el cargo de obispo - conferencia general

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Conferencia General Octubre 1982
EL CARGO DE OBISPO
por el élder L. Tom Perry
del Consejo de los Doce
Esta conferencia marca el comienzo de una nueva era para la Iglesia en lo que
concierne a comunicaciones, ya que el invento de la transmisión vía satélite nos da la
oportunidad de llegar con los mensajes de la conferencia general a mas miembros de
la Iglesia que los que nos habían podido escuchar en el pasado.
Hay un tema que desde hace algún tiempo he deseado tratar en una conferencia
general, y me parece oportuno hacerlo ahora, ya que tenemos un publico mayor.
Hace algunos años recibí la asignación de formar parte de un comité responsable de
evaluar las solicitudes para los cambios de obispos. Teníamos que presentar los
nombres de los hermanos a quienes se tenia que relevar v también de aquellos a los
que se recomendaba como obispos, para que fueran considerados en una reunión
que llevaban a cabo en el templo la Primera Presidencia v el Consejo de los Doce. En
esa oportunidad, me asusto el numero de obispos que debían ser relevados por
razones de salud, problemas familiares o de empleo. Aun cuando el numero no era
un porcentaje muy elevado, me pareció que cualquier cifra seria demasiado alta,
porque estos hombres especiales no estaban gozando del privilegio de cumplir con su
asignación con el gozo y la satisfacción que debería acompañar a este sagrado
llamamiento.
El oficio de obispo siempre ha despertado en mí la mas grande admiración. Me he
relacionado con obispos durante toda mi vida; cuando yo tenía seis meses, mi padre
fue llamado como obispo de nuestro barrio, cargo que ocupo hasta después que
cumplí los dieciocho años. Poco tiempo después de haberme casado, fui llamado a
formar parte de un obispado y muy pronto me di cuenta del amor que existía entre
sus miembros al servir en unión. Había desempeñado ese cargo durante tres años
cuando se me presentó una oportunidad de trabajo, y parecía que la decisión
correcta era aceptarlo. Con profunda pena deje a mis amigos del obispado, v la noche
anterior a nuestra partida nos ofrecieron una fiesta. Para evitar despedirnos de todos
ellos, nos escabullimos antes de que esta terminara y pasamos la noche en casa de
un amigo. Una vez que la fiesta hubo terminado, el obispo y el otro consejero con
quienes había trabajado en mi llamamiento fueron a la casa de este amigo v.
mientras nosotros dormíamos, se sentaron y esperaron durante toda la noche el
momento de nuestra partida para que no nos fuéramos sin despedirnos
debidamente. Con un nudo en la garganta dije adiós a estos dos hermanos mientras
se iniciaba para nosotros una etapa mas de nuestra vida.
Algunos años mas tarde fui llamado a servir en otro obispado y de nuevo, por
medio de las reuniones que con frecuencia teníamos para dirigir los asuntos del
barrio, pude desarrollar hacia mis compañeros el mismo amor que la vez anterior. Un
año después, se tuvo que hacer un cambio en nuestra presidencia de estaca, Y el
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obispo y yo fuimos llamados para ser entrevistados por una Autoridad General
encargada del cambio. La primera pregunta que me hizo fue:
"¿Cómo se lleva con el obispo? ¿Es el un buen líder?"
Y entonces, con términos radiantes, comencé a expresarle mi amor y aprecio
hacia ese hombre y por todo lo que el había hecho por el barrio. De pronto me di
cuenta del propósito de la entrevista: Podían llamarlo a él para la presidencia de la
estaca, y así perdería mi contacto directo con el. Inmediatamente deje de hacer
comentarios positivos acerca de su gran servicio, y después de una pausa, le dije con
una sonrisita:
"El único problema que tiene es que cuando esta bajo tensión va a su casa y Le
pega a su mujer."
La Autoridad General se echo hacia atrás en su silla y me respondió:
¡Que curioso! El estuvo aquí hace apenas un minuto y me dijo que usted tenia
gran capacidad como líder, pero que también tenia un gran defecto: Que le gusta ir
de vez en cuando a la parte de atrás del granero y fumarse un cigarrillo.
La estrategia no nos dio resultado.
Aunque no he tenido la oportunidad de ser obispo, dos de mis hermanos, de los
cuales uno esta actualmente sirviendo como tal en la zona noroeste de los Estados
Unidos, han disfrutado de esa experiencia. También tengo un sobrino que es obispo
en la zona central del mismo país. Como podéis ver, las oportunidades que he tenido
de observar, contemplar X apreciar el papel de aquellos que han sido llamados a
servir como obispos en la Iglesia han servido para despertar en mi corazón y en mi
alma admiración por este noble llamamiento.
Pablo, en su epístola dirigida a Tito, establece algunos requisitos difíciles para los
que son llamados a ocupar el cargo de obispo.
"Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de
Dios; no soberbio no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas,
"sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de si mismo,
"retenedor de la palabra fiel tal como ha sido ensenada, para que también pueda
exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. " (Tito 1: 79. )
Por medio de la revelación, tal como la que esta registrada en Doctrina v
Convenios, el Señor agrego mas a esta responsabilidad, llamando al obispo para
servir como Juez.
"Y el que desempeñe esta misión es nombrado para ser juez en Israel, como fue
en los días antiguos, para repartir las tierras de la herencia de Dios a sus hijos;
"y para juzgar a su pueblo por' el testimonio de los justos, y con la ayuda de sus
consejeros, conforme a las leyes del reino dadas por los profetas de Dios.
"Pues de cierto os digo que se guardara mi ley en esta tierra.
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"No piense ningún hombre ser gobernante; mas bien, gobierne Dios, según el
designio de su voluntad, al que juzga, o en otras palabras, al que aconseja o se sienta
en el tribunal. " (D. y C. 58:1720.)
Los profetas nos han hablado acerca de la importancia del papel de obispo. El
presidente George Albert Smith dijo:
"No hay cargo en la Iglesia que proporcione mas bendiciones al hombre que el de
obispo si este honra su llamamiento y es un padre verdadero para el rebano al cual es
llamado a presidir. No olvidéis eso. . . Pero deseo deciros que no hay ni ha habido
obispo en la Iglesia que haya dedicado el tiempo que el Señor espera de él para
cuidar de Su rebano, enseñar a la congregación y prepararla para hacer la obra, que
no haya recibido un cien por ciento de bendiciones que se extenderán por toda la
eternidad.
"Quizá no será rico ni distinguido; es posible que no tenga el honor de presidir en
clubes u organizaciones sociales por el estilo; pero si ha cumplido con sus
obligaciones de obispo, si ha actuado de acuerdo con nuestro Padre, todo lo que ha
hecho para bendecir a los suyos se ha ido acumulando como un tesoro en los cielos, y
nadie puede quitarle las bendiciones que se ha ganado." (En Conference Report, oct.
de 1948, págs. 18687.)
En lugar de tomar tiempo para describir el papel y la comisión de los obispos, y
hacer que se sientan mas abrumados, permitidme hablar acerca de lo que podemos
hacer para apoyarlos y ayudarlos en su gran responsabilidad.
Primero, me dirigiré a las esposas de los obispos. Antes de que vuestros esposos
fueran entrevistados y llamados a ocupar el cargo de obispo, se os evaluó a vosotras
para determinar la clase de apoyo que les daríais. Os aseguramos que este papel es
secundario al eterno llamamiento que tienen como esposos y padres. Para que
tengan éxito debéis darle vuestro apoyo en forma total. Sabemos que esto es una
carga mas para vosotras, ya que os encargáis de contestar el teléfono, de la
correspondencia, de actuar como recepcionistas y hasta ocupáis su lugar en la casa
cuando ellos se van en ocasiones de emergencia. A menudo, por el solo hecho de ser
esposa de un obispo, os enteráis de asuntos confidenciales, los cuales debéis guardar
para vosotras mismas y jamas comentarlos con ninguna persona. Nada destruye mas
la dignidad de un obispo que una esposa que revele información confidencial de los
asuntos o miembros del barrio, de los cuales se entera en forma accidental.
Además, vosotras tenéis la obligación, conjuntamente con vuestro esposo, de ser
un ejemplo para la juventud y las parejas jóvenes del barrio. El vuestro debe ser un
matrimonio ideal, un matrimonio como el que ellos se están esforzando por lograr
siguiendo vuestro ejemplo. Comprendemos y apreciamos mucho vuestra
colaboración, ya que nada puede aliviar la ansiedad y responsabilidad de un obispo
como la ayuda de una compañera comprensiva.
Segundo, deseo hablar a los hijos del obispo. Sé que a veces tenéis la sensación
de vivir en un acuario, donde todos os observan para ver si cometéis un error o decís
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algo impropio. Se que a veces os sentís un poco resentidos cuando tenéis que
interrumpir las vacaciones o posponer una actividad planeada con anticipación
debido a una emergencia ocurrida en el barrio.
La noche anterior a que mi padre fuera relevado de su cargo de obispo, aprendí
una gran lección. Era la primera vez que yo lo veía llorar. El reunió a la familia v
anuncio que su periodo de servicio como obispo había finalizado. Luego, con lagrimas
rodándole por las mejillas, nos dijo que, a pesar de que a veces había sido una carga
para el y había ocupado mucho de su tiempo, extrañaría mucho su llamamiento. Por
medio de esta experiencia, mi padre nos dio una gran lección acerca del verdadero
regocijo de servir en la Iglesia. No fue sino hasta ese momento que yo llegue a
comprender totalmente las bendiciones que habíamos tenido en nuestro hogar, al
tener el manto del obispado descansando sobre los hombros de mi padre.
Hijos, por encima de todo y después de vuestra madre, vuestro padre necesita
vuestro apoyo para poder cumplir con las grandes responsabilidades de su
llamamiento.
Tercero, me dirijo a los quórumes del sacerdocio, los cuales ocupan una posición
única. E1 Señor ha revelado una estructura determinada en la organización de su
Iglesia, la cual requiere que los poseedores del sacerdocio cuiden y fortalezcan a los
miembros de la Iglesia. Los lideres de los quórumes deben visitar a sus integrantes
para felicitarlos por un trabajo bien hecho, para bendecirlos v fortalecerlos cuando
sea necesario, para enseñarles el evangelio y para inspirarlos a que obedezcan los
mandamientos y vivan una vida justa. Por medio del programa de orientación familiar
deben asegurarse de que se visita a todas las familias del barrio por lo menos una vez
al mes. Los maestros orientadores, entonces, representan al presidente del quórum
y, por medio de este, al obispo. De esa manera actúan como representantes del
sacerdocio llamados para ayudar a los miembros del quórum, es decir, a los padres y
sus familias.
Los maestros orientadores deben "visitar la casa de cada miembro, y exhortarlos
a orar vocalmente, así como en secreto, y a cumplir con todos los deberes familiares..
. Velar siempre por los miembros de la Iglesia. . . y cuidar de que no haya iniquidad en
la Iglesia, ni aspereza entre uno y otro, ni mentiras, ni calumnias, ni maldecir; y ver
que los miembros se reúnan con frecuencia, y también ver que todos cumplan con
sus deberes." (D. y C. 20:47, 53-55.)
Se reconoce y apoya al padre como líder que preside su familia y el responsable
de enseñarla y guiarla a la vida eterna y de ayudar en el establecimiento de Sión.
Cuando el programa de orientación familiar esta funcionando de acuerdo con la
forma en que fue diseñado, se detectan y resuelven los problemas familiares antes
de que crezcan a proporciones mayores y requieran la intervención del obispo. Esto
le permitirá tener mas tiempo para dedicar a asuntos que no puede delegar en otra
persona. Si, los quórumes deben asumir total responsabilidad por el bienestar
espiritual de los miembros que se les ha asignado.
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Cuarto, quiero hablar a los miembros de la Iglesia en general. Pienso que
deberíais entender que la mayoría de los obispos no son psiquiatras, ni trabajadores
sociales, ni asesores económicos capacitados, sino que todos han sido llamados bajo
inspiración del Señor para servir a los miembros de su barrio.
Debemos ser considerados con respecto al tiempo que ellos tienen disponible
para que puedan cumplir con sus asignaciones y tener tiempo suficiente para
planear, organizar, meditar, considerar y ser receptivos a la inspiración del Espíritu
Santo en su mayordomía. Si constantemente les estamos planteando problemas que
podemos solucionar nosotros mismos, lo único que estamos haciendo es privarlos del
precioso tiempo que necesitan para cumplir con aquellas asignaciones que no
pueden delegar. ¿Me permitiríais presentaros unas pocas reglas acerca de cómo
tratar a un obispo?
Primero, nunca vayáis a ver al obispo sin antes haberos puesto de rodillas para
pedir inspiración y solución a los problemas. No vayáis a verlo solo para contarle
vuestros problemas. Se que, con mucha frecuencia, los miembros de la Iglesia van a
la oficina del obispo con el solo deseo de conversar acerca de sus problemas, y no
para escuchar las soluciones.
Segundo, nunca deis participación al obispo, si el maestro orientador o el quórum
puede encargarse de vuestras necesidades.
Tercero, nunca habléis mal ni critiquéis al obispo o a su familia. Respetad este
importante llamamiento.
Cuarto, llevad una vida que este en armonía con el evangelio, para que cuando el
obispo os llame a servir, estéis listos y seáis dignos de aceptar el llamamiento.
Entonces servid con todo el entusiasmo, el vigor, la vitalidad v la dedicación que
podáis tener. Sed fieles al llamamiento que habéis recibido.
Quinto, recordad al obispo en vuestras oraciones familiares. Orad por su
bienestar y para que tenga fortaleza, para que el Señor lo bendiga en su gran
responsabilidad para la cual le ha llamado.
Yo se del gran poder que yace en el oficio de obispo; yo se de la paz, la seguridad,
la felicidad y el contentamiento que el puede dar a un barrio si tan sólo le permitimos
actuar libremente en el papel al cual ha sido llamado a servir, y no lo distraemos con
responsabilidades que pueden llevarse a cabo sin su intervención. Démosle la
libertad necesaria para que organice su propio tiempo y no le quitemos esos
preciosos minutos que necesita para desenvolverse en su llamamiento. Recordemos
que el tiene las mismas obligaciones que todos los otros jefes de familia: primero, ser
un buen esposo; segundo, ser diligente como padre; y tercero, cumplir c on su deber
de proporcionar lo necesario para su familia. No debemos interrumpir el tiempo que
dedica a su familia ni a su progreso y logros profesionales. Después que él ha
cumplido con sus obligaciones familiares, entonces tiene la gran oportunidad de
servir en su llamamiento.
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Mis hermanos, yo os prometo que si apoyamos a los obispos, aprendemos a ser
considerados con ellos v oramos por su bienestar, seremos bendecidos bajo su
liderato y tendremos la oportunidad de seguir sus consejos mientras ellos reciben la
inspiración para conducir, guiar y dirigir a los barrios de la Iglesia.
Es mi deseo que el Señor nos bendiga para que este sea el comienzo de una
nueva y mejor relación con nuestros obispos; es mi humilde oración, en el nombre de
Jesucristo. Amén.
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