1 Ideas que pueden ser útiles para un nuevo estudiante de filosofía

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CUADRANTEPHI No. 20
Enero – junio de 2010, Bogotá, Colombia
Ideas que pueden ser útiles para un nuevo estudiante de filosofía1
Daniel Alexander Murillo Cajamarca
Licenciatura en filosofía
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá
[email protected]
La carrera que inicia es, principalmente, una oportunidad para que usted adquiera los
elementos fundamentales para que pueda desarrollar de manera competente un conjunto de
actividades que son propias de un filósofo o un licenciado en filosofía. —cuáles sean ellas
en efecto, ya las irá descubriendo—; además, la carrera que inicia le brindará espacios en
los cuales usted tendrá la oportunidad de arriesgarse a desarrollar estas actividades, aunque
no sea de la manera más competente. Esto es muy obvio. El asunto es que usted sepa qué
hacer y qué no para aprovechar estas oportunidades, las cuales considero, sin sobrestimar a
la filosofía o subestimar a las demás carreras, son grandes privilegios que es afortunado o
afortunada por tener.
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Este escrito inicialmente fue dirigido a nuevos estudiantes de filosofía y de licenciatura en filosofía de la
Pontificia Universidad Javeriana; pero supongo que puede ser también dirigido a todo aquel que inicia algún
tipo estudio de filosofía o de otra disciplina allí mismo o en otra institución educativa. En todo caso, mi
propósito es que las ideas presentes en este escrito, más allá de ser entendidas, permitan que el aprendizaje y
el ejercicio de la filosofía mejoren y nos mejoren.
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Por esta razón, he aquí algunas conclusiones sobre el asunto a las que he llegado yo, uno de
sus compañeros que está por finalizar la licenciatura en filosofía. A ellas he llegado
analizando tanto mis propios errores y aciertos —sobre todo los errores—, como los de
muchos otros con los que he interactuado a lo largo de los semestres.
1. La carrera que inicia no es un concurso de popularidad o una preparación para ello.
Aunque la popularidad o la fama son apreciables, útiles y, en algunos casos, indispensables
en filosofía, no busque obtenerlas, al menos en clase, presumiendo de sus conocimientos o
sus capacidades frente a sus compañeros, sus profesores o, si ya cree ser filósofo, frente a
sus colegas. En otras palabras, cuando tenga el deseo o la obligación de intervenir en clase,
en seminarios, etc., procure que lo que diga o lea —preguntas, aserciones, etc. — sea
pertinente para la comprensión del tema que se está abordando, y que sea claro y sucinto
para que usted reciba una respuesta con las mismas características. Por ejemplo, si lo que
ha leído de Nietzsche o Marx, o lo que usted cree que es el mundo en cualquiera de sus
aspectos, no viene al caso, entonces no malgaste el tiempo de clase; mejor escuche
atentamente, tome apuntes de forma ordenada y, muy importante, no deje de intervenir
cuando esté seguro de que lo dirá o leerá es realmente pertinente para su comprensión del
tema.
2. Lo más probable es que usted no sea un genio o no haya hecho méritos para ser llamado
así, a pesar de que muy en su interior crea que lo es o que llegará a serlo. Aunque es posible
que sí tenga talento para la filosofía o que tenga suficiente disciplina para ejercer
competentemente esta profesión —lo ideal es que tenga ambas o, al menos, la segunda—,
aunque esto es posible, tiene mucho que aprender y debe aceptar, a veces públicamente,
que no sabe, y por eso lo mejor es que tenga una actitud receptiva, sin dejar de ser crítica,
que le permita escuchar y comprender lo que le dicen los demás. Aplique el principio de
caridad, es decir, considere la posibilidad de que lo que dicen o hacen los otros es
justificado o tiene buenas razones. Si lo aplica, las ideas filosóficas —de los grandes
filósofos, sus profesores y sus compañeros— que inicialmente le parecerán falsas, absurdas
o ininteligibles, es posible que se muestren, al menos, claras y plausibles; sin embargo, no
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debe olvidar que incluso los autores y los profesores más afamados fueron o son seres
humanos que no estuvieron y no están exentos de afirmar falsedades y sinsentidos. Por el
contrario, si no aplica el principio de caridad, es muy probable que usted cree y refuerce
prejuicios, y evite su progreso intelectual y el de las personas con que interactúa.
3. Para aprender y hacer filosofía es necesario leer a tiempo. Si no lo hace cuando sus
profesores o colegas esperan que lo haga, entonces no comprenderá de forma adecuada ni
las lecturas y ni las clases; esto sucederá a pesar de su sentido común y de la cantidad de
clases a las que asista y preste atención. Aunque es posible que su nota no sea afectada
porque dejó de leer sobre tal o cual tema, más adelante es muy probable que sí afecte otras
de sus notas o que esté obligado a leer apresuradamente y sin mayor comprensión. Lea sin
importar que no entienda todo o parte; lea sin importar que le aburra; lea sin importar que
no esté de acuerdo con quien escribe; lea sin importar que el profesor no le vaya a
preguntar inmediatamente sobre la lectura. Si lo hace a tiempo, podrá empezar a entender o
saber qué no entiende; podrá descubrir algo interesante y pertinente o saber qué es
definitivamente aburrido e impertinente; podrá dar las razones por las que está de acuerdo o
en desacuerdo con tal o cual filósofo; y podrá estar seguro de que cuando le pregunte el
profesor sobre la lectura, así sea al final de semestre, usted responderá con mayor
tranquilidad y fluidez.
4. La filosofía, y en general toda disciplina teórica, sólo puede llegar a comprenderse y
presentarse adecuadamente a través de la escritura. Aunque usted crea que tiene claro en su
mente alguna idea o tema, o crea que quien lo escucha hablar lo está entendiendo a
profundidad, esto sólo lo confirmará y lo registrará si escribe. La mayoría de ideas
filosóficas que no se escriben son confusas y engañosas, y sólo son importantes para quien
cree tenerlas y, tal vez, para algunos otros incautos. Por eso, no sólo escriba porque ya en
su mente lo tiene todo claro, la escritura lo ayudará a aclarar o a destruir la ilusión de
claridad; no sólo escriba cuando se lo pidan, escriba siempre que una idea merezca ser
recordada (casi todas lo merecen en filosofía, al menos, para no recaer en errores); y no
sólo escriba para sí mismo, usted puede ayudar a los demás con lo que escribe y ellos lo
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pueden ayudar a que usted escriba mejor. Recuerde que escribir no sólo es un don; es un
arte y una herramienta que se refina y perfecciona con la práctica.
5. Por último, resumiendo algo de lo anterior, la filosofía, al igual que la mayoría de los
empeños humanos, debe tomarse con seriedad. Así la filosofía da sus mejores rendimientos;
de otro modo no espere mayor provecho de ella. Si bien, por un lado, no debe asumir
ingenua y apresuradamente que la filosofía está por encima de cualquier otra actividad que
pueda realizar un ser pensante, por otro lado, tampoco debe asumir que una persona puede
hacer filosofía sin mayor esfuerzo. Por tanto, si tiene la impresión de que la filosofía es más
fácil que la matemática, la física, la ingeniería, la medicina etc., o empieza a notar esto
durante su carrera, entonces ella en efecto es así o usted es un genio o no le están exigiendo
y no se está exigiendo lo suficiente. La última alternativa es la más probable.
De tal modo, a pesar de que la filosofía es diferente en cuanto a sus métodos y sus temas a
aquellas otras disciplinas, debe empezar a considerarla como semejante a ellas en cuanto a
su complejidad, pues como se dará cuenta con el paso de los semestres, lo más frecuente es
que los que han producido lo que hoy se conoce como filosofía, han sido los que han leído,
escrito, vivido, analizado y sintetizado mucho o, al menos, de forma sistemática. Sin
embargo, no se asuste si llego a la filosofía huyendo de la complejidad y del esfuerzo; si ha
decidido estudiarla y tomarla en serio, es posible que la filosofía lo enamore tanto que usted
llegue a apreciar su complejidad y no le importe esforzarse por ella.
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