Benicarló y su Parador [folleto]

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Benicarló: Insospechados
Maestrazgos Marginados
“...En todas partes se respira un ayre puro y
nuestra especie prolonga la vida con
robustez... Es muy diferente el clima aún en cortas
distancias...
BENICARLÓ
Y su Parador
Cabanilles. Siglo xviii
orque así lo quisieron geografías ancestrales y otros accidentes
histórico-bélicos: hay varios y variopintos “maestrazgos”: el
histórico, el turolense, el castellonense, el antropológico, el gastronómico...
Y hasta el turístico, según la siempre discutible óptica que el historiador, el
político y hasta el propio viajero decidan aplicar: Un Maestrazgo tan bello
como desapacible, hermanado y protegido con los páramos de Teruel o los
puertos de Morella; y otro Bajo Maestrazgo de tierras marineras más
clementes, instalado en paisajes diferenciales sembrados de olivares y de
almendros.
P
Gobierna Sant Mateu, a una escasa treintena de kilómetros del Parador.
La capitalidad y capitales demandas comerciales, políticas, culturales... por
méritos propios como enseguida se comprobará.
Paisajes extremos de vidas inhóspitas y amables estancias: Romances
marinos fragantes de azahares y almendros floridos en sierras y rocas
quebradas. Culturas de barros en cuevas de hombres y fieras pintadas.
Milagros bastardos de iberos, romanos; de cartagineses y moros cristianos;
de cristianos renegados. Opulentos de Templarios. Castillos con cruces
resecas de piedra y ermitas de higueras, olivos y norias.
Refugios de Papas falsarios por soberbia excomulgados; de santos
endiosados con portentos, romerías y milagros. Guerrillas de carlistas por
herencias cabreados y guerras más recientes: de malos virtuosos y buenos
en pecado. Ardientes Maestrazgos de contrastes milenarios. Recios
Maestrazgos de espinas floridas y dulces desencantos: hombres ofendidos,
amables y olvidados...
Para el prófugo lector, la estampa se dibuja casi como él quiera: de las
playas redundantes de empalagos con bikinis invisibles; a las tierras y a las
sierras sembradas de castillos yacentes de historias y góticos floridos o
ermitas hortelanas. De todo encontrará, si a tiro se dispone, en este
territorio que es poco y mucho Castellón y otro poco de Teruel. Desde
siempre fueron estas tierras merecedoras de mirada y estar apetitoso para
viajeros ilustres y lustrosos transeúntes.
Por estos andurriales, que acabaron pronto convertidos en fincas de la
Orden caballera de Montesa, se puso a andar y a contar el notable
Cabanilles a finales del siglo XVIII: “...son montes áridos, por lo común
incapaces de cultivo, y por eso destinados a pastos; el resto son valles y
llanuras bastante fértiles, aunque privadas casi de riego. En todas partes se
respira un ayre puro, y nuestra especie prolonga la vida con robustez. Es
muy diferente el clima aún en cortas distancias, siendo frío en las
inmediaciones de Peñagolosa y montes de Cervera, Culla, Ares y Benafigos;
y al contrario, templado y delicioso en las llanuras de Benicarló, Vinaroz y
Alcalá. En la mayor parte de estos pueblos es rica y estimada la cosecha de
vino; siguense la de aceyte y algarrobas. Enriquecen el suelo los higos, la
miel, seda, frutas delicadas, lanas y ganados...”
BENICARLÓ Y SU PARADOR
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En sus proximidades, hacia los orientes, se conservan restos y vestigios
de los mas primerizos habitantes.
De cualquier modo, desconfíe el lector de retóricas vacías y adéntrese en
lo más hondo de los tiempos hoy presentes en estas geografías bellamente
desiguales, millonarias de culturas, artes y paisajes.
Por las verdes y ariscas hoces de Forcall; en los contornos del pintoresco
Benasal, comercial y veraniego; y a las afueras del encanto de Morella, se
encuentran y se buscan los primeros abuelos iberos de estos pueblos
levantinos, por poco turolenses, que los romanos llamaron Ilercavones,
cuando por aquí anduvieron hace veinticinco siglos por lo menos . Vivían en
casas levantadas con adobes, techadas sólo con ramajes, pintadas con tierras
rojas y ocres. Eran pastores, alfareros y guerreros y enterraban a sus muertos
adornados de amuletos protectores y abalorios de bronce. Comían carnes de
ciervos y corzos que cazaban para curtir sus pieles y sabían guardar en
rebaños cabras y ovejas.
Tortuosos Pasados
con Venturosos Futuros
e acuerdo con los más conspicuos estudiosos todos estos
contornos vinieron a nacer en ancestrales asentamientos
ibéricos: en “La Tossa” y en el “Puig de Nau”, allá por los Siglos V y IV
antes de nuestra Era. Fueron sitios necesariamente amurallados como
todavía, en parte, podrá verificar el transeúnte por los contornos de la
ciudad.
El Puig de la Nau bautiza a una modesta, aunque orgullosa, montaña
que se empina, más que puede, hacia el norte, hermanada con el cauce
del barranco de Aguaoliva, forzoso y natural límite entre Vinaroz y
Benicarló.
D
Aquel primer asentamiento contaba con calles de trazado horizontal;
unas adaptadas al trazado de la montaña y otras trepando hacia la
muralla. Sobreviven todavía impertérritas orgullosas paredes de aquellos
pretéritos urbanismos.
Sucesivas excavaciones que vienen deshuesando aquellos solares desde
hace una treintena de años traslucen una interesante superposición de
habitats alumbrado en los finales de la Edad del Bronce: desde los siglos
VIII al V antes de los nuestros. Sería en los amaneceres del siglo IV cuando
las cultura ibéricas de Puig de la Nau gozarían de sus mejores esplendores;
se conservan milagrosos y abundantes restos para la admiración del
curioso visitante.
Más aún, son materiales arqueológicos que delatan unos fértiles
contactos con pueblos mediterráneos como fenicios, púnicos y griegos que
se sepa. Incluso existen restos aún mas antiguos que obligan a establecer
claras similitudes con los habitats protohistóricos de los “campos de
Urnas” correspondientes a los últimos Bronces levantinos.
Sería a partir del siglo VI antes de Cristo cuando irrumpieron naves
griegas portadoras de mercancías, técnicas, tecnologías; lenguas,
ideologías, creencias y otras fértiles mitologías...
Concretamente, Ampurias pudo presumir de un envidiable comercio
exportador de manufacturas, como la peculiar cerámica de Ática de la que
”Puig de la Nau” muestra importantes ejemplares como el del Pintor de
Pentesilea.
El Puig de Benicarló
stá este Parador instalado en confortables llanuras costeras, con
climas por demás benignos; en las proximidades de Vinarós,
Benicarló y Peñíscola. Tierras y mares amables donde los haya. Estas
proximidades están arropadas por la amable montaña. Isla de Puig de La
Nao sólo empinada a poco más de 160 metros sobre el nivel del mar.
Estos altos cretácicos, estuvieron presididos por la Ermita de los Santos
Mártires, allá por el siglo XIX. Justo bajo estos contornos, se conservan
todavía restos de las piedras y sillares que serían precisos para construir
este puerto de Benicarló, singular poblado ibérico, en excelente estado de
conservación, de excepcional valor para curiosos y ceñudos investigadores
de éstas ibéricas culturas. Calculan los sabios que llegó a acoger alrededor
de tres centenares de viviendas habitadas por unas 1.500 personas.
E
Pese a las persistentes canteras responsables de las desbastadoras
excavaciones, aún se conservan unas veintenas de casas y recintos que
permiten conformar al visitante una aproximada idea de aquella
población. En todo caso, “Puig de Benicarló” gozará siempre del
reconocimiento histórico de ser una de las más importantes poblaciones de
todos estos y más dilatados contornos.
Conjuras, Conjuros y Otras
Componendas
T
odos los Paradores han venido, históricamente, conociendo
historias o historietas curiosas y hasta espeluznantes. Hay
innumerables muestras y testigos; en casi todos, sufriendo y gozando de
muy notables clientes De ello hay innumerables muestras y testigos; y en
casi todos y en casi cada uno.
BENICARLÓ Y SU PARADOR
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Y, éste –ni definitivo, ni definitorio– también sería testigo de algunas y
muy crípticas reuniones, aunque ocasionales, sorprendentes situaciones
con las ópticas actuales...
El Cid:
Estorbo Fulgurante
Pues sepa y disfrute -aunque sufra y lamente- la curiosidad del
forastero, que estas mismas estancias serían excepcionales testigos de
algunas especiales circunstancias, tan cruciales que, tal vez, pudieran
torcer o retorcer la Historia de España:
l Cid fue estorbo fulgurante y redentor, allá cuando cumplió el
primer milenio, rampante y campeador por las tierras de
Burriana y de Morella, según dejó Menéndez Pidal investigado, y cantado
en algún que otro romance: “Tierras de Borriana todas las conquistas la
ha”. Traspasados veniales pero prolongados escarceos, llegó un aragonés
cazurro de cruces y conquistas. Jaime I sería el rey Conquistador de
Burriana y, enseguida de todo lo demás, terciado el siglo XIII. Pero no fue el
milagro suyo sólo, según lenguas. Que contó con la ayuda y el dinero de
Templarios, cruzados y ricos caballeros, y obispos poderosos con bulas y
dineros propios y ajenos.
Como cuando en este establecimiento se convocó una reunión de
urgencia entre una parte de la sublevación franquista, por aquellos
militares, acaudillados por Milan del Bosch, que hasta sacarían los
tanques a las calles con grave terror de los civiles y civilizados
vecindarios. Resultaría, enseguida, una rebelión rápidamente contenida y
anulada por el propio monarca don Juan Carlos I.
También estas estancias fueron excepcionales testigos de graves
decisiones, que a modo de testamento, quiso dejar escrito desde estos
contornos de Benicarló don Manuel Azaña, presidente de la República, a
raíz de la llamada “Velada de Benicarló”: Es, todavía documento
histórico-político esencial para la España Contemporánea...
El Benicarló hoy playero y venturoso -donde el sagaz viajero tal vez se
instale en el confort del Parador- ofrece singulares rastros de un poblado
ibero, a pesar de que la mayoría de sus piedras fueran hábilmente
utilizadas para ensillar no hace tanto tiempo el puerto. Aún quedan medio
en pie veinte viviendas de los tres centenares que llegó a tener el pueblo;
anzuelos, imperdibles, molinos de mano para hacer harina, piezas de
telares... El Museo de Prehistoria e Historia de la Ciudad reúne una de las
más valiosas colecciones de la cultura ibérica de toda la Península.
Cuando llegaron a estas costas las romanas legiones, se encontraron con
indómitos guerreros: doscientos o más años anteriores a esta Era, Indíbil y
Mandonio lucharon a favor y en contra de cartagineses y romanos. Al fin,
rebeldes indomables, acabarían degollados. La Vía Augusta atravesaba el
Maestrazgo, tal vez por la costa. Las tupidas calzadas secundarias se
hicieron carreteras hace sólo dos siglos. Se conserva un miliario de
Trajano en Traiguera, el notable arco de Cabanes en la Plana Alta y otras
numerosas y valiosas “menudencias” que dejaron sembradas por unos y
otros sitios durante los siete siglos que por aquí permanecieron.
Entre unas y otras cosas, el Maestrazgo fue
moro por espacio casi de un milenio y todavía hoy
no renuncia a sus musulmanes saberes. Repartieron
culturas y esplendores; leyendas, genes, alcazabas y
refinamientos para entonces lujuriosos. Pero, sobre
todo inventaron, aquí mismo, la minería del
agua donde sólo había desiertos: la noria fue el
artilugio milagroso de las huertas que tanto
asombro causara al insigne Cabanilles: “...el
suelo ingrato y casi estéril se trasforma en
huertas que producen cuanto apetecen sus
dueños, sin más aguas que las que, a fuerza
de caballerías, sacan de los pozos de bastante
profundidad...”. Y cuentan cronistas del siglo XVI que en Benicarló
había “más de quatrocientas anorias de pozos de agua. Y otras tantas por
lo menos, en Vinaros...”, que han estado funcionando hasta hace
escasamente medio siglo. Y todavía aquellas “sénias” riegan el lenguaje
cotidiano: “Qui té sénia” i dona, no té hora bona”.
E
A no tardar, los iluminados caballeros, y monjes y guerreros,
conseguirían un enorme poderío económico y político, protegido por Papas
y monarcas y fieles con fortunas dadivosas. En el siglo XIII el Temple llegó
a ser una pionera y no tan pía corporación multinacional. Tenía la Orden
mas de veinte mil miembros numerarios y una renta anual de mas de
cincuenta millones de francos. Ejercieron de mecenas y banqueros de
monarcas y pontífices. De resultas, se vieron convertidos en Iglesia y
Estado paralelo dentro de la Iglesia y del Estado. Hasta treinta y seis
castillos llegaron a ser suyos y controlaron por entero el estratégico
mercado de la sal a través de las salinas de Peñíscola y Burriana.
Las envidias y los celos acabaron con tamaño poderío : En el siglo XVI la
Orden fue disuelta de modo fulminante a instancias y plegarias de las
temerosas monarquías ante el Pontífice romano. Aquellas malas lenguas
acusaron a los frailes de herejía y practicar extraños ritos agnósticos y
herméticos, aunque el problema no quedaría del todo atado y bien atado.
El rey Jaime II, de acuerdo con el Papa, propició la nueva Orden de
Montesa, que recibió la dote de muchas de estas y otras muchísimas más
tierras y vidas y haciendas de sus feligreses. El Maestrazgo sería con ella
un esplendoroso señorío, respetado y honrado por reyes y pontífices. Felipe
II llegaría a ostentar la dignidad de Gran Maestre. A partir de entonces, los
reyes delegaron el gobierno de Montesa en Lugartenientes
Generales. Los regios delegados tenían su Corte
en Sant Mateu, y, tal que virreyes, “...eran recibidos bajo palio y con
vuelo de campanas...”.
De aquellos tiempos ,prolongados y felices, conserva y presume Sant
Mateu de muestras muy notables. La iglesia Arciprestal, singular obra del
gótico. El Ayuntamiento de sabores mudéjares; la casa de los Buriel,
también gótica. Y abundancia de bellezas renacentistas: el palacio
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Mesas Exquisitas,
Sencillas y Abundosas
E
l lector, nunca del todo inapetente, lo sabe o lo supone :
encontrará por éstos maestrazgos mesas variadas de precios
refinados o sabrosas de guisos sencillos y abundantes :Excelentes pescados
y mariscos de los mares de Peñíscola, de Benicarló, de Vinarós...;o
suculencias carnales y fruteras y hortelanas tierra adentro.
“L’Olla” es rito de obligado y parsimonioso cumplimiento, resultado
de hábiles meneos de carnes de cordero, de ternero, de tocino...,en
compañía de arroces y legumbres. La “Carn Dolla” y el “Putxero”
son variaciones estupendas.
plateresco de los marqueses de Villores, la ermita de la Virgen de los
Ángeles, la Torre del Palomar... y hasta un valioso cáliz gótico, regalado
por el propio Papa Luna, que encendió de espectáculo y fervor estos
paisajes, sembrados de incienso y de milagros el siglo XIV y buena parte
del siguiente.
Los devaneos propios de creyeres y poderes hicieron Cisma papal en
Occidente, con singular advocación en todas estas tierras y sede santa en
el Castillo de Peñíscola . Fue Pedro de Luna el infalible Benedicto XIII.
Regó estas almas de ilusiones y fervores renovados en compañía
hermanada sólo a lo primero, de Vicente Ferrer ,santo perpetuo y
portentoso por estos y otros muchos más caminos. El viajero escuchará
que fue Morella el verdadero escenario del milagro de la resurrección del
bebé, servido asado al santo por su madre como exquisito plato.
Desenmascaró al Diablo usurpador en más de una ocasión y mandó
manar de agua infinita y santa la fuente de Traiguera que el caminante
bien hará en beber..
La Paella es plural y de facturas peculiares : con costillas de cerdo y
algo de pollo y de conejo; a base de verduras, pescados y mariscos. Y de
unas y otras cosas ,todas juntas en respetuosa compañía. A cualquier hora
y entremedias, Aceitunas. En ensalada o solas. Verdes, moradas y
negras...Aliñadas ,en reverente compañía de otros platos...
Por cualquier localidad costera, Mariscos, Parrilladas, Zarzuelas y
Frituras de Pescados. “All y Pebre” de rape o arroces, caldosos con
frecuencia. De muy diversos modos, salmonetes, lenguados, doradas,
lubinas, sepias; pulpos, calamares, caracoles... y las golosinas propias de
esta, con justicia, titulada “Costa de los Langostinos”. Los “Dátiles de
Mar” son manjar casi exclusivo de estas playas.
Platos de Templaria contundencia por las sierras. El “Tombet” es guiso
portentoso de patatas con carne de cordero, de pollo o de conejo, adornado
con caracoles blancos y almendras. La “Sopa de Pastores humilde
reconstituyente, con pan, aceite y ajo y aromas intensos de tomillo”.
El Papa heterodoxo plantó sede misionera y cortesana en Sant Mateu y
ejerció la dignidad de Gran Maestre de Montesa. Todas las villas, alquerías
y castillos de aquellos maestrazgos pertenecieron al Estado Pontificio.
Encendida, al fin, la luz de la verdad: Pedro de Luna acabó sus días en el
Castillo de Peñíscola, declarado antipapa y desterrado por hereje y
hechicero, aunque nunca desprovisto del fervor de su rebaño. Y aún pasó
a la historia con el consolador beneficio de la duda ,otorgado por algún
ceñudo historiador: ”...no habrá nadie que sea capaz de descubrir un
error en sus argumentos, ni una indignidad en su conciencia...”.
Con el correr del tiempo y de las modernidades democráticas, los
negocios de la Orden de Montesa cayeron en el pozo expoliador de la
Desamortización: el brillante y todopoderoso señorío quedaría mermado a
una corporación “honoris causa”. Todavía Alfonso XIII llegó a ser Gran
Maestre y administrador perpetuo de la Orden, pero la República
suprimió las bellas epopeyas de tan protectores caballeros.
Todavía serían estas sierras moderno teatro de hazañas guerrilleras y
carlistas durante medio siglo del pasado. El General Cabrera fue el temible
“Tigre de todo el Maestrazgo”, teniente general de Aragón, Valencia y
Murcia, acuartelado en la localidad de Cantavieja. Y aún de antes de ayer
los “masoveros” más curtidos recuerdan las frustradas guerrillas de los
“maquis” por estos ávidos y fértiles y hermosos recovecos.
La “Sangre con
Cebolla”, rito para iniciados paladares. Las “Habas a Tumbos” es
sorpresa que precisa maestría con sobresaltos de costillas, longanizas y
morcillas.
Muchos otros guisos descubrirá fácilmente el comensal : Escabeche de
Conejo, Habichuelas Estofadas, Embutidos a la Brasa, Cecinas y
Jamones. Quesos de las Ovejas de Sant Mateu. Y si fuera por otoño,
festín de tordos, cazados con fascinante aunque malvada ingeniería,
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para placer de paladares desprovistos de escrúpulos ecológicos.
Ojos Curiosos
Infinidad de Postres, resultado de mixturas artesanas de uvas, higos,
miel y almendras... Sant Mateu es la patria chica y casi exclusiva de los
vinos, de sabores propios y estupendos aunque no tan abundantes como
cuando por aquí pasó un ilustre caminante inglés hará ahora más de un
siglo: ”... Benicarló tiene fama por sus vinos. Se mezclan con otros de
menor fuerza para hacer el Burdeos y enviarlo a Inglaterra...”
asi todos estos paisajes muestran inesperadas sensaciones de
numerososos contornos milenarios de tiempos y millonarios de
aromas y colores y costumbres... Y de historias y tradiciones que calan tanto
o más que las raíces de sus olivos o sus almendros: Son, tal vez, los eternos e
indestructibles brotes de pasados nunca olvidados.
Cuando la estúpida expulsión de los moriscos se propalaría una obligada
costumbre culinaria y descarado acercamiento a los cristianos acristianados
comportamientos. Comer tocino que en estos y otros muchos contornos
peninsulares se convirtió en una inequívoca alineación del vecindario
acristianado; se instaló el cerdo hasta en las gastronomías más modestas.
Pero hagamos rito y justo homenaje a Sant Mateu, capital: Cómo supo y
cómo pudo alcanzar el no siempre grato honor de ser la capital histórica de
estos maestrazgos. Sería desde los mas otoñales tiempos plaza de envidiosos
y codiciados paisajes para las frecuentes invasiones vecinales; pero también
marineras.
Proliferarían frecuentes componendas a base de Adobos, diversos
platos compuestos por Longanizas, Costillas, Chorizos, Tocinos, a
lo primero sofritos y enseguida conservados en aceites de oliva o, tal vez,
mantecas de cerdo.
Por estos Maestrazgos es todavía hoy frecuente la “Caldereta de
Pastor”. Donde todo vale con la sola condición de que sea cocinada en
cazuela de barro, a fuego bien lento y con la necesaria compañía de
algunos tropiezos de cordero, hierbas –las que se encuentren– y, desde
luego, brasas de leña del monte.
El poblado, luego Villa, fue y está coronada por Nuestra Señora de
Montesa, allá por el siglo XIV; mostró y disfrutó de soberbia policromía,
hoy borrada por la memoria de los desmemoriados pasares. Pero está y
estará instalada para siempre en una también milagrosa o milagrera
encrucijada donde se cruzan, se insertan y se ensartan las ubérrimas
telarañas de las romanas calzadas de Cesaraugusta, Augusta, con
recíprocos beneficios tanto para invadidos como para invasores: Muchos
económicos; y otros tantos culturales... Todos ellos crecidos a la sombra de
mutuas, aunque tensas, tolerancias...
C
Aún sí el comensal quiere escudriñar otras componendas culinarias,
busque más y mas singulares guisos, siempre de sabios y sorprendentes
resultados: como los Caracoles con Almendras, de Benasal; la
Perdiz en Escabeche o cualquier Olla de Forcall.
Y así en Morella el Ternasco Morellano, asado de cordero
bautizado y trufado con coñac; los “Patissets” de Requesón...
De cualquier modo, lo más seguro es que se deje guiar por los consejos
de este Parador: No será defraudado.
LAS RECETAS SECRETAS
Por casi todos estos contornos se cazan y capturan, con el
consentimiento o la tolerancia de la autoridad competente, pequeños
voladores, pájaros tan abundantes (la fruta y los frutos serán los únicos
señuelos) que escaso o ningún daño hacen por éstas naturalezas. Como
son los zorzales, bien abundantes por estos contornos.
ZORZALES CON TRUFAS
La elaboración es simple y de resultados sorprendentes: Desplumados
los zorzales se rehogan en aceite de oliva. Añadir, al tiempo, tomillo,
romero y jugo del ave y de la cola. Introducir al horno durante unos cinco
minutos... Recuperar el jugo sobrante. Untar el plato ya en salsa y añadir
las trufas.
FLAN DE ALCACHOFAS
Cocer a fondo las alcachofas. Triturarlas; Caramelizar los moldes de
flan. Batir y mezclar los huevos con cien gramos de azúcar y leche
previamente hervida... Cocer al baño maría en torno a media hora. Fundir
la mantequilla con algo de harina, Y así, se presenta el flan con
inseparable Salsa de mandarinas y cualquier fruta caramelizada.
Ya en la Alta Edad Media merodearían por estas tierras algunos pueblos
mozárabes, feligreses de un templo ya dedicado a Sant Mateu... De por
entonces, Sant Mateu, conocida como Benifarquet conserva y respeta todavía
pocas pero notables muestras de que fuera la Alcazaba, muy próxima a la
actual iglesia de San Pedro.
Casi justo cuando la conquista Jaime I. (a principios del siglo XIII), fué
entregada a la Orden de los Hospitalarios: recupera la villa su original
bautismo mozárabe. Por aquellos entonces, Sant Mateu pasaría a la Orden
de Montesa... Sus dominios alcanzaban amplias y estratégicas geografías:
desde la Amposta mas bien norteña, hasta los sures castellanos... Y,
también, hacia los estes, en los interiores de Morella: Poco más o menos de
estos modos y estas complejas estrategias y estratagemas lograría
aglutinarse y conformar un próspero centro comercial, artesanal y
ganadero...
Llegó a alcanzar un notable prestigio en todos aquellos mercados
europeos y algunos más alejados: Las lanas de aquellos Maestrazgos sería,
hiladas, afinadas y afamadas en telares florentinos. Tanto que hubo un
dicho: “...Sin la lana de Sant Mateu, los telares de los Médicis habrían
enmudecido...” Se dice, se supone y se da por cierto que estas
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trastiendas especulativas estaban gobernadas por judíos, por más que
resultara un pueblo y unos vecindarios generadores de prosperidad por la
gran parte de estas Iberias: también se sabe, que, por amplios tiempos
reyes, príncipes y obispos y una retahíla de aristócratas y otros
advenedizos imploraban previos impuestos, usureros a las arcas judías por
la necesidad de satisfacer pequeñas pero numerosas deudas para mantener
sus modos, modas y costumbres supuestamente cortesanas; o, al menos,
hidalgas...
Así lo quiere recordar una lápida instalada en la calle judía al borde del
Palacio de Borrull. Durante la Baja Edad Media, en cuatro ocasiones
fueron convocadas las Cortes Generales del Reino. Y recibió la ilustre visita
de San Francisco Ferrer para predicar sus verdades contra las perversas
ignorancias locales. Algunos de los más recalcitrantes arderían para
siempre en la hoguera purificadora.
La iglesia Arciprestal vale mucho más que una ojeada. Es templo con
esencias y sustancias catedralicias; de nacimientos y concepción románicas.
Enseña una notable portada con arcos progresivos, degradados. Uno de los
capiteles está bíblicamente ejemplificado con la cabeza cercenada de san
Juan Bautista sobre una bandeja. Su interior hubo de ser testigo, justo
mediado el siglo XV: Clemente VIII, sucesor del llamado Papa Luna,
dimitió de los poderes y abalorios papales.
Así con ello se abortaría definitivamente el Cisma de la Iglesia
Occidental. Justo en estos contornos se eleva un soberbio torreón, de
vocaciones y acciones guerreras con insólitas dimensiones: una altura
superior a 30 metros y de similares medidas en su perímetro; la traza
octogonal simbolizó la regeneración espiritual: La longitud del ocho quiso
ser un paso intermedio entre el cuadrado y el círculo. La sorprendente
villa y vecindario hubo de conocer y, tal vez compartir ideas y ritos
heterodoxos “cátaros”; procedentes y huidos de la cruzada albigense que
en el siglo XIII atravesaría los Pirineos en busca de cariños y refugios.
aguas milagrosas y sorprendentemente curativas... Con todo, la curiosidad
del visitante quedará, sin duda gratificada: poco que se asome a las
ventanas de este prodigioso santuario podrá divisar hasta una quincena de
pueblos de tres provincias, Teruel, Castellón y Tarragona.
No es poco, pero aún hay mas: Aquí al lado asoma la ermita de San
Cristóbal, levantada en pleno siglo XIV. Está galardonada de olivos tan
centenarios de los que alguno cuenta con dos mil años largos. Y aún
cuenta Sant Mateu de otras bendiciones; como la del agua, que brota a
través de muchas y muy generosas fuentes, algunas construidas por
ingeniosos e ingenieros romanos, además de numerosos y sagrados
eremitorios imprescindibles para reflexiones y místicas oraciones.
En su pasear, mejor desordenado, encontrará el viajero gratas sorpresas
variopintas de artesanías y artes; de tradiciones paganas y piadosas
leyendas. De gastronomías y numerosos alivios placenteros.
De arte encontrará poco aunque alguna muestra de mozárabe y
románico. Mucho más y excelente gótico civil y religioso : Templarios por
los contornos de Morella; aragonés en la iglesia de Tronchón, mudéjar
en Ares del Maestre. Renacentista en Iglesuela, Mirambel y Benasal.
Del barroco hay numerosos y muy buenos ejemplares : En Catí, en
Lucena y en Morella en especial, que es conjunto de interés
incuestionable y cita sin perdón posible.
De castillos es el Maestrazgo paraíso de fortalezas que dejó plantadas,
sobre todo, la Orden de Montesa: En Benasal, en Ares del Maestre, en
Cervera, en Cantavieja... En cualquier caso no dude en consultar en el
propio Parador, donde podrá obtener la mas precisa y mejor información
sobre los sitios y las rutas que a cada uno de sus clientes le interese visitar.
Aún hay bastante más que ver y considerar: el trazado de la ciudad gira
en torno a una interesante plaza central curiosamente porticada del siglo
XVI, con dos únicos accesos en los ángulos, imprescindibles para acceder
directamente al torreón y así permitir el atrincheramiento y refugio de los
vecindarios. En medio de la plaza estuvo el Mercado y un hospital para
viajeros que hasta aquí llegaban desde los nortes catalanes...
En la calle Cort estuvieron “Les Presosns”, reproducción de un
conjunto de mazmorras con inquilinos permanentes entre los siglos XIV y
XV; y el llamado Calabozo del Demonio: Dice la leyenda que eran tales
los tormentos aplicados que el reo llegaba a ver a Satanás personificado al
punto de exigir antes la muerte que soportar el tormento. La Santa
Inquisición aplicó perseverantes torturas como la “silla de púas”, “el
potro”, la “gota de agua”, la rotura de miembros a base de los precisos
mazazos... El tétrico recinto, debidamente restaurado y reproducido en lo
posible es hoy Museo de las Cárceles Medievales...
A poder ser conviene al peregrino asomarse a algunas de estas próximas
cercanías: Como el Santuario de la “Mare de Deu dels Angels”,
Patrona de la villa. El conjunto es parto del siglo XVI, alimentado por
precedentes esotéricos. El lugar fue antes frecuente convocatoria de ritos
paganos. Y otra vez jura la leyenda que la primera imagen de la Virgen, de
color negro, desapareció misteriosamente a los principios del pasado siglo
XX. Sería sustituida por otra estatua esculpida en piedra blanquecina. Y
otra vez , se produjo el portento: tras un terrible incendio cuando la última
guerra civil, las llamas arrasaron con la totalidad del templo, a excepción
de la nueva imagen de “La Mare de Deu” que permaneció y permanecerá
impertérrita.
Se complementa el milagroso suceso con otro insólito hallazgo: aseguran
conspicuos geólogos que bajo los cimientos del sagrado recinto corren
Parador de Benicarló
Avda. Papa Luna, 5. 12580 Benicarló (Castellón/Castelló)
Tel.: 964 47 01 00 - Fax: 964 47 09 34
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Textos: Miguel García Sánchez Dibujos: Fernando Aznar
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