirmar que, como consecuencia de la vigilancia de los servicios de información por medio de los servicios estatales, se habría impedido al partido demandado una defensa apropiada en el proceso de prohibición. Ni se ha mantenido ni es evidente que los recurrentes hayan obtenido conocimiento de circunstancias que afecten a la conducta procesal planeada por parte del demandado en el proceso de prohibición. En la vista para la discusión de 8 de octubre de 2002 los recurrentes han explicado, sin ser replicados, que no se han impartido instrucciones para investigar la estrategia procesal y no se ha recibido información correspondiente al tema procedente de las sesiones de los comités del partido. Mediante escrito de 17 de octubre de 2002, los recurrentes han informado, además, que entre los miembros del comité federal del partido no se encuentra ningún informante. En lo que respecta a las autoridades de defensa de la Constitución de los Estados federados ello rige desde la presentación del recurso por el Gobierno Federal, para la Agencia Federal de defensa de la Constitución, desde la “desconexión” de Udo Holtmann a finales de enero de 2002. No se ha informado hasta el momento de que el informante desenmascarado Udo Holtmann u otros miembros del partido demandado hayan proporcionado a los servicios estatales información sobre la conducta procesal planeada por el partido. Sólo vendría en consideración una lesión del derecho a una defensa efectiva, además, cuando el conocimiento por parte del recurrente de importantes circunstancias elimina o aminora la efectividad de la defensa. En el presente caso, sin embargo, no es evidente que los recurrentes hayan obtenido conocimiento de circunstancias im- portantes o de las solicitudes de recibimiento a prueba previstas por el demandado y que de esta forma se haya perjudicado la eficacia de los medios de defensa. Si en el curso del proceso surgieran reparos – fundados en circunstancias fácticas – en relación con la efectividad de la defensa del demandado, tendrían que ser afrontados por medio de la acción preparatoria investigadora de la Sala o en la vista oral. bb) Incluso aunque se conocieran circunstancias que probaran la investigación de la conducta de funcionarios y representantes del partido demandado que intervienen de forma destacada en el proceso, la continuidad del proceso de prohibición de partidos sólo sería incompatible con los principios del Estado de Derecho cuando el peso del perjuicio supera los concretos fines preventivos del proceso de prohibición de partidos. Pues los posibles perjuicios jurídicos, para poder fundamentar un obstáculo procesal, en la ponderación con los objetivos y el significado del proceso tienen que ser de tal tipo y alcanzar tal peso que la prosecución del proceso judicial fuese desproporcionada. Esto exige en el proceso de prohibición de partidos no sólo precisar en abstracto el significado del art. 21 párr. 2 LF, sino también calcular la concreta situación de peligro procedente del partido político para los bienes jurídicos protegidos por este precepto. Tal ponderación presupone un esclarecimiento de los hechos y un recibimiento de la prueba en relación con todos los hechos relevantes para la ponderación. Al respecto, las partes deben de tener la posibilidad de exponer estos hechos, en particular, también en relación con la peligrosidad del partido. Esto se aplica en el proceso que nos ocupa de forma especial porque los recurrentes, de acuerdo con la motivación de sus solicitudes de prohibición, no consideran un presupuesto necesario de la solicitada declaración de inconstitucionalidad una cierta peligrosidad del partido demandado, y por eso no han hecho alusión a los hechos correspondientes relevantes para la ponderación. (1) La finalización del proceso sin aclarar los hechos relevantes en la ponderación contradice el especial deber de impartir justicia que se deriva del art. 21 párr. 2 LF en relación con el §§ 43 ss. BVerfGG, y por ello, sólo excepcionalmente viene en consideración. El Tribunal Constitucional Federal es el único órgano del ordenamiento democrático- liberal al que el art. 21 párr. 2 LF confía la competencia y, al mismo tiempo, el deber jurídico de ocuparse de la solicitud relativa a la inconstitucionalidad de un partido. Tiene que decidir, en virtud de la Constitución, sobre un proceso en el que se trata del respeto de valores fundamentales y de los presupuestos determi- nantes del orden constitucional (vid. Stern, cit., p. 194 [198]). Del art. 21 párr. 2 LF y de su configuración por el § 46 BVerfGG surge la función ejecutiva de defensa frente a peligros y el conocimiento jurídico en un deber especial de impartir justicia. (2) El art. 21 párr. 2 LF se suma a las disposiciones constitucionales con las cuales se hacen visibles los límites determinantes de la libertad. El art. 9 párr. 2, el art. 18 y el art. 21 párr. 2 LF protegen el orden democrático-liberal y la existencia del Estado constitucional frente a los abusos peligrosos de los derechos de libertad (vid. BVerfGE 5, 85 [139]). Esta tríada normativa pertenece a las disposiciones nucleares de protección preventiva de la Constitución. Tiene que asegurar que el uso de los derechos fundamentales que la Ley Fundamental concede a los ciudadanos del Estado como particulares o como sujetos organizados, a fin de que colaboren decisivamente en la formación de la voluntad estatal, se mantenga dentro de los límites necesarias del orden fundamental para el mantenimiento duradero de la libertad (vid. Becker, en: Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, Tomo VII, 1992, § 167 nm. 50). De esta forma, la Ley Fundamental ha hecho suya la experiencia histórica y ha encontrado soluciones para el caso de ciertas situaciones excepcionales de peligro que en la época de Weimar, o bien se toleraron, o bien dieron lugar a la declaración del estado de excepción, y de esta forma, a una solución de la crisis al margen de la Constitución (vid. por ejemplo C. Schmitt, Die Diktatur des Reichspräsidenten, VVDStRL 1 (1924), p. 63 [91 s.]). La Ley Fundamental también quiere enfrentarse a los enemigos de la libertad sólo con los medios constitucionalmente apropiados, respetuosos con el principio de Estado de Derecho y de las libertades, pero al mismo tiempo, tiene que disponer por ello de instrumentos eficaces de protección del orden democrático-liberal. Entre ellos se encuentra la prohibición de partidos de acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 2 LF en relación con el § 46 BVerfGG. El objetivo de dicho orden es defenderse a tiempo de los peligros que pueden amenazarlo procedentes de un partido inconstitucional a partir de la libertad de formación de la voluntad política garantizada por el art. 21 párr. 1 LF (vid. BVerfGE 5, 85 [142]; 9, 162 [165]). (3) La función preventiva otorgada al Tribunal Constitucional Federal exige el esclarecimiento de la concreta medida del peligro para los bienes jurídicos del art. 21 párr. 2 LF, cuando el proceso debe ser sobreseído sin una decisión sobre el fondo del asunto. Ello se aplica especialmente tras el auto ordenando la realización de la vista (§ 45 BVerfGG). Los perjuicios jurídicos relativos al proceso, en tanto vengan en consideración como obstáculos procesales, deben de investigarse suficientemente, de forma que se pueda tomar una decisión adecuadamente ponderada sobre la continuidad del proceso sobre una base fáctica procesalmente adecuada. El objeto del proceso de prohibición de partidos no es un control jurídico general de lo que está permitido a los servicios de información o no, sino la sentencia sobre la prohibición solicitada. El demandado es dueño de defenderse ante los tribunales especializados contra una vigilancia por parte de defensa de la Constitución que considere antijurídica (vid. BVerwGE 110, 126 ss.). Si un partido político supone un peligro concreto constatable para la existencia del Estado constitucional liberal, el Tribunal Constitucional Federal no puede considerar predominantes en la ponderación las lesiones contra los principios generales del proceso justo. Por el contrario, en caso de un partido insignificante e ineficaz, la ponderación del peso de las infracciones constitucionales que de hecho se han comprobado puede ser muy distinta. En ambos casos se decide sobre el fondo de la solicitud de prohibición. El peso del fin de prevención perseguido con el proceso de prohibición de partidos no depende sólo de la cuestión acerca de qué potencial peligro supone un partido político posiblemente inconstitucional para la existencia del Estado constitucional liberal. También resulta necesario aclarar si existen ataques a la dignidad de las personas de forma típicamente organizada como en los partidos, sin que ello suponga que se tenga que poner en peligro la existencia del orden democrático liberal como tal. El objetivo básico de una Constitución, que no quiere quedar a disposición del abuso de los derechos de libertad que garantiza y que con la misma decisión se enfrenta a la denigración y al desprecio de personas o grupos de personas (art. 1 párr. 1 inciso 2 LF), no se cumpliría si la Sala aceptara un obstáculo procesal sin aclarar suficientemente la concreta peligrosidad del partido y las posibles infracciones de los principios del juicio justo, sin discutir su significación jurídica con las partes y de esta forma ponderar los intereses jurídicos enfrentados. Si se solicita la declaración de la inconstitucionalidad y la prohibición de un partido, el Tribunal Constitucional Federal tiene que comparar los perjuicios jurídicos posibles en el proceso con los efectos de la continuidad de la existencia del partido, de otra forma jurídicamente poco susceptibles de control. Pues a causa de la especial posición de los partidos y de la igualdad de oportunidades que se garantiza en la Ley Fundamental, el Estado constitucional liberal debe soportar tal partido, y en su caso incluso fomentarlo y financiarlo. Si esto es aceptable o no, sólo puede ser decidido por el Tribunal tras la interposición del recurso por parte del órgano constitucional competente y, por regla general, sólo en el marco de una vista oral y tras la aclaración y valoración de todas las circunstancias. (4) Es función del Tribunal Constitucional Federal preocuparse por el necesario esclarecimiento de las circunstancias. El § 26 párr. 1 inciso 1 BVerfGG dispone que el Tribunal Constitucional Federal analice la prueba necesaria para el descubrimiento de la verdad. Este principio de instrucción fundamenta para el tribunal no sólo el derecho, sino también el deber de investigar las circunstancias relevantes para la sentencia (vid. BVerfGE 93, 248 [256 s., 259]). No se limita a las circunstancias aportadas por las partes, sino que tiene que investigar los hechos que sirven de base a la disputa judicial (vid. BVerfGE 1, 299 [316]). Ello rige en el proceso de prohibición de partidos justamente tras la conclusión de las “diligencias preliminares” (§ 45 BVerfGG), cuando – como aquí – el Tribunal Constitucional Federal ha considerado suficientemente motivada y admisible una solicitud de prohibición de partidos (vid. Seifert, Die politischen Parteien im Recht der Bundesrepublik Deutschland, 1975, p. 494). Pues mientras que el auto que se ha de adoptar de acuerdo con el § 45 BVerfGG supone una valoración provisional en mérito a los antecedentes, que se ha de adoptar sólo sobre la base de lo aportado por el recurrente y lo ampliado por el demandado (vid. Geiger, Gesetz über das Bundesverfassungsgericht, 1952, § 37 A nm. 2), el Tribunal Constitucional Federal no se puede dar por satisfecho en el “procedimiento principal” únicamente con lo aportado por las partes; de oficio debe investigar todos los hechos relevantes para la sentencia. El Tribunal, a solicitud de parte o de oficio, puede asegurar nuevo material probatorio por medio del comiso y de la diligencia de entrada y registro (§§ 47, 38 párr. 1 BVerfGG en relación con los §§ 94 ss. StPO) y ordenar una instrucción (§§ 47, 38 párr. 2 BVerfGG). Además, el Tribunal Constitucional Federal puede adoptar otras medidas de investigación y de obtención de la prueba relativa a circunstancias importantes para la sentencia. En este marco resulta significativo que se conceda al Tribunal Constitucional Federal la facultad de romper el interés constitucionalmente relevante de la protección del secreto estatal en favor de una obtención de la prueba en un proceso abierto, a favor de una de las partes. La normativa de los §§ 26 párr. 2, 28 párr. 2 BVerfGG subraya, por un lado, la alta responsabilidad que el legislador ha atribuido al Tribunal Constitucional en el marco de la obtención de la prueba en procedimientos relacionados con la protección del Estado en el contexto de los órganos constitucionales. Por otra parte, el § 28 párr. 2 BVerfGG muestra que el legislador, en el caso de que se haya obtenido la necesaria mayoría cualificada, concede primacía a la averiguación de la verdad frente a la protección del secreto estatal. No le está permitido al Tribunal Constitucional Federal de antemano renunciar a la averiguación de los hechos relevantes para tomar una decisión, alegando intereses contrapuestos en la protección del secreto o en la especial responsabilidad procesal de las partes (5) En la decisión acerca de si los perjuicios jurídico-constitucionales en el proceso penal suponen una lesión del principio del proceso justo que hacen imposible la ulterior continuidad del proceso, los intereses jurídico-constitucionales de la protección constitucional preventiva deben ser situados en la ponderación de forma adecuada. Al respecto, se ha de partir de que la obligación jurídico-constitucional de los servicios estatales de investigar actuaciones inconstitucionales y, en su caso, de actuar contra ellas (vid. el art. 73 núm. 10b, y el art. 87 párr. 1 inciso 2 LF), no es eliminada en principio por su vinculación a un proceso de prohibición de partidos. El derecho y el deber de esclarecer los hechos de forma completa se extienden para los órganos competentes desde el momento en que surge la sospecha de un peligro en el sentido del art. 21 párr. 2 inciso 1 LF con base en concretas pruebas fácticas, hasta la sentencia que pone fin al proceso ante el Tribunal Constitucional Federal. Con la presentación de la solicitud, el curso del proceso se transmite al Tribunal Constitucional Federal mediante el procedimiento de prohibición de partidos, pero se mantiene el deber del Estado de tomar todas las medidas necesarias para la preparación y ejecución del proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF. Justamente la protección de bienes jurídicos individuales como la dignidad, la vida o la salud que corresponde a los servicios estatales, puede también exigir, con base en la Constitución, continuar la vigilancia por parte de los servicios de información de forma apropiada con independencia del proceso de prohibición de partidos. Los principios propios del Estado de Derecho no ordenan tolerar durante la duración del proceso peligros para los bienes jurídicos protegidos, cuanto más de terceros que no toman parte en él. Esto es significativo, por ejemplo, en vista del reproche realizado por los recurrentes de que el partido demandado intimida con su concepto de “zonas liberadas” a quienes piensan de otro modo y a las minorías. En el marco del proceso de acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 2 LF – de un precepto que se supone permite enfrentarse típicamente frente a los peligros especiales que se vinculan con la existencia de un partido impregnado de una tendencia básica contraria a la Constitución y frente a sus posibilidades de actuación organizada (vid. BVerfGE 25, 44 [56]) – se ha de atender, por ello, también a las posibilidades y competencias jurídicas de los servicios estatales por medio de las cuales pueden cumplir eficazmente su función de defensa de la Constitución. (a) La declaración de la inconstitucionalidad de un partido de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF – una limitación de la libertad recogida en la propia Ley Fundamental, que pretende evitar el abuso de la libertad de acción política por parte de los partidos – presupone la previa recogida de información sobre las pretensiones inconstitucionales del partido (vid. Streinz, en: von Mangoldt/Klein/Starck, GG217, Tomo 2, 4ª. ed., 2000, art. 21 nm. 115; Pieroth, en: Jarass/Pieroth, GG, 6ª. ed., 2002, art. 21 nm. 37). Esta función corresponde a las Agencias de Defensa de la Constitución (vid. el art. 73 núm. 10b, y el art. 87 párr. 1 inciso 2 LF); no pueden limitarse a reunir el material fáctico que se expone a la opinión pública. Puesto que los partidos inconstitucionales a menudo, por un cálculo táctico, ocultan sus verdaderos propósitos y se comportan conspirativamente (vid. BVerfGE 2, 1 [20]; 5, 85 [144]), las Agencias de Defensa de la Constitución deben estar en la situación de conseguir su información en cualquier caso en secreto y a escondidas, para seguir la huella del trabajo secreto del enemigo de la Constitución. Por ello, es en principio necesario emplear para conseguir información los medios de los servicios de información (vid. BVerfGE 30, 1 [18 s.]; H. H., Klein, en: Maunz/Dürig, LF, hojas intercambiables, art. 21 nm. 579 [marzo 2001]). La incorporación de informantes puede ser necesaria en el caso concreto (vid. § 8 párr. 2 inciso 1 BVerfSchG218); pero sólo es admisible en tanto – con estricta observación del principio de proporcionalidad (vid. § 9 párr. 1 BVerfSchG) – se encuentre al servicio exclusivamente de la obtención de información (vid. BVerwGE 110, 126 [130 ss.]). A menudo puede obtenerse sólo con ayuda de informantes información interna, no disponible para el público en general, sobre la formación de organizaciones extremistas, los dirigentes, los objetivos que de hecho persiguen – no sólo los decla217 218 N. e. Grundgesetz. N. e. Ley federal de defensa de la Constitución (Bundesverfassungschutzgesetz). rados públicamente -, la estrategia y la táctica, la planificación y la ejecución de concretas medidas y campañas, así como sobre el número de miembros y las relaciones con otras organizaciones. Especialmente pueden obtenerse por medio de informadores secretos datos sobre las declaraciones internas y los debates orales dentro de la organización, por medio de los cuales a menudo sólo entonces es posible la valoración exacta de las declaraciones hechas públicamente. (b) Estas razones, que pueden justificar la vigilancia de los servicios de información de un partido por medio de informantes en el caso concreto al margen de un proceso de prohibición de partidos, se aplican también básicamente mientras está pendiente un proceso de prohibición de partidos. A favor de ello habla ya la circunstancia de que no es seguro para los órganos constitucionales recurrentes si la solicitud de prohibición de partidos tendrá éxito y se declarará la inconstitucionalidad del partido. El objetivo de la vigilancia por parte de los servicios de información de reunir, sobre la base de la protección constitucional preventiva, información sobre los esfuerzos contrarios a la Constitución, sigue existiendo durante la pendencia de un proceso de prohibición de partidos cuando sólo de esta forma se pueden obtener (nuevos) datos sobre los peligros que posiblemente proceden del partido. Independientemente de ello, en la ponderación se ha de tener en cuenta que los órganos constitucionales autorizados para la interposición de una solicitud de prohibición de partidos de acuerdo con el § 43 BVerfGG, en el caso concreto también deben estar en situación de poder valorar durante el proceso en curso la inconstitucionalidad del partido y facilitar al Tribunal la información necesaria para el enjuiciamiento de los requisitos típicos del art. 21 párr. 2 LF. El momento decisivo del enjuiciamiento es, por regla general, la sentencia del Tribunal Constitucional Federal después de la realización de la vista oral. Puesto que hasta ese momento puede haber transcurrido un largo período desde la presentación de la solicitud de prohibición del partido, puede estar ordenado por la protección del orden fundamental democrático liberal a la que se orienta el art. 21 párr. 2 LF obtener datos durante ese período con los medios de los servicios de información sobre los esfuerzos anticonstitucionales dentro del partido, para aportar al Tribunal Constitucional Federal en el momento de dictar sentencia una base fáctica fiable para el enjuiciamiento. Ello se aplica, en especial, porque el partido frente al cual se solicita la prohibición, por regla general, se esforzará por presentarse durante el proceso de prohibición en curso conforme con la Constitución. Para poder comprobar si las declaraciones públicas y las acciones del partido y el reconocimiento hacia el exterior del orden fundamental democrático liberal también responden a la verdadera imagen del partido, puede ser necesario conseguir información del círculo directivo del partido. Frente a ello, si en todo caso al comenzar un proceso de prohibición hubiera que interrumpir la vigilancia por parte de los servicios de información, podría no ser ya posible en el momento decisivo de la sentencia un enjuiciamiento adecuado. (6) La aceptación de que la incorporación de informantes a nivel del comité federal o de los comités estatales de un partido directamente, antes o durante la pendencia de un proceso de prohibición, da lugar por principio a un obstáculo procesal insubsanable no responde a la posición y responsabilidad jurídico-constitucional de las partes en el proceso contradictorio de prohibición de partidos. Los órganos constitucionales que, de acuerdo con el § 43 BVerfGG, están autorizados a interponer la solicitud de prohibición del partido no tienen siempre influencia sobre la extensión y la intensidad de una vigilancia por parte de los servicios de información. Ello es particularmente aplicable al Parlamento Federal, pero también al Consejo Federal, que no disponen de competencias ejecutivas para la vigilancia por parte de los servicios de información. Tampoco existe presunción alguna de que los posibles recurrentes en un proceso de prohibición de partidos conozcan por regla general la información conseguida de forma no admisible o consientan una excesiva vigilancia por parte de los servicios de información o de otra manera sean responsables de ello. (7) La alusión a que en la ponderación hay que atender a que el sobreseimiento del proceso no lleva a una decisión definitiva sobre la admisibilidad de futuras solicitudes de prohibición y que sigue siendo posible presentar nuevas solicitudes y, especialmente, que no tienen que apoyarse sobre nuevos hechos, no ayuda. El Tribunal Constitucional Federal tiene que investigar de oficio en el proceso de prohibición de partidos todos los hechos que hablan a favor o en contra de la inconstitucionalidad en el sentido del art. 21 párr. 2 inciso 1 LF. Aunque las autoridades de defensa de la Constitución hubieran interrumpido todos los contactos con miembros del comité federal o de los comités estatales inmediatamente antes de la presentación del recurso, las declaraciones de estos miembros del comité podrían emplearse para declarar la inconstitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional Federal. El Tribunal no está limitado tampoco por la proposición de prueba del recurrente. La cuestión de la fuerza probatoria o de la valoración de la prueba de las declaraciones de personas que habían sido informantes es independiente de si la colaboración se ha terminado en el marco de una solicitud de prohibición de un partido de acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 2 inciso 1 LF. 3. En tanto no tiene lugar la consecuencia de la necesaria continuación del proceso, de acuerdo con el punto de vista de los Magistrados Sommer, Jentsch, Di Fabio y Mellinghoff, el demandado, sin atender a la posible comprobación de su inconstitucionalidad, no entraña una peligrosidad digna de mención. La Sala sería libre de valorar adecuadamente las infracciones atenuantes o inevitables del principio del juicio justo por medio de las medidas aseguradoras del proceso. En este supuesto, también sería tarea del Tribunal Constitucional Federal decidir por medio del desarrollo ulterior del Derecho Constitucional tal especial caso en cuanto al fondo. Constituye una función especial de la jurisdicción constitucional desarrollar el Derecho Constitucional por medio de sentencias y asegurar para el futuro la paz jurídica (vid. BVerfGE 1, 351 [359]). Sólo en el marco de una decisión sobre el fondo del asunto hubiera tenido la Sala la oportunidad de aceptar la prohibición proporcionada del partido como expresión de la idea de una democracia que se defiende; sobre el ulterior desarrollo del Derecho constitucional con base en la Convención europea para la Protección de los Derechos humanos y de las Libertades Fundamentales y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (vid. TEDH, Partido Comunista Unificado de Turquía [TBKP] entre otros contra Turquía, Reports of Judgments and Decisions 1998-I, pp. 1 ss.; Partido para la Libertad y la Democracia [ÖZDEP] contra Turquía, Reports of Judgments and Decisions 1999-VIII, pp. 293 ss.; Partido Desarrollo [REFAH] entre otros contra Turquía, sentencia de 13 de febrero de 2003 [núm. 41340/98, 41342-44/98]). El desarrollo de la interpretación de preceptos de la Ley Fundamental en el proceso constitucional está al servicio de la realización del Derecho Constitucional material (vid. Schlaich/Korioth, Das Bundesverfassungsgericht, 5ª. ed., nm. 54). La libertad y la seguridad, la capacidad estatal de acción y la vinculación al Estado de Derecho se han de compensar adecuadamente. Si ello tampoco es alcanzable en la interpretación del fin trascendental del art. 21 párr. 2 LF con una decisión procesal, se necesita una decisión sobre el fondo del asunto. Hassemer, Sommer, Jentsch, Broß, Osterloh, Di Fabio, Mellinghoff 2.2. Financiación de los partidos políticos La cuestión de la financiación de los partidos se ha convertido en Alemania— así como en el resto de los ordenamientos democráticos—en un viejo caballo de batalla. Cómo compatibilizar la financiación pública muy principalmente, pero también la privada, con la dogmática iusfundamental asumida en la Grundgesetz en lo que se refiere al derecho a la formación de partidos (art. 21.1 LF) constituye el objeto de la presente Sentencia que, además, da cauce a dos importantes cambios de la doctrina jurisprudencial seguida por el Bundesverfasungsgericht hasta el momento.219 Este análisis se lleva a cabo en el contexto del conflicto entre órganos constitucionales interpuesto por el partido político los verdes contra el Parlamento y el Consejo Federal, como resultado de la aprobación de la Quinta reforma de la Ley de Partidos y de otras leyes en 1988.220 La Sentencia comentada redibuja el marco y las condiciones de la regulación legislativa de la financiación de los partidos en base fundamentalmente a la dimensión objetiva que se contiene en la norma iusfundamental del art. 21.1 LF, así como a la función que atribuye tal disposición a los partidos políticos en el marco del sistema democrático. 221 En particular, lo que intenta poner de relieve la Sentencia es cómo la estructura principial de la norma del art. 21.1 LF--que requiere del Estado que dote a los partidos políticos de los medios financieros suficientes para permitir su funcionamiento eficaz se encuentra limitada por la función atribuida a aquellos por el citado art. 21.1 LF. El primero de dichos límites es el que se ha denominado límite superior relativo, en base al que la cuantía de la financiación pública conferida a los partidos políticos—que ha de regular el legislador—encuentra su límite en los recursos de 219 Véase en ese sentido ARNIM, Hans Herbert von (edit.), Reform der Parteiendemokratie, Duncker & Humblot, Berlín, 2003, en el que se recogen diferentes posiciones doctrinales sobre la cuestión de la financiación de los partidos en el seno del Estado democrático. También puede consultarse en la doctrina española GONZÁLEZ-VARAS IBAÑEZ, Santiago La financiación de los partidos políticos en Alemania tras la Sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de abril de 1992, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 36, 1992, pág. 299 y ss. 220 Debe dejarse aquí constancia de que, conforme a la jurisprudencia reiterada del Tribunal Constitucional Federal, los partidos políticos adquieren la consideración de órganos constitucionales, véanse las BVerfGE 1, 208 (225); BVerfGE 20, 56 (100); BVerfGE 73, 40 (85). Véase también en este sentido el trabajo de MORLOK, Martin, La regulación jurídica de la financiación de los partidos en Alemania, Teoría y Realidad Constitucional, Nº 6, 2000, pág. 43 y ss. 221 La inclusión de esta Sentencia en el presente trabajo trata de exponer, entre otras cosas, la dimensión objetiva del derecho fundamental del art. 21.1 LF, completando el análisis que ofrece la Sentencia de ilegalización del NPD, anteriormente comentada, que intentó poner de manifiesto el significado de la dimensión subjetiva contenida en dicho enunciado iusfundamental. naturaleza privada que son capaces de recabar por sí mismos. Esta exigencia de que la financiación pública no pueda exceder de la financiación privada de los partidos políticos—aunque no tiene que suponer necesariamente una igualación de la misma según el Bundesverfassungsgericht—222 la deriva, de una manera coherente, de la función de los partidos como órganos de libre fundación social, sirvientes a la canalización de la voluntad política de la comunidad al resto de los órganos del Estado (B I 3).223 Esta función de los partidos se vería en peligro cuando una excesiva financiación estatal les exonerara de preocuparse por el apoyo financiero a sus actividades por parte de los ciudadanos que lo apoyan, desvinculándose así de su sustrato social y transitando hacia a una dependencia estatal (B I 3).224 Esto es lo que permite explicar, asimismo, que el Tribunal Constitucional Federal haya reputado como inconstitucional el denominado impuesto base fijado por el legislador, conforme al cual se atribuye a los partidos un 6 % más de las subvenciones otorgadas por el Estado en concepto de gastos de campaña, puesto que dicho importe base se confiere al margen de la raigambre social del partido (B I 5 a). Es precisamente en el marco de la determinación de este límite superior relativo donde el Tribunal expone el primero de los cambios en su doctrina al amparo también de la función atribuida constitucionalmente a los partidos. Frente a lo reconocido hasta ese momento,225 el Tribunal Constitucional Federal entiende que es admisible desde un punto de vista constitucional que el legislador democrático pueda optar por otorgar a los partidos una subvención más allá de los gastos necesarios para una campaña electoral adecuada (C I 2 a). Esta cláusula, que había venido siendo empleada hasta el momento por el Tribunal Constitucional Federal –y que se encuentra contenida también en la normativa impugnada en el presente procedimiento– en orden a precisar el límite de las partidas que podía integrar el 222 C I 4 b. En efecto, el Tribunal Constitucional Federal afirma que una cosa es que la financiación privada suponga el límite de la financiación pública y otra cosa enteramente distinta es que el aumento de la financiación privada de los partidos tenga que venir acompañada de una subida de la financiación pública. Según el Tribunal Constitucional Federal, el Estado sólo debe limitarse a lo indispensable para el mantenimiento de la funcionalidad de los partidos y no puede ser aportado por estos mismos (C I 4 b). 223 Doctrina ya consolidada en la Sentencia Parteifinanzierung I, BVerfGE 20, 56 (101). 224 BVerfGE 73, 40 (86) 225 BVerfGE 20, 56 (113 y ss.) contenido de la financiación pública, resulta del todo compatible con la atribución de una cuantía adicional para financiar al partido durante su funcionamiento ordinario, y no sólo cuando concurre a las elecciones. 226 Y es que, como señala el Bundesverfassungsgericht, la función que se atribuye por el art. 21.1 LF a los partidos, de canalización de las expectativas sociales hacia el Estado, no se ejerce únicamente durante el periodo electoral, sino que se desempeña en todo momento, intentando captar la voluntad social durante su funcionamiento ordinario y creando un estado de opinión pública.227 Por ello, la concesión de esta cuantía, aunque no se ha reconocido por el legislador, podría resultar más compatible con la función del art. 21.1 LF. En segundo lugar, la función constitucionalmente atribuida a los partidos políticos tiene también que limitar, según el Tribunal Constitucional Federal, lo que el legislador ha calificado como subvenciones estatales en concepto de igualdad de oportunidades, cuestión que ha sido objeto de impugnación en el procedimiento.228 Este tipo de subvenciones pretenden compensar la distorsión competencial ocasionada entre los partidos políticos como consecuencia de los privilegios fiscales legalmente reconocidos a las cuotas de sus militantes y a las donaciones efectuadas (A I 2). Sin embargo, el Bundesverfassungsgericht aboga por su inconstitucionalidad al distorsionar la competencia entre los partidos, dificultándose así el adecuado ejercicio de la función que les reconoce el art. 21.1 LF. Tratando de justificar dicha consecuencia, ln Tribunal Constitucional Federal deja claro que el principio de igualdad consustancial al principio democrático es de naturaleza formal y no material (B I 5 b). Por ello, el legislador no puede falsear la situación de preeminencia que puede haber previamente entre los partidos,229 siendo sólo admisible la subvención 226 Esta interpretación había sido mantenida, sin embargo, en la BVerfGE 20, 56 por el voto particular del magistrado Böckenförde. En la Sentencia ahora comentada dicha doctrina conforma la mayoría de la Sala. En otro sentido, esta misma Sentencia pone de manifiesto que el legislador tampoco tiene la obligación de cuantificar dentro del concepto de financiación pública las desgravaciones fiscales a las que se encuentran sometidas las cuotas de los afiliados de los partidos y las donaciones realizadas a los mismos (C I 4 a). 227 Véase en ese sentido sobre esta doctrina más extensamente la BVerfGE 107, 339, sobre la ilegalización del NPD, recogida en el presente trabajo. 228 Véase LANFIELD, Chistine, Parteifinanzierung: Das Urteil des Bundesvefassungsgerichts vom 9. April 1992, Zeischrift für Parlamentsfragen, Nº 23, 1992, pág. 19 y ss. En la doctrina española FERNÁNDEZ RIVAS, Yolanda, Igualdad de oportunidades y financiación de los partidos políticos en Alemania en GARCIA HERRERA, Miguel Ángel (coord.), Constitución y democracia: 25 años de Constitución democrática en España, tomo I, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2005, pág. 559 y ss. 229 BVerfGE 73, 40 (89) y BVerfGE 78, 350 (358). en concepto de igualdad de oportunidades para compensar las distorsiones inaceptables desde un punto de vista constitucional (B I 5b). El Tribunal Constitucional Federal achaca al legislador haber contribuido a aumentar tales distorsiones, como consecuencia de la posibilidad reconocida a los contribuyentes de deducir fiscalmente las cuotas y las donaciones hasta 60.000 marcos en el caso de la tributación individual ,y 120.000 en el supuesto de tributación conjunta. En efecto, a pesar de que la deducción fiscal de las cuotas—por su escasa cuantía—se encuentra a disposición de la gran mayoría de la población, siendo por ello constitucional,230 las deducciones por donaciones sólo son accesibles para los contribuyentes más acaudalados. Por ello se acaba favoreciendo todavía más a los partidos mayoritarios, que más influencia tienen sobre la población con altos ingresos (B III 1);231 siendo agravado ello todavía más por el hecho de que la ley permita la deducción fiscal de las donaciones realizadas por personas jurídicas. En contra de la doctrina seguida hasta ese momento,232 el Tribunal Constitucional Federal, entiende que esto puede acabar permitiendo a las personas físicas que se encuentran tras ellas el ejercicio de una doble influencia sobre la actividad de los partidos (B III a). En tercer lugar, la función constitucionalmente atribuida a los partidos limita el denominado legalmente límite publicitario, conforme al cual aquéllos sólo tienen el deber de informar sobre el origen de sus donaciones cuando su importe exceda la cuantía de 40.000 marcos. Este límite se deriva del art. 21.1 LF, que dispone que los partidos han de dar cuenta públicamente de la procedencia y uso de sus recursos. A juicio del Tribunal Constitucional, la citada disposición tiene como función informar a los electores sobre las fuerzas que pueden ser empleadas para obtener influencia política (B III a).233 De esta forma, puede ser compatible con el art. 21.2 LF que el legislador excepcione el deber de publicidad en las cuantías no susceptibles de provocar tal influencia, lo que, para el Tribunal Constitucional no sucede con el límite 230 BVerfGE 52, 63 (91). 231 BVerfGE 8, 51 (65 y ss.); BVerfGE 24, 300 (357 y ss.); BVerfGE 52, 63 (88 y ss.); BVerfGE 73, 40 (89). Véase al respecto en la doctrina NASSMACHER, Karl Heinz, Parteienfinanzierung in der Bewährung, Aus Politik und Zeitgeschichte, Nº 16, 2000, pág. 15 y ss. 232 Por medio del denominado Parteispenden Urteil, BVerfGE 73, 40. 233 BVerfGE 24, 300 (356). publicitario tan elevado dispuesto en la ley de 40.000 marcos (B III 3 y 4).234 Por ello, entiende que es inconstitucional. 234 Véase en ese sentido la BVerfGE 24, 300, Wahlkampfkostenpauschale. BVerfGE 85, 264 – Financiación de partidos políticos II Sentencia de la Sala Segunda de 9 de abril de 1992 Directrices 1. La libertad de los partidos frente a injerencias estatales contemplada en la Ley Fundamental no exige únicamente que se garantice su independencia frente al Estado, sino también que los partidos conserven su carácter de grupos libremente constituidos enraizados en el ámbito socio-político (vid. BVerfGE 20, 56 [101]). 2. En contra de la interpretación hasta el momento mantenida por la Sala, el Estado no está constitucionalmente impedido para conceder a los partidos medios destinados a la financiación de las actividades generales que les atribuye la Ley Fundamental. El principio de libertad frente a la injerencia estatal sólo autoriza, no obstante, a una financiación parcial de la actividad general de los partidos políticos con medios estatales. Aquel principio se ve lesionado por la concesión de subvenciones económicas cuando con ellas los partidos se ven exonerados de la necesidad de ocuparse del apoyo económico a sus actividades por parte de sus miembros y los ciudadanos que los apoyan. a) El volumen total de estas subvenciones estatales a un partido no puede superar la suma de los ingresos que genera por sí mismo (vid. el § 24 párr. 2 núm. 1 a 4 y 8 PartG) (“límite superior relativo”). b) La cuantía de los medios financieros procedentes del erario público entregada a los partidos en los años 1989 a 1992 debe considerarse suficiente, en tanto la situación existente no experimente cambios decisivos. El importe resultante de estas subvenciones como valor medio para un año supone el volumen total de medios estatales que pueden ser entregados a los partidos en último término por la Federación y los Estados federados en conjunto (“límite superior absoluto”). c) El resultado que un partido obtenga por los votos de sus electores, por las cuotas de sus militantes, así como por el importe de las donaciones que consiga, debe tenerse en cuenta en un porcentaje que ha de determinar en cualquier caso el legislador en concreto, en cuya atención se han de repartir entre los partidos los medios estatales puestos a disposición. 3. La normativa de la igualdad de oportunidades que se contiene en el § 22a párr. 2 PartG no es compatible con el derecho de los partidos políticos a la igualdad de oportunidades en la contienda política, recogido en el art. 21 párr. 1 y en el art. 3 párr. 1 LF (apartándose parcialmente de la BVerfGE 73, 40). 4. Se ha marcado un límite constitucional al favorecimiento fiscal admisible de las cuotas y de las donaciones a partidos políticos allí donde alcanza una cuantía que es apropiada para cambiar la posición competitiva previa entre los partidos de forma relevante. Este límite no se alcanza cuando el favorecimiento fiscal puede ser empleado por la mayoría de los obligados tributarios de la misma forma. 5. El favorecimiento fiscal de las donaciones a realizadas a los partidos por diferentes entidades provoca, en vista del derecho del ciudadano a la participación igual en la formación de la voluntad política, reparos jurídico-constitucionales radicales (discrepancia respecto de la BVerfGE 73, 40). 6. La determinación del llamado límite publicitario en el § 25 párr. 2 PartG en 40.000 marcos alemanes lesiona el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. En el procedimiento relativo a las solicitudes de que se declare que los oponentes han infringido, por medio de la Quinta Ley de Reforma de la Ley de Partidos y de otras Leyes de 22 de diciembre de 1988 (BOF I p. 2615), el artículo 21 de la Ley Fundamental y el artículo 3 de la Ley Fundamental, 1, al haber modificado en el artículo 1 número 4 la igualdad de oportunidades de acuerdo con el § 22a de la Ley de Partidos, fijando una equiparación separada de oportunidades para donaciones y cuotas, 2. al haber dado lugar a la introducción de un importe base por medio del artículo 1 número 1 letra d), sin diferenciar entre aquellos partidos cuyo campo político de actividad se extiende a todo el territorio federal y aquellos otros en los que no es ése el caso, 3. al haber fijado por medio del artículo 1 número 7 el límite de publicidad por donaciones en 40 000,00 marcos alemanes, y 4. al haber fijado por medio del artículo 4 número 1 y del artículo 5 número 1, la deducción fiscal de las cuotas y donaciones realizadas a partidos políticos hasta una cuantía de 60 000,00 marcos alemanes o 120 000,00 marcos alemanes, recurrente: partido federal LOS VERDES, ... , oponentes: 1. El Parlamento Federal alemán, ... , 2. El Consejo Federal, ... . Fallo: El Parlamento Federal y el Consejo Federal han lesionado los derechos del demandante regulados en el artículo 21 párrafo 1 y artículo 3 párrafo 1 de la Ley Fundamental, a) por medio de la disposición adoptada en el § 18 párrafo 6 inciso 1 de la Ley de Partidos, en la redacción del artículo 1 número 1 letra d) de la Quinta Ley de Modificación de la Ley de Partidos y de otras Leyes, de 22 de diciembre de 1988 (BOF I p. 2615), conforme a la cual los partidos reciben un importe base en las elecciones al Parlamento Federal, adicionalmente a los gastos globales de la campaña electoral, de acuerdo con el § 18 párrafo 1 inciso 2 de la Ley de Partidos, b) por medio de la normativa de la igualdad de oportunidades recogida en el § 22a párrafo 2 de la Ley de Partidos, en la redacción del artículo 1 número 4 letra a) de la Ley mencionada en a), c) por medio de la disposición contenida en el § 25 párrafo 2 de la Ley de Partidos, en la redacción del artículo 1 número 7 de la Ley mencionada en a), conforme a la cual las donaciones sólo se han de recoger en el informe de cuentas con indicación del nombre y de la dirección del donante cuando su valor total en un año natural (ejercicio económico) supere los 40.000 marcos alemanes, y d) por medio de la normativa adoptada en el § 10b de la Ley reguladora del Impuesto sobre la Renta y en el § 9 número 3 letra b) de la Ley reguladora del Impuesto de Sociedades, en la redacción del artículo 4 número 1 y del artículo 5 número 1 de la Ley mencionada en a), conforme a la cual las cuotas y las donaciones realizadas a partidos políticos hasta una cuantía de un total de 60.000 marcos alemanes – en el caso de tributación conjunta de los cónyuges hasta una cuantía de un total de 120.000 marcos alemanes – son deducibles en el año natural. Fundamentos: A. El conflicto entre órganos constitucionales se refiere a la cuestión relativa a si la nueva normativa que entró en vigor por medio de la Quinta Ley de Modificación de la Ley de Partidos y de otras Leyes el 1 de enero de 1989, en tanto regula de otra forma el cálculo de la igualdad de oportunidades (§ 22a párr. 2 PartG), introduce una cuantía mínima (§ 18 párr. 6 PartG), eleva el límite publicitario de la publicidad de las donaciones realizadas a partidos (§ 25 párr. 2 PartG) y la deducibilidad fiscal de las cuotas y donaciones a los mismos (§ 10b EStG, § 9 núm. 3 KStG 235), lesiona los derechos constitucionales del recurrente, porque es incompatible tanto con el art. 21 párr. 1 como con el art. 3 párr. 1 LF. I. Por medio de la Quinta Ley de Modificación de la Ley de Partidos y de otras Leyes, de 22 de diciembre de 1988 (BOF I p. 2615 – en adelante: Ley de Modificación, [ÄndG]), el legislador federal ha modificado una serie de disposiciones que afectan a la financiación de los partidos políticos y las ha completado con nuevas normas. La modificación tuvo básicamente su origen en la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal de 14 de julio de 1986 (BVerfGE 73, 40), en la que el Tribunal declaró en parte inconstitucionales las disposiciones relativas a la deducibilidad fiscal de los gastos para el fomento de fines político-estatales. Son objeto de este procedimiento las siguientes disposiciones de la Ley de Modificación: 1. Por medio del art. 1 núm. 1 letra d) ÄndG se introdujo una cuantía mínima en la Ley de Partidos (§ 18 párr. 6 PartG) que conforme al § 18 párr. 1 inciso 2 PartG es parte, junto con los gastos globales de la campaña electoral, de los gastos de la campaña electoral que el Estado indemniza a los partidos. El § 18 PartG, en la redacción de la publicación de la Ley de Partidos de 3 de marzo de 1989 (BOF I p. 327), dice lo siguiente, en lo que respecta a lo que resulta significativo para el presente procedimiento: "(1) Se ha de indemnizar a los partidos que hayan participado en las elecciones al Parlamento Federal con una propuesta electoral propia, en los gastos necesarios para una campaña electoral adecuada. Los gastos de la campaña electoral incluyen una cuantía global de 5,00 marcos alemanes por cada elector en esas elecciones al Parlamento Federal (gastos globales de la campaña electoral) y el importe base de acuerdo con el párrafo 6. (6) Los partidos que hayan obtenido al menos el 2 por ciento de los votos escrutados válidamente emitidos en la circunscripción electoral reciben en las 235 N. e. Ley del impuesto de sociedades (Körperschaftsteuergesetz). elecciones al Parlamento Federal, además de la cuantía global de acuerdo con el párrafo 1, un importe base consistente en una cuantía del 6 por ciento de la cantidad fijada en el párrafo 1. El importe base no puede superar en cada partido el 80 por ciento de su porcentaje en la cuantía global de los gastos de la campaña electoral (párrafo 3). (7) La suma del reembolso procedente del erario público por los gastos de la campaña electoral correspondiente, no podrá sobrepasar los ingresos totales de un partido, de acuerdo con el § 24 párr. 2 núm. 1 bis 5 y 8, en el segundo año natural tras la indemnización por los costes de la campaña electoral al Parlamento Federal y en los tres años naturales anteriores a ese año. Los importes indemnizatorios que superen este límite se han de deducir del pago de los correspondientes siguientes reembolsos” La disposición transitoria del § 39 párr. 2 PartG (art. 1 núm. 9 ÄndG) prevé que el importe base, de acuerdo con el § 18 párr. 6 PartG, ascienda al 3% para las elecciones al 12º Parlamento Federal. 2. El art. 1 núm. 4 letra a) ÄndG modificó, por medio de la nueva redacción del § 22a párr. 2 PartG, el procedimiento de cálculo en relación con la igualdad de oportunidades que se empleaba desde 1984. La igualdad de oportunidades fomentada por el erario público a los partidos, entre otros, pretende compensar las distorsiones de la competencia ocasionadas entre partidos por los privilegios fiscales a las contribuciones y donaciones (vid. BVerfGE 73, 40 [78, 89]). La nueva normativa de la igualdad de oportunidades en el § 22a párr. 2 PartG conduce, sobre todo, a que en adelante, en primer lugar, se lleve a cabo un cálculo igualitario específico, para las aportaciones en relación al número de militantes del partido y para las donaciones teniendo en cuenta la cuantía de los segundos votos alcanzados, y después se pague la media aritmética del resultado de ambos cálculos – con el límite, como máximo el 10% de la suma total que corresponde a un partido de los gastos a indemnizar de la campaña electoral -. El § 22a PartG establece, en la redacción de la publicación de la Ley de Partidos de 3 de marzo de 1989 (BOF I. p. 327): "Cálculo y pago de la igualdad de oportunidades (1) Los partidos que, de acuerdo con el resultado electoral definitivo de las últimas elecciones al Parlamento Federal anteriores al día 31 de diciembre (día de vencimiento), hayan obtenido al menos el 0,5 por ciento de los segundos votos válidamente emitidos en la circunscripción electoral, reciben anualmente una cantidad en concepto de igualdad de oportunidades. (2) La igualdad de oportunidades se calcula de la forma siguiente: para cada partido que en las últimas elecciones al Parlamento Federal, antes del día de vencimiento, hayan obtenido al menos el 5 por ciento de los segundos votos válidamente emitidos en la circunscripción electoral, se fijan cuantías de partida por una cantidad del 40 por ciento de la cuantía total de las cuotas de los militantes declaradas en el informe de cuentas (§ 24) del año natural anterior, dividido entre el número de los miembros declarados en el mismo informe de cuentas, así como de las donaciones, divididas entre el número de los segundos votos válidamente emitidos a favor del partido. La cuantía de partida más alta se multiplica por cuatro con el número de los miembros, esto es, de los segundos votos válidamente emitidos a favor del partido en cuestión en el sentido del párrafo 1. Las diferencias resultantes de ambos cálculos entre el resultado conforme al inciso 2 y el 40 por ciento de la cuantía total de las cuotas de los miembros y las donaciones que se hacen a un partido, en el sentido del inciso 1, se suman y se dividen entre dos, dando como resultado la cuantía a pagar a cada partido en concepto de equiparación de oportunidades. Esta cuantía no debe superar el 10 por ciento de la suma total de los gastos de la campaña electoral, que se han de indemnizar según el resultado de las elecciones anteriores a los partidos con derecho a ello. (3) Los importes de la igualdad de oportunidades son establecidas por el presidente del Parlamento Federal y se pagan antes del 60º día natural del año natural siguiente al día de vencimiento. (4) El presidente del Parlamento Federal comunica a los partidos por escrito los importes. (5) Los importes de la igualdad de oportunidades se pagan por primera vez para el ejercicio económico de 1984. (6) Ante cambios en la estructura y cuantía de la igualdad de oportunidades se aplica el § 18 párr. 8 en lo que corresponda." En vista del nuevo procedimiento de cálculo en la igualdad de oportunidades, por medio del art. 1 núm. 5 letra b) ÄndG se obligó a la mesa directiva, en el § 23 párr. 1 inciso 2 PartG, a registrar también el número de los miembros obligados a cotizar al final del año natural en el informe de cuentas (vid. también el § 24 párr. 6 PartG en la redacción del art. 1 núm. 6 letra a) ÄndG). En el § 27 párr. 1 PartG se dio una nueva redacción a la definición del concepto de cuotas y de donaciones en el informe de cuentas (art. 1 núm. 8 ÄndG): "Las cuotas de los miembros y otras cuantías periódicas similares en el sentido del § 24 párr. 1 núm. 1 son únicamente aquellas prestaciones dinerarias que un miembro satisface con base en los preceptos estatutarios. Los pagos adicionales, en especial también las cuotas de entrada, las cuotas especiales y colectas, han de registrarse como donaciones“. Como disposición transitoria a la nueva igualdad de oportunidades prevé el § 39 párr. 1 PartG (art. 1 núm. 9 ÄndG) que para los ejercicios económicos de 1987 y 1988 los partidos pueden solicitar los pagos de acuerdo con el § 22a párr. 2 PartG en su anterior redacción (en todo caso limitados a un máximo del 10% de la indemnización de los gastos de la anterior campaña electoral), para los cuales la nueva forma de cálculo de la igualdad de oportunidades conduciría a menores cuantías a pagar. 3. El art. 1 núm. 7 ÄndG ha modificado el § 25 párr. 2 PartG; este precepto obligaba a los partidos a registrar en el informe de cuentas las donaciones dirigidas a él, o a una o varias de sus asociaciones territoriales, cuyo valor conjunto supere en el ejercicio económico los 20.000 marcos alemanes, con indicación del nombre y la dirección del donante, así como de la cuantía total de la donación. Este llamado “límite publicitario” se elevó a 40.000 marcos alemanes. 4. La Ley de Modificación, además, ha dado una nueva redacción a la deducibilidad fiscal de las cuotas de los miembros y de las donaciones realizadas a partidos políticos en la normativa del impuesto sobre la renta y del impuesto sobre sociedades, limitándolas, en particular, a 60.000 marcos alemanes y, en caso de declaración conjunta de los cónyuges, a un total de 120.000 marcos alemanes. a) El art. 4 núm. 1 ÄndG ha redactado de nuevo el § 10b EStG, quedando de la forma siguiente: “Objetivos favorecidos fiscalmente (1) Los pagos destinados al fomento de fines caritativos, eclesiásticos, religiosos, científicos y otros de interés social reconocidos como especialmente merecedores de fomento son deducibles hasta una cuantía de un total del 5 por ciento de la cuantía total de los ingresos o del 2 por mil de la suma de la cifra de negocio y de los sueldos y salarios empleados en el año natural en concepto de gastos extraordinarios. Para fines científicos y culturales reconocidos como especialmente merecedores de fomento se eleva el porcentaje del 5 en otro 5 por ciento más. (2) Las cuotas de los miembros y las donaciones a partidos políticos en el sentido del § 2 de la Ley de Partidos son deducibles hasta una cuantía de un total de 60.000 marcos alemanes y, en el caso de declaración conjunta de los cónyuges, hasta una cuantía de un total de 120.000 marcos alemanes en el año natural. Pueden deducirse sólo en concepto de gastos extraordinarios cuando no se les haya otorgado una desgravación fiscal de acuerdo con el § 34 g. Las donaciones a un partido o a una o varias de sus asociaciones territoriales cuyo valor total en el año natural supere los 40.000 marcos alemanes sólo pueden deducirse cuando hayan sido registradas en el informe de cuentas, según lo dispuesto en el § 25 párr. 2 de la Ley de Partidos. (3) Como pagos en el sentido de este precepto también vale el empleo de bienes con la excepción de aprovechamientos y servicios. Si el bien inmediatamente antes de su utilización ha sido extraído de un patrimonio empresarial, no puede sobrepasarse en la comunicación de la cuantía de la entrega el valor atribuido en la retirada de dinero. En todos los demás casos la cuantía de la entrega se determina de acuerdo con el valor común del bien atribuido”. La disposición transitoria del § 52 párr. 13 b EStG (art. 4 núm. 3 letra a) ÄndG) prevé que el nuevo límite superior de la deducibilidad de las cuotas de los miembros y de las donaciones se aplicará sólo a partir del período impositivo del año 1989. b) El art. 5 núm. 1 ÄndG ha sido nuevamente redactado por el § 9 núm. 3 KStG, quedando de la forma siguiente: "También son gastos deducibles: ... 3. a reserva de lo dispuesto por el § 8 párr. 3 a) Los pagos para el fomento de fines caritativos, eclesiásticos, religiosos y económicos y otros de interés social reconocidos como especialmente merecedores de fomento hasta la cuantía de un total del 5 por ciento de los ingresos o del 2 por mil de la suma de la cifra de negocio y de los sueldos y salarios empleados en el año natural en concepto de gastos extraordinarios. Para fines científicos y culturales reconocidos como especialmente merecedores de fomento se eleva el porcentaje del 5 en otro 5 por ciento más; b) Las donaciones a partidos políticos en el sentido del § 2 de la Ley de Partidos hasta una cuantía de 60.000 marcos alemanes. Las donaciones a un partido o a una o varias de sus asociaciones territoriales, cuyo valor total en el año natural supere los 40.000 marcos alemanes, sólo pueden deducirse cuando hayan sido registradas en el informe de cuentas según lo dispuesto en el § 25 párr. 2 de la Ley de Partidos; c) las aportaciones y donaciones a asociaciones que no sean partidos, hasta una cuantía total de 1.200 marcos alemanes en el año natural, cuando aa) el objetivo de la asociación se oriente exclusivamente a colaborar en la formación de la voluntad política mediante la participación con propuestas electorales propias en las elecciones a nivel federal, estatal o municipal, y bb) la asociación a nivel federal, estatal o municipal en las últimas elecciones haya obtenido al menos un representante o haya probado a las autoridades electorales competentes o al órgano electoral competente que quiere participar con una propuesta electoral propia a nivel federal, estatal o municipal en las próximas elecciones. Si la asociación no toma parte en las próximas elecciones, sólo son deducibles las cuotas y las donaciones facilitadas hasta el día de las elecciones. Las cuotas y las donaciones realizadas a la asociación son de nuevo deducibles sólo cuando haya participado con una propuesta electoral propia en unas elecciones posteriores. La deducción se limita a las cuotas y a las donaciones que se realicen tras el inicio del año en el que tienen lugar las elecciones. Como ingreso en el sentido de este precepto se entiende el ingreso realizado antes de las deducciones de las entregas descritas en las letras a) a c) y en el § 10 d de la Ley reguladora del Impuesto sobre la Renta. Como pago en el sentido de este precepto también vale el empleo de bienes con la excepción de aprovechamientos y servicios. El valor del pago se ha determinar de acuerdo con el § 6 párr. 1 núm. 4 incisos 1 y 2 de la Ley reguladora del Impuesto sobre la Renta“. También el § 9 núm. 3 KStG se aplica, de acuerdo con el § 54 párr. 5 KStG (art. 5 núm. 2 letra a) ÄndG) en su nueva redacción, por primera vez en el período impositivo de 1989. II. El recurrente, el partido federal LOS VERDES, ha solicitado mediante escrito presentado el 26 de junio de 1989 ante el Tribunal Constitucional Federal: Que el Tribunal Constitucional Federal constate que el Parlamento Federal y el Consejo Federal, por medio de la Quinta Ley de Modificación de la Ley de Partidos y de otras leyes de 22 de diciembre de 1988 (BOF I p. 2615), han infringido el art. 21 LF y el art. 3 LF, 1. al modificar en el artículo 1 núm. 4 la equiparación de oportunidades de acuerdo con el § 22 a de la Ley de Partidos, e introducir una equiparación de oportunidades separada para las donaciones y para las cuotas de los miembros, 2. al establecer en el artículo 1 núm. 1 letra d) la introducción de un importe base, sin diferenciar entre aquellos partidos cuyo campo político de actividad se extiende a todo el territorio federal y aquellos en los que no es éste el caso, 3. al fijar en el artículo 1 núm. 7 el límite publicitario para donaciones en 40.000,00 marcos alemanes, 4. al fijar en el artículo 4 núm. 1 y en el artículo 5 núm. 1 la deducibilidad fiscal de las cuotas de miembros y de las donaciones a partidos políticos hasta una cuantía de 60 000,00 marcos alemanes, o bien de 120 000,00 marcos alemanes. En lo que respecta a la fundamentación el recurrente señala esencialmente lo siguiente: La aprobación de los preceptos impugnados perjudica el estatus jurídico-constitucional que le garantiza el art. 21 párr. 1 LF en su condición de partido político y lesiona sus derechos constitucionales a la libertad frente a las injerencias estatales y a la igualdad de oportunidades. 1. Por medio de la igualdad de oportunidades regulada nuevamente se lesiona el derecho del recurrente a la libertad de partidos, el mandato democrático de transparencia y su derecho a la igualdad de oportunidades. a) La libertad de los partidos frente a las injerencias estatales se ve perjudicada debido a que el nuevo § 22 a párr. 2 PartG prevé una igualdad de oportunidades separada para las cuotas. Ahora bien, las cuotas de los militantes se subvencionarían fiscalmente como donaciones. La función de su subvención estatal, sin embargo, es distinta que la de las donaciones. En la decisión de convertirse en partido político con seguridad no juega ningún papel la deducibilidad de las cuotas de militante. La influencia personal por medio de donativos económicos no se consigue con las cuotas de militante, sino con las donaciones. La cuantía de la cuota de miembro es más un indicio de compromiso político que del deseo de conseguir influencia política. La subvención de las cuotas como militante fomenta en todo caso el compromiso personal del ciudadano con el partido y promueve el proceso democrático de formación de la voluntad y la libertad de los partidos frente al Estado. El Derecho tributario subvenciona así un comportamiento social y político ilimitadamente deseable. Una igualdad de oportunidades en este ámbito no está justificada. Antes bien, es apropiada para eliminar la dependencia del aparato del partido respecto de sus miembros, y reducir el significado de los estos comprometidos en su financiación, y de esta forma la política del partido. Con ello también es apropiado para poner al partido en gran medida en manos del Estado e impedir el proceso de formación de su voluntad de abajo hacia arriba. b) La igualdad de oportunidades lesiona además el mandato de transparencia que resulta del art. 20 LF. Se ha faltado ya en el procedimiento legislativo a la obligada participación de la opinión pública en la modificación de las disposiciones relativas a la financiación de los partidos. Además, el § 22 a párr. 2 PartG, frente a la opinión que genera hacia el exterior de que la nueva normativa equipararía las distintas oportunidades de los partidos políticos en perjuicio de un partido favorecido desproporcionadamente por exceso, funciona en sus resultados como un segundo importe base, puesto que todos los partidos reciben subvenciones estatales. Además, la nueva configuración de la igualdad de oportunidades tiene como consecuencia que la cuantía de las prestaciones que reciben los partidos en su conjunto, y los partidos en concreto, se disocian todavía más del compromiso de sus miembros, de los resultados de las próximas elecciones e incluso de la cuantía de las donaciones públicas. La financiación de partidos puede influenciarse de manera nada despreciable con medidas contables y estadísticas. Así, no se recoge en ninguna parte cómo se puede comprobar con fiabilidad el número de miembros de hecho que posee un partido. También suscita reparos el que el § 22a párr. 2 en relación con el § 24 párr. 6 PartG se refiera únicamente a los miembros obligados al pago de cuotas en función de su capacidad económica. c) El derecho del recurrente a la igualdad de oportunidades se lesiona por el hecho de que el § 22a párr. 2 PartG no atiende a los miembros del partido no obligados al pago de cuotas. Ahora bien, es correcto que estos miembros del partido tampoco sean beneficiarios de una desgravación fiscal; en la equiparación de oportunidades de los miembros, sin embargo, ha de tenerse en cuenta el punto de vista de la fuerza de los partidos. Además no está justificado atender también en la igualdad de oportunidades a los miembros del partido que aunque están obligados al pago de cuotas, sin embargo no pagaron ninguna, al contrario de lo que puede suceder con aquellos miembros del partido que pueden estar legalmente libres del pago. Por último, el derecho del recurrente a la igualdad de oportunidades también se lesiona por el hecho de que en las deliberaciones de la ley ha sido conocido que en el caso del recurrente, al contrario que otros partidos, las cuotas de los miembros del grupo se contabilizan como donaciones, que suministran aproximadamente el 50% del conjunto de donaciones recibidas por el recurrente. 2. El nuevo importe base introducido por el § 18 párr. 6 PartG es, como tal, conforme a la Constitución. Ahora bien, en abstracto no puede ordenarse en la indemnización de los gastos de la campaña electoral, aunque el importe base constituye un caso de financiación estatal de partidos permitida. Atiende, con justicia, a que para todos los partidos la campaña electoral se ha convertido en un gasto permanente y es todavía más difícil distinguirla, por ello, de otros gastos del partido, como ha sido el caso en el pasado. Al pagarse el importe base en la misma cuantía a todos los partidos con derecho a ello, entre ellos también a los que sólo están activos a nivel estatal, se lesiona el derecho del recurrente a la igualdad de oportunidades. La cuantía de los gastos de una organización de partido capaz de funcionar se encuentra en estrecha relación con la extensión espacial del territorio en el que el partido político desarrolla su actividad, y con el porcentaje de ciudadanos a los que se dirige. Los gastos fijos de un partido que legalmente limita su ámbito de actividad a un sólo Estado federal o que excluye un determinado territorio de su ámbito de actividad, son menores que los de los partidos que – como el recurrente – están activos en todo el territorio federal. También es inconstitucional pagar el importe base sólo a los partidos que han conseguido al menos el 2% de los votos escrutados válidamente emitidos en la circunscripción electoral. Los presupuestos para la concesión del importe base no deben fijarse en un porcentaje más alto que el que el Tribunal Constitucional Federal, con el porcentaje de los votos emitidos de como máximo el 0,5%, ha considerado admisible como presupuesto de la pretensión de la cuantía global de los gastos de la campaña electoral. 3. La fijación del llamado límite publicitario en el § 25 párr. 2 PartG en adelante a 40.000 marcos alemanes infringe el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Un único límite publicitario, en vista de la distinta estructura de partidos existente, no puede hacer justicia al objetivo de este mandato constitucional. Además hay que atender a que – a diferencia de por ejemplo lo que ocurre en el ámbito federal de un partido – en las subdivisiones locales de los partidos ya una donación de 20.000 marcos alemanes puede permitir ejercer una importante influencia política. 4. Por medio de la concreción de la deducibilidad fiscal de las donaciones, de acuerdo con el § 10b EStG y con el § 9 núm. 3 KStG, en 60.000 marcos alemanes, o en caso de declaración conjunta de los cónyuges en 120.000 marcos alemanes, el recurrente aparece lesionado en su derecho a la igualdad de oportunidades. En su sentencia de 14 de junio de 1986 (BVerfGE 73, 40 [84]) el Tribunal Constitucional Federal ha considerado incompatible con el derecho del ciudadano a la participación en el proceso político en condiciones de igualdad la orientación de la normativa de los privilegios fiscales a un determinado porcentaje de los ingresos a gravar. Frente a la interpretación mantenida por el Tribunal Constitucional Federal, esta lesión de la igualdad no puede ser subsanada por medio de la normativa de la igualdad de oportunidades. También la cuantía máxima ahora fija en 60.000 marcos alemanes, y en caso de declaración conjunta de los cónyuges en 120.000 marcos alemanes, para la deducibilidad fiscal de las donaciones realizadas a los partidos políticos beneficia al perceptor de altos ingresos de forma injustificada. La cuantía se corresponde a más del doble de la remuneración neta media de un trabajador en la República Federal. Esta lesión del principio de la igualdad de los ciudadanos tiene como contrapartida y consecuencia también una lesión del principio de igualdad de oportunidades de los partidos. Pues los partidos se dirigen, debido a su programa, a distintas capas sociales en diferente medida. En particular, los seguidores del recurrente se encuentran fundamentalmente en los grupos sociales de ingresos bajos o en todo caso medios. Para los perceptores de tales ingresos las desgravaciones fiscales impugnadas no motivan en ningún caso una donación. Cuando, como ocurre aquí, por medio de las desgravaciones fiscales se fomenta adicionalmente la disposición a donar de los círculos sociales más favorecidos, deben adoptarse medidas de complemento también para las otras capas de la población. Esto no ha ocurrido. III. En el conflicto entre órganos constitucionales se han manifestado el Parlamento Federal y el Partido Socialdemócrata alemán (SPD). 1. El Parlamento Federal considera que la solicitud es básicamente admisible; sin embargo, carecería de fundamento: a) La nueva redacción de la normativa de igualdad de oportunidades no infringe ni el principio de la libertad de los partidos frente a injerencias estatales ni su derecho a la igualdad de oportunidades. Se aproxima a estos principios mucho más que la anterior normativa, que ya había sido considerada conforme a la Constitución por el Tribunal Constitucional Federal (vid. BVerfGE 73, 40). Una comparación hecha por ejemplo en el año 1989 de los pagos destinados a favorecer la igualdad de oportunidades correspondientes a los partidos, calculada según la normativa anterior y la nueva, prueba el funcionamiento objetivo de la normativa de igualdad de oportunidades. Los partidos con un privilegio fiscal relativamente más bajo para la entrada de donaciones recibieron después, también de hecho, los mayores pagos destinados fomentar la igualdad de oportunidades. La introducción de las cuotas de los militantes como elemento de referencia en la igualdad de oportunidades era sistemáticamente obligada. Sin ella, se favorecería claramente a los partidos con gran número de miembros; además, se favorecería la posibilidad de desvíos manipuladores de donaciones en cuotas y al revés. En caso de una completa renuncia a tener en cuenta las cuotas en el cálculo para la igualdad de oportunidades y su exclusiva concentración en las donaciones, se produciría un “vacío” que podría dar lugar a un efecto boomerang en dirección a unas cuotas de miembros más elevadas, puesto que la conversión de las donaciones en cuotas sólo supondría ventajas para el partido en cuestión. Por el contrario, la normativa actualmente adoptada, en la que el volumen de la equiparación de las cuotas es más bien insignificante en relación a la equiparación de donaciones, excluye tales manipulaciones. La igualdad de oportunidades tampoco lleva a una excesiva cuota de financiación estatal, puesto que, conforme a lo dispuesto en el § 18 párr. 7 en consonancia con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal (vid. BVerfGE 73, 40 [87]), no se suma al porcentaje estatal de la financiación de los partidos. La formación de la media aritmética conforme al nuevo § 22a párr. 2 inciso 3 PartG se ha introducido para no ensanchar la cuantía total de los pagos debido a la igualdad de oportunidades. El límite máximo de la cuantía del § 22a párr. 2 inciso 4 PartG está al servicio del objetivo de impedir los cambios realizados en ingresos por cuotas o por donaciones de un partido con el objetivo de que puedan llevar a un importante aumento de la igualdad de oportunidades. Este precepto de corte no aparece, por ejemplo, complementando el cálculo de la igualdad de oportunidades, sino que es su componente integral; sin él, la admisibilidad jurídico-constitucional de la nueva normativa no podría enjuiciarse en conjunto de forma objetiva. Al respecto, parece básicamente objetiva la conexión del límite máximo de la cuantía con la indemnización de los gastos de la campaña electoral y no una referencia ajena a la igualdad de oportunidades, porque la cuantía de la indemnización de los gastos de la campaña electoral tiene en cuenta directamente a la fuerza política de un partido reconocible por los votos. La relación de la fuerza política de los partidos entre ellos es, no obstante, justamente un criterio decisivo de enjuiciamiento para saber si se concede la igualdad de oportunidades ordenada por la Constitución. Otras objeciones contra la aparente posibilidad de manipulación de la igualdad de oportunidades se han de confrontar, ante todo, con el hecho de que el cálculo de la igualdad de oportunidades afecta a un sistema interdependiente de variables en los partidos en particular, cada una de las cuales contribuye al resultado del cálculo de la igualdad de oportunidades. Manipulaciones en teoría imaginables pueden influir siempre en las variables del sistema de un partido político. Con las manipulaciones se relaciona el riesgo de que un partido contribuya a convertirse en un partido modelo en el cálculo de la igualdad de oportunidades. En conclusión, la nueva redacción de la normativa de la igualdad de oportunidades se demuestra, bajo el aspecto de la libertad frente a injerencias estatales, también como irreprochable, porque a pesar de la creación de una segunda magnitud de referencia por medio de las cuotas de los afiliados, sigue existiendo, debido al límite del 50% en el § 18 párr. 7 PartG, el interés de los partidos en el fortalecimiento de sus fuentes propias de financiación. En lo que concierne por último a la pregunta acerca de si la desgravación fiscal media garantizada en el § 22a párr. 2 PartG del 40% en caso de donaciones y cuotas a partidos políticos hace justicia a la realidad, no ha tenido lugar hasta ahora un control separado de esta tasa media del impuesto, sin perjuicio de la exigencia para que se ello hiciera contenida en la sentencia del Tribunal Constitucional Federal, de 14 de julio de 1986 (BVerfGE 73, 40 [94]). El ministerio federal de hacienda parte, en relación a las donaciones, no obstante, de que por medio de la introducción del § 34g EStG, el privilegio fiscal puede ser calculado en alrededor del 50%, puesto que se ha de admitir que quienes donaban al partido más de 1.200 marcos alemanes por año se encontrarían en los grupos fiscales más elevados. El impuesto “medio” sobre la renta, de acuerdo con la estadística interna del ministerio federal de hacienda, se calcula para el año 1991 en la zona occidental en el 26%. Si ambos porcentajes se “partieran” por la mitad para el cálculo de la igualdad de oportunidades, darían como resultado una cuantía del 38%. De esta forma, el mantenimiento del tipo imponible del 40% a tanto alzado para el cálculo tanto de la equiparación de donaciones como también de las cuotas no se revela, en todo caso, como evidentemente arbitrario, permaneciendo dentro del marco del ámbito de maniobra del legislador. b) Con el importe base, el legislador no procede a una financiación general básica de los partidos políticos, sino que abarca los costes fijos de los partidos en la campaña electoral que no son especificables de forma más concreta, pero que evidentemente existen. Ya el tanto alzado de la indemnización de los gastos de la campaña electoral y su pago en cuantías parciales se orientaban en esta dirección. Por lo demás, también el Tribunal Constitucional Federal ha aludido, en su sentencia de 3 de diciembre de 1968, a la posibilidad de un “importe básico” para los partidos políticos (vid. BVerfGE 24, 300 [346]). El pago del importe base en la misma cuantía también a los partidos que se presentan a las elecciones exclusivamente a nivel estatal no lesiona el principio de la igualdad de oportunidades de los partidos. El sentido del importe base es equiparar las menores oportunidades propias de los partidos más pequeños teniendo en cuenta su raigambre en los ciudadanos, recibiendo por cada voto una cuantía relativamente más alta que los grandes partidos. Puesto que el importe base se relaciona con la participación en las elecciones al Parlamento Federal, y de acuerdo con el derecho electoral, es suficiente que un partido sólo presente una lista estatal, no debe seguir diferenciándose, con base en la Constitución, según el ámbito de actividad de los partidos. La fijación de una cláusula del 2% para la concesión del importe base es igualmente conforme con la Constitución. Con el pago del importe ha de financiarse únicamente la larga preparación de la campaña electoral y el continuo discurso ante los electores; por ello, está justificada una barrera mayor que en los gastos a tanto alzado de la campaña electoral. La experiencia histórica de la República Federal de Alemania muestra que se encuentra una continuidad de la intervención política sólo en aquellos partidos más pequeños que en las elecciones reciben el 1% de los segundos votos. En los partidos cuyo porcentaje de segundos votos está por debajo de ese porcentaje, es de temer que, por medio del importe base – medido de acuerdo a su significación política –, resulten sobrefinanciados de forma importante. Por lo demás, una barrera del 2% de los segundos votos no evita la formación de nuevos partidos, pero impide, sin embargo, la financiación de las llamadas “cápsulas de partido”. c) La elevación del límite publicitario para las donaciones individuales a los 40.000 marcos alemanes no lesiona el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Está justificado a la vista de que el coste de la vida se ha duplicado entre 1968 y 1983, así como en vista de que los ingresos por donaciones de los partidos políticos se han triplicado de 1968 a 1988, después de que el Tribunal Constitucional Federal, en el año 1969, hubiera considerado conforme a la Constitución un límite publicitario de 20.000 marcos alemanes (BVerfGE 24, 300). A favor del aumento del límite publicitario para las donaciones habla también la simplificación y el ahorro de gastos administrativos que a ello se vincula. d) El aumento de la desgravación fiscal de las cuotas de los militantes y de las donaciones en el § 10b párr. 2 EStG y en el § 9 núm. 3 letra b) KStG no lesiona la igualdad de oportunidades de los partidos. El desarrollo de los ingresos por donaciones en los últimos años contradice el temor del recurrente de que se verá perjudicado por el hecho de que ante todo se dirige a grupos de la población con ingresos bajos, en cualquier caso con ingresos medios. El mayor número de donaciones a partidos se compone de las donaciones pequeñas y medias. Por lo demás, el propio Tribunal Constitucional Federal ha considerado jurídico-constitucionalmente admisible la desgravación fiscal de las entregas para el fomento de fines político-estatales hasta una cuantía máxima de 100.000 marcos alemanes (vid. BVerfGE 73, 74 [84]). La normativa legal impugnada todavía se mantiene por debajo de esa cuantía. 2. El SPD también considera que la solicitud carece de fundamento. La igualdad de oportunidades introducida por primera vez en el año 1984 no ha defraudado en principio las esperanzas, pero los resultados del primer año hubieran debido llevar con urgencia a una modificación de la forma de cálculo. En los años 1984 y 1985 el SPD, que ha podido asentar en sus cuentas los ingresos por donaciones relativamente más reducidas, no ha recibido pagos por igualdad, sino que se ha convertido él mismo en el partido modelo, mientras que los partidos con los ingresos relativamente más altos por donaciones habrían recibido los pagos por igualdad más elevados. Por medio de la puesta en marcha del sistema que ahora ha tenido lugar en lo que se refiere las cuotas de los militantes, se ha tenido en cuenta el número de miembros del partido. La inclusión de las cuotas de los militantes en la igualdad de oportunidades es obligada por razones tributarias sistemáticas. Las po- sibilidades de manipulación en la separación entre donaciones y cuotas en teoría no son de excluir, pero en la práctica son imposibles. Simplemente los ingresos propios de los partidos del Parlamento Federal, que desde 1968 casi se han septuplicado, prueban que el peso específico de una donación de 40.000 marcos alemanes en el año 1988 es mucho más bajo que el de una donación de 20.000 marcos alemanes en el año 1968. Además, el Tribunal Constitucional Federal, en sus sentencias, ha considerado a los partidos como un conjunto y no ha diferenciado según sus niveles de organización. Tal diferencia sería poco posible a causa de la malla financiera existente dentro de cada partido, de múltiples capas y bien distinta. La vinculación del pago del importe base a una barrera del 2% de los segundos votos emitidos está justificada porque de acuerdo con la experiencia sólo aquellos partidos que claramente pueden contar con más del 0,5% de los segundos votos en una campaña electoral, que comparativamente tienen gastos altos para el comité del partido y una organización que abarca todo el territorio, se prestan a un discurso continuo a los electores. Esta base de gastos fijos ya no sigue subiendo a partir de un resultado electoral del 7,5%, siendo entonces más bien similar para todos los partidos. IV. La Sala ha recogido un informe del Parlamento Federal sobre el coste de la igualdad de oportunidades para los ejercicios económicos de 1987, 1988 y 1989, según la normativa actual y la anterior. Además, ha solicitado a los partidos políticos utilizados como modelo, conforme al § 22a párr. 2 PartG, información sobre el importe medio de sus cuotas de afiliado, el importe de los salarios de sus cargos y mandatarios de sus miembros y la cuantía de los ingresos por pequeñas donaciones en los ejercicios económicos de 1986 a 1989. En la vista oral, la Sala, junto a las partes procesales, también ha dado la posibilidad de manifestarse a los representantes de los partidos políticos a los que, de acuerdo con los resultados de las elecciones al 12º Parlamento Federal, les correspondía un derecho a la indemnización por los gastos de la campaña electoral, y entre otras cuestiones, les ha preguntado sobre la cuantía del presupuesto de las asociaciones del partido asentadas a nivel estatal. B. Los recursos son admisibles y están motivados. I. Los oponentes han lesionado los derechos del recurrente recogidos en el art. 21 párr. 1 LF, e infringido el principio de libertad de los partidos frente al Estado al haber dispuesto en el § 18 párr. 6 PartG, que se concediera también a los partidos, siempre que hayan obtenido al menos el 2% de los segundos votos emitidos en la circunscripción electoral, un importe base en el marco de una indemnización por los gastos de la campaña electoral. El principio de libertad de los partidos frente a las injerencias del Estado contiene el mandato de un anclaje duradero de los partidos en la sociedad y de su alejamiento del Estado en relación a ello. No es compatible con la Ley Fundamental que el citado precepto otorgue medios estatales a los partidos que reúnen los presupuestos legales para ello, sin tener en cuenta en el cálculo de su cuantía el éxito de sus esfuerzos relativos al apoyo financiero de su política por parte de los afiliados y los donantes, así como sus resultados electorales. El recurrente ha considerado que la normativa del § 18 párr. 6 PartG que impugna es, no obstante, compatible con la libertad de los partidos frente a las injerencias del Estado. De esta forma le ha dado a este principio un significado que no está en consonancia ni con la interpretación desarrollada hasta ahora por la Sala ni con la que se adopta a continuación. La Sala no está vinculada por la valoración jurídica del recurrente. No está impedida para darle la razón, pese a todo, al recurso presentado contra el § 18 párr. 6 PartG, porque esta normativa no es, en realidad, compatible con el principio de la libertad de injerencias de los partidos frente al Estado. Pues la normativa del importe base ha sido convertida por el recurrente, de forma admisible, en el objeto del conflicto interorgánico, garantizando el principio de libertad de injerencias frente al Estado, esencial para el estatus jurídico-constitucional de los partidos, un derecho alegable en el conflicto entre órganos constitucionales (vid. BVerfGE 73, 40 [66, 84 ss.]). 1. De acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 inciso 1 LF, los partidos colaboran en la formación de la voluntad política popular. Ahora bien, no tienen el monopolio de la influencia sobre la formación de la voluntad popular. Junto a ellos intervienen en el proceso de formación de la opinión y de la voluntad también los ciudada- nos en particular, así como colectivos, grupos y asociaciones. El art. 21 LF justifica, en cualquier caso, la posición predominante de los partidos en el derecho electoral. Los partidos no son meras organizaciones para la preparación de las elecciones, y no sólo en esa función son imprescindibles para el ordenamiento democrático. Están llamados prioritariamente a reunir organizativamente a los ciudadanos de manera voluntaria en unidades de acción política con el objetivo de la participación en la formación de la voluntad en los órganos estatales, y posibilitarles así una influencia eficaz sobre lo que ocurre en el Estado. A los partidos les corresponde formular objetivos políticos y transmitirlos a los ciudadanos, así como colaborar en que se conozcan los problemas que afectan tanto a la sociedad como a los ciudadanos en particular, se mencionen y se les encuentren soluciones adecuadas. El acoplamiento decisivo para el proceso de la formación de la voluntad política en el Estado democrático entre los órganos estatales y el pueblo es también función de los partidos. No se agotan en el acto periódico de las elecciones al Parlamento. La formación de la voluntad popular y la formación de la voluntad de los órganos estatales se llevan a cabo en una interacción recíproca múltiple y día a día, co-formada por los partidos. El programa político y la conducta de los órganos estatales afectan a la formación de la voluntad popular y son en sí mismos objeto de formación de su voluntad (vid. BVerfGE 20, 56 [114]; 44, 125 [139 s.]; 73, 40 [85], con ulteriores referencias). El papel expuesto de los partidos políticos en el proceso de la formación democrática de la voluntad y de la toma de decisiones estatales ha encontrado expresión en la Ley Fundamental en el art. 21. Para hacerle justicia, los partidos deben, por una parte, desarrollar una eficacia permanente hacia el interior, dirigiéndose a sus miembros y activando la formación de la voluntad interna del partido. De esta forma también cumplen el mandato de la Constitución, conforme al cual su ordenamiento interno debe corresponderse con los principios democráticos (art. 21 párr. 1 inciso 3 LF). Igualmente deben activarse también al exterior, en competencia con otros partidos y otras instituciones y colectivos que influyen sobre la formación de la opinión pública tratando de convencer a los ciudadanos de la idoneidad de su política. Esto, como se ha mostrado, tiene una relación directa con las elecciones a los Parlamentos de la Federación y de los Estados federados, así como con la representación municipal. 2. Frente a la opinión mantenida hasta ahora por la Sala, el Estado no está impedido, desde la perspectiva jurídico-constitucional, q conceder a los partidos medios para la financiación de su actividad general que les corresponde realizar de acuerdo con la Ley Fundamental. a) La actividad política general de los partidos es la misma al margen de las campañas electorales y durante ellas. Las elecciones exigen, en cualquier caso, preparativos de especial relevancia, como por ejemplo la elaboración de los programas electorales, la presentación de candidatos y la dirección de la campaña electoral (vid. BVerfGE 24, 300 [348 s.]). Todo ello está al servicio del objetivo de transmitir a los ciudadanos los objetivos políticos de los partidos y obtener su voto, esto es, contribuir a la formación de la voluntad política del pueblo (art. 21 párr. 1 inciso 1 LF). Se faltaría a este objetivo si los partidos, por una parte, no estuvieran también pensados para reunir las diferentes opiniones, intereses y esfuerzos existentes en el pueblo, compararlos entre ellos y formar alternativas entre las cuales los ciudadanos puedan elegir, y, por otro lado, si no intentaran articular la voluntad ciudadana y darle vigencia frente a los órganos estatales (vid. BVerfGE 44, 125 [145 s.]); no en último lugar, por medio de los partidos, el pueblo también influye entre una elección y otra en las decisiones de los órganos supremos del Estado (vid. BVerfGE 20, 56 [99]). La colaboración en la formación de la voluntad política popular, encomendada a los partidos en el art. 21 párr. 1 inciso 1 LF, no tiene sólo como objeto la participación directa en las elecciones. Ésta supone únicamente una parte independiente de la perspectiva organizativa de sus tareas; en lo que se refiere a su contenido, el derecho a la participación en las elecciones se encuadra sin fisuras en la actuación permanente de los partidos: las elecciones y sus resultados informan a los partidos sobre la eco que su política encuentra en el pueblo, y sobre las esperanzas que los ciudadanos ponen en ellos. Sólo de forma meramente externa es posible separar la actividad de los partidos en la campaña electoral de sus otras actividades. Aplicar esta limitación a la función otorgada a los partidos por la Constitución de contribuir a la formación de la voluntad política popular, carece de justificación objetiva. Por ello, no es obligado – frente a la jurisprudencia de la Sala hasta el momento (vid. en primer lugar la BVerfGE 20, 56 [113 ss.]) – buscar los límites de la financiación estatal de los partidos, por mandato constitucional, en la indemnización de los “gastos necesarios en una campaña electoral adecuada”. b) La realidad de la financiación estatal de los partidos se ha desprendido de ello hace tiempo – con la aprobación básica de la jurisprudencia del Tribunal Constitucio- nal Federal -. La Sala nada ha objetado constitucionalmente ni al tanto alzado de los gastos de la campaña electoral ni a su pago a cuenta (vid. BVerfGE 24, 300 [335 ss.]; 73, 40 [96]). La indemnización de los gastos de la campaña electoral se ha desarrollado según el alcance y la función hasta una financiación básica parcial de los partidos (vid. BVerfGE 73, 40 [116] – voto particular del magistrado Böckenförde). Este carácter de la indemnización de los gastos de la campaña electoral sólo ha sido resaltado todavía más claramente por la introducción del llamado importe base que aquí está sometido a control (§ 18 párr. 6 PartG). 3. El principio jurídico-constitucional de la libertad de los partidos frente a injerencias estatales permite, no obstante, sólo una financiación parcial de la actividad general de los partidos políticos con medios estatales. Prohíbe – sin perjuicio de la limitación de la formación de la voluntad popular con la formación de la voluntad en los órganos del Estado, característica del proceso político en la democracia liberal – que el Estado ejerza influencia sobre la formación de la voluntad en los partidos y, de esta forma, sobre el proceso en general de formación de la voluntad política (vid. BVerfGE 73, 40 [87]). Se ha de prevenir el peligro de una influencia indirecta por medio de prestaciones financieras a través de la forma y modo en que el Estado aporta esas cantidades a los partidos. La libertad de los partidos frente a injerencias del Estado, presupuesta por la Ley Fundamental, exige no sólo la garantía de una independencia frente al Estado, sino también que los partidos conserven su carácter de grupos de libre fundación enraizados en el ámbito socio-político (vid. BVerfGE 20, 56 [101]). Los partidos deben seguir dependiendo, no sólo política sino también económica y organizativamente, de la aprobación y el apoyo de los ciudadanos. Con los medios públicos no se debe privar a los partidos, en particular, del riesgo de un fracaso de sus esfuerzos relativos a la obtención de un suficiente apoyo entre el electorado (vid. BVerfGE 73, 40 [86], con ulteriores referencias). El principio de libertad de los partidos frente a las injerencias del Estado se lesiona, de esta forma, por la concesión de donaciones financieras cuando por medio de ellas los partidos se ven privados de la necesidad de preocuparse por el apoyo financiero a sus actividades por parte de sus miembros y de los ciudadanos que les apoyan. Si esto no se atiende, los partidos corren el peligro de disolver su vinculación social (vid. BVerfGE 73, 40 [88]). Los partidos sólo pueden cumplir su función de colaboración en la formación de la voluntad política del pueblo en el marco de una construcción democrática del Estado, como se presupone en el art. 21 LF, cuando su dirección y la organización que está a su disposición no se alejan de su base de miembros y de la ciudadanía. Un desarrollo en este sentido no se evita por el hecho de que el Estado se limite a la financiación de determinadas actuaciones de los partidos – como hasta ahora, en todo caso, según la apariencia, la preparación de las elecciones -, sino sólo por el hecho de que las ayudas financieras “se concedan de forma que siga manteniéndose abierto el proceso político, se mantenga la competencia entre partidos y la vinculación de la dirección del partido con su base social” (Grimm, en: Benda/Maihofer/Vogel [Hrsg.], HbVerfR, 1983, p. 352). Si las necesidades financieras de los partidos se cubren mayoritaria o completamente con medios públicos, los partidos no serían independientes del Estado de forma jurídico-constitucionalmente aceptable (vid. BVerfGE 20, 56 [102]; 73, 40 [86]). No es preciso decidir si el Estado, en vista de la imposibilidad de prescindir de los partidos en el proceso de formación de la voluntad política en el Estado democráticamente constituido, debe implicarse en prestar apoyo financiero a los partidos cuando se prueba que no es posible una suficiente financiación propia con las condiciones de la moderna democracia; pues desde hace tiempo el Estado dedica a los partidos medios públicos en medida considerable. En todo caso, el legislador no está impedido por la Ley Fundamental para apoyar financieramente a los partidos en el cumplimiento de las funciones que les otorga su estatus jurídico-constitucional, siempre que no se perjudique, así, la apertura del proceso de la formación de la voluntad política del pueblo querida por la Constitución (vid. BVerfGE 73, 40 [86], con ulteriores referencias). 4. Del principio de la libertad de los partidos frente a injerencias del Estado se pueden apartar ciertas medidas en vista de la extensión de una financiación estatal general de los partidos y en relación al criterio del reparto de medios, que al mismo tiempo tienen en cuenta el principio de la igualdad de oportunidades (sobre ello infra II. 1.). No rigen sólo para las leyes federales, de acuerdo con el art. 21 párr. 3 LF, sino que también se han de respetar siempre que los Estados federados, de acuerdo con el art. 71 LF, sean competentes para legislar. Estas medidas conciernen, por una parte, al límite superior relativo, hasta el cual – en relación a sus ingresos totales - pueden conferirse medios estatales a un partido (a), por otra, al límite superior absoluto del volumen total de las dotaciones estatales financieras a los partidos (b), y por último a la magnitud de referencia según la cual los medios estatales que se atribuyen a los partidos se han de repartir entre ellos (c). a) En cualquier sistema posible de financiación estatal de los partidos deben encontrarse formas para evitar que los partidos acaben dependiendo del Estado de forma inaceptable desde la perspectiva jurídico-constitucional. La autofinanciación de los partidos tiene prioridad frente a la financiación estatal. El principio de libertad de los partidos frente a injerencias del Estado autoriza, por ello, la llegada de medios estatales sólo hasta la cuantía de un límite superior relativo, que se ha de determinar para cada partido según la relación de los ingresos que él mismo ha cosechado y los que proceden directamente de fuentes estatales. El volumen total de las ayudas estatales a un partido no debe superar la suma de los ingresos que él mismo ha cosechado (vid. § 24 párr. 2 núm. 1 a 4 y 8 PartG). Los ingresos por créditos deben quedar al margen, puesto que en otro caso los partidos, por medio de su presupuesto, podrían influir sobre la extensión de los medios estatales que afluyen a ellos, sin orientarse por su prestación política. En el cálculo del porcentaje máximo permitido de medios estatales en la financiación de los partidos – que no son idénticos a los grupos parlamentarios ni a las fundaciones consideradas próximas a los partidos (vid. BVerfGE 73, 1 [31 ss.]; 80, 188 [219 s.]) – se han de incluir por completo percepciones que le afluyen directamente del erario público estatal. Por el contrario, no es obligado contabilizar en el porcentaje estatal de la financiación de los partidos aquellas ventajas que repercuten sobre los partidos indirectamente de una desgravación fiscal – jurídico-constitucionalmente irreprochable (sobre ello infra III.) – de cuotas y de pequeñas donaciones, también posibles para el perceptor medio de ingresos. La magnitud de estas ventajas es difícil de calcular, sobre todo en el caso de las donaciones. No favorecen directamente a los propios partidos, sino a los donantes. Aunque el donante, en no pocas ocasiones, por la cuantía de una donación entregada a un partido atenderá a la ventaja fiscal correspondiente, lo cierto es que el éxito de un partido se mide de acuerdo con la extensión fáctica de las donaciones que se le hacen. b) La limitación de la medida de la financiación estatal de los partidos en función del alcance de los ingresos que haya podido cosechar por sí mismo, imputa a sus pro- pios esfuerzos, en relación al apoyo financiero por parte de los ciudadanos, la influencia sobre la posible cuantía de los medios que llegan a él procedentes del erario público. Esto supone el enraizamiento de los partidos en la sociedad, como exige el principio de libertad frente al Estado. Por ello, tal y como se ha expuesto, la autofinanciación del partido tiene prioridad respecto de la financiación estatal. De ello no se deriva sólo que el volumen total de las ayudas estatales a los partidos no debe superar la suma de los ingresos que haya podido reunir por sí mismo, sino también que un aumento de estos ingresos no tiene que llevar sin más a que el alcance de la financiación estatal de los partidos siga yendo en aumento. El alcance de la financiación estatal debe limitarse a lo que es indispensable para el mantenimiento de la funcionalidad de los partidos y no puede ser aportado por los partidos mismos. La necesidad de financiación de los partidos para el cumplimiento de las tareas que les confían la Constitución y la Ley de Partidos debe orientarse al marco de ingresos que tienen a disposición. El Estado, atendiendo al mandato de utilización racional los medios públicos, no puede dar a los partidos más de lo que, en esencial necesitan para el cumplimiento de sus tareas, que básicamente se sufraga mediante contribuciones realizadas por los ciudadanos. Si el ciudadano tuviera la impresión de que los partidos “se sirven a placer” del erario público, ello llevaría necesariamente a una rebaja de su consideración y, en último lugar, perjudicaría su capacidad para cumplir las tareas que les confía la Constitución. De acuerdo con esta medida, el alcance de los medios financieros que han afluido a los partidos en los últimos años procedentes del erario público, en tanto la actual situación no experimente un cambio significativo, debe considerarse suficiente. Se trata de aquellas percepciones que de hecho han recibido los partidos, por un lado, en los años 1989 a 1992 por la igualdad de oportunidades, por otro lado, las cuantías recibidas en forma de indemnización de los gastos de la campaña electoral para las elecciones al Parlamento Federal de 1990 – incluyendo el importe mínimo conforme a lo dispuesto en los §§ 18 párr. 6, 39 párr. 2 PartG, que el legislador ha introducido con un aumento del tanto alzado de los gastos de la campaña electoral -, así como las percepciones para las últimas elecciones a los Parlamentos regionales y para las elecciones al Parlamento europeo en el año 1989. Al respecto, la indemnización por los gastos de la campaña electoral de estos años se ha de calcular proporcionalmente a la duración del correspondiente período electoral. La cantidad resultante como valor medio de estas cuantías durante un año supone el volumen total de medios estatales que – cumpliéndo- se el presupuesto mencionado de la situación, que se mantiene igual –, en caso de necesidad pueden entregarse en total por la Federación y los Estados federados a los partidos (“límite superior absoluto”). En tanto en los Estados federados de Brandenburgo, Mecklenburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, la indemnización por los gastos de la campaña electoral en las últimas elecciones al Parlamento estatal se han quedado por debajo de la cuantía habitual en el resto del territorio federal, de 5 marcos alemanes por elector, puede partirse en la fijación del límite superior absoluto de esta cuantía habitual. Sin perjuicio de la necesidad de una normativa legal sobre los fundamentos de la financiación estatal de los partidos, el legislador es muy dueño de fijar, para las necesarias adaptaciones de este límite superior absoluto en atención a los cambios del valor del dinero, por ejemplo, el ajuste de las ayudas estatales a los partidos a un índice que se refiera al desarrollo de los precios relevante para el cumplimiento de las funciones de los partidos. También el legislador puede servirse del consejo de expertos independientes para el enjuiciamiento de la cuestión acerca de si la situación ha cambiado de forma decisiva y, en vista de ello, si parece adecuado un aumento del volumen total de las ayudas estatales. De ahí que, a semejanza de lo que sucede con la fijación de los salarios de los diputados y de otros titulares de cargos políticos, el procedimiento legislativo carezca en este ámbito, con carácter general, del elemento corrector de intereses políticos contrapuestos, una circunstancia que puede, no obstante, suplirse con la ayuda de la activación de una pericia objetiva. c) De la Constitución también se han de inferir medidas como la de que se han de repartir los medios puestos a disposición de los partidos entre ellos. Si los pagos en dinero procedentes del erario público bien llegan a generar el peligro de que los partidos políticos se distancien de sus bases y de las partes de la ciudadanía que apoyan su política, o se separen de ellos, o bien si por medio de aquellos pagos se llega a crear una dependencia directa del Estado, y de esta forma la posibilidad de una influencia estatal sobre los partidos, ello depende decisivamente –como el mantenimiento de la igualdad de oportunidades – de con qué criterios se calculan aquellas ayudas estatales. Se atiende también el mandato de fijar el enraizamiento social de los partidos por medio de la forma de su financiación cuando el éxito que un partido encuentra entre los electores, o en las sumas de las cuotas procedentes de sus militantes, así como en la extensión de las donaciones que consigue, por un lado, se convierten en una circunstancia de peso, y por otro, el legislador las tiene en cuenta en un porcentaje determinado en la medida de reparto. Un sistema de financiación estatal que satisfaga estas exigencias no libera a los partidos de la necesidad de orientarse a obtener la aprobación y activamente – también financieramente – se orienta a la inclusión del pueblo en la formación de la voluntad política. Un sistema que se corresponda con esta forma de financiación estatal de los partidos conduce a que la decisión acerca de si un partido recibe las prestaciones estatales y en qué medida esto sucede según las reglas prefijadas legalmente, se condiciona a los ciudadanos. La clave del reparto que vincula los tres criterios mencionados de forma adecuada satisface también la pretensión de influir lo menos posible sobre la decisión autónoma de los partidos en relación a su estructura interna y estrategia, con las que pretenden conseguir el mayor éxito posible entre los electores. Junto a los partidos con gran número de militantes, que encuentran su base financiera principalmente en un amplio apoyo por medio de cuotas y de donaciones de sus afiliados y en la campaña electoral intentan, más allá de sus propios votantes, conseguir acercarse a otro sector del electorado, también deben poder existir partidos que sobre una débil base de número de afiliados se preocupan por conseguir influencia política y éxito electoral. En tanto aquí se atiende a los ingresos por cuotas y donaciones realizadas a los partidos, en todo caso, para no perjudicar la igualdad de oportunidades de los partidos y el derecho de los ciudadanos a una participación igual en el proceso de formación de la voluntad política, a diferencia de lo que sucede en la determinación del límite superior relativo (arriba a), sólo se tienen en cuenta las entregas de una magnitud tal que todos los partidos, con independencia de sus objetivos políticos, las registran y también pueden permitírselas los perceptores de ingresos medios. El límite jurídicoconstitucional determinante para el privilegio fiscal de las cuotas de miembros y de las donaciones (sobre ello infra III.2) también se ha de respetar aquí. En este contexto del principio de igualdad de oportunidades se deduce algo más: la normativa del derecho electoral, en principio irreprochable desde la perspectiva jurídico-constitucional en atención a la capacidad de funcionamiento del Parlamento, con elementos tales como la introducción de una barrera legal o de un porcentaje de firmas, pretende que actúen contra una dispersión de los votos, dificultando la entrada en la competencia política de partidos recientes y más pequeños, perjudicando su apertura. Puesto que este efecto se habría reforzado cuando también la indemnización hubiera sido independiente de los gastos de la campaña electoral de entrada de un partido en el Parlamento a elegir, la Sala ha decidido que el legislador puede condicionar, sin embargo, la indemnización de estos gastos del partido al requisito de que éste alcance un porcentaje mínimo de votos que pruebe la seriedad de su esfuerzo en conseguir el éxito electoral, y de esta forma en la realización de un programa político; este porcentaje mínimo de votos debe, en cualquier caso, fijarse muy por debajo del límite del 5% (vid. BVerfGE 20, 56 [117 s.]; 24, 300 [339 ss.]). Lo mismo es aplicable también aquí. Si el Estado, sin embargo, limita – a lo cual, según lo dicho, está básicamente obligado – el alcance de sus indemnizaciones a los partidos políticos no sólo según su éxito electoral, sino también según su éxito en conseguir cuotas de miembro y según sus ingresos por donaciones, esto puede favorecer a aquellos partidos que han conseguido la entrada en el Parlamento. En su condición de partidos con representación parlamentaria, en comparación con los partidos que se han estrellado contra la barrera legal, tienen mayores oportunidades de presentarse ante los electores en las futuras elecciones y hacer publicidad de sus objetivos políticos. El legislador tendrá que comprobar si esta ventaja con efectos potencialmente también sobre la entrada de militantes y sobre los ingresos por donaciones de los partidos representados en el Parlamento, que desaparece por la introducción estatal de la barrera legal, necesita una compensación; podría, por ejemplo, hacer que se atribuya al criterio del resultado electoral de aquellos partidos que, por una parte, obtienen el mínimo de votos exigible, pero por otra parte, no han alcanzado ningún representante, un peso relativamente mayor en el reparto de las indemnizaciones a repartir en conjunto entre todos los partidos. En todo caso, esto no puede llevar, si se atiende al principio de libertad de los partidos frente a injerencias del Estado, en ningún caso, a una financiación con medios públicos preponderante de un partido en comparación con los ingresos que él mismo ha podido cosechar. 5. a) De acuerdo con esta medida, la normativa adoptada en el § 18 párr. 6 PartG no resiste el control constitucional. El legislador, con ella, ha lesionado el principio de la libertad de los partidos frente a injerencias del Estado y de esta forma, al mismo tiempo, al recurrente en su estatus constitucional que le garantiza el art. 21 LF (vid. BVerfGE 73, 40 [66]). Ello se deriva de que el importe base – sin perjuicio de la cir- cunstancia de que el legislador lo haya previsto como parte integrante de la indemnización de los gastos de la campaña electoral –, en principio, se concede con independencia de qué resultado haya obtenido el partido que lo recibe entre los electores, así como de la obtención de cuotas de afiliado y donaciones. Tal financiación básica, independiente del resultado de los partidos, sin embargo, incumple el objetivo que persigue la Constitución con la garantía del principio de libertad de los partidos frente a injerencias del Estado: la fijación de su enraizamiento social, su activa orientación a los ciudadanos y a las elecciones. En este enjuiciamiento no cambia nada que la ley, por un lado, reserve la concesión del importe base a aquellos partidos que al menos hayan obtenido el 2% de los segundos votos válidamente emitidos en la circunscripción electoral, y que, por otro, por medio del doble límite de corte del § 18 párr. 6 inciso 2 y párr. 7 PartG, limite la cuantía del importe base en su límite superior. Con independencia de las diferentes dudas de constitucionalidad que se quieran oponer a esta normativa, en sí misma considerada, los límites impuestos tanto aquí como allí, a pesar de que atenúan sus deficiencias constitucionales, no son capaces, sin embargo, ponerle remedio por sí mismos. b) Huelga el control de la normativa del importe base del § 18 párr. 6 PartG con arreglo al principio de igualdad de oportunidades de los partidos (art. 21 párr. 1 en relación con el art. 3 párr. 1 LF). Puesto que esta forma de la financiación básica estatal de los partidos en conjunto se ha revelado inconstitucional, y sobre esta base se ha de comprobar que el § 18 párr. 6 PartG lesiona al recurrente en su estatus jurídicoconstitucional, no es reconocible un interés del recurrente merecedor de protección, de forma que se hayan de someter todavía a control constitucional por separado las partes integrantes de la normativa impugnada del precepto desde el punto de vista de una lesión al principio de la igualdad de oportunidades de los partidos: la limitación a los partidos que hayan alcanzado al menos el 2% de los segundos votos emitidos en la circunscripción electoral, y el tratamiento igual de los partidos que se presentan en todo el territorio electoral o en sólo una parte de éste. II. La igualdad de oportunidades recogida en el § 22a párr. 2 PartG en la redacción del art. 1 núm. 4 letra a) ÄndG 1988 lesiona al recurrente en su derecho a la igualdad de oportunidades de los partidos en la competencia política, derivado del art. 21 párr. 1 y del art. 3 párr. 1 LF (1.). Esta carencia jurídico-constitucional afecta no sólo a cier- tas partes integrantes de la normativa de la igualdad de oportunidades; aquélla se predica del propio concepto asumido en la normativa. La regulación de una equiparación de cuantías es inconstitucional (2.a); además, la igualdad de oportunidades no es adecuada para alcanzar el fin de compensación que se ha propuesto (2.b). El fundamento de la objeción jurídico-constitucional lo da finalmente la intercambiabilidad recíproca de los ingresos por cuotas y donaciones por parte de los partidos políticos (2.c). Así pues, en tanto la inconstitucionalidad de la nueva normativa de 1988 de la igualdad de oportunidades tiene sus causas en carencias que ya existían en la versión original del § 22a párr. 2 PartG, recogida en la Ley de Modificación de la Ley de Partidos y otras leyes de 22 de diciembre de 1983 (BOF I p. 1577), la Sala no se atiene a la interpretación que sostuvo en su sentencia de 14 de julio de 1986 (BVerfGE 73, 40). 1. La igualdad de oportunidades da lugar a ayudas estatales a los partidos políticos en distintas cuantías que producen efectos sobre la situación competencial de los mismos. En los ejercicios económicos de 1987 a 1990 se produjeron, sobre la base de la nueva redacción del § 22a párr. 2 PartG, atendiendo a la normativa transitoria del § 39 párr. 1 PartG, pagos destinados a fomentar la igualdad de oportunidades a los partidos con derecho a ello por un importe total de alrededor de 96,6 millones de marcos alemanes. La cuantía de las ayudas en particular osciló, por ejemplo, en el año 1989, entre 10,1 millones de marcos alemanes al SPD, 8,1 millones de marcos alemanes a la CDU, 2,4 millones de marcos alemanes a la CSU y 1,4 millones de marcos alemanes al FDP; el recurrente no recibió ninguna ayuda (vid. sobre ello el informe de la Presidenta del Parlamento Federal alemán sobre los informes de cuentas de 1989 de los partidos, de 2 de septiembre de 1991, BOPF 12/1100, p. 5). El precepto relevante para el cálculo de la igualdad de oportunidades del § 22a párr. 2 PartG se ha de confrontar por ello, ante todo, con el principio de la igualdad de oportunidades de los partidos. a) El derecho de los partidos políticos a la igualdad de oportunidades se deriva del significado que corresponde a la libertad de fundación de partidos y al principio del multipartidismo en la democracia liberal. No sólo se aplica al procedimiento electoral mismo, sino también a la preparación de las elecciones y a la competencia de los partidos a la hora de obtener donaciones, así como a la concesión de ayudas financieras estatales. El principio de igualdad de oportunidades está unido estrechamente a los principios de generalidad e igualdad de las elecciones, que se derivan del principio democrático. Por ello, en este ámbito – al igual que en el trato igual de los electores garantizado por los principios de generalidad e igualdad de las elecciones –, la igualdad es estricta y formal. Esto tiene como consecuencia que también el principio de la igualdad de oportunidades de los partidos políticos se ha de manejar en sentido estricto. Cuando el poder público se entromete en la competencia entre partidos de una manera que puede alterar sus oportunidades, su parecer se somete a límites especialmente estrechos. En especial, el legislador no puede falsear la situación competencial previa. El principio de igualdad de oportunidades no exige, por una parte, compensar diferencias previas con el objetivo de crear una igualdad competencial. Por otra parte, impide al legislador agudizar, por medio de las ayudas financieras, las desigualdades fácticas preexistentes de las oportunidades competenciales (jurisprudencia constante; vid. recientemente BVerfGE 73, 40 [89]; 78, 350 [358] – siempre con ulteriores referencias). b) Los pagos en concepto de igualdad de oportunidades que vienen a favorecer a los partidos, de forma querida, en diferente cuantía, de acuerdo con el § 22a párr. 2 PartG, influyen sobre la situación competencial previa existente entre los partidos; por este motivo precisan una razón que las justifique, que subsista ante el principio de igualdad formal en sentido estricto. La igualdad de oportunidades se introdujo en la Ley de Partidos con el objetivo de compensar, por medio de la renuncia estatal a los impuestos en las cuotas de miembro y las donaciones, las distorsiones a la competencia causadas entre los partidos (vid. el informe de la Comisión de Interior del Parlamento Federal, de 29 de noviembre de 1983, al proyecto de ley sobre la nueva regulación de la financiación de partidos, BOPF 10/697, p. 8 s., en referencia al informe de la Comisión de Expertos convocada por el Presidente sobre la nueva regulación de la financiación de partidos, 1983, p. 202; vid. además la BVerfGE 73, 40 [86, 88]). Este objetivo no ha cambiado por la nueva redacción que el art. 1 núm. 4 letra a) ÄndG 1988 ha realizado del § 22a párr. 2 PartG. El reparto de las indemnizaciones estatales a los partidos, a realizar de acuerdo con lo dispuesto en el § 22a PartG, con diferente alcance, es sólo compatible con el principio de igualdad a aplicar aquí formalmente cuanto y en tanto sea necesario y adecuado un pago de equiparación de oportunidades para compensar distorsiones constitucionalmente inaceptables de la competencia (vid. sobre ello también BVerfGE 73, 40 [86 ss., 89]). 2. No satisface estas exigencias jurídico-constitucionales del principio formalizado de igualdad el § 22a párr. 2 PartG en la redacción de la Ley de Reforma de 1988, y ello desde diversos puntos de vista. a) La normativa de la igualdad de oportunidades consagrada en el § 22a párr. 2 PartG en su nueva redacción (art. 1 núm. 4 letra a) ÄndG) introduce el cálculo separado de la igualdad de oportunidades para la renuncia fiscal estatal por las cuotas y las donaciones para conseguir así un reparto de las indemnizaciones en favor de los partidos con muchos miembros, pero relativamente “escasos” en donaciones, con la finalidad de atender mejor a los objetivos de aquél instituto en comparación con la situación jurídica vigente hasta ahora (vid. el informe del Presidente del Parlamento Federal sobre los informes de cuentas, así como sobre el desarrollo de las finanzas de los partidos de acuerdo con el § 23 párr. 5 PartG, de 14 de marzo de 1988, BOPF 11/2007, p. 6, y las contribuciones orales de los Diputados Spilker [CDU/CSU] y Bernrath [SPD] con ocasión de la primera votación del proyecto de ley de reforma el 13 de octubre de 1988, acta pp. 6854, 6856). Sin embargo, no es necesaria una igualdad de oportunidades en el caso de las cuotas de los afiliados; las disposiciones legales sobre la deducción fiscal de las cuotas de los militantes a los partidos políticos no producen distorsiones en la competencia política que el principio de igualdad de oportunidades sea susceptible de compensar. (1) El favorecimiento fiscal de las cuotas y las donaciones está, pues, de acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal, expuesto a crítica jurídicoconstitucional, porque favorece a los perceptores de altos ingresos y, de esta forma, a aquellos partidos que se dirigen típicamente a los círculos con altos ingresos (sobre ello infra III. 1.). Infringiría el principio de la igualdad de oportunidades de los partidos cuando la desgravación fiscal alcanzase un nivel tal que fuera susceptible de cambiar la situación previa de competencia entre los partidos, adquiriendo así una seria relevancia. (vid. BVerfGE 52, 63 [91]). Da lugar, pues, a distorsiones en la competencia entre los partidos causadas por el Estado o al menos agravadas por el mismo, no una mayor – en términos absolutos – “ventaja fiscal” indirecta de un partido en las cuotas, con muchos miembros y por tanto con inferior pago de cuotas, sino una ventaja fiscal indirecta desproporcionada por exceso, medida de acuerdo con el número de miembros. Sólo ello exige y justifica una igualdad de oportunidades. También los trabajos preparatorios de la normativa sobre la igualdad de oportunidades prueban que por parte del legislador no se trataba, por ejemplo, de compensar los diferentes ingresos por cuotas y donaciones de los partidos en particular; únicamente debe ser compensado el efecto desigual de las normas fiscales y, de esta forma, la diferente cuantía de las ventajas fiscales en relación al resultado electoral de un partido, que favorecen a los partidos indirectamente por medio de la renuncia fiscal del Estado (vid. el informe de la Comisión de Expertos sobre la nueva ordenación de la financiación de los partidos, 1983, p. 204 s., y el informe de la Comisión de Interior del Parlamento Federal alemán de 29 de noviembre de 1983, cit., BOPF 10/697, p. 8 s.). Una necesidad de compensación no existe típicamente en el privilegio fiscal de las cuotas de miembros a partidos políticos. Según lo expuesto por la Comisión de Expertos, en su informe sobre la nueva regulación de la financiación de partidos (cit., p. 113), la cuota de miembro subió en los partidos – en distinta medida – según nivel de ingresos de media en todos los partidos del Parlamento Federal, de 2,05 marcos alemanes mensuales en el año 1968, a 5,90 marcos alemanes mensuales en el año 1981. De los informes de cuentas de los partidos de los años 1987 a 1989 se pueden descubrir en los partidos del Parlamento Federal valores medios mensuales de las cuotas de miembros que oscilan entre 6,51 marcos alemanes en el año 1987 en la CSU y 12,53 marcos alemanes en el año 1989 en el recurrente. La información de los partidos representados en el Parlamento Federal en la 11ª Legislatura confirma además los datos citados. Las cuotas de afiliado de los partidos políticos se mueven por debajo del límite superior de 1.200 marcos alemanes, y en caso de declaración conjunta de los cónyuges, 2.400 marcos alemanes anuales; hasta las cuotas de afiliado y las donaciones llevan conforme al § 34g EStG236 una retención del 50% de los pagos facilitados de la deuda fiscal (vid. sobre ello BVerfGE 73, 40 [75]). Puesto que la desgravación fiscal tiene lugar en el ámbito de aplicación del § 34g EStG, en 236 N. e. Ley del impuesto sobre la renta de las personas físicas (Einkommsteuergesetz). principio, para todos los contribuyentes obligados al pago de impuestos en la misma cuantía – con independencia de su límite fiscal individual –,, no alcanzando la cuota de miembro media anual en los partidos políticos una magnitud que favorezca a los estratos de población con mayores ingresos, no existe una necesidad de compensar por medio del privilegio fiscal de las cuotas de afiliado que pueda justificar una igualdad de oportunidades en las mismas. (2) En la uniforme desgravación fiscal del § 34g EStG no pueden, en cualquier caso, tomar parte los contribuyentes no obligados al pago del impuesto sobre la renta. Con independencia del tamaño de este grupo de miembros del partido, su exclusión del favorecimiento operado por el § 34g EStG no lleva, sin embargo, a distorsiones en la competencia entre los partidos que puedan ser compensadas por la igualdad de oportunidades del § 22a PartG. El precepto del § 22a párr. 2 PartG, en tanto regula la compensación de las cuotas, sólo tiene como objetivo compensar la ventaja fiscal indirecta que se presume en la relación entre el número de afiliados y la cuantía media de las cuotas, sin tener en cuenta la desgravación fiscal del contribuyente particular. Al respecto, la ley parte de una desgravación fiscal media por una cuantía del 40% de la cuota facilitada (vid. sobre ello BVerfGE 73, 40 [90 ss.]). La igualdad de oportunidades de acuerdo con el § 22a PartG, no se ha establecido en principio como una compensación en favor de los partidos políticos que tienen un número de miembros superior a la media, que no se pueden permitir el disfrute de la desgravación fiscal. Por ello puede quedar aquí abierto si tal compensación estaría ordenada por la Constitución. (3) Si de la renuncia fiscal del Estado en las cuotas de los afiliados a partidos políticos no se deriva una necesidad de equiparación que pueda ser satisfecha por medio de la aplicación del § 22a PartG – así lo ha apuntado también en la vista oral el representante del Parlamento Federal -, así, la inclusión de las cuotas de los militantes igualmente en el § 22a párr. 2 PartG tampoco puede ser justificada desde el punto de vista alegado por el recurrente en 1. La limitación de la igualdad de oportunidades para las donaciones conduciría a manipulaciones, y en cualquier caso, a cambios más profundos por parte de los partidos, de ingresos por donaciones a ingresos por cuotas. De la diferenciación jurídica y fáctica entre donaciones y cuotas también ha partido el legislador en el § 27 párr. 1 PartG, y especialmente en la fórmula de cálculo de la igualdad de oportunidades contenida en el § 22a párr. 2 PartG. La definición legal de las cuotas y las donaciones en el § 27 párr. 1 PartG permite, en cualquier caso, a los partidos cambios entre las formas de ingreso por medio de la correspondiente configuración normativa con un alcance de no poca importancia (con más detalle vid. sobre ello c). Esto no justifica, sin embargo, la lesión del principio de la igualdad de oportunidades de los partidos, que se fundamenta en que por medio del § 22a párr. 2 PartG se deducen cuantías de igualdad de oportunidades en una cuantía que influya la situación competencial de los partidos, aunque no existe, como se ha expuesto, necesidad de compensación. b) La igualdad de oportunidades, como se ha mostrado (supra a.1), debe compensar a los partidos en relación a las cuotas y a las donaciones con ventajas fiscales a su favor, en tanto éstas se muestren desproporcionadas por exceso en relación a su número de miembros y a sus resultados electorales. El precepto del § 22a párr. 2 PartG, sin embargo, no es apropiado para alcanzar el objetivo de compensación tras la igualdad de oportunidades. Sobre la base de la forma de cálculo allí regulada no se compensan las diferencias preexistentes de forma fiable, sino que se crean nuevas desigualdades entre los partidos; la disposición, por ello, infringe el principio de igualdad de oportunidades de los partidos. (1) La falta de aptitud de la disposición para alcanzar su objetivo tiene su causa, ante todo, en que la extensión de las cuantías de indemnización a pagar a los partidos con derecho a ello se determina básicamente a raíz de la distancia más alta de la llamada cantidad de partida (§ 22a párr. 2 incisos 1 y 2 PartG) a las cantidades de partida de los demás partidos. Cuanto mayor es la distancia absoluta de la cantidad más alta de partida de un partido político que ha de considerarse como partido modelo, de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 1 PartG, con las cantidades de partida de los restantes partidos, tanto mayores son las cantidades de compensación de los partidos con derecho a la igualación de oportunidades, e incluso con las ventajas fiscales indirectas que se mantienen igual en los ingresos por cuotas y donaciones. Incluso en la limitación esquemática de las indemnizaciones por igualdad de oportunidades de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG, al 10% de la indemnización de los gastos de la campaña electoral por partido y ejercicio económico – sin embargo, en principio sólo sin ellas – pueden las ayudas en concepto de igualación de oportunidades alcanzar una cuantía que va más allá de la cantidad de las ventajas fiscales que en conjunto indirectamente afluyen a los partidos – un resultado que no es com- patible con el objetivo de la igualación de oportunidades de compensar los superávits de los partidos, en particular indirectamente con las ventajas fiscales. El límite de corte del 10% contenido en el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG, que debe impedir estos resultados, es además por su parte inconstitucional, como se ha de ver (abajo [3]). (2) Los efectos del cálculo de la igualdad de oportunidades de acuerdo con lo dispuesto en el § 22a párr. 2 PartG, objeto de reparos, que no están en situación de producir dicha igualdad, se pueden ver con el ejemplo de la equiparación de oportunidades para el ejercicio económico de 1990. La equiparación de oportunidades de 1990 se calcula, de acuerdo con la perspectiva proporcionada por la administración del Parlamento Federal y que confirma el cálculo proporcionado por el recurrente en la vista oral, y entregado a las demás partes procesales, con algunas discrepancias que no resultan de interés para la decisión, de la forma que a continuación se expone: GRÁFICA 1 CÁLCULO DE LA IGUALACIÓN DE OPORTUNIDADES SOBRE LA BASE DE LOS INFORMES DE CUENTAS DE 1990 Partido 40% de las Número de Cantidad Cantidad máxima Diferencia 40% de las Segundos cuotas de los miembros de partida de acuerdo con entre c.5 donaciones votos miembros obligados al A c.4 multipl. por y c.2 Elecciones marcos pago de Divisor número de PF 1990 alemanes cuotas c.2 miembros por c.3 1 2 CD CSU FDP SPD GRÜNE* REP* DIE GRAUEN* ÖDP* 33.502.798,00 6.152.891,20 4.224.944,40 51.621.434,00 4.153.382,58 543.543,73 34.013,60 70.951,76 3 653.446 186.198 66.735 919.129 39.907 16.729 1.524 4.090 4 51,2710 33,0449 63,3093 56,1634 104,0765 32,4911 22,3186 17,3476 Menos del 5% de los segundos votos válidamente emitidos 5 41.369.208,85 11.788.065,04 --58.189.413,60 2.526.484,24 1.059.101,28 96.483,37 258.935,04 6 7 8 7.866.410,85 5.635.173,84 --6.567.979,60 1.626.898,34 515.557,55 62.496,77 187.983,28 29.361.575,60 14.518.886,80 9.181.398,00 14.613.625,60 4.189.049,54 710.358,74 79.813,95 452.038,92 13.277.691 3.302.980 3.956.052 13.355.171 1.778.195 871.773 311.333 191.306 GRÁFICA 2 Partido 1 CD CSU FDP SPD GRÜNE REP DIE GRAUEN ÖDP Cantidad de partida B Divisor c.7 Por c. 8 9 2,2113 4,3957 2,3208 1,0942 2,3558 0,8148 0,2564 2,3629 Cantidad máxima de acuerdo con c. 9 multipl. por nº de segundos votos c. 8 Diferencia entre c. 10 y c. 7 Suma de c. 6 y c. 11 partido por 2 Cantidad máxima 10% de (tanto alzado de los gastos de la campaña electoral e importe base) a indemnizar EQUIPARACIÓN DE OPORTUNIDADES = cuantía de c. 12, limitada por la cantidad máx en c. 13 10 58.364.46,33 --17.389.617,78 58.705.325,16 7.816.411,76 3.832.052,58 1.368.526,47 840.923,78 11 29.003.170,73 --8.208.219,78 44.091.699,56 3.627.362,22 3.121.693,84 1.288.712,52 388.884,86 12 18.434.790,79 2.817.586,92 4.104.109,89 25.329.839,58 1.000.231,94 1.818.625,70 675.591,15 288.434,07 13 10.069.066,83 3.589.473,79 4.013.710,72 10.119.398,00 2.079.214,52 1.019.350.00 202.242,57 124.272,78 14 10.069.066,83 2.817.586,92 4.013.710,72 10.119.398,00 1.000.231,94 1.019.350.00 202.242,57 124.272,78 Comprobado Geβmann (reducida) (reducida) (reducida (reducida) (reducida) (reducida) GRÁFICA 3 CÁLCULO DE LA EQUIPARACIÓN DE OPORTUNIDADES SOBRE LA BASE DE LOS INFORMES DE CUENTAS DE 1990 (partiendo de que LOS VERDES fueran el partido modelo en las cuotas – lo que no fue así) Partido 40% de las cuotas Número de Cantidad de Cantidad Diferencia Los datos en de los miembros miembros obligados partida A máxima de entre c. 5 c. 7 – 11 se en marcos al pago de cuotas Divisor c.2 acuerdo con y c. 2 mantienen alemanes por c. 3 c.4 mult. por como en la nº de Gráfica 1 miembros (c. 3) 1 2 3 4 5 6 CD CSU FDP SPD GRÜNE REP DIE GRAUEN ÖDP 33.502.798,00 6.152.891,20 4.224.944,40 51.621.434,00 4.153.382,58 543.543,73 34.013,60 70.951,76 653.446 186.198 66.735 919.129 39.907 16.729 1.524 4.090 51.2710 33.0449 63.3093 56.1634 104.0765 32.4911 22.3186 17.3476 68.008.372 19.378.836 6.945.545 95.659.729 --1.741.096 158.613 425.673 34.505.574 132.225.945 2.720.601 44.038.295 --1.197.552 121.599 354.721 total 100.303.950,00 96.164.287 GRÁFICA 4 Partido Suma de c. 6 y c. 11 partido por 2 Cantidad máxima: 10% indemnización por gastos de la campaña electoral Equiparación de oportunidades 1 CD CSU FDP SPD GRÜNE REP DIE GRAUEN ÖDP 12 31.754.372 6.612.973 5.464.410 44.064.997 1.813.681 2.159.623 705.156 371.803 13 10.069.066,83 3.589.473,79 4.013.10,72 10.119.398,00 2.079.214,52 1.019.350,00 202.242,57 124.727,78 14 10.069.066,83 3.589.473,79 4.013.10,72 10.119.398,00 1.813.681,00 1.019.350,00 202.242,57 124.727,78 (reducida) (reducida) (reducida) (reducida) (reducida) (reducida) (reducida) La equiparación de las donaciones recogida en la columna 11 de la gráfica se eleva a una suma que para el SPD supone más del 300% por encima de la desgravación fiscal que indirectamente, de hecho, afluye en las donaciones (columna 7). Ante todo, la suma de la equiparación de las donaciones calculada se eleva, para todos los partidos con derecho a la igualación (columna 11), a unos 16,6 millones de marcos alemanes más que la suma de las ventajas fiscales que le han correspondido de acuerdo con la columna 7. La causa de la elevada cuantía de la equiparación de las donaciones es la cantidad de partida de la CSU, convertido en partido modelo, el cual, debido evidentemente a los ingresos por donaciones muy superiores a la media para el partido en el año 1990, con 4,3957 puntos, llega casi al doble de las cuotas de equiparación del partido más próximo. La equiparación de las donaciones orientada en el punto de partida justamente a la ventaja fiscal relativamente más alta de la CSU, no puede hacer ya justicia al propósito legislativo de compensar las ventajas fiscales desproporcionadas por exceso de los partidos, en particular entre ellos. Se calculan, de acuerdo con el § 22a párr. 2 PartG, cuantías de igualación que llegan cerca de las ventajas fiscales que han correspondido en conjunto a los partidos, o que, como ocurrió en 1990 (columna 11), las superan sobradamente. Ahora bien, las cuantías para la igualación de las oportunidades calculadas de acuerdo con el § 22a PartG descienden por la división aritmética entre dos, de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 3 PartG y, por último, limitadas en el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG al 10% de la indemnización de los gastos de campaña electoral de cada partido; pero esto no puede cambiar el hecho de que el procedimiento de cálculo para determinar la cuantía de la igualación de oportunidades de los demás partidos, sobre el cual han de calcularse las cuantías de compensación correspondientes a las ventajas fiscales relativamente más elevadas en relación al partido modelo, no puede asegurar el resultado de que se han referido suficientemente a las ventajas fiscales que de hecho afluyen a los partidos en particular. (3) Por último, puede aquí quedar abierta la cuestión de si la formación de la media aritmética de la cuantía de compensación calculada para las ventajas fiscales en las donaciones y las cuotas (§ 22a párr. 2 inciso 3 PartG) se somete a importantes objeciones de constitucionalidad; en todo caso esta forma de cálculo se aproxima a la conclusión de que ni el procedimiento de cálculo original (§ 22a párr. 2 incisos 1 y 2 PartG), especialmente la admisión de una ventaja fiscal del 40%, no responde al objetivo de la normativa en el § 22a PartG, o el subsiguiente acortamiento a la mitad (§ 22a párr. 2 inciso 3 PartG) lleva a un falseamiento del cálculo en sí correcto. En cualquier caso, la limitación de la cuantía por igualación de oportunidades a pagar a un máximo anual del 10% de la indemnización de los gastos de campaña electoral que corresponden al partido (§ 22a párr. 2 inciso 4 PartG) del cálculo de la equiparación de oportunidades es poco objetivo y, por tanto, desigual. No existe una relación objetiva reconocible entre la compensación que corresponde al partido por el exceso relativo de ventajas fiscales que han afluido a otros partidos, y el coste de la dirección de la campaña electoral por unas elecciones al Parlamento Federal de hasta hace cuatro años atrás como medida para la limitación de la cuantía de la igualación de oportunidades. Otra ulterior carencia, que tomada en sí misma ya lleva a la inconstitucionalidad del límite de corte del 10% del precepto del § 22a párr. 2 inciso 4 PartG consiste en que la limitación esquemática de la igualdad de oportunidades al 10% de la indemnización de los gastos de la campaña electoral, por su parte, lleva necesariamente a la infracción del principio de igualdad de las oportunidades de los partidos. Este límite superior nivela la igualación de las oportunidades en relación a la indemnización de los gastos de campaña electoral sin atender a que, como las cuantías de igualación las de oportunidades calculadas de acuerdo con el § 22a párr. 2 incisos 1 a 3 PartG, que fueron determinadas con el objetivo de la compensación de las distintas ventajas fiscales, se les da un peso distinto según la relación de los partidos entre sí. Así, las ayudas por igualación de oportunidades que recibe según la perspectiva efectua- da, la CDU para el ejercicio económico de 1990, son apenas inferiores a las del SPD, aunque – como prueba la columna 12 de la gráfica – a éste en realidad le correspondería una compensación superior a 7 millones marcos alemanes. El cálculo de la igualación de oportunidades que se deriva de la gráfica para el año 1990 muestra además el significado práctico de este límite de corte. A pesar de la división aritmética tuvieron que acortarse en seis de los ocho partidos con derecho a la equiparación las cuantías de igualación de oportunidades a la cuantía máxima de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG; no se trataba de sumas despreciables – por ejemplo, en el caso del SPD de la reducción de 25,329 millones de marcos alemanes a 10,1 millones. Como resultado, la aplicación del § 22a párr. 2 inciso 4 PartG lleva, en cualquier caso, a lo largo de los años a diferencias relativas importantes en los ingresos por las cuotas y las donaciones de los partidos que, en la igualación de las oportunidades orientada a la ventaja fiscal presumida de los partidos, produce además un aumento meramente lineal de la indemnización de los gastos de la campaña electoral de los partidos de alrededor de un 10%. En lugar de compensar las distorsiones en la competencia producidas por la renuncia fiscal a los impuestos, esta modalidad de igualación de oportunidades lleva a nuevas desigualdades. (4) El cálculo de la igualación de oportunidades para el año 1990 muestra también, a la vista de la equiparación de las cuotas, cuán poco idóneo es este instrumento de financiación de partidos para alcanzar el fin que le corresponde según los objetivos legales. En las cuotas el recurrente, en especial, debido al alto porcentaje del salario de los citados mandatarios allí asentado, con gran diferencia consigue la cantidad de partida más alta (columna 4 de la gráfica). Pero no sólo por ello es el partido modelo en el que se calcularía el derecho a la igualación de los restantes partidos, porque en las elecciones al 12º Parlamento Federal en diciembre de 1990 únicamente pudo reunir el 4,8% de los segundos votos (§ 22a párr. 2 inciso 1 PartG). Con independencia de la cuestionabilidad de la normativa adoptada en el § 22a párr. 2 inciso 1 PartG, de la que se deriva que los resultados electorales de diciembre de 1990 son importantes para el cálculo de la igualación de las oportunidades tanto para el ejercicio económico de 1989 como también para el de 1990, se derivaría, en caso de obtener un resultado electoral de sólo un 0,2% más que el del recurrente – con los de- más parámetros de cálculo sin experimentar cambio alguno –, una igualación de las cuotas completamente distinta. Por lo tanto, si el recurrente se hubiera convertido en el partido modelo en 1990, se hubiera prácticamente quintuplicado la suma de las cuantías entregadas en la columna 6 de la gráfica 1 en concepto de igualación de las cuantías de los actuales 20,836 millones de marcos alemanes a alrededor de 96 millones de marcos alemanes (columna 6 de la gráfica 2), sin que los ingresos por cuotas de los partidos, ni las ventajas fiscales indirectas presumidas hubieran experimentado cambio alguno. También la suma de la igualación de cuotas (columna 6 de la gráfica 2) hubiera alcanzado así sólo justo por debajo del conjunto de ventajas fiscales en este ámbito (columna 2 de la gráfica 1 y de la gráfica 2). Igualmente, el resultado de los pagos, a pesar del enorme aumento de la equiparación de cuotas, se hubiera elevado realmente poco con la consecuencia de que en adelante todos los partidos, con la excepción del partido LOS VERDES (partido modelo), hubieran recibido una igualación de oportunidades recortada, de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG, al 10% de la indemnización por los gastos de la campaña electoral (columna 14 de la gráfica 2). Ambos – la multiplicación de la equiparación de cuotas con un resultado electoral poco distinto y la consecuente cuantía de igualación de oportunidades similar- prueban la contradicción interna del cálculo de la igualación de oportunidades y, al mismo tiempo, la falta de capacidad de la norma impugnada para conseguir la equiparación de las distintas ventajas fiscales entre los partidos. El resultado es evidente: debido a la falta de aptitud para conseguir el objetivo de equiparación pretendido, las ayudas en concepto de igualación de oportunidades que se han calculado de acuerdo con lo dispuesto en el § 22a párr. 2 PartG han producido como consecuencia, por su parte, distorsiones en la competencia entre los partidos. (5) Por el contrario, el examen aportado por el Parlamento Federal sobre que la igualación de oportunidades modificada en la redacción de la Ley de Modificación de 1988 es en mucha mayor medida más adecuada que la anterior redacción para dar lugar a un reparto justo de las ayudas en concepto de igualación a favor de los partidos con muchos miembros, pero con “pocos donantes”, no afectan a las carencias apuntadas de la equiparación de oportunidades. Estas carencias aparecen, por lo demás, de forma especial en la equiparación de oportunidades para el ejercicio económico de 1990, pero en modo alguno se limitan a ese ejercicio económico, puesto tienen su origen no, por ejemplo, en un peculiar resultado de las cuotas, las donaciones o las elecciones de ese año, sino en la forma de cálculo con base en la ley del § 22a párr. 2 PartG. (6) Por ello, puede depender de si el cálculo de la equiparación de oportunidades, de acuerdo con lo dispuesto en el § 22a párr. 2 PartG, resulta objetable también jurídico-constitucionalmente, porque incluye en la equiparación de las donaciones también los ingresos completos por donaciones a los partidos, y de esta forma también abarca aquellos donantes para los que el Estado no contempla una desgravación fiscal necesitada de equiparación. c) También es constitucionalmente objetable el cálculo de la igualación de oportunidades, finalmente, en tanto al abrir el § 22a párr. 2 en relación con el § 27 párr. 1 PartG, permite a los partidos políticos en cierta medida la posibilidad de cambiar los ingresos por cuotas o donaciones de una a otra forma de ingreso. (1) Ahora bien, la concreción conceptual legal de las cuotas y donaciones en el § 27 párr. 1 PartG está suficientemente precisada de acuerdo con los puntos de vista del Estado de Derecho (vid. BVerfGE 78, 205 [212], con ulteriores referencias). Conectando la definición legal del § 27 párr. 1 PartG, el encuadramiento de la entrega monetaria de un miembro del partido como cuota o como donación de manera exclusivamente formal a la característica de su regularidad y fundamento estatutario, abre a los partidos la posibilidad de influir sobre el hecho de si las prestaciones monetarias de sus miembros se han de considerar cuotas (§ 24 párr. 2 núm. 1 PartG) o donaciones (§ 24 párr. 2 núm. 4 PartG). En especial en las llamadas contribuciones de los mandatarios se muestra que los partidos, por medio de una normativa estatutaria del deber de contribuir, pueden clasificar los pagos a realizar por sus miembros en su condición de titulares de un cargo o mandatarios entre los ingresos por cuotas. Si, por el contrario, no existe esa normativa estatutaria, estos pagos se consideran donaciones. Las sumas de las que se trata no carecen precisamente de importancia: así, el recurrente cifraba sus ingresos por contribuciones de los mandatarios en el año 1989 en alrededor del 50% de todos sus ingresos por donaciones. Una encuesta de los partidos con representación en el 11° Parlamento Federal en este procedimiento dio como resultado que éstos consideraban estas contribuciones de los mandatarios prácticamente en su totalidad como ingresos por cuotas. En los casos de la CDU, CSU y el SPD, el porcentaje de las contribuciones de los mandatarios en el to- tal de ingresos por cuotas en el año 1989 se encontraba entre el 18 y el 29%. También por medio de la correspondiente configuración de la escala de cuotas los partidos pueden orientar las entregas financieras de sus miembros en cierta medida de ingresos por donaciones a ingresos por cuotas. (2) Si los partidos hacen uso de estas posibilidades de configuración, esto repercute necesariamente sobre el cálculo de la igualación de las oportunidades. Cuando se alcanzan de esta forma cuantías importantes, como es el caso de las contribuciones de los mandatarios, se producen efectos sobre el cálculo de la equiparación de oportunidades. Esto no es compatible con la función de esta institución. Al margen de la imposibilidad de prever los futuros resultados de la equiparación de oportunidades, que ante todo se funda en que su cálculo sólo puede tener lugar tras la entrega de los informes de cuentas de los partidos, normalmente un año después del ejercicio económico a considerar en su caso, de todos son conocidos partidos típicamente fuertes en donaciones y cuotas; a la vista de ello pueden influenciarse a propósito los ingresos por donaciones o cuotas de un partido con el objetivo de conseguir un efecto favorable en lo que respecta a las ayudas en concepto de equiparación de oportunidades. Esto contradice evidentemente el objetivo de igualación perseguido con el § 22a párr. 2 PartG. Puede ser dudoso, en vista de las carencias ya comprobadas del precepto, si las posibilidades abiertas por el § 27 párr. 1 PartG en relación a una influencia sobre el cálculo de la igualación de oportunidades son de tal peso que se ha de considerar que el § 22a párr. 2 PartG también es inconstitucional por este motivo. III. Por ello, los oponentes también han infringido el principio de igualdad de oportunidades de los partidos, recogido en el art. 21 párr. 1 en relación con el art. 3 párr. 1 LF, y de esta forma el derecho del recurrente, que se prevé en el § 10b EStG y el § 9 núm. 3 letra b) KStG, a la deducibilidad de las cuotas de miembro y donaciones a los partidos políticos hasta una cuantía de en total 60.000 marcos alemanes, y en caso de declaración conjunta de los cónyuges, hasta una cuantía de en total 120.000 marcos alemanes en el año natural. 1. Ello se infiere de que, como se ha dicho (supra II.), la normativa de la igualación de oportunidades en el § 22a PartG no es capaz de dar lugar a la necesaria compensación a favor de los partidos perjudicados por la renuncia fiscal del Estado. El Estado falsea con el favorecimiento fiscal de las donaciones a los partidos políticos su situación competencial previa, cuando de esta forma se favorecen partidos que ejercen un mayor poder de atracción entre contribuyentes con altos ingresos que otros partidos (vid. BVerfGE 8, 51 [65 ss.]; 24, 300 [357 ss.]; 52, 63 [88 ss.]; 73, 40 [89]). Los límites constitucionales de un favorecimiento fiscal admisible de cuotas y donaciones a partidos políticos, que no son compensados eficazmente por otras prestaciones del Estado, pasa por donde alcanza una medida que es apropiada para cambiar la situación competencial previa entre los partidos en una manera seria y de peso. Este límite no se alcanza cuando el favorecimiento fiscal puede ser utilizado por parte de la mayoría de los contribuyentes (vid. BVerfGE 52, 63 [91]). Con la normativa impugnada se ha superado este límite. Es evidente que el precepto de ingresos medio no puede agotar ni por aproximación el marco de donaciones de 60.000 marcos alemanes – en caso de declaración conjunta de los cónyuges, de 120.000 marcos alemanes -. Frente a él se encuentran los perceptores de ingresos que están en situación de utilizar el marco de favorecimiento en mayor medida o completamente o doblemente como integrante de una entidad en combinación con el § 9 núm. 3 letra b) KStG. A ello se añade la carga fiscal distinta en su caso en estas cuantías, que consiste en que personas con altos ingresos a tributar, debido a su límite fiscal notablemente más elevado, pueden obtener una „participación en la donación” por parte del Estado de mayor cuantía por su renuncia fiscal que los ciudadanos con ingresos medios o bajos con una donación al partido de similar importe. Para la igualdad de oportunidades de los partidos esto significa que los partidos que se dirigen con su programa a ámbitos de la población con altos ingresos y especialmente empresariales de forma particular son favorecidos por la desgravación fiscal del § 10b párr. 2 inciso 1 EStG y del § 9 núm. 3 letra b) KStG frente a otros partidos. Estas disposiciones favorecen a su clientela de forma desproporcionada, la renuncia fiscal indirecta estatal favorece de esta forma a estos partidos en medida altamente desigual en comparación con partidos con seguidores mayoritariamente con ingresos medios o bajos. El legislador no ha desconocido esto. Para compensar las distorsiones de la competencia operadas por las disposiciones fiscales impugnadas, ha previsto – como ya lo hizo por medio de la Ley de Modificación de la Ley de Partidos y otras leyes de 22 de diciembre de 1983 (BOF I p. 1577) –, la llamada equiparación de oportunidades en el § 22a PartG. La Sala ha seguido esta idea del legislador también en principio en su Sentencia de 14 de julio de 1986 (vid. BVerfGE 73, 40 [89]). Puesto que, sin embargo, la equiparación de oportunidades, tal y como se regula en el § 22a PartG, no es capaz de conseguir una compensación a favor de los partidos perjudicados por la renuncia fiscal estatal en la forma jurídico-constitucionalmente ordenada, y por tanto es inconstitucional, la normativa adoptada en el § 10b párr. 2 inciso 1 EStG y en el § 9 núm. 3 letra b) KStG queda aislada y lesiona de esta forma el principio de igualdad de oportunidades de los partidos. 2. Separándose del punto de partida adoptado en su Sentencia de 14 de julio de 1986 (BVerfGE 73, 40), pero en consonancia con el voto particular en su día formulado por el magistrado Böckenförde, al que se ha adherido el magistrado Mahrenholz (ibídem pp. 103 ss., 117), considera la Sala además que, por un lado, la desgravación fiscal de las donaciones que son realizadas por entidades, pero por otro lado, también el favorecimiento fiscal de las donaciones elevadas de personas físicas, se somete a importantes reparos de constitucionalidad en vista del derecho del ciudadano a tomar parte de una forma igualitaria en la formación de la voluntad política, incluso aunque fuera posible dar lugar a una compensación eficaz de las distorsiones a la competencia que de esta forma se ocasionan. Las donaciones a partidos políticos, y también las donaciones de entidades, se permiten de acuerdo con el ordenamiento jurídico de la República Federal de Alemania en la cantidad que se desee. Los peligros para el proceso de formación de la voluntad política que de ello se pueden derivar se previenen por medio del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, que exige de los partidos, entre otras cosas, que rindan cuentas públicamente sobre el origen de sus medios. Cuestión distinta es si el Estado puede favorecer fiscalmente las donaciones a los partidos políticos. La Sala ha encontrado la medida para contestar a esta cuestión, por una parte, en el derecho de los partidos a la igualdad de oportunidades, y por otra, en el derecho del ciudadano a la participación igual en la formación de la voluntad política; ambos se enraízan en el principio de igualdad en relación con el principio democrático y se han de entender en el sentido de una estricta igualdad (vid. BVerfGE 8, 51 [68 s.]; 24, 300 [360 s.]; 52, 63 [88]; 73, 40 [71]). Se mantiene este punto de partida. a) De ello se desprende, en primer lugar, que las donaciones que realizan las entidades, las asociaciones y las masas patrimoniales a los partidos en el sentido del § 1 párr. 1 KStG (en adelante: corporaciones), no pueden ser favorecidas fiscalmente. El favorecimiento fiscal de las donaciones que se realizan por parte de las corporaciones crea para las personas físicas que se encuentran tras ellas una posibilidad adicional de influencia favorecida por el Estado – y por tanto a cargo del resto de los contribuyentes – sobre la formación de la voluntad política, que no es aplicable a los demás ciudadanos. Puesto que este tratamiento desigual, en vista del carácter formal del principio de igualdad, precisaría para su justificación una razón apremiante, pero ésta no es evidente, es inconstitucional el § 9 núm. 3 letra b) KStG, Lo mismo es aplicable al § 9 núm. 3 letra c) KStG. b) (1) La deducibilidad fiscal de las cuotas de miembro y de las donaciones a los partidos políticos hasta un importe de 60.000 marcos alemanes – en caso de declaración conjunta de los cónyuges, hasta 120.000 marcos alemanes – en el año natural, como se permite en el § 10b párr. 2 EStG, no es justificable jurídico-constitucionalmente. En la escala impositiva progresiva del derecho tributario vigente, el ciudadano con altos ingresos se ve favorecido fiscalmente frente al ciudadano con bajos ingresos, al tener la posibilidad de conseguir influencia sobre la formación de la voluntad política mediante donaciones a los partidos. Al ahorrarse frente a éste una cuantía impositiva absoluta y relativamente más elevada, se premia, por así decir, su opinión política. Este tratamiento fiscal desigual por parte de la ley de la influencia sobre la formación de la voluntad política según la cuantía de los ingresos no es compatible, sin embargo, con el principio de igualdad formal, que domina el ejercicio de los derechos políticos en la democracia liberal (BVerfGE 8, 51 [69]). Las cuantías mencionadas en el § 10b párr. 2 EStG se encuentran claramente por encima de los ingresos medios anuales y, de esta forma, de la parte de los ingresos de los que la mayoría de los donantes pueden disponer para las donaciones. Sólo una minoría de ciudadanos está en situación de agotar completamente el marco contemplado en la ley. La concesión de ventajas fiscales a las donaciones de personas físicas a los partidos políticos no es, sin embargo, susceptible de reparos de constitucionalidad en tanto estas donaciones se mantengan dentro de una dimensión que esté al alcance de los perceptores de ingresos medios. (2) La normativa del § 34g EStG en la redacción de la Ley de 22 de diciembre de 1983 (BOF I p. 1577), que limita la desgravación fiscal a las donaciones de cierto alcance y ajusta su cuantía con independencia de la base imponible, se ajusta a las exigencias jurídico-constitucionales (vid. BVerfGE 73, 40 [75 s.]). Por buenas razones el legislador podría ser de la opinión de que en el período impositivo de 1984, en el que el precepto se aplicó por primera vez, una cuota o una donación de 1.200/2.400 marcos alemanes estaba al alcance del perceptor medio; podría por tanto conseguir la mayor desgravación fiscal posible. En consecuencia, un aumento derivado del crecimiento de los ingresos medios de la cuantía citada en el § 34g inciso 2 EStG no contradice la igualdad ordenada constitucionalmente entre los perceptores de ingresos. El precepto del § 34g EStG tampoco es por ello, por ejemplo, constitucionalmente indefendible, porque las ventajas que sobre su base se otorgan a los miembros de cuota o a los donantes sólo pueden beneficiar a los obligados a tributar. Se mantiene en el marco de la tipificación legal admisible que el legislador parta del caso general de que las personas sin o con ingresos bajos por regla general no vienen en consideración como donantes. La circunstancia de que de la disposición contenida en el § 34g EStG sólo pueden beneficiarse las personas que están sometidas a la obligación de tributar, tampoco lleva desde el punto de vista de su carácter estricto a un perjuicio grave del derecho a la participación igual en la formación de la voluntad política de quienes no están obligados a tributar; y no precisamente porque no se pueda ejercer influencia política por las donaciones de la cuantía que aquí viene en consideración. El legislador ha dado expresión por medio de este precepto a la idea acertada de que los partidos políticos – y las asociaciones equiparadas a ellos en el § 34g inciso 1 núm. 2 EStG – necesitan para cumplir sus funciones una base de miembros y un sustrato financiero. En vista de que los partidos son imprescindibles para la capacidad de funcionamiento del orden estatal democrático, la decisión del legislador de fomentar fiscalmente la colaboración ciudadana con los partidos de una y otra forma no es objetable cuando por medio de ella, como en el caso del § 34g EStG, no se lesiona ni a los partidos en su derecho a la igualdad de oportunidades ni a los ciudadanos en su derecho a la participación igual en la formación de la volun- tad política. Por último se ha de atender a que los partidos, cuanto más satisfagan su necesidad financiera con cuotas de miembro y pequeñas donaciones, menos correrán peligro de depender de las grandes donaciones. También esto justifica el favorecimiento fiscal de las donaciones a los partidos en una cuantía al alcance de la gran mayoría de los ciudadanos. c) Por este motivo, los servicios estatales competentes deben controlar la actual aplicación del derecho tributario vigente. El estricto principio de igualdad se opone al favorecimiento fiscal de las donaciones realizadas a los partidos conseguido por medio de la interposición de una corporación, se produzca aquél por la exención fiscal de la corporación o por la exención de una persona física que presta servicios para la corporación. Los servicios competentes deben garantizar, por medio de las disposiciones y las sanciones eficaces, que se observe la prohibición de exención fiscal. Esto se refiere en particular a la práctica a que se hace referencia en el informe del Tribunal Económico-Administrativo Federal de 17 de mayo de 1952 (BFI III 1952 p. 228), que reconoce a las asociaciones profesionales también exenciones fiscales cuando remiten parte de sus ingresos a un partido. Lo mismo rige en relación a la prohibición del § 55 párr. 1 núm. 1 AO, que prohíbe a las corporaciones el empleo de sus medios en apoyo o fomento de partidos políticos y que se confirma en el § 25 párr. 1 núm. 2 PartG, así como a la prohibición de desgravar donaciones con fines políticoestatales como gastos de explotación o gastos deducibles (§§ 4 párr. 6, 9 párr. 5 EStG, § 8 KStG). Por último, el legislador tiene que comprobar si un favorecimiento fiscal demasiado generoso de las donaciones, también de las donaciones de personas jurídicas, a organizaciones del ámbito político, que con ayuda de los medios que afluyen a ellos colaboran en el proceso de formación de la voluntad política con el objetivo de fomentar la política de determinados partidos, puede perjudicar, por su parte, el derecho del ciudadano a la participación igual en este proceso. También la igualdad de oportunidades de los partidos podría verse afectada por ello. IV. Los oponentes, por último, se han manifestado en contra de que el aumento de la cuantía que se ha de anotar en las donaciones a un partido o a una o varias agrupaciones regionales, indicando el nombre y la dirección del donante, así como el importe total de la donación en el informe de cuentas (el llamado límite publicitario), a 40.000 marcos alemanes en el § 25 párr. 2 PartG (art. 1 núm. 7 ÄndG), lesione el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. De esta forma han lesionado al recurrente en su estatus constitucional en su condición de partido, cuya protección por el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, está al servicio del deber de presentación de cuentas creado (vid. BVerfGE 24, 300 [332 s.]). La Ley Fundamental se opone a un aumento del límite publicitario por encima de los 120.000 marcos alemanes – al menos por ahora -. 1. De acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, los partidos están obligados a rendir públicamente cuentas sobre el origen y el uso de sus medios, así como sobre su patrimonio. El tenor literal del precepto habla a favor de que apunta a una presentación de cuentas lo más completa posible. La competencia normativa abierta al legislador federal en el art. 21 párr. 3 LF le permite ciertas limitaciones de este deber de dar publicidad, afecten a la forma de la rendición de cuentas o a la manera y cuantía de los ingresos comprendidos. Tales limitaciones deben ser compatibles siempre con el sentido y el objetivo del precepto. La disposición del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF se basa en la ponderación de que la formación de la voluntad política dentro de un partido puede ser influenciada de forma destacada por personas u organizaciones, que ponen a disposición del partido medios financieros en mayor medida. Tal mezcla de intereses políticos y económicos debe ser expuesta. Los electores deben de poder informarse sobre las fuerzas que determinan la política de los partidos, y deben de tener la posibilidad de controlar la coincidencia entre el programa político y el comportamiento de aquellos que pretenden influir sobre los partidos con la ayuda de medios financieros (BVerfGE 24, 300 [356]; vid. también BVerfGE 20, 56 [106]; 52, 63 [86 s.]). El ordenamiento interno de los partidos debe asegurarse contra influencias antidemocráticas por medio del deber de depositar públicamente las cuentas (vid. la solicitud al respecto del Diputado Brockmann en las deliberaciones del Consejo Parlamentario – recogida en v. Doemming-Füßlein- Matz, JöR nueva redacción, T. 1 [1951], p. 207), y se debería cuidar de “que la opinión pública tenga conocimiento del origen de los medios de los partidos, de forma que resulte evidente quién se encuentra tras un grupo político” (en este sentido, la motivación escrita de la solicitud de los Diputados Wagner y Zinn en el Consejo Parlamentario, determinante de la redacción original del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF [Drs. 897] – recogida en v. Doemming-Füßlein-Matz, cit.). Al respecto existió más adelante conformidad (vid. el informe de la Comisión de Derecho de los Partidos creada por el Ministro Federal del Interior “ordenamiento jurídico de los parti- dos”, 2ª ed., 1958, p. 180 s.; así como también la exposición de motivos del proyecto gubernamental de una ley de partidos para la imposición legal de la obligación de depositar las cuentas, BOPF III/1509, p. 28). El deber de publicidad contribuye al mismo tiempo a la igualdad de oportunidades de los partidos en la confrontación política (en este sentido, el informe de la Comisión de Derecho de los Partidos, cit., p. 181, así como, apoyándose en él, la BVerfGE 20, 56 [106]). También en la reforma del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF por la Trigésimo quinta Ley de Reforma de la Ley Fundamental, de 21 de diciembre de 1983 (BOF I p. 1481), el constituyente ha partido de este objetivo. Para aproximarse más a él, se extiende el deber de depositar públicamente las cuentas al empleo de medios y patrimonio de los partidos (vid. el informe de la Comisión de Interior del Parlamento Federal al proyecto de ley sobre nueva ordenación de la financiación de partidos, BOPF 10/697, p. 4 infra II. 1. b), en relación con el informe de la Comisión de Expertos sobre nueva ordenación de la financiación de partidos creada por el Presidente Federal, 1983, p. 182). 2. Según lo expuesto, y de acuerdo con la Constitución, básicamente no es objetable que el legislador, tal y como ha ocurrido en el § 25 párr. 2 PartG, determine que los partidos sólo tienen que informar sobre el origen de sus ingresos por donaciones, y por tanto sólo rendir cuentas públicas de aquellas donaciones que por su cuantía podrían ser importantes para un partido (vid. BVerfGE 24, 300 [356]). El legislador tendría que partir de que, en especial, los ingresos por cuotas por regla general no alcanzan un importe que permita conseguir por medio de ellas una influencia destacable sobre la formación de la voluntad de un partido. Se han de considerar donaciones, junto con las prestaciones dinerarias, en tanto no se consideren por un precepto estatutario como cuotas regulares de los miembros (vid. § 27 párr. 1 PartG), también las ayudas económicamente valorables de todo tipo, como la gratuita puesta a disposición de medios objetivos, la personal o las estructuras organizativas preexistentes. El legislador ha tenido en cuenta, al respecto, al contar el § 26 párr. 1 PartG entre los ingresos de un partido todo el dinero y las prestaciones económicamente valorables que afluyen a él desde el exterior, incluyendo la exención de las obligaciones normalmente existentes y la celebración de acontecimientos y medidas con las que expresamente se hace publicidad a favor de un partido por parte de otros. Complementariamente dispone el § 26 párr. 3 PartG que los bienes que no consistan en dinero se han de tasar en el precio a pagar nor- malmente en el tráfico económico habitual por prestaciones iguales o similares. Si el valor monetario de la prestación de una persona – sola o conjuntamente con otras prestaciones de la misma persona – excede en el año el límite crítico, en vista del objetivo de protección del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, este precepto exige que la presentación de cuentas sobre el origen de los “medios” de un partido, de acuerdo con una interpretación conforme a la Constitución del § 25 párr. 2 PartG, que el nombre y la dirección de quien ha puesto las prestaciones a disposición, así como su valor total se recojan en el informe de cuentas del partido beneficiado. 3. Para alcanzar el objetivo del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, de informar a los electores sobre las fuerzas que pretender influenciar con aportaciones dinerarias o prestaciones financieras la política de un partido, deben recogerse sólo aquellas aportaciones según su origen que, debido a su cuantía, pueden ser empleadas para obtener influencia política (vid. BVerfGE 24, 300 [356]). La concreción de este límite corresponde al legislador, que tiene al respecto un cierto margen de valoración, en cuyo ejercicio puede atender no en último lugar al punto de vista de la practicabilidad. Además, también debe tener a la vista el objetivo que persigue la Ley Fundamental con el mandato de publicidad del art. 21 párr. 1 inciso 4. Si se trata de informar a los electores de la posible influencia del dinero o de las prestaciones económicamente valorables sobre el proceso de formación de la voluntad política del pueblo, el legislador debe también tener en cuenta qué efectos puede tener una donación en los niveles organizativos inferiores de un partido y en los partidos más pequeños. a) El tenor literal y el sentido del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF no dejan espacio alguno para aceptar que el legislador necesita en la valoración de las posibilidades de influencia política por medio de donaciones tener en cuenta exclusivamente el partido general. Así, en la audiencia pública de expertos en relación al proyecto de una ley de modificación de la Ley de Partidos y otras leyes ante la Comisión de Interior del Parlamento Federal el 21 de noviembre de 1988, se mantuvo mayoritariamente la opinión por parte de los expertos de que la influencia de las donaciones sobre la independencia de las asociaciones de los partidos, en especial a nivel municipal, debe atenderse en la fijación del límite publicitario (así, especialmente el experto Prof. Dr. Kaack, Diario de Sesiones de la 36ª sesión de la Comisión de Interior del Parlamento alemán, p. 5 s., 116 y 122, así como las alegaciones escritas que acompañan al acta como documento anexo 1, cit., pp. 138 ss.; en resultado también Seifert, cit., p. 9 s.; Schneider, cit., p. 14, 101, así como v. Arnim, cit., p. 36). Por el contrario, en tanto la decisión de la Sala de 3 de diciembre de 1968 (BVerfGE 24, 300 [356]) puede entenderse en el sentido de que sólo las donaciones importantes para la política de un partido general están sometidas en virtud de la Constitución a una obligación de publicidad, no se sigue su doctrina. Por otra parte, la atención a las relaciones de las agrupaciones políticas más pequeñas no es jurídico-constitucionalmente obligada. El deber de publicidad está al servicio de la comunicación de la influencia política. Los partidos que disponen de influencia política tienen siempre una considerable necesidad de financiación. Si la necesidad financiera de un partido, por el contrario, es tan escasa que a un donante le es posible manipularlo a él o a una de sus asociaciones por medio de una donación de cuantía proporcionalmente inferior, por regla general el partido, por su parte, no puede ejercer ninguna influencia política que merezca considerarse. b) Según todo lo expuesto, no es admisible jurídico-constitucionalmente aumentar el límite publicitario del § 25 párr. 2 PartG por encima de los 20.000 marcos alemanes. La medida de la cuantía admisible del límite publicitario es la posibilidad de conseguir influencia sobre la formación de la voluntad política en los partidos, incluyendo sus asociaciones. Medida de esta forma, la disposición del § 25 párr. 2 PartG en la redacción del art. 1 núm. 7 de la Ley de 22 de diciembre de 1988 no es compatible con el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Con una prestación dineraria o ayuda valorable en dinero en una cuantía de 20.000 marcos alemanes puede ejercerse en las condiciones actuales, aunque no a nivel federal o estatal, sí a nivel local incluyendo el ámbito de los distritos, según el volumen presupuestario de las asociaciones del partido en cuestión, una influencia política no precisamente escasa (vid. también la advertencia del experto Prof. Dr. Kaack, cit., p. 116 s., 141 s.). A ello no se puede objetar indicando que desde la sentencia de la Sala de 3 de diciembre de 1968 (BVerfGE 24, 300) habrían cambiado, por una parte, el valor monetario, y por otra parte, el volumen financiero a disposición de los partidos, de forma tal que un aumento del límite publicitario al doble de la cantidad entonces considerada justificada, de 20.000 marcos alemanes, parece jurídico-constitucionalmente irreprochable. Pues también atendiendo a las circunstancias citadas sucede que por medio de una donación de 20.000 marcos alemanes, según la situación, también hoy se puede conseguir una influencia importante sobre la política de un partido. Esto no lo puede descuidar el legislador. 4. Se satisface el objetivo de protección del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, por lo demás, únicamente cuando los electores tienen conocimiento del verdadero origen de los medios de un partido. De ello se ha de preocupar el legislador. Con este objetivo, en el § 25 párr. 1 inciso 2 núm. 5 PartG se dispone, entre otras cuestiones, que los partidos no deben aceptar donaciones cuando superan el poco relevante límite – constitucionalmente irreprochable – de los 1.000 marcos alemanes (vid. § 27 párr. 3 PartG) y el donante actúa evidentemente en condición de “hombre de paja”. Si el valor de la donación alcanza, pues, más de 1.000 marcos alemanes, sólo puede ser, según la ley, aceptada por un partido cuando éste conoce al verdadero donante; si el valor de la donación supera los 20.000 marcos alemanes, además, la Constitución impone que el nombre del donante se recoja en el informe de cuentas. También desde este punto de vista se ha de controlar el informe de cuentas (vid. § 23 párr. 2 PartG). Las posibilidades de una elusión de la obligación de publicidad contenida en el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF no se excluyen completamente con estos preceptos del derecho vigente. Si se transfiere dinero o una entrega económicamente valorable al receptor para que disponga a su gusto, y éste entrega la donación, sin estar vinculado al deseo o la voluntad del donante, a un partido, éste no se ve impedido, de acuerdo con el § 25 párr. 1 inciso 2 núm. 5 PartG, a aceptar la donación, ni está obligado por el § 25 párr. 2 PartG, debido a la cuantía de la donación, a citar su “verdadero” origen. Si esto sucede, como se ha expuesto, no es susceptible de reproche jurídicoconstitucional. La posibilidad de un “negocio simulado”, sin embargo, no está muy lejos. Debe prestarse atención a ello en el control de los informes de cuentas. Por último, las donaciones que se hacen a un mandatario o candidato, en especial con fines de campaña electoral, favorecen a un partido – aunque no sea directamente -, esto es, favorecen sus esfuerzos políticos. Con ello cuenta también el legislador (vid. el § 44a párr. 2 núm. 3 AbgG237 en relación con el § 4 del Código Deontológico de los miembros del Parlamento Federal en la redacción de la publicación de 18 de diciembre de 1986, BOF 1987 I p. 147). Siempre que estas donaciones, según lo dispuesto, se entreguen al partido, rige el § 25 párr. 1 inciso 2 núm. 5 PartG: el ver237 Ley de régimen jurídico de los miembros del Parlamento Federal (Abgeordnetengesetz). dadero donante debe ser conocido por el partido y, según la cuantía de la donación, incluirse en el informe de cuentas – en otro caso, la donación, si es aceptada, ha de entregarse a la Presidencia del Parlamento Federal (vid. el § 25 párr. 3 PartG). Si por el contrario el receptor emplea los medios que se le han entregado para financiar sus propios objetivos políticos, por ejemplo, para financiar “su” campaña electoral, normalmente, no obstante, de esta forma también se apoyan los objetivos del partido de que se trate, cuyos esfuerzos él sigue y apoya con su actividad política. El donante, sin embargo, sólo es conocido por el receptor, como el hecho de que la donación supera en el año natural el valor de 10.000 marcos alemanes, si se entrega a un diputado del Parlamento Federal y éste, de acuerdo con el § 4 párr. 2 del Código Deontológico, lo denuncia al Presidente del Parlamento Federal. Al respecto, en vista de los preceptos del Código Deontológico (vid. especialmente el § 4 párr. 1 y 3 y el § 8) y las disposiciones correspondientes del derecho estatal, básicamente también se dan por satisfechos desde la perspectiva del mandato de publicidad dirigido a los partidos del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Ahora bien, si una donación entregada a un diputado alcanza un valor tal que si se entregara al partido, tendría que ser recogida por éste, de acuerdo con lo dispuesto en el precepto correspondiente, en su informe de cuentas indicando su origen, y es empleada por el receptor en beneficio (también) del partido, exige el art. 38 párr. 1 inciso 2 LF-- que garantiza la independencia de los diputados, ya en vista del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, cuya elusión ya se adelantó-- la exposición también pública del donante. La influencia ejercida por la entrega de dinero o de prestaciones económicamente valorables sobre la formación de la voluntad política de los partidos, que de acuerdo con el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, debe ser pública y de esta forma hacerse transparente, puede también ejercerse por medio de la correspondiente entrega al titular de un mandato político, con o sin que el partido al que pertenece lo sepa. Pues a todos los niveles políticos los diputados en los Parlamentos y en las representaciones municipales ejercen considerable influencia sobre la formación de la voluntad política en los partidos. En tanto el legislador no adopte otra normativa legal al respecto, se ha de aplicar conforme a la Constitución el § 44a párr. 2 núm. 3 AbgG en relación con el § 4 párr. 2 del Código Deontológico, de forma que las donaciones dinerarias y otras entregas económicamente valorables a los miembros del Parlamento Federal, que se ponen a su disposición para el desarrollo de su actividad política, se han de hacer públicas mediante comunicación eficaz del Presidente del Parlamento Federal, siempre que superen en el año natural la cuantía de 20.000 marcos alemanes y no se recojan – tras la entrega – en el informe de cuentas de un partido de acuerdo con su origen. Lo mismo es aplicable a los miembros de los Parlamentos estatales. 5. A todos los esfuerzos por hacer justicia al fin de la disposición del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF se les han puesto límites. El objetivo de hacer posible tener influencia sobre el proceso de formación de la voluntad política del pueblo por la entrega de dinero y prestaciones valorables en dinero y su publicación, y así por último neutralizarlo, será alcanzable por preceptos jurídicos siempre de forma aproximada. Por último, es responsabilidad de los propios partidos diferenciar la influencia no objetiva de interesados adinerados de la objetiva, y resistir a la presión ejercida por los interesados (vid. BVerfGE 20, 56 [105] en apoyo a K. Hesse, VVDStRL 17 [1959], p. 29; también BVerfGE 52, 63 [87]). El modo y la forma en que se responde a esta responsabilidad supone en una parte esencial su apariencia y de esta forma también la apariencia del Estado democrático. C. Los oponentes han infringido, en la medida que se desprende del fallo, la Ley Fundamental. De acuerdo con el § 67 inciso 1 BVerfGG, el Tribunal Constitucional Federal sólo puede realizar esta constatación. Se le prohíbe una decisión sobre la validez de la norma en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales (BVerfGE 24, 300 [351], con ulteriores referencias). Antes bien, corresponde al legislador poner fin a la situación inconstitucional que se ha comprobado. Al respecto se ha de atender a lo siguiente: 1. Hasta que se dicte una nueva normativa, a más tardar hasta finales de 1993, se han de tolerar parcialmente las carencias de la situación jurídica existente. Corresponde a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal no ocasionar con sus sentencias una situación que todavía fuera menos compatible que la actual con la Constitución (BVerfGE 83, 130 [154]). La inmediata inaplicabilidad de las normas concernientes – directa o indirectamente – a las prestaciones del Estado a los partidos privaría a estos de una parte esencial de su base financiera, sin tener lista una solución de sustitución. Por lo mismo tampoco viene en consideración una devolución de las prestaciones realizadas sobre la base del derecho vigente. Pero las lesiones constitucionales ocasionadas con el actual sistema tienen un peso importante. A pesar de la pretensión del legislador, con independencia de las cuestiones relacionadas con la consecución de la unidad alemana, y sin perjuicio de la dificultad del tema, debe, sin embargo, esperarse del legislador que elimine estas infracciones a tiempo de forma que en las elecciones que se esperan para 1994 al Parlamento Federal ya no desarrollen ningún efecto. 2. a) Hasta finalizar el período transitorio puede aplicarse la normativa vigente que concierna al derecho fiscal y a la equiparación de oportunidades. La aplicabilidad del § 18 párr. 6 PartG, por el contrario, se excluye con efectos inmediatos. Ello resulta obligado porque el mantenimiento del importe base como prestación básicamente independiente de los resultados políticos de los partidos no sólo es incompatible con el principio jurídico-constitucional de la libertad de los partidos frente a la injerencia del Estado, tal y como se ha desarrollado en esta Sentencia, sino que además hace saltar el marco de la indemnización admisible de los gastos necesarios para una adecuada campaña electoral, de acuerdo con la anterior jurisprudencia de la Sala. b) Los pagos regulados en el § 20 PartG a cuenta de la cuantía indemnizatoria correspondiente a las próximas elecciones al Parlamento Federal son consideradas, hasta la nueva regulación, como prestaciones definitivas, esto es, no es necesario que en el marco de una futura normativa de la financiación de partidos se hagan nuevos cálculos. Estos pagos a cuenta se han de considerar transitoriamente como una forma de financiación de la actividad general de los partidos, y por ello, se han de dejar a los partidos como estaban, lo que está justificado en vista de que en el momento actual – junto a la igualación de oportunidades – suponen la única forma de financiación directa estatal de los partidos. En vista de la cuantía de los pagos, el legislador es dueño de partir de un tanto alzado, de acuerdo con el § 18 párr. 1 PartG, de hasta 6,50 marcos alemanes por elector, para conseguir de esta forma una equiparación por la supresión del importe mínimo. c) Al igual que en el marco de una financiación estatal futura general de los partidos que complemente los ingresos que ellos mismos consiguen, el legislador competente tiene que tener en cuenta en el período transitorio la situación de las asociaciones electorales que concurren con los partidos a nivel municipal. Aunque no se pueda ordenar, en vista de sus limitados objetivos políticos, una equiparación de las asociaciones electorales municipales con los partidos políticos desde la perspectiva jurídi- co-constitucional (vid. BVerfGE 78, 350 [358 s.]), tampoco se puede olvidar que una financiación estatal (parcial) de la actividad general de los partidos también favorece su actividad política a nivel municipal. 3. No se ordena una aplicación provisional ulterior del § 25 párr. 2 PartG en su actual redacción, que no es compatible con el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Puesto que no era objetable constitucionalmente la versión vigente del § 25 párr. 2 PartG hasta la entrada en vigor de la Ley de Modificación de 22 de diciembre de 1988, se ha de aplicar el precepto a partir de ahora teniendo en cuenta que los partidos tienen que registrar en su informe de cuentas las donaciones cuyo valor total supere los 20.000 marcos alemanes en el año natural. D. La sentencia se ha adoptado por unanimidad. Mahrenholz, Böckenförde, Klein, Graßhof, Kruis, Kirchhof, Winter, Sommer 2.3 Barrera electoral La Sentencia sobre las elecciones en toda Alemania (BVerfGE 82, 332) resuelve un conflicto entre órganos constitucionales y diversos recursos de amparo interpuestos por el partido los verdes, en el marco de un contexto socio -político inigualable, de extraordinaria relevancia histórica: la reunificación de la República Federal (RFA) y de la República democrática (RDA), cuarenta y dos años después de haber sido divididas por las potencias vencedoras tras la Segunda Guerra Mundial. Después de la caída del Muro de Berlín--habiéndose rechazado la opción de elaborar una nueva Constitución para todo el territorio alemán, según se preveía en la redacción originaria de la Grundgesetz (art. 146) debido a la complejidad de la situación socio-política238—se adoptaron diferentes medidas destinadas a la organizar la elección panalemana del 12º Parlamento Federal. Entre ellas, el Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal, que ha sido objeto de impugnación ante el Tribunal Constitucional.239 En la BVerfGE 82, 332, el Bundesverfassunsgericht no hace más que apreciar la complejidad del nuevo escenario socio-político existente entre la RFA y la RDA que hace inviable, en determinados aspectos, un tratamiento electoral igualitario.240 Por eso la norma impugnada resulta declarada parcialmente inconstitucional. La queja planteada se centra en la extensión por la citada norma de la barrera electoral del 5 % hasta entonces vigente en el territorio electoral de la RFA, a la 2 238 Véase sobre el contexto socio-político de Alemania con la aprobación de la Grundgesetz de 1949 STOLLEIS, Michael, Das Bonner Grundgesetz, Altes Recht und neue Verfassung in den ersten Jahrzehnten der Bundesrepublik Deutschland (1949-1969), Berliner Wissenschafts-Verlag, Berlín, 2006, pág. 15 y ss. 2 239 En la doctrina española se ha puesto énfasis en que éste momento, el de la reunificación alemana, supuso uno de los dos hitos cruciales de la regulación de la normativa electoral, después de que en 1985 hubiera decidido sustituirse la fórmula electoral proporcional D´hont por la fórmula Niemeyer, a fin de potenciar los efectos proporcionales de la elección. Véase sobre ello, con un detallado análisis del sistema electoral alemán, MORALES PÉREZ/ALCÁNTARA SÁEZ, La ley electoral en el proceso de unificación alemana, Revista de Estudios Políticos, Nº 72, 1991, pág. 281 y ss. También en ese sentido FALLER, Jans Joachim Cuarenta años del Tribunal Constitucional alemán, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 34, 1992, pág. 130 y ss. 2 240 Sobre este contexto socio-político existente puntualmente entre las dos Alemanias véase P. KIRCHHOF, Paul, Tareas del Bundesverfassungsgericht en una época de cambios, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 17, 1997, pág. 14 y ss. RDA, así como las medidas correctoras introducidas por el legislador. El Tribunal Constitucional Federal reconoce que a pesar de que tales medidas correctoras pretenden garantizar el principio de igualdad formal consustancial al principio democrático, la barrera electoral acaba conduciendo más bien a resultados contrarios al mismo (C I).241 Como recuerda el citado Tribunal, el principio de igualdad formal de la Grundgesetz sólo puede esgrimirse para enjuiciar o conformar situaciones materialmente homogéneas, o, expresado en otros términos, sobre la base de una igualdad material, lo que no se da en el caso enjuiciado. El Bundesverfassungsgericht pone de manifiesto que la fijación de una barrera legal del 5%242 en todo el territorio electoral supone una infracción del principio de igualdad debido a la diferente extensión de territorio electoral (C II). Con arreglo a la actividad desarrollada hasta aquél momento por los partidos de los antiguos territorios de la RFA y de la RDA, la fijación uniforme de dicha barrera legal en todo el territorio electoral conduce a que mientras a los primeros, para superar dicha barrera les baste con captar sólo el 6 % de los segundos votos del electorado de la RDA, los partidos de este territorio requerirían la captación del 23,75 % de los segundos votos del electorado de la RFA para poder estar representados en el Parlamento Federal (C I). Así, la fijación de la barrera legal exige de unos partidos— los de la RDA- la necesidad de ocuparse de un 300 % más de electores, mientras que a otros—los de la RFA—les basta con acrecentar sus esfuerzos un 27 % más, generándose así un trato desigual a favor de los partidos políticos que desempeñaban sus actividades en la RFA (C IV 1 a y b).243 Aquí se puede constatar la doctrina del Bundesverfassungsgericht de que la fijación de criterios igualitarios sin tener en cuenta adecuadamente la situación fáctica sobre la que deben de 2 241 Véase aquí la jurisprudencia constante presente en las BVerfGE 51, 222 (234); BVerfGE 78, 350 (357 y ss.). 242 Cuya función ha resultado avalada, sin embargo, por las BVerfGE 1, 208 (247 y ss); BVerfGE 6, 84 (92 y ss.) y BVerfGE 51, 222 (236), en las que se sostiene que pretenden garantizar el funcionamiento eficaz del Parlamento Federal. Un análisis teórico-normativo del elemento de la barrera legal en el contexto del principio democrático y sus efectos puede verse en WILD, Michael, Die Gleichheit der Wahl. Dogmengeschichtliche und systematische Darstellung, Duncker & Humblot, Berlín, 2003, pág. 101 y ss. 2 243 Véase JESSE, Eckard, Deutschland zwischen Teilung und Einheit. Von 1945 über 1949, 1969, 1982, 1989/90 bis zu 1999 en JESSE/LÖW (edits.), 50 Jahre Bundesrepublik Deutschland, Duncker & Humblot, Berlín, 1999, pág. 11 y ss. aplicarse puede conducir a resultados contrarios al principio de igualdad formal (C I).244 Si bien el Tribunal Constitucional Federal reconoce que la fijación de la barrera legal y la precisión de su contenido es competencia de legislador,245 apunta a que las concretas circunstancias fácticas quizás pudieran haber justificado la fijación de una barrera legal regionalizada, dispar para cada uno de los antiguos territorios de la RFA y la RDA y, además, quizás por debajo del 5% (C IV 1 b). En otro orden de cosas, la fijación de una barrera legal en todo el territorio electoral genera también un trato desigualitario formal como consecuencia del corto transcurso de tiempo que la norma impugnada concede concretamente a los partidos políticos de la RDA para su organización de cara a las elecciones--3 meses —( C II). La desigualdad que genera este plazo temporal se vincula concretamente a la regulación legal de los partidos existente hasta la disolución de la antigua RDA, que sólo podían ejercer sus funciones en el marco de los principios del régimen dictatorial preexistente, en denominado, Frente Nacional—encarnado por el partido SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands)--.246 El citado periodo temporal establecido por el Tratado de Preparación y Ejecución de las Primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal impugnado impide a los partidos que sólo han podido constituirse lícitamente tras la disolución de la RDA organizarse de facto para las elecciones de una forma adecuada. (C IV 2b). El legislador ha constatado, sin embargo, en cierta medida esta desigualdad material, previendo un mecanismo destinado a corregirla: permitir que los partidos políticos que se han formado en uno de los dos Estados alemanes y no han constituido todavía la base organizativa para las elecciones, puedan acordar coaliciones de listas a fin de dar efecto al peso conjunto de los segundos votos emitidos a su favor en las elecciones (C III 1). Esta norma, si bien pretende mitigar 244 Véase también la BVerfGE 14, 21 (134). En la doctrina española puede verse sobre este concreto aspecto CRUZ VILLALÓN, Pedro, Legislación electoral y circunstancias excepcionales: la igualdad de oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales de la nueva R. F. A. (Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 29 de septiembre de 1990), Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 30, 1990, pág. 129 y ss. 245 246 BVerfGE 4, 31 (40). Véase al respecto el art. 3.2 de la Constitución de la República Democrática Alemana, de 6 de abril de 1968, en la redacción de 7 de octubre de 1974). Sobre la situación de los partidos de cara a las elecciones panalemanas de 1990, véase VOLKENS/KLINGEMANN, Die Entwicklung der deutschen Parteien im Prozeß der Vereinigung en JESSE/MITTER, (edits.), Die Gestaltung der deutschen Einheit. Geschichte - Politik – Gesellschaft, Bouvier, Bonn, 1992, pág. 189 y ss; FÖRST, Walter, Zwischen Reichsreformdiskussion und Wiedervereinigung en BRACHER, Karl Dietrich, Staat und Parteien. Festschrift für Rudolf Morsey zum 65. Geburtstag, Duncker & Humblot, Berlin 1992, pág. 935 y ss. de iure la desigualdad material de todos los partidos recientemente constituidos, de facto, sólo podrían acogerse a ella dos partidos, en la medida en que sólo pueden formar una coalición de listas los pequeños partidos que pueden contar en la RFA con otros partidos partidos que gozan de un considerable número de votos, que les permita superar la barrera legal del 5% (C III 2 a). Por ello, la coalición de listas, aunque teoría se encuentra destinada a paliar la desigualdad material en la que se hallan los partidos de la RDA, la inadecuada apreciación por parte del legislador de la situación fáctica existente acaba por generar una desigualdad formal entre ellos. Con todo, la inconstitucionalidad de la medida sobre coaliciones de listas no se justifica tan sólo por la inadecuada apreciación del ámbito normativo sobre el que está llamada a operar, sino que incluso su mismo programa normativo lesiona el principio de igualdad formal. En efecto, la coalición de listas permite que el partido mayoritario al que otro se coaliga pueda superar por sí mismo la barrera legal del 5%, sin que el minoritario necesite contribuir más a ello. Esto, para el Tribunal Constitucional Federal, desemboca en una evidente desigualdad del valor del voto, ya que el elector del partido mayoritario ayuda al minoritario a superar la barrera legal sin haberle prestado su apoyo para ello, lo que supone una contradicción del principio de igualdad formal del derecho al sufragio (C III 2 b aa).247 247 Frente a ello, como afirma expresamente el Tribunal Constitucional Federal, la figura jurídica de la asociación de listas, como se conoce en el derecho electoral de la República Democrática Alemana […], no supone tal infracción de la igualdad electoral. Mientras las coaliciones de listas para superar la barrera electoral sólo dan lugar a una mera suma de votos, la asociación de listas presupone una forma fija de colaboración. En una asociación de estas características varios partidos o agrupaciones políticas elaboran una lista común que pone a los candidatos de los distintos partidos en un orden fijo y los presenta a los electores. Con ello no se elimina el efecto equivalente de la barrera electoral (C III 2 b bb). BVerfGE 82, 322 – Elecciones en toda Alemania Sentencia de la Sala Segunda de 29 de septiembre de 1990 Directrices 1. De los principios de igualdad formal del sufragio y de igualdad de oportunidades de los partidos se desprende que al legislador sólo le queda un margen de maniobra muy estrecho para realizar distinciones en la ordenación del derecho electoral relativo a los órganos políticos. Aquéllas precisan siempre de un motivo apremiante para estar justificadas. 2. a) La compatibilidad de la barrera electoral con el principio de la igualdad en las elecciones no puede enjuiciarse en abstracto para todos los supuestos. En su aprobación debe atenderse a la situación del Estado federado en el que se debe aplicar. b) Si el legislador electoral encuentra especiales circunstancias que hacen inadmisible un quórum del 5%, las debe tener cuenta. Al respecto puede en principio renunciar a una barrera electoral, reducir su cuantía o adoptar otra medida apropiada. Si considera aconsejable conservar una barrera electoral del 5%, pero suavizando sus efectos, el medio por el que se decida para operar la atenuación que pretende debe ser compatible, por su parte, con la Constitución, especialmente debe satisfacer los principios de igualdad de sufragio y de igualdad de oportunidades de los partidos. 3. Una ley electoral que posibilite a los partidos vincular sus listas estatales para superar, como mera suma numérica, la barrera del 5% (coalición entre listas), atribuye distinto peso – a diferencia de una normativa que permita a los partidos crear una lista conjunta (unión entre listas) - al resultado de los votos sin un motivo apremiante e infringe por tanto el principio de igualdad del sufragio y de oportunidades. 4. a) Las primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal tienen lugar con determinadas circunstancias que no permiten el mantenimiento sin cambios de la habitual barrera electoral del 5% en relación a las circunscripciones electorales. b) En las especiales condiciones de estas elecciones no es objetable jurídico-constitucionalmente una barrera electoral que no se refiera a todo el territorio electoral sino que permita a los partidos participar en el reparto proporcional cuando, bien en el te- rritorio hasta ahora de la República Federal de Alemania incluyendo Berlín (occidental), bien en el territorio de la República Democrática Alemana incluyendo Berlín (oriental), obtengan el 5% de los votos emitidos a favor de sus listas estatales. c) Las diferentes condiciones de partida de los partidos y agrupaciones políticas que se presentan a las elecciones en el territorio de la República Democrática Alemana no pueden ser suficientemente compensadas sólo con la regionalización de la barrera electoral. Como compensación se ofrece la admisión de coaliciones entre listas para partidos y agrupaciones políticas, siempre que tengan su sede en el territorio de la República Democrática Alemana. En el procedimiento sobre las demandas de conflicto para que se declare que: I. 1. El Parlamento Federal alemán ha lesionado los derechos del demandante recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21 LF, al haber aprobado en el art. 1 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal , entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990, este Tratado así como el Tratado de Modificación, y haber previsto en el art. 2 núm. 2 de la Ley antes citada con una nueva redacción del § 53 párr. 2 de la Ley Electoral Federal que mantenía la barrera electoral del § 6 BWahlG248 en la redacción de esta última publicada el 1 de septiembre de 1975 (BOF I p. 2325), que las listas estatales de los distintos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín – candidaturas electorales en listas coordinadas, pueden coaligarse mediante declaración ante el director electoral federal, - 2. El Consejo Federal ha lesionado los derechos del demandante recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21 LF, al haber aprobado en los arts. 1 y 2 núm. 2 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990; demandante: partido federal "Los Republicanos" ... - Demandado: 1. Parlamento Federal alemán ... 2. Con248 N. e. Ley electoral federal (Bundeswahlgesetz). sejo Federal ... ; coadyuvante junto al demandado: Gobierno Federal ... - 2 BvE 1/90 -; II. El Parlamento Federal ha lesionado los derechos del demandante recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21, al haber aprobado en el art. 1 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal , entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990, este Tratado y el Tratado de Modificación, y haber previsto en el art. 2 núm. 2 de la Ley antes citada con una nueva redacción del § 53 párr. 2 de la Ley Electoral Federal que mantenía la barrera electoral del § 6 BWahlG en la redacción de esta última publicada el 1 de septiembre de 1975 (BOF I p. 2325), que las listas estatales de los distintos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín – candidaturas electorales en lista coordinadas, puedan coaligarse mediante declaración ante el director electoral federal; demandante: partido LOS VERDES ... – Demandado: Parlamento Federal alemán ... - 2 BvE 3/90 -; III. 1. El Parlamento Federal alemán ha lesionado los derechos del demandante recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21, al aprobar en el art. 1 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal , entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990, este Tratado así como el Tratado de Modificación, y haber previsto en el art. 2 núm. 2 de la Ley antes citada con una nueva redacción del § 53 párr. 2 de la Ley Electoral Federal que mantenía la barrera electoral del § 6 BWahlG en la redacción de esta última publicada el 1 de septiembre de 1975 (BOF I p. 2325), que las listas estales de los distintos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín – candidaturas electorales en lista coordinadas, pueden coaligarse mediante declaración ante el director electoral federal. -2. El Consejo Federal ha lesionado los derechos del demandante recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21 LF al haber aprobado en los arts. 1 y 2 núm. 2 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal , entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990; demandante: Lista de izquierda/Partido del socialismo democrático (Linke Liste/PDS), ... - Demandado: 1. Parlamento Federal alemán, ... - 2. Consejo Federal, ... - 2 BvE 4/90 -; IV. Sobre los recursos de amparo 1. de la Sra. Elke Kiltz, ... , 2. del Sr. Gerald Häfner, ... – contra la Ley de 29 de agosto de 1990 relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990 y los §§ 6 párr. 6, 53 de la Ley Electoral Federal - 2 BvR 1247/90 -. Fallo: I. En los procedimientos de amparo constitucional: 1) El § 53 párrafo 2 de la Ley Electoral Federal, en la redacción de la Ley de 29 de agosto de 1990 relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 20 de agosto de 1990 (Boletín Oficial Federal II página 813), lesiona el derecho de los recurrentes a la igualdad en las elecciones recogido en el artículo 38 párrafo 1 de la Ley Fundamental, y por tanto es nulo. 2) El § 6 párrafo 6 inciso 1 alternativa 1 de la Ley Electoral Federal en relación con el artículo de la Ley citada bajo 1), de 29 de agosto de 1990, lesiona el derecho del recurrente a la igualdad en las elecciones recogido en el artículo 38 párrafo 1 inciso 1 de la Ley Fundamental, en tanto refiere la barrera electoral a todo el territorio electoral en las primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal ; al respecto la disposición es incompatible con la Ley Fundamental. II. En el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales: El Parlamento Federal alemán, por medio de la aprobación de la ley citada en I. 1), de 29 de agosto de 1990, ha lesionado los derechos del recurrente, el Consejo Federal por medio del consentimiento otorgado a esa Ley ha lesionado los derechos de los demandantes en los procedimientos citados en I. y III., con el alcance que se puede observar del tenor del número I., en su derecho a la igualdad de oportunida- des recogido en el artículo 21 párrafo 1 y en el artículo 38 párrafo 1 de la Ley Fundamental. III. La República Federal de Alemania ha de abonar las costas procesales a los recurrentes en amparo y a los demandantes en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales. Fundamentos: A. Objeto de los procedimientos acumulados para su decisión conjunta son los preceptos del Derecho electoral, de acuerdo con los cuales en las primeras elecciones en toda Alemania se conserva la barrera electoral del 5% relativa al territorio electoral – ampliado - del § 6 párr. 6 inciso 1 de la Ley Electoral Federal, y se permiten las coaliciones entre listas de diferentes partidos con determinados presupuestos. I. 1. La Ley Electoral Federal en la redacción de la publicación de 1 de septiembre de 1975 (BOF I p. 2325), modificada recientemente por la Novena Ley de Modificación de la Ley Electoral Federal de 11 de junio de 1990 (BOF I p. 1015) - BWahlG -, prevé que el elector pueda elegir con su segundo voto la lista estatal de un partido político (§ 4 BWahlG). El número de escaños que corresponde a la lista estatal de un partido se determina de forma proporcional sobre la base de la suma de todos los segundos votos emitidos a favor de un partido en la circunscripción electoral y se reparte entre las listas estatales correspondientes (vid. en particular los §§ 6 párr. 1 a 5, 7 BWahlG). Para la participación de las listas estatales en el reparto proporcional el § 6 párr. 6 BWahlG prevé una barrera electoral. El precepto dice lo siguiente: "(6) En el reparto de escaños a las listas estatales sólo se tienen en cuenta los partidos que obtienen al menos el 5 por ciento de los segundos votos válidos emitidos en el territorio electoral o que en al menos tres circunscripciones electorales han obtenido un escaño. El inciso 1 no se aplica a las listas elaboradas por partidos de minorías nacionales“. La coalición de listas (coalición de listas) o la lista común (unión de listas) de distintos partidos no se contempla en la Ley Electoral Federal en la redacción de 1 de septiembre de 1975. Las listas estatales del mismo partido se consideran coaligadas según lo dispuesto en el § 7 párr. 1 BWahlG, sin perjuicio de las declaraciones discrepantes con ello. En relación a tales coaliciones de listas contiene el § 7 las siguientes disposiciones: "§ 7 (1) ... (2) Las coaliciones de listas operan en el reparto de escaños en relación a las demás listas como una lista. (3) Los escaños que corresponden a una coalición de listas se reparten entre las listas estatales de acuerdo con el § 6 párr. 2. El § 6 párr. 4 y 5 es aplicable en lo que corresponda“. 2. En el proceso de construcción de la unidad alemana los representantes de la República Federal de Alemania y de la República Democrática Alemana firmaron el 3 de agosto de 1990 un Tratado de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal (en adelante, Tratado regulador del Derecho Electoral). El art. 1 párr. 1 inciso 1 del Tratado extiende el ámbito de aplicación de la Ley Electoral Federal para las primeras elecciones panalemanas al territorio de los Estados federados de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Brandenburgo, Sajonia-Anhalt, Sajonia y Turingia, así como al territorio de Berlín (oriental). El art. 1 párr. 1 inciso 2 del Tratado Electoral prevé que debía aplicarse la Ley Electoral Federal, con las modificaciones y medidas indicadas en un anexo al Tratado. Según el art. 1 párr. 2 del Tratado Electoral, también debían aplicarse diversas disposiciones de la Ley de Partidos. El art. 1 párr. 3 dispone que las asociaciones políticas en el sentido de la Ley sobre las Elecciones a la Asamblea Popular de la República Democrática Alemana se equipararían a los partidos en el sentido del § 2 párr. 1 de la Ley de Partidos de la República Federal de Alemania el 18 de marzo de 1990, de 20 de febrero de 1990. En lo que respecta a la barrera electoral del § 6 párr. 6 BWahlG, se prevé en el anexo al Tratado la siguiente modificación de las disposiciones transitorias de la Ley Electoral Federal: El § 53 queda redactado de la forma siguiente: " (1) ... (2) Las listas estatales de distintos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la exclusión de Berlín – candidaturas electorales en lista coordinadas, pueden coaligarse por medio de una declaración ante el director electoral federal. La declaración se ha entregar por escrito y hasta las 18.00 horas conjuntamente por las personas de confianza y los suplentes de las personas de confianza de todas las listas estatales implicadas a más tardar 20 días antes de las elecciones. ... El § 6 párr. 6 y el § 7 párr. 2 y 3 se aplican en lo que respecta a las listas estatales coaligadas de distintos partidos. (3) ... " El 20 de agosto de 1990 se firmó un Tratado de Modificación, que concierne exclusivamente al reparto de las circunscripciones electorales. Con el art. 1 de la “Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990”, firmado el 23 de agosto de 1990 (BOF II p. 813) (en adelante: Ley sobre el Tratado regulador del Derecho Electoral), el Parlamento Federal alemán ha incorporado el Tratado Electoral, incluido el anexo y el Tratado de Modificación. En el art. 2 ha incorporado las modificaciones de la Ley Electoral Federal indicadas en el anexo al Tratado Electoral, entre ellas también la modificación acordada del § 53 párr. 2 BWahlG (art. 2 núm. 2). El Consejo Federal ha aprobado la Ley mediante acuerdo de 24 de agosto de 1990 (Acta del Pleno 617, p. 438 B). El Tratado Electoral y el de Modificación entraron en vigor el día 3 de septiembre 1990 (BOF II 1990 p. 868). La fecha de las primeras elecciones en toda Alemania ha sido fijada para el 2 de diciembre de 1990 (BOF I 1990 S. 1713). II. Los demandantes, en tanto partidos políticos, pretenden participar en las primeras elecciones panalemanas. Los demandantes de los procedimientos I. a III. solicitaron que en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales se declarara lo siguiente: El Parlamento Federal alemán ha lesionado los derechos de los demandantes recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21 LF, al aprobar en el art. 1 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990, este Tratado así como el Tratado de Modificación, y haber previsto en el art. 2 núm. 2 de la Ley antes citada, con una nueva redacción del § 53 párr. 2 de la Ley Electoral Federal que mantenía la barrera electoral del § 6 BWahlG en la redacción de esta última publicada el 1 de septiembre de 1975 (BOF I p. 2325), que las listas estatales de los distintos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín – candidaturas electorales en lista coordinadas, pueden coaligarse mediante declaración ante el director electoral federal. Los demandantes de los procedimientos I. y III. solicitaron que se declarara que: El Consejo Federal ha lesionado los derechos de los demandantes recogidos en el art. 38 párr. 1 LF en relación con el art. 21 LF al haber aprobado los arts. 1 y 2 núm. 2 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 29 de agosto de 1990. Los demandantes de los procedimientos II. y III. han dirigido sus demandas de conflicto en principio también contra el Gobierno Federal, pero los han retirado al indicar la Sala que no se atenía a su anterior jurisprudencia, de acuerdo con la cual en un procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales con motivo de una ley también el Gobierno Federal podía estar pasivamente legitimado (BVerfGE 1, 208 [230 f.]; 4, 31 [36]). Como fundamentación alegan los demandantes – con distinto énfasis en los aspectos concretos – básicamente lo siguiente: El mantenimiento de la barrera electoral referida a todo el territorio electoral – ampliado – lesiona sus derechos a la igualdad de oportunidades, recogidos en el art. 38 párr. 1 y en el art. 21 párr. 1 LF. Esta medida les afecta especialmente en su condición de partidos pequeños, porque hasta ahora nunca se habían podido organizar en todo el territorio electoral. Por ello – en referencia al territorio de la República Fede- ral, en el que hasta ahora habrían captado electores – de hecho tendrían que superar un quórum superior al 6%. La admisión – a pesar de todo, limitada – de coaliciones de listas no compensa los perjuicios que ocasiona el mantenimiento ilimitado de la barrera electoral. Aquélla posibilita a los partidos ya establecidos buscar entre el círculo de pequeños partidos aquellos de los que se quieren servir para conseguir un escaño parlamentario. De esta forma no son los electores, sino los grandes partidos, los que deciden qué otros partidos pueden entrar en el Parlamento Federal. La modificación de la posibilidad de las coaliciones de listas por medio de la llamada cláusula de competencia ocasiona perjuicios adicionales a la igualdad de oportunidades y de voto, y contradice, además, su propio objetivo normativo. Tiene como consecuencia que la admisión de coaliciones de listas favorezca sólo a una parte de los partidos que todavía no están organizados en todo el territorio electoral. Los beneficiarios sólo son los partidos que encuentran un compañero de lista que no ha presentado junto a ellos una propuesta de lista electoral en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín –. Esta limitación por medio de la cláusula de competencia reduce de forma contradictoria con el propósito de la ley el número de partidos agrupables en una coalición de listas. De hecho, hasta ahora sólo un partido tiene la esperanza de saltar el obstáculo de la barrera electoral por la vía de la coalición de listas con un gran partido de implantación regional. Los otros partidos deben superar el quórum por sus propios medios y corren el peligro de estrellarse contra él; ello es desigualitario, en particular cuando le apoyan más votos que a un partido que participa en el reparto proporcional sólo como consecuencia de una coalición de listas . Por lo demás, existirían posibilidades alternativas de modificación de la barrera electoral que serían más adecuadas a los principios de la igualdad de oportunidades y del derecho electoral. El demandante en el procedimiento I. para completar su argumentación añade la prohibición del partido “Los Republicanos”, vigente desde el 5 de febrero de 1990 hasta el 12 de agosto de 1990 en la República Democrática Alemana. El demandante del procedimiento II. alega además que la nueva normativa perjudica, sin motivo apremiante alguno, la libertad de partidos garantizada conforme a la Ley Fundamental, puesto que los partidos más pequeños – como él mismo - son de hecho presionados para que acepten una coalición de listas, que no aceptarían por propia voluntad. El demandante del procedimiento III. ha presentado un informe pericial de los Profesores Dr. Paech y Dr. Stuby sobre la inconstitucionalidad de la barrera electoral en relación con la coalición selectiva de las listas. III. Los recursos de amparo acumulados para su decisión conjunta con el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales se dirigen igualmente contra la Ley relativa al Tratado Electoral. Los demandantes, miembros del partido LOS VERDES, tienen derecho de sufragio en las elecciones al 12º Parlamento Federal alemán y se presentan a los escaños del Parlamento Federal, la recurrente 1) como candidata en la circunscripción electoral, el recurrente 2) ocupa el puesto número 5 de una lista estatal de su partido. Los demandantes solicitan que se reconozca que 1.El § 53 párrafo 2 de la Ley Electoral Federal, en la redacción de la Ley de 29 de agosto de 1990, relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 20 de agosto de 1990 (Boletín Oficial Federal II página 813), es nulo por infracción de los arts. 3 y 38 párr. 1 LF; 2. El § 6 párrafo 6 inciso 1 alternativa 1 de la Ley Electoral Federal es nulo por infracción de los arts. 3 y 38 párr. 1 LF, en tanto no se excluye la aplicación de esta disposición a las elecciones al 12º Parlamento Federal alemán; 3. El art. 1 de la Ley relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990, de Preparación y Ejecución de las Primeras Elecciones panalemanas al Parlamento Federal entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, así como al Tratado de Modificación de 20 de agosto de 1990, de 29 de agosto de 1990 en relación con el art. 1 del Tratado de 3 de agosto de 1990, es nulo por infracción de los arts. 3 y 38 párr. 1 LF, en tanto de él se desprende la aplicabilidad del § 6 de la Ley Electoral Federal a las elecciones al 12º Parlamento Federal alemán. Los demandantes alegan haber sido lesionados por los preceptos legales recogidos en el recurso, como electores y candidatos, en los derechos recogidos en el art. 3 párr. 1 LF y en el art. 38 párr. 1 LF. Para fundamentarlo presentan básicamente los argumentos que su partido ha presentado en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales en el que toma parte. IV. 1. El Parlamento Federal alemán considera conforme a la Constitución la configuración del derecho electoral en las primeras elecciones panalemanas; parte de la interpretación de que las ponderaciones, que según jurisprudencia constante del Tribunal Constitucional Federal justifican por regla general una barrera electoral del 5%, no pierden su validez en relación al primer Parlamento para toda Alemania. Ello es aplicable fundamentalmente en lo que respecta a la valoración de que la generalización de pequeños partidos es político-estatalmente peligrosa para la democracia. Igualmente, no se puede olvidar que el mantenimiento de la barrera electoral sin modificaciones puede producir importantes problemas. La barrera electoral del 5% referida a la Alemania unificada puede producir como consecuencia que el 30% del abanico de partidos de la República Democrática Alemana no consigan representación en el Parlamento alemán unificado. El Parlamento Federal alemán habría buscado una solución – apoyada en el consenso más amplio posible – para salir del dilema causado por esta singular situación. Debe ponerse en duda si él – en vista de los perjuicios que siguen amenazando la capacidad de funcionamiento del Parlamento – estaba obligado jurídico-constitucionalmente a ello. Ciertamente, la admisión de coaliciones de listas de partidos que no compiten entre sí no es la solución ideal. Pero todas las posibles soluciones hubieran causado, por su parte, problemas – si no de naturaleza jurídico-constitucional sí al menos importantes problemas político-estatales-. Ello rige, en primer lugar, en lo que respecta a una renuncia a toda barrera electoral o respecto de la fijación de un quórum muy limitado. El legislador no hubiera debido crear para esta irrepetible y especial situación electoral una normativa básica, que cambia el sistema y lo hace de forma posiblemente irreversible. Una barrera electoral del 5% referida a los Estados federados ha sido rechazada debido al muy diferente tamaño de éstos y a las diferencias que, por ese motivo, se producen en lo que respecta al valor de resultado de los votos. La decisión política básica en ambos Estados alemanes habla en contra de considerar las dos partes de Alemania como territorios electorales a “liquidar” por separado. La solución que se ha encontrado con el § 53 párr. 2 BWahlG en su nueva redacción es apropiada para corregir el endurecimiento fáctico de la barrera electoral del 5% como consecuencia de la ampliación del territorio electoral. Limitando la admisión de las coaliciones de listas a partidos que no compitan los unos con los otros se impide que pueda pasar desapercibido el sentido del mantenimiento del quórum. La modificación de la barrera electoral es justa. La coalición de listas de partidos que no compiten entre sí es un claro signo de que, a pesar de la independencia de los partidos, existe entre ellos una cercanía política respecto de la cual se ha de admitir que también operará en el trabajo parlamentario. Al respecto también existe justificación para que los partidos que no alcanzan el quórum, pero en conjunto hubieran obtenido más votos que un partido que va con otro en una lista, no estén representados en el Parlamento. La barrera electoral favorece precisamente a esos partidos cuyo ámbito de acción no se extiende aún a toda Alemania. El legislador no debe asegurar que todos los partidos pueden beneficiarse de hecho de las coaliciones de listas; sólo es decisivo que se les de la misma oportunidad. 2. El Gobierno Federal se ha adherido en los procedimientos I y II al demandado. Defiende básicamente el mismo punto de vista expuesto por el Parlamento Federal alemán y niega que se produzca un trato desigual de los demandantes y de los recurrentes en amparo. La normativa de la coalición de listas amplía para los pequeños partidos las posibilidades organizativas de conseguir escaños parlamentarios. Si éstos no las aprovechan o no están en situación de hacerlo, estaríamos ante partidos pequeños en sentido clásico , cuya entrada en el Parlamento puede hacer que experimente un descenso la capacidad de funcionamiento del proceso parlamentario de toma de decisiones. V. En la vista oral los demandantes, el Parlamento Federal alemán, el Gobierno Federal y los recurrentes en amparo han profundizado en sus alegaciones escritas y las han completado. La Sala también ha dado la posibilidad de presentar alegaciones en la vista oral a la Asamblea Popular y al Gobierno de la República Democrática Alemana, así como a los partidos y asociaciones políticas con representación en la Asamblea Popular y en el Parlamento Federal alemán. Se han manifestado los representantes de la Alianza de Acción Izquierda Unida (Izquierda Unida y los claveles), la Unión Cristiano-Demócrata, la Unión Social Cristiana, la Unión Social Alemana, el Partido del Socialismo Democrático y el Partido Socialdemócrata de Alemania, así como el Nuevo Foro, Democracia Ahora y la Iniciativa Paz y Derechos Humanos, que se han unido en la Alianza 90. Los partidos y los grupos electorales han hecho propios, básicamente, los argumentos aportados por los demandantes o por los demandados. En especial, los representantes de la Alianza de Acción Izquierda Unida y de las asociaciones de la Alianza 90 han expuesto las especiales dificultades que supone la barrera electoral para los partidos de reciente creación y los movimientos ciudadanos en la República Democrática Alemana, y han hecho alusión a que encuentran menos gravosa la barrera electoral prevista en la Ley sobre las elecciones a los Parlamentos estatales de la República Democrática Alemana, porque la ley les otorga al mismo tiempo la posibilidad de presentar candidaturas electorales conjuntas. B. I. Las demandas en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales son admisibles de acuerdo con lo dispuesto en el art. 93 párr. 1 núm. 1 LF, en relación con los §§ 13 núm. 5, 63 ss. BVerfGG. Los demandantes son partidos políticos. Pueden alegar una lesión de su estatus jurídico-constitucional por medio de la configuración jurídica del procedimiento electoral a través de un conflicto entre órganos constitucionales (vid. BVerfGE 4, 27; jurisprudencia constante). Forma parte de la posición jurídico-constitucional de los partidos políticos su derecho a la igualdad de oportunidades en las elecciones (vid. BVerfGE 1, 208 [241, 255]; jurisprudencia constante, recientemente la BVerfGE 73, 40 [65]). Este derecho es el que los demandantes consideran lesionado por los preceptos de la Ley relativa al Tratado Electoral. De esta forma se dirigen contra una medida en el sentido del § 64 BVerfGG; también puede serlo, según jurisprudencia constante del Tribunal Constitucional Federal, la aprobación de una Ley, cuando por no respetar una norma de rango superior se lesionan los derechos de una de las partes (vid. BVerfGE 1, 208 [220]; 4, 144 [148]; recientemente la BVerfGE 80, 188 [209]). Los demandantes se dirigen contra el hecho de que la vigencia de la Ley Electoral Federal con mantenimiento de la barrera electoral del 5% contenida en el § 6 párr. 6 BWahlG se extiende al territorio de los Estados de la República Democrática Alema- na, y de esta forma se intensifican los efectos desigualitarios de la barrera electoral. Además, se quejan de que la admisión de las coaliciones de listas posibilita a los partidos la participación en el reparto proporcional sin que tengan que superar el límite de la barrera electoral, mientras que ellos, los demandantes, siguen excluidos en su caso del el reparto proporcional, incluso aunque reúnan más votos. Este proceder hace que parezca posible una lesión del derecho a la igualdad de oportunidades. El Parlamento Federal y el Consejo Federal pueden ser demandados. El Parlamento Federal ha acordado la Ley sobre el Tratado Electoral. El Consejo Federal ha colaborado en su aprobación en el marco de sus competencias jurídico-constitucionales (vid. BVerfGE 20, 119 [131]; 20, 134 [142]; 73, 40 [67]). Al respecto pueda quedar abierto si se trata de una ley necesitada de ratificación, como entiende el Consejo Federal (CF, Acta del Pleno 617, p. 438). En cualquier caso el Consejo Federal ha apoyado la aprobación de la ley por medio de su consentimiento – y de esta forma por medio de la omisión de su oposición-. II. Los recursos de amparo son admisibles conforme al art. 93 párr. 1 núm. 4a LF en relación con los §§ 13 núm. 8a, 90 ss. BVerfGG. Los recurrentes en amparo, cuyos recursos, según justa interpretación, tienen el contenido visible del fallo recogido bajo I., afirman haber sido lesionados en su derecho a la igualdad electoral recogido en el art. 38 párr. 1 LF por los preceptos – también contestados por los demandantes en el conflicto– de la Ley relativa al Tratado Electoral. Tal lesión se produce para el recurrente 2) como candidato a las elecciones y para ambos recurrentes en amparo como electores. Si se da, los recurrentes se ven afectados directa y actualmente por la Ley (vid. BVerfGE 1, 208 [237]; jurisprudencia constante, recientemente la BVerfGE 57, 43 [55]). C. Las demandas de conflicto y los recursos de amparo están motivados. I. El principio de igualdad electoral, garantizado en el art. 38 párr. 1 inciso 1 LF para las elecciones al Parlamento Federal, se ha de entender de acuerdo con la jurispru- dencia constante del Tribunal Constitucional Federal, debido a su conexión con el principio democrático igualitario, en el sentido de una igualdad estricta y formal (vid. especialmente la BVerfGE 51, 222 [234], con ulteriores comentarios; 78, 350 [357 s.]). El ordenamiento democrático creado en la Ley Fundamental otorga el mismo valor, en el ámbito electoral, a los votos de todos los ciudadanos sin atender a las diferencias existentes entre ellos. Por ese motivo, se excluye una diferenciación del valor numérico y en principio también – en las elecciones proporcionales – del valor de resultado de los votos de los electores. Puesto que los partidos son los que ante todo agrupan organizativamente a los ciudadanos en unidades de acción política para las elecciones, se deriva del principio de igualdad, formalizado en el ámbito electoral, que el principio de la igualdad de oportunidades competitivas de los partidos políticos y agrupaciones electorales también se ha de entender en el mismo sentido formal. El derecho de los partidos a la igualdad de oportunidades en las elecciones se deriva del estatus que les otorga jurídico-constitucionalmente el art. 21 párr. 1, y el art. 38 párr. 1 inciso 1 LF, y del significado que les corresponde para la democracia liberal a la libertad, allí garantizada, de creación de partidos y al principio de pluralidad de partidos (vid. BVerfGE 73, 1 [28 s.]; 73, 40 [88 s.]; jurisprudencia constante). Predomina tanto en la votación como en la preparación de las elecciones. La democracia no puede funcionar cuando los partidos no participan en las elecciones básicamente en las mismas condiciones jurídicas (vid. BVerfGE 44, 125 [146]). Si el legislador regula el ámbito de la formación de la voluntad política en las elecciones de forma que puede cambiar la igualdad de oportunidades de los partidos políticos y de las agrupaciones electorales, su margen de maniobra en lo que respecta a su configuración se somete a límites estrictos; por mandato constitucional se le prohíbe por principio todo tratamiento distinto de los partidos y agrupaciones electores (vid. BVerfGE 51, 222 [235], con ulteriores referencias). De los principios de la igualdad formal del derecho de sufragio y de la igualdad de oportunidades de los partidos se desprende que al legislador le queda un margen de maniobra muy estrecho para introducir diferencias en la ordenación del derecho de sufragio a los órganos políticos. Éstas deben siempre tener una razón apremiante que las justifique. Como razón de carácter suficientemente apremiante que justifica las diferencias en la igualdad del derecho de sufragio en el sistema de elecciones proporcionales se ha considerado en repetidas ocasiones en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal la garantía de la capacidad de funcionamiento de la representación popular que se ha de elegir (vid. por ejemplo BVerfGE 1, 208 [247 s.]; 4, 31 [40]; 6, 84 [92, 93 s.]; 51, 222 [236]). El principio, propio del sistema de elecciones proporcionales de representar de la forma más fiel posible a la realidad la voluntad política del electorado en los órganos a elegir, puede tener como consecuencia una división de la representación popular en muchos grupos pequeños que dificultarían o impedirían la formación de una mayoría estable. Por ese motivo, en la medida en que resulte apropiado para el aseguramiento de la capacidad de acción y de decisión del Parlamento, el legislador puede otorgar un valor de resultado distinto a los votos en las elecciones proporcionales. Para lograr este objetivo el legislador está en principio autorizado a asegurar la capacidad de funcionamiento de la representación popular a elegir por medio de una barrera electoral. Al respecto, por regla general no es susceptible de reproches desde el punto de vista jurídico-constitucional un quórum del 5%. El Tribunal Constitucional Federal ha destacado ya tempranamente que la compatibilidad de una barrera electoral con el principio de la igualdad en las elecciones no puede valorarse en abstracto y con carácter general. Una disposición relativa al derecho de sufragio puede estar justificada en un Estado federado en un determinado momento, y en otro, o en otro momento, no estarlo; en su aprobación se ha de atender a la situación del Estado federado en el cual ha de aplicarse (vid. BVerfGE 1, 208 [259]; vid. también BVerfGE 51, 222 [236 s.]). Sobre ello se sostiene que: una valoración de la barrera electoral discrepante de la habitual puede demostrarse necesaria – incluso aunque sólo sea provisionalmente – cuando cambia básicamente la situación dentro del Estado federado, por ejemplo, por medio de una importante ampliación del ámbito espacial de vigencia de la Ley Electoral a un territorio con otra estructura de los partidos políticos poco antes de las elecciones. Si el legislador electoral se encuentra con circunstancias especiales en el sentido expuesto, debe tenerlas en consideración. En principio es libre de renunciar a una barrera electoral, bajar su cuantía o adoptar cualquier otra medida adecuada. Si considera aconsejable mantener la barrera electoral del 5%, pero suavizar sus efectos, el medio por el que se decide debe dar lugar a la suavización pretendida, ser compatible por su parte con la Constitución, y especialmente, por tanto, satisfacer los princi- pios de la igualdad del sufragio y de oportunidades de los partidos. No se justifica un precepto que suavice el efecto de la barrera electoral por el mero hecho de que suponga un “favorecimiento”, en comparación con su vigencia incondicionada. Antes bien, una normativa sólo puede subsistir desde la perspectiva jurídico-constitucional cuando se comporte de forma neutral en relación a la competencia entre los partidos (vid. BVerfGE 14, 121 [134]). Esta neutralidad también puede exigir que el legislador no deje sin atender las distorsiones de la contienda electoral ocasionadas jurídicamente en la aplicación de las barreras electorales, que representan especiales circunstancias en el sentido mencionado. II. Las primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal, a las que se refieren las medidas legislativas impugnadas, tienen lugar bajo unas circunstancias especiales, irrepetibles, a las que el legislador electoral debe atender a la hora de establecer una barrera electoral. Se diferencias de otras elecciones en que los partidos políticos y las agrupaciones se deben adaptar en un plazo breve a un territorio electoral ampliado, y además una parte de los partidos y agrupaciones que toman parte en las elecciones sólo se ha podido organizar y activar políticamente desde hace unos meses. 1. La extensión de la Ley Electoral Federal al territorio de los Estados federados de la República Democrática Alemana tiene como consecuencia que estos Estados federados se conviertan en partes del territorio electoral en el sentido de las disposiciones de la Ley Electoral Federal (§ 2 párr. 1 BWahlG). De esta forma, las primeras elecciones en toda Alemania tienen lugar sólo un año después de la revolución pacífica en la República Democrática Alemana. Entre la creación de un territorio electoral que comprende toda Alemania, uniendo territorios separados durante cuarenta y dos años, y el día de las primeras elecciones en toda Alemania pasarán exactamente tres meses. Esta evolución deja a un conjunto de partidos sin posibilidades suficientes de ampliar su radio de acción al nuevo territorio electoral que se incorpora, presentarse allí con perspectivas de éxito y obtener votos. En especial, los partidos sólo tienen hasta las elecciones al Parlamento Federal una posibilidad limitada de participar en las nuevas circunscripciones electorales que se incorporan a través de elecciones municipales o a los Parlamentos de los Estados federados, y de esta forma dar a conocer a los electores sus programas y candidatos. a) Con este punto de partida, una barrera electoral del 5% aplicable a todo el territorio electoral supone una carga para los partidos que en parte hasta hoy sólo actuaban en el territorio de la República Democrática Alemana, con un peso desigual respecto a los partidos que hasta ahora sólo actuaban en la República Federal de Alemania. Según las comprobaciones de la Comisión del Parlamento Federal sobre la Unidad Alemana (BOPF 11/7652 - nuevo -, p. 5), la conservación de esta barrera electoral en el caso de los partidos limitados hasta ahora en su radio de acción al territorio de la República Democrática Alemana lleva a que – en relación a su campo de actividad hasta ahora – deban conseguir el 23,75% de los segundos votos para sobrepasar la barrera del 5% y de esta forma estar representados en el Parlamento Federal. En cambio, los partidos de la República Federal de Alemania – en relación a su campo de actividad hasta ahora – basta que consigan aproximadamente algo más del 6% de los segundos votos. Otra circunstancia especial, que el legislador electoral debe considerar, se deriva de que los partidos y grupos políticos, al margen del Frente Nacional, sólo se han podido organizar y activar desde el cambio en la República Democrática Alemana. Por ello, en comparación con los partidos que llevan años de actividad sus bases organizativas, personales y financieras de acción están poco desarrolladas; también en lo que respecta al desarrollo de su programa y de su colaboración con otras agrupaciones políticas sólo tienen a su disposición un corto espacio de tiempo. b) Estas diferencias no son responsabilidad de los partidos políticos ni de las agrupaciones ni tampoco les son imputables por ninguna razón. Sus causas se encuentran más bien en el cambio del derecho vigente. Hasta la ampliación de la Ley Electoral Federal sólo estaban permitidos en la República Federal de Alemania los partidos políticos con sede o dirección en el radio de acción hasta entonces de la Ley sobre Candidaturas Electorales (§ 18 BWahlG, § 2 párr. 3 núm. 2 PartG). En las elecciones a la Asamblea Popular de la República Democrática Alemana del 18 de marzo de 1990, el derecho a presentar candidaturas electorales sólo correspondió a partidos y grupos políticos con sede en el territorio estatal de la República Democrática Alemana (§ 8 párr. 1 de la Ley sobre las Elecciones a la Asamblea Popular de la República Democrática Alemana de 18 de marzo de 1990, de 20 de febrero de 1990 [BO249 I p. 60]; § 5 párr. 2 de la Ley de Partidos y otros grupos políticos de 21 de fe249 N. e. Boletín Oficial (Gesetzblatt). brero de 1990 [BO I p. 66]). El Tratado Electoral, de 29 de agosto de 1990, sustituye el derecho electoral hasta entonces vigente en la República Democrática Alemana y modifica la Ley Electoral Federal con efectos para la República Federal de Alemania por medio de la ampliación del territorio electoral y la participación de partidos y agrupaciones políticas con diferentes condiciones organizativas de partida, esto es, en dos puntos esenciales para la igualdad de oportunidades de los partidos. La diferencia de las condiciones organizativas de partida también se apoya en motivos jurídicos. De acuerdo con el Reglamento anteriormente vigente en la República Democrática Alemana sobre fundación y actividad de las asociaciones, de 6 de noviembre de 1975 (BO I p. 723), las asociaciones precisaban el reconocimiento estatal para ejercer su actividad (§ 2 párr. 1); éste sólo se concedía cuando las asociaciones, en su carácter y fines, se correspondían con los principios del ordenamiento socialista (§ 1 párr. 2). Los partidos políticos sólo podían existir dentro del Frente Nacional de la República Democrática Alemana (art. 3 párr. 2 de la Constitución de la República Democrática Alemana de 6 de abril de 1968, en la redacción de 7 de octubre de 1974 [BO I p. 425]). Estas prohibiciones de creación y de actividad sólo han desaparecido desde hace poco tiempo. Estas diferencias creadas por el ordenamiento jurídico no son diferencias que el legislador electoral tenga que aceptar debido a su deber de neutralidad, , sino que son desigualdades que no debe desatender en una normativa relativa a la barrera electoral. 2. En contra de la interpretación sostenida por Nuevo Foro en la vista oral, no existe una circunstancia especial que deba atender el legislador electoral en las tareas que se citan en el art. 5 del Tratado de Unificación. En él se “aconseja” a los órganos legislativos ocuparse de las cuestiones que se plantean en relación a la unidad alemana en orden a la reforma o complemento de la Ley Fundamental, especialmente también de la cuestión de la aplicación del art. 146 de la Ley Fundamental y, en su marco, de un referéndum popular. Con ello, el 12º Parlamento Federal alemán no se convierte en una reunión constituyente en el sentido del ejercicio del poder constituyente. Por ello puede ponerse en duda que tales tareas excluyan la aplicación de una barrera electoral. III. 1. Sin embargo, no basta con la constatación de que en las primeras elecciones panalemanas al Parlamento Federal existen circunstancias especiales que prohíben mantener una barrera electoral del 5% en relación a todo el territorio electoral. El legislador ha debilitado de forma importante el efecto de la barrera electoral por medio del § 53 párr. 2 BWahlG. Con él pretendía posibilitar “que los partidos que se han formado en uno de los dos Estados alemanes y no han constituido todavía la base organizativa para las elecciones en toda Alemania por medio del acuerdo con un partido en el otro Estado, acuerden coaliciones de listas y de esta forma den efecto al peso conjunto de los segundos votos emitidos a su favor en las elecciones” (BOPF 11/7624 p. 21; vid. también el informe sobre las recomendaciones de la Comisión sobre la Unidad Alemana en relación al proyecto de ley sobre el Tratado Electoral, con la indicación de que una gran mayoría de la Comisión se ha adherido a las opiniones del ministro federal del interior Dr. Schäuble, de acuerdo con las cuales había una demanda para “hacer justicia a la circunstancia de que tras 40 años de separación hay agrupaciones y partidos que hasta ahora sólo podían actuar políticamente en una u otra parte de Alemania”, BOPF 11/7652 - nuevo -, p. 7). Por consiguiente, en la normativa de que se trata se ha de comprobar si se elimina de forma no susceptible de reparos de constitucionalidad el especial obstáculo que ha supuesto para los partidos políticos y las agrupaciones la ampliación del territorio electoral y el mayor efecto de cierre de una barrera electoral del 5% relacionada con el territorio electoral que con él se vincula. 2. A esta pregunta debe responderse negativamente. a) La admisión de una coalición de listas está limitada por la cláusula de competencia del § 53 párr. 2 BWahlG. Da lugar a que sólo se permita la coalición de sus listas a aquellos partidos que no presentan en ningún Estado federado – con la excepción de Berlín – candidaturas electorales en lista coordinadas. De esta forma, se produce como consecuencia una diferenciación – provisional – del valor de resultado de los votos que apoyan a una lista con menos del 5% de los votos. Por ello, deben tomarse como parámetro los requisitos de la igualdad formal. Éstos no se satisfacen – sin tener en cuenta aún los reparos básicos expresados contra las coaliciones de listas de diversos partidos – porque no se favorece a todos los partidos de la misma manera, lo que afecta a la idea básica del § 53 párr. 2 BWahlG (vid. BVerfGE 6, 84 [97, 98]). Una oportunidad de participar en el reparto proporcional, a pesar de no alcan- zarse el quórum, la tienen de antemano sólo algunos de los partidos más pequeños. En abstracto, la posibilidad de la coalición de listas está, no obstante, abierta a todos los partidos y asociaciones políticas. El derecho electoral, sin embargo, tiene que orientarse no a casos construidos en abstracto, sino a la realidad política (BVerfGE 1, 208 [259]). Si se contempla ésta, se reduce drásticamente el número de coaliciones posibles. La mayor parte de los partidos a los que afecta la idea básica del § 53 párr. 2 BWahlG, no encontrará ningún aliado para una coalición de listas, sin que esto se base en el programa o en otras circunstancias influenciables por el partido. A diferencia de una ilimitada posibilidad de coaligar listas, bajo la vigencia de la cláusula de competencia prácticamente sólo dos partidos podrán constituir una coalición de listas cuando de esta forma quieran alcanzar el éxito que pretenden – superar la barrera electoral -. Ello rige en todo caso cuando los partidos – como es normal – presentan candidaturas electorales de lista en todos los Estados federado al menos en el territorio de la República Democrática Alemana o en el territorio de la República Federal de Alemania. Así pues, si no se pueden coaligar tantas listas como quisieran, sólo prometen éxito las coaliciones de aquellos partidos en las cuales (como corresponde a la imagen de llevar a cuestas) al menos uno de los aliados en su ámbito de referencia (sea la República Democrática Alemana o la República Federal de Alemania) dispone de suficiente potencial de electores, y por ello está en situación de compensar las debilidades del aliado. Debido al distinto tamaño de las dos partes de Alemania reunidas en un territorio electoral, sólo vienen en consideración como posibles aliados en una coalición de listas para los pequeños partidos prácticamente aquellos que pueden contar en la República Federal con un considerable porcentaje de votos. De estos pocos partidos, tres habían consumado o anunciado su fusión con partidos hermanos en el otro territorio en el momento de la aprobación de la Ley relativa al Tratado Electoral. De esta forma, eluden la vigencia de la cláusula de competencia, porque presentarán candidaturas electorales en todo el territorio federal. Por tanto, de antemano sólo una pequeña parte de los partidos a los que se refiere la idea básica del § 53 párr. 2 BWahlG tiene una oportunidad real de encontrar un aliado que les pueda ayudar a superar la cláusula del 5%. Ello infringe la igualdad de oportunidades de los partidos. b) Con independencia de ello, toda coalición de listas – con o sin cláusula de competencia – supone una infracción de la igualdad de oportunidades porque da un peso distinto al resultado de las votaciones sin que se pueda hablar de una razón objetiva y apremiante para ello. Ello se deriva de las siguientes ponderaciones: aa) Se corresponde con el sistema de elección proporcional, tal y como se regula en la Ley Electoral Federal, que las elecciones tengan lugar según listas estatales elaboradas por los partidos (vid. el § 6 párr. 1 en relación con el § 34 párr. 2 núm. 2 BWahlG). Los votos emitidos a favor de una lista estatal, de acuerdo con el § 6 párr. 6 BWahlG – con independencia de las normas especiales allí previstas, que aquí no necesitan ser tratadas –, no cuentan en el reparto de escaños cuando el partido en cuestión no ha alcanzado como mínimo el 5% de los votos válidamente emitidos en el territorio electoral. El diferente peso subyacente del