HOJAS DIVULGADORA S

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MINISTERIO DE AGRICULTURA =
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HOJAS DIVULGADORA S
AfVG XXXV
NOVIEMBRE, 194b
N U M. 4 b
EL YUGO
^
Por DIONISIO MARTÍN SANZ,
Ingeniero Agrónomo
Muchas veces, al ver aparejar de madrugada a los muleros, afirmando las pieles de oveja que cubren los anterrollos del yugo, y doblando cuidadosamente-los que lo hacen-los sudaderos sobre las ^mantas o sacos viejos, cuando
no hay mantas o lonas, como desgraciadamente ocurre con
frecuencia, me he parado a meditar el extraordinario acierto de los campesinos romanos, que nos legaron, j unto con
el arado de su nombre, el yugo o hubio, como también suele
designársele al apero que trasmite los esfuerzos del ganado al timón.
Y así como sería difícil idear una herramienta más
adecuada a su servicio que el yugo, c^ontando solamente
con los elementos de que hace más de mil años se disponía,
resulta incomprensible que hoy, cuando las exigencias de
la buena técnica de cultivo son mayores y se dispone de
muy vax•iado arsenal de nuevos productos, sigamos utilizando el mismo yugo de los tiempos de Virgilio o Cincinato y le arropemos de manera similar.
Para iniciar el estudio de la reforma del yugo de una
manera ordenada, analizaremos sus características actuales
en relación con su adaptación a la labor que se desea
l^ealizar y en atención a la comodidad para el trabajo
del ganad^o.
P^ealmente, la primera pregunta que nos deberíamos hacer es si aun hoy es indispensable el yugo, y si la resolvemos afirmativamenEstas Hoaes se remiten gratis a yuien las pida a la Sección de
Publieaeiones, Prensa y Propaganda, del Ministerio de Agricultura.
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te, tratar de mejorarle. El yugo es insustituíble para todos los
ar•ados de timón, como el romano y los ^ de vertedera girato1•ios Jano, Jabalí, Yduya, etc., cuando trabajan en laderas. Y,
hara que qu^ede todo justificado, diremos que el timón, por em^^almarse rígidamente con la cama del arado, forma un largo
>>1•azo d^e palanca sobre el que se aplica el esfuerzo del ganado,
anulando las variaciones que en la dirección de la labor produce
el tiro desigual de los animales. Si el brazo de palanca que recibe el esfuerzo queda reducido a la cama del arado, como ocurre
con el •en^•anche de tiros ,y balancín, los movimientos del arado
Un esquema del yugo habitual en nuestros medios rurales.
son mucho más bruscos y no se pueden contrarrestar con el débil esfuerzo del conductor apoyado en la mancera. P^or esto, caminando uno de los animales del par por el último surco abierto,
resulta sencillo dar con romano esas labores alomadas, cuyo paralelismo tanto asombro produce, y basta, sin embargo, examinar con un poco de detenimiento la besana de un arado de vertedera, enganchado con balancín, para apreciar la sinuosidad del
corte. Es, pues, necesario el timón, y por tanto el yugo, en todas
aquellas labores en que sea preciso dominar el arado para ejecutarlas con algún esmero, como ocurre en los ariq,ues, al marca;•
para se^mbrar en líneas, al arar las viñas y, sobre todo, al arar
laderas de alguna pendiente que no se puedan labrar en redondo
y sea preciso utilizar arado giratorio para cogerlo a una sola
mano.
A pesar de que el yugo se hace indispensable para determinadas labores de campo, precisamente las más delicadas, no es
de aconsejar que se utilice en todo caso, disminuyendo el número
de aperos del agricultor y reduciendo, por tanto, su capital de
explotación, porque, por uuir de una manera excesivamente rí-
-sgida a los animales, coacciona sus movimientos, restándoles más
ile un 20 por 100 de ]a velocidad que pueden desarrollar realizando la misma labor y aparejados con collerón. Esta rigidez y
la dificultad de ajustar a las costillas del yugo mullido suficiente,
hace también que sean más fx•ecuentes las mataduras en el ganado que enganchados con collerón. Y, por si estas razones no
fu•eran suficientes, el aparejax• un animal con yugo x•esulta- hoy
tan caro como con collerón.
Las modificaciones que hasta ahora se han hecho en el yugo
E^rimitivo tienden en su mayoría a darle consistencia para que
^•esista el esfuerzo preciso para mover máquinas que exijan el
tiro de varios pares, como ocurre con el arado brabant; con este
objeto se suele enchapar con dos pletinas de hierro de 3 a 5 milímetros de grueso, que quedan embutidas en las caras anterior
y posterior de las camas del yugo ^ que se enlazan, entre sí mediante remaches pasantes.
También se construyen yugos de tubo de acero, indicados para
trabajos que exijan mayor esfuerzo; pero tienen el inconveniente de resultar más .pesados y destrozar ^más la ropa con que se
mullen.
En algún pueblo de la provincia de Jaén hemos visto yugos
de tubo de acero ax•ticulados en el centro de la cama; es decir,
en e.l sitio donde se engancha la hembrilla, lo cual permite que
cada una dé las dos mitades del yugo se mueva libremente dentro de un plano perpendicular a la dirección de la labor; si bien
este giro está limitado por unos topes de tal modo que el ángulo
que forman ]as dos mitades de la cama del yugo no sea menoi•
de 140° séxagesimales, aproximadamente, ni pueda exceder de
los 180°. Con esta reforma se pretendía conseguir la verticalidad
permanente de las costillas, aun cuando cultivaran laderas de ^un
25 por 100 de pendiente, en las que en el metro de separación entre
un.o y otro animal existe ^una diferencia de niyel de 0,25 metros, y como, además, el mulo que va en la parte de abajo tiene
que marchar precisamente por el surco abierto, resulta, en cuanto la profundidad de la labor sea de unos 20 centímetros, que la
diferencia de nivel a que se encuentran las cruces del par, suponiéndolas de idéntica alzada, es de 0,45 metros, formando, pox•
lo tanto, la cama del yugo un ángulo en la horizontal de 24^14',
y como las costillas se injertan en la cama próximamente norma-
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les a la misma, tienen que ir forzosamente atravesadas al cuello
de los animales.
La reforma a que aludimos no resolvió nada, porque, a má.e
de debilitar mucho el yugo, precisamente en el punto que .más
trabaja, si .se sitúa una de las dos mitades de la cama horizontalmente, para que las costillas queden bien adaptadas al cuello
del ganado, la otra mitad ha de salvar forzosamente la diferenr
cia de nivel en la mitad de distancia, formando por lo tanto con
la horizontal un ángulo de 42° y atravesáñdose más las costillas
q^ue en el caso del yugo rígido, en uno de los animales.
La anchura de la labor que realizan los arados enganchados
con timón y yugo viene determinada por la longitud de la cama
de éste, contada desde el punto ^medio de d.onde se injertan las
dos costillas de cada lado, ya que es, aproximadamente, la mitad
de dicha longitud, y como ha,y muchas ocasiones en que resulta
conveniente, y hasta necesario, modificar la anchura de la labor,
como, por ejemplo, marcando para sembrár diferentes semillas
y dando el primer ^ urco al arar una viña, en que conviene que
cada uno de los animales del par vaya por un lado de las línea^
de cepas, lo que requiere un yugo ancho, al objeto de arrimar bien
el arado a los troncos, así como al cachar la tierra para habas y
patatas, los agricultores lo han resuelto construyendo yugos de
diferente longitud de cama, adecuada a las diferentes labores que
se desean ejecutar.
Hay muy pocos labradores, y aun técnicos, que se hayan detenido a m^editar las razones por las cuales la cama del yugo es
curva ; cuando más, suponen, acertadamente, que la curvatura
comprendida entre las puntas de inserción de cada dos costillas
se debe a la conveniencia de adaptarse mejor al cuello del animal.
y, en cuanto a la curva del centro de la cama, estiman, erróneamente, que con ello se pretende disminuir el ángulo de ataque
del timón sin necesidad de alargar éste.
La realidad es que la hondura del centro de la cama, o sea la
distancia a la línea imaginaria que uni^era las d.os cruces de la
cama, debe ser igual a la mitad de la longitud de la costilla, pues,
si es menos honda, el yugo giraría sobre el eje de la cama por
aplicarse el esfuerzo del animal sobre el brazo de palanca
que constituye la costilla y obrar la resistencia sobre un brazo
de menor longitud.
Tod.os los hombres de campo saben que si un yugo no tiene
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la cama suficientemxent^e honda se "vuela" en el trabajo, designando con este vocablo el hecho de que las costillas del" yugo se seharan del pecho de la mula y entonces todo el trabajo de ésta se
hacé con la parte alta del cuello, que se llena de matad^uras. Si la
c•ama resulta excesivamente honda, entonces el giro del yugo se
^^roduce en sentido contrário y son las, puntas de las costillas del
vugo--que éntonces se rompen con más frecuencia-las que hiei•en al ganado.
Lo normal es que el carretero o aladrero que construye el yugo
^epa la hondura que debe dar a la cama, evitando los perjuicios
que anteriox-mente apuntamos.
Resumiremos las características de un yugo ideal recogieudo
las aspiraciones señaladas en las modificaciones efectuadas en
el trascurso del ti•emgo y lo que nos dicta el sentido común eix
relación con la labor que se desea ejecutar:
Reszste^n.te al esfu•erzo conjunto de dos o tres pares, cuidando
especialmente el taladro en que se engancha lá hembrilla y la^
uniones de la cama y las costillas, que son los puntos más débiles.
Li^ero, con un p•eso total, sin ropa, q^ue no exceda de los ]3
kilos, ni de los 17 kilos totalmente preparado.
Am^chwr•a kle ^cama y, xwr tamto, ^de babor regulable a vol^ar^it,u.d •
:in tener que recurrir al empleo de yugos diferentes para cada
clase de trabajo.
Dobleme,ntte art^i.cula^do, sin merma de su resistencia, para pocler labrar en terrenos de pendiente, llevando en todo momento
las costillas perf^ectamente acopladas al cuello del animal.
Enganche del timón a una distancia de la línea que une los
cruces de los animales que sea, aproximadamente, la mitad de
la longitud títil de las costillas, lo cual se consigue en el yugo
actual mediante la curvatura de la cama.
Racogiendo todas estas aspiraciones, podría construirse el
^-ugo que describim^os a continuación :
La cama estax•á constituída por un rollizo, que se pueda enchapar, de encina o álamo negro, recto y bien seco, con un diámetro de 10 a 12 centímetros y una longitud de 1,40 a 1,80
metros.
•
El enganche de la hembrilla se hará por medio de una abra.^
zzdera de pletina hecha de dos trozos que, al unirse mediante
cuatr^o tornillos, quedan fijos al rollizo que constituye la cama.
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La distancia del agujero que lleva la pletina para enganchar la
hembrilla hasta el rollizo debe ser de 20 centfinetros.
Las costillas, que serán de madera, deben tener una ligera
curva hacia ]a cabeza del animal, para adaptarse mejor al c ^ello,
y estarán unidas por dos abrazaderas de tornillo a un balan.cín,
que se articula en su centro con una doble pletina, que puede
desplazarse a voluntad sobre la cama del yugo.
Para mayor comodidad en el trabajo del ganado, sometemos
a la consideración de los guarnicioneros la conveniencia de estudiar, para cuando se disponga de cuero abundante, la construcción de unos balones tubulares, con su correspondiente cámara
de aire comprimido, con que se podrían f^orrar las costillas del
yugo, al objeto de asegurar un aumento en la superficie que recibe el esfuerzo a medida que el tiro es más intenso. Con este dispositivo y un buen sudadero de lona, resultarían innecesarios los
anterrollos, las pieles y l^os mantillones, y, aun en el caso de que
no se utilice el balón cilíndrico propuesto, el desgaste de ropa en
un yugo doblemente articulado será siempre mucho menor que en
los actuales, porque, una. vez adaptado el apero al cuello del animal, ya no se mueve en el trascurso del día.
CRAPICAS Uf,UINA. _ MELENDEZ ^'ALDES, 7.
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