Número de registro: 2291 Octava Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 5334/94.
Número de registro: 2291
Octava Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Tomo XV, Enero de 1995
Página: 113
AMPARO DIRECTO 5334/94. MARIA ESTHER VILLALOBOS HERRERA.
CONSIDERANDO:
QUINTO.-Son inatendibles los motivos de inconformidad.
Para arribar a lo anterior es conveniente puntualizar lo siguiente:
En la cláusula primera del contrato base de la acción se estipuló una renta mensual de dos mil
quinientos nuevos pesos más el impuesto al valor agregado. En la segunda se pactó una pena
convencional de tres mil nuevos pesos, si en el caso de reembargo de bienes del arrendatario
éste no levanta el primero dentro de ocho días después del requerimiento, o por falta de pago
puntual de la renta o por incumplimiento de cualesquiera de las cláusulas de dicho contrato.
En la sexta se convino que el término del arrendamiento es por un año forzoso, del primero
de enero al treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y tres. En la séptima se
pactó que el arrendamiento concluye en el día prefijado sin necesidad de desahucio.
La actora demandó entre otras prestaciones, el pago de la pena convencional porque la
demandada no desocupó la localidad arrendada el día prefijado, según lo manifestado en el
hecho dos del libelo inicial.
Al respecto, la quejosa manifestó en el inciso c) de su escrito respectivo, que era
improcedente el pago de la pena convencional porque no ha incumplido ninguna de las
obligaciones pactadas en el contrato.
La Juez Décima Séptima del Arrendamiento Inmobiliario de esta ciudad, condenó a la
demandada al pago de la pena convencional aludida, por haber incumplido con su obligación
de desocupar la localidad en litigio el día prefijado en el contrato base de la acción.
En los agravios expresados en contra de la sentencia de primer grado, la peticionaria
manifestó que por disposición del artículo 1843 del código de la materia, la pena
convencional no puede exceder en valor ni en cuantía el importe de la suerte principal.
Por su parte, la responsable estimó que era correcta la determinación de la a quo en tal
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sentido, por haberse acreditado en autos el incumplimiento de la demandada tanto a la
desocupación del inmueble como al pago de la renta; y en relación al importe de la pena,
adujo que no podía hacer consideración al respecto, porque la peticionaria no alegó lo
pertinente en primera instancia, y la a quo no estuvo en posibilidad de resolver lo conducente,
so pena de suplir la deficiencia de la queja.
De acuerdo a lo anterior, resulta inoperante la primera parte de los motivos de inconformidad
esgrimidos por la quejosa, ya que se sustenta en la falsa premisa de que la responsable adujo,
según la demandada, que ésta no hizo consideración alguna en primera instancia respecto de
la pena convencional, cuando en realidad lo que manifestó la ad quem fue que en primera
instancia no alegó lo pertinente, pero en relación al importe de la pena convencional y que
por tal motivo la a quo no estuvo en posibilidad de resolver lo conducente, so pena de suplir
la deficiencia de la queja, razón por la cual no controvierte las consideraciones fundantes del
fallo reclamado, el cual queda incólume y firme para seguir rigiendo el sentido de lo
decidido.
Por otra parte, la peticionaria refiere que en primera instancia se dictó una sentencia que
contraviene un dispositivo irrenunciable de orden público previsto en el artículo 1843 del
Código Civil para el Distrito Federal, y que por tal motivo la responsable debió estudiar los
agravios hechos valer al respecto, para evitar que se confirme una sentencia que no se apega a
derecho.
Es inoperante lo anterior en razón de lo siguiente:
El precepto jurídico invocado establece que la cláusula penal no puede exceder ni en valor ni
en cuantía a la obligación principal.
La actora demandó el pago de la pena convencional, por haber incumplido la demandada con
la obligación de desocupar la localidad arrendada el día prefijado.
Por su parte, la quejosa aduce que la pena convencional no puede exceder en valor ni en
cuantía el importe de la suerte principal, que en la especie es de dos mil quinientos nuevos
pesos más el impuesto al valor agregado.
La inoperancia del concepto de violación antes mencionado deviene por no reunir los
elementos que debe contener el mismo, al no conformarse a base de un razonamiento lógicojurídico, susceptible de poner de manifiesto que las consideraciones en que se apoyó la ad
quem se apartan del texto de la ley, de su interpretación jurídica o de ciertos principios
generales de derecho, ya que la quejosa no razona por qué estima que el concepto de
"obligación principal", utilizado en el artículo 1843 del Código Civil para el Distrito Federal,
se identifica con el de suerte principal a que alude en su escrito de mérito, máxime que este
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tribunal ha considerado lo contrario.
En efecto, este órgano colegiado tiene sustentada la tesis publicada en la página 418, del
Semanario Judicial de la Federación, Octava Epoca, Tomo XIII, de marzo de 1994, con el
rubro y texto siguiente: "PENA CONVENCIONAL. CUAL ES LA OBLIGACION
PRINCIPAL EN LA.-La interpretación auténtica, lógica y sistemática de las disposiciones
legales rectoras de la cláusula penal, en relación con su objeto y naturaleza jurídica, conduce
a determinar necesariamente que el concepto 'obligación principal', utilizado en el artículo
1843 del Código Civil para el Distrito Federal, se refiere a cada obligación concreta por cuyo
posible incumplimiento se pacta la pena convencional, y en modo alguno a la obligación que
se estime de mayor importancia, económica o de cualquier otra índole, entre todas las
contraídas en un contrato. Las razones específicas que conducen a dicho criterio son las
siguientes: 1. De lo dispuesto en el artículo 1840 del citado ordenamiento sustantivo, se
advierte que la pena convencional es una prestación pactada para el caso de que cierta
obligación no se cumpla, o no se cumpla de la manera convenida. Su objeto esencial, según
lo explican magistralmente los autores del Código Civil para el Distrito Federal de 1870, en
la parte expositiva, consiste en indemnizar al acreedor de los daños y perjuicios que se le
sigan con la falta de cumplimiento de la obligación, y por esto se fija como límite máximo el
valor de la obligación principal, porque si pudiera exceder de éste, se halagaría con un
incentivo poderoso al acreedor, para obstaculizar el cumplimiento o ser moroso al exigirlo,
por lo menos, con el ánimo de obtener el importe de la pena, que implicaría no sólo una justa
indemnización, sino también una considerable ganancia, o bien resultaría un pacto estéril, si
no se cumple, o un gravamen realmente insoportable. En dicha parte expositiva se ve que
invariablemente se identificó a la obligación principal con la obligación incumplida. Por otra
parte, el objeto descrito de la cláusula penal ha continuado hasta nuestros días, sin variación
en la legislación vigente, y esto lleva a la situación siguiente: Si no se identificara a la
obligación principal con la que por incumplimiento da lugar a la pena convencional, se
desvirtuaría absolutamente la finalidad de ésta, porque admitiría la posibilidad de que una
pena convencional excediera en valor o cuantía a la obligación cuyo incumplimiento la
generó, contrariando así el fin perseguido con la institución. Verbigracia, si un arrendatario
incumpliera con el deber adquirido de sustituir el calentador de agua por uno nuevo, cuyo
precio no excediera de mil nuevos pesos, y por eso estuviera fijada una pena de tres mil
nuevos pesos, siendo la prestación contractual de mayor importancia, el pago de la renta
mensual de cuatro mil nuevos pesos, con el criterio que no se admite por este tribunal, sería
válida esa estipulación y, consecuentemente, contravendría el objeto explicado, al
proporcionar al acreedor, no sólo lo máximo que pudiera obtener con el cumplimiento de la
obligación, sino una jugosa ganancia, ajena totalmente a los propósitos de la institución; en
cambio, si como obligación principal se entiende la sustitución del calentador, lo convenido
al respecto sería nulo, en lo que excediera al valor de este mueble más la mano de obra y
materiales para su instalación, logrando así inobjetablemente que el arrendador fuera
compensado por lo que perdió con el incumplimiento, sin propiciar una injusta ganancia. 2.
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Del contenido del artículo 1841 del Código Civil, se desprende el carácter accesorio de la
pena convencional, y por tanto, que su existencia, validez y subsistencia siguen la suerte de la
obligación con la que se le vincula. Por esto, el precepto dice que la nulidad del contrato
importa 'la de la cláusula penal, pero la nulidad de ésta no acarrea la de aquél', con la sola
aclaración de que en este texto, la palabra contrato está usada como sinónimo de la
obligación que sirve de base a la cláusula penal, siguiendo con esto una antigua costumbre de
los legisladores y los autores. Este carácter accesorio acogido por la ley, permite explicar con
claridad que en una disposición inmediata posterior se use el concepto 'obligación principal',
entendiéndose éste en oposición al de "obligación accesoria" dado a la pena, en seguimiento
de una de las clasificaciones tradicionales de las obligaciones, que distingue entre principales
y accesorias. 3. En todos los artículos relativos a la cláusula en comento, se regula
únicamente la relación existente entre la obligación incumplida y la de pagar la prestación
convencional por el incumplimiento, sin involucrar para nada alguna situación distinta. Por
ejemplo, en el artículo 1840, en donde se establece la posibilidad de pactar esa modalidad; en
los artículos 1844 y 1845, referentes a la modificación de la pena por incumplimiento parcial
de la obligación; o en el 1846, donde se dispone que no se puede exigir el cumplimiento de la
obligación (incumplida) y el pago de la pena, sino una sola de estas prestaciones, por regla
general. Esta constante haría ilógico que cuando a la palabra 'obligación' se le agregara la voz
'principal', se le diera un significado diferente al de la obligación incumplida, porque con ello
se rompería la uniformidad, sin ninguna explicación ni necesidad, e inclusive se alteraría la
armonía de las normas y el objeto de la institución regulada, como ya se vio.".
Por último, cabe advertir que en relación a la parte considerativa del fallo reclamado en
donde se confirmó la sentencia apelada acogiendo las demás pretensiones de la actora, la
quejosa no formula motivo de inconformidad al respecto, razón por la cual queda firme para
seguir rigiendo el sentido de lo decidido.
Consecuentemente, al no haber motivo para suplir la queja, debe negarse el amparo.
Por lo expuesto, y con apoyo en los artículos 158 y 190 de la Ley de Amparo, se resuelve:
UNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a María Esther Villalobos Herrera
contra el acto de la Segunda Sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,
consistente en la sentencia dictada el primero de agosto de mil novecientos noventa y cuatro,
en el toca 1939/94.
Notifíquese; con testimonio de la presente resolución, devuélvanse los autos del juicio natural
a la autoridad que los remitió y, en su oportunidad, archívese el presente expediente como
asunto concluido.
Así lo resolvió el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, integrado
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por los Magistrados Gilda Rincón Orta y Mauro Miguel Reyes Zapata, con el licenciado José
Juan Bracamontes Cuevas, en suplencia del Magistrado Leonel Castillo González, quien goza
de licencia, siendo ponente el tercero de los nombrados, quienes firman con el secretario de
Acuerdos, que da fe.
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