1 La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. Primer Encuentro de Historia de El Salvador, 25 de julio, 2003. Marta Elena Casaús Arzú, Profesora de Historia de América, Universidad Autónoma de Madrid.1* Introducción: Nos interesa resaltar algunos de los intelectuales de la generación de 1910, que influyeron notablemente en la década de 1920, no por su obra literaria, ensayista y artística de todos conocida, sino por encontrarse entre los fundadores de las primeras redes teosóficas centroamericanas, habiendo poca constancia de su existencia y del cambio en las ideas y en el pensamiento que se produjo en esa época. Su pertenencia a sociedades teosóficas, a tertulias y círculos de lectura espiritualistas o espiritistas no es muy conocida. Por escritos y conversaciones con los autores o sus familiares hemos podido ir armando esta red social, cuya estructura era muy extensa y se estructuraba con vínculos más o menos laxos, pero con un núcleo de pensadores central y con un pensamiento muy sólido. Los mediadores de la red fueron sin duda Flavio Guillén y Carlos Wyld Ospina en Guatemala y Alberto Masferrer en El Salvador, quienes introdujeron la teosofía procedente de México y Guatemala y fundaron los primeros círculos teosóficos centroamericanos en 1922. (Véase el cuadro del fragmento de red) A pesar de que los nombres de Aceña Durán, Juárez Muñoz y Margarita Leal Rubio2 no aparecen en las revistas teosóficas rastreadas, por datos recopilados de sus familiares, hemos deducido que casi todos ellos eran discípulos de Porfirio Barba Jacob, joven teósofo que Vasconcelos envió a Guatemala para fundar la Universidad Popular. En más de las veinte revistas estudiadas hasta el momento en Guatemala y El Salvador, aparecen constantes menciones de teósofos de renombre como Roso de Luna, Besant Blavatsky y a pensadores hinduístas como Vivekanda, Ramacharaka o Krishnamurti, cuyos libros se recomiendan en estas revistas; los prólogos de sus obras los escriben teósofos o espiritistas reconocidos como Flavio Guillén, Alberto Masferrer, Alberto Guerra Trigueros, Gabriela Mistral, etc. Los autores que manejan o que figuran en sus bibliotecas familiares son comunes: Roso de Luna, Kardec, Besant, Blavatsky, Krishnamurti, Vivekananda, y el Yogi Ramacharaka etc. Además del análisis del discurso, que permite resaltar su pertenencia a los círculos teosóficos del momento, escribían en los mismos diarios y participaban en las mismas revistas, Estudio, Studium, Vida, La Patria, Vértice, Orientación, Cypactly, de clara orientación teosófica y vitalista.3 1 Quiero agradecer de forma especial la colaboración de la licenciada Regina Fuentes por su tenacidad y aguda visión en la búsqueda de materiales para esta investigación. Así como a Ernesto Nuñez y a Carlos Cañas Dinarte, sin cuyo valioso apoyo durante mi estancia en San Salvador hubiera sido imposible esta publicación. Agradezco la amabilidad de Carlos Cañas Dinarte de leer mi ponencia en este congreso. 2 Margarita Leal Rubio, autora de una extensa obra, coetánea y amiga de Miguel Angel Asturias, y compañera sentimental de David Vela, Ramón Aceña Durán, etc. eran todos miembros de la Generación de 1920; fundó en Guatemala en 1944 la Sociedad Biósofa y Teósofa, a la que concurrían innumerables personajes del mundo de las artes y las letras. El maestro de dicha Sociedad era Aldo Lavagnino. Por testimonio oral de dicha autora a esa misma Sociedad, acudía en México, Gabriela Mistral.(Entrevista oral a Margarita Leal Rubio, Marzo, 2000). 3 Nos referimos a los diarios espiritualistas, vitalistas y espiritistas como, Vértice, Orientación, El Tiempo, El Día, El Liberal Progresista, La Patria en Guatemala o a Patria, Repertorio Salvadoreño, y Cypactly, en El Salvador; esta última, de claro contenido teosófico, reproducía constantemente artículos de Krishnamurti, Besant, Blavatsky, Montalvo y especialmente reeditaba gran parte del pensamiento de 1 2 Nos interesa centrarnos en tres aspectos básicos, que van a ser los nuevo fundamentos de la legitimidad de “La Patria”,” La nación cultural” o ” El alma de la nación”: su crítica al proyecto liberal, al positivismo y materialismo, su idea de nación y de regeneración social, su posición antiimperialista y la búsqueda de nuevos valores propios para la formación de la nación. Partimos de la hipótesis de que, para el caso de América Central, fueron estos intelectuales orgánicos, estas redes sociales, formadas en las corrientes teosóficas, espiritualistas y vitalistas y con una clara ideología socialista fabiana o anarquista, quienes intentaron imaginar un proyecto de nación en términos étnico- culturales, buscando nuevos referentes étnico sociales y encontrando nuevas bases de legitimidad sobre las que debería de basarse un proyecto de identidad nacional más incluyente y participativo. Abordaremos, en un primer momento, a dos autores Centroamericanos, en torno a los cuales giraron varias redes de intelectuales vinculadas a través de espacios de sociabilidad como las sociedades teosóficas, los clubes unionistas y los círculos vitalistas: Carlos Wyld Ospina, el fundador del primer círculo teosófico y de la primera revista espiritista; y Alberto Masferrer, artífice del vitalismo centroamericano y uno de los pocos autores con influencia anarquista y socialista de la región. Ambos compartían su pertenencia a sociedades teosóficas, su interés por las doctrinas orientales y su deseo de apoyar a las clases más desfavorecidas y de refundar la nación. En este congreso de El Salvador, el aspecto que queremos centrar es la reflexión que realizó la generación de 1910 y posteriormente la Generación del 20 sobre el imaginario de nación. En el caso de Guatemala, el primer problema que emerge es el del indio: ¿Qué hacer con el indio?, ¿dónde colocarlo en la configuración de la nación?, ¿Qué papel ha de jugar? Emerge, no como sujeto histórico, ni como actor principal de la nación, sino COMO PROBLEMA, que no ha sido abordado en el pasado, que ha sido disimulado o cosificado como objeto de trabajo, e invisibilizado como ciudadano de pleno derecho. Para muchos aparece como un grave problema de difícil o imposible solución y, sin embargo, los intelectuales teósofos tiene una posición claramente diferenciada e incluso contemplan una serie de medidas para incorporarlo plenamente a la ciudadanía.. Estas redes de intelectuales son fuertes y con un pensamiento propio que va a empezar a buscar soluciones, a dar recomendaciones, sugerir ideas de cuál debe ser su grado de integración, asimilación o incorporación a la nación. Por ello rechazarán la influencia de las teorías racialistas y el proyecto liberal y se apoyarán en el regeneracionismo hispano, el espiritualismo nacionalista y la teosofía para buscar soluciones para el problema del indio; en el fondo, sin embargo, son reflexiones o reformulaciones de lo que podía ser la construcción de LA NACIÓN y de la IDENTIDAD NACIONAL. Esta va a ser una de las grandes preocupaciones de la generación del 10 y en parte del 20. Muchos de sus miembros se lamentaban de la ausencia de la nación, consideraban que el indígena era el responsable de esta falta de cohesión política social y de la escasa conciencia de identidad nacional. El clamor por la nación y su incapacidad de imaginarla y forjarla con referentes étnicos y culturales es un elemento común a todos estos autores, que algunos teóricos han denominado como “espiritualismo nacionalista”. Sin embargo, las soluciones para resolver este dilema fueron múltiples y variadas y diferían de las Masferrer, en cada aniversario de su muerte.( Véase cuadro de los diarios). 2 3 imaginadas por los positivistas. En el caso de los espiritualistas y vitalistas, su posición fue mucho más pluralista, democrática, y participativa, al tratar de incorporar a la ciudadanía al conjunto de la sociedad, especialemente a las clases subalternas; pero eran conscientes de que para lograrlo era necesario refundar no solo la nación, sino crear un NUEVO MODELO DE ESTADO SOCIAL, cuyo gran reformulador para Centroamérica fue Alberto Masferrer. Por ello es por lo que nos parece de vital importancia analizar el imaginario de nación de esta generación y trazar el modelo hegemónico que se impuso a lo largo de las décadas de 1920 y 1930; cuáles fueron los espacios públicos y los temas de debate que se introdujeron: sólo así podremos comprender el posterior desarrollo histórico y político de la sociedad y del Estado; sólo así podremos explicarnos cómo se construyeron y renegociaron las identidades colectivas; por qué no cuajó un proyecto de identidad nacional, y por el contrario se impuso un Estado autoritario, excluyente y escasamente representativo del conjunto de la población en toda Centroamerica, desprovisto de referentes culturales propios para la formacion de la nación.4 Creemos indispensable estudiar en profundidad este período y el pensamiento social de la época y de sus intelectuales orgánicos, porque consideramos que por esta vía podremos proporcionar una interpretación diferente del modelo de nación que se forjó a partir de 1920, el tipo de Estado que se configuró desde entonces y la forma como se construyeron de las identidades colectivas que han influido tanto en la posterior historia contemporánea de Centroamérica. Entre otras razones porque la eterna pregunta sigue rondando por nuestra cabeza y en la de muchos intelectuales que escriben en la prensa de hoy en Guatemala y El Salvador: los indígenas y campesinos ¿forman parte de la nación?, ¿de qué nación hablamos? ¿qué nación queremos construir? Por lo tanto, resulta indispensable conocer los modelos que imaginaron nuestras elites intelectuales en las décadas de 1920 y 1930, para preguntarnos por qué resulta inviable, a estas alturas, tratar de formular un proyecto de nación mestiza. En los siguientes apartados trataremos de responder desde el pensamiento de los autores abordados: ¿en qué nación piensan cuando hablan de Nación? ¿cómo se la imaginan? ¿ cómo la proyectan? ¿ cuáles son las medidas que se deberían tomar para forjar un proyecto de nación más propio e incluyente de otros grupos sociales? 4 Como dice E. Florescano, “Nuestro país al igual que México fue una sociedad tejida con hilos de diferentes culturas, una experiencia colonial que marcó decisivamente el ser nacional, una experiencia independiente que alejó a los diversos actores sociales y una historia contemporánea que rechazó los componentes de la nación tratando de imponer su propio modelo”. Etnia, Estado y nación, México, Aguilar, 1997. Sobre este tema véase M. E. Casaús Arzú y O. Peláez Almengor (comp.), Historia Intelectual de Guatemala, CEUR, AECI, 2001. A. Taracena, Etnicidad , Estado y Nación en Guatemala, 1808-1944, Antigua Guatemala, 2002; así como, G. Grandin, The Blood of Guatemala, a History of race and Nation,Duke University Press, 2000. 3 4 I. La red social de pensadores teosóficos y vitalistas centroamericanos. Las redes intelectuales de Masferrer y de Carlos Wyld Ospina se vincularon a tres círculos de sociabilidad muy concretos, que constituyeron los pilares fundamentales de creación de opinión pública y la plataforma intelectual y política a través de la que se generó una gran disputa por la hegemonía cultural e ideológica de la época frente al positivismo y al marxismo. El círculo de sociedades teosóficas de Centroamérica, constituido por las sociedades centroamericanas y unionistas, fue una de las principales redes de sociabilidad de la época, generó sólidos vínculos entre los intelectuales de la región y nuevos espacios públicos de debate y difusión de la filosofía espiritista y espiritualista.5 Estas redes, estrechamente vinculadas en toda la región, las formaban: el coronel Patrik Brannon Vega -introductor de la teosofía en El Salvador y padre de la poetisa Margarita Brannon Vega, más conocida como Claudia Lars- Alberto Guerra Trigueros, uno de los principales amigos y discípulos de Masferrer, y otros intelectuales espiritualistas, como Geoffroy Rivas, Lars, Gavidia, Rivera y el poeta Salarrue, vinculados entre sí y con los teósofos guatemaltecos aglutinados en torno a uno de los intelectuales orgánicos más sólidos e influyentes de la época: el poeta, colombiano Porfirio Barba Jacob, que representaba el núcleo alrededor del que giraron muchos de los intelectuales centroamericanos. Barba Jacob había llegado a la región en 1914 con Carlos Wyl Ospina y Flavio Guillén a quienes conocía de México; viajó por toda la región entre 1914 y 1924, y formó innumerables sociedades teosóficas durante su estancia en El Salvador, Guatemala y Honduras. Entre 1922-24, a instancias de Vasconcelos, retornó a Guatemala para colaborar con el diario El Imparcial y fundar la Universidad Popular, cuyo impacto en la formación de la educación para adultos fue enorme, y de la que formaron parte las redes teosóficas creadas por el poeta colombiano. Se rodeó de los intelectuales centroamericanos de mayor renombre: Flavio Guillén, Raúl Leiva, Miguel Morazán y, sobre todo, de escritores, artistas y poetas como: Rafael Arévalo Martínez, Carlos Wyld Ospina, Joaquín Rodas, José Rodríguez de la Serna, Flavio Herrera, Alberto Velázquez, los músicos, Jesús y Ricardo Castillo, el escultor Rafael Yela Gunther y el pintor Humberto Garavito. 6 ( Ver fragmento de Red) 5 Entendemos el concepto de redes sociales en los términos del profesor M. Bertrand como, “un complejo sistema de vínculos que permiten la circulación de bienes y servicios, materiales e inmateriales en el marco de las relaciones sociales establecidas entre sus miembros”. Estos fragmentos de red generan espacios o círculos de sociabilidad que influyen en el comportamiento de sus miembros y hacen que éstos se reconozcan entre sí y actúen como grupo de poder o de presión. M. Bertrand,” De la familia a la red de sociabilidad”, en Revista mexicana de sociología, nº 2, vol. 61, abril-junio, 1999, pp. 107-133 6 Miguel Angel Osorio (1883-1942) escribió bajo el seudónimo de Ricardo Arenal y posteriormente de Porfirio Barba Jacob. Poeta, teósofo muy influyente en la región, especialmente entre los intelectuales guatemaltecos. Su obra poética fue escasa pero relevante y con enorme eco en la opinión pública latinoamericana. Tras su explusión de Guatemala pasó a El Salvador, en 1917, donde fue acogido por sus redes teosóficas. Escribía en la revista, La Quincena, en donde figuraban Gavidia, Acosta o Mayorga Rivas; y en otros periodicos como El Diario de El Salvador, Diario Latino y La Prensa. Durante su estancia en este país, ocurrió el terremoto del 7 de junio de 1917, de cuya experiencia surgió uno de los libros más impactantes, El terremoto de San Salvador: narración de un superviviente.1917 [San Salvador, Villegas- El Diario de Hoy, 2001]. H. Cerezo Dardón, Porfirio Barba-Jacob, en Guatemala y en el recuerdo, Guatemala Ministerio de Cultura, 1995. 4 5 Las redes de intelectuales y pedagogos espiritualistas7controlaban un buen número de periódicos, revistas y editoriales y Masferrer mantenía entrechos vínculos personales e intelectuales a través de relaciones epistolares con directores y redactores de los mismos: García Monge y Brenes Mesén - Repertorio Americano de Costa Ricacon Froylán Turcios y Graciela Bográn -Ariel de Honduras- con Máximo Soto Hall, José Arzú, Falvio Guillén, Joaquín Rodas y Alberto Velázquez en Quetzaltenango - La Cuerda, Vértice, Vida, Cultura, Cisterna. Con sus hermanas María y Teresa Masferrer, Alberto Velázquez, Rodríguez de la Cerna en la capital acabó fundando el semanario Orientación, la Sociedad Vitalista, el Partido Vitalista de Guatemala y posterioremente la Unión Vitalista Hispanoamericana . Su estrecha relación con la poetisa y pedagoga, Gabriela Mistral de Chile y con Vasconcelos de México y García Monge en Costa Rica, favoreció la reproducción de sus escritos en las revistas y los periódicos que dirigían. También se vinculó directa o indirectamente con otros intelectuales: los norteamericanos Waldo Frank, Henry George; y europeos Anatole France, Henry Barbusse, Annie Besant y con el mismo Krishnamurti y Jinarajadasa a quienes conocía personalmente8. Todo ello le permitió una amplia difusión de su obra, la implantación de un nuevo modelo de educación y de ética regeneradora, así como una propuesta agraria para toda la región.9 Por último la red de mujeres, ésta más propia de Masferrer, con la que formó la primera Liga Feminista salvadoreña, le acompañó en todo momento. Entre estas mujeres había numerosas maestras, poetisas, actrices - Ana Rosa Ochoa y María Solano de Guillén, pioneras del feminismo en El Salvador; Clara Luz Montalvo y Tránsita Córdova de Ramírez; sus hermanas por ambas vías: por la paterna, María y Teresa Masferrer de Miranda; y por la materna, Nela Mónico, a quien le unió una continua relación epistolar. En Guatemala, Isaura Menéndez, Josefina Saravia, Luz Valle, Rebeca Valdez Corzo, Lina Leiva, Carmen Samayoa y el núcleo de mujeres que constituían la Sociedad Gabriela Mistral, una de las sociedades feministas de orientación teosófica que prestó más apoyo a la constitución de la Sociedad Vitalista y contribuyó fuertemente a la difusión de su pensamiento en el ámbito de la educación.10 7 Entendemos por espiritualismo el que los autores tratados definían como una filosofía racional, constructiva y libertadora, que recibe su savia del tronco del ocultismo, del platonismo y del esoterismo y que pretende probar científicamente la existencia de Dios y el conocimiento verdadero. Estudio, 1 de marzo,1922. En este sentido el espiritualismo centroamericano está más cerca del planteamiento francés, que opone las interpretaciones espiritualistas, animistas o vitalistas a las positivistas y materialistas. Es la corriente que triunfó en el I Congreso Espírita de México de 1906, uno de cuyos principales exponentes fue Flavio Guillén. C. Bernard, “División de los fenómenos de la Vida: hipótesis vitalistas y materialistas”, en El mundo científico y literario, 19 mayo de 1878. 8 Sin duda uno de sus inspiradores fue C. Jinarajadasa, de quien escribe un artículo,” La mejor lección de Jinarajadasa”, en el periódico Patria. Parte de la importancia de las diversas manifestaciones del espíritu y de la unidad, de la VIDA, así como los diversos. grados de conciencia que mutan a través de la reencarnación. La principal fuente de energía de la vida se encuentra en el logos cósmico, en el sistema solar que actúa en todas las religiones según una trilogía -creador, conservador y destructor; padre hijo y espíritu. De ahí la vinculación de la teosofía con el pensamiento heliosófico, principal fuente de energía y magnetismo. C. Jinarajadasa, Fundamentos de Teosofía , Argentina, Kier, 1994, p. 139 y sigs. 9 Sobre la influencia de las redes y el movimiento georgista en Latinoamérica hay pocos trabajos. El I Congreso Georgista hispanoamericano, celebrado en Ronda en 1913, muestra la importancia de este pensamiento en América Latina, pues participan personalidades como Félix Vitale, Medina y Herrera que introdujeron con Albedín a Henry George en España. Véase revista El Impuesto Unico, órgano mensual de la Liga Española, número extraordinario, 1913. 10 Véase en el periodico Orientación, del 30 de junio y del 28 de julio de 1924, el enorme elenco de mujeres que apoyan la Sociedad Vitalista guatemalteca. Sobre la Sociedad Gabriela Mistral véase M. E. Casaús, “Las redes teosóficas en Guatemala: La sociedad Gabriela Mistral, 1920-1940”, en Revista 5 6 El papel de mediadores de la red lo jugaron sin duda, Flavio Guillén, Carlos Wyld Ospina y Joaquín Rodas en Guatemala; Alberto Masferrer, Alberto Guerra Trigueros y Salarrue en El Salvador, quienes mantenían estrechos vínculos entre ellos. Probablemente fuera Porfirio Barba Jacob el mediador de la red centroamericana y mexicana y el que servía de enlace con otras muchas redes regionales. Estos intelectuales, escritores, poetas y artistas, introdujeron la teosofía procedente de México y Cuba.11 (Véase cuadro del fragmento de red ) Fragmento de la red regional e internacional de Alberto Masferrer y Wyld Ospina El Salvador Guatemala G. Trigueros, Salarrue G.Rivas A. Rochac J.Rivera J.Bernal J.Rodas A. Velazquez J. Miranda C. Wyld O M. Soto Hall E. Mayora Honduras, Nicaragua y Costa Rica G. Bográn F. Turcios García Monge S. Mendieta C. Sandino R.Brenes Mesén Europa, India y Estados Unidos H. Barbusse P. Kropotkin R.Rolland Krishnamurti Jinarajadasa H.George América Latina G. Mistral J. Vasconcelos J. Montalvo J. Ingenieros J. Marti M.Ugarte Fuente: Elaboración propia Complutense de Historia de América,nº 27, 2001, pp. 219-255. Para el caso europeo y norteamericano, consúltense los Congresos teosóficos de 1893 y su posición sobre la emancipación de la mujer, “Theosophy and modern social problems”, California, 1893, así como la creación de las primeras ligas feministas teosoficas formadas por Katherine Tingley en 1906, en “ The woman´s International Theosophical Leage”, en Point Loma, California, 22 de junio, 1913. Otros estudios más recientes sobre la influencia de la teosofía en el movimiento feminista son el de P. Holden (ed.), Women´s religious experience, Londres, New Jersey, 1983; N. F. Anderson, “ Brinding Cross-cultural feminism: Annie Besant and women´s rights in England and India,1874-1933, en Women´s History Review, nº 4, vol. 3, 1994, pp. 565-579. 11 En casi todas las obras de estos autores, aparecen constantes citas de teósofos de renombre como Roso de Luna, Besant, Blavatsky y pensadores hinduístas como Vivekanada, Ramacharaka, Jinarajadasa o Krishnamurti , cuyos libros se recomendaban en sus revistas; los prólogos están escritos por teósofos o espiritistas reconocidos : Flavio Guillén, Alberto Masferrer, Alberto Guerra Trigueros, Gabriela Mistral, etc. Los autores que manejan en sus bibliotecas y citan en sus bibliografías son: Roso de Luna, Kardec, Besant, Blavatsky, Krishnamurti, Vivekananda, el Yogi Ramacharaka etc. Casi todos escribían en los mismos diarios y participaban en las mismas revistas, Estudio, Vida o La Patria, Vivir, Vértice,Orientación, de claro corte teosófico, vitalista y muchas veces unionista. 6 7 II. Carlos Wyld Ospina: Los males de la nación: el caudillismo, el imperialismo y el racismo como obstáculos para la formación de la “verdadera nacionalidad”. Carlos Wyld Ospina (1891-1947), era miembro de una de las familias de la oligarquía guatemalteca, descendiente por parte de su madre, Soledad Ospina, de los promotores del café en Colombia, que pronto emigraron a Guatemala y adquirieron las primeras plantaciones de café; y por línea paterna, la familia Wyld de origen inglés emigró a mediados del siglo XIX y emparentó con las familias alemanas cafetaleras de Alta Verapaz. Nació en la Antigua Guatemala y se educó en la Escuela Normal de la Antigua Guatemala y más tarde en el Colegio de Infantes. Casó con Amalia Chévez, escritora y poetisa que cambió su nombre por el de Malin d´Echevers y con quien tuvo tres hijos.12 Fundador de la Sociedad de Geografía e Historia. Dedicó su vida a actividades comerciales y financieras, fue director del Banco de Occidente (1928-31) del propiedad familiar, y al periodismo, que fue su pasión13 y, sin embargo, se le conoce más como poeta y ensayista. Vivió en Cobán y en Quetzaltenango; era catedrático de Literatura Castellana en la Facultad de Derecho de Occidente y durante la época de Ubico diputado nacional de la Asamblea Legislativa de 1932-35 y 1937- 1942. Al igual que Juárez Muñoz fue socio fundador de la Sociedad de Geografía e Historia y miembro de la Real Academia Española. Sus principales obras fueron Las dádivas simples,( poemas), El solar de los Gonzaga y la Gringa, (una novela criollista que reflexiona sobre la nación), La tierra de las Nahuyacas, una serie de cuentos en donde a través de un personaje central, un indígena Kekchí, va narrando la vida y las costumbres de este grupo étnico, así como las injusticias y la explotación a la que estaban sometidos los indígenas en Alta Verapaz. Coincidimos con Seymur Menton en la importancia de Wyld Ospina en la novela criollista, el equivalente a Rómulo Gallegos de Guatemala y por considerarle como uno de los precursores del indígenismo en la lieteratura.14 Nos interesa centrarnos en su famoso ensayo sobre la personalidad y vida de Estrada Cabrera, El Autócrata, ensayo político-social (1929). Este ensayo lo publicó nueve años después del derrocamiento de Estrada Cabrera e iba dirigido a uno de los espiritualistas más reconocidos del momento, Henri Barbusse. Confesaba que su 12 Su mujer es una poetisa y escritora de gran relevancia , escribe, Mah- Rap, novela criollista de protesta social con tintes costumbristas que describe la vida y el ambiente de los Kekchiés. Estuvo vinculada al movimiento feminista, se relacionó con la Sociedad Gabriela Mistral y colaboró en la formación de la Universidad Popular. 13 Wyld Ospina se trasladó a México en 1913 y allí conoció y escribió en el diario El Independiente con el maestro de teosofía Porfirio Barba Jacob (1883-1942), seudónimo del poeta de origen colombiano Miguel Angel Osorio, a quien aconsejó Vasconcelos trasladarse a Guatemala para fundar la Universidad Popular y colaborar en la difusión de las sociedades teosóficas centroamericanas, al ser explsado de Guatemala se traslada a Honduras y El Salvador, y murió en México. Wyld Ospina colaboró en múltiples periódicos: El Heraldo, La República, Electra , El Nacional, Diario de Centroamérica; fundó el Diario de los Altos en Quetzaltenango y fue redactor de El Imparcial 1922-1925. F. Albisurez Palma y C. Barrios y Barrios, Historia de la literatura guatemalteca, Guatemala Editorial Universitaria, 1999. 14 S. Menton, Historia Crítica de la novela guatemalteca, Guatemala, EDUCA-USAC,1985. Menton, Albisurez Palma y Barrios lo catalogan como muestra de la novela criollista guatemalteca y como precursor del indigenismo temprano con tinte de denuncia social, antecedente de la narrativa de Mario Monteforte Toledo. F. Albisurez Palma y C. Barrios, Historia de la Literatura... op. cit., p. 106. D. Liano, Visión Crítica de la literatura guatemalteca, Guatemala, USAC,1999. 7 8 propósito no era solamente perfilar la personalidad de aquél como un autócrata más de la historia de Guatemala, sino dejar constancia, como en su momento lo hiciera Octavio Bunge, de los males del caudillismo y los procedimientos autocráticos en América Latina. Así la finalidad de esta obra era contribuir a “la regeneración de Guatemala”, colaborar en la formación de la patria, proclamar la verdad y forjar una “verdadera nacionalidad”15. Pretendía que fuera un testimonio para los jóvenes de las luchas que se libraron contra el autócrata, así como una reflexión sobre los medios para regenerar a la ciudadanía. El Autócrata empezaba lamentándose de los obstáculos con que se enfrentaban Guatemala y Centroamérica para formar “nuestra nacionalidad”. En parte la incapacidad se debía a los males propios de la colonización española, especialmente al catolicismo oscurantista, pero consideraba aún más responsables a los liberales por su falta de patriotismo y por el caudillismo que había heredado el país desde los tiempos de Justo Rufino Barrios. El liberalismo, a juicio de Wyld Ospina, dejó de ser progresista, se ancló en el poder e implantó una serie de dictaduras sobre unas constituciones liberales que permitieron la reelección indefinida, la corrupción, los recortes de libertades y el fraude electoral. El colmo de estas prácticas fraudulentas, a juicio del autor, había sido la dictadura de Estrada Cabrera.16 En la línea de Bunge, Bulnes o Rómulo Gallegos, hacía una disquisición sobre los caudillos, planteaba que los pueblos hispanoamericanos tenían la tendencia “propia de la cultura mediterránea” a caer en este tipo de regímenes. Comparaba a Estrada Cabrera, Justo Rufino Barrios y Porfirio Díaz, todos ellos –decía- dejaron “...una escuela de corrupción y violencia políticas que ha causado inmensos e irreparables daños a la nacionalidad”.17 Si bien reconocía que con Barrios se habían llevado a cabo importantes reformas -el reparto de la tierra, la construcción de redes viales y la creación de nuevas zonas de producción- y se había logrado una relativa modernización del país; sin embargo como todas las dictaduras liberales su lado oscuro había sido:” la muerte de las libertades públicas hasta no quedar rastro efectivo de ellas, se corrompió la administración de justicia y de la hacienda y se gobernó a punta de vergajo y bayoneta”.18 Analizaba las causas de la autocracia de estos regímenes y consideraba que la revolución mexicana y el unionismo en Guatemala no habían sido nada más que reacciones populares a esta serie de abusos desmedidos y falta de libertades del liberalismo que había desvirtuado sus principios originarios. A pesar de su marcado antiimperialismo y de su crítica a la colonización española, no planteó que fuera responsable de estos males actuales una única potencia extranjera, sino que realizó un minucioso análisis de los factores endógenos que la provocaron, destacando especialmente el papel de las oligarquías y su escaso sentido de “nacionalismo patriótico” y sobre todo, el mal causado por la iglesia católica a la que acusaba de retrógrada y de ser la responsable del atraso y de la falta de formación de 15 La obra de C. O Bunge, Nuestra América, Madrid, Espasa Calpe, 1929, causó un gran revuelo en América Latina e influyó a gran parte de los pensadores de la época, no sólo por su concepción de determinismo psico-biológico, sino por su enorme crítica al caudillismo como causante de los males de la nación. 16 A partir de 1903, Estrada Cabrera impuso una serie de mecanismos para que “ las elecciones presidenciales se sucedieran periódicamente, como una crisis morbosa a que debía resignarse la República sin protesta y sin remedio”, utilizando la frase famosa “ Despues de mí los gringos”. Wyld Ospina, C., El Autócrata....op.cit., p: 154. 17 C. Wyld Ospina, El Autócrata...op.cit., pp: 40 y 175. 18 C. Wyld Ospina, Ibid, p: 41 8 9 “una nacionalidad autónoma centroamericana”19. Su imainario de nación se encuentra mas desarrollado en sus novelas a través de diálogos entre indígenas, campesinos y patrones, pro sobre todo en su novela de , La Gringa, en donde a través del diálogo entre Magda y Eduardo Barco van reflexionando en largos monólogos de Eduardo, tras preguntas sencillas de Magda, sobre la inexistencia de la nación, los problemas que ello confronta, el equivoco de la palabra civilización y progreso y la inviabilidad de una nación sin la incorporación plena de los indígenas y de las mujeres a la ciudadanía y de un sin fin de obstáculos como el machismo, el caudillismo, la iglesia y el imperialismo que impiden la formación de la Nación.20 En todas sus obras, pero especialmente en El Autócrata y La Gringa, planteaba la enorme responsabilidad interna de las élites económicas y políticas y de las instituciones, como la iglesia y los partidos políticos. Como la mayoría de los autores de su época, criticaba duramente el juego de Estados Unidos en la región - el Canal de Panamá y la invasión de William Walker en Nicaragua. Pensaba que Guatemala había cedido su soberanía “al capital Yanki”, al concederle las principales fuentes de producción, la tierra, los ferrocarriles, los puertos y la banca. Consideraba que la ausencia de nacionalismo de las élites había permitido ese saqueo y por eso planteaba la necesidad de crear un verdadero nacionalismo que se fundase en “Que la nación conserve el dominio político y económico sobre el propio territorio y que el capital extranjero no sea el capital pirata, el oro que corrompe y esclaviza a los pueblos centrales”.21 De ahí su llamamiento a los pueblos centroamericanos para que se unieran y lucharan contra la potencia extranjera, “yankilandia” y evitaran que las tiranías liberales continuasen vendiendo el suelo patrio. Recurriendo a Rodó, Masferrer y Unamuno, defendía el hispanismo como posición contraria a la nordomanía y consideraba necesario buscar los valores morales propios y aquellos valores espirituales que devolvieran al individuo su dignidad. Como vimos, todos los congresos espiritistas planteaban el unionismo y apoyaban el pacto de la Federación Centroamericana. Su propuesta de nación estaba basada en una serie de medidas similares al resto de teósofos y vitalistas y que a su juicio, todos los gobiernos de Centroamérica deberían tomar: extirpar el caciquismo rural, la concentracion de la tierra en latifundios, el fin de los monopolios extranjeros y abogaba por fundar un crédito agrícola con capital nacional para mejorar la productividad del campesino. Todo ello lo resumía en lo que el llamaba una “ nacionalización del país”.22 19 C. Wyld Ospina, Ibid, p: 132. C. Wyld Ospina, La Gringa, novela criolla, Tipografia Nacional, Guatemala, 1936, p. 53, en ella Wyld Ospina firma, “ La nación no se ha consolidado todavía, solamente vive el país y priva la comarcaconceptos geográfico y biológicos”. 21 C. Wyld Ospina, Ibid., pp: 188 y 190. El antiimperialismo fue una posición muy común en el modernismo latinoamericano, empezando por Rodó y Darío y continuando por un antiimperialismo más militante de Palacios, Ugarte, Ingenieros, Soto Hall y Masferrer. J.L. Calvo Carrilla, La cara oculta del 98, místicos e intelectuales en la España del fin de siglo, 1985-1902, Madrid, Cátedra, 1998. Y. Acosta, “Ariel de Rodó, un comienzo de la filosofía latinoamericana y la identidad democrática de un sujeto en construcción”, en Cuadernos Americanos, nº 88, 2001, pp: 199-221. Analiza la función ideológica y utópica de Ariel en la construcción de la identidad latinoamericana y la proyección en las generaciones posteriores de intelectuales. 22 Su concepto de auténtica nacionalidad, verdadera nacionalidad o nacionalidad positiva era similar a otros autores vinculados a la teosofía, como Vasconcelos, Juárez Muñoz, García Monge y Masferrer. Se oponía al concepto de nación homogénea de los liberales, un nacionalismo cultural y espiritual, que consideraba que la nación no debía fundarse en símbolos patrios y en conceptos abstractos, como el de ciudadano, sino en valores espirituales y culturales, en la regeneración moral del individuo y de la 20 9 10 Influido por Henry George al que cita varias veces, era partidario de aplicar el impuesto único sobre la tierra para que la nación conservase su territorio y no fuera enajenada por otra potencia. Su discurso nacionalista y antiimperialista no va tan lejos como el de otros autores centroamericanos de la época como –Masferrer, García Monge y Augusto Sandino; ni se trataba de la propuesta renovadora y novedosa de Juárez Muñoz en relación a la incorporación plena del indígena a la nación.23 Sin embargo su valor radica en que desde una posición de clase dominante se unió a la lucha contra la tiranía, para forjar una “auténtica nacionalidad”, con el fin de contribuir a la formación y emancipación de los indígenas y las mujeres. Su planteamiento acerca de la igualdad genérica del indígena es de tal fuerza y magnitud que rebasa con mucho la concepción generalizada de su época y se expresa en los debates que mantuvo con otros intelectuales partidarios de la eugenesia y del exterminio de los indigenas en la prensa guatemalteca a lo largo de 1937 y 1938. Por considerar tan brillante y novedoso este planteamiento para su época vamos a transcribir parte de su pensamiento: “¿A qué se reduce la pureza de las razas, surgidas en el Asia algunos miles de años antes? ¿Qué puede quedar hoy de la raza aria? ¿ y qué de la mismísima raza latina de más reciente formación? Un cuento de niños, una quimera de alucinados. La única realidad es una inconmensurable raza de hombres, en perpetuo e inhabitable proceso de mezcla y remezcla....El mito de las razas puras no lo inventó, un matemático ni un biólogo. Es producto de la superstición, de la ignorancia y del aislamiento de los hombres primitivos. Se gestó en el clan, invadió la tribu, se derramó por el país y concluyó desquiciando las naciones, que, por su desviado desarrollo moral, diéronle cabida. Porque la nación - que es una de las creaciones de la ciencia política- no puede aceptar, sin quebrantarse en sus cimientos, la prevalencia de un postulado metafísico e irreal....Del mito de las razas puras nació la ilusión de los pueblos elegidos...”24 La clarividencia de Wyld Ospina frente al debate sobre la inferioridad racial del indígena y las propuestas eugenésicas y de exterminio de los indígenas, que en estos momentos se estaban produciendo en la prensa nacional, lideradas por Carlos Samayoa Chinchilla, ponía de manifiesto el enorme debate del momento, así como las voces que sociedad y en la búsqueda de una identidad propia de raíces hispanas. En otros términos estaban oponiendo el concepto de nación cívico-política a la étnico-cultural. M. Quijada, “¿Qué nación?, dinámicas y dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano del siglo XIX”, en F. Xavier Guerra y M. Quijada (ed.), Imaginar la Nación, AHILA, Munster- Hamburgo, 1994. 23 F. Juárez Muñoz, escritor, ensayista, poeta y periodista, escribió en 1931, El indio guatemalteco, ensayo de sociología nacionalista, en donde reivindicaba el pasado heróico de los mayas y su procedencia de la quinta raza, para equipararlos a las razas europeas y proponía la incorporación plena de los indígenas a la ciudadanía mediante el respeto a su cultura, la tolerancia de su religión y sobre todo la dotación de tierras para conseguir la igualdad económica y social, “Sólo haciendo propietarios a los indígenas...lograremos formar en nuestro pueblo un sentimiento de una nacionalidad real y positiva”. M. Casaús Arzú, “Las élites intelectuales y la generación del 20 en Guatemala: su visión del indio y su imaginario de nación”, en M. E. Casaús y O. Peláez Almengor (eds.) Historia intelectual de Guatemala, Guatemala USAC-AECI, 2001. C.G. López Bernal, “Alberto Manferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los años veinte”, en Revista de Humanidades, enero-marzo, 2003, pp: 25-51. 24 C. Wyld Ospina, “El mito de las razas” , El Liberal Progresista, 1 de octubre, 1938. p: 3. M.E. Casaús, “ La prensa espiritualista en Guatemala: El problema del Indio y de la Nación en los debates públicos de 1929 y 1937” (en prensa) 10 11 salían en defensa de la igualdad racial y social de los indígenas y de su incorporación plena a la nación. Estas voces son escasas en este periodo y surgen del pensamiento soterrado por el ubiquismo entre los vitalistas y espiritualistas como de Ramón Aceña Durán, Carlos Gándara Durán, José Arzú, José M. Cáceres y otros miembros de la generación de 1920. Por último, si bien su propuesta de incorporación ciudadana de los indígenas no era tan elaborada como la de Juárez Muñoz, Asturias Morales o José Samayoa, que planteaban la incorporación plena de los indígenas a la ciudadanía y la dotación de tierras a los campesinos para forjar una “verdadera nacionalidad“; ni tampoco tan radical como la de Masferrer en cuanto al disfrute de los derechos inalienables del ser humano para satisfacer sus necesidades mínimas: tierra, trabajo y vivienda; ni iba tan lejos en su propuesta de emancipación feminista por la vía de la educación y del sufragio de ambos colectivos, sí en cambio tuvo el mérito de abrir el debate en los espacios de sociabilidad de las élites intelectuales y políticas guatemaltecas, de denunciar el pensamiento eugenésico de la época y de ser el precursor de la novela indigenista, del proyecto unionista regional y de intentar incorporar a los indígenas, en pie de igualdad a la ciudadanía. Fue un precursor preclaro de su generación que influiría notablemente en la de 1920 y que tuvo su máxima expresión en Luis Cardoza y Aragón y en Mario Monteforte Toledo. III. EL CONCEPTO DE NACION CULTURAL EN ALBERTO MASFERRER Las principales fuentes de inspiración de su pensamiento: Alberto Masferrer, como autodidacta y librepensador, supo hacer confluir corrientes muy variadas de pensamiento, muy bien amalgamadas, y realizó su híbrido con una maestría colosal. A nuestro juicio, fue lo que provocó una amplia aceptación en múltiples sectores, pero también el rechazo de otros; y también lo que le confirió tanta originalidad, contribuyendo a la perduración se su pensamiento. Es una hibridación de varias corrientes: el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George; el anarquismo y socialismo libertario de Kropotkin y de Proudhon25; las corrientes teosóficas e hinduistas de Krishnamurti, Jinarajadasa, Tagore o Ghandi; y el pensamiento unionista y panhispanista de Haya de la Torre, Rodó, Martí, Ugarte, Mistral y Vasconcelos, etc. Resulta difícil saber cuál de ellas primaba; me atrevería a pensar que el socialismo fabiano con tintes anarquistas y el hispanoamericanismo constituyeron el núcleo central de su pensamiento ético-político, influido además por Rodó, Darío, Montalvo y Martí en su adaptación centroamericana. 25 Resulta difícil afirmar tajantemente que Masferrer sea anarquista, pero en la medida en que comparamos su pensamiento con el de Proudhon y Kropotkin, confirmamos enormes similitudes: su faceta de moralistas y agitadores sociales, sus denuncias contra la propiedad de la tierra, el despilfarro y la riqueza, su concepto de bienestar social y de felicidad, su percepción de la justicia y de la dignidad y las soluciones que proponen para erradicar esos males y, en fin, las reivindicaciones por una alimentación y vivienda sanas, por la educación y la justicia social. Como opina Frank y Fritzie Manuel, esta anarquía utópica -o comunismo anarquista- encontraba muchos simpatizantes en Rusia, Europa y América. El elemento de unión era su pesimismo ante el papel del Estado, su cuestionamiento de la autoridad y la enorme confianza en la familia, la comuna y en el individuo como pilares fundamentales del proceso regenerador de la sociedad. Sobre este tema véase, F. y F. Manuel, El pensamiento utópico en el mundo occidental, vol. II, Madrid Taurus, 1981. V. García, Utopías y Anarquismo,México, Editores Mexicanos,1977. P. Ansart, La sociología de Proudhon, Buenos Aires, Proyección,1971, especialmente el capítulo sobre la religión, pp:182 y sigs. 11 12 Masferrer es un autor muy claro, cita sus fuentes de inspiración, a las cuales loa permanentemente en su obra. En La misión de América, cita a “sus caballeros andantes”, como quienes han acometido las mayores hazañas de este mundo, cuya principal ocupación ha sido dispersar las ideas a través de folletos y periódicos. “Nómadas fueron Buda, Pitágoras, Confucio, Jesús, San Pablo Lao-tze y Platón, se hicieron nómadas para desentrañar de si mismos y cristianizarlas, sus doctrinas maravillosas. ..Rubén Darío fue nómada y Manuel Ugarte, Vasconcelos, Gabriela Mistral, Haya de la Torre, impregnan su vida y su trabajo con frecuentes períodos de nomadismo.26Todos ellos eran fieles a la memoria de Cervantes y a un cierto “quijotismo” hispano, que simbolizaba un estilo de vida, una forma de hacer política, una guía para la acción de personajes que recorrieron América para cumplir una misión vital, “la de forjar una nación nueva: Hispanoamérica”. Masferrer citaba como y referentes para la formación de la nación americana a los personajes de neta inspiración espiritualista -Confucio, Buda, Jesús o Platón- cuyas vidas ejemplares eran el faro que había de guíar la misión de América. Curiosamente casi todos los autores contemporáneos citados, además de ser caballeros andantes y forjadores de la nación panhispana estaban vinculados con la teosofía, aunque también eran pensadores bolivarianos o martianos con un proyecto antiimperialista La otra corriente fundamental fue el vitalismo, pero no en la vertiente orteguiana o de Nietzche, como opinan algunos críticos masferrianos.27 A estos autores no los cita en ningún momento ni como referentes lejanos. Sin duda una de las fundamentaciones más sólidas fue la platónico-hinduista en su concepto del espíritu, la materia, el cosmos y la VIDA, que posteriormente hibridó con el vitalismo georgiano. En su obra, Las siete cuerdas de la lira (1926), planteaba ya su teoría vitalista. Partía del supuesto idealista de procedencia platónica e hinduísta, de que la vida es única y diversa en sus infinitas manifiestaciones. Así como las siete notas musicales y los siete colores del arco iris que, “combinados producen una diversidad inmensa”.Sólo la sabiduría o la gnosis pueden llegar a acercarse a la verdad y al conocimiento de la unidad en la diversidad. De ahí derivaba su planteamiento profundamente igualitario del ser humano:” Como nosotros, como las plantas, los animales y las piedras, como todo lo que vive sobre nuestro planeta, respirando el mismo aire, confrontados por las mismas aguas, reanimados por el mismo calor (...)somos distintos y extraños en apariencia, mas en realidad somos y vivimos, una sola vida”;28 esa vida era movimiento, palpitación ritmo origen y fin de todo el cosmos. Consideraba además que “Todos los seres no son si no parciales manifestaciones de esa unidad, aspectos de los diversos ritmos con que vibra la vida una”....” Los seres así como las hojas, las flores y las raíces son UNIDAD, en el tronco y DIVERSIDAD, en si mismos. La vida, en cuanto poder, está en la 26 A. Masferrer, “La misión de América”, ,en A. Masferrer, Páginas escogidas, San Salvador, Ministerio de Educación,1961, pp. 259-260. 27 Véase el prólogo de Minimum vital de Rosa Serrano de López, San Salvador, 1994 y el prólogo de F. Morán, Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951; pretenden encajarlo en el vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de M.E. López, que lo cataloga como un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades espiritualistas que supo corregir posteriormente”. M.E. López, Masferrer, alto pensador de Centroamérica, Ed. Ministerio de Educación Pública, Guatemala, 1954, p.141. Nada más erróneo, porque Masferrer fue coherente desde el principio hasta el final con su doctrina vitalista, fundada más bien en el espiritualismo francés y en el pensamiento teosófico que en el vitalismo occidental orteguiano inspirado en el vitalismo biológico de fines de siglo. 28 A. Masferrer, Las siete cuerdas de la lira, op cit., p. 42. Platón compara en Fedón, las siete cuerdas de la lira con el cuerpo humano y el alma con su armonía. Platón, Fedón, Madrid, Alianza Editorial, 2000. L. Tolstoi, Diarios(1847-1894), Barcelona, Quaderns Crema, 2000, p.235. 12 13 semilla”. 29 La teosofía, según Nash, ha de ser explicada como producto de la crisis espiritual de fin de siglo y del período entre guerras, como producto del deterioro espiritual provocado por el positivismo y el materialismo y los estragos de las dictaduras liberales. Aborda los temas de: la unidad del espíritu, la verdad, el bien y la búsqueda de las religiones comparadas, concediendo prioridad al espíritu sobre la materia con una concepción deísta. El movimiento teosófico mundial se preocupó de promover nuevas bases para la unidad nacional y de conseguir la emancipación de las mujeres y de las clases más desfavorecidas.30 Ante un ataque que desplegaron algunos de sus colegas contra las doctrinas vitalistas y a su folleto Minimum Vital, Masferrer airadamente respondió que el vitalismo no era una invención suya, sino ”una fórmula ideada por hombres tan nobles y tan sabios como Enrique George quien el mundo culto venera como un profeta y cuyas doctrinas están cristalizándose en Autralia, Dinamarca, en la Argentina y en otras partes”.31 Recomendaba la lectura de Progreso y miseria, El problema de la tierra y el problema del trabajo y Problemas sociales de Enrique George y La conquisa del pan, Campos fábricas y talleres y la Etica de Kropotkin. ¿ De qué Nación o Patria habla Alberto Masferrer?. Masferrer manejaba un concepto de nación o de Patria, como prefería decir, en una triple vertiente de: república, región centroamericana y continental; así como desde la búsqueda de aquellas raíces propias para forjar la identidad nacional mediante la valoración de los elementos culturales de los pueblos centroamericanos. En cuanto al concepto liberal de nación, rehuía del término por considerarlo estático y vacío. Suponemos que era porque respondía al concepto utilizado hasta la saciedad por los liberales. Sin embargo empleaba el término Patria, y así se llamó el nuevo periódico que iba a dirigir: Patria, editado por José Bernal en 1927, en donde volcaba todas sus proyectos de reforma social y su proyecto nacional y continental. Para Masferrer el concepto de Patria representaba la vida de los salvadoreños que 29 En las obras de teósofos como Besant, Jinarajadasa, Krishnamurti, aparecen siempre unos capítulos dedicados al concepto de VIDA, que analizan la unidad y la diversidad de sus manifestaciones con una dimensión diferente a causa de la “ley del karma” y a la teoría de la reencarnación, que es lo que permite al hombre vivir simultáneamente en tres estadios: la vida terrenal, la astral y la mental. Esta concepción de unidad en la diversidad es la que prevalece en Masferrer, tras un proceso de adaptación con otras corrientes del socialismo utópico. A. Masferrer, “La Escuela Vitalista”, en Orientación, 30 de junio 1919; y la similitud de pensamiento con la obra de A. Besant, Lecturas populares de teosofía, Barcelona, Ed. Teosófica, 1995. Así como con C. Jinarajadasa, Fundamentos de Teosofía, Buenos Aires , Kier, 1994 y J. Krishnamurti, Education and significance of Life, Nueva York, Harper, 1953 y Freedom of Known, Nueva York, Harper and Row,1969. 30 C. Nash, “Geocentric education and antiimperialism, theosophy geography and citizenship in the wrightings of Joseph Cousin", en Journal of history and Geography, 22 (4), 1996, pp. 399-411. Existen algunos estudios sobre la vinculación entre la teosofía y la búsqueda de rasgos propios para la construcción de la identidad nacional en Irlanda, Escocia, Indonesia, la India, Rusia e Inglaterra, como los trabajos de M. Carlson, M., No religion higher tah the truth, a History of Theosophical Movement in Russia, 1875-1922, Princeton University Press, 1993. G. Michael, Theosophy in the nineteenth century, an annoted bibliography, Nueva York, Garland, 1994. H. Tollenare, The politics of divine wisdom, Theosophy and labour, national and women movement in Indonesia, 1875-1947, Nijmegen, Catholic University Press, 1996. Son escasos los trabajos realizados para América Latina sobre la influencia de la teosofía en la reformulación de la nación étnico-cultural y la regeneración social. 31 A. Masferrer, diario Patria, 4 octubre,1929 13 14 vivían y luchaban por la prosperidad, la cultura, la libertad y la paz. A su juicio, “el escudo, la bandera, los próceres y los antepasados... la mitología y todo lo demás forma parte del ayer”.32 Negaba todos aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción de la nación, porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su acceso a los derechos mínimos, como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas. Tomaba como punto de arranque al individuo en concreto más que al concepto abstracto de ciudadano, a los grupos más excluidos como sujetos inalienables sobre los que conformaba la nueva Patria, porque : “De nada sirve mirar atrás lo que llaman sus glorias y su naturaleza y su civilización ancestral y sus próceres y su idealismo ya que estos pueblos han perdido la facultad de hacer, de vivir su propia vida“.33 Consideraba necesario buscar otros referentes sociales y espirituales para construir lo que denominaba “El alma de la nación”, inclinándose hacia el planteamiento de Renan, en la búsqueda de los valores espirituales y morales de los pueblos, en aquellos rasgos culturales y sobre todo en el idioma que era lo que daba unidad a la nación.34 En la línea de este autor, hablaba de la conciencia colectiva de la voluntad de forjar una nación como comunidad de cultura, basada en el concepto de raza que de ninguna manera debía ser un concepto jerárquico ni excluyente. Consideraba que la unidad de la nación debía fraguarse en el ámbito cultural y social, basado en un proyecto de vida que definía como “mínimum vital” Creía que los salvadoreños y centroamericanos no formaban una nación homogénea: “Porque, nótese bien, nosotros no somos, no constituimos, todavía una patria. Error lamentable el de creer que la temperatura, el paisaje, la raza, el gobierno, ni aun el idioma bastan para constituirla. De todos esos lazos el de mayor potencia es el idioma, no basta, sin embargo, para que un grupo tan grande como se quiera de hombres, pueda formar una patria. Esta es sobre todo una creación moral, y su núcleo se encuentra en la comunidad de aspiraciones sostenidas y perseguidas por el común esfuerzo. Ahí donde los hombres, sea cual fuere su color, su origen sus costumbres, persiguen un mismo fin, del cual han hecho el más alto objeto de su vida, y para alcanzarlo se avienen a trabajar, a sufrir, a ayudar, a sostenerse , a confraternizarse, ahí hay una patria o se halla en capacidad de nacer”. 35 Indudablemente, tanto los elementos o rasgos singularizadores de la nación como los símbolos y conceptos de patria y nación, adquirían un nuevo carácter y una nueva legitimidad más espiritual y cultural, si estaban basados en la lengua y en la raza, así como en la consecución de derechos no sólo políticos sino que también los 32 Diario, Patria, en un artículo titulado, “ Patria”, 27 de abril, 1928. Véase la similitud entre el diario Patria, 27 de abril 1928 y la revista guatemalteca Vida, en los editoriales de los números, 19-9-1925, 17 –10-1925 y 17-7-1926, en los que se enfatizaba la necesidad de buscar nuevos referentes sociales y esprituales para la construcción de una verdadera o auténtica nacionalidad. 34 Creía que lo verdaderamente estable y significativo en las naciones no era el suelo ni la sangre, sino el concepto de “vida social y vida espiritual basado en la unidad del idioma, que expresa y resume todo lo demás y que sirve como sello a la entidad que de ellos resulta”. A. Masferrer, Patria, “ La misión de América”, 1 de octubre, 1928. 35 A. Masferrer, Leer y escribir, Guatemala, Tipografía Nacional,1929. p. 36. La influencia de Rénan es muy fuerte. 33 14 15 derechos culturales y sociales. Influido por Rénan consideraba esencial para forjar la nación la voluntad de destino común. “Entre tanto, ahí, donde hay verdadera patria, donde un pueblo vive por y para una idea,... los salvadoreños, pocas veces y cada vez por escaso tiempo, hemos sentido la fuerza, el ardor, la energía que proviene de un ideal común..... “ La primera y ya grande ventaja que nos reportaría el acometer esa empresa sería la de que tendríamos por primera vez en la historia, un ideal común, generoso, fuerte y duradero que vendría a unirnos, a vincularnos, a borrar tantos motivos de odio y separación que nos han dejado las luchas políticas y las rencillas religiosas.” 36Por ello consideramos a Masferrer y a las redes sociales de intelectuales vinculadas a lo que hemos denominado espritualismo nacionalista como aquellas que contribuyeron notablemente a la formación de una conciencia nacional y a la formación de un proyecto de nación étnico-cultural en Centroamérica.37 Otra aportación de Masferrer fue su visión unionista y su conciencia continental de América con la unión territorial de las Repúblicas centroamericanas. Por eso fue como Mendieta, uno de los impulsores del unionismo38 y firmó el Pacto de Unión en 1921, que tenía como principios básicos reconocer en la federación centroamericana, como la única nación soberana e independiente, cuya soberanía estaba por encima de la de los estados. El unionismo para Mendieta, Masferrer y Wyld Ospina era un movimiento social y político que trataba de reconstruir la nación sobre bases republicanas, democráticas, para realizar la justicia, promover el bienestar general, libre e independiente en campo internacional. Por eso luchaban contra el caciquismo, representado por los dictadores locales centro o latinoamericanos, eran antiimperialista yo apoyaban la lucha por la soberanía nacional de Sandino y, con mayor o menor grado de intensidad, consideraban la prioridad de una unidad continental de todos los pueblos de América Latina. Defendían la federación como la práctica de la doctrina unionista en un partido cívico y educativo, el Partido Unionista, que apoyaba la “economía socialista y el sistema de gobierno conocido como ”federalismo autóctono”, con una división territorial y normas administrativas que corrigieran los graves y trascendentales errores de la Federación de 1824. Así la autonomía regional se había de mover dentro de su propia órbita, sin roces con la unidad nacional que debía ser vigorosamente mantenida y extendida. 39 36 A. Masferrer, Leer y escribir,op. cit., p.37. El debate sobre la conformación de las naciones en Europa, en el momento de emergencia de los nacionalismos europeos, incide directamente en América Latina y Centroamérica no escapa a la reflexión acerca del origen y de las bases de legitimidad de la nación. Sin duda, por el carácter espiritualista de nuestros autores y por la enorme influencia de librepensadores europeos que influyeron en el modelo de nación centroamericana, se puso el énfasis en los aspectos étnico-culturales. Herder, Renan y Mazzini fueron los autores más citados en ese momento por la opinión pública centroamericana. F. Chabod, La idea de Nación, México, FCE,1987. A. Smith, La identidad nacional, Madrid, Trama,1997; para América Latina, M. Quijada, “¿ Qué Nación? Dinámicas y dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano del siglo XIX”, en Imaginar la Nación, Cuadernos de Historia Latinoamericana, nº 2, 1994, pp. 15-52. 38 T.García Giráldez, “La patria centroamericana en la prensa política guatemalteca: continuidades y rupturas en El Amigo de la Patria y El Unionista, (1820-1920), en Caleidoscopio, Universidad Nacional Autónoma de Aguascalientes, (en prensa). Asimismo en la ponencia “La patria grande centroamericana: la elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas”, en III Congreso Nacional de El Salvador, julio 2003. 39 S Mendieta, Alrededor del problema unionista de Centro-América. Tomo II. Mundialidad del problema, Barcelona, Tip. Maucci, s/f, pp. 352 y 376. Considerado por todos el padre del unionismo, Mendieta refleja el momento constitutivo y menos doctrinal del mismo. Su ideario establece las prioridades en la construcción de la nación e, indudablemente, la más urgente es la centroamericana sobre las demás (panhispana o panamericana). Como Masferrer también Mendieta se caracteriza por su labor 37 15 16 Masferrer en su concepción de América profundizó más que Wyld Ospina y Mendieta, porque consideraba como Martí Ugarte, Vasconcelos y Haya de la Torre que América tenía una misión que cumplir que otros continentes no podían desempeñar o no tenían la capacidad para ello, debido a su pluralismo cultural. 40”...con cinco millones de blancos, veinte millones de negros y veinte de indios y sesenta millones de mestizos y dos millones de asiáticos, que mezclan sus almas y sus sangres”, que darán como resultado “ LA NUEVA RAZA DE LA RAZA COSMICA que forjará la América”. Esta “ Nueva raza”, creará una nueva conciencia continental que traerá “ la vida nueva, la humanidad nueva” y forjará a “ los hombres nuevos de América”. 41 Inspirado en este espíritu de unidad continental, fundó en Guatemala en 1929 la Unión Vitalista Americana, en la que planteaba desde el principio el objetivo de esta unión: “Desarrollar en todos los pueblos de la Unión la conciencia viva de un destino común, el cual habrá de cristalizar en la creación de una nueva cultura que traiga a los hombres una verdadera y más amplia justicia, y una más extensa e intensa cordialidad”. Asimismo añadía que iba a ”Procurar a todos los habitantes de Hispanoamérica la satisfacción íntegra de sus necesidades primordiales, según la define la doctrina del MINIMUN VITAL”. Este proyecto de 29 puntos proponía una unión continental de la América hispanoparlante, en la línea de los forjadores de la patria continental o de la patria grande -Bolívar, Valle- y de sus contemporáneos Ugarte, Martí, Mistral y Vasconcelos. Casi todos los puntos coincidían con su programa vitalista.42 Opinaba que, mientras los hispanoamericanos no supieran adónde iban, los anglosajones poseían “ conciencia de si mismos”, en la medida en que, “... nosotros nos avergonzamos de tener algo nuestro y ellos se enorgullecen de no tener nada que no sea propio”.43. Por eso hacía un llamamiento a la búsqueda valores propios, modas, gustos, costumbres creencias conceptos de la cultura hispana para alcanzar una autentica itinerante centroamericana con objeto de construir la comunidad de pueblos centroamericanos en uno, con lo que poder afrontar a los vecinos más poderosos, desde una situación más paritaria. Su pensamiento, sin embargo, es menos brillante que el de Masferrer y Wyld Ospina, pues aún se mueve dentro del esquema médico de enfermedad y terapéutica, pero como aqué su doctrina tiene un contenido reformador y didáctico relevante.Véase T. García Giráldez “La construcción de redes y espacios de sociabilidad. Salvador Mendieta y el unionismo centroamericano”, en Redes intelectuales, ciudadanía y formación de naciones, 1890-1940, UAM, Madrid, (en prensa). C.G. López Bernal, “Alberto Manferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los años veinte”, en Revista de Humanidades, enero-marzo, 2003, pp: 25-51. 40 Este discurso hispanófilo y latinófilo se enfrentó con el eugenésico del positivismo y fue común a muchos autores latinoamericanos, como Bulnes, Gamboa y Aragón. A raíz de la guerra de Cuba en 1898, se dieron origen al panhispanismo y al imperialismo militante. 41 A. Masferrer, “La misión de América” en Páginas escogidas, Ministerio de Educación, San Salvador, 1961, p. 268. R. Rojas, “ La retórica de la raza: intelectuales mexicanos ante la guerra del 98”, en Historia Mexicana, XLIX, vol. 4, 2000, pp. 592-627. Rojas pone de manifiesto la tensión discursiva de las elites intelectuales a raíz de la guerra de Cuba, entre el paradigma eugenésico del positivismo y la emergencia del hispanismo y el antinorteamericanismo en un enfrentamiento binario entre lo latino contra lo sajón. 42 Véase cartas manuscritas a su hermana Nela Mónico desde Guatemala, de la colección particular de José Panadés acerca de la fundación de la Unión vitalista de Guatemala y de la Unión vitalista Americana, presentada por su hermana Teresa Masferrer y por Gabriela Mistral el 29 de noviembre, de 1929. T.García Giráldez, “La patria centroamericana en la prensa política guatemalteca: continuidades y rupturas en El Amigo de la Patria y El Unionista, (1820-1920), en Caleidoscopio, Universidad Nacional Autónoma de Aguascalientes, (en prensa). Asimismo en la ponencia “La patria grande centroamericana: la elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas”, en III Congreso Nacional de El Salvador, julio 2003. 43 A. Masferrer, “La misión de América” en Páginas Escogidas, op. cit., p. 150. 16 17 nación. En este sentido como afirman Abellán, García y Devés, fue uno de los fundadores o precursores del hispanoamericanismo.44 La influencia de Ingenieros, Palacios, Martí y Ugarte se palpa en sus innumerables llamamientos a manifestarse en contra del imperialismo y por la unidad continental de la América Hispana.45 La otra aportación novedosa al pensamiento centroamericano, en sintonía con las corrientes teosóficas y espiritualistas, en la línea de Carlos Wyld Ospina era su concepto de raza y cultura. Este es sin duda uno de los aspectos, como el de la nación y de la identidad, en donde la ruptura con el positivismo y con la vertiente spenceriana y deterministas es más fuerte y creemos que es uno de los aportes claves y diferenciadores entre la teosofia y el positivismo. En la línea de Vasconcelos, Mistral y Sandino, esos ”caballeros andantes” que luchaban por la justicia, la belleza y la verdad, pero negando la validez del concepto de RAZA para explicar la identidad de América, consideraba que para forjar “ una verdadera nacionalidad, “... La defensa de la raza no es un buen punto de partida sobre el que debe descansar el andamiaje de nuestro patriotismo indoamericano”, porque, “... edificando sobre ella, una palabra sin sentido real, no edificamos nada sólido pues el problema según nosotros lo entendemos no es de raza sino de cultura, porque si la América Latina - usemos ese falso nombre-, se viene desmoronando y cayendo a pedazos grotescamente, en los bolsillos insondables de los norteamericanos....no es porque en ella predomine una u otra raza no porque nadie intente destruir o alterar sus caracteres raciales, sino porque no tiene o no ha sabido crearse una cultura propia, original y elevada, que justifique su existencia como elemento de valía en el concierto de las naciones...... porque en vez de crear, ha sido copiar y caricaturizar”.46Se preguntaba, ¿cuál raza?,¿ defenderla de quién? De Estados Unidos que posee un millón de negros y de otras razas? Disentía por lo tanto del planteamiento vasconceliano o rodoniano y sus seguidores acerca de la existencia de una raza hispanoamericana, considerando que ésta se hallaba todavía en formación, en búsqueda de su propia identidad y de su propio destino como Nación. El imaginario de la raza indohispana en la que predominaba el elemento indio sobre el hispano y forjado por una mayoría de mestizos, era una falacia: ningún hispano quería considerarse descendiente de indios o de negros y renegaban de esa parte de su identidad. Era una falacia porque cuando se hablaba de raza indohispana o indoamericana para defender y cultivar la raza se estaban refiriendo a un núcleo de blancos o casi blancos, al que se designaba con el adjetivo de “ latino”. Proponía cambiar la palabra raza por la de cultura porque ésta reflejaba mejor un proceso de creación, de arraigo, un proceso de “creación nacional”, mientras que la raza se refería más bien a lo físico, a lo puramente biológico.A juicio del autor, era una 44 J.L. Abellán, “ La hispanidad. España e Hispanoamérica”, en Ramón Menéndez Pidal, Historia de España, tomo XXXIX, La edad de plata de la cultura española , Madrid, Espasa Calpe, 1993. J.C. Mainer, “ Un capítulo regeneracionista: El hispanoamericanismo 1892-1923”, en Manuel Tuñón de Lara y otros, Ideología y sociedad en la España contemporánea, por un análisis del franquismo, Madrid EDICUSA,1977. 45 Sobre la importancia del antiimperialismo en estas redes intelectuales, P. Yankelevich, “Las redes intelectuales de la solidaridad latinoamericana: José Ingenieros y Alfredo Palacios frente a la revolución mexicana”, en Revista Mexicana de Sociología, nº 4, 1996, pp. 127-149. Así como M.L. Laviana, (ed.) José Martí, selección de textos, Ediciones Cultura Hispánica, 1988. N. Pinillos (ed.), Manuel Ugarte, selección de textos, Madrid, Cultura Hispánica, 1990. A. Hart, “Estudios introductorio y selección de textos” en , José Martí y el equilibrio del Mundo, México, Fondo de Cultura Económica,2000, así com Melgar Bao, “La LADLA y la construcción cultural del peligro imperial”, op. cit., 2002. 46 A. Masferrer , Páginas Escogidas, op cit..., p. 250. 17 18 palabra que limitaba, excluía y molestaba, como “ nos estorban los millones de indios mexicanos y centroamericanos, nos estorban los rotos chilenos mestizados de araucanos... nos estorba todo lo que no sea blanco o mestizo con más sangre blanca... y como nos estorban, para ser lógicos trataríamos de aniquilarlos o por lo menos seguiríamos tratándolos como hasta el presente, como una raza inferior buena para explotarla....”47Masferrer era consciente de la discriminación e incomunicación que se producía entre los diversos grupos que conformaban América Latina y creía que el término raza contribuía a profundizar el racismo, la discriminación y a justificar un sistema de dominación y explotación. Es por ello por lo que apostaba por el concepto de cultura porque abarcaba más expresiones y manifestaciones materiales y espirituales de los pueblos americanos. “Al hablar de cultura, hablamos de espíritu” de instituciones de leyes, de costumbres y de educación”. Proponía cambiar el lema de la Universidad de México “por mi raza hablará mi espíritu” por el lema “por mi cultura hablará mi espíritu”. Sólo desde estos supuestos pluralistas se podría forjar “el HOMBRE NUEVO, la AMERICA NUEVA “.48 Podemos concluir este artículo resaltando, como ya lo hizo Morán en su biografía de Masferrer, la coherencia de este autor como librepensador, que supo combinar su vitalismo filosófico de orientacion más bien hinduista con una veta socialista utópica y anarquista en los temas políticos y sociales, con la búsqueda espiritual de un panteísmo universalista a través de la teosofía, fundamento básico de toda su vida y de su pensamiento. Es ahí donde Masferrer, como otros muchos autores de su época, encontró en la teosofía, sobre todo en la vertiente de Besant, de Tingley, del primer Krishnamurti y de Jinarajadasa, y del anarquismo de Tolstoi, Kropotkin y Proudhon, la unidad de pensamieto y de accion social. En su obra de madurez, El Libro de la Vida, se reafirmó en todas esas líneas de pensamiento, aparentemente contradictorias y ambiguas. Con su gran capacidad didáctica y sintética supo unificar, dar sentido social y politico a un pensamiento idealista, fenomenológico con ribetes hinduistas y socialistas, pero con una enorme fuerza movilizadora de carácter político-social que retomó del socialismo fabiano georgista y del pensamiento anarquista. En síntesis, parte del concepto de “la vida”, pero no en términos biológicos o filosóficos como otros autores europeos,49 sino como adaptación a las condiciones existenciales de un país dominado por una oligarquía, con grandes contrastes, conflictos sociales y enormes lacras sociales heredadas de las dictaduras liberales centroamericanas; la entiende como una nueva forma de comprender la nación cuya finalidad básica es “procurar la satisfacción de las necesidades vitales de todos sus hijos”; como una filosofía de vida -como diría Gramsci- como una filosofía de la praxis, 47 A. Masferer, Páginas escogidas, op cit... p. 251. A. Masferrer, “(...) Es bárbaro, es añejo y anticristiano mantenerle al concepto de raza una importancia que no puede ya tener...Lo racial implica sobre todo, el predominio de la sangre, es decir de un elemento puramente físico y animal... la cultura no: al hablar de cultura, hablamos de espítritu, que es causa y no efecto; que es y fue siempre el modelador y no el barro”. “La defensa de la Raza”(1923), en A. Masferrer, Páginas escogidas, op cit... p. 256 49 El vitalismo inspirado en las doctrinas de la biología de Hans Driech, de Von Uexkull, traducido al español por Ortega y Gasset y de la aplicación del vitalismo a la filosofía de Young, Bergson y Ortega, en la psicología de Macdougall, tuvo una gran influencia en todos este período y en muchos de los autores vitalistas centroamericanos. Sobre este tema véase, Jakob Von Uexkull, Ideas para una concepción biológica del Mundo, Espasa Calpe, Madrid, 1934; Hans Driesch, History and Theory of vitalism, Macmillan and Co. Londres, 1914. 48 18 19 para transformar al hombre y la sociedad, pero no desde una perspectiva abstracta u homogeneizadora para el conjunto de los ciudadanos, ni luchando exclusivamente en el marco constitucional o normativo, sino decantándose por una clara elección en pro de los más desfavorecidos, los excluidos, especialmente los obreros, las mujeres y los campesinos y partiendo de la necesidad de regenerar al individuo, la familia y la sociedad. Desde esa óptica, este agitador y divulgador de masas, este mesías o profeta para unos, traidor e incongruente para otros, este vendepatrias entregado al capitalismo o al bolchevismo, logró una congruencia entre pensamiento, vida y realidad social y política; y aspiró a convertir su doctrina en un proyecto político de búsqueda de la identidad nacional, regional y continental de la América Hispana; de ahí que lo hibrido de su pensamiento y la influencia de su obra hayan sido tan profundas en toda la región: porque en esa búsqueda de identidad de lo propio, en ese intento de singularización de la nación con elementos culturales y sociales particulares, pero sin quedarse exclusivamente arraigado en las diferencias regionales o nacionales, supo conjugar lo particular con lo universal, la diferencia con la búsqueda de un proyecto común y por ello su obra caló tan hondo en el imaginario nacional centroamericano. Fue tolerante y moralizante, supo combinar los elementos identitarios de cada nación, sin perder de vista la unidad hispano y centroamericana. Supo conjugar lo universal con lo particular, lo local con lo regional, nacional y continental, de modo que esa amplitud de miras, esa panorámica global ha sido lo que ha hecho que su pensamiento siga teniendo fuerza y vigencia para el conjunto de la población y que otros intelectuales contemporáneos hayan buscado en su pensamiento las bases de la legitimidad de la patria y de la nación. Por primera vez en la región centroamericana, y al igual que Sandino, vislumbraron la posibilidad de que las clases subalternas, hasta entonces excluidas de la nación, se sintieran identificadas con un pensamiento incluyente, tolerante y de raíces propias. Los obreros, campesinos, mujeres y sectores subalternos, por primera vez en la región, se sintieron RECONOCIDOS como parte integrante de la Patria y REFLEJADOS en ella. Creo que por esta razón las elites intelectuales y políticas centroamericanas buscan de nuevo en Masferrer el referente, punto de confluencia y de congruencia para la reformulación de la nación en momentos de crisis y vacío de poder; porque ha sido uno de los pocos pensadores centroamericanos con un pensamiento híbrido, pero aglutinador; con un programa aparentemente sencillo, pero muy profundo y con proyección social; con una visión incluyente e integradora de la sociedad y con una postura regeneracionista y moralista, basada en la recuperación de los valores humanos y de los derechos inalienables del individuo. Por todo ello logró calar en el imaginario nacional y generar consensos entre diversos sectores y ha hecho posible la recuperación de referentes y símbolos cívicos, culturales y sociales para la formación de la identidad nacional. Este fenómeno no fue individual ni estaba exclusivamente circusnscrito a dos o tres personajes ilustres por cada república centroamericana, como Sandino, Mendieta, Soto Hall, García Monge, Wyld Ospina o Juárez Muñoz, sino que fue fruto de una complejo entramado de redes sociales vinculadas a nuevas corrientes espiritualistas, espiritistas y teosóficas, que constituyeron durante las primeras décadas del siglo XX un intento de ruptura de los paradigmas positivistas y materialistas en la región y abrieron nuevos espacios de debate y de lucha por la hegemonía política y cultural. Si 19 20 bien no lograron ganar la disputa por la hegemonía, porque fueron desplazadas por ambas corrientes, generaron nuevos espacios de sociabilidad y de debate mediante nuevas aproximaciones a problemas no resueltos, que visibilizaban a actores sociales que no poseían voz propia, como las mujeres, los campesinos e indígenas, y generaban nuevos imaginarios nacionales en donde la búsqueda de valores propios, basados en lo étnico y cultural, iban a permitir sentar nuevas bases para la legitimidad de las naciones centroamericanas. 20