LAS RELACIONES ECONÓMICAS Y COMERCIALES COLOMBO-CHINAS Enrique Posada* El país apenas dio unos pasos tímidos de apertura comercial durante el gobierno de César Gaviria. Es una economía que apenas ahora se asoma a los tratados de libre comercio, siendo que países como Chile cuentan con cerca de 20 TLC’s suscritos con otras naciones, en especial asiáticas. El intercambio comercial de Colombia con China registra un déficit aproximado de USA $ 4.500. China se ha convertido en el segundo socio comercial de nuestro país detrás de Estados Unidos, desplazando a Venezuela a un tercer lugar. No hablemos de las importaciones chinas a Colombia, país receptor de una infinita variedad de artículos producidos por esa ‘fábrica mundial’. Refirámonos a las exportaciones colombianas al gigante asiático, que están constituidas básicamente por ‘commodities’ o materias primas dentro de las cuales predominan los hidrocarburos y el ferroníquel. ¿Cómo cambiar la estructura de nuestra canasta exportadora hacia China? constituye el gran desafío. Algunos amigos de la ‘Cámara Colombo-china de Inversión y Comercio’ vienen insistiendo en que los colombianos deberíamos plantear a China la disminución del déficit comercial colombiano mediante las importaciones chinas de productos de la agroindustria colombiana. Este es un planteamiento político, que difícilmente puede aceptar una economía como la china, que se acerca cada vez más al modelo de libre comercio y que es cada vez más competitiva y menos socialista. Sería bueno recordar que lo que determina el intercambio de productos no es la voluntad, la simpatía política o solidaridad de un país con otro, sino las reglas inflexibles de la productividad, la competitividad y las ventajas comparativas. Es por todo lo anterior que en el estudio realizado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano titulado ‘La Inserción de Colombia en el Asia Pacífico’, quienes trabajamos como investigadores afirmamos que inútilmente Colombia podrá buscar exportar manufacturas del tipo corriente a China, pues ni esperando cien o doscientos años podrá nuestro país ser competitivo con productos de la industria de transformación china, incluidos los agropecuarios. Es justamente en este punto donde salta al tapete el carácter proteccionista de nuestra economía, que la condujo hace aproximadamente cinco años a unas disposiciones que imponían la obligatoriedad para las mercaderías chinas de ingresar al país a través de los puertos de la Costa Atlántica y no por Buenaventura, medidas que llevaron a una demanda ante la OMC contra Colombia, que ni siquiera fue interpuesta por los chinos sino por los panameños y que perdimos porque iba en contravía de normas elementales del libre comercio. El Presidente de la Cámara Colombo-china de Inversión y Comercio, Ricardo Duarte, afirma el 20 de marzo, en el diario EL TIEMPO (Ver el articulo titulado ‘Colombia tiene cómo acelerar su comercio con China’) que “el gobierno (colombiano) está en mora de buscar los primeros acercamientos para la negociación anticipada del estatus de economía de mercado, condición que los asiáticos perderán en el 2016…”. Es al revés de lo afirmado por Duarte: En 2016 la Organización Mundial del Comercio reconocerá a China como una economía de libre mercado y, en consecuencia, todos y cada uno de los países afiliados a aquella deberán asumir tal reconocimiento. De nada valdrá para ese momento el paraguas proteccionista con el cual el Estado colombiano sigue amparando a los productores colombianos de manufacturas tales como textiles, cueros, plásticos, etc. Una serie de argumentos vienen esgrimiendo fabricantes y empresarios de diversas ramas de la industria colombiana para oponerse a un TLC de China con Colombia, entre otros, el de que nuestro país carece de un artículo estrella de exportación, a diferencia con el cobre en el caso de Chile y la harina de pescado en el de Perú. Esta es una realidad tozuda no solamente en los momentos actuales, sino que lo será durante largo tiempo. ¿Qué hacer entonces? ¿No hay una alternativa posible para la economía colombiana en su relación con un país como China? Sostenemos en el libro mencionado que Colombia no puede quedarse de brazos cruzados, esperando que la solución al dilema que le plantea su falta de competitividad frente a China le caiga súbitamente de una galaxia. Es por eso que la Ministra de Relaciones Exteriores, en su reciente visita a Pekín, hizo tanto énfasis en la necesidad de que se incremente la inversión china en Colombia; es por eso también que en el libro ‘La Inserción de Colombia en el Asia Pacífico’ sostenemos que el país debe buscar, tal como se lo aconsejó Tony Blair a Juan Manuel Santos, aquellos temas emblemáticos, aquellos filones en que Colombia destaca por encima de otros, y es aquí donde viene a figurar una serie de asuntos que tienen que ver con la biodiversidad, el medio ambiente, el manejo de las ciudades, el tratamiento de la población flotante, el diseño urbanístico, el turismo de salud, etc, etc. En ese contexto citado arriba debe entenderse un TLC de Colombia con China, un TLC en un sentido comprehensivo de la cooperación (en su significado moderno y no de simples donaciones), la inversión, la transferencia tecnológica, etc. Sentarse a negociar con los chinos un acuerdo del tipo que negociamos en estos momentos con Japón, es un asunto sólo de tiempo. Más tarde o más temprano tendremos que hacerlo, y entonces no estará prohibido que con los chinos discutamos excepciones, salvaguardas, moratorias…En un tratado como ese, si bien se incluirá el intercambio de mercaderías, los aranceles, las posiciones y todo lo que conforma el universo tradicional del modelo, habrá esos otros aspectos mencionados arriba, que no son de menor relevancia. Son numerosos los argumentos que los diversos sectores interesados colombianos oponen al proyecto de un TLC con China: la Canciller Holguín arguye, por ejemplo, que en la fila de proyectos de este carácter se encuentran los que Colombia contempla con Turquía e Israel, mientras que Duarte parece afirmar que no hace falta un acuerdo de esa dimensión con Pekín porque ya existe “una serie de tratados aprobados en los 80 por el Congreso de la República” (El Tiempo del 20 de marzo). ¿Cuáles son esos tratados? No los menciona por la sencilla razón de que no existen para los temas económicos y comerciales. El único conocido, que se enmarca dentro de lo económico, en las relaciones colombo-chinas, es el Acuerdo de Protección y Promoción de la Inversión suscrito en el año 2008. La realidad escueta y clara es que difícilmente podrán avanzar las relaciones económicas y comerciales entre Colombia y China sin un acuerdo marco, del tipo que sea, entre los dos países.