La desnaturalización de las medidas cautelares previas Informe

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Informe Especial
La desnaturalización de las medidas cautelares previas
A propósito de recientes pronunciamientos del Tribunal Fiscal
n
Problemática de las medidas
cautelares previas
La deuda tributaria, constituye un concepto que validamente es exigido por la
autoridad fiscal. Sin embargo, no debe
perderse de vista que dicha exigencia, así
sea por la vía coactiva, debe enmarcarse
a lineamientos tan básicos como son los
circunscritos al del Debido Procedimiento
Administrativo (1) así como a las garantías
y derechos inherentes que nuestra Carta
Magna (2) y el ordenamiento tributario administrativo por especificidad prevé para
todo administrado.
Ahora bien, nuestro ordenamiento
normativo - tributario, específicamente el
Código Tributario (en adelante CT), establece
una serie de medidas adjetivas o procedimentales tendentes al cobro de la deuda
tributaria debida y exigible. En ese sentido,
para efectos de materializar lo anterior el
órgano impositor a la luz de lo prescrito en
el artículo 112º del CT cuenta con el denominado Procedimiento de Cobranza Coactiva,
procedimiento que a su vez encuentra su
respectivo correlato reglamentario.
Dicho ello, la autoridad tributaria en
ejercicio de sus facultades de cobranza y
a fin de asegurar el cobro de una deuda
tributaria debida o potencialmente debida,
se vale de una serie de mecanismos que
las normas franquean; siendo en este caso
las denominadas medidas cautelares las
de mayor usanza; las cuales, en relación
a su oportunidad se refiere pueden ser
adoptadas: (i) una vez iniciado el precitado
procedimiento de cobranza coactiva (medidas cautelares genéricas), o (ii) de manera
excepcional y porque no decirlo residual,
antes de la génesis del mismo.
Bajo esa perspectiva, con relación a este
segundo supuesto, que se entiende debiera
ser de naturaleza excepcional, es que actualmente se viene advirtiendo una serie de
aspectos que a todas luces devienen en criticables, circunstancia que dada su frecuencia
y generalidad están perjudicando garantías
y derechos esenciales como el Derecho de
Propiedad de aquellos contribuyentes que
se vieran inmersos en un procedimiento
de fiscalización o ya en uno de naturaleza
contenciosa tributaria.
Habiendo adelantado a grandes rasgos la
problemática que hoy por hoy, con relación
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a la adopción de las medidas cautelares previas se observa; hecho que discutiblemente
conforme ilustraremos inclusive viene siendo validado por el propio Tribunal Fiscal de
la Nación Peruana, resulta del caso delinear
breves alcances en torno a los antecedentes
y fines de las medidas cautelares como institución procesal y procedimental (circunscrita
al Derecho Administrativo) en sí.
1.Antecedentes y finalidad de
las Medidas Cautelares: Bases
Romanistas
En anteriores ediciones, hemos tenido
la oportunidad de hacer referencia a la
trascendencia del Derecho Romano como
fuente inspiradora y enriquecedora de las
disciplinas jurídicas contemporáneas, no
siendo ajeno a ello el Derecho Tributario.
En ese sentido, para todo operador del
derecho no es desconocido que desde las
Instituciones del Derecho Romano (3), el
cumplimiento de los derechos de crédito y
las obligaciones en general se tendían a asegurar de alguna manera, así “el patrimonio
de un deudor servía de garantía a todos sus
acreedores, y haciéndose insolvente, cada
uno de ellos corría el peligro de perder todo
o parte de lo que les es debido (4)”. Pero,
como bien señalan los preceptos romanistas, “un acreedor puede encontrar contra
este peligro una protección más o menos
eficaz obteniendo garantías especiales (5)”.
Cabe señalar, que inclusive en el Derecho Romano primitivo, “Si un hombre ha
confesado su deuda, o ha sido condenado
por deuda por el juez, tendrá treinta días
para pagar a sus acreedores. Después de
este plazo, el acreedor podrá apoderarse
de su persona y llevarle ante el juez. Si ni
entonces paga y no se presenta nadie para
garantizar el pago, el acreedor se llevará el
deudor a su casa y lo tendrá amarrado con
cadenas, que no pesen más de quince libras,
manteniéndole por lo menos con una libra
de harina diaria, aunque puede darle más
si quiere (6)”.
De otro lado, siguiendo los lineamientos
romanos, con relación a los derechos de
crédito, estos constituyen “una relación
entre dos personas, de las cuales, una, el
acreedor, puede exigir de la otra, el deudor,
un hecho determinado, apreciable en dinero
(7)”. Lo anterior, en buena cuenta, viene a
constituir la definición y naturaleza de las
obligaciones (8) contenidas en forma expresa
en nuestro ordenamiento civilista e incluso
tributario (9).
A la luz de los antecedentes y finalidades
expuestas, no podemos obviar que en materia jurisdiccional tales medidas, tendentes
a asegurar forzosamente el cumplimiento
futuro de obligaciones en general, también
se encuentran prescritas en el ordenamiento
procesal civil (incluso el ceñido al proceso
penal). Así tenemos pues, las denominadas
medidas conservativas o también denominadas medidas cautelares, las cuales
constituyen “un conjunto de disposiciones
tendientes a mantener una situación jurídica
o a asegurar una expectativa o derecho
futuro (10)”.
2.Medidas Cautelares Previas:
Hipótesis de adopción en base
a parámetros objetivos
Como consideración inicial, resulta del
caso reseñar el marco normativo - regulatorio de las Medidas Cautelares Previas
(en adelante MCP). Bajo esa óptica, de los
alcances de los artículos 115º, 116º y 117º
del CT, la Administración Tributaria en el
desarrollo de un procedimiento de cobranza
coactiva se encuentra en la posibilidad de
adoptar medidas cautelares genéricas u
ordinarias.
Empero, como ya se ha indicado, a la
luz de lo dispuesto en el artículo 56º del
citado cuerpo legal, cabe la posibilidad que
de manera excepcional el órgano impositor pueda trabar MCP antes de iniciado el
procedimiento de cobranza coactiva. Pese a
lo expuesto, como expresamente lo señala
la norma y; a ello responde su naturaleza,
dicho mecanismo es de naturaleza residual
e imperativamente tiene que basarse en
hechos o circunstancias estrictamente objetivas, pues si bien la autoridad tributaria
goza de la denominada Facultad Discrecional
en su accionar, ello no implica un ejercicio
irrestricto o autárquico de poderes, el cual
encuentra límites en el denominado Interés
Público así como, en los Derechos de los
Administrados; limitación a objetividad a
adopción de MCP se refiere, que inclusive
ha sido desarrollado a nivel jurisprudencial
por el Tribunal Fiscal de la Nación Peruana
en la RTF Nº 344-4-97, al acertadamente
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dar cuenta que la adopción de las MCP no
puede dejarse en el extenso mar de discrecionalidad (11) del que goza la Administración
Tributaria, a tenor de ello manifiesta “(...)
Que puede advertirse de las normas citadas,
que la medida cautelar tiene un carácter
excepcional, es decir, que su procedencia
está condicionada a que se presente alguna
de las situaciones señaladas en los artículos
citados en el considerando precedente, siendo así que la Administración no puede
actuar discrecionalmente sino que,
en cada caso deberá especificar (12) las
circunstancias o hechos que demuestren
la existencia de alguna de las situaciones
antes referidas; que en el caso de autos, del
informe presentado ante este Tribunal y de
la documentación que al respecto ha adjuntado, no aparece ninguna prueba objetiva o
hecho concreto que demuestre la intención
de la recurrente de no pagar la deuda que
se le imputa, generada a raíz de alguna
resolución o acto de la Administración; que
consecuentemente, puede concluirse que
en el presente caso no se ha demostrado
la existencia de ninguna de las situaciones
que permitan a la Administración disponer
una medida cautelar”.
Bajo esos lineamientos, y partiendo
de una naturaleza residual ¿en qué casos procede la adopción de medidas
cautelares previas?. Sobre el particular,
el artículo 56º del CT Ad pedem litterae
establece que, “Excepcionalmente, cuando
por el comportamiento del deudor tributario
sea indispensable o, existan razones que
permitan presumir que la cobranza podría
devenir en infructuosa, antes de iniciado
el Procedimiento de Cobranza Coactiva, la
Administración a fin de asegurar el pago de
la deuda tributaria, y de acuerdo a las normas del presente Código Tributario, podrá
trabar medidas cautelares por la suma que
baste para satisfacer dicha deuda, inclusive
cuando ésta no sea exigible coactivamente.
Para estos efectos, se entenderá que el
deudor tributario tiene un comportamiento
que amerita trabar una medida cautelar
previa, cuando incurra en cualquiera de los
siguientes supuestos (13) (...) “.
Tal como se advierte, del tenor normativo enunciado, claramente se denotan dos
hipótesis a través de las cuales procede
la adopción de las citadas medidas antes
de iniciado el procedimiento de cobranza
coactiva. A saber:
1. Cuando por el comportamiento del deudor tributario sea indispensable trabar
las mismas. Siendo éstos, los supuestos
(12) taxativamente dispuestos en el texto
normativo o;
2. Existan razones que permitan presumir
que la cobranza podría devenir en infructuosa.
Dicha disquisición, inclusive ha sido
reconocida a nivel jurisprudencial por el
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Tribunal Fiscal en múltiples resoluciones,
siendo del caso citar las signadas para propósitos administrativos con la numeración
siguiente: 00223-4-2003, 00909-1-2004
y 02308-1-2004.
3.Desnaturalización de las MCP
actualmente ¿proceden en cualquier caso?
Partiendo de la premisa general que las
MCP: (i) son adoptadas de manera excepcional, (ii) en las circunstancias señaladas
en los numerales anteriores y (iii) antes de
iniciado el procedimiento de cobranza coactiva. ¿qué es lo que viene sucediendo en
la práctica?. Pues una clara y reprochable
desnaturalización en el empleo de las citadas
medidas por parte de la Administración Tributaria, como bien ya lo vienen advirtiendo
una gran parte de gremios y especialistas
tributarios (14).
Bajo esa perspectiva y, retomando la
problemática expuesta sobre el particular,
debemos indicar que en relación al primer supuesto ceñido al comportamiento
del deudor tributario, no existe mayor
divergencia, pues a lo estado en el texto
normativo, las hipótesis asociadas al
mismo son expresas y en caso la Administración Tributaria optase por aplicar MCP
en base a ellas, el criterio a seguir sobre
éstas, en primer lugar, tendría que ser en
observancia de las causales legislativamente contempladas y en segundo lugar,
responder a claros criterios de objetividad,
descartándose discrecionalidad en dicho
accionar, como bien lo ha referenciado el
Tribunal Fiscal en múltiples resoluciones.
Sobre la base de lo anterior, cabe indicar
que, en función a dicha causal, múltiples
MCP adoptadas por la Administración
Tributaria, vía Remedio de Queja fueron
debidamente revocadas por el Tribunal
Fiscal, en la medida que su adopción no
se encontraba arreglada a ley y peor aún,
no observaban los parámetros y patrones
expresamente normados.
Ante el contexto descrito, en lo que al
segundo supuesto, circunscrito a las “razones que permiten presumir que la cobranza
podría devenir en infructuosa”, es de notar
que actualmente la SUNAT viene valiéndose del mismo a efectos de trabar ingentes
medidas cautelares previas en grave perjuicio del patrimonio empresarial de los
contribuyentes, sin que éstas en rigor respondan a criterios técnicos que justifiquen
su adopción. Hecho conocido y agravioso
para el sector empresarial y que finalmente
contraviene la real naturaleza de las citadas
medidas, pues como bien lo reconoce la
doctrina argentina las mismas “obviamente,
trátase de una facultad excepcional que deberá utilizarse solo en los casos que peligre
de modo cierto la posibilidad de percibir el
impuesto una vez determinado, en razón de
los profundos efectos disvaliosos que puede
aparejar respecto del contribuyente (15)”.
Por consiguiente, es sobre la base del
mencionado supuesto donde fundamentalmente radica la desnaturalización de las
MCP, pues en función a la hipótesis expuesta
en el párrafo anterior, la autoridad tributaria
encuentra en ella un excesivo margen de actuación, que los hechos vienen demostrando
no advierte limite ni parámetro alguno. Bajo
esa óptica, la circunstancia expuesta a todas
luces, implica una flagrante vulneración
del actualmente reconocido Principio
de Seguridad Jurídica en materia tributaria, principio ampliamente desarrollado
por la doctrina alemana.
Dicho ello, si bien es cierto el texto
normativo transcrito prescribe las “razones
que permiten presumir” como hipótesis
excepcional (al igual que el otro supuesto
descrito para viabilizar MCP), lo cierto es que
los alcances del que nos ocupa, viene siendo
empleado con excesiva discreción por la
autoridad tributaria. Desdibujándose de
esa manera los limites del Interés Público (16),
Derechos y Garantías de los Contribuyentes,
criterios jurisprudenciales pro administrado,
entre otros.
Prueba de la aludida inseguridad en
torno a lo desarrollado, puede verificarse en
lineamientos que el propio Tribunal Fiscal,
inclusive, viene expidiendo y validando a la
fecha. Así, podemos citar el caso de las RTF´s
Nº 00086-2-2006 (17) y 02097-2-2007, a través
de las cuales, en la primera de las citadas el
aludido colegiado dispuso que:
“La Administración estableció que existen indicios para presumir que la cobranza
podría devenir en infructuosa, debido a
que la deuda es superior al 25% del
patrimonio determinado en la fiscalización”;
Mientras que en la segunda resolución
cuestionablemente se estableció que
“(...) La conclusión del procedimiento de
fiscalización, así como el inicio del procedimiento contencioso tributario respectivo, no inhabilita a la Administración
para trabar las medidas cautelares
previas (18) adecuadas que garanticen la
cobranza de la deuda tributaria, por lo que
carece de sustento lo señalado por la quejosa en el sentido que no debieron trabarse
las medidas cautelares previas materia de
queja, al haber concluido el procedimiento
de fiscalización y al haber formulado recurso
de reclamación contra los valores emitidos
como resultado de dicho procedimiento”.
Sobre el particular, tal como hemos
indicado las MCP constituyen mecanismos
tendentes a asegurar el cumplimiento de
la deuda tributaria en algunos casos potencialmente debida, antes de iniciado el
procedimiento de cobranza coactiva.
Sin embargo, dado el contexto la critica
que podemos efectuar, y que resulta
imperativo que sea recogida por el
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Legislador Tributario, en aras de salvaguardar los cada vez mas conculcados
derechos y patrimonio de los contribuyentes, sobre todo entes empresariales,
es que se delimite en forma expresa y
taxativa los alcances de la hipótesis “existan razones que permitan presumir que la
cobranza podría devenir en infructuosa”
(que actualmente advierten excesos como
los reseñados y plasmados en las mencionadas resoluciones), pues no es concebible
que en un Estado de Derecho, una institución administrativa dedicada al recaudo y
administración de la obligación pecuniaria
ex lege, emplee “su juicio” al momento
de adoptar medidas tendentes a asegurar
el cobro de la deuda tributaria en algunos
casos potencialmente debida o que sobre la
misma se adviertan visos de incertidumbre,
máxime siendo el aspecto patrimonial de los
administrados una materia tan sensible; que
hoy los vienen “ahogando financiera y patrimonialmente” y peor aún, si se observa que
en muchos casos, la adopción de las MCP no
resultan justificadas y antitécnicas, siendo a
todas luces perjudiciales a los consagrados
y constitucionales Derechos a la Propiedad
y Libre Empresa.
Desde esa perspectiva, en aras de la
siempre ansiada seguridad jurídica que debe
imperar en todo Sistema Jurídico (no solo
Tributario) como bien lo señala el profesor
García Novoa al referirse a las exigencias
mínimas de la seguridad de un ordenamiento jurídico “el concepto de seguridad
que queremos manejar es, como hemos
dicho, el de seguridad del propio Derecho,
que entronca directamente con la certeza
objetiva del ordenamiento. Ello impone que
la norma jurídica no puede ser opaca,
tanto en lo relativo a la descripción
del presupuesto de hecho como a las
consecuencias jurídicas de las normas,
de tal manera que la misma “ofrezca una
estructura racional, de tal suerte que el
empleo del método lógico - jurídico permita
descubrir su sentido y conexiones (19)”. Cita
respecto a la cual huelgan comentarios
dada su claridad y fineza explicativa, siendo
natural nuestra adhesión a los alcances en
torno a la misma.
n
Reflexiones finales a favor de
los contribuyentes y obligación
del Legislador
Es claro. Las MCP tienen como finalidad
asegurar la deuda tributaria en algunos
casos potencialmente debida. Sin embargo
no debe perderse de vista su carácter o
naturaleza excepcional. Ahora, de acuerdo
a entendidos, la instauración de los aludidos mecanismos conservativos en nuestro
ordenamiento normativo - tributario, básicamente se encontraron dirigidos a evitar
y contrarrestar supuestos de evasión fiscal,
contexto en los que en rigor, la adopción
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de los mismos resultaban apropiados y
justificados.
No obstante ello, actualmente, dicha
finalidad no se viene observando, produciéndose lo que hemos denominado una
“desnaturalización de las MCP”, pues la
adopción de las mismas en muchos casos
resulta indiscriminada, siendo el sustento
de éstas, la hipótesis otras “razones que
permiten presumir que la cobranza podría
devenir en infructuosa”; supuesto per se
discrecional, muchas veces cuestionable
y validado por el Tribunal Fiscal conforme
hemos reseñado; atentatorios del Principio
de Seguridad Jurídica en materia tributaria,
entre otros.
Por consiguiente, actualmente, observándose una coyuntura adversa con
relación a la cual se avizoran mayores
perjuicios a la situación patrimonial de
los administrados, somos de la opinión,
que el Legislador Tributario a través de la
fórmula legal correspondiente, se encuentra
obligado a delimitar los alcances del supuesto en mención. Pues con ello, se evitarán
innecesarios perjuicios patrimoniales a la
normal marcha de las unidades empresariales, contribuyéndose de esa manera con
la aspirada seguridad jurídica en materia
impositiva.
Si ello no fuera así, los contribuyentes
afectados por medidas como las anteriormente descritas, se encuentran plenamente
legitimados a evaluar el accionar de los
mecanismos y procesos constitucionales
consagrados en nuestra Carta Magna (Proceso de Amparo) y actualmente regulados al
detalle por el nuevo Código Procesal Constitucional, en cuyo caso, podemos afirmar
sin temor a equivocarnos que el Tribunal
Constitucional justificadamente les daría
el cauce que el derecho asiste, pues ante
circunstancias como las descritas, según
sea el caso, se encontrarían involucrados
y en juego derechos fundamentales como
son el Derecho a la Propiedad, Trabajo, Libre
Empresa, entre otros.
(2) (3) (4) (5) (6) NOTAS
(1) Sobre los alcances del Debido Proceso y Procedimiento, cabe traer a colación el pronunciamiento del Tribunal Constitucional plasmado
en las Sentencias recaídas en los Expedientes
Nºs 6149-2006-PA/TC y 6662-2006-PA/TC en
cuyo fundamento número 35 ha dejado sentado que “Este Tribunal tiene afirmado que el
derecho al debido proceso, reconocido en el
inciso 3) del artículo 139º de la Constitución,
es un derecho cuyo ámbito de irradiación no
abarca exclusivamente el campo judicial,
sino que se proyecta, con las exigencias
de su respeto y protección, sobre todo
órgano, público o privado, que ejerza
funciones formal o materialmente jurisdiccionales” (el sombreado es agregado por
nuestra parte. En cuanto a tan importante derecho podemos citar a Guzmán Napurí cuando
lo define como “como el conjunto de garantías
indispensables para que un proceso pueda ser
(7) (8) considerado justo (...) contiene en su seno
derechos tan importantes como el derecho al
juez natural, la instancia plural, el derecho de
defensa o la motivación de las resoluciones
emitidas por la entidad respectiva”. GUZMAN
NAPURÍ, Christian.- “La Administración Pública
y el Procedimiento Administrativo General”.
ARA Editores. Edición 2004. Página 87.
Es innegable que nuestra Carta Magna reconoce como principios y derechos de la función
jurisdiccional, entre otros, al Debido Proceso
y la Tutela Jurisdiccional que para el profesor
Bernales Ballesteros, a través del mismo se
“establece las garantías para el Debido Proceso Legal, que en la actualidad no sólo es
considerado como un derecho constitucional
sino como derecho fundamental”. BERNALES
BALLESTEROS, Enrique.- “La Constitución
de 1993, Análisis Comparado”. Editora RAO.
Quinta Edición 1999. Página 641.
Ello debido al frondoso y fructífero trabajo
legislativo de Justiniano sobre las Instituciones Jurídicas en general, que subió al Trono
en el año 527 A.C., reformando con acertada
precisión las leyes romanas. Obviamente, el
trabajo de Justiniano se nutre de extractos de
los códigos de Gregoriano, Hermogeniano y
Teodosiano juntamente con los tratados de los
jurisconsultos. Lo anterior, como es conocido
por todo operador del derecho dio a lugar
a “El Digesto” aunada a las denominadas
“Pandectas”, que posteriormente inspiraron
las bases del derecho germano.
PETIT, Eugène. “Tratado Elemental de Derecho
Romano” (que contiene el desarrollo histórico y
la exposición general de la legislación romana
desde el origen de Roma hasta el emperador
Justiniano). Traducido de la novena edición
francesa y aumentado con notas originales, muy
ampliadas en la edición por D. José Ferrández
Gonzáles, con el Prólogo de Dr. Don José Ma.
Rizzi. Editora Nacional, México 1969, Item 241,
página 296. Cabe señalar que el profesor Petit se
constituye como la principal fuente referencial
del Derecho Romano para todo operador y estudioso del derecho en general. La fructífera obra
del citado tratadista, lo llevó a ser profesor de
Derecho Romano en la prestigiosa Universidad
de Poitiers en Francia.
PETIT, Eugène. Ob. Cit. página 296.
HISTORIA UNIVERSAL. “Roma”. Editorial
Salvat Editores, 2005, página 44. El precepto
romano transcrito responde a las Doce Tablas
que elaboraron los Decenviros (452 A.C.), que
fueron patricios encargados de la codificación
romana inicial. Como se indica en la citada
obra, la producción legislativa de los Decenviros constituye la base de la jurisprudencia
romana, la cual en gran manera ha influido
en la legislación civil actual. Lamentablemente,
el texto de las Doce Tablas desaparecieron en
un naufragio, cuyos fragmentos fueron valiosamente citados y conservados por Cicerón.
PETIT, Eugène. Ob. Cit. ítem 262, página 313.
Sobre el particular, RAUL FERRERO COSTA,
en su “Curso Derecho de las Obligaciones”,
tercera edición, Editorial Grijley, página 11,
sostiene que la definición que ha servido de
base a toda la doctrina es la contenida en la
Institutas de Justiniano (III, tit,. 14) que expresa:
“obligatio est iuris vinculum quo necessitate
adstringimur alicuius solvendae rei, secundum
nostrae civitatis iure”. Su traducción más usual
es: “la obligación es un vínculo de derecho por
el que somos constreñidos con la necesidad de
pagar alguna cosa según las leyes de nuestra
ciudad”.
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(9) En efecto, acorde con el artículo 2° del Código
Tributario, la obligación tributaria es el vínculo entre el acreedor y el deudor tributario,
establecido por ley, que tiene por objeto el
cumplimiento de la prestación tributaria,
siendo exigible coactivamente.
(10) CABANELLAS DE TORRES, Guillermo. “Diccionario Jurídico Elemental”. Editorial Heliasta.
Buenos Aires, Argentina 1998, página 253.
(11) Al respecto “cuando las facultades o poderes
de que se encuentra investido el órgano
administrador se hallan preestablecidos en la
ley, no sólo señalando la autoridad competente
para obrar, sino también su obligación de obrar
y cómo debe obrar, en forma que no se deja
margen alguno para la apreciación subjetiva
del agente sobre la circunstancia del acto,
decimos que nos hallamos frente a facultades
o poderes totalmente reglados, vinculados o
ligados a la Ley”. En Enciclopedia Jurídica
Omeba. Tomo XI. Editorial Driskill S.A. Buenos
Aires, 1987, páginas 807 y 808.
(12) El sombreado es agregado por nuestra parte.
(13) Sobre el particular la norma puntualiza 12
hipótesis relacionadas al “comportamiento
del deudor”.
(14) En declaraciones al Diario Gestión del 31 de
agosto de 2007, Sección Economía, página 19,
el Dr. Jorge Picón con sumo acierto “señala
que a lo largo del tiempo la SUNAT también ha
buscado aplicar el artículo 56º del Código Tributario para el caso en que la deuda tributaria
sea un porcentaje considerable del patrimonio
del deudor, pues según la entidad, ello también
general riesgo de incobrabilidad (...) la SUNAT
ha empezado a masificar el uso del embargo
para este tipo de deudas, no sólo en el caso
de nuevas acotaciones, sino aún a procesos
de reclamación en curso”.
(15) Carranza Torres, Luis R.- Derecho Tributario de la teoría a la práctica. Primera Edición.
Buenos Aires 2006. Editorial Legis Argentina,
página 257.
(16) Cabe señalar, que el interés público constituye
un concepto de compleja definición, en ese
sentido, sociológicamente se entiende como
“la utilidad o conveniencia o bien de los más
ante los menos, de la sociedad ante los particulares, del Estado sobre los súbditos”. En
Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual,
Guillermo Cabanellas, voz “Interés Público”,
Editorial Heliasta. Tomo IV.
(17) Resolución del Tribunal Fiscal incluso comentada y criticada por nuestro Estudio a través
del Informativo Caballero Bustamante correspondiente a la segunda quincena de Agosto
de 2006.
(18) El sombreado es agregado por nuestra parte.
(19) GARCIA NOVOA, César.- “El Principio de
Seguridad Jurídica en Materia Tributaria”.
Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales
S.A., Madrid 2000, página 78. El sombreado
es agregado por nuestra parte. n
PROBLEMÁTICA Y DESNATURALIZACIÓN DE LAS MEDIDAS CAUTELARES PREVIAS:
NECESARIA DELIMITACIÓN POR EL LEGISLADOR
Artículo 56º CT
Medidas Cautelares
previas al procedimiento
de cobranza coactiva
Situaciones excepcionales
que justificaron su
instauración en el
ordenamiento normativo
v.g. evasión
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Derechos Reservados
Comportamiento del
deudor
(12 hipótesis)
Existan razones que
permitan presumir que la
cobranza podría devenir
en infructuosa
Excesivo margen
Discrecional de la SUNAT:
vulneración de derechos
Obligación
del Legislador:
Limitarlo taxativa y
objetivamente
En algunos casos
validado por el
Tribunal Fiscal
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