FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS RED NACIONAL UNIVERSITARIA SYLLABUS Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Relaciones Internacionales SEXTO TEORIA DE RELACIONES INTERNACIONALES III ELABORADO POR: LIC. ROXANA FORTEZA 1 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS UDABOL UNIVERSIDAD DE AQUINO BOLIVIA Acreditada como PLENA mediante R.M. 288/01 VISIÓN DE LA UNIVERSIDAD Ser la Universidad líder en calidad educativa. MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD Desarrollar la Educación Superior Universitaria con calidad y competitividad al servicio de la sociedad. Estimado (a) estudiante: El sylabus que ponemos en tus manos es el fruto del trabajo intelectual de tus docentes quienes han puesto sus mejores empeños en la planificación de los procesos de enseñanza para brindarte una educación de la más alta calidad. Este documento te servirá de guía para organices mejor tus procesos de aprendizaje y los hagas mucho mas productivos. Esperamos que sepas apreciarlo y cuidarlo. 2 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS SYLLABUS GENERICO TEORIA DE RELACIONES INTERNACIONALES III CCP-600 CCP-500 80 horas 80 0 4 Asignatura: Código: Requisito: Carga Horaria: Horas Teóricas Horas Practicas Créditos: I. OBJETIVOS GENERALES DE LA ASIGNATURA. El objetivo del curso de Teorías de Relaciones Internacionales en sus tres semestres, es buscar que el alumno tenga una base de conocimiento que le permita entender las teorías o corrientes de Relaciones Internacionales y la forma de actuar de los Estados dependiendo de estas teorias. Asimismo, se intenta brindar una visión clara de las influencias que les ha tocado dar a las diferentes ideologías, las cuales han dado lugar a comportamientos determinados por los países en cada etapa de la historia del mundo. Por otro lado, también se busca que los estudiantes dominen las teorías de Relaciones Internacionales, a fin de que las mismas les permitan planificar un método de análisis del comportamiento internacional, a fin de desarrollar nuestra propia estrategia y alternativas de acción III. PROGRAMA ANALITICO UNIDAD I: Tema 1. Enfoques Teóricos de las Relaciones internacionales UNIDAD II: Tema 2. Teoría de la Toma de Decisiones UNIDAD III Tema 3. Teoría de Interdependencia Tema 4. Teoría de la integración Internacional, Regionalismo y Cohesión de las alianzas 4.1 Teoría Funcionalista 4.2 Teoría Neo Funcional Tema 5. Los Regimenes Internacionales Unidad IV Tema 6. Teoría de las imágenes y percepciones 3 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS UNIDAD V Tema 7. Teoría Realista y el enfoque del Poder Unidad VI Tema 8 Teorías de Juegos Aplicadas a la negociación internacional UNIDAD VII Tema 9. Teoría Sistémica de las Relaciones Internacionales Tema 10. Orden Internacional Teorías Reflectivistas 1.1 Teoría Crítica 1.2 Teoría Feminista 1.3 Teoría Normativa 1.4 Teoría Sociológica Histórica 1.5 Teoría Post moderna Tema 2: Formulaciones Teóricas Latinoamericanas Contemporáneas 2.1. 2.2 2.3 2.5 2.6 2.7 2.8 2.9 2.10 2.11 2.12 2-13 Fuentes Doctrinarias y epistemológicas del pensamiento latinoamericano Integración y Cooperación Internacional Teoría del Desarrollo enfoques de la Dependencia Dependencia y desarrollo en América Latina Aplicación modélica centro-periferia en la perspectiva de Ferrer Actualidad del pensamiento Cepalino: críticas y vigencia De la negación Latinoamericana al reconocimiento del norte Rasgos Permanentes del Estructuralismo Latinoamericano Neoliberalismo Critica Neoliberal al cepalismo Neoliberalismo y relaciones internacionales: el retorno del Leviatan III. BRIGADAS UDABOL. Las Brigadas están destinadas a incidir de manera significativa en la formación profesional integral de nuestros estudiantes y revelan las enormes potencialidades que presenta esta modalidad de la educación superior no solamente para que conozcan a fondo la realidad del país y se formen de manera integral, sino, además, para que incorporen a su preparación académica los problemas de la vida real a los que resulta imperativo encontrar soluciones desde el campo profesional en el que cada uno se desempeñará. 4 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS El trabajo de las Brigadas permite que nuestros estudiantes se conviertan a mediano plazo en verdaderos investigadores, capaces de elaborar y acometer proyectos de desarrollo comunitario a la vez que se acostumbren a trabajar en equipos interdisciplinarios o multidisciplinarios como corresponde al desarrollo alcanzado por la ciencia y la tecnología en los tiempos actuales. La ejecución de diferentes programas de interacción social y la elaboración e implementación de proyectos de desarrollo comunitario derivados de dichos programas confiere a los estudiantes, quienes son, sin dudas, los más beneficiados con esta iniciativa, la posibilidad de: - Desarrollar sus prácticas pre-profesionales en condiciones reales y tutorados por sus docentes con procesos académicos de enseñanza y aprendizaje de verdadera “aula abierta” - Trabajar en equipos, habituándose a ser parte integral de un todo que funciona como unidad, desarrollando un lenguaje común, criterios y opiniones comunes y planteándose metas y objetivos comunes para dar soluciones en común a los problemas. - Realizar investigaciones multidisciplinarias en un momento histórico en que la ciencia atraviesa una etapa de diferenciación y en que los avances tecnológicos conllevan la aparición de nuevas y más delimitadas especialidades. - Desarrollar una mentalidad, crítica y solidaria, con plena conciencia de nuestra realidad nacional. 5 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS ACTIVIDADES A REALIZAR VINCULADAS CON LOS CONTENIDOS DE LA MATERIA TAREAS TEMA(S) PROPUESTAS QUE CON LOS LUGAR DE ACCIÓN FECHA PREVISTA SE RELACIONA Participación activa y Consulado de Chile, coordinada en la visita de los Unidad III: tema 4, 5, 6 Consulado alumnos a consulados de la los diferentes Argentina, Consulado y Dirección del Brasil y Oficina Regional de Cancillería Regional de Cancilleria en la Prefectura del Departamento Prácticas reales sobre Unidad I: . Santa aplicación de los conocimientos UnidadII: Unidad Cruz de la Sierra, ciudad capital adquiridos el análisis de las RRIOI Participación en la IV Jornadas Unidad I, II, III, UTEPSA Latinoamericanas de Historia de Relaciones Internacionales Participación y organización de Unidad I,II,III Oficina Regional actividades con el Instituto de Cancilleria de Relaciones Internacionales de Santa Cruz Viaje a Chile al VI Encuentro de Unidad I,II,III Historiadores e Iquique - Chile Intelectuales 6 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Bolivia – Chile IV.- EVALUACION DE LA ASIGNATURA Procesual o Formativa A lo largo del semestre se realizaran exposiciones, work papers, lectura de obras, DIF además de otras actividades en aula: también se contaran los trabajos en campo de las brigadas en los diferentes eventos de historia. Todos ellos se evaluaran sobre 50 puntos De Resultados de los Procesos de Aprendizaje o Sumativa Se realizaran dos evaluaciones parciales con contenido teórico y práctico. La evaluación final consistirá en un examen escrito y en la presentación de documentos resultantes del trabajo practico V BIBLIOGRAFIA Forteza, Roxana. Apuntes Sobre Teorías de Relaciones Internacionales. Ed. Alar. Santa Cruz, Bolivia 2005. Bernal – Mesa, Raúl. América Latina en el Mundo: El pensamiento latinoamericano y la teoría de relaciones internacionales. Nuevohacer. Grupo Editora Latinoamericano. 1ed. Buenos AiresArgentina 2005. VI. CONTROL DE EVALUACIONES. 1° evaluación parcial Fecha: Nota: 7 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS 2° evaluación parcial Fecha: Nota: Examen final Fecha: Nota: APUNTES 8 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS VII.- PLAN CALENDARIO SEMANA 1ra. 2da. 3ra. 4ta. 5ta. 6ta. 7ma. 8va. 9na. 10ma. 11ra. 12da. 13ra. 14ta. 15ta. ACTIVIDADES ACADÉMICAS Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia Avance de materia OBSERVACIONES Tema I Tema I Tema II Tema II Tema III Primera Evaluación Tema IV Tema V Tema VI Tema VII Tema VII Tema VIII Segunda Evaluación Tema IX Tema X Tema XI Tema XII 16ma. Evaluación final Presentación de Notas 17va. Evaluación final Presentación de Notas 18na. Evaluación del segundo turno Presentación de Notas 9 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD WORK PAPER # 1 UNIDAD O TEMA: Unidad I, tema I TITULO: Las relaciones cívico-militares en tiempo de conflicto armado: teoría y práctica FECHA DE ENTREGA: PERIODO DE EVALUACIÓN: Primera Evaluación.- Las relaciones cívico-militares en tiempo de conflicto armado: teoría y práctica La relación entre las actividades humanitarias y las actividades militares, así como la cooperación entre quienes las despliegan, ocupan un lugar destacado en el actual debate internacional sobre la gestión de situaciones de crisis. En término generales, hay que congratularse por los cambios que hoy hacen posible que las organizaciones militares y las organizaciones humanitarias actúen de manera concertada y coordinen sus respectivas actividades en relación con un creciente número de conflictos. Junto con una participación más frecuente de las fuerzas militares en la gestión de situaciones de crisis desde finales de la guerra fría, se observa una tendencia política a ampliar el ámbito de las actividades de las misiones militares. Ello merece detenida consideración y análisis. Las denominadas operaciones multidimensionales de consolidación de la paz pueden abarcar tareas de índole civil y humanitaria, e incluso concentrarse en ellas. Esta extensión podría desembocar en relaciones potencialmente problemáticas e incluso competitivas entre las organizaciones militares y las organizaciones humanitarias; pero más grave aún sería que llegue a difuminarse la frontera entre la acción humanitaria y la acción militar, pues podría verse socavado el concepto mismo de acción humanitaria, que es la piedra angular de las actividades y del cometido del CICR. La Comisión Independiente sobre Kosovo resume diáfanamente el problema en un reciente informe, señalando que la misión humanitaria fundamental de proteger la vida y la seguridad de la población civil está precisamente sitiada en una intervención militar, y se interroga sobre cómo podrían las organizaciones humanitarias entablar relaciones de trabajo más estrechas y continuas con las organizaciones militares sin poner en entredicho su misión. [1] El CICR considera que la presencia simultánea de organizaciones humanitarias y de fuerzas de mantenimiento o de imposición de la paz en situaciones de conflicto armado o de violencia interna, exige un enfoque complementario en dos vertientes: por un lado, la contribución a la solución política del conflicto en la cual se tengan en cuenta las causas subyacentes de éste, y por otro, la mitigación del sufrimiento de la población civil provocado por la crisis. Los principios fundamentales de imparcialidad, neutralidad e independencia que sustentan la labor del CICR reflejan esta necesaria distinción entre acción política –de la cual se deriva la acción militar– y la 10 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS acción humanitaria, que debiera estar exclusivamente determinada por las necesidades de las personas afectadas por los conflictos. En el seno de la OTAN, la Unión Europea (UE) y las Naciones Unidas se observa una significativa evolución que tendrá consecuencias de peso para las relaciones cívico-militares. La OTAN está estableciendo nuevas unidades de asuntos civiles y modificando su doctrina sobre Cooperación cívico-militar. La Unión Europea estableció recientemente varios comités para tratar de los aspectos civiles y militares de la gestión de situaciones de crisis. Se prevé que para el 2003 esté lista para funcionar una "fuerza de reacción rápida" mayoritariamente europea (60.000 efectivos) para cumplir con las denominadas "misiones de Petersberg", relativas a "misiones humanitarias y de rescate, misiones de mantenimiento de la paz, y misiones en que intervengan fuerzas de combate para la gestión de crisis, incluidas las misiones de restablecimiento de la paz", de conformidad con el artículo 17 del Tratado de la Unión Europea. Aún no se ha determinado en detalle las acciones que esas misiones podrán llevar a cabo. Las Naciones Unidas, a su vez, están examinando los cauces para poner en práctica las recomendaciones formuladas en el Informe Brahimi, de agosto del 2000, en el cual se examinan en detalle varios aspectos de las operaciones de mantenimiento de la paz [2]. En el informe se exhorta a la adopción de un enfoque más amplio e integrado en el mantenimiento de la paz, de manera que se tengan presente los aspectos humanitarios de las misiones de esa índole. La finalidad del presente artículo es examinar esos acontecimientos, así como plantear y analizar las principales opciones abiertas al CICR en los planos estratégico y operativo. A la luz de estas consideraciones, trazaremos un panorama general de la postura del CICR con respecto a las relaciones y a la cooperación entre la Institución y las misiones militares internacionales. En este artículo, las referencias a la participación militar en las actividades humanitarias aluden exclusivamente a la participación de fuerzas militares multinacionales en situaciones asociadas a conflictos armados. No trata de la participación militar en la prestación de ayuda humanitaria en caso de desastres naturales o tecnológicos, ni de la intervención de las fuerzas armadas nacionales con fines humanitarios. La función de las fuerzas militares en la gestión de crisis posteriores a la guerra fría En el transcurso del último decenio, se han combinado varios factores que guardan relación entre sí para alentar una mayor participación militar en la gestión de situaciones de crisis. Todos estos factores se derivan del fin de la guerra fría. Ÿ Reformas al interior de las fuerzas armadas - En varios países las fuerzas armadas se encuentran en fase de transición. Dado que hoy el riesgo de una agresión externa ha disminuido de manera significativa, el tradicional énfasis en la defensa territorial se ha desplazado en cierta medida a otras funciones, incluidas las operaciones de apoyo a la paz, como se suele denominar a las misiones militares en situaciones de conflicto, y de ayuda de urgencia en caso de catástrofes naturales. Así, los Estados estudian diversas modalidades para aprovechar la capacidad militar en nuevas tareas. El envío de fuerzas armadas a regiones en crisis y la asignación de actividades humanitarias a las fuerzas armadas se considera, por lo menos en ciertas situaciones, una opción viable e incluso deseable, que aporta a las fuerzas armadas una nueva y adicional finalidad. Ÿ La cambiante naturaleza de los conflictos - La evolución geopolítica en los últimos diez años ha provocado un nuevo tipo de conflicto. El fin de la guerra fría puso término a una serie de guerras atizadas por terceros, pero también incrementó la vulnerabilidad de los Estados débiles a 11 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS disturbios internos y, en algunos casos, llevó a la desintegración de éstos en Estados fallidos, desgarrados por enfrentamientos armados entre una horda de núcleos de poder locales. Una de las facetas más inquietantes de estos nuevos conflictos es que, muy a menudo, las personas civiles ya no se ven "atrapadas en medio del fuego cruzado" sino que deliberadamente son blanco de ataques debido a su identidad como miembros de determinado grupo de la sociedad. El alto precio que ha honrado la población civil y la desestabilización de regiones enteras han determinado la creciente necesidad de la intervención militar para restablecer la paz y la seguridad. Ÿ Evolución de la función del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas - El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha adquirido nueva importancia. Existe hoy mayor probabilidad que durante la guerra fría de que los Miembros permanentes lleguen a un consenso en favor de la intervención militar atendiendo a razones humanitarias, o por lo menos, de que se abstengan de hacer uso de su derecho de veto en tales circunstancias. Ello ha aportado un mayor margen de maniobra no sólo en el mantenimiento de la paz sino también en la imposición de la paz. Particularmente desde la Guerra del Golfo librada en 1991, el Consejo de Seguridad ha ampliado el ámbito de lo que considera "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión", conforme al sentido del artículo 39 de la Carta de las Naciones Unidas. De esta manera, se ha ocupado de guerras civiles y emergencias como las de Irak, Somalia, Angola, Liberia, la República Centroafricana, la antigua Yugoslavia y Timor Oriental. Al sopesar opciones para la gestión de situaciones de crisis, la labor humanitaria aparece como una esfera respecto de la cual los Estados pueden lograr consensos con mayor facilidad que con respecto a una intervención de índole política o exclusivamente militar. Un indicio de esta tendencia se observa en la cada vez más asidua inclusión de la palabra "humanitario" en resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a las repercusiones de la guerra. Sometidos a presión por parte de la opinión pública –sustentada por los medios de comunicación–, los órganos políticos suelen tener la impresión de que "algo se debe hacer" al respecto. Ÿ A comienzos del decenio de 1990, las Naciones Unidas, en particular en su Programa de Paz, avanzaron el postulado de que en adelante no sería posible disociar las cuestiones humanitarias del más amplio problema de la paz y la seguridad [3]. Con esta consideración presente, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas intenta dar cabida a problemas de carácter humanitario, atendiendo a su dimensión y a sus eventuales repercusiones. Ÿ Estas consideraciones y sus consecuencias han llevado a las Naciones Unidas a concebir un enfoque integrado y han repercutido en la tendencia a combinar la acción militar y la acción humanitaria en el mantenimiento de la paz. Evolución del mantenimiento de la paz Ÿ De manera tradicional, las operaciones de mantenimiento de la paz se han sujetado a los principios del consentimiento (entendido como el consentimiento de las partes beligerantes para la ejecución de la operación en cuestión), y del recurso a la fuerza únicamente en caso de legítima defensa. Las misiones de esta índole han abarcado la vigilancia y la supervisión del cumplimiento de acuerdos de cesación del fuego y de armisticio, la observación en zonas fronterizas, el establecimiento de zonas de separación entre beligerantes, la asistencia en el retiro de tropas, y la vigilancia u organización de elecciones. Algunas de estas operaciones, que en su totalidad se han emprendido previa invitación de Gobiernos soberanos, han incluido tareas de orden humanitario, a nivel local y como medida auxiliar (Golán, Sahara Occidental, Gaza, Chipre, Congo, etc.). Ello no ha conllevado, sin embargo, una estrecha relación con las organizaciones humanitarias, que a 12 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS menudo no realizaban actividades en la misma región o mantenían apenas una presencia limitada allí. Ÿ Ante la aparición de nuevos tipos de conflictos particularmente mortíferos entre facciones beligerantes dentro de un mismo Estado, el concepto de operaciones de mantenimiento de la paz comenzó a evolucionar durante el decenio de 1990. A raíz de la intervención en el norte de Irak en 1991, y más específicamente luego de la caída del gobierno de Somalia a fines de ese año, vieron la luz por vez primera las operaciones de imposición de la paz. Estas operaciones surgieron ante acontecimientos que no constituían necesariamente amenazas para la seguridad internacional, pero que sí justificaban una intervención a tenor del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas (imposición de la paz) con el fin de resolver una "crisis humanitaria". Mediante su resolución 794 (Somalia), el Consejo de Seguridad amplió la noción de "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión" para incluir la intervención con el propósito de prestar asistencia humanitaria. Ÿ El desplazamiento del concepto operacional hacia un concepto de imposición de la paz ha coincidido, pues, con la participación más directa de las fuerzas militares en las actividades de índole humanitaria. De hecho, algunas de las tareas encomendadas al personal de mantenimiento de la paz (por ejemplo, la entrega de suministros de socorro) han dejado de ser claramente distintas del trabajo humanitario. En ciertos casos, esta confusión de responsabilidades se ha visto agravada por la falta de claridad de los objetivos políticos de las operaciones de mantenimiento y de imposición de la paz y la deficiente definición de los cometidos para tales operaciones. Ÿ Desde un inicio, el CICR se percató del peligro de integrar los esfuerzos humanitarios en un proceso político y, por ende, de su politización. Por consiguiente, hizo falta reafirmar la necesidad de que las gestiones políticas destinadas a la resolución de conflictos (y el apoyo militar requerido) estén claramente diferenciadas de la acción humanitaria, que no puede estar en modo alguno subordinada a los objetivos políticos de las operaciones de mantenimiento de la paz. Por esta razón, a comienzos del decenio de 1990, el CICR empezó a abogar por el concepto de un espacio humanitario, esto es, un espacio para la acción humanitaria neutral e imparcial en medio de un conflicto. Ÿ En la ejecución de cometidos más amplios en relación con los conflictos armados, las fuerzas de las Naciones Unidas han debido abordar problemas completamente nuevos tales como los relativos a los métodos y medios de combate, la detención de prisioneros y la protección de la población civil. Surgió, pues, como preocupación, la aplicabilidad de derecho internacional humanitario a las fuerzas de mantenimiento de la paz. Ello indujo al CICR y a la Secretaría de la ONU a elaborar, con el asesoramiento de antiguos jefes de misiones de mantenimiento de la paz, líneas directrices en la materia para las misiones militares de las Naciones Unidas. [4] Ÿ A mediados del decenio de 1990, una serie de trágicos fracasos en el mantenimiento de la paz, en particular en Mogadischo, Kigali y Sebrenica, empañaron el entusiasmo de los Estados miembros de las Naciones Unidas por una participación en ese tipo de operaciones de imposición de la paz. El mantenimiento de la paz en el seno de las Naciones Unidas entró en una nueva fase caracterizada por una renuencia general y una mermada voluntad política. Como corolario del desvanecimiento de las ambiciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, uno de los principales desafíos para las organizaciones humanitarias –particularmente en el continente africano– ha sido la tendencia a que la ayuda humanitaria figure como un substituto de la acción política y militar en el contexto de operaciones de mantenimiento de la paz, con el consiguiente riesgo de confusión entre los cometidos y las funciones de índole humanitaria y política. Los nuevos esfuerzos encaminados a intensificar el mantenimiento de la paz en el plano regional (por ejemplo bajo el ECOMOG en Sierra Leona) no han bastado para compensar esta difundida pérdida de entusiasmo. Mientras ocurrían estos cambios, la OTAN incursionó en la esfera del mantenimiento de la paz a 13 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS raíz de la firma del acuerdo de Dayton, en 1995. La Fuerza de Estabilización (SFOR) en BosniaHerzegovina, que sucedió a la Fuerza de Implementación (IFOR) en diciembre de 1996, y la Fuerza de Paz en Kosovo (KFOR) son, con creces, las "operaciones de apoyo a la paz" en curso de mayor envergadura (con más de 22.000 soldados de la SFOR y cerca de 40.000 soldados de la KFOR). Con adecuada dotación de personal y recursos, y la asignación de firmes mandatos, estas misiones cuentan con los elementos necesarios para el éxito. Se presentan como extraordinarios laboratorios de ensayo para las relaciones cívico-militares en un momento en el cual, como se señaló anteriormente, el alcance y la modalidad de la participación militar son asuntos de fundamental importancia en las deliberaciones internacionales sobre la gestión de crisis. A veces se hace referencia a las misiones que las Naciones Unidas ( UNMiBH y UNMIK) y la OTAN (SFOR, KFOR) llevan a cabo en los Balcanes y a varias de las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en curso, como operaciones de la "tercera generación" o de "consolidación de la paz". Estas se asemejan mucho más a las misiones de mantenimiento de la paz originales (pues gozan del consentimiento general de las partes), aunque añaden un nuevo elemento, puesto que contribuyen a la reconstrucción del Estado y de las estructuras sociales. Así, por ejemplo, mediante la resolución 1029 (1995) del Consejo de Seguridad, se confirió a la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Ruanda una función directa en la repatriación de los refugiados hutu. En Bosnia, la SFOR participa, en distinta medida, en actividades como la supervisión de las fuerzas de policía, el establecimiento de nuevas estructuras administrativas, el arresto de criminales de guerra, la supervisión de elecciones, la reconstrucción de puentes y caminos, la remoción de minas, y el restablecimiento de la infraestructura. En Kosovo, la KFOR ejecuta tareas similares atendiendo a su mandato predominantemente orientado a la "consolidación de la paz", al igual que la Fuerza Internacional en Timor Oriental (UNTAET). Labor humanitaria desplegada por fuerzas militares En cierto sentido resulta paradójico que durante el último decenio, en varias situaciones trágicas en las cuales surgió la crucial necesidad del recurso a la fuerza militar para restablecer la paz en vista del derrotero que tomaban los conflictos, las fuerzas militares –en cumplimiento de los cometidos asignados por sus respectivas autoridades políticas– participaron en mayor medida en actividades de carácter eminentemente humanitario. El ejemplo más destacado de ello es la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas en Bosnia (UNPROFOR). En situaciones de hostilidades que no han cesado, la labor humanitaria que despliegan las fuerzas militares trae aparejada peligros de distinto orden: Ÿ las fuerzas en cuestión corren el riesgo de ser consideradas partes en el conflicto, o de convertirse, de hecho, en partes en él. Si el cumplimiento de su misión exige el uso de la fuerza, la acción humanitaria puede quedar en entredicho. Existe, asimismo, la tentación de hacer que la asistencia humanitaria esté supeditada al cumplimiento, por parte de los beligerantes, de las condiciones políticas fijadas por órganos políticos; Ÿ la participación en actividades humanitarias podría desviar a los militares de su objetivo primordial: existe el peligro real de que se use a los soldados para tratar los síntomas y no la enfermedad. Esta es tal vez la principal preocupación del CICR, en particular el riesgo de que el concepto de acción humanitaria imparcial quede socavado ante los beligerantes. Esta preocupación emana no tanto de los límites de la participación militar en la acción humanitaria per se sino más bien del efecto de "contagio" que podría conllevar para las actividades humanitarias civiles, puesto que una asociación –real o aparente– con misiones militares podría incidir en la apreciación de la población 14 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS en cuanto a la neutralidad de los trabajadores humanitarios civiles, en la medida en la que ya no son –o ya no se los considera– "personas inocentes" sino potenciales partes en el conflicto. La amalgama de cometidos conlleva el riesgo de que se considere a los trabajadores humanitarios como enemigos y, por lo tanto, pone en peligro su seguridad personal. En contraposición, sin embargo, cabe considerar con menos reservas la función "humanitaria" de las fuerzas militares en situaciones postconflictivas. En las situaciones en que se ha restablecido la paz o esté en curso un proceso de estabilización (Camboya, después de los acuerdos de París, y Bosnia, después de Dayton), la prestación de asistencia militar directa plantea menos problemas al no existir riesgo de que se identifique o de que se confunda a los soldados como miembros de una u otra de las partes en conflicto (pues las partes en cuestión habrán dado su consentimiento para la presencia de la fuerza de mantenimiento de la paz). No obstante, cabe señalar que incluso en estas situaciones, la imagen de una acción humanitaria que guarde vínculos demasiado estrechos con una acción militar puede plantear problemas si se reanudan las hostilidades. Un ejemplo particularmente patente fue la gestión de la crisis de Kosovo por parte de la OTAN en 1999, que dejó a la comunidad internacional cavilando acerca del doble papel de unas fuerzas armadas que simultáneamente participaban en la guerra y en la asistencia humanitaria. Mientras los aviones de combate atacaban blancos en Yugoslavia, la misma alianza militar dedicaba ingentes recursos para proveer sustento a los refugiados que llegaban a Macedonia y Albania. Aunque en esas circunstancias se aprobó el uso de la logística militar para brindar asistencia a cientos de miles de refugiados, también provocó desasosiego con respecto a la militarización de la ayuda humanitaria. Además, surgió el temor de que con ello se sentaran precedentes para que los Gobiernos asignaran recursos para la prestación de socorro por parte de los militares en detrimento de los cauces civiles. Debate en materia de política Dos argumentos –relacionados con el presente debate sobre políticas– parecen ganar adeptos: Ÿ La mayor contribución que pueden aportar las fuerzas militares a la acción humanitaria es el restablecimiento del orden y de la seguridad, que ayudará a crear un entorno propicio para las actividades humanitarias, al tiempo que se abordan las causas de la crisis. Si bien se reconoce que los militares podrían desempeñar una función humanitaria de una u otra manera, las misiones humanitarias no deberían ser nunca la principal razón para el despliegue de tropas. Tampoco debieran utilizarse como la hoja de la higuera que encubre la inercia política. Ÿ La misión humanitaria puede tener repercusiones en la dinámica de un conflicto. Como se ha observado a menudo en los últimos años, esta actividad puede contribuir a generar condiciones favorables para la solución de un conflicto, pero también puede prolongarlo inintencionadamente. Es, asimismo, evidente que los problemas de índole humanitaria que surgen de manera conexa a los conflictos no lo hacen de forma espontánea, y que el origen de los conflictos se sitúa ante todo en problemas de índole política, social, económica, étnica o ideológica. Como se señala inclusive en un documento del Grupo Especial de Tareas sobre Mantenimiento de la Paz de la OTAN, la caracterización de una crisis como humanitaria, no debe velar las causas políticas de la crisis. [5] Estos argumentos proporcionan terreno firme para una discusión sobre las políticas relativas a las relaciones entre las organizaciones humanitarias y las fuerzas militares. Ÿ En el plano normativo - Un reciente análisis de la situación, en particular tras el fracaso de la UNPROFOR, ha dado lugar a una nueva circunspección en los círculos militares cuando se trata de su participación en la labor humanitaria. Así, en la doctrina revisada de la OTAN sobre la cooperación cívico-militar se declara la intención de la organización de adherir al dogma de la "primacía de la misión", conforme a la cual el aspecto militar de una misión deberá prevalecer en 15 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS toda circunstancia sobre cualquier acción humanitaria. Según comentara el general Briquemont, los militares no pueden ocupar el lugar de las organizaciones humanitarias que cuentan con objetivos, métodos y pericia propios; resultando a todas luces vano intentar superar el trabajo del CICR o del ACNUR. [6] A raíz de una intensificación de los contactos entre las misiones militares y las organizaciones humanitarias, los militares son cada vez más conscientes de la naturaleza específica de la acción humanitaria. En la mentalidad de quienes planifican y están al mando de las misiones en los Balcanes, tanto sobre el terreno como en la sede de la OTAN, parece que vuelve a imponerse la noción de que un soldado debe dedicarse en primer lugar y ante todo a desempeñar su papel fundamental. En el plano político, sin embargo, existe, como se señaló más arriba, una marcada tendencia a definir políticas para una participación más directa de las fuerzas militares en las tareas civiles y humanitarias. Aunque el "marco estratégico" de las Naciones Unidas en Afganistán es aún un experimento inconcluso y ha generado cierto escepticismo, este concepto, que se aplica en este momento con mejores resultados en Kosovo y Timor Oriental, podría con el tiempo servir como medio para integrar, en una fase temprana, dentro de una estrategia política global, las exigencias de todos los interesados, ya sean éstas de carácter político, militar o de otra índole, con la asociación de la comunidad humanitaria. Además, con regularidad se plantea la reforma de las Naciones Unidas y de las organizaciones regionales con miras a alentar una mayor participación de las organizaciones humanitarias en las esferas políticas y de solución de conflictos dentro del proceso de adopción de decisiones. En el plano operacional - Aún cuando el panorama parezca despejarse en lo que hace a la doctrina militar, podrían subsistir problemas a nivel operacional entre las organizaciones humanitarias y las organizaciones militares. Se observan redoblados intentos para lograr un acercamiento entre las organizaciones humanitarias y las fuerzas militares sobre el terreno, en particular mediante el apoyo militar directo a la labor humanitaria. El desafío para las organizaciones humanitarias reside en crear un contexto en el cual el ámbito de la acción humanitaria quede claramente diferenciado de la acción militar, de manera que los esfuerzos humanitarios puedan beneficiarse de la ventaja de una cooperación más estrecha con las fuerzas militares. En Bosnia-Herzegovina, por ejemplo, el ACNUR y la SFOR han establecido un sistema de estrecha coordinación en virtud del cual existe personal de enlace y asesores militares adscritos a las oficinas que mantiene el ACNUR a nivel local y regional. La razón para ello estriba en la vital importancia que concede el ACNUR a la seguridad en sus actividades, en particular en el apoyo que se brinda a los refugiados y a las personas desplazadas, y en el cometido explícito conferido a la SFOR por parte de la comunidad internacional para que participe en la ejecución de aspectos civiles del plan de paz. Cooperación cívico-militar - La cooperación cívico-militar, un concepto al que hemos hecho alusión en el presente debate, merece particular atención. Tradicionalmente, los militares han utilizado esta noción para referirse a la obtención de apoyo para su misión por parte de la población civil (la OTAN la define como una función de apoyo al combate). En la actualidad, la cooperación cívicomilitar se interpreta ampliamente como una interfaz entre los militares y la población civil, incluidas las organizaciones humanitarias. No obstante, sigue siendo un concepto bastante amplio bajo el cual los distintos contingentes de la OTAN desplegados en la zona de los Balcanes, por ejemplo, 16 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS llevan a cabo una gran variedad de tareas que van del mero enlace con la población civil y las autoridades al acopio de información –corriente y de servicios de inteligencia– y abarcan incluso actividades humanitarias. Así pues, toda referencia a la cooperación cívico-militar debe hacerse con cautela. Sea cual fuere la interpretación que se conceda a este concepto, éste expresa ante todo y fundamentalmente una función militar. Por consiguiente no es una expresión afortunada para describir las relaciones del CICR con las fuerzas militares, ni para describir las funciones de un delegado cuyo papel esencial consista en el enlace con las fuerzas militares. El riesgo inherente a la cooperación entre civiles y militares reside en que podría inducir a los militares a sobrepasar los límites de su cometido (militar) y concentrarse más en actividades humanitarias que en tareas de paz y seguridad. Esferas de cooperación entre las organizaciones humanitarias y las fuerzas militares Dos razones primordiales dictan el interés de los militares en no verse completamente apartados de la acción humanitaria: Ÿ Los militares consideran que, independientemente de la naturaleza de una operación militar, un factor clave para el éxito de ésta reside en establecer y mantener buenas relaciones con la población local. Así, aunque los militares no consideran la participación en la labor humanitaria como una tarea principal, si estiman que se trata de una actividad auxiliar comprendida dentro del objetivo más amplio de la "aceptación de una misión". Los responsables de la doctrina militar a veces expresan este parecer respecto de la acción humanitaria. Ÿ Según una opinión difundida entre los militares, independientemente de su cometido, la población local esperará que el personal de mantenimiento de la paz ayude a satisfacer sus necesidades, particularmente en situaciones en las cuales las organizaciones humanitarias por sí solas no dan abasto. Existe también el marcado deseo por parte de algunos Gobiernos de promover una imagen positiva de su participación militar en operaciones de mantenimiento de la paz destacando el carácter humanitario de esas misiones. En un reciente artículo sobre las relaciones cívicomilitares, se señala que la imagen de un soldado con un niño en brazos le granjeará a éste en su país de origen más simpatía de la que pudiera suscitar la cobertura de casi todas las acciones militares en que ese soldado participe. En una era en la cual los medios de comunicación (el denominado "factor CNN") juegan un papel predominante en la configuración de la política exterior, los Gobiernos podrían verse tentados a alentar la directa participación de los soldados en las operaciones humanitarias. [7] Conviene tener debidamente en cuenta este factor político en el debate acerca de la cooperación cívico-militar. Diferentes niveles y mecanismos de coordinación En las deliberaciones sobre la relación entre la acción humanitaria y la acción militar suele insistirse en la necesidad de contar con mecanismos de coordinación. Cabe reconocer que en ciertas ocasiones han ocurrido graves incidentes de seguridad debido a la falta de coordinación. En el compendio de opiniones y experiencias sobre aspectos humanitarios del mantenimiento de la paz de la OTAN (Compendium of Views and Experiencies on Humanitarian Aspects of 17 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Peacekeeping), se describe la cooperación entre las organizaciones civiles y las organizaciones militares como la concertación de un mutuo entendimiento con miras a esclarecer las responsabilidades de los distintos actores, reducir la superposición de esfuerzos, evitar la dilapidación de recursos y alcanzar un esfuerzo unificado. [8] Estructuras para la cooperación operacional - En general, los militares establecen cuanto antes mecanismos de coordinación para la crisis que les ocupa. No obstante, resulta menos clara la función de estos mecanismos y su utilidad formulada las loables, aunque ambiguas, declaraciones de intención sobre la duplicación de esfuerzos. Si bien se reconoce la necesidad de un enfoque más "holístico" –esto es, más abarcador– de la gestión de las crisis, con una mejor coordinación a nivel operacional, parecería que los diversos partícipes pueden tener no sólo opiniones diferentes sino opuestas sobre la modalidad de cooperación. Los militares tienden a asumir que, al ser responsables de la seguridad, les incumbe desempeñar la función principal en la coordinación de las operaciones. Coordinación a la que aspira el CICR: hacerlo mejor, por separado - El CICR se muestra un tanto reticente a una estrecha coordinación de sus actividades con las de las fuerzas militares. Esta renuencia a una excesiva participación en actividades conjuntas se explica en virtud del cometido, los principios y la "cultura" institucional particulares del CICR. Dos argumentos operacionales fundamentan esta actitud. Los militares pueden tornarse parte del problema y no de la solución Así ocurrió, por ejemplo, en Somalia, en 1992. Además, nos equivocaríamos en suponer que las tropas desplegadas bajo la bandera de las Naciones Unidas (la OTAN, el ECOMOG, etc.) son forzosamente más respetuosas del derecho internacional humanitario que las partes en conflicto. Todo afán del CICR en velar por la aplicación del derecho internacional humanitario en las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se debe considerar dentro de ese contexto. En cierta medida, este empeño ha portado frutos puesto que bajo el título "Respeto del derecho humanitario internacional por las fuerzas de las Naciones Unidas" se publicaron las directivas formuladas al respecto por el Secretario General, el 6 de agosto de 1999. [9] Sin embargo, varios Estados miembros del Comité Especial de Operaciones de Mantenimiento de la Paz ponen aún en tela de juicio la aplicabilidad de estas directrices y las Naciones Unidas hasta ahora se han mostrado bastante cautelosas en la utilización de éstas con fines de formación. Ÿ Los militares podrían necesitar del CICR como intermediario neutral Así ocurrió en Somalia, donde los delegados del CICR visitaron a personas detenidas por la UNISOM II y a prisioneros del General Aidid. Más recientemente, el CICR se hizo presente para brindar asistencia a soldados de las Naciones Unidas capturados por el Frente Unido Revolucionario (RUF) en Sierra Leona, y en la actualidad efectúa visitas a detenidos bajo custodia de la KFOR en Kosovo. El CICR plantea reiteradamente el argumento arriba expuesto. Trabajo de servicios de inteligencia y comunicación - Las fuerzas armadas de las Naciones Unidas se encuentran bajo la creciente presión de quienes configuran sus mandatos para que intercambien información con las organizaciones civiles y humanitarias, en gran medida como resultado de las críticas contra la UNOSOM y la UNAMIR por su incapacidad para compilar sistemáticamente información militar y política. Cabe preguntarse en qué medida debiera el CICR beneficiarse de la información dimanante de fuentes militares y, en sentido contrario, qué tipo de información podría proporcionar el CICR a los militares llegado el caso. El Grupo de Tareas sobre 18 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Mantenimiento de la Paz de la OTAN insiste en la importancia de la transparencia, sin la cual la tensión entre los componentes políticos, militares, humanitarios y de otra índole de una relación cívico-militar llevaría inevitablemente a la confusión y a la incomprensión en determinados momentos. La OTAN es consciente de que un elemento fundamental en el establecimiento de un mecanismo de trabajo para la coordinación entre las fuerzas militares y todas las demás organizaciones reside en el mutuo intercambio de información. No obstante, un obstáculo para ello podría ser la reticencia que demuestran ciertos organismos y organizaciones para comunicar información o recabar información de servicios de inteligencia. [10] De manera general, el acopio de información es un asunto medular en la relación entre la labor humanitaria y el trabajo militar. Conforme suelen expresarlo a veces los militares, "un oficial es en primer lugar y ante todo un oficial de servicios de inteligencia". Pero para el CICR, la confidencialidad es, naturalmente, un factor limitante cuando se trata de proporcionar información. En general los militares comprenden y aceptan esta actitud. Escoltas armadas ¿Deberían los militares proporcionar escoltas armadas para los organismos humanitarios? La comunidad humanitaria está dividida frente a esta pregunta. El punto de vista del CICR, que ha sido objeto de debates en varias ocasiones en los últimos años –en particular a la luz de su experiencia en Somalia– es que esta organización no debiera recurrir a escoltas armadas, ni siquiera a la protección de soldados de las Naciones Unidas. La preocupación del CICR en cuanto al uso de escoltas armadas se relaciona básicamente con una cuestión de imagen: se podría considerar al personal del CICR como aliado de alguno de aquellos que portan armas, impresión que podría poner en entredicho su propia seguridad, así como –y quizás más importante– la seguridad de las personas a quienes el CICR en principio debe ayudar. Podría también establecer un peligroso precedente contrario a la idea fundamental de la Cruz Roja. Cabe recordar que, el año 1995, en la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se aprobó la resolución "Principios y acción en la asistencia internacional humanitaria y en las actividades de protección" que, como norma general, excluye el recurso a la protección armada de las operaciones humanitarias. Las directrices, que contemplan también las circunstancias excepcionales bajo las cuales se podría solicitar protección armada, tienen carácter vinculante para todos los componentes del Movimiento. [11] No obstante una clara postura en materia de política en cuanto al uso de escoltas armadas, determinadas circunstancias excepcionales pueden justificar un distanciamiento del principio de abstención del uso de escoltas armadas, como ha ocurrido en el Cáucaso septentrional donde al CICR no le ha restado más opción que aceptar la protección armada proporcionada por las fuerzas de seguridad rusas para salvaguardar y posibilitar el movimiento de sus delegados. Un asunto distinto es la protección armada de las instalaciones y del equipo del CICR por parte de fuerzas de mantenimiento de la paz o de personal de seguridad. Durante varios años se ha establecido esta protección en situaciones en que se ha considerado indispensable. El propósito de esta protección es primordialmente colocar bienes y propiedad a buen resguardo de bandoleros y delincuentes. Ello no debería socavar la percepción de que el CICR es neutral e imparcial. Utilización de recursos militares para operaciones humanitarias 19 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS El CICR hizo amplio uso de equipo militar en varias situaciones de emergencia durante el decenio de 1980 y comienzos del decenio de 1990. Entonces había adoptado una postura relativamente flexible con respecto al uso de recursos militares, a saber que no existía fundamento dogmático suficiente para excluir esta posibilidad, siempre y cuando el CICR ejerciera control directo sobre esos recursos. Por ejemplo, en los puentes aéreos organizados en favor de Etiopía en 1985 y 1988, se emplearon mayoritariamente aviones militares proporcionados por las fuerzas armadas de Suecia, Gran Bretaña, Bélgica, Canadá, Alemania, Unión Soviética y Polonia. En varias operaciones de emergencia los militares han prestado también invaluables servicios a las organizaciones humanitarias asumiendo el control del uso del espacio aéreo y de las pistas de aterrizaje. El CICR, sin embargo, se muestra cada vez más precavido con respecto al uso de recursos militares en sus operaciones (salvo los servicios arriba mencionados), en particular debido al uso simultáneo de naturaleza distinta que pudiera darse a estos recursos en un conflicto. Conforme señalara Rafael Olaya, "en ciertos lugares, dentro de perímetros geográficos idénticos, los recursos militares se han utilizado de manera simultánea en actividades de imposición de la paz, de mantenimiento de la paz, y en actividades humanitarias. Como consecuencia de ello, el CICR se ha mostrado en los últimos años más cauteloso en cuanto al uso de recursos militares en sus operaciones dentro de esos contextos. En Somalia, se tornó prácticamente imposible para el CICR utilizar aeronaves militares que habían transportado equipo militar el día anterior, o lo harían al día siguiente, en el marco de la consecución de los objetivos de imposición de la paz”. [12] No obstante esas experiencias, el CICR no ha excluido por completo el uso de recursos militares, en particular cuando las circunstancias en las que se ofrecen sean favorables para el desenvolvimiento de su labor, o cuando no se pueda disponer de recursos civiles comparables. Formación Tanto las organizaciones humanitarias como los militares concuerdan en que la incompatibilidad cultural es con frecuencia uno de los principales obstáculos para la cooperación eficiente, aunque, como Hugo Slim ha observado, "las organizaciones militares y las organizaciones humanitarias se encuentran de muchas maneras tan vinculadas como distanciadas por sus raíces comunes en la guerra". Hace notar que tanto el acto de morir por su país como el acto de salvar vidas son considerados acciones nobles. Una gran diferencia estriba, sin embargo, en que mientras para los soldados en general es sencillo y éticamente aceptable demostrar una faceta humanitaria en ciertas ocasiones, lo contrario (esto es, que el personal humanitario participe en actividades militares) es mucho menos plausible. [13] En la mayoría de conferencias y seminarios prácticos sobre relaciones cívico-militares se plantea como tema reiterado y prominente el afán por tender puentes entre dos culturas esencialmente diferentes. Según señalara Joelle Jenny, un ejército y una organización humanitaria trabajan con lógicas fundamentalmente diferentes. Mientras los soldados responden a líneas de mando y a conjuntos de reglas y órdenes operacionales claros, el personal que presta asistencia suele tener mentalidad independiente y goza de considerable poder de decisión sobre el terreno. [14] Existe creciente consenso sobre la necesidad de preparar la coordinación antes de que surjan los conflictos, mediante una mejor capacitación que brinde a los militares la oportunidad de conocer la forma en que los trabajadores humanitarios realizan sus tareas y familiarice a éstos con el enfoque militar. El conocimiento y el respeto de los respectivos cometidos pueden contribuir a evitar malentendidos. Además, la formación es un medio para fomentar el carácter predecible de las situaciones. Este es un aspecto importante para los militares, para quienes el mundo de la acción humanitaria es el reino de una asombrosa diversidad. 20 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS La formación anticipada también brinda una oportunidad adicional para difundir, entre los miembros de las fuerzas armadas nacionales, el conocimiento del derecho internacional humanitario, y en especial de las consecuencias particulares para las operaciones de mantenimiento de la paz. De manera análoga, tanto las Naciones Unidas como los Gobiernos debieran promover el conocimiento de las líneas directrices sobre el derecho internacional humanitario formuladas por el Secretario General de las Naciones Unidas. Diversos funcionarios del CICR participan en distintos cursillos de esta índole en los cuales presentan ponencias sobre el derecho internacional humanitario y aspectos operacionales o conceptuales de la labor de la organización. También han tomado parte en algunos de los cada vez más numerosos ejercicios militares que abordan las relaciones cívico-militares. Conclusión En síntesis, se puede discernir tres políticas entre las cuales ha oscilado el CICR en los últimos años. Aislamiento En el caso del CICR, consiste en atrincherarse detrás de los Principios Fundamentales del Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y del cometido que desempeña a tenor del derecho internacional humanitario y, por consiguiente, evitar todo contacto con los militares a nivel operacional. Se trata a todas luces de una postura insostenible, en particular cuando las Naciones Unidas despliegan una fuerza de mantenimiento de la paz que actúa en el contexto de la misma crisis que el CICR. El CICR no puede meramente guardar distante reserva frente a lo que hacen los militares (y otras organizaciones humanitarias), con la esperanza de que las partes beligerantes y todos los demás sectores a los que atañe la crisis comprendan su enfoque y sus principios. La esencia misma de su cometido obliga al CICR a fomentar las relaciones con todos los sectores implicados en un conflicto armado. Proselitismo En el caso del CICR, ello supone un intento por congregar a todas las organizaciones humanitarias bajo el estandarte de sus principios, haciendo que la neutralidad, la imparcialidad y la independencia se conviertan en el fundamento de toda acción humanitaria. La pregunta reside en saber si se ajusta a la realidad, e incluso si es deseable, el hecho de pretender "vencer" en el debate sobre la naturaleza fundamental de la acción humanitaria. La transformación del personal de las Naciones Unidas, por ejemplo, en una forma de acción humanitaria estrictamente neutral sería una empresa tan vana como presuntuosa, puesto que sería contraria a la naturaleza intrínseca de las Naciones Unidas. Para los organismos humanitarios de las Naciones Unidas, la neutralidad supondría independencia frente al resto del sistema y, por ende, con respecto a su propio marco político e institucional. Aún cuando desearan distanciarse de los aspectos políticos de una crisis, los organismos de las Naciones Unidas a los cuales compete la acción humanitaria no disponen ni de los medios institucionales, ni jurídicos, para hacerlo. Además, incluso si estos organismos humanitarios lograran disociarse, por ejemplo de las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, las partes en conflicto sin duda les recordarían que integran la misma organización. En el concepto de las personas en general, es prácticamente imposible disociar por completo las operaciones militares de las 21 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS actividades inspiradas por principios humanitarios cuando ambas se ejecutan bajo la bandera de las Naciones Unidas. Estaría igualmente reñido con la realidad que el CICR intentase convertir a las organizaciones no gubernamentales en adeptos de sus principios y de su cultura institucional puesto que son libres de escoger su propio punto de vista. Conviene, asimismo, preguntarse si el proselitismo no actuaría, en última instancia, en detrimento del mensaje del CICR según el cual el empeño humanitario debe mantenerse por completo separado de los motivos políticos. Ecumenismo El ecumenismo –política que preferimos– es una suerte de tercera vía, por la que de hecho ha optado con frecuencia el CICR. De manera más clara se reconoce que existe una tendencia hacia la cooperación más estrecha entre la acción humanitaria y la acción militar, en particular en el contexto de las Naciones Unidas, dentro de la cual se intenta dar cabida y no doblegar o ignorar esa cooperación, y por lo tanto se sitúa a medio camino entre el "control de daños" y la "participación constructiva". El CICR debiera hacer gala de tolerancia ante otros enfoques y resistir la tentación de creer que exclusivamente su política humanitaria es la correcta. Las diferencias en cuanto a percepción plantean desafíos conceptuales para el CICR, a saber para determinar cuál es la esencia de la acción humanitaria y cuál es apenas una opción pragmática en virtud del contexto. La opinión que prevalece entre las organizaciones humanitarias, por ejemplo, es que el principio único y absolutamente fundamental de la acción humanitaria es la imparcialidad. Expresado de otra manera, únicamente la parcialidad en la determinación de los beneficiarios y de la manera en la cual se les brindará ayuda parece estar en franca contraposición con la idea per se de la acción humanitaria. El CICR debiera declarar su disposición a cooperar con las fuerzas militares y con otras organizaciones humanitarias, preservando su identidad institucional. Cabe reconocer que resulta equívoca la idea que sitúa por un lado la labor humanitaria "pura" y neutral representada por el CICR y, por otro, la acción humanitaria politizada e incluso tal vez la acción militar –que dista de ser humanitaria o neutral–. En lugar de ello, observamos: (1) la acción humanitaria que se inclina de manera sistemática hacia la neutralidad; (2) la acción humanitaria que adquiere un cariz más o menos neutral dependiendo de las circunstancias; y (3) los militares, a quienes ante todo incumbe el restablecimiento de la paz y de la seguridad y cuya misión es tributaria de decisiones con motivación política. Cuando de salvar vidas se trata, se debe adoptar un enfoque pragmático. No es inconcebible que en determinadas situaciones los militares puedan estar en mejores condiciones que el CICR para llevar a cabo ciertas tareas humanitarias. Su función (militar) en el ámbito humanitario debiera, sin embargo, ser siempre subsidiaria. El término que debiera regir estas complejas relaciones es la complementariedad. Sección 2 Líneas directrices del CICR para la cooperación cívico-militar Contexto general El punto de partida del CICR en la definición de sus relaciones con los militares son los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja al igual que las disposiciones pertinentes del derecho internacional humanitario. Estos sitúan el contexto general para la naturaleza y el alcance de esa relación. 22 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS El CICR trabaja independientemente de cualquier objetivo de índole política o militar. Sus actividades abarcan no apenas la asistencia a las víctimas de los conflictos armados y de la violencia interna sino –y fundamentalmente– la protección de éstas, atendiendo tanto al derecho como a los principios humanitarios. Los tres aspectos que se puntualizan a continuación son importantes para el CICR. Tratan de la respectiva naturaleza de la intervención militar y de la acción humanitaria del CICR, así como de la relación entre ambas y de las posibilidades para una cooperación. Ÿ El objetivo de la acción humanitaria del CICR no es la resolución de conflictos sino la protección de la dignidad y de la vida humanas. Las actividades humanitarias del CICR no pueden en modo alguno estar supeditadas a objetivos y consideraciones de orden político o militar. Ÿ El objetivo primordial de las misiones militares multinacionales, desde el punto de vista del CICR, debiera consistir en establecer y mantener el orden y la seguridad, y facilitar la resolución global del conflicto. Ÿ El CICR debe preservar su independencia de acción y decisión, sin dejar de mantener estrechas consultas con las misiones militares internacionales que se encuentren desplegadas en la misma zona de operaciones. La consulta debe darse en cada fase, tanto en el plano estratégico como operacional. Ÿ En el seno del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el CICR pretende ejercer una función central en lo que hace a las políticas y a los aspectos operacionales de las relaciones cívico-militares en tiempos de conflicto armado. En particular, ha formulado directivas claras para las relaciones entre las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que actúan como "Sociedades Nacionales de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja participantes" (esto es, que contribuyen a la ejecución de una operación de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja en suelo extranjero) y los contingentes militares de sus respectivos países. En caso de que esa relación resultara problemática en lo que atañe al respeto de los Principios Fundamentales del Movimiento, el CICR adoptará las medidas que correspondan, de conformidad con los Estatutos del Movimiento [15] y con el Acuerdo de Sevilla [16] La cooperación en la práctica Diálogo con los responsables militares y políticos de la adopción de políticas y decisiones El CICR pretende trabar y sostener un diálogo con los círculos políticos y militares donde se formulan las políticas que rigen la intervención militar en las emergencias derivadas de conflictos armados. El adelanto del diálogo entre los organismos y las dependencias competentes de las Naciones Unidas, la OTAN y la Unión Europea es objeto de particular atención. El objetivo fundamental de ese diálogo es promover la visión que tiene el CICR de la acción humanitaria y, de ser necesario, fomentar y mantener contactos de utilidad para la cooperación operacional y para impulsar el respeto del derecho internacional humanitario. Además, el CICR también busca ese diálogo fuera del mundo occidental, especialmente en regiones donde existe el marcado deseo de conferir un carácter regional al mantenimiento de la paz. Cooperación operacional con las fuerzas de mantenimiento de la paz 23 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Siempre que resulta factible, el CICR promueve contactos con miras al intercambio de información pertinente, en particular en situaciones en las cuales lleva a cabo actividades en la misma zona de operaciones que las fuerzas militares. Cuando procede, el CICR asigna a uno o más responsables para ocuparse del enlace con el mando militar sobre el terreno y a otras personas que, en la sede, asumen idénticas funciones respecto del mando militar supremo de que se trate. El CICR mantiene igualmente contacto con las autoridades políticas y militares pertinentes, exhortándolas a la clara determinación del cometido de las fuerzas de mantenimiento de la paz en lo que a las consecuencias humanitarias de ese se refiere, de manera que se obvie toda ambigüedad con relación al cometido y a la función del CICR. Intenta cerciorarse, en particular, de que la acción militar no vulnere el carácter imparcial, neutral e independiente de su trabajo. Se empeña, asimismo, en velar por el respeto del derecho internacional humanitario por parte de las misiones militares internacionales. Sin recurrir como norma (que puede ser dispensada en casos excepcionales) a la protección armada para sus operaciones, incluidos los convoyes de suministros de socorro, el CICR acoge con beneplácito todo esfuerzo que inviertan las misiones militares internacionales para crear un entorno seguro para las actividades humanitarias [17]. Protección de equipo e instalaciones del CICR por guardias armados El CICR no excluye el recurso a guardias armados para la protección de su equipo y sus instalaciones en situaciones en las cuales se considere indispensable tal protección (por ejemplo, en medio de intensa criminalidad). No obstante, las repercusiones que pudieran conllevar tales medidas en cuanto a la imagen de la neutralidad y de la imparcialidad del CICR son objeto de evaluación regular. Utilización por parte del CICR de recursos militares o de la defensa civil En general, el CICR ejerce cautela en el uso de recursos militares o de la defensa civil, considerando que la necesidad, y no la disponibilidad, debe dictar tal opción. El CICR no objeta la utilización de esos recursos por parte de otras organizaciones humanitarias, siempre y cuando ello no entorpezca sus propias actividades. Cuando el CICR usa esos recursos (porque se ofrecen en condiciones que aportan una clara ventaja, o porque no se dispone de recursos civiles comparables), se cerciora de que esta decisión no perjudique la imagen de neutralidad e imparcialidad de que goza y de que guarde consonancia con la estrategia y los principios operacionales. Contribución del CICR a la formación A través de cursillos sobre el derecho internacional humanitario y los principios básicos que rigen la acción humanitaria, el CICR aspira a ejercer influencia en la formación de personal militar asignado a misiones militares en el extranjero o a participar directamente en ella. Con este propósito, forja y mantiene relaciones institucionales directas con las academias militares y demás establecimientos que imparten formación a personal civil y militar para tales misiones. Establece la dimensión de la cooperación que estima apropiada según las circunstancias, en una gama que va desde las contribuciones puntuales hasta la cooperación formal a largo plazo (como en el caso del programa iniciado con SHAPE). 24 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS El CICR también se empeña en aprovechar sus programas de formación para familiarizar a su personal con los distintos aspectos de las misiones militares internacionales y los diferentes conceptos de la cooperación cívico-militar que se aplican en el terreno. Participación del CICR en conferencias y relación entre acción militar y acción humanitaria Mediante su dinámica participación en conferencias multilaterales y de otra índole que tratan de la relación entre la acción militar y la acción humanitaria, el CICR aspira a promover su enfoque del manejo de crisis y a compartir la experiencia operacional que ha adquirido. Busca también desarrollar y mantener una red de contacto entre quienes se ocupan de asuntos relacionados con la seguridad internacional. La participación del CICR en acontecimientos de esta naturaleza depende de la posibilidad que se le brinde para contribuir a las deliberaciones o del interés que tenga para la organización el tema que se proponga examinar. Participación del CICR en ejercicios de adiestramiento militar El CICR participa –de manera selectiva– en ejercicios de adiestramiento militar cuando se le invita a hacerlo y cuando el propósito de esos ejercicios sea servir de cauce para la formación en el manejo militar de crisis que abarque la relación entre el sector humanitario y el sector militar. En estas ocasiones, la meta es dar a conocer mejor el cometido y las actividades del CICR y divulgar el conocimiento del derecho internacional humanitario. La contribución del CICR debiera comenzar en la fase de planificación. Se concede prioridad a los ejercicios internacionales. Notas 1. Kosovo Report of the Independent International Commission on Kosovo, 108. Oxford University Press, 2000, p. 2. Examen amplio de toda la cuestión de las operaciones de mantenimiento de la paz en todos sus aspectos, Doc. ONU A/55/305-S/2000/809, 21 de agosto de 2000. 3. Un Programa de Paz, Informe del Secretario General, Doc. ONU A/47/277-S/24111, 17 de junio de 1992. 4. "Respeto del derecho humanitario internacional por las fuerzas de las Naciones Unidas", Boletín del SG de la ONU, DOC- ST/SGB/1999/13. 5. Compendium of Views and Experiences on Humanitarian Aspects of Peacekeeping, Grupo Especial de Tareas sobre Mantenimiento de la Paz de la OTAN, 1999. 6. Seminario CICR/UNPROFOR, 23 de febrero de 1995. 7. Joelle Jenny: "Civil-military cooperation in complex emergencies: How far can we go?" (próxima publicación). 8. Op. cit. (nota 5). 9. Loc. cit. (nota 4). 25 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS 10. Op. cit. (nota 5). 11. Texto publicado en la Revista Internacional de la Cruz Roja, Nº 133 edición en español, enerofebrero de 1996, p. 72. Véase en particular el párrafo G.2.c). 12. Seminario de capacitación sobre la paz, Pretoria, 21 de noviembre de 1995. Traducción CICR. 13. Citación de Tim Laurence, "Humanitarian asistance and peacekeeping: An uneasy alliance", Whitehall Papers Series, 1999. Traducción del CICR. 14. Op.cit. (nota 7). 15. Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, 1986. 16. Acuerdo sobre la organización de las actividades internacionales de los componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, 26 de noviembre de 1997, publicado en la Revista Internacional de la Cruz Roja, Nº 145, edición española, marzo de 1998, pp. 173-191. 17. Véase nota 11. CUESTIONARIO 1. Analice el rol de las organizaciones civiles humanitarias con las fuerzas militares en la gestión de situaciones de crisis 2. ¿Que acciones esta tomando la OTAN con respecto a la Cooperación Cívico – Militar 3. ¿Que son las Misiones de Petersberg? 4. ¿En que consiste el Informe Brahimi de agosto del 2000? 5. ¿Cuales son las reformas en las fuerzas armadas? 6. ¿Cual es la naturaleza de los conflictos actuales? 7. ¿Como ha evolucionado la función del Consejo de Seguridad de la ONU? 8. ¿Como ha evolucionado el mantenimiento de la paz? 9. ¿Cuales son los argumentos en torno de la política de la acción civil – militar? 10. ¿Que es Ecumenismo? 26 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD WORK PAPER # 2 UNIDAD O TEMA: Unidad I, tema I TITULO: Epistemología de Kant en Clauzewitz FECHA DE ENTREGA: PERIODO DE EVALUACIÓN: Primera Evaluación.- 1. Introducción 2. La antinomia de la razón pura 3. Guerra absoluta y guerra real 4. Clausewitz accede a Kant 5. Conclusión 6. Notas 1. Introducción Podemos decir con Hessen (1) que la filosofía es un intento del espíritu humano para llegar a una concepción del universo mediante la autorreflexión sobre sus funciones valorativas teóricas y practicas. La Epistemología es una parte de la Filosofía, a saber, la teoría del conocimiento científico, diferenciable de la filosofía como teoría de los valores y la filosofía como teoría del universo. Lo específico del conocimiento científico es la explicación científica. De toda investigación científica se espera que se produzca no sólo una descripción de los aspectos particulares del objeto de estudio, sino que proporcione un conocimiento de lo que preside su funcionamiento: su surgimiento, su modo de existencia, su desarrollo y su desaparición o reemplazo por una superior o inferior y otros atributos o condiciones. Se espera por sobre todo que un producto científico exponga leyes generales que comprendan el comportamiento de los objetos de la experiencia, en nuestro caso, histórico-social. Buscamos demostrar que el Libro Primero de la obra "De la Guerra" que es la autorreflexión de Karl von Clausewitz sobre las guerras que pudo conocer por la Historia y las que presenció y actuó en su época (1780-1831), pudo utilizar un método propio de la filosofía, con el objeto de descubrir sus leyes generales ( que no "inmutables") para ser usadas por los estadistas políticos y militares en el futuro (escribe: "..mi ambición ha sido escribir un libro que no sea olvidado en dos o tres años y que toda persona interesada en este tema seguramente tomará más de una vez"). Ese 27 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS método parece obtenerlo de sus conocimientos de la Filosofía de Kant , ignorando – al menos en su obra- que el pensador alemán postulaba en el campo de la guerra todo lo contrario de él, esto es, la posibilidad de la paz perpetua entre los estados (2). 2. La antinomia de la razón pura De los muchos aportes filosóficos de Immanuel Kant (1724-1804) y su gran influencia sobre la llamada filosofía trascendental, cuyas raíces contemporáneas se encuentran en los movimientos autodenominados neokantianos, nos interesa su concepción de la razón pura. A su juicio, la manera de alcanzar la verdad pura (en el sentido fuerte, de racionalmente absoluta) requería del develamiento de los dos polos contradictorios que la ocultaban. Sus ejemplos más conocidos e incluídos en los numerosos textos de Historia de la Filosofía, son las siguientes cuatro "tesis" y sus "antítesis": Tesis 1: el mundo ha tenido un comienzo en el tiempo y se halla comprendido entre límites. Antítesis 1:el mundo no ha tenido ningún comienzo en el tiempo ni reconoce límites en el espacio, sino que es infinito en ambas dimensiones. Tesis 2:toda sustancia compuesta del mundo se compone de partes simples y nada hay que no sea simple o lo compuesto de lo simple Antítesis 2: ninguna cosa compuesta del mundo se compone de partes simples y no existe nada simple. Tesis 3: la causalidad según leyes no es la única con la que se podría explicar en su conjunto los fenómenos del mundo. Para su explicación es necesario suponer además una causación de libertad. Antítesis 3; no existe ninguna libertad, pues todo en la naturaleza ocurre a tenor de sus leyes. Tesis 4: el mundo requiere algo que, como parte suya o como su causa, es un ser absolutamente necesario Antítesis 4:no existe en general ningún ser absolutamente necesario, ni en el mundo ni fuera de él, como causa suya (3 ) Kant estima que al establecer cualquier división principal entre los intereses humanos o los ideas deductivas, e incluso entre los elementos racionales y animales (o mecánicos) de la conducta humana, el principio de la división debe ser establecido de la manera más tajante y más extrema posible, como si pudiera haber (aunque en realidad no haya) conducta totalmente racional o conocimiento totalmente desprovisto de contenido sensible. Una vez que el principio de división ha sido establecido de una manera inequívoca, ya pueden considerarse todos los factores que parezcan modificarlo en casos particulares ( 4 ) 3. Guerra absoluta y guerra real La dicotomia clausewitziana principal – a la manera de Kant- se encuentra en el Capítulo 1 del libro 1, entre los enunciados 1 y 10 (5). Veamos: 28 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS 1)"La guerra es un acto de violencia cometido para obligar a nuestro adversario a cumplir nuestra voluntad" 2)" (en su " elemento" o en su esencia) la guerra no es sino un duelo difundido, entre dos contendientes, cada uno de los cuales trata de derribar a sus adversarios, haciéndolo así incapaz de posterior resistencia". 3)"Como el empleo de la violencia física en modo alguno excluye el empleo de la inteligencia, resulta que quien recurre a la fuerza pródigamente..encuentra que tiene ventaja sobre aquel que la usa con menos vigor." 4) "De ahí que, como en la guerra cada parte trate de dominar a la otra, sobrevenga una acción recíproca que debe aumentar en extremo". Y, por este motivo, 5) "Desarmar o destruir al enemigo...o amenazar con hacerlo...siempre debe ser la meta de la guerra". Esta es la idea de Clausewitz de la Guerra Absoluta. Pero en los segundos enunciados tenemos: 6)"La guerra es un acto político... y también un efectivo instrumento político, una continuación del comercio político y la ejecución de éste por otros medios" 7) "En ninguna circunstancia debe considerarse la guerra algo independiente. La política se entrelaza con la acción total de la guerra y debe ejercer una influencia continua sobre ella..." 8)Las guerras deben diferir en carácter, según los motivos y las circunstancias a los que obedecen". 9) "El paso inicial, más grande y más decisivo de un hombre de Estado o de un General consiste en entender el tipo de guerra en que interviene, y en no tomarlo por algo distinto, o en no desear que fuese algo distinto de lo que, dadas las circunstancias, es posible que sea." 10) "La guerra...es una magnífica trinidad,compuesta por la violencia original de sus elementos, del juego de probabilidades y de suerte que hacen de ella una actividad libre del alma y de su naturaleza subordinada como instrumento político, respecto del cual pertenece al dominio de la razón". De esta forma Clausewitz presenta su idea de la Guerra Real o de la "Guerra concebida como un Instrumento Político". Afirma: "Vemos por lo tanto que desde el principio, la facultad absoluta o teórica, como se le llama, no encuentra en parte alguna base segura en los cálculos del arte de la guerra. Desde el comienzo existe un juego de posibilidades, de buena y mala suerte, que aparece en todos los hilos, grandes o pequeños de su trama y hace que de todas las ramas de la actividad humana, sea la guerra la que más se asemeje a un juego de naipes" (Número 22 del Capítulo 1) 4. Clausewitz accede a Kant El principal biógrafo en inglés (que tradujo a este idioma por primera vez Vom Kriege) el Coronel J.J. Graham, afirma que Karl von Clausewitz asistió a las conferencias sobre Kant dadas por el Profesor Kiese wetter, mientras se hallaba en la Escuela de Guerra de Berlín. La idea de Guerra Absoluta aparece de hecho explicada (aunque no nombrada así) en un ensayo que escribe en 1804, Estrategia. Sus biógrafos señalan sus particulares gustos juveniles por la lectura, que lo proveyeron de un nivel cultural poco común para su edad, lo que habría constituído una ayuda para su paso de Gefreikorporal de la Infantería Prusiana a oficial cadete de la nueva Escuela de Guerra de Berlín. La oficialidad alemana en la cual se distinguió nuestro autor, estaba influenciada por el pangermanismo nacionalista alemán, en particular Federico Schiller y Hegel. Tenían acceso al pensamiento naciente sobre el Estado moderno (Hobbes, Locke y Rousseau, principalmente) y se discutía en las escuelas militares y los estados mayores estas influencias y el pensamiento kantiano. Von Clausewitz era parte de ella, llegando a ser Jefe del Estado Mayor y Director Administrativo de la Escuela de Guerra de Berlín. Entre sus mentores militares, se destacan Henrich von de Berenhorst(autor entre otras obras de "Consideraciones sobre el arte de la guerra, sus progresos, sus contradicciones y su confiabilidad") y Gerad von Schanhorst, ambos conocidos como generales "filósofos". Su participación como Ayudante del Príncipe Augusto de Prusia y 29 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS como consejero en tratados internacionales, facilitaron que su avidez intelectual lo llevara a acceder a los debates filosóficos de la época (5).. Estos son algunos de los antecedentes que lo impulsan a proponerse la empresa no emprendida a cabalidad en el mundo occidental (su antecesor más brillante según sus comentaristas sería Antoine Henri de Jomini, autor de "Tratado de las grandes operaciones militares", de 1805) de teorizar la guerra. Se trata, en suma de pensar filosóficamente el enfrentamiento armado para obtener su esencia y sus leyes generales. No resulta improbable, entonces, que como la mayor parte de los filósofos de la época, busque en los métodos de sus pares más avezados que él, aquel que le permita aproximarse mejor a su objeto de estudio. La "idea en sí" o antípoda (tesis) de la razón pura, lo lleva a descubrir la Guerra Absoluta. La antítesis le permite vislumbrar la otra antinomia, esto es, el acto bélico sujeto totalmente a la política, al azar, a las virtudes del comandante, a la formación social, etc. O sea, lo contrario de lo Absoluto, la limitación "total" de su posibilidad extrema. No se trata como han postulado algunos comentaristas militares (el más enconado es el General J.C.Fuller, en su libro "La dirección de la guerra", Luis del Caralt Editor,Barcelona,1965) de una reflexión disparatada e inconexa, o como señalan sus críticos civiles (ver, por ejemplo, el libro de W.B.Gallie,"Philosophers of Peace and War.Kant,Clausewitz,Marx,Engels and Tolstoy",Cambridge University Press,London,1978),carente de status epistemológico y científico. La aprehensión con metodología kantiana le permite utilizar la dialéctica (hegeliana y panhelénica) para demostrar que la tendencia general de la guerra es a la ascención a los extremos, pero que los condicionamientos histórico-sociales y políticos y el decurso de las acciones militares, requieren un permanente análisis por parte de los comandantes y las autoridades políticas para conseguir los objetivos, que limitan dicha ascensión. 5. Conclusión Karl von Clausewitz tuvo acceso a la filosofía alemana en general y al pensamiento de Immanuel Kant. Sus maestros militares, también. En su exposición fundamental contenida en el capítulo 1 del Libro primero, utiliza la antinomia de la razón pura de Kant, para extraer su idea de la Guerra Absoluta y su opuesto, la imposibilidad de que exista sin trabas .Ello le permite en el desarrollo de la obra en su conjunto, proponer un entendimiento de la esencia de la guerra y de sus leyes generales, esto es, un saber científico. Esto no descarta que su observación histórica de las Guerras Napoleónicas haya tenido un papel central en su concepción de la Guerra "total". 6. Notas (1)Hessen, Johannes. Teoría del conocimiento Editorial Losada, Buenos Aires (29 Ed.),1996 (2)En: Bouthoul, Gaston. La guerra Col. "Qué sé", Número 44, Barcelona, 1971. (3) Dilthey, Wilhem .Historia de la Filosofía Fondo de Cultura Económica. Reimpresión en Chile, 1993. Para una versión en las fuentes, ver: KANT .Crítica de la razón pura Editorial Porrúa, México 1996, p. 204 y siguientes.Una atinada y sugerente exposición del pensamiento kantiano se encuentra en : Heidegger,Martin Kant y el problema de la metafísica, Fondo de Cultura Económica ,México, 1966.Una exposición de su Moral, se encuentra en su texto Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, Colección Austral, Espasa Calpe, XII Ed., Madrid, España, 1996. (4)Utilizamos la conocida Edición de Editorial Diógenes, México , de 1977. Estudiosos alemanes nos han llamado la atención sobre los errores de traducción, que se prestan a graves confusiones. En la página 2 (número 2 de Clausewitz), donde dice "objetivo",es zweck, que es objetivo políitico, y donde dice "propósito" es ziel, que quiere decir objetivo militar. (5)Engelbert, Ernest "Karl von Clausewitz en su época". En: Clausewitz en el pensamiento marxista, Siglo XXI, México ,1979 . 30 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS CUESTIONARIO 1. 2. 3. 4. 5. Explique la idea de la Guerra Absoluta de Clasewitz. Explique lo opuesto de la Guerra Absoluta ¿Que es la antinomia de la razón pura? Difiera de la posición de Clasewitz a través de la teoría critica Utilice un punto de la antinomia de la razón pura y explíquela a través de una teoría de Relaciones Internaciones PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD WORK PAPER # 4 UNIDAD O TEMA: Unidad I, tema II TITULO: Dialéctica de la Dependencia FECHA DE ENTREGA: PERIODO DE EVALUACIÓN: Segunda Evaluación.- Dialéctica de la dependencia Ruy Mauro Marini Con la expansión comercial en el siglo XVI y el capitalismo naciente en América Latina se desarrolla en estrecha consonancia con la dinámica del capitalismo internacional. Las relaciones de Latinoamérica con los centros alistas europeos se insertan en una estructura definida de la división internacional del trabajo, que determinará el curso del desarrollo anterior de la resida. Es a partir de entonces que se configura la dependencia, que no es otra que la relación de subordinación entre naciones totalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliado de la dependencia. Las relaciones internacionales de América Latina desempeñan un papel importante en la formación de la economía capitalista mundial; esto explica el surgimiento de la gran industria que se establece en bases sólidas. La división internacional del trabajo, el fuerte incremento de la clase obrera industrial y, en los servicios de los países industriales, no hubiera podido tener lugar si estos no hubieran contado con los medios de subsistencia de origen agropecuario, proporcionados en forma considerable por los países latinoamericanos. Lo que profundizó la división del trabajo y especializa a los países industriales. 31 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS La función de América Latina no se redujo a esto, sino le agregarían a contribuir a la formación del mercado de materias primas, cuya importancia crece en función del mismo desarrollo industrial, pero mas allá de facilitar el crecimiento, la participación de América en el mercado mundial contribuirá a que el eje de la acumulación pase a depender más del aumento de la capacidad productiva del trabajo que simplemente de la explotación del trabajo. Sin embargo, el desarrollo de la producción latinoamericana permite a la región contribuir a éste cambio cualitativo en los países centrales, se daba fundamentalmente con base en una mayor explotación del trabajador. En la medida en que la mayor productividad se acompaña efectivamente de una plusvalía relativa, esto significa que se desciende el valor del capital, es decir, que se eleva la composición valor del capital. Sin olvidar que lo que determina la cuota de la plusvalía no es la productividad del trabajo en sí, sino el grado de explotación del trabajo, lo que quiere decir, la relación del tiempo de trabajo excedente y el tiempo de trabajo necesario. La plusvalía relativa está ligada indisolublemente, a la desvalorización de salarios. Siendo América Latina quien desempeña un papel significativo en el aumento de la plusvalía relativa en los países industriales. El proceso mediante el cual América Latina contribuyó a incrementar la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia en los países industriales implica para ello efectos rigurosamente opuestos y lo que aparecía como un mecanismo de compensación a nivel del mercado de hecho un mecanismo que opera a nivel de la producción interna. América Latina es llevada a reproducir en su seno las relaciones de producción que se encontraban en el origen de la formación de ese mercado, y determinaban su carácter y su expansión. Sin embargo, este proceso América Latina debió hacerlo mediante una acumulación fundada, en la superexplotación del trabajo. En esta contradicción radica la esencia de la dependencia latinoamericana. La producción latinoamericana no depende para su realización de la capacidad interna de consumo, la tendencia natural del sistema será la de explotar al máximo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocuparse de crear las condiciones para esto. La economía exportadora: es una formación social basada en el modo capitalista de producción, que acentúa hasta el límite de contradicciones que le son propias. En este proceso de industrialización productiva en América Latina, no llega nunca a conformar una economía industrial, sino que fue una actividad subordinada a la producción y explotación de bienes primarios que constituían el centro vital del proceso de acumulación. La industrialización latinoamericana se da de distinta manera. Esta no pasa su propia demanda preexistente, y se estructura en función de los requerimientos de mercado precedente de los países avanzados. La economía industrial dependiente reproduce en forma específica la acumulación de capital basada en la superexplotación del trabaja CUESTIONARIO 1. Que importancia tiene América Latina en la formación de las economías capitalistas? 2. explique las diferencias entre la plusvalía relativa y la plusvalía industrial? 3. En que contradicción radica la dependencia latinoamericana? 32 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS 4. Por que América latina no llega a conformar una economía industrial? PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD WORK PAPER # 5 UNIDAD O TEMA: Unidad II, tema IV TITULO: Política Exterior del Brasil FECHA DE ENTREGA: PERIODO DE EVALUACIÓN: Segunda Evaluación.Por: Muniz Bandeira Luego de un período de crecientes dificultades entre Brasil y Estados Unidos, en el curso de las décadas de 1970 y 1980, Fernando Collor de Melo (1990-1992), el primer presidente de la República electo por voto directo desde 1960, prometió que su visita a Washington, en 1991, marcaría el fin de una “fase amadorística (sic) y romántica” en las relaciones de los dos países. Se empeñó en vaciar lo contencioso, que había, e inició la desregulación y liberalización de la economía, haciendo diversas concesiones a los Estados Unidos, cediendo y concediendo, sin exigir reciprocidad. Su sucesor, Itamar Franco (1992-1995), con inclinación nacionalista, moderó el discurso y la práctica liberalizante del gobierno de Collor de Mello, al mismo tiempo en que trató de contener la inflación y estabilizar la moneda, mediante la ejecución del Plan Real. Fernando Henrique Cardoso, su sucesor, asumió la presidencia de la República en 1995, con la pretensión de revitalizar la agenda Brasil-Estados Unidos, “sin las incomprensiones del pasado”. Reconoció las divergencias que existían como “propias de los relacionamientos caracterizados por la amplitud de intereses recíprocos”1 y, a través del diálogo, procuró sobreponer a lo contencioso bilateral cotidiano una agenda más abrangente, incluyendo la “creciente democratización de las relaciones internacionales”. A lo largo de sus dos mandatos (1995-1999 y 1999-2003), procuró ajustar los objetivos de Brasil a los intereses de los Estados Unidos, o sea, al nuevo orden internacional unipolar, de modo de facilitarle la inserción, armoniosamente, en el proceso de globalización económica y permitirle la obtención de un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. La adhesión al TNP, al Régimen de control de Tecnología de Misiles (MTCR) y a otros tratados asimétricos y discriminatorios, como la Organización Mundial de Comercio (OMC), que consagraban la predominancia de los Estados Unidos y de las potencias ricas y nucleares, constituirían aspectos destacables de tal esfuerzo. Mientras tanto, la adopción de políticas económicas neoliberales, como consecuencia de la renegociación de la duda externa y de las condicionantes establecidas por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Mundial, tales como reducción del Estado, a través de la privatización, desregulación y reforma institucional, así como la manutención de un régimen de 33 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS tasas fijas o semi-fijas de cambio, en general, sobrevaluado, aumentaron enormemente la vulnerabilidad externa de Brasil, sobretodo a partir de 1999. La privatización, o mejor, la extranjerización de las empresas estatales, de los sectores de la telefonía y energía eléctrica entre otros, con la entrega de su control a los capitales extranjeros, fue uno de los aspectos más perversos de las políticas neoliberales, pues, al no contribuir en nada en el aumento de las divisas de exportación, estas empresas, desnacionalizadas, pasaron a presionar la balanza de pagos, agravando el desequilibrio, con la transferencia de lucros para sus matrices en el exterior. El déficit en la balanza de servicios saltó de U$S 15,3 billones, en 1990, cuando el proceso inflacionario se intensificaba en Brasil, para U$S 28,8 billones, en 1998, y el déficit en las transacciones corrientes saltó de U$S 3,7 billones a U$S 33,6 billones, en el mismo período2. Con un déficit comercial acumulado, entre 1995 y 1999, del orden de U$S 24,9 billones, después de años consecutivos de saldo positivo, Brasil se enfrentó a la necesidad de tener que captar, anualmente, cerca de U$S 40 billones a U$S 50 billones, en el mercado internacional, para atender los compromisos con el pago de intereses y transferencia de lucros, fletes y royalties, así como amortizar los préstamos y cerrar las cuentas externas. No obstante el fuerte apoyo dado a Brasil, directamente, por el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, cuando se dio la crisis financiera de 1999, el proyecto del ALCA, tal como lo había pretendido Washington, continuó como el nervio más sensible de las divergencias entre Brasil y los Estados Unidos, en la medida en que los objetivos económicos, políticos y estratégicos de los dos países se contradecían, envueltos por el conflicto de intereses comerciales. El propósito del ALCA consistía en reavivar la Doctrina Monroe, en su dimensión económica y comercial, y permitir a los Estados Unidos no sólo restablecer su hegemonía sobre América Latina sino enfrentar a la Unión Europea, embrión del futuro Estado europeo (meta del Tratado de Maastricht) del cual Alemania, que ya incorporaba a su espacio económico a Rusia y los demás países del extinto Bloque Socialista, constituía el epicentro. Fernando Henrique Cardoso, después de la aprobación del Trade Promotion Authority (TPA), por parte de la Cámara de Representantes, a fines de 2001, afirmó que, “si las condicionantes se cumpliesen al pie de la letra, significa que no habrá ALCA”. Y agregó, enfáticamente, que “el ALCA será aceptado o no dependiendo de nuestro interés. Tiene que ser un toma y daca”. Fernando Henrique Cardoso mantuvo un buen relacionamiento directo con Bill Clinton, pero las divergencias con los Estados Unidos se explicitaron en varias otras cuestiones de política exterior, con respecto, sobre todo, a América del Sur, y a la posible intervención armada en Colombia, como pretexto de combatir la narcoguerrilla, así denominada porque los negocios de la droga se convirtieron en la más importante fuente de financiamiento de la insurgencia política 4. Brasil prohibió la utilización de su territorio para cualquier operación militar en Colombia, por cuanto contrariaba los principios de no-intervención y auto-determinación, que pautaban tradicionalmente su política exterior. Y continuó sin aceptar que, bajo pretexto estratégico-militar o de combate al narcotráfico, los Estados Unidos extendiesen sus instalaciones militares a la Amazonía brasileña, cuya defensa siempre preocupó a las Fuerzas Armadas brasileñas, que pasaron a implementar la “estrategia de resistencia”, como hipótesis de guerra contra una potencia tecnológicamente superior. A partir de la ascensión de George W. Bush a la presidencia de los Estados Unidos, la política exterior de Brasil se presentó de veras contradictoria. El canciller Celso Lafer dimitió al embajador Samuel Pinheiro Guimarães, de la dirección del IPRI, porque criticaba al ALCA y, después, aceptó que los Estados Unidos destituyesen ilegalmente al embajador José Mauricio Bustani de la dirección de la OPAC. Estas iniciativas y actitudes subordinadas y serviles de Celso Lafer, que se configuró como el peor canciller en la historia de Itamaraty, no fueron consistentes con los incisivos y altivos pronunciamientos de Fernando Henrique Cardoso, que tal vez, para amortiguar la repercusión altamente negativa que tuvo la dimisión del embajador Samuel Pinheiro Gimarães, volvió a 34 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS manifestarse, de manera más categórica sobre el ALCA. En un discurso en la III Cúpula de las Américas, en Quebec (22 de abril), declaró que el ALCA sería “bienvenido” si su creación fuese un paso para dar acceso a los mercados más dinámicos; si efectivamente fuese un camino para reglas compartidas sobre anti-dumping; si redujese las barreras no-arancelarias; si evitase la distorsión proteccionista de las buenas reglas sanitarias; si, al proteger la propiedad intelectual, promoviese, al mismo tiempo, la capacidad tecnológica de pueblos; y si fuese más allá de la Ronda Uruguaya, corrigiendo las asimetrías entonces cristalizadas, sobretodo en el área agrícola. “No siendo así, sería irrelevante o, en la peor de las hipótesis, indeseable” – concluyó5. Después de los atentados terroristas que destruyeron las torres gemelas del WTC y de parte del Pentágono, con más de 3.000 muertos, Fernando Henrique Cardoso, en la misma mañana del 11 de setiembre, telefoneó a Bush, a fin de prestarle solidaridad integral, y Celso Lafer tomó la iniciativa de convocar una reunión del Órgano de Consulta de la OEA, invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), conocido como Tratado de Río de Janeiro, alegando que “la excepcional gravedad de los ataques y la discusión de sus desdoblamientos” justificaban el recurso al mecanismo de seguridad colectiva del hemisferio. Tres días después, declaró que Brasil podría participar de la guerra, si ocurriese, apoyando una acción militar de los Estados Unidos, siempre que el grupo terrorista que atacó las torres del World Trade Center y el Pentágono fuese identificado. Y, durante la XXIV Reunión de Consulta de los Cancilleres Americanos, el 21 de setiembre, afirmó que “las más de cinco décadas transcurridas desde la firma del TIAR5 no le quitan la validez”7. Su propósito declarado fue crear un “molde jurídico de cooperación, compatible con las resoluciones de la ONU”, con la “ventaja” de excluir a Brasil del compromiso de empleo de la fuerza armada en el tratamiento del terrorismo, delimitando jurídicamente la manifestación política de solidaridad8. Esta fue la explicación que también ofreció a Fernando Henrique Cardoso9. Sin embargo, la invocación del TIAR, cuyo Art. 3 indicaba que “un ataque armado por parte de cualquier Estado a un Estado americano será considerado un ataque contra todos los Estados americanos”, fue evidentemente disparatado. El ataque contra el World Trade Center y el Pentágono no partiría de ningún otro Estado nacional, como en Pearl Harbor (1941). Si bien podría considerarse como una acción bélica, no prevista en la normativa internacional de guerra, ella partió de un enemigo difuso, disperso, que recurrió al terrorismo, aún a costa del suicidio, porque no disponía de misiles y otras armas para atacar los Estados Unidos. La convocatoria del Órgano de Consulta de la OEA, agravada por la declaración de que el TIAR, instrumento de la Guerra Fría, no perdiera la validez, constituyó, por lo tanto, una tontería, sobre todo después que el presidente de Méjico, Vicente Fox, en reunión del Consejo Permanente de la OEA, anunciara el propósito de denunciarlo, diciendo que representaba no sólo un “caso grave de obsolescencia e inutilidad” , como la guerra de las Malvinas (1982) demostrara, “sino que ha impedido, en contra de sus propósitos, la generación de una idea de seguridad adecuada a los alcances y necesidades del hemisferio”10. Según explicara Fox, con mucha lucidez, la nueva arquitectura del sistema internacional, ponía en evidencia que este instrumento se tornaría “inservible, puesto que surgió de causas y realidades que han desaparecido” , y la vulnerabilidad de las naciones, en el nuevo sistema globalizado, ya no derivaba, primordialmente, de consideraciones militares, razón por la cual los instrumentos diseñados en el pasado y concebidos para otras condiciones fueron superados por los hechos. Era, por lo tanto, “indispensable reconocer el anacronismo del Tratado de Río, el cual surgió como una emergencia y de acuerdo a las condiciones de la época”11. Las actitudes de Celso Lafer concursaron, fuertemente, para consolidar la percepción de que la política exterior de Fernando Henrique Cardoso, así como la política económica, de manera general, constituyó un simple accesorio de los intereses hegemónicos de los Estados Unidos, en el mundo y, en especial, en América Latina. Y contribuyeron para desgastar aún más el prestigio del gobierno, al proyectar la imagen de subordinación a los designios de los Estados Unidos, en medio de una gestión turbulenta, como nunca hubo, la peor en la historia de Itamaraty. Y no se 35 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS mostraron consistentes con los pronunciamientos de Fernando Henrique Cardoso, contrarios a la política exterior de George W. Bush, que se rehusara a ratificar el Protocolo de Kyoto – sobre la reducción de la emisión de gases-invernadero – bloqueara los esfuerzos internacionales para fortalecer la Biological Weapons Convention, denunciara el Tratado ABM (Anti-Balistic Missile Agreement), y retirara la adhesión de los Estados Unidos al tratado que creó la Corte Penal Internacional contra los crímenes de guerra, instituida en Haya por la ONU, más allá de intensificar presiones sobre otros países para dispensar a los ciudadanos americanos de su jurisdicción. Poco tiempo después de Lafer invocar el inepto Tratado de Río de Janeiro, de cara a los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001, Fernando Henrique Cardoso, en un discurso en la Asamblea Nacional de Francia, se refirió a los Estados Unidos, al proclamar que “la barbarie no es solamente la cobardía del terrorismo, sino también la intolerancia o la imposición de políticas unilaterales en escala planetaria”12. Y, durante la visita al presidente George W. Bush, en Washington, destacó, diplomáticamente, que había, “from time to time, some difference” entre Brasil y Estados Unidos, y, recordando que en la víspera “the President (Bush) said to be American first”, completó: “Well, I would say the same, to be Brazil first. That’s normal. But then let’s see how to cooperate”13. El gobierno de Fernando Henrique Cardoso, cualquiera que fuese su propósito de cooperar con los Estados Unidos, no podía dejar de atender y responder a los intereses concretos de Brasil – económicos, sociales y políticos – generados y modelados por el proceso productivo, que el Estado nacional, como instancia superior de organización y comando de la sociedad, debía articular y representar. Y el ALCA, en realidad, no convenía a Brasil, por varios aspectos. Un estudio divulgado el 2 de mayo de 2002 por la Secretaría de la Receita Federal demostró que los Estados Unidos, Méjico y Canadá serían los países más beneficiados con la formación del ALCA, cuyo comercio estaría concentrado en empresas multinacionales, que siempre distorsionaron los precios, la mayor parte de las veces, para transferir lucros o perjuicios de un país para otro. La Federación de Industrias de San Pablo (FIESP), por su parte, calculó que Brasil perdería U$S 1 billón por año en su comercio exterior, a partir del 1º de enero de 2006, fecha prevista para la implantación del ALCA14, dado que sus importaciones sobrepasarían los U$S 2.254 billones, mientras que las exportaciones solamente aumentarían cerca de U$S 1.252 billones, lo que agravaría su vulnerabilidad, con un creciente déficit en sus cuentas externas. También la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) concluyó que el ALCA traería más amenazas que oportunidades para Brasil, llevándolo a perder el mercado, dentro del hemisferio, para 176 productos exportados por sus empresas, principalmente en los sectores de manufactura, o sea, máquinas y equipamientos, automóviles, papel y celulosa y productos químicos, en virtud de la competencia de los Estados Unidos y Canadá15. Y otro estudio, realizado por los investigadores de la Universidad de Campinas, a pedido del Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, embajador Sergio Amaral, llegó a la misma conclusión de que la implantación del ALCA, por un lado, va a incrementar las importaciones de Brasil y, por otro, inhibir sus exportaciones para los países de América Latina, además de alejar las inversiones extranjeras, promover la “desindustrialización y desnacionalización” de la economía, ocasionando el aumento del desempleo y de la demanda por dólares, después de analizar 18 cadenas productivas – los sectores que producen 53,1% de la facturación industrial nacional, 57% de las exportaciones y 68,4% de las importaciones totales del país16. Brasil tendería a regredir la condición de país agroexportador y productor de manufacturas livianas o bienes de consumo, una vez que el área de libre comercio provocase la destrucción de buena parte de su parque industrial, particularmente en los sectores más sofisticados, en que los Estados Unidos, sin duda, predominaban. No sin razón, Fernando Henrique Cardoso reconoció que era más fácil, “ideológica y políticamente”, negociar acuerdos comerciales con la Unión Europea que con los Estados Unidos, para la formación del ALCA, pues presentaban menos riesgos para la soberanía de Brasil17. La política exterior de Lula 36 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Luiz Inácio Lula da Silva, como candidatos del Partido de los Trabajadores (PT), a la presidencia de la República, declaró, durante la campaña electoral, que el ALCA no constituía una propuesta de integración, “sino una política de anexación, y nuestro país no será anexado”18. Como candidato, Lula da Silva podía decir, libremente, lo que pensaba. Como jefe de gobierno, mientras tanto, tenía que preservar el relacionamiento de Brasil con los Estados Unidos. Así, más por conveniencia política de que propiamente por intereses comerciales, no apartó a Brasil de las negociaciones para la formación del ALCA. Y el nombramiento de los embajadores Celso Amorim y Samuel Pinheiro Guimarães, que Celso Lafer dimitiera del IPRI debido a sus pronunciamientos contra el ALCA, para los cargos de ministro de Relaciones Exteriores y secretario general de Itamaraty, respectivamente, demostró que Brasil buscaría con los Estados Unidos una “sociedad madura, con basada en el interés mutuo”, como Lula da Silva declaró en su discurso de asunción19, y no fundada en la sumisión y subordinación. Esta directriz produjo cierto enfriamiento en las relaciones entre los dos países, luego de la inauguración de su gobierno, el 1º de enero de 2003. Surgieron algunas tensiones por causa de la huelga general en Venezuela, promovida por la oposición, con el discreto beneplácito de Washington, tendiendo al derrocamiento de Hugo Chávez, cuyo gobierno constitucional iba a estar respaldado por Brasil, desde, incluso, los últimos días del mandato de Fernando Henrique Cardoso. Lula da Silva también criticó la guerra contra Irak, deflagrada por los Estados Unidos para atender, entre diversos factores, a los intereses de las industrias bélicas y compañías petrolíferas americanas. “El presidente Bush (...) no respeta a la ONU, no tiene en cuenta al Consejo de Seguridad y lo que piensa el resto del mundo20. Creo que esto es grave. Grave para el futuro de la ONU, que es una referencia de comportamiento para las naciones del mundo entero” – dijo Lula da Silva21. Tales críticas no impidieron que él, al visitar Washington, el 20 de junio de 203, declarase creer que las relaciones entre Brasil y los Estados Unidos podrían “sorprender al mundo”. A pesar de que existían diferencias de posiciones y de percepciones, y de profundas divergencias también en el área comercial, difíciles de resolver, un buen relacionamiento entre Brasil y los Estados Unidos convenía tanto a Lula da Silva como a George W. Bush. Y los dos presidentes se empeñaron en evitar que estas divergencias en las negociaciones comerciales, tanto en la OMC como en el ALCA, contaminasen el resto de las relaciones bilaterales. Con todo, de la misma forma que Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso, que buscaron establecer un buen relacionamiento entre los dos países, Lula da Silva no consiguió evitar las divergencias y fricciones, mientras mantuviese la política de estabilización económica y financiera, de acuerdo con el FMI, a fin de evitar la fuga de capitales y el retorno de la inflación. La contienda, sobretodo en torno del ALCA/Mercosur, recrudeció, agravada por otros litigios, en la medida en que los intereses nacionales de Brasil pasaron a prevalecer como vector de su política exterior, en contradicción con las pretensiones imperiales de los Estados Unidos, exacerbadas en la administración de George W. Bush. Y las negociaciones entre Brasil y los Estados Unidos llegaron a un impasse. El proyecto del ALCA iba mucho más allá del llamado libre comercio, en sentido estricto. Incluía aspectos normativos para servicios, inversiones, comparas gubernamentales y propiedad intelectual que incidían directamente sobre la capacidad reguladora de los países. Por otro lado, los Estados Unidos no se disponían a ofrecer libre acceso a su mercado, el mayor del hemisferio, para los productos en que Brasil presentaba ventajas comparativas (sobretodo, pero no sólo agrícolas), y excluían de las negociaciones aspectos de importancia prioritaria, como los subsidios agrícolas y las medidas anti-dumping22. Además del azúcar, la commodity más protegida en los Estados Unidos, dos de los productos brasileños más competitivos – acero y jugo de naranja – sufrían restricciones arancelarias y no-arancelarias, que tendían a proteger los fabricantes americanos e impedían el aumento de las exportaciones de Brasil. Y los Estados Unidos señalaron que no eliminarían los subsidios para estos productos hasta que el diferendo no fuese resuelto, en el ámbito de la OMC, con los países de la Unión Europea. Esto significaba como 37 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS consecuencia del acuerdo entre Francia y Alemania, que, no habría ninguna alteración en su política agrícola hasta 2006 y que aquellos productos brasileños tampoco tendrían acceso preferencial al mercado americano, a través del ALCA. Los Estados Unidos igualmente se rehusaban a tratar la ley anti-dumping, que permitía al gobierno de Washington aplicar medidas de salvaguarda a productos que ellos considerasen que estaban siendo importados a precios subvaluados. La cláusula en este sentido constaba de las provisiones del NAFTA y Brasil no la aceptaba, en el ALCA, pues constituía una de las barreras no-arancelarias, levantadas frecuentemente por los Estados Unidos para proteger sus industrias ineficientes. El gobierno de Lula da Silva se opuso también a acuerdos que solamente resultarían en perjuicio para Brasil y no aceptó una reducción de tarifas, que tuviese como base el porcentaje aplicado, menor que el consolidado en la OMC, como hiciera el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. “En lugar de sumarnos a concepciones irreales de un ALCA, en torno de las cuales el consenso se supone inalcanzable, preferimos concentrarnos en el ‘ALCA posible’, que concilie de la manera más productiva los objetivos necesariamente diferenciados de los 34 países participantes” – escribió Celso Amorim23, aclarando que fue “a partir de este enfoque consistente y realista” que la declaración conjunta en la reunión de los presidentes Lula da Silva y George W. Bush, en Washington, expresó el entendimiento de que los dos países cooperarían para que las negociaciones fuesen concluidas, con éxito, en los plazos previamente acordados, los cuales, mientras tanto, no podían prevalecer sobre el contenido. Según Celso Amorim, el gobierno del presidente Lula da Silva no habría de adherir a acuerdos que fuesen incompatibles con los intereses brasileños, aunque tratase de explotar, soberanamente, todas las alternativas para la promoción del comercio y la aceleración del desarrollo nacional. Esta resistencia a aceptar acuerdos incompatibles con sus intereses nacionales, llevó a Brasil y Estados Unidos a una fricción, de profunda repercusión, en las negociaciones, durante la 5ª Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), realizada en Cancún (Méjico), el 14 de setiembre de 2003. Brasil coordinó la formación de un bloque llamado G-21, liderando, dentro de la OMC, a los países emergentes, como India, China, Méjico, África del Sur e Indonesia, que no estaban dispuestos a continuar con la agenda, que sólo interesaba a las potencias industriales, después de ya haber reducido tarifas de bienes manufacturados y adoptado reglas sobre patentes, sin que nada les fuese concedido en cuanto a la liberalización del comercio agrícola. Así, los delegados de 146 países no alcanzaron en Cancún ningún entendimiento con relación a los dos principales temas de la agenda, programados en las reuniones de Singapur (1996) y Doha (2001). Los Estados Unidos y la Unión Europea pretendieron obtener un acuerdo, reteniendo inversiones, competencia, compras gubernamentales y facilitación de los cambios en las reglas de comercio internacional, pero no quisieron discutir los subsidios que concedían, anualmente, a los productos agrícolas y perjudicaban las exportaciones de los países en desarrollo. “La diplomacia brasileña fue la gran vencedora de Cancún al impedir que el comercio agrícola prosiguiese dando cobertura a los intereses de la Unión Europea y de los Estados Unidos, por efecto de maniobras diplomáticas de los países que detentan el mayor poder mundial” – comentó el profesor Amado Cervo, concluyendo que “el ministro Celso Amorim erigió una obra de genio de la ingeniería política”, al coordinar la formación del G-21 (o G-más, como él prefirió llamar), al grupo de países en desarrollo, reuniendo a China, India, África del Sur, Argentina, Méjico, Chile, prácticamente toda América Latina, Tailandia, Filipinas, Paquistán, Egipto y otros. Estos países, que representaban más del 55% de la población mundial24, casi el 69% de la producción agrícola y la mayoría de los pobres de todos los continentes, no aceptaron más la diferencia de tratamiento que se estableció cuando el GATT, a principios de la década del 50 en el siglo XX, aprobó un “waiver”, o sea, una excepción para la agricultura, a pedido de los Estados Unidos, y poco tiempo después juzgó como productos agrícolas o agribusiness, o sea, productos agroindustriales, tales como aceite y harina de soja, harina de trigo, aceite de oliva, etc., 38 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS permitiendo que los Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón y otras potencias industriales pudiesen concederles, anualmente, subsidios, en un valor superior a los U$S 300 billones, y exportarlos fuera de las normas de mercado25. Según información del Banco Mundial, el gobierno americano destinaba, anualmente, U$S 3 billones a las subvenciones para el plantío de algodón en los Estados Unidos. Y cerca de ¼ de los grandes empresarios rurales, en los Estados Unidos y en la Unión Europea, recibieron, durante la década del 90’ del siglo XX, subsidios, que les posibilitaron producir mucho más cosechas que las necesarias para el consumo doméstico y vender el excedente, en el mercado mundial, a precios más bajos que los países en desarrollo de Asia, África y América Latina26. El impasse en la reunión de la OMC representó una derrota para la Unión Europea y, especialmente, un fiasco para los Estados Unidos, evidenciando las enormes dificultades que tendrían para avanzar en las negociaciones sobre el ALCA. El gobierno de George W. Bush intensificó entonces las presiones sobre los países sudamericanos, como Colombia, para que se alejasen de la posición de Brasil y del Mercosur, con vistas a la reunión sobre el ALCA, en Miami. Este comportamiento, el canciller Celso Amorim criticó con dureza, diciendo que era una “cosa muy lamentable, muy destructiva”, puesto que los Estados Unidos no estaban convenciendo a los países, que integraran el G-plus, liderado por Brasil, “sino haciendo amenazas”27. El embajador Adhemar Bahadian, encargado de las negociaciones por Itamaraty, previó, por su parte, que el ALCA podría no salir del papel28. De hecho, la turbulencia continuó agitando las negociaciones. La confrontación entre Brasil y los Estados Unidos, explicitado en Cancún, tornaría inevitable el colapso de la reunión de la Comisión de Negociación Comercial (CNC), la instancia técnica de las negociaciones sobre el ALCA, que se reunió entre el 1º y el 3 de octubre, en Port of Spain, capital de Trinidad & Tobago. Luego de intensas conversaciones, debido a la resistencia de Uruguay, Brasil, con el apoyo de Argentina y de los países del Mercosur, presentó una propuesta conjunta, a ser debatida en la reunión de los ministros, marcada para noviembre, en Miami. Esta propuesta colocó las negociaciones en “tres vías”, previendo el derribo de barreras comerciales para otros países en desarrollo en un plazo menor que el que se fijase para Canadá y Estados Unidos y dejando los temas sensibles, como normas de protección a inversiones y a la propiedad intelectual, así como la apertura de compras gubernamentales y servicios a los proveedores extranjeros, para ser negociados, por separado, por los países que quisiesen. Lo que acarreó el fracaso de la reunión fue, entonces, el mismo impasse que se diera en Cancún. Entretanto, por más que los gobiernos de Lula da Silva y George W. Bush se esforzasen para que las fricciones en el área comercial no repercutiesen sobre las relaciones bilaterales, las tensiones recrudecieron. El gobierno americano, en enero de 2004, instituyó el US-VISIT (United States Visitor and Inmigrant Status Indicator Technology) el programa que establecía el control total del ingreso de visitantes, por medio de fotografías y sistemas computarizados de reconocimiento de rostro y digitales, en los 115 puertos marítimos y aeropuertos de los Estados Unidos, de todos los extranjeros, oriundas de países que necesitasen de visa para entrar en los Estados Unidos. La medida, ejecutada por el Homeland Security Secretary, alcanzó a los visitantes de todos los países, inclusive Brasil, exceptuando sin embargo, apenas 27, la mayoría europeos. Como consecuencia, del juez de la 1º Vara Federal de Mato Grosso, Julier Sebastião da Silva, de Mato Grosso, acogió la Acción Cautelar Innominada, promovida por el procurador de la República, José Pedro Taques, concediendo una preliminar29, y determinó que la Policía Federal impusiese a los turistas americanos el mismo tratamiento a que serían sometidos los brasileños de viaje a los Estados Unidos. En su decisión, al asumir el argumento del procurador José Pedro Taques de que, “si ellos (los americanos) pueden suponer que todo extranjero es terrorista, nosotros también estamos autorizados para hacer lo mismo”, el juez Julier Sebastião da Silva, observando que, de acuerdo con la nueva determinación del gobierno americano, “personas de varias nacionalidades, consideradas desde ya terroristas en potencia”, deberían ser fotografiadas y tendrían sus impresiones digitales recogidas por las autoridades norteamericanas siempre que entrasen o 39 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS dejasen los Estados Unidos, resaltó que, obviamente, los ciudadanos europeos y de otros países ricos no serían objeto del “acto ultrajante”, el cual sería reservado a los nacionales de países pobres de América Latina, África, Oriente Medio y Asia. Mientras tanto, una vez que en el derecho público internacional, se precavía del llamado principio de reciprocidad, de modo que las relaciones entre Estados no se realizasen de forma desigual, principalmente en lo que se refiere a la dignidad de la persona humana y de la protección y resguardo de los derechos humanos, el juez Julier Sebastião da Silva difirió el pedido de concesión de la medida preliminar y determinó a la Unión Federal, que hiciese gestiones junto a las autoridades norteamericanas en el sentido de que los brasileños fuesen excluidos de la exigencia que entraría en vigor el día 1º de enero de 2004 para la entrada y salida de los Estados Unidos de América. Mientras se mantuviese la restricción impuesta por las autoridades norteamericanas, la Policía Federal debía recoger las impresiones digitales de los nacionales de los Estados Unidos, en los puertos, aeropuertos y rutas, cuando entrasen en territorio brasileño, “so pena de serles negada la entrada debida”. La medida, dictaminada por el juez federal Juvelier Sebastião da Silva, afectó, naturalmente, el relacionamiento entre Brasil y los Estados Unidos, al generar un foco más de tensiones. La Embajada Americana, en Brasilia, emitió una nota, en la cual decía comprender el derecho soberano que Brasil tenía para determinar cuales son los requisitos de entrada al país, pero lamentaba la forma por la cual los nuevos procedimientos fueron iniciados, repentinamente, discriminando ciudadanos de los Estados Unidos, con un tratamiento excepcional que resultó en largos atrasos en el procesamiento, cuando algunos ciudadanos norteamericanos tuvieron que esperar más de nueve horas en su llegada al Aeropuerto Internacional de Río de Janeiro. El fracaso de los Estados Unidos en la tentativa de imponer sus intereses, tanto en Cancún como en Port of Spain, indicó, claramente, que el ALCA, según se proyectó en 1994, se frustraría. Y, de hecho, se frustró. A fin de evitar el impasse y otro fiasco, en la 8! Reunión Ministerial, realizada en Miami, los Estados Unidos hicieron concesiones y aceptaron un acuerdo, en torno del formato del ALCA, propuesto por Brasil (ALCA light y a la carte), y diseñado una semana antes, en una reunión previa, entre Robert B. Zoellick y Celso Amorim. Ni los Estados Unidos insistirían en los items rechazados por Brasil, tales como compras gubernamentales, servicios, etc., ni Brasil exigiría, como contrapartida, que fuese discutida la cuestión de los subsidios agrícolas y ley antidumping, que los Estados Unidos no querían. El acuerdo resultó de concesiones, basado en una concepción más flexible del ALCA, el ALCA Light, dividida en tres tramos, tal como Brasil pretendiera, restringida a los temas sobre los cuales había consenso y a un conjunto mínimo de obligaciones comunes, reglas básicas, en las 11 áreas en negociación, pero permitiendo que cada país hiciese acuerdos por separado, en las áreas que le conviniesen. Este entendimiento solamente se dio cuando el gobierno de los Estados Unidos, que percibía al canciller Celso Amorim como enemigo ideológico del ALCA, constató que la campaña contra Itamaraty, con el apoyo del lobby y de algunos órganos de los medios de prensa dentro de Brasil, no alcanzaría ningún resultado y que el fiasco de Cancún se podría reproducir en la 8ª Reunión Ministerial, en Miami, Florida, estado gobernado por Jeb, hermano de George W. Bush. El gobierno de Lula no pretendía confrontar con los Estados Unidos. Apenas trató de conducir las negociaciones sobre el ALCA de conformidad con los intereses de Brasil. Indagado por los periodistas Eurípedes Alcântara y Vilma Grysinski, de la revista Veja , sobre lo que Brasil aceptaría perder en el ALCA, el canciller Celso Amorim, rápidamente respondió: “No aceptamos perder la dignidad. No vamos a aceptar modelos que vienen prontos, todo tiene que ser negociado. Lo que sucedía antes era una falsa negociación. Las cosas iban viniendo y, como máximo, eran postergadas. La principal barrera, los subsidios, los Estados Unidos no los discutian”31. 40 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Explicó que los temas de naturaleza normativa y sistémica tenían que ser discutidos en la OMC, pues no tenía sentido establecer una regla de propiedad intelectual para los Estados Unidos y otra para la Unión Europea. Este principio era también válido para normas de inversiones y servicios. Y, en la cuestión de las compras gubernamentales, el interés de Brasil consistía, sobre todo, en preservar su capacidad de seguir con una política de desarrollo, como en el caso de Petrobrás, que priorizaba las industrias brasileñas en la adquisición de equipamientos para las plataformas de petróleo, lo que no podría seguir haciendo, si este sector fuese abierto a la competencia de las corporaciones americanas. Las industrias brasileñas de máquinas y equipamientos, principal factor de auto-transformación y auto-sustentación del capitalismo, serían, posiblemente, destruidas por las grandes corporaciones americanas, llevando a millares de trabajadores al desempleo. Al mismo tiempo en que resistía las fuertes presiones para que aceptase tales items en el ALCA, Brasil señaló una vez más la autonomía con que implementaba su política exterior. El 26 de setiembre de 2003, Lula da Silva visitó La Habana, donde firmó con Fidel Castro 12 instrumentos de cooperación en materia financiera, turismo, salud, agricultura, pesca, medio ambiente, educación e industria siderúrgica, y acuerdos comerciales, en el entorno de los U$S 20 millones, una parte con financiamiento aprobado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), otra con recursos privados de empresas brasileñas, tales como el Grupo Brasilinvest y la constructora Casa Forma (U$S 112 millones), para la construcción de cuatro resorts en Cuba. Entre el 2 y el 9 de diciembre, acompañado por el presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, Eduardo Duhalde, visitó cinco países árabes – Emiratos Árabes Unidos (EAU), Siria, Líbano, Egipto y Libia. Y, mostrando una vez más la intención de solidificar la integración con Argentina, en el Mercosur, visitó la India, el 26 de enero de 2004, acompañado por Eduardo Duhalde. La estrategia de política exterior del gobierno de Lula da Silva consistió, así, en construir, principalmente, vínculos estrechos de cooperación política y económica entre Brasil y Argentina, tendiendo a forjar, a mediano plazo, un polo de poder, en América del Sur, y buscar, al mismo tiempo, establecer una alianza, tanto económica y comercial como política, con la India y África del Sur, líderes de los países en vías de desarrollo, que articularon el G-21 para obstar que los de las potencias industriales, Estados Unidos y la Unión Europea, impusiesen sus intereses, durante las negociaciones de la OMC, realizadas en Cancún. Este bloque de países en desarrollo debería también abarcar también a China y Rusia, países con los cuales Brasil también pretendía profundizar las relaciones comerciales y políticas, a fin de conquistar nuevos y diversificar sus exportaciones. No se trataba de hostilizar o enfrentar a los Estados Unidos, sino de cambiar la “geografía de negociación comercial”, como dijo el canciller Celso Amorim, y negociar de forma equilibrada, defendiendo los intereses de Brasil32. La contienda entre Brasil y los Estados Unidos pasó, no de una posición ideológica del gobierno de Lula da Silva, sino de la contradicción entre los intereses reales de los dos países. Por motivos de política doméstica, los Estados Unidos no aceptaban disminuir el subsidio de los productos que exportaban para Brasil, y no daban compensaciones en acceso a mercados para productos agrícolas del Mercosur. Y su interés en la formación del ALCA no consistía en la reducción de las barreras arancelarias, sino en forzar básicamente la apertura de sectores estratégicos, como las compras gubernamentales y servicios, de modo que pudiesen continuar obteniendo superávits en sus transacciones con los países del Mercosur. Estos términos, a fin de evitar que se repitiesen en la reunión de Miami y liderando un grupo de 14 países, entre los cuales Canadá, Méjico, Chile y los de América Central y el Caribe (G-14), volvieron a insistir en un ALCA “abrangente”, con los items relativos a compras gubernamentales, inversiones, servicios y propiedad intelectual, sin que aceptasen eliminar los subsidios y subsidios indirectos a las exportaciones agrícolas – créditos y seguros – así como no propusieron nada para los otros temas que el Mercosur consideraba importante: créditos, seguros y ayuda interna. El secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Argentina, Martín Redrado, advirtió que el éxito o fracaso de la reunión de 41 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Puebla dependía de la voluntad de negociación de los Estados Unidos, dado que el Mercosur ya había cedido bastante, mientras que los Estados Unidos no habían “movido una sola coma en su posición agrícola”33. Y, “sin agricultura no hay acuerdo” – dijeron Martín Redrado y el copresidente de las negociaciones, el embajador brasileño Adhemar Bahadian, cuando mediaban las deliberaciones34. Esta era una condición inamovible. Ya lo advertiría el canciller Celso Amorim que, si los Estados Unidos quisiesen forzar demás, no irían a conseguir nada, ni con Brasil ni con otros países de América del Sur35. En efecto, la reunión de Puebla terminó en un fiasco, como la de Cancún, y las negociaciones sobre el ALCA llegaron a un impasse, difícil de superar hasta 2005, plazo para su clausura, establecida en 199436. Las tensiones en el relacionamiento de Brasilia con Washington no se restringirían, sin embargo, a las negociaciones sobre el ALCA o a la imposición a los turistas americanos del mismo tratamiento a que serían sometidos los brasileños en viaje a los Estados Unidos, con la vigencia del “US-VISIT” (United States Visitor and Inmigran Status Indicator Technology), o programa de identificación de los visitantes, por medio de fotografías y sistemas computarizados de reconocimiento de rostro y digitales, establecido por el gobierno de George W. Bush. La medida determinada por el juez federal Juvelier Sebastião da Silva causó un enorme impacto político y contó con el apoyo del 99% de la opinión pública brasileña. Y, a través de la Portería Interministerial 10/01, firmada por los ministros de Justicia y Relaciones Exteriores, Márcio Thomaz Bastos y Celso Amorim, respectivamente, y por el abogado general de la Unión, Álvaro Augusto Ribeiro Costa, el gobierno mantuvo la identificación de los americanos, en todos los puertos marítimos, aeropuertos y carreteras. En seguida, Lula da Silva viajó para participar de la Cúpula Extraordinaria de las Américas, los días 12 y 13 de enero, en Monterrey (Méjico), donde conversó con George W. Bush sobre la cuestión de la obligatoriedad de identificación (fotográfica y dactiloscópica) de brasileños y americanos, y le entregó un documento en que proponía la eliminación de la exigencia de visa para la entrada de brasileños en los Estados Unidos, lo que eliminaría una idéntica exigencia para el ingreso de los americanos en Brasil. “Si estamos queriendo la integración de las Américas es natural que no existan dificultades, sino facilidades para las personas” – comentó Celso Amorim. De hecho, la aplicación del programa “US-VISIT” evidenciaría la indecisión del gobierno americano, que instituiría el área de libre comercio, permitiendo la libre circulación de bienes, capitales y servicios, pero, al mismo tiempo, discriminaba a Brasil y los países de América Latina. En la misma época, otra área de conflicto con los Estados Unidos se configuró. Brasil iba a convertirse en el séptimo país productor de uranio enriquecido37, a escala industrial, con capacidad para suplir el 60% de las necesidades de sus usinas nucleares, y exportar hasta U$S 12,5 millones al año, a partir de 2014, según anunciara el presidente de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN), Oldair Dias Conçalves, en octubre de 200338. Y en diciembre de 2003, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), estimulada por el Departamento de Estado, comenzó a presionarlo para que firmase un acuerdo de salvaguarda, que cubriese las instalaciones de la empresa estatal Industrias Nucleares de Brasil (INB), en Resende, Estado de Río de Janeiro. A comienzos del primer semestre de 2004, los Estados Unidos intensificaron las presiones para que Brasil adhiriese a un específico Protocolo Adicional al acuerdo de salvaguardas del TNP, dando a los inspectores de la AIEA mayor autoridad apra hacer verificaciones intrusivas en su programa nuclear. Este Protocolo Adicional, que estaba en negociación desde 1992, sería voluntario, pero la AIEA pretendió hacerlo impositivo e ir más allá de la práctica regular, que permitía la verificación de todos los aspectos del enriquecimiento de uranio, salvo su tecnología. Exigía también que Brasil suspendiese todos los programas de enriquecimiento o de reprocesamiento, que ya hubiese comenzado, y permitiese tantas inspecciones como fuesen arbitradas, no sólo en las instalaciones nucleares, sino en cualquier parte del territorio considerada sospechosa – o que incluía residencias particulares, si así fuese decidido, respondiendo a cualquier pregunta relacionada con la cuestión. De conformidad con la 42 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS doctrina de George W. Bush, anunciada el 11 de febrero de 2004, los países que hasta entonces no producían uranio enriquecido no estarían autorizados a hacerlo. Sólo Brasil, mientras tanto, sería afectado y perjudicado con la adhesión al Protocolo Adicional, por cuanto era, entre los signatarios del TNP, el único país, con una industria nuclear capaz de producir uranio enriquecido. Este problema evidenció aún más el enorme error cometido por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, llevando a Brasil a aceptar el TNP, al cual India, Paquistán e Israel no adhirieron y las grandes potencias, notoriamente los Estados Unidos, iban a violar, no cumpliendo el programa de desarme y produciendo nuevas armas nucleares. Mientras tanto, la resistencia de Brasil ante las inspecciones pretendidas por la AIEA dio origen a intrigas, a través de algunos medios de comunicación, difundiéndose la sospecha de que estaría pretendiendo también fabricar armamentos nucleares. The Washington Post publicó un artículo, en el cual consideró que la actitud de Brasil, al no permitir que los inspectores de la AIEA examinasen las instalaciones nucleares en Resende, generaba la duda de que “a new type of nuclear race is underway, marked not by the bold pursuit of atomic weapons but by the quiet and lawful development of sophisticated technology for nuclear energy production, which can be quickly converted into a weapons program”39. El articulista, Peter Slevin, afirmó que el proyecto de Brasil creaba también un dilema para el presidente George W. Bush, que pasaría a exigir restricciones más rigurosas sobre el enriquecimiento de uranio, incluso para la producción de energía eléctrica, como parte de la nueva estrategia de impedir la proliferación de armamentos nucleares40. Por su parte, La Nación, de Buenos Aires, comentó en un editorial que la “inesperada noticia” de que Brasil no autorizaría los inspectores de la AIEA a inspeccionar la usina de enriquecimiento de Uranio, había generado “comprensible inquietud”41. Y al afirmar la existencia “temores en relación con las costosas centrífugas brasileñas”, inclusive, según algunos círculos, el peligro de que estas centrífugas pudiesen tener alguna conexión “con la actividad del doctor Abdul Qadeer Khan, a quien se imputa el haber vendido ilegalmente secretos científicos a Irán, Libia y – acaso – a Corea del Norte”, formuló varias preguntas, en las cuales se reveló la intención de generar desconfianza y sospecha. “¿Conoce la Argentina el programa al que no tendrá acceso la Agencia Internacional de Energía Atómica? ¿Tienen las autoridades argentinas información suficiente sobre las centrífugas brasileñas, con las salvaguardas de confidencialidad que son necesarias?42 Por detrás de esta campaña contra la actitud del gobierno de Lula da Silva había, seguramente, tanto un interés económico como, igualmente, político y militar-estratégico. Brasil, con la sexta mayor reserva mundial de uranio y tecnología propia, comercialmente competitiva, demostró que podía alcanzar la autonomía en la producción del combustible nuclear, fuente de energía de la mayor importancia, ante la perspectiva de agotamiento de las reservas mundiales de petróleo, incluso en la primera mitad del siglo XXI, y no necesitaba más remitir el mineral bruto para convertirlo en gas en Canadá y, después, seguir para Europa, donde la Urenco lo enriquecía y lo devolvía en forma de gas para la utilización en las usinas Angra I y Angra II. Dejaría de ser exportador del mineral y pasaría a desempeñar un importante papel como global player, en el multi-millardario mercado de combustible nuclear, como virtual competidor de los Estados Unidos. El comando de la Marina, responsable por las ultra centrífugas para enriquecimiento de uranio, y las agencias brasileñas del sector advirtieron al gobierno de que por detrás de las presiones de la AIEA, tras las que se movía el Departamento de Estado, podría existir el objetivo de espionaje de la tecnología de punta desarrollada por Brasil y considerada superior a la americana y a la francesa. Y el vice-almirante Othon L.P. da Silva, en la reserva, indicó el motivo estratégico-militar que determinaba las presiones desencadenadas por los Estados Unidos43. Aclaró que los 43 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS artefactos bélicos nucleares podían ser clasificados de dos formas: los de destrucción masiva y los inhibidores de concentración de fuerzas. Armas de destrucción masiva eran las de fusión (bombas de hidrógeno) y las de fisión de mayor porte. Las de baja potencia eran inhibidoras, pues cualquier operación militar para invasión u ocupación de un territorio implicaba la previa concentración de fuerzas. La existencia de artefactos nucleares de baja potencia en el territorioblanco, con un vector adecuado de lanzamiento, funcionaría como poderoso inhibidor, y obviamente no le agradaban a los “países que tienen como opción política permanente la intervención militar – independientemente de la aprobación de la ONU”44. La existencia de una usina de enriquecimiento de uranio disminuyó el tiempo entre la denuncia de todos los acuerdos y tratados ya celebrados, y la eventual fabricación de artefactos, i.e., making nuclear weapon on short notice. Según el vice-almirante Othon L.P. da Silva, la intención del presidente George W. Bush de reiniciar tests nucleares y desarrollar una nueva generación de pequeños artefactos con el objetivo de usarlos de forma “cirúrgica”, incluso aún contra países no nucleares, era preocupante para el mundo. Y tales actitudes sumadas a agresiones, sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, como sucedió con Irak, constituían un fuerte estímulo a la proliferación nuclear, principalmente en los países islámicos con los cuales había potencial de confrontación. Diversos motivos tenía, por lo tanto, Brasil para no permitir el tipo de inspecciones que la AIEA pretendía. Y la perspectiva era de que la cuestión se reabriese en 2005, durante la conferencia de Examen del Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares, posibilitando que Brasil denunciase que las cinco potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia y China) no iban a cumplir el “compromiso inequívoco” como la eliminación total de sus arsenales atómicos. Otros acontecimientos, mientras tanto, contribuyeron en alterar aún más las relaciones bilaterales entre Brasil y los Estados Unidos, para el cual el problema principal constituía la política exterior. El canciller, embajador Celso Amorim obtuvo otra victoria con la decisión de la OMC, en la cuestión de los subsidios a los productores de algodón, que causaban pérdidas comerciales a Brasil del orden de los U$S 480 millones. Durante la audiencia en la the House of Representatives Agriculture Committee, el 28 de abril de 2004, el USTR Robert Zoellick declaró que iría a recurrir la decisión, pero diversos diputados reconocieron que los Estados Unidos tendrían que desistir del ALCA, si el veredicto fuese mantenido, al fin de la disputa. El diputado Robert Etheridge (Demócrata, Carolina del Sur) advirtió que, si la decisión prevaleciese, sería “una pérdida de tiempo” llevar el ALCA para la votación en el Congreso. Y, comentando la decisión a favor de Brasil, el diputado Bob Goodlatte, presidente del Committee on Agriculture, resaltó que ganar acceso para los productos agrícolas de los Estados Unidos era “the most important objective of the ongoing WTO negotiations”45. Poco tiempo después, el 9 de mayo, The New York Times publicó un largo artículo, firmado por el periodista Larry Rohter, en el cual atribuía al presidente Lula da Silva la costumbre de beber, resaltando, ya en el título, que esta costumbre se convertía en preocupación nacional. El artículo, muy vago y sin ningún fundamento serio, liviano e infamante, afirmó que la “president’s predilection for strong drink” iba a afectar la performance de su gobierno46. Incluso acentuó que históricamente los brasileños tenían razón de estar preocupados ante cualquier señal de “heavy drinking by their presidents”, pues Jânio Quadros, electo en 1960, era un notorio alcohólico y renunciaría al cargo, después de menos de un año de su investidura, dando origen a un período de inestabilidad política que “led to a cup in 1964 and 20years of a harsh military dictatorship”47. Este artículo provocó la indignación del gobierno y la repulsa de todos los líderes políticos, incluso de la oposición, así como de la propia prensa brasileña, y el propio presidente Lula da Silva determinó la cancelación de la visa de trabajo de Rohter, implicando su expulsión de Brasil, 44 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS medida ésta que recibió varias críticas en los medios políticos, aunque contase con el apoyo de la gran mayoría de la población brasileña. Como Dora Kramer, columnista política del Jornal do Brasil, observó, Rohter hizo “un relato con respecto de rumores que, ni por lejos, figuran en la lista de las principales preocupaciones nacionales con relación al gobierno Lula”48. Y exactamente por esto, debido a su falsedad, la publicación del artículo en The New York Times, menos de dos semanas después de la victoria de Brasil en la OMC, en conjugación con el artículo del Washington Post sobre la producción de uranio enriquecido en las instalaciones de la INB, en Resende, y otros hechos, robusteció la conjetura de que estaba en el curso de una campaña para desacreditar a Lula da Silva, mostrarlo como incompetente, y crear una situación de ingobernabilidad, de modo de permitir la adopción del parlamentarismo con un jefe de gobierno más maleable para Washington. La comparación con Jânio Quadros, además de descabellada49, fue capciosa, al insinuar que Brasil podía caminar hacia una situación similar a la creada, con su renuncia a la presidencia de la República, el 25 de agosto de 1961. Todo indicó que los artículos publicados en The Washington Post y por The New York Times, no fueron casuales ni eran inocentes. El ministro de Planeamiento, Guido Mantega, resaltó que cuando un diario, como The New York Times, pasaba a publicar este tipo de difamación, algo por detrás había. “Si fuera un diario de la prensa amarilla, que viviera de esto, todo bien. Pero lo que vemos es que con el artículo trataron de desgastar la imagen del presidente Lula”50. En su opinión, este intento de desgaste era orquestado por intereses norteamericanos, en virtud de que Lula da Silva había alentado la formación del G-20 (grupo de 20 países en desarrollo), combatía los subsidios agrícolas concedidos por los Estados Unidos e iba a dificultar la creación del ALCA. Círculos militares y diplomáticos igualmente sospecharon de que la CIA iba a desarrollar una guerra psicológica (media) , en el estilo de la grey y black propaganda, emprendida usualmente por la CIA51, y su razón constituía la política exterior de Brasil, que contrariaba los intereses de los Estados Unidos. Aunque mantuviese la política de estabilización monetaria, con más rigor aún que Fernando Henrique Cardoso, y promoviese dos reformas estructurales (de la seguridad social y tributaria), creando descontento en los segmentos más radicales del PT y de la izquierda, pero ganando el respeto y la simpatía del empresariado y de los inversores extranjeros, la política exterior del gobierno de Lula da Silva, al defender con firmeza, los intereses nacionales de Brasil, tanto en Cancún como en Port of Spain, entró en una ruta de colisión con las directrices de la política exterior de George W. Bush. No fue sin razón, por lo tanto, que la revista americana Newsweek, en la semana de la reunión de Miami, circuló con el retrato de Lula da Silva en la tapa y el título: “The Two Faces of Lula: Wall Street Loves Him. Washington Loathes Him”52. Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte CUESTIONARIO 1. 2. 3. 4. 5. 6. ¿Como se inserta Latinoamérica en la dinámica del capitalismo internacional? analice el presente texto bajo la teoría de la dependencia Explique como la mayor productividad acompaña una plusvalía relativa Que tiene que ver la plusvalía en Latinoamérica con la disminución de salarios Como es la forma de producción en Latinoamérica Analice este texto a través del paradigma globalista o kantiano 45 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD WORK PAPER 1 DIF 1 UNIDAD O TEMA: Unidad I, Tema I TITULO: Guerras en el Mundo FECHA DE ENTREGA: 10/06/06 Jaime Meilán Nueva York Han sido los expertos del Human Security Center, de la canadiense Universidad de British Columbia, quienes se ocuparon hace pocas semanas de brindar a la opinión pública internacional un anticipado regalo de navidades. Porque un regalo para el espíritu es oir estadísticas esperanzadoras en un entorno dominado por los términos guerra y terror. Así, el pasado 17 de octubre hicieron público su informe Human Security Report 2005, el resultado de tres años de trabajo, y anunciaron que el número de conflictos armados se ha reducido un 40% desde 1992. Más todavía, un 80%, cayó la cifra de los peores conflictos, entendidos como aquellos con un saldo de víctimas en la batalla superior a mil. Acaban más, comienzan menos Después de crecer y crecer sin aparente límite desde la década de los 50, la violencia mundial comenzó a tomárselo con más calma en los últimos años del siglo pasado. En 1992, refleja el estudio, había en el mundo 51 conflictos armados en los que estaba involucrado al menos un Gobierno, que eran ya sólo 32 en 2002 y 29 en 2003. “Entre 1989 y 2002, unos cien conflictos (de esta categoría, que excluye los librados entre grupos no gubernamentales) vieron su fin. Actualmente más guerras acaban que comienzan”. Contemplado desde otra perspectiva, también hay menos guerras entre Estados. De hecho, de los referidos 29 conflictos de 2003, sólo dos enfrentaba a potencias estatales: India y Pakistán, por un lado; y Estados Unidos e Irak, por otro. Los restantes eran guerras civiles (entre un Gobierno y fuerzas rebeldes). Pero también éstas han experimentado una reducción desde 1992. Para explicar esta tendencia, Andrew Mack, director del estudio y del Human Security Center, apunta a tres grandes cambios políticos “que han alterado radicalmente el panorama global de seguridad” durante las tres últimas décadas. El primero fue “la conclusión del colonialismo”. Otro remate, el de la guerra fría, fue el segundo. Y el tercero, el crecimiento sin precedentes de las actividades internacionales, encabezadas por las de Naciones Unidas, dirigidas a poner fin a conflictos en marcha o a prevenir el estallido de otros nuevos. 46 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Del desmembramiento de los imperios coloniales, con especial mención al francés y al británico,, no resultó complicado extraer conclusiones. Desde principios de los años 50 hasta los años 80, las guerras coloniales supusieron entre el 60% y el 100% de los conflictos internacionales, dependiendo del año. “Actualmente no existen este tipo de guerras”. A la guerra fría se atribuyen aproximadamente un tercio de los conflictos armados ocurridos a partir de la Segunda Guerra Mundial. Washington y Moscú se ocupaban de alimentarlos en las denominadas guerras por delegación. Y estas también han visto apagarse su llama. Pero, tras la desintegración de la Unión Soviética, no sólo se apagaron muchos conflictos. También se liberaron las manos de Naciones Unidas para poder acometer -al menos intentarlolos propósitos para los que había sido concebida. Hasta ese momento los intereses de sus propios impulsores, con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad a la cabeza, habían anulado la capacidad de acción del organismo multinacional. Así, el Human Security Report 2005 registra que a partir del fin de la guerra fría: las misiones diplomáticas para prevenir guerras se multiplicaron por seis; por cuatro las misiones dirigidas a cerrar conflictos en marcha; también por cuatro las operaciones de paz para evitar la reanudación de conflictos; y por once la cifra de Estados sometidos a algún tipo de sanción internacional, como fórmula de presión para impulsar negociaciones de paz. Menos que un mes de Irak Los autores del informe invitan a soñar en cómo podrían ser las cosas si los responsables de la ONU -los Estados miembros- se tomaran las cosas del organismo más en serio. Porque a pesar del aumento de actividades, su coste apenas representa el 1% del gasto mundial en armamentos. O, por utilizar otra referencia, el presupuesto de todo un año para las 17 operaciones de paz de la ONU en marcha es inferior al que Estados Unidos se gasta en Irak en un sólo mes. Como prueba de que las incitativas de la ONU no son meramente circunstanciales, el estudio hace referencia a un reciente informe de la corporación RAND, que califica de éxito dos tercios de la operaciones de paz; y también al aumento en el número de conflictos que terminan con un acuerdo negociado. A pesar de las tendencias positivas que documenta, el informe deja claro que “no hay lugar para autocomplacencias”. Subraya que aún hay unos 60 conflictos armados de todo tipo en marcha, serios abusos de los derechos humanos, crímenes de guerra extendidos y actos de terrorismo. Y que las causas subyacentes de los conflictos no son normalmente atendidas o son ignoradas, con lo que el riesgo de que se repitan es alto. Terrorismo internacional versus muertes en batalla La única forma de violencia política que ha experimentado una evolución negativa es la de lo que los autores del estudio denominan terrorismo internacional. Distintos análisis cifran en 651 los ataques “sustanciales” de esta categoría que se produjeron en 2004, frente a los 175 de 2003 o los 17 de 1987. Aún así, la cifra media anual de víctimas mortales del terrorismo internacional es inferior a mil durante las últimas tres décadas. Si no fuera por el valor absoluto de la vida humana, esa referencia no pasaría de la categoría de anécdota si se compara con las 340.000 muertes que se produjeron en los campos de batalla, en conflictos armados que involucraron a Estados, en 1972, o a las 100.000 de 1992, o las 20.000 de 2002. Obrar el milagro De hecho, los conflictos armados con participación gubernamental siguen siendo los más mortales, con gran diferencia. Ello a pesar de que estas guerras son cada vez más ‘benignas’, si como tal se puede entender que cuestan menos vidas. La disminución en número de los conflictos, el tipo de armas ligeras predominante en los civiles y el empleo de arsenales 47 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS ‘inteligentes’ en otros casos ha obrado el milagro. Así, si en 1950 la media de muertes en batalla por conflicto era de 38.000, en 2002 caía a sólo 600. Los países más belicosos del planeta, entre 1946 y 2003 El Human Security Report 2005 se ocupó también de clasificar a los países más belicosos. La lista no proporciona grandes sorpresas. Las potencias que han participado en el mayor número de conflictos armados entre 1946 y 2003 son, por este orden: Reino Unido (21 guerras), Francia (19), Estados Unidos (16) y Rusia/Unión Soviética (9). Las guerras coloniales de las dos primeras, y las tensiones ‘frías’ de las dos últimas son responsables del guión. Australia y Holanda (siete por cabeza), Israel, Egipto, China y Tailandia (seis por barba), y Vietnam, Turquía, Jordania, Portugal y Canadá (cinco) les siguen en el ranking. Atendiendo con otro baremo, el de ‘años-conflicto’, a la misma historia, (un ‘año-conflicto’ es una unidad que equivale a un año durante el que un país ha estado involucrado en un conflicto; puede suceder que esté involucrado en más de uno el mismo año, y sumar simultáneamente más unidades), la clasificación del Human Security Report 2005 experimenta ligeros cambios: Birmania/Miamar (232 años-conflicto entre 1946 y 2003), India (156), Etiopía (88), Filipinas (86), Israel (79), Reino Unido (77), Francia (66), Irak (60), Vietnam (60), Rusia/Unión Soviética (51), Estados Unidos (49), Irán (48), Angola (44) y Colombia (42). Discutir en grupo a través de una teoría reflectivista el presente tema DIF – 02 TEMA: Neo Idealismo TITULO: Diálogos entre Bolivia y Chile Intelectuales-Sociedad Civil y Diplomacia FECHA DE ENTREGA: 15/03/06 Roxana Forteza (UDABOL) Eduardo Devés (USACH) Las difíciles relaciones entre Bolivia y Chile son actualmente escenario de nuevos vientos de cordial entendimiento y negociación, tanto en el ámbito estatal como entre la sociedad civil. En Bolivia durante el gobierno de Carlos Mesa la política exterior con respecto a Chile adquirió un matiz determinante y dramático respecto al conflicto marítimo, arrastrando consigo una gama de temas comerciales y sociales que existen entre ambos actores. 48 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Esta álgida situación viene siendo superada, gracias al esfuerzo conjunto de diplomáticos e intelectuales, actores económicos y políticos de ambos estados, que han demostrado mayor apertura y entendimiento de lo que implica la resolución pacifica de conflictos y las relaciones bilaterales fluidas con todos sus pros y contras incluidos. Cabe resaltar que al existir mayor dialogo y negociación las ganancias pueden resultar absolutas para ambas partes; es decir que bajo esta lente todos los actores reciben más beneficios que perjuicios. Lo ya mencionado se ha venido trabajando empeñosamente y uno de estos esfuerzos son los Encuentros Boliviano Chilenos de Historiadores e Intelectuales, de los cuales ya se han realizado cinco versiones, siendo la iniciativa prima de Mariano Baptista, Sergio González Miranda, Fernando Cajías, Eduardo Devés, Adolfo Linares, Carmen Gloria Bravo, Beatriz Rossels y otras personas. En estos Encuentros han participado numerosos diplomáticos de ambos estados, incluso algunos se han conocido, estableciendo cordiales relaciones a raíz de estas actividades intelectuales. Prueba de su relevancia es el hecho que con posterioridad a la V versión realizada en el mes de julio del 2005, en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, los equipos técnicos de ambos estados se sentaron a negociar una agenda, sin exclusiones, de 80 puntos. Pero lo destacable es el hecho que los miembros de estas comisiones participaron en los Encuentros de Historiadores e Intelectuales Boliviano Chilenos. Es decir que semanas después, en agosto, se sentaron a negociar personas que venían de compartir momentos de camaradería intelectual y de escuchar una variada gama de opciones y posiciones sobre las relaciones entre bolivianos y chilenos. De esta manera, el entonces Cónsul General de Bolivia en Santiago, Víctor Rico y el Cónsul General de Chile en La Paz, Francisco Pérez Walker, agentes determinantes de las negociaciones de la agenda bilateral de 80 puntos, también formaron parte coauspiciadora del V Encuentro de Historiadores e Intelectuales, donde ambos pasaron 3 días en debates en los que la sociedad civil intelectual expuso una amplia gama de alternativas para las relaciones boliviano – chilenas: culturales, sociales, antropológicas, de transporte y comunicación, comerciales y de política exterior. Así también, las direcciones de Frontera y Límite de estos países participaron activamente en los distintos Encuentros con las personas como William Torres Armas del lado boliviano y Marcela Espinoza, José Miguel Pozo y numerosos diplomáticos como Roberto Ibarra, Armando Loaysa, Roberto Finot, Alfredo Seoane, Edmundo Pérez Yoma, Patricio Latapiat. Actualmente las negociaciones boliviano – chilenas han tenido un nuevo repunte en estos últimos meses. Con respecto al tema comercial se esta por reactivar y profundizar el ACE 22 Convenio de Complementación Económica, el cual en el horizonte cercano es el mas factible de consolidarse. También en los Encuentros de Historiadores e Intelectuales se han realizado sendos convenios entre universidades, por ejemplo el de la Universidad NUR y la Universidad de Santiago, y han habido catedráticos que dieron numerosas charlas en universidades chilenas y viceversa. También alumnos bolivianos de la UDABOL han dado ponencias en universidades chilenas. Así se ha logrado gran asistencia estudiantil a las III Jornadas Latinoamericanas de Relaciones Internacionales en Viña del Mar por estudiantes de universidades bolivianas. Es posible percatarse de la relevancia de estas actividades al notar la cantidad de instituciones y personas que apoyan a estos Encuentros binacionales que promueven el estudio, la investigación y el dialogo entre actores estatales y civiles de ambos países. Como ser las universidades de Santiago, Mayor de San Andrés, Arturo Prat, Mayor de San Simón, Católica de Chile, Viña del Mar, Cardenal Silva Henríquez, Talca, de Valparaíso, UDABOL, de Chile, UTEPSA, Andrés Bello, NUR, Católica de Valparaíso, Católica de Santa Cruz, Domingo Savio, así como también el Instituto Internacional de Integración, personal docente de la Academia Diplomática de Chile, de la Academia Diplomática de Bolivia, de la Fundación Huascar Cajías y otras instituciones. 49 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS En síntesis, lo que hemos querido destacar son tres cosas, que durante el segundo semestre del 2005 hubo avances en las conversaciones tendientes a acuerdos entre Bolivia y Chile, como parte una distensión significativa, si comparamos con el primer semestre; que en los grupos participaron por ambos países negociadores (diplomáticos) que habían asistido, e incluso algunos se habían conocido y confraternizado, en el marco de los encuentros de los historiadores e intelectuales; que los diálogos producidos durante los encuentros contribuyeron a hacer conocer posiciones, a instalar temas y consensos, a facilitar la fluidez de las conversaciones. Por cierto, no pensamos que estos meses de bonanza aseguren un futuro promisorio, en más de una oportunidad se avanzó un paso y se retrocedieron dos, por tanto nada de sentarse sobre tan escasos laureles. La colaboración entre intelectuales, sociedad civil y representantes de los Estados dentro de cada país, y de uno con otro, es fundamental. No es necesario imaginar un todo o nada. Es más razonable ir ganado acuerdos, ir estableciendo medidas de confianza mutua en lo macro y en lo micro, ir realizando múltiples actividades conjuntas que contribuyan a la comunicación y a la transparencia, tan necesarias para un mejoramiento de los niveles de confianza para hacer funcionar a Nuestra América. América Latina no ha comenzado bien el siglo XXI, va rezagada y a trastabillones. Los acuerdo entre Bolivia y Chile podrían sinergizar el conjunto del continente. Deseamos que en el 2006 se den pasos más importantes con los nuevos gobiernos, nos comprometemos a continuar gestionando los encuentros de intelectuales, así como continuar madurando la agenda para una colaboración de largo aliento. Analice el artículo junto a sus compañeros a través de la teoría neo idealista PROGRAMA DE CONTROL DE CALIDAD VISITA TÉCNICA # 1 UNIDAD O TEMA: Nociones Generales.LUGAR: Consulados y oficina Regional de Cancilleria FECHA PREVISTA: 09/09/06.RECURSOS NECESARIOS: Participación activa y coordinada en la visita de los alumnos a Los diferentes consulados y oficinas de chancillería OBJETIVOS DE LA ACTIVIDAD: 50 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS Recavar información sobre la política exterior de los diferentes países estudiados FORMAS DE EVALUACIÓN (si procede) Evaluación Procesual.- 51 U N I V E R S I D A D D E A Q U I N O B O L I V I A