UN NUEVO AMANECER. Cánticos

Anuncio
William Soto Santiago
En el día de
Pentecostés
se
recibió las primicias,
las arras; pero la
promesa es: para el
fin del tiempo la
plenitud del Espíritu
de Dios, para cada
hijo de Dios.
Nuestra Biblioteca
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El Mensaje del Evangelio del Reino
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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Bueno, así estuvieron 120 y recibieron lo que Dios prometió.
Así estamos y estaremos nosotros, y recibiremos lo que Dios ha
prometido.
Bueno, por aquí tenemos a Miguel. Que Dios les continúe
bendiciendo a todos, que Dios les guarde. Y el próximo domingo
estaremos desde Puerto Rico transmitiendo para todos ustedes.
Bueno, muchas gracias por vuestra amable atención y que Dios
les continúe bendiciendo a todos con las bendiciones que El ha
prometido para Sus hijos en este tiempo final.
Con nosotros Miguel Bermúdez Marín.
“EN EL APOSENTO ALTO DE LA EDAD DE LA
PIEDRA ANGULAR.”
Este mensaje predicado por nuestro amado hermano
William Soto Santiago
es distribuido completamente Gratis
“Y el Espíritu y la esposa dicen ven, y el que oye, diga:
ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del
agua de la vida gratuitamente.” Apoc. 22:17
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WILIAM SOTO SANTIAGO
podemos perder este privilegio tan grande que Dios nos ha dado. El
nos ha abierto el entendimiento para entender quiénes somos, para
entender porqué estamos aquí, para entender de dónde hemos venido,
para entender cuál es el programa divino correspondiente para este
tiempo y cómo estar firmes en ese programa para recibir todo lo que
El ha prometido para todos nosotros, para nuestro regreso a la vida
eterna con un cuerpo eterno y un espíritu teofánico eterno, y así vivir
por toda la eternidad como Reyes y Sacerdotes, reinando con Cristo en
el glorioso Reino milenial y luego por toda la eternidad.
“EN EL APOSENTO ALTO DE LA EDAD DE LA
PIEDRA ANGULAR.”
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que Dios nos
guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, amigos y
hermanos presentes aquí en Bogotá: En Olaya, Bogotá, y también cada
uno de ustedes a través de la línea telefónica, en toda la República
colombiana, y también cada uno de ustedes allá en Cayey, Puerto
Rico, y en todos los países de la América Latina, del Caribe, de
Norteamérica y del Canadá. Que las bendiciones del día de
Pentecostés, actualizadas, vengan sobre cada uno de ustedes y sobre
mí también. Que la plenitud del Espíritu Santo venga sobre todos
nosotros y nos transforme pronto, y así estemos adoptados como hijos
e hijas del Dios eterno.
Muchas gracias por vuestra amable atención y dejo con
nosotros a Miguel Bermúdez Marín, y en la tarde, más a la tarde, o sea
a las 6:00 de la tarde, hora de aquí de Colombia, estaremos en el
Gaitán, en la congregación de Fernando Cubillos, para continuar en
este glorioso día las actividades de Dios para nosotros.
Se estará transmitiendo también a los diferentes lugares que
estén reunidos, para que así continúen escuchando la tercera parte de
estas actividades de este día domingo.
(Ed. - El hermano William hace algunas aclaraciones para la
siguiente actividad de esa tarde y luego continúa diciendo:)
Así que Dios les continúe bendiciendo a todos, Dios les guarde,
y muchas gracias por vuestra amable atención.
Y recuerden: En el Aposento Alto de la Edad de la Piedra
Angular. ¿Y cómo debemos estar? Unánimes juntos.
En el Aposento Alto
en la Edad de
La Piedra Angular
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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Jesucristo, había un grupo pequeño, comparado con todos los que
creen en el Señor Jesucristo y los que se llaman ser cristianos, o sea,
del cristianismo; comparado con la cantidad tan grande que tiene el
cristianismo, un grupo pequeño (representado en aquellos 120) subiría
al Aposento Alto de la Edad de la Piedra Angular para recibir el
Espíritu Santo en toda Su plenitud.
Primeramente, como Edad, Lo reciben en Su manifestación por
medio de Su Angel mensajero. Y luego Lo recibiremos todos,
recibiremos la plenitud del Espíritu de Dios y seremos transformados.
Así encontramos que el cuerpo místico de creyentes, como
cuerpo místico, recibe a Cristo en Espíritu en Su manifestación final,
que recibe un cambio: cambio de edad, cambio de dispensación. Y
nosotros como individuos recibiremos todos el Espíritu Santo en toda
Su plenitud, y recibiremos un cambio de cuerpo, como El ha
prometido. Y recibiremos como individuos y también como grupo, un
cambio de reino: seremos cambiados del reino de este mundo al Reino
del Señor Jesucristo.
Y todo eso será así para los que estén en el Aposento Alto de la
Edad de la Piedra Angular unánimes y juntos.
Por eso El nos ha reunido en el Aposento Alto de la Edad de la
Piedra Angular.
De tantos miles o millones de cristianos, o creyentes en
Jesucristo, vean ustedes, un grupo subiría a la Edad representada en el
día de Pentecostés y en el año de Pentecostés o año del Jubileo, para
recibir lo que Dios ha prometido para este tiempo final, para recibir la
plenitud del Espíritu de Cristo, para recibir la Adopción de hijos e
hijas de Dios.
Allá en el día cincuenta recibieron al Espíritu Santo, a
Jesucristo en Espíritu. Y en el Año del Jubileo actualizado, la Edad de
la Piedra Angular, nosotros recibimos a Cristo en Espíritu para recibir
nuestra transformación y el rapto, como grupo, y luego como
individuos, y así llegar a la total perfección, y ser -en todo el sentido
de la palabra- Reyes y Sacerdotes, y reinar con Cristo mil años, y
luego por toda la eternidad.
Es tan grande la bendición y privilegio que Dios nos ha dado a
nosotros al enviarnos a vivir en el fin del tiempo, que nosotros no
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WILIAM SOTO SANTIAGO
corregida, porque tenemos todos que estar unánimes y juntos en la
Edad del Aposento Alto, la Edad de la Piedra Angular, para recibir lo
que Dios ha prometido para nosotros como hijos e hijas de Dios,
primogénitos de Dios, que tienen la promesa de recibir la plenitud del
Espíritu Santo y ser transformados, para luego de 30 a 40 días ser
raptados o trasladados a otra dimensión, mientras pasa la gran
tribulación o los juicios divinos que van a caer sobre esta Tierra.
Así que estemos todos en el Aposento Alto de la Edad de la
Piedra Angular unánimes juntos, y que pronto venga el Espíritu Santo
en toda Su plenitud sobre cada uno de nosotros y transforme nuestros
cuerpos, y tengamos el cuerpo eterno que El ha prometido.
Esa es mi petición a Dios, ese es mi deseo, para con cada uno
de ustedes y para mí también; porque así como ustedes desean un
cuerpo eterno, yo también lo deseo y lo necesito; y así como todos
ustedes desean tener un cuerpo y un espíritu eterno, y habitar en ese
cuerpo y espíritu eterno, yo también lo necesito y lo deseo, para vivir
por toda la eternidad.
Esa es la única forma para nosotros escapar de los juicios que
vienen, y entrar a la eternidad con vida eterna y un cuerpo eterno.
Mantengamos siempre ese espíritu de unidad, manteniéndonos
unánimes y juntos en nuestra Edad, trabajando en el Reino de Dios, y
pidiendo a Dios Sus bendiciones sobre todos Sus hijos, pidiendo a
Dios que El nos use en todo lo que El desee usarnos mientras estamos
en estos cuerpos, y que pronto transforme nuestros cuerpos, y que
luego, pues, nos use como El desee usarnos cuando estemos en el
nuevo cuerpo.
No vamos a ser transformados para después estar con los
brazos cruzados. Si en estos cuerpos podemos hacer tantas cosas
maravillosas en el Reino de Dios, cuánto más será con el nuevo cuerpo
en el cual no tendremos limitaciones. Así que lo que viene para los
escogidos de Dios es algo grande y maravilloso.
Ahora, recuerden: de todos los que oyeron a Jesús y creían en
Jesús, solamente 120 personas subieron al aposento alto y
perseveraron y permanecieron allí por diez días, esperando lo que Dios
había prometido.
De todos los seres humanos que profesan creer en el Señor
EN EL APOSENTO ALTO
EN LA EDAD DE
LA PIEDRA ANGULAR
Por William Soto Santiago
7 de noviembre de 1993 (P.M.)
Santafé de Bogotá, Colombia
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí
en Bogotá, Colombia, y también en los demás lugares de la República
de Colombia, y también demás lugares de Bogotá, y también cada uno
de ustedes allá en Cayey, Puerto Rico, y en el resto del Caribe, y
también en toda la América Latina, en Norteamérica y el Canadá. Que
las bendiciones de Dios sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
En esta mañana estábamos hablando del día octavo, día que
Dios señaló en toda la Escritura como un día muy importante, en el
cual cosas muy importantes del programa divino fueron realizadas, las
cuales encontramos que señalan a las cosas que Dios hará en este
tiempo final.
Encontramos que en el día de Pentecostés vino el Espíritu
Santo sobre 120 personas. Vamos a leer aquí en el libro de los Hechos,
en el capítulo 2, vamos a leer comenzando en el verso 1, y dice de la
siguiente manera:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
juntos.
Y de repente vino del cielo un estruendo como un viento recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de
todas las naciones bajo el cielo.
Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban
confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.
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WILIAM SOTO SANTIAGO
Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son
galileos todos estos que hablan?
¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra
lengua en la que hemos nacido?
Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia,
en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,
en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más
allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como
prosélitos,
cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios.
Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros:
¿Qué quiere decir esto?
Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y
les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en
Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto
que es la hora tercera del día (o sea las nueve de la mañana).
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos
días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la
tierra, Sangre y fuego y vapor de humo;
El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que
venga el día del Señor, Grande y manifiesto;
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón
aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y
señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros
mismos sabéis;
a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
¿Y qué significa esto? Que dos mil años atrás hubo un hombre
aquí en la Tierra adoptado, un hombre conocido en la historia de la
raza humana como Jesús de Nazaret; pero en el fin del tiempo habrá
miles o millones de hijos e hijas de Dios, adoptados en el Reino de
Dios, a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
Por eso es que para la Adopción de los santos del pasado se
requiere que nosotros estemos unánimes juntos; porque ellos no
pueden ser perfeccionados sin nosotros; porque nuestra Edad es la
Edad perfecta de la Piedra Angular, para producir hijos e hijas de Dios
perfectos, en cuerpos perfectos, conforme a como Dios ha dicho en Su
Palabra.
Los santos del pasado, de las edades pasadas, están esperando
por nosotros. Y nosotros: unánimes y juntos en la Edad de la Piedra
Angular, esperando nuestra Adopción, la plenitud del Espíritu de Dios
y la transformación de nuestros cuerpos, que será producida por el
Espíritu de Dios, ese espíritu teofánico que El envía a cada hijo de
Dios, que es el Angel de Jehová que acampa en derredor de los que Le
temen y los defiende. Ese espíritu teofánico estará habitando en el
cuerpo eterno, y nosotros dentro de ese cuerpo teofánico para vivir por
toda la eternidad.
Así que si fue grande aquel día de Pentecostés, es más grande
el Año de Pentecostés, el Año del Jubileo, porque producirá la
transformación de nuestros cuerpos, producirá hijos e hijas de Dios
adoptados en el Reino de Dios.
Por eso Dios ha llamado a Sus hijos en este tiempo final a la
Edad de la Piedra Angular, porque es la Edad del Aposento Alto en
donde todos los hijos de Dios estarán unánimes y juntos en la Edad de
la Piedra Angular para recibir lo que Dios ha prometido para este
tiempo final: la transformación de nuestros cuerpos para ser a imagen
y semejanza del Señor Jesucristo.
Para eso es que estamos en la Edad de la Piedra Angular, para
eso es que Dios nos ha llamado y nos ha juntado con el Mensaje de la
gran Voz de trompeta, y estamos juntos en la Edad de la Piedra
Angular, y tenemos que estar unánimes.
Cualquier desacuerdo, cualquier desavenencia, tiene que ser
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WILIAM SOTO SANTIAGO
no en otra Edad, sino en la Edad de la Piedra Angular, que es el
Aposento Alto, y que es ese lugar donde está el Año del Jubileo o Año
cincuenta, o Año de Pentecostés, convirtiéndose en una realidad, para
recibir todos nosotros -dentro de no mucho tiempo- la plenitud del
Espíritu de Dios, y así recibir la transformación de nuestros cuerpos.
Nosotros estamos ya tan cerca de recibir la redención de
nuestros cuerpos, o sea la transformación de nuestros cuerpos, que yo
les digo a todos ustedes: Manténgase cada uno de ustedes unánime y
junto, los unos con los otros, en nuestra Edad y nuestra dispensación;
todos unánimes juntos en el Aposento Alto de la Edad de la Piedra
Angular.
Ya nosotros estamos en ese Día cincuenta, o sea en la Edad de
la Piedra Angular, que es representada en el día cincuenta. Como
Edad, estamos en la Edad que fue representada por ese día, para recibir
la plenitud del Espíritu de Dios y ser transformados, y tener un cuerpo
eterno y un espíritu teofánico eterno, en donde cada uno de nosotros
como almas de Dios, hijos e hijas de Dios, viviremos por toda la
eternidad.
Y cuando estemos en ese cuerpo eterno todos nosotros, ya
veremos lo que Dios estará haciendo; pues si en aquel día de
Pentecostés hizo todas aquellas cosas maravillosas, y luego continuó
haciendo más cosas, y vinieron miles de personas a Cristo, cómo será
cuando los hijos de Dios reciban en toda su plenitud el Espíritu de
Dios y sean transformados, y estemos adoptados como hijos e hijas del
Dios viviente, en cuerpos eternos, como El desde antes de la fundación
del mundo predestinó, eligió, para cada uno de nosotros.
Estamos ya muy cerca de ese evento, porque será en nuestra
Edad y nuestra dispensación.
Unánimes juntos estaban en el Aposento Alto. Y nosotros en el
Aposento Alto de la Edad de la Piedra Angular: unánimes juntos
esperando la promesa de la plenitud del Espíritu Santo, la promesa de
la redención de nuestro cuerpo.
Nosotros la recibiremos, porque El lo ha prometido. Vendrá la
plenitud del Espíritu de Dios, vendrán nuestras teofanías, y
transformarán nuestros cuerpos como Dios ha prometido, y entonces
estaremos ya adoptados, hijos e hijas de Dios, en cuerpos eternos, a
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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crucificándole;
al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por
cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun
mi carne descansará en esperanza;
Porque no dejarás mi alma en el Hades (infierno), Ni
permitirás que tu Santo vea corrupción.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de
gozo con tu presencia.
Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca
David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros
hasta el día de hoy.
Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le
había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría
al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su
alma no fue dejada en el Hades (o infierno), ni su carne vio
corrupción.
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos
testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido
del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que
vosotros veis y oís.
Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este
Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a
los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y
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WILIAM SOTO SANTIAGO
para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare.
Y con otras muchas palabras les testificaba y les exhortaba,
diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres mil personas.”
Que Dios bendiga Su Palabra y nos permita entenderla, y que
en nuestros corazones Su Palabra llegue y produzca el fruto que debe
llevar.
En esta Escritura encontramos que diez días después que los
discípulos habían estado reunidos, reunidos por diez días... el Señor
Jesucristo estuvo con ellos cuarenta días después que resucitó: resucitó
domingo, y cuarenta días después ascendió al cielo; esto es, ascendió
al cielo un jueves, que es el día número cuarenta, contando desde el
domingo de resurrección hasta cuarenta días; contando cuarenta días
desde el domingo, cae el día número cuarenta un jueves; luego, diez
días después, contando diez días más, son cincuenta días; el día
número cincuenta era el día de Pentecostés, y ese día de Pentecostés
fue que los discípulos del Señor Jesucristo, 120 personas, recibieron el
Espíritu Santo, como les fue prometido a ellos.
Ahora, 120 personas allí reunidas fueron los que recibieron el
bautismo del Espíritu Santo; pero el Señor Jesucristo tenía más
discípulos, el Señor Jesucristo cuando ascendió al cielo, encontramos
que tenía una cantidad mayor que la que recibió el Espíritu Santo el
día de Pentecostés.
Vamos a leer aquí en I de Corintios, capítulo 15, verso 1 en
adelante, donde el apóstol San Pablo nos habla de la partida del Señor.
Dice:
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;
por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he
predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras;
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA …
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en el capítulo 8, verso 21 en adelante (Romanos), nos dice:
“Porque también la creación misma será libertada de la
esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está
con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos
las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de
nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo.”
La Adopción, o sea la redención de nuestro cuerpo, la
transformación de nuestro cuerpo, para ser personas con cuerpos
eternos, inmortales, incorruptibles, a imagen y semejanza del Señor
Jesucristo.
Así como para recibir las primicias del Espíritu Santo se
requirió que el pueblo llegara al día de Pentecostés y estuviera allí
unánime esperando la promesa del Padre; así también para recibir la
plenitud del Espíritu Santo, recibir la transformación de nuestros
cuerpos, y ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo con el
espíritu teofánico en toda su plenitud en cada hijo de Dios, encarnado
ese espíritu teofánico y produciendo un nuevo cuerpo, un cuerpo
eterno; para llegar a esa transformación se requiere que todos los hijos
de Dios, los primogénitos de Dios, estén unánimes y juntos en ese Día
o Año de Pentecostés, que es el ciclo divino de la Edad de la Piedra
Angular, en donde todos los hijos de Dios estarán viviendo en el Año
del Jubileo actualizado, en el Año cincuenta, para recibir la plenitud
del Espíritu de Dios, para así sea producida la transformación de
nuestros cuerpos, y así ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
Si con lo que aconteció el día de Pentecostés, fue impactado
todo Jerusalén, fue impactada Jerusalén con todos sus habitantes, y
todo Israel, y luego todo ese movimiento de Dios pasó a Asia Menor,
y de Asia Menor pasó a Europa, y de Europa pasó a Norteamérica, y
ha cubierto el mundo entero, cómo será con lo que El ha prometido
para el Año del Jubileo, con lo que El ha prometido para producir
nuestra transformación y rapto.
Pero se requiere que todos estemos unánimes y juntos: Juntos
en la Edad (en ese día, en la Edad) y en ese lugar, ese Aposento Alto;
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WILIAM SOTO SANTIAGO
pueblo hebreo para llevar a cabo ese evento del año del Jubileo, en
donde se tocaba la trompeta en el mes séptimo, el día diez, y en donde
se realizaba también la expiación por el pecado del pueblo.
Ahora, vean ustedes cómo lo que aconteció en un día,
representa lo que acontecerá en un año, que representa ese año un ciclo
divino, representa el ciclo de la eternidad, representa el año del Jubileo
que el pueblo hebreo guardaba; todo esto está hablando del momento o
tiempo o ciclo divino en donde los hijos de Dios, los escogidos de
Dios, son llamados y juntados con gran Voz de trompeta y colocados
en el Año cincuenta, el Año de Jubileo actualizado, que es la Edad de
la Piedra Angular, en donde son colocados para esperar la plenitud del
Espíritu de Dios.
En el día de Pentecostés se recibió las primicias, las arras; pero
la promesa es: para el fin del tiempo la plenitud del Espíritu de Dios,
para cada hijo de Dios.
Por eso el apóstol San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30,
nos habla de este tema, y también en el capítulo 1 de Efesios, verso 13
en adelante, nos dice:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad,
el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
Las primicias son las arras, que es la promesa del Espíritu
Santo que fue recibida el día de Pentecostés por 120 personas, y luego
continuó siendo recibida por los creyentes a medida que recibían la
Palabra. Las arras, “las arras de nuestra Herencia hasta la redención de
la posesión adquirida,” o sea, hasta la transformación de nuestros
cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo.
Por eso en Efesios, capítulo 4, verso 30, nos dice:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.”
Para el día de la redención: el día en que seremos
transformados, el día en que regresaremos a la vida eterna en cuerpos
eternos.
Por eso también el apóstol, hablándonos de nuestra redención,
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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y que apareció a Cefas, y después a los doce (Cefas es Pedro).
Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de
los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.
Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;
y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí
(dice San Pablo).
Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy
digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha
sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos;
pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis
creído.”
Aquí el apóstol San Pablo nos muestra que el Señor Jesucristo
luego de resucitado apareció a Sus discípulos, a unos primero y a otros
después; apareció primeramente a ciertas mujeres, a una primero, y
después a otras; después también a Pedro, a Juan, a Jacobo, a todos los
apóstoles, y dice el verso 6 del capítulo 15 de I de Corintios: “Después
apareció a más de quinientos hermanos a la vez.” Apareció a una
congregación, a la congregación ¿de quién? a la congregación del
Señor Jesucristo, a esa congregación fue que El le apareció cuando
resucitó.
Ahora, de ese grupo de 500 personas, a las cuales El le
apareció, aunque en otros lugares hubo también creyentes en el Señor
Jesucristo, pero estaban presentes en ese momento, o en ese tiempo,
eran como 500 personas en el lugar donde El apareció.
Ahora, miren ustedes el secreto que hay aquí para que nosotros
podamos darnos cuenta que no es solamente decir: “Yo creo el
Mensaje.” Nosotros tenemos que ver qué fue lo que aconteció aquí,
porque Jesucristo les dijo: “Ustedes van a recibir al consolador; yo les
voy a dar otro consolador; yo me voy, pero vendré a vosotros.”
El vendría en forma de Espíritu. El estaba en forma de carne
allí, por un propósito divino: para morir en la Cruz del Calvario,
derramar Su Sangre y limpiarnos de todo pecado, y así pagar el precio
de la redención; y luego dijo: “No os dejaré solos, vendré otra vez.”
El prometió que vendría, pero El vendría en Espíritu, El
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WILIAM SOTO SANTIAGO
vendría en esa Columna de fuego, El vendría a Sus hijos, a Sus
escogidos, y encontramos que El les dijo: “Yo oraré al Padre, y el
Padre os dará otro consolador.” También El dijo: “Yo enviaré al
consolador, lo enviaré en mi nombre.”
Ahora, podemos ver aquí que vendría El Consolador, el
Espíritu Santo, sería Cristo mismo en Espíritu; porque El dijo: “No os
dejaré huérfanos.” El dijo que vendría a ellos nuevamente.
Y el día de Pentecostés era el día que la Escritura marcaba un
día de grande Jubileo, era el día número cincuenta, y todos los
discípulos del Señor Jesucristo fueron ordenados por el mismo Señor
Jesucristo, aquí en el libro de los Hechos, capítulo 1, verso 1, dice:
“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las
cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado
mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había
escogido (les dio mandamiento ¿por qué? les dio mandamiento por el
Espíritu Santo, que estaba en El; o sea, fue el Espíritu Santo a través
de aquel cuerpo, el cual les estaba hablando a ellos);
a quienes también, después de haber padecido, se presentó
vivo con muchas señales, con muchas pruebas indubitables,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del
reino de Dios.
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén,
sino que esperasen la promesa del Padre, al cual, les dijo, oísteis de
mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros
seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las
sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le
recibió una nube que le ocultó de sus ojos.”
EN EL APOSENTO ALTO EN LA EDAD DE LA PIEDRA…
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Aquí podemos ver los últimos momentos del Señor Jesucristo
con Sus discípulos y con ese grupo de personas que estuvo allí
presente cuando el Señor ascendió al cielo.
El les dijo: “Ustedes esperen en Jerusalén hasta que sean
investidos de poder de lo alto, hasta que sean llenos del Espíritu
Santo.” El les dijo que dentro de muy pocos días recibirían el Espíritu
Santo.
Ahora, siendo tantas personas, comparadas con el grupo que
recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés, los cuales fueron 120
personas, podemos ver que los que Lo recibieron, dice la Escritura,
cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos.
Cuando se está unánime un grupo de 120 personas, se está de
acuerdo en lo que creen, en lo que están esperando, y en esperar hasta
que se cumpla lo que Dios prometió. Pero de los demás no dice la
Escritura que estaban unánimes juntos, si no que no se sabe ni dónde
estaban, no se sabe; probablemente cuando Pedro predicó aquel
Mensaje, allí aparecieron muchos de ellos.
Pero miren ustedes, es importante que todos estemos unánimes,
porque así como para el día de Pentecostés venía una bendición
grande, y era la Venida del Espíritu Santo, era las primicias, las arras
del Espíritu sobre los hijos de Dios, y allí fue el primer día en que vino
el Espíritu de Dios sobre Sus hijos, y luego continuó viniendo sobre
Sus hijos a través de las diferentes etapas del programa de Dios en la
Dispensación de la Gracia.
En ese mismo tiempo de los apóstoles continuó viniendo el
Espíritu de Dios sobre los creyentes a medida que iban recibiendo la
Palabra.
Encontramos que era necesario estar unánimes en aquel
tiempo, y juntos. ¿Y qué significa esto para nosotros?
El día de Pentecostés representa para nosotros el Año del
Jubileo y Jubileo es cincuenta. Cuando se dice ‘cincuenta’ se está
hablando del Año del Jubileo, y se está hablando también de
Pentecostés; porque Pentecostés es cincuenta.
Así que cuando se habla del día de Pentecostés, se está
hablando del día cincuenta; y cuando se habla del Año de Pentecostés,
se está hablando del Año del Jubileo, que es el año cincuenta dado al
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