La importancia de hacer valer los derechos de las niñas y los niños

Anuncio
A todos los presentes les deseo muy buenos días.
Mi nombre es: Alma Suzette Abundis Cantoriano y como alumna de la
escuela primaria “Leonardo Bravo” del municipio de Ahuacuotzingo, vengo
representando con orgullo a la Región Montaña Baja de nuestro estado de
Guerrero.
Me es muy grato participar en esta novena edición del parlamento
infantil de las niñas y los niños de México y agradecer la oportunidad para
exponer el tema que he preparado y que se titula:
La importancia de hacer valer los derechos de las niñas y los niños
Elegí este tema porque de acuerdo a mis experiencias como niña, como
hija y como estudiante no es desconocido para mí que en nuestra sociedad
actual cada vez se hace más necesario el respeto incondicional de nuestros
derechos, pero al mismo tiempo es notoria la manera en que se ven
vulnerados por nuestros adultos.
Me parece que actualmente las niñas y los niños constituimos un
importante sector de la población mexicana. Todos los años se llenan miles de
textos con elogios dedicados a nosotros y en la escuela nos dicen que
tenemos derechos y obligaciones. Sin embargo, la realidad que se ve en los
periódicos y en la televisión parece contradecir todo lo anterior.
Para los adultos, desafortunadamente, los menores de edad somos un
sector débil, ignorante, útiles sólo para hacer los trabajos que los mayores no
desean hacer; somos quienes no podemos ejercer nuestros derechos al
depender de la voluntad de los padres que saben lo que es conveniente para
cada uno de nosotros, sin tomarnos opinión muchas veces, de ahí que los
derechos que los adultos decidan son los únicos que podemos ejercer… y a su
manera.
La asamblea general de las naciones unidas, con fecha del 20 de
noviembre de 1959, ha establecido nuestros derechos, mismos que vigila la
UNICEF en todo el mundo. Al respecto mis compañeras y compañeros con los
que convivo en la escuela compartimos la misma impresión de que a pesar
de este importante esfuerzo cada vez se hace más constante el impedir que
gocemos de nuestros derechos.
¡Ya basta! desde esta pequeña tribuna denuncio la manera en que
alrededor del mundo, los más pequeños sufrimos la guerra, la orfandad, la
drogadicción, la marginación, el descuido, el maltrato, el abuso sexual, el
comercio de nuestra hambre, de nuestra salud y de nuestro futuro. Cuando
no recibimos el trato adecuado para el desarrollo de nuestras capacidades
naturales, físicas e intelectuales y afectivas, principalmente por parte de
quienes debieran cuidarnos, parece que olvidan que un día seremos adultos,
que están distorsionando nuestro porvenir y que la famosa frase que nos
aseguraba como “el futuro del mundo” va perdiendo su sentido.
Como en cada evento igual a este se ofrecen miles de propuestas, las
cuales sólo quedan en palabras que nadie escucha. Niños y niñas en muchas
partes del país, como hoy nosotros, están haciendo propuestas y seguro que
pocos tendrán interés en tomarlas en cuenta. Por esa razón mi propuesta es
sencilla y concreta: que ustedes, adultos, desde el lugar en donde se hallan,
se comprometan a darnos un mejor trato, si desde decirnos chamacos,
escuincles,
mocosos
y
otros
adjetivos
ya
están
minorizando
nuestra
importancia, les pido que eviten aquellas acciones y omisiones que hagan
que nuestro camino hacia el éxito se vea afectado.
El principal problema de la infancia es que todo lo debemos aprender
porque nos falta experiencia por eso les pido que nos ayuden a crecer
sanamente, porque estamos aprendiendo durante nuestro desarrollo. Dennos
la oportunidad de construir el mundo, un lugar con cariño, comprensión,
respeto, seguridad moral y material reconociendo el valor que le daremos a
este planeta en unos años más. Mas no podemos solos, ustedes deben
permitir que lo construyamos juntos. Son los adultos quienes ponen el ejemplo.
Si ustedes respetan este compromiso, les aseguro que los niños y las niñas
de este país y el mundo podremos comprometernos también a ejercer nuestro
derecho a la educación, al medio ambiente, a la libre expresión responsable,
a la paz y a la justicia, porque es el ejemplo el que nos impulsa y no sólo las
palabras.
Dejemos de hablar de derechos, dejemos de escribir sobre ellos y
empecemos a ejercerlos, no como un trato preferencial sino como una
aspiración necesaria que no se aprende en clases, en conferencias o en
campañas que se hacen para cumplir con un requisito; tratemos que el
mundo justo sea una realidad. Ya hemos soñado mucho, despertemos en un
mundo incluyente que no da a todos lo mismo, sino a cada quien lo que
necesita.
De esta manera, mientras todos aportemos un poco para hacer de este
un mejor mundo, la humanidad podrá gozar plenamente de sus derechos y
dejará de escribirlos y soñarlos porque serán una generosa realidad.
Gracias a todos por su atención y ánimo, porque el trabajo apenas
empieza.
Descargar