EXCLUSIÓN DE LAS NORMAS RELATIVAS A SOCIEDADES Y

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EXCLUSIÓN DE LAS NORMAS RELATIVAS A
SOCIEDADES Y CONTRATOS DEL CAMPO DE
REGULACIÓN DEL CÓDIGO DE MINERÍA, A LA
LUZ DE SU SISTEMA METODOLÓGICO.
Renato Pezoa Huerta
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Renato Pezoa Huerta. EXCLUSIÓN DE LAS NORMAS RELATIVAS A SOCIEDADES Y
CONTRATOS DEL CAMPO DE REGULACIÓN DEL CÓDIGO DE MINERÍA, A LA LUZ
DE SU SISTEMA METODOLÓGICO. . Estudios de Derecho Minero Chileno. 2015. <hal01292925>
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EXCLUSIÓN DE LAS NORMAS RELATIVAS A SOCIEDADES Y
CONTRATOS DEL CAMPO DE REGULACIÓN DEL CÓDIGO DE MINERÍA,
A LA LUZ DE SU SISTEMA METODOLÓGICO.
Renato D. Pezoa Huerta1
SUMARIO.- *Introducción. 1) Hacia un concepto de Derecho Minero. 1.a)
El esquema conceptualizador del Sistema de Derecho Minero. 1.b) La idea de
Sistema de Derecho Minero es exclusiva. 2) Tratamiento de los Contratos y
Sociedades mineras en los Códigos de Minería chileno y argentino. 3) Problemas
metodológicos e incomprensión: incompatibilidad y –posibles- soluciones. 4)
Conclusiones. 5) Bibliografía.
*Introducción
He creído bien fundar este trabajo con un sentido reestructurador a lege
ferenda y no con un afán de reconstrucción de sistema, toda vez que una acertada
comprensión metodológica del denominado Sistema de Derecho Minero -uno de
los puntos no muy ajeno con los objetivos y propuestas de este trabajo-, permitirá
al interesado entender que la exclusión de los institutos en comento, han sido ya
apartados del núcleo dogmático con una intención sistémica.
Por lo anterior, resulta imprescindible realizar un estudio grosso modo, de
este sistema metodológico, que ha dotado de autonomía a esta disciplina
denominada “Derecho Minero” y cuyos elementos informantes se encuentran
1
El autor es asesor externo de la Asociación Minera de Freirina, Región de Atacama,
Chile.; postulante a ayudante de la Cátedra de Derecho Minero en la Universidad de Tarapacá
de Iquique, Chile. Contactos: e-mail: [email protected] ; teléfono: +56989689279.
1
bien delimitados, para enseguida, esbozar los fundamentos que en coherencia
con el objeto de este trabajo, permitirán extirpar de la lege minera, aquellas
construcciones de origen privatista que invaden la fórmula sistémica del Derecho
Minero.
1) Hacia un concepto de Derecho Minero.
En la doctrina, no pareciera existir un problema en esbozar una definición
o concepto del Derecho Minero, que sea comprensivo con su idea de sistema, pero
sí es posible evidenciar, en la mayoría de la literatura de antaño, una dificultad
enorme en determinar la naturaleza jurídica de esta disciplina, llevando a
errores que hoy no son admisibles.
Así, por ejemplo, URIBE define al Derecho de Minería, como “una rama
del derecho privado que rige y reglamenta el nacimiento, la conservación y la
caducidad del dominio minero y las relaciones de los particulares entre sí en todo
lo que se refiere a la industria minera”; pero el autor cae en una confusión de
determinación, al expresar que “tiene indudables características de derecho
público” porque rige las relaciones, de la industria minera con el agente estatal.
En realidad, URIBE lo define como un derecho de excepción, puesto que “en todo
lo no contemplado o modificado por sus disposiciones rigen las normas generales
de derecho común, de derecho privado y de derecho público”2. Como se
demostrará infra, la idea de sistema en el Derecho de Minería, no ofrece
posibilidad alguna para caer en tal confusión.
Por su parte, y con un afán académico, RUIZ establecía un concepto de
Derecho de Minería, enseñando que es “aquella rama del derecho privado que
establece normas para la constitución de la propiedad sobre los yacimientos
2
URIBE HERRERA, Armando, Manual de Derecho de Minería. Editorial Jurídica de Chile. Santiago
de Chile. 1968., pp., 11.
2
minerales y las características de este dominio, armonizando a ellas las
instituciones de derecho común que tienen relaciones con la minería”3. Más
adelante, el propio RUIZ, reconoce con certeza que el derecho “es una ordenación,
es un sistema”; y aunque en este sentido pareciera corregirse el error de
imprecisión destacado supra, define finalmente al Derecho Minero como “el
conjunto de normas jurídicas relativas a la industria minera, que establecen la
forma de constitución, conservación y características de las concesiones de
exploración y explotación mineras y armonizan a dichas características las
instituciones de derecho común relacionadas con la minería”4.
RUIZ suprime la consideración privatista del Derecho de Minería que,
como diremos, es del todo errónea, pues para él, existen dos principios básicos en
que se funda esta rama del derecho.
En primer lugar, porque las minas son consideradas como bienes distintos
del terreno o suelo en que se encuentran; y enseguida, porque existe un interés
de orden público en que se exploten regularmente.
Si a lo anterior sumamos la consideración Constitucional vigente que
preceptúa: “El estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e
imprescriptible de todas las minas (…)” según reza el artículo 19° numerando
24° de la Constitución Política de la República de Chile, en su inciso séptimo5,
3
RUIZ BOURGEOIS, Julio, Lecciones Elementales de Derecho de Minería. Imprenta Universitaria.
Santiago de Chile. 1936., pp., 11.
4
RUIZ BOURGEOIS, Julio, Instituciones de Derecho Minero. Editorial Jurídica de Chile. Santiago
de Chile. 1949., pp., 17.
5
No sólo la Carta Fundamental de nuestro país se ha preocupado de establecer el Dominio Público de
las Minas. Igualmente lo ha hecho así el Código de Minería de los años 1888, 1930 y 1932, donde éste último
expresaba en su artículo 1°, que “El Estado es dueño de todas las minas (…)” lo que necesariamente le otorga
una determinación de la naturaleza en el ius publicum, y se aparta, por lo pronto, del Derecho Privado, no
obstante la facultad de los particularidades de ser concesionarios sobre las sustancias minerales. Actualmente,
el Código de Minería de 1983 en su artículo 1°, publifica, en idénticos términos al precepto Constitucional, la
idea de Dominio Público Minero, al prescribir, “El Estado tiene el dominio (…)”,
3
inmediatamente se podrá delimitar, metodológicamente, que la naturaleza de
las minas es, esencialmente, de derecho público; y por lo demás, el propio RUIZ,
se preocupó de franquear que existe un interés público en su explotación. Al fin,
podría asumirse que el Derecho de Minería es una rama del Derecho Público.
En una arista más contemporánea, se sitúa GÓMEZ, quien precisamente
otorga una definición más acertada sobre el concepto de Derecho Minero, pues
razona que es “el conjunto de normas jurídicas aplicables a la exploración,
explotación y beneficio de las sustancias minerales y que regula la actividad de
los concesionarios y de la minería en general”. Aparentemente, es un concepto
apto para la comprensión de esta rama del Derecho, pues reconoce la idea de
publificación en la minería; pero la inclusión del sentido de beneficio, reportaría
una sincronía con las normas del Derecho Privado, pues se refieren,
precisamente, a una actividad efectiva que desarrollarán los particulares y aun
así, también, el Estado, cuando éste explota las sustancias minerales que dentro
de su territorio se encuentran.
Para el Diccionario de la Real Academia Española, el término “beneficio”
es “utilidad o provecho”, lo cual se relaciona con un efecto mercantil que rodea a
los minerales como objeto de una potencial relación contractual; así, por ejemplo,
piénsese en un destino útil que el minero da a sus minerales extraídos, el cual
perfectamente podría ser otorgarles la calidad de objeto de relaciones jurídicas
de carácter civil o comercial, que son incomprensivas de nuestra idea sistémica
de Derecho Minero, por pertenecer, como se ha dicho, al Derecho Civil o
Comercial, de acuerdo a la teoría de lo accesorio, pero que muy bien se identifica
con el Derecho Privado6.
Recientemente, OSSA define al Derecho de Minería como “el conjunto de
principios y preceptos especiales que rigen las concesiones exclusivas para
6
GÓMEZ NUÑEZ, Sergio, Manual de Derecho de Minería, Editorial Jurídica de Chile. Santiago de
Chile, 1992., pp., 15.
4
explorar o para explotar las sustancias minerales que son susceptibles de
aprovechamiento por cualquier persona, regulando tanto su constitución,
naturaleza, ejercicio y extinción, como alguno de los actos, contratos y litigios
que se refieren a ellas”.7
Nuevamente, y aun cuando hay un general entendimiento del objeto
principal del Derecho de Minería, OSSA aumenta el campo de regulación de
nuestra rama del derecho, pues incluye los contratos que se refieren a la
actividad minera, lo que, como hemos dicho supra, pertenece por su objeto a las
ramas del Derecho Privado.
En una reestructuración del Derecho de Minería, aparecen figuras que
han identificado los ejes sobre los que descansa esta disciplina, pero con un afán
de sistema, pues resaltan con precisión el núcleo dogmático del Derecho Minero.
Destaca, por su orden metodológico, VERGARA, que ha reconocido las
instituciones que dan forma a esta rama en comento, estableciendo que su
unidad se centra en tres ejes:
El primero de ellos, corresponde al dominio del Estado sobre la riqueza
mineral; El segundo, a la teoría de la concesión minera; para finalmente,
reconocer los Derecho del Minero que nacen ex novo, una vez constituida dicha
concesión minera.
Sin alejarnos de un concepto de Derecho de Minería, puesto que su idea
de sistema será evaluada en el siguiente apartado, podemos arriesgarnos en
definirlo, por ahora, como “el conjunto de normas, instituciones y principios de
orden público que regulan y contemplan el dominio que el Estado tiene sobre las
sustancias minerales, la constitución de las concesiones mineras a favor de
particulares o por el propio Estado, y los derechos y obligaciones que al minero
7
OSSA BULNES, Juan Luis, Derecho de Minería. Editorial Jurídica de Chile. Santiago de Chile.
1992., pp., 9.
5
se le reconocen e imponen, en virtud del título concesional”. Esta es nuestra
definición.
Hemos dicho “por ahora”, puesto que a través de un estudio grosso modo
del Sistema de Derecho Minero, podrá ser de fácil detección, los institutos que le
informan.
1.a) El esquema conceptualizador del Sistema de Derecho Minero.
Como habíamos adelantado supra, al menos en nuestra definición de
Derecho de Minería propuesta al culminar el apartado anterior, existen tres ejes,
institutos o fuerzas sobre las que se sostiene la idea de sistema del Derecho
Minero; y efectivamente, los esfuerzos y avances metodológicos actuales han
finalizado en dotar al Derecho de Minería, de autonomía y exclusividad, puesto
que los institutos que le componen, no contemplan siquiera un sesgo del Derecho
Privado.
Por ahora, es posible asociar la idea de sistema con la labor académica de
VERGARA, al menos en Chile, sin perjuicio de autores cuya inclinación se
vincula a su aporte.
Desde luego, diremos que toda rama del Derecho descansa sobre un
sistema metodológico, el cual le otorga características propias de unidad y
coherencia8. Pero con un fin interpretativo, podemos señalar que las ideas en que
se sustenta el Derecho de Minería, así como toda disciplina del Derecho, se
encuentran, en un primer orden, en la lege minera; elemento éste y del cual en
su base, pueden concebirse o, más bien, detectarse, en segundo término, los
denominados núcleos dogmáticos en que se ordena el Derecho de Minas.
8
Desde la metodología jurídica, es posible citar con amplia aceptación a LARENZ (1979),
CANARIS (1983), LOSANO (2002) en VERGARA, Alejandro, Sistema de Derecho Minero,
Legalpublishing, Santiago de Chile, 2013, pp., 9 y ss.
6
Así, puede colegirse que en Chile, el ordenamiento legal en que se
construye nuestra disciplina, está integrado por la Constitución Política de la
República, una Ley Orgánica Constitucional sobre Concesiones Mineras, y un
Código de Minería con un Reglamento.
Por su parte, y trazados con precisión los lineamientos normativos, puede
apreciarse, al fin, los denominados núcleos dogmáticos que delimitan la
disciplina, y que dan forma a los institutos que le componen. Estos son, entonces,
el Dominio Minero o como técnicamente ha denominado VERGARA, la
publicatio9 minera; la Concesión Minera; y, finalmente, los Derechos del
Minero10. Por la aspiración de este trabajo, no serán desarrolladas, in extenso,
cada una de las referidas instituciones, pero si podremos decir desde ya, que
juntas,
dotan
de
especialidad
al
Derecho
Minero,
lo
cual
genera
consecuentemente, una autonomía disciplinar, y que excluye, según se verá, los
principios propios del Derecho Privado, principalmente, los referidos al sistema
contractual del Derecho Civil y del Derecho Comercial.
En definitiva, el Derecho Minero sólo encuentra un dinamismo
metodológico en las tres instituciones recogidas, propiamente de la legislación
minera, y con un sentido categóricamente constitucional, y no responden a un
mero antojo doctrinal, puesto que su carácter público y los efectos o
consecuencias que a su respecto pueden promoverse, tanto como concesión y
derechos mineros de su titular, tributan en torno a un objeto cuya regulación es,
exclusivamente, propia del sistema administrativo y con un fuerte alcance
9
La denominada publicatio minera es, al decir de VERGARA (1992), sinónimo de lo que
generalmente se señala como estatización de una actividad económica; citado por PEZOA
HUERTA, Renato, Los Delitos en el Derecho Minero. Memoria de Prueba para optar al grado de
Licenciado en Ciencias Jurídicas. Facultad de Derecho de la Universidad de Tarapacá. Iquique,
2015., pp., 6.
10
VERGARA BLANCO, Alejandro, Sistema de Derecho Minero. Legalpublishing.
Santiago de Chile. 2013., pp., 22.
7
económico, por lo que concebir cualquier sesgo de origen privatista, sólo es
posible asociarlo, como veremos más adelante, con las meras circunstancias en
que puede desenvolverse el titular de una concesión minera, en la vida del
Derecho.
Lo anterior implica, desde luego, que las instituciones jus privatistas, sólo
tienen asidero cuando los tres institutos del Derecho de Minería se han
verificado, y recién desde ahí, a su alero se promoverán. En ningún momento
podrá algún principio del Derecho Civil o Mercantil, nutrir la autonomía del
Derecho Minero, o servir de sustento para su construcción. Sólo se constatarán
como algo “accesorio”, pero que en ningún caso se confunde con lo “principal”. El
tema de los contratos y sociedades, es una mera relación o vinculación del
Derecho de Minas con otras ramas del Derecho.
1.b) La idea de Sistema de Derecho Minero es exclusiva.
Como ya lo habíamos planteado supra, la autonomía del Derecho de
Minería es, esencialmente exclusiva.
Su exclusividad radica principalmente en la posibilidad de expectorar de
su elementos integrantes, los matices propios del Derecho Privado.
Concebidos, entonces, como institutos del Derecho de Minería, el Dominio
del Estado sobre las sustancias minerales que se encuentran diseminadas en
toda la corteza terrestre, y desde luego con un afán constitucional y con expreso
reconocimiento en el resto de la legislación minera, puede propiciarse, en
principio, la estructura de la disciplina, puesto que a partir de la referida
publicatio minera, surge la posibilidad de que tanto el Estado, como los
particulares, puedan ser titulares de concesiones administrativas de exploración
y explotación de las sustancias que, en un principio, pertenecen por mandato
constitucional al Estado, creándose así, la teoría de la “Concesión Minera”.
8
La Concesión Minera, a nuestro parecer, es procedimiento puro, porque es
un instituto intermediario entre el poder y señorío del Estado sobre las
sustancias minerales, y la voluntad de los particulares de ejercer determinadas
actividades sobre dichos elementos, y su objeto es, al fin, crear titularidades de
exploración o explotación de tales yacimientos sobre los interesados, lo que
producirá determinados efectos sobre la persona del concesionario. Esto es lo que
la doctrina ha denominado “Derechos del Minero”.
Los Derechos del Minero encuentran expresa regulación en la lege minera,
y no sólo son concebidos como facultades inherentes a la titularidad que les da
nacimiento, ya que, como corolario de las mismas, emergen determinadas
obligaciones, que tanto la Constitución Política de la República, y las demás
leyes, se han preocupado de determinar.
Pero principalmente, y en coherencia con el objeto de nuestro trabajo, la
más importante de las facultades -para nosotros, aquí- que componen el abanico
de derechos de que goza el titular de una Concesión Minera, es la libre
disponibilidad de las minas, entendido esto, como la determinación de la
Concesión en tanto objeto de relaciones jurídicas inter privatos, puesto que
respecto de ellas, pueden celebrarse contratos, o constituirse sociedades.
Como se ha visto, la libre disponibilidad y su consecuencia lógica, la
susceptibilidad contractual de un yacimiento mineral, es una circunstancia de
connotación jurídica meramente accesoria que emerge en base a uno de los ya
denominados institutos del Derecho de Minería, y que, como hemos dicho, es sólo
uno de los tantos Derechos del Minero, pero no el principal.
Por lo tanto, la autonomía del Derecho Minero es exclusiva en cuanto a los
elementos que le integran, puesto que solo concibe al Dominio Minero, la
Concesión Minera y los Derechos del Minero como fundamentos de su estructura;
y es excluyente de los principios privatistas, aun cuando asume una cierta
compatibilidad accesoria.
9
Esta compatibilidad con lo accesorio, dice relación con la cabida que ciertos
matices jus privatistas pueden tener en directa aproximación con los elementos
del sistema del Derecho Minero, pero como se ha dicho, no son más que efectos.
Los efectos sistémicos del Derecho Minero son, esencialmente, los
Derechos del Minero, concebidos estos como un conjunto de atributos, facultades
y obligaciones que el titular concesionario ostenta en razón de una concesión; y
uno de sus efectos es, principalmente, la libre disponibilidad a que hemos aludido
supra. Por tanto, los contratos y sociedades pueden estimarse como “efectos de
los efectos” del Derecho de Minería.
Al fin, y siguiendo a D’AVANZO, citado por VERGARA, podemos acoger
la determinación de que “el carácter autónomo del derecho minero emana del
hecho de constituir un complejo de normas jurídicas orgánicamente dirigidas a
la disciplina de una precisa y delimitada materia”, agregando, luego, que “el
derecho minero se ha concretado en normas coordinadas y orgánicas, las que
constituyen un verdadero y propio sistema, no menos importante del sistema
normativo de otras ramas del derecho objetivo”.11
2) Tratamiento de los Contratos y Sociedades mineras en los Códigos de
Minería Chileno y Argentino.
El título IX del Código de Minería Chileno regula, en los artículos 167 a
222, “De los contratos y cuasicontratos” propios del Derecho de Minería, pero los
artículos 172 a 222 contemplan, en el párrafo 2° de dicho título, “de las
sociedades”. Igualmente hay un tratamiento referido al contrato de Avío y la
hipoteca, donde puede fácilmente detectarse la existencia de supletoriedad
normativa a las reglas del Derecho Privado.
11
D’AVANZO (1970), citado por VERGARA, Alejandro, ob. cit., 9, pp., 15.
10
Por ejemplo, la liquidación de las sociedades que nacen de un contrato, por
expreso mandato del Código en su artículo 204 inciso 2°, “se ajustará, en el
desempeño de su cometido, a las reglas establecidos en el Código de Comercio
para la liquidación de las sociedades colectivas”.
A su vez, y respecto de la hipoteca, el artículo 217 del Código de Minería
Chileno expresa que “la hipoteca sobre concesión minera se rige por las mismas
disposiciones que la hipoteca sobre los demás bienes raíces (contempladas en el
Código Civil) y, especialmente, por las de este párrafo (párrafo 4°)”
Por su parte, el Código de Minería Argentino, contempla, en diversas
disposiciones, la existencia de contratos y sociedades. Así, el capítulo V del Título
séptimo contempla, en los artículos 138 a 145, el denominado “grupo minero” que
tiene una similitud con la denominada “Sociedad Legal Minera” del Derecho
Chileno. Además, el contrato de Avío, es regulado en tres capítulos dentro del
Título Decimocuarto, desde el artículo 269 a 285, y le sigue, en el Título
Decimoquinto, la regulación a las “Minas en Compañía”, vale decir, el sistema
societario, en los artículos 286 a 316. Posteriormente, abundan normas
referentes a otros contratos mineros, como el arrendamiento, y regulación
expresa del usufructo de minas, además de contemplar normas relativas a la
Sociedad Conyugal, la enajenación y venta de minas, y sus reglas de prescripción.
En el Código de Minería Chileno, el artículo 167° expresa, en contradicción
a su esencia sistémica, que “Los contratos relativos a concesiones mineras o
sustancias minerales se sujetarán a las normas del derecho común, salvo en
cuanto éstas aparezcan modificadas por este Código”. Decimos contradicción,
porque el propio Código hace integración de normas ajenas a su idea de sistema
disciplinar, y que son de orden privado, al proscribir la posibilidad de remisión
subsidiaria a las normas de derecho común. Esto es, sin lugar a dudas, una fuerte
contraposición a la idea de exclusividad y autonomía propios del Derecho Minero.
11
En el caso del Código de Minería Argentino, el artículo 317° establece que,
“la sociedad conyugal, lo mismo que los demás actos y contratos de minas, están
sujetos a las leyes comunes en cuanto no esté establecido en este Código, o
contraríe sus disposiciones”. Prácticamente, hay una redundancia normativa a
nivel comparado, de incomprensión de la idea de sistema, y de la remisión,
aparentemente necesaria, a las normas de Derecho Común. Por esta razón, en
los dos modelos normativos propuestos, debería entregarse la regulación de los
contratos y sociedades a una legislación especial, de modo que no “contamine”
metodológicamente, la esencia de la estructura del Derecho Minero.
Indudablemente, existe de la sola lectura de ambos Códigos, remisión
expresa a normas de orden privado. En el caso Chileno, y sin mucha ajenidad a
la legislación Argentina, en materia de contratos y cuasicontratos, se aplican de
modo general las normas del Derecho Común, vale decir, del Derecho Civil y
Comercial, con excepción de aquellas materias que han sido reguladas
exclusivamente por la lege minera. BALTRA razona que muchos ejemplos de
esta situación los encontramos en materia de compraventa respecto de alguna
de sus instituciones, arrendamiento y usufructo de pertenencias, en el contrato
de avío, las sociedades legales y contractuales mineras, cuyas normas han sido
claramente especificadas en el Código de Minería12.
En Chile, existen dos tipos de sociedades mineras: las que nacen por el
sólo ministerio de la ley, o también denominadas “Sociedades Legales Mineras”,
y aquellas que nacen a partir de un contrato, como es el caso, de las “Sociedades
Contractuales Mineras”. Lo anterior no obsta a que en materia minera puedan
concebirse otros tipos de sociedades, como las Anónimas o las de Responsabilidad
Limitada, pero que obedecen, en su origen, a principios del Derecho Comercial.
12
BALTRA VERGARA, María Luisa, Código de Minería Profesional. Legalpublishing.
Santiago de Chile. 2014. pp., 124.
12
En todo caso, cualquiera que sea la especie, sus principios son naturales del
Derecho Mercantil.
Incluso, el contrato de Avío, que representa un acuerdo de voluntades y
que crea obligaciones, de un carácter especialísimo del Derecho de Minería,
consistente en un contrato en cuya virtud una persona se obliga a dar o hacer
algo en beneficio de la explotación de una pertenencia minera, para pagarse sólo
con sus productos o con una cuota de ella, por la sola circunstancia de tratarse
de un negocio, es incompatible con la idea de Sistema de Derecho Minero.
En definitiva, los contratos mineros, y las sociedades que se encuentran
incluidas en los Códigos de Minería chileno y argentino, corresponden, aun por
su especialidad (como en el caso de la Sociedad Legal Minera en Chile o Grupo
Minero en Argentina, o el contrato de Avío en una u otra legislación) a una mera
manifestación del Derecho Privado, sin importar que tengan exclusiva aplicación
en materia minera, o en cualquier otra área del Derecho. Así, estos institutos
deben ser concebidos como accesorios a la cuestión principal, que en este caso es,
la verificación de los tres elementos que fundan el Derecho Minero.
3) Problemas metodológicos e incomprensión: incompatibilidad y –
posibles- soluciones.
Una definición técnica de la palabra “Código”, propone ser “una
recopilación ordenada y sistemática de textos o normas jurídicas por materias o
ramas del derecho”.13 Por lo tanto, el Código de Minería, de cualquier
ordenamiento jurídico, sea nacional o extranjero, como toda recopilación
ordenada de normas jurídicas, debe recoger la idea de sistema.
13
YRARRÁZAVAL, Arturo, Diccionario Jurídico- Económico. Ediciones Universidad
Católica de Chile. Santiago de Chile. 2012. pp., 159
13
Como hemos precisado ab initio, la mayoría de la doctrina ha incurrido en
errores conceptuales al plasmar un significado de “Derecho de Minería”, y
pareciera existir más bien, un fundamento en esta “dolencia jurídica”, por la
escueta imprecisión técnica del legislador que ha finiquitado en no dotar al
Código de Minería de un sistema exclusivo y autónomo para una disciplina,
puesto que, y tal como ya se estableció supra, los institutos del Derecho Minero
emergen y revisten de autonomía a esta rama del Derecho, en base a los
presupuestos establecidos a lege lata. Así destaca, ergo, que la labor de los
juristas, en precisar sobre una definición de nuestro ramo, ha estado empapada
de errores por una escasa interpretación y nula aplicación metodológica de una
correcta idea de “sistema”, provocando envilecedores problemas de comprensión.
El sustento doctrinal que aparta los matices jus privatistas, como
potenciales o ciertos institutos del Derecho Minero radica, al decir de VERGARA,
en que el derecho civil es parte del derecho privado, y el derecho minero es parte
del derecho público14. No debería existir, así, mayor confusión al respecto.
Lo anterior, según IRTI, consiste en “negar el carácter de polisistema o de
cosmos de disciplinas, todas ellas autónomas entre sí, sin perjuicio de que
algunas sean de derecho común de frente a otras, dentro del sistema jurídico. No
es posible postular que todo el resto de las disciplinas giran en rededor del
derecho civil; ello es claramente pleonástico, pues habría que pensar que sólo
existe el derecho civil, el que no sólo sería la espina dorsal del sistema jurídico,
sino que lo sería todo, pues el resto de las disciplinas es derecho civil o singular
o especial, respecto al general/común derecho civil”.15
14
VERGARA BLANCO, Alejandro, El Código Civil como supletorio de las demás leyes.
Crítica a una tesis excesiva, publicado en doctrina, La Semana Jurídica, N°359. 3 al 16 de octubre
de 2007., pp., 1.
15
IRTI, Natalino, L’eta della decodificazione. Bosch. Barcelona. 1992, citado por
VERGARA, Alejandro, ob cit. 13., pp., 2.
14
La integración de normas, principios e instituciones propias del Derecho
Minero, en cuanto a sistema, y aquellas relativas al Derecho Privado, en el
mismo Código de Minería, aumenta la dificultad de incomprensión de la
naturaleza propia del Derecho de Minería, esto porque un solo texto normativo,
al regular la existencia de institutos especialísimos de la disciplina, e incluir
aquellos de origen jus privatista, da como resultado, al decir de VERGARA, en
catalogar la naturaleza del Código de Minería, y específicamente al Derecho
Minero, como un binomio “público-privado”16.
Uno de los problemas que deben ser superados, respecto del carácter
supletorio de las normas de Derecho Privado en el Derecho de Minería, y
especialmente en su Código, es la inexistente necesidad o carencia normativa y
regulatoria en integrar elementos jus privatistas en un texto legal ordenado y
con un claro sistema definido, puesto que al repetir de nuestra parte, y ante el
examen de los institutos del Derecho de Minería señalados supra, no hay cabida
para incluir elementos supletorios que regulen aspectos no contemplados por la
legislación especial. En el fondo, aparece como antojadizo regular, en el Código
de Minería, el sistema contractual y societario vinculado a la actividad minera,
debido que un juicio metodológico, sólo les concibe como efectos de un efecto
mayor: uno de los tantos institutos accesorios a los Derechos del Minero.
La integración respecto de la especialidad normativa, implica destacar que
si la ley guarda silencio absoluto o dos leyes se contradicen y ninguna de ellas
tiene valor prevalente17, se aplicarán las normas de Derecho Común, y a nuestro
concebir, del Derecho Privado. Pero en el sistema de Derecho Minero, no aparece
integrada la idea de un sistema contractual o societario; muy distinto es que, a
16
VERGARA BLANCO, Alejandro. La summa divisio iuris publico/privado de las
disciplinas jurídicas en Revista de Derecho, Universidad Católica del Norte. Sección Estudios.
Año 17-N° 1, 2010. pp., 122.
17
OTÁROLA ESPINOZA, Yasna, La función supletoria de las normas de derecho civil ,
en Revista Chilena de Derecho y Ciencia Política. Agosto-Diciembre de 2012. pp., 101 y ss.
15
propósito del examen de uno de los institutos del Derecho Minero, en cuanto
teoría, aparezca una directa relación asociada al sistema del Derecho Privado.
Por lo tanto, y al decir de OTÁROLA, el uso de las normas jus privatistas en
situaciones que dicen relación con la existencia de antinomias o vacíos
normativos no resulta procedente si se considera que el incesante movimiento de
normas especiales ha traído nuevos criterios de regulación, nuevas lógicas,
nuevas categorías interpretativas que llevan a que el Código Civil ya no sea la
regla que debe aplicarse normalmente en aquellas situaciones que no estén
especialmente regidas por una regla diferente18. Por eso creemos que si el
Sistema de Derecho Minero no contempla la regulación de normas societarias o
contractuales, el Código de Minería debería apartarse de su regulación, por no
existir necesidad alguna de integración.
VERGARA abunda explicando que la supletoriedad opera integrando de
un modo subsidiario el texto de las leyes de carácter general o común respecto de
aquellas de carácter especial, susceptibles de ser suplidas. Así, el fenómeno de la
supletoriedad se da sólo entre una norma general/supletoria y otra
especial/suplible. En la práctica existen dos tipos de normas o leyes especiales:
unas que pueden ser suplidas cuando hay un mandato legal expreso de
supletoriedad, y otras que son autónomas, que conforman un sistema cerrado 19.
Estas últimas corresponden a los institutos del Derecho Minero, tanto en lo
relativo al Dominio Minero, la Concesión Minera y los Derechos del Minero, y
permiten colegir que el Código de Minería, no debe extenderse en regular más
que ello.
Como solución para superar esta problemática de metodología sistémica
y, a su vez, de núcleos de regulación normativa, creo necesario desgajar la actual
18
19
ob., cit., 16.
VERGARA BLANCO, Alejandro, Verdadera y falsa supletoriedad normativa,
publicado en Doctrina, en la Semana Jurídica, N° 337, semana del 23 al 29 de abril de 2007. pp.,
6.
16
legislación del Código de Minería y centrar su objeto de regulación en los tres
institutos que conforman el Sistema de Derecho Minero, de manera exclusiva y,
por tanto, autónoma, entregando a una legislación especial y accesoria de dicho
Código, el ordenamiento relativo a sociedades y contratos mineros, toda vez que
el origen jus privatista de sus principios y disposiciones, es incomprensible e
inintegrable con la delimitada estructura del Sistema de Derecho Minero, más
no incompatible, por los argumentos señalados supra; por esta razón, una ley
accesoria que regule de manera exclusiva el sistema contractual y societario,
dotará de reconocimiento natural a la accesoriedad que dichos institutos de
Derecho Privado mantienen con los del Derecho Minero.
4) Conclusiones.
La historia de la doctrina del Derecho Minero, como fuente de esta
disciplina, ha incurrido en errores e imprecisiones al intentar brindar una
definición acertada de Derecho de Minería. Por lo general, existe una confusión
ante la dualidad “público-privada” de su naturaleza, pero la doctrina moderna
ha superado y corregido dicho problema, tomando sólo en consideración, como
punto de partida para bosquejar un concepto, los institutos que conforman el
sistema disciplinar. A esto nos hemos adherido con una definición personal.
Por su parte, la reiterada revisión de los argumentos metodológicos que
permiten consolidar la exclusividad y autonomía del Derecho Minero, orientan
en lograr delimitar cuál es su campo de aplicación, su origen y naturaleza, pero
también promueven a la marginación de institutos jus privatistas que son ajenos
a nuestra rama del Derecho, pero no incompatibles.
Hemos dicho que la compatibilidad está dada por la naturaleza del
elemento a que se asocia; y en el caso del sistema contractual y societario, sólo
puede vincularse a los Derechos del Minero que nacen ex novo, al verificarse un
17
procedimiento concesional previo. Este vínculo a que aludimos, está determinado
por la libre disponibilidad de las minas concesionadas por parte del titular.
El hecho de que los contratos y sociedades, cuyo origen es propio del
Derecho Civil y Comercial, no coincide en caso alguno con el concepto de sistema
que debe contemplar un correcto Código de Minería, y sin perjuicio de dicha
incompatibilidad, deberían ser tratados de manera especial en una legislación
accesoria, porque la naturaleza de los contratos y sociedades en el Derecho
Minero es, precisamente, accesoria al funcionamiento de los institutos esenciales
que le dan forma. Esto es, a lege ferenda, un argumento que debería inducir a la
supresión de las normas relativas a dichos contratos y sociedades, y ser
entregados así, a una ley especial.
Fundamentalmente, la integración y supletoriedad de las normas de orden
común o Derecho Privado, obedece a la posibilidad de que la ley común regule
aquello que la ley especial no ha regulado, o lo hace de manera escueta, pero
existen determinadas normas que son de sistema cerrado, y hacen
incomprensible e incompatible la idea de que las normas jus privatistas, ingresen
al campo regulatorio del Código de Minería. Por esto, las sociedades y contratos
deben tratarse en una ley especial.
En definitiva, la naturaleza de jus publicum, constatada esencialmente de
la publicatio minera a que hemos aludido, otorga al Código de Minería de una
naturaleza correspondiente al Derecho Público, y la regulación actual a lege lata
de institutos propios del Derecho Privado, deben ser contemplados a lege ferenda
y de manera accesoria, por una legislación especial.
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