Hacia una comunicación pastoral. Claves a partir del Concilio

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CUARTO COLOQUIO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA PASTORAL:
LA TEOLOGIA PASTORAL Y SU IMPORTANCIA EN EL TRABAJO ECLESIAL
Santiago de Chile, 29 y 30 de Octubre 2015
Hacia una comunicación pastoral.
Claves a partir del Concilio Vaticano II y de la Evangelii Gaudium
Carolina Bacher Martínez
Universidad Católica Argentina
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo,
para que… el lenguaje…
se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual” (EG 27).
Cuando Rodolfo Núñez me convocó a este IV Coloquio sentí una profunda alegría por el
camino compartido de investigación y difusión sobre la Teología Pastoral o Práctica desde
América Latina. En esta oportunidad la reflexión está centrada en “La Teología Pastoral y su
importancia en el trabajo eclesial”. El Papa Francisco nos recuerda que “la teología -no sólo
la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran
importancia para pensar cómo hacer llegar la propuesta del evangelio a la diversidad de
contextos culturales y de destinatarios” (EG 133). Es decir, que tanto la teología pastoral
como disciplina, como las demás áreas teológicas desde su dimensión pastoral (Cf. PdV 57)
aportan una reflexión sobre las mediaciones pertinentes para la actual tarea evangelizadora.
Para ello la teología se pone en diálogo con las experiencias humanas -de cristianos, de
creyentes y no creyentes- y se configura interdisciplinarmente. Asumiendo lo dicho, aquí me
propongo realizar un ejercicio de teología pastoral al servicio de la misión. Lo realizaré
considerando dos prácticas del Magisterio Universal: los documentos del Concilio Vaticano II
y la Exhortación Evangelii Gaudium; y acogiendo algunos aportes de otras disciplinas en
relación a la comprensión de la comunicación en general y del lenguaje en particular.
La Iglesia puede ser considerada una unidad comunicativa de creyentes.1 Comunicación que
se da entre los bautizados y con toda la humanidad porque “si alguien que ha acogido ese
amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿Cómo puede contener el deseo de comunicarlo a
otros?” (EG 8). El eje de la comunicación nos permite reflexionar una dimensión compartida
entre la teología y la pastoral. Tanto los teólogos como los agentes pastorales tenemos el
desafío de asumir una comunicación significativa. La teología, en el ejercicio de la función
1
Cf. Medard Kehl, La Iglesia, Salamanca, Sígueme, 1996, 126 ss.
2
de la comunicación, aporta todo su fruto, propiciando un diálogo en orden a algunas
significaciones comunes en la Iglesia y en la sociedad al servicio de la verdad y de la vida.2
La pastoral está llamada a actualizar la misión de la Iglesia en tanto “comunicación de la vida
de Jesucristo a todas las personas” (DA 386). Llegados a este punto considero pertinente
precisar que este trabajo no se inscribe en la reflexión sobre la pastoral de la comunicación
social que cuenta con antecedentes significativos. Lo que me propongo aquí es reflexionar en
relación a la dimensión comunicativa de las prácticas pastorales, que también cuenta con
diversos antecedentes,3 focalizando en el eje del lenguaje en la práctica de comunicación entre
teólogos y agentes pastorales. Por lo tanto, aquí utilizo el concepto pastoral como un adjetivo
de manera similar a cuando aludimos que el Vaticano II ha sido un concilio pastoral,
asamblea universal cuyo cincuentenario estamos conmemorando este año.
Organizo la presentación en dos momentos: en el primero, indico algunos elementos que nos
aporta el Concilio Vaticano II y la Exhortación Evangelii Gaudium sobre este tema; en el
segundo, presento algunas notas de la pastoralidad para una comunicación significativa entre
los teólogos y los agentes pastorales.
1. Aportes de los Documentos del Vaticano II y la Evangelii Gaudium
Sin ánimo exhaustivo y sólo a los fines de presentar un marco de ingreso a la perspectiva
asumida, referimos que en su Revelación Dios habla para comunicarse con el ser humano y,
como sabemos, de ninguna manera esta revelación puede reducirse a una información
conceptual que se dirige a una agente cognitivo, ya que, como toda comunicación, implica
entablar una relación interactiva,4 que en cuanto relación con Dios es creadora y salvadora. Y
aunque la comunicación es más amplia que el lenguaje, el lenguaje es “un atributo
imprescindible de los dispositivos que se comunican”.5 Es fundamento de subjetividad, una
dimensión constitutiva de la condición humana, de tal manera que “la subjetividad de quien
2
Cf. Bernard Lonergan, Método en Teología, Salamanca, Sígueme, 2001, 340-353, 345. También: Víctor M.
Fernández, “La experiencia sapiencial y la comunicación del Evangelio”, Teología 99 (2009) 321-335, 322-323.
3
Por ejemplo, Instituto Superior de Pastoral, Lenguajes y fe, Navarra, SDV, 2008.
4
Cf. Vicente Vide, Comunicar la fe en la ciudad secular. Teología de la comunicación, Santander, Sal Terrae,
2013, 63.
5
Vicente Vide, Comunicar la fe en la ciudad secular. Teología de la comunicación, Santander, Sal Terrae, 2013,
63.
3
enuncia se ve configurada -y limitada- por sus enunciados”.6
Por lo tanto, para el
cristianismo, el tema del lenguaje no puede ser considerado de segundo orden.7 P. Ricoeur
nos sitúa ante esta centralidad también para la teología: “El objeto de la teología es la palabra
hecha carne, pero como la carne es el hombre y el hombre es lenguaje, hacerse carne es, para
la palabra, hacerse lenguaje en el sentido humano y secular del término”.8 Todo lenguaje se
concreta con un estilo discursivo, precisando que estilo se comprende aquí como un “haz de
rasgos lingüísticos-discursivos que comparten un principio constructor y que podemos asignar
a una determinada singularidad”.9 A continuación presentaremos una lectura de los textos
conciliares y de la Evangelii Gaudium que nos ofrece una ponderación de su estilo discursivo
en tanto estilo pastoral.
1.1. La pastoralidad del Vaticano II se expresa en su práctica discursiva
Seguimos aquí la reflexión de John O´Malley, uno de los autores que analiza la práctica
discursiva conciliar.10 El autor indica que “es justamente el lenguaje, el estilo, la retórica
conciliar lo que constituye una novedad y lo más característico del Concilio: «al examinar la
forma y el vocabulario, la «letra» llegamos al «espíritu»”. 11 El espíritu del concilio se
expresa y concreta en un estilo discursivo, que implica un género literario y un vocabulario.
O´ Malley12 describe cómo a lo largo de la historia eclesial los concilios han utilizado
distintos géneros literarios, asemejándose en la mayoría de las instancias a un órgano que
dicta leyes y sentencias judiciales, con intencionalidad prescriptiva sobre el fuero externo de
las personas.13
6
El discurso conciliar se caracterizaba por ser abstracto, impersonal y
Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium: hacia una retórica de la
proximidad”, en: V. R. Azcuy y otros, Instauremos el Reino del Padre y su Justicia. Comentario a la Evangelii
Gaudium, Buenos Aires, Docencia, 2014, 513-543, 533.
7
Loreto Moya, “Hacia un lenguaje de la alteridad. Una lectura de Michel de Certeau sobre el lenguaje religios en
teología catequética”, en: SAT, La transmisión de la fe en el mundo de las nuevas tecnologías. Actas XXXII
Semana Argentina de Teología, Buenos Aires, Agape, 2014, 303-311, 304.
8
Paul Ricoeur, El lenguaje de la fe, Buenos Aires, Ediciones Megápolis, 1978, 145.
9
Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium:”, 519.
10
Cf. C. Schickendantz, “Estudios sistemático-hermenéuticos sobre el Vaticano II. Tres aportes relevantes en el
período posconciliar”, Veritas 30 (2014) 187-211; Eduardo Silva, “El conflicto de interpretaciones en torno a la
recepción del Concilio Vaticano II”, Teología y Vida Vol. LIV (2013) 233-254; Carlos Casalle, “El género
literario ‹pastoral› del Concilio Vaticano II como clave interpretativa de su identidad y relevancia”, Palabra y
Razón 4 (2013) 7-25. Con el mismo enfoque de análisis del discurso, pero aportando otro acento: Peter
Hünermann, El Vaticano II como software de la Iglesia actual, Santiago de Chile, Ediciones Universidad
Alberto Hurtado, 2014, 105-172.
11
Eduardo Silva, “El conflicto de interpretaciones en torno a la recepción del Concilio Vaticano II”, 249.
12
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, España, Sal Terrae, 2012.
13
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 68.
4
ahistórico, recurriendo a la inteligencia para demostrar un punto de vista.14 En cambio, en los
documentos del Concilio Vaticano II:
“el género literario puede identificarse con toda precisión (…) Es lo que los autores romanos
llamaron ars laudandi, el panegírico. El panegírico pinta un retrato idealizado de una persona,
una cosa o una situación con el fin de suscitar en el oyente admiración y deseos de apropiación.
Fue un género utilizado ampliamente en el discurso religioso -por ejemplo, en los Padres de la
Iglesia- renovado en el Renacimiento, y recuperado en el siglo XX por los representantes de la
«nueva teología»”.15
Este género se propone suscitar el aprecio por una persona, un acontecimiento o una
institución y animar al oyente a emular dicho ideal. Tiene como objetivo conseguir un
consentimiento interno, enseñar a través de la insinuación y el ejemplo.16 Su herramienta es
la persuasión. Es un discurso que se ubica con empatía hacia el oyente,
busca la
reconciliación e invita a compartir los mismos ideales y trabajar juntos para alcanzarlos con
espíritu generoso. Este estilo suave se puede encontrar en todos los documentos del Concilio,
pero es especialmente reconocible en las cuatro constituciones, aunque también en ellas se
puede percibir rupturas de estilo.17 Se lo calificó como estilo pastoral.
El autor afirma que hay palabras que no aparecen en el Vaticano II. Por ejemplo: alienación,
exclusión, enemistad, amenaza, intimidación, control o castigo.18
En cambio, hay otras
palabras que se repiten de manera insistente y muy generalizada. O´ Malley las organiza en
cinco grupos y las categoriza, de tal manera que podemos considerarla una descripción de un
estilo pastoral conciliar. A continuación presento la articulación, ejemplificando con textos
de las cuatro Constituciones conciliares:
a) Sentido de horizontalidad, expresado en palabras tales como: pueblo de Dios, hermanos y
hermanas, sacerdocio de todos los creyentes. Entre ellas se destaca Colegialidad, expresión
que encontró bastante oposición durante la asamblea conciliar;19
“Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (Cf. Hb 5,1-5), hizo de su nuevo pueblo
reino y sacerdotes para Dios, su Padre (Cf. Apoc. 1,6; 5,9-10). Pues los bautizados son
14
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 71ss.
John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 72. El nombre técnico del panegírico es el epidíctico. Cf. Ib.
73.
16
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 73.
17
John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 75.
18
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 75.
15
5
consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del
Espíritu Santo, para que por medio de todas la obras del cristiano ofrezcan sacrificios
espirituales y anuncien las maravillas de quien los llamó de las tinieblas a su luz admirable (Cf.
1 Pe 2,4-10)” (LG 10)
b) Sentido de reciprocidad, indicado con términos como: cooperación, asociación,
colaboración, sobre todo, conversación y diálogo;20
“Por esta revelación, Dios invisible (Cf. Col 1,15; 1 Tim 1,17) habla a los hombres como
amigos, movido por su gran amor (Cf. Ex 33,11; Jn 15,14-15) y mora con ellos (Cf. Bar 3,38),
para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía” (DV 2).
c) Sentido de humildad, al que alude la expresión de Iglesia peregrina, y la combinación de
palabras para expresar la novedad: autoridad como servicio y combinar el eje profético con el
diálogo;21
“Como es de interés del mundo como una realidad social de la historia y como su fermento, así
la Iglesia no desconoce todo lo que ha recibido de la historia y evolución del género humano”
(GS 44).
d) Sentido de movimiento, expresado con las categorías de desarrollo, progreso, evolución,
participación, y la más destacada de aggiornamento;22
“Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día a día entre los fieles la vida cristiana,
adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio,
promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y
fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia” (SC 1)
e) Sentido de interioridad, aludido por los términos de carisma, gozo y esperanza, tristezas y
angustias, conciencia y santidad, etc…23
“El gozo y la esperanza, las lágrimas y angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los
pobres y de toda clase de afligidos, son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de los
discípulos de Cristo, y nada hay de verdaderamente humano que no tenga resonancia en su
corazón” (GS 1).
19
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 76.
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 76.
21
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 76-77.
22
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 77.
23
Cf. John W. O´Malley, ¿Qué pasó en el Vaticano II?, 77-78.
20
6
1.2. Aportes de la práctica discursiva de la Evangelii Gaudium
S. Bevans indica que la Evangelii Gaudium tiene semejanzas de estilo con los documentos
conciliares ya que son textos que hacen foco en la fraternidad y el diálogo en vez de hacerlo
en lo jurídico y jerárquico.24 Sergio Silva reconoce la novedad del tono de la exhortación.25
Elvira Narvaja de Armoux estudia la exhortación desde la perspectiva de análisis del discurso
afirmando que su estilo está caracterizado por un principio que unifica diversos rasgos: la
“búsqueda de proximidad con el destinatario”,26 respondiendo así a las necesidades
características de la subjetividad posmoderna que es sensible a individuación y al
acercamiento. E indica las notas que organizan el discurso: “el dialecto materno, la dimensión
polémica, el recurso a las imágenes, y el dispositivo enunciativo”.27 A continuación las
explicaré brevemente, ilustrando con algunos ejemplos.
a) Dialecto materno:28 la lengua materna alude a la diversidad geográfica, pero la precisión
del dialecto evoca la proximidad y ofrece un tono emotivo, cotidiano que suscita atención y
aproxima al destinatario. Ingresa en el texto asociado a expresiones culturales, especialmente
cuando se interpreta la Escritura. En el ejemplo, una expresión de la cultura rioplatense:
“‹Primerear›: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que
el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (Cf. 1 Jn 4,10); y por eso, ella sabe
adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los
cruces de los caminos para invitar a los excluidos” (EG 22).
b) Dimensión polémica:29 permite también reforzar el efecto de proximidad al señalar un
límite y convocar a tomar partido. Puede expresarse en una negación polémica (afirmando un
punto de vista con el que se identifica y negando aquel con el que polemiza; o conectando la
negación polémica con un conector adversativo: no… sino). O encomillando algún concepto
al que se opone, con lo que expresa extrañeza. También indicando atributos negativos. Por
ejemplo:
24
Cf. Stephen Bevans, “Evangelii Gaudium and Prophetic Dialogue”, Australian eJournal of Theology 22.1
(April 2015), 11-18, 13. Sigue la perspectiva análisis de O´Malley.
25
Segio Silva, “La exhortación apostólica del papa Francisco como desfío a los teólogos”, Teología y Vida 55/3
(2014) 549-570, 552.
26
Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 514.
27
Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 541-542.
28
Cf. Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 520-523.
29
Cf. Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 523-528.
7
“‹¿A quién [la Iglesia] debería privilegiar?› Cuando uno lee el Evangelio se encuentra con una
orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y a
los enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, aquellos que ‹no tienen con qué
recompensarte› (Lc 14,14)” (EG 48).
c) Recurso a las imágenes:30 el uso de metáforas e imágenes cercanas al destinatario, lo sitúan
en un entorno reconocible y se asocian con la proximidad. La alusión a imágenes bíblicas
suscita que los cristianos muchas veces las reconozcan y funciona como un repertorio de
imágenes compartidas y conocidas, reforzando el sentido de comunión -cognitiva y afectivaentre quienes pueden reconocerlas, y tiene como finalidad interpelar a los destinatarios.31
Ilustramos con dos ejemplos breves:
“La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno” (EG 41); “A
veces es como el Padre del hijo pródigo que se queda con las puertas abiertas para que, cuando
regrese, pueda entrar sin dificultad” (EG 46).
d) Dispositivo enunciativo:32 la definición de quien habla se realiza en simultáneo con la
definición a quién se dirige y esto se realiza de tres maneras en el texto: utilizando un
nosotros inclusivo en el que se integra el principal destinatario -el evangelizador- y, en otras
ocasiones, a la humanidad entera o a los pastores; utilizando el yo que tiene motivaciones
personales, que se ubica como autor de un texto que recoge materiales y opiniones de otros,
que habla desde su propia biografía, la que condiciona sus puntos de vista; todo esto le
permite involucrarse en una relación interpersonal con su destinatario; por último, el uso del
tu –aspecto que distingue su discurso de otros antecedentes en el magisterio- que propicia una
escena íntima y de encuentro personal.33 Ilustro con un texto:
“Por supuesto que todos estamos llamados a crecer como evangelizadores. Procuramos al
mismo tiempo una mejor formación, una profundización de nuestro amor y un testimonio más
claro del Evangelio. En ese sentido, todos tenemos que dejar que los demás nos evangelicen
constantemente; pero eso no significa que debamos postergar la misión evangelizadora, sino que
encontremos el modo de comunicar a Jesús que corresponda a la situación en que nos hallemos.
30
Cf. Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 528-532. Otro artículo
que reflexiona sobre las imágenes que utiliza el Papa Francisco: María Josefína Llach, “Elogio del tacto y el
contacto. Reflexiones teológicas acerca del lenguaje del Papa Francisco”, Teologia 114 (2014) 105-119.
31
Cf. Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium:”, 528-532.
32
Cf. Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium, 533-541.
33
Considero pertinente mencionar que en nuestra comunicación pastoral generalmente omitimos ubicar como
interlocutor a personas en situación de pobreza, exclusión y sufrimiento y hablamos de ellos en tercera persona.
Lo mismo podría indicarse acerca de las mujeres. Analizo la referencia a diferentes interlocutores (víctimas y
victimarios de inseguridad urbana) en una homilía de Bergoglio siendo arzobispo de Buenos Aires en: Carolina
Bacher Martínez, “Ser enviadas y enviados por el Espíritu hacia toda la periferia”, Nueva Evangelización 40
(2013) 23-27.
8
En cualquier caso, todos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor
salvífico del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra,
su fuerza, y le da un sentido a nuestra vida. Tu corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Él,
entonces eso que has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que te da una esperanza, eso es lo
que necesitas comunicar a los otros. Nuestra imperfección no debe ser una excusa; al contrario,
la misión es un estímulo constante para no quedarse en la mediocridad y para seguir creciendo.
El testimonio de fe que todo cristiano está llamado a ofrecer implica decir como san Pablo: «No
es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera [...] y me
lanzo a lo que está por delante» (Flp 3,12-13)” (EG 121).
En síntesis, el estilo pastoral se concreta en un tipo de comunicación que se caracteriza por
hacer prevalecer: la horizontalidad, expresada en un nosotros inclusivo con distintos alcances
y en la utilización de imágenes y metáforas conocidas por el interlocutor; la reciprocidad,
indicada en el diálogo que se propone y en la invitación a asumir juntos la misión desde la
diversidad; la humildad, expresada en un yo que reconoce los múltiples aportes a la propuesta
y a la propia biografía cristiana; el movimiento o aggiornamento, indicado con la necesidad
de conversión de todos y de todo; la interioridad, dirigiéndose a un tu personal que está
especialmente referido al Dios Vivo que sale al encuentro y espera una respuesta.
2. Acentos de una comunicación pastoral entre teólogos y agentes pastorales
Francisco nos invita a todos los cristianos a recordar que la expresión de la verdad puede ser
multiforme y que se hace necesaria la renovación de las formas para trasmitir
significativamente el mensaje del evangelio hoy especialmente si consideramos los enormes y
veloces cambios culturales (Cf. EG 41). La reforma que propone del estilo y del lenguaje,
junto a otros aspectos, tiene como objetivo que la comunidad cristiana encauce mejor la
misión, que salga de sí al encuentro del otro (Cf. EG 27). Es decir, que “gracias al lenguaje se
puede resolver la tensión entre las verdades de siempre y su adecuación a los cambios”.34 C.
Abrigó Otey alude que ya la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe exhortó a la teología a asumir como criterio hermenéutico que su lenguaje sea
significativo con el objeto de “establecer vínculos más estrechos entre lenguaje y significado,
que sirvan, en la actualidad, a la relación existente entre Iglesia y cultura”.35 Tanto los
teólogos como los agentes pastorales corremos el riesgo de acostumbrarnos a nuestro propio
34
Elvira B. Narvaja de Arnoux, “Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium:”, 518.
Carlos Ábrigo Otey, “Subjetividad: un signo de los tiempos”, en: Sergio Torres González y Carlos Abrigo
Otey (coord.), Actualidad y vigencia de la Teología Latinoamericana. Renovación y Proyección, UCSH,
Santiago de Chile, 2012, 505-510, 509.
35
9
lenguaje y pensar que los demás lo comprenden (Cf. EG 158). Esto ocurre especialmente
cuando consideramos la comunicación con los jóvenes: a los adultos nos cuesta “escucharlos
con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el
lenguaje que ellos comprenden” (EG 105). Si fuera así, no estaríamos realizando la función
comunicativa: “El que habla un idioma que ningún otro entiende, en realidad no habla. Hablar
es hablar a alguien. La palabra ha de ser palabra pertinente, pero esto no significa solo que yo
me represente a mí mismo lo dicho, sino que se lo haga ver al interlocutor”.36
Una teología y una pastoral que asuman el estilo conciliar de proximidad y busquen ser
significativas pastoralmente están llamada desarrollar las condiciones de posibilidad de un
lenguaje dialógico: reconocimiento del otro como sujeto, inteligibilidad relacional además de
lógica y una disposición a escuchar.37 Por lo tanto, buscarán:
a) Reconocerse discípulos-misioneros de Jesucristo
b) Enmarcarse en un diálogo entre bautizados en tanto interlocutores con servicios
específicos
c) Auto implicarse en los diagnósticos y en las propuestas
d) Secundar con la reflexión y práctica el soplo del Espíritu presente misteriosamente en
la iglesia y en la historia cotidiana, especialmente en la vida de las personas pobres,
excluidas y que sufren
e) Ofrecer una reflexión y servicio diversamente situado, fundado teológicamente y que
asuma aportes de otras disciplinas
f) Ponderar críticamente las prácticas subrayando los aspectos positivos: “No dice tanto
lo que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor” (Cf. EG 159)
g) Utilizar un vocabulario que incluya la dimensión narrativa y metafórica que convoque
a la sabiduría cotidiana y cristiana del interlocutor y haga que el mensaje “se sienta
como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia vida”. (EG 157)
h) Proponer a la consideración de los sujetos pastorales y/o interlocutores acciones
sociales y eclesiales “superadoras y realmente aplicables” (Cf. EG 50)
36
Hans Georg Gadamer, Verdad y método, Sígueme, Salamanca 1992, 150. Citado por: Joaquín Silva,
“Hermenéutica y verdad teológica”, Teología y Vida XLVI (2005) 206-253, 230.
37
Cf. Joaquín Silva, “Hermenéutica y verdad teológica”, Teología y Vida XLVI (2005) 206-253, 230.
10
A modo de conclusión abierta
La elección de un estilo es la elección de una identidad, del tipo de institucionalidad que tanto
los padres conciliares como el papa Francisco a la luz de la Palabra proponen para la
comunidad eclesial. Este aspecto es de relieve tanto para los perfiles teológicos como para los
pastorales y para la interrelación entre ambos. En este ejercicio teológico pastoral, propongo
una conversión del estilo de comunicación entre bautizados y con otros interlocutores al
servicio de la misión. Una comunicación que asuma un estilo pastoral dialógico al
configurarse discursivamente como una comunicación: próxima e inclusiva; situada y diversa;
narrativa y simbólica; concreta y abierta al Misterio trascendente; positiva y propositiva.
Concluimos la reflexión con unas palabras del papa Francisco que las teólogas y los teólogos
también podemos asumir como un desafío para nuestra tarea:
“Vemos así que la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las
circunstancias. Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto
determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección
no es posible. Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace «débil con los débiles […]
todo para todos» (1 Co 9,22). Nunca se encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca
opta por la rigidez autodefensiva. Sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del
Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien
posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino” (EG 45)
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