ARGENTINA, CHILE y el REINO UNIDO

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ARGENTINA, CHILE y el REINO UNIDO
Ante una decisión argentina que daña gratuitamente la relación bilateral
con la República de Chile y favorece la posición del
Reino Unido en el Atlántico Sur
Argentina y Chile han tenido una historia de desencuentros durante casi los doscientos
años de su independencia de la Corona española. Pertenecientes a distintas divisiones
administrativas durante la época colonial, al constituirse como países independientes las
cuestiones de límites en una de las fronteras más extensas del mundo constituyó una
hipótesis de conflicto permanente para ambos países, alentada por los grandes centros
financieros internacionales que lucraron con el financiamiento de los gastos de compra de
armamento en el exterior, especialmente en Europa. Es conocido el caso de las bancas
Baring y Rothschild, las que luego de financiar la compra de armamento por ambos países
influyeron sobre las autoridades del Imperio Británico para que intentaran que Argentina y
Chile llegaran a una conciliación de sus pretensiones, ante el riesgo que un conflicto bélico
consumiera la bonanza económica de la que disfrutaban en esos momentos los deudores y
pusiera en peligro el cobro de dichos empréstitos. Así surgieron los Pactos de Mayo de
1902 por los que se acordó “racionalizar” el armamento de ambos países y un tratado de
arbitraje que consolida la presencia británica en la región, constituyéndose la Corona
Imperial en la garante de la paz permanente y legalizando así su influencia en los asuntos
de sus clientes y deudores.
Sin embargo, el Imperio Británico no era un poder neutral, ya que usurpaba desde 1833
el archipiélago de las Islas Malvinas -arrebatado por la fuerza a las Provincias Unidas del
Río de La Plata- territorio en el que había practicado una verdadera operación de limpieza
étnica expulsando a sus habitantes y repoblándolo con colonos ingleses procedentes de la
isla de Santa Elena y otros territorios de ultramar. En dicho archipiélago constituyó una
colonia donde prosperó la industria lanar y con el tiempo se estableció un importante flujo
económico con la localidad chilena de Punta Arenas. Con la consolidación de la presencia
argentina en la Patagonia Austral , luego de la conquista del desierto emprendida por el
general Julio Argentino Roca, estas tierras se incorporaron a la explotación económica y
muchos de los beneficiarios del reparto que realizó de las mismas el gobierno argentino las
vendieron a emprendedores extranjeros, entre los que se destacan no pocos súbditos
británicos o sociedades mixtas argentino-británicas. También se dio el caso que familias
que se habían establecido en el archipiélago de las Islas Malvinas se trasladaran a nuestra
Patagonia Austral en búsqueda de nuevas perspectivas económicas. La industria lanar se
estableció así tanto en la Patagonia chilena como en la argentina, haciendo porosas las
fronteras nacionales. Durante los primeros años del siglo XX estos territorios se vinculaban
directamente con el puerto de Liberpool desde la ciudad de Punta Arenas, sin intervención
de los puertos de Buenos Aires y Valparaiso.
Argentina, Chile y el Reino Unido mantienen un conflicto latente por la superposición
de sus reclamos territoriales en el Continente Antártico, si bien el artículo cuarto del
Tratado de Washington de 1959 establece una moratoria de los mismos. Pese a ello, el
Reino Unido ha logrado la incorporación de lo que denomina el “territorio antártico
británico” en todos los tratados constitutivos de la Unión Europea -en especial al tratado de
Lisboa de 2007- e hizo reserva de reclamar oportunamente la plataforma continental del
mismo en su presentación ante la Comisión de Límites de la Convención de la
Organización de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Debemos destacar que la
República Argentina y Chile se han reconocido mutuamente derechos de soberanía sobre la
porción del cuadrante sudamericano que ambas reclaman en el Continente Antártico.
Tampoco podemos olvidar que existió un importante conflicto argentino-chileno durante la
segunda mitad del siglo XX por la delimitación de la frontera en el Canal de Beagle y su
proyección marítima y que Chile colaboró con el Reino Unido durante la Guerra del
Atlántico Sur de 1982 con información y apoyo logístico en la zona austral, lo que
constituyó una ayuda muy importante para este país ya que la campaña bélica afrontaba
serios desafíos logísticos a más de 12.000 kms. de distancia de Londres y el repudio de la
Organización de Estados Americanos.
A partir de la recuperación de la forma de gobierno democrático en ambos países se ha
dado un proceso muy importante de reversión de estas posturas históricas, el mismo debe
construirse diariamente ya que no es fácil de superar doscientos años de desencuentros y es
indudable que el camino se funda en respetar los intereses nacionales permanentes de cada
país -los cuales son establecidos por su clase dirigente- sin intervención o desaire de los
mismos por ninguna de las partes. La República Argentina participa activamente en la
consolidación del Mercado Común del Sur y Chile es uno de sus países asociados. El actual
presidente chileno, Sebastián Piñeira, concurrió con la entonces presidente de su país,
Michelle Bachelet, a la Cumbre de Países de América Latina y el Caribe de febrero de
2010, durante la cual ambos se comprometieron a seguir siendo los encargados de presentar
la demanda argentina por la soberanía de las Islas Malvinas, Sandwinch del Sur, Georgias
del Sur y sus espacios marítimos circundantes, ante el Comité Especial de Descolonización
de la ONU. Asimismo , el presidente Piñeira aceptó sin ningún tipo de condición la
postulación del ex presidente argentino Néstor Kirchner para la Secretaría de la Unión de
Naciones Sudamericanas, anteponiendo los intereses permanentes de su país a las
diferencias ideológicas que indudablemente existen con el gobierno argentino.
Lamentablemente, las autoridades de nuestro país no han respondido al gobierno chileno
con una actitud recíproca y lo que es más grave aún han actuado en contra de nuestros
intereses nacionales, al negar la extradición del ex guerrillero chileno Sergio Apablaza
Guerra. Recordemos que esta persona está acusada del asesinato del Senador Jaime
Guzmán y del secuestro de uno de los directivos del diario “EL Mercurio”, hechos que se
cometieron estando en vigencia en Chile el sistema democrático de gobierno, por lo cual no
existe la excusa de ubicarlo dentro de esos difusas categorías que el derecho internacional
público ha creado para las situaciones de “luchas civiles”. Pero además, el Senador Jaime
Guzmán pertenecía a una formación política de la que participó en su momento el actual
presidente Sebastián Piñeira y que se encuentra dentro del marco ideológico de su gobierno.
Por su parte, el diario “El Mercurio” es el medio de difusión más importante de Chile y caja
de resonancia de la política exterior de ese país. Recordemos también que el gobierno
chileno esperó pacientemente durante ocho años hasta lograr que la Corte Suprema de
Justicia argentina recomendara al gobierno nacional la extradición de Apablaza Guerra, lo
que demuestra la meticulosidad con que fue tratado este caso por nuestro Poder Judicial y
la inapelabilidad intelectual de la sentencia. Pese a ello, el poder ejecutivo nacional,
sometido a la presión de pequeños grupos que no responden más que a intereses sectoriales,
a afinidades generacionales detenidas en el tiempo o a alguna amistad particular -la prensa
ha filtrado que la pareja de Apablaza Guerra trabajaría en la Casa Rosada- le otorgó asilo
político haciendo uso de sus facultades discrecionales en el tema. Pero hay algo mucho más
grave, Apablaza Guerra, en vez de recluirse en algún ignoto lugar y disfrutar de este
privilegio, participa y es fotografiado y filmado en actos de apoyo político al gobierno
argentino, en abierto desafío al gobierno de su país que aún no ha agotado las vías legales
para extraditarlo.
Si bien la concesión del asilo político constituye una facultad discrecional del poder
ejecutivo nacional supone la existencia del peligro que la persona a quien se incluye en este
instituto no goce en el país que solicita su extradición de las garantías procesales para su
juzgamiento o corra peligro su vida o su integridad personal, por lo tanto, con esta decisión
el poder ejecutivo nacional no solo ha afectado posiblemente convicciones personales del
presidente Piñeira sino que ha cometido una ofensa a la República de Chile,
menospreciando el funcionamiento e independencia de sus poderes constitucionales, lo que
indudablemente traerá graves consecuencias para las relaciones entre ambos países, lo que
ya ha comenzado a notarse en algunos signos en el tratamiento del conflicto argentinobritánico por la cuestión de las Islas Malvinas. Por ejemplo, el 5 de octubre el diario “El
Mercurio” de Santiago de Chile informaba que el destructor británico “HMS Glocester D96” , que patrulla las aguas circundantes al archipiélago de las Islas Malvinas, participará
durante el mes de noviembre de una exposición naval en el puerto de Valparaíso, donde
también habría recalado la fragata “HMS Pórtland”. Recientemente, el presidente chileno
Sebastián Piñeira, ha reiterado en Londres la continuidad de la excelente relación que
históricamente ha tenido la República de Chile con el Reino Unido; seguramente los
británicos deben haber incluido en sus negociaciones la preocupación por el cambio que
durante los últimos tiempos venía manifestando la política exterior chilena con respecto a la
Cuestión Malvinas.
Las autoridades nacionales todavía están a tiempo de subsanar su error ya que el
gobierno chileno ha apelado la decisión del gobierno argentino, como paso previo para
llevar el caso al sistema interamericano. Resulta indispensable para la defensa de nuestros
intereses nacionales continuar con el proceso de reversión de las históricas posturas de
confrontación argentino-chilena, ya que las mismas fueron fomentadas -además de por
factores endógenos- por la política imperial británica, que balcanizó las antiguas divisiones
administrativas del Imperio Español en América creando falsos nacionalismos comarcales,
para poder dominar económicamente a los países que surgían del proceso independentista
de hace doscientos años, así en poco tiempo los mismos pasaron de ser provincias de las
Españas a territorios tributarios de la plaza financiera de Londres. Recordemos que la
permanencia del enclave colonial de Malvinas es muy gravoso para el Reino Unido sin el
apoyo logístico del continente sudamericano y que en la Cumbre de Presidentes del
MERCOSUR y países asociados realizada en la ciudad de San Juan, el 3 de agosto de 2010,
los presidentes de la región se comprometieron en no facilitar las actividades de naves que
tengan por fin apoyar de manera directa las actividades de exploración y explotación de
hidrocarburos en perjuicio de los derechos de la República Argentina sobre su plataforma
continental y que el Informe Shackleton de 1976 establece que ante el caso de resistencia
de la República Argentina a colaborar con el programa de desarrollo de las Islas Malvinas
la opción es una alianza con la República de Chile.
Hasta el mes de octubre de 2010 íbamos por el buen camino, ahora depende del esfuerzo
argentino lograr reencauzarlo y cauterizar el daño realizado en forma gratuita a la relación
bilateral. El Reino Unido continúa omnipresente, desde hace doscientos años, tratando de
dividirnos para controlarnos y usufructuar nuestros recursos naturales.
La Plata , 12 de noviembre de 2010.
Profesor Carlos Alberto Biangardi Delgado
Coordinador del Departamento de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur
del Instituto de Derecho Internacional Público de la Universidad Nacional de La Plata
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